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Revista de Historia Naval Nº33. Año 1991

Este documento es la revista número 33 de 1991 del Instituto de Historia y Cultura Naval de la Armada Española. Incluye varios artículos sobre temas históricos relacionados con la marina como la empresa de Hernando de Magallanes y los maquinistas de la Armada en 1898. También contiene secciones de noticias generales, reseñas bibliográficas y documentos históricos.

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Revista de Historia Naval Nº33. Año 1991

Este documento es la revista número 33 de 1991 del Instituto de Historia y Cultura Naval de la Armada Española. Incluye varios artículos sobre temas históricos relacionados con la marina como la empresa de Hernando de Magallanes y los maquinistas de la Armada en 1898. También contiene secciones de noticias generales, reseñas bibliográficas y documentos históricos.

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REVISTA

DE
HISTORIA NAVAL
INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL
ARMADA ESPAOLA
INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL
ARMADA ESPAOLA
REVISTA
DE
HISTORIA NAVAL
Ao IX
1991 Nm. 33
REVISTA DE HISTORIA NAVAL
CoNsejo REdOR:
Presidente: Director del Instituto de Historia y Cultura Naval. Federico Fernando
Bordej y Morencos, contralmirante.
Vicepresidente
y Director: Jos CerveraPery,coronel auditor de la Armada.
Vocales: Secretario general del Instituto de Historia y Cultura Naval, Antonio
Meirs Baamonde, capitn de navo.
Redaccin: Mara Vign Tabas, LoJa Hiaueras Rodrguez, Luisa Martn-Mers,
Hugo ODonnell y Duque de strada, Isabel Hernndez Sanz
Administracin: Carlos Bentez Gimnez, capitn de Intendencia de la Armada.
DtREcctN Y ADMtNt5TRctN:
Museo NavalMontalbn, 2.
28014 Madrid (Espaa).
IMPRtME:
S.S.AG.. SA. C/. Lenguas. 4.
Villaverde Alt (Madrid).
Servicio de Publicaciones de la Armada.
Publicacin trimestral: segundo trimestre 1991.
Precio del ejemplar suelto: 650 ptas.
Suscripcin anual:
Espaa y Portugal: 2.400 ptas.
Resto del mundo: 30 $ USA.
Depsito legal: M. 16.854-1983.
ISSN-0212-467X.
NIPO: 098-91-018-X.
Printed in Spain.
CUBtERTA: Logotipo del Instituto de Historia y Cultura Naval.
SUMARIO
Pgs.
NOTA EDITORIAL . 5
Reflexiones, Cuando los Montes eran de Marina, por Gaspar de
Aranda y Antn7
Empresa de Hernando de Magallanes; culminacin del proyecto
colombino, Paralelismo entre Coln y Magallanes,
por Guadalupe Chocano Higueras23
Los Maquinistas del 98, por Antonio de la Vega Blasco43
El somormujador y su legislacin en el contexto de la Carrera
de Indias, por Javier de Castro54
La naturaleza muerta en la pintura nutica, por Jos Luis
Hernndez Pasqun69
Cultura Naval: Descubierta una lpida en memoria del marino
Fernando Villaamil77
Documento85
Noticias Generales, por M? Dolores Higueras Rodrguez89
La Historia Martima en el mundo, por Luisa Martn-Mers93
Recensiones95
COLABORAN EN ESTE NUMERO
Gaspar Aranda y Antn es Doctor Ingeniero de Montes y profesor de la Universidad Politcnica de
Madrid. Pertenece al Cuerpo de Ingenieros de Montes del Estado y es Jefe de Seccin del Instituto
Nacional para la Conservacin de la Naturaleza. En 1990 fue Premio Universidad del Patronato Vir
gen del Carmen por un trabajo de investigacin titulado Los Arboles de la Marina. Es articutista
sobre temas relacionados con la madera en la Arquitectura Naval del siglo XVIII. Su ultimo libro
publicado en 1990 por el Ministerio de Agricultura en su Seccin Tcnica lleva como ttulo Los Bos
ques flotantes. Historia de un roble cntabro del siglo XVIII.
Guadalupe Chocano Higueras, licenciada en Historia de Amrica por la Universidad Complutense
de Madrid, es desde 1984 jefe de investigacin del Museo Naval de Madrid. Ha colaborado con la
Expo 92 en la obra Historia de la Cartuja de Sevilla. Sus trabajos de investigacin se han centrado
bsicamente en la historia de la familia Coln y en la construccin naval del perodo colombino,
publicando numerosos artculos en revistas como y Centenario, Revista General de Marina y Revista
de Historia Naval. Ha participado en congresos de mbito internacional y es asesora de TVE en una
serie sobre la figura de Cristbal Coln. En la actualidad su trabajo est orientado hacia la realizacin
de una recopilacin documental acerca del lugar donde se encuentran enterrados los restos mortales
de Cristbal Coln.
Antonio de la Vega Blasco es capitn de corbeta de la Escala Transitoria del Cuerpo General de la
Armada, especialista en mantenimiento de aeronaves. Como investigador histrico ha publicado
diversos estudios sobre el Cuerpo de Maquinistas de la Armada y escrito el libro: La propulsin
mecnica en la Armada, editado por la Empresa Nacional Bazn. Colaborador de la Revista General
de Marina de la que recibi el premio Oquendo en 1981, y de la Revista de Historia Naval. Ha parti
cipado en Seminarios del Instituto de Historia y Cultura Naval y Centro de estudios Histricos del
Consejo Superior de tnvestigaciones Cientficas.
Javier de Castro Fresnadillo (Barcelona, 1936), curs la especialidad de Historia de Amrica en la
Facultad de Geografa e Historia de la Universidad de Barcelona y, en 1989, obtuvo el Grado de
Licenciatura en el Estudi General de Lleida. Ha publicado diversos trabajos sobre economa martima
de los siglos XVI a XVIII y actualmente est ultimando una Tesis Doctoral sobre la incidencia de los
naufragios y de otras prdidas en el trfico comercial de la Carrera de Indias. Es miembro del Centre
dEstudis dHistoria Moderna Pierre Vilar de Barcelona y de la Asociacin Internacional de Histo
riadores Latinoamericanistas.
Jos Luis Hernndez Pasqun. Es teniente de navo de la Seccin Transitoria del Cuerpo General de
la Armada. Pintor. Ha tomado parte en diversas exposiciones y obtenido diversos galardones. Cola
borador de la Revista General de Marina y de otras publicaciones.
NOTA EDITORIAL
Si hay que dar por bueno el aforismo de que en la variedad consiste el gus
to, es evidente que el nmero 33 de la Revista cumple con creces este objeti
vo. Diversos autores desde muy distintas perspectivas aportan su talante crea
tivo al rigor de la investigacin histrica, del que hacen gala.
Cuando los montes eran de Marina, sorprender agradablemente, no slo
por lo original del terna, sino por el tratamiento que el mismo conlieva. Gas
par Aranda, su autor, ingeniero de Montes, pero de abierta mentalidad marti
ma ha realizado un excelente estudio, de algo poco conocido. Guadalupe Cho
cano, investigadora del Museo Naval, y colaboradora de esta Revista descubre
en la culminacin del proyecto colombino el evidente paralelismo entre Coln
y Magallanes, con aportacin de interesantes datos, y en una siempre necesa
ria aproximacin al 98, Antonio De la Vega estudia el importante papel que
los maquinistas de la Armada desempearon en la desgraciada conflagracin
de fin de siglo.
Sorprender igualmente el trabajo sobre el somormujador y su legislacin
en el contexto de la carrera de Indias, de Javier de Castro, y tiene muy exce
lentes condiciones el de Jos Luis Pasqun que ha sabido plasmar la sugestin
de la naturaleza muerta en la pintura nutica.
El documento, las noticias generales y la historia martima en el mundo,
mantienen sus espacios habituales, esta vez acompaados de una importante
informacin cultural, como ha sido el descubrimiento de una lpida en el Pan
ten de Marinos Ilustres, en memoria del heroico marino Femando Villaamil.
Miguel Angel Serrano Monteavaro, brillante historiador asturiano fue el en
cargado de hacer su elogio fnebre, y la Revista se honra en su reproduccin.
Con las tradicionales recensiones se cierra el nmero que esperamos pueda
ser un buen acompaante del verano, pues en ello est nuestro deseo y nuestro
propsito.
REFLEXIONES
CUANDO LOS MONTES ERAN
DE LA MARINA
Gaspar DE ARANDA Y ANTON
Doctor Ingeniero de Montes
Profesor de la Univ. Politcnica de Madrid
Introduccin
De siempre, en razn de la casi insularidad, los montes espaoles costeros
tuvieron vocacin marinera.
El siglo XVIII tuvo una especial significacin para la Marina, ilustres
prohombres vistieron el uniforme de la creada Marina Real, los inciertos de
rroteros de nuestra poltica tanto interior como exterior marcaron el destino de
muchos bosques de robles. El autor pretende en este artculo valorar las conse
cuencias que ello trajo consigo.
El ttulo del trabajo comparte una palabra reflexiones a modo del perodo
ilustrado en lo que contiene de anlisis e introversin en el estudio. La oracin
que le precede: Cuando los montes eran de la Marina es un homenaje a Julio
Guilln, marino y acadmico por un breve artculo de igual ttulo publicado en
la revista Montes all por los aos cincuenta, en que abord con amor y nos
talgia un recuerdo en el tiempo de cuando los montes y bosques peninsulares
fueron gestionados por la Marina borbnica.
Los robles espaoles, tanto el pedunculado como el albar y en menor pro
porcin el quejigo, fueron la materia prima fundamental en la Arquitectura
Naval del siglo XVIII por la bondad de sus maderas.
El valorar por medio de aproximaciones los consumos, prdidas y costos de
las maderas en la construccin naval, as como las superficies de bosques de ro
bles aprovechadas, es de inters para todo amante de la Naturaleza y de la mar.
La Selvicultura en la Marina
De un anlisis del criterio de mximo rendimiento de masas forestales,
gestionadas en los montes y bosques de robles aprovechados por la Marina
Real del siglo XVIII en tierras de realengo y de propios de los pueblos, se des
prenden los siguientes parmetros que configuran el modelo:
Estructura de la masa forestal: De forma irregular con todas las edades
de los pies representadas en el rodal o en el cantn con todos los pisos y estra
tos de vegetacin.
Ao 1991 7
G. DE ARANDA YANTON
Criterio de seleccin en la corta: De caractersticas tecnolgicas, bus
cando en el rbol en pie la pieza o ligazn ms conveniente para el uso naval
en razn al diseo del navo segn su porte. De tipo dendromrfico pie a pie
en una forma particular de entresaca no regularizada de corte atpico (1).
Turno de la corta: Se busca la mayor lozana en el rbol, a partir de la
segunda centuria de su vida, aproximadamente a los 150 aos. Al mantener la
masa arbrea una estructura irregular no est clara la nocin de turno.
Especie: De carcter monoespecfico por las excelentes caractersticas
marineras de la madera de roble.
Mtodo de ordenacin: Al no existir un criterio selvcola en la gesta
cin del bosque, as como una metodologa para la consecucin de una renta
al vuelo y al suelo manteniendo la persistencia del robledal, no se puede ha
blar de la obtencin de un monte ordenado bajo la ptica de la planificacin,
por la Marina del siglo XVIII y por tanto no existe la tendencia a un monte
normal segn Judeich.
Posibilidad: Al ser la seleccin de los rboles para madera indepen
diente y ajena a la renta del bosque de roble en razn a los crecimientos anula
res peridicos, as como, por falta de una dasometra desarrollada y, por tanto,
de inventarios de existencias de biomasa, en estructuras regulares no es posi
ble determinar una posibilidad o renta ejecutiva (2).
(1) CARBALLO Y SAMPAYO. D. Elementos de Agricultura. Imp. Real 1795, Versin espaola de
D. Joseph Mara Caldern de la Barca.
En el prlogo de la obra referencia a Guarnizo:
. . en el astillero de Guarnizo contenido en la misma baha; se han construido
navos y fragatas (le guerra, y se construyen frecuentemente bergantines y
otros buques de 300 toneladas para el comercio de Amrica y de la
Pennsula. Cerca de la Baha est la fundicin de caones de la Cavada...
Preparacin de los rboles para uso de la industria naval:
Quando estn criados (los rboles) pueden transplantarse al bosque; y se de
xarn crecer derechos, con una sola gua para formar bigas, biguetas y ma-
cleros de todos tamaos; se pueden podar a quince o veinte palmos de la
tierra para formar troncos y ramas; que puedan dar toda suerte de madera
til para la Marina...
GAZTAETA, ANTONIO. Proporciones de las medidas ms essempciales... para la fbrica de
navos y Montes de Vizcaya. Madrid. 1736.
VILLARREAL DE BERRIZ. P. B. Mquinas hidrulicas de molinos y herreras y gobierno de
los rboles y Montes de Vizcaya. Madrid. 1736.
Trata de innovaciones tecnolgicas para aprovechamientos hidrulicos.
Parte de una obra es un tratado de selvicultura.
(2) GORDO. J. Et GIL. L. Los bosques espaoles y el catlogo de montes de utilidad pblica.
Rey. Ecologa. ICONA. 1990.
Los dos primeros tercios del S. XIX se caracterizan por la destruccin del ya merma
do patrimonio forestal, que haba permitido ser una potencia naval en el S. XVIII y
ganadera en los anteriores, siempre a costa de los bosques.
JOVELLANOS y RAMIREZ, GASPAR MELCHOR DE. Informe de la Sociedad Econmica de
Madrid al Real Supremo Consejo de Castilla en el expediente de la Ley Agraria. 1795.
8 Nm. 33
REFLEXIONES CUANDOLOS MONTESERAN DE LA MARINA
Gestin del bosque: No se encuentra en los aprovechamientos de los
montes y bosques de la Jurisdiccin de Marina una gestin selvcola, cosa a la
vez comn en toda la Europa del siglo XVIII (3).
El bosque no necesita cuidados para su repoblacin, pues no hay cosa ms
constante que la reproduccin natural de los montes por s mismos .
Prez Quintero, Miguel Ignacio. Madrid. l798. Hace referencia a los plantos y cortas de
maderas para la construccin de bajeles. Ms tarde trata de las condiciones que deben
reunir los delineadores y guardas de montes en las provincias de Marina.
(3) CORNIDE, Jos.Carta dirigida por D. Jos Comide vecino de La Corua a un amnigo de
Madrid que le consult sobre el mnethodo de adelantar las Dehesas-Reales en Galicia.
M. 1785.
Sobre la restauracin forestal por etapas:
De uno y otro tengo experiencia en una hacienda cerca de la costa en la
Ra de Soda, a donde no pude logar castaos y robles hasta que los pinos les
hicieron un ventajoso abrigo y lo mismo he visto cerca de puerto de
Malpica...
Urteaga, Luis. La Tierra Esquilmada. Serbal/C.S.I.C. 1987. La Poltica Forestal del despo
tismo ilustrado.
La importancia de la explotacin del bosque sobrepasa seguramente la de la
pesca en la economa del Antiguo Rgimen. Antes de la revolucin industrial
el bosque tena un gran peso en la vida cotidiana de las gentes. Era, desde
luego, la reserva de lea imprescindible como combustible y produca la ma-
ASTILLEROS, 1748 (Ordenanzas de la Marina).
Ao 1991
9
G. DE ARANDA YANTON
Trabajos culturales: Como trabajos selvcolas slo se conocen la gua
de rboles de tipo morfolgico y las podas de formacin.
Apoyo a la regeneracin: Se promovieron con tibieza campaas de
siembras y plantos ms en razn de la escasez de maderas y leas que por cri
terios estratgicos de conservacin. Siempre las labores de restauracin estu
vieron por debajo del capital maderero extrado del bosque.
El ecosistema robledal: Los montes y bosques de la cornisa cantbrica
fueron tanto por su situacin geogrfica como por la calidad de sus maderas,
los ms gestionados por la Marina ilustrada. Las cortas encaminadas a la ex
traccin de pies de robles, eliminaron aquellas especies situadas en las ms al
tas posiciones de las series regresivas de vegetacin. La asociacin vegetal cli
max se perdi la mayora de las veces sin posibilidad de recuperacin. Como
consecuencia de todo ello el ecosistema primigenio desapareci, modificando
la configuracin de aquellos montes y bosques costeros (4).
dera necesaria para todo tipo de construccin. La madera era la materia pri
ma de un sinnmero de objetos de uso cotidiano, como el mobiliario de la ca
sa, el utillaje agrcola o los medios de transporte. Como se deca en la poca
de la silla del labriego al trono del Rey todo es madera.
