BREVE HISTORIA DE UNA FOTOGRAFA
Francisco Espinosa Maestre
Para Jorge Arvalo1 y Mara Oliver
BREVE INTRODUCCIN Es ya un lugar comn decir que toda fotografa de carcter histrico debe ser, por principio, objeto de sospecha. No ya slo por su posible manipulacin, caso de algunas imgenes de la guerra civil norteamericana la famosa Cosecha de muerte de Timothy OSullivan, uno de los pioneros de la fotografa blica y, al mismo tiempo, de la preparacin de la realidad: l mismo colocaba a los soldados
1. A Jorge Arvalo debo la paciente tarea de escanear y montar el power-point con los diferentes pasos de la foto y esa fantasmal y sugerente imagen, surgida de aumentar el fondo de la fotografa, con la que se abra y cerraba el montaje. En definitiva, fue l quien descubri que la persona que camina por la acera derecha no era el nico personaje vivo que apareca all.
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Foto 1
Foto 2 y 3
muertos por el campo para que el pas conociera la dureza de la guerra (foto 1) o de las conocidas fotografas de la historia sovitica donde van desapareciendo diferentes personajes a medida que van cayendo en desgracia (foto 2 y 3), sino porque, aunque reflejen la realidad o pretendan reflejarla, son fruto de un montaje.
Foto 4 y 5
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Foto 6
Sera el caso de famosas fotos como la de Yevgeni Khaldey del Reichtag recin ocupado por los soviticos (fotos 4 y 5) o la de de Joe Rosenthal de la colocacin de la bandera yankee en Ivo Jima (foto 6). En el primer caso, para aadir dramatismo a la escena, se puso un fondo de humo y en el segundo, como la toma real no era suficientemente pica, se repiti despus de manera adecuada, que es como la conocemos (foto 2). Tambin, aunque hay divisin de pareceres, de algunas de las fotografas tomadas por Agust Centelles en las calles de Barcelona el 19 de julio de 1936. Desde luego, en este caso, no se puede dudar de su gran valor testimonial, aunque algunos detalles indican que fueron tomadas cuando ya la lucha haba acabado, es decir, con los guardias y milicianos simulando que luchan. De he-
Foto 7
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Foto 8
cho, la foto que muestra a tres hombres disparando sobre unos caballos como parapeto fue estropeada por un sujeto un tanto estrafalario que, enarbolando una pequea pistola en la mano, se col en el campo de visin por el lado izquierdo. En la prensa de aquellos das se vio la imagen completa pero hace ya tiempo que el seor de la pistola ha desaparecido de la foto (fotos 7 y 8). Le restaba verosimilitud2. El caso de la fotografa que ahora nos ocupa es diferente. En ella no se ha manipulado la imagen ni se ha hecho otra toma para darle ms verismo. Lo que se ha cambiado es el pie de foto. Percibir esto, al contrario que en los casos mencionados, requiere un complicado proceso de observacin. Una cosa es descubrir que la foto de Rosenthal fue preparada o sospechar que los carabineros posaron para Centelles y otra muy diferente utilizar una foto que refleja una realidad para decir que refleja lo contrario. Este es el caso de la foto de Juan Jos Serrano. Darse cuenta del engao requiere un largo seguimiento y llegar a saber la historia que hay tras ella es casi un milagro. Y ah radica su singularidad, en saber cundo y dnde fue tomada, qu haba ocurrido dicho da y, sobre todo, en el hecho extraordinario de haber encontrado un testigo del hecho que la imagen plasmaba. El relato que sigue no recoge cronolgicamente los pasos que he llegado a conocer de la fotografa sino la manera en que a m me fue llegando la informacin sobre ella.
2. La historia de esta foto pudo verse con detalle en la exposicin dedicada a Agust Centelles en el Palacio de la Virreina de la que fue comisario Miquel Berga. Vase el catlogo: Centelles, las vidas de un fotgrafo (1909-1985), Lunwerg/Ayuntamiento de Barcelona, 2006, p. 28 y 44-45.
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PROPAGANDA Y DESINFORMACIN EN TORNO A UNA FOTOGRAFA (1936-2006) Vi por primera vez la foto a comienzos de los 90, cuando revisaba el fondo Serrano un importante reportero grfico cuyo archivo fue adquirido por el Ayuntamiento en los aos 80 de la Hemeroteca Municipal de Sevilla en busca de imgenes para La guerra civil en Huelva, que vera la luz en 1996 (Diputacin de Huelva, 2005-4). Fue entonces cuando me pareci ver por primera vez aquella impresionante fotografa del grupo de cadveres en la mitad de una calle solitaria por una de cuyas aceras camina un hombre. Y digo que me pareci porque, aunque a m me hubiera pasado inadvertida, ya la deba de haber visto en alguno de los folletos propagandsticos franquistas que luego mencionar.
