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Días de Guerra. Vivir La Conquista

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Historia de la vida cotidiana Se Co.4e a Dirigida por Pilar Gonzalbo Aizpuru I Mesoamérica y los ambitos indigenas de la Nueva Espana Coordinado por Pablo Escalante Gonzalbo YW an DIAS DE GUERRA. VIVIR LA CONQUISTA I MAITE MALAGA Y ANA PULIDO Facultad de F sofia y Letras, Nacional Autonoma de Mexiew Universida Ee cos onistinos covrsctos rene SOAntettcaNOs Y EPAROLLS, ambos grupos se en frentaban a un adversario completamente desconoeido. Para hacerle frente, sin embar- go. silo podian echar mano de las estratewi las que habian ¢o- nocido siempre que les eran familiare: Durante el avance espafiol hacia Tenochtitlan los acercamientos se intensilicaron: tuvieron ugar numerosas batallas, pero tambien una gran cantidad de encuent ros paci- ficos, En muchas ocasiones, las semejanzas de las estrategias de paz y de guerra de am- bos ejercitos facilitaron el entendimiento, MENSAJES, SALUDOS Y OBSEQUIOS Cada vez que un grupo indigena se veia en la citcunstancia de recibir a los espanoles en su territorio, podia hacerlo de dos formas distintas: una era atacarlos por sorpresa, Ta otra, actuar con reserva, pacifica pero cautelosamente. Es cierto que con frecuencia ube ataques, pero los a cercamientos cautelosos que iban acompatados por demostra- clones pacificas fueron una forma muy usada para conocer al e fuel les. Los sefiores indigenas salian a dar la bienvenida vestidos con ricas mantas, iban acompafiados de una comitiva numerosa en la que se encontraba el eneargado de Il var el copal y sahumar a los recién llegados, asi como los tamemes que llevaban los vie veres y otros objetos para regalar! Proveer a los esparioles de hastimento y de todo lo que les hieiera falta era una cla ra muestra dle paz, por medio de la cual se trataba de establecer una relacidn amistosa por el tiempo que fuera posible, y conveniente a los intereses indigg tranjero y medir sus s. En muchas acasiones, los caciques eran los encargados de recibir a los espartio- enas, Por eso Moctezuma [341] 342. MESOAMIRICA ¥ LOS AMITOS INDIGENAS DI: LA NUEVA Espa Postracién de Moctezuma Enel tempo que estos mensajers fueron y voliron, Motecuzoms ro podta comer ni dormin ni | hacia de buera gana ninguna cosa, sino estaba muy triste y suspiraba espesas veces. Estaba con gran congoja, ninguna coss de pasatiempo le daba placer; ninguna cose le dab contento, y de Gia: “eQué serd de nosotros? Quien ha de Suftir estos trabajos? Ninguno otra sino vo, pues soy | sefior y rey, que tengo cargo de todos.” { Bemardino oe Sascin, Historia genera libra, cop. (versién de Angel Maria Gsribay). | mand0 asus embajadores a servit con gran diligencia a los espaitoes,e hizo especial ine bs capié en que no se les proveyera de ninguna cosa de guerra y no se les hiciera enojo ak suno.? Pero las provisiones dadas por los indigenas no eran las tinicas senales paciticas én el momento en que los grandes senores indigenas se encontraban frente a frente con ‘os espatioles, aparecian interesantes demostraciones de paz y respeto 4 En las fuentes coloniales se menciona un gesto indigena de cortesia que los con- auistadores no tuvieron dificultad en interpretar como pacifico: el gesto consistta en hac Cer una gran reverencia Irente al que llegaba Esta inclinacion del cuerpo es practicada Por Moctezuma y otros seitores indigenas cuando le dan la bienvenida a Cortés, Con Un significado semejante de respeto y reverencia, pero mas enlitico alin, era el acto de besar la tierra, que se presenta en el mismo contexto de los encuentros Jo que hicieron en Hegando donde nuestro capitan estaba, y fue que beso la vera eon la y 1. ¥ con braseros que tenlan de barro, y en ellas su incienso le sahumaton, y a todos los demas soldados que ahi cena nos hallamos.> Como respuesta a tales muestras de atenci6n, los espattoles manifestaban su sim- Patia por medio de sus propios eddigos. Antes de encontrarse personalmente con cual, Guier jefe indigena, Cortés mandaba a decirle el gran alecto que le tenia y le aseguraba que su tnico propdsito era el de conocerlo, por lo que no tenfa nada que temer. Una due se concretaba el encuentro pacifico as comtesiasespantolas se caracterizaban por set srandes despliegues afectivos, acompanads de un contacto fisico que no era bien vis. te cuando se salucaba a un gran senior indigena. Es conocido el intento que hizo Her- nan Cortés de saludar a Moctezuma con un abrazo, y eémo dos caciques lo detuvieron ara evitar que tocara a su emperador, En el mundo indigena todas las personas, inclu. So nobles y capitanes,tenfan que acercarse con gran humildad al huey latoani, por eso Tevaban Ta eabeza baja y ojos inelinados y el cuerpo muy humillado, y hablandto con Imo le miraban a la cara, lo cual hacian por mucho acatamiento y reverencia” DIAS DE GUERRA. SIVIREA CONQUISTA 343 Los tamemes tlaxcaltecas cargan los alimentos del ejército de Cortés. Cadice Azcatitian, 344 MUS@AMERICA ¥ LOS ANMHTOS INDIGENAS DE LA NUBY ESPANA El abrazo como muestra de respeto esta presente en los eédigos caballerescos de la Epoca. En libros de caballeria como el Amadis de Gaula es recurrente la escena en que el caballero, despues de haberse desarmado, abraza al rey y le expresa lo mucho qu seaba conocerlo Los regalos acompanaban a los saludos y a las muestras de respeto recfprocos. In- dependientemente de Ia calidad y valor de los objet los regalos tenian una serie de implicaciones que quiza para nosotros estan algo olvidadas. Para los anti- guos mexicanos, eran declaraciones de prestigio y autoridad, y aun mas que eso. Los in- dicios sugieren que Mesoamerica no era un easo de excepcisn a los principios descubier- tos por Mauss en la practica del regalo en sociedades tradicionales, La accion de regalar, obsequiados que pareeia ser un acto voluntario, libre y gratuito, era en realidad todo lo contrario. El intereambio de regalos daba inicio a un contrato en el que ambas partes se veian obliga das a devolver, de una forma o de otra, el regalo recibido.> Ademas del hecho de la re- ciprocidad, es importante notar que no eran los individuos, sino las colectividades, las que se obligaban mutuamente. | as personas que estaban presentes y realizaban el inter- cambio de obsequios representaban a toda una poblacidn, Lo que se intercambiaha no eran exclusivamente bi uezas, cosas utiles econémicamente; eran sobre todo. gentilezas, festines, ritos, servicios militare , mujeres, ete, y el intercambio de riquezas ema solo uno de los términos de un contrato mucho més general y permanente.