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Hermetismo

Este documento analiza las conexiones léxicas y semánticas entre el Corpus Hermeticum y los versos de dos poetas españoles del siglo XVI: Francisco de Aldana y San Juan de la Cruz. Discute cómo estos poetas recrean e invierten el proceso hermético de la Creación en sus poemas, reconociendo la belleza divina reflejada en la naturaleza y buscando volver al estado primordial y puro a través de la contemplación y el reflejo de esa belleza. Específicamente, analiza cómo Aldana describe su alma como un

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Este documento analiza las conexiones léxicas y semánticas entre el Corpus Hermeticum y los versos de dos poetas españoles del siglo XVI: Francisco de Aldana y San Juan de la Cruz. Discute cómo estos poetas recrean e invierten el proceso hermético de la Creación en sus poemas, reconociendo la belleza divina reflejada en la naturaleza y buscando volver al estado primordial y puro a través de la contemplación y el reflejo de esa belleza. Específicamente, analiza cómo Aldana describe su alma como un

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EL LXICO DEL HERMETISMO EN ALGUNOS VERSOS DE SAN JUAN DE LA CRUZ Y FRANCISCO DE ALDANA

SUSAN BYRNE

Universidad de Fordham

El Corpus Hermeticum es un grupo de tratados procedentes de los comienzos de la Era comn, traducidos al latn por primera vez en 1471.1 Para los humanistas renacentistas, el autor de los tratados, Hermes Trismegisto, represent el principio de todo pensamiento religioso y filosfico, y Marsilio Ficino lo coloc primero o segundo en la lnea de eruditos de su prisca theologia que empez con Zoroastro y/o Hermes Trismegisto y termin con Platn.2 Los catlogos de manuscritos humansticos incluyen noticia de por en castellano para fines del siglo XV y,3 para fines del XVI, ya haba de la obra en latn y varias ms en las lenguas vernculas, inclusive el e italiano.4 El pensamiento hermtico encontraba asiento tanto en la espaola de la poca.5 lo menos dos manuscritos dos docenas de ediciones francs, holands, espaol prosa como en la poesa

Me propongo sealar unas conexiones lxicas y semnticas entre estos textos hermticos y los versos de dos poetas espaoles del siglo XVI: Francisco de Aldana y San Juan de la Cruz, especficamente en cuanto a su recreacin e inversin potica del proceso hermtico de la Creacin, cuando las voces poticas reconocen y reconciben en s la hermosura dejada por la divinidad en aquel momento, para reflejarla y as volver al estado primordial, puro, divino y andrgino. En el primer tratado del CH, Hermes relata cmo le vino en un espacio onrico-meditativo la primera visin de Poimandres, la de un cuerpo inmenso que le habl: me llamaba por mi nombre, y de este modo proclamaba: Qu es, oh Hermes, lo que quieres or y ver? Qu es lo que deseas distinguir y entender? {CH I).6 Hermes le contest que quera entender la naturaleza de las cosas y conocer a Dios, y Poimandres le instruy: Abrzame con la mente, y yo te ensear
1 CH en adelante, siempre para la edicin de Adrien Turnbe, Mercurii Trismegisti Poemander, seu de Potestate ac sapientia divina. Aesculapii definitiones ad Ammonem regetn, Pars, 1554. 2 Vid. Francs Amelia Yates, Giordano Bruno and the Hermetic Tradition, Chicago y Londres, University of Chicago Press, 1991 [1964], pgs. 14-15. 3 Vid. Paul Oskar Kristeller, Iter italicum: a finding list of uncatalogued or incompletely catalogued humanistic manuscripts oftbe Renaissance in Italian and other librarles, Leiden, E.J. Brill, 1993. 4 Vid. Brian P. Copenhaver, Hermtica. The Greek 'Corpus Hermeticum and the Latin Asclepius in a new English translation, tvith notes and introduction, Cambridge, Cambridge University Press, 1992, pgs. xlviii-xlix. 5 Vid. Susan Byrne, El Corpus Hermeticum y tres poetas espaoles: Francisco de Aldana, fray Luis de Len y San fuan de la Cruz. Conexiones lxicas y semnticas entre la filosofa hermtica y la poesa espaola del siglo XVI, diss.,

