Ideas fundacionales de la integración latinoamericana y europea
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de regionalismo comparado, las ideas fundacionales que le han permitido a la integración europea lograr importantes avances en su proceso con relación a las ideas fundacionales que ha acompañado la integración latinoamericana con el apoyo de la Comisión Económica para América Latina (Cepal), observando cuáles pueden ser valederas e impostergables para relanzar la integración latinoamericana. Esto implica considerar elementos históricos de las primeras ideas de integración en los continentes latinoamericano y europeo, así como reflexiones teóricas vinculadas a la integración e ideas puntuales de carácter fundacional latinoamericanas y europeas que merecen volver a ser analizadas y consideradas. El trabajo es voluntarista y prescriptivo, pues quiere dejar sentadas sugerencias acerca de la realización en América Latina de una integración ultidimensional y recomendar la conveniencia de trabajarla con conceptos básicos y experiencias vividas en los procesos de los dos continentes desde las primeras décadas de su desarrollo por diferentes pioneros y protagonistas que, en diferentes contextos de regionalismo, han realizado aportes conceptuales de ideas fundacionales alederas que la integración latinoamericana no puede postergar más tiempo.
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Ideas fundacionales de la integración latinoamericana y europea - Édgar Vieira Posada
Ideas fundacionales de la integración latinoamericana y europea
Ideas fundacionales de la integración latinoamericana y europea
Edgar Vieira-Posada
Ideas fundacionales de la integración latinoamericana y europea
© Ediciones Universidad Cooperativa de Colombia, Bogotá, noviembre de 2024
© Edgar Vieira-Posada
ISBN (impreso): 978-958-760-521-1
ISBN (PDF): 978-958-760-523-5
ISBN (EPUB): 978-958-760-522-8
DOI: https://doi.org/10.16925/9789587605228
Colección Gridale
Proceso de arbitraje doble ciego
Recepción: mayo de 2024
Evaluación de contenidos: junio de 2024
Corrección de autores: junio de 2024
Aprobación: julio de 2024
Fondo Editorial
director nacional editorial
Julián Pacheco Martínez
especialista en gestión editorial
Daniel Urquijo Molina
especialista en producción editorial (libros)
Karen Grisales Velosa
especialista en producción editorial (revistas)
Andrés Felipe Andrade Cañón
analista editorial
Claudia Carolina Caicedo Baquero
Proceso editorial
corrección de estilo
lectura de pruebas
Andrés Vélez Cuervo
diagramación
Ivonne Carolina Cardozo P.
diseño de portada
Diego Alejandro Abello
impresión
Shopdesign
Impreso en Bogotá, Colombia. Depósito legal según el Decreto 460 de 1995
Nota legal
Todos los derechos reservados. Ninguna porción de este libro podrá ser reproducida, almacenada en algún sistema de recuperación o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio –mecánicos, fotocopias, grabación y otro–, excepto por citas breves en revistas impresas, sin la autorización previa y por escrito del Comité Editorial Institucional de la Universidad Cooperativa de Colombia y Editorial de la Universidad de Alcalá.
Contenido
Siglas
Introducción
Capítulo 1
Primeras propuestas de integración en la independencia de América Latina
Capítulo 2
Ideas fundacionales sobre subdesarrollo, desarrollo e integración latinoamericana
Capítulo 3
Pioneros de la integración de América Latina, evolución del regionalismo latinoamericano y elementos conceptuales sobre integración
Capítulo 4
La génesis de la integración europea y los pioneros y líderes europeos
Capítulo 5
Principales ideas fundacionales de la integración europea
Capítulo 6
La soberanía compartida y el apoyo político como pilares de una integración efectiva
Capítulo 7
Cambios en el proceso globalizador, la pandemia y el nuevo entorno mundial
Capítulo 8
El futuro de la integración
Epílogo
Referencias
Bibliografía recomendada
Sobre el autor
Resumen
Abstract
Siglas
AAC: Acuerdos de Alcance Parcial
ABRAMEX: Argentina, Brasil y México
ACE: Acuerdos de Complementación Económica
ACI: Acuerdos de Complementación Industrial
Aladi: Asociación Latinoamericana de Integración
ALALC: Asociación Latinoamericana de Libre Comercio
ALBA: Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América
ALC: América Latina y Caribe
ALCA: Área de Libre Comercio de las Américas
AP: Alianza del Pacífico
ASEAN: Association of Southeast Asian Nations (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático)
BCIE: Banco Centroamericano de Integración Económica
BID: Banco Interamericano de Desarrollo
BM: Banco Mundial
BRICS: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica
CAF: Corporación Andina de Fomento-Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe
CAN: Comunidad Andina
Caricom: Comunidad del Caribe
CECA: Comunidad Europea del Carbón y el Acero
CEE: Comunidad Económica Europea
Celac: Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños
Cepal: Comisión Económica para América Latina y el Caribe
CLAN: Comunidad Latinoamericana de Naciones
CSN: Comunidad Sudamericana de Naciones
CPTPP: Comprehensive and Progressive Agreement for Trans-Pacific Partnership (Acuerdo Comprensivo y Progresivo de Asociación Transpacífica)
EFTA: European Free Trade Association (Asociación Europea de Libre Comercio)
FMI: Fondo Monetario Internacional
Focem: Fondo para la Convergencia Estructural del Mercosur
GATT: Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio
G-3: Grupo de los Tres
G-20: Grupo de los Veinte
INTAL: Instituto para la Integración Latinoamericana
ISI: Industrialización con Sustitución de Importaciones
Junac: Junta del Acuerdo de Cartagena
MCCA: Mercado Común Centroamericano
MCLA: Mercado Común Latinoamericano
Mercosur: Mercado Común del Sur
NMF: Clausula de la Nación más Favorecida
OEA: Organización de Estados Americanos
OECD: Organization for Economic Co-operation and Development (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico)
OIT: Organización Internacional del Trabajo
OMC: Organización Mundial del Comercio
OMS: Organización Mundial de la Salud
ONU: Organización de las Naciones Unidas
Onudi: Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial
PAR: Preferencia Arancelaria Regional
Parlacen: Parlamento Centroamericano
Parlatino: Parlamento Latinoamericano
PMDER: Países de Menor Desarrollo Económico Relativo
PSDI: Programas Sectoriales de Desarrollo Industrial
RCEP: Regional Comprehensive Economic Partnership (Asociación Económica Integral Regional)
SAI: Sistema Andino de Integración
SELA: Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe
SICA: Sistema de la Integración Centroamericana
Sieca: Secretaría de Integración Económica Centroamericana
TLC: Tratado de Libre Comercio
TLCAN-NAFTA: Tratado de Libre Comercio de América del Norte
TPP: Trans-Pacific Partnership (Acuerdo de Asociación Transpacífico)
TTIP: Transatlantic Trade and Investment Partnership (Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión)
UA: Unión Africana
UE: Unión Europea
Unasur: Unión de Naciones Sudamericanas
Introducción
La integración en América Latina y en Europa lleva más de sesenta años de esfuerzos de implementación, pero con resultados disparejos e incompletos en los distintos procesos latinoamericanos, en los que los Gobiernos nacionales han pospuesto innecesariamente los compromisos adquiridos, los cuales se pudieron haber llevado a cabo de haber contado con suficiente respaldo y voluntad política. Mientras tanto, la integración europea evolucionó a través del tiempo, ajustándose a los nuevos contextos geopolíticos y geoeconómicos mundiales con nuevas ideas y teorías, con una institucionalidad fuerte que le permite interactuar como bloque de integración y potencia en la escena internacional.