Por otra parte, el monte era el complemento natural de una economa agraria prxima a los
lmites de subsistencia. Poda ser objeto de roturaciones peridicas cuando la presin demogr
fica lo demandaba; los esquilmos del bosque eran aprovechados minuciosamente por los cam
pesinos, y los montes constituan tambin el terreno de pasto para la ganadera.
Los poderes polticos eran absolutamente conscientes de la importancia eco
nmica del bosque. En la Espaa del S. XVIII su inters por las extensiones
arbreas se traduce en una serie de medidas polticas y legislativas de gran
importancia, cuyo denominador comn es el fomento del arbolado. Por su
puesto, no se trata de un fomento desinteresado de los bosques, sino de una
poltica forestal encaminada a servir las crecientes demandas del estado, se
aladamente en el terreno de la construccin naval.
Las visitas servan asimismo para que los funcionarios de la armada marca
sen los rboles que luego seran talados y transportados a los astilleros. Si
estos rboles pertenecan a particulares o eran de montes comunes la Marina
pagaba un real de velln por cada codo cbico de madera cortado.
BAUER, E. Memoria histrica de la legislacin de Montes en Espaa hasta finales del S.
XIX. Ecologa. N. 1. 1990.
La Marina pagaba a los propietarios de bosques un real por cada codo cbi
co de madera de roble y cuatro reales por cada codo cbico de haya, alcor
noque, carrasca, encina, lamo blanco o negro. Los constructores particula
res de navos tenan que pagar el doble de este precio.
(4) BOWLES, GUILLERMO. introduccin a la historia natural y Geografa fsica de Espaa.
Imprenta Real, 1775.
Sobre los bosques y rboles huecos de Vizcaya y Guipzcoa, divide los montes en 3 clases:
espontneos o naturales, huecos o arboledas de castaos y de robles albares (Q. petreae sin Q.
sessiliflora) y rebes o bosques de talleres cercados. Atribuye la extincin de los montes bravos
al carbn (Montes del bajo fustal de 50 a 100 aos) que requieren las feneras y describe la
plantacin de rebes de robles y castaos, los transplantes y el aprovechamiento de leas.
En cuanto a los motivos de porqu los robles y Otrosrboles son huecos en unos pases y s
lidos en otros lo achaca a los diversos modos de efectuar las podas, haciendo por ello una crtica
10 Nm. 33
REFLEXIONES CUANDOLOS MONTESERANDE LAMARINA
Maderas de roble empleadas en un navo
Partimos de datos de Juan Ruiz de la Torre y de Gervasio Artiano y
Galdcano (5).
El primero nos dice que para la construccin de un navo se precisan 2.000
rboles de roble grandes en pie, el dato lo toma de Ezequiel Gonzlez
a las Ordenanzas de Montes de la Marina, de 1748. Justifica dicha crtica en cuanto que al cor
tar las ramas o gua principal es causa de que se pudra o debilite el tronco que segn su opinin
hace que surga el ahuecamiento.
GALOBARDAS, J. B. Compendio sobre el modo de sembrar, plantar, criar, podar y cortar to
da especie de rboles, con su descripcin y propiedades; para la conservacin y au
mento de los montes y arbolados y utilidad de los empleados en este ramo y de los la
bradoresy hacendados. 1817.
Plasma en un libro las excelencias que los rboles ejercen sobre el clima, sobre el suelo y
sobre las aguas. Todas estas reflexiones estn dentro del ms alto espritu medioambiental.
GARCIA DE LONGORIA y FLORES, L. Discurso sobre la conservacin de los montes del
Principado de Asturias y algunos de Galicia, motivos de su decadencia y los medios
de fomentarlos. 1798.
(5) ARTIAO, GERVASIO DE. La Arquitectura naval espaola. 1920. Haciendo referencia a
Vigodet muestra la situacin de la armada espaola frente a la inglesa sobre el ao
1751:
ESPAOLA INGLESA
2 Navos de 80 c. 6 Navos de 100 c.
22 74c. II 90c.
2 68c. 13 80c.
4 64c. 20 74c.
2 60c. 5 68c.
1 50c. 77 50ca64c.
TOTAL 33 Navos de lnea 132 Navos de lnea
En cuanto a consumos de madera:
Un navo de 3 puentes consume en su construccin 184.707 pies cbicos de madera que un
portan sobre 2.914.523 r.
Arquitectura Naval
Referente al plan de Jorge Juan de crear un diseo copiado del ingls:
Los jefes constructores ingleses fueron Rooth en el Ferrol. Howel en Guarnizo. Brvant en
Cartagena y Mullan en la Habana.
AUTRAN, CIPRIANO.Mtodo regla y proporciones para la construccin de bajeles. 1742.
RUIZ DE LA TORRE, J. Distribucin y caractersticas de las masas forestales Espaolas. Rey.
Ecologa. ICONA. 1990.
La proximidad a las costas y vas naturales de comunicacin acta en contra
de la conservacin de las vegetaciones terrestres.
La poltica naval afect sobre todo a los montes de robles agotados en mu
chos casos, y a los mejores pinares, conservados gracias a sus ordenaciones.
La produccin de fibras, muchas de ellas de uso en la industria naval, habr
contribuido a fijar paisajes tan extendidos de antiguo como el atochar y el
arbaldinal.
Ao 1991
11
G. DE ARANDA YANTON
Dendromorfismo ad hoc de la Marina. Duhamel.
12
Nm. 33
REFLEXIONES CUANDO LOS MONTES ERAN DE LA MARINA
Vzquez y cual lo recibe de Jos Jordana y Morena y de Eugenio Pla y Ray
insignes ingenieros de Montes del siglo XIX autores de trabajos sobre made
ras para la construccin civil y naval (6).
Basndonos en las Tablas de Produccin de robles de Jess Ugarte Laiseca
podemos establecer que el cubicaje medio de un roble de 150 aos puede estar
alrededor de los 2 m3 (7).
Operando se obtiene que la cantidad de madera de roble necesaria para la
construccin de un navo de medio porte en el siglo XVIII est alrededor de
4.000 m3de madera en pie.
Esta cifra en principio, y slo para madera de roble parece exagerada, y
est ms en consonancia como cantidad total de madera, que en un navo de
(6) GONZALEZVAZQUEZ,E. Selvicultura. Madrid. 1948.
Respecto a las cortas rasas:
En las ordenanzas austriacas de i786 ya se reconocan las cortas a hecho, seguido de repo
blacin, como un mtodo general de regeneracin de montes. En Alemania E. Cotta en 1811
sistematiz las cortas rasas progresivas con reproduccin diseminatoria lateral (cortas a hecho
por fajas). En general fue en el S. XVIII cuando en Europa se practicaron las cortes rasas segui
das de repoblacin. Esta prctica prolifer en Francia con masas de robles as como en
Checoslovaquia y Suiza.
Respecto a la desforestacin de los bosques Ibricos el autor hace la precisin de que las in
vasiones germnicas a la pennsula no fueron perturbadoras a los montes y bosques, no as las
rabes, lo cual achaca a su origen semtico (?). Hace referencia al 1350 cuando el Rey D. Pedro
1 puso la pena de muerte a los taladores de nuestro arbolado, en razn a las devastaciones pro
ducidas y de las medidas adoptadas por los Reyes Catlicos por lo que decretaron que por cada
rbol apeado se plantaran otros dos. En la Provisin de 1567 de D. Felipe II ya se dice: los inon
tes antiguos estn talados y desmontados y arrasados y sacados de cuajo, y de nuevo son muy
pocos los que se han plantado. La tierra en la mayor parte de estos reinos est yerma y rasa,
sin rboles ningunos, que la lea y madera han venido a faltar de manera que ya en muchas
partes no se puede vivir. Ms tarde se volvi a expresar de la siguiente manera: lo que toca a la
conservacin de los montes y aumento de ellos, que es mucho menester y creo que andan muy
al cabo; crea que los que vinieran despus de nosotros, han de tener mucha queja de que se los
dejemos consumidos.
El Rey D. Felipe IV, en las previsoras Instrucciones de Prez Bustamante, hace indicaciones
muy similares.
(7) UGARTELAISECA,Jess. Tablas de produccin.
VALORES MODULARES MEDIOS _____________________
DEL Q. PETREAE LEYENDA
H O V Cm
H = Altura del rbol
5 15 0,080 (en metros).
8 20 0,110 0,44 0 = Dimetro normal
12 30 0,320 del rbol a 1,30
15 40 0,730 (en cm.).
18 50 1,340 V = Volumen del rbol
21 60 2,150 enm3.
25 70 3,1600,33 Cm = Coeficiente mrfico.
Ao 1991
13
G. DE ARANDA YANTON
70 caones de diseo Gaztaeta se puede estimar en algo ms de 20.000 codos
cbicos que suponen aproximadamente los 4.000 m3antes mencionados.
De Artiano tenemos dos referencias, la primera es la cantidad de made
ra de roble necesaria para la construccin de un navo de 70 caones que ci
fra en unos 10.000 codos cbicos de madera labrada. Haciendo la correspon
diente conversin a unidades mtricas resultan casi 2.000 m3 de madera de
roble labrada. La estimacin de madera en rollo y en pie a partir de la made
ra labrada es difcil de determinar, tanto por la forma en que se realizaban
las extracciones en el monte tanto en el apeo como en el desembosque.
Adems, el sistema dendromrfico ad hoc para la Marina ocasionaba eleva
das prdidas en residuos del producto. En base a valores obtenidos de tablas
de reconversin se puede estimar la relacin madera labrada a madera en pie
de 0,65.
Aplicando el citado coeficiente resultan unos 3.000 m3de madera de roble
en pie para la construccin de un navo de 70 caones sin especificar diseo.
La segunda referencia dice que un navo de tres puentes consume en una
construccin algo ms de 180.000 pies cbicos de madera. Como la madera de
roble es aproximadamente el 45% de la madera total empleada segn se dedu
ce de los Estados de construccin de navos en el siglo XVIII podemos esti
mar en algo ms de 1.800 m3 la cantidad de madera de roble necesaria ya la
brada, que pasada a madera en pie se cifra tambin en casi 3.000 m3.
Por tanto todas las fuentes nos conducen a una cifra media prxima a los
3.000 m3para un navo de porte medio.
Hay que hacer la consideracin de la variabilidad del consumo de madera
de roble en un navo segn su diseo de arquitectura naval, su porte y la facili
dad o no de encontrar la madera apropiada.
Superficies beneficiadas en las cortas
El punto de partida se establece en una superficie asombrada por bosque
de roble de turno a 150 aos mediante el tratamiento de corta a hecho con
una posibilidad media segn las Tablas de Produccin de Ugarte de 0,4
m3/Ha x ao que dan una cabida en el turno de 60 ni3 de madera de roble por
hectrea.
En base a la estimacin de consumo de madera de roble en pie de un navo
de porte medio se deduce que la superficie que es necesario beneficiar est del
orden de 50 Has.
El clculo superficial nos presenta una masa regular de roble de 25 pies
crecidos por hectrea a un marco de 20 x 20 m.
Como el sistema de sealamiento de la Marina del siglo XVIII pasa a bus
car las formas y ligazones necesarias de las piezas en un sistema de entresaca
14 Nm. 33
REFLEXIONES CUANDO LOS MONTES ERAN DE LA MARINA
relativa a los pies ms idneos, sin error a equivocarnos podemos establecer
que la superficie beneficiada exceda en diez veces (8).
El plan del Marqus de la Ensenada para el fomento de la Marina Real
Se considera el perodo comprendido entre el 1754 a 1759 en razn a los
navos programados en nmero de 48.
Las estimaciones de madera de roble en pie se aproximan a los 140.000
m3, que traducido en superficie beneficiada a hecho nos acercamos a las 2.900
Has. de robledal de 150 aos en estructura de masa regular.
Considerando que la corta se efectuaba mediante un mtodo de entresaca se
lectiva, la superficie de actuacin poda alcanzar la cifra de ms de 20.000 Has.
(9).
El plan de Ensenada requera, por tanto, la actuacin sobre una importante
masa de robles.
(8) Comentario y actualidad del informe de la Junta consultiva de Montes (Ley de 1 de Mayo
1855). ICONA, 1987.
Extensin de los montes:
Extensin del territorio espaol: 71.655.576 fanegas de Marco R. de 576 estadales cuadra
dos.
Terreno de aprovechamiento Forestal: 35.665.576 fanegas de Marco R. de 576 estadales
cuadrados.
Terreno forestal arbolado: 10.000.000 fanegas de Marco R. de 576 estadales cuadrados.
Terreno forestal privado arbolado: 4.000.000 fanegas de Marco R. de 576 estadales cuadra
dos.
Terreno forestal pblico arbolado: 6.000.000 fanegas de Marco R. de 576 estadales cuadra
dos.
Distribucin por especies del terreno forestal arbreo:
Encinares4.000.000 fanegas
Robledales2.200.000
Pinares2.200.000
Hayales1.400.000
Resto200.000
(9) CROIXy VIDAL, J. Memoria que contiene la indicacin de los montes del Reyno de
Valencia: clase, calidad, uso y abundancia o escasez de maderas: ros y carreteras
que faciliten su extraccin: causas de la decadencia de los bosques de este reino, me
dios de evitarla y de asegurar su permanencia. 1 801.
DICCIONARIO DE LAS ORDENANZAS DEL MINISTERIO DE LA MARINA. De es
cribanos y maestres de arsenales, del Almirantazgo, de Montes y Matrcula (est en manuscrito
Museo Naval). En folio (168 pgs.). Parece que el autor es D. Fernando de Senra.
Referencia a la Ordenanza de 31 de enero de 1748.
Trata del alquitrn, rboles, Guarda velador de Montes, Hayas, Pindales, Pinos, Plantos,
Podas, Robles, visitaalos Montes y viveros.
Ao 1991 15
G. DE ARANDA YANTON
Los acopios de madera de roble en 1752
Las noticias que se tienen es que haba almacenada madera de roble en los
arsenales de El Ferrol, Cdiz y Cartagena suficiente para la construccin de 70
navos de lnea y para 24 fragatas (10).
Aunque la fuente manuscrita contempornea a la poca existe, el rigor de
dicha valoracin puede ponerse en tela de juicio por lo que las deducciones
que se obtengan a continuacin no pasan de ser de ndole al orden de magni
tud en intervalos amplios de valoracin.
Considerando los consumos de madera de roble para la construccin de un
navo de porte medio en unos 3.000 m3 y el de una fragata de la escala supe
rior en algo ms de 1.000 m3, se puede estimar que la madera almacenada en
1.752 se poda acercar a la cifra de 230.000 m3,de madera de roble en pie.
Para almacenar tan considerable cantidad de madera las actuaciones de la
Marina debieron extenderse a gran parte de los montes costeros bajo una juris
diccin en virtud de las Ordenanzas de 1748.
En base a consideraciones sobre la forma de hacer los aprovechamientos,
la superficie beneficiada de roble no fue nunca menor de las 4.000 hectreas
de monte alto de edad 150 aos en estructura de masa regular, mediante cortas
a hecho. Por el sistema dendromrfico empleado pie a pie de entresaca selecti
va la superficie real de actuacin en las cortas se aproxim a las cuarenta mil
hectreas.
El Inventario Nacional Forestal correspondiente al perodo 1965-74 elabo
rado por el ICONA arroja una cifra de superficies arboladas correspondientes
al roble, tanto al Quercus robur como al Quercus petreae de:
Galicia48.648 Has.
Norte (excepto E Vasco)34.413 Has.
Pas Vasco6.327 Has.
Ebro13.552 Has.
Catalua16.889 Has.
TOTAL119.829 Has.
Haciendo un breve anlisis comparativo sin entrar en la consideracin del
mal estado actual de nuestras masas de robles que hacen que su posibilidad
sea menor a la del siglo XVIII, la superficie beneficiada para la obtencin de
madera para la Armada Real en los aos anteriores a 1752 supone en trminos
porcentuales el 32 por ciento de las masas que hoy tenemos de robles.
(10) FERNANDEZ DURO, Cesreo. La Armada Espaola. Tomo 6, pg. 360-361. Informe
General del Marqus de la Ensenada.
16 Nm. 33
REFLEXIONES CUANDO LOS MONTES ERAN DE LA MARINA
Sin entrar en los aspectos estratgicos que en su momento justificaron di
chas cortas, y entrando slo en un anlisis de costes ecolgicos hay que hacer
resaltar que las prdidas en unidades medio ambientales que se contrajeron
son del todo punto de vista irreparables, ms en razn de cualidad de masas
explotadas que por la superficie de actuacin. El impacto ambiental generado
es negativo e irreversible.
Las prdidas de madera
Una vez cortada la madera en pie se inicia el proceso de putrefaccin. En
el siglo XVIII la prctica ms usual era la expulsin de la savia del rbol para
eliminar las substancias nitrogenadas as como la albmina.