® El intereambio de regalas, iniciado desde lo primeros contactos entre indigenas y espaiioles, fue ampliamente aprovechado por ambos. Los dos bandos sabian lo indis- pensable que era debidlo a la relacién pacifica que se establecia por medio de él. Para Bernal Diaz del Castillo esto es muy claro: “Y lo que yo vi y entendi después aca, en aquellas provincias se usaba enviar presentes cuando se trataba de paces”.” En realidad, la costumbre de hacer regalos como muestra de paz era compartida por los ibericos y no fue sélo una estrategia aprendida de los mesoamericanos. Los espanoles habian usa- do las mismas técticas con los moros y antes de llegar a tierras continentales se habian beneficiado de ellas en las Antillas. Ademas, al llegar a tiertas mesoamericanas, los sal- dados de Cortés ya sabian qué tipo de regalo era mas apreciado por los indios en aquella sazén vinieron muchos indios... y traian algunos dellos ind! ios algunas jovas y oro de poco valor y gallinas para trocar con nuestr scale, que eran cuentas verdes, dia- mantes y otras cosas... porque cominmente todas los soldaclos tratames r ale: como traiamos avisado cuando lo de Grijalva que era bueno traer cuent Tanto en Ia ligica mesoamericana como en la espattola, el regalo parecia ser una herramienta para evitar la confrontacién bélica, Ahora bien, ademas de los regalos en- tre embajadores, formaba parte de la tradicion politica y militar indigena entregat ricos DISS DE GUERRA. MIVIR LA CONQUISTA 345 \ yemonavatecque tlaxcalla. Moctezuma envvia presentes a Cortés cuando tiene noticia de su llegada. Cédice Florentino. SAO MESGAMIAILA Y LOS AMUITOS INDIGENAS DE 14 NUBVA ESPAS, obsequios a manera de tributo anticipado, Con ello se daba la sefial a un enemigo te- mido de que no eva preciso el ataque para obtener ese “obsequio” periodicamente: se aceptaba pagar tributo de manera “amistosa” y se mantenfa al adversario lejos de casa Las peticiones que los enviados de Moctezuma le hacen a Cortés, de que no contintie avanzando hacia Tenochtitlan, y la riqueza de los regalos entregadlos, como aquel cas- co lleno de pepitas de oro (que se entreg6 para satisfacer una demanda explicita de los espanoles), son senales de que Moctezuma estaba ofreciendo una suerte de tributo, pa- ra mantener aquel extraiio ejército alejado, como se hubiera hecho en la epoca prehis- panica, Irdnicamente, los ricos obsequios no hicieron otra cosa que estimular la codi- ia de los espanioles y apresurar su avance hacia México. MUJERES, PARENTESCO, EXTRANJERIA Junto con los regalos de articulos perecederas y de lujo, encontramos el regalo de mu- jeres. Diego Mutoz Camargo menciona la dificultad ante la que se encontraron los es- panoles al tener enfrente alrededor de 300 mujeres tlaxcaltecas como regalo. Para Cor- \és y sus hombres puecle haber resultado una agradable sorpresa tal obsequio, pues no era ajena a la idiosincrasia del caballero cristiano arquetipico la idea de buscar descan- so y alivio en los brazos de unid mujer. Ll problema eran las singulares circunstancias en que se encantraban: encargados de dilundir las ensefianzas cristianas y de adoctri- nar a los natives, no podian dar un mal ejemplo. Y la solucion que finalmente encon- traron fue recibirlas con la salvedad de que serfa solo para que sirvieran a la Malinche Ademas, Coné argumenta que el despreciar cualquier tipo de regalos a los naturales podia ser interpretado como una seital de enemistad y poca confianza, por lo que se veia obligado a quedarse con las mujeres, para no romper los lazos de amistad.” Pero este asunto no termina ahi; una vez aceptadas estas mujeres tlaxcaltecas, empezaron a establecer relaciones mas estrechas: viendo que algunas destas esclavas se hallaban bien con los espafioles, los propios princi- pales daban a sus hijas propias porque, acaso se prenasen, quedasen enire ellos generacio- nes de hombres tan valientes y esforzados. .. Y ansi, fue que el buen Xicoteneat! dio una hi- Ja suya, hermosa, y de muy buen parecer, a Don Pedro de Alvarado por mujer." La costumbre de regalar mujeres tenia la finalidad de esclarecer el tipo de relacio- nes que en adelante existirian entre grupos que se reconocian como diferentes pero ca- paces de estar asociados al compartir los mismos intereses. El principal interes en el caso de espanoles y tlaxcaltecas era el de tener una relacion pacifica y de mutua ayuda, DIASDE GUERRA. VIVIRLACONQUISTA 347 [a amenaza de guerra obligaba a las mujeres a actuar como mediadoras al crearse un lazo de parentesco por medio de su descendencia. De esta forma se colocaba cualquier intento de confrontacién bajo ¢] control de los imereses a mas largo plazo; asi se crea- ba una duradera relacion de alianza entre indigenas y espanoles.!! La necesidad de integrar a los forasteros por medio del regalo de mujeres, parece responder ademas a un patron muy extendido en sociedades tradicionales. El parentes- co se presenta como la tinica forma de mitigar la ansiedad creadla por la presencia de un absoluto extratio, En efecto, al pertenecer a un mundo que se encontraba fuera de las tlerras conocidas, el extranjero era considerado como potencialmente hostil, pero sobre todo, era visto como un ser de naturaleza misteriosa y poderes dudosos. Por su extranjeria, los recien llegdos guardaban, al menos en potencia, una telacion mas cer- cana con lo divino.!2 Para los indigenas mesoamericanos, la sospecha de que esos hombres que venian por mar desde el oriente eran dioses o enviados de los dioses se alimemaba, ademas, en la propia tradicion religioss. Fl mito de Quetzalcéatl, en particular, parece haber in- cluido la idea del dios desterrado que promete volver con todo y su linaje para sefio- rear de nuevo las tiertas mexicanas," Asociando, quiza, a los advenedizos con ese mito, Moctezuma dlispone que los em- bajadores que van al encuentro de los espartoles lleven consgio los atavios sacerdotales de Quetzalcdatl, mismos que habfan sido guardacios con gran celo.!