Muy Buen Relato
Muy Buen Relato
conversado. El vivir en una gran ciudad nos torna ms apresurados. Mas una noche que regresaba muy tarde, la encontr tratando intilmente de entrar al edificio. Haba perdido las llaves. As es c mo la conoc. Hace ya seis meses de eso y habamos congeniado a la perfeccin, tanto intelectual como sexualmente. Andrea viva con su madre que estaba separada desde hacia dos aos.... Su padre haca su vida en el extranjero (nunca pude saber en qu pas exactamente) y raras veces saban nada de l. Maria, as se llamaba la madre, era una mujer esplndida de cuarenta y pico de aos terriblemente encantadores y sensuales. Es ms, la edad le haba dado una belleza y sensualidad que ninguna chica joven por guapa que fuera podra imitar. Era algo etreo que se haba forjado con los aos (hay mujeres que nunca lo logran).
Con el tiempo, empec a entrar en su casa con tanta naturalidad como en la ma, ya era casi como de la familia. Muchas veces hacamos el amor en el cuarto de Andrea mientras ella estaba en el trabajo. La verdad es que no puedo precisar el momento exacto en que empez mi fascinacin por su madre, pero poco a poco el simple recuerdo de aquella mujer daba rienda suelta a mis fantasas. Mi atencin se iba centrando en Maria Una de mis primeras experiencias en ese campo fue con un detalle en el que no haba reparado. Despus de baarse al regresar del trabajo, ella siempre dejaba las bragas en el bao. Nosotros siempre la esperbamos tomndonos un refresco y viendo la tele en el comedor, comentando las cosas que nos haban sucedido ese d a. Cuando ella se sentaba con nosotros, yo me disculpaba y me diriga al bao, mientras Andrea conversaba con su madre. Ya antes de entrar estaba excitado. Me sentaba en el inodoro, coga sus recin cambiadas bragas en mi mano, rodeaba mi duro pene con ellas y comenzaba a masturbarme lentamente, cerrando los ojos,
tratando de que esos minutos fuesen lo ms largos y excitantes que pudiera. Pensaba en que esa tela que se estaba mojando con mis jugos, haba estado cubriendo su concha solo unos minutos antes. La vea de lo ms deseable, e imaginaba que al estar separada se pasara todas las noches pensando en el hombre que volviese a darle lo que ella necesitaba. En mi mente, era la mujer ms caliente y ansiosa de sexo de la historia. Un da, me propuse descubrir si estaba en lo cierto. Llegu a saber el color de las bragas que llevaba con solo fijarme en la forma en que se marcaban sobre su ropa. Cuando cenbamos, si llevaba una falda corta siempre se me caa algo debajo de la mesa. Ya os he dicho que me fascinaba su ropa interior, pero me gustaba ms vrsela puesta. No desperdiciaba un instante con tal de verle las bragas. Me encantaba ver cmo cubran su intimidad, cmo tapaban el dulce agujero que escondan sus labios vaginales Con el tiempo me di cuenta de que ella empezaba a sospechar de mi conducta. Pero, en lugar de mostrar disgusto o desagrado, me sorprendi ver que me
alentaba a seguir con mi juego. Me di cuenta de esto pues de pronto empez a resultarme mucho ms fcil encontrar sus prendas. Mis sospechas quedaron confirmadas un da en que, al salir del bao nos cruzamos en la puerta. - Parece que hoy tienes mucha prisa por entrar, eh? -me dijo con una sonrisa tentadora y llena de picarda que me hizo sonrer... Cuando entr vi que haba dejado sus bragas recin cambiadas sobre la tapa del inodoro, como una especie de regalo. Me las acerqu a la nariz para sentir el dulce aroma de su flujo ntimo. Todava estaban algo hmedas y me envolv rpidamente el pene con ellas para masturbarme salvajemente. De repente, o que llamaban a la puerta. - Puedes abrir un momento? -dijo Maria desde el otro lado de la puerta. - S, s, ya voy -contest nervioso, mientras limpiaba los restos de semen con las bragas y las dejaba donde las haba encontrado. Luego, me apresur a abrir. - Perdona que te moleste, pero he venido a buscar
mis bragas Las has visto? -me pregunt y no supe qu contestar. - Esto... S, pero se me acaban de caer al suelo y estn un poco mojadas -contest lo primero que se me pas por la cabeza. - No importa, las tengo que lavar -me contest. Se agach para recogerlas y ya se diriga hacia la puerta cuando de pronto se detuvo. Se dio la vuelta y vi que tena las manos blancas, llenas de mi semen. Las bragas estaban tan empapadas que al tocarlas, mi leche haba salido por todas partes llenndole las manos. Su mirada pas lentamente de sus blanquecinas bragas a mi rostro. Su expresin era tan compleja que no saba a ciencia cierta lo que iba a pasar. - Marcos, yo no me imaginaba que t... -empez a decir y me prepar para lo peor. - Mam, ven que empieza la pelcula... -interrumpi afortunadamente Andrea desde el comedor. - Ya va cario -dijo en voz alta para que su hija la oyese y sosteniendo las chorreantes bragas en su mano aadi- Bueno... de esto hablaremos otro da.
Ahora vamos al comedor. Volv con Andrea mientras ella se quedaba en el bao limpindose las manos. Poco despus apareci y se sent sin decir palabra. Al terminar la pelcula, todo sigui normal. Andrea y yo nos quedamos charlando mientras Maria iba hacer la cena. Unos quince minutos despus le dije a Andrea que me iba a la cocina a ayudar a su madre. (Yo quera realmente saber cmo haba quedado todo, qu iba a hacer su madre. - Te puedo ayudar? -le pregunt. - No hace falta -me contest sin inmutarse, como si hubiese estado esperndome- Esta salsa es muy fcil de hacer. Aunque, pensndolo mejor... s, cudamela mientras me cambio. Remueve un poco de vez en cuando con la cuchara para que no se pegue. Sali de la cocina dejndome all con la cuchara en la mano, dndole vueltas a la salsa y con la cabeza llena de interrogantes. Crea conocer a la madre de Andrea, era una mujer de mundo y eso me mantena intrigado. Al fin y al cabo, lo que haba hecho no haba pasado de ser un simple juego. De pronto,
escuch su voz hablndole a su hija en el comedor. - Cario, anda a la panadera y compra unos panes -le dijo. - Pero, por qu? -contest Andrea enfadada- Hay pan de sobra. - No, esta maana me he equivocado al comprar y ahora va a faltar para la cena -la corrigi- Que te cuesta si est ah al lado. - Est bien -le contest y levanto la voz para que la oyera - Ahora vuelvo, cario. Segu dndole vueltas a la salsa, pensando en lo que pasara a continuacin. No haban pasado ni tres minutos cuando regres de la habitacin. Me di la vuelta y tuve que aguantar la respiracin para no parecer un completo pelotudo. Lo que vi, en otras circunstancias hubiese sido de lo ms normal, pero en el estado en que se encontraba mi cabeza aquello fue la gota que colm el vaso. Se haba puesto una falda no muy corta pero con vuelo, que la haca parecer an ms sexy . Pas tranquilamente por mi lado y se acerc al horno. Se agach a encenderlo y el trasluz que provoc la
bombilla del horno me permiti admirar sus piernas al detalle. Se agach an ms dejando a la vista el principio de unas preciosas braguitas rosas de algodn que yo no conoca. Se las haba puesto por m. Creo que ese da comenzamos a jugar al mismo juego. Desde entonces hasta la hora de la cena no not ningn otro cambio importante, solo pequeos detalles disimulados hbilmente para que nicamente yo me diera cuenta de ellos. Naturalmente, eso me excitaba mucho ms. Ms tarde, ya sentados y cenando alrededor de la mesa, empezamos a discutir sobre las cercanas elecciones. Yo hablaba pero no prestaba realmente atencin a lo que deca. Debajo de la mesa mi pene amenazaba con romper el pantaln, me temblaban las rodillas y no saba que hacer. Pero al mismo tiempo me senta excitado por la situacin. Qu t pasa Marcos? -me pregunt Andrea que se haba dado cuenta de mi nerviosismo. - Nada, cario -le contest. - Es que no te gusta la cena? -intervino Maria con
una sonrisa. - No, para nada, al contrario -le respond rpidamente- Ya sabes lo mucho que me gusta cmo cocinas. Creo que es tan solo un dolor de cabeza pasajero. Eso espero. De repente, se me cay el cuchillo, pero no fue como otras veces que lo haba tirado a propsito. Esta vez se me cay de verdad. Me quede inmvil mientras ellas seguan hablando. - Si es un dolor de cabeza, con una aspirina basta deca Maria- Pero, si es mal de amores... - Mam, no digas eso -contest Andrea- Sabes que le cuido muy bien. Por fin me decid a recoger el cuchillo que descuidadamente se me haba cado y me agach debajo de la mesa. Enseguida vi el cuchillo, pero al recogerlo no pude evitar levantar la vista hacia las piernas de Maria. Para mi sorpresa, vi cmo las separaba un poco dejndome ver completamente las bragas rosas que antes solo haba entrevisto y una porcin del vello de su pubis que asomaba por entre ellas, todo ello sin dejar de hablar con Andrea. De
pronto, separ an ms las piernas mostrndome una enorme mancha en el centro de sus labios, sin duda causada por sus jugos, y por fin cruz las piernas, dando con ello fin a su funcin. Aquello dur tan solo un instante. Nada ms levantarme, me disculp diciendo que tena que ir al bao, cosa que era verdad, pero no por las razones que ellas pensaron. Camin por el pasillo rpido pero sin parecer ansioso, entr en el bao y apenas cerr la puerta me la saqu y comenc a masturbarme. Todava no haba terminado, cuando o que tocaban a la puerta. - Claudio, soy yo -era Maria- Te sientes mejor ahora? Era una pregunta de lo ms normal, pero la forma de decirlo me hizo pensar que aquellas palabras tenan un doble sentido que solo ella y yo conocamos. - S, ahora me siento mucho mejor... -le dije sin dejar de masturbarme con una voz que no dejaba lugar a dudas sobre lo que estaba haciendo. - Perfecto! Has visto como yo siempre tengo razn continu diciendo- Cuando acabes... vuelve a la mesa.
