Licenciatura en Pedagogía y Administración
Educativa
GRUPO 7
TEMA DE EXPOSICIÓN:
ANTROPOLOGÍA EDUCATIVA
Lic. Carlos Mazariegos
Universidad de San Carlos de Guatemala
Centro Universitario de Jutiapa
-JUSAC-
Jutiapa, febrero de 2013.
Sección “A”
Nómina de grupo:
INTEGRANTES: CARNÉ:
1. Margareth Stephany Maldonado Villanueva 200945162
2. Noé Arnoldo Hernández Sagastume 200942496
3. Sayra Liseth Esquivel Ordoñez 200945164
Introducción
La antropología educativa nos acerca al estudio del ser humano, es llamada
también antropología filosófica y busca el conocimiento del ser humano en
general, indaga sobre el ser humano como educable y educando, describe el
proceso de la aculturación con rasgos universales, es decir cómo se educa el ser
humano y por qué. En todo proceso educativo hay que tener en cuenta 3 grandes
dimensiones: La dimensión del cómo hacer, qué hacer y para qué educar.
La filosofía no solo se ocupa de lo que se dice y de aquello que se quiere decir
sino también de aquello que se quiere hacer: es esta la dimensión teleológica de
la educación (telos: fin, el estudio de los fines de la educación) puesto que cuando
educamos SIEMPRE educamos para algo, pero la educación encierra también
una necesaria referencia a valores: es la dimensión axiológica (axio: valor) de la
educación. No hay proceso de educación sin referencia a valores.
Objetivos
General:
Conocer acerca del estudio de la antropología de la educación o antropología
filosófica.
Específicos:
Manejar información de conceptos básicos de la antropología educativa.
Determinar las finalidades antropológicas de la educación.
Interpretar las dimensiones filosóficas de la educación.
Establecer criterio propio de la dimensión teleológica y axiológica de la
filosofía educativa.
ANTROPOLOGÍA EDUCATIVA
Para abordar este tema definiremos unos conceptos básicos:
Antropología = cultura
Filosofía = sentido
Educación = ¿cómo se aprende? = pedagogía
¿cómo se practica? = dialéctica metodológica
el ¿por qué? ¿Para qué? y ¿qué?
Todo proceso educativo es siempre algo constitutivo de la misma esencia
humana, de tal forma que si no existiera ese traspaso de cultura a través de la
educación, probablemente el hombre desaparecería, bien por falta de recursos o
bien porque el hombre, como tal, dejaría de ser humano y se quedaría en un
simple animal.
Por lo tanto, el ser humano, tanto entendido como individuo o entendido como
especie, consiste en educación y, por lo tanto, se le suele definir como un "homo
educandus".
Este proceso educador tan necesario para el hombre para poder llegar a serlo es
algo que, por contra, no cuadra a las bestias, ni a los vegetales: para estos se
tratará siempre de una extravagancia y de una inconfluencia. A las bestias
podemos someterlas a un aprendizaje pero les resultará siempre algo extraño y
añadido, porque lo propio de los animales no humanos es vivir siempre al margen
de toda educación humana. Además, en el supuesto de ese aprendizaje,
probablemente no lograríamos animales más perfectos ni más óptimos y, sobre
todo, ellos no tienen necesidades de ese aprendizaje, teniendo en cuenta sus
propias exigencias específicas.
El animal humano si tiene necesidades de ese aprendizaje de la cultura a través
de la educación, sobre todo a partir de ese instante en que empieza a haber
informaciones y habilidades colectivas que no vienen proporcionadas por la
herencia genética y que, sin embargo, resultan valiosas y necesarias y, en el
segundo instante a partir de que las pautas de conductas incluidas en el código
genético de cada uno dejan de ser suficientes para vivir y se hace necesario
aprender nuevas cosas.
Es por ello que los filósofos, sociólogos... suelen decir que cada individuo humano
es el resultado de tres grandes variables: código genético de cada uno, el medio
ambiente y la cultura de la sociedad en la que vive.
Si entendemos la educación como un proceso que contribuye a que cada uno
actualice plenamente su naturaleza, optimice su propio código genético o herencia
biológica hay que pensar que para saber cuál es la mejor manera de optimizar o
actualizar ese código genético se debe tener en cuenta que tipo de realidad es el
ser humano puesto que es, en definitiva, el destinatario de ese proceso educador.
Necesitamos disponer de un cuerpo de doctrina acerca de las diversas
capacidades que son características del ser humano.
No es posible plantearse en profundidad las cuestiones que hacen referencia a la
educación sin tener como horizonte de ese discurso al sujeto activo y al sujeto
pasivo de la tarea educativa.
