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Para Leer El Reino en Parabolas

1. Jesús hablaba habitualmente en parábolas para enseñar a la gente. Sin las parábolas, no podríamos conocer su mensaje. 2. Existen varias explicaciones en los evangelios sobre por qué Jesús usaba parábolas. La más acertada es que las usaba para hacerse entender por la gente sencilla. 3. Algunos, como los escribas y fariseos, no entendían a Jesús a pesar de oírlo, porque sus corazones estaban cerrados. Para ellos, las parábolas ocultaban el mensaje en lugar
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Para Leer El Reino en Parabolas

1. Jesús hablaba habitualmente en parábolas para enseñar a la gente. Sin las parábolas, no podríamos conocer su mensaje. 2. Existen varias explicaciones en los evangelios sobre por qué Jesús usaba parábolas. La más acertada es que las usaba para hacerse entender por la gente sencilla. 3. Algunos, como los escribas y fariseos, no entendían a Jesús a pesar de oírlo, porque sus corazones estaban cerrados. Para ellos, las parábolas ocultaban el mensaje en lugar
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est slo en Mateo, nueve son propias exclusiva-

mente de Lucas, y Marcos tiene una, slo una, que


no est en ninguno de los otros. En total, descon-
tando repeticiones e incluyendo algunas pequeas
que hemos denominado expresiones parablicas,
cerca de cincuenta. Sorprendentemente, el cuarto
evangelio, el que llamamos evangelio de Juan, no
tiene parbolas propiamente dichas. Tendremos que
hablar de esto a su tiempo.
De todo esto sacamos una conclusin clara: si
prescindimos de las parbolas, prcticamente nos
quedamos sin saber lo que deca Jess. Y esto es
muy importante, porque de Jess nos interesan tres
cosas: quin es, qu hace y qu dice. Si nos queda-
mos sin saber qu dice, gran parte de la Buena Noti-
cia desaparece.
Por lo tanto, estudiar las parbolas es lo mismo
que enterarse del mensaje de Jess, y prescindir de
ellas es lo mismo que no conocer ese mensaje.
Aun a riesgo de molestar a alguien, incluir aqu
una consideracin. Se ha dicho que, cuando alguien
muestra algo con el dedo, es propio de imbciles
quedarse mirando al dedo. Me temo que nos pueda
pasar algo semejante con Jess: detenernos mucho
en saber quin es, y poco en su mensaje. Quiz hay
1. Jess hablaba en parbolas
Sin las parbolas, nos quedamos sin mensaje
Est fuera de toda duda que Jess hablaba a la
gente habitualmente en parbolas. las citas de los
evangelios sinpticos son constantes
1
. Marcos 4,34 y
Mateo 13,34 llegan a decir que solamente les habla-
ba en parbolas.
No es fcil precisar cuntas parbolas hay en los
evangelios, porque depende de que contemos como
parbolas breves expresiones de tipo parablico
pero muy cortas... De todas maneras, podramos
decir que en el evangelio de Mateo hay unas cua-
renta, en el de Marcos unas veinte y en Lucas otras
cuarenta. No es que en total haya cien parbolas,
porque bastantes de ellas estn repetidas en dos o en
los tres evangelios. As, media docena de parbolas
PARA LEER EL REINO EN PARBOLAS 11
Para leer las parbolas
1
Mateo 13,3/13,10/13,34/13,35/13,53/22,1. Marcos 3,23/4,2/4,
10/4,11/4,13/4,33/4,34/12,1. Lucas 8,10. Las referencias del cuar-
to evangelio pueden tener otro significado.
tendencias a mucha Cristologa y poco mensaje, a
mucho Dogma y poco seguimiento, a mucha Teolo-
ga y poco Reino? Sea lo que sea, en este libro que-
remos acercarnos a las parbolas porque en ellas
hay mucho Mensaje, mucho Reino, mucha invita-
cin al Seguimiento.
12 PARA LEER EL REINO EN PARBOLAS
Esto nos introduce en el tema, muy discutido, de
por qu hablaba Jess en Parbolas. Acabamos
de ver una explicacin, dada por Marcos y Mateo.
En esta explicacin, Jess busca la claridad: habla
en parbolas porque quiere que todos le entiendan,
para ponerse a la altura de su auditorio, lo que no
Por qu hablaba en parbolas
Ya hemos visto que Mateo 13,34 y Marcos 4,34
llegan a decir que Jess hablaba a la gente solamen-
te en parbolas. Estos dos textos paralelos tienen
gran importancia, porque explican por qu lo haca:
impide que, cuando al atardecer se van a casa a
comer, alrededor de la mesa les explique ms dete-
nidamente todo a sus discpulos.
Pero hay un momento de los Sinpticos en que
se da otra explicacin, lo que ha desconcertado mu-
chas veces a los comentaristas.
A primera vista, estos textos parecen decir que
Jess hablaba en parbolas para que no le entendie-
sen, como un Maestro de Sabidura que esconde el
significado de sus enseanzas para que slo los
sabios le comprendan. Pero esto, evidentemente, no
es as. Es caracterstico de Jess, precisamente, todo
lo contrario. Jess no se dirige a los sabios sino a la
gente normal. Jess disfruta con la gente, y la gente
Marcos 4,33-34
Con muchas parbolas semejantes les expona el men-
saje, adaptado a su capacidad. Sin parbolas no les
expona nada, pero en privado, a sus discpulos, les
explicaba todo.
Mateo 13,34-35
Todo esto se lo explic Jess a la multitud con parbo-
las; y sin parbolas no les explic nada.
Marcos 4,9b-12
El sembrador
Y aadi: quien tenga odos para
or, que escuche.
Cuando se qued a solas, los acom-
paantes con los doce le pregunta-
ron acerca de las parbolas. l les
deca:
A vosotros se os comunica el
secreto del reinado de Dios: a los
de fuera se les propone en parbo-
las, de modo que por ms que
miren, no vean, por ms que oigan
no entiendan; no sea que se convier-
tan y sean perdonados.
Mateo 13,9-13
El sembrador
Quien tenga odos que escuche.
Se le acercaron los discpulos y le
preguntaron: Por qu les hablas
contando parbolas?
l les respondi:
Porque a vosotros se os concede
conocer los secretos del reinado de
Dios, a ellos no se les concede. Al
que tiene, le darn y le sobrar; al
que no tiene, le quitarn aun lo que
tiene. Por eso les hablo en parbo-
las, porque miran y no ven, escu-
chan y no oyen ni comprenden.
Lucas 8,8b-10
El sembrador
Quien tenga odos que escuche.