Yo voy a por el postre y por una aspirina, por si todava te hace falta. - Gracias, enseguida termino -le respond. Lo cual era verdad y de qu manera... Un torrente blanco sobre los azulejos... Era esa poca de transicin entre el otoo y el invierno, y los cambios bruscos de clima afectaron a Andrea que tuvo que guardar cama unos das. Cuando ya casi estaba recuperada, recay y tuvo mucha fiebre. El mdico le recet una enorme cantidad de medicinas y una buena temporada de reposo. Los cuidados de su madre y mi compaa hicieron que su enfermedad pasase lo menos aburrida posible. Ese tiempo sirvi para que Maria y yo nos uniramos mucho ms, nos desvivamos para que nunca le faltase nada a Andrea. En esos das el juego nos iba involucrando ya a ambos. Por las noches no era extrao que me quedara a dormir en la sala de estar, as poda pasar ms tiempo con Andrea. Durante su convalecencia, Andrea haba adoptado un nuevo vicio que vino a unirse con los que ya tenamos. Quizs era la
proximidad de su madre o el peligro de lo prohibido lo que la excitaban de aquella manera. La cosa es que, todas las noches, antes de irme a dormir, me haca una mamada para 'despedirse' de mi pene. Una noche me acerqu a la cabecera de su cama para darle las buenas noches, como siempre. Ella me mir a los ojos y puso suavemente un dedo en sus labios. - Voy a despedirme de ella -me dijo en voz baja. Me acerqu an ms, saqu mi pene y se lo meti todo hasta el fondo, luego hizo lo que ms le gusta, jugar con la lengua alrededor de mi glande. - Tienes que estar atento por si viene mi madre. No creo que le gustase que su hijita tuviese la pija de su novio en la boca estando tan enferma -dijo con picarda. - Voy acabar... -le avis cuando ya estaba a punto. - En la cara, hazlo en la cara -me rog cerrando los ojos y abriendo la boca, ansiosa por recibir el chorro de leche sobre ella. Agarr mi pija con la mano y comenc a moverla frenticamente. De repente, por el rabillo del ojo vi cmo se entreabra la puerta de la habitacin,
pudiendo distinguir la conocida silueta de Maria. Debera haber parado, pero lo que tena entre manos estaba ya demasiado avanzado como para dejarlo, as que continu pero ponindome de lado para que nuestra espectadora tuviera una mejor vista. Sin ms lanc toda mi leche sobre la cara de mi novia, yendo a parar algunos chorros a su pelo y sobre la almohada. Mientras, la mano de Andrea se mova bajo las sabanas a la altura de su entrepierna como una serpiente. Cuando acab el espectculo, Maria golpe la puerta como si acabase de llegar y entr. Apenas tuve tiempo de guardarla en el pantaln y disimulando me sent sobre la cama. Andrea haba cogido rpidamente un pauelo de la mesilla de noche y pasndoselo por la cara simul sonarse la nariz. - Vamos, es muy tarde -dijo - Maana pueden seguir hablando, pero ahora es hora de dormir. Maana despus de la oficina vamos al cine. - S mama, me encanta ir al cine. Nos estbamos despidiendo -dijo Andrea sonriente. - Es verdad, estbamos en plena despedida -agregu
yo y Andrea me propin un suave codazo. - Te sientes bien, Andrea? -pregunt acercndose a ella y posando la palma de su mano sobre la frente de su hija. - S mama, estoy bien -respondi esta con voz cansada. - Pareces acalorada -concluy- Voy a sacarte una manta para que no tengas fro. Abri el armario y sac una gruesa manta con la que tap cuidadosamente a su hija. Mirndome, la arrop con dulzura y la hizo tenderse de costado para que descansase mejor. Al tumbarse de lado, quedaron a la vista los restos de leche en la almohada y en el pelo de Andrea. Pas un dedo por una de las manchas ms grandes y extraada mir el semen que se le haba quedado adherido a l. Luego levant la vista hacia m. - Que descanses, cario -le dijo a Andrea pero sin dejar de mirarme fijamente- Buenas noches. Me desped de Andrea dndole un beso en la frente y sal detrs de Maria, cerrando con cuidado la puerta de la habitacin. Al darme la vuelta, la
encontr esperndome. - Hasta maana, Marcos. Tengo que levantarme temprano, as que me voy a dormir. Buenas noches dijo y acercndose, me dio un dulce beso en la mejilla. A la maana siguiente me despertaron los ruidos que haca preparndose para ir a trabajar. La vi cruzar por el pasillo a medio vestir, con una preciosa blusa blanca de seda y una de esas braguitas en que la tela se ajusta a todas las formas de una mujer y la hace ms deseable, como si estuviese desnuda. Se estaba exhibiendo ante la puerta de mi cuarto, pasando una y otra vez y haciendo ruido descaradamente para despertarme. As pues, decid que yo tambin le dara su racin de espectculo antes de que se fuese. Corr las sabanas dejando parte de mis calzoncillos a la vista, y con la pija caliente y parada, tanto que sobresala la punta por un lado. Enrosqu las sabanas a mis piernas como si hubiese tenido un sueo, ertico por supuesto, y fing que dorma. Ahora solo tena que esperar a que volviese a pasar y se fijase en m. No tuve que esperar demasiado.
Escuch sus suaves pasos entrar en la habitacin y detenerse a mi lado. Not cmo se sentaba en la cama, con cuidado para no despertarme. Senta su mirada fija en mis calzoncillos. Estuvo un momento as, pero de repente se levant con cuidado y empez a andar hacia la puerta. Ya pensaba que iba a salir, cuando se detuvo en seco. Abr levemente un ojo para ver qu haca. La vi all de pie, indecisa al lado de la puerta. Llevaba puesta una falda larga que ocultaba las preciosas braguitas que antes haba podido admirar. Por fin se decidi y volvi a sentarse a mi lado. Me miraba los calzoncillos fijamente y la punta de la pija que asomaba por un lado. - Marcos? -pregunt suavemente. Yo no contest para demostrarle que estaba profundamente dormido. - Marcos? -repiti en voz un poco ms alta. Vi cmo miraba hacia el pasillo, nerviosa por si apareca su hija y la encontraba sentada en la cama de su novio, hablndole mientras dorma. En verdad que era una situacin bastante extraa. - Marcos? -llam nuevamente como para asegurarse
de que estaba dormido realmente. Lo que hizo a continuacin siempre lo recordar, an hoy me cuesta creer que no fue un sueo. Se llev dos dedos a la boca y los moj, llenndolos de saliva. A continuacin dirigi su mano hacia mi pija y pas los hmedos dedos suavemente, con miedo, por la punta que asomaba al exterior. La roz dejando un reguero de saliva por donde pasaban, como lubricndola. Para ese entonces, yo estaba muy excitado y mi pija sobresala mucho ms que antes. Repiti este movimiento llevndose los dedos a la boca una vez ms, pero esta vez acompa esta accin con otra todava ms excitante. Con la mano izquierda se levant la falda por encima de las rodillas, apart sus bragas y meti su otra mano debajo de ellas. Poda ver todos sus movimientos y la expresin afiebrada de su rostro. Por fin, sac la mano de all, se llev los dedos a la nariz y oli el suave aroma que sin duda haba quedado prendido en ellos. A continuacin pas esos mismos dedos, empapados en sus jugos, nuevamente
por la punta. Baj el prepucio lentamente con dos de ellos y luego, sin soltarlo, volvi a subirlo. Mientras repeta esto una y otra vez, su otra mano segua debajo de su falda, sin duda acariciando su sexo. Aquellos lentos y suaves movimientos sobre mi prepucio acabaron hacindose insoportables. Creo que ella se dio cuenta de lo poco que faltaba para que me corriese, porque puso su otra mano en el momento justo en que lo haca, recibiendo tres potentes lechazos en la palma de su mano. Inmediatamente se levant y sali de la habitacin. A pesar de haber acabado, estaba tan caliente que no pude evitar masturbarme con furia reviviendo lo que acababa de pasar, acabe nuevamente, esta vez en menos cantidad y con menos placer que unos minutos atrs. Me tend exhausto sobre la cama, pensando en las posibilidades que se abran ante m. - Marcos... Despirtate que me voy -escuch la voz de Maria gritndome desde de la cocina. Me arregl el pantaln del pijama, que todava llevaba un poco bajado, y sal rpidamente a la cocina. Quera verla antes de que se fuese.
