0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos) 306 vistas8 páginasMURRAY, Peter y Linda - EL ARTE DEL RENACIMIENTO - Cap 1 Concepto de Renacimiento
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EL ARTE
DEL RENACIMIENTO.
PETER Y LINDA MURRAY
251 ilustraciones, 77 en color
' EDICIONES DESTINO
THAMES AND HUDSONlo original: The Aa of he Ren
Truce Joo La Perle
ubicra: Piro dll Francesc, Rees (tall)
Peter y Lind Marey, 1963
Ediciones Dasa, A
Gensel de Cent 133° 08009 Bancelova
Primera econ septiembre 1
‘eiembre 1995
35-1
cuaernado por CS. Graphicy
input” Pete Sangin
Indice
ina 7 CAPITULO UNO
Introducci6n + El Renacimiento + E] Humanismo
La antigiiedad clisica + Conceptos cambiantes del
Renacimiento + Antecedentes hist6ricos
17 caPiTuLo pos
Las artes en Florencia 1400-1450 + El estilo gético
internacional « El estilo heroico de Masaccio
Donatello, Ghiberti, Brunelleschi y Alberti
63 cariruLo TRES
Los Paises Bajos y Bohemia + El estilo suave
La revolucién eyckiana, Campin
89 caPfruco cUATRO
La mitad del ziglo xv en Italia: Florencia « Mantegna
Piero della Francesca +
145. cartruto cinco :
La mitad del siglo xv en los Paises Bajos: Rogier van
der Weyden + Bouts y Memlinc - Hugo van der
Goes + Francia, Alemania (Colonia), Espaiia y Portugal,
Austria181 caPfruto seis
La imprenta y los primeros libros iustradlos
Los grabados » Durero
203 cavfruto sieve
El gético tardio + El Bosco + Griinewald + Botticelli
Filipino + Piero di Cosimo
207 cavirLo ocHo
Leonardo da Vinci y el Renacimiento milanés
247 capiTuLo NUEVE
Perugino y el primer clasicismo + Ghirlandaio
Antonello da Messina + Venecia + Bellini
267 CaPtruLo DIEZ,
Los inicios del Alto Ren:
iento
280 Lista de ilustraciones y artistas
285 Nota bibliogrifica
286 Indice de nombres
Los editors quieren expresar sa agradecimiento a todos los muscos,gale-
tis y colecctnistas privades que-han tnido fy gentilrs de sutorizar ta
feproduccion de sus obras en este libro. Asinsino 2 The Viking Press
Ine por aoa ade a pin 8 9 y 1,15 extra de Tie
Povable Rentsace Reader, editado por Ross and Metaghlin, Nuevs
York, 1958. Los pasyes de On Prtng de Allert que aparecen ey Is
pisina 116 proseéen dea traduccion de John R, Spenser Hostledg ad
Keegan Paul a, Londres, 1956 lacs ela pagina 13 cx de Te Rena
sane, por W. K. Ferguson, Henry Hole and Co. Ine, Nueva York, 1940
Capitulo uno
Renacimiento es una palabra que generalmente se entiende, pero
poca gente podria definirla con exactitud, La mayor parte de este
ime imiento, de la formacion de este estilo
c do da Vinci, Miguel Angel.
