La tiranía del sentido común: La reconversión posneoliberal en México
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Hoy el capitalismo neoliberal está profundamente enraizado en nuestra vida, en nuestra sensibilidad y en la distribución de lo sensible; rige la lógica de la vida, el trabajo y la subjetivación como formas de control social.
Desde esta perspectiva, Irmgard Emmelhainz -docente, escritora e investigadora independiente- amplía el análisis que inició hace unos años en la primera edición de este libro sobre los efectos de ya más de tres décadas de políticas neoliberales en el régimen sensible y sentido común de México. En esta nueva edición, plantea el neoliberalismo más allá de la economía política de liberalización de mercado, es decir, cómo se interiorizan las condiciones de reproducción del capitalismo en áreas clave de nuestra vida como la planeación urbana, el trabajo, la cultura, los movimientos sociales o las luchas de las mujeres; y culmina con lo que implica el sentido común neoliberal luego de la toma de poder del presidente López Obrador.
La tiranía del sentido común, nos dice la autora, es un ejercicio indisciplinario de pensamiento crítico anclado al México neoliberal con una perspectiva global.
A través de su lectura podremos elucidar los mecanismos neoliberales que de un modo tan común y desde las subjetividades gobiernan todas las áreas de nuestra vida.
Irmgard Emmelhainz
Irmgard Emmelhainz es escritora e investigadora independiente. En 2016 se publicó su libro: La tiranía del sentido común: la reconversión neoliberal de México. Ha sido invitada a impartir seminarios, conferencias y cursos a instituciones de talla internacional como The Americas Society (2013), la Universidad Distrital de Bogotá (2013), KASK, Escuela de las Artes (Gante, 2014), Graduate School of Design, Harvard (2014), el March Meeting en Sharjah (EUA 2015), OBORO (Montreal, 2016), University of California San Diego (2017). Su trabajo ha sido traducido al chino, alemán italiano, serbio, noruego, alemán inglés, francés, árabe, español y hebreo para revistas y journals especializados sobre cine, arte, política y cultura. Ha publicado, entre otros, en e-flux journal, Blog de Nexos, Horizontal, La Tempestad, Caín, Le magazine du Jeu de Paume, October, Third Text, Terremoto.
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La tiranía del sentido común - Irmgard Emmelhainz
1
Sensibilidad neoliberal y sentido común
In the experience of deep sadness, the world itself seems altered in some way: colored by sadness, or disfigured… [This originates] in desolation, in the sense that the world is frozen and that nothing new is possible. This can lead to terrible paroxysms of destruction, attempts to shatter the carapace of reality and release the authentic self trapped within; but it can also lead away from the self altogether, towards new worldly commitments that recognize the urgent need to develop another logic of existence, another way of going on.
DOMINIC FOX¹
No volveremos al pasado sin haber peleado antes.
El clima
, en la sobre voz de Liquidity (2014),
de Hito Steyerl, escrito por Brian Kuan Wood
El México neoliberal ha sido gobernado a través de una compleja red de relaciones y formas de poder complementarias: a la represión violenta del Estado se le unió el gobierno de opinión de los medios masivos de comunicación, la criminalización de la disidencia, la precariedad laboral y el endeudamiento como formas de sujeción, el miedo ante la inseguridad causada por el crimen organizado
, el totalitarismo oligarca y la vigilancia gubernamental con alcances sin precedentes por medio del internet y la comunicación digital.
Mientras que las fuerzas políticas impulsaron una redistribución de la riqueza enfocada en la esfera privada, medios de comunicación y producción cultural, el saldo de 30 años de neoliberalismo fue el declive de los sistemas públicos de salud y educación, es decir, el ejercicio de la violencia sobre los cuerpos y las formas de vida, aunado al despojo y desplazamiento forzados hacia un capitalismo absolutista. La forma de soberanía que se instituyó se fundamentó en lo que Henry A. Giroux llama poder profundo, conformado por las élites financieras y políticas que detentan el poder y toman decisiones a su favor a puertas cerradas. Es decir, las decisiones clave que concernían a la economía empezaron a negociarse en secreto dentro del reino sin límites del capital, lo que hacía que el espacio de toma de decisiones políticas fuera muy limitado.² Ante esta forma de poder, el Estado se convirtió en el garante de la acumulación de capital, y los procesos políticos lidiaron con temas ajenos al modelo económico (por ejemplo, las guerras culturales). Las élites globales que surgieron carecían de alianzas con los Estados-nación y tampoco les importaba el daño que hacían a los trabajadores, al medio ambiente, ni a la humanidad. Estas élites viven ahora en comunidades amuralladas y pueden flotar sobre el tráfico de las ciudades (por ejemplo, en São Paulo, en helicóptero), por encima de las fronteras, las leyes y las regulaciones nacionales.³ A nivel global, los oligarcas que generó el neoliberalismo se dieron a la tarea de transformar los Estados-nación en instrumentos serviles para enriquecerse y aumentar su poder a través de reformas neoliberales y el capitalismo financiero.⁴
Para legitimar la política neoliberal de exclusión y violencia, las instituciones estatales fueron ahuecadas para servir a los intereses del capital global en nombre del desarrollo
y crecimiento económico
. Además, el neoliberalismo es una forma de capitalismo depredador entre cuyos daños colaterales están las redes de seguridad y lazos sociales, darwinismo social para someter a los ciudadanos y legitimar su política de exclusión y violencia. La nueva normalidad