- Hola, buenos das -me dijo alegremente. - Buenos das -contest con fingida voz de sueo. - Espero que lo sean -me contest- Acurdate que hemos quedado encontrarnos en el centro, a la salida de la oficina. Vamos a ir al cine esta noche, no te acuerdas? No vengan tarde, eh? Hasta luego. Y con una extraa mirada atrs, sali de la cocina dejndome solo. Como llegamos con tiempo al centro, pudimos pasear un poco hasta que se hiciera la hora de ir a buscar a Maria. Al acercarse la hora del encuentro, fuimos caminando lentamente observando algunas vidrieras. Al llegar al enorme edificio donde trabajaba nos estaba esperando en la puerta. Llevaba puesta la misma falda blanca de nuestra 'aventura' matinal. Caminamos unas manzanas hasta la zona de los cines. El sol de la tarde iba cayendo ya entre los edificios, transparentando con su tenue luz la tela de la falda de Maria. Eso me permita apreciar con todo lujo de detalles el contorno de sus preciosas piernas y el comienzo de sus bragas blancas. Vimos tranquilamente la pelcula, sin que pasase nada
importante. Cuando salimos, nos fuimos a tomar un trago, comentamos la pelcula y salimos para la estacin de tren. Al llegar nos encontramos que haban cancelado dos trenes por una huelga y la estacin estaba atestada de gente esperando el prximo. En los andenes no haba mas espacio. Por fin lleg el tan esperado tren y logramos ascender no sin esfuerzos y a base de empujones. Una vez dentro tuvimos que esperar media hora ms y cuando ya por fin nos ponamos en marcha, se apag la luz del vagn por una avera de la que el conductor nos advirti dejndonos en la ms completa oscuridad. Despus de tanto empujn, habamos acabado cerca de la puerta que comunicaba con el vagn contiguo. Cuando mi vista se acostumbr a la oscuridad pude ver a duras penas que Maria estaba delante de m abrazando a Andrea, como protegindola de los empujones que todo el mundo daba. No habamos pasado siquiera ni la primera estacin cuando un repentino frenazo me oblig a apoyar una mano en su cintura. - Eres t, Marcos? - preguntaba Maria.
- S, soy yo -le contest- Cmo estn? - Yo bien y Andrea est aqu conmigo, un poco apretada entre toda esta gente y cayndose de sueo -me dijo. Bajo el amparo de la oscuridad fui apoyndome poco a poco en el precioso culo de la madre de Andrea. El contacto de mi miembro sobre su culo era ya evidente pero ella no deca ni una palabra, cosa que me anim a seguir un poco ms. En la segunda parada subi an ms gente y tuve que apretarme todava ms a ella. La situacin hubiese sido muy embarazosa si Maria se hubiese quejado de mi proximidad, pero como no deca nada yo segua excitndome cada vez ms. Estbamos tan pegados que Maria tena ya la falda metida en el culo. Quera sentirla an ms pegada a m y comprobar si esa pasividad era realmente aceptacin al contacto de mi cuerpo. Me baj la cremallera del pantaln oculto por la gente y la oscuridad reinante y comenc a frotar mi pija, contra su culo, aprovechando los vaivenes del tren. Maria se ech un poco ms hacia atrs, apoyando su culo ahora deliberadamente contra m y mecindolo
al ritmo del traqueteo del tren. A pesar de lo que me estaba haciendo, no por ello dej de disimular con su hija, entablando una trivial conversacin sobre la pelcula pero sin dejar de moverse. Me di cuenta de lo realmente caliente que estaba cuando apoy su mano sobre la ma, que estaba todava en su cintura. - Ests bien, Marcos? -me pregunt girando la cabeza hacia atrs. - S, Maria, no te preocupes -le contest- T cudame a la chica. - No te preocupes -me respondi- Como si fuera mi hija. Mientras intercambibamos estas palabras, nuestros cuerpos ardan de la calentura. Al pasar la cuarta estacin, no poda ms y necesitaba ir un poco ms lejos. Empec a levantarle suavemente la falda hasta dejar la parte de atrs a la altura de mi estmago. Apoy la pija sobre sus bragas, en la raya de su culo. Los movimientos del tren me permitieron bajar su prenda ntima unos centmetros y pasarle la punta por sus cachetes, sintiendo por primera vez el suave contacto de su piel, lo cual aument todava ms su
desenfreno. Maria no se mova, estaba completamente quieta y no deca una sola palabra, como si fuera una adolescente manoseada por primera vez. Cuando salamos de la quinta estacin, se la pas por entre sus clidos muslos. Ella, al sentir el contacto de esa carne caliente, entreabri las piernas un poco, permitindome subir hasta llegar a su entrepierna y hacer presin contra sus blancas y suaves braguitas. Repet la operacin varias veces, bajando y subiendo por sus muslos, lo que me provocaba una deliciosa e interminable sensacin. Senta lo mojada que tena esa zona de las bragas a causa de sus flujos. Me di cuenta de que faltaba una sola estacin para bajarnos, as que decid llegar todo lo lejos que pudiera. La saqu de entre sus piernas, le baj las bragas unos centmetros por detrs y met mi hinchada pija por el espacio libre, colocndola de nuevo entre sus piernas, pero esta vez en contacto directo con su empapada concha, entre este y el interior de sus bragas. El suave traqueteo del tren y
la friccin de ambos cuerpos hicieron el resto. Pocos segundos despus descargaba una abundante cantidad de semen en el interior de aquellas bonitas bragas. Como una oportunidad as no se presenta todos los das, la saqu rpidamente chorreando y empec a extender la leche por todo su culo, e incluso por sus piernas. Antes de meterla de nuevo en el pantaln, acab de limpirmela con la parte de debajo de su falda, sabiendo ya que, cuando Maria llegase a casa y se desnudase, se llevara a la boca los restos de mi leche que haba en su falda y en sus bragas. Sin duda se hara una tremenda paja, recordando la experiencia que acababa de hacerle vivir el novio de su hija, algo que su marido no habra conseguido ni en sus mejores tiempos. Haba logrado despojarla de toda conciencia y llevarla a un grado de indecencia inimaginable para ella hasta ahora. Por fin llegamos a nuestra parada y al bajar nos sorprendi un inesperado fro para el que no estbamos preparados. Solo tenamos que caminar seis manzanas pero a m me parecieron veinte. El fuerte viento nos oblig a abrazarnos los tres. Por
suerte yo iba en medio, entre mis dos mujeres. - Si alguien te ve con una mujer de cada brazo va a pensar que eres un gigol -dijo Andrea y todos remos con ganas. Entre temblores y chistes fuimos recorriendo el camino. Antes de llegar a casa record la leche que haba derramado sobre Maria, que probablemente todava estara liquida en el interior y en su falda, donde me haba limpiado. Este pensamiento hizo que se volviese a parar la pija. Por fin, doblamos la ltima esquina y nos internamos en la oscura calle donde vivan Andrea y Maria. La mitad de las farolas estaban fundidas y la gente deca que las cambiaran pronto, aunque todava no se haba visto a ningn trabajador de la municipalidad en la zona. - Haca tiempo que no tena tanto fro -dijo Andrea temblando. - No veo el momento de llegar a casa y tomarme un buen caf caliente -aadi Maria apretndose ms contra m. Al llegar a la parte ms oscura de la calle empec a
bajar la mano con la que sujetaba a Maria por su espalda. Cuando llegu a la falda palp hasta encontrar la parte en la que me haba limpiado el semen, que an se notaba algo mojada. Decid bajar ms para manosearle el culo, lenta y descaradamente antes de llegar a casa. Le acarici la redonda superficie con la mano abierta, sintiendo con la palma la dureza que todava mantena. Segu bajando casi hasta tocarle las piernas, sintiendo cada centmetro que recorra de su cuerpo como si estuviese completamente desnuda pues tanto la falda como las bragas eran de un tejido tan fino que prcticamente parecan la propia piel de Irma. Sub y baj dos o tres veces la mano, apretando con placer, y acab por levantar un poco la falda. Al ver la oportunidad empec a meter la mano para entrar en contacto con sus muslos. - Bueno, bueno... Parece que ya llegamos -dijo Maria para avisarme y sub rpidamente la mano para rodear de nuevo su cintura - Ahora, despus de quitarme estos zapatos que me estn matando, les preparar un buen caf. Les gustaria?
