Breve historia de la mentira fascista
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Al explicar por qué su antecesor mentía tanto, el presidente de los Estados Unidos de América, Joe Biden, dijo "Trump miente como Goebbels". ¿Era adecuada la comparación? Este libro sostiene que sí porque, en efecto, hoy asistimos a una notable y sostenida ola de emergencia de nuevos líderes populistas de derecha en todo el mundo que, al igual que los líderes fascistas del pasado, derivan gran parte de su poder político de cuestionar la realidad, respaldar mitos, promover ira y paranoia y difundir mentiras. Federico Finchelstein explica por qué los fascistas consideraban que sus mentiras ("verdades simples") llenas de odio, eran ciertas y por qué, a través de la historia del siglo XX, muchos seguidores de sus postulados las asumieron como verdad encarnada en sus líderes. Si de Hitler a Mussolini los líderes del fascismo capitalizaron la falsedad como base de su poder, esa historia continúa en el presente: ahora las noticias verdaderas se presentan como fake news y las noticias falsas se convierten en política de gobierno. La "post verdad", según se demuestra y detalla explícitamente aquí, tiene una larga historia política y un linaje intelectual bien preciso. Compendio vital sobre el momento sombrío que atraviesa la política contemporánea, esta no es solo una aguda historia intelectual del fascismo, sino un recordatorio urgente de la poderosa fuente de odio que subyace a nuestra era de negación de la realidad.
La crítica ha dicho...
Federico Finchelstein
Federico Finchelstein (Buenos Aires, 1975) estudió Historia en la Universidad de Buenos Aires y obtuvo su doctorado en Cornell University en 2006. En la actualidad, se desempeña como profesor de Historia en New School for Social Research y en Eugene Lang College de New School, en la ciudad de Nueva York. Ha publicado numerosos artículos en diversas revistas especializadas, así como ensayos en volúmenes colectivos acerca del fascismo, el Holocausto, la historia de los judíos en América Latina y Europa, el populismo en América Latina y el antisemitismo. Entre sus libros se destacan Los alemanes, el Holocausto y la culpa colectiva. El debate Goldhagen, La Argentina fascista. Los orígenes ideológicos de la dictadura, El canon del Holocausto, Orígenes ideológicos de la "guerra sucia", Fascismo, populismo y dictadura en la Argentina del siglo XX, Del fascismo al populismo en la historia, Breve historia de la mentira fascista y Mitologías fascistas. Historia y política de la irracionalidad en Borges, Freud y Schmitt.
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Breve historia de la mentira fascista - Federico Finchelstein
Para Lucía, Gabi y Laura
PREFACIO A LA EDICIÓN EN CASTELLANO
Empecé a escribir este prefacio desde el centro de la pandemia del coronavirus. Lamentablemente, lo hago confinado en mi departamento de Nueva York, ciudad en la que vivo y trabajo desde hace ya catorce años. Es un momento que nos parece distintos a todos pero que pronto al igual que todos los otros será un capítulo de una historia más larga. En este marco, se me hace difícil no lamentar que el tema de este libro ha pasado a ser aún más pertinente. Es decir, a partir del análisis de las mentiras del fascismo en el pasado se puede entender mejor nuestro extraño presente. Pasado y presente presentan odiosas convergencias en las formas en que desde el poder se niega la realidad y de cómo estas negaciones terminan, a veces cambiándola y, en general, ampliando, o incluso generando desastres.
Como analizo en este libro, los fascistas fantasearon sobre nuevas realidades y luego transformaron la verdadera. Lo mismo quisieron hacer sus sucesores.
Tomemos como ejemplos la crisis desatada por el coronavirus y las acciones xenófobas de post-fascistas como Donald Trump, y también los ditirambos y las reacciones de sus secuaces globales.
La idea de culpar a las minorías y a los inmigrantes por la propagación de la enfermedad no es nueva y, de hecho, tiene precedentes fascistas. Hay muchas formas de frenar la transmisión del coronavirus, pero la combinación de ideología, magia y mala ciencia no debiera ser una de ellas.
Lamentablemente, en el marco de la pandemia se extendieron como el virus mismo las formas autoritarias con las que supuestamente combatir, pero realmente descuidar, la enfermedad mediante el poder de la voluntad o la creencia en el mundo ideológico de los líderes.
Es necesario recordar que las formas totalitarias de abordar la enfermedad no lograron grandes resultados en el pasado. La mezcla fascista de ideologías políticas, racismo y persecución de la otredad no condujo a revoluciones científicas ni a grandes descubrimientos, sino a la violencia e incluso al genocidio. En el Holocausto, las víctimas fueron acusadas por primera vez de propagación de enfermedades y los nazis crearon condiciones artificiales e insalubres en los guetos y campos de concentración y exterminio para que la ideología pudiera imponerse a la realidad. Sólo en este universo creado por ellos, las víctimas enfermaron y propagaron dolencias. Por otra parte, el fascismo imaginó enfermedades por doquier, pero no logró grandes avances con las reales.
Más recientemente tanto Trump como Jair Mesías Bolsonaro en Brasil, Viktor Orban en Hungría, o Narendra Modi en la India han mentido sobre el coronavirus y lo han usado como excusa para promover su voluntad totalitaria. Este nuevo negacionismo ha adoptado formas grotescas. Un caso ya tristemente emblemático fue el de Trump aconsejando tomar desinfectante a la vez que pedía por la liberación del pueblo frente a las medidas sanitarias que los expertos de su propio gobierno apoyaban. En el caso de Modi, culpó por la propagación del virus a un grupo de misioneros musulmanes, sin mencionar reuniones similares de grupos hinduistas. En el caso de Orban, el autócrata magiar utilizó la pandemia para crear poderes cuasi-dictatoriales, llegando a una situación que muchos entendieron como una coronadictadura
. Además del poder de cancelar y crear leyes, Orban se atribuyó la capacidad de encarcelar a aquellos que promovían verdades distorsionadas
. Otro caso no menos nocivo, fue el de Bolsonaro directamente negando la enfermedad, rechazando la validez de los expertos de la OMS (organización que según el Capitán
se dedica a fomentar la masturbación y la homosexualidad en los niños), fabricando realidades alternativas y vinculando los actos en contra de la cuarentena a la necesidad de cerrar el congreso. Lo mismo se puede decir de los post-fascistas de Vox en España o de Matteo Salvini en Italia. Todos ellos han fusionado sus fantasías xenófobas y autoritarias con la ciencia y la enfermedad y el resultado no puede estar más distante de la realidad.
Luego de negar la importancia del virus, Trump optó por una mezcla de xenofobia, medidas tardías y promesas de curas milagrosas
. Trump vinculó, como solución frente a la enfermedad, la construcción de su muro anti-migrantes y la idea racista de un virus chino
con la promoción de su voluntad y su seguridad de que todo va estar bien. No contento ya con su demonización de los inmigrantes indocumentados, Trump suspendió la inmigración legal en general.
Un elemento central de la mentira fascista es la proyección. Los fascistas siempre niegan lo que son y atribuyen sus propias características, su responsabilidad y su propia política totalitaria a sus enemigos. Abrevando de este precedente ideológico, Trump sostuvo el 27 de abril de 2020: Ha habido tantas muertes innecesarias en este país. Podría haberse detenido y podría haberse detenido de una vez, pero parece que alguien hace mucho tiempo decidió no hacerlo de esa manera. Y todo el mundo está sufriendo por eso
. Al principio de la crisis, prometió que para abril el virus iba a desaparecer, y el 19 de febrero de 2020, declaró a una estación de televisión de Phoenix: Creo que los números mejorarán progresivamente a medida que avancemos
. Cuatro días después, calificó la situación de muy bajo control
y agregó: Teníamos 12, en un momento dado. Y ahora han mejorado mucho. Muchos de ellos están completamente recuperados
. Cuando escribo estas líneas, a principios de noviembre, Trump ha sido derrotado en las elecciones presidenciales y Estados Unidos es el país con más infectados y más muertos en todo el planeta. Diez millones de infectados y más de 243.000 víctimas mortales a principios de noviembre de 2020. Lo siguen en números de muertos, Brasil con 162.000 muertos y cinco millones y medio de infectados y la India con más de 8,5 millones de casos y 126.000 muertos. Que los países liderados por Trump, Bolsonaro y Modi ocupen los primeros lugares de este podio infame no es casualidad y en parte se puede explicar a partir de una ideología autoritaria que niega la ciencia y enaltece la mentira.
En Brasil, una ideología muy cercana al fascismo con reclamos golpistas se ha entremezclado con el nacionalismo y el mesianismo más extremo para ignorar la enfermedad y el bienestar de la población. Lo peor de todo es que, en vez de adelantarse a la tormenta, el presidente brasileño se dedicó a promoverla. En concreto, los populismos de extrema derecha atacan los derechos ciudadanos y ponen aún más en riesgo la salud de la población en tiempos de pandemia.
Esta falta de responsabilidad tuvo en Italia y España sus ediciones anteriores; aunque en estos países los post-fascistas no tienen el poder como Trump y Bolsonaro.
En Italia, la idea de que el virus era una cosa externa a la nación fue difundida por los populistas de derecha, uno de cuyos líderes sostenía que el verdadero problema es la pandemia mediática que están haciendo internacionalmente, no la sanitaria
¹. Como Trump y Bolsonaro, los populistas italianos negaron su responsabilidad e incluso promovieron el avance de la enfermedad.
La idea con raíces fascistas de que el nacionalismo, o la grandeza nacional, pueden combatir la enfermedad, fue reemplazada con la mentira o la propaganda más simple cuando la ideología nacionalista no basta. Sin embargo, para aquellos que creen en el culto de sus líderes, estas mentiras son suficientes; no así para el resto de la ciudadanía. Las mentiras y el prejuicio matan.
Los post-fascistas españoles, sin serias responsabilidad de gobierno, reproducen los mismos argumentos que contribuyeron a llevar al norte de Italia a una situación tan calamitosa.