Al partir del supuesto de que integrarse sigue siendo un instrumento válido para el desarrollo económico, político y social de América Latina, es conveniente explorar, en tan amplio período de tiempo, de manera comparativa, algunas ideas relevantes de lo sucedido en uno y otro continente en materia de integración, con la identificación de ideas fundacionales valederas que la han acompañado, las cuales en Latinoamérica no se pueden seguir postergando, pues no tiene sentido dejar de integrarse por su contribución al desarrollo.
Los términos valedero e impostergable significan, según la Real Academia Española, lo que debe valer, ser firme y subsistente
para lo primero y lo que no se puede postergar
para lo segundo (Real Academia Española, 2021). Lo impostergable es considerado, en otras dimensiones de su significado (Pérez Porto y Gardey, 2019), como lo que se debe realizar en tiempo y forma, lo cual si se termina posponiendo, produce algún tipo de inconveniente o problema. Corresponde a situaciones provocadas por quienes tienden a retrasar cuestiones que se deben atender e incurren en la práctica de la procrastinación, que consiste en posponer con deliberación tareas importantes, aun cuando pudieran realizarse porque se tiene el tiempo y la ocasión.
Ello ocurre cuando no se realiza lo valedero e impostergable y se desarrollan actividades de menor relevancia, como ha sucedido con la integración latinoamericana y su potencial contribución al desarrollo. Esta no ha sido firme ni subsistente, produce limitaciones con su estancamiento, pospone tareas y compromisos importantes que se podrían haber llevado a cabo, posterga lo que se podría haber realizado y retrasa innecesariamente lo impostergable.
Por eso, para retornar a los principios característicos de una integración real y profunda, el punto de partida de esta obra es considerar indispensable el retomar elementos fundacionales valederos, así como algunos aspectos impostergables para cualquier proceso integracionista, en un análisis de regionalismo comparado de la integración latinoamericana y de la europea, pues, como considera el profesor venezolano José Briceño Ruiz: Existen elementos explicativos de la teoría europea que, debidamente contextualizados, pueden ayudar a entender la lógica de la integración en América Latina
, sin que "la teoría de la integración surgida para explicar la
ue
esté siendo aplicada de forma acrítica y descontextualizada para analizar la integración latinoamericana" (Briceño Ruiz, 2018, p. 11). El mismo Briceño Ruiz, al referirse a visiones identitarias e intereses de desarrollo económico en Latinoamérica, añade más adelante que estas contribuciones propias:
Pueden tener un valor explicativo mucho mayor que muchas teorías europeas: ayudan a entender por qué una región que se percibe como un subsistema internacional diferenciado, en buena parte, con base en criterios identitarios, no promueve la integración para superar al Estado nacional […] sino como mecanismo para superar su débil estructura productiva […] o para tener una actuación más autónoma en el mundo globalizado. (Briceño Ruiz, 2018, p. 149)
De otra parte, como anota el académico cubano Miguel Rojas Gómez, se analiza el pasado como un presente de futuro
(Rojas Gómez, 2011, p. 157) y como lo señala el profesor cubano Pablo Guadarrama, sobre las ideas por considerar: Debe enriquecerse la fundamentación de aquellas que quedan avaladas por la historia o que, aun cuando no se haya demostrado de forma empírica su validez universal, constituyen una forma específica de un ‘hecho espiritual’ históricamente significativo
(Guadarrama, 2021, p. 30). De igual forma, se manifiesta Briceño Ruiz (2018), al considerar la importancia del contexto histórico y cultural de las narrativas, discursos e identidades que se forman en ese contexto histórico para entender las particularidades de los procesos regionales
(p. 148). En consecuencia, este trabajo implica considerar elementos históricos de las primeras ideas de integración en los continentes latinoamericano y europeo, reflexiones teóricas vinculadas a la integración e ideas puntuales de carácter fundacional latinoamericanas y europeas que merecen volver a ser analizadas y consideradas.
Este trabajo de regionalismo comparado es voluntarista y prescriptivo, porque aspira a dejar sentadas propuestas y sugerencias de lo que podría ser una integración multidimensional y recomendar la conveniencia de trabajar la integración teniendo en consideración conceptos básicos, experiencias vividas e ideas fundacionales valederas formuladas desde observaciones y realidades diferentes, planteadas en América Latina y en Europa, desde las primeras décadas de su desarrollo por diferentes pioneros y protagonistas y seguidas por un variado número de autores en sus diferentes épocas y contextos.
En América Latina, luego de los antecedentes históricos de integración en el siglo
xix
, a partir de los años cincuenta del siglo
xx
—en un contexto de teorías de desarrollo económico para salir del subdesarrollo y de países no consolidados suficientemente como naciones, pero con un patrimonio cultural e histórico común— organizaciones como la Comisión Económica para América Latina (Cepal), bajo la conducción inicial del argentino Raúl Prebisch, desarrollaron concepciones teóricas de las relaciones centro-periferia con un enfoque estructuralista y neoestructuralista favorable a la integración como instrumento de industrialización y desarrollo, en un mercado común ampliado y suficiente para ayudar a corregir unas relaciones de intercambio desfavorables con el mundo desarrollado. En ello estuvieron acompañados de pensadores latinoamericanos como Celso Furtado, Fernando Henrique Cardoso, José Antonio Mayobre, Felipe Herrera, Carlos Sanz de Santamaría, Osvaldo Sunkel, Víctor Urquidi, entre otros.