- Perfecto, mam -contest Andrea entusiasmadaMarcos y yo te ayudaremos. No solt a Maria hasta que llegamos al patio. Abri la puerta y ya en el ascensor empezamos a entrar por fin en calor, aunque ella y yo lo habamos hecho por el camino. Al llegar, la madre de Andrea se dirigi directamente al bao. - Creo que voy a darme una ducha, pero enseguida salgo -nos avis desde la mitad del pasillo- vayan preparando las cosas en la cocina. - Bueno mam -contest Andrea Dejamos los tapados en el comedor y nos fuimos a la cocina. Lo ocurrido desde la estacin a casa me haba excitado muchsimo, me senta a punto de explotar, as que, agarre a Andrea en mis brazos y empec a besarla apasionadamente. - Chpamela Andrea -le ped ya fuera de controlLlevo todo el da a punto de explotar, cario. Vamos, antes de que salga tu madre. - Mmmm... Pobrecito -me dijo con voz melosa- Toda esa leche acumulada desde anoche. Ven Bebe, dame el bibern...
Andrea me abri hbilmente la bragueta y sac mi duro pene dispuesto ya a cualquier cosa. Se arrodill y empez a masturbarme con la mano, para enseguida metrsela en la boca hasta el fondo. - As, cario -gem sintindome en la gloria- Chpamela... Con la lengua... Como t sabes... Antes de que venga tu madre... - Y si llegara mi madre y nos descubriera... te gustara? -me pregunt sacndose la pija un instante de la boca para luego volver a tragrsela entera. No hizo falta que contestase. El simple comentario me haba excitado tanto que Andrea lo not en mi cara y empez a chuprmela con ms ganas todava. Luego volvi a sacarla. - Y si entrara y viera esta enorme pja, con todas estas venas hinchadas, entrando y saliendo de mi boca -dijo y sigui mamando con fuerza. Aquellas palabras me hacan imaginar la escena y mi excitacin segua subiendo por momentos. Andrea chupaba como si se fuese a acabar el mundo y me senta ya al borde del orgasmo. - Y si se acercara y me ayudara a chuprtela... -dijo,
y dndome una nueva chupada aadi- Y si acabases en su boca, salpicndole toda la cara con tu leche... Esto ltimo fue demasiado para m y acto seguido acabe con un verdadero manantial de leche que hizo que por poco se ahogase. Ella trag con pasin hasta la ltima gota y sigui chupando hasta que mi pija empez a perder vigor. - Qu hija de ... que eres Cmo me has excitado? - Todo por tu leche, cario -me contest y sigui chupndomela un ratito ms. Despus del caf vino la cena. Al terminar, nos sentamos los tres a charlar en el sof, tomndonos un postre y con la tele a media voz. - Ah, no me acordaba -dijo Maria- Esta maana ha llegado una carta de mi hermana. - S? -exclam Andrea entusiasmada- Cmo esta la ta? - Bien y dice que tiene que venir al pueblo a entregar unos documentos, as que la he invitado a que pase unos das con nosotros -nos cont. - Y cundo viene? -pregunt mi novia. - No creo que tarde mucho. Cree que el mes que
viene. - Mi ta es estupenda -dijo Andrea dirigindose ya a m- Es la persona ms buena que conozco. Acabamos de ver un programa muy divertido en la tele y luego me desped pues ya tena algo de sueo. Ya en mi cama, dese con todas mis fuerzas no haber tenido que irme aquella noche de casa de mi novia. A la maana siguiente not que una mano se posaba sobre mi hombro y repeta Vamos Marcos, despirtate -en la frase ms larga que haba odo nuncaAl ver a Maria, mi sorpresa fue mayscula. Llevaba puesto un camisn transparente, que era como no llevar nada, y un conjunto rosa de sujetador y braguitas. Mi preferido. No s cuntas pajas me haba hecho con aquellas prendas en mis manos. Estaba deslumbrante, ms an baada en los rayos de sol que se filtraban por la ventana. Se sent al otro lado de la cama y empez a preparar el desayuno en una bandeja que dej sobre mis piernas. Levant la vista y admir lo que se presentaba como
una maravillosa maana. El desayuno en la cama y una preciosa mujer al lado de la cama. Alguien da ms? Saba que te iba a sorprender trayndote el desayuno a la cama -dijo Maria sonriendo. Tu mujer Andrea pronuncio mirndome fijamente y acentuando las palabras- fue hasta el pueblo y regresa pasado el medioda. Que ms poda ofrecerme esa mujer? Acerqu mis labios a los suyos y la bes con una ternura que despert en ella una sensualidad que se poda palpar en el aire. Estaba completamente entregada a m, hasta que, por fin, nuestros labios se separaron Se qued mirndome fijamente, muy seria. Estaba pensando algo, pero no saba cmo decrmelo. Yo estaba expectante por saber qu era. Presenta que aquel era el momento cumbre, sus palabras podan significar el fin, o el principio de algo memorable. Afortunadamente fue lo segundo. Marcos, lo ms importante es que no descuides a mi hija -me dijo muy seriamente- Si no lo haces y esto queda como un secreto entre nosotros, te prometo que a partir de ahora tendremos ms experiencias
como las de estos ltimos das. Porque... yo parece que te gusto, no? - Mucho -le respond tan serio como ella- Y yo a ti? - A ti qu te parece? -me contest con una pcara sonrisa. Aquello me excitaba muchsimo y a Maria tambin, a juzgar por los suaves gemidos que salan de su boca. Al mismo tiempo que sus dedos acariciaban mi miembro de arriba abajo en una fantstica masturbacin Tanta excitacin era demasiado para m y ella lo comprendi con una sonrisa. Aceler los movimientos de sus manos y me hizo acabar en su boca. Una pequea gota de semen resbal por su barbilla, pero no le dije nada, me encantaba verla as. Aquel sutil juego en el que tan pronto tentaba, como me dejaba tentar, estaba empezando a gustarme. Nadie haba sentado las bases, nadie haba fijado las reglas, y sin embargo cada da participaba ms a gusto en l... y al parecer Andrea y su madre tambin. Era como jugar con fuego; intenso, arriesgado y prohibido.A la maana siguiente toque a la puerta de la casa de Andrea como todos los das y
esper que me abrieran. Grande fue mi sorpresa cuando me abri una mujer a la que no conoca. Hola! -me dijo como si nada- T debes ser Marcos, no? S -contest. Pasa -me indic y entr a la casa- Te preguntars quin soy. Pues bien, soy Carmen, la ta de Andrea. Ah! La famosa ta -exclam y le di dos besosEncantado de conocerla. OH, no me hables de usted, no me gusta -dijo sonriendo y me invit a pasar al comedor- Debes llevarte muy bien con Maria y Andrea. No han dejado de hablar de ti desde que entr. Espero que bien. Por supuesto -me respondi-Quisiera que con el tiempo tambin yo pueda decir lo mismo. Puedes estar tranquilo. Miren quin ha venido! Hola Marcos! -me salud Maria desde el sof- Ya conoces a mi hermana, ven! Sintate un momento con nosotras mientras esperas a Andrea. Salio hace un rato con su prima, pero ahora vienen.
