Hombre de la esquina rosada
JORGE L. BORGES
A Enrique Amorim
A mi, tan luego, hablarme del finado Francisco Real.
o lo conoc!, " eso que #stos no eran sus barrios $orque el sab!a tallar m%s bien $or el &orte, $or esos laos de la laguna de Guadalu$e " la Bater!a. Arriba de tres 'eces no lo trat#, " #sas en una misma noche, $ero es noche que no se me ol'idar%, como que en ella 'ino la Lu(anera $orque s! a dormir en mi rancho " Rosendo Ju%re) de(*, $ara no 'ol'er, el Arro"o. A ustedes, claro que les falta la debida es$eriencia $ara reconocer #se nombre, $ero Rosendo Ju%re) el +egador, era de los que $isaban m%s fuerte $or ,illa Santa Rita. -o)o acreditao $ara el cuchillo, era uno de los hombres de don &icol%s +aredes, que era uno de los hombres de -orel. Sab!a llegar de lo m%s $aquete al quilombo, en un oscuro, con las $rendas de $lata. los hombres " los $erros lo res$etaban " las chinas tambi#n. nadie inoraba que estaba debiendo dos muertes. usaba un chambergo alto, de ala finita, sobre la melena gras!enta. la suerte lo mimaba, como quien dice. Los mo)os de la ,illa le co$i%bamos hasta el modo de escu$ir. Sin embargo, una noche nos ilustr* la 'erdadera condicion de Rosendo. +arece cuento, $ero la historia de esa noche rar!sima em$e)* $or un $lacero insolente de ruedas coloradas, lleno hasta el to$e de hombres, que iba a los barquina)os $or esos calle(ones de barro duro, entre los hornos de ladrillos " los huecos, " dos de negro, dele guitarriar " aturdir, " el del $escante que les tiraba un fusta)o a los $erros sueltos que se le atra'esaban al moro, " un em$onchado iba silencioso en el medio, " #se era el /orralero de tantas mentas, " el hombre iba a $eliar " a matar. La noche era una bendici*n de tan fresca. dos de ellos iban sobre la ca$ota 'olcada, como si la soled% (uera un corso. Ese (ue el $rimer sucedido de tantos que hubo, $ero reci#n des$u#s lo su$imos. Los muchachos est%bamos dende tem$ra0o en el sal*n de Julia, que era un gal$*n de cha$as de cinc, entre el camino de Gauna " el -aldonado. Era un local que ust# lo di'isaba de le(os, $or la lu) que mandaba a la redonda el farol sin'erg1en)a, " $or el barullo tambi#n. La Julia, aunque de humilde color, era de lo m%s conciente " formal, as! que no faltaban m2sicantes, g1en bebera(e " com$a0eras resistentes $al baile. +ero la Lu(anera, que era la mu(er de Rosendo, las sobraba le(os a todas. Se muri*, se0or, " digo que ha" a0os en que ni $ienso en ella, $ero hab!a que 'erla en sus d!as, con esos o(os. ,erla, no daba sue0o. La ca0a, la milonga, el hembra(e, una condescendiente mala $alabra de boca de Rosendo, una $almada su"a en el mont*n que "o trataba de sentir como una amist%3 la cosa es que "o estaba lo m%s feli). -e toc* una com$a0era mu" seguidora, que iba como adi'in%ndome la intenci*n. El tango hac!a su 'olunt% con nosotros " nos arriaba " nos $erd!a " nos ordenaba " nos 'ol'!a a encontrar. En esa di'ersion estaban los hombres, lo mismo que en un sue0o, cuando de gol$e me $areci* crecida la m2sica, " era que "a se entre'eraba con ella la de los guitarreros del coche, cada 'e) m%s cercano. 4es$u#s, la brisa que la tra(o tir* $or otro rumbo, " 'ol'! a atender a mi cuer$o " al de la com$anera " a las con'ersaciones del baile.
