Tras los pasos de Jesús: Mujeres en los tiempos del Mesías

Jesús y las mujeres que antecedieron a Jesús

Mateo 1:1-17

Capítulo 1

La genealogía de Jesús

¿Quién es Jesús para ti?

Todas tenemos relaciones interpersonales de diferentes niveles en nuestras vidas. Una manera de identificar el lugar que cierta persona tiene en tu vida es a través de la respuesta que le das a la siguiente pregunta: ¿Quién es para ti?

No existe una relación interpersonal en tu vida en la que sea más importante responder a esta pregunta que la que tienes con Jesús. Tu respuesta a ¿quién es Jesús para ti? será determinante en tu vida. Es nuestro deseo y oración que este libro sirva para poder aclararte por qué esta pregunta es tan vital y cómo puedes responderla de una manera que te haga florecer en tu relación personal con el Señor.

Pero antes de preguntarnos ¿quién es Jesús para mí? o ¿quién fue Jesús para las mujeres que interactuaron con Él durante Su tiempo sobre la tierra? nos conviene preguntarnos: ¿quién fue Jesús para las mujeres que vivieron antes que Él? Tú y yo compartimos algo en común con ellas porque no hemos tenido el privilegio de interactuar presencialmente con Jesús. Sin embargo, nuestra experiencia personal con Él es diferente a la suya porque tenemos el privilegio de verlo en retrospectiva.

En el principio

«… creó Dios los cielos y la tierra» (Gén. 1:1).

«En el principio ya existía el Verbo» (Juan 1:1).

Jesús existe desde la eternidad pasada con Dios, como Dios y siendo Dios. Esto significa que cada mujer que ha vivido desde la primera mujer creada en el huerto de Edén tiene su existencia en relación con el Creador: Padre, Hijo y Espíritu Santo. ¿Cómo ha sido esa relación? Permíteme contártela en forma de una historia:

En una enorme galaxia hermosa había una pequeña bola de masa oscura y sin forma reconocible sobre la que habló una voz con autoridad: «Sea la luz». De repente, hubo luz y del caos se fue pasando al orden. Las aguas se acomodaron alrededor de masas de tierra seca. Esa tierra se comenzó a cubrir de plantas y árboles. Los cielos también tomaron forma y en ellos fueron colocadas lumbreras para el día y la noche. Los cuerpos de agua se llenaron de seres vivientes que nadaban de muchas maneras distintas. Los cielos se llenaron de seres vivientes que volaban y la tierra seca se llenó de seres vivientes de todo tipo, grandes y pequeños, fuertes y frágiles, silenciosos y chillones, rápidos y lentos, torpes y elegantes, hermosos y curiosos.

Esta misma voz llena de autoridad ha creado toda esa gran diversidad. La Biblia dice que es la voz de «Elohim», Dios poderoso. El Dios que acomoda las galaxias y crea solo con Su Palabra (el Verbo de Juan 1), ha diseñado para sí un pequeño planeta que tiene la capacidad de sostener la vida. Todo lo que ha creado es bueno y Él mismo lo reconoce: «Y vio Dios que era bueno» (Gén. 1:23). Mientras observamos esta escena creativa maravillosa, vemos que el Creador aún no termina Su proyecto. Escuchamos entonces aquella voz divina potente una vez más: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree […] en toda la tierra» (Gén. 1:26). Al parecer, todo lo anterior ha sido preparado para la criatura especial que portará la misma imagen del Dios Creador. Moisés nos expresa nuestro origen en forma de una poesía:

«Dios creó al hombre a Su imagen,

a imagen de Dios lo creó;

varón y hembra los creó» (Gén. 1:27)

El siguiente capítulo del Génesis continúa asombrándonos con más detalle sobre esta escena: «Entonces el S

eñor

Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente» (Gén. 2:7). Dios fue quien hizo esto. ¡Fue un ser viviente porque el Dios trino lo creó!

Luego de crear al hombre, por primera vez Dios ve que hay algo que no es bueno: que el hombre esté solo. Decide hacerle una ayuda idónea, una contraparte adecuada e ideal. Pero en lugar de formarla del polvo de la tierra, la forma a partir de una costilla del varón. Finalmente, estamos delante de toda esta creación increíblemente hermosa, buena, variada y creativa. Y la corona de todo: estas dos criaturas hechas por el Dios Creador, Padre, Hijo y Espíritu Santo, a imagen de Dios, varón y hembra. ¿Para qué? ¿Por qué ha creado Dios todo esto? ¿Qué quiere en particular con estas criaturas que llevan Su imagen?

«Dios los bendijo y les dijo: Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla. Ejerzan dominio sobre los peces del mar, sobre las aves de los cielos y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra» (Gén. 1:28).

Las primeras palabras registradas del Dios Creador para las personas creadas a Su imagen están en esta comisión. Su propósito de existir, su razón de ser, su proyecto de vida es este: Son representantes de su Creador, debían disfrutar de su relación con Dios y de la relación entre ellos mientras llenaban la tierra de sus propios descendientes y señoreaban en la creación. Este planeta diseñado por la misma mano de Dios para sostener la vida de Su creación debe convertirse poco a poco en un lugar completamente entregado al reino de Dios, donde Sus criaturas disfruten de Él y de sus relaciones mutuas. Tanto el varón como la mujer juegan cada uno un papel clave al ser los agentes que Él ha creado y equipado para juntos llevar a cabo esta misión. Toda la gloria la merece Dios por quién es y Él ha escogido glorificarse a sí mismo al crear personas que reflejan Su imagen y, por lo tanto, tienen una capacidad especial para reproducirse, administrar Su creación y así traerle gloria y gozar de comunión con Él.

Esto significa que nosotras compartimos la imagen de Dios en igualdad con los hombres, pero con características y roles diferentes. Fuimos creadas para reproducirnos, igual que el hombre, pero con capacidades físicas diferentes y especiales. También fuimos creadas para gobernar para la gloria de Dios de una manera que complementa y ayuda a la responsabilidad que tiene el hombre. Este diseño hermoso no separa la feminidad del hecho de tener ovarios, útero y una constitución física y emocional ideal para portar vida. Esas capacidades siempre han reflejado el diseño perfecto del Creador y ¡es bueno en gran manera!

La creación y la comisión de la primera pareja de portadores de la imagen de Dios es el principio de la historia de cada ser humano que ha vivido desde ese momento. Nos explica cómo llegamos a existir, para qué propósito fuimos creados e impacta cada aspecto de nuestra vida. Se trata del trasfondo sobre el cual vamos a entender la relación del ser humano con Jesús.

La caída

El ambiente en el que vivía el primer matrimonio era ideal. Tenían completa provisión física por medio del huerto fructífero donde Dios los había colocado. Tenían completa provisión emocional a través de una relación íntima y transparente con su contraparte idónea que cada uno disfrutaba en plenitud. Tenían completa provisión espiritual en su trino Dios creador, quien estaba presente con ellos en el huerto. Tenían una comisión que daba propósito a su diario vivir, trabajo gratificante y relaciones satisfactorias. Dios les explicó la provisión que les había preparado y también les advirtió sobre su única