En la integración europea, retomar elementos fundacionales valederos implicó remontarse en la historia a la concepción universalista kantiana de advenimiento de una Confederación de Estados en la escena internacional, a las primeras formulaciones teóricas del funcionalismo, el federalismo y el neofuncionalismo con los efectos de desbordamiento o spill over y a teorías sobre diferentes niveles de integración como la gobernanza multinivel. Varias de las ideas fundacionales valederas fueron del padre de la integración europea, el francés Jean Monnet, quien sugirió y acompañó, en una labor titánica durante más de veinticinco años, el desarrollo de la integración en ese continente, en un tête à tête (cara a cara) con los principales líderes políticos de la época, en experiencias y vivencias únicas recogidas en su maravilloso libro Memorias, al cual haremos referencia en diversos momentos¹. En estas se propuso la puesta en común de objetivos de integración mediante soberanías compartidas entre países recientemente enfrentados en la Segunda Guerra Mundial, donde tuvieron un papel protagónico los partidos democristianos bajo liderazgos de los cancilleres Robert Schuman en Francia y Konrad Adenauer en Alemania, del italiano Alcide De Gasperi o del belga Paul-Henri Spaak.
Se trata entonces de ideas fundacionales en los dos continentes, con reflexiones del pasado que ameritan seguir siendo consideradas en el presente, acompañadas de reflexiones más recientes que implican recoger experiencias en el tiempo transcurrido y proyectarlas con base en nuevas realidades en diferentes contextos en los cuales se han desarrollado los procesos de integración en América Latina y Europa. Esto supone trabajar en la integración a través de conceptualizaciones de etapas anteriores adaptadas a un nuevo entorno mundial, latinoamericano y europeo, con mecanismos y compromisos de puesta en común de objetivos y soberanías compartidas en la etapa ideal final, pero con unos mínimos de institucionalidad que contribuyan a asegurar la gobernabilidad; en el caso particular de América Latina, con posibilidades de relanzamiento mediante compromisos a distintas velocidades, con diferentes temáticas y prioridades asumidas según las condiciones de desarrollo de los países participantes; aprovechando la complementariedad en aspectos similares históricos, económicos, sociales y culturales de los países latinoamericanos, los cuales podrían haber contribuido más a facilitar la integración que no se ha podido realizar.
Lo anterior se da teniendo presente que la integración latinoamericana se debe adaptar a nuevos contextos en el presente siglo caracterizado por la incertidumbre, la inseguridad y la imprevisibilidad de factores como el grave impacto del cambio climático, el deterioro de las relaciones internacionales por el reavivamiento de conflictos entre naciones, la inequidad en la distribución del ingreso, los ajustes en el proceso globalizador, los masivos desplazamientos migratorios, el reto de cumplir los objetivos de desarrollo sostenible (
ods
) y la incertidumbre sobre los impactos que tendrán las nuevas tecnologías en el empleo y en las condiciones de vida de los habitantes, lo cual coloca de nuevo a la integración como instrumento esencial para lograr el desarrollo. Inciden igualmente cambios en el sistema internacional debidos a la grave crisis del multilateralismo, de la gobernabilidad mundial y de las instituciones políticas, las disputas por nuevos liderazgos y la presencia de nuevos actores emergentes, el aumento de regímenes autoritarios en desmedro de formas democráticas de gobierno características de los continentes europeo y latinoamericano; las profundas diferencias civilizacionales con relación a los rápidos avances de las civilizaciones orientales, y los estragos económicos, sociales y políticos de la pandemia de
covid
-19.
Todo esto converge en considerar la conveniencia de reincorporar ideas fundacionales valederas impostergables que sirvieron de marco conceptual en las primeras etapas de la integración en América Latina y Europa como fundamento de una integración multidimensional, de un discurso más universal, que en el caso latinoamericano contribuyan a su integración y desarrollo; ideas que constituyen la razón central para escribir esta obra, acompañadas de reflexiones de diferentes autores. Esto se da en un equilibrio entre lo que podría ser un enfoque eurocentrista —centrado en la experiencia de la integración de la Unión Europea (
ue
) cuyas teorías podrían ser el fundamento conceptual de la integración en los demás continentes— y un provincianismo o parroquialismo en el que, por no aceptar el eurocentrismo, se cae en la consideración de Latinoamérica como una región única y especial, de modo que, por investigar con mentalidad localista, se dejen de lado otros casos, teorías o conceptos dignos de ser considerados. Así lo comentaba el profesor sueco Fredrik Söderbaum en 2013:
[…] la especialización regional tiende a llevar a los académicos a crear una caja de herramientas conceptuales y teorías que son desarrolladas desde y para su propia región
, sin realmente tratar de comprometerse en otros casos o discursos que le hacen competencia. Tal provincianismo evita el desarrollo de un discurso general y universal. Impide que los académicos reconozcan que ellos pueden estar analizando el mismo problema, pero con diferentes lenguajes y conceptualizaciones. (Citado en Briceño Ruiz, 2018, p. 31)
Se ha escrito este libro con el objetivo de lograr un discurso más general y universal compuesto por diferentes lenguajes y conceptualizaciones, en el reconocimiento de que
[…] para que un discurso sea realmente universal debe considerar las visiones de las diferentes regiones, pues de lo contrario se corre el riesgo de que una región que posee los recursos materiales para impulsar la investigación científica termine siendo considerada la creadora de discursos pretendidamente universales. (Briceño Ruiz, 2018, p. 31)
Es evidente que los motivos de surgimiento de la integración fueron diferentes en los dos continentes, así como que, en el caso latinoamericano, cabe seguir considerando la integración como un instrumento eficaz para el desarrollo. Pero conviene interrogarse por qué insistir en las diferencias entre las dos integraciones: entre la integración latinoamericana, construida por razones económicas de industrialización y desarrollo, y la integración europea, construida por razones políticas después del conflicto de las dos guerras mundiales. Más de 60 años después, ambas integraciones regionales deben intentar responder a una integración multidimensional que equipare los objetivos y las responsabilidades sin dejar de lado los valores civilizacionales y las características propias de cada bloque o continente. ¿Acaso no es o debe ser objetivo en ambos procesos lograr una integración económica y comercial, pero también una integración política, social y cultural?
