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Espíritu Santo: Identidad y Funciones

El documento explica que la Biblia enseña que el Espíritu Santo es una persona divina, la tercera persona de la Trinidad, y no meramente una fuerza. El Espíritu Santo posee atributos como la mente, las emociones y la voluntad, y realiza obras como guiar a los creyentes y darles dones, que requieren de una persona y no de una fuerza impersonal. Además, mentirle al Espíritu Santo es equivalente a mentirle a Dios mismo.

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Espíritu Santo: Identidad y Funciones

El documento explica que la Biblia enseña que el Espíritu Santo es una persona divina, la tercera persona de la Trinidad, y no meramente una fuerza. El Espíritu Santo posee atributos como la mente, las emociones y la voluntad, y realiza obras como guiar a los creyentes y darles dones, que requieren de una persona y no de una fuerza impersonal. Además, mentirle al Espíritu Santo es equivalente a mentirle a Dios mismo.

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RESPUESTA

QUIEN ES EL ESPIRITU SANTO


Hay muchos conceptos erróneos sobre la identidad del Espíritu Santo. Algunos ven al Espíritu Santo como una
fuerza mística. Otros entienden al Espíritu Santo como el poder impersonal que Dios pone a disposición para
los seguidores de Cristo. ¿Qué dice la Biblia acerca de la identidad del Espíritu Santo? Dicho de una manera
sencilla, la Biblia dice que el Espíritu Santo es Dios. La Biblia también nos dice que el Espíritu Santo es una
Persona divina, un Ser con una mente, emociones y voluntad.

El hecho de que el Espíritu Santo es Dios, se ve claramente en muchas partes de las escrituras, incluyendo
Hechos 5:3-4. En este versículo, Pedro confronta a Ananías por haber mentido al Espíritu Santo, y le dice que él
"no había mentido a los hombres sino a Dios". Es una evidente declaración de que mentir al Espíritu Santo es
mentir a Dios. También podemos saber que el Espíritu Santo es Dios, porque Él posee los atributos o
características de Dios. Por ejemplo, Su omnipresencia se ve en Salmos 139:7-8 "¿A dónde me iré de tu
Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado,
he aquí, allí tú estás". Luego, en 1ª Corintios 2:10-11 vemos la característica de la omnisciencia del Espíritu
Santo. "Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aún lo
profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que
está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios".

Podemos conocer que el Espíritu Santo es en verdad una Persona divina, porque Él posee una mente,
emociones y una voluntad. El Espíritu Santo piensa y conoce (1ª Corintios 2:10). El Espíritu Santo puede ser
contristado (Efesios 4:30) El Espíritu intercede por nosotros (Romanos 8:26-27). El Espíritu Santo toma
decisiones de acuerdo a Su voluntad (1ª Corintios 12:7-11). El Espíritu Santo es Dios, la tercera "Persona" de la
Trinidad. Como Dios, el Espíritu Santo puede funcionar verdaderamente como Consejero y Consolador, tal
como lo prometió Jesús. (Juan 14:16, 26; 15:26).

EL ESPIRITU SANTO ES UNA PERSONA


Muchas personas encuentran la doctrina del Espíritu Santo algo confusa. ¿Es el Espíritu Santo una
fuerza, una persona, o algo más? ¿Qué enseña la Biblia?

La Biblia nos brinda muchas formas de ayudarnos a comprender que el Espíritu Santo es realmente
una persona, es decir, Él es un ser personal, y no algo impersonal. En primer lugar, cada pronombre
que se usa en referencia al Espíritu es "él, como cuando uno habla de una persona" y no "eso, como
cuando se habla de una cosa". El idioma original griego del Nuevo Testamento es explícito en
confirmar la persona del Espíritu Santo. La palabra que se usa para "Espíritu" (pneuma), es neutra y
sería lógico usar pronombres neutros para que haya un acuerdo a nivel gramatical. Sin embargo, en
muchos casos, se encuentran pronombres masculinos (por ejemplo, Juan 15:26; 16:13-14).
Gramaticalmente, no hay otra manera de entender los pronombres del Nuevo Testamento
relacionados con el Espíritu Santo, se hace referencia a "Él", como una persona.

Mateo 28:19 nos enseña a bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Esta es una
referencia colectiva a un Dios trino. Además, estamos llamados a no contristar al Espíritu Santo
(Efesios 4:30). Se puede pecar en contra del Espíritu Santo (Isaías 63:10) y mentirle (Hechos 5:3).
Estamos llamados a obedecerle (Hechos 10:19-21) y a honrarle (Salmo 51:11).

