Informe de Lectura sobre la Alfabetización en el Nivel
Introducción.
El estudio de la alfabetización en el nivel inicial es fundamental para comprender cómo se sientan
las bases del aprendizaje de la lectura y la escritura. Este informe se basa en los fundamentos
presentados en el libro "El ABC de la alfabetización" de Beatriz Pujato, donde se examinan las
concepciones de alfabetización, los modelos de enseñanza implicados y la caracterización general
de la escritura infantil, el desarrollo cognitivo y social de los niños, basados en los aportes de
Beatriz Pujato y otros especialistas en el tema.
Desarrollo.
La alfabetización en el nivel inicial implica más que la simple adquisición de habilidades para leer y
escribir; se trata de un proceso complejo que abarca el desarrollo del lenguaje oral y escrito, y la
capacidad de los niños para comprender y producir textos con sentido.
La alfabetización es entendida no solo como el aprendizaje de la lectura y escritura, sino como la
construcción de un nuevo objeto conceptual y la entrada a un tipo de intercambios lingüísticos y
culturales distintos (Ferreiro, 1997b). En este sentido, la alfabetización se concibe como un proceso
integral que involucra aspectos cognitivos, lingüísticos y sociales.
La alfabetización, entendida como la capacidad de leer y escribir, va más allá de la mera
decodificación de signos. Según Pujato, es un proceso complejo que implica la construcción de un
nuevo objeto conceptual: la lengua escrita, y la participación en intercambios lingüísticos y
culturales diferentes a los de la oralidad. Emilia Ferreiro, citada en el texto, enfatiza que aprender a
leer y escribir involucra a todo el sujeto, no solo sus capacidades perceptivas y motoras, sino
también su pensamiento y conocimiento del mundo.
Concepciones de la Alfabetización.
La alfabetización ha evolucionado de ser considerada únicamente como la capacidad técnica de leer
y escribir, a un concepto más pluralista que integra múltiples dimensiones y significados. Según la
UNESCO (2004), la alfabetización no solo implica habilidades lingüísticas y cognitivas, sino
también la capacidad de acceder y recrear la cultura escrita de la humanidad. En este sentido, la
alfabetización se entiende como un proceso permanente y progresivo que permite al individuo
desarrollarse y participar activamente en la sociedad.
Existen diversas concepciones sobre la alfabetización. Algunos educadores la consideran una simple
transcripción de la lengua oral, mientras que otros la ven como un lenguaje autónomo que permite
la comunicación y la comprensión del mundo (Jarba, 1998). Esta segunda concepción implica un
enfoque más amplio y significativo del proceso de alfabetización, donde leer y escribir son acciones
específicas que requieren no solo habilidades neurológicas, sino también un aprendizaje sistemático.
La alfabetización es un proceso integral que va más allá del simple aprendizaje de la lectura y la
escritura. Según Emilia Ferreiro (1996), es esencial transformar en ventajas pedagógicas las
diferencias de edades, dialectos, lenguas y culturas presentes en el aula. Esta visión promueve un
enfoque inclusivo, considerando las diversas formas comunicativas de los niños y cómo estas
pueden influir en su proceso de aprendizaje.
Por otro lado, un enfoque más integrador considera la alfabetización como un proceso cognitivo y
lingüístico complejo. Este modelo promueve la escritura y lectura como formas de producción y
recepción de significado, donde los niños participan activamente en la creación y comprensión de
textos (Cassany, 1987). En este enfoque, los docentes guían a los alumnos en la reflexión sobre los
componentes fonológicos y ortográficos de la lengua, y en la producción de textos significativos.
Al ingresar a la escuela, los niños ya son expertos hablantes desde el punto de vista funcional.
Reconocer este conocimiento previo es crucial para valorar el lenguaje como un medio significativo
de aprendizaje y comunicación. La escuela debe facilitar la adaptación de los niños a la oralidad
estándar utilizada en el ámbito escolar, especialmente para aquellos provenientes de contextos
desfavorecidos donde la oralidad difiere significativamente de la utilizada por los docentes.