¿No será que, en América Latina, la integración no ha contado con la voluntad política suficiente para su construcción, cuando esta supone necesariamente trabajar propósitos en común, en un clima colaborativo y con una institucionalidad de soberanías compartidas que, por encima de los intereses puramente nacionales, trabaje la integración en función de la comunidad de gentes que pretende integrar?
¿No habrán complicado la integración en América Latina el caudillismo y el presidencialismo característicos de este continente que, con tantos elementos en común de complementariedad cultural e idiomática, deberían haberse desarrollado vínculos asociativos que ayudaran a superar el nacionalismo aislacionista?
¿No habrá sabido Europa armar su proyecto de integración desde el principio con estructuras multilaterales que, con visiones comunitarias, superaran el mantenimiento de nacionalismos perjudiciales para avanzar con resultados efectivos gracias a un trabajo en común?
Entre tantos interrogantes, comparto la misma pregunta que, según el integracionista argentino Félix Peña, persiste hace más de sesenta años y que él se hacía hace pocos años para los distintos procesos de integración latinoamericana, ya sea de la Comunidad Andina (
can
), el Mercado Común del Sur (Mercosur), el Sistema de la Integración Centroamericana (
sica
) o la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi): "¿Cómo lograr sostenibilidad a través del tiempo en la voluntad asociativa de países que comparten un mismo espacio geográfico regional?" (Peña, 2015, p. 122).
Frente a este interrogante, en su intervención de 2015, en el Simposio Internacional Economía y Política Regional, Hemisférica y Mundial: Cambios y Tendencias en Tiempos de Crisis, Félix Peña es afirmativo en algo que comparto plenamente y que es la razón de ser del tema principal de este libro:
Cincuenta años después (hoy más de sesenta años después), el problema principal en Europa y también en América Latina es que se han olvidado las ideas fundacionales que dieron origen a los procesos de integración. Todos los paradigmas de integración han colapsado. (Peña, 2015, p. 124; las cursivas son mías)
Se puede matizar un poco la situación en Europa, donde los principios conceptuales han evolucionado y se siguen ajustando a las condiciones de cada época, con mantenimiento de unos elementos teóricos y de una estructura institucional de soberanías compartidas, pero a la vez receptivos a ideas de mejoramiento como la Conferencia de Europa realizada en 2021-2022, dedicada a evaluar el futuro de la integración con participación de la sociedad civil europea. Mientras tanto, en América Latina, cada vez más los gobernantes insisten en su propia visión ideologizada de gobernabilidad y de integración, así como en la reafirmación de aisladas soberanías nacionales soportadas en posiciones polarizadas que hacen más difícil encontrar caminos efectivos de integración para el desarrollo de nuestro continente.
Propósito y metodología
Aunque en la sociedad actual, ante un futuro cada vez más incierto e imprevisible, a muchos les interese más considerar lo inmediato que sucesos y teorías del pasado, el mundo continúa avanzando en función de acontecimientos, circunstancias y hechos que se repiten o pueden repetirse, así como de principios y teorías fundacionales que pueden ser revalidadas al adaptarse a nuevos entornos. Sobre estos principios y teorías, es recomendable conocer mejor su desarrollo y su razón de ser, así como extraer resultados que puedan contribuir a no repetir errores y valorar ideas y planteamientos atemporales que puedan continuar siendo válidos dentro de nuevos contextos en los próximos años, de una forma que puedan establecerse las gradualidades recomendables para ponerlas en ejecución.
Ante un confuso futuro posmoderno de cambios y transformaciones aceleradas y dispersas, es necesario definir prioridades en los temas que se quieren incorporar en los procesos de integración, así como vincularlos en lo posible a ideas fundacionales atemporales que continuarán siendo el soporte ideal y aconsejable del desarrollo de la integración; ideas fundacionales desarrolladas en América Latina, pero acompañadas de ideas de origen europeo, en las que, como preconiza Briceño Ruiz (2018):
El reto es establecer un diálogo entre los expertos en la integración europea y los académicos que estudian procesos regionales en otras partes del mundo, sin que exista una predisposición de hacer a la
ue
un "comparator" ni hacer de la teoría europea un "disciplinador". (p. 27)
Por consiguiente, el propósito de esta obra sobre regionalismo comparado es recopilar antecedentes de las ideas iniciales de la integración en los dos continentes y atender planteamientos sobre las que han sido en particular insuficiencias de la integración latinoamericana, con el contraste de ideas fundacionales en ambos continentes valederas para su desarrollo, las cuales, de ser reasumidas e implementadas sin más postergaciones —pero con las gradualidades necesarias en América Latina—, podrían contribuir al propósito de una efectiva integración multidimensional, de trabajos conjuntos, mayores consensos, una integración más participativa y solidaria y con mejores resultados en materia de desarrollo.
La justificación de tratar antecedentes de la integración para esbozar comportamientos futuros es recogida por Guadarrama (2021) en estos términos:
Antes de plantearse la tarea de contribuir de algún modo a la promoción de una nueva cultura integracionista latinoamericana, es imprescindible considerar que ésta es imposible de realizar si se ignoran las etapas anteriores de su evolución en el pensamiento latinoamericano, desde su gestación y desarrollo hasta su situación actual. (p. 369)
Si bien el tiempo cubierto es el período efectivo que lleva la realización de la integración en los dos continentes, es decir, desde la mitad del siglo
xx
a nuestros días —lo que representa setenta años de intentos de integración—, no es una obra que desarrolle en detalle todas las etapas de la integración europea ni las de los distintos procesos de integración existentes en América Latina, las cuales, aparte de estar muy investigadas y referenciadas, harían de este libro una obra demasiado extensa.
Este libro se centra especialmente en las primeras etapas de la segunda mitad del siglo
xx
con el propósito de identificar aspectos relevantes de ideas fundacionales valederas en los procesos de ambas regiones: el latinoamericano, como objeto central de estudio, al considerar válido y conveniente que sean conocidos y tenidos en cuenta hoy en día para conseguir mejores resultados en la integración latinoamericana, y el europeo, como referente, al ser el proceso en el mundo que ha logrado los mejores desarrollos en materia de una integración multidimensional.