La personalidad del Espíritu Santo también se confirma por Sus numerosas obras. Participó
personalmente en la creación (Génesis 1:2), empoderó al pueblo de Dios (Zacarías 4:6), guía
(Romanos 8:14), consuela (Juan 14:26), convence de pecado (Juan 16:8), enseña (Juan 16:13), frena el
pecado (Isaías 59:19), y da órdenes (Hechos 8:29). Cada una de estas obras requiere la participación
de una persona en lugar de una simple fuerza, cosa o idea.

Los atributos del Espíritu Santo también apuntan a Su personalidad. El Espíritu Santo tiene vida
(Romanos 8:2), tiene una voluntad (1 Corintios 12:11), es omnisciente (1 Corintios 2:10-11), es eterno
(Hebreos 9:14), y es omnipresente (Salmo 139:7). Si fuera apenas una fuerza, no podría poseer todos
estos atributos, pero el Espíritu Santo los tiene.

Y la persona del Espíritu Santo es confirmada por Su función como la Tercera Persona de la Divinidad.
Sólo un ser que es igual a Dios (Mateo 28:19) y posee los atributos de omnisciencia, omnipresencia y
eternidad, podría ser definido como Dios.

En Hechos 5:3-4, Pedro se refirió al Espíritu Santo como a Dios, declarando: "Y dijo Pedro: Ananías,
¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la
heredad? Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste
esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios". De igual manera Pablo se refiere al
Espíritu Santo como a Dios en 2 Corintios 3:17-18, afirmando: "Porque el Señor es el Espíritu; y donde
está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta
como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen,
como por el Espíritu del Señor".

El Espíritu Santo es una persona, como la Escritura lo especifica. Como tal, debemos reverenciarlo
como a Dios y sirve en perfecta unidad con el Padre y el Hijo para guiarnos en nuestra vida espiritual.

LO QUE EL ESPIRITU SANTO HACE EN EL CREYENTE E EL ESPIRITU SANCREYENTREESPU


La Biblia es bastante clara en cuanto a que el Espíritu Santo está activo en nuestro mundo. El libro de
los Hechos, conocido con el título más largo de "Los Hechos de los Apóstoles", podría llamarse
acertadamente "Los Hechos del Espíritu Santo a través de los Apóstoles". Después de la era
apostólica, ha habido algunos cambios — por ejemplo, el Espíritu no inspira más Escrituras — pero
continúa haciendo Su obra en el mundo.

En primer lugar, el Espíritu Santo hace muchas cosas en la vida de los creyentes. Él es el Consolador
de los creyentes (Juan 14:26). Él habita en los creyentes y los sella hasta el día de la redención — esto
indica que la presencia del Espíritu Santo en el creyente es irreversible. Él guarda y garantiza la
salvación de los que Él habita (Efesios 1:13; 4:30). El Espíritu Santo ayuda a los creyentes en la oración
(Judas 1:20) "porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos" (Romanos 8:26-27).

El Espíritu Santo regenera y renueva al creyente (Tito 3:5). En el momento de la salvación, el Espíritu
bautiza al creyente en el Cuerpo de Cristo (Romanos 6:3). Los creyentes reciben el nuevo nacimiento
por el poder del Espíritu (Juan 3:5-8). El Espíritu conforta a los creyentes con la comunión y el gozo en
su paso por un mundo hostil (1 Tesalonicenses 1:6; 2 Corintios 13:14). El Espíritu, en Su extraordinario
poder, llena a los creyentes con "todo gozo y paz" mientras confían en el Señor, haciendo que los
creyentes "abunden en esperanza" (Romanos 15:13).
La santificación es otra obra del Espíritu Santo en la vida de un creyente. El Espíritu se opone a los
deseos de la carne y conduce al creyente a la justicia (Gálatas 5:16-18). Las obras de la carne se hacen
menos evidentes, y el fruto del Espíritu se hace más claro (Gálatas 5:19-26). A los creyentes se les
ordena "ser llenos del Espíritu" (Efesios 5:18), lo cual significa que deben ceder al control total del
Espíritu.

El Espíritu Santo también es un dador de dones. "Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu
es el mismo" (1 Corintios 12:4). Los dones espirituales que tienen los creyentes son otorgados por el
Espíritu Santo conforme a lo que determina en Su sabiduría (versículo 11)

El Espíritu Santo también obra entre los incrédulos. Jesús prometió que enviaría el Espíritu Santo para
"convencer al mundo de pecado, de justicia y de juicio" (Juan 16:8). El Espíritu testifica de Cristo (Juan
15:26), llevando a la gente al Señor. Actualmente, el Espíritu Santo también está refrenando el pecado
y combatiendo "el poder secreto de la iniquidad" en el mundo. Esta acción mantiene a raya el
surgimiento del Anticristo (2 Tesalonicenses 2:6-10).