La alfabetización se concibe como un proceso en el cual los niños construyen conocimientos sobre
el sistema de escritura a través de la interacción con su entorno. Emilia Ferreiro y Ana Teberosky,
en sus investigaciones de 1979, revelaron que los niños desarrollan hipótesis sobre la escritura antes
de aprenderla de manera convencional. Este enfoque reconoce al niño como un sujeto activo que
participa en su propio aprendizaje, lo que ha llevado a replantear las estrategias didácticas en la
enseñanza de la lengua escrita.
Las concepciones de la alfabetización se dividen en dos principales corrientes. Una primera
corriente considera la escritura como una simple transcripción de la lengua oral, mientras que una
segunda corriente la concibe como un lenguaje con una función social relevante que permite ver y
entender el mundo de manera diferente. Esta última perspectiva es la que sostiene Pujato, quien
argumenta que la lectura y la escritura son procesos que habilitan la construcción de significados y
la producción de textos con sentido.
Modelos de Enseñanza de la Lectura y la Escritura.
Los modelos de enseñanza de la alfabetización en el nivel inicial varían, pero comparten el objetivo
de facilitar el acceso de los niños al mundo de la lectura y la escritura. Un enfoque destacado es la
alfabetización emergente, que reconoce que los niños comienzan a adquirir habilidades de lectura y
escritura antes de ingresar a la escuela, a través de la observación y la imitación de prácticas letradas
en su entorno. Esta etapa, también conocida como alfabetización no convencional, es crucial para el
desarrollo posterior y se constituye en la base sobre la cual se asienta la alfabetización formal en el
nivel inicial.
Los modelos de enseñanza de la alfabetización varían según las concepciones adoptadas. Un
enfoque tradicional se centra en la decodificación de las palabras, enseñando a los niños a traducir
las marcas gráficas en sonidos (Melgar y Zamero, 2007). Este modelo se basa en la relación
fonema-grafema y en actividades de copia y repetición de letras y palabras descontextualizadas. Sin
embargo, este enfoque ha sido criticado por su limitación para desarrollar una comprensión
profunda y significativa de la escritura.
Durante el último año del nivel inicial y los primeros años del nivel primario, se enfoca en la
alfabetización inicial, donde se establecen las bases para el aprendizaje formal de la lengua escrita.
En esta etapa, las instituciones educativas deben optimizar los procesos de enseñanza para asegurar
que los niños adquieran habilidades sólidas y permanentes. Más adelante, la alfabetización avanzada
se centra en la lectura y escritura más complejas y diversas, permitiendo a los estudiantes
desempeñarse de manera autónoma y eficaz en la sociedad.
En cuanto a los modelos de enseñanza, Pujato menciona dos enfoques predominantes. Por un lado,
se encuentra el modelo de decodificación, que se centra en enseñar a los niños a reconocer y
pronunciar letras y palabras, y por otro lado, el modelo de construcción de significados, que
fomenta la reflexión sobre la estructura fonológica y la significación de las palabras a través de la
escritura. Los docentes que siguen este último enfoque guían a los alumnos en la escritura de textos
y les ayudan a tomar conciencia de los aspectos constitutivos de la lengua oral y escrita.
Los modelos de enseñanza de la lectura y la escritura varían según las concepciones teóricas y
pedagógicas adoptadas por los educadores. Pujato destaca la importancia de una adecuada
enseñanza de la lengua oral como base para el proceso alfabetizador. Un entorno de aula que
favorezca la interacción comunicativa permite a los niños comprender la función de la oralidad, la
lectura y la escritura en la sociedad.
Es fundamental que los docentes respeten y valoren la oralidad que traen los niños, utilizando sus
vivencias y conocimientos culturales como punto de partida. Sin embargo, también deben introducir
nuevas palabras y textos que expandan el contexto cultural de los alumnos, beneficiando a todo el
grupo-clase.
Existen diversos modelos de enseñanza que se aplican en el proceso de alfabetización. Entre ellos,
destacan:
1. Método Fónico: Este método se centra en la correspondencia entre sonidos y letras. Los niños
aprenden a descomponer las palabras en fonemas y a asociarlos con sus grafemas
correspondientes.
2. Método Global: Promueve el reconocimiento de palabras y frases completas antes de
descomponerlas en letras y sonidos. Este enfoque busca que los niños comprendan el
significado de los textos desde el inicio.
3. Método Mixto: Combina elementos de los métodos fónico y global, adaptando las estrategias a
las necesidades individuales de los niños.
Caracterización General de la Escritura Infantil.
La escritura infantil se caracteriza por su evolución desde formas emergentes hasta estructuras más
convencionales y complejas. En los primeros años, los niños experimentan con símbolos y formas
que imitan la escritura, aunque no corresponden a letras o palabras reales. A medida que avanzan en
su aprendizaje, comienzan a reconocer y reproducir letras y palabras, desarrollando una mayor
comprensión del sistema de escritura. Este proceso es influenciado por su entorno y las experiencias
previas de alfabetización, así como por la interacción con textos escritos y la participación en
actividades de lectura y escritura en la escuela y en el hogar.
La caracterización de la escritura infantil revela que los niños desarrollan habilidades cognitivas y
lingüísticas a través de la práctica sistemática de la lectura y la escritura. Durante este proceso, los
niños aprenden a reconocer y utilizar las unidades mínimas de la lengua oral y escrita, construyendo
un léxico que les permite leer y escribir con mayor fluidez y comprensión (Milian y Camps, 2000).
La adquisición de la conciencia ortográfica y fonológica es crucial en este proceso, ya que facilita la
decodificación y el reconocimiento de las palabras.
Se caracteriza por ser un proceso evolutivo en el cual los niños desarrollan progresivamente sus
habilidades lingüísticas y cognitivas. Desde el nivel inicial, es importante que los docentes
promuevan situaciones de interacción y diálogo, donde los niños puedan expresar sus pensamientos
y experiencias de manera efectiva.
El lenguaje es un vehículo de construcción de significados, y su adecuada utilización en el aula
facilita la negociación de significados entre docentes y alumnos. Este proceso es esencial para evitar
fracturas en el aprendizaje y asegurar que los niños comprendan y utilicen adecuadamente el
lenguaje en diferentes contextos.
La escritura infantil se caracteriza por su evolución desde un enfoque predominantemente motor y
gráfico hacia una comprensión más profunda de los significados y las estructuras textuales. Al
inicio, los niños suelen participar en actividades de copia y trazado de letras, pero progresivamente,
a medida que interactúan con textos escritos, desarrollan habilidades de decodificación y
memorización de formas de palabras. Este proceso, conocido como la construcción de un léxico
escrito, es fundamental para la fluidez y comprensión lectora,
Pujato también destaca la importancia de la visión alfabética, la cual no es natural sino adquirida a
través de la educación sistemática. Esta visión implica la capacidad de reconocer y discriminar
visualmente las letras y los sonidos que conforman las palabras, lo que a su vez facilita la
comprensión y producción de textos escritos.
La escritura infantil se caracteriza por pasar por varias etapas antes de llegar a la escritura
convencional. Según Ferreiro y Teberosky, los niños atraviesan las siguientes fases:
1. Escritura No Diferenciada: Los niños utilizan garabatos y pseudo-letras sin diferenciar entre
dibujo y escritura.
2. Escritura Diferenciada: Comienzan a diferenciar el dibujo de la escritura, usando letras y
números sin establecer una correspondencia clara con los sonidos.