La obra se inicia con los antecedentes de los propósitos integracionistas que, desde el momento de la independencia de los países latinoamericanos, se tuvieron en el siglo
xix
sobre la conveniencia de integrarse. Como afirma el profesor mexicano Eduardo Torres Espinosa, el conocimiento de los orígenes de toda institución es imprescindible para entender su presente
(Torres Espinosa, 2008, p. 714). En los primeros capítulos se desarrollan conceptos, circunstancias y comportamientos relevantes de los desarrollos iniciales de los procesos latinoamericano y europeo en la segunda mitad del siglo pasado, sin cubrir las etapas más recientes ni el historial del desarrollo de cada proceso latinoamericano de integración, sino las etapas de regionalismo. En los últimos capítulos, se incorporan análisis de situaciones y cambios del entorno internacional como los impactos del proceso globalizador y de la pandemia, así como medidas recomendables para el futuro de la integración latinoamericana que conducen a la actualización de varios de sus objetivos en el siglo
xxi
.
En general, se realizan citas directas de lo expresado por la mayoría de los autores con el fin de apreciar sus ideas originales, antes que hacerlas parte de citaciones por el autor de la obra para realzar a los autores de dichas ideas como protagonistas centrales de este trabajo. Como anotaba el investigador brasileño Celso Furtado en una de sus obras: Volví los ojos a la historia. […] La novedad consistía en incorporar la evolución histórica al cuadro de las relaciones estructurales
(Furtado, 1999, pp. 18-19).
Metodológicamente, se acudió a material pluridisciplinario de fuentes secundarias de información, el cual cubre ámbitos históricos, geopolíticos, geoeconómicos y de relaciones internacionales, con la combinación de enfoques analíticos múltiples y observaciones empíricas, resultado de muchos años de trabajo tecnocrático del autor en organismos nacionales e internacionales de comercio internacional e integración, sumado a tres décadas de vinculación a la academia, en la que desea culminar con esta mirada del pensamiento latinoamericano y europeo sobre la integración, como un legado útil que motive a las nuevas generaciones a brindar su apoyo a la integración y al desarrollo de América Latina.
Estructura de la obra
Esta obra se divide en ocho capítulos. En el primer capítulo titulado Primeras propuestas de integración en la independencia de América Latina
, se desarrollan las primeras ideas sobre integración latinoamericana, formuladas en el momento de la independencia desde variados liderazgos en el continente. Se presta particular atención a las ideas del libertador Simón Bolívar, las cuales lamentablemente no fueron atendidas por circunstancias y características de naciones apenas en formación e individualismos caudillistas que condujeron al fraccionamiento y a múltiples disputas en el continente, a pesar de lo cual se mantuvo, en el resto del siglo
xix
y comienzos del
xx
, un pensamiento favorable a la integración.
El segundo capítulo Ideas fundacionales sobre subdesarrollo, desarrollo e integración latinoamericana
hace una presentación de los más notorios representantes de ideas e interpretaciones sobre el subdesarrollo a partir de los años cincuenta del siglo pasado y procede a señalar la valiosa contribución de quienes lideraron la Comisión Económica para América Latina (Cepal), liderados por su director Raúl Prebisch, a través del pensamiento de las escuelas o los modelos del estructuralismo y del neoestructuralismo, y en particular, la contribución de la Cepal a crear conciencia sobre la conveniencia para el continente de integrarse mediante la formación de un mercado común latinoamericano.
En el tercer capítulo titulado Pioneros de la integración de América Latina, evolución del regionalismo latinoamericano y elementos conceptuales sobre integración
, se presentan ideas de quienes lideraron la conveniencia de la integración latinoamericana en la Cepal —Raúl Prebisch, Celso Furtado, José Antonio Mayobre, etc.— y en otros organismos —Felipe Herrera de los tres miembros iniciales de la Junta del Acuerdo de Cartagena (Junac) o Pacto Andino y de los presidentes, el demócrata cristiano de Chile Eduardo Frei Montalva—. En seguida, se analizan las diversas formas de regionalismo que ha tenido el continente, desde el cepalino cerrado desarrollista, pasando por el de apertura neoliberal, la reacción posliberal poshegemónica y recientes formas de regionalismo. Este capítulo finaliza con una presentación de las principales definiciones acerca de la integración, con observaciones sobre la validez que mantienen varios de los conceptos formulados.
El cuarto capítulo titulado La génesis de la integración europea y los pioneros y líderes europeos
contiene un análisis de los hechos más destacados de los antecedentes y las fases iniciales del proceso de integración europeo que le dieron unas particularidades muy distintas de las de la integración latinoamericana. Sin embargo, a diferencia de esta, la integración europea presenta importantes avances y logros en su realización, gracias a que ha contado con muy buenos liderazgos, dando una particular relevancia al padre de la integración europea Jean Monnet, de quien sus excelentes memorias son una fuente de enriquecimiento sobre ideas integracionistas. Este capítulo incorpora igualmente ideas de otros que han tenido liderazgo en el viejo continente, como los excancilleres Robert Schuman, Konrad Adenauer, el italiano Alcides De Gasperi y el belga Paul Henri Spaak.
El quinto capítulo titulado Principales ideas fundacionales de la integración europea
es importante por los ricos contenidos conceptuales que ha mostrado la integración europea, desde la visión optimista del idealismo kantiano, la gran variedad de teorías que fueron surgiendo y acompañando las diferentes etapas de integración —en particular, las del funcionalismo de David Mitrany, sobre la cual hay novedosas consideraciones sobre su posible aplicación en la actual parálisis de la integración latinoamericana—, la teoría neofuncionalista liderada por Ernst Haas, los distintos mecanismos de flexibilización de compromisos especialmente útiles en momentos de crisis de los procesos y el amplio contenido participativo de la teoría de la gobernanza multinivel con actores adicionales a los Estados, como organismos supranacionales, regiones y organizaciones locales de la sociedad civil.