Afirmar que el ser humano es un ser educable (afirmación fundamental de la
antropología de la educación) supone sostener al mismo tiempo una idea implícita
de lo que es el ser humano, de su naturaleza y de sus obras. Tanto es así que
existe siempre una estrecha e íntima correlación entre antropología (concepción
del ser humano) y pedagogía (forma de educar) en el sentido siguiente: en todo
proceso educativo subyace siempre una concepción antropológica, un modelo de
hombre, aunque ese modelo no siempre esté formulado de forma explícita y
aunque el educador tampoco sea consciente de cuáles son los presupuestos
antropológicos que gobierna su actividad.
Toda forma de educar lleva siempre escondida un modelo de hombre y esta es la
razón de ser de la antropología de la educación cuya función es la elaboración de
un cuerpo doctrinal que da respuesta a una serie de preguntas que no son otras
sino aquellas que derivan de la consideración del hombre como alguien que debe
ser educado. Esa elaboración ha de hacerla la antropología dialogando
interdisciplinadamente con el resto de las ciencias que se ocupan del hombre y de
la educación. La función que está llamada a cumplir esta ciencia es una función
auxiliar o preparatoria en el conjunto de las ciencias pedagógicas. Función auxiliar
porque dispone de un conocimiento adecuado del hombre, condición necesaria
para poder llevar a cabo con eficacia la tarea educativa.
El hombre necesita, en cierta manera, saber que lo que él es para poder llegar a
serlo. El supuesto del cual partimos se basa en la consideración de la educabilidad
como una categoría antropológica de primer orden, tan importante como la
categoría de la racionalidad, sociabilidad o la capacidad de hablar.
Decir que el hombre es un ser educable es tan importante como decir que es un
ser sociable, o racional, o hablante.
"La dimensión filosófica de la educación"
En todo proceso educativo hay que tener en cuenta 3 grandes dimensiones:
La dimensión del cómo hacer: a esta dimensión pretende contestar la
pedagogía.
La dimensión del qué hacer: a esta dimensión intenta responder la Teoría
de la educación.
La dimensión del para qué educar: a esta pregunta tendrá que responder
la filosofía de la educación, que es la encargada de debatir o reflexionar
acerca de lo que se dice y se hace en el campo de la educación
Hay dos grandes preocupaciones dentro de esta ciencia:
1º. Preocupación por lo que se dice cuando se educa puesto que no hay proceso
educativo sin que se produzcan enunciados
2º. Preocupación por lo que hacemos cuando educamos.
Pero no solo esta parte de la filosofía tiene mucho que decir respecto a la
educación, sino que la ciencia matriz (filosofía general) tiene bastantes cosas que
decir respecto a la educación.
La filosofía ha sido siempre un saber "revoltoso", "entrometido" y el filósofo es un
amante del saber. El viejo Aristóteles (S. 4ac) apuntó que la filosofía nació del
asombro, admiración, inconformismo... lo que llevó al hombre a preguntarse para
remediar su ignorancia.
Probablemente, la característica fundamental de la filosofía sea la interrogación
entendiendo lo siguiente: los filósofos no se proponen tanto saber cosas como
someter a interrogante todo aquello que sabemos. Tanto la filosofía como los
filósofos son por ello impertinentes porque les gusta meterse en todo. Esa
impertinencia aporta casi siempre a la vida de los hombres, de ahí que la filosofía
tenga mucho que ver y que decir de nuestra vida y existencia. Y si a esto
añadimos que la educación es la encargada de modificar nuestra propia existencia
también va a clavarse en ella el interrogante filosófico. Es decir; si a la filosofía le
preocupa lo que condiciona nuestra existencia y la educación es algo que
condiciona la existencia, indudablemente tendrá mucho que decir la filosofía en la
educación.
¿Qué le preocupa de la educación a la filosofía?
No le preocupa ni el cómo educar, ni con qué ni en que medio, lo que le preocupa
es, fundamentalmente, lo siguiente: ¿para qué es el educando?, ¿qué es la
educación? y ¿para qué es la educación? Son interrogantes insoslayables a los
ojos de un educador (forzosamente se tiene que hacer esas preguntas).
Pero a la filosofía también le preocupan más cosas porque cuando educamos,
además de hacer cosas o hacer algo con alguien, (toda educación es siempre una
intervención de alguien sobre alguien) pronunciamos palabras, utilizamos el
lenguaje, puesto que todo proceso educativo es un acto de comunicación y
pieza fundamental es el lenguaje.
