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Contratado por Alexander Carmichael III, el jefe de una poderosa dinastía en Boston, Gabe estaba en busca de Chelsea, la hija fugitiva de Carmichael. Las pistas lo llevaron a Gales – de ahí mi participación – y luego al sur de Francia.
Entre el brillo y el glamour del sur de Francia los acontecimientos tomaron un giro peligroso – alguien estaba fabricando y detonando bombas, y ese alguien se había vuelto íntimamente asociado a Chelsea.
Nos encontramos en una carrera contra el tiempo, debíamos evitar una explosión y la pérdida de muchas vidas inocentes, y regresar a casa para dar a luz a mi bebé.
Hannah Howe
Hannah Howe ist eine offizielle Bestsellerautorin auf Amazon. Ihre Sam-Smith-Krimireihe war zehnmal an der Spitze der Amazon-Bestsellerliste und die Reihe Anns Krieg neunmal. Ihr eigenständiger Roman „Saving Grace“ erreichte außerdem bei seiner Veröffentlichung Platz 1 in Australien. Aktuell schreibt Howe weiter an der Sam-Smith-Krimireihe sowie an zwei neuen Reihen: „Eves Krieg, Heldinnen der Special Operations Executive“ und „The Olive Tree, A Spanish Civil War Saga“. Weitere Details finden Sie unter https://hannah-howe.com
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Dañada - Hannah Howe
DAÑADA
Con amor, para mi familia
Capítulo Uno
Me senté en mi escritorio a comer arroz con leche. Dos semanas para el Gran Día. Dos semanas para que nazca la bebé. Si una semana era mucho tiempo en política, entonces dos semanas parecían ser una eternidad en un embarazo. Ya había tenido suficiente, no de estar embarazada, de estar en un limbo. No podía esperar para ver a Carys. No podía esperar para abrazarla, besarla, alimentarla. Pero debo esperar. Dos semanas más. Me acaricié el vientre y suspiré.
Nuestra oficina era una colmena de actividades. Faye estaba en su escritorio, escribiendo un informe en la computadora. Había renunciado a sus lentes de contacto y optado por usar sus anteojos. Honestamente, los anteojos le quedaban bien. Sus ojos azules verdosos eran su mejor atributo y sus nuevos anteojos los realzaban, los hacían parecer más grandes.
Los dedos de Faye bailaban sobre el teclado. De vez en cuando se detenía y fruncía el ceño. Se arremangó para indicar que esto iba en serio. Un verano gris hacía necesaria una capa extra de ropa. Este año nos faltaba la vitamina D que producía el sol. De hecho, Faye había recurrido a tomar suplementos para la salud.
Tamara estaba en su escritorio y hablaba por teléfono con un cliente. Aunque tenía problemas de espina bífida desde su nacimiento, esa afección no era un obstáculo para su ritmo de trabajo ni para su rendimiento. De hecho, era muy inteligente y extremadamente atlética. En su silla de ruedas, participaba de una amplia gama de actividades deportivas, algunas de las cuales ganaba, y en otras se mantenía competitiva.
Tamara también usaba anteojos. Quizás ver a Tamara con anteojos había persuadido a Faye de abandonar sus lentes de contacto. Faye estaba contenta con su novio Blake. Mientras su relación avanzaba, ella había dejado ciertos aspectos de su vanidad; subconscientemente, ya no se esforzaba tanto por complacer ni lucir perfecta
.
Me paré, estiré mi espalda y caminé balanceándome como un pato hasta la ventana. Nuestra oficina del ático tenía vista hacia la Bahía de Cardiff. Observé la bahía, los botes que se mecían en el agua, y luego miré al otro lado hacia un edificio de oficinas, esperando poder ver al atractivo hombre que trabajaba allí de arquitecto. No estoy segura de por qué estaba tan fascinada con él. Estaba contenta con mi esposo y no tenía planes de dejarlo. Quizás solo era instinto humano natural. Además, ofrecía una distracción bienvenida, sobre todo en un día gris. No había visto al atractivo hombre por más de una semana. Quizás estaba de vacaciones.
Nuestro vecino más cercano, un amigable Rastafari, estaba feliz consigo mismo. Trabajaba en la ciudad y en su tiempo libre escribía música de fondo para películas, radio y televisión. El trabajo de la ciudad le aburría y quería dedicar todo su tiempo a escribir música. Un contrato reciente lo había puesto en el camino de cumplir su sueño. Cada vez que nos veía, nos ofrecía una generosa sonrisa. Algunas personas tienen la habilidad natural de levantarte el ánimo.
Faye levantó la mirada del teclado y Tamara dejó su teléfono. Percibieron que yo quería su atención.
Entonces,
dije, ahora me iré, por seis meses; ¿Saben lo que hacen?
Todo está listo,
respondió Faye. Vete. Tómate un descanso. Vuelve en seis meses. La oficina está funcionando como un reloj nuevo.
Asentí y luego me giré hacia Tamara. ¿Algún problema?
Pregunté.