Los discpulos le preguntaron el
sentido de la parbola y l les res-
pondi:
A vosotros se os concede conocer
los secretos del reinado de Dios: a
los dems se les habla en parbolas
para que viendo no vean y oyendo
no entiendan.
con l. Y sus parbolas no son enigmas, sino histo-
rias tomadas de la vida corriente, que fascinaban a
la gente precisamente porque las entendan.
De aqu podemos sacar una buena leccin para
leer los evangelios (y la Biblia en general). Sacar con-
clusiones basndonos en un solo texto es peligroso.
Un texto debe entenderse a la luz de todo su contex-
to, que es, en el caso de los evangelios, los mismos
evangelios en conjunto. Si un texto parece disonar
del conjunto, tendremos que explicar esa disonancia.
En nuestro caso, est muy claro: el contexto
total de los evangelios nos muestra a Jess hablan-
do y enseando constantemente a la gente en gene-
ral, que le entiende y disfruta con lo que oye.
Incluso para nosotros, separados por tanta dis-
tancia de tiempo y mentalidad, la mayora de las
parbolas de Jess son muy fciles de entender.
Perece claro, por tanto, que para su auditorio, ms
acostumbrado a la manera simblica e imaginativa
de expresarse y mejor conocedor de las circunstan-
cias cotidianas a las que las parbolas se refieren, le
sera an ms sencillo. La constante afluencia de
multitudes a escuchar a Jess, el largo tiempo que
pasaban escuchndole, la insistencia de los evange-
listas en frases como les enseaba, se puso a
ensearles, deja muy clara la conclusin: a Jess le
entendan todos, y hablaba para que le entendiesen
con facilidad. Para confirmarnos en esta impresin,
es significativo el texto de Lucas 10,21 (Mateo 11,25):
En aquel momento, Jess se llen de gozo en el
Espritu Santo y dijo:
Te doy gracias, Padre, Seor del cielo y de la tie-
rra!, porque has ocultado estas cosas a los sabios y
prudentes y se las has revelado a los pequeos. S
Padre, sa ha sido tu eleccin.
Texto que podemos tomar muy bien como indi-
cativo del deseo de Jess de que la gente sencilla le
entendiera, y como comprobacin de que, en efecto,
le entenda.
Por lo tanto, parece claro que debemos dar pre-
ferencia a la explicacin de Marcos 4 y Mateo 13:
Jess hablaba a gente muy sencilla con imgenes
muy sencillas; su intencin era que todo el mundo le
PARA LEER EL REINO EN PARBOLAS 13
comprendiera. ste es el dato fundamental. Desde
ese dato tendremos que explicar estos textos que
parecen disonar un poco.
La explicacin, por otra parte, no es difcil. Los
evangelistas han comprobado que entre los oyentes
de Jess hay quienes no ven lo que todos ven, no
entienden lo que todos entienden. La gente entiende
a Jess, los escribas y fariseos no. La gente se siente
fascinada por l: los escribas y fariseos se escandali-
zan. Y es que su corazn se ha cerrado; Jess es para
ellos piedra de escndalo. sta es la situacin que
reflejan las frases viendo no ven, oyendo no oyen.
Cuando nuestros textos dicen para que viendo
no vean... no hacen ms que utilizar el viejo modo
de los escritores de Israel, que atribuyen a Dios mis-
mo el endurecimiento del corazn, como cuando
Faran se empeaba en no dejar que los israelitas
salieran de Egipto, y el xodo lo expresa diciendo
que Dios endureci el corazn de Faran
2
.
Interpretacin desde los resultados
Podemos comprender, adems, el sentido de
esos textos viendo los resultados de la predicacin
de las parbolas: estos resultados son de varios tipos:
Hay quienes le escuchan, le ven actuar, le acep-
tan, le siguen. Hay corazones abiertos que, al
verle curar, al or las parbolas, aceptan la
Palabra, se sienten llamados a la conversin, le
siguen.
Hay otros que no se enteran. La gente le oye
con gusto, pero sigue queriendo que Jess sea
su mesas, el que esperaban, y se van mar-
chando. Fariseos y letrados le ven, le escuchan,
y se escandalizan. Jess morir por lo que hizo
y dijo, aunque la acusacin oficial fuera de
tipo poltico. Lo que hizo y dijo motiv que sus
adversarios lo quitaran de en medio. Vieron y
oyeron, pero se cerr su corazn. Es a esto a
lo que se refera Jess con la expresin peca-
2
Ampliamente en J. Jeremias, Parbolas de Jess, Verbo Divi-
no, Estella
12
2000, cap. 1. Interesantes sugerencias en J. L. Segun-
do, La historia perdida y recuperada de Jess de Nazaret, Sal
Terrae, Santander 1991, cap. 3.
14 PARA LEER EL REINO EN PARBOLAS
do contra el Espritu Santo, que l mismo
calific como incurable? De todas maneras,
ciertamente es a esto a lo que se refiri Jess
con lo de son ciegos y guas de ciegos. Es
muy significativo el final del episodio del ciego
de nacimiento (Juan 9,39-41):
Jess dijo:
He venido a este mundo a entablar un proceso,
para que los ciegos vean y los que ven se queden
ciegos.
Algunos fariseos que se encontraban con l le pre-
guntaron:
Y nosotros, estamos ciegos?
Les respondi Jess:
Si estuvierais ciegos, no tendrais pecado;
pero como decs que veis, vuestro pecado per-
manece.
Aqu est, pues, la clave para una interpretacin
correcta del sentido oculto de las parbolas. Jess
las dice para anunciar el Reino, para que sea accesi-
ble a todo el mundo. Y su desencanto es doloroso
cuando percibe que hay muchos odos que se cie-
rran, muchos ojos que no quieren ver.
Esta consideracin nos afecta tambin a noso-
tros. Tambin nosotros decimos que vemos, tam-
bin nosotros escuchamos con placer las parbolas
y admiramos a su creador. Pero si las parbolas no
son para nosotros llamamiento a seguir a Jess,
revelacin del Reino, omos y no escuchamos, tene-
mos ojos pero no vemos
3
.
2. Son sus mismas palabras?
Historia de la redaccin
Los textos de las parbolas, tal como nosotros
los leemos, estn redactados unos cuarenta aos
despus de que fueran pronunciadas por Jess. Qu
pas en esos cuarenta aos?