llegó a ser un estado de excepción, de inseguridad y precariedad permanentes, junto con niveles de violencia impensables. Una de las razones a las que se debe esta normalidad
es que el neoliberalismo instituyó una noción de desechabilidad
, haciendo que poblaciones enteras se gobiernen como redundantes y se excluyan, que regiones completas sean abandonadas y hechas vulnerables al despojo, persecución y muerte, para lo cual se justifican medidas draconianas de vigilancia, militarización y criminalización. En el México neoliberal, pueblos enteros han sido despojados y forzosamente desplazados a cinturones de miseria, ciudades rurales u obligados a migrar a Estados Unidos. Mientras tanto, en las ciudades se lleva a cabo una limpieza social penalizando lo que se conoce como crímenes de calidad de vida
: ambulantaje, indigentes, gente que vaga en las calles. La fuerza policial ha incrementado, y los nuevos policías tienen mejores armas y entrenamiento. Cámaras comenzaron a grabar lo que ocurre por todas partes, mientras que aprendimos a vivir endeudados y con los fantasmas de ríos muertos, pozos secos, montañas pelonas, mares tóxicos, bosques deforestados. Las tierras, agua y otros recursos fueron adquiridos y dados a corporaciones privadas en nombre del interés público
para crear granjas industrializadas o zonas especiales de desarrollo económico (EPZ), proyectos de infraestructura, presas, carreteras, manufactura de autos, cultivo de marihuana y amapola o cocinas de drogas de diseño. La devastación medioambiental se refleja en el paisaje desértico y sequía; también en el empobrecimiento del tejido social por la violencia y precariedad.⁵
Ante este panorama, podría afirmarse que el neoliberalismo fue una forma de reingeniería ecológica, social y cultural que destruyó el medio ambiente al tiempo que reprodujo la cultura de consumo, estupidez y analfabetismo. Muchas personas sucumbieron a la limitación neoliberal de la acción autónoma y comenzaron a pensarse principalmente como consumidores, presas de la cultura de placer hedonista, pero también del miedo y la violencia. Por eso, una de las consecuencias de las políticas neoliberales fue que se produjo una crisis colectiva existencial de injerencia, lo que hizo que un autoritarismo enraizado en tradiciones históricas, pedagógicas y culturales particulares a México se afianzara como una red de control que prolifera y se reacomoda, subjetiva, moldea y somete. En suma, el neoliberalismo podría definirse como una manera de relacionarse con el mundo, la naturaleza, las cosas y los seres, presuponiendo el crecimiento y desarrollo ilimitados: una sensibilidad en el sentido de percibir, comprender lo que no puede ser verbalizado, pero que se convierte en una forma de sentido común, permeando nuestra habilidad básica para advertir, comprender y juzgar las cosas, compartida por todas las personas.
El objetivo de este libro es hacer un ejercicio in-disciplinario de pensamiento crítico anclado en México y con una perspectiva global, con el objetivo de desmadejar los mecanismos neoliberales que trabajan las subjetividades desde el interior y que se convirtieron en sentido común que rige todas las áreas de la vida.
Desde hace casi cinco décadas, los comunes se han ido privatizando poco a poco, al tiempo que el Estado de bienestar comenzó a desmantelarse. El espíritu de nuestros días es hostil a las escuelas públicas, a la seguridad social y otras instituciones enfocadas en ayudar a los más débiles y en administrar estos comunes. El mantra oficial neoliberal fue el mercado —o el más poderoso— es primero
. Parte de la mitología de los mercados es que aumentan las elecciones o las posibilidades, aunque, de hecho, las restringen. Por ejemplo, podemos elegir entre dos coches idénticos de distintas marcas o comprarlos con distintos planes de pago, pero el mercado no nos deja escoger entre un auto y un sistema de transporte público eficiente. Poco a poco, las instituciones públicas se fueron privatizando, las funciones del gobierno, subcontratándose, justificadas por la idea de que serían más competitivas y ofrecerían servicios de mejor calidad. El mecanismo para hacerlo consistió, primero, en demonizar a los sindicatos y se limitó la independencia y posibilidad de injerencia de los trabajadores, luego se quitaron subsidios para hacer inoperativo el organismo o institución. Para que la institución pública que proporciona un servicio público en cuestión (escuela, hospital, etcétera) dejara de ser un desastre, la gente aceptó las privatizaciones. Sin embargo, las privatizaciones no hicieron que las instituciones o servicios públicos fueran necesariamente mejores, sino que se enfocaran en generar ganancias.
La lógica de la privatización del neoliberalismo promovió que todo el mundo pudiera llegar ser accionista, propietario y emprendedor. Al mismo tiempo, comenzó a celebrar al visionario creativo, al trabajador independiente, la libertad de expresión individual, y proclamó la autonomía de las esferas económica, política y cultural. Los verbos fetiches de la era neoliberal son cambiar
, reformar
, mover
, romper
, mejorar
, participar
, interactuar
, pensar fuera de la caja
(casi nunca llevan complemento directo). Todo el mundo empezó a buscar explotar su capital humano para modificar algunas cosas y preservar otras: la auto-explotación se convirtió en el nuevo conformismo. Sin embargo, las decisiones importantes comenzaron a ser tomadas por una minoría con base en la maximización de ganancias, en detrimento del bienestar social, y la deuda pública —la condición existencial del ciudadano-consumidor neoliberal— sigue empobreciendo a todos. A escala global, somos vigilados en cada momento en los espacios públicos y en el ámbito privado; el internet es un dispositivo en el que se ha vaciado la infraestructura vital de millones de personas en todo el mundo y está a disposición de los nuevos mecanismos de control gubernamental-corporativo.