As fue como conoc a la ta de Andrea. Me enter que haca seis meses que se haba separado de su marido. Haba venido con su hija a la ciudad aceptando la invitacin de su hermana y pensaba pasar con ellas una buena temporada. En ese instante present que no seria una persona ms en mi vida. Por fin volvi Andrea y pude conocer a Marita, su prima. Tena trece aos y era la criatura ms inocente que haba visto en mi vida, quizs debido a haber crecido en un pueblo, alejada de la vida de la ciudad. En aquella poca mi vida transcurra prcticamente entre la casa de ellas y mi escaso tiempo de escritor. En una de las tantas noches que me quedaba a dormir. Maria, Andrea y yo, estbamos sentados a la mesa tomndonos un caf mientras veamos una entretenida pelcula en la tele. La hermana de Maria estaba en su cuarto haciendo las maletas, pues se iba al da siguiente de vuelta a su pueblo para arreglar unos asuntos. Su hija se quedara, ya que
tena vacaciones en el colegio. Al rato, entraron las dos en el comedor. - Bueno, nosotras vamos a acostarnos ya -dijo con los ojos algo cansados- Maana tengo que levantarme muy temprano y no creo que nos veamos as que... ser mejor que me despida ahora. Los tres nos levantamos y nos despedimos de Carmen. Aquella mujer haba acabado por caerme bien, se pareca mucho a su hermana en la simpata natural que ambas compartan. Me apenaba un poco que se fuese, pero tambin me alegraba pues as despejara un poco mi camino hacia Maria que desde que ella estaba se haba enfriado un poco. - Ta, te importa que me vaya contigo al pueblo? -se ofreci Andrea- As no estars tan sola... Siempre que a mi madre y a Marcos no les importe. - Claro, cario -dije yo- Te echar de menos, pero me encanta que acompaes a tu ta. - Por m, bien! -dijo Maria- Pero an tiene que decir tu ta si quiere que vayas o no... - Me encantara -dijo su ta- Seguro que no te aburrirs?
- Claro que no, contest mi novia- Eso s, tendrs que despertarme t, yo duermo como un tronco. - De acuerdo -acept Carmen entre risas- Buenas noches a todos y encantada de conocerte, Marcos. - Lo mismo digo -contest y tras darnos dos besos a cada uno se fue a su cuarto con su hija. Nos sentamos de nuevo a la mesa y serv un poco ms de caf. El ambiente se haba vuelto un tanto triste por la despedida de Carmen y todos estbamos algo cabizbajos, en silencio y mirando la tele. Fue Maria la que rompi por fin el silencio. - Lo siento porque es mi sobrina y la quiero mucho, pero tengo que decir esto -dijo muy seria- Se fijaron en el camisn que llevaba? Pareca una vieja. La pobre tiene un gusto horrible para la ropa interior. Andrea y yo estallamos en una sonora carcajada. Al principio nos mir sin entender de qu nos reamos, pero por fin se uni a nuestras risas. Las lgrimas nos caan sin poder evitarlo, hasta que por fin conseguimos controlarnos y acabamos de tranquilizarnos.
- Qu cosas tienes mam -dijo Andrea levantndose tomando la cafetera- Voy a buscar ms caf. - Pero si es verdad -insisti Maria mientras su hija sala del comedor- No te parece, Marcos? - S, la verdad es que le quedaba horrible -aceptPero hay que tener en cuenta que no es ms que una nia. - Y ahora que no est Andrea te voy a decir una cosa -me dijo en voz baja- Has visto qu cuerpo tiene la nia, nadie dira que solo tiene 13 aos, verdad? No s qu les dan de comer a las nias en ese pueblo... Maria tena razn. Ya me haba fijado en que la nia estaba demasiado desarrollada para la edad que tena. Sus tetas eran an pequeas pero dignas de la supermodelo ms cotizada, el cuerpo tena unas curvas que quitaban el aliento y su culo, redondo y respingn, era capaz de volver loco a cualquiera. Adems, aunque no era guapa tena algo que la haca no pasar inadvertida. - Creo que es cosa de familia -le contest mirndola apreciativamente. - Vaya, gracias Marcos -me contest sonrojndose
un poco y en eso entr su hija. - Quin quiere ms caf? Marcos? -me pregunt, asent con la cabeza. Mientras Andrea llenaba de nuevo la taza de caf recin hecho, pens en lo que acababa de decirle a Maria. Al decirlo no le haba dado demasiada importancia, lo haba dicho casi sin querer. Pero al pensar en ello me sent bien por haberme animado a decirle un piropo tan abiertamente cara a cara. Me haba acostado bastante tarde, por eso a la maana siguiente, cuando not que me despertaban me di media vuelta en la cama e intent seguir durmiendo. De reojo mir el reloj y por la hora que era deduje que Andrea y su ta ya deban haberse ido. Not que una mano volva a llamarme. Naturalmente no esperaba que fuese otra que Maria, la nica que haba quedado en la casa, pero me equivocaba. Ante m tena a la pequea Mara, vestida nicamente con unas pequeas braguitas de color rozado y una camiseta que no llegaba a cubrrselas del todo. Eso s, sus dos tetas, de un tamao ms que respetable, se marcaban con toda nitidez contra la
tela de la camiseta. Por lo visto su madre no le haba enseado lo que eran los sostenes, pues no recordaba haberla visto con uno puesto en todos los das que llevaba all con nosotros. - Vamos Marcos, despirtate -me dijo- La ta ya est preparando el desayuno... Te gusta mi camiseta? - Eh? Por qu dices eso? -pregunt aturdido an. - Es que no paras de mirrmela -dijo inocentemente la chica. - S, me gusta mucho -acert a decir, sin poder apartar la mirada de sus braguitas que permitan adivinar un pubis apenas sin vello, totalmente virgen. - A m tambin -admiti- Ha sido idea de la ta. No le gustaba mi camisn y me ha dicho que de momento poda ponerme esto, pero que maana me iba a comprar otro ms bonito. - As que te lo ha puesto tu ta... -empec a decir pero en ese momento escuch a Maria que vena por el pasillo. - Marcos? te gustara una taza de caf -anunci desde la puerta. Al verla no me sorprendi, tenia puesta el mismo
camisn transparente, mi preferido- Crea que te ibas a sorprender -dijo Maria sonriendo- Por cierto, has visto el camisn que lleva Marita? Vamos, levntate y ensaselo a Marcos. Marita estaba de lo ms avergonzada. Se levant, pero se qued quieta y con la mirada fija en sus pies. - Marita es un poco tmida -se disculp Maria- Pero, como yo le he dicho, estamos en familia. Verdad, Marcos? - Claro -afirm- Por supuesto. - Bueno - Si piensas que a tu madre no le va a gustar el camisn que maana te voy a regalar, no te preocupes. No tienes por qu enserselo, ese ser nuestro secreto. Un secreto entre ta y sobrina. Qu te parece? - Un secreto... -repiti Marita en voz baja- De acuerdo. - As me gusta! - Bueno, y ahora ensale a Marcos cmo t queda el camisn, que todava est esperando. Un poco ms convencida, comenz a darse vuelta poco a poco. Sin que la chica se diera cuenta, Maria
desliz una mano por debajo de las sabanas y comenz a masturbarme lentamente. Su cara reflejaba una excitacin infernal que trataba de disimular por la presencia de su sobrina. Ella segua dndose vuelta y por fin qued de espaldas a nosotros. - Ves le poco que le favoreca el otro camisn. Te has fijado en el culito tan bonito que tiene mi sobrina? -dijo Maria y aceler el vaivn de su mano. Levantndose un poco la camiseta, Marita me brind una perfecta panormica de su culo, el cual segua elogiando su amada ta. Sus diminutas braguitas estaban un poco metidas entre sus nalgas y Maria se dio cuenta. - Cario, scate las braguitas del culito -le pidi. Al ver cmo lo hacia estuve a punto de acabar. La paja que Maria me estaba propinando continuaba sin reducir la velocidad ni un solo instante, oculta por las sabanas. Se vea que le encantaba hacerlo, con una mezcla de lujuria y ternura conmovedora en su rostro y en los movimientos de su mano. Aunque la inocencia angelical de Mara calentaba mi pija tanto o
ms que la paja de su ta. Tena el semen a punto de desbordar. Me di cuenta de que Maria se haba llevado la otra mano a la entrepierna y la mova descontroladamente de un lado a otro. - Quieres que me quite la camiseta, ta? -pregunt tmidamente la chica. - Claro, por qu no? -asinti Maria- Al fin y al cabo estamos en familia. Marita se sac la camiseta por la cabeza sin dejar de girar lentamente, mostrndome todos los rincones de su joven e inexperto cuerpo. - Mira Marcos, ya me estn saliendo las tetas. Te gustan? -me pregunt, dejndome completamente desarmado. - Claro que le gustan -contest Maria por m- Anda, ven aqu y sintate para que te las pueda ver mejor. Sabes que Maritaa me las ense anoche? Le dije que aunque ahora son bonitas, cuando sea mayor van a ser an mejores. Venga, deja que Marcos te las toqu como yo te dejo tocar las mas. La chica se gir hacia m, mostrndome aquel par de
pequeos aunque sugerentes pechos. Acerqu lentamente mis manos a ellos y los acarici lentamente, como si tuviera miedo de hacerles dao o de que se rompieran. Acariciar aquellas dos tetitas fue un lujo que le agradecer a Maria toda la vida. - Sabes qu, Marcos? -prosigui Maria- Anoche durmi conmigo y a qu no sabes qu me pidi? Me dijo que le gustara que le diera de mamar como cuando era un beb. Le dije que yo ya no tengo leche, pero a ella no le import y me las chup igual... - Ta! -exclam la nia ponindose colorada por momentos- Me da vergenza. - No seas tonta, cario -la tranquiliz Maria- Con Marcos no tienes que tener vergenza, es como de la familia. A l le puedes decir qu es lo que te gusta, igual que a m. Y sabes por qu? Por que yo te quiero mucho. - Yo tambin te quiero, Marcos -dijo la nia abrazndome y clavndome sus dos duritos pezones en el pecho. - Ya... ya lo s, cario -logr decir mientras Maria se rea de mi rubor.