La accin principal de deterioro de las maderas se debe principalmente a
agentes bitios y abiticos.
Por ello fue preocupacin constante en los astilleros la conservacin de las
maderas, y ya en 1740 Jagot realiz ensayos sobre maderas inyectndoles
substancias antispticas empleando alambre y ms tarde en 1767 emple sul
fato de hierro y otras sales. Posteriormente en 1813 el barn de Champy prac
ticaba la inmersin de maderas dentro de sebo fundido a 2000. A partir de esa
fecha fueron mltiples los ensayos y procedimientos desarrollados para prote
Q. robur. L. Soto de Cangas.
Mio 1991
17
G. DE ARANDA YANTON
ger las maderas a la humedad y agentes patgenos y as conseguir una mayor
duracin (11).
No obstante y pese a los avances en materia de tratamientos de maderas.
en 1870 las traviesas de robles empleadas en ferrocarriles haba que renovarlas
en un 74% a los 12 aos de servicio si no haban sido tratadas.
En los arsenales del siglo XVIII las maderas que se reciban una vez tari
fadas para la construccin de piezas para la arquitectura naval se sumergan en
fosas de agua salada. Tambin y con el fin de evitar la accin de la broma
(Teredo navalis L.) se solan enterrar cerca del mar y as conservarlas durante
algunos aos.
En el arsenal de La Carraca (Cdiz) y para que la madera de roble perdiera
el agua de vegetacin se sumergan durante 3 meses en agua salada o enterra
da en fango o arena.
Para ello las maderas, a veces incluso prelabradas se conservaban en dep
sitos, balsas, fosas y almacenes.
A principios del siglo XIX el forestal Hartig hizo exhaustivos ensayos en
caminados a determinar la duracin de las maderas. Respecto a las maderas de
roble (Q.robur y Q.petreae) empleadas por la Marina, a los 14 aos se haban
podrido.
La falta de tratamientos a las maderas para uso naval antes de entrar en la
labra de astillero por los carpinteros, unido a los deficientes procedimientos de
secado y a la exposicin en intemperie no hacen posible que las maderas de ro
ble sin labrar que entraban en astilleros y arsenales borbnicos del siglo XVIII
duraran en los depsitos y balsas ms de 10 aos, por lo que pasado un tiempo
sin formar parte de la estructura de un buque las maderas se perdan (12).
Si los datos de 1752 son ciertos en cuanto a la madera almacenada en los
arsenales peninsulares de ms de doscientos mil m3de madera de roble, sta
sera utilizable como mximo hasta 1762.
(11) BOUTELOU, E. Conservacin y coloracin de las maderas y de los camos y los linos.
Semanario Industrial. 1841.
Inyeccin a las maderas de piroliguito de hierro para aumentar la dureza y para la incom
bustibilidad los cloruros. (Experimento de Mr. Boucherie [Burdeos]).
(12) JUAN, Jorge. Examen martimo therico prctico o tratado de Mechnica aplicada a la
construccin, como cimiento y manejo de los navos y de ms embarcaciones. 1771.
El diseo busca conseguir buques ms reducidos y tcnicamente mejor ligados y ensambla
dos, disminuyendo la obra muerta.
En cuanto a la tecnologa de la madera se dan normas para la consecucin de maderas ms
seleccionadas y mejor tratadas en el secado y conservacin.
Ms. 9 hojas en folio. Memorias sobre el mtodo y proporcin de los rboles. Por D. Roque
Miguel de Rivero. 1772. Col. particular.
(Conservador de montes en la provincia martima de Santander).
Trata de los semilleros de los viveros, del transplante desde el vivero al monte, de la elec
cin de los terrenos, del mtodo de los rboles segn su destino y de varias reflexiones sobre el
aprovechamiento y destino de los rboles, en especial, roble, castao, encina, nogal, haya, fres
no y lamo negro, y conveniencia de la poda.
18 Nm. 33
REFLEXIONES CUANDO LOS MONTES ERAN DE LA MARINA
El Marqus de la Ensenada cay en desgracia y fue destituido el 20 de ju
lio de 1754, hacindose cargo de la cartera de Marina Arriaga y como conse
cuencia el gran Plan de construccin naval, concebido por el gran ministro de
D. Fernando VI experiment una desaceleracin considerable.
A las intrigas del embajador ingls Keene (13), al Duque de Huescar y a
Walis habr que achacar lo que a continuacin se detalla:
W.L. Clowes en su Royal Navy publicado en 1898 asigna en el 1760, 165
(13) PALACIOATARD, V. y otros. Historia de Espaa. T. 29. Espasa-Calpe. 1985.
A finales del s. XVII la Armada Espaola se compona de 17 galeones, 8 fragatas, 4 brulo
tes y 7 galeras.
En esta poca los fondos destinados a la construccin naval no alcanzaban en 1705 la canti
dad de 900.000 reales.
D. Zenn de Somodevilla:
Le vali el ttulo de Marqus de la Ensenada en 1736 y secretario del Almirantazgo en 1737
e intendente de Marina. En 1743 toma las carteras de Hacienda, Guerra, Marina e Indias.
El embajador Keene logr socavar el crdito del ministro cuya destitucin se llev a cabo el
20 de julio de 1754. Le sustituy Arriaga y el ritmo de botaduras decreci.
Ao Botaduras Tipo
1754 15 navo
1755 13
1756 8
1757 3
1758 2
1759
Era el fin de la gran poltica naval de Ensenada que no se reanudara hasta el reinado de
Carlos III.
Plan de Ensenada: Ensenada espera construir en el perodo de 8 aos, 50 navos de lnea que
alcanzar en 1751 una flota de 125 unidades de las cuales 103 seran navos y fragatas.
TUNDE LA&, MANUEL. Historia de Espaa. Tomo 7. Labor. 1980.
Hegemona inglesa en el mar:
Pero, en 1742, una flota britnica se presenta de repente en Npoles y
obliga a Carlos a declarar su neutralidad y retirar, por tanto, su ejrcito. Es
fama que un simple capitn ingls dio una hora de plazo a Carlos de Npoles
para cwnplir sus rdenes. Carlos III no olvidara nunca esta humillacin.
Plan de Fomento de las Marinas:
Para la defensa nacional y del Imperio, se foment las marinas y el ejrcito, mediante la
construccin de barcos y astilleros, como el del Ferrol, ideado ya un plan de modernidad, la
fundacin de academias y escuelas para la formacin cientfica, de los marinos, y las mejoras
del arsenal de Cartagena, hasta el punto que la revitalizacin de la marina no es ajena a la cada
de Ensenada, por intrigas del embajador ingls. Proyectaba el Marqus una Marina de 80.000
hombres recurriendo para ello a la famosa Matrcula del Mar.
Como ampliacin se pueden consultar:
PALACIO ATARD, VICENTE. La neutralidad vigilante y constructiva de Fernando VI.
Hispania, 133. Madrid. Mayo-Agosto. 1976.
OZANAN. DIDIER. La diplomacia de Fernando VI con prudencia reservada entre D. Jos de
Carvajal y el Duque de Huescar. 1746-1749. Madrid. 1975.
SALAS, JAVIER DE. Historia de la Matrcula del Mar. Madrid. 1870.
Ao 1991 19
G.DEARANDAYANTON
navos de lnea a la Gran Bretaa, mientras a Espaa dos aos antes le asigna
47 navos de 50 o ms caones; lo cierto es que las botaduras en el perodo
que va de 1754 a 1759 alcanzan los 53 navos (14).
El plan del Marqus de la Ensenada pretenda en 1751 que la flota contara
con 125 unidades de las cuales 103 seran navos y fragatas recogiendo las re
comendaciones de Uztariz aos antes.
El gran plan del Marqus de la Ensenada para fomento de la Marina Real
queda reducido en las siguientes botaduras segn los Estados de navos del al
mirante Vigodet en el perodo de estudio que va de 1752 a 1762:
Se construyeron en la pennsula 35 navos, de los cuales, en el arsenal de
El Fenol se construyeron 20, en el de La Canaca en Cdiz 4, en Cartagena 4 y
por ltimo en el astillero santanderino de Guarnizo 7. Haciendo el reparto por
aos:
AO BOTADURAS
1752 2 Navos
1753 3
1754 13
1755 10
1756 5
1757 2
TOTAL 35 Navos
(14) Ciowas, W.L. The Royal Navy. Tomo 3. London. 1898.
1714 1727 1730 1752 1753 1758 1760
Gran Bretaa 247 232 291 412
(131) (124) (132) (165)
Espaa 52 42 90
(39) (20) (47)
Las cifras en parntesis corresponden a embarcaciones de 50 o ms caones.
Discurso sobre la conservacin de los montes del Principado de Asturias y algunos de
Galicia, motivos de su decadencia y los medios de fomentarlos por D. Luis Garca de Longonia
y flores. 1798 (2 de Febrero). BibI. ETSICCP. Dirigido al Capitn General de la Real Armada
D. Antonio Valds y Bazn. Le atribuye la decadencia de los montes de Asturias a los asientos
de madera, a las quemas, a las fbricas de curtido, hierro y cortas del vasallo y a la mala ejecu
cin de los plantos. Igual atribuye a los montes de Galicia.
Muoz GOYANES, G. Los Montes y Bosques de la Pennsula Hispnica.
Referente a la ampliacin de los aprovechamientos forestales a los montes peninsulares.
Real resolucin de 1de Diciembre de 1768 ...se mand extender universalmente a todos los
montes del Reyno el uso de los rboles que se reconociesen tiles al servicio de la Armada,
precedida de orden panicular de SIM.
20 Nm. 33
REFLEXIONES CUANDO LOS MONTES ERAN DE LA MARINA
En cuanto al porte de los navos en su mayora fueron de 74 caones, sal
vo 5 de 68 caones, uno de 64 caones y 2 de 60caones.
En cuanto al nmero de fragatas en el Estado de buques de 1758 se conta
bilizan 19 sin determinar si fueron o no construidas en el reino, y ni si fueron
en la pennsula o en las Indias.
Manteniendo los valores de clculo en navos y fragatas de casi 3.000 m3
de madera de roble en pie para los primeros y de algo ms de 1.000 m3 para
las segundas, la madera que realmente se aprovecha de las cortas almacenadas
en 1752 fueron algo ms de cien mil m3para navos y unos 20.000 m3para las
fragatas, totalizndose en la construccin total ms de ciento veinte mil m3de
maderas de robles en pie.
A la vista de las estimaciones realizadas se desprende que gran parte de las
maderas de robles que se almacenaron en balsas y tinglados en 1752 se pu
drieron sin ningn provecho prctico en una cantidad que puede sobrepasar
los cien mil m3.
Esa enorme cantidad de madera de quizs el ms hermoso de nuestros r
boles supone un bosque de robledal de 1.800 has. de pies de ms de 150 aos
de edad, que la mala poltica de Fernando VI ramific en bajos y egostas inte
reses.
La Marina, en contra de las afirmaciones de muchos autores, no fue la culpa
ble de ese desaguisadoecolgico de trascendenciapara todas las generacionesfu
turas, sino ms bien, la vctima propiciatoria de los polticos de golilla de la
corte.
Aquellos hermosos robledales encomendados a la Marina en el siglo
XVIII no pudieron cumplir su destino glorioso de llevar nuestras banderas
allende los mares, sino muchos de ellos, todo lo ms sirvieron para calentar
una modesta lumbre en los fros das de invierno (15).
(15) VICENS Vives.Historia Econmica de Espaa. Barcelona. 1970.
Industria Naval del s. XVIII: La Industria Naval dependa todava de la riqueza forestal aun
que incidan en ella otros factores industriales importantes (textiles: jarcia, cables y cordajes;
breas y alquitranes; metalurgia, etc...). Desde la poca de Felipe V se concedi sumo inters a la
tala de rboles en los Pirineos; los troncos eran llevados al mar por los afluentes del Ebro y el
Ebro mismo. Otras zonas madereras selectas eran Galicia y Asturias. Los pinares del interior
peninsular quedaron demasiado alejados del litoral para ser rentables.
Industria del camo y el lino:
Proliferaron en Aragn y Valencia as como en Galicia, Catalua y Granada, resultando
siempre insuficiente para las exigencias del mercado.
MEP.INO, P. La Armada Espaola.
Costos de construccin: Entre el decenio 1750-60 el coste medio de un navo de 70 caones
totalmente equipado variaba en 3.000.000 y 3.700.000 reales.
Ao 1991 21
G. DE ARANDA YANTON
Los costos de las maderas
Los costes de construccin de un navo sufrieron muchas oscilaciones en
el siglo XVIII, segn los aos, los diferentes diseos de arquitectura naval, y
por supuesto por los portes del buque (16).
As los navos Prncipe (70 caones y construido en Guarnizo en 1730) y
Victorioso (74 caones y construido en Guarnizo en 1756) alcanzaron un coste
de ms de 5 millones de reales. En cambio el S. Joachin de 74 caones y bota
do en Cartagena en 1773 alcanz la suma de ms de 3 millones de reales su
construccin.
Las maderas incidan en los costes de manera relevante y as en 1763 los
asientos de D. Manuel de Zubiria importaban del orden de 158.526 reales.
Ms tarde un navo de primera clase o de tres puentes llevaba un costo de
madera de casi tres millones de reales.
De entre todas las maderas que componan un navo, la de roble ocupaba
en cantidad y costo un puesto relevante, alcanzando un porcentaje respecto al
total del 30% al 40% del valor total de la construccin.
(16) OzoMr, D. Notas para el estudio de los presupuestos de la monarqua espaola a media
dos del siglo XVII. Dinero y crdito, siglos XVI a XIX. Madrid. 1978.
Plan de Ensenada
Gastos totales Gastos Marina %
1751 267.076.490 50.000.000 18
1755 330.132.190 81.170.840 24,58
1759 257.320.080 62.345.810 24,22
(Son series presupuestarias incompletas)
22 Nm. 33
EMPRESA DE HERNANDO
DE MAGALLANES:
CULMINACION DEL
PROYECTO COLOMBINO.
PARALELISMOENTRE
COLON Y
MAGALLANES (*)
Guadalupe CHOCANO HIGUERAS
Jefe de Investigacin del Museo Naval
El descubrimiento de un paso que pusiera en comunicacin los mares del
Norte y del Sur, facilitando la llegada de los navos espaoles a las ricas islas
de la Especiera, sin tocar los dominios del Rey de Portugal, constituy la nie
ta de Cristobal Coln durante los ltimos aos de su vida. En ello vera la cul
minacin de sus gloriosas empresas.
La suerte, tan propicia a Coln descubriendo un nuevo continente, donde
pens encontrar una provincia del Gran Khan, le volvi la espalda, sin lograr
su deseo. En vano lo busc en su cuarto viaje, dirigindose, primero a occi
dente, desde Puerto Escondido, en Cuba, hasta Cabo Higueras (Honduras) y
de aqu al sur, bordeando las costas.
A su muerte, sigui vigente la idea colombina y se intent por los numero
sos pilotos de que dispona el Rey, vanse Alonso de Hojeda, Cristbal
Guerra, Pero Alonso Nio, Bastida, etc., los cuales ampliaron y confirmaron
los descubrimientos de Coln.
En 1513, Nez de Balboa, desde el Darin, descrubrira el llamado
Mar del Sur, frente al ya conocido mar del Norte u ocano Atlntico. El
importante hallazgo, no resolvi el asunto, al no existir un paso navegable.
Se continu pues, buscando el paso a lo largo del continente americano,
* Conferencia pronunciada en el Congreso organizado por el Ayuntamiento de Santoa so
bre: Cartografa Colombina: La Nueva imagen de la tierra. Santoa, julio, 1990.
Ao 1991 23
G. CHOCANO HIGUERAS
durante varias expediciones, que fueron marcando a su vez, las costas
atlnticas.
Por fin, el sbdito portugus Hernando de Magallanes, ofrecera al monar
ca espaol Carlos 1, arribar a las Molucas, y ponerlas bajo dominio castellano,
sin interferir en lo descubierto por Portugal, es decir por poniente. Obtuvo ca
pitulacin el portugus para dicha empresa, durante la cual avistara el ansiado
estrecho el da 21 de octubre de 1520: En 52 limpios anotar el piloto
Albo vimos una uberta baha y tierra a la entrada, a mano derecha, una
punta de arena muy larga, y el cabo que descubrimos antes de esta punta se
llama el cabo de las Vrgenes (...) y dentro de esta baha hallamos un estrecho
que tendra una legua de ancho.
Con Magallanes, el lema castellano non plus ultra se tornara en plus ul
tra. Se cumpla as, el propsito colombino de llegar a tierras orientales por
va occidental, por lo que se resolvi, no slo el obstculo que ofreca su nave
gacin, sino tambin la propia comprobacin de la esferoidad de la Tierra pre
sentida por Coln.