En el sexto capítulo La soberanía compartida y el apoyo político como pilares de una integración efectiva
, se abordan dos temas claves para el buen funcionamiento de la integración latinoamericana, los cuales no se han implementado suficientemente: 1) el trabajo consensuado de la soberanía compartida, en lugar de la negociación desde posiciones aisladas, realizable a través de organismos con facultades supranacionales, gracias al cual las decisiones finales son adoptadas por los Estados, y que por su aplicación directa y prevalencia de la norma comunitaria, vuelve eficiente la integración, en lugar de la paralizada integración intergubernamental; y 2) el necesario e indispensable apoyo político al máximo nivel presidencial; al respecto, con base en la experiencia vivida al haber trabajado en el Grupo Andino, explico cómo se pudieron desarrollar compromisos de integración multidimensional en encuentros presidenciales semestrales.
El séptimo capítulo titulado Cambios en el proceso globalizador, pandemia y nuevo entorno mundial
hace referencia a nuevas situaciones que vive y seguirá viviendo la integración en el nuevo contexto de un proceso globalizador que viene desde finales del siglo anterior. De este se indican sus principales características, con los marcados efectos de las recurrentes crisis financieras, con cambios significativos en el contexto geoeconómico que abre posibilidades a la integración latinoamericana hacia el trabajo con cadenas regionales de valor en lugar de cadenas globales. También se tienen en cuenta los fuertes impactos de la pandemia de
covid
-19 que incidirán en el desarrollo del resto de la presente década, con preocupantes cambios en el contexto geopolítico mundial por la generalización de conflictos internacionales que han creado gran incertidumbre sobre el futuro, las ideas para introducir reformas a este capitalismo pospandemia y para dar cumplimiento a unos objetivos de desarrollo sostenible que corrijan los malos resultados económicos y sociales en la aplicación del proceso globalizador.
Finalmente, se presenta un octavo capítulo titulado El futuro de la integración
, en el cual presento reflexiones propias sobre qué, por qué y para qué integrarse, así como expongo la conveniencia de realizar un estudio sobre los costos de la no integración que permitan convencer a los Gobiernos de no seguirla postergando; la indispensabilidad de lograr una integración multidimensional que cubra tanto variables económicas y comerciales como políticas, sociales y culturales; lo importante de contar con regímenes democráticos para el desarrollo de la integración; la gran conveniencia de que la academia asuma el estudio y desarrollo de nuevas teorías que den soporte conceptual a la integración latinoamericana; la debida negociación como bloque latinoamericano que facilite la inserción en un mundo dominado por diferentes bloques con poder, y la construcción de un mercado común latinoamericano. Por último, recojo algunos destacados aportes e ideas del padre de la integración europea Jean Monnet y de autores con ideas para procesos latinoamericanos, así como presento ideas propias sobre lo que se debería trabajar en el futuro de la integración de América Latina.
Es necesario aclarar que, a lo largo de todos los capítulos, el lector encontrará las ideas fundacionales y valederas de la integración resaltadas en gris para ser ubicadas de una manera más rápida. Igualmente, el lector encontrará de tanto en tanto recuadros de texto con extractos de obras de autores importantes o reflexiones puntuales que son imprescindibles tener para una adecuada reflexión sobre los aspectos relevantes hacia el logro de la integración latinoamericana.
Esta obra se cierra con un epílogo que resalta sobre todo la responsabilidad de valorar las ideas aquí expuestas para contribuir a que la integración latinoamericana encuentre de nuevo el rumbo y se vuelva a constituir en instrumento fundamental de desarrollo, el cual queda en manos principalmente de las nuevas generaciones que creen todavía en la integración; en particular, en manos de aquellos y aquellas con quienes he compartido en estos años discusiones, foros, conversatorios, congresos y publicaciones, especialmente en el Grupo de Reflexión sobre Integración y Desarrollo en América Latina y Europa (Gridale).
Dejo este libro como instrumento para seguir explorando vías, medios y alternativas para lograr por fin la anhelada integración de América Latina y su esperado desarrollo.
1 Jean Monnet aplicó durante su vida un principio que aprendió desde su juventud. No basta con tener una idea. Hay que ver en seguida quiénes tendrán poder para aplicarla, lo cual pasa primero por personas intermediarias que facilitarán el acceso a quienes la pueden realizar y que tienen capacidad de influir en decisiones colectivas de trabajo solidario, indicativo de los logros que se pueden alcanzar con el desarrollo de acciones en común.
Capítulo 1
Primeras propuestas de integración en la independencia de América Latina
Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Mundo Nuevo una sola nación, con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo.
Simón Bolívar, Carta de Jamaica
(1815, citado en Soriano, 1981, p. 76)
Es el momento de volver sobre las huellas perdidas, no para restablecer los planteamientos originales […] sino con el propósito de recuperar la tradición de un pensamiento latinoamericano propio.
Guerra-Borges (2005, p. 13)
Al cuestionar la actual falta de resultados de la integración latinoamericana, algo sorprendente es que las ideas sobre la conveniencia de integrarse no surgieron en momentos de la integración europea en los años cincuenta del siglo xx, sino que son ideas decimonónicas, esbozadas desde el momento mismo de la independencia de los países latinoamericanos. Se debe señalar, sin embargo, que los procesos de emancipación no tuvieron inicialmente el propósito de romper con el orden colonial, pues varios consideraban conservar fidelidad al rey Fernando vii de España y lograr alguna autonomía respecto de la metrópoli, con la posibilidad de comerciar libremente con otros países europeos o con Estados Unidos (Palacios y Moraga, 2003; Montaruli, 2008).
De igual manera, es conveniente destacar la gran influencia de las ideas europeas en nuestro continente, las cuales irían creando en la colonia y en la independencia unos lazos afectivos y vínculos de identidad de pensamiento, así como un influjo, en el trasegar de la formación de los estados latinoamericanos. Esto contribuiría a que, a mediados del siglo
xx
, en los dos continentes, se produjeran los primeros procesos de integración de los años cincuenta.