3. Escritura Silábica: Relacionan las letras con las sílabas, aunque sin valor sonoro convencional.
4. Escritura Silábico-Alfabética: Reconocen que las sílabas tienen más de una letra y empiezan a
usar grafías con valor sonoro.
5. Escritura Alfabética: Logran una correspondencia directa entre sonidos y letras, aunque pueden
no respetar completamente las normas ortográficas.
La intervención docente es crucial en este proceso. Los maestros deben crear contextos
significativos en los que la escritura tenga un propósito comunicativo y atender la diversidad de
conocimientos previos que cada niño posee. Las actividades deben ser variadas y adaptadas a las
necesidades individuales, promoviendo siempre un ambiente de apoyo y colaboración.
Conclusiones.
La alfabetización en el nivel inicial es un proceso complejo y multifacético que va más allá de la
simple adquisición de habilidades técnicas. Involucra el desarrollo de capacidades cognitivas y
lingüísticas que permiten a los niños acceder y participar en la cultura escrita de su comunidad. Los
modelos de enseñanza y la caracterización de la escritura infantil destacan la importancia de un
enfoque integral y contextualizado, que reconozca las experiencias previas de los niños y fomente
su desarrollo continuo en la lectura y escritura. Por lo tanto, es esencial que las instituciones
educativas se comprometan a proporcionar un entorno alfabetizador rico y estimulante que apoye y
potencia estos procesos desde los primeros años de vida.
La alfabetización en el nivel inicial es un proceso complejo que requiere una comprensión profunda
de las diversas formas comunicativas de los niños y la implementación de modelos de enseñanza
inclusivos y adaptativos. La adecuada enseñanza de la lengua oral, el respeto por la diversidad
cultural y lingüística, y la promoción de situaciones de interacción significativa son fundamentales
para el éxito del proceso alfabetizador. La escritura infantil, en este contexto, debe ser vista como
un proceso evolutivo que requiere el apoyo y la mediación constante de los docentes para su
desarrollo efectivo.
la alfabetización en el nivel inicial es un proceso complejo y multifacético que va más allá de la
simple decodificación de letras y palabras. Involucra el desarrollo de habilidades cognitivas,
lingüísticas y sociales que permiten a los niños construir significado y participar en intercambios
comunicativos y culturales. Los modelos de enseñanza deben considerar estas dimensiones para
fomentar una alfabetización integral y significativa. La reflexión sobre las concepciones y prácticas
educativas es esencial para mejorar la enseñanza de la lectura y escritura en el nivel inicial,
promoviendo el desarrollo pleno de las capacidades de los niños.
La alfabetización en el nivel inicial es un proceso integral que abarca mucho más que la simple
habilidad de leer y escribir. Según lo expuesto en "El ABC de la alfabetización" de Beatriz Pujato,
la alfabetización implica la construcción de significados, la participación en intercambios culturales
y la adopción de una nueva forma de ver y entender el mundo. Los modelos de enseñanza deben,
por lo tanto, ir más allá de la mera decodificación y centrarse en fomentar la reflexión y la
comprensión profunda de la lengua escrita. La evolución de la escritura infantil, desde sus primeras
etapas motoras hasta la construcción de un léxico escrito, es testimonio de la complejidad y riqueza
del proceso alfabetizador. En última instancia, el objetivo de la alfabetización en el nivel inicial es
formar individuos capaces de interactuar críticamente con el texto escrito, facilitando así su acceso
al conocimiento y la cultura.
La alfabetización en el nivel inicial es un proceso dinámico y complejo que requiere una
comprensión profunda de las concepciones de la alfabetización y los modelos de enseñanza. La
caracterización de la escritura infantil y la adecuada intervención docente son esenciales para
fomentar un aprendizaje efectivo y significativo. Es fundamental que los educadores consideren a
los niños como sujetos activos en su propio proceso de aprendizaje, adaptando las estrategias
pedagógicas para atender la diversidad y promoviendo un entorno que valore y utilice la escritura
como herramienta de comunicación y conocimiento.