Como su autor era Serrano y se hallaba junto a imgenes relativas a los primeros das del golpe militar en Sevilla y a otras de la ruta hacia Madrid acompaando a la columna de la muerte (Toledo entre otros lugares, por ejemplo), pens que haba sido tomada en algn lugar de la ciudad, en cuyo caso resultaba lgico pensar que se tratase de los cadveres de los mineros de Huelva asesinados por grupos en diferentes puntos de Sevilla el 31 de agosto de 1936. Como saba los lugares donde cayeron pens que, de ser alguno de ellos, deba ser Triana. Junto con mi amigo Manolo Tapada hicimos una especie de encuesta por ese barrio con objeto de reconocer la calle de la foto. Pero como la gente se centraba de inmediato en los cadveres los tuve que tapar de manera un tanto artesanal, con una franja de papel pintado en tono similar al de calle e hice una fotocopia que fue la que mostr desde entonces (la imagen que se ve a continuacin no es evidentemente la de la fotocopia, que no conservo, pero el efecto es el mismo).
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El resultado fue curioso y no deja de ser indicativo de la cautela con la que deben ser tomados los testimonios orales: varias personas aseguraron que se trataba de Triana y una dijo reconocer sin duda alguna y con todo lujo de detalles hasta los nombres de los vecinos que habitaban en tal o cual casa una zona ya inexistente de la confluencia de las calles Pags del Corro y Castilla. Lo cierto es que no hubiera resultado nada extrao que, convertido en acto ejemplarizante el consejo de guerra a los miembros de la columna de Huelva, del cual inform diariamente la prensa, se permitiera a Serrano dejar constancia del hecho.
Por tal motivo, poco despus, en 1996, cuando se public el libro aludido de Huelva decid incluir la foto pero, guiado por la cautela, slamente plante la posibilidad de que fuese aquel extremo del barrio sevillano y que aquellos hombres fueran algunos de los mineros onubenses asesinados a fines de agosto por su participacin en el intento de frustrar el golpe de Queipo el 19 de julio de 1936 y cuya aventura acab en la zona de acceso a la ciudad conocida por La Paoleta. No mucho despus me enter casualmente que la fotografa haba aparecido varios aos antes en Sevilla fue la clave (Castillejo, Sevilla, 1992), obra del periodista y ex director de la edicin sevillana del ABC Nicols Salas. All, en la pgina 568 del tomo segundo, aparecan tres fotografas demostrativas del terror rojo sta entre ellas con el texto que puede leerse sobre la foto. El autor, aunque probablemente la conoca por uno de los Avances de la Causa General, ocult el nombre de la localidad donde haba ocurrido la masacre y, sin mayor problema, lo present como un acto achacable al Frente Popular. Comprob, adems, que no era el nico caso en dicho libro en que las fotografas haban si-
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do tergiversadas y siempre con el mismo objetivo: endosar a unos, las vctimas del golpe militar, lo que era responsabilidad de otros, los golpistas.
El paso siguiente fue descubrir algo que ya debiera haber sabido: la foto apareca en el Avance del Informe Oficial sobre los asesinatos, violaciones, incendios y dems depredaciones y violencias cometidos en algunos pueblos del Medioda de Espaa por las hordas marxistas al servicio del llamado Gobierno de Madrid. Julio y agosto de MCMXXXVI (Sevilla). La elaboracin de este folleto, el primero de una serie
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que sera el origen de la Causa General, haba sido ordenada por Luis Boln, uno de los jefes de propaganda al servicio de Queipo, en la temprana fecha de 24 de agosto de 1936. La razn era simple: haba que contrarrestar los efectos de la matanza de Badajoz, ocurrida diez das antes y que estaba conmocionando a la opinin pblica europea. Este primer Avance, que debi aparecer en octubre de 1936, estaba dedicado casi ntegramente a pueblos de Andaluca occidental, y en el anexo fotogrfico, bajo la mencionada fotografa, se lea: Cadveres de personas de orden, asesinados (sic) en Talavera de la Reina por la hordas rojas. Pese a la mentira de fondo al menos se mencionaba una localidad.