1. De la tradicin oral a la redaccin escrita
Jess no escribi nada, y los que le oyeron no
tomaban notas, evidentemente. As que la primera
transmisin de los dichos de Jess se hizo oralmen-
te, a base de los recuerdos de los que le oyeron. Esta
transmisin por tradicin oral suscita en nosotros
sospechas. Nos parece que pudo muy bien cambiar-
se. Es as, pero menos de lo que nosotros creemos.
De hecho, ellos desconfiaban ms de la tradicin
escrita (sa s que puede cambiarse). La recitacin
ante un pblico que tambin es testigo y lo ha odo
muchas veces garantiza la fidelidad (aparte la
memoria y la costumbre...). Y esto es lo primero que
hay que tener en cuenta: hubo testigos, muchos tes-
tigos presenciales de lo que Jess dijo, y muchos de
estos testigos estaban presentes cuando los dichos
de Jess se pusieron por escrito.
Que se hayan redactado 40 aos ms tarde no
quiere decir que no se escribieran antes. Los evan-
gelistas manejan materiales ya escritos. Los segui-
dores de Jess (entre los que haba, insistimos, tes-
tigos presenciales de lo que hizo y dijo) repetan sus
hechos y sus dichos en la eucarista y los usaban
para la catequesis. As se fueron formando conjun-
tos de hechos y dichos de Jess. Haba personas ms
autorizadas (en el Nuevo Testamento se les llama
algunas veces profetas), especializados en conser-
var la enseanza de Los Testigos, los que podan dar
fe de los hechos y dichos de Jess porque los vieron
y los oyeron. Estas colecciones de hechos y dichos se
fueron poniendo por escrito, y probablemente desde
tiempos muy antiguos, cercanos a la muerte de Je-
ss. Se escriben sobre todo para la eucarista y para
la catequesis. Probablemente, el hecho de escribir se
da por influjo ms griego que judo, y uno de los mo-
tivos para escribir es que la Iglesia se est exten-
diendo rpidamente, se crean de continuo nuevas
comunidades, van faltando testigos presenciales que
puedan ensear lo que Jess hizo y dijo en todas
ellas, y se recurre a los textos escritos para garanti-
zar la transmisin fiel del mensaje.
Por tanto, no hay que olvidar que la redaccin
de las parbolas (y de los hechos y dichos de Jess
3
Lo expone muy bien J. L. Castillo en El Reino de Dios (Des-
cle de Brouwer, Bilbao
2
2002, pp. 142 y ss.).
en general) se debe fundamentalmente al deseo de
fidelidad de las primeras comunidades, que queran
mantener su fe fundada en los dichos y los hechos
de Jess, transmitidos por los testigos.
2. Referidas al ya Resucitado:
ahora entendemos...!
Los textos sobre Jess, ledos en la eucarista, no
son recuerdos de un hombre que muri. Son pre-
sencias del Viviente. Jess est vivo. Su Espritu est
en la Iglesia. Su doctrina est viva. Sus palabras son
su presencia aqu y ahora. Por esta razn, las comu-
nidades leen los dichos de Jess como dirigidos
expresamente a ellos. No son tanto lo que Jess dijo,
sino lo que Jess dice.
Y esas comunidades CREEN EN JESS RESU-
CITADO, tienen fe en Jess: y desde esa fe entienden
mejor lo que hizo y lo que dijo: ahora saben Quin
es l y por qu lo dijo, y lo incluyen de alguna mane-
ra en los relatos. No se escriben simplemente los
dichos que se recuerdan de un carpintero de Naza-
ret que muri, sino la Palabra del Resucitado, diri-
gida a la comunidad que los lee y entendida por esa
comunidad como Palabra de Dios. Esto es lo que
nosotros podemos leer hoy: las palabras de Jess
conservadas, entendidas y aun interpretadas por las
primeras comunidades.
3. Usadas para la predicacin
Los textos que se ponen por escrito, y que ms
tarde son recogidos por los redactores de los evan-
gelios, han sido ya usados para la predicacin, le-
dos y comentados en la reunin eucarstica. En con-
secuencia, han sido aplicados a las necesidades de
las comunidades, interpretadas desde las necesida-
des concretas (distintas de las que existan cuando
Jess pronunci esas palabras).
Ejemplos tpicos y claros de estas circunstancias
son la incorporacin de los gentiles a las comunida-
des, la cada de Jerusaln, la expulsin de los cris-
tianos de la Sinagoga. Estos acontecimientos tan
importantes para la vida de los primeros creyentes
llevan a interpretaciones concretas de las palabras
de Jess. Tenemos un ejemplo claro de esta inter-
PARA LEER EL REINO EN PARBOLAS 15
pretacin del redactor en una frase del evangelio de
Marcos. Jess est hablando de lo puro y lo impuro:
No hay nada fuera del hombre que, al entrar en
l, pueda contaminarlo. Lo que sale del hombre es lo
que contamina al hombre... Y lo explica. No com-
prendis que lo que entra en el hombre desde fuera
no puede contaminarlo, porque no le entra en el
corazn, sino en el vientre, y despus se expulsa en
el retrete?
4
.
Hasta aqu, muy probablemente, palabras del
mismo Jess. Pero Marcos aade: Con lo cual de-
claraba puros todos los alimentos. Es evidente que
el grave problema de los alimentos prohibidos por
la Ley, que vemos en toda su intensidad en los cap-
tulos 10 y 11 de los Hechos de los Apstoles, ha
sido iluminado con esta sentencia de Jess. En rea-
lidad, Jess hizo una aplicacin ms amplia y ms
interior:
Lo que sale del hombre es lo que contamina al
hombre. De dentro, del corazn del hombre salen los
malos pensamientos, fornicacin, robos, asesinatos...
Todas esas maldades salen de dentro y contaminan al
hombre.
Pero Marcos lo ha aplicado al problema ms
palpitante de aquella comunidad. Estas aplicaciones
suelen llamarse parenticas, es decir, propias de
predicadores. Los predicadores se esfuerzan por
hacer aplicaciones de la Palabra a las situaciones
concretas. A veces nos encontramos con que par-
bolas que fueron dichas en unas circunstancias
determinadas son ledas luego en otras circunstan-
cias diferentes: los evangelios muestran a veces esa
aplicacin de la parbola original a la situacin de
la comunidad que las est leyendo.
Es el estilo de Jess
El gnero parablico es caracterstico de Jess,
hasta el punto de que algunos autores tienden a con-
4
Marcos 7,1-14. Ver p. 117.
siderarlo casi exclusivo del Maestro de Nazaret. De
hecho, veremos ms adelante que los precedentes en
el Antiguo Testamento no justifican el gnero tal
como l lo us.