NEOLIBERALISMO EN MÉXICO
En 1979, Estados Unidos sufrió dos crisis de petróleo y una financiera; en octubre de ese año, Paul Volcker, presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, reveló una nueva política monetaria destinada a hacer que el dólar se convirtiera en la moneda más deseable del mundo y elevó las tasas de interés para combatir la inflación. Cuando en 1982 México incumplió los pagos de la deuda externa, se le aplicó el Volker shock para asegurar un programa rígido de pago con intereses exorbitantes. El capital huyó
del país, el peso mexicano perdió 78% de su valor y siguió devaluándose. Para solucionar el pago de la deuda, la administración de Reagan unió los poderes de la Tesorería de los Estados Unidos y los del Fondo Monetario Internacional (FMI) para refinanciarla a cambio de reformas neoliberales.⁶ El gobierno del presidente José López Portillo sucumbió a la presión y sometió al país a medidas draconianas de austeridad diseñadas por el Fondo Monetario Internacional, que incluían un programa de privatización y desregulación, al igual que una serie de reformas para liberalizar el régimen de comercio mexicano. Ese año, el último de la presidencia de López Portillo, se tomó la medida populista de nacionalizar los bancos para frenar la especulación y la fuga de capitales y para imponer controles sobre las divisas. En su último discurso, el presidente anunció famosamente su decisión, estallando en llanto y balbuceando: Es ahora o nunca. Nos han saqueado. Es el fin de México. ¡No nos volverán a saquear!
.⁷
Este episodio marca el comienzo de la reestructuración del Estado y economía mexicanos inspirada en el proceso, ideología y marco operativo conocido como neoliberalismo.⁸ El neoliberalismo implicó un cambio de la política de industrialización dirigida por el Estado y de políticas de Estado de bienestar a una política económica sujeta al libre mercado. Los exhaustivos programas de reforma y liberalización económica que habían sido puestos en marcha una década antes continuaron en 1991 y 1992 bajo el mandato de Carlos Salinas de Gortari: rápidamente se privatizaron los bancos y en 1993 se ratificó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC). El TLC se concibió como un instrumento para consolidar y hacer permanente la visión neoliberal del mundo; en ese entonces, la eliminación de las barreras de comercio entre Estados Unidos, Canadá y México se anunciaba como la mejor manera de lograr el desarrollo económico en México. De acuerdo con el escritor uruguayo Eduardo Galeano, políticos y tecnócratas prometieron que el tratado permitiría que el Tercer Mundo se convirtiera finalmente en un rico, cultivado y feliz
Primer Mundo. Podemos ser como ellos
fue el mantra que llevaría el subdesarrollo a la modernidad.⁹ El tratado abarcó aspectos de inversión, mercados laborales y políticas medioambientales. Fue el primer tratado de comercio firmado entre países avanzados y una economía en vías desarrollo, y dio lugar al área más grande del mundo de intercambio comercial en términos de producto interno bruto (PIB) y, después de la Unión Europea, la segunda en términos del volumen total de comercio.¹⁰ Según la línea oficial del politólogo y comentarista Luis Rubio, el TLC fue un instrumento político estratégico que sirvió para orientar al país hacia el futuro y hacia fuera
, promoviendo el desarrollo económico del país y estableciendo un régimen de disciplina política
. En palabras de Rubio, implicó también despolitizar las decisiones de inversión de las empresas y de los inversionistas, y:
Gracias al tratado, la economía logró que las exportaciones mexicanas crecieran de manera verdaderamente prodigiosa. En sus casi 30 años de vida (en julio de 2020 entró en vigor el T-MEC, un nuevo acuerdo comercial entre México, Estados Unidos y Canadá que sustituyó al TLC y cuyas implicaciones se analizarán más adelante), el TLC hizo posible que el crecimiento de las exportaciones no solo compensara la contracción que caracteriza al mercado interno, sino que le dio un nuevo horizonte al desarrollo industrial del país.¹¹
El nuevo horizonte de desarrollo industrial, según Rubio, tuvo que ver con un incremento en la productividad de las empresas mexicanas que aprovecharon las ventajas comparativas con las que cuenta el país y generaron ventajas competitivas propias. Otra de las consecuencias positivas del TLC, según Rubio, fue el crecimiento del crédito (de consumo e hipotecario) y la reducción del precio real de los bienes de consumo; estos dos factores, base del mito del surgimiento de una nueva clase media en México,¹² son supuestamente un indicador de la reducción de la pobreza en los últimos 20 años.