Esta lnea de estilo goebbeliano iniciada por Boln en 1936 y continuada por Salas en 1992 haba sido rota sin embargo por Fernando Daz Plaja en 1972 en el segundo tomo de La Espaa poltica del siglo XX (Plaza&Jans, Barcelona, 1972). All se reproduca de nuevo la foto junto al siguiente texto: Cados en Talavera de la Reina tras la toma de la ciudad por los nacionales. Pese a la ambigedad y a las obvias reminiscencias falangistas de la palabra cados o del carcter profranquista que implicaba seguir llamando nacionales a los sublevados, al menos se daba a entender que esos cadveres eran consecuencia de la toma no eran ya tiempos para seguir hablando de liberacin de Talavera. Todo un avance para la poca. Fue entonces, en el verano de 2002, cuando, viendo la posibilidad de poner la fotografa en la portada de La columna de la muerte, plante la cuestin a Fernando Magn, buen conocedor de lo ocurrido en Talavera, quien me inform yo no me haba dado cuenta pese a conocer el libro de que la fotografa haba aparecido tambin en la pgina 239 de Prisin y muerte en la Espaa de posguerra, de Jos Manuel Sabn (Muchnik, 1996). En lo que debi ser un cartel antifascista
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en el que destacaba la palabra VENGANZA! se vean la foto de Talavera, reducida en la parte superior, y ocupando casi todo el cartel otra muy conocida (ubicada en ocasiones en Badajoz) que muestra una hilera de cadveres junto a un muro. El pie de foto, que reproduca el texto que en letra pequea se vea en medio del cartel, deca acertadamente: Obreros fusilados en masa por las tropas fascistas en Navalcarmero y en Talavera de la Reina.
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Pero Fernando Magn no slo me inform de lo ocurrido en Talavera el da 3 de septiembre de 1936, sino que me habl de la existencia de un testigo de aquella masacre.3 Fue as como a comienzos de agosto de 2002 pude hablar por telfono con Miguel Navazo Taboada, quien me envi su testimonio por escrito y el fragmento de sus memorias inditas que se refera a este hecho. Sobre la fotografa relataba:
Al frente se ve un portaln grande; eso era una posada llamada Del Len y otra puerta pequea que fue entonces una peluquera. En la parte izquierda exista entonces otra posada que llambamos del seor Pedro; en dicha posada estaban en aquel momento seis u ocho segadores gallegos que haban venido a segar, como hacan todos los aos. Aquellos segadores fueron sacados de la posada y fusilados igualmente que el resto de los prisioneros.
Y en sus memorias se lea:
As transcurran las horas lentas en los stanos. Un da, al sentir revuelo en la calle con voces que gritaban vivas a Espaa, salimos fuera. Lo primero que vi en la plaza fue a tres personas que iban custodiadas por varios moros armados con fusiles. Uno de aquellos desgraciados ech a correr hacia la calle de Carniceras y los moros seguidamente comenzaron a dispararle. El hombre se refugi debajo de un automvil y all mismo lo remataron a tiros. Para m aquello fue un horror tremendo, pero lo peor estaba por venir. Ya casi llegaba a la puerta de mi casa, cuando vi bajar por la calle de Carniceras hacia el ro a un montn de hombres con monos azules unos, y otros con camisas, que iban atados con sogas. A su alrededor, muchos moros, legionarios y otros soldados con gorros colorados que luego supe que se llamaban regulares. Yo me qued paralizado, aterrorizado, indeciso, sin saber qu hacer, y cuando llegaba a la puerta de mi casa e iba a entrar, aquella puerta se cerr ante m. Mi madre y los vecinos que vivan arriba pensaban que yo estaba dentro. All me qued, en el rincn de la puerta, viendo aquel panorama, oyendo los gritos de los moros, que en plan de vencedores provocaban y maltrataban a las personas que custodiaban, a las que llevaban atadas. De repente algo pas; supongo que alguno de aquellos infelices intentara desatarse y emprender la huida, o simplemente la furia desatada de esa tropa de brbaros. El caso es que comenz el mayor de los horrores. Los militares comenzaron a fusilar a diestro y siniestro enloquecidos de fuego y de sangre. Me refugi en el rincn de la puerta de mi casa y all aguant todo aquel horror, mirando toda la barbarie de la que puede ser capaz la especie humana hasta que un militar con estrellas se acerc a m y me dijo: Muchacho! qu haces aqu? Yo recuerdo que le dije con voz entrecortada y vacilante: Es que vivo en esta casa y se ha cerrado la puerta. El militar dijo: Joder! Te han podido matar los moros. Ven conmigo. Y me meti en una posada que haba frente de la casa, que tena la puerta abierta. All estuve hasta que el mismo militar volvi a recogerme diciendo: Muchacho, tpate los ojos con este pauelo y ven conmigo, que la
3. De ello tuvo noticia el verano de 2002 el investigador afincado en Talavera Benito Daz Daz, quien, sin citar que exista una investigacin en curso ni la procedencia de la informacin que recibi y aprovech de unos y otros, public un tan oportunista como superficial artculo sobre la fotografa en una revista de Talavera con el ttulo Republicanos fusilados en la calle Carniceras (Talavera de la Reina, 3 de septiembre de 1936): manipulacin franquista de la Historia (Cuaderna, 185, 4 trim. 2002).