Este sello especial de Jess, que tan claramente
aparece en las parbolas y lo diferencia de todos los
dems, nos lleva a constatar que al estudiar las par-
bolas trabajamos sobre un fundamento histrico
especialmente slido; las parbolas son un fragmen-
to de la roca primitiva de la tradicin. ...Por todas
partes, tras el texto griego, se deja entrever la lengua
materna de Jess. Tambin las imgenes estn toma-
das de la vida comn de Palestina y nos permiten
reconstruir mucho de la misma. Todo esto obliga a
reconocer una sencillez y claridad nicas, una maes-
tra desconocida en la construccin (de modo que)
debemos concluir que se trata de una tradicin espe-
cialmente fiel; cuando leemos las parbolas, estamos
en la proximidad inmediata de Jess
5
.
Los especialistas en estos temas buscan afanosa-
mente lo que ellos llaman ipsissima verba Iesu, es
decir, las mismsimas palabras que Jess pronunci,
descubrindolas en lo que escribieron los redacto-
res. Todos estn de acuerdo en que en las parbolas
nos acercamos muchsimo a lo que Jess dijo, y que
incluso encontramos en ellas frases o expresiones
que bien pudieron ser pronunciadas exactamente
as por el mismo Jess.
Esto es mucho ms importante an en cuanto al
significado global de una parbola: aun cuando algu-
nas expresiones hayan podido ser retocadas por los
redactores, o se hayan hecho ms tarde aplicaciones
concretas de las parbolas, es seguro que a travs de
los relatos de los evangelistas podemos acceder muy
bien al sentido exacto de lo que Jess quiso transmi-
tir, y al estilo mismo de hablar de Jess.
Fue Jess el inventor del gnero?
Jess, educado en la cultura juda y buen cono-
cedor del Antiguo Testamento, lo utiliza constante-
16 PARA LEER EL REINO EN PARBOLAS
5
J. Jeremias, Parbolas..., cap. 1.
mente, toma de l expresiones e imgenes, lo cita
con frecuencia. Tom tambin del Antiguo Testa-
mento el gnero parablico? La respuesta es nega-
tiva. En el Antiguo Testamento, la palabra par-
bola viene a significar enigma. Citamos algunos
textos:
1 Re 5,10-14
|v10 La sabidura de Salomn era mayor que la sabi-
dura de todos los hijos de Oriente y que toda la sabi-
dura de Egipto. |v11 Fue ms sabio que hombre algu-
no, ... |v12 Pronunci 3.000 parbolas y proverbios, y
sus cnticos fueron 1.005... |v14 Venan de todos los
pueblos para or la sabidura de Salomn, y de parte
de todos los reyes de la tierra que tuvieron noticia de
su sabidura.
Sal 78,2
|v2 Voy a abrir mi boca en parbolas,
a evocar los misterios del pasado.
Eclo 39,1b-3
|v2 Conserva los relatos de varones clebres,
en los repliegues de las parbolas penetra,
|v3 busca los secretos de los proverbios
y en los enigmas de las parbolas insiste.
Ez 17,1-2
La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos trmi-
nos: Hijo de hombre, propn un enigma, presenta una
parbola a la casa de Israel.
En conclusin, parece que el gnero parablico
del Antiguo Testamento tiene una caracterstica bas-
tante definida: es enigmtico, exhibicin de Sabidu-
ra. Es propio de los ms sabios poder interpretarlo
correctamente. As pues, cuando hablamos de pa-
rbolas en el Antiguo Testamento no nos estamos
refiriendo a un gnero semejante al de Jess. La
palabra es la misma, pero no su significado. Debe-
ramos llamarlas ms bien alegoras
6
.
Hay, sin embargo, una excepcin. Cuando el rey
David prepar y logr la muerte de Uras para que-
darse con su mujer Betsab, el profeta Natn le ech
6
Ver ms detalladamente en pp. 17 y ss.
en cara su comportamiento por medio de un relato
(2 Sm 12,1b-7a):
Un hombre pobre tena una sola oveja: un rico
que viva all al lado quera celebrar un banquete: le
quit la oveja para comrsela con sus amigos....
David reaccion violentamente: Ese hombre
merece la muerte.
Y Natn le dijo: T eres ese hombre.
Lo leemos en el segundo libro de Samuel, cap-
tulo 11. Es el nico relato del Antiguo Testamento
que podramos llamar parbola casi en el mismo
sentido que aplicamos a las de Jess, es decir, narra-
ciones que no tienen nada de oscuro o misterioso,
sino que, al menos a primera vista, se entienden con
facilidad, pero que impactan seriamente al audito-
rio. ste es el gnero parablico usado por Jess:
una narracin sencilla que trae consecuencias im-
portantes para el que la escucha. Jess se distancia,
por tanto, de la tradicin general del Antiguo Testa-
mento: en los evangelios, parbola no significa
enigma indescifrable, sino todo lo contrario.
Algunos autores han sacado de todo esto la con-
clusin de que Jess es el inventor del gnero. Qui-
z esta afirmacin sea demasiado rotunda. A finales
del siglo primero, los autores judos, los rabinos,
usan tambin un gnero parablico semejante al de
Jess. La verdad es que tenemos muy pocos ejem-
plos de tiempos de Jess, pero s bastantes del Tal-
mud
7
de siglos posteriores. Parece, pues, que las
escuelas rabnicas de Palestina usaron el gnero
parablico durante o a finales del siglo I d. C. Sera
poco verosmil que los rabinos aceptasen un gnero
inventado por Jess o propio y caracterstico de l.
Es ms normal pensar que el gnero se estara dan-
do ya en Palestina en tiempos de Jess.
Todo esto nos lleva a concluir que Jess pudo ser
el inventor del gnero, aunque lo ms probable es
PARA LEER EL REINO EN PARBOLAS 17
7
Talmud: recopilacin escrita de las enseanzas contenidas
en la Misn, que es la enseanza oral de los rabinos, explicando
la Ley. Hay dos recopilaciones, la palestinense y la babilnica. En
trminos generales se puede decir que estaban ya redactadas
hacia el siglo V d. C.
que el gnero parablico se estuviese desarrollando
en Israel durante el siglo I, y Jess lo utiliz y apro-
vech (y, a nuestro juicio de seguidores de Jess,
mejor que nadie).
El tema: Jess hablaba de El Reino
Muchas parbolas empiezan El Reino de Dios
se parece a.... Est claro que, cuando Jess habla
en parbolas, lo hace para explicar lo que l llama-
ba El Reino de Dios o El Reino de los cielos.
Estas dos expresiones vienen a ser equivalentes, y
nosotros las vamos a utilizar indistintamente. Lo
que importa es que Jess hablaba de El Reino y lo
explicaba por medio de las parbolas.
Parecera lgico decir primero qu es el Reino,
pero nosotros los vamos a hacer al revs: vamos a
leer las parbolas y al final, como resumen de todas
ellas, entenderemos a qu llamaba Jess El Reino.
Nos parece que ste es el estilo de Jess. Noso-
tros somos muy griegos, nos gustan los plantea-
mientos lgicos, las sntesis. Ni los evangelistas ni el
mismo Jess son as. No ofrecen grandes sntesis
conceptuales, no se basan tanto en la lgica, usan
ms la imaginacin, los sentimientos. Nosotros
somos ms cerebrales, ellos ms simblicos. Noso-
tros ms racionales, ellos ms vitales. Vamos a seguir
su modo de pensar y de expresarse: de lo pequeo a
lo global, del detalle al conjunto. La definicin de
El Reino, al final... si nos hace falta
8
.
3. Cmo podemos entenderlas bien?
Conocer bien el texto y sus contextos
Para los que escuchaban a Jess, las narraciones
parablicas eran muy fciles de entender, porque
eran sucesos o imgenes de la vida cotidiana. Para
nosotros, casi 2000 aos despus y en una cultura
muy diferente de aqulla, aunque siguen siendo
narraciones sencillas, hay ms dificultad. No pode-
8
Ver p. 177.
mos dejarnos llevar ni aqu ni para ningn texto
antiguo de la tendencia a entenderlo como sue-
na. Las circunstancias vitales, el lenguaje, el medio
cultural son demasiado diferentes. Tenemos que in-
tentar acercarnos a cmo sonaba, y, a ser posible,
a qu quera decir Jess.
Los textos originales tienen sus significados pre-
cisos y sus matices. Los oficios pueden ser respetados
o despreciados; los utensilios, comunes o lujosos; un
comportamiento puede ser normal o inusitado...
Comprender qu significaban las expresiones usa-
das en aquel contexto y situacin debe ser el punto
de partida previo a cualquier interpretacin. Esto
hace necesario que conozcamos el ambiente de
Palestina, muy especialmente de Galilea, los modos
de vida, las clases sociales y sus relaciones. Gracias
a ese conocimiento podremos percibir el sentido
concreto, el valor de los detalles, y, mediante ello, el
significado de la parbola y su intencin.
No pocas veces entendemos y aplicamos las par-
bolas a nuestro gusto, sacando de ellas las conclu-
18 PARA LEER EL REINO EN PARBOLAS
siones que a nosotros nos parecen oportunas. Esto
podr ser til, incluso brillante; pero lo que verdade-
ramente nos interesa es qu quiso decir Jess, qu
mensaje tuvieron aquellas narraciones en aquella
situacin.
El primer objetivo de este libro es, por tanto,
entender bien lo que los textos dicen y comprender
qu quiso decir Jess, qu signific cada parbola
en su situacin concreta.
Son parbolas, no alegoras
sta es una tendencia muy frecuente: confundir
parbola y alegora. Una alegora es un relato, gene-
ralmente largo, en el que cada una de sus partes tie-
nen un significado simblico. Un buen ejemplo es
Ezequiel 17, que ya hemos citado.
Nos encontramos ante una alegora tpica: los
sucesos no son cotidianos, sino extraordinarios,
|v1 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos trmi-
nos: |v2 Hijo de hombre, propn un enigma, presenta una
parbola a la casa de Israel. |v3 Dirs: As dice el Seor
Yahveh: El guila grande, de grandes alas, de enorme
envergadura, de espeso plumaje abigarrado, vino al Lba-
no y cort la cima del cedro; |v4 arranc la punta ms alta
de sus ramas, la llev a un pas de mercaderes y la colo-
c en una ciudad de comerciantes. |v5 Luego, tom de la
semilla de la tierra y la puso en un campo de siembra;
junto a una corriente de agua abundante la coloc como
un sauce. |v6 Y brot y se hizo una vid desbordante, de
pequea talla, que volvi sus ramas hacia el guila, mien-
tras sus races estaban bajo ella. Se hizo una vid, ech
cepas y alarg sarmientos. |v7 Haba otra guila grande,
de grandes alas, de abundante plumaje, y he aqu que esta
vid tendi sus races hacia ella, hacia ella alarg sus
ramas, para que la regase desde el terreno donde estaba
plantada. |v8 En campo frtil, junto a una corriente de
agua abundante, estaba plantada, para echar ramaje y
dar fruto, para hacerse una vid magnfica.
|v11 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos tr-
minos: |v12 Di a esa casa de rebelda: No sabis lo que
significa esto? Di: Mirad, el rey de Babilonia vino a Jeru-
saln; tom al rey y a los prncipes y los llev con l a
Babilonia. |v13 Escogi luego a uno de estirpe real, con-
cluy un pacto con l y le hizo prestar juramento, des-
pus de haberse llevado a los grandes del pas, |v14 a fin
de que el reino quedase modesto y sin ambicin, para
guardar su alianza y mantenerla. |v15 Pero este prncipe
se ha rebelado contra l enviando mensajeros a Egipto
en busca de caballos y tropas en gran nmero. Le sal-
dr bien? Se salvar el que ha hecho esto? Ha roto el
pacto y va a salvarse!
|v22 As dice el Seor Yahveh: Tambin yo tomar de la
copa del alto cedro, de la punta de sus ramas escoger
un ramo y lo plantar yo mismo en una montaa eleva-
da y excelsa: |v23 en la alta montaa de Israel lo planta-
r. Echar ramaje y producir fruto, y se har un cedro
magnfico. Debajo de l habitarn toda clase de pjaros,
toda clase de aves morarn a la sombra de sus ramas.
|v24 Y todos los rboles del campo sabrn que yo, Yah-
veh, humillo al rbol elevado y elevo al rbol humilde,
hago secarse al rbol verde y reverdecer al rbol seco.
Yo, Yahveh, he hablado y lo har.
Ezequiel 17,1-24
asombrosos. Y cada uno de los detalles representa
algo: un guila es Babilonia, la otra es Egipto, la vid es
Israel... La estructura general es solemne; cada parte
tiene su propio sentido simblico... stas son las
caractersticas habituales de las alegoras. Pero una
parbola no es as: no son fantsticas fbulas inventa-
das, sino narraciones de sucesos de la vida cotidiana.
Y, sobre todo, cada una de sus partes no tiene signifi-
cado simblico, son simplemente los detalles de la
narracin, que le dan verosimilitud e inters
9
.
Algunas veces, las parbolas han sufrido un pro-
ceso de alegorizacin, es decir, han sido explicadas
como si fuesen alegoras. Esto sucedi ya al redac-
tarse los evangelios: los antiguos eran muy aficiona-
dos a las alegoras, y los redactores de los evangelios
hacen algunas veces interpretaciones alegricas de
algunas parbolas. Uno de los ejemplos ms claros
es la interpretacin que hacen los evangelistas res-
pecto de la parbola del sembrador. La citamos
segn Mateo 13,18-23:
Vosotros, escuchad la explicacin de la parbola
del sembrador.
Si uno escucha el discurso sobre el Reino y no lo
entiende, viene el maligno y le arrebata lo sembrado
en su mente. se es el grano sembrado junto al cami-
no. El sembrado en terreno pedregoso es el que escu-
cha el discurso y lo acoge enseguida con gozo; pero no
echa raz y resulta efmero. Llega la tribulacin o per-
secucin por el mensaje, y falla. El sembrado entre
cardos es el que escucha el discurso: pero las preocu-
paciones mundanas y la seduccin de la riqueza lo
ahogan y no da fruto. El sembrado en tierra frtil es el
que escucha el discurso y lo entiende. se da fruto:
ciento o sesenta o treinta.
(Ver ms ampliamente en p. 28 y ss.). Tambin
aparecen rasgos de alegorizacin en Mateo 13,37
(la cizaa) 13,49 (la red) y en Juan 10,7 (el pastor, la
puerta).
PARA LEER EL REINO EN PARBOLAS 19
La interpretacin alegrica de las parbolas pre-
tende que cada detalle tenga significado y, peor an,
se encuentran significados en lo que no forma parte
del mensaje. Encontraremos numerosos ejemplos
de esta tendencia.
La parbola, en cambio, tiene un solo significa-
do, un mensaje global; los rasgos de la narracin, los
personajes y detalles no tienen significado; estn ah
para completar el relato, darle viveza. Y es as como
hay que interpretarlas, buscando nicamente su sig-
nificado global, un nico mensaje que se deriva de
la parbola entera.
Quiz un sencillo ejemplo nos lo acabe de expli-
car: la parbola es como un caramelo, envuelto en
papel de colores. El papel sirve para hacerlo atracti-
vo, para que no se pegue en los dedos. Pero no se
come, es slo el envoltorio. As, en las parbolas hay
un caramelo, un mensaje, dentro de una narracin,
que es el envoltorio. La narracin no es el mensaje.
Esta interpretacin alegrica se ha dado fre-
cuentemente en la predicacin, en la que el predica-
dor intenta aplicar detalles de la parbola a situa-
ciones concretas, y les encuentra significados que
quiz sean muy respetables, pero que son slo sus
propias interpretaciones. Los Padres de la Iglesia
son muy aficionados a dar este tipo de explicaciones
alegricas de cualquier parbola
10
.
Un solo mensaje global
Contrariamente a las alegoras, en que cada
detalle tiene significado, la parbola enva un nico
mensaje, resultado de toda la narracin. Pero son
mensajes parciales; cada uno contempla un aspecto
del mensaje global, El Reino, que se mostrar de
manera completa por el conjunto de todas las par-
bolas. Como en toda la Biblia, un texto aislado no
tiene su verdadero sentido ms que en relacin con
9
Otro ejemplo bien conocido es el del sueo de Nabucodo-
nosor: la gran estatua de cabeza de oro y pies de barro, que lee-
mos en Daniel 2,31. Tpicas y extremadas de este gnero son las
grandes narraciones simblicas del Apocalipsis, en las que, ade-
ms, se ha acentuado el significado misterioso, enigmtico, de los
smbolos y su sentido de anuncio del futuro.
10
El tema fue estudiado a fondo por Jlicher y ms tarde por
Dodd. Ver buenos resmenes en G. Theissen y A. Merz, El Jess
histrico, Sgueme, Salamanca 1999, cap. 11, y J. Jeremias, Las
parbolas..., cap. 2, n 8.
todos los dems, ni se pueden sacar conclusiones de
un solo texto sin tener en cuenta todos los otros.
Este mensaje global, sin embargo, no es sistem-
tico, como quiz nos gustara y nuestra educacin
racional (griega) nos ha inculcado. Reducir a un
esquema ordenado y metdico el pensamiento de
Jess es una aventura que corre el peligro de inter-
pretarlo demasiado, y hacerle perder el vigor original.
Lo cotidiano, lo sorprendente, lo polmico
Las parbolas parten de sucesos cotidianos,
sucedidos o verosmiles, y algunas veces su conclu-
sin es una aplicacin directa y evidente. Por ejem-
plo, la del rico insensato, la del buen padre que no
da a su hijo una culebra, o la viga y la paja. Todo el
mundo lo entiende, le parece razonable y lo acepta.
Pero frecuentemente, y esto caracteriza mucho a
las parbolas de Jess, la narracin adquiere de
pronto caractersticas sorprendentes, que rompen la
normalidad; y es ah donde suele estar el mensaje de
la parbola: Dios comparado a una mujer que pier-
de una moneda, el padre de los hijos que se com-
porta de forma tan poco usual, el dueo de la via
que paga igual a todos los obreros, el administrador
infiel...
11
En estos casos se corre el peligro de inter-
pretar la parbola eludiendo lo sorprendente o sua-
vizndolo, cuando el mensaje de Jess suele radicar
precisamente en esos elementos de ruptura de lo
esperado.
No pocas veces, las parbolas son tambin pol-
micas. Suele ocurrir que la situacin vital original
de una parbola fuese el enfrentamiento con las auto-
ridades, los letrados, los fariseos, los sacerdotes...
Muchas parbolas tienen en su origen este contexto
polmico, forman parte de la novedad hiriente de
Jess. Ms tarde, este contexto desaparece, los oyen-
tes ya no son los escribas y fariseos crticos y hostiles,
sino discpulos de Jess que creen en l. Entonces las
parbolas se aplican a la vida cotidiana de los disc-
20 PARA LEER EL REINO EN PARBOLAS
pulos y su significado puede suavizarse, e incluso
resultar poco comprensible. Pero la situacin original
en que las parbolas se dijeron marc completamen-
te su significado. Esto nos exige recuperar la situa-
cin en que la parbola se pronunci, para acercar-
nos ms a su sentido primero, a la intencin de Jess.
Abiertas
Nuestro deseo, justificado por otra parte, de apli-
car las parbolas a la vida, de sacar consecuencias y
aplicaciones morales, nos lleva a buscar la morale-
ja de las parbolas, de cada una de ellas e incluso de
todas globalmente: queremos aplicar cada una a
nuestra vida, sacando consecuencias ticas, y formu-
lar al final una sntesis total del mensaje.
Ninguna de las dos cosas es propia del estilo de
Jess. Jess dejaba sus parbolas abiertas. Lo ms
probable es que el final de cada parbola fue, en
muchas ocasiones: el que tenga odos que escuche,
que viene a significar: ahora, pinsatelo. La par-
bola no es tanto una enseanza como un tema de
reflexin, no tanto un contenido transmitido como
un motivo de preocupacin. Lo ms caracterstico es
que al leerlas u orlas te sientes aludido, increpado,
obligado a responder. Y esto lo hace cada oyente y
cada lector desde su situacin espiritual y vital. Ms
que un mensaje la parbola es una llamada
12
.
El que escucha una parbola no recibe una
informacin, ni siquiera quiz aprende una leccin
moral, sino que se va a su casa preocupado, porque
ha escuchado algo que le revuelve por dentro y le
invita a reflexionar y a responder.
Por esto, Jess no sola sacar conclusiones: las
que encontramos al final de muchas parbolas no
suelen ser de Jess mismo, sino aadidas por las
comunidades y/o por los redactores de los evange-
lios, que sacan sus propias conclusiones y hacen
aplicaciones de la parbola a su propia comunidad
o circunstancia.
12
Bien expuesto en John R. Donahue, El evangelio como
parbola, Mensajero, Bilbao 1997, pp. 33 y ss.
11
Bien desarrollado en J. M. Castillo, El Reino de Dios, Des-
cle de Brouwer, Bilbao
2
2002, pp. 151-155.
Tampoco podemos hacer una sntesis, un men-
saje final global, sistematizado. Las parbolas son
como mltiples caminos que se dirigen a un centro
(que parten de l). Todas ellas recorren el territorio
de El Reino, todas apuntan a su corazn: este
corazn del Reino es lo que las justifica a todas.
Por eso lo hemos colocado al final, y lo llamamos:
Cmo es Dios
13
. Pero esto tampoco es un resu-
men, en el sentido sinttico y conceptual que nues-
tra cultura pedira; es ms bien una esencia, una
raz profunda de todo lo dems.
Parbolas de doble cumbre
Es relativamente frecuente encontrar parbolas
que tienen dos mensajes sucesivos. As, la del sem-
brador, que alude primero a los que no reciben la
palabra y despus a los que dan fruto abundante.
Ms significativo an es el caso del hijo prdigo;
parece que el mensaje (la bondad del padre) termina
cuando empieza el banquete, pero la parbola conti-
na con el episodio del hermano mayor.
Algunos han querido ver en esto una muestra de
que las segundas partes son aadidos de las
comunidades y/o del redactor. Pero no es as. Se
demuestra fcilmente por la unidad de estilo entre
las dos partes, por la que deducimos que ambas tie-
nen la misma antigedad, pero sobre todo porque el
segundo mensaje suele ser precisamente el ms
importante y muchas veces el ms polmico. As, la
parbola del hijo enva un esplndido mensaje sobre
la bondad de Dios, pero va ms all: Jess se refiere
directamente a su auditorio de justos y sabios,
fariseos y escribas, y muestra que no aceptan la bon-
dad de Dios, que se encierran de forma recalcitran-
te en el mundo antiguo de la justicia
14
.
Por regla general, pues, en estas que hemos lla-
mado parbolas de dos cumbres debemos prestar
especial atencin a la segunda; su mensaje suele ser
ms paradjico y nos acerca ms a la verdadera y
profunda intencin de Jess
15
.
PARA LEER EL REINO EN PARBOLAS 21
Cuentecillos de divulgacin?
No es infrecuente que se menosprecie el gnero
parablico, pensando que Jess lo us porque su
pblico era ignorante y no podra entender concep-
tos ms elevados. Por eso, quiz, se suele apreciar
ms el gnero del cuarto evangelio, en que apenas
hay parbolas, sino smbolos y metforas. Esta acti-
tud es un error grave. La esencia del mensaje de
Jess, incluso sus mismas palabras, estn en las
parbolas, mucho ms an que en los largos sermo-
nes teolgicos compuestos por los redactores del
cuarto evangelio.
Y no es inteligente enmendarle la plana a Jess.
Jess es el mejor telogo y el ms brillante comuni-
cador de la historia, y habl en parbolas. Corregir-
le su estilo es una temeridad y una arrogancia. Lo
expresa muy bien J. M. Castillo:
... eso quiere decir que las parbolas nos dicen
algo nuevo, que no se puede decir sino mediante tales
parbolas. Por tanto, las parbolas no son una mera
aadidura o una ampliacin al significado del Reino
de Dios...
Las parbolas nos dicen lo ms profundo que se
puede decir sobre el Reino, algo que no se podra
decir sino mediante... las parbolas
16
.
Podemos afirmar, para concluir, que leer las
parbolas es escuchar a Jess mismo, recibir lo ms
fundamental de su mensaje, disfrutar de su estilo,
tan personal, tan diferente. Jess no hizo metafsica,
no cre una teologa sistemtica, no utiliz mtodos
de pensamiento previos para hablar de Dios, no sis-
tematiz un cdigo tico. Nosotros lo hemos hecho
ms tarde y, al hacerlo, hemos perdido la fuerza, la
frescura, la sugerencia del modo parablico.
Recuperar las parbolas es me parece una
necesidad urgente:
para la gente que seguimos a Jess, porque nos
lleva a entenderle mejor y suscita deseo y nece-
sidad de seguirle;
13
Ver p. 149.
14
Ms ampliamente en pp. 155 y ss.
15
J. Jeremias, Parbolas..., pp. 42 y 240.
16
J. M. Castillo, El Reino de Dios, Descle de Brouwer, Bilbao
2
2002, p. 150.
para la alta teologa, porque las humildes par-
bolas tienen el poder de corregir sus excesos;
Jess nunca dice qu es Dios, qu es el Reino;
dice a qu se parecen. Nunca podremos exa-
gerar la importancia de esta diferencia.
4. El sistema que vamos a seguir
Clasificacin
Es frecuente clasificar las parbolas de Jess en
tres grupos
17
:
1. Las parbolas del Reino
2. Las parbolas de la misericordia
3. Las parbolas de la urgencia y la reprobacin.
Al grupo 1 perteneceran las parbolas que Jess
dijo en Galilea, en torno al lago, correspondiendo a
la primera poca de su predicacin.
