Niñas sabias

UNO

P. ¿En qué se parecen Londres y Budapest?

R. En que son dos ciudades divididas por un río.

¡Buenos días! Permitid que me presente. Me llamo Dora Chance. Bienvenidos al lado malo de la ciudad.

Dicho de otra manera: si sois estadounidenses, pensad en Manhattan. Y ahora en Brooklyn. ¿Se entiende a lo que me refiero? Para los parisinos equivaldría a la diferencia entre rive gauche y rive droite. Para Londres, la división es norte y sur. Nora y yo, Nora es mi hermana, siempre hemos vivido en el lado izquierdo, el lado que rara vez visita el turista, la margen chunga del viejo padre Támesis.

Hubo un tiempo en que podía hacerse una distinción burda del tipo: los ricos vivían en medio de un agradable verdor en el norte y se desplazaban ágilmente a sus tiendas exclusivas gracias a una copiosa oferta de transporte público; los pobres arrastraban existencias deprimentes en el sur, en condiciones de carestía urbana, condenados a esperar horas en paradas de autobús azotadas por el viento mientras retumbaban los ruidos de violencia conyugal, cristales rotos y cánticos de borrachos; y soportando el frío, la oscuridad y la peste a fish and chips. Pero las cosas cambian, quieras que no. Se ha producido una diáspora de gente adinerada, se subieron de un brinco a sus Saabs diésel y se propagaron por toda la ciudad. El precio de una casa aquí en la actualidad es de no creérselo. ¿Y qué será del petirrojo de la