Al rato largo llamaron a la $uerta con autorid%, un gol$e " una 'o). En seguida un silencio general, una $echada $oderosa a la $uerta " el hombre estaba adentro. El hombre era $arecido a la 'o). +ara nosotros no era toda'!a Francisco Rea5, $ero s! un ti$o alto, fornido, tra(eado enteramente de negro, " una chalina de un color como ba"o, echada sobre el hombro. La cara recuerdo que era aindiada, esquinada. -e gol$e* la ho(a de la $uerta al abrirse. 4e $uro atolondrado me le (ui encima " le enca(# la )urda en la facha, mientras con la derecha sacaba el cuchillo filoso que cargaba en la sisa del chaleco, (unto al sobaco i)quierdo. +oco iba a durarme la atro$ellada. El hombre, $ara afirmarse, estir* los bra)os " me hi)o a un lado, como des$idi#ndose de un estorbo. -e de(* agachado detr%s, toda'!a con la mano aba(o del saco, sobre el arma inser'ible. Sigui* como si tal cosa, adelante. Sigui*, siem$re m%s alto que cualquiera de los que iba desa$artando, siem$re como sin 'er. Los $rimeros 6$uro italiana(e mir*n6 se abrieron como abanico, a$urados. La cosa no dur*. En el mont*n siguiente "a estaba el 5ngl#s es$er%ndolo, " antes de sentir en el hombro la mano del forastero, se le durmi* con un $lana)o que ten!a listo. Jue 'er #se $lana)o " (ue 'en!rsele "a todos al humo. El establecimiento ten!a m%s de muchas 'aras de fondo, " lo arriaron como un cristo, casi de $unta a $unta, a $echadas, a silbidos " a sali'a)os. +rimero le tiraron trom$adas, des$u#s, al 'er que ni se ata(aba los gol$es, $uras cachetadas a mano abierta o con el fleco inofensi'o de las chalinas, como ri#ndose de #l. 7ambi#n, como reser'%ndolo $a Rosendo, que no se hab!a mo'ido $ara eso de la $ar# del fondo, en la que hac!a es$aldas, callado. +itaba con a$uro su cigarrillo, como si "a entendiera lo que 'imos claro des$u#s. El /orralero fue em$u(ado hasta #l, firme " ensangrentado, con #se 'iento de chamuchina $ifiadora detr%s. Silbando, chicoteado, escu$ido, reci#n habl* cuando se enfrent* con Rosendo. Entonces lo mir* " se des$e(o la cara con el antebra)o " di(o estas cosas3 o so" Francisco Real, un hombre del &orte. o so" Francisco Real, que le dicen el /orralero. o les he consentido a estos infelices que me al)aran la mano, $orque lo que esto" buscando es un hombre. Andan $or ah! unos bolaceros diciendo que en estos andurriales ha" uno que tiene mentas de cuchillero , " de malo , " que le dicen el +egador. 8uiero encontrarlo $a que me ense0e a mi, que so" naides, lo que es un hombre de cora(e " de 'ista. 4i(o esas cosas " no le quit* los o(os de encima. Ahora le reluc!a un cuchill*n en la mano derecha, que en fi(a lo hab!a tra!do en la manga. Alrededor se hab!an ido abriendo los que em$u(aron, " todos los mir%bamos a los dos, en un gran silencio. 9asta la (eta del milato ciego que tocaba el 'iol!n, acataba ese rumbo. En eso, oigo que se des$la)aban atr%s, " me 'eo en el marco de la $uerta seis o siete hombres, que ser!an la barra del /orralero. El m%s 'ie(o, un hombre a$aisanado, curtido, de bigote entrecano, se adelant* $ara quedarse como encandilado $or tanto hembra(e " tanta lu), " se descubri* con res$eto. Los otros 'igilaban, listos $ara dentrar a tallar si el (uego no era lim$io. :.8u# le $asaba mientras tanto a Rosendo, que no lo sacaba $isotiando a ese balaquero; Segu!a callado, sin al)arle los o(os. El cigarro no s# si lo escu$i* o si se le ca"* de la cara. Al fin $udo acertar con unas $alabras, $ero tan des$acio que a los de la otra $unta del sal*n no nos alcan)o lo que di(o. ,ol'i* Francisco Real a desafiarlo " #l a negarse. Entonces, el m%s muchacho de los forasteros silb*. La Lu(anera lo mir* aborreci#ndolo " se abri* $aso con la crencha en la es$alda, entre el carrera(e " las chinas, " se (ue a su hombre " le meti* la mano en el $echo " le sac* el cuchillo desen'ainado " se lo di* con estas $alabras3 Rosendo, creo que lo estar%s $recisando. A la altura del techo hab!a una es$ecie de 'entana alargada que miraba al arro"o.