El grupo 2 se refiere fundamentalmente al cap-
tulo 15 de Lucas, ese gran inciso propio del tercer
evangelio, tan nuclear en el mensaje de Jess.
El grupo 3 se atribuye a su ltima etapa, en Jeru-
saln. El clima luminoso y esperanzado de Galilea
ha cambiado. Jess mismo se ha hecho ms radical
y su enseanza se ve afectada por el rechazo de las
autoridades y por la inminencia del desenlace.
Esta clasificacin es hasta cierto punto correcta,
pero tiene dos inconvenientes: no hace diferencia-
cin entre los diversos temas y enfoques de las
parbolas del Reino, y reduce el tema del captulo
15 de Lucas a la misericordia, aspecto importante
pero mucho menor que su contenido total.
Nuestro estudio va a proceder de manera ms
detallada. Agrupamos las parbolas por semejanza
de mensajes en tres apartados:
En el primero agrupamos las parbolas que
hemos llamado vegetales (el sembrador, la
22 PARA LEER EL REINO EN PARBOLAS
mostaza...) que dan una idea bsica funda-
mental para entender El Reino segn Jess.
El segundo apartado contiene la mayora de
las parbolas, divididas en grupos temticos:
lo hemos titulado cmo son los del Reino, en
su actitud interior, en sus relaciones con los
dems, en el uso del dinero.
El tercero sirve de sntesis: lo llamamos cmo
es Dios qu es lo importante, y lo presenta-
mos como resumen global, que es a la vez el
punto de partida de la religiosidad del que
sigue a Jess.
Una clasificacin as es, necesariamente, subjeti-
va, y corre el riesgo de sistematizar lo que no fue
pensado de forma sistemtica, con la consiguiente e
inevitable deformacin. Es una concesin a nuestra
estructura mental occidental, tan acostumbrada a
sntesis y clasificaciones. Esperemos que la fuerza y
vitalidad del evangelio no quede enjaulada por nues-
tros sistemas de pensamiento.
Dentro de cada parbola
En cada parbola o grupo de parbolas ordena-
remos nuestro estudio en los siguientes apartados:
1. Textos
Presentamos los textos evanglicos, en columnas
paralelas cuando la parbola est presente en dos o
los tres Sinpticos.
2. Comentario a los textos
Estudiamos la situacin de la parbola en cada
evangelio y reflexionamos sobre las variantes de los
textos. De esta localizacin en cada evangelio y de la
comparacin de las variantes de los tres se derivan
conclusiones importantes para comprender mejor el
mensaje original y su utilizacin por los evangelistas.
3. Situacin vital
Intentaremos reconstruir el contexto lingstico
y vital; queremos entender cmo sonara aquello
para los oyentes de Jess.
17
As J. L. Martn Descalzo en Vida y misterio de Jess de
Nazaret, Sgueme, Salamanca,
7
1998, p. 597.
4. El mensaje directo
Una parbola tiene, en su origen, un mensaje.
Procuraremos acercarnos a ese mensaje. Aunque sea
una pretensin no siempre sencilla, intentaremos
entender qu quiso decir Jess.
5. Interpretaciones alegricas y parenticas
Las parbolas han sido incesantemente interpre-
tadas. Ya los mismos relatos evanglicos muestran
ligeras variantes de inteleccin y aplicacin. Inten-
taremos estudiar algunas de estas interpretaciones
y, en lo posible, reflexionar sobre su validez. Pare-
nticas significa propias de predicadores.
6. Para nosotros
El evangelio es una Palabra de Dios para noso-
tros, ahora. Procuraremos aplicar el mensaje para
que tenga el valor que Jess pretendi: una llamada
a acoger la Buena Noticia.
Las parbolas se empiezan a comprender en la
medida en que se empiezan a vivir. Porque nos cam-
bian hasta tal extremo la imagen que solemos tener de
Dios, la forma de entender la religin, los criterios de
la moral convencional y las convicciones que alimen-
tamos sobre el orden social establecido, que slo
quien se pone a vivir en esa direccin, slo se es el
que puede empezar a darse cuenta de lo que realmen-
te quiso decir Jess con esas historias, a primera vis-
ta tan ingenuas y hasta tan absurdas; unas historias
que, cuando se desentraan en toda su hondura, nos
dejan a todos descolocados
18
.
Conclusiones
Las parbolas, segn las presentan los Sinpti-
cos, son narraciones muy sencillas, tomadas
de la realidad cotidiana, que Jess empleaba
para ensear a la gente.
Parten de la vida cotidiana, con detalles concre-
tos que ayudan a imaginar la escena y a identifi-
PARA LEER EL REINO EN PARBOLAS 23
carse con ella; y desde ah incorporan sorpresas
y contrastes que llevan a concepciones nuevas de
lo religioso, frecuentemente sorprendentes y
hasta escandalosas para sus oyentes.
Se distinguen de las alegoras en que para stas
cada detalle tiene un significado, mientras que
en las parbolas hay una sola enseanza glo-
bal, y los detalles no tienen significado.
Jess dejaba sus parbolas abiertas, sin sacar
conclusiones. Cada lector u oyente se ve invi-
tado a sacarlas, y no precisamente en el plano
de los conocimientos, sino de las actitudes.
El mensaje de las parbolas se refiere siempre
a lo que Jess llamaba El Reino, es decir,
nuestra relacin con Dios y con los dems, que
no es una serie de contenidos tericos sino una
invitacin a cambiar de valores y actitudes, un
modo nuevo de vivir.
Las parbolas nos acercan mucho al mismo
Jess. Aunque las primeras comunidades y la
predicacin hayan podido introducir sus pro-
pias interpretaciones, los relatos de las par-
bolas se remontan a las tradiciones ms anti-
guas de los oyentes de Jess y nos ponen en
contacto con su propio estilo, e incluso con sus
mismas palabras.
El sistema de notas
Incluimos a pie de pgina una serie de notas.
Tienen una triple finalidad:
Por una parte, dar fe de los libros que se han
utilizado, y aun de los textos concretos que se
reproducen.
Por otra parte, indicar al lector otras fuentes
en las que se pueden encontrar ampliaciones
de lo que nuestro texto dice.
Finalmente, algunos comentarios marginales o
citas bblicas se trasladan a las notas para no
entorpecer la lectura.
Los libros que aparecen en la Bibliografa final
se citan en las notas simplemente por su autor y
ttulo. Los que no aparecen en la Bibliografa se
citan dando su referencia completa.
18
J. M. Castillo, El Reino de Dios..., p. 189.

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