- Y Marita tambin quiere mucho a su ta Maria. Sabes por qu, Marcos? -me pregunt sin darme tiempo a contestar- Porque sabe que cuando viene a esta casa puede pedirle a su ta todo lo que jams le pedira a su madre. No es as, pequea? - S, ta... -contest y se qued un momento dudando- De hecho, quiero pedirte algo... Si a Marcos le parece bien. - A Marcos seguro que le parece bien -se me adelant Maria y yo afirm con la cabeza- Ves? Ahora dime qu quieres, cario. - Me gustara chupar tus tetas como anoche, ta dijo con una inocencia imposible de creer. - Claro, mi vida -acept Maria con una sonrisa- Y seguro que a Marcos le gustara ver cmo lo haces. Dirigindome una lujuriosa mirada invit a su sobrina a que se sentase entre ella y yo. La chica obedeci a su ta y se meti en la cama, entre mis piernas, sin darse cuanta de que mi pija estaba completamente dura. Maria me la haba dejado a punto de caramelo, hinchado y palpitante, faltando nicamente la estocada final que sin duda pronto llegara. Mi
corazn lata ms rpido que nunca, no poda creer lo que estaba viviendo. Maria se abri el camisn y se quit el sosten en cuestin de segundos con un hbil movimiento, dejando por primera vez ante mis asombrados ojos aquel par de perfectas tetas. Expertamente como hacen las madres con sus bebs, tom una entre sus manos y ofreci un hinchado pezn a la hambrienta boca de su sobrina. Marita se prendi a l como un recin nacido, acomodndose en la cama y dejando su tierno culito a escasos centmetros de mi excitadsima pija. Tan solo unos instantes despus, la chica estaba mamando de una forma que me dej sorprendido. Maria, por el contrario, pareca conocer bien a su sobrina, pues esper sin moverse hasta que la chica cerr los ojos y cay en un dulce xtasis. Mara mamaba ahora ms lentamente y Maria la arrop contra ella. Mirndome tiernamente, corri las sbanas. Yo miraba a la chica que segua chupando con los ojos cerrados, y que si no fuera por el imperceptible movimiento de sus labios se dira que
estaba dormida. Vi cmo Maria empez a bajarle lentamente las braguitas y tomando mi pija nuevamente en sus manos, pas la punta por el culito de su sobrina. Aquello me excitaba muchsimo y a Maria tambin, a juzgar por los suaves gemidos que salan de su boca. Al mismo tiempo que me masturbaba frotando mi miembro contra el culo de su sobrina, sus dedos acariciaban a este de arriba abajo, caricias que la chica aceptaba con tmidos gemidos y acomodndose aun ms cerca de su ta, levantando el culito para facilitar el trabajo de su ta. Tanta excitacin era demasiado para m y Maria lo comprendi con una sonrisa. Aceler los movimientos de sus manos y me hizo acabar sobre el culo de Marita. Ella no se dio ni cuenta, solo tena sentidos para las tetas de su ta. Cuando acabaron de salir las ltimas gotas de semen de mi pija hice ademn de apartarme, pero Maria me detuvo. - Espera -me dijo en voz muy baja- Apyala en el culo y deja que se te ponga blanda en medio de toda tu leche. Ya vers como te gusta mucho.
Que ms regalos poda seguir ofrecindome esa mujer? Acerqu mis labios a los suyos y la bes con una ternura que despert en ella una sensualidad que se poda palpar en el aire. Mirndome a los ojos, pas dos dedos por el culo de su sobrina y despus de mojarlos en mi leche se los llev a la boca para lamerlos uno a uno. Unas pequeas gotas de semen resbalaron por su rostro, no le dije nada, sencillamente los atrape con mi lengua al besarla muy suavemente. Adoraba verla as. - Por favor, saca un pauelo de la mesita de noche y limpia todo este desastre -me pidi despus de lamerse los dedos a conciencia- Voy a hacer que Clara salga de su trance y no me gustara que lo viese. Hice lo que me peda, limpiando las sbanas, mi pija y el empapado culo de Marita. . Cuando vio que todo estaba en orden, sonri y empez a mover suavemente el cuerpo de su sobrina. - Mara... Mara... -la llam en voz baja- Qu te parece si sigues ms tarde? - Ta...! -protest la chica apartando la boca unos
centmetros de la teta de su ta. - Vamos... Si quieres esta noche puedes dormir otra vez conmigo -intent convencerla Maria. - De veras? Entonces, est bien... -acept por fin, apartndose definitivamente del hinchado pezn. - Muy bien, cario -le dijo su ta acaricindole la cara- Y si me ayudas a hacer caf mientras Marcos vuelve a calentar el desayuno que ya debe estar fro? - Claro! -exclam la nia entusiasmada. - Muy bien, pues ve yendo al bao por la ropa sucia que ahora mismo voy yo y te ayudo -le pidi dndole un beso en la frente. - Ahora volvemos Marcos -dijo la chica mientras sala alegremente de la habitacin, moviendo ese culo que pocos minutos antes estaba totalmente cubierto con mi semen. Maria la observ salir con una expresin de verdadero amor en la mirada, agit la cabeza como saliendo de una ensoacin y con un suspiro se volvi hacia m. Tom el pauelo de mis manos y se lo llev a la nariz, aspirando el aroma que emanaba de l.
- Es una pena que sea un pauelo -me dijo suavemente- Tu leche quedara mejor en unas bragas, no te parece? - Y si fuesen tuyas, mucho mejor -le respond. - Ta, vas a venir a ayudarme? -se escuch la voz de Marita desde el bao. - S cario, ya voy -grit y sali de la habitacin no sin antes mandarme un beso desde la puerta. Desde aquel da, Marita, Maria y yo, nos convertimos de alguna manera en cmplices. Cmplices de lo que ms adelante vendra...A la maana siguiente, Maria y yo estbamos sentados a la mesa de la cocina, desayunando. Marita segua durmiendo, a pesar de que Carmen, su madre, haba vuelto un par de das antes. Le haba pedido permiso para seguir hacindolo y, ante la insistencia de la chica, la hermana de Maria no haba podido negarse. - Marcos, te gustan los secretos? -me pregunt aquella maana. - Me fascinan -le respond. - Te entiendo -continu- Supongo que sabrs que los ms interesantes son los secretos de mujeres, no?
Pues quiero contarte uno, un secreto que siempre he guardado sobre mi sobrina. - Te escucho -le dije acomodndome en la silla para lo que pareca iba a ser un largo relato. - Muy bien, te cuento... "Desde siempre, Marita ha sentido una cierta atraccin por m, casi como t con mis braguitas, solo que la suya comenz a los nueve aos. Cuando jugaba, siempre trataba de meterse bajo mis faldas y aunque a m no me importaba, su madre le gritaba para que no me molestase. Un da que no estaba mi hermana delante, le pregunt si le gustara que le dejase ver debajo de mi falda. Ella, con miedo, respondi que s. - Yo te dejo si t quieres, pero no tiene que saberlo nadie, me entiendes? - Mam siempre me grita si la miro a ella. - Lo ves, cario? Si mantienes el secreto yo te ensear todo lo que quieras ver y saber." - Como te podrs imaginar, yo ya estaba mojada por el simple hecho de saber lo mucho que le interesaba a mi sobrina - dijo con los ojos brillantes- Fjate que
solo de contrtelo noto cmo me estoy mojando otra MI N - Como te podrs imaginar, yo ya estaba mojada por el simple hecho de saber lo mucho que le interesaba a mi sobrina - dijo con los ojos brillantes- Fjate que solo de contrtelo noto cmo me estoy mojando otra vez... - Si quieres, mientras me sigues contando esa historia yo te puedo ayudar con eso -me ofrec sonriente. - Mmmm... -gimi Maria dulcemente- Eres un guacho... y me encanta. Ven y nos haremos una paja mutuamente. Me levant, cerr la puerta de la cocina, por si acaso vena Mara, y me sent al lado de Maria. Nada ms sentarme, meti la mano por la cintura del pantaln de mi pijama y empez a masturbar mi ya dura pija. Yo, por mi parte, entreabr su camisn e introduje la mano por sus bragas para empezar a acariciar el dulce y hmedo cltoris que tena all escondido. - Tengo que confesarte una cosa, Marcos-continu sin dejar de masturbarme- Me fascina tu leche,
siempre supe que te hacas pajas con mis bragas y no te dije nada porque me encantaba volver luego y encontrarlas llenas de tu semen. No sabes lo que he hecho yo con esas bragas en las solitarias noches que pasaba encerrada en mi cuarto... Por eso me gusta saber que ahora no tengo que recurrir a esos trucos para conseguir tu leche, s que si te la pido t me la dars. Solo te pido una cosa y perdona que te lo repita, cuando vuelva mi hija no quiero que est desatendida por mi culpa, me entiendes? Quiero una hija satisfecha sexualmente y feliz. Si cumples eso, por mi parte te prometo que tendrs todo de m... Y cuando digo todo, es todo. - No te preocupes, te prometo que no descuidar a Andrea -le dije solemnemente- Adems, tengo sexo de sobra para las dos... - Qu malo eres -dijo Maria sonriendo- Recuerdas lo que hicimos en el tren? Siempre so que me metiesen la mano en los lugares ms extraos, es algo que me vuelve loca. Ese sueo lo realizaste t, as que desde ahora tienes permiso para meter tus manos debajo de mi falda siempre que quieras, que
mi culo estar siempre dispuesto para recibir tus caricias. No s si ya te habrs dado cuenta de lo mucho que me gusta masturbarme y que me masturben. Solo de decirlo me pongo caliente... - Ya lo he notado, -le respond con la mano todava acariciando sensualmente su hmeda concha, a lo que ella respondi con una sonrisa y un acelern en los movimientos de su mano. . Ahora voy a seguir contndote lo de mi sobrina. Por dnde iba...? Ah, s...! "Yo llevaba una falda amplia acampanada y Marita estaba a punto de meterse debajo de ella. Imagnate, para ella aquello era todo un juego clandestino de descubrimiento, pero para m era pura excitacin. - Pero recuerda que no se lo puedes contar a tu mam. Si lo haces no volver a dejarte mirar ms debajo de mis faldas, entendido? - S ta. No dir nada. - Bueno, est bien. Pero mejor vamos a mi dormitorio, all estaremos ms cmodas. Recorrimos la casa en direccin a mi dormitorio. Yo
me senta excitadsima, ansiosa por saber lo que me deparara aquella experiencia prohibida con mi sobrina. Por fin entramos y cerr la puerta a mis espaldas. - Solo vamos a estar un ratito, eh? No queremos que nos pille tu mam, verdad? Venga, mtete debajo de mi falda. Se agach delante de m y, levantando la falda, la cubr dejndola debajo de ella. Yo tena ya todas las bragas mojadas de la emocin. No te imaginas lo ... que me senta, con mi sobrinita manosendome debajo de la falda. No me poda estar callada as que empec a preguntarle cosas que todava me excitaban ms. - Marita, te gusta mirarle las bragas a tu ta? - S, me gusta mucho. - De qu color las llevo? - Blancas. - Cario, si quieres puedes tocrmelas. Acarciame lo que quieras y dame besitos en las braguitas, ah donde estn mojadas... La excitacin de sentir su cuerpecito entre mis
piernas era increble, pero cuando empez a acaricirmelas me recorri una sensacin de placer indescriptible. Aunque todava fue peor cuando sus manitas llegaron a mis bragas. Separ las piernas para que sus manos, torpes por su inexperiencia, jugaran libremente en mi intimidad. Cuando sent que sus deditos pasaban suavemente por la zona de mi cltoris, estall. - As, Marita... Psame las manitas por ah... Eso es, cario... - Ta, te has hecho pis ? - No, cario. A nosotras las mujeres nos gusta tocarnos ah, y cuando lo hacemos nos mojamos las braguitas. Pero tcame un poquito ms ah... As, despacito... Tcale la rayita a tu ta... As... Tanta caricia acab por llevarme al borde del orgasmo. Por fin, con un ltimo y dulce beso de la nia sobre mi excitada concha, apret su cara contra ella y acabe. El orgasmo fue intenso y me hizo temblar mientras la nia se apartaba poco a poco y sala de debajo de mi falda. - Te ha gustado?
- S, pero no saba que te mojabas. - Mira, ahora la ta te va a hacer cosquillas ah y vers como t tambin te vas a mojas y te va a gustar mucho. Ahora ensame tus braguitas. La nia se baj obedientemente el pantaloncito que llevaba puesto y me las ense. Un escalofro de excitacin recorri el interior de mi vientre y me hizo gemir de placer. - Quieres que me las quite, ta? Iba a decirle que s, que se quitase todo y me dejase 'jugar' con su conchita, cuando escuch la puerta de la calle. Era Carmen, su madre, que regresaba. Clara, sbete el pantaln que viene tu mam. Despus te har cosquillas. Pero recuerda que esto es un secreto. - S ta. La nia me abraz, me dio un beso y sali a recibir a su madre. Esa tarde nos fuimos todas al cine y a mitad de la pelcula, Mara empez a decirle a su madre que quera ir al bao. Mi hermana la ri por no haberlo dicho antes pero empez a levantarse a
regaadientes. - No, espera. La llevar yo que tambin tengo que ir le ment a Carmen- Vamos cario, la ta te lleva. Salimos por el oscuro pasillo del cine y yo iba pensando en lo loca que estaba al irme al bao a solas con mi sobrina. Sin duda no podra aguantarme y acabara 'jugando' con ella, pero me propuse no hacerlo. No porque no quisiera sino por miedo a lo que podra pasar si su madre nos pillase hacindolo. Entramos al servicio y Marita se meti en uno de los baos individuales. La esper fuera pensando en que en ese momento se estara subiendo la falda, ahora se estara bajando las braguitas... - Ta, no hay papel... -dijo la nia rompiendo el hilo de mis pensamientos. Entr en el bao y la vi. con la falda levantada y las braguitas en los tobillos. Busqu nerviosamente en mi bolso y saqu un pauelo de papel con el que le sequ la conchita. Ella, con las piernas abiertas, miraba cmo la secaba, como si fuera un juego con su ta. Le sub las braguitas con la mirada fija en su
virgen rayita y le arregl la falda para dirigirme luego hacia la puerta de salida. La nia no me segua y me gir nerviosa hacia ella. - Vamos, nos vamos a perder la pelcula. - Ta, t no haces pis? - No, cario. La ta no tiene ganas... -le dije, pero al ver su carita me di cuenta de lo que quera- T lo que quieres es verme haciendo pis... - S... -respondi con un hilo de voz y una tremenda vergenza. - Pero ahora no puedo, cario. Voy a hacer otra cosa, s? Te voy a ensear las braguitas que me he puesto para venir al cine. Ya vers como son muy bonitas. Entrando a uno de los baos y cerrando la puerta para ocultarnos de cualquiera que pudiese entrar, me sub la falda sin ninguna ceremonia y le ense las preciosas bragas transparentes y con puntillas que llevaba puestas. - Te gustan? - Si, ta, son muy bonitas. - Si te gustan puedes tocrmelas, ya sabes que la ta te deja.