Sin embargo, desde un punto de vista distinto al oficial, a 10 años de la firma del tratado, la promesa de modernización aún no se había cumplido; a menos que por modernización se entendiera el acceso masivo a bienes de consumo baratos y a otros servicios y mercancías a través del crédito. La inversión extranjera se había concentrado en las maquiladoras (fábricas de ensamblaje), lo que creó una economía orientada a la exportación de manufacturas desconectada del desarrollo económico directo del resto del país. Además, en el momento en que China y otras regiones de América Latina comenzaron a integrarse al comercio global, algunos segmentos del sector de exportación (como el textil) trasladaron su producción a otros países en donde la producción era aún más barata. Indiscutiblemente, a partir de 1994, la economía mexicana fue debilitada a favor de una inserción
subordinada y desigual a los flujos de capital internacional. El sector agropecuario fue el más golpeado: entre 1994 y 2004, Estados Unidos inundó el mercado mexicano con productos agropecuarios altamente subsidiados, lo que obligó a los productores nacionales a bajar sus precios y eventualmente los llevó a la quiebra. Para 2005, México ya importaba alrededor de 42% de los alimentos que consumía. La producción de granos básicos: arroz, sorgo y soya, fue desmantelada al igual que la de carne de cerdo, leche, maíz y frijoles; como consecuencia, en los últimos 25 años, más de 2 millones de campesinos han sido forzados a dejar sus tierras y México perdió su autonomía alimentaria. Además de otros bien conocidos problemas traídos por la ratificación del TLC, hubo un impacto negativo tanto en los recursos naturales y medio ambiente como en los derechos de los trabajadores; para la mayoría de los mexicanos, el poder adquisitivo y los salarios disminuyeron, lo cual viola la Constitución, que garantiza un salario mínimo para sobrevivir.¹³
A pesar de los daños que las políticas y reformas del TLC infligieron al país y a sus ciudadanos, se diseñaron otros tratados para asegurar la continuación y expansión de las reformas neoliberales a otras regiones y dominios institucionales en México. El Plan Puebla-Panamá (2001), rebautizado Proyecto Mesoamericano de Integración y Desarrollo (PPP-PMID) en 2007, es un convenio que cubre proyectos de desarrollo
en el área geográfica conocida como Mesoamérica, una región altamente redituable por ser rica en recursos y biodiversidad. Está también el Proyecto Mundo Maya, concebido durante la presidencia de Salinas de Gortari en los noventa y puesto en marcha en 2011: consiste en un polo de desarrollo turístico en el sureste y en la península de Yucatán. Estos proyectos buscan promover conectividad y competitividad en las regiones
,¹⁴ abriéndolas a la inversión extranjera y a la explotación de las riquezas naturales, energéticas, minerales y culturales para integrar su economía con la de América Central y del Norte
.¹⁵ Estos proyectos fueron diseñados para darle seguimiento al programa de reformas neoliberales, económicas y sociales, y expandirlo por todo México, y están transformando regiones enteras y formas de vivir y de ganarse la vida. Obedecen a un modelo de integración por medio de la fragmentación, basado en desmantelar actividades productivas a pequeña escala y a nivel nacional en favor de la inversión extranjera masiva en proyectos de agroindustria y extracción de recursos minerales y energéticos. Aunque algunos incluyen proyectos de auto-sustentabilidad y asistencia simbólicos para las comunidades afectadas, están devastando comunidades enteras.¹⁶
En su discurso de toma de posesión, el 1 de diciembre de 2012, en Palacio Nacional, Enrique Peña Nieto anunció reformas y planes concretos para terminar con los monopolios de telecomunicaciones y transformar a fondo el sistema educativo y el sector energético. Una de las primeras acciones de su gobierno fue el arresto de Elba Esther Gordillo, la hasta entonces intocable líder del sindicato de la educación (el más grande y poderoso de América Latina). Al día siguiente se promulgó la reforma educativa, y los maestros miembros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) organizaron protestas en la Ciudad de México, las cuales fueron violentamente desalojadas del Zócalo el 14 de septiembre de 2013 y sistemáticamente demonizadas en los medios masivos de comunicación. Como parte del programa político de Peña Nieto y con el objetivo de hacer crecer a México, se puso en marcha en 2013 el Pacto por México, un acuerdo nacional firmado por los tres principales partidos políticos, que implicaba una ambiciosa agenda de reformas estructurales e institucionales promoviendo la racionalidad política neoliberal: una reforma fiscal, cambios en la ley del trabajo, en el sistema de educación pública, en la industria de telecomunicaciones y en el sector energético; todo ello a favor de darles a las corporaciones extranjeras mayor libertad para contratar y despedir a los trabajadores o contratarlos por sueldos extremadamente bajos, buscando que la economía mexicana fuera más competitiva
. En un momento en el que en China aumentaron los costos de producción y los salarios, se han hecho esfuerzos por situar a México como la nueva China o Tigre Azteca
, acaparando de nuevo la industria de la manufactura, especialmente porque el Pacto por México desmembraba las leyes laborales mexicanas que habían permanecido intactas desde 1970.¹⁷ Además, el pacto de Peña Nieto estaba enfocado en atraer inversión global en autos, espacio aéreo, electrodomésticos y hasta manufactura de drones para uso civil.¹⁸ Desde este punto de vista, el crecimiento del país significaba el regreso de las maquiladoras y la continuación de políticas de encarcelamiento masivo, precarización laboral, vigilancia social, represión brutal de movimientos sociales y criminalización de disidentes. Por ejemplo, las acciones cometidas por los gobiernos de los estados de Puebla y Morelos contra los opositores del Proyecto Integral Morelos y del Libramiento Poniente en 2014. El proyecto incluía la creación de dos termoeléctricas, un gasoducto y un acueducto, que afectarían tierras de cultivo, fuentes de agua, al igual que presentaban un alto nivel de riesgo debido al gasoducto. Por más de 10 años, luchadores sociales, dirigentes y opositores han sido sujetos a hostigamientos, amenazas y aprehensiones arbitrarias. La represión se ha expandido también contra las comunidades campesinas y de pueblos originarios en la Sierra Norte que se oponen a los proyectos de muerte
, que incluyen 87 concesiones mineras, más de 10 proyectos hidroeléctricos y la extracción de gas y petróleo con fractura hidráulica (fracking). Aunado a ello, el gobernador del estado de Puebla, Rafael Moreno Valle, propuso en ese entonces la llamada Ley Bala
, que fue aprobada por el Congreso y habilitó a los policías a disparar con armas de fuego si una protesta se hace violenta; la ya ley legitima el uso de la fuerza y de armas de fuego en detenciones, emergencias y desastres naturales, así como en manifestaciones públicas. Una ley similar fue promulgada también en Chiapas, denunciada por su ambigüedad y sus matices represivos y totalitarios, y Moreno Valle fue acusado de enviar a través de ella un mensaje social para inhibir las protestas.¹⁹
Como parte de la política represiva que constituyó el autoritarismo peñanietista en México, hay que considerar que desde 2006 hay presencia militar permanente en ciertas regiones del país bajo el disfraz de la guerra contra la inseguridad y el crimen organizado
. Siguiendo a Pilar Calveiro, la guerra contra el crimen organizado es una forma de violencia estatal que ha tenido un papel central en el proceso de reconfiguración neoliberal. La violencia estatal comenzó a ser ejercida por organismos públicos y privados, sujeta a la política de seguridad global de dominación autoritaria, que ha facilitado las formas más radicales de violencia represiva. La ocupación militar permanente en ciertas regiones de México, durante los sexenios de Felipe Calderón y Peña Nieto, fue acompañada de reformas en el sistema penitenciario, con lo que se encarceló a más gente por periodos más largos.²⁰ Estas medidas sirvieron como formas de control social²¹ para asegurar el llano tráfico de mercancías (legales e ilegales) dentro del país y hacia el norte, al igual que como medio para implementar megaproyectos en áreas rurales (parques eólicos, agroindustria, minas, plantas hidroeléctricas, etcétera), que no solo impactan negativamente la forma en la que la gente vive y se gana la vida, sino que también contribuyen a la destrucción medioambiental.
Para muchos observadores, la apresurada reforma a los artículos 25, 26 y 27 de la Constitución, promovida por Peña Nieto en diciembre de 2013, puso fin a un ciclo que se inició en los ochenta para instaurar un nuevo régimen político. Con la reforma energética, se hicieron más rentables áreas del sector público, y con ello se afianzó un régimen político que consistió en una coalición de fuerzas hegemónicas que no tuvieron el propósito ni de gobernar ni de administrar el bien común, sino explotarlo. Se instauró, pues, un nuevo modelo de Estado, más pequeño y débil, fragmentado en sectores autónomos que buscaron lucrar con el bien común y competir a nivel internacional como empresas productivas del Estado
, trayendo una nueva relación entre clase política, corporaciones y ciudadanos. A partir de esta reforma, Pemex y la Comisión Federal de Electricidad (CFE) dejaron de operar con el objetivo de brindarles a los mexicanos energía y prestar un servicio público. En cambio, comenzaron a tener un giro lucrativo (su dueño sería el Estado, que concesionaría ciertos aspectos de ambas industrias) y compiten con compañías trasnacionales para vender el servicio y generar ganancias. En otras palabras, las reformas de Peña Nieto eliminaron los artículos que determinaban la exclusividad del Estado en el manejo de energía, y, a través de un régimen de contratos y concesiones, la autonomía de Pemex y la CFE fue abolida junto con sus burócratas y sindicatos (aunque los de la CFE fueron liquidados con Calderón desde 2010). Mientras que la energía se convirtió en materia de libre comercio, ambas empresas quedaron al nivel de sus competidoras extranjeras, que están protegidas por tratados internacionales: el TLC permite a los inversionistas extranjeros demandar ante tribunales internacionales y exigirle al Estado compensaciones si las políticas o acciones nacionales enflaquecen las ganancias que esperaban. Los detalles de la reforma eran ambiguos en cuanto a la propiedad de los hidrocarburos: ¿podrán las empresas internacionales mostrar volúmenes de reservas en sus cuentas rentables aun si, según la propaganda oficial, otorgarles licencias
no es lo mismo que concesionar
y, por lo tanto, no tienen derecho a ser propietarios de los hidrocarburos del subsuelo mexicano?²²
México fue uno de los primeros países en poner en marcha un aparato de Estado neoliberal, y, por consiguiente, sus experiencias —junto con las de otras regiones pioneras en este sentido del sureste de Asia y China, Chile y Argentina— sirvieron como ejemplos de reformas estructurales neoliberales económicas, incluyendo experimentos con la precarización del trabajo y la re-localización de campesinos despojados. En este contexto, las ciudades mexicanas fungieron como laboratorios de represión y administración de la violencia: sus mecanismos de represión fueron emulados en otras partes del mundo (por ejemplo, el acoso sexual de la policía a mujeres en las calles de Atenco en 2006 como en las protestas contra los G20 en Toronto en 2009, o en 2011 contra miembros de Occupy Wall Street en Nueva York). En 2013 se llevó a cabo la militarización experimental de 50 comunidades en el estado de Guerrero bajo el disfraz humanitario de la Cruzada contra el Hambre
de Peña Nieto.²³ En 2010 se aprobaron cosechas experimentales de maíz transgénico en los estados de Sinaloa y Tamaulipas, lo que puso en riesgo la herencia genética más importante del país. Contaminando y destruyendo el medio ambiente, las semillas transgénicas están diseñadas para ser mercancías patentadas por unas cuantas compañías trasnacionales, corrompiendo el maíz en su lugar de origen y erradicando la ya mermada producción autónoma de alimentos.²⁴
Otra de las consecuencias de 30 años de reformas neoliberales impuestas a México fue el rediseño de las jerarquías sociales y un nuevo paisaje social: se puso en marcha un tipo de ingeniería social con la infraestructura y paisaje natural como herramientas principales para mantener a las distintas clases sociales aisladas. En el ámbito de la planeación urbana, el gobierno delegó a desarrolladoras y corporativos la tarea de mejorar la vivienda y las condiciones medioambientales desiguales. El resultado fue que a una sociedad ya de por sí desigual se le agregó desigualdad en el desarrollo geográfico, topológico, urbano y rural, lo que implicó homogeneización y, al mismo tiempo, diferenciación en las formas de vivir y de ganarse la vida de la población. En este panorama, nuevas subjetividades potencialmente políticas comenzaron a navegar sin rumbo tratando de denunciar y de sobrevivir en un paisaje social altamente fragmentado y violento: migrantes deportados, migrantes ilegales, campesinos despojados o forzosamente desplazados, desempleados en las ciudades, los ninis,²⁵ maestros del sistema público educativo, migrantes a Estados Unidos deportados a México, víctimas del crimen organizado de clase media y baja (los que desfilan por las calles vestidos de blanco para jalarles las orejas al gobierno
), anarquistas, mineros, narco-insurgentes, grupos armados de autodefensa y policías comunitarias, desempleados de cuello blanco, estudiantes de universidades públicas y privadas, miembros de pueblos originarios y campesinos luchando contra megaproyectos de trasnacionales y del gobierno, miembros de sindicatos recientemente desmantelados, etcétera.
Los re-alineamientos organizacionales neoliberales de los últimos 30 años implicaron también el detrimento de formas de vivir y de ganarse la vida de gente que, además, fue obligada a trasladarse a las afueras de las ciudades o a la frontera, a sitios en donde no eran bienvenidos y en donde son más vulnerables. Por su parte, el Estado administró excluyendo a sectores estratégicos de la población, los cuales fueron selectivamente ignorados al no invertir o proveer para ellos, gobernando bajo el principio de la soberanía calculada, como veremos más adelante.²⁶
La transformación neoliberal de México no significó que el Estado mexicano les hubiera fallado a sus ciudadanos o que los males que aquejan al país fueran culpa de políticos corruptos, como muchos quisieron creer. Por ejemplo, el Movimiento por la Paz, Justicia y Dignidad, liderado por el poeta Javier Sicilia, se centró en una crítica ética del poder como política y, por lo tanto, se basaba en la idea de que el gobierno debe hacerse responsable de la violencia y contener el crimen. Debido a la historia mexicana de colonización y autoritarismo, el racismo, el derecho al despojo y la exterminación de otros están inscritos en el ADN cultural de los mexicanos. Desde su fundación, el país ha sido gobernado por una cultura política que denuesta las leyes. Por estas razones, las reformas neoliberales fueron impuestas en el país a muy bajo costo político. En este contexto, gobernar a partir de la exclusión y la excepción no es un signo de corrupción o fracaso, sino, evocando el eslogan de la campaña de Bill Clinton, It’s the economy, stupid
[Es la economía, estúpido
]. De acuerdo con Aihwa Ong, la reconfiguración neoliberal de las relaciones entre gobernados y gobernantes, poder y conocimiento, soberanía y territorialidad fueron integrales al proyecto neoliberal. Entonces, mientras que el Estado neoliberal se encoge o se refuerza en áreas estratégicas, técnicas para excluir o someter a los ciudadanos proliferan: algunas por medio de la violencia ligada al crimen y a la guerra contra él y otras de re-ingeniería.²⁷
Con respecto a las técnicas de re-ingeniería, tanto el sector público como el privado buscaron dar solución a la precariedad laboral con programas de auto-ayuda y educación permanente. Además de promover regímenes de salud (como la campaña nacional para combatir la diabetes y obesidad, y el impuesto a bebidas azucaradas y comida chatarra efectivo a partir de enero de 2014), la adquisición de habilidades (instituciones educativas privadas que ofrecen sin cesar diplomados
o certificados
caros, al tiempo que proliferó la oferta de maestrías y doctorados de dudosa calidad académica), el apoyo gubernamental a la emprendeduría individual (enfocado en ayudar a crecer a pequeñas y medianas empresas, o pymes
) y otras técnicas de acumulación de capital.²⁸ En este contexto, la ratificación del TLC implicó la reconversión de campesinos y proletarios mexicanos en trabajadores de maquila (como esclavos, porque ganan por debajo del sueldo mínimo), sicarios, emprendedores, consumidores (o consumidores invalidados), deudores, criminales, cuerpos inertes, prisioneros y underclass o poblaciones redundantes (aquellos que están completamente excluidos del sistema y permanentemente desempleados). Se acuñó inclusive un término para describir a los 8 millones de jóvenes que quedaron fuera de la educación y el trabajo: ninis (ni trabajan ni estudian, y dependen de sus familias para que los mantengan). Lo que produce desempleo y exclusión es el propio éxito del capitalismo, ya que el desempleo en sí es la actual forma de explotación capitalista y, por lo tanto, de dominación: Los explotados no son solo los que producen o ‘crean’, sino también los que están condenados a ‘no crear’
.²⁹ Esto quiere decir que la dominación está inscrita en la estructura del proceso de producción y a ello se debe que todo el mundo tenga garantizadas la libertad personal e igualdad. Sin embargo, se trata de una igualdad
diferenciada, que provee acceso diferenciado en cuanto a calidades de oferta al mercado laboral, educación, servicios de salud, vivienda y otras opciones para generar ingresos, bienes o servicios.