ran medida como piedma de coque de la
Calidad estctica, Por To general se admite que este periodo se inicia
co Talia anes qu en ning 0 ol siglo X¥ 0 en alin
miomento del silo XIV, quizd tan pronto como con Gott (mucrro
‘en 1337), y que concluye en el fafacl
15a) de Fire (18}Ls pas, obviamen, signi
‘evo nucimicntr, y no hay duca de que los italianos de los si-
dlesde Ia cada del Imperio Romano (es decir, desde unos mil afios
antes), y en esta opinion ha abundado la posteridad, La idea de un
Marsilio Fi deta a Paul de Middelburg en 1492, dice
«Este siglo, como una edad de oro, ha vuelto a iluminat las artes
Tiberales que casi se habian extinguidor geamtica, poesia,
pintura, escultura, arquitectura, miisica, la antigua melodia de la
lira fica, y toda la vez en Florencia, Aleanzando lo que aprecia-
ban los antiguos, pero olvidadlo desce entonces, esta époc
do la sabidarta con la locuencia, la prudencia con el arte de la
terra, y esto es patente en Federigo, dague de Urbino, como si
Inubiera sido ungio por la mistna Pallas, Entre vosotros tambics
ani querido Paul, est siglo muestra el perfeccionamiento de la as-
trononisy. en Floren nea patna ha surgido ala luz
desde la sonra [..}-» Medio siglo anes, Lorenzo Valla expresabaJa misma idea al proclamar las execlencias de 1a lengua latina: «La
sloria de la latinidad yacia abandonada en la herrumbre y en el
‘moho. Cierto que son muchas y varias las opiniones de los subios
sobre cdino acaecié esto, Ni las acepto ni las rechazo, me limite a
declarar tan s6lo que aquellas artes mis proximas a las liberales, la
pintura, la escultura, cf modelado y la arquiteetura, habyian deyenie~
rado en gran manera a lo largo del tiempo y casi habian muerte a ky
vez que las le a epoca han restirgido y han vuelto de
nuevo ala vida, tan grande y ereciente es ef mimero de buenos
artistas y hombres de leeras que ahora florecen...» Por tanto,
Renacimiento se consideraba tanto un resurgimiento de la bua
gears ina como dens artes igrativas, Un zon para a
“rentemente exaagerada importancia que los hombres de aque te
ppo-daban al buen latin era, po:
comin a todas las personas educadas, un circulo reducida en toxlos
Tos paises; otra, menos evidente, se debia a a apariciGn de los nuc~
os Es inos, como Francia ¢ Inglaterra, de mo~
narquias centralizadas, y otros. eomo la mayoria en Italia, de c=
munidades mercaptiles independi
c administraciva profesional formada sdlidame
mnees vigente. Fucron Tos inevitables exponentes
ianza laica que, como los estudios profesionales de
se basaba en el Latin.) 7
Elpincor Giorgio Vasari escribié en 1550 el primer libro impor=
as, y que en
cs. Estos Fstadas necesitaban
cance sobre storia dl are (de ena ageptacion que serpin
= ‘sas adiciones), y compartio esta idea del resur=
tginviento de las artes como un renagmiento de la Antighicdad tras
_cllargo marasmo dela Edad Media.JEn ol prologo 2 su ida de Tos
“plutores, esculfores y arquitecos, encontramos afir
ta: wPero, paca que se entent con mayor claridad qué esto que yo
amo “viejo” y qué “antiguo”, Io “antiguo”, fueron las obras rea
Tizadas, antes de Constantino, en Corinto, Atenas, Roma y otras
Giudades muy famosas, hasta los tiempos de Ner6n, los Vespasia~
nos. Trajano, Adriano y Antonino; y lamo “viejo” a lo demis,
desde la época de san Silvestre hasta la de unos heleni
sabian teair mis que pintar... Por haber visto cGmo el arte, desde
su pequetiez original, ascendié a las mayores alturas y eémo, desde
8
ese noble estado, eayé en la més completa ruina, tengo que con~
clair que la naturaleza de este arte es semejante'a la de otros seres,
como los cucrpos humanos, que tienen su nacimiento, su creci-
miento, sti deeadencia y su muerte; ahora podri verse ficilmente el
progreso de su segundo nacimiento y-dénde ha crecido de nuevo
«1 nuestro tiempo con toda su perfeceidin..2
( Esta opinién autocomplaciente fue compartida durante cl siglo
1%, y en 1855 encontramos por primera vez la palabra «Renaci-
iento» en el historiador francés Michelet, aplicada para designar
tuna época hist6riea, sin limitarla al resurgimiento de las letras lati~
nas nia un estilo inspirado en las artes del clasicismo.-Muy pronto
‘en 1860 para ser precisos, adquirié algo de ese halo intemporal que
iin conserva; fue cuando todos los italfanos eran claros “xponentes
de vin todos los estadistas, maquiavélicos, y los papas, © mons
truos como Alejandro VI 0 meéenas ilustres como Julio Il y Len
X (la eleccién entre estos sltimos dependia de las simpatias poli
cas y religiosss del respectivo historiador){La obra més importante
sobre esta época cs, sin duda alguna, La cvilizacién del Renacimiento