El Espíritu Santo tiene otra función importante, la cual es dar a los creyentes la sabiduría por la cual
podemos entender a Dios. "Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo
lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino
el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de
Dios" (1 Corintios 2:10-11). Puesto que los creyentes hemos recibido el maravilloso don del Espíritu de
Dios en nosotros mismos, podemos comprender los pensamientos de Dios, tal como se revelan en las
Escrituras. El Espíritu nos ayuda a entender. Esta es la sabiduría de Dios, y no la sabiduría del hombre.
Ningún conocimiento humano puede reemplazar la enseñanza del Espíritu Santo (1 Corintios 2:12-
13).

DONES ESPIRITUALES DADOS POR EL ESPIRITU SANTO

En realidad hay tres listas bíblicas de los “dones del Espíritu,” también conocida como dones espirituales. Los
tres pasajes principales que describen los dones espirituales son Romanos 12:6-8; 1 Corintios 12:4-11; y 1
Corintios 12:28. Los dones espirituales identificados en Romanos 12 son profecía, servicio, enseñanza,
exhortación, dadivosidad, liderazgo y misericordia. La lista en 1 Corintios 12:4-11 incluye la palabra de
sabiduría, palabra de conocimiento, fe, sanidad, poderes milagrosos, profecía, discernimiento de espíritus,
hablar en lenguas e interpretación de lenguas. La lista en 1 Corintios 12:28 incluye sanidades, ayudas,
administraciones, y diversas clases de lenguas. Esta es una breve descripción de cada uno de los dones:

Profecía – La palabra griega traducida como “profetizar” o “profecía” en ambos pasajes significa propiamente
“hablar” o declarar la voluntad divina, para interpretar los propósitos de Dios, o para hacer saber de cualquier
manera la verdad de Dios que está designada para influir en la gente. La idea de predecir el futuro fue añadida
en algún momento en la Edad Media y está en directa contradicción con otros pasajes de la Escritura que
condenan tal adivinación o predicción del futuro (Hechos 16:16-18).

Servicio – También conocido como “ministrar,” la palabra griega diakonian de donde obtenemos la palabra
“diácono,” que significa algún tipo de servicio, dentro de la amplia aplicación de la ayuda práctica a quienes
están en necesidad.
Enseñanza – El don implica el análisis y la proclamación de la Palabra de Dios, explicando su significado,
contexto y aplicación para la vida del oyente. El maestro dotado es alguien que tiene la habilidad única para
instruir con claridad y comunicar el conocimiento, específicamente las doctrinas de la fe.

Aliento – También llamado “exhortación” es un don que es evidente en aquellos que consistentemente llaman
a otros para atenderlos y darles seguimiento en la verdad de Dios, lo que puede incluir su corrección o
edificación, a través de fortalecer a los débiles en la fe y el confortarlos en sus pruebas.

Dadivosidad – Quienes tienen este don, son aquellos que gustosamente comparten lo que poseen con los
demás, ya sea en lo financiero, material u ofreciendo su atención y tiempo personal. El dador se preocupa por
las necesidades de los demás y busca oportunidades para compartir sus bienes, dinero y tiempo con ellos
cuando surge la necesidad.

Liderazgo – El líder dotado es aquel que dirige, preside o administra sobre otras personas en la iglesia. La
palabra literalmente significa “guiar” y conlleva la idea de alguien que dirige un barco. Alguien con el don de
liderazgo gobierna con sabiduría y gracia y exhibe el fruto del Espíritu en su vida al dirigir con el ejemplo.

Misericordia - Íntimamente ligado con el don de la exhortación, el don de la misericordia es evidente en


aquellos que muestran compasión por los que están en desgracia, mostrando empatía y sensibilidad junto con
el deseo y los recursos para aliviar su sufrimiento de manera gozosa y bondadosa.

Palabra de sabiduría – El hecho de que este don sea descrito como “palabra” de sabiduría, indica que es uno
de los dones del uso de la palabra. El don describe a alguien que puede entender y declarar verdades bíblicas,
de tal manera, que puedan hábilmente ser aplicadas a las situaciones de la vida con todo discernimiento.

Palabra de conocimiento – Este es otro don de la palabra, que implica entender la verdad con una visión que
solo puede venir por revelación de Dios. Aquellos con el don del conocimiento, comprenden las cosas
profundas de Dios y los misterios de Su Palabra.

Fe – Todos los creyentes tienen fe en alguna medida, porque es uno de los dones que concede el Espíritu a
todos los que vienen a Cristo en fe (Gálatas 5:22-23). El don espiritual de la fe es manifestado por alguien con
una fuerte e inquebrantable confianza en Dios, Su Palabra, Sus promesas, y el poder de la oración que efectúa
milagros.