No realmente,
contestó. Excepto que tenemos una persona que llama regularmente, una mujer joven con un fuerte acento de Yorkshire. Está usando la agencia como una línea de ayuda, busca consejos sobre problemas familiares con sus padres. Alquila un apartamento, pero no vive allí. Es infeliz viviendo con sus padres, pero se niega a irse. No sé qué cree que nosotras podemos hacer. Es muy extraño.
Dale información sobre líneas de ayuda de apoyo emocional,
sugerí. Ellos pueden ofrecerle la ayuda que necesita. Quizás se siente sola y simplemente quiere alguien con quien hablar.
Creo que esa es la raíz del problema,
dijo Tamara. Se queja de sus padres, tiene un apartamento amoblado, pero no se muda allí. No la comprendo. Es muy extraña.
La gente es extraña,
contesté haciendo una mueca, cruzando los ojos.
En la escuela, mi habilidad de cruzar los ojos voluntariamente me salvó de algunos bravucones. Los desarmaba, los hacía reír. Mi gesto hizo reír a Tamara. Fue un sonido encantador, agradable de oír ya que algunas veces ella podía ser intensa.
¿Hiciste algún progreso en el caso Denton?
Le pregunté a Faye.
Sospecho que el señor Denton está teniendo un amorío,
respondió Faye, pero todavía no hay pruebas. Cada mes más o menos se va de viaje a España, aparentemente por negocios. Creo que debo seguirlo a España. He discutido esto con la señora Denton y no le importan los gastos. La duda la está carcomiendo. Solo quiere averiguar la verdad sobre su esposo, incluso si eso significa descubrir un amorío.
¿En qué negocio está él?
Pregunté.
Goma,
contestó Faye.
Tamara soltó una risita. Un chiste privado. No pregunté más.
Si la señora Denton está feliz con los gastos,
dije, creo que deberías seguir a su esposo a España.
Lo haré,
respondió Faye.
La rama de seguridad de nuestro negocio iba bien y demostraba ser una buena fuente de ingresos. Sin embargo, a causa de la reciente pandemia, nuestro trabajo de huésped misterioso se había acabado. Los sectores de vacaciones y ocio estaban sufriendo. La mayoría de sectores estaban sufriendo, pero de alguna manera, nosotras nos las habíamos arreglado para subsistir.
Carys nacería en un mundo turbulento, un mundo afectado por una crisis de salud y una crisis climática. ¿Nuestra generación era única en tener que enfrentar estos desafíos, o siempre había sido así? Las generaciones pasadas habían luchado en guerras mundiales. Nuestros ancestros no habían tenido una vida fácil.
Una vez más, miré por la ventana y admiré la vista. Para mi regreso, esa vista seguiría prácticamente igual. Sin embargo, mi vida sería totalmente diferente. Sería un desafío hacer malabares con la familia y los compromisos laborales. Pero me gustaban los desafíos. Te desarrollas como persona cuando enfrentas desafíos.
Okay,
dije. Me voy. Dejaré todo en sus hábiles manos.
Caminé balanceándome como un pato hacia la puerta, pero sentí que no quería irme.
Vete,
dijo Faye. Podemos con esto.
Si surgiera algo...
Podemos con esto,
repitió Faye. Suspiró, exasperándose. Pero si necesitáramos tu ayuda, te llamaremos. Vete, tómate un descanso; disfrútalo. En dos semanas estarás ocupada todo el día. Tómate este descanso mientras puedas.
Lo haré,
dije. Pero si me necesitaran...
Faye me miró con ira. Buscó una lapicera y apuntó a mi cabeza.
Ya me voy,
dije.
Capítulo Dos
Conduje a casa, a través de la ciudad hasta St. Fagans. El tráfico estaba tranquilo. El cielo estaba gris, con el sol escondido detrás de las nubes. En la radio sonaba Orchard Road
de Leo Sayer. No había escuchado esa canción por un tiempo y me acordé de su buena calidad.
Luego, siguió Bird of Paradise
de Snowy White. Era una hermosa canción. Quise cantarla, pero me contuve. Yo cantaba horrible, asesinaba
canciones. Si me acusaran y me llevaran a Old Bailey, me darían noventa y nueve años de condena.
Escuchaba estaciones de radio retro. Algunas veces, entrevistaban a viejas estrellas de rock. Algunas de esas estrellas ahora estaban en sus setentas; otras en sus ochentas. Yo asociaba el jazz y los blues con la vejez; el rock era música de los jóvenes, al menos al principio. Por supuesto, en sus inicios muchos consideraban al rock una moda pasajera, pero seguía teniendo éxito. Es más, algunos de esos veteranos todavía sentían el deseo de tocar o crear música. Eso me parecía admirable y apreciaba su dedicación y espíritu.
La bebé pateaba al compás de la música. Tenía ritmo natural. Cuando pisé el freno con fuerza en un cruce, me ofreció una violenta patada. No aprobaba mi forma de conducir. Me disculpé y seguimos.