Llegados a este punto no pude evitarlo y entr en aquel peligroso juego con mi sobrina. Me di la vuelta dejando mi culo al alcance de su mano. Un segundo despus not cmo comenzaba a acariciarme suavemente el culo por encima de las bragas. - Qu tela tan bonita... y qu suave. - Pasa los deditos por aqu debajo, por la rayita -le dije llevndole la mano a mi entrepierna- As, cario... Tcamela, as... - Puedo vrtela, ta? Sin siquiera contestarle me sent nerviosamente en el inodoro y con dos dedos corr las bragas a un lado, quedando mi concha frente a sus asombrados ojos. - Cuntos pelos tienes, ta! Yo casi no tengo... - Cuando seas mayor lo tendrs como la ta. Mira lo que voy a hacer ahora, voy a apartarlos un poco para que puedas verme la rayita. Te gusta? - S ta, es muy bonita. - A ver, djame que vea la tuya. Le baj las braguitas y empec a acariciar sus labios todava vrgenes y sin vello, haciendo que Marita soltase una carcajada nerviosa fruto de la extraa
sensacin que senta. - Me haces cosquillas, ta. - De veras? Te gustara hacerme cosquillas a m tambin? Mira, mete un dedito por el agujerito que tiene la ta aqu... Eso es... Ahora scalo y vulvelo a meter. Muy bien... Me encanta lo que me ests haciendo, cario. Mi sobrina me estaba proporcionando una esplndida masturbacin que me hizo olvidar por un momento dnde y con quin estbamos. Cuando por fin recuper el sentido de la realidad, detuve suavemente su mano y la saqu de mi concha con un pequeo gemido. - Ser mejor qu volvamos a la sala porque ahora no tenemos tiempo para seguir. Otro da que podamos y estemos en casa, jugaremos las dos juntas. - Est bien, pero no te olvides. - Te prometo que no me olvidar. Ya salamos por la puerta y yo todava senta una excitacin fuera de lo normal, que no podra acabar en orgasmo hasta que llegsemos a casa y me masturbase como una loca. Pero se me ocurri algo
que podra ayudarme a sofocar un poco lo caliente que estaba... o ponerme an ms. - Espera, te gustara que sigamos jugando un poquito ms a lo que estbamos haciendo? - Claro que s, ta. Qu quieres que haga? - Mira, qutate las braguitas y volvemos a ver la pelcula. Cuando te sientes, di que no puedes ver y yo te subir en mis piernas. Te har cosas que ya vers cmo te gustan. - Qu me vas a hacer, ta? - Te acariciar la rayita y el culito, pero tu madre no nos tiene que ver, eh? Te prometo que te va a gustar muchsimo. Entramos en la sala y la nia hizo lo que le haba pedido a la perfeccin. En la oscuridad del cine le met la mano por debajo de la falda y como no llevaba braguitas me fue muy fcil acariciar su conchita. A pesar de su edad, aunque con mi inestimable ayuda, mi sobrina ya estaba empezando a ser una calentona y poco despus me moj los dedos de flujo. Recorr con ellos toda su rayita hasta la estrecha entrada de su culito, el cual penetr solo
con la punta de un dedo. All, en la oscuridad del cine, recibi su primera paja hecha por su querida ta. Aquella tarde no dio ms de s, pero a la maana siguiente, estando yo en el bao, llamaron a la puerta. - Soy yo, ta. Puedo entrar? - Claro cario. No tienes ni que preguntrmelo. La nia abri lentamente la puerta y se asom al interior. Le hice gestos para que pasase y al entrar vi que iba vestida nicamente con unas diminutas braguitas. -No se enfadar tu madre si te ve sin camisn? - No te preocupes, ha salido a comprar. T molesta a ti que vaya as por la casa? - No, cario, a m me gusta verte as, desnudita. Te acuerdas que te dije ayer que cuando tuvisemos tiempo seguiramos con el juego de ayer? Pues, como s que te gusta verme las braguitas, voy a quitarme la falda. - Qu bien! Me gustan mucho tus braguitas. Son tan suaves... Pero ta, he entrado porque quiero hacer
pis. - Ay, lo siento. Deja que te ayude a bajarte las braguitas. Te voy a hacer un masaje en la conchita para que hagas pis mejor. Le baj las braguitas y la sent en el inodoro. Luego met un dedo entre sus pequeos labios vaginales y empec a acariciar aquella sensible zona. La nia se relaj tanto que se le escap una gotita de pis. - Perdona ta. Quita la mano o la mojar toda. - No te preocupes, cario. Mame toda la mano que a m no me importa que lo hagas. Quiero sentir tu pis calientito... La nia me mir con cara de extraeza, pero como no poda aguantar ms empez a orinar sin importarle que yo siguiese masturbndola dulcemente. Cerr los ojos y se entreg al placer que yo le estaba proporcionando. Mi mano reciba el caliente lquido mientras mis dedos recorran su conchita, llegando incluso a meter la punta del ndice en su estrecho agujero. Estaba extasiada, no poda ms. Se recost en el inodoro con las piernas bien abiertas y los ojos
cerrados, pareca como si se estuviera durmiendo. Por fin acab de orinar y abri de nuevo los ojos como saliendo de un trance. - Yo tambin quiero hacerlo, ta. Quiero tocarte la rayita mientras te meas en mi mano. - Claro que s, cario. No poda negarle nada a aquella chiquilla que tan dispuesta estaba a seguir las enseanzas de su ta. La levant, y bajndome las bragas me sent en su lugar. - Mira mi concha, cario, s que te gusta. Ahora toca con los dedos mi rayita. Has visto qu mojada est? Mete un dedo en el agujerito... Despacio... Scalo y vulvelo a meter, como en el cine... Eso es, cada vez ms rpido... As, as me gusta Marita. No pares... Ella segua esperando impaciente que yo empezase a mear, as que la complac. Un clido chorro sali de mi concha empapando inmediatamente la pequea mano de mi sobrina que no paraba de entrar y salir de m sexo. Mientras meaba, alcanc un estremecedor orgasmo que hizo que una abundante cantidad de mis jugos se mezclasen con el caliente
lquido que llenaba ya su mano. Poco a poco, fue disminuyendo la velocidad de su mano hasta que por fin se detuvo. La haba mojado tanto que tem que hubiese parado debido al susto, pero ella despej mis dudas enseguida. - Ta, me ha encantado... Qu calientito estaba... Te ha gustado a ti tambin? - No sabes cunto, cario, no sabes cunto. Lo has hecho muy bien... - Otro da que mi madre no est, podemos hacerlo otra vez? Di que s, ta! - Claro que s. Cmo le voy a negar nada a mi sobrina preferida? Pero la prxima vez te ensear cmo podemos hacerlo las dos juntas. Ahora vamos a lavarnos antes de que llegue tu madre. - Ta... te quiero mucho. Me gustan las cosas que me enseas." - Maria... voy acabar! -exclam entre gemidos- No aguanto ms... - Ya lo veo, Marcos -me contest dulcemente, reduciendo un poco la velocidad de su mano sobre mi pija- Pero desde hoy me gustara que me llamases
'mam', quiero que me consideres como una segunda madre. Eso s, una madre un poco degenerada... Pero s que a ti te gusta que sea as... - S, lo que t quieras -respond con los dientes apretados, a punto de acabar- Pero sigue, por favor, no pares... mam. - Claro que s, hijo -dijo con una dulce expresin en la cara- Pero esta vez quiero que me acabes en mi boca. Demustrame lo mucho que te excita tu nueva madre. Acelerando el movimiento de su mano me llev al lmite de mi resistencia. Era la paja ms estupenda que me haban hecho en toda mi vida y segundos despus lo iba a demostrar con hechos... Viendo acercarse el momento definitivo, se agach entre mis piernas y condujo mi hinchada pija a su boca abierta. -Mira cmo te la chupa la madre de tu novia -me dijo lamiendo y chupando sin parar- Mira cmo me manoseo por debajo de la falda. Dale a tu madre esa leche tan caliente que llevas en los huevos... Todava segua hablando cuando el primer chorro
sali con fuerza. Eso hizo que fuese a parar a sus gafas, que quedaron completamente llenas de leche. Los siguientes no siguieron el mismo camino, pues Maria devolvi rpidamente mi miembro a su boca y me lo chup con destreza tragndose hasta la ltima gota de mi semen. No par hasta dejarme completamente seco y mi pija limpia de leche. - Mm... -gimi presa de una excitacin sin lmites, pasndose la pija por sus gafas llenas de semen- Qu bien... Es la leche ms sabrosa que he probado en mi vida... Se quit las gafas y lami el abundante semen que haba impactado en ellas, todo ello sin dejar de menear m cada vez ms flcida pija con una mano mientras con la otra se masturbaba furiosamente bajo la falda. Por fin, un estremecedor grito anunci que haba llegado al tan buscado orgasmo, que la dej temblando sin control a mis pies.