Gradate Center, CUNY, 2004, Ann Arbor, UMI, 2004, ATT 3144083. 6 Aqu y en adelante, traduccin ma donde cito por CH. Actas del VII Congreso de la AISO, 2006, 129-135

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todo lo que deseas, luego le revel una luz hermosa que le atraa al mirarla, antes de emitir una sombra serpenteante que lanzaba vientos retumbantes (CH 1-2). Ms tarde en el mismo tratado, Poimandres le describe el momento en que el hombre primordial, una vez creado por la divinidad, tambin quera crear. La narracin combina aspectos de las historias bblicas (de Adn y Cristo) y mitolgicas (de Narciso) con una atraccin inversa a la del relato de aquella primera visin de Hermes, es decir, una que atraa desde arriba hacia abajo: por querer crear como el ser divino, el hombre primordial rompi el velo entre los espacios celestial y terrenal, se baj a la naturaleza y al verse reflejado en sus aguas: se enamor de ella y dese habitarla... su deseo se hizo acto y habit la forma irracional: la naturaleza acogi a su amado, lo envolvi por entero y se unieron, pues se haban enamorado (777 L 14).7 La imagen cogida en las aguas era la de s mismo, y el hombre se adentr en ella reflejndose y enamorndose consigo mismo. Y como al Narciso mitolgico su cada le cost la prdida de su prometida larga vida,8 por esta cada al enamorarse el hombre primordial hermtico pierde su inmortalidad. Cmo volver al estado divino puro es una de las lecciones constantes de los textos hermticos, empezando con la primera visin de Poimandres y su instruccin a Hermes, de abrazarle a l con la mente para empezar el aprendizaje. Tanto como Hermes, el poeta espaol Francisco de Aldana tambin oye una llamada, la de la eterna beldad que el poeta contesta desde dentro, repitiendo e invirtiendo la experiencia de la unin del hombre primordial hermtico con la naturaleza por adentrarse en s mismo al punto de hacerse eco, es decir, de reflejarse auditivamente y contestar desde dentro la llamada de la misma figura primordial:
en algn alto y solitario nido pienso enterrar mi ser, mi vida y nombre y, como si no hubiera ac nacido, estarme all, cual Eco, replicando al dulce son de Dios, del alma odo. Y, qu debiera ser, bien contemplando, el alma sino un eco resonante a la eterna beldad que est llamando y, desde el cavernoso y vacilante cuerpo, volver mis rplicas de amores al sobrecelestial Narciso amante. (XLV, w. 53-63)'

No es este el Narciso ovidiano con su leccin ex contraria, todava vigente en el siglo XVI,10 contra la vanidad y el peligro de la belleza ilusoria, sino una apropiacin atrevida del nombre del personaje mitolgico para ponrselo a la figura hermtica, una sntesis para atribuir a esa figura mitolgica la procedencia sobrecelestial del hombre primordial. Adems, Aldana nos ofrece el smil del poeta cual Eco, conque se escribe a s mismo en la tradicin de Hermes escriba-poeta-transmisor de la palabra divina. La sntesis eclctica de Aldana fuerza nuevas lecturas del mito, de la doctrina
7 Aqu y en adelante, al indicar TH, cito de Textos hermticos, ed. y trad. Xavier Renau Nebot, Madrid, Gredos, 1999, una traduccin al castellano del texto griego. Este acto se ha descrito como un pecado (Renau Nebot 83, nota 27) y Dodd lo compara con la tradicin bblica: vid. Charles H. Dodd, The Bible and the Greeks, London, Hodder & Stoughton, 1964 [1935], pgs. 154-55, pero me parece ms acertada la defensa atenuante de Joas: vid. Hans Joas, The Gnostic Religin. The Message of the Alien God and the Beginnings of Christianity, Boston, Beacon Press, 1963 [1958], pgs. 164-65. 8 Liriope pregunta: Tendr larga vida mi hijo?, y el adivino Tiresio pronostica: Si se non noverit (Metamorfosis III. 348). Cito de Ovid. Metamorphoses, trad. Frank Justus Miller, Loeb Classical Library, vols. 42-43, Cambridge, MA, Harvard University Press, 1994 [1916], 9 Aqu y en adelante, cito de la edicin de Lara Garrido: Francisco de Aldana. Poesas castellanas completas, ed. Jos Lara Garrido, Madrid, Ctedra, 1985. 10 Vid. Louise Vinge, The Narcissus Theme in Western European Literature up to the Early 19b Century, trads. Robert Dewsnap et al., Lund, Sknska Centraltryckeriet, 1967, caps. III y IV.