Son varios los aportes del pensamiento europeo en quienes lideraron los movimientos de independencia: 1) la Ilustración o Iluminismo (las luces de la razón) del siglo
xviii
y sus ideas recogidas en la Enciclopedia de d’Alembert y Diderot; 2) la separación de los poderes del estado en los tres poderes ejecutivo, legislativo y judicial planteados por Charles de Monstesquieu en El espíritu de las leyes, acogidas más tarde en los sistemas constitucionales de América Latina; 3) el Estado democrático del gobierno del pueblo propuesto en El contrato social de Juan Jacobo Rousseau, en donde el principio de revocabilidad del pacto social fue utilizado por los criollos independentistas al declarar la insubordinación frente a los poderes españoles; y 4) los principios de libertad, igualdad y fraternidad de la Revolución francesa con el nacimiento de la noción de nación
y de voluntad del pueblo
, recogidas en la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano de 1789, en donde la nación, el tercer Estado
que sirve a los ciudadanos, es la detentadora de la soberanía, como resultado del racionalismo desarrollado por los enciclopedistas (Jaramillo Uribe, 1982; Ocampo López, 1991; Palacios y Moraga, 2003; Vieira-Posada, 2008, 2020; Guadarrama, 2020, 2021).
Esta influencia histórica del pensamiento europeo en el pensamiento latinoamericano establece cierta comunión o complementación natural entre los dos continentes, lo cual vuelve inevitable que Europa pueda ser un referente en varios aspectos. Esto no sucede con otros continentes. Según lo planteado por autores como el profesor asiático Amitav Acharya (2016), eso de que la actual interacción regional para todos los continentes busca asegurar la independencia de poderes coloniales fue algo válido en América Latina hace más de dos siglos, mientras que, para otros continentes como el asiático, es apenas de desarrollo reciente y, por consiguiente, una idea prevaleciente.
Somos partícipes entonces de una Ilustración hispano-portuguesa-americana de generaciones dieciochescas y decimonónicas que sembraron las primeras semillas de la integración en América Latina, para las cuales, según el filósofo y profesor cubano Pablo Guadarrama:
Las modernas ideas ilustradas elaboradas en aquellas latitudes se imbricaban adecuadamente con las de las personalidades intelectuales vernáculas que, a la par que se nutrían de fuentes teóricas europeas y norteamericanas, asumían el legado de la herencia cultural de los respectivos pueblos iberoamericanos. (Guadarrama, 2020, p. 80)
Estas ideas históricas no han sido suficientemente abordadas como elementos fundacionales de la integración latinoamericana, pues la investigación tiende a concentrarse más en las perspectivas que en los fundamentos de la integración regional
, como plantea el profesor José Briceño Ruiz (2018), ya que:
El tema de las narrativas y la identidad no se explora de forma amplia y rigurosa […] sea porque no interesa a estudios de coyuntura preocupados en la dimensión instrumental de la integración o porque con acudir a la repetida frase de unidad continental y hacer un par de citas de Simón Bolívar es suficiente. (p. 146)
Primeras ideas integracionistas de los gestores de la independencia
Las primeras ideas integracionistas nacieron de un grupo de pensadores latinoamericanos —precursores y facedores de la independencia— que formularon la conveniencia de integrarse como el mejor camino para las naciones que iban a surgir a la independencia, partiendo de la identidad cultural. Desde el precursor Francisco de Miranda y un Estado General hispanoamericano o unos grupos de Estados supranacionales regionales, a los planteamientos del Libertador Simón Bolívar en torno a un Estado de Estados o Estado supranacional general (la patria es América
) constituido por una Nación de Naciones, fundamentados en la Carta de Jamaica
, el Congreso de Angostura, el Congreso Anfictiónico de Panamá, entre otros, en donde la Confederación implicaba la unidad en la diversidad.
Complementados con las apreciaciones en Centroamérica de José Cecilio del Valle y Francisco Morazán, de Juan Egaña en Perú, de Bernardo O’Higgins en Chile, de Vicente Rocafuerte en Ecuador, de fray Servando Teresa de Mier en México, de José de San Martín y Bernardo de Monteagudo en Argentina, de Simón Rodríguez en Venezuela, el maestro del Libertador, entre otros, y soportados en la construcción de una filosofía ilustrada latinoamericana que adaptó
, no adoptó
, la cultura humanista europea, Francisco de Miranda y Simón Bolívar concibieron y plantearon de alguna forma ideas para la unión de los países que iban a independizarse o recién estaban independizados, gracias a un vínculo directo de la integración como tema inherente a la historia latinoamericana¹.
El venezolano Francisco de Miranda (1750-1816), precursor de los movimientos de independencia, fue el primero en visualizar una integración de todo el continente americano (América toda existe como nación
), al proponerle a Gran Bretaña en 1790 que apoyara la formación de un Estado independiente, conformado por todos los estados americanos, que fuera desde el Mississippi hasta el Cabo de Hornos —salvo el Brasil—, agrupados de manera federal, con un gobierno similar al de Gran Bretaña, con poder legislativo, conformado por Cámara Vitalicia y Cámara de los Comunes elegida por votación, dirigido por un emperador o Inca hereditario y teniendo a Ciudad Colombo como capital en el istmo de Panamá, para lo cual elaboró el Bosquejo de un gobierno provisorio
(Mijares, 1987; Ocampo López, 1991; Vieira-Posada, 2004, 2020; Guadarrama, 2020).
Miranda presentó en años siguientes otros proyectos: uno en 1798 con el fin de negociar la libertad del continente facilitando la apertura de canales en Panamá y Nicaragua; otro, de alcance integracionista americano, en 1801, denominado Apuntes para un gobierno provisional
, con temas sobre comicios, cabildos, asambleas y milicias; y otro proyecto en 1808, titulado Apuntes para un gobierno federal
, sobre integración en América, con contenidos sobre comicios americanos, cuerpos municipales, asambleas provinciales, Dieta Imperial o cuerpo legislativo y poder ejecutivo de dos incas nombrados por la Dieta Imperial. Finalmente, Miranda se inclinó por la conformación de grandes bloques políticos, proponiendo en 1808 al secretario de Guerra de Gran Bretaña el establecimiento de cuatro gobiernos: el primero de México y Guatemala; el segundo de Santafé, Caracas y Quito —de donde surgiría posteriormente la Gran Colombia—; el tercero de Perú y Chile, y el cuarto de Buenos Aires y Tucumán (Ocampo López, 1991).
Francisco de Miranda usó términos específicos de unidad o identidad integracionista, convencido de que la unión asegurará permanencia y felicidad perpetua
. Concibió territorialmente la integración de Nuestra América
como continente colombiano o Colombia, en el cual involucraba los territorios de la América española y la América portuguesa, pues llegó a invitar a Brasil en 1806 a que se sumara a una integración continental. Ya en 1786 Miranda se había referido a Nuestra América
, diferenciándola de la América anglosajona, dejando de lado el ambiguo nombre de América o refiriéndose a Nuestras Américas
y haciendo referencia a Hispanoamérica y a Brasil para dar idea de una dimensión integracionista continental iberoamericana o latinoamericana (Rojas Gómez, 2011).