Son abundantes los paralelismos que podemos apreciar entre Coln y
Magallanes, tanto en su perfil personal como en sus mismos proyectos, segn
iremos viendo en la presentacin y aprobacin de la empresa magallnica.
-
Golfo del Darin, Mar del Sur. Islario General de Alonso de Santa Cruz, 1545. Ms. s/f, en Biblioteca
Nacional de Madrid.
24
Nm. 33
EMPRESA DE HERNANDO DE MAGALLANES
Proyecto de Magallanes
Para Europa occidental, el importante comercio de las especias estaba mo
nopolizado por las repblicas de Venecia y Gnova, que se servan para el tr
fico con Oriente, de los puertos de Alejandra y Constantinopla. Ms adelante,
los comerciantes portugueses tras la
conquista de Malaca, iniciaron desde
1510 los primeros contactos con las
Molucas, con las que comenzaron el co
mercio de la especiera a travs de los
moros, de manera que Lisboa se conver
tira en la capital europea de la
Especiera.
La va de derrota oriental utilizada
por los portugueses, estaba prohibida
para los espaoles, en virtud de las bulas
pontificias de 1493 de Alejandro VI y
del Tratado de Tordesillas (1494) un ao
ms adelante. Delimitadores de la lnea
de expansin de los dos pueblos ibri
cos, que obligaban a los navos espao
les a navegar siempre a poniente, como
nica ruta para llegar al Moluco.
Gran preocupacin debi provocar
al reino lusitano el descubrimiento del
mar del Sur por Balboa, pues aquello Retrato de Hernando de Magallanes. Oleo en
significaba que no muy a largo plazo, laBiblioteca Colombina, Sevilla.
los espaoles podan acceder a la
Especiera desde el Poniente. A ello, se debera la expedicin portuguesa en
1514 de Nuo Manuel y Cristbal de Haro, mandada por el piloto Juan de
Lisboa, para explorar la costa atlntica sudamericana, desde el Brasil hasta el
Ro de la Plata, buscando un paso interocenico. Expedicin de la que se duda
realmente se llevara a cabo y en cualquier caso fracasada.
El reparto igualitario del mar ocano, as llamado por el profesor Manza
no, propugnado por el Tratado de Tordesillas, en el que se ofreca al rey de
Castilla las tierras que se encontraran a poniente de la lnea, marcada de polo a
polo a 370 leguas de Cabo Verde, dejaba al rey portugus la banda oriental de
dicha lnea.
La prolongacin natural de la lnea marcada desde Cabo Verde a la que
llamamos al antimeridiano, fue para los portugueses el recurso por el que se
aseguraban el dominio de la Especiera, considerada de esta manera fuera del
antimeridiano.
No era muy firme esta creencia, pues pronto surgen las dudas en sentido
Ao 1991
25
G. CHOCANO HIGUERAS
contrario entre portugueses y espaoles, de forma que el antimeridiano o se
gunda lnea de demarcacin, como la llamara Magallanes, daba derecho so
bre aquellas islas a los espaoles, considerando que se encontraban en espacio
reservado a la Corona espaola. Si la prolongacin natural de la lnea de
Tordesillas daba la pertenencia del Moluco a Espaa, su acceso haba de mate
rializarse a travs del continente americano y su imposibilidad converta la na
vegacin por Buena Esperanza, ruta portuguesa, en un derecho de los espao
les para arribar a las Molucas. En este sentido, el rey Femando dictar en 1512
(30 de Septiembre), una R.C. por la que pensaba establecer acuerdos con el
rey de Portugal en lo que toca a aquella navegacin.
La tergiversacin del sentido de las bulas nter Caetera y Dudum
Siquideni y del Tratado de Tordesillas, que no aludan a lnea demarcataria en
otro hemisferio, es manifiesta, tambin supona el olvido de la Dudum
Squindem, dado que estas tierras estaban ya, de alguna manera, ocupadas por
los portugueses, toda vez que esta bula reconoca el derecho derivado de la
prioridad de ocupacin.
La imposicin en aquellos tiempos de la doctrina del antimeridiano, que
supona, como ya hemos apuntado, la inclusin del Maluco dentro de dominio
espaol, fue, como nos dice el profesor Ramos, la clave del Plan de
Magallanes, adems del fundamento de su negociacin en la Corte espaola.
Las circunstancias en las que se dirigieron Coln y Magallanes a la Corte
espaola son similares, ambos lo hicieron secretamente. Mientras que en el
caso de Coln los motivos no estn claros, en el de Magallanes se deban a
cierta queja que del Rey (de Portugal) tena, segn nos dice Las Casas.
En justificacin a esta queja, recodaremos, con pocas palabras, los servi
cios prestados por Magallanes a su monarca D. Manuel, durante los cuales
gestar su propio proyecto de descubrimiento. Haba partido Magallanes de
Lisboa hacia la India en la flota del primer Virrey Francisco Almeida, el 25 de
marzo de 1505. Participara en la conquista de Malaca. En 1510 (Alfonso de)
Alburquerque envi tres bajeles a descubrir las Molucas, al mando de Antonio
de Abreu, Francisco Serrano y Hernando de Magallanes, tomando cada uno
distinta direccin, sin llegar a lograr la conquista; entonces Magallanes se per
suadira de que las islas dichas se hallaban ms all del antimeridiano.
En la isla Ternate se quedara ms de 9 aos Serrano, quien no dejar de
mantener informado a su amigo Magallanes acerca de las riquezas de la isla y
los favores que all reciba de su rey.
Vuelto Magallanes a Europa, prestara servicios en Azamor, ciudad marti
ma de Berbera. Estar de regreso en Portugal en 1512. pues consta que en 12
de junio de aquel ao, era mozo fidalgo de la Casa Real.
Es posible, que solicitara a su rey dirigir una expedicin a las Molucas, ba
sndose en su larga experiencia por los mares orientales, desde Mozambique a
la isla Banda, juntamente con la peticin del aumento de su morada mensual
por los servicios prestados. Ambos asuntos le fueron denegados. A decir de
26 Nm. 33
EMPRESA DE HERNANDODE MAGALLANES
Gaspar Coneja la entrevista con el rey en 1515 o principios de 1516, se termi
n pidiendo el nauta portugus, autorizacin para solicitar el servicio de otro
que le hiciera ms merced, a lo que el monarca accedi friamente. Esta actua
cin, nos parece ms convincente que la idea tan extendida de un acto pblico
de desnaturalizacin, que se dice hiciera Magallanes antes de salir de Portugal,
un acto as, ante notario, no tiene valor legal alguno, ni tampoco antecedentes,
y menos sentido podra tener al no ir seguido de inmediato destierro.
La prohibicin por R.C. del Rey D. Manuel de no aceptar servicios en pa
ses extranjeros a pilotos, maestres y marinos portugueses so pena de perder
sus bienes y destierro por cuatro aos a la isla de Santa Elena, no pareca afec
tar directamente a Magallanes, que no ostentaba ninguno de aquellos ttulos.
Sin embargo, era bien conocida su pericia de marino y parece que esta fue la
razn por la que sali prudentemente de Lisboa, hasta detenerse en Oporto.
Cerca de medio ao permaneci en Oporto Magallanes, dando forma defi
nitiva a su proyecto. En su espera, haba recibido carta de su compaero
Serrano que tantas noticias le daba del mundo de las Molucas a las que despla
zaba bastante de su posicin real, hacindolas ms asequibles por la ruta occi
Carta de Diego Ribero, 1529. Seala al meridiano de Tordesillas y su prolongacin natural o antime
ridiano, representados con las banderas portuguesa y espaola en cada hemisferio.
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G. CHOCANO HIGUERAS
dental que oriental. Aquello, unido a las consultas con astrnomos y cosm
grafos compatriotas, a travs de los cuales tuvo acceso a la coleccin de docu
mentos cartogrficos de la Contadura Real, acrecent en Magallanes, la idea
de que la Especiera a 600 leguas de Malaca, caa dentro del dominio espaol.
Por ello, era necesario descubrir el paso por poniente, que tanto se haba ya
buscado anteriormente.
Para dar fuerza a su teora, Magallanes se vali de un globo terrqueo con
el que exponer la derrota a seguir, reservndose, sin embargo, la situacin del
estrecho, para que as nadie se sirviese de su datos. La seguridad que tena
Magallanes acerca de la existencia del estrecho nos la ofrece el Diario de
Antonio Pigafetta con estas frases: Toda la tripulacin creafirmemente que el
Estrecho tena salida al Oeste y que no sera prudente buscarla, sin tener los
grandes conocimientos del Capitn General, el cual tan hbil como valiente,
saba que era preciso pasar por un estrecho muy escondido, pero que haba
visto presentado en un napa hecho por el excelente cosmgrafo Martn de
Bohemia y que el rey de Portugal guardaba en su tesorera.
Pero las palabras del italiano Pigafetta, personaje incondicional de
Magallanes, que viaj como sobresaliente (curioso) en la nao capitana, no ca-
Globo de Schener,1515. Seccindel hemisferioaustral
28
Nm. 33
EMPRESA DE HERNANDO DE MAGALLANES
recen de imaginacin, a la vista del citado globo terrqueo de Behaim. Idea
por otra parte adoptada por muchos escritores, basndose en los textos de
Pigafetta, sin crtica ni examen, aduciendo la representacin, muy al medioda,
de un paso a travs de Amrica del Sur
en el globo que Martn Behaim publica
ra en Lisboa en 1942.
En dicho globo, al que no dudamos
que tuviera acceso Magallanes, no apa
rece lgicamente, ya que an no se co
noca, el continente americano, sino que
al otro lado del Atntico estn dibujadas
una serie de islas de Extremo Oriente,
ya conocidas: Java, Sumatra, Cipango...
entre las que carece de sentido hablar de
un estrecho, donde no hay dibujadas ni
continente ni otras tierras meridionales
(ni tan siquiera el casquete polar, tierra
incgnita que frecuentemente se dibuja
ba). En cualquier caso y por decirlo sim
plemente, por no haber obstculo conti
nental alguno, no era preciso ninguna
clase de estrecho.
Por el contrario, en el globo que hi
zo Schener en 1515, se seala un estre
cho en un lugar muy aproximado al ver
dadero, quiz por similitud con el conti- - Retrato de Jun Sebastin Elcano. Oleo en la
nente africano. De esta representacin Biblioteca Colombina. Sevilla
cartogrfica, pudo tener conocimiento
Magallanes (actualmente una en Francfort y otra en Weimar) y quiz en ello
estribara esa seguridad de Magallanes que la misma autora de la empresa le
impidiera dibujarlo en su propio globo.
Por otro lado, la representacin cartogrfica de Behaim parece que fue
muy similar, se ha llegado a decir que copiada, de la carta de Toscanelli de la
que hoy slo podemos apreciar una interpretacin de 1892 por Krestner; aun
que este ltimo est marcado con latitudes y asombrosamente tambin con
longitudes. Esto nos recuerda la influencia que Toscanelli tuvo en el proyecto
del Descubrimiento de Coln y el secreto con el que ste aport tanta seguri
dad a su idea. Aquellas circunstancias parecen repetirse ahora con Magallanes,
que se cuid muy bien de ocultar la situacin del estrecho, que le pareca tan
seguro y por otro lado la similitud sobre la idea de que su certeza le vena de
Behaim, as como a Coln tambin se le adjudica la pertenencia incluso de
una copia de la carta de Toscanelli, sin prueba que lo autorice, como apunta
Barreiro Meiro.
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G. CHOCANO HIGUERAS
Un problema absolutamente general entre los estudiosos de la poca, preo
cupa tambin a Magallanes, tal era la determinacin de longitudes, cuestin
primordial en la navegacin y la fijacin de posiciones. El problema slo se
vera resuelto mucho despus con Tobas Mayer, en el siglo XVIII mediante la
publicacin de Efemrides Tablas de las distancias Lunares (citado por
Alonso de Santa Cruz en el Libro de Longitudes), pero hasta entonces el tema
quedaba resuelto por la navegacin de estima y rumbo, con unos mrgenes de
error considerables. Su resolucin afectaba directamente al proyecto magall
nico, primero a la hora de fijar su ruta exacta a medida que la desarrollaba, y
tambin para determinar definitivamente la posicin de las Molucas y argu
mentar de forma evidente, el que el archipilago se encontraba dentro de la
navegacin espaola.
En la bsqueda a la solucin del problema, encontr Magallanes al presti
gioso astrnomo, y compatriota suyo, Rui Faleiro. Su colaboracin sera indis
pensable para el desarrollo de su proyecto. Era Faleiro bachiller en Artes por
la Universidad de Lisboa y autor de un Tratado sobre determinacin de longi
tudes geogrficas. En l expona tres mtodos distintos para conocer la distan
cia y diferencia que se anduviese del Oeste al Este. Uno de ellos basado, al
parecer, en las alteraciones de la desviacin magntica consideradas errnea
mente constantes y en funcin de la longitud geogrfica.
Tambin Rui Faleiro, se encontraba quejoso con el monarca portugus y
asociado con Magallanes, resolvieron los dos guardar en secreto riguroso su
proyecto y marchar a la Corte espaola.
Otro punto, incluso decisivo a la hora de aprobar el proyecto, se asegur
Magallanes en la persona del mercader de Burgos y Amberes, Cristbal de
Haro, a la sazn al servicio del rey portugus. Los negocios de Haro le mante
nan informado de noticias concretas de India y Oriente, lo que permiti la r
pida aceptacin de su colaboracin. Su firma, aseguraba as, el apoyo econ
mico si fuera necesario.
Tanto a Coln como a Magallanes, les una un objetivo comn: llegar al
Extremo Oriente y fundamentalmente a las islas de la Especiera, cuyo pro
ducto est bien especificado en el tercer captulo de las Capitulaciones de
Santa Fe. All, se dice que pertenecer a Coln la decena de todas e cuales-
quiere mercaderas, siquiere sean, perlas, piedras preciosas, oro, plata, espe
ciera...
A la Corte espaola se dirigieron Coln y Magallanes por motivos simila
res: el primero lo hara en virtud de los derechos derivados del Tratado de
Alcaobas, que otorgaba a Castilla el derecho de navegar la ruta que Coln
propona y aos ms tarde Magallanes, considerando a la Molucas dentro del
dominio espaol, vino a la Corte con la esperanza de hallar la ayuda de Carlos
1 necesaria para su empresa, como tiempo atrs la alcanzara Coln de los
Reyes Catlicos. Por otra parte, los dos permanecieron toda su vida como ex
tranjeros, sin pedir ni obtener carta de naturaleza espaola, aunque siempre se
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EMPRESA DE HERNANDO DE MAGALLANES
consideraron leales vasallos del rey castellano. En el caso de Magallanes, pese
a la lealtad al rey espaol, demostr una clara desconfianza hacia los espao
les o extranjeros, como contrapartida a la estrecha ligazn que mantuvo siem
pre con sus compatriotas.
Magallanes en Sevilla
A partir del 20 de septiembre de 1516 encontramos a Magallanes en la ca
pital andaluza, en compaa de su paje Cristbal Rebelo y de su esclavo de
Malaca, Enrique, su ms fiel y leal servidor. Le recibira Duarte Barbosa, porL
tugus, a quien conoci Magallanes durante sus servicios en la India, y que
ahora ocupaba el cargo de teniente de alcaide de los Reales Alczares.
Barbosa, que sera el primero en conocer con detalle el proyecto de
Magallanes, pronto se convirti en su suegro por la boda de su hija Beatriz
Barbosa y Caldera. Fruto de ese matrimonio, fue un hijo llamado Rodrigo, a
quien Magallanes dej al partir para no volverlo a ver ms, a la. edad de seis
meses.
Hasta que se produjo la llegada a Sevilla de Rui Faleiro, su socio,
Magallanes se ocup de entrar en contacto con los oficiales de la Casa de
Contratacin: el doctor Sancho Matienzo, tesorero; Pedro de Isasaga, contador
y Juan de Aranda, factor y antiguo comerciante. Pronto comprendi que aqu
llos no tenan poder de decisin y que las capitulaciones dependan exclusiva
mente del monarca. Adems, poca atencin le podan prestar stos debido a
las vaguedades expuestas por Magallanes, que as se expresaba a causa del
concierto secreto acordado con Faleiro en Portugal. No obstante, el factor
Aranda pudo conseguir los detalles del proyecto secreto y advirtiendo las ga
nancias que de ello se pudiera derivar, pidi urgentemente informes a los mer
caderes portugueses Diego Cobarrubias y Diego de Haro. Los informes favo
rables llegan rpidamente y Juan de Aranda dirige un mensaje al nuevo
Canciller de Carlos 1, Juan de Sauvage, notificndole la importancia que la
empresa pueda tener para Espaa.