/on las dos manos recibi* Rosendo el cuchillo " lo fili* como si no lo reconociera. Se em$in* de gol$e hacia atr%s " 'ol* el cuchillo derecho " fue a $erderse a(uera, en el -aldonado. o sent! como un frio. 4e asco no te carneodi(o el otro, " al)*, $ara castigarlo, la mano. Entonces la Lu(anera se le $rendi* " le ech* los bra)os al cuello " lo mir* con esos o(os " le di(o con ira3 4e(alo a #se, que nos hi)o creer que era un hombre. Francisco Real se qued* $er$le(o un es$acio " luego la abra)* como $ara siem$re " les grit* a los musicantes que le metieran tango " milonga " a los dem%s de la di'ersi*n, que bailaramos. La milonga corri* como un incendio de $unta a $unta. Real bailaba mu" gra'e, $ero sin ninguna lu), "a $udi#ndola. Llegaron a la $uerta " grito3 <.,a"an abriendo cancha, se0ores, que la lle'o dormida = 4i(o, " salieron sien con sien, como en la mare(ada del tango, como si los $erdiera el tango. 4eb! $onerme colorao de 'erg1en)a. 4! unas 'ueltitas con alguna mu(er " la $lant# de gol$e. 5n'ent# que era $or el calor " $or la a$retura " (ui orillando la $ar# hasta salir. Linda la noche, :.$ara quien; A la 'uelta del calle(*n estaba el $lacero, con el $ar de guitarras derechas en el asiento, como cristianos. 4entre a amargarme de que las descuidaran as!, como si ni $a recoger changangos sir'i#ramos. -e di* cora(e de sentir que no #ramos naides. >n manot*n a mi cla'el de atr%s de la ore(a " lo tir# a un charquito " me qued# un es$acio mir%ndolo, como $ara no $ensar en m%s nada. o hubiera querido estar de una 'e) en el d!a siguiente, "o me quer!a salir de esa noche. En eso, me $egaron un coda)o que (ue casi un ali'io. Era Rosendo, que se escurr!a solo del barrio. ,os siem$re has de ser'ir de estorbo, $ende(o me re)ong* al $asar, no s# si $ara desahogarse, o a(eno. Agarr* el lado m%s oscuro, el del -aldonado. no lo 'ol'! a 'er m%s. -e qued# mirando esas cosas de toda la 'ida cielo hasta decir basta, el arro"o que se em$erraba solo ah! aba(o, un caballo dormido, el calle(*n de tierra, los hornos " $ens# que "o era a$enas otro "u"o de esas orillas, criado entre las flores de sa$o " las osamentas. :.8ue iba a salir de esa basura sino nosotros, gritones $ero blandos $ara el castigo, boca " atro$ellada no m%s; Sent! des$u#s que no, que el barrio cuanto m%s a$orriao, m%s obligaci*n de ser gua$o. :.Basura; La milonga d#le loquiar, " d#le bochinchar en las casas, " tra!a olor a madresel'as el 'iento. Linda al 0udo la noche. 9ab!a de estrellas como $ara marearse mir%ndolas, una encima de otras. o force(iaba $or sentir que a m! no me re$resentaba nada el asunto, $ero la cobard!a de Rosendo " el cora(e insufrible del forastero no me quer!an de(ar. 9asta de una mu(er $ara esa noche se hab!a $odido a'iar el hombre alto. +ara esa " $ara muchas, $ens#, " tal 'e) $ara todas, $orque la Lu(anera era cosa seria. Sabe 4ios qu# lado agarraron. -u" le(os no $od!an estar. A lo me(or "a se estaban em$leando los dos, en cualesquier cuneta. /uando alcanc# a 'ol'er, segu!a como si tal cosa el bailongo. 9aci#ndome el chiquito, me entre'er# en el mont*n, " 'i que alguno de los nuestros hab!a ra(ado " que los norteros tangueaban (unto con los dem%s. /oda)os " encontrones no hab!a, $ero si recelo " decencia. La m2sica $arecia dormilona, las mu(eres que tangueaban con los del &orte, no dec!an esta boca es m!a. o es$eraba algo, $ero no lo que sucedi*. A(uera oimos una mu(er que lloraba " des$u#s la 'o) que "a conoc!amos, $ero serena, casi demasiado serena, como si "a no (uera de alguien, dici#ndole3 Entr%, m?hi(a" luego otro llanto. Luego la 'o) como si em$e)ara a deses$erarse. <.Abr! te digo, abr! gaucha arrastrada, abr!, $erra= se abri* en eso la $uerta