El trabajo anticipatorio de la integración latinoamericana hecho por Francisco de Miranda es reconocido por Guadarrama (2020) en estos términos:
La temprana y persistente labor de Miranda, desarrollada desde mediados de la octava década del siglo
xviii
por obtener apoyo para lograr la independencia de los pueblos que denominó Colombia en referencia a todos los situados al sur del Mississipi, estaba orgánicamente vinculada a la activa promoción de una cultura integracionista, porque estaba convencido de las posibilidades reales de alcanzarla una vez lograda la independencia. (p. 81)
Por su parte, el ecuatoriano Vicente Rocafuerte (1783-1847) mantuvo contacto con las principales figuras de la independencia de Hispanoamérica y defendió la unidad de las colonias españolas bajo la forma de una comunidad constitucional de naciones hispánicas (Ocampo López, 1991, p. 254). El jurista Juan Egaña (1768-1836), nacido en Perú y activista en Chile, fue más allá, y ante el temor de que la Santa Alianza de monarquías absolutistas europeas invadiera nuevamente a América, propuso también en 1811 una federación, pero que incluyera no solo la América española, sino a Estados Unidos y a la misma España, para lo cual redactó un Plan de defensa general de toda la América
. Este aspecto defensivo de asociación confederal con el propósito de evitar interferencias europeas en los asuntos americanos sería considerado más tarde en el Congreso Anfictiónico de Panamá convocado por el libertador Simón Bolívar (Briceño Ruiz, 2012; Vieira-Posada, 2020).
En Centroamérica, el humanista, político y escritor hondureño-guatemalteco José Cecilio del Valle (1780-1834) tuvo en 1822 la idea integracionista de una gran federación en el continente americano para la América española, no solo en el aspecto político, sino en el terreno comercial, con un plan económico y un tratado comercial que lo convirtió en un precursor de la integración económica. Su nacionalismo americano lo expresaba al final de su propuesta de federación: La América será desde hoy mi ocupación exclusiva. América de día, cuando escriba; América de noche cuando piense. El estudio más digno de un americano es la América
(citado en Ocampo López, 1991, p. 83), y expresaba su apego a una identidad latinoamericana con estas palabras:
Nacimos en un mismo continente; somo hijos de una misma madre; somos hermanos; hablamos un mismo idioma; defendemos una misma causa; somos llamados a iguales destinos. La amistad más cordial; la liga más íntima; la confederación más estrecha debe unir a todas las repúblicas del Nuevo Mundo. (Citado en Guadarrama, 2021, p. 49)
José Cecilio del Valle, junto con el hondureño Francisco Morazán (1792-1842), promovieron la creación de las Provincias Unidas de Centro de América —de las que Morazán sería presidente de la República Federal de Centroamérica de 1830 a 1839—, compuesta por cinco países del istmo, mediante una Asamblea Nacional Constituyente de diputados de toda Centroamérica que en reunión del 6 de noviembre de 1823² consideró favorablemente la propuesta de José Cecilio del Valle de realizar un congreso que, en parte, se haría realidad en el Congreso Anfictiónico de 1824 convocado por Simón Bolívar. Con la Constitución federal del 22 de noviembre de 1824, las Provincias Unidas de Centro América adoptaron el nombre de República Federal de Centroamérica (Soto Acosta, 2014, p. 26).
Una propuesta parecida en torno a una Asamblea de Plenipotenciarios de una confederación entre los Estados hispanoamericanos que manejase la política exterior fue considerada igualmente en 1825 por el argentino Bernardo de Monteagudo (1789-1925), quien participó en los procesos independentistas en el Río de la Plata, Chile y Perú, país en donde murió. Bernardo fue autor del primer proyecto de constitución del Cono Sur americano y se identificó con el sueño del Libertador Simón Bolívar de establecer una confederación que incorporara a todos los Estados de América³. Por su parte, José Gervasio Artigas (1764-1850) de Uruguay planteó también una solución federalista para el Río de la Plata y para los nuevos Estados hispanoamericanos mediante el Plan de una Constitución liberal federativa para las Provincias Unidas de América del Sud
.
El chileno Bernardo O’Higgins Riquelme (1778-1842), amigo de Francisco de Miranda, del general José de San Martín —con quien liberaría a Chile— y de Simón Bolívar —con quien participaría en la liberación del Perú—, fue el primer presidente chileno, asignado como Director supremo, y lanzó en 1818 su Manifiesto a los pueblos que dirige proclamando la independencia, convocando a un Congreso llamado a instituir una gran confederación de los pueblos latinoamericanos
, convirtiéndose este manifiesto en el texto de la Constitución Provisoria para el Estado de Chile, con la característica de ser esta previamente consultada con la población.
Mientras que el Libertador José de San Martín (1778-1850) contribuyó de manera decisiva en los procesos independentistas de Chile y del Perú y aspiraba a la unión del Río de la Plata, Chile y Perú, el Libertador Simón Bolívar (1783-1830) no solo aseguró la independencia de varios países, sino que tuvo una concepción precisa de una América (sin Estados Unidos) igualmente federada e integrada, lo cual planteó en diferentes escenarios: la Carta de Jamaica
, dictada el 6 de septiembre de 1815 a su secretario Pedro Briceño Méndez, la carta al Director de las Provincias Unidas del Río de la Plata Juan Martín de Pueyrredón en 1818, el discurso ante el Congreso de Venezuela en Angostura en 1819 y la convocatoria al Congreso Anfictiónico de Panamá en 1824 (Mata Gavidia, 1969; Ocampo López, 1991; Guadarrama, 2003-2007, 2020, 2021; Vieira-Posada, 2004, 2008, 2020; De la Reza, 2006; Rojas Gómez, 2011; Briceño Ruiz, 2012).
Visión integracionista y legado inconcluso de Simón Bolívar
En 1815, en la Carta de Jamaica
—o Carta profética—, Simón Bolívar afirmaba en una visión un poco soñadora:
Yo deseo, más que otro alguno, ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riqueza que por su libertad y gloria [...] Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Mundo Nuevo una sola nación, con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión,