Manifiesto de los pintores futuristas, 1910.
El 8 de Marzo de 1910, desde el escenario del teatro Chiarella de Turn, lanzamos ante un publico de tres mil personas -artistas, escritores, estudiantes y curiosos- nuestro primer Manifiesto, bloque enrgico y lrico, que contena todas nuestras profundas nauseas, nuestros desprecios altaneros y nuestras rebeldas, contra la vulgaridad, contra el adocenamiento acadmico y pedante, contra el culto fantico de todo aquello que es viejo y carcomido.
Esta fue nuestra adhesin al movimiento de los poetas futuristas iniciado hacia un ao por F. T. Marinetti desde las columnas de Le Figaro.
La asonada de Turn ha quedado en la memoria de todos. Cambiamos all casi tantos puetazos como ideas defendiendo de una muerte fatal el genio del Arte Italiano.
Y he aqu que en un breve parntesis de esta lucha formidable, nosotros nos destacamos de la muchedumbre para exponer con una precisin tcnica nuestro programa de renovacin en pintura, renovacin iniciada luminosamente en nuestro Salon Futurista de Miln.
Nuestro creciente anhelo de verdad no puede satisfacerse con la Forma y el Color tal como ellos fueron concebidos hasta hoy.
El gesto, la actitud que nosotros queremos reproducir sobre el lienzo no ser un instante fijo del dinamismo universal. Ser sencillamente la propia sensacin dinmica.
En efecto, todo cambia, todo corre, todo se transforma vertiginosamente. Un perfil no esta nunca inmvil delante de nosotros: aparece, desaparece sin cesar. Dada la persistencia de la imagen en la retina, los objetos en movimiento se multiplican, se deforman sucesivamente, como vibraciones precipitadas en el espacio que recorren. As, un caballo corriendo no tiene cuatro patas, sino veinte, y sus movimientos son triangulares.
Todo es convencional en arte; nada es absoluto en pintura. Esto, que era una verdad para los pintores de ayer, no es hoy sino una gran mentira. Nosotros sostenemos, por ejemplo, que un retrato no debe parecerse al modelo y que el pintor lleva en el los paisajes que quiere fijar sobre el lienzo.
Para pintar una figura humana no es preciso reproducirla; basta reproducir el ambiente que la rodea.
El Espacio ya no existe. En efecto, el piso de la calle humedecido por la lluvia, bajo el resplandor de las lmparas elctricas, se agrieta inmensamente hasta el centro de la Tierra. Millares de kilmetros nos separan del Sol; esto no impide que la casa que tenemos enfrente este empotrada en el disco solar.
Quien puede creer todava en la opacidad de los cuerpos desde el momento en que nuestra sensibilidad aguzada y multiplicada ha previsto las obscuras manifestaciones de la medumnidad? Por que olvidar en nuestras creaciones la potencia redoblada de nuestra vista, que puede conducir a resultados anlogos a los obtenidos por los rayos X?
Nos bastara citar algunos ejemplos elegidos entre innumerables para probar la verdad de nuestras afirmaciones.
Las diez y seis personas que os acompaan en un autobs son sucesivamente y a la vez una, diez, cuatro, tres; estn inmviles y cambian de sitio, van, vienen y saltan a la calle bruscamente devorados por el sol, despus vuelven a sentarse a vuestro lado como smbolos persistentes de la vibracin universal.
Cuantas veces nos hemos visto sobre la mejilla de la persona con quien hablamos el caballo que cruzaba all lejos, al otro extremo de la calle!
Nuestros cuerpos se incrustan en los bancos donde nos sentamos, y los bancos entran en nosotros. El autobs se prolonga hasta las casas que deja tras si y las de su alrededor se precipitan sobre el autobs fundindose con el.
La confeccin de cuadros ha sido hasta hoy entupidamente tradicional. Los pintores nos han mostrado siempre los objetos y las personas colocados ante nosotros. Nosotros colocaremos en lo sucesivo al espectador en el centro del cuadro.
Como en todos los dominios del espritu humano, una clarividente investigacin individual ha barrido las inmviles obscuridades del dogma del mismo modo que la corriente vivificadora de la ciencia librara pronto la pintura de la tradicin acadmica.
Queremos a toda costa reingresar en la vida. La ciencia victoriosa de nuestros das ha renegado de su pasado por responder mejor a las necesidades de nuestro tiempo; queremos que el arte, renegando de su pasado, pueda al fin responder a las necesidades intelectuales que nos inquietan.