Sanidad – Aunque Dios aún sana en la actualidad, la habilidad del hombre para producir curaciones milagrosas
perteneció a los apóstoles de la iglesia del primer siglo, con el fin de confirmar que su mensaje procedía de
Dios. Los cristianos de ahora no tienen el poder de sanar a los enfermos o resucitar a los muertos. Si ellos lo
hicieran, los hospitales y las morgues estarían llenos de estas personas “dotadas” desocupando camas y
féretros por todas partes.

Poderes milagrosos – También conocidos como el don de hacer milagros, es otro don de señal temporal, que
implicaba realizar eventos sobrenaturales que pudieran ser atribuidos únicamente al poder de Dios (Hechos
2:22). Este don fue manifiesto en Pablo (Hechos 19:11-12), Pedro (Hechos 3:6), Esteban (Hechos 6:8), y Felipe
(Hechos 8:6-7), entre otros.

Discernimiento (identificación) de espíritus – Ciertos individuos poseen la habilidad única de distinguir entre
el verdadero mensaje de Dios y el del engañador, Satanás, cuyos métodos incluyen sembrar doctrina errónea y
engañosa. Jesús dijo que muchos vendrían en Su nombre y engañarían a muchos (Mateo 24:4-5), pero el don
de discernimiento de espíritus es dado a la Iglesia para protegerla de engaños como estos.

Hablar en lenguas – El don de las lenguas es uno de los “dones de señal” temporales dado a la iglesia
primitiva para permitir que el Evangelio pudiera se predicado a través del mundo por todas las naciones y en
todos los lenguajes conocidos. Implicaba la habilidad divina de hablar un lenguaje nunca aprendido por el
hablante. El don autentificaba que tanto el mensaje del Evangelio como quienes lo predicaban procedían de
Dios.

Interpretación de lenguas – Una persona con el don de interpretación de lenguas podía entender lo que el
que hablaba en lenguas estaba diciendo, aunque él no conociera el lenguaje que se había usado. El intérprete
de lenguas podía entonces comunicar el mensaje del que hablaba en lenguas a todos los demás, para que
pudieran comprenderlo.

Ayudas – Este don está íntimamente ligado con el don de la misericordia. Aquellos con este don de ayudas,
son quienes pueden auxiliar o prestar asistencia a otros en la iglesia con gracia y compasión. Éste don tiene
una amplia gama de posibilidades para su aplicación. Lo más importante, es que éste tiene la habilidad única
de identificar a aquellos que están luchando con dudas, temores, y otras batallas espirituales; para acudir con
quienes tienen la necesidad espiritual de una palabra amable, empatía y compasión; y hablarles de la verdad
bíblica que es a la vez convincente y amorosa

EL FRUTO DEL ESPIRITU SANTO


Gálatas 5:22-23 nos dice, “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre, templanza...”. El fruto del Espíritu Santo es el resultado de la presencia del Espíritu Santo en la
vida de un cristiano. La Biblia dice claramente que cada uno recibe al Espíritu Santo en el momento en que cree
en Jesucristo (Romanos 8:9; 1 Corintios 12:13; Efesios 1:13-14). Uno de los principales propósitos del Espíritu
Santo al entrar en la vida de un cristiano, es el de cambiar esa vida. Es la obra del Espíritu Santo conformarnos
a la imagen de Cristo, haciéndonos más parecidos a Él.

El fruto del Espíritu Santo está en directo contraste con las obras de la naturaleza pecaminosa en Gálatas 5:19-
21, “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría,
hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios,
borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas, acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho
antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”. Gálatas 5:19-21 describe cómo es la
gente, en mayor o menor grado, cuando no conocen a Cristo, y por lo tanto no están bajo la influencia del
Espíritu Santo. Nuestra carne de pecado produce cierta clase de fruto que refleja nuestra naturaleza (Gálatas
5:19-21), y el Espíritu Santo produce el otro tipo de fruto que refleja Su naturaleza (Gálatas 5:22-23).

La vida cristiana es una batalla entre las carne pecaminosa y la nueva naturaleza que Cristo nos da (2 Corintios
5:17). Como seres humanos caídos, aún estamos atrapados en un cuerpo que desea las cosas pecaminosas
(Romanos 7:14-25). Como cristianos, tenemos al Espíritu Santo produciendo Su fruto en nosotros, y contamos
con Su poder para que conquistemos los actos de la naturaleza de pecado (2 Corintios 5:17; Filipenses 4:13).
Un cristiano nunca será completamente victorioso en demostrar siempre el fruto del Espíritu Santo. Sin
embargo, es uno de los principales propósitos de la vida cristiana, al permitir que progresivamente el Espíritu
Santo produzca más y más de Su fruto en nuestras vidas y conquiste nuestros opuestos deseos pecaminosos.
Dios desea que nuestras vidas muestren el fruto del Espíritu... y con la ayuda del Espíritu Santo, ¡esto es
posible!

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