‘on Italia, de Jacob Burckhardt, que mz en 1860 y:continda
siendo un libro de consulta obligada. Ofrece una visi6n roméntica
de la epoca y, a veces, la exuberancia del temperamento italiano se
toma como valor positivo, lo que podria sorprender a los intere
sados:
El discfpulo y sucesor de Burckhardt, Heinrich W8lfflin, tavo
micjor éxito en algunos aspectos. Su Arte clésico, publicado en 1899,
se ocupa del arte del Renacimiento italiano desde un punto de-vista
casi exclusivamence formal, |y sus anilisis de las obras de arte por sf
mmismas son casi insuperables. Pero también es cierto que Walffin
nt& explicar el arte de ese perfodo en términos distintos a la
notivacidn estética y no alcanza a imaginar, por ejemplo, que al
pathos sublime de a dltima Pieté de Miguel Angel o el fervor de la
‘Magdalena de Donatello (figura 2) estavieran inspiradog en algo més
{que cl deseo de la forma, Esta ignorancia de la inspitacién funda-
mental del arte renacentista corre pareja con el uso indebido de la
palabra chumanismos:fel hecho es que el arte italiano de los siglos
Xv y XML, hasta cuando se ocupa,de un tema.clisico», es plena~
mente cristiano en sus rafces y en su significado, Incluso la Alegoria
é 9de la Primavera-de Botticelli (fgura 1) se ha demostrade' de inter~
protacién-cristiana, por esoxérico y complicado que parezea; y no
hay la menor duds de que Masaccio y Donatello, Piero della Fran~
cesca y Bellini eran manifiesta o implicitamente cristianos, tanto
como Fra Angélico o Miguel Angel. Hace un siglo se pensaba que,
porque Botticelli pintaca El naciniento de Venus (figura 190) 0 Al~
berti en su De re aeficaroria hablaca de «templos» y «dioses» 0 los
poctas himanistas escribieran sobre Marte y Venus o se ocuparan
seriamente-de la astrologia, que todos esos hombres sensibles y
educados eran neopaganos, impacientes por promover la irrligign
yy seguir los pasos (un poco tarde) de Juliano el Apéstata, Esta fala-
ia ha estado apoyada por el abuso moderno de la palabra ehuma~
ismoo, dindole el significado de eno divino», una especie de reli-
‘2i6n sustitutoria en la cual el hombre, no sélo es la medida de todas
las cosas, sino también el fin de si mismo: de esta forma, los mo-
‘demos ateos se han atribuido unos antepasados esptireos en Pico
“della Micasidola o en Marcelo Ficino.
“De hecho, él hismaniémo del Renacimiento era huwmaites, una
palabra tomada por Leonardo Bruni de Cicerén y Aulio Gellio para
designar los estudios ehumanos», los que eran vilidos para la dig
nidad del hombre. (El término ehumanidades» atin subsiste en al-
sgunas universidades para refertse a las iteraturas griega y latina.)
Eran, evidentemente, diferentes a los estudios eclesiésticos, pero la
diferencia no implica oposicién y es importante que se te
cuenta que la neva ensefiqnza Ines era paralela a la ques
jimpartiendo a los clérigos,) Tampoco la enseftanza secular de algu-
nas disciplinas —derecho 6 medicina— era nuevas lo que era nove~
dope ote vo 6x 1 lng, la esos y B Elaeges
contexto diferente. Esto explica en parce Ia actitud heroico-reve
“Teniial antela Antigiedad y, especialmente, ante los grandes maes-
‘Soelatinoe Los hummaniscsleres legos en tologt o medicina, pe
: ingen rein Sr ran profesionales vidos de gramtica, ret6r
y thestudio de fos autores lainos (y de algunos griegos)
on ls ertca textual yl fiologia, en evanto das ls sirvieron para __
eerarla antigua sabidurfa y la prosa eegante. Chaban con natura-
Tidad y extensiGn a Tos autores eisicos, pero no establecian una
rmarcada diferencia entre los paganos y Ios eristianos (salvo que
10
IL nornicetts, Alegria de la Primavera
prefirieran el latin de Cicerén al de san Jerénimo). Un historiad
te del huimanismo, P. ©. Kristelier, en su fibro Pensanents
Tenacentistar Tas vances Clisteds, excolisticas y Tumantsticas, To ha descrito
{gf «Podemos entender To que pata anista del Renacimen
to de convieciones rcligiosas significaba poder atacar la eseolisiea
y abogar por la vuelta alas fuentes biblicas y paeristicas del cris
nism. Significaba que esas fuentes, despus de todo surgidas en
Anigiiedad, serfan apreciadas como elisieas eristianas, confi
doles el prestgio ya autoridad de la Antigiiedad clisica y los mis-
mos méodos de conocimiento histérico y Hilolégico.» Esto era
igualmente vilido para los artistas del Renacimiento. Donatello es
{quiza el mejor ejemplo, pero la mayorfa de las figuras destacadas
del siglo xv sesirvieron del cristianismo primitive y del arte roma~
no tardio como puntos de referencia, siondo frecuente que prefiie~
ran las cualidades dramitiess y expresivas de éte alas formas mss
suaves ¥ fluidas del perfodo de Augusto.
nligado para los arquitectos, pero el conteni=
sorprendente del
nes de los restos romianos. El auténtico culto ala Ancigiiedad,
como modelo para ser imitado con exactitud no aparece antes del
“inicio del siglo xvi
Poggio Bracciolini, de quien se dice que redescubrié wn manus~
cxito de Viteuvio en el monasterio stizo Gall, eseHHbIG wha
Thobly elegia a Tas rainas de Roma y a Ta mudanza de Ts fort
expresando a Ta perfeccion Ta nostalgia y el anhelo que Tas mentes”
“mnie preclaras del siglo XW sontian por aquella romincica edad de
Bro que queran Tescatar y Galva Ew suGTO TeaTtano. En TAS, ates
Te que nadie hubicra intentado seriamente Fesegur as formas de la
arquitectura rom wvedad de Brunelleschi, Donatello y
jozzo en Florencia, Poggio escribia: «No hace mucho [
(0 [| oliames contemplar los lugares de
dela ciudad, maravillados nuestros eorazones al imaginar la pasa
grandeza de fos edificios asolados y las vastas ruinas de la antigua
Ciudad, y atin mis por la inceesble y asombrosa caida
perio ¥ lt deplorable inconstancia de la fortuna. Agu. después
e mirar largo rato a su alrededor, suspirando y rompiendo st si-
loncio, exclamé Antonio: “Oh, Poggi, que lejos estn estas ruinas
de la colina capitolina que canté Virgilio:
crisade de arhustes espinosoe, Hoy podtfamos trastocar los versos y
decir: Una ver dorada, ahora erizada de espinos y plagada de zar-
2as. Pero. en verdad, no puede compararse la tremenda ruvina de
Roma con la de eualquier oera ciudad tanto el desastre de ésta exce~
de al de evalquier ora [1
Ciertamente esta ciudad debiera Hlevar Tuto por aquella que
produjo hombres ¥ emperadores tan ilustres, tantos caudillos de la
guerra, que fue euna de preclaros legisladores, pack ce tants y t90
fgrandes virtudes, madre de codas las bellas artes, ciudad en Ta que
Surié la disciplina de los soldados, la pureza de las costumbres y
de la vida, los decretos de las leyes, los modelos de todas las vireu=
des y el conocimiento de la vida dichosa. Ella, ana vee dui del
mundo, esté ahora, por la injusticia de la fortuna que todo lo tras
jquirectura estaba libre de imix
ora dovada, 01 wo tienspo
2
© Malena
torna, no sélo despojada de su imperio y majestad, sino entregada a
la mas baja servidumbre, sin gracia y degradada, suS ruinas des-
oladas mnostrando su pasada dignidad y grandeca [..}
"Pero lo cierto es que estos edificios, los puiblicos y los priva-
dos, que parecian rivalizar con la inmortalidad misma, algunos
destruidos, algunos rotos y desplomados, se creerian fuera del al-
cance del brazo de la fortuna {..}”
3»Entonces:contesté: “Bien puedes maravillarte, Antonio [..]
Porque. de todos los edificios piiblicos y privados de esta ciudad,
{que una vez. fue libre, s6lo podemos ver esas pocas reliquias des
twozadas. Alli, sobre la colina del Capitolio, denteo de un edificio
nuevo, ahora depésito piiblico de la sal, sobrevive la doble arque-
ria, cuyos cimientos y tabularium mandaron hacer los cénsules
Quinto Lutgcio, Quinto Fabio Catulo y Quinto Catulo f..]- Quiza
pueda pareéer esto sin importancia, pero me emociona en extremo
que a estos monumentos s6lo pueda afiadir[...] estas cinco estaruas
de mérmol: cuatro en las caldas de Constantino —dos erguida
toa los caballos, obras de Fidias y Praxiteles, y dos inclinadas— y
lia quinta en el foro de Marte (...]. Y sélo queda una éscultura
ceuestre de dorado bronce, la que Septimio Severo offend a la
basilica lateranense [..)
lina, que fue corazén y cabeza del Imperio
Romano y acrépolis del mundo, ante la que temblaron reyes y
prineipes, por donde ascendieron en triunfo tantos emperadores,
que estuvo adornada con los trofeos y despojos de tantas y ta
grandes naciones, y que fue Cinosura de todo cl mundo, yace aho~
ra en ruinas y desolada, tan distinta de su condicién primera, que
hoy las vinas salvajes ocupan los bancos de los senadores y el Capi-
tolio se ha convertido en nido de estiércol e inmundicias |.
(Como se ve, la sombra de Roma se proyectaba siempre sob
alls lor meas cualgier contacter estracion
Te Tae aes TS TRAE SURCITEE FA GUE UH CNCETCGF UT AISA
un mesa: ginaan i iponidad.A wnos ‘mecenas ganaran Ia inmortalidad, JAsi, unos treinta aftos des
‘puss del canto clegiaco de Poggio, Platina, historiador de los p:
\ pas, refiere que Nicolés'V, devoro del humanismo, sinicié Is gran
a del Abside de San Pedro, conocido popularmente como tri=
, con lo que la iglesia aleanz6 mayor esplendor y tuvo mayor
capacidad. Restauré el Puente Milvio y erigié un palacio seiorial
para acoger las ealdas de Viterbo. ¥ fue gracias a un decreto suyo
‘que se limpiaron y pavimentaron las calles de Roma. En su sept
cro —afiade Platina— se inscribié este epitafio: Aqui yacen los res=
tos del quinto Papa Nicolis, que restauré fh Edad de Oro para tis
‘oh Roma [J
Las sociedades aristocritieas tienden a volver la mirada buscando
4
las glorias de los antepasados, pero fa Italia renacentista puso su
mirada en un punto mis lejano de la historia para reenconcrar el
espiritu de sus antepasados en Ia antigua Roma. Fue asi porque
sabian que estaban intentando algo que ninguna séciedad feudal
podia entender ni tampoco emular. La sociedad moderna —en sus
aspectos empresarial, eapitalista y de plusalismo politico— nacis en
Ia Italia del final de Ia Edad Medio, El Gran Cisma del sigho x1,
con el exilio del papado a Avignon, significé en Ia escena italiana
que el gran poder central (pero no hereditario) se desplazara, y que
las sogiedades olisgirqui cia pudieran const
tuirse en porencias dir smonia veneciana fue marit
ma, la de Florencia, lad_de los florentinos
en operaciones bane: nn empresas de gran-envergadura con
acionales, como el comercio de I lana, s¢ tea=
lujo era y Borgoia, To que: a
su vez, requeria un alto grado de educacién y cultura de Tas clases
dirigentes florentinas. De estas clases surgieron los mecenas y sus~
tentadores del nuevo arte humanista y. con el tiempo, constitu
’ba los libros puestos al alcance de to-
dos por la imprental podian explotar los nuevos conocimientos
con mucha mais libertad que la aristocracia feudal. confinada ésta
a Ia carrera eclesifstica 0 al cjercicio relativamente brutal de las
arpas,
(Las nomerasas escucls ialianas de pintura surgieron con dite
intron Os, now Oriente, most
Flores
ante sesentaafios desde HEH, ese eorazsn del Renacimiento
su poder econdmico-y a su estabilidad.