Nuestra conciencia renovada nos impide considerar al hombre como el centro de la vida universal. El dolor de un hombre es tan interesante a nuestros ojos como el dolor de una lmpara elctrica que sufre con sobresaltos espasmdicos y grita con las ms desgarradoras expresiones del color. La armona de lneas y pliegues de un vestido contemporneo ejerce sobre nuestra sensibilidad la misma influencia emocional y simblica que el desnudo ejerca en la sensibilidad de los antiguos.
Para comprender y concebir las bellezas nuevas de un cuadro futurista es preciso que el alma se purifique, que la vista se liberte de su velo de atavismo y de cultura y que se considere como nico trmino de orientacin la Naturaleza y no el museo.
Cuando este resultado se obtenga nos daremos cuenta de que las tintas negras no han dormido jams en nuestra epidermis; de que el amarillo resplandece, el rojo reluce y el verde, el azul y el violeta bailan llenos de gracia voluptuosa y acariciante en nuestra carne.
Como puede verse aun en el rostro humano el tono rosa cuando nuestra vida, desdoblada por el noctambulismo, ha multiplicado nuestra percepcin de coloristas? El rostro humano es amarillo, rojo, verde, azul, violeta. La palidez de una mujer que contempla el escaparate de una joyera tiene una irisacin mas intensa que las luces descompuestas de las joyas que la atraen como una alondra fascinada
Nuestras sensaciones en pintura no pueden ser musitadas. Queremos, por eso, que canten y retumben sobre nuestros lienzos como charangas ensordecedoras y triunfales. Vuestros ojos, habituados a la penumbra, se abrirn luego a las ms radiosas visiones de claridad.
Las sombras que nosotros pintemos sern ms luminosas que las plenas luces de nuestros antecesores, y nuestros cuadros, al lado de los de los museos, resplandecern como un da esplendido frente a una noche tenebrosa.
Y concluimos diciendo que hoy no puede existir Pintura sin Divisionismo. No se trata de un procedimiento que se pueda aprender y aplicar a voluntad. El Divisionismo para el pintor moderno debe ser un complementarismo innato que nosotros preconizamos esencial y necesario.
Se tachara probablemente nuestro arte de cerebralismo atormentado y decadente. Pero contestaremos sencillamente, que nosotros, por el contrario, los creadores de una nueva sensibilidad centuplicada y que nuestro arte esta borracho de espontaneidad y de pujanza.
NOSOTROS AFIRMAMOS:
1. Que es necesario despreciar todas las formas de imitacin y glorificar todas las formas de originalidad.
2. Que es necesario rebelarse contra la tirana de las palabras armona y buen gusto, expresiones demasiado elsticas con las cuales se puede fcilmente demoler las obras de Rembrant, Goya y Rodin.
3. Que los crticos de arte son intiles o nocivos.
4. Que es preciso barrer todos los asuntos ya usados para expresar nuestra borrascosa vida de acero, de orgullo, de fiebre y de velocidad.
5. Que hay que considerar como un titulo de honor el calificativo de locos con el cual se trata de amordazar a los innovadores.
6. Que el complementarismo innato es una necesidad absoluta en pintura, como el verso libre en poesa y la polifona en msica.
7. Que el dinamismo universal debe ser ofrecido en pintura como sensacin dinmica.
8. Que en la manera de interpretar la Naturaleza es preciso ante todo la sinceridad y la virginidad.
9. Que el movimiento y la luz destruyen la materialidad del cuerpo.
NOSOTROS COMBATIMOS
1. Las tintas bituminosas con las cuales se imita la patina del tiempo en los cuadros modernos.
2. El arcasmo superficial y elemental fundado en las tintas planas y que, imitando la factura lineal de los egipcios, reduce la pintura a una imponente sntesis pueril y grotesca.
3. El falso arrivismo de secesionistas y de independientes que han instaurado los nuevos acadmicos, tan nocivos y rutinarios como los precedentes.
4. El desnudo en pintura, tan nauseabundo y antiptico como el adulterio en literatura
Expliquemos este ultimo punto. No hay nada inmoral a nuestros ojos; es la monotona del desnudo la que combatimos. Se nos dice que el asunto es lo menos y que el todo esta en la manera de tratarle. De acuerdo. Nosotros lo admitimos tambin. Pero esta verdad, indiscutible hace cincuenta aos, no lo es hoy, en cuanto al desnudo, desde el momento en que los pintores, obsesionados por la necesidad de exhibir el cuerpo de sus queridas, han transformado los salones en mercados de jamones podridos.
Nosotros pedimos que, durante diez aos, se suprima totalmente el desnudo en pintura.
LOS PINTORES FUTURISTAS