La historia de El Capital de Karl Marx
Por Francis Wheen
4/5
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«Los filósofos solo han interpretado el mundo de diversas maneras: se trata de cambiarlo», escribía Karl Marx en 1845. Esa es la esencia de El capital, una brutal denuncia del nuevo mundo capitalista de la era victoriana, cuyas ideas iban a cambiar la vida de millones de personas y alterar el curso de la historia. El capital nació en un pequeño apartamento de dos habitaciones en el Soho londinense, entre discusiones políticas y tragedias personales.
El primer volumen apareció en 1867 y fue recibido con tímidos elogios, pero tras la muerte de Marx influyó en pensadores, escritores y revolucionarios, desde George Bernard Shaw a Lenin. Francis Wheen muestra en esta obra brillante y amena cómo El capital, lejos de ser un árido tratado económico, es una especie de gran novela gótica, cuyos héroes están esclavizados por un monstruo que ellos mismos han creado: el capitalismo. Es más, como argumenta Wheen, mientras este perdure, El capital sigue siendo un libro que hay que leer y comprender.
Sobre Karl Marx la crítica dijo:
«Karl Marx tiene una energía y una pasión comprometida que me llenó de entusiasmo mientras lo leía… Un gran logro.»
Tom Paulin, The Guardian
«No es solo un mito más del tenebroso siglo XX lo que cae cuando se leen estas amenas páginas de Francis Wheen sobre el judío prusiano que se convirtió en caballero inglés.»
Ignacio Merino, El Mundo
«El último biógrafo importante de Karl Marx.»
ABC
«Una absoluta delicia.»
Niall Ferguson, MailonSunday
«Un libro maravillosamente entretenido y de lectura compulsiva.»
A.N. Wilson, TheSpectator
Francis Wheen
Francis Wheen is an author and journalist. He is a regular contributor to Private Eye and is the author of several books, including a highly acclaimed biography of Karl Marx which has been translated into twenty languages and the bestselling How Mumbo Jumbo Conquered the World. He recently wrote the screenplay for The Lavender List, a biopic of Harold Wilson's last days in government.
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Sep 10, 2013
Having read Das Kapital in college as part of my studies in Economic History I was intrigued when I came upon this title. What in this very short book could Mr. Wheen say about Karl Marx's massive tome? Surprisingly, he can and does say a lot about the genesis of Marx's work as well as its meaning and, most importantly, its impact. I remember my economic studies as having focused on the economic theories propounded by Marx and having been impressed that he shared with Adam Smith the subsequently debunked "labor theory of value". While this is mentioned in the section discussing Marx's views of "Industrial Capitalism" there is much more in Wheen's short book. There are three sections including "Gestation" and "Birth" where the background and publication of the work are discussed. But the final chapter, "Afterlife", is of the most interest because it narrates the way Marx's thought has permeated into our culture; a way not unlike the thought of Darwin, Freud, or even Einstein has. In Marx's case many people are unaware of their debt to him and while his economic ideas regarding Socialism have been dismissed by economists his thought still shapes much of the narrative about globalism and the world.
I always thought that Marx was heavily influenced by the thought of the philosopher Hegel. While that is certainly true, the author of this book provides evidence that as an writer and an artist he was also influenced by other writers like Balzac and Mary Shelley. Perhaps that is a better way to think about Marx; as an artist who creates a monster that turns against his master and refuses to be controlled. Unfortunately, the afterlife of the monster he unleashed lives with us still today. - Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
Oct 16, 2011
A short but sweet telling of the creation and birth of Marx's magnum opus, and its afterlife. Not as biographical as Isaiah Berlin's Marx or as relevant to today's economic situation as David Harvey's Enigma if Capital, but still interesting and informative, especially the description of Marx's self-doubt about his book's true merit. Readers new to Marx's ideas will find this book to be a good place to start exploring. - Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
Apr 27, 2011