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puerta de tu casa ya la han abierto. (...). Mi madre me estaba esperando ansiosa por abrazarme y aterrorizada con lo que tena ante su vista. Aquellos muertos permanecieron en la calle ms de tres das. Los retiraron los carros que se empleaban en la recogida de basuras. Eso hizo que durante mucho tiempo quizs varios aos, cuando llova, la sangre manaba de entre las piedras, pareciendo que todo acababa de suceder, porque el suelo estaba empedrado y la tierra haba absorbido la sangre. Tal era nuestro miedo que debajo de una de las ventanas de mi casa estuvo adherido a la pared un trozo de crneo con su pelo correspondiente. Nadie se atreva a quitarlo de all. Fue una noche terrible aquella del tres de septiembre. Continuamente estuvimos oyendo disparos que nosotros atribuimos a lo que se llamaban tiros de gracia. Y los gritos de agona de los moribundos llamando a sus seres queridos. Fue tremendo. Ahora pienso que le debo la vida a aquel militar desconocido, pues si no hubiera sido por l seguramente los moros y legionarios, enloquecidos en su orga de sangre, me habran matado.
Ledo esto era posible por fin poner a la foto, muestra ejemplar de lo que fue la columna de la muerte, su verdadero pie:
Ahora quedaba convertirla en portada. Conseguir que la editorial Crtica lo aceptara no fue difcil. Adems, teniendo como antecedente el fallo de la portada de Morir, matar, sobrevivir (Crtica, Barcelona, 2002), todo resultaba ms fcil. En aquella ocasin se decidi poner en portada una conocida fotografa del archivo de Roger-Violet que reproduce supuestamente el fusilamiento de un derechista. Haba dos problemas: la foto parece un montaje y, en todo caso, el fusilamiento de un derechista no pareca la foto idnea para aquel libro sobre la
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represin franquista.4 En La columna de la muerte haba, adems, otro elemento a favor de que la foto de Serrano ocupase la portada: la existencia de un anexo, el VII, dedicado exclusivamente a contar su historia, que result definitivo a la hora de aceptar la foto en la cubierta. Una vez publicado el libro me lleg informacin de otros lugares donde haba aparecido la fotografa. As, a travs de Miguel ngel Lama, puede hacerme de una copia de la revista catlica francesa titulada L Espagne sanglante, de 1937, en la que adems de situarla en Talavera la Real (Badajoz) se lea que se trataba de los campesinos de la aldea masacrados por los comunistas. Tambin supe por un lector que apareca en otra revista francesa, LIllustration, de octubre de 1936, con un increble pie de foto en el que se responsabilizaba del crimen a los gubernamentales, antes de abandonar Talaveira de la Reina, y donde la autora de la foto se adjudicaba a F. de Poncins. Fue as como circul por una Europa en la que los enemigos de la Repblica, especialmente los crculos catlicos favorables al golpe militar, supieron imponer su propaganda. De modo que mientras las imgenes tomadas por Ren Brut de la matanza de Badajoz eran
4. Segn Santiago Perinat la foto apareci por primera vez en la revista Vu (Pars) en mayo de 1937 sin autor ni agencia y con el texto: Sous les balles des soldats de la Gnralit: lespion mourra fusill! Cet homme qui avec dignit, fait face a la mort, est-il vraiment un membre de la fameuse 5e colonne, (). Perinat, que mantiene que foto es ficticia por diversos motivos, considera no obstante que denuncia la severidad de la justicia de Companys (vase PERINAT, S., Foto apcrifa i sospitosa, LAven, n 296, nov. 2004, p. 14).
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neutralizadas, otras, las de los escasos lugares del sur donde hubo terror rojo, eran exhibidas y circulaban sin cortapisa alguna, entre ellas, y dada la escasez de muestras, algunas como la de Talavera.
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La ltima aparicin de la foto de la que tengo noticia pertenece al terreno de lo que se entiende por reincidencia contumaz. Se trata del ya mencionado Nicols Salas, quien no contento con lo dicho en 1992 nos ha vuelto a contar ahora, en ese inenarrable compendio chapucero de manipulacin y falsedad titulado La otra memoria histrica (Almuzara, Sevilla, 2006) que se trata de una muestra de la barbarie marxista, si bien en esta ocasin, a saber por qu, ha decidido situar el hecho en Montoro (Crdoba). Falta ver una vez ms gracias a la amabilidad de Fernando Magn qu queda del escenario de la fotografa en la actualidad. El fondo ha desaparecido y de la calle slo queda prcticamente en pie la casa de Miguel Navazo. O sea, casi nada.
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Lo que con tanta fuerza narr Miguel Navazo sucedi a media tarde, unas horas despus de la entrada de los golpistas en Talavera. Segn parece la fotografa recoge slo una parte de la matanza. Cuando habl con l le dije que esa terrible escena que presenci en Talavera se haba repetido en cada ciudad y en cada pueblo desde que las columnas iniciaron su recorrido y que, precisamente por eso, aunque no correspondiese a ninguno de los pueblos tratados, pensaba que deba aparecer en la portada de mi libro como testimonio excepcional y fidedigno de lo que fue el golpe militar en las primeras semanas. Finalmente, recordando mi antigua duda sobre si no seran esos cadveres los de los mineros onubenses, ca en la cuenta de que entre la matanza de los mineros onubenses en Sevilla y la masacre de Talavera slo haban existido tres das de diferencia. La escena, sin duda, debi ser muy parecida. Quedaba el interrogante de por qu Serrano tom aquella fotografa. Slo hay una explicacin. Como la fotografa pas a engrosar el fondo grfico de atrocidades cometidas por las hordas marxistas, es posible que Serrano que no en vano recibi la Cruz de Campaa por el trabajo periodstico realizado con las columnas que se dirigan a Madrid la tomara precisamente para que el gabinete de propaganda de Queipo hiciera con ella lo que considerara conveniente, pues como nos cont Antonio Bahamonde en sus memorias: Sacan fotografas de los cadveres de fusilados... para exhibirlas en Espaa y en el extranjero, diciendo que son crmenes feroces cometidos por los rojos. As, el Avance que contena la foto fue traducido a los principales idiomas y circul ampliamente por el mundo propagando la mentira hasta hoy mismo. En 2003, cuando escrib el texto del anexo, dije que crea que, a partir de ahora, despus de 64 aos, nadie que buscara la verdad podra decir que esos cadveres pertenecan a personas de orden asesinadas por las hordas rojas o seguir mostrando la fotografa como prueba de la crueldad de las milicias del Frente Popular. Intentaba yo cerrar el asunto diciendo: Se trataba simplemente de vecinos entre ellos varios segadores gallegos de la an denominada Talavera del Tajo, asesinados en la calle Carniceras durante la tarde del 3 de septiembre de 1936 por fuerzas militares golpistas al mando del teniente coronel Juan Yage Blanco. Vana esperanza. El caso de la otra memoria no s si ser otra pero desde luego se parece tanto a la de siempre que prcticamente es la misma de Nicols Salas muestra que para los goebbelianos lo nico que cuenta es el objetivo final y que el fin justifica los medios. Ya deca yo: nadie que buscara la verdad. La historia de de esta fotografa constituye un paradigma de lo ocurrido con todo lo que nos leg el franquismo. Necesitaramos hacer una operacin similar con otras muchas cosas que pasan por lo que no fueron. De ah las tremendas dificultades para afrontar ese pasado y para ponernos de acuerdo sobre l. Acaso sera posible llegar a un acuerdo sobre lo que representa esta fotografa sin la cadena de hechos que van de las primeras indagaciones en la Hemeroteca Municipal de Sevilla en los primeros noventa a la aparicin de Miguel Navazo en el 2002?
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Eplogo alicantino Cuando en el verano de 2006 expuse en Alicante la historia la fotografa, entregu a los asistentes como complemento una vieta de Quino sobre la que me haba hecho fijar mi atencin mi amiga Mara Oliver. Ms oportuna no poda ser. Con ella debe cerrarse (por ahora) este itinerario de setenta aos en la vida (1936-2006) de una fotografa.
Quino, Esto no es todo, Barcelona, Editorial Lumen, 2001. p. 396.
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