Una de las consecuencias de la implementación de las políticas neoliberales en México fue que la vida y la muerte se hicieron parte de la economía: prevalece una cultura de violencia que denigra y le puso precio a la vida.³⁰ El hecho de que un mayor número de mujeres se hubiera incorporado al mercado de trabajo en lugares como Ciudad Juárez, donde predomina la industria maquiladora, se comprende como la razón por la cual más y más mujeres fueran asesinadas impunemente, y por qué este tipo de muerte se normalizó y expandió al resto del país: los hombres percibieron la nueva independencia económica de las mujeres como una amenaza, aunada a la pérdida o falta de estatus social por el poder adquisitivo mermado.³¹ Además, de acuerdo con Sayak Valencia y Subhabrata Banerjee, el actual periodo de globalización neoliberal puede ser caracterizado como capitalismo gore o necrocapitalismo. En este sentido, el crecimiento financiero y la acumulación económica son inseparables del aumento de la producción mundial de muerte.³² Paralelo a la incorporación de la muerte a la maquinaria de producción de plusvalía, el disenso fue legalmente criminalizado y demonizado en los medios masivos de comunicación. Por ejemplo, en un artículo para Reforma, el historiador de derecha Enrique Krauze se unió al linchamiento mediático de las protestas del CNTE. A su modo de ver, ya que en agosto de 2013 el sindicato bloqueó el aeropuerto y las arterias principales de la Ciudad de México, abusaron de su derecho constitucional de manifestarse libremente
porque sus protestas afectaron a los habitantes de la ciudad y el sindicato actuó como si representaran no solo a su gremio, sino a todo el país
. En este sentido, la represión masiva y encarcelamiento de manifestantes es justificada y apoyada por la ciudadanía urbana de clase media y alta. La falta de apoyo y hasta el linchamiento mediático del sindicato de maestros podría plantearse como una guerra de clases.
En resumen, la experiencia neoliberal de México es una mirada a la vida cuando formas de poder, instituciones, materiales y sensibilidades neoliberales operan en la economía política permitiendo a las empresas trasnacionales y corporaciones controlar la salud, vivienda, alimentación, energía, recursos naturales, modos de producción y formas de vida en general. El neoliberalismo creó instancias de dependencia perjudiciales al Estado y a las corporaciones, las cuales, a su vez, florecen en niveles sin precedentes de marginalización, violencia, explotación, desplazamiento, despojo, pobreza y muerte.
SENSIBILIDAD NEOLIBERAL
Tal y como tenemos la costumbre —cuando no nos están obligando— de absorber de diversas maneras energía en casa, también encontraremos que es muy fácil recibir o absorber cambios acelerados y oscilaciones que perciben e integran nuestros órganos para conformar todo lo que conocemos. No sé si alguna vez los filósofos concibieron una sociedad que abogara por la distribución doméstica de la realidad sensual.
FRIEDRICH KITTLER³³
Our existence is always bound up with affective and aesthetic flows that elude cognitive definition and capture.
STEVEN SHAVIRO³⁴
Con las medidas neoliberales, el gobierno salinista comenzó a librar una guerra contra la sociedad en general y contra los pobres en particular, en dos niveles. Primero, a nivel económico, con lo que se conoce como privatización y que parte del principio de que cada fragmento y célula de las esferas afectivas, biológicas y lingüísticas se tiene que transformar en una máquina de producción de plusvalía. El efecto de esta forma de privatización fue el empobrecimiento de la vida cotidiana, la pérdida de sensibilidad en los campos de la sexualidad, la comunicación, las relaciones humanas, además de haber profundizado la desigualdad en México y creado una minoría híper-millonaria, una clase media endeudada y una mayoría despojada. Segundo, a nivel social, el gobierno comenzó a librar una guerra contra el colectivo y los pobres, al criminalizar y así desestabilizar el territorio para despojar a los ciudadanos de sus formas autónomas de ganarse la vida e insertar al país en el reacomodo de los flujos económicos globales. La guerra contra lo social implicó, asimismo, una ocupación mental y física, haciendo que todo el mundo estuviera permanentemente pre-ocupado por la inseguridad causada por el crimen organizado y por la precariedad laboral. Lo que nos pre-ocupa son la incertidumbre y el miedo, el ambiente que respiramos y que es administrado por el gobierno. Si antes el miedo era un fenómeno relacionado con eventos específicos, hoy en día todo el mundo está constantemente lleno de pánico y ansiedad. En este contexto, al tiempo que se imponía una realidad atemorizante a través de los medios de comunicación y la producción cultural (lo sensible), los gobiernos peñanietistas y calderonistas aseguraban ser capaces de salvaguardar la seguridad física de los ciudadanos al luchar contra el crimen organizado, lo cual fue, como ya lo sabemos, una excusa para militarizar el país y crear un estado de excepción donde se ejerce la violencia de Estado, criminal y paramilitar.³⁵
Según Paul Virilio, la consecuencia de que impere un ambiente de miedo es que una comunidad de emociones
prevalece sobre una comunidad de intereses
, es decir, da lugar a una comunidad de emociones sincronizadas, pero con deseos e intereses fuera de ritmo.³⁶ Esta forma esquizofrénica de gobernar, que implica crear un ambiente de miedo para garantizar la seguridad de los ciudadanos, refleja las dos formas de gobierno (o control) que caracterizan al neoliberalismo: por un lado, está lo que describí atrás como poder profundo, desde donde dominan los súper-ricos, los pocos que dirigen los poderosos mercados financieros, las grandes corporaciones, la élite de los narcos y la casta de los políticos que actúa en nombre de sus intereses, los que están bien conectados y son políticamente poderosos. Esta oligarquía toma las decisiones en privado y a puertas cerradas, al tiempo que invisibiliza la maquinaria que pone en marcha para legitimar al neoliberalismo como sentido común.³⁷ Ello aunado a las nuevas formas de autoritarismo: vigilancia, estado de excepción al militarizar amplias regiones del país, violencia de Estado, criminalización del disenso, etcétera.