tembleque, " entr* la Lu(anera, sola. Entr* mandada, como si 'iniera arre%ndola alguno. La est% mandando un %nima di(o el 5ngl#s. >n muerto, amigo di(o entonces el /orralero. El rostro era como de borracho. Entr*, " en la cancha que le abrimos todos, como antes, di* unos $asos marcado 6 alto, sin 'er " se fue al suelo de una 'e), como $oste. >no de los que 'inieron con #l, lo acost* de es$aldas " le acomod* el $onchito de almohada. Esos ausilios lo ensuciaron de sangre. ,imos entonces que traiba una herida (uerte en el $echo. la sangre le encharcaba " ennegrecia un lengue $un)* que antes no le oser'#, $orque lo ta$* la chalina. +ara la $rimera cura, una de las mu(eres tru(o ca0a " unos tra$os quemados. El hombre no estaba $ara es$licar. La Lu(anera lo miraba como $erdida, con los bra)os colgando. 7odos estaban $regunt%ndose con la cara " ella consigui* hablar. 4i(o que luego de salir con el /orralero, se (ueron a un cam$ito, " que en eso cae un desconocido " lo llama como deses$erado a $elear " le infiere esa $u0alada " que ella (ura que no sabe qui#n es " que no es Rosendo. :.Oui#n le iba a creer; El hombre a nuestros $ies se mor!a. o $ens# que no le hab!a temblado el $ulso al que lo arregl*. El hombre, sin embargo, era duro. /uando gol$e*, la Julia hab!a estao cebando unos mates " el mate di* 5a 'uelta redonda " 'ol'!o a mi mano, antes que falleciera. @7%$enme la cara@, di(o des$acio, cuando no $udo m%s. S*lo le quedaba el orgullo " no iba a consentir que le curiosearan los 'isa(es de la agon!a. Alguien le $uso encima el chambergo negro, que era de co$a alt!sima. Se muri* aba(o del chambergo, sin que(a. /uando el $echo acostado de(* de subir " ba(ar, se animaron a descubrirlo. 7en!a ese aire fatigado de los difuntos. era de los hombres de m%s cora(e que hubo en aquel entonces, dende la Bater!a hasta el Sur. en cuanto lo su$e muerto " sin habla, le $erd! el odio. +ara morir no se $recisa m%s que estar 'i'o di(o una del mont*n, " otra, $ensati'a tambi#n3 7anta soberbia el hombre, " no sir'e m%s que $a (untar moscas. Entonces los norteros (ueron dici#ndose un cosa des$acio " dos a un tiem$o la re$itieron (uerte des$u#s. Lo mat* la mu(er. >no le grito en la cara si era ella, " todos la cercaron. a me ol'id# que ten!a que $rudenciar " me les atra'es# como lu). 4e atolondrado, casi $elo el fi"ingo. Sent! que muchos me miraban, $ara no decir todos. 4i(e como con sorna3 Fi(ens#n en las manos de esa mu(er. :.8ue $ulso ni que cora)*n 'a a tener $ara cla'ar una $u0alada; A0ad!, medio desganado de gua$o3 :.8ui#n iba a so0ar que el finao, que aseg2n dicen, era malo en su barrio, (uera a concluir de una manera tan bruta " en un lugar tan enteramente muerto como #ste, ande no $asa nada, cuando no cae alguno de a(uera $ara distrairnos " queda $ara la escu$ida des$u#s; El cuero no le $idi* biaba a ninguno. En eso iba creciendo en la soled% un ruido de (inetes. Era la $olic!a. 8uien m%s, quien menos, todos tendr!an su ra)*n $ara no buscar ese trato, $orque determinaron que lo me(or era tras$asar el muerto al arro"o. Recordar%n ustedes aquella 'entana alargada $or la que $as* en un brillo el $u0al. +or ah! $aso des$u#s el hombre de negro. Lo le'antaron entre muchos " de cuantos centa'os " cuanta )oncera ten!a lo aligeraron esas manos " alguno le hach* un dedo $ara refalarle el anillo. A$ro'echadores, se0or, que as! se le animaban a un $obre di(unto indefenso, des$u#s que lo arregl* otro m%s hombre. >n en'i*n " el agua torrentosa " sufrida se lo lle'*. +ara que no sobrenadara, no se si le arrancaron las '!sceras, $orque
$refer! no mirar. El de bigote gris no me quitaba los o(os. La Lu(anera a$ro'ech* el a$uro $ara salir. /uando echaron su 'ista)o los de la le", el baile estaba medio animado. El ciego del 'iol!n le sab!a sacar unas habaneras de las que "a no se o"en. A(uera estaba queriendo clariar. >nos $ostes de 0anduba" sobre una lomada estaban como sueltos, $orque los alambrados finitos no se de(aban di'isar tan tem$rano. o me fui tranquilo a mi rancho, que estaba a unas tres cuadras. Ard!a en la 'entana una lucecita, que se a$ag* en seguida. 4e (uro que me a$ure a llegar, cuando me di cuenta. Entonces, Borges, 'ol'! a sacar el cuchillo corto " filoso que "o sab!a cargar aqu!, en el chaleco, (unto al sobaco i)quierdo, " le $egu# otra re'isada des$acio, " estaba como nue'o, inocente, " no quedaba ni un rastrito de sangre.
A -ar!a Bodma. A Emec# Editores. Buenos A5res, Argentina