Marx's Das Kapital: A Biography Books that changed the world by Francis Wheen is a little book under 150 pages. I checked this book out of the library and I really enjoyed it. I’m sure it sounds dull to many. While I’m not an economist I thought since we are going through a troubled economy at present, this book would be worthwhile to read. I’ve read The Communist Manifesto by Karl Marx but that was the only translated original work of his that I’ve read. This book was by Francis Wheen who did an excellent job. I really appreciated his writing style. He made it very entertaining and informative. From the early days in Marx’s life, illnesses in his home, growing up poor, his veracious reading and intelligence (at least that’s what I got out of reading this book), his interaction with Friedrich Engels, Engles’ criticism of his writing, and after translation of the original Das Kapital how it was read, interpreted and used by other countries. Wheen, for me, did an excellent job with his critique of the book and some of the ideas in it, and how other economist's ideas on the subject. It appeared that Wheen is a Marx fan and he gives a challenge to people in the modern age to take up where Marx left off and see what they can make of his ideas. I am an American and I love my country but I really do wonder about humanity, the greed and prices continuing to rise an ask myself, “How can this continue?” a lot. I’m sure it has something to do with supply and demand and the public keeping the prices down but so far I don’t see that panning out. I do not think, as Marx posits, that the Capital system will crash on its self and the Proletariat or working class will rise up. Maybe what we are currently seeing is all about that happening. I do like how Wheen help up the idea of production. Anyway, if any of you want to read this book and talk to me about it, I’d be happy to. I’d give this book 4 stars-it was great. Even though I prefer to base my thoughts on original sources rather than somebody else’s thought, I do not want to read 1000 pages of Marx’s magnum opus. Wheen said that Engels’ had too many critical comments about the writing, the difficult concepts and Marx’s lame excuse in his work basically saying, “It’s up to the reader to get the words and concepts” and he refused to break it down. I’m also thankful that I grew up in the United States of America where we can study this stuff openly. Thank God for America! - Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
Aug 3, 2010
Marx's Das Kapital is one of the most influential books of the modern era, but it is also over 1000 pages of torture and few people have the time or mental capacity. It ranks up there with Kant for pure incomprehensibility. This short biography of the book provides an excellent and understandable overview of how it came to be written, what it actually says, and how it has influenced others. Not being an economist I had trouble following the economic theories, but the literary aspect of the book was unknown and surprising. It's essentially written as a satire of the classic 17th and 18th century economic philosophers, Edmund Wilson called it one of the greatest ironic works ever written. Marx references 100s of great literary authors and works, including Tristam Shandy, which Das Kapital resembles with its endless digressions, and incredibly Frankenstein, which was a favorite of his. Marx was disappointed when no one took notice of its literary merits. Instead it was picked up by an obscure group of Russians who under Lenin molded the theory to include the concept of a "proletariat intelligentsia" (working class thinkers) to run the show, an idea Marx was against. Thus started the misuse of Marx by every dictator in the world up until this day. Ironically it is only in the West, with its freedom of academic discussion, that real Marxists can exist. This is a short book but dense with insight and ideas, it would reward reading again and I hope to do so, it's probably the closest I'll ever come to actually reading the book itself.
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La historia de El Capital de Karl Marx - Francis Wheen
Nota del traductor
La edición en castellano de este breve ensayo sobre El capital incluye, naturalmente, numerosas citas de la obra maestra de Karl Marx. Para no desorientar al lector que decida profundizar en ella, he optado por transcribir dichos pasajes a partir de las traducciones españolas de El capital previamente existentes. En el caso de los volúmenes I y II y del llamado «volumen IV» (Teorías sobre la plusvalía), me he servido de la edición traducida por Manuel Sacristán y editada por Crítica/Grijalbo: Karl Marx, El capital, libro primero, vol. 1, Grijalbo, Barcelona, 1976 (OME [Obras de Marx y Engels] 40); El capital, libro primero, vol. 2, Grijalbo, Barcelona, 1976 (OME 41); Karl Marx, El capital, libro segundo, Crítica, Barcelona, 1980 (OME 42), y Karl Marx, Teorías sobre la plusvalía. Primera parte: capítulos primero hasta séptimo y anexos, Crítica, Barcelona, 1977 (OME 45). En el caso del volumen III, he recurrido a la edición editada por Siglo XXI Editores: Karl Marx, El capital: crítica de la economía política; libro tercero: El proceso global de producción capitalista, traducción de Pedro Scaron, Siglo XXI, Madrid, 1975.
Aparte de las ediciones citadas, que el lector tal vez tenga dificultades para encontrar a causa de su relativa antigüedad, también cabe destacar otra más reciente y editada en formato de bolsillo: Karl Marx, El capital: crítica de la economía política, 8 vols., traducción de Vicente Romano García, Akal, Tres Cantos, Madrid, 2000.
Por último, si el lector está más interesado en una aproximación al conjunto de los escritos de Marx, una buena opción es Marx: Antología, en Jacobo Muñoz, ed., Editorial Península, Barcelona, 2002.