en 1494, el Tideraago de Telia in
sede de un papado rejuvenecido y fuerte. ]
, aunque breve, uno de Tos Y
momentos culminates de-ix humnidad. Los nuevos Estados
cionales, con Francia e Inglaterra a la cabeza, adguitieron eipida-
mente poder, y en 144 los franceses supicron cui F
Italia y someter los pequetios Estados: los italianios aprendieron a
leecidn de la wnidad demasiado tarde y, tras el espantoso sagueco de
15[ Roma en 1527, Francia y Espatia lucharon por la dominacidn de la
| aeribulada peninsula. |
La historia de Borgosia en el siglo XV ¢s casi exactamente la con~
traria, El pequesio ducado, atenazado entee Francia y ol Imperio,
dlependia para stt abascecimiento del puerto de Brujas ys despucs,
Gel de Amberes: en cuanto al comercio de Ta lan depend ebe n=
tdlaterra y los Estados italianos, Con el fin de miantencr tt indepen=
tlencia, los duques de Borgofa, desde Juan sin Miedo, asesinado
por los franceses en 1419, hasta Carlos et Temerario, mucreo en
Danalla coneea los suizos en 1477, hicieron evanto pudieron de sus
pretensiones feudales y aristocriticas, can la esperanza de que Bor=
toa se convirtiera en cl Reino Medio a que se crefa destinada. El
tio politico de la ponxpa feudal puede verse en lt Orden del Toissn
dde Oro, fandada en 1429, rigidamente aristocritica y exclusiva,
SGlo stiperada por la Jarretiére, Con sentido peicticn, tos dugques
nantuvicron un diffel cquilibrio de alianzas, principalmente con
Jos ingleses, cuya lana necesitaban, y en contra de los franceses
1s depredaciones cemian, El easamiento de! duque Carlos el Te=
merario con Margarita de York en 1468 fue parte de esta polities
ida abajo cuando Carlos murié a manos de los suizos, aliados de
Luis XI de Francia. Entretanto, Borgofia pasé a manos del Impe=
fio, y cuando éste y Espaiia se unieron bajo Carlos V, Borgoita fi
tino de los motivos de la guerra franco-espafola librada en suclo
italiano durante el siglo XVI
Capitulo dos
(Es feccuente que un nuevo estilo artistico coexist con uno mas
antiguo al que termina por sustituir\la historia de las primeras a=
{has del impresionismo son un claro cjemplo de cémo las ideas
hievs, tas encontrar la mas fuerte oposicisn, llegan 3 imponerse
dle forma que al cabo de medio siglo se’convierten en cl estilo aca~
dlémicamente aceptado que, a su vez, Ser sustituido porsuna nueva
visién. \Lo que interesa particularmente en el arte florentino ‘del
primer cuarto del siglo XV es que eran dos estils, y no uno, los que
protondian afirmarse frente a las formas tradicionales. Un siglo an-
tes, Giotto habia impuesto una visién nueva y més humana de las
artes cn Europa occidental; Ia representacién de escenas bfblicas 0
hagiogrificas depende de la actitud dramitica y Ia expresién del
_gesto de los actores, de forma que los personajes que protagonizan
In aceiGn pueden hacerla verosimil por Ia inmediatez de su natural
dad, Giotto hizo verdaderos avances en Ia técnica de la representa~
tin del cuerpo humano en un estilo mas realista que cualquier otro
desde la Antigiicdad clisica; se inspiré en gran medida en Ta escul-
tura, y en st fidelidad a la naturaleza ya habia sido precedido por
Nicola y Giovanni Pisano, cuyas propias escultiras se inspiraban
en el arte antiguo,
Zibeade peineipios dl siglo xv, las artes Gigurativas en Kealia se
‘zconaban, porun ldo, con el Tegado romano, particularmente
a Ie Ts Gan Pee de Tat iran pT caren
\ Tnterrumipié Ta corrien=
‘je sungida con Giotto, y hasta cl inicio del siglo siguients 2
rd continuadores. JEntretanto, el arte se hizo reaccionario ei
Extremo, en parte cbmo consecuencia de la propia peste, en parte a
{que quiz’ no ls sobrevivieron grandes artistay Justo al terminar ef
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