Por lo tanto, otra forma filosófica de enfrentarse con la educación es el análisis del
lenguaje pedagógico y educacional: averiguar "que se dice" o lo que se quiere
decir con las palabras que un educador utiliza: FILOSOFÍA DEL LENGUAJE.
Esta preocupación por el análisis del lenguaje de los filósofos hay que decir que
no es de ahora; hace bastantes siglos que los filósofos se vienen preocupando por
ello(los sofistas griegos se preocuparon por ello por una razón: el saber hablar
bien, el discurso brillante, era fundamental, el mismo Platón, en algunos de sus
diálogos como el "Crátilo", toca en profundidad este problema de la
convencionalidad o no del lenguaje humano.
Las contemporáneas escuelas filosóficas, como neoempiristas o neopositivistas,
tienen en común el entender el quehacer filosófico con un análisis del lenguaje.
Dentro de estas escuelas contemporáneas hay dos grandes escuelas:
1. El positivismo lógico, que se preocupa fundamentalmente del análisis del
lenguaje científico (propio de cada una de las ciencias).
2. Filosofía analítica, que se caracteriza por el estudio-análisis del lenguaje
coloquial o común (que todos utilizamos) procurando dejar al descubierto los
significados auténticos para, de alguna manera, tratar de eliminar o evitar
equívocos o malos entendidos con el uso de ese lenguaje.
Ese análisis por parte de los filósofos viene exigido por lo siguiente: porque la
correcta programación de los objetivos educacionales exige esa precisión
semántica previa ya que como no se tenga un dominio perfecto del lenguaje
utilizado, probablemente ignoraremos que se proponen los educadores en esa
tarea emprendida.
La dimensión Teleológica y Axiológica de la educación.
La filosofía no solo se ocupa de lo que se dice y de aquello que se quiere decir
(análisis lingüístico) sino también de aquello que se quiere hacer: es esta la
dimensión teleológica de la educación (telos: fin, el estudio de los fines de la
educación) puesto que cuando educamos SIEMPRE educamos para algo, de ahí
que podamos afirmar que la educación es siempre un quehacer teleológico,
orientado o dirigido en una u otra dirección.
Esto hace que la finalidad sea algo constitutivo y esencial en toda educación: sin
ella carecería de sentido o sería un caos de contradicciones, impropios del ser
humano (se caracteriza por ser un animal racional).
De ahí que toda acción educativa apunte siempre hacia la adquisición de algo no
poseído, de algo que deseamos alcanzar porque completa y perfecciona nuestro
ser personal.
Pero la educación encierra también una necesaria referencia a valores: es la
dimensión axiológica (axio: valor) de la educación. No hay proceso de educación
sin referencia a valores. Si se educa es precisamente porque deseamos conseguir
unos valores y, por lo mismo, la educación consiste en una formación de valores
en el individuo; se trata de que éste llegue a tener adecuadas ideas y
comportamientos sociales, estéticos, ideológicos, morales... lo cual supone que
acepte y cultive los correspondientes valores.
Al final del proceso educativo esperamos que los educandos sean más valiosos,
que hayan alcanzado nuevos ámbitos valorables. Hay que tener en cuenta que
nacemos individuos y nos hacemos personas al ir asumiendo valores
(socializándonos).
Pero además, la propia educación encierra en sí misma una dimensión de valía ya
que en todas las definiciones que de la educación de han ido dando se pone de
manifiesto que la educación es algo valioso o hacen referencia a lo valioso de la
educación utilizando términos como: educación; perfeccionamiento, optimización,
crecimiento...
Es decir, en principio, toda educación implica una dimensión de mejora de la
persona (nadie se educa para ser un ladrón, o para ser un asesino... sino para ser
"mejores").
Negarle, pues, esta dimensión de valía sería negar la propia esencia de la misma.
Pero además hay que tener en cuenta que el destino del hombre es humanizarse
y esta humanización es algo muy personal y esto quiere decir que nadie lo puede
hacer por otro, al igual que nadie puede pensar por otro, o por mí. Esa
humanización o construcción humana se va a realizar mediante la creación o
incorporación de valores a la propia existencia.
Esto nos humaniza puesto que nacemos humanos pero no humanizados, al igual
que nacemos sociables pero no sociales y hechos pero no formados.
Hoy está fuera de toda duda el fundamento Axiológico de cualquier acto educativo;
una educación sin valores no es positiva, tampoco deseable.
Cuando se trata de establecer que valores y que escala jerárquica han de
fundamentar la educación empieza la discordancia, la divergencia, máxime en un
momento histórico, en una sociedad que tiene conciencia de "crisis de valores",
entendiendo por ello no la inexistencia o vacío valorativo sino más bien hay que
entenderlo como la sustitución de unos por otros, al carecer de un acuerdo social
de los mismos.
Este cambio de valores afecta a todos los ámbitos de la persona y de la sociedad,
a la familia, a la cultura, a la educación... así, y según las estadísticas, parece ser
que están en declive valores como: la autoridad, la obediencia, la virginidad, la
austeridad, el esfuerzo, el sacrificio, el compromiso, la religión... y en su lugar, el
nacimiento y aumento de otros valores: la libertad, el sexo, el deporte, el
ecologismo, el culto al cuerpo, el dinero, el puesto de trabajo, la amistad, la
tolerancia... y, en general, está en auge la estimación de todo lo personal y de ahí
en "enfrentamiento" generacional que debe entenderse no como oposición
afectiva entre padres e hijos, mayores y jóvenes, sino más bien como un
enfrentamiento en el modo de entender la vida y en cuanto al comportamiento
individual y social.
Con todo esto, la educación se plantea: ¿qué valores inculcamos? , ¿Los que
están en decadencia no valen?, ¿Valen los que están en auge? Ningún ser
humano puede vivir sin valores, además de imposible, llevaría a la "muerte" no
solo del ser humano, sino también de la sociedad y de la educación. De ahí
expresiones como la de "vivimos en una sociedad sin valores" o "la juventud de
hoy carece de valores": son todas falsas. Los que esto afirman solo podrían
afirmar que la sociedad o la juventud actual carecen de sus valores o de los
vigentes hace años en la sociedad.
VALOR: es todo aquello que no nos deja indiferentes y que necesitamos y
deseamos porque nos viene bien en algún sentido. Son principios de orientación
de la conducta humana, serían las bases de las actitudes y de las normas.
Antropología filosófica y Antropología de la educación.
La historia de la educación va siempre paralela a la historia de la antropología (o
de las concepciones entorno al hombre). Desde que disponemos de textos
escritos se constata siempre una estrecha relación entre imagen del hombre por
una parte (antropología) y praxis educativa por otra. Así, en Grecia, la llamada
educación Homérica, que engendró lo que se conoce con el nombre de Grecia
Clásica (S. 8 y 5 a. C.) constituyo la actividad educadora basada en lo que se dio
en llamar el estilo caballeresco, inspirado a su vez en la visión del hombre
contenida en los poemas de la Ilíada y la Odisea.
El ideal educativo de la paideia (educación) ateniense era lograr la armonía entre
el cuerpo y el espíritu; hacer hombre buenos y bellos.
Por contra, la antropología espartana, daría lugar a un tipo de educación más
militar y más deportiva porque la educación espartana estaba supeditada a
objetivos y necesidades básicamente militares; tanto es así que la cultura y el
pensar eran considerados altamente peligrosos y que podían fomentar
desobediencia.
Lo que tenía importancia era endurecer el cuerpo y la voluntad de los hombres: de
ahí el régimen severo de comidas, un plan durísimo de educación física,
sometimiento a grandes sufrimientos para curtirlos y domarlos física y
psíquicamente. Más que el hombre del presente interesaba el hombre del futuro.
Atenas y su rival Esparta, representan dos tipos de educación diferentes, porque
ambas vivían engendradas por antropologías diferentes.
En definitiva, toda antropología es inspiradora de una determinada concepción
educativa. La antropología cristiana, la marxista, la existencialista, son siempre
grandes cognoscisiones (concepciones sobre el hombre, el mundo, la vida) y a su
vez, son inspiradores de determinadas prácticas y conceptos educativos.
El número de ciencias que en la actualidad se ocupan del estudio del hombre es
un número muy elevado.
Hay que tener en cuenta que este estudio, con el paso del tiempo, se ha ido
acometiendo desde muy diversos ángulos y con muy variadas metodologías,
centrando la atención en cada caso en alguna de las múltiples facetas que
constituyen su forma de ser.
Al intentar establecer una clasificación de estas diversas ciencias que a lo largo
del tiempo se han ocupado del estudio del ser humano, hay un filósofo alemán, W.
Dilthey (1833-1911) los dividió en ciencias de la naturaleza y ciencias del
espíritu, que más tarde fueron denominadas como ciencias fisiológicas y ciencias
humanas y sociales.
- Las ciencias fisiológicas se caracterizan por contemplar al hombre como un
organismo más entre los vivientes, con sus peculiares características funcionales y
anatómicas y también por estudiar las consecuencias biológicas que de ello se
derivan.
- Las ciencias humanas y sociales estudian aquellas dimensiones exclusivas del
hombre (la racionalidad, la libertad, la educación...) y que, por lo tanto, no
comparecen en el resto de los seres vivos.
El problema se plantea cuando se intenta determinar cuál es el lugar que le
corresponde en esta clasificación a la denominada antropología, porque el ámbito
epistemológico que abarca en la actualidad la convierte en una especie de "cajón
desastre" en el que conviven, no siempre pacíficamente, saberes de muy diversa
índole. Para confirmar esta información bastaría con examinar los títulos de los
estudios e investigaciones que se agrupan bajo esta denominación de
antropología. Actualmente, la antropología suele dividirse, por una parte, la
antropología filosófica, y por otra parte, las antropologías positivas y estas, a su
vez, se dividen en: antropología física y antropología sociocultural. Las
antropologías positivas se caracterizan por abordar el estudio del hombre de
acuerdo con los principios y métodos propios de las ciencias particulares. Así, la
antropología física estudia al hombre como un miembro más del reino animal: sus
rasgos, diferencias raciales, influencias medio ambientales, desarrollo biológico, el
cuerpo humano como fruto de un proceso evolutivo y de adaptación. La
antropología física buscaría determinar, desde el punto de vista de las ciencias de
la naturaleza, a qué tipo de organismo vivo podemos aplicar el calificativo de
humano.
La antropología sociocultural estudia científicamente el comportamiento aprendido
del ser humano, los procesos a través de los cuales se va enfrentando el hombre
con el medio natural, estudia el modo de cómo se transmite la cultura.
La antropología filosófica busca responder con la mayor amplitud, profundidad y
radicalidad posibles a la pregunta por el ser humano y su sentido, ¿qué es el
hombre? y ¿qué sentido tiene la existencia humana?
Hay que añadir que contemplando las ciencias que estudian al hombre
comprobamos que disponemos de una gran cantidad de información y también el
ritmo de aceleración en la adquisición de esos conocimientos se ha multiplicado
en las últimas décadas.
Sabemos muchas cosas sobre el hombre, disponemos de gran cantidad de datos,
pero esto no quiere decir que hayamos avanzado en la comprensión de lo que
significa ser humano: esto mismo lo señaló el que pasa por ser el fundador de la
antropología filosófica: Marx Scheler (su obra "El puesto del hombre en el
Cosmos". Él decía que esa abundancia de información podíamos experimentarla
más como un obstáculo que como una ventaja y que lejos de facilitarnos la
comprensión del hombre, nos la va a dificultar, porque los resultados a los que
llegan esas diferentes ciencias nos presentan la realidad humana de un modo
fragmentario y que, por lo tanto, no nos permite alcanzar una comprensión global y
unitaria sobre el hombre (poseemos parcelas de información). Por otra parte, la
multitud siempre creciente de ciencias específicas que se ocupan del hombre,
ocultan la esencia de éste mucho más que lo iluminan.
En esta misma línea Martin Heidegger (- 1976. Rector de la Universidad de
Friburgo. Su obra: Sein und Zeit. (Ser y Tiempo) en una obra suya titulada Kant y
el problema de la metafísica decía: “Ninguna época acumuló tantos y tan ricos
conocimientos sobre el hombre como la nuestra... ninguna época consiguió
ofrecer un saber a cerca del hombre tan penetrante. Ninguna época logró que este
saber fuera tan rápida y cómodamente accesible. No obstante, nunca se supo
menos qué sea el hombre. A ningún tiempo se le presentó el hombre como un ser
tan misterioso”.
Esta fragmentación del saber al que nos ha conducido el desarrollo de las
ciencias, trae como consecuencia la disolución del mismo hombre, hasta el punto
de que se puede afirmar que hoy las ciencias estudian al hombre en ausencia del
ser humano. Esto quiere decir que cada una de las ciencias para poder acceder al
estudio del ser humano se somete a un determinado tratamiento analítico:
selecciona una parcela, un aspecto que desea investigar. Lo aísla del resto y le
aplica un determinado tratamiento metodológico.
Con lo cual y sin pretenderlo podríamos decir que se pulveriza y destruye la
unidad del hombre.
Es un procedimiento legítimo. Pero con esta manera de proceder, las ciencias
consideradas una por una y en su conjunto, no pueden responder a la pregunta
que se le plantea a cada hombre a cerca de la realidad que es él mismo, porque la
ciencia en su conjunto estudia aspectos parciales del ser humano y es incapaz de
integrar esas diferentes dimensiones.
De ahí que hoy más que nunca se experimente la necesidad de construir un saber
sobre el hombre que no sea un mosaico de datos, sino que nos permita alcanzar
una cierta integración de los diferentes conocimientos que poseemos. Lograr esa
armonización de saberes no equivale a un resumen, no es igual a un saber
enciclopédico. La deseada integración miraría más bien por encontrar la integral
de todos esos saberes.
Como cuando se plantea fijar, determinar la instancia epistemológica desde la que
se pudiese intentar esa armonización, que respetando la legítima autonomía de
las diferentes ciencias ofreciese a su vez una visión unitaria del hombre.
Al final concluye: esa perspectiva científica encargada de lograr ese objetivo sería
la perspectiva filosófica, y ello es así porque responder a la pregunta por el ser del
hombre es contestar a una cuestión filosófica.
La pregunta por el sentido de la existencia humana también debe ser respondida
desde la filosofía.
La articulación concluyente y armónica de los distintos saberes sobre el hombre le
va a corresponder en concreto a la antropología filosófica que es la perceptiva
científica más adecuada para ofrecernos una imagen global del hombre y que, a
su vez, nos va a servir de fundamento, de apoyo o de base para elaborar la
antropología de la educación. Por lo tanto, la antropología filosófica sería la
encargada de realizar esa síntesis filosófica de los conceptos aportados por las
distintas ciencias biológicas, sociales, etc...
Habría que intentar lograr esa compensación filosófica de todos aquellos
conceptos aportados por el resto de las ciencias al concepto del ser humano. Por
último, añadir: si a la antropología filosófica le corresponde esa función, a la
antropología de la educación que se va a construir será la función de orientar la
acción educativa, proporcionándonos un concepto adecuado de aquellas
concepciones del hombre que son más relevantes en relación con el proceso
educativo.
La incidencia de la concepción antropológica del educador en el
qué hacer educativo.
Hablar de la incidencia que tiene la concepción antropológica del educador en su
propia tarea como educador, es hablar de algo bastante obvio. Si se admite que el
trabajo del educar no es algo puramente técnico y que en este mester, es
necesario plantearse permanentemente los fines.
Si es cierto que educar también es ayudar a contribuir para que el hombre se
humanice y que esto no es otra cosa que contribuir al mejoramiento de la persona;
la educación no sería viable sin una concepción previa de lo que sería deseado.
Difícilmente se podrá llevar a cabo una política educativa inteligente si no
contamos con esa concepción antropológica previa.
Parece obvia la necesidad de contar con esa precomprensión antropológica, más
o menos explícita, de lo que es el hombre, de lo que puede dar de sí a la
humanidad, de enfrentarnos, lo que es la tarea educativa.
Hay que pensar que lo importante en educación no es lo que el educador hace
con un educando sino lo que importa en educación es lo que el educando hace
consigo mismo, puesto que toda educación es primaria y autoeducativa y porque
la educación es fundamentalmente autoeducación. La educación es tarea moral
puesto que el fin de toda educación es el mejoramiento de la persona, que es lo
que pretendemos todos cuando educamos.
Es también humanización, y esta tarea de humanizar no puede ser llevada a cabo
más que por educando puesto que no se llegara a ser buena persona si
voluntariamente no quiere. Por eso depende de la voluntad de cada cual, por eso
la educación es fundamentalmente autoeducación.
Si el principal agente de lo que una persona acaba siendo es el propio interesado,
pues la precomprensión antropológica con la que se cuenta de partida no será
irrelevante en el resultado final, porque cada cual convierte en ideal de su
existencia la idea que previamente uno se traza de sí mismo. Por eso el hombre
necesita saber lo que es para serlo. Quien piensa que el hombre es solo lo que
como o es solo un animal, se conducirá en la vida de manera muy distinta.
El hombre necesita aprender a ser lo que es
El hombre no solo necesita saber teóricamente lo que es para llegar a serlo, sino
que además, si el hombre necesita aprender a ser eso es por una razón: porque
su biología no se lo da resuelto como al resto de los animales, que muy poco o
nada tienen que hacer para ser lo que son. Han recibido su ser ya resuelto. Todo
lo que hacen está fijado en su dotación genética con la que vienen a la existencia.
De tal manera, más que vivir su vida podríamos decir que los animales son vividos
por la Naturaleza biológica a la que pertenecen.
Ejercer como animal no humano es un acontecimiento puramente animal, para el
animal humano vivir es hacer su propia vida. La iniciativa fundamenta le
corresponde al titular de la misma, que es el hombre.
Esto lo había dicho Ortega y Gasset: “El hombre al existir tiene que hacerse su
existencia, tiene que resolver el problema practico de realizar el programa que por
lo pronto consiste. De ahí que nuestra vida sea pura tarea e inexorable qué hacer”.
Por eso añadimos que la vida representa para cada hombre un constante desafío
plagado de alternativas que nos fuerzan a tomar decisiones que nos jugamos
mucho.
Ejercer como humano no es solo un acontecimiento únicamente natural: a uno no
le sale ser persona de forma espontánea. Al hombre, por tanto, le es natural de
alguna manera en virtud de lo que esencialmente es, obrar de manera inteligente,
de ahí que para el hombre “hacer el bestia” es antinatural, porque él es, por
esencia, animal racional. Peor a veces al hombre no le sale comportarse de forma
espontánea pero tiene que proponérselo. Si no lo hace se deshumaniza, se
pervertiría, estaría desmintiendo su ser con sus obras.
De ahí que la vida humana no sea una vida que se pueda vivir “sin más”, “a lo que
salga”, según venga dada, como motivada por reflejos condicionados.
Este tipo de vida era llamado por los griegos una vida “inanalizada” (que no vale
para nada), solo así de esta manera viven los irracionales pero no la persona
humana. Por eso decíamos que el hombre necesita aprender a ser lo que es,
aprender a ser aquello que por esencia está llamado a ser.
Pero antes, el ser humano tiene que saber también lo que es, de alguna forma,
porque de lo contrario puede acabar siendo, en su actuación justamente lo que no
es. Es decir sin ser un bestia puede acabar actuando como si lo fuera. Pero
además, el conocimiento que el hombre puede tener de sí mismo tendrá a su vez
una gran influencia sobre lo que es y lo que va a ser porque el autoconocimiento
es siempre un elemento integrante del proceso de autotransformación humana.
Por lo tanto, el ser humano no podrá vivir, no podrá decidir, no podrá actuar si no
posee una cierta idea de sí mismo, por muy rudimentaria que ella sea.
Fundamentación antropológica de la educación
La antropología filosófica no sólo guía al quehacer educativo, también unifica la
multiplicidad de saberes acerca de la educación. El hombre necesita de la
educación para tirar adelante y, por otro lado, la acción educativa no puede
cumplir con su cometido si no tenemos a la mano un hombre modelo, por
cambiable que éste sea.
La antropología filosófica de la educación se perfila, para darle sentido al hombre
desde la actuación educativa y ofrecer modelos de existir humano que hagan
comprensible la educación. Este es uno de los principales objetivos de esta
investigación, ya que sostenemos, que la educación integral necesita ampliar su
marco antropológico, que sustenta transversalmente toda la dinámica educativa,
de quienes proponen educar integralmente.
Actualmente en los niveles básicos han establecido el estudio de los valores,
como experiencia educativa, para recuperar las actitudes esenciales que debe
tomar el hombre frente a la vida. Sin embargo, la antropología, si se sustenta
como construcción de la personalidad, se construye además como proyecto.
Esta realidad de proyección, no tiene que tomarse como una medida
estandarizada, sino como propuesta, porque caer en el autoritarismo intelectual,
de pensar que necesariamente el hombre tiene que ser integral, perturba la
capacidad racional del hombre mismo, e iría en contra de un principio ontológico
del devenir, que proponemos como sustento de esta realidad antropológica. Sin
embargo, sería ingenuo proponer algo que no tiene sustento.
De aquí de la importancia, de establecer una plataforma de convencimiento
antropológico, para pensar que el hombre es capaz de educarse integralmente.
Savater sostiene que la educación es la revelación de los demás, de la condición
humana como un concierto de complicidades irremediables. El hombre no es
como un presente continuo, no es un futuro por hacer, es un futuro haciéndose
desde su propia experiencia de vida. De aquí que, la educación integral debe
traspasar los ámbitos del aula, ha de esforzarse por contribuir que nuestra
sociedad crea ambientes educativos. La escuela, la familia, los grupos sociales,
incluso las mismas empresas, deben esforzarse por contribuir en los ambientes
educativos.
Para algunos como Álvaro Marchesi , es el gobierno el que debe de asumir
políticas sociales, familiares, laborales, en los entornos más desfavorecidos, que
contribuyan a que las iniciativas estrictamente escolares tengan una base
suficiente para poderse desarrollar. Además argumenta que la escuela depende
de su contexto familiar y social, si se quiere que suban los niveles de calidad las
cuales, se debe poner en marcha una política integral, y no sólo escolar.
Textualmente dice La escuela debe ayudar, pero no puede compensar lo que no
da la sociedad.