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El lxico del hermetismo en algunos versos de San Juan de la Cruz y Francisco de Aldana cristiana y de la filosofa hermtica. El error de los dos personajes del mito, enamorarse de una belleza insustancial, se convierte en los versos de Aldana en el acierto hermtico de escuchar y reflejar la belleza eterna. El peligro que amenazaba a Narciso, de conocerse y perder su larga vida, se cambia por el conocerse positivo del hermtico, conque el ser que se conoce por ms que hombre ac nacido trasciende lo corpreo para reconocer su, y la, esencia divina.11 El Dios del verso 63 es, sin duda, el de los cristianos pero se describe a la vez con dos imgenes osadas: la hermtica de la eterna beldad que est llamando y la que combina las figuras hermtica, cristiana y mitolgica en el sobrecelestial Narciso amante. En otros versos de la misma obra, Aldana nos dice que su alma, levantada:
cual pece dentro el vaso alto, estupendo, del ocano ir su pensamiento desde Dios para Dios yendo y viniendo. Serle all quietud el movimiento, cual crculo mental sobre el divino centro, glorioso origen del contento (XLV, w. 85-90)

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Los prrafos hermticos y los versos de Aldana se asemejan bastante: las rplicas de amores y el crculo mental sobre el divino / centro tanto responden al consejo de Poimandres: Abrzame con la mente... como reflejan a la inversa el acto del hombre primordial, el amor y el deseo de habitar la forma. La eterna beldad le est llamando al poeta tal como la voz de Poimandres me nomine vocans a Hermes. El cavernoso y vacilante / cuerpo desde el cual el alma se hace eco resonante de esa eterna beldad tiene su analoga en los vientos retumbantes del hermtico, procedentes de la sombra serpenteante. Podemos leer el Cntico espiritual de San Juan de la Cruz como otra recreacin con inversin de la historia hermtica, en que la voz potica corre por la naturaleza en busca del Amado, encuentra all el reflejo de la belleza divina dejada e intenta efectuar una re-unin. A diferencia de las imgenes auditivas de Aldana, las del santo son visuales aunque sugerentes de una visin mucho ms perspicaz que la de los ojos corporales:12
Mil gracias derramando pas por estos sotos con presura; y, yndolos mirando, con sola su figura vestidos los dex de [su] hermosura.
{.Cntico, 5)13

Yndurin pone entre corchetes el pronombre [su] y seala que una serie de manuscritos incluyen el su en este verso donde l decide suprimirlo por aspirar la 'h' de hermosura y as lograr las 11 slabas del endecaslabo (250, nota).14 Pero en la creacin hermtica, el amado se enamora de la naturaleza y se une con ella despus de haberse visto reflejado en ella, as dejndola vestida con la forma, es decir, la figura de su hermosura. Ofrezco aqu la posibilidad del mismo intento por parte del santo con el su del verso; propongo que en vez de recurrir al recurso potico de la silabificacin, ser mejor leer la naturaleza como espejo que guarda en s el reflejo de la hermosura del amado primordial.
11 Demum qui seipsum cognouit, bonum quod est super essentiam consecutus est (CH 8); ut homo ments particeps seipsum animaduerteret (CH 9). 12 Los dos sentidos -or y ver- son los destacados por Poimandres en sus lecciones a Hermes: Sic, inquit, cogita, quod in te videt & audit, verbum domini (CH 3). En la versin ovidiana del mito de Narciso, hay tambin dos reflejos: el auditivo de Eco y el visual de Narciso. Aldana opta por el audit del imago vocis, y el santo, por el videt del

Aqu y en adelante, cito de San Juan de la Cruz. Poesa, ed. Domingo Yndurin, Madrid, Ctedra, 2000. Elia y Mancho lo quitan sin comentar la decisin editorial: vid. San Juan de la Cruz. Cntico espiritual y poesa completa, eds. Paola Elia y Mara Jess Mancho, Barcelona, Crtica, 2002, Cntico 5, nota 25, pg. 11.
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La inversin del proceso de esta unin primordial lleva consigo la vuelta del ser atrapado en la materia a su estado puro y por tanto divino.15 En la octava estrofa del Cntico, San Juan aade a la bsqueda la imagen de flechas que daan desde dentro dificultando la vida terrenal al concebir otra:
Mas, cmo perseveras, o vida!, no viviendo donde vives,16 y haziendo por que mueras las flechas que recives de lo que del Amado en ti concives? (.Cntico, 8)

Para recuperar su propia divinidad, hay que reconocer y reconcebir en s la hermosura dejada en el momento en que la naturaleza se uni con el ser primordial. Segn Poimandres, por este nacimiento de doble esencia, el hombre es capaz de un entender sensorial y de un concebir intelectual: al primero [dios], que es el bien incorpreo de la mente, lo concibe con la mente {CH 44-5). En su comentario al segundo tratado, Ficino lo describe un -parto del alma17, y, en otro fragmento, Hermes se jacta de haber podido entender-concebir con los ojos de la mente: Oh padre, entiendo (concipio) no por el ver de los ojos, sino por acto mental, que se realiza por las fuerzas ntimas (CH 94). En el lxico del santo, son las flechas de la luz divina que le permite trascender su estado mortal al concebir su origen. En otra estrofa del Cntico, el santo busca en la christalina fuente el reflejo del amado interior, esa parte divina del ser que baj a la naturaleza y asumi la forma corporal: el Cristo de los cristianos y el hombre primordial hermtico:
O christalina fuente, si en esos tus semblantes plateados formases de repente los ojos deseados que tengo en mis entraas dibuxados! (Cntico, 12)

Los ojos all dibujados dentro son los del pensamiento, los capaces de percibir a la divinidad por acto mental, como nos dice Hermes (mente concipif); el reflejo ser el del hombre primordial, cuya forma habita las aguas de la naturaleza primitiva. Despus de haber alcanzado la unin, el santo emplea las mismas imgenes de la hermosura del amado vista en la naturaleza y, ms especficamente, en el agua pura, para pedir que juntos se adentren an ms:
Gozmonos, Amado, y vamonos a ver en tu hermosura al monte y al collado, do mana el agua pura; entremos ms adentro en la espesura. (Cntico, 36)

Otra vez el pronombre posesivo es necesario: tu hermosura es la que dejabas en la naturaleza al unirte con ella. La espesura del santo es la Cristis vmbra corporal para Poimandres, quien nos explica: porque la sombra tiniebla es la raz del propio cuerpo, de ella surgi la naturaleza h15 Para Aldana y San Juan, la posibilidad de realizar la unin divina no era problemtica ni implicaba hereja: se sentan capaces y capacitados, viajeros entre los dos mundos, corpreo e incorpreo. Las lecciones hermticas ofrecan un modelo. 16 Aqu, vida ser alma, que no vive donde vive por ser parte del nous, pensamiento divino incorpreo. Segn el hermtico, la muerte del cuerpo trae consigo la disolucin de la unin cuerpo-pensamiento, librando a ste para volver a su fuente, el nous divino. 17 Non enim id de corpreo, sed animae partu concipe (CH 22, Comentario).