Había vendido mi Porsche y comprado otro Mini. Pensándolo bien, no estoy segura de por qué compré el Porsche en primer lugar. Creo que esa compra estaba vinculada con una crisis de mediana edad y con la creencia de que nunca quedaría embarazada. En retrospectiva, esa decisión fue una locura. Todos cometemos errores. No vivimos en una burbuja de sentido común.
En casa, encontré a Alan preparando la cena, una simple ensalada. Él trabajaba todo el día, principalmente en su oficina de psicólogo, pero la mayoría de las veces era quien preparaba la comida de la noche. Me consentía. Yo tenía suerte; jamás ignoraba ni olvidaba esos hechos.
Me paré en puntas de pie, puse la mano en su hombro y besé su mejilla. Me consientes,
le dije.
Alan sonrió. Solo quiero lo mejor para ti y nuestra bebé.
Yo también quiero lo mejor para ella,
contesté, pero no voy a consentirla. Con berrinches no logrará nada y eso de seguro lo aprenderá. Nuestra hija será amada y bien criada. No será una engreída. Voy a ser firme con eso.
Alan se encogió de hombros. Quizás sus genes decidirán su personalidad.
¿Naturaleza o crianza?
Él picó una cebolla de verdeo, la mezcló en la ensalada y respondió, Estamos a punto de averiguarlo.
Fui hacia el lavabo y me lavé las manos. Si bien no era obsesiva, siempre había sido de esas personas que se lavan las manos con regularidad, y la reciente pandemia había reforzado ese hecho. La pulcritud nos acerca a la divinidad,
solía decir mi difunta madre. No estoy segura de por qué decía eso si ella no creía en Dios y cuando yo era pequeña mis manos siempre estaban cubiertas de lodo. De hecho, en una de mis fotografías favoritas de la infancia, yo aparecía con las manos sucias y con manchas de lodo por todo mi sonriente rostro.
Alan rebanó un pepino y dos tomates. Él tomaría una licencia por paternidad cuando la bebé naciera; solo por dos semanas, pero serían dos importantes semanas que nos darían un tiempo para unirnos y adaptarnos.
Quince días para el nacimiento de la bebé. Todo estaba organizado. Su habitación estaba lista. Mi agencia estaba en buenas manos. Podía relajarme. Sin embargo, no estaba segura de poder quedarme quieta por quince días. Físicamente podía descansar, pero desde mi infancia siempre había tenido una mente activa. Necesitaría algo en que ocupar mi mente.
Acertijos de ajedrez, eran buenos, pero solo podías completar una cierta cantidad antes de perder el interés. Lectura. Tenía una pila de libros en mi mesa de luz; podía ponerme al día con mi lectura. Mis ancestros. Quizás podía hacer un serio intento para armar mi árbol genealógico. Quizás me sumergiría en el pasado. Eso sonaba bien. Descubriría las raíces de Carys. Me sumergiría en el pasado.
Mientras Alan rebanaba una remolacha recién cosechada de nuestro jardín, fui hasta donde estaban su maletín y un trabajo de investigación.
¿Qué es esto?
pregunté mientras analizaba las hojas.
Estoy escribiendo un informe sobre la aracnofobia,
respondió Alan.
Arañas,
dije. Puedo entender por qué las arañas incomodan a algunas personas, pero a mí no me molestan.
Lo bueno de las fobias objetivas como la aracnofobia,
dijo Alan, es que las personas fóbicas responden bien a la desensibilización. Básicamente, empiezas con la imagen de una araña pequeña. Sigues con imágenes de arañas más grandes, y luego la araña real en un ambiente seguro, como una caja de cristal. La etapa final se centra en familiarizarse con una araña en su hábitat natural. Yo aliento a mis clientes a ponerles nombre a las arañas. Cuando agregas ese grado de familiaridad, el objeto temido se vuelve menos aterrador.
Alan revisó el horno. Estaba horneando papas y cocinando pollo. Como carnívoro, disfrutaba la carne. Como vegetariana, yo disfrutaba los sustitutos de la carne. Carys comería carne hasta que tuviera edad suficiente para decidir sus preferencias alimenticias ella misma. Yo tenía la sensación de que la crisis climática haría que mucha gente dejara de consumir carne, ya sea por decisión propia o por un cambio forzado en los métodos de cultivo.
Mientras miraba por la ventana de la cocina, noté una camioneta de mudanza y nuevos vecinos. Éramos afortunados de vivir en una casa señorial renovada del siglo dieciséis; me encantaba. Nuestros vecinos vivían en una propiedad similar. Nuestras casas estaban aisladas y solo había algunas otras en la misma calle. Eran privadas y estaban rodeadas por enormes jardines. Nuestra casa no era una mansión de ningún tipo, pero era un cómodo hogar para una pequeña familia.
La casa de nuestros vecinos era más grande que la nuestra. Esto sugería que nuestros nuevos vecinos eran personas adineradas. Me paré en puntas de pie y me asomé por la ventana. Quería echar un vistazo a nuestros nuevos vecinos – Sam, la detective,