En el caso de Vox, muchos de sus líderes se contagiaron después de haber convocado actos políticos en un marco antitético a la prevención y contención recomendadas por los expertos. Pero una vez contagiados, sus fantasías xenófobas les llevaron a argumentar que el virus era cosa china y que sus anticuerpos personificaban a la nación en su conjunto. Para los historiadores del fascismo y de la salud, esta fusión entre lucha nacional y enfermedad es una marca indeleble de regímenes como los de Hitler y Mussolini.
El gobierno de Trump marcó un punto de inflexión en la historia de la mentira en política. Si un marciano hubiese seguido el gobierno y la campaña de Trump, no se hubiera imaginado que el virus representa el gran peligro de estos días de 2020. Sus temas principales fueron además de la bonanza económica de fantasía, y el peligro del comunismo (también una fantasía), la bondad y la sabiduría absoluta del Trump íntimo que no vemos en público².
La negación fanática de la realidad constituye una esencia clave del trumpismo, y más en general, de una variante del populismo que cada vez más se acerca al fascismo.
Por eso, de todas las cosas que se han dicho sobre Donald Trump, la comparación con uno de los mentirosos más infames de la historia, el ministro de propaganda nazi Joseph Goebbels, sigue siendo la más extrema y, sin embargo, la más precisa. La razón de esto es simple: Trump miente con técnicas de propaganda fascista.
Al explicar por qué Donald Trump miente tanto, el presidente electo Joe Biden recurrió a una comparación histórica adecuada, diciendo que Trump miente como Goebbels. Dices la mentira lo suficiente, sigues repitiéndola, repitiéndola, repitiéndola, y la mentira se vuelve un conocimiento común
. Como muchos historiadores del fascismo y el populismo, creo que Biden está en lo correcto aunque, como explico en este libro, Goebbels nunca dijo que repetir mentiras fuera parte de su estrategia. De hecho, al igual que Trump, creía en las mentiras que él mismo fabricó. Sin duda, la mayoría de los políticos mienten, pero como mentiroso, Trump y sus secuaces globales juegan en una liga diferente. Desde una perspectiva histórica, no hay duda de que Trump participa de una tradición de mentiras totalitarias que no tiene nada que ver con las mentiras convencionales de los políticos tradicionales tanto de izquierda como de derecha. Y aquí la crítica de Biden es correcta.
En suma, el trumpismo rompió con el molde tradicional del partido republicano para convertirlo en vehículo del ritual del culto al líder, más típico de las dictaduras fascistas que de las democracias representativas. El mundo vive una crisis económica, política y social, pero en la versión trumpista, o bolsonarista, pasa todo lo contrario: se trata de tapar el sol con las manos, para luego negar su misma existencia. Creer en la versión alternativa no implica solo cerrar los ojos y negar lo que uno ve sino aprender a mirar y poder ver lo que en realidad no existe.Dictadores y demagogos que niegan la realidad y hacen de la mentira una política de gobierno encuentran dificultades para lidiar con las consecuencias concretas de aquello que rechazan. En algunos casos enferman, o se exponen y, peor aún, exponen a otros muchos a la enfermedad. Frente a ella, fascistas y post-fascistas proponen soluciones mágicas y esto puede, o debería, tener consecuencias devastadoras para los populistas más extremistas y sus aliados fascistas. La mezcla de fascismo, post-fascismo, xenofobia y enfermedad tiene resultados letales. Estas ideas se basan en la irresponsabilidad más absoluta. Históricamente, el fascismo y la mentira van de la mano. Tarde o temprano, incluso sus seguidores, verán a sus emperadores desnudos. Lamentablemente, antes de su caída, muchos ciudadanos pagarán las consecuencias de sus acciones.
Nueva York, 9 de noviembre de 2020
INTRODUCCIÓN
Lo que están viendo y lo que están leyendo no es lo que está sucediendo.
DONALD J. TRUMP, 2018
Desde entonces se ha venido planteando una lucha entre la verdad y la mentira. Como siempre, esa lucha terminará con la victoria de la verdad.
ADOLF HITLER, 1941
Tienen que creerme, porque tengo la costumbre
—es mi sistema de vida— de decir la verdad siempre, en todo lugar.
BENITO MUSSOLINI, 1924
Una de las lecciones clave de la historia del fascismo es que la mentira racista lleva a la violencia política extrema. Hoy la mentira ha vuelto al poder. Esta es, ahora más que nunca, una lección clave de la historia del fascismo. Si queremos comprender nuestro problemático presente, debemos prestar atención a la historia de los ideólogos fascistas y al modo y la razón por la que su retórica llevó al Holocausto, la guerra y la destrucción. Necesitamos que la Historia nos recuerde cómo puede haber habido tanta violencia y racismo en un período de tiempo tan corto. ¿Cómo fue que los nazis y otros fascistas accedieron al poder y asesinaron a millones de personas? Lo hicieron propagando mentiras ideológicas. En una proporción significativa, el poder político fascista surgió de la cooptación de la verdad y la