Introducción
La obra maestra desconocida
En febrero de 1867, poco antes de enviar el primer volumen de El capital a la imprenta, Karl Marx le insistió a Friedrich Engels para que leyera La obra maestra desconocida, de Honoré de Balzac. Según le dijo, la historia era en sí una pequeña obra maestra, «repleta de la más deliciosa ironía».
Desconocemos si Engels siguió el consejo de Marx. Si lo hizo, a buen seguro se percató de la ironía, pero también debió de sorprenderle que su viejo amigo hubiera disfrutado con la obra. La obra maestra desconocida narra la historia de Frenhofer, un gran pintor que dedica diez años de su vida a trabajar sin descanso en un retrato que revolucionará el arte al proporcionar «la más completa representación de la realidad».
Cuando Frenhofer permite finalmente que otros dos artistas, Poussin y Porbus, inspeccionen el lienzo una vez concluido, estos quedan horrorizados al ver un revoltijo de formas y colores, amontonados unos encima de los otros sin orden ni concierto. «¡Ah! —grita Frenhofer, malinterpretando la expresión de asombro de sus colegas—, ¡no esperabais encontraros con tanta perfección!» Pero luego acierta a oír que Poussin le dice a Porbus que Frenhofer descubrirá la realidad en un momento u otro; que ha pintado y vuelto a pintar tantas veces el cuadro que nada reconocible queda ya de él.
—Nada sobre mi tela —exclamó Frenhofer, mirando alternativamente a los dos pintores y su cuadro.
—¡Qué habéis hecho! —respondió Porbus a Poussin.
El anciano agarró con fuerza al joven del brazo y le dijo:
—¡No ves nada, payaso!, ¡granuja!, ¡bellaco!, ¡canalla! ¿Por qué has venido aquí? Amigo Porbus —continuó, volviéndose hacia el pintor—, ¿acaso también vos me estáis engañando? Responded. Soy vuestro amigo, decidme: ¿acaso he echado a perder mi cuadro?
Porbus, indeciso, no osó decir nada; pero la angustia pintada en el rostro del anciano era tan cruel que señaló la tela y dijo:
—¡Mirad!
Frenhofer contempló el cuadro durante unos instantes y se tambaleó.
—¡Nada! ¡Nada! ¡Y pensar que he trabajado diez años!
Se sentó en una silla y lloró desconsoladamente.
Tras expulsar a los dos hombres de su estudio, Frenhofer quema todas sus obras y se suicida.
Según el yerno de Marx, Paul Lafargue, el relato de Balzac «le causó una profunda impresión porque era en parte una descripción de lo que él mismo sentía». Durante infinidad de años, Karl Marx había trabajado arduamente en su obra maestra sin enseñársela a nadie, y en el transcurso de esa larga gestación, a quienes le pedían que les dejara ver la obra en curso solía responderles del mismo modo que Frenhofer: «¡No, no! Todavía tengo que darle unos retoques finales. Ayer por la tarde pensé que ya lo había concluido … Pero esta mañana, al verlo a la luz del día, me he dado cuenta de que estaba equivocado». En una fecha tan temprana como 1846, cuando el libro andaba ya con retraso, Marx le escribió a su editor alemán: «No puedo permitir que se publique sin haberlo revisado de nuevo, por lo que se refiere tanto al contenido como al estilo. No hace falta decir que un escritor que trabaja constantemente no puede, al cabo de seis meses, publicar palabra por palabra lo que escribió seis meses atrás». Doce años después, cuando el momento de concluir la obra parecía aún lejano, explicó que «la cuestión es proceder muy lentamente, porque, tan pronto como ha decidido uno finalmente la disposición de los temas a los que les ha dedicado años de estudio, estos empiezan a revelar nuevos aspectos y a requerir ser pensados con mayor profundidad». Marx, un perfeccionista obsesivo, estaba siempre buscando nuevos colores para su paleta: estudiaba matemáticas, leía acerca del movimiento de los cuerpos celestes o aprendía ruso para poder leer libros sobre el sistema agrario del país. O, por citar de nuevo a Frenhofer: «¡Ay de mí! Por un instante pensé que había concluido mi obra; pero está claro que he errado en algunos detalles, y no me voy a quedar tranquilo hasta haber disipado mis dudas. He decidido viajar y visitar Turquía, Grecia y Asia en busca de modelos, para comparar mi cuadro con naturalezas diversas».