Otro de los fundamentos que se deben establecer, es que antropológicamente los
seres humanos no son medios sino fines en sí mismos. En este sentido, Kant
mencionaba que la persona no es un objeto sino un deber. Un deber en el sentido
de que es responsable de construir su historia y su mundo, un deber social, en el
sentido de que el mundo mismo participa en la libertad circunstancial del hombre
mismo. Ser libre se encuentra condicionado a la alteridad del ente que está en las
mismas circunstancias mismas, sin embargo, el rol que maneja, socialmente
hablando, va siendo diferente, lo cual no me exime de tomar en cuenta la
posibilidad del ejercicio de la libertad de cada individuo.
En la sociedad actual no sólo hay que resolver las necesidades básicas, sino que
junto con ellas y a pesar de ellas hay que construir nuestro proyecto existencial,
que va más allá de satisfacer nuestras necesidades cotidianas. Hay que
establecer que la integralidad educativa tiene un sentido en devenir y en proceso
formativo permanente, que no termina en los ámbitos escolares.
Heinrich Rombach sostiene que el hombre todavía está en la fase de convertirse
en hombre. Sobre este presupuesto se podría iniciar una reflexión con lo que él
denomina antropología estructural.
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Bibliografía
El contenido del tema fue extraído de internet de los siguientes enlaces:
http://www.eumed.net/librosgratis/2011c/988/Fundamentacion%20antropologica
%20de%20la%20educacion.htm
http://html.rincondelvago.com/antropologia-educativa.html
Conclusión:
La antropología educativa, busca la creación de buenos valores por medio de la
educación, es por ello que utiliza una serie de ciencias aplicadas al estudio del ser
humano en todos sus ámbitos, para lograr responder las preguntas de la persona,
ya que a la filosofía educativa no le preocupa ni: ¿el cómo educar?, ¿con qué
educar?, ¿en qué medio hacerlo? por lo contrario, a la antropología lo que le
preocupa es, fundamentalmente, lo siguiente: ¿para qué es el educando?, ¿qué
es la educación? y ¿para qué es la educación? esas son interrogantes inevitables
para un educador que facilita la educación fundamentado en que el alumno debe
educarse, socializarse, entablar diálogos, relacionarse y sobre todo llegar a
humanizarse, para lograr aplicar las experiencias a su vida diaria.
La filosofía no es memorizar y partiendo desde que los valores son: algunos natos
y otros aprendidos, se trata al momento de aplicar la antropología educativa de
someter al alumno a cambios que le ayuden en la relación con la sociedad, que le
permitan además de aprender conocimientos, aplicarlos de una manera axiológica
(con valor, con sentido, con un fin) ya que de lo contrario su vida no tendría
sentido, convirtiéndose en una vida vana, que llevará a la monotonía permanente.
La filosofía de la educación pretende analizar al ser humano desde su origen
antropológico (pasado) para poderlo comprender actualmente (hoy por hoy).
Cuestionario
1. Es el resultado del código genético, medio ambiente y de la cultura de la
sociedad:
Individuo humano.
2. El ser humano es un ser:
Educable, social, racional y hablante.
3. El hombre necesita saber lo que él es para:
Llegar a serlo.
4. ¿Para qué es el educando?, ¿qué es la educación?, ¿para qué es la
educación?, son preguntas que le preocupa a:
La filosofía.
5. Todo proceso educativo es un acto de:
Comunicación.
6. Se preocupa fundamentalmente del análisis del lenguaje científico:
El positivismo lógico.
7. Se caracteriza por el estudio-análisis del lenguaje coloquial o común:
El positivismo lógico.
8. No hay proceso de educación sin referencia a:
Los valores.
9. Consiste en la formación de valores en el individuo:
La educación.
10. Al final del proceso educativo se espera que los educandos sean más:
Valiosos.
11. El destino del hombre es:
Humanizarse.
12. Se caracteriza por contemplar al hombre como un organismo más entre los
vivientes:
Ciencias filosóficas.
13. Estudian las dimensiones exclusivas del hombre:
Ciencias humanas y sociales.
14. Se caracterizan por abordar el estudio del hombre de acuerdo con los
principios y métodos propios de las ciencias particulares:
Antropología positivas.
15. Estudia al hombre como un miembro más del reino animal:
Antropología física
16. Estudia científicamente el comportamiento aprendido del ser humano:
Antropología sociocultural.
17. Busca responder con mayor amplitud a la pregunta ¿Qué es el hombre? y
¿qué sentido tiene la existencia humana?:
Antropología filosófica.
18. Se puede afirmar que hoy las ciencias estudian al hombre en ausencia del:
Ser humano.
19. Para el animal vivir es un acontecimiento animal, pero para el humano, vivir
es:
Hacer su propia vida.
20. Para los griegos una vida “inanalizada” era:
Una vida que no vale para nada.