* Al recibir los ves- tidos, los espanoles los rechazan sin prestarles atencién. Esta reacci6n espariola empieza a sembrar dudas en los indios sobre la posibilidad de que se trate de emisarios divinos A los indigenas tambien les parece extrano el gran repudio que muestran los conquista- dores ante el autosacrificio y las ofrendas de sangre que se les presentan. Por tltimo, ven alos espanoles hacer cosas demasiado humanas, como comer y descansar, Muy pronto los recién legados empiezan a ser vistos como humanos y a ser tratados como tales. An- tes habria sido impensable una confrontacién con ellos, pero una vez humanizados se abre una serie de posibilidades. El acercamiento ritual a los visitantes se descarta y es remplazado por un acercamiento politico, que presenta la guerra como una opeign LA ESPERA, LOS PLANES Y LA MOTIVACION Los dias previos a cada batalla brindaban a los soldados espanoles muchas horas para estudiar la conducta del enemigo y para reflexionar sobre su propio papel como con- quistadores. Durante estos dias no habia lugar para la tranquilidad y el reposo, los sol- dados no podian desarmarse ni descansar, Las sefales de los indigenas tenian que ser interpretadas, y muchas de ellas eran indicios de inminente guerra 348. MPSOAMFEICAY 108 AMBITOS INDIGENAS DE LA NUEVA FSPARA, Los miembros del ejercito de Cortés vivian en constante tensién. Pasaban los dias tratando de adivinar primero y comprender despues, las costumbres de su adversario. ‘0 hizo que, sobre la marcha, los espafoles tuvieran que cambiar varias de sus cos- tumbres militares, Sabemos, por ejemplo, que tenian dentro de sus cédigos de guerra Ja posibilidad de pactar un dia de descanso con el enemigo; costumbre de la que ha- cian eco, por cient, las novelas de caballeria Acordaron contra la voluntad dellos ambos lel rey Abfas y el Donzel del Mar] que para otro dia quedasse. Assi para ataviar sus armas como para remediar algo todas las heridlas que te- biian, ¥ porque todas las gentes cle amhas partes estavan tan maltratadas y cansaulas, dessea- van fa folganea para su reposo.! En la Nueva Espaha parecia imposible pactar un descanso a la manera caballeres- 2 puesto que los ejércitos no compartian uma cultura comin en materia de guerra. Los periodos de reposo y espera eran también momentos de alerta y vigilia, Ni siquiera po- dian los soldados de Cortés darse el lujo de desarmarse por la noche y descansar —co- mo hacfan los caballeros de las novelas noctunos, debidlo a la constante amenaza de los ataquies Diaz del Castillo hace referencia a las ordenanzas que promulgs Cortés antes de que tuviese lugar la batalla final contra México-Tenochtitlan. Entre ellas se establece clara- mente que todos los soldados del ejército, sin excepcién, debian dormir con todas sus ar- das a no ser qute estuviesen gravemente heridos 0 en- fermos. Los caballos pasaban tambien toda la noche ensillados, listos para el combate. mas vestidas y con alpargatas calz Durante esas tensas horas entre una y otra batalla, muchas cosas fueron dichas por los soldacios de Cortés, algunas en publico, otras en susurtes en el secreio de una cho- za. Al contar con tiempo para pensar su situacion, algunos soldadas inconformes particularmente los hombres de Narvéez— se quejaban de la conducta de su capi- tan, maldecian a Cortés y sonaban con regresar a Cuba: “oi decit en una choza de cler= tos compagieros estando donde ellos no me vekan, que si yo era loco y me metia don- de nunca podria salir, que no lo furesen ellos, sino que se volviese quisiese volver con ellos, bien y si no, que me dejasen”.!° Sin embargo, estos discursos eran los menos; cuentan las eronicas que imperaba so- bre la hueste la voz y habilidad de Hernan Cortés, quien, por cierto, tenia presente el ide- na lamar y que si yo al de caballero y capitan justo escuchado en los romances y leido en novelas y libros de historia. Estaba consciente de que los discursos de aliento tendrian efecto en sus tropas, vencert ian las dudas y guiarian la lucha. En las crénicas se habla de que Cortés reunia 2 ‘us capitanes y soldados antes de la batalla y les hablaha. Les recordaba el camino que Hevaban recorrido desde su salida de la ista de Cuba, las victorias obtenida sy el deber DENS DE GUERRA. VIVIELA CONQUISTA 349) El ejército de Cortés descansa en las proximidades de Otumba, después de haber huido de Tenochtitlan. Lienzo de Tlaxcala. que tenian con las comunidades amigas que les habian ayudado. Exaltaba su valor y les alemaba a enfrentar las batallas que atin tenian por delante: revivia en sus énimos el de- ber que tenfan que cumplir con la sacra majestad del emperador y con la Iglesia, al ex- tender la fe cristiana sobre los pueblos inficles que no tenian conocimiento de ella Enel proceso de conocer y descifrar al adversario, Cortés y sus hombres tuvieron que aprender a leer ¢ interpretar las sefiales dle paz y de hostilidad que recibian de los pueblos indigenas a lo largo del camino. Pero, ;queé indicios podian tener los espafio- les para saber que la guerra era inminente? Pocas advertencias eran mas claras que la falta de atencion por parte de sus anlitriones. Acostumbrados como estaban a ser bien provistos de alimento y tegalos por parte de los indigenas, cuando una manana éstos no se presentaban se sentia que el comienzo de las hostilidades estaba proximo, Oua seal muy clara era la ausencia de los recibimientos a los cuales los espantoles se habian 350. MESOAMERICA ¥ 10 AMBITOS INDIGENAS DE LA NUEVA ESIANA habituado, Cuando Cortés regresa de Veracruz a la Ciudad de México, una vez derro- tado Panfilo de Narvaez, no le tecibe por el camino ninguna embajada de Moctezuma, como la primera vez, Esto le lleva a sospechar que Ia actitud paeifica inicial ha cambia- do y teme por los miembros de su ejército. Una forma extrema de rehusar hacer un recibimiento consistia en abandonar la po- blacién antes del atribo de los espaioles. Cuando Cortés y su gente no veian en un po- blado ni la décima parte de los habitantes que éste solia tener, comprendian que las mujeres y los ninos habian sido desalojados, que la mayor parte de la gente habia hun- lo, y que debian prepararse pues la batalla estaba proxima También son seniales de falsa paz las embajadas que incluyen esclavas dentro de sit comitiva en lugar de altas autoridades. Fsto no lo perciben los espafoles, peto si sus dos lenguas, dona Marina y Aguilar, quienes furiosos le indican a Cortés que el propé- sito de la embajada no es la paz, sino la guerra.!” Frente a una situacion de tal tension e incertidumbre, los hombres de Cortés ha- llaban consuielo y fuerzas en las batallas ganadas, en el prometedor futuro que les es- peraba si ganaban la ultima contienda y también en los ritos y las ceremonias de su re- ligion, Sabemos, por los relatos de Bernal Diaz y de Cortés mismo, que cuando el tiempo lo permitta comenzaban sus actividades con una misa que ofrecia el clérigo Juan Diaz. Del mismo modo, cuando el dia siguiente anunciaba peligro, los soldados acu- dian a confesarse la noche antes. Como somos hombres y temiamos la muerte, muchos de nosotros, y aun todos los mas, nos confesamos con el padre de la merced y con el clériga Juan diaz, que toda la noche estuvie- ron en ofr la penitencia y encomendandonos a Dios que nos librase no fuésemos vencides. LA GUERRA INDIGENA Para ambos ejércitos, hacer la guerra era una practica habitual, Acostumbrados como estaban a las guerras de conquista, habian consolidado una amplia gama de estrategias belicas. Para ninguno de los dos bandos signilicaba uma novedad estar en guerra: sin embargo, en esta ocasion se veian obligados a observar las pricticas de una contrapar- te desconocida y adaptarse a ellas, Esto le dio a la guerra nuevas connotaciones. Elestilo de conquista de la ‘riple Alianza era radicalmente distinto de aquel que co- nocfa el ejército espanol. En Mesoamerica, una vez sometido un pueblo por las armas, los conquistadores se retirahan a sus lugares de origen y el dominio se expresaba en la cobranza de tributos. Pero si la guerra indigena era distinta en sus resultados, también lo era en sus métodas. Por ejemplo, los inelfgenas solian cerrar los eaminos para impedir el DIAS DEGUERRA. VIVIRLACONQUISTA 351 Por orden de Moctezuma se plantaban magueyes para obstruir el camino a los espafioles y eniviarlos en otra direccién. Cédice Florentino. paso al comercio, como signo de hostilidad; y se sabfa que si el adversario waspasaba el bloqueo del camino, la guerra era inminente, Durante la conquista espanola, los indige- nas usaron el bloqueo de camings, en este caso para confundir a su adversario, Cuando Moctezuma se enterd de que los espafoles venian derecho hacia la Ciudad de México “mando cerrar los caminos por donde habian de venir, mando plantar magueyes en los ca minos, y mando que los mandasen hacia Te pafioles en los cruces de caminos, con el recurso de dejar uno de ellos muy barrido y muy limpio y otro camino ciego y con muchos arboles para que no pasaran ni ellos, ni sus ballos.2” Al final del primer camino, de facil acceso, les esperaba una emboscada mexica. Otro recurso de la guerra indigena consistia en hacer ruido mientras combatian. En Ja tradicion belica indigena se estilaba alentar a los ejércitos batalla por la conquista de México-Tenochtitlan, el ruido era ensordecedor; sobre el templo de Hutzilopochtli “estaban unos satrapas, sentados taniendo un teponaztli y cantando. Y aunque vian lo que pasaba, no cesaban de taner y cantar”?! A este ruido se sumaban los gritos y los insultos que dirigian los indigenas a los espanoles para des- preciarlos y denigrarlos; los llamaban mujeres y poco valientes. Cuando los guerreros indigenas se encontraban en desventaja, solfan desarrollar fcticas de resistencia, Esconder a los caidos en batalla era una prictica frecuente dentro -zcucu”.!” También buscaron engatiar a los es ‘on cantos y gritos. En la 352 MPSAMERICA Y LOS AMBITOS INDIGENAS DITA NUFVA FSPANA El ruido cesa estuviera un hombre encima de un campanario y tafesen muchas campanas, yen equel instante ce- sasen de tarterias, y esto digo al propdsito porque todos los naventa y tres dias que sobre esta ciu~ dad estuvimos, de noche y de dia daban tantos gritos y voces unos capitanes mexicanos apercibien- do los escuadrones y guerreros... otros liamando a los de las canoas... otros en adevezar vara y fecha... pues desde los adoratorios y torres de idolos los malditos atambores y cornetas y atabales dolorosos nunca parabian de sonar Y de esta manera de noche y de dia tenia mos él mayor ruido, que ‘nO Nos ofamos los unos alos otros, y desputs de preso Guatemuz cesaron las voces y todo el ruido. | Y después que se hubo preso Guatcmuz quedamos tan sordos todos jos soldados como si de antes | | Bernal Diaz an. Casnuuo, Historia verdadera de fo canquist.., cap. cus de la guerra mesoamericana y tenia como fin que el oponente no supiera el mimero de bajas que habfa ocasionado. Otra estrategia para hacer frente al ataque enemigo podia tomar la sencilla forma del disfraz. 1 atuendo de un guerrero famoso por st valentia podia ser usado por otro guerrero para infundir miedo, Se sabe, por ejemplo, que los otomies eran feroces guerreros y por eso cuando un guerrero mexica se vestia de oto mi y portaba sus armas era capaz de espantar no sdlo a los indios amigos de los espa- Roles, sino a Jos espafoles mismos. A veces el disfraz y sus implicaciones eran el ultimo recurso del ejército indigena para evitar la derrota. Esto lo vemos cuando, en un acto desesperade, Cuauhtémoe convoca a sus principales y les propone disfraz: (ra su mas valiente guerrero con las mas y divisas de su padre, Ahuitzotzin, y el arco y las saetas de Huitzilopochtli. Su es- peranza era que, al ver las armas, los enemigos tuviesen la sensacion de estar luchan- do contra esas fuerzas invencibles del pasado. Después de proponer y planear la estraiegia, se dirigis a ellos con las siguientes palabras: os {Oh mexicanos! jOh tlaltilucanos! El fundamento y fortaleza de los mexicanos en Huitzilo- puchilies ésia, el cual arroja sobre sus enemigos su si Ja misma saeta Hevais ahora vo- sols, que es aguero y prondstico que no nos perdleremos desta ¥ tro dios de ayudarnos.2? sino que quiere nues- Entre las practicas de guerra indigenas encontramos también las que tienen que ver con la forma de hacer prisioneros, y con el manejo de éstos después de la batalla. En las cronicas se habla con frecuencia de las técnicas indigenas para hacer cautives: en- tre otras cosas se indica que solo les causaban heridas severas para que no se defendie- ran y, vivos, se los pudieran Hevar a sacrificar a sus idolos.» La fama de los muchos crilicios realizados en una ciudad, y la exhibicion de los “trofeos” de guerra, servia DIAS DF GUERRA. VIVIRLA CONQUISIA 353 Miedo, incertidumbre y cabezas | El grupo de Alvarado, que ataca por otro sector, ignora la suerte que han corrido Cortés y su gru- 20; Sus adversarios indigenas les hacen creer que ya la han matado, y los asustan arrojandoles los despojos de algunos cuerpos espafoles. Vimos venir contra nosotros tantos escuadrones mexicanos... y nos echaron delante de no- otros cinco cabezas que entonces habian cortado de las que habian tomado a Cortés, y venian corriendo sangre, y decian: "Asi os mataremios carno hemos muerto.a Malinche y Sandoval y a to- 0s |os que consigo traian, y éstes son sus cabeza Y estando que estdbamos de aquella manera, bien angustiados y heridos, no sabfamos de | Cortés, ni de Sandoval, ni de sus ejércitos, si les habian muerto o desbaratado, coma los mexica- nos nos decian cuando nos arrojaron las cinca cabezas que traian asidas por los eabellos y de las barbas, y decian que ya habian muerto a Malinche y 2 todos ios teules, y que asi nos habtan de matar @ nosotros... ya esta causa estdbamos muy penosos... Berra Disc or. Lo, Historia verdadera de ia conquito... cap. CU ademas para amedrentar al enemigo. Los espaftoles se encontraron en varias ocasiones con las cabezas de sus companeros empaladats en el izonipanuti, y lueron espectadores del acto pablico que rodeaba al ritual del sacrificio Lo que buscaban los indigenas por medio del sactificio era que Huitzilopochtli y atlipoca los recompensaran con la victoria y con la matanza de los espanoles. Mientras tanto los espafoles no salfan de su asombro, repudiaban las acciones de los indigenas y, consideraban a sus dioses encarnacione: Tez demoniacas.4 Una vez coneluida la gran batalla de Mexico-Tenochtitlan, el caracter religioso de la guerra siguio estando presente en la vida de los vencidos. La derrota significs, para los mexicas y todos los pueblos indigenas, la construccién de templos en donde se ado- raria al nuevo dios. Lo mismo habian hecho los mexicas —en su momento— al im- plantar su dominio en el Altiplano central?> y era légico que los espantoles lo hiciesen Cuando Cuauhtemoc era llevado a la presencia de Henin Cortés, los mexicas decian. “Ya va nuestro sefor rey a ponerse en las manos de los dioses espanoles” 2° La derroia no solo trata consigo ¢l dominio espaiiol sobre los indigenas, sino tambien la victoria de su dios sobre los otros dioses. LA GUERRA DE LOS CABALLEROS CRISTIANOS, La mayor parte de las palabras y de los comportamientos dle los actores historicos si- guen un modelo y estén respaldados por una ideologia concreta. Por lo tanto, si esta mos examinando los avatares de un grapo de soldados que busean conqu 354 MISOAMERICA LOS AMBLTDS INPIGENAS DELA NUENA ESPAS. torio, es imeresante considerar que la mayor parte de sus estrategias de guerma estan ba- sadas en modelos, y en una manera particular de concebir la guerra, Tin el imaginario espanol estaban muy presentes las gestas de otros hombres que habfan combatido con- tra pueblos barbaros ¢ infieles en territorins desconocidos, Existia también una litera- tura de aventuras caballerescas que le dictaba a los soldados espanoles un modelo, un deber ser. Esto no quiere decir que durante la guerra de conquista todas las estrategias fuesen imitaciones, ni que los soldados de Cortes carecieran de la inventiva pata resol- ver las situaciones desconocidas de cada dia, Pero es indudable que el ejéreito espanal combatié respaldado por una ideologia, de la cual hay multiples huellas en las croni- cas de aquellos sucesos elaboradas por soldados y frailes. Los modelos del pasado operaban por lo menos en dos niveles: en la manera de percibir y describir los sucesos, y en la manera de actuar. Asi, por ejemplo, Bernal Diaz, quien hace constante referencia a los héroes y capitanes de la antigtiedad, dice de sf mismo y de sus compaferos que eran mas valientes que diez mil Héctores troyanos y ottos tantos Roldanes, y equip emplar Ale- jandro Macedonio. Las comparaciones benelician también, en ocasiones, a los indios, de quienes dice que peleaban con tanto brio como los soldacios del Gran Turco, y de euyo empetador afirma que tenia mas honores y riquezas que “ninguno de los solda- hes ni otro sehr infiel de los que hasta ahora se tiene noticia’ ra el valor del capitan Cortés con el del ej En el terreno de los hechos, muchas de las estrategias seguidas por los conquista- dores tenian su referencia en las convenciones de guerra europeas, En las crémicas se ha- bla de como Cortes reunta a sus hombres antes de cada batallla, junto can los caballos y Jaanilleria, y disparaba tiros con poca palvora frente al ejercito enemigo, A esto se le Il ma “alarde de armas” y era una practica comtin de los ejércitos cristianos, que Conés empleaba para atemorizar a los indigenas La influencia ideolégica mas clara en la guerra de conquista la encontramos en los libros de caballeria. Se conoce que los soldados espanioles eran devotos lectores de di- chos libros y que, con frecuencia, les habian acompanado en la navegacion a Indias, Como se ha seialado varias veces, el estilo de la Historia verdadera, de Bernal Diaz es similar al de los libros de aventuras; aunque él mismo parecia percatarse de la seme jan- zay trataba dle evitarla “e no lo pongo aqut por capitulos lo que cada dia haciamos, por- que me parece que seria gran prolijidad... y parecerfa a los libros de Amadis ¢ de otros de caballerta”.2* Bernal Diaz quiso evitar el parecido con los libros de caballeria, y n embargo, cuando escribe sobre la noche en la que todos los conquistadores miraban desde Tact- bael gran templo de Hui lopochili, después dle haber sido arrojados de la ciudad im- perial, cuenta que Cortés suspiré com gran tristeza y compuso un romance, come et Ja costumbre en los libros: DIAS DEGUERRA. VIVIRTA CONQUISIA 355 Amadis de Gaula, con una pluma en el tocado, sigue @ su escudero. 356. MUSOANIRICAY 1105 AMBITOS INDIGENAS DIE LA NUIVA ESPANA En Tacuba esta Cort ado, triste estaba y muy penoso, con sueseuadron esfor: Liste y con gran cuidado, Ja una mano en la mejilla ylaotra en el costado, ete Y cuenta como uno de sus soldados, cl bachiller Alonso Pérez, lo consuela a sut vez con otro romance sobre batailas perdidas. Ademas del parecido estilistico, en las historias caballerescas estan escritas muchas de eategias dle guerra que emplearon Cortés y sus hombres, Las embajadas y regalos del infiel al cristiano estan mencionadas en la Cronica del Cid Ruy Diaz” La oracion previaa las e Ja batalla la hace en sobradisa el Amadis antes de armarse en una ermita de tres fuentes, En esa oracidn los soldados ruegan a Dios que les ayude en la justa hicha que van aem- prender. La costumbre de desarmarse por la noche —de la cual los conguistadores, a st pesar, Luvieron que prescindir— la tenemos también en el Amadis y otros libros como parte de una rutina caballeresca, El imtento de abrazo que tanto disgusté al emperador Moctezuma ya su cone era una prictica comin en los encuentros del caballero y su rey Xicoténcatl y Maxixeatzin obsequian mujeres a los espafoles. Cortés las recibe junto con otros presentes. Descripcién de Tlaxcala. En los libros de caballerfa se observan dos formas de relacion entre & - jer; dualidad que se expresa también en las crénicas de la conqutista. Por una pare = habla de una relacién romantica exaliada, en la cual la doncella es la motivacion cen tral de las acciones del caballero. La mujer en cuestion se convierte en el recuerdo sa- grado del caballero; ela es el motor gue le impulss a actuar con valent, todas las ac- Giones del cahallero yan en nombre de su dama, de su sehora, Sin embargo, existe el otro lado de la moneda, complementario al de la dama idea- licada, En esta otta faceta, mas cotidiana, los caballeros tienen una telacién frecuente y liberal con las distintas mujetes que conocen a lo largo de sus aventuras, Bstas mujeres Jos atienden, Jos curan, los alimentan y “folgan” con ellos. Su papel es distinto al de Ta mujer amada, ellas forman parte de Jas aventutras y de la vida del cahallero lejos de casa En las cronicas de Ta guerra de conquista, y en alguna medida en los hechos, subsis ten esas dos formas de relacién. Por un lado estan las mujeres que asisten, ayudan, acom= paiian y alimentan: ellas son todas las mujere indias que los espanoles conocen y reciben como regalo durante sus exploraciones y encuenitos en tierras mesoamericanas, dota Ma- rina inchiida. Forman parte de la vida diaria de los conquistadores fuera de Espana Pero existe tambié la seniora amada que se venera y se extrana. Esta mujer ideali- zada es, durante la conquista y en forma explicita, Nuestra Senora, la Virgen. Es de ella de quien los conguistadores hablan, y en cuyo honor llevan a cabo sus acctones del dia Su nombre y sut imagen preceden los peligrosos combates. Es tambien ae laa quien de- ben reverencia y acatamiento los indios vencidos y los aliados. Ln la propia literatura caballeresca y en e] romance castellano habia antecedentes de ese desplazamiento retirico, conel cual se colo: da. Vi baa la Virgen en el Lugar de la seniora ama- sams como ejemplo el caso de un romance, en el cual los guerreros moros van por el camino hablando de sus amores, De pronto un sitviente cristiano habla con exaltacién de su seiora y despierta la codicia del fey moro... la dama resulta ser la Virgen Maria. Ya se salia el rey moto de Granada para Almeria coon treseientos mares perros que lleva en su compania cada eual iva hablando dle las gracias de su amig Alli hablo un tornadi que eriado es en Sevilla pues que habeis diel decir quiero de la mata / Blanca es y colorada como el sol cuando sata Alli hablara el rey move bien oiréis lo que decia / Tal amiga como aquessa para mi pertenecka Yo te la daré buen rey si me otorgares la vida diese me lat el morico (dice) que otorgida te seria chara mano en su seno acd a ka virgen Marta. 358. MESOAMERICA Y 105 AMBITOS ENDIGENAS DE LA NUEVA ESPANA Las erdnicas dle la conquuista nos cuentan historias parecidas, por ejemplo la del allfé- rez Juan Volante, quien, en comhate, sostiene la handera con la eligie amada de ka Virgen Maria, y la defiende de los mexicanas a capa y espada. Incluso cuando lo derriban del ca ballo debe arviesgar la vida, con tal de salvar la imagen ce su dama de cualquier altenta La idea espanola de la participacion divina en la guerra, la conviccién que muestran, Jos cronistas de que los santos lucharon a su lado contra los infieles, tiene también mul- tiples antecedentes en la literatura caballeresea, Cuando el rey Buicar esta por atacar Va- lencia, San Pedro anuncia al Cid que la victoria sera de los cristianos, Tambien le dice que “Esto sera con la ayuda del apdstol Santiago, que Nuestro Senor embiard a la bata lla”. Los conquistadores dicen haber tenido, igualmente, apoyo constante de Dios y de sus santos, confiesan que “bien parecia” que era Dios quien peleaba, Lopez de Gomara comenta que eran Santiago y San Pedro quienes peleaban y ganaban las batallas contra los mexicanos; a lo que Bernal responde que hahia sido la combinacién del valor de los conquistadores y la gran misericordia de Dios lo que les permitio vencer a los caciques de Tabasco. Lo cierto es que las victorias dificiles y los escapes sorprendentes siempre encuentran parte de su explicacisn en el razonamiento de la justa guerra cristiana. Era costumbre de las conquistadores entrar a los templos de les pueblos «ute los te- cibian para dertibar los idolos, quitar la sangre de las paredes de las habitaciones y co- locar en ellas cruces de madera ¢ imagenes cle Nuestra Sefiora y otros santos. Existen ejemplos de conducias similares en obras como la Historia del emperador Carlo Magno y de los doce pares de Francia. Cuando los doce pares se encuentran entre los turcos, re ciben proteccién y hospedaje de la hija del almirante Balan, quien los refugia en una to~ rre del castillo de su padre, Fila les muestra cuatro idolos de oro, sus dioses, y los cris- tianos los destrayen para demostrarle a ella que no son sino creaciones humanas enganos sin ningiin valor, parafraseando el texto biblico de la destruceisn de los ido- los. Debe resaltarse el hecho de que los doce pares eran huespedes de la hija del almi- rante, quien los protegi y amablemente quiso mostrarles a sus dioses. Estaban en el co- razin de la ciudad turea, sitiados y amenazados, pero aun deseosos de mostrarles a sus benefactores la falsedadl de aquellos tdolos, Cortés obro de este modo en varias ocasio- nes, y muy especialmente al colocar en el Templo Mayor de Tenochtitlan una imagen de la Virgen Maria, arriesgando la propia vida al ir en contra de la religion me ‘ica. EMOCIONES, SENTIMIENTOS, REACCIONES Los dias de la conquista, como hemos visto. permitieran a ambos ejércitos un cons- tante conocimiento mutuo. En cada encuentro, en cada atisbo al “bando contrario”, se observaha al es ranjero realizar sus actividades diarias con la mayor naturalidad. Pero DIAS DE GUERRA, VIVIRLA CONQUISEA 359 estas actividades, tan comumes para cada tno de los bandos, en la mayoria de los ca- sos hacian que el otro abriers los ojos desorbitadamente, Asi, cada ceremonia religio- sa, cada atavio de guerra, provocaba en el otto una reaccion, Incluso las construccio- nes, diversos objetos, las armas, rutinas seneillas, impresionaban al contrario en la medica de su novedad, y en la medida en que desataban cantidad de expectativas ¢ ideas La arquitectura de las ciudades mesoamerican: dejo sin palabras a los conquis- tadores. La falta de palabras los Hevo a buscar entre sus referentes historicos y cultu- rales algun paralelo, algo que les permitiera darle nombre a los edificios que tenian frente a st. Los libros de caballerta, una vez mas, les ofrecieron un modelo: lo mara- villoso, En el Libro del Rey Canamor, en el Amadis de Gaula y en otras obras se hace constante referencia a las maravillas que descubren los caballeros durante sus aven- turas, ya sean islas sin explorar o barcos custodiados por leones en donde cuerme una doncella... Los conquistadores retoman esta costumbre, y hablan de la provincia de Culia “en la cual hay muy grandes ciudades y de maravillosos edilicios y de grandes tratos y viquezas, entre las cuales hay una mas maravillosa y rica que todas, llamada Tenusitlan, que esta, por maravilloso arte, edilicada sobre una grande laguna’. 5 por el contrario, los conquistadores no quieren emplear términos laudatorios para r ferirse a los edificios que los sorprenden, hablan de ellos como las “mezquitas” de Te- nochuitlan, las “casas de idolos” que, por muy hermosas que sean, son edificios de in- ficles en donde habitan sacerdotes que el cabello En las batallas, e] asombro se mezcla con el miedo. La gran cantidad de oponentes indigenas constituia, por ejemplo, uno de los mas grandes horrores, Gon frecuencia las erdnicas se refieren a autenticas multitudes. A veces se habla de tumultos de canoas, tanto en las costas como en los canales de Mexico, y también se describen ciudades y campos de batalla cubiertos de hombres armados, visten de negro y no se cortan ni se peinan Otra situacién que hacia palidecer a los espafoles era li costumbre indigena de gy tar durante las batallas, de la que hablamos antes. Al pelear gritaban, tocaban sus tam- bores y tambien sus instrumentos de viento. Convertian, de este modo, un campo de baialla en el lugar mis ruidoso posible. Volvamos a decir, como nos ibamos retrayendo oimes taner del eu mayor, donde estaban sus idolos Huichilobos y Tezeateputea... un instrumento de demonies, y retumbaba tanto, que se ofa das o res Ie as... y en aquel entonces vienen mas escuadrones a noso- tros, que de muevo enviaba Guatem y manda tocar su corneta... y retumbaba el sonido que se metia en los odes, 300. MESOAMPRICA Y LOS AMIMIIOS INDIGENAS DE LA NUEVA ESPANA, Los mensajeros indigenas se desploman, aterrorizados después de oir el tronido de las armas de fuego. Codice Florentina, Frente a un enemrigo numeroso ya existia el temor, pero los alaridos de guerra lo acentuaban. Los indigenas estaban conscientes de la reaccién que ello provoeaba y se valian de los gritos para amedrentar Los espanoles también temian ser capturados vivos y sacrificados en las temidas “mezquitas”. Varios conquistadores corrieron con esa suerte, y el riesgo estaba muy pre- sente en el animo de sus companeros. Cortés se reliere a ello en las Cartas de relacién, cuando cuenta que en los adoraories de “Fesuico” encontraron las pieles de cinco de sus caballos y, en sefial de victoria, la ropa y la sangre de sus compateros derramada y esparcida por el templo. Perder las batallas podia tener este mat terrador, Los indigenas hallaban también mucho que temer y que admirar en la conducta y jas posesiones de los espanoles. Mas alla cel miedo que sintieron al ver por primera vez un caballo —mismo que se disipo con el tempo a mal mortal—, habia muchas cosas insolitas alrededor del enemigo. Aun en nuestros dias, el sonido de un disparo, el fuego y el olor a polvora nos hacen voltear la cabeza Por ello no es dificil imaginarse la sensacién que debid producir en los sentidos de los comprobar que se trataba de un ani- DIAS OF GUFRRA. VIVIRIA CONQUITA 361 indigenas escuchar por primera un canonazo, Los informantes de Sahaguin regis- tran una de las primeras descripeiones que s¢ le hicieron a Moctezuma de las arm; fuego. Ojos, nariz y sde oido se muestran impactados por la escopeta: “truenos que que- man las orejas... hedor de pélvora, que parece cosa infernal... huego que echan por ka boca, y [finalmente, ell golpe de la pelota que desmenuza un arbol de golpe” La actitud que el emperador Moctezuma toms frente a los extranjeros probable- mente contribuy6 a acentuar la sensacién de temor que se sentia a raiz de su llegada Eran muy conocidas —y temidas— las embajadas que el rey enviaba, en la época pre- hispanica, a los distintos pueblo: sometides para cobrarles tribute y robarles a sus mu- jeres, Dichos mensajeros eran la imagen del poder de la Triple Alianza. Sin embargo, la actitud de los recaudadores de Moct uma ante Cortés y sus hombres, después de un claro desafio a su autoridad, fue diametralmente opuesta. Por drdenes del emperador mexica, se presentaron ante el conquistador con regalos costoses de oro y mantas, y se declararon sus servidores. Con tal reaccidn, los indigenas “estaban espantados; y decian unos caciques a otros que ciertamente éramos tcules, pues que Montezuma nos habia miedo, pues enviaba oro en presente”. Este temor, en muchos, tardé en desaparecer. Bernal refiere que cuande el capitan Panlilo de Narviez desembares en las costas de Ve- racruz para dar batalla a Cortés, éste thimo recaud6 a toda prisa refuerzos y provisio- nes para vencer a su enemigo, Pidio ayuda alos caciques de Tlaxcala, Xicoténeatl y Ma- xicatzin, amigos y aliados en la guerra, pero los seftores indigenas se la negaton, explicando que si fuese para pelear contra indigenas no vacilarian en tomar las armas pero que contra teules con armas de fuego y caballos no se sentian dispuestos a hacer- lo, Al ejercito tlaxcalteca no le faltaba el valor ni los recursos, como se vio alo largo de la guerra contra México-Tenochtitlan, por eso es tan significativa su negativa a luchar contra Narvaez. No fue solo asombro, ni simplemente miedo lo que despertaron estos primeros en- cuentros en ambos grupos. Lo incomprensible y lo ajeno generaron tambien enojo y re pudio. Hace falta un estuclio que recupere la multitud de pequenos datos dispersos en documentos coloniales sobre las impresiones que los indlios tenfan de los espanoles. Por el momento sélo podemos echar mano de los testimonios de los invasore s, que nos per- miten conocer lo que a ellos les resultaba ofensivo. Lo mas frecuente es, desde luego, st absoluto repudio ante las ceremontas de sacrificio humano, de ke frimiento de las vietimas, la connotacién idols cuales destacan el su rica y el olor a sangre de los templos y las estatuas. Sin embargo, por lo que encontramos relatado en las cronicas, la homose- xualidad, y especificamente la “sodomia™ 2 parecia disgustarles casi tanto como el sa- 10. Mientras los espatioles recorrian la costa del Golfo de México entraban en contacto con diferentes pueblos. Después de las batallas y los encuentros iniciales con ellos, la prédica de los conquistadores hacia los indigenas tocaba tres puntos prin- ctificie hurma 362 MESOAMPRICA'Y 105 AMBITOS ESDIGENAS DE LA NUENSLESPARA cipales: la verdadera fe eristiana como contraparte de la idolatria, el servicio y vasallaje debido al emperador espanol, y la necesidad dle poner fin tanto a los sacrificios huma- nos como a las ocomia”. Es curioso ver que esto les llamara tanto la atencién, y que les afeetase a tal grado que los cronistas lo mencionen tan frecuentemente en sus obras; si bien no suelen ser especificos sobre las situaciones concretas en las que se percatan de que dlicha practica se llevaba a cabo. Sélo en una ocasi6n Bernal comenta que en un al- tar en Champoton vieron unas estatuillas hechas de barro, “unos como caras de demo- nios y otros como de mujeres, altos de cuerpo, y otros de otras malas figuras; de mane- ra que al parecer estaban haciendo sodomias unos bultos de indios con otros" Sobre las ceremonias religiosas los ejemplos sobran; casi cualquier manilestacion de la idolatria sobresaltaba a los espanoles, Las crénicas mencionan su repudio hacia los sacerdlotes, con los largos cahellos embadumados de sangre y muy revueltos. El atto- sacrificio religioso indigena les disgustaba igualmente: un acto en el que hay un fuerte impacto para los sentidos, pues venia acompafiado de la quema del copal en los tem- plos y adoratorios. TRAS LA BATALLA Después de largos clfas de batalla, de noches en armas y en vigilia, con la consiante pre- sencia (le las heridas, las enfermedades y la muerte, los soldados espanoles se derrumba- ban en su abatimiento como estatuas de sal. Muchos dias tardaban en curarse las heridas, ya que “con el constante andar y la mala cura se empeorabar, mucho". Algunos morian tanto de las heridas como del trabajo pesado, y otros quedaban mancos y cojos a catisa de ellas.*' La noche era el momento para recuperar las fuerzas y curar a los enlermos; es- to lo hacian con aceite, y se santiguaban las heridas para que el remedio tuviera mayor efectividad. Ademas dle! cansancio y las heridas, estaban el hambre y la tristeza E] abatimiento se hacia presente en los momentos de hambre, y por eso, cuando en alguna batalla les mataban un caballo, aprovechaban al maximo su came y asi en- contraban consuelo momentaneo. La tristeza no tardaba en invadir las filas espanolas si habia una derrota; perder una batalla hacia estragos en su énimo, Esto sucedio, con particular dramatismo, en la llamada “noche triste”, cuando la vietoria tan ansiada pa recia irseles de las manos. El abatimiento y la desolacidn no eran ajenos a los indios, todo lo contrario. Para los mexicas y sus aliados la guerra tambien trajo consigo desastrosas consecuencias. Tal vez el primero en prever lo que se avecinaba fue el sefior mexica Moctezuma. Sumido en una profunda tristeza desde que se enterara de la Tlegada de los espanoles, no hacia mas que preguntarse sobre el futuro de su pueblo. DIAS DE GUERRA. VIVIELA CONQUISTA 363 Las relaciones pacificas con los es oles se rompieron definitivamente después de Ja matanza en el templo de Huitzilopochili; muchos nobles fueron muertos en esa fes~ tividad y mientras se hacian las exequias y quemaban sus cuerpos, un gran llanto se hi- zo en toda la ciudad. El llanto por la matanza seria mitigado dias despues por el jabi- lo de haber expulsado a los espanoles. En ese momento los mexicas pensaban que los espanoles habian huido y que nunca mas habrian de volver." Pero la felicidad no du- raria mucho, la pi ut gente y sus Iwerzas para contraatacar cualquier salto espanol. Cuando linalmente los espaftoles volvieron. a Mexico-Tenochtitlan, recuperados y acompanados de un fuerte ejército indigena, la ciudad fue sitiada y la desolacion se hizo presente con gran fuerza te de viruela azoté a Tenochtitlan, diezmo Y habia gran hambre entre los mexicanos, y grandes enfermedades, porque bebian el agua de las lagunas y comian sabandlixas, lacartixas y ratones, etcétera, porque no les entraba ningun bastimento y poco a poco fueron acorralando a los mexicanos, cercandolos de to- das partes, La epidemia de virvela ataca Tenochtitlan y disminuye las posibilidades de resistencia indigena. Cédice Florentino. 364 MESOAMPRICAY LOS AMEIIOS ENDIGENAS DIE LAA NUINALESRANA El sitio a la ciudad imperial terming con la derrota de los mesicas. Los sobrevi- vientes tuvieron que rescatar de sus hogares las posesiones que habian quedaco tras la batalla y el saqueo; en su huida evitaban por todos los medios toparse con los ad- versarios, Los mexicanos habian luchado y perdido la tltima de las guerras mesoame- ricanas A partir de ese momento comenzaba un ca mino sin retorno para el mundo indi- gena. Una nueva forma de vida estaba por implantarse. Los ritmos y las rutinas del mundo -spanol pronto tomarian su higar en las nuevas lierras congquistadas y la reali- dladl indligena quedaria a sti mereed. Fi ejercicio de conocer y descifrar al adversario que se habia iniciado en la conquista continuarfa durante muichos aos, pero conver Udo en un proceso en el que nuevas reglas y un nuevo orden alrecian el camino de la adaptacion: NOTAS * Dive ont Casmiio, 1982, pp. 65-60. 2 Satiasi, 2000, pp. 1176 y 1186. * Daaz ont Castro, 1982. p. 74 * Contes, 1975, p. 08. 9 Miaess, 1979, pp. 136-15 © Mass, 1979, pp. 150-160, F Duxzont Cast, 1982, p. 24 § Diz nr Castitto, 1982, p, 74 © Muso7 Camancs, 1984, p. 238. "© Munoz Camesi, 1984, p. 238, 8 PIceRWHRs, 1979. pp. 180-182 © PierRnas, 1979. p. 178. © Diaz net. Casto, 1982, 4 Snacun, 2000, p, 1167. 5 Ronaictiz ne Mextarvo, 1997, p. 76. © Cons, 1975, p. 39, Y Diaz pet Casino, 1982, p, oF © Dive tet Casto, 1982, p. 123, ® Sanacuis, 2000, p. 1186. 2 Diaz ea Castute, 1982, p. 171 Samour, 2000, p. 1214, SaHtacun, 2000, p, 1229, > Dux. net Casio, 1982, p. ALS. 2 Daw pet Casttto, p. 162 p.73. DIAS DE GULRIA. 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Sanwsi, 2000, p, L22L p32. “soxlomits de Los indios’, sob los “indios sodomitas’, se rele y lamariams homosesuales pasivos y, en partcular, ala espula anal REFERENCIAS Awwanano Trzozowoc, Femande de 19) Cronica mexicivotl, traduccion de Adrién Lhon, México: Instituto de Investigacio- hes Historicas, Universiciad Nacional Autonoma de Mexica Cuncionera de romances 1967 Carictonens de romances en que estan recopitados ka mayor parte de tos romances Madd: fdivorial Castalia Cuispisnen, Inga 1007 Aztees. An Interpretation. Cambridge: Cambridge University Press. Corres, Hernan v7 ‘Cronica del Cid Cartas de reacian, nota preliminiar de Manuel Aleali, Mexico: Editorial Porras, 1995 Cronica del Ciel Rui Diaz”, Historias caballerescas del siglo Wi, vol. 1, Madtids Tiar= ner, Bibliotcest Castro, Dixy pet Cxstinto, Bernal 1982 Historia vendadera de ke comquista de la Nueva Espana, Sarmelo SAENZ DE SANA MA (ed.). 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