Ya en el mes de diciembre (1516) lleg Rui Faleiro a Sevilla, acompaado
de su mujer y de su hermano y colaborador Francisco Faleiro.
A pesar de la contrariedadque le supusoa Faleiro la indiscrecinde Magallanes
con Aranda, las aguas volvieron a su cauce y sin esperar la contestacin del
Canciller al factor Aranda, salen de Sevilla el 20 de enero de 1517, con destino a
Valladolid. Iban en el acompaamientode la duquesa de Arcos, que iba a reunirse
con su esposoen la Corte,que con otros nobleshabarecibidoal nuevo rey.
Mientras los portugueses se dirigirn por el camino de la Plata (Mrida
Salamanca), Aranda lo har por Toledo. En la ruta, este ltimo recibir la con
testacin del Canciller, quien se mostraba dispuesto a ua inmediata entrevista
con Magallanes y Faleiro.
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Nm. 33
EMPRESA DE HERNANDO DE MAGALLANES
Mediante el mensaje correspondiente, Aranda se reunir con los dos portu
gueses promotores en Puente Duero (cerca de Medina del Campo). All
Aranda les requerir el quinto de las ganancias, siempre que los gastos de la
expedicin se hicieran con cargo a la Corona. A esto se opona terminante
mente Faleiro y Magallanes llegar a ofrecerle un octavo; por fin y sin acuer
do aparente se separan, partiendo Aranda a Valladoliddirectamente.
Tres das despus, tras una corta estancia en Simancas, Magallanes y
Faleiro sern recibidos en la ciudad vallisoletana por Aranda. Entonces llega
rn al compromiso, ante notario, de entregar al factor el octavo de los benefi
cios, acuerdo ste que al trascender pblicamente anulara el Real Consejo de
Indias, por su poder fiscal sobre los empleados de la Casa de Contratacin.
Presentacin del proyecto a Carlos 1
De la afortunada entrevista de Magallanes y Faleiro con el Canciller
Sauvage, nos da cuenta Las Casas como testigo que fue de ella: Se ofrecieron
a mostrar que las islas del Maluco y las dems de que los portugueses llevan
a Portugal la especiera, caan o estaban dentro de la demarcacin o partici
pacin que se haba comenzado, aunque no acabado entre los Reyes de
Castilla Catlicos y el Rey don Juan de Portugal... y que descubriran camino
para ir a ellas fuera del que llevaban los portugueses y ste sera por cierto
estrecho de mar que saban. Y traa Magallanes un globo bien pintado en que
toda la tierra estaba y all sealado el camino que haba de llevar, salvo que
el Estrecho dej de industria, en blanco, porque alguno no se lo saltase.
A continuacin, sigui la entrevista con el vicepresidente del Consejo de
Indias, Rodrguez Fonseca, que se erigira en defensor fundamental de los co
autores. A esta entrevista le sucedieron otras con el Presidente del Consejo,
Adriano de Utrech y el mayordomo del Rey Guillermo de Croy, seor de
Chievres, quien se ocup de facilitarles la audiencia con Carlos 1.
Poco haca que se encontraba el rey D. Carlos en Espaa, a donde haba
arribado el 12 de septiembre de 1516 en Tazones, cerca de Villaviciosa. Casi
al mismo tiempo haba llegado Magallanes a Sevilla. El 18 de noviembre esta
ra D. Carlos en Valladolid.
La llegada de los portugueses a Valladolidhaba coincidido con las fiestas
que siguieron a la clausura de las Cortes. El da 11 de diciembre ltimo, Fr.
Reginaldo Montesinos y Bartolom de las Casas haba propuesto al Consejo la
defensa de los indios del Caribe. En aquel tiempo la mayora de los asuntos y
ms los tocantes a Indias apunta Las Casas, estaban suspensos, por la lle
gada del nuevo monarca y de que ste haba cometido el gobierno de estos rei
nos a los flamencos.
Ante tales circunstancias acordaron reunirse todos los indianos que en la
Corte se hallaban y suplicar al rey que atendiera sus asuntos pendientes, para
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G. CHOCANO HIGUERAS
poderse volver a sus casas. Muchos eran entonces los que all se encontraban,
como el segundo Almirante Diego Coln, que desde 1515 permaneca en
Espaa para la reivindicacin de los privilegios de su padre; tambin Pnfilo
Narvez, Gil Gonzlez Dvila, Gonzalo de Guzmn, etc., y el propio Las
Casas testigo y narrador de los hechos.
El mundo colombino pareca pues a la espera de nuevos empujes. La idea
de Magallanes y Faleiro no careca adems de antecedentes en Espaa.
Recordemos las Juntas de navegantes de Toro y Burgos, donde se haba pensa
do en una expedicin a la Especiera e incluso el rey Femando haba llegado a
firmar en 1512 capitulacin con Juan Daz de Sols para ir al Moluco por la
derrota del Cabo de Buena Esperanza. El fin haba sido tomar posesin del ar
chipilago, considerando su posicin dentro de los dominios de Castilla, pero
a causa de ciertas consideraciones familiares entre los monarcas, el proyecto
no se llevara a cabo.
As pues, cuando Magallanes y Faleiro, a los que acompa Cristbal de
Haro, fueron recibidos por el monarca, venan precedidos no slo de la favora
ble aceptacin de su plan por los servidores de Carlos 1, sino tambin, de un
ambiente totalmente preparado para acoger la empresa.
No obstante, en la entrevista real los consejeros se mostraron contrarios a
la posibilidad de que existiera un estrecho o paso entre los dos ocanos. De su
opinin disuasoria nos da idea el secretario del rey, Maximiliano Transilvano,
en la Relacin que envi al obispo Salpurgense de Cartagena, segn la infor
macin que recibiera de los mismos supervivientes del viaje de Magallanes-
Elcano.
A juzgar por lo que dice Transilvano, los consejeros aducan que la inge
niosa naturaleza haba dejado cerradas y separadas las partes orientales de las
occidentales y que ninguna manera haba de pasar ni navegar de unas a otras
partes. Tambin entonces, se estudi la alternativa de Magallanes de ir a la
Especiera si no se hallaba el Estrecho, por la ruta del Cabo de Buena
Esperanza, cuestin sta que qued sin determinar, por la violacin que pudie
ra suponer al tratado de Tordesillas. Insistieron ante el rey, Magallanes y Haro,
que se ofreci a armar la flota expedicionaria a sus expensas y de sus amigos,
ante lo cual el monarca resolvi que se hiciera a cargo de la Real hacienda, a
la vista de los beneficios que pudiera aportar y en cualquier caso por la gloria
de Espaa.
El relato de las negociaciones de Magallanes y Faleiro en la Corte, que nos
ofrece Transilvano, nos vuelve a recordar la actuacin que tuvo Coln, treinta
aos atrs, en la Corte de los Reyes Catlicos y las deliberaciones ante la
Junta Examinadora de Salamanca. Tambin entonces, Coln se reserv el se
creto que le aseguraba su empresa y asimismo la junta examinadora, en aquel
caso no los del Consejo sino los tcnicos, dieron un dictamen negativo.
Tambin en ambas presentaciones, el ofrecimiento financiero, en el primer
caso de Santngel y en el que nos ocupa del mercader Cristbal de Haro, pare
34 Nm. 33
EMPRESA DE HERNANDO DE MAGALLANES
ce que dieron el empuje definitivo a la aprobacin real de las empresas respec
tivas.
Proyectos ambos con una meta comn: Coln se propona no descubrir
nuevas tierras realmente, sino llegar por el Poniente a las tierras del Gran
Khan, ya descritas por Marco Polo y finalmente arribar a la Especiera,.meta
sta, en definitiva, de Hernando de Magallanes.
Capitulaciones en Valladolid
Con rapidez asombrosa se firman las capitulaciones en Valladolid, el 22
de marzo de 1518, que suponen una vuelta a los conceptos y aspiraciones del
Descubridor de Amrica. Magallanes y Faleiro intentaron no slo un deseo de
lucrarse al mximo, sino casi una repeticin de las mismas pretensiones co
lombinas. En efecto, el memorial de 14 captulos que presentaron (concluido
el 23 de febrero) al Rey, pareca realmente haber sido compuesto a la vista del
modelo de Santa Fe, con sus prevenciones y peticiones anexas. Al memorial
se contestar casi puntualmente en las capitulaciones, sin apenas cortapisas.
Se muestran imprecisos al ofrecerse a descubrir en el mar ocano, sin determi
nar ms que las ya conocidas islas y tierras firmes, (por el contrario
Magallanes en el memorial que enviara al rey en 1519 desde Sanlcar, antes
de partir, indicar posiciones casi todas asombrosamente exactas, como vere
mos despus). Mayor es el paralelismo con las capitulaciones santaferinas, en
cuanto a las condiciones: se establece una limitacin dentro de nuestro lmites
de demarcacin no entrando dentro de los lmites de Portugal, sobre lo que se
hace especial hincapi. Se est aludiendo as al recurso de la segunda lnea o
antimeridiano, como base de la Capitulacin. Adems, Magallanes y Faleiro,
pretenden la semi-exciusiva para el futuro de la navegacin sobre el estrecho y
tierras que descubran, en un plazo de diez aos, condicin que trasciende la
capitulacin de Santa Fe.
En un segundo captulo pidieron, junto con las ventajas econmicas estas
seran la vigsima parte de todo ingreso, quitadas las costas, el poder poltico
como en el caso colombino: es decir con ttulo de Almirantes y la gobernacinde
dichas tierras para ellos y su herederos dejuro. A esta condicin, adujo Fonseca
los inconvenientes que del ttulo de Almirante provocaron los privilegios del
Almirante Coln. De maneraque se les otorgan los beneficios econmicossolici
tados, pero respecto al poder polftico, se les dieron los ttulos de Adelantados y
Gobernadores de las islas y tierras por ellos descubiertas; aunque tambin para
sus hijos y herederos, siendo naturales de estos reinos y casados en ellos.
Al captulo tercero, se les concede que pueden llevar cada ao a aquellas
islas y tierras por ellos descubiertas, hasta un total de 1.000 ducados de primer
costo en mercancas y venderlas, con su importe y adquirir lo que quieran, pa
gando entonces el veinte de derechos.
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G. CHOCANOHIGUERAS
Al captulo cuarto se les otorga, que si pasaran de 6 las islas descubiertas,
de ellas, las mejores se adjudicaran a la Corona y del resto podran elegir dos
y de stas llevar el quince de todo el provecho e intereses de venta, sacados las
costas. En el memorial sin embargo haban pedido de las dos islas, el seoro
con todo lo que al presente y adelante rentasen.
Por ltimo, de lo que se lograra en la expedicin, se les otorgaba el quinto
del beneficio obtenido, por razn de que era la Corona quien se haca cargo de
la Armada. La Armada estara compuesta de 5 navos: 2 naos de 130 tonela
das, dos naos de 90 toneladas y una carabela de 60 toneladas. Iran abastecidas
para dos aos y con una tripulacin de 234 hombres.
Adems, el Rey nombrara factor, tesorero, contador y escribanos, que die
ran razn de todo.
En la misma fecha de 22 de marzo de 1518, fueron nombrados Magallanes
y Faleiro Capitanes de la Armada, sindoles concedidos 50.000 maravedes de
sueld, (hacindoles gracia despus de 8.000 ms cada mes, mientras sirvie
sen en la Armada que se preparaba y otros 30.000 de ayuda de costa).
Con la firma de las capitulaciones de Valladolid se abra la gran empresa
circunterrquea, de la misma manera que la capitulacin de Santa Fe dio paso
a trasatlntica de Coln.
Cuando Magallanes convence al futuro Emperador, por el que su imperio
ira abrazando el mundo entero, parece cumplirse el lema de la Casa de
Habsburgo: Austriae Est Imperare Orbi Universo (Austria debe gobernar al
mundo entero). La predestinacin que debiera referirse al mundo conocido
desde tiempos antiguos, sin embargo, con la culminacin del viaje magallni
co por Elcano y la entrega al Emperador de tratados de obediencia de los se
ores y reyes de Oriente, se vio enormemente superada por el dominio espa
ol. La idea original de Coln de atraer al Gran Khan y situarlo dentro del
mundo de influencia hispnica, no era pues del todo extravagante.
Preparativos de la armada magallnica
Llegaba a su fin la permanencia de Carlos 1 en Valladolid, cuando quedaba
despachado, en su parte principal, el asunto de la expedicin de Magallanes.
El Rey deba ser reconocido en Aragn y Magallanes juntamente con
Faleiro, siguieron a la Corte hasta Zaragoza, con objeto de activar las provi
dencias necesarias con las que facilitar el apresto de la armada. No eran pocas
las dificultades que se iban presentando, ya fuera por falta de caudales o por
impedimentos de los empleados de la administracin y tambin por las intri
gas y reclamaciones de la Corte de Portugal, que no contenta con la acogida
en la Corte a Magallanes, no cesara de intentar apartar de la empresa a ste y
Faleiro, a travs de su embajador Alvaro da Costa. Primeramente, el dignata
rio portugus, avisara a Magallanes del perjuicio que supona a su honra, co
36 Ntm. 33
EMPRESA DE HERNANDO DE MAGALLANES
mo portugus, y adems la hostilidad que se poda crear en las relaciones de
los monarcas, al tiempo que se negociaba el casamiento de D. Manuel con la
infanta espaola.
Ante las evasivas de Magallanes, el embajador intervino ante los ministros
espaoles sobre el agravio que representaba para su pas la empresa patrocina
da por Castilla. Las dudas que aquello afligiera al rey D. Carlos, quedaron
subsanadas por la labor del obispo Fonseca, principal apoyo de la empresa. La
misma sera confirmada oficialmente al rey portugus, en la carta que el mo
narca espaol le dirigi el 28 de febrero de 1519, en ella, le daba cuenta de su
mandamiento a los Capitanes de guardar la demarcacin y no tocar en tierras
y mares que esta demarcacin dejaba a la Corona portuguesa. A pesar de ello,
el monarca portugus no cesar en su empeo, a travs de las intrigas del fac
tor Sebastin Alvarez, en Sevilla.
Camino de Zaragoza, ya en Aranda de Duero, recibira el Rey Carlos 1
ciertas quejas de los oficiales de la Casa de Contratacin, por no habrseles
consultado en las negociaciones y acuerdos referentes a la expedicin. Ni tan
siquiera se cont con el Piloto Mayor, autoridad, si no en la decisin, s en el
consejo de las expediciones de descubrimiento. Y ms an tratndose del pro
yecto en cuya bsqueda haba fenecido el ltimo piloto mayor de la Casa,
Daz de Sols.
Para darles satisfaccin, D. Carlos despachar a los dos portugueses, con
el fin de presentar a los tcnicos y directivos de la Casa las provisiones y ade
ms activar los preparativos de la armada.
La salida de la armada qued fijada para agosto de aquel ao de 1518.
Antes de partir para Sevilla, el Rey condecorar a Hernando de Magallanes y
Rui Faleiro, hacindoles Caballeros de la Orden de Santiago y les confirmar
los ttulos y condiciones establecidas en las Capitulaciones.
Desconocemos las propuestas que a peticin del Rey hiciera la Casa de
Contratacin, pero lo cierto es que de forma inmediata, se produjo la incorpo
racin a la armada de tres de su ms antiguos y expertos pilotos: Andrs de
San Martn, Juan Rodrguez Serrano y Juan Rodrguez Mafra. El tiempo de
mostrara su eficaz colaboracin con el Capitn General.
Los oficiales de la Casa y sobre todo su jefe el Doctor Matienzo, una vez
resueltas las diferencias, prestaron una entusiasta colaboracin en el apresto
de la armada compuesta por los cinco navos que acopi en Cdiz el factor
Juan de Aranda. Procedan los buques de los astilleros de Vizcaya y
Guipzcoa, famosos en aquellos tiempos en el arte de construir todo tipo de
embarcaciones.
Magallanes y Faleiro mantuvieron peridicamente informados al Rey y a
Fonseca, acerca de las dificultades financieras, aportando los caudales necesa
rios de su propio bolsillo el tesorero Alonso Gutirrez, Cristbal de Haro y
otros mercaderes de la ciudad hispalense, en ciertas ocasiones.
Desde Barcelona, dictar el Rey las clulas que complementarn el cuadro
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G. DE ARANDA YANTON
de los mandos de la Armada; nombrando: capitn del tercer buque a Juan de
Cartagena, a su vez veedor de la armada; tesorero, a Luis Mendoza; capitn
del cuarto buque, a Gaspar de Quesada y contador de la armada a Antonio de
Coca.
La labor de Cartagena como veedor no era nada extraordinaria, sus funcio
nes conllevaban la comunicacin secreta con el Rey de los movimientos de los
mandos. Sus instrucciones de carcter marcadamente fiscal, propias del cargo
de veedor, las recibi de manos de Fonseca.
Sin embargo, las distinciones que ello representaba lo hicieron aparecer
como el tercero de los portugueses y, en opinin de los oficiales de la Casa, en
el mismo plano que Magallanes y Faleiro. Durante los preparativos, Cartagena
se erigira en cabeza para elevar ciertas protestas al Capitn General. Estas
consistan en la falta de nombramiento del capitn del quinto navo, el no estar
informados sobre el itinerario a seguir que claramente haba ordenado el Rey
y, por ltimo, sobre el elevado nmero de portugueses enrolados.
Acerca del primer punto, el cargo recaer en Rodrguez Serrano, al segun
do punto Magallanes responder con evasivas y en cuanto al tercero se limit,
por resolucin real, su nmero a 5, no obstante Magallanes duplicar su nme
ro, lo que unido a la dificultad de reconocer la identidad de los alistados hace
pensar que los portugueses duplicaran al menos esta cifra.
No cesaron las intrigas de parte de la Corte lusitana y al parecer aqullas
provocaran las diferencias habidas entre Magallanes y Faleiro.
Sorprendentemente para Magallanes, el Capitn Faleiro fue separado de la
armada por R.C. de 26 de julio de 1519, alegando motivos de salud. En el
mando del segundo navo sera sustituido por Cartagena, en calidad de conjun
ta persona del Capitn General. No obstante, no pareca que este nombra
miento le equiparara a Magallanes, puesto que en la jura de banderas, previa a
la salida, Juan de Cartagena jur obediencia plena al Capitn General, sin dis
tincin de sus cargos. No lo entendi as Cartagena, que pretendera sustituir
en todo a Faleiro, como participante mismo de la capitulacin, lo cual provo
cara problemas a Magallanes a lo largo del viaje.
Con relacin a la baja de Faleiro, manifest Magallanes que la aceptara
siempre que le entregara a los oficiales de la Casa y a l La altura de la lon
gitud de Este a Oeste con todos los seguimientos que cumplen a ella . Ni Rui
Faleiro ni su hermano Francisco, fueron en la Armada, pero Magallanes pudo
recibir de manos de los oficiales de la Casa El gran regi,niento de treinta cap
tulos para que por tres semanas pudiesen conocer la distancia y diferencia del
Este al Oeste.
Composicin; pertrechos y mandos de la armada
Transcurri un ao y por fin en agosto de 1519 quedaron listos los navos.
38 Nm. 33
REFLEXIONES CUANDO LOS MONTES ERAN DE LA MARINA
Componan la flota cinco naves:
La nao Trinidad de 110 toneles, arbolada la insignia del Capitn General y
si no era la mayor era la ms vistosa y de ms elevadas superestructuras. Al
mando el Capitn General, como piloto el portugus Esteban Gmez, de con
tramaestre Francisco Albo y maestre Juan Bautista de Poncervera (tambin
conocido como Juan Bautista Genovs).
La nao San Antonio de 120 toneles, iba al mando de Juan de Cartagena,
como piloto Andrs de San Martn (cosmgrafo y piloto de la Casa de
Contratacin), tambin ira un piloto adjunto por ser la nave de mayor porte,
el tambin piloto de la Casa Juan Rodrguez de Mafra, como maestre Juan
Elorniaga y contramaestre Diego Hernndez.
La nao Concepcin de 90 toneles, la mandara Gaspar Quesada, como ma
estre Juan Sebastin Elcano y contramaestre Juan de Acuno.
El mando de la nao Victoria, de 85 toneles, se dio a Luis Mendoza, como
piloto ir Vasco Gmez Gallego (portugus), el maestre Antonio Salomn (ita
liano) y contramaestre Miguel de Rodas (natural de aquella isla).
Por ltimo la carabela Santiago, de 75 toneles, destinada a tareas de explo
racin, estara al mando del tambin piloto Juan Rodrguez Serrano, (portu
gus), maestre Baltasar Genovs (italiano) y como contramaestre Bartoiom
Prior (francs).
A la vista de los mandos podemos apreciar la importante presencia de los
portugueses, que en ningn navo dejaban de tener al menos una representa
cin, como capitn, o piloto o maestre, incluso casi monopolizando el poder
en el caso de la Trinidad.
Adems, cada nave llevaba su correspondiente escribano y como represen
tantes de la Corona iran un veedor, un tesorero y un contador. Tambin lleva
ran asistencia mdica y espiritual.
Respecto al nmero de tripulantes, no se ponen de acuerdo los narradores
del viaje, aceptndose como nmero ms aproximado el de 265, contando pi
lotos y capitanes.
La lista oficial da un nmero exacto de 230, cinco menos de los que dec
an las capitulaciones.
Entre los espaoles, la mayora eran vascos y andaluces y entre los dems
haba genoveses, alemanes, flamencos, franceses y por supuesto portugueses.
En cuanto a instrumentos de navegacin contaban con 25 cartas naticas
confeccionadas durantes los preparativos de Sevilla, en cuyos trabajos tuvie
ron parte Magallanes, los dos Faleiro, los Reynel (padre e hijo), Nuo Garca
Toreno y Diego Ribero (pariente de Faleir y discpulo de Reynel).
Tambin llevaban 6 cuadrantes de madera y 15 ms de metal; 6 astrolabios
de metal y 1 de madera; 25 agujas de marear; 6 pares de compases y otros ms
con estuche.
Iban los buques armados con artillera pesada y ligera y abastecidos por
dos aos.
Ao 1991 39
G. CHOCANO HIGUERAS
El coste de la Armada se calcuTaen 8.334.600 maraveds. Habindose au
torizado a Cristbal de Haro a invertir hasta 2.000 ducados en las mercaderas
para contratacin y rescates que la armada haba de facer consistentes en
abalorios de varias clases, con los que se obtuvieron grandes beneficios en los
intercambios con los indgenas, tanto de abastecimientos como de especias.
Viaje Memorial de Magallanes al Rey
Los conocimientos nuticos de Magallanes quedan sobradamente expues
tos en el memorial que elev al Rey en Sanlcar de Barrameda, cuando se dis
pona a partir. Se trata de un derrotero donde se precisan los datos de latitud y
longitud de los puntos bsicos de la ruta a seguir. Determina la lnea de de
marcacin occidental, los cabos de San Agustn, y Santa Mara (en Brasil),
Malaca, 5 islas del Maluco y la lnea de demarcacin oriental o antimeridiano,
a la que Magallanes llama segunda lnea de demarcacin. Tambin fija la si
tuacin del cabo de Buena Esperanza, siguiendo la fijacin de alturas en la de-
nota a las Molucas. Quiz esto ltimo, fuera debido a que no descartaba el
viaje por ese rumbo, en caso de resultar fracasada la exploracin de la costa
sur del continente americano.
Es asombrosa la exactitud con que determina dichas posiciones, en una
poca en que era imposible obtener la longitud geogrfica exacta. Solamente
presenta errores en los que refieren al cabo de San Agustn (lo cual no afecta
ra a sus planes) y a la lnea de demarcacin oriental, que la sita a 171 1/2 de
la occidental y no a los 180 lgicos, en que quedara la tierra dividida en dos
hemisferios.
Por la exactitud de. las otras posiciones marcadas y porque este ltimo
error permita demostrar que las Molucas entraban dentro del dominio espa
ol, clave del proyecto magallnico, nos parece que se trata de un dato inten
cionadamente errneo, para la propia confirmacin de sus planes.
Con respecto a la situacin del estrecho prometido, Magallanes no indica
r nada en el memorial. Tampoco lo llevaba marcado en las cartas. Su secreto
lo ocult a sus colaboradores como hiciera Coln 27 aos antes. Sobre este
punto el factor portugus Sebastin Alvarez escriba, desde Sevilla, al monar
ca portugus: Desde Cabo Fro hasta las islas del Maluco por esta navega
cin no hay ningunas tierras asentadas en las cartas que llevan.
La finalidad por la que Magallanes enva entonces un memorial al Rey, tan
distinto y determinante del que le ofreciera juntamente con Faleiro en
Valladolid, lo expone el mismo Magallanes en las primeras lneas, diciendo
as: porque podra ser que el rey de Portugal quisiese en algn tiempo decir
que las islas del Maluco estn dentro de su demarcacin y podra mandar en
viar las derrotas de las costas y acortar los golfos de la mar sin que nadie se
lo entendiese, as como yo lo entiendo y como se poda hacer quise por servi
40 - Nm. 33
EMPRESA DE HERNANDO DE MAGALLANES
cio de vuestra Alteza dejarle declarado las alturas y cabos principales y las
alturas que estn ans de latitud como de longitud y con esto ser Vuestra
Alteza, para si sucediendo lo dicho yofuese fallecido, tenga sabido la verdad.
Poco despus y ya en aguas malayas, le daran muerte los indgenas de
Mactn el 17 de abril de 1521.
En lo referente a longitudes, cuando Magallanes llega a las Filipinas, com
plet aunque no en ruta continua, la circunnavegacin de la tierra. Pues estas
islas se encuentran aproximadamente a la misma longitud (alrededor de 125
E) que las islas que, casi mil millas ms al sur, haba explorado con su amigo
Serrano durante sus aos pasados en Oriente.
Juan Sebastin Elcano (natural de Guetaria) que asumi el mando de la ex
pedicin (21 septiembre de 1521), compuesta entonces por un solo navo, la
Victoria, ser quien reciba la gloria, de ser el primero que dio la vuelta al
mundo, tras su recalada en Sanlcar el 6 de septiembre de 1522, con tan slo
17 supervivientes.
De esta forma se confirm la esferoidad de la tierra, presentida por Coln,
cuando an se condenaba esta teora como hertica.
Crnicas del viaje
Para conocer toda la trayectoria de la realizacin de la empresa magallni
ca, nos aportan numerosas noticias cronistas hispanos y de Indias. Entre ellos
destacamos Pedro Martr de Anglera a quien el Emperador encarg una
Relacin, para enviar al Papa Adriano VI en base a los relatos que tom de los
supervivientes de la Victoria;tambin nos aportan datos Fr. Bartolom de las
Casas, Fernndez de Oviedo y Antonio de Herrera; de menor valor son las
ofrecidas por Lpez de Gmara.
No podemos olvidar los cronistas portugueses, como Fernando de
Castahneda, Gaspar Correia y sobre todo Juan de Barros, que sin embargo en
cierran cierta parcialidad, centrando la empresa alrededor de Magallanes, pa
sando por alto a su continuador Elcano y minusvalorando la ciencia nutica de
Magallanes.
Adems, la gran hazaa cuenta con varias relaciones contemporneas de
inestimable valor, algunas escritas por miembros de la expedicin y otras por
coetneos suyos. Entre las primeras destacan las del italiano Antonio
Pigafetta, que nos ofrece, desde el principio al final de la expedicin, todo tipo
de informaciones. La relacin de Pigafetta, casi periodstica podemos decir,
aunque carece de un valor riguroso para la navegacin, sin embargo resulta
imprescindible a la hora de reconstruir da a da las circunstancias en que se
desarrollar el viaje. El dio adems a conocer, a todos los pases, la hazaa
magallnica.
El Diario del piloto de la Victoria, Francisco Albo, es fuente importante
Ao 1991 41
G. CHOCANO HIGUERAS
para la navegacin, constituyendo en realidad un derrotero que incluye, casi
exclusivamente, datos de la altura del sol, declinacin magntica, latitud y
rumbos; inici su Diario el piloto Albo en aguas del Cabo San Agustn
(Brasil).
Tambin es importante la completa Relacin que, en forma de epstola, re
alizara el secretario de Carlos V, Maximiliano Transilvano, en base a los infor
mes de Elcano y enfocada a ensalzar la gran empresa patrocinada por la
Corona espaola y su descubrimiento de las Molucas como dominio espaol.
De la circunnavegacin de la tierra ha quedado la numerosa documenta
cin en el Archivo General de Indias de Sevilla y en el Archivo Nacional de la
Torre del Tombo en Lisboa. Publicada una gran parte en la Coleccin de
Viajes de Martn Fernndez de Navarrete, en la Coleccin de Documentos re
ferentes a las Islas Filipinas (publicada por la Compaa General de Tabacos
de Filipinas) tambin, en la Coleccin de documentos inditos para la historia
de Chile de Toribio Medina y la titulada Alguns documentos do Archivo
Nacional da Torre do Tombo.
Adems contamos con un sinnmero de historias impresas de la empresa
magallnica.
42 Ntim.33
LOS MAQIINISTAS
DEL 98 (*)
Antonio DE LA VEGA BLASCO
Capitn de Fragata
Por este ttulo, en las clsicas preguntas quin ? cundo? dnde cmo?
cuntos? y por qu?, ya podemos centrar dos de ellos: el de quin: los ma
quinistas, y el cundo: el ao 1898, de triste recuerdo. A partir de ahora vamos
a ir procurando contestar a las restantes y tambin, por qu no?, profundizar
en las dos primeras.
El Estado General de la Armada para el ao 1898 nos proporciona las si
guientes cifras: los maquinistas, por sus empleos eran: 6 Maquinistas Jefes, 24
Mayores de 1. clase, 32 Mayores de 2., 112 Primeros Maquinistas, 95
Segundos y 140 Tercros. Como resto de antiguas organizaciones, tambin es
t en servicio el Segundo maquinista, indgena de Filipinas, D. Enrique
Salafranca y Fabian. El Maquinista Jefe ms antiguo se llamaba D. Nicols
Contreras y Rivas, haba nacido el 23 de febrero de 1836 e ingresado en el ser
vicio el 17 de mayo de 1864. Estaba en posesin de las siguientes condecora
ciones: Cruz de plata, Cruz de Mara Isabel Luisa, Cruces del Mrito Naval de
1. y 2. clase, ambas con distintivo blanco, y Medalla conmemorativa de
Callao. Curiosamente y probando la ya conocida vinculacin de los maquinis
tas con la ra de Ferrol, de los seis Maquinistas Jefes, ya citados, cinco estn
destinados en Ferrol y slo uno en Filipinas.
Forman por lo tanto el Cuerpo 410 individuos, los ltimos Terceros
Maquinistas haban ingresado el 27 de noviembre de 1897.
Otro dato interesante es que estaba embarcado el 79,5% y el 20% restante
no se puede decir propiamente que estuviese destinado en tierra, ya que inclu
ye a los que estaban con licencia (13 individuos, 3,1%) o los en trnsito, 7, y
tambin al 2 Maquinista D. Ernesto Teijeiro, que en aquellos momentos esta
ba en el manicomio de Conjo.
El 80% del Cuerpo embarcado, es un nmero a recordar. Estos hombres
desarrollaban su sacrificada y dura profesin a bordo de algo ms de ochenta
buques de combate, de ms de 100 toneladas, con esta distribucin: 1 acoraza
do, 2 costeros, 1 monitor, 4 cruceros acorazados, 16 cruceros, 45 caoneros, 7
destructores y 5 torpederos. Adems de muchas lanchas caoneras, propias
(*) Discursode ingreso en la AsambleaAmistosay Literaria.
Alo 1991 43
A. DE LA VEGA BLASCO
para barajar las costas de nuestras colonias; 4 transportes, 2 vapores de la
Comisin Hidrogrfica, etc., etc.
Algunos destinos de tierra eran en los Jefes y Mayores: Dique y Machina
en los Arsenales, Profesor en la Escuela de Maquinistas, Auxiliar de Estado
Mayor; en las clases subalternas: Brigadas Torpedistas de los Arsenales,
Instalaciones elctricas y Factoras.
Como sabemos, el Cuerpo de Maquinistas fue creado, en un primer intento
en 1850, ao en el que se establece en Ferrol una Escuela de Mquinas; tras
otros intentos fallidos en 1852 y 1855, el 15 de diciembre de 1859 se publica
un reglamento creando el llamado Cuerpo de Maquinistas conductores de m
quinas. Tras el fracaso de este reglamento, el Cuerpo se reorganiza en 1863
siendo Ministro D. Francisco Mata. Es con este Reglamento, con el que ingre
sa gran parte del personal del Cuerpo existente en 1898, a saber, todos los
Maquinistas Jefes, todos los Mayores, los Primeros maquinistas y aproxima
damente la mitad de los Segundos. El resto de los Segundos y todos los
Terceros ingresar en la Armada con el nuevo Reglamento de 27 de noviem
bre de 1890, preparado por el Ministro Bernger. Conozcamos algunos deta
lles de este Reglamento, creo que la lectura de ciertos artculoses deliciosa y...
se puede decir que prcticamente contempornea para algunos de los presen
tes. Dice el
Artculo 1.
El Cuerpo de Maquinistas de la Armada tiene a su inmediato cargo el ma
nejo y entrenamiento de las mquinas propulsoras de los buques y de los auxi
liares de los mismos, as como tambin de los otros aparatos motores a bordo,
ya sean de vapor, hidrulicos o elctricos, con excepcin de aquellos especia
les cuyos servicios se hallen asignados reglamentariamente a las clases de
Condestables, Contramaestres u otros individuos de la Armada.
Si para el manejo o conservacin de dichos aparatos especiales, se recla
ma, en caso de necesidad, o por conveniencia del mejor servicio, la coopera
cin de los maquinistas embarcados, tendrn stos el deber de prestarlos, den
tro de los lmites que por sus Jefes fuese ordenado.
Artculo 2.
Este Cuerpo se dividir en dos partes: En la primera, tendrn sus indivi
duos las mismas consideraciones que los Oficiales de los Cuerpos Poltico-
Militares; y en la segunda, la de Contramaestres, en la siguiente forma:
Maquinista Jefe - Como Jefe de menor antigedad entre los diversos
Cuerpos Auxiliares.
44 Nm. 33
LOS MAQUINISTAS DEL 98
Maquinista Mayor de l - Como el ltimo de los Oficiales Mayores
equiparados a Teniente de Navo.
Maquinistas Mayores de 2a- Como el ltimo de los Oficiales Mayores
equiparados a Alfrez de Navo.
Primer Maquinista - Primer Contramaestre.
Segundo y Tercer Maquinista - Segundos Contramaestres.
Aprendiz Maquinista - Maestranza eventual, sin formar parte del Cuerpo.
Las consideracionesa que se hace referenciaen cuantoa los MaquinistasJefes
y Mayores son, no slo la distincinde tener asiento en la Mesa de Oficialesy al
ternar con ellos, sinoel uso de botes, pasear en el alczar,asistira las invitaciones
que colectivamentereciban aqullos,saludos por las clases subalternasy, en fin, el
pleno goce de todas las distincionesde que disfrutan los Oficiales.
Artculo 37
Ocuparn a bordo el alojamiento especial destinado a los Maquinistas en
el repartimiento del buque, el cual se procurar sea siempre en la inmediacin
de las Mquinas. Arrancharn los Maquinistas Jefes y Mayores de Primera y
Segunda, con los dems Oficiales del buque, ocupando los Mayores en la me
sa el ltimo lugar despus de los Oficiales patentados. Los dems Maquinistas
formarn un rancho presidido por el ms antiguo, a excepcin de los aprendi
ces, que continuarn arranchando con la Maestranza.
Artculo 56
Los Maquinistas de todo buque armado sostendrn en puerto una guardia
constante, que permanecer a bordo, exceptundose de este servicio los
Maquinistas Mayores y el Primero, los que se atendrn a las disposiciones que
para el rgimen interior dictar el Comandante.
Artculo 57
Las guardias de Puerto empezarn de moderno a antiguo...
Artculo 58
El Servicio de mar empezar de antiguo a moderno...
Se ingresaba en el Cuerpo como Aprendiz y por oposicin, de acuerdo con
Ao 1991 45
A. DELA VEGA BLASCO 1
un programa establecido, los ascensos en la Segunda Parte del Cuerpo
(Subalternos) son por oposicin y por antigedad. El pase de la Segunda Parte
a la Primera se hace por oposicin con arreglo tambin a un programa.
En este Reglamento de 1890, se mantiene el mismo fundamental error que
en el de 1863, no se crea una escuela en la que aprender la profesin. Hay en
el prembulo una contradiccin evidente al respecto, el Ministro manifiesta
que el material ha evolucionado mucho desde 1863 y por ello es necesario
modificar los programas que se deben conocer aunque es justo reconocer que
este personal ha respondido siempre a las necesidades del servicio, no se de
be confiar exclusivamente al celo e iniciativa individuales, la adquisicin de
nuevos conocimientos que el progreso de los tiempos y del material exige pa
ra el buen desempeo de sus importantes funciones. Sin embargo... todo esto
exige la creacin de centros de enseanza en que puedan adquirir los
Maquinistas los conocimientos necesarios y como la fundacin de esta
Escuela especial no puede ahora intentarse por razones de orden econmico,
hay precisin de utilizar por va de ensayo, las Escuelas de Maestranza exis
tentes en los Arsenales. Una vez ms, no se crea la Escuela, una vez ms a los
Maquinistas se les exigen conocimientos pero no se les facilitan los medios.
Las Escuelas de Maestranza no podan cumplir su cometido ya que lo maqui
nistas no podan asistir a ellas por ser siempre necesarios en sus destinos em
barcados. Deban asistir obligatoriamente a las Escuelas todos lo maquinistas
subalternos desembarcados en los Departamentos, los cuales eran una nfima
minora del Cuerpo. Por ahorros se cerraron las Escuelas de Maquinistas de
Cartagena y Cdiz de 1894, subsisti solamente la de Ferrol. En 1898 eran
alumnos de esta Escuela los Primeros Maquinistas D. Manuel Snchez, D.
Jos Aragn, D. Antonio Utrilla, D. Jos Figueroa y D. Juan Martn, es decir,
cinco individuos, no es de extraar que no se pudiesen alcanzar la plantilla
prevista de 60 Mayores de Segunda.
El artculo 23 fijaba los sueldos; digamos que los maquinistas jefes cobra
ban 5.100 Ptas., que corresponda en el Cuerpo General a algo ms que un
Teniente de Navo de ia (4.800 Ptas.) y algo menos que un Capitn de Fragata
(5.400 Ptas.). Los Primeros Maquinistas cobraban lo mismo que los Tenientes
de Navo, 3.000 Ptas.
Es interesante la uniformidad, el artculo 34 establece que los Maquinistas
Jefes y Mayores, tendrn marinera para traje de a bordo, levita para diario,
frac para gala, y como prenda de abrigo el capote, permitindoseles el uso de
la capa que llevan los Oficiales. Llevarn los Maquinistas Jefes en las bocas
mangas un galn de oro y otro de plata, iguales a los de los Tenientes de
Navo de la, pero sobre fondo verde. En la gorra llevarn las mismas insignias
que en la bocamanga, usando los Maquinistas Jefes, Mayores... y Primeros
Maquinistas, el escudo con anda orlada y corona... Por distintivo del Cuerpo,
en cada lado del cuello de las prendas de uniforme, llevarn una hlice de tres
alas enlazadas con un anda bordada en oro los Maquinistas Jefes y Mayores y
46 Nm. 33
LOS MAQUINISTAS DEL 98
el mismo distintivo de metal dorado a fuego, las clases inferiores. Los asimila
dos a Jefes y Oficiales usarn el sombrero para gala.
Reza la exposicin del Real Decreto: lo que hace que en los buques del
da todo movimiento, verdadera vida de la nave, as en la paz como en la gue
rra, dependa nicamente de sus aparatos mecnicos. Como debida recompen
sa y estmulo a este sufrido personal, que tan importantes servicios presta en
los modernos buques, se concede la consideracin de Jefes a los Maquinistas
que ocupan los primeros puestos en el escalafn, y la de Oficiales a los de la
Segunda y Tercera categora, equiparaciones justas, en consonancia con lo
establecido en todas las Marinas y compensacin debida a un Cuerpo que,
adems de su idoneidad para el manejo de los complicados mecanismos que
tiene a su cargo, lleva una vida de rudo y constante trabajo, agitada y expues
ta de continuo a los mayores riesgos... Consideraciones, segn el acadmico
Casares, quiere decir cortesa y respeto; pero equiparacin, equiparacin es
comparar una cosa con otra considerndolas iguales, suena muy bien pero...
Una vez ms, y ello se repetir muchas veces, hasta en el siglo actual, se
promete mucho en el Prembulo de las Leyes para desvirtuarlo n la realidad
diaria posterior. Slo quedarn promesas y declaraciones de intenciones que
jams se convertirn en hechos. Por cierto que tambin el Almirante Bernger
solicit la opinin de los maquinistas: llam a la Corte a los entonces
Primeros maquinistas de primera clase D. Nicols Contreras Rivas y D.
Federico Lorenzo Fernndez, como vemos apellidos conocidos por todos, des
tinados ambos en el Arsenal de Ferrol. Con la llegada de la Repblica en 1931
el nuevo gobierno tambin solicita la opinin de los maquinistas sobre las re
formas necesarias en el cuerpo... anteayer volvi a suceder lo mismo. Como
ya dijo Lampedusa: Que todo cambie para que todo siga igual.
Estas eran las normas del Reglamento, pero se puede decir que el ambien
te era malo, los maquinistas no estaban muy de acuerdo con el texto y mucho
menos con la interpretacin restrictiva que se hizo del mismo. Interpretacin
que se hizo gracias a las presiones de todos los interesados en demostrar que
los maquinistas no tenan ni cultura, ni principios militares, para ostentar el
empleo de oficial.
El Maquinista Mayor de 2, en 1898, Celestino Luque Matalobos, escriba,
treinta aos despus, ya retirado... tratando sobre el Reglamento de 1890 y el
General Bernger: Destroz con su Reglamento a los subalternos del Cuerpo
quitndoles su uniforme, rebajndoles de categora, vistindoles de
Sargentos, y aun reducindoles el sueldo; a los Primeros Maquinistas, Jefes
de Mquinas, antes muy bien considerados por Jefes y Oficiales, les seal un
uniforme que lo mismo poda ser de Sargento graduado que de cartero, y en
estas condiciones ridculas, les hizo un hueco en la mesa de Oficiales, dicin
doles que seran los ltimos, bastante menos que los Oficiales y algo ms que
los reposteros.
Estos Maquinistas hubieron de aceptar el martirio por fuerza, pero los
Ao 1991 47
A. DE lA VEGA BLASCO
Oficiales, con sobrada razn, protestaron de aquel atropello a las Cmaras,
en las cuales, slo Oficiales efectivos con estrellas, deberan tener asiento, y
se present el conflicto y el disgusto; en cierto buque en el momento de sen
tarse el Maquinista a la mesa, se levantaron los Oficiales. El Maquinista, ante
el brusco desaire no supo hacer otra cosa que enfermnar
Al igual que la temperatura es sntoma y no enfermedad, conozcamos al
gunas Reales Ordenes aclaratorias sobre la situacin de los Maquinistas...,
vrtices de un iceberg, cual es la convivencia diaria: El 10 de diciembre de
1891 fue necesario resolver un incidente ocurrido entre un Maquinista Jefe y
un Teniente de Infantera de Marina sobre saludo y cesin de acera. En 1893
se legisla sobre un incidente ocurrido entre el Maquinista Mayor de ia clase
D. Jos Navarro y el Teniente de Navo, Jefe de la Cmara de Oficiales, am
bos del Crucero Reina Regente, D. Jos M Ario, con motivo de haber invita
do aqul a la mesa de Oficiales a un individuo particular estando el buque en
Estados Unidos. El Jefe de Cmara del Crucero Reina Mercedes, solicitaba, en
1894, aclaracin sobre si los maquinistas oficiales podan entrar, a todas ho
ras, en la Cmara de Oficiales. Ustedes comprendern el infierno vivido por
los maquinistas: entraban slo a comer en la Cmara es lo que deca el
Reglamento y al terminar se ausentaban... lo que el resto de los Oficiales
llamaban el acto oficial de la comida. Por una vez, la superioridad contest
que los Oficiales maquinistas podan entrar a todas horas en la Cmara.
En 1895, se sigue dando vueltas al saludo militar y hay que legislar que
los Maquinistas Jefes y Mayores slo tienen el deber de saludar a los distintos
Jefes y Oficiales de superior categora a la que estn equiparados..., gracias a
esta orden, iniciativa del CF Villaamil, no fue sumariado en Ferrol siempre
Ferrol un Maquinista Mayor de U, ya que haba negado el saludo a un
Contador de Fragata que se lo haba exigido..., an en mayo de 1898 se plan
tea un problema sobre situacin en la mesa a bordo del crucero acorazado
Carlos V
Y la vida, sigue siendo dura para el Maquinista, recapitulemos las bajas de
1895, ao que se puede considerar por encima de la media. Se inicia con el fa
llecimiento de D. Jos Peragn Molina, Mayor de 2, en Cartagena. El 25 de
enero lo hace el del mismo empleo en Cdiz D. Jacobo Rodrguez Barroso.
El de mayo se pierde, cuerpos y bienes, el Crucero Reina Regente, desapare
cieron en total 27 hombres del Cuerpo: dos mayores, D . Ramn Sauri Riu y
D. Joaqun Agusti Ascuin; tres Primeros: D. Juan Espinosa Moreno, D. Angel
Conesa Pallars y D. Jos Saavedra Labandeira; cinco Segundos: D. Jos
Garca Menndez, D. Manuel Charlo Gatica, D. Sebastin Snchez
Fernndez, D. Eduardo Dalmau Prado y D. Juan Jess Snchez Alcaraz; ocho
Terceros: D. Fulgencio Cabas Aguilar, D. Manuel Barroso Mrquez, D. Juan
Portela de la Hera, D. Eugenio Pantn Alvarez, D. Jos Parada Parada, D.
Agustn del Valle Ferrer, D. Joaqun Jimnez Cuedo y D. Femando Heredia
Corts; y... nueve Aprendices, cuyos nombres merecen tanto respeto como el
48 Nm. 33
LOS MAQUINISTAS DEL 98
de sus superiores: Alejandro Aznar Pieriro, Jos Urubraga Hernndez,
Antonio Fernndez Martnez, Jaime Agullo Gil, Ramn Cerezeda Mena,
Antonio Setja Martnez, Antonio Monlen Lozado, Antonio Todor Rosi y
Antonio Benito Fernndez; mucho Antonio, y ningn Don, pero as era la poca.
Siguiendo con los fallecimientos diremos que el 1 de febrero fallece en
Ferrol el Maquinista Jefe D. Manuel Martnez Mayobre, dos veces
Benemrito de la Plata, combatiente en Callao y en Bilbao. El 22 de febrero
muere en el manicomio de Conjo (Santiago) el Maquinista Jefe D. Pablo
Villaroux Horte, nacido en Francia e ingresado en el Cuerpo en 1870, y el 1 de
mayo le sucede lo mismo, en San Fernando, al Mayor de 2a D. Antonio
Rodrguez Laplaa, y sigue la lista interminable, el 12 de mayo D. Lorenzo
Veiga, el 15 de junio D. Emilio Silva, y el 18 de septiembre, al hundirse, sa
liendo de La Habana, el Crucero Snchez Barcaiztegui, se lleva en su interior
al Primer Maquinista Camilo Vzquez Andrada y al Tercero D. Enrique Oler
Molina. Cierrala lista, el maquinista Jos Bouza, muerto en La Habana, y... he
ledo 36 nombres... 29 en acto de servicio. Honor a los muertos.
En el Cuerpo faltaba personal, fue un mal endmico..., cuando hubo que
preparar dotaciones para el Infanta Mara Teresa, en 1895, hubo que embarcar
urgentemente a los siete Terceros recin aprobados y cuando est prxima la
entrega del Oquendo,... no tena personal alguno de mquinas.., no lo haba en
los tres departamentos...
Voy a leerles unos prrafos publicados en el Boletn del Crculo de
Maquinistas, el 1 de octubre de 1895 en Fenol:
Por falta de personal se ech mano, de parte de los alumnos que hacan
sus estudios en la Escuela para la dotacin del crucero Vizcaya, as como
de los que habindolos terminado, a duras penas, deban examinarse para el
empleo de Maquinistas Mayores en el mes ltimo, negndoles su justsimnape
ticin de pasar a este Departamento (Ferrol) para verificarlo, Por falta de
personal, la misma y ya incompleta dotacin de mquinas que hizo el viaje a
Alemania en el Mara Teresatuvo que asistir a las pruebas, que en Bilbao,
hizo el Oquendo, conducindolo a esta capital para volver luego con el
Teresa al citado puerto y regresar seguidamente saliendo de nuevo en el
Oquendo e incorporndose a la Escuadra. Ypor falta de personal se extre
maron las cosas llevndolas a veces a lmites hasta inhumanos.