Teniendo esto en cuenta, mi hipótesis es que la implementación gradual de las políticas neoliberales fue indisociable de la transformación del neoliberalismo en sentido común y de su ubicuidad permeando la sensibilidad y el afecto de los sujetos. Es decir, el neoliberalismo se convirtió en una manera de aprehender el mundo y de generar conocimiento sobre él, un mundo en el que impera el pragmatismo para tomar decisiones enfocándose en los resultados (económicos u otras formas simbólicas de plusvalía) y maximizando los beneficios individuales. Es decir, no planteo aquí al neoliberalismo como ideología en el sentido clásico: como un conjunto de ideas que participan en la reproducción del orden pre-establecido y que contribuyen a mantener las relaciones de dominación y de explotación. Más bien, entiendo al neoliberalismo como la producción de sentido común basado en la racionalidad del interés propio y el deseo, y que no solo mantiene, sino que causa que proliferen las relaciones de poder (una red de control) proliferen. En otras palabras, considero al neoliberalismo como una sensibilidad que trabaja nuestros deseos más íntimos, colonizando los sueños, canibalizando nuestros ideales de libertad y regurgitándolos como estrategias de control social.
Otras razones por las cuales se instauró el neoliberalismo en México con gran facilidad tienen que ver, primero, con el hecho de que la mexicana es una sociedad desde siempre profundamente desigual, en la que todavía operan las estructuras socioeconómicas coloniales y relaciones piramidales de poder a partir de una jerarquía racial (o pigmentocracia); segundo, porque el neoliberalismo justifica la gratificación instantánea y la búsqueda de los intereses individuales. Dentro este marco, la felicidad y la realización propias se consideran metas y derechos inalienables. La invitación consumista a gozar (como dice el lema de Nike, Just do it
) funciona como soporte dentro de un proceso complejo de subjetivación cuya función es asegurar la aceptación del marco básico neoliberal de dominación: la fantasía del libre comercio.³⁸ Por lo tanto, podría entenderse el neoliberalismo como una forma de pensar, producir y distribuir los antagonismos y el goce al poner en escena una promesa de gratificación (eternamente diferida), y el poder como una compleja red de cuerpos inmersos en la aceleración diferencial de la realidad sensual a partir de su distribución en el espacio. Por ejemplo, las corporaciones trasnacionales y la lógica de la mercadotecnia les han dado forma a las ciudades y las han cambiado radicalmente, diferenciando (a nivel socioeconómico) y homogeneizando (a nivel sensible) paulatinamente lo que nos rodea. En ese sentido, el neoliberalismo opera en nuestra realidad sensual trabajando nuestras subjetividades a partir del deseo, la sensibilidad y el afecto, lo cual empapa al arte y la cultura; diferencia al tiempo que homogeneiza, moldeando vidas y deseos; confunde la información con el conocimiento, la comunicación con la información; le da forma al espacio y, por lo tanto, a las relaciones sociales; normaliza la violencia; crea modos de ver el mundo a partir de un sentido común que justifica la destrucción y el despojo con nociones de progreso y desarrollo, tratando de darle solución a la precariedad laboral con programas de auto-ayuda y de educación permanente.
El neoliberalismo es también una sensibilidad que establece los términos de empatía y simpatía, y que delineó un nuevo Otro
. Configurado como responsabilidad social
o trabajo social, ayudar al Otro
implica enfocarse en las llamadas disfunciones secundarias
del actual sistema capitalista, diseminando prácticas personales y administrativas como la tolerancia, el respeto, el diálogo, la transparencia y la colaboración social. En este sentido, el Otro
es una comunidad a venir
, el sujeto de derechos
y la población redundante, es decir, aquellos que estarán permanentemente fuera de los procesos del mercado global, así como de la educación, de los trabajos y del consumo. El Otro
neoliberal son también los fundamentalistas políticos y religiosos, fanáticos que están, por elección propia, fuera de los procesos de globalización y modernización. Estos Otros
a veces adquieren rostro en los medios, al espectacularizar sus subjetividades, pero obviando los procesos macro-económicos que los pusieron en situaciones que hacen que sus vidas corran peligro y sean precarias. Bajo el neoliberalismo, la obtención de beneficios es la esencia de la democracia, el consumo es la única forma de ciudadanía,