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meda y de sta se constituye el cuerpo en el mundo sensible, el lugar en donde bebe la muerte (TH I: 20). La tiniebla es la materia del cuerpo y la luz es la chispa divina dentro; el primer enamoramiento tiene que deshacerse para dejar que el alma, chispa adentrada en el velo -*tristis vmbra*- se acuerde y goce de su propia divinidad. La experiencia unitiva implica la muerte corporal y, tal como al conocerse en la fuente muri Narciso, en otros versos del Cntico el santo pide un mismo fin:
Descubre tu presencia, y mteme tu vista y hermosura; mira que la dolencia de amor, que no se cura sino con la presencia y la figura. {Cntico II) 18

Aqu tambin encontramos paralelos con los tratados hermticos. Poimandres le explica a Hermes que a los hombres buenos, piadosos, puros, religiosos y santos, l les lleva la ayuda de su presencia (praesentia mea), conque ellos pueden ceder el cuerpo a la muerte.19 En los versos del santo, otra vez, el pronombre posesivo es clave: me van a matar tu vista y [tu] hermosura cuando me cures con la presencia y la figura. En el CH, al abrazar con la mente su naturaleza divina, el ser humano deja la materia y vuelve al estado primordial que exista despus de la primera creacin, en que no haba distincin biolgica varn-hembra y cuando todos los seres eran andrginos con almas inmortales. El anhelo del santo y del hermtico es recrear ese momento ideal que termin con la segunda creacin hermtica cuando: fue disuelta, por voluntad de Dios, la ligazn de todos los seres. Puesto que eran andrginos, fueron separados, a la vez que el hombre, y se convirtieron, por turno, unos en varones, otros en hembras (TH I: 18).20 Es el mundo de la unin divina, en el que desaparecen las distinciones de gnero. Tavard comenta la falta de accidentes diferenciales en el mundo sanjuanista, y aade que tanto lo plural y singular como lo masculino y femenino pierden su especificidad y se desvanecen.21 Aldana describe el intento de dos amantes que quieren juntarse en cuerpo y alma para volverse un nuevo andrgino: Donosa conversin de dos que buscan
los cuerpos convertir, como las almas, uno en el otro y ser nuevo andrgino! (L, w. 430-32)

luego distingue este amor humano del divino, solo para concluir que son y sern amores paralelos (L, v. 444). Es la condicin andrgina del ser primordial, nos dice Poimandres, que le quita la necesidad del sueo: andrgino pues era hijo de un padre andrgino y que, a pesar de estar dominado "por la materia", puede prescindir del sueo, pues es hijo de un ser que no lo necesita (TU I: 15). El fragmento recuerda la noche dichosa del santo, la sosegada y a la vez vigilante noche en
18 Es la estrofa que no se encuentra en la versin primitiva de la obra. Yndurin la incluye en su edicin y comenta su razn (71-72); Elia y Mancho la excluyen y explican su decisin (CXXXV, y esp. nota 51). 19 uRecte dicis Mercuri adsum enim ego mens iis qui boni, pij, puri, religiosi, sanctique sunt, praesentiaque mea fert illis opem... Itaque... concedunt sane corpus morti suae (CH 9). 20 El Narciso ovidiano era, tambin, una figura de gnero a veces indeterminado: todos los jvenes se enamoran de l, desatendindose de gnero: multi illum iuvenes, multae cupiere puellae (Metamorfosis III. 353). Vid. tambin Wayne A. Meeks, The Image of the Androgyne: Some Uses of a Symbol in Earliest Christianity, History of Religions 13.3 (febrero 1974), pgs. 165-208. 21 Vid. George H. Tavard, Poetry and Contemplation in St. John of the Cross, Athens, OH, Ohio University Press, 1988, pgs. 187-88, trad ma. Yndurin seala la diferencia fundamental de relatar en primera persona como corresponde al gnero lricos la experiencia de un sujeto femenino (201).

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que los amantes se unen para transformarse en s: O noche que juntaste / amado con amada, / amada en el amado transformada! (Noche, 5). Lo que pasa en esa noche es un aprendizaje, tanto para San Juan: All me dio su pecho / all me enseo sciencia muy sabrosa (Cntico, 27), como para Hermes, quien, despus de or de la formacin andrgina del ser primordial, explica que le enseaba una maravilla: de dije al pensamiento que me revele lo de la mente. Y Poimandres me dijo: es este, el misterio que hasta hoy se ha ocultado del ser humano... la naturaleza produjo una maravilla (CH 6). Para que tenga lugar el aprendizaje, tanto Hermes como San Juan les pide silencio y ayuda a los elementos de la naturaleza. El hermtico exclama: brete tierra!, braseme todo cerrojo de agua!, no os agitis, rboles!... vientos, deteneos! Que acoja mi palabra el crculo inmortal de Dios (TH XIII: 17), y el santo ruega:
A las aves ligeras, leones, ciervos, gamos saltadores, montes, valles, riberas, aguas, ayres, ardores, y miedos de las noches veladores: Por las amenas liras y canto de serenas os conjuro que cessen vuestras yras y no toquis al muro, porque la esposa duerma ms siguro. (Cntico, 20-21)