¿Por qué se acordó Marx del relato de Balzac justo cuando se estaba preparando para presentar en público su obra más importante? ¿Temía que también él hubiera trabajado todos esos años en vano? ¿Que su «completa representación de la realidad» resultara ininteligible? A buen seguro Marx se sentía inquieto —su carácter era una curiosa mezcla de absoluta confianza en sí mismo y dudas angustiosas—, y trató de adelantarse a la crítica escribiendo las siguientes palabras en el prólogo: «Presupongo, naturalmente, lectores que quieran aprender algo nuevo y, por lo tanto, pensar también ellos mismos». Pero lo que más debería sorprendernos de su identificación con el creador de la obra maestra desconocida es que Frenhofer es un artista, no un especialista en economía política, un filósofo, un historiador o un polemista. La «más deliciosa ironía» presente en La obra maestra desconocida, como se encargó de señalar el escritor estadounidense Marshall Berman, es que en ella Balzac describió a la perfección una pintura abstracta propia del siglo XX, y el hecho de que el escritor francés no pudiera saberlo no hace más que aumentar la resonancia. «La cuestión es que, allí donde una era solo ve caos e incoherencia, una era posterior o más moderna puede descubrir en ello sentido y belleza —afirmó Berman—. Así pues, el carácter abierto de la última obra de Marx puede enlazar con nuestra época de un modo en que las obras más acabadas
del siglo XIX no pueden: El capital va más allá de las obras bien delimitadas del siglo en que vivió Marx para adentrarse en la modernidad discontinua del nuestro.» Al igual que Frenhofer, Karl Marx era un modernista avant la lettre. Las famosas palabras que escribió en el Manifiesto comunista acerca de la confusión («Todo lo sólido se disuelve en el aire») prefiguraban al hombre vacío y la ciudad irreal descritos por T. S. Eliot, o la frase de Yeats según la cual «las cosas se desploman, el centro no puede sostenerse». Al tiempo que escribía El capital, Marx estaba abandonando la prosa convencional para adentrarse en el collage literario radical (mediante la yuxtaposición de voces y citas procedentes de la mitología y la literatura, de los informes de los inspectores fabriles y de los cuentos de hadas, a la manera de los Cantos de Ezra Pound o La tierra baldía de Eliot). El capital es tan disonante como la música de Schoenberg, tan espeluznante como los relatos de Kafka.
Karl Marx se veía como un artista creativo, un poeta de la dialéctica. «En lo tocante a mi obra, seré sincero contigo —le escribió a Engels en julio de 1865—. Cualesquiera que sean los defectos que puedan tener, mis escritos tienen la ventaja de que conforman un todo artístico.» A la hora de comprender mejor los motivos e intereses materiales de la gente, Marx se fijaba en los poetas y los novelistas, no en los filósofos o los ensayistas políticos. En una carta escrita en diciembre de 1868 transcribió un pasaje de otra obra de Balzac, El cura de aldea, y le pidió a Engels que corroborara la exactitud de la descripción valiéndose de sus conocimientos en materia de economía práctica. (El conservador y monárquico Balzac puede parecernos un referente inverosímil, pero Marx siempre mantuvo que los grandes escritores tienen visiones acerca de la realidad social que trascienden sus prejuicios personales.) En caso de haber querido escribir un tratado de economía al uso, lo habría hecho, pero Marx era mucho más ambicioso que eso. Berman describe al autor de El capital como «uno de los gigantes atormentados del siglo XIX —junto con Beethoven, Goya, Tolstói, Dostoyevski, Ibsen, Nietzsche y Van Gogh— que nos vuelve locos, como se volvieron locos ellos mismos, pero cuya angustia generó buena parte del capital espiritual en el que todavía nos basamos».
Sin embargo, ¿a cuántas personas se les ocurriría incluir a Karl Marx en una lista de grandes escritores y artistas? Incluso en nuestra época posmoderna, muchos lectores potenciales malinterpretan la narrativa fragmentaria y la discontinuidad radical de El capital como una consecuencia de su carácter informe e incomprensible. El principal propósito de mi libro es convencer al menos a algunos de estos lectores de que le echen de nuevo un vistazo; cualquiera que esté dispuesto a esforzarse por entender a Beethoven, Goya o Tolstói debería ser capaz de «aprender algo nuevo» con la lectura de El capital —en primer lugar, porque su objeto de estudio rige aún nuestras vidas—. Tal como se pregunta Marshall Berman, ¿cómo puede acabar El capital si el propio capital perdura?
No resulta extraño que Marx nunca finalizara su obra maestra. El primer volumen fue el único en aparecer en vida del autor, y los volúmenes posteriores los compilaron otros tras su fallecimiento, basándose en notas y borradores encontrados en su estudio. La obra de Marx tiene un final tan abierto —y, por tanto, tan flexible— como el propio sistema