INTRODUCCION
Se ha señalado en el discurso que el futuro del país depende de las nuevas ge-
neraciones; sin embargo, estas crecen y el anhelo permanece. Por consiguiente
debemos preguntarnos: ¿qué educación necesitan las niñas y los niños para
cumplir o lograr dicho anhelo considerando sus diferencias, los contextos en
los que viven y crecen, así como los grandes retos que enfrentarán en el futuro?
Ante las nuevas realidades y desafíos que viven los actores de la educación,
requieren nuevas respuestas y propuestas que observen como prioridad el
desarrollo equitativo de todas sus capacidades, una mejora continua para un
presente digno, con sentido de justicia social.
Se abren nuevos horizontes para la educación debido a los compromisos
asumidos por la Reforma Educativa y el marco legal, considerando las ense-
ñanzas y los aprendizajes que dejaron miles de educadoras y educadores para
construir una base sólida con nuevos programas que, con equidad e igualdad de oportunidades,
brinden a las niñas y los niños la capacidad y autonomía
para crecer, desarrollarse y pensar en mundos posibles, libres de estereotipos
y esquemas obsoletos, que respondan a sus necesidades y los que requiere la
sociedad actual.ldad
EN LA EDUCACION ES UN espacio privilegiado en donde se transmiten y reproducen valores,
actitudes
y comportamientos hacia el género femenino, naturalizados en nuestra socie-
dad; pero al mismo tiempo constituye un factor de cambio para transformar
realidades y fomentar la aplicación de derechos y libertades.
igualdad. Por ello
considero que la incorporación de la perspectiva de género en la formación
inicial y continúa se convierte en un imperativo de justicia social en tanto
que ayudará a las niñas, niños y adolescentes apreciar la diversidad como
un elemento de enriquecimiento personal y humano, por consiguiente en el
desarrollo de competencias de vida.
La escuela es el agente más importante en la formación integral de la perso-
nalidad del individuo; debe ser el espacio fundamental para la educación en
igualdad de género y de esa manera corregir cualquier tipo de inequidad social.
Garantizar la equidad y eliminar las desigualdades educativas no implica
simplemente un crecimiento exponencial del Sistema Educativo Nacional.
En otras palabras, “lograr la equidad de género no sólo significa incorporar a
más niñas, adolescentes y mujeres adultas en los distintos niveles educativos,
sino erradicar todas las formas de manifestación del sexismo en los procesos
educativos” (Marina Subirats y Cristina Brullet, 1992).
Es importante señalar que introducir la dimensión de género como un
imperativo de justicia social y el desarrollo con igualdad en todo el Sistema
Educativo Nacional no implica tan solo modificar el lenguaje al nombrar a las
niñas y los niños como un mero cambio retórico. El Instituto Nacional de la
Mujeres en el 2004 menciona la necesidad de adjuntar “el proceso de resigni-
ficación simbólica que incorpore la diversidad como un principio pedagógico
que enriquezca a las personas; esto representa un reto educativo, pues significa
desarrollar, promover y construir alternativas creativas y estratégicas incorpore
la perspectiva de género en las diversas realidades y contextos que conforman
nuestra sociedad mexicana”.
La educación con perspectiva de género implica la formación de la nueva per-
sonalidad del individuo sobre la base de la equidad entre los sexos, buscando
alternativas que le permitan acceder de manera igualitaria a los servicios que
brinda el sistema educativo que gradualmente se transforma y sin discrimina-
ción. En México, la aspiración de la igualdad entre ambos sexos se encuentra
reflejada en la legislación vigente.
es necesaria una reforma de la educación que
considere la implementación de un programa sustentado en una concepción
Jesús Adolfo Trujillo Holguín y José Luis García Leos (coords.)
104
moderna, eficiente, diversificada, de calidad y adecuada a las necesidades y
prioridades de las niñas y los niños que permita combatir rezagos, desigual-
dades y desarrollar las competencias de vida que requieren en la actualidad
los educandos, con la finalidad de crear y fomentar verdaderas ciudadanas
y ciudadanos altamente capacitados y autónomos, con la conciencia de sus
responsabilidades sociales, comprometidos con su sociedad, país y el mundo,
respetuosos de los derechos humanos, partícipes de una cultura de paz y de
la preservación de los medios, entornos y contextos donde se desenvuelven.
En el mismo sentido, es importante la constitución de identidades sexuales
y de género de los educandos, así como el establecimiento de bases sólidas
de una convivencia armónica, de respeto y tolerancia a la diversidad; implica
el diseño de estrategias y programas que atiendan cada etapa de su desarrollo
y que considere prioridad la incorporación de la perspectiva de género con el
propósito de brindar, particularmente, igualdad de trato y de oportunidades
como un imperativo de equidad y justicia social. Es una exigencia que empieza
a tomar fuerza en las legislaciones locales, nacionales e internacionales en
esta materia y que en la actualidad forma parte de las prioridades elementales
educativas en muchos países.
En este supuesto, María Bertely (2003) dice:
para el desarrollo de competencias en los educandos mediante
estrategias con perspectiva de género en los diversos ambientes educativos
y en los procesos de aprendizaje a fin de cumplir con el compromiso social,
político, cultural y educativo para lograr los propósitos de la Reforma Edu-
cativa en México.
ORIGEN
CAUSA
REALIDAD
CONCLUISIONES
Refiere
que mujeres y hombres sean capaces de comenzar a transformar patrones
valorativos y de conducta que les permita efectivamente adquirir diferentes
destrezas y habilidades desde el respeto a sus diferencias sexuales y de gé-
nero como un principio pedagógico que enriquezca a las personas. Este es el
propósito de transversalizar la perspectiva de género como política pública en
nuestra sociedad y en la educación en México.
Es necesario proporcionar a los docentes las herramientas conceptuales,
didácticas y metodologías que les permitan la revisión de su actuar y práctica
reflexiva en el aula, así como buscar el trato equitativo e igualitario de su re-
lación con sus educandos y de ellos entre sí; y de la relación con sus iguales,
el uso de un lenguaje incluyente hacia su alumnado, todo ello mediante la
sensibilización, capacitación y formación en perspectiva de género que esté
disponible en las instancias de formación, profesionalización y actualización
de los docentes.
Para avanzar en la política pública de género y educación se requiere
de la vinculación entre los diferentes ámbitos de gobierno: federal, estatal y
municipal, y de la sociedad civil organizada. Esto implica generar canales per-
manentes de consulta, participación y seguimiento que garanticen la igualdad
de oportunidades entre mujeres y hombres, su pleno desarrollo de competencias
de vida y el ejercicio de sus derechos.