Es un dormir meditativo: la voz no prosigue a contarnos el sueo sino el aprendizaje en la interior bodega de la noche vigilante del ser en busca de s mismo y de su armona perdida. Es un sueo despierto y educativo, como el de Hermes. Aldana cristianiza la unin primordial, poniendo en escena a una virgen medianera entre la naturaleza y Dios al bajar ste para vestirse de ella:
esto llorosa dijo la Natura a Dios, antes que Dios vistiese della: Luego, al hablar de Dios, Naturaleza, herida de un divino, alegre encuentro, qued juntada a la palabra eterna por medio de una virgen sempiterna. 001, w. 3-4, 13-16)

Los versos 13 y 14 ofrecen la lectura de la naturaleza herida por el encuentro que recuerda tambin los primeros versos del Cntico de San Juan, cuya voz en primera persona hace palpable la herida:
Adonde te escondiste, Amado, y me dexaste con gemido? Como el ciervo huyste avindome herido; sal tras ti clamando y eras ydo. (Cntico, 1)

El santo, esposa naturaleza, anhela por repetir el encuentro.22


22 Lida de Malkiel seala que en el Cntico, Dios se identifica a la vez con el heridor y con el ciervo fugitivos: vid. Mara Rosa Lida de Malkiel, La tradicin clsica en Espaa, Barcelona, Ariel, 1975, pg. 74. Los dos papeles se conforman con la historia hermtica: el heridor es el hombre primordial, cuya belleza divina (el ciervo) se esconde dentro de la naturaleza al unirse con ella. Thompson advierte que el cristianismo no aconseja escaparse de la realidad fsica sino encontrar en ella lo espiritual y lo divino, y aade que 4he Incarnation is the paradigm, un paradigma revalorado por San Juan (18), cuyo Cntico se distingue del Cantar bblico en celebrar una realizacin futura (105):

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El lxico del hermetismo en algunos versos de San Juan de la Cruz y Francisco de Aldana Para recrear y as invertir el proceso, el hermtico y el santo recomiendan dormir al cuerpo incapaz en s de experimentar la unin divina. Hermes ofrece la analoga del sol que hiere por ser demasiado poderoso para los sentidos corporales, y aade que hay que adormecerlos (CH 53-54), con las mismas imgenes que el santo emplea en los versos 7 a 18 de Llama, al describir el xtasis del alma que se comunica con su Dios: la ceguera, las lmparas deslumbrantes, y la inmortalidad que proviene de la experiencia. En las profundas cavernas del sentido del santo, o en el cavernoso y vacilante / cuerpo de Aldana, brilla una lmpara cuyo resplandor ofrece toda la hermosura de la unin primordial e inmortal, la que mata la muerte para trocarla en vida, la que invierte la creacin del hombre primordial, para quitarle los accidentes de la materia y revelarle la vista de su propia hermosura, reflejo de la divina. En los versos de San Juan, siempre hermticos en el sentido corriente del adjetivo, y en los del divino capitn Aldana, ya reconocidos por su plurivalencia humanista, tenemos algn indicio de que el pensamiento hermtico se puede considerar otro factor ms de entre los mltiples constitutivos de la produccin potica peninsular del siglo XVI.

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vid. Coln P. Thompson, St.John ofthe Cross: Songs in the Night, Washington, DC, Catholic University of America Press, 2003. Lo que dice Thompson del cristianismo es en todos sentidos conforme a la filosofa hermtica, y leo su descripcin comparativa del Cantar y el Cntico en apoyo de mi tesis de la obra como una inversin de la Creacin.

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