Dado que la Escuela no se crea, y los nuevos barcos se estn poniendo en
servicio, y stos, llevan mquinas.., slo resta suplir la falta de previsin, natu
ralmente, con improvisacin.., abriendo la mano lo mximo posible... se llama
a servir en la Armada como Primeros Maquinistas.., a los Segundos de los bu
ques de comercio que renan ciertas condiciones de navegacin. Al amparo de
esta disposicin se cuenta en la Armada, con casi cincuenta Primeros
Maquinistas contratados por un cierto perodo de tiempo, durante el cual, tam
poco se hace lo necesario para poder relevarlos al fin de sus contratos. Por
cierto que entre estos nuevos maquinistas se da el caso, verdaderamente an
Ao 1991 49
A. DE LA VEGA BLASCO
malo, de que alguno de ellos fue contratado para servir cornoPrimero en la
Armada, unos meses despus de haber probado ante un tribunal de exmenes
su inaptitud para desempear el cometido de Aprendiz Maquinista, y que aho
ra ir a servir COiflO tal Primero al lado de sus compaeros de promocin
considerados ms tiles que l y que... todava no han pasado de la clase de
Aprendices.
Dada la categora del personal que viene, se prev que habr que volver a
contratar extranjeros. La falta de Escuela se hace ya, a estas alturas, incom
prensible, hasta la Compaa Transatlntica tiene ya la suya instalada desde
1889.
Como hemos conocido, la formacin de los maquinistas era casi totalmen
te prctica y ello era, evidentemente, un defecto; cuando adems, estaba supe
ditada al libre albedro y a la suerte que se tuviese en el material a manejar.
Por ello influa mucho, y era lo deseable, el tiempo de permanencia en los des
tinos. Su origen social en estos aos es evidentemente humilde, baste recordar
que para ingresar de Aprendiz, era necesario conocer lo suficiente de los ofi
cios de herrero y calderero, algo de ajuste y limpieza de calderas; la
Aritmtica, incluidas las fracciones. Como se ve, poco para empezar.
Un factor importante fue que las mquinas, eran, ao tras ao, ms com
plicadas y difciles, de mantener a punto y de manejar; asimismo, las calderas
exigan cada vez mayor atencin para la conduccin, por sus elevadas presio
nes. Se puede decir que el material avanzaba continuamente, siempre por
delante de los conocimientos de sus usuarios; adems, el material, es intil re
cordarlo, no tena nada de homologado o normalizado, suceda justamente lo
contrario: distintos fabricantes nacionales y tambin extranjeros, coexistan las
calderas de cajn con las cilndricas y con las Niclausse acuotubulares, y las
mquinas monocilndricas y las horizontales, con las verticales de triple ex
pansin. Del medio kilo por cm2, a los doce; de los cien caballos a los trece
mil; desde la electricidad a los torpedos.
De este confuso mundo de equilibrios, nacen las tensiones: importancia
del trabajo, preparacin prctica, origen humilde, trabajo sucio, mecnico, tra
to con otros jefes y oficiales, aristcratas los menos y burgueses los ms, con
un trabajo, digamos, ms en la lnea del pensar y dirigir; quizs pretensiones
poco fundadas, desprecios y poca comprensin.
Y es que, ya est dicho en otras pginas, el maquinista representa la llega
da de la revolucin industrial y vena a trastocar siglos de tradiciones y orde
nanzas.
Y ahora recordemos brevemente el combate de Santiago de Cuba el 3 de
julio de 1898. Los antecedentes son importantes: El Crucero Vizcaya fue sepa
rado de la Escuadra y enviado en visita de buena voluntad a Nueva York;
cuando ya las relaciones eran tirantes. Cuando sali de Cartagena, dada la es
casez de maquinistas, se tuvo que contratar a los que quisieran de los barcos
mercantes surtos en puerto, y aun as, sali sin la dotacin completa. Su Jefe
50 Nm. 33
LOS MAQUINISTAS DEL 98
de Mquinas, deba ser un Maquinista Mayor de la clase, pero por desembar
co, su vacante no haba sido cubierta y ejerca las funciones el de Segunda
Clase Gerardo Fontela, ferrolano cmo no de 44 aos, que ira a morir en
el lugar donde empez su vida marinera: ya que entonces naveg, en vapores
mercantes, en las costas de Cuba. El Vizcaya fue a La Habana, donde se reu
ni con el Oquendo, para salir juntos el 1 de abril hacia Cabo Verde, a incor
porarse a la Insignia. El Oquendo haba salido de Cartagena el 12 de febrero,
donde, al carbonear, se enter de la noticia de la voladura del Maine, lleg a
La Habana el 5 de marzo. El viaje de ambos buques hacia Cabo Verde fue pe
nossimo, el calor en las cmaras rara vez bajaba de los 52 C, el personal, es
caso, navegaba a dos guardias de seis horas, no tengo que significarles a uste
des el esfuerzo que esto supone. El 5 de abril llegaron a Puerto Rico donde
carbonearon corno hacen siempre los buques espaoles, es decir, empleando
marinera para embarcarlo y los fogoneros para estibarlo, operacin dura y pe
nosa que se alarg durante cuatro das. El 19 llegaron a Cabo Vejde.
Conozcamos los maquinistas del resto de buques de la Escuadra. El Jefe
de Mquinas del Coln el Mayor de 2 D. Emilio Bonet y Chapela, haba em
barcado en dicho buque el 14 de abril de 1897. A bordo del Infanta Mara
Teresa vena como Jefe de Mquinas el Mayor de l D. Juan Montero Vidal,
con casi cuatro aos de experiencia a bordo y treinta y uno en el cuerpo. Y
completan la lista de Jefes de Mquinas, aquellos de los contratorpedos: Lo
era en el Furor el Mayor de P D. Juan Cuenca y Romero y el del Terroi;el
Mayor de ia D. Jos Navarro Castelis.
El Jefe de Mquinas del Oquendo se llamaba Romn Rey Doce, haba in
gresado en el servicio el 27 de octubre de 1869.
Volvamos a la Escuadra. En Cabo Verde, nuevo carboneo y los maquinis
tas se pusieron a trabajar para poner los buques listos para el combate: esta es
otra, de las que podemos llamar, lacras de la profesin: en la mar trabajo por
que todo est en funcin; en puerto trabajo para mantener, reparar y tener el
servicio listo. En todos los cruceros del Nervin se efectuaron autnticas mo
dificaciones en circuitos, por ejemplo, en el de circulacin de agua en compre
sores de torpedos proa o poner bridas ciegas en aqiiellas partes del circuito de
vapor auxiliar que quedaban fuera de cubierta protectora, que eran varias, con
sideren ustedes que en caso de rotura de esta tubera y a falta de vlvulas para
seccionar el circuito se poda quedar sin vapor, el servo del gobierno del ti
mn, las dinamos, lo comprensores para las torres principales de artillera y
los ascensores de municiones. Tambin se afirmaron piezas de respeto de gran
tamao, como mbolo y la tapa de cilindro de baja presin. La travesa, hasta
Martinica, despus a Santiago, donde llegaron el 19 de mayo, volvi a ser du
ra; en Santiago nuevo carboneo, con un Cumberland de mala calidad, trado
de depsito general, del ferrocarril, e incluso de algunas minas de hierro de
Daiquiri. Este carbn se fue quemando en puerto, intentando guardar el mejor
para l combate o la salida.
Ao 1991 51
A. DELA VEGA BLASCO
No voy a relatarles el combate, no voy a utilizar la retrica decimonnica,
no hablar de cuerpos destrozados, explosiones, sangre, ardor, amor a la
Patria, gritos desgarradores..., slo voy a hablarles, primero del nmero de los
maquinistas del Cuerpo que fueron al combate y despus, de los que murieron
en l. Si las plantillas de los cuatro cruceros sumaban 90 profesionales, estu
vieron presentes segn el Estado General de la Armada unos 50 profesionales
del Cuerpo y algunos pocos maquinistas mercantes contratados, de aqu
viene el navegar a dos guardias con sus grandes inconvenientes.
Pues bien, de estos 50 maquinistas, fallecieron o desaparecieron en el
combate 12 y adems perecieron seis aprendices y un contratado, y an tengo
que comprobar la posible muerte de otros dos contratados, dados por desapa
recidos por Real Orden de 17 de diciembre de 1898. Como ustedes habrn
pensado, la contribucin a la Parca, es alta, casi la cuarta parte de los presentes.
En el Infanta Mara Teresa, insignia, muri su Jefe de Mquinas, el
Mayor de l.a clase D. Juan Montero Vidal; segn testimonio del Comandante
del barco, muri en su puesto en la mquina, posiblemente al reventar un tubo
de vapor principal. El Mara Teresa, recibi los dos nicos proyectiles de 12
pulgadas que hicieron blanco en los buques espaoles, de los 39 disparados
por el enemigo, o sea el 5,1% de los impactos: 3 de 8 pulgadas, 3 de 5 pulga
das y 1 de 4 pulgadas amn de 19 de menores calibres. Al final del combate,
los caones principales de 11 pulgadas y los de la batera auxiliar de 5,5 pul
gadas estaban prcticamente intactos, y no hubo explosiones de paoles. D.
Juan Montero dej viuda y cinco hurfanos de corta edad. Cuando se constru
yeron en la Escuela Naval Militar de Marn las recientes aulas de mquinas,
escrib una carta abierta al Director de la Revista General de Marina propo
nindole que, al igual que otros edificios recibiese el nombre de este maqui
nista muerto en combate, en su puesto de zafarrancho, frente al enemigo. Juan
Montero tena 49 aos y 33 de servicios, haba sido jefe de mquinas de los
cruceros D. Juan de Austria y Castilla. Le acompaaron a la tumba el Mayor
de 2 D. Jos Melgares Fernndez, ahogado al intentar salvarse tras las vara
das, y el Primer Maquinista D. Braulio Amaro Garca.
Por cierto, la prensa del momento en un alarde de buena informacin igual
que nos tiene acostumbrados hoy, sensacionalismo y vender, inform, fue un
diario sevillano que Melgares era hijo del famoso bandido andaluz del mis
mo apellido, lo cual era y es a todas luces falso; el peridico rectific inmedia
tamente la noticia pero los maquinistas pensaron calumnia que algo queda y es
que el Cuerpo tena, ya no puede tener porque no existe, muchos enemigos.
El Jefe de Mquinas del Vizcaya el Mayor de 2 D. Gerardo Fontela Daz
tambin muri en el combate, haba embarcado durante la construccin del
crucero y lo acompa en su final, dos vidas y un destino comn. En este bu
que tambin dieron su vida el Tercer Maquinista D. Manuel Figueroa Lpez y
el Aprendiz D. Jos Fernndez Escaja. Por qu la Armada no recuerda a es
tos dos Jefes de Mquinas muertos en combate frente al enemigo?
52 Nm. 33
LOS MAQUINISTAS DEL 98
El Oquendo registra el mayor nmero de muertos: seis, siendo el ms anti
guo el Primer Maquinista D. Justo Olivera Larandon y la cierra el Aprendiz D.
Jos Saavedra Pita. En el Oquendo explotaron el paol de municiones de proa
y tambin probablemente los torpedos de popa, asimismo, fue el buque que re
cibi mayor nmero de impactos: 57, siendo los mayores, tres de 8 pulgadas.
Adems de los citados, no volvieron a la Patria, tambin de este buque, el
Segundo D. Miguel Guerrero Morales; los terceros D. Baldomero Gonzlez
Iglesias y D. Juan Fernndez Rizo; y el Aprendiz D. Antonio Vera Moreno.
Slo nos resta relacionar los fallecidos de los contratorpederos Plutn y
Furor En el Furor fallecieron cuatro hombres: el Primer Maquinista contrata
do D. Francisco Guerrero Matos, el Tercer Maquinista D. Jos Cervera Macas
y los Aprendices D. Juan Arteaga Garca y D. Juan Ortiz Romero. De este bu
que tambin muri al llegar a Espaa, el 3 de septiembre, en el lazareto de
Vigo, el Primer Maquinista D. Ricardo Gmez Rego, su nombre no apareci
en la lista de los salvados, su familia lo llor por muerto; ms tarde apareci
en la lista de los que regresaban, la familia revivi de alegra... pero lleg en
fermo y no volvieron a verlo vivo.
El Jefe de Mquinas de este barco se salv milagrosamente, el Mayor de
1a D. Juan Cuenca Romero, de 47 aos de edad, segn su propio testimonio,
una granada de 150 mm. del Indiana hizo explosin en mquinas matando a
todos excepto a l... Debemos recordar que el Furor fue el nico de los barcos
de la escuadra que se hundi frente al enemigo en aguas profundas, los dems
embarrancaron.
Finaliza la lista de Maquinistas que murieron, en cumplimiento de su de
ber, con los tres del Plutn, los Terceros Maquinistas D. Miguel Hidalgo
Marabotto y D. Jos Maca Estan, y el Aprendiz D. Eugenio Muoz Marn.
El cuerpo de Maquinistas tendr tiempos mejores, quizs debido a que la
sangre vertida fructificara en terrenos estriles hasta entonces. Tendr ms ca
tegora, Escuela y consideraciones... se le reconocer su carcter militar en
1929 siendo Ministro D. Mateo Garca de los Reyes porque, asmbrense uste
des, hasta esta fecha no eran militares.
Entre los Maquinistas en activo del 98 se encontraban los que, con el tiem
po, seran los tres primeros Generales del cuerpo. El primer General del
Cuerpo (19 de agosto de 1931) D. Gerardo Rego Blanco, ferrolano, era en
1898 Segundo Maquinista, embarcado en el caonero Sandoval en
Guantnamo. En su Hoja de Servicios se lee: En 25 de julio hallndose el bu
que en Guantnamo, sufri un bombardeo de los americanos que con fuerzas
considerables se situaron en la Playa del Este. En el mismo da hubo necesi
dad de echar el barco a pique... El segundo General del cuerpo, D. Abraham
Alonso Mndez, estaba embarcado a principios de 1898 en el vapor de la co
misin hidrogrgica de Filipinas Argos y el 14 de mayo pas al caonero
Laguna de Lanao de 45 toneladas. Este barco, tras salvar los pertrechos de
guerra, fue hundido por la propia dotacin de la laguna de su nombre el 2 de
Ao 1991 53
A. DE LA VEGA BLASCO
diciembre de 1898. Aunque natural de Redes no muy lejos de Ferrol ha
ba ingresado en el Cuerpo, en Filipinas, como Aprendiz en 1894, sus abuelos
paternos eran de Coreses (Zamora) y sus maternos, de Mugardos, en este lugar
falleci en 1976 con 98 aos y 47 aos de servicio; tuve el honor de conocerlo
en 1973.
Como curiosidad, diremos que entre Rego y Alonso, en 1898, haba 126
compaeros, distancia notable, borrada por los aos.
El tercer General del Cuerpo, lo fue, y lleg incluso a Divisionario en
1941, D. Jos Manso Daz, natural de Ferrol, hijo de Manuel, labrador, natural
de la parroquia de Sta. Eugenia en Serantes, y de Andrea, natural de Meiras.
Haba ingresado como Aprendiz el 27 de noviembre de 1897.
Estos dos ltimos Generales vivieron en activo, con distintos avatares, la
Guerra Civil de 1936-39.
Estos fueron los maquinistas del 98, de origen humilde, autoformados,
luchadores y abnegados, con gran fe en s mismos, fe en la dignidad e impor
tancia del trabajo que desarrollaban, y que tambin supieron dar ejemplo de
bienhacer a las promociones que les siguieron.
54 Nam. 33
EL SOMORMUJADORY SU
LEGISLACION EN EL CONTEXTO
DE LA CARRERADE LAS INDIAS (*)
Javier DE CASTRO
(Estudi General de Lleida)
Introduccin
La creacin de un aparato legislativo acorde a las necesidades que desde
su inicio experiment la Carrera de las Indias, plante a las autoridads de la
poca un problema difcil de solucionar (1). Al margen del funcionamiento del
sistema de flotas, eje principal del entramado comercial, preocup de forma
especial el disponer de una serie de normas jurdicas que preservasen la segu
ridad de buques y tripulantes en los siempre peligrosos derroteros de ida y
vuelta a Indias (2). Con anterioridad a la conquista de Amrica, los textos le
gales vigentes en la pennsula apenas si hacan referencia expresa a estos te
mas. A medida que el sistema de la navegacin ocenica se fue complicando
gracias a las expediciones de descubrimiento y al ulterior desarrollo del co
mercio colonial, todas aquellas cuestiones tocantes a la prdida y rescate de
pecios se furon haciendo ms precisas, necesitando, de manera urgente, de un
resguardo legal y jurdico que las regulase. Fue la propia exigencia de actuali
zacin de aquel cuerpo legislativo la que permiti, a partir de la jurisprudencia
acumulada durante aos, la creacin de un aparato legal que contemplase to
dos y cada uno de los factores que incidan en un hecho insistentemente repe
tido y que revesta considerabk magnitud. La importancia que adquirieron du
rante los tiempos modernos la prctica del buceo y los nuevos mtodos tcni
cos de inmersin y rescate fue fiel reflejo de esa situacin de evolucin
constante. Es necesario sealar, sin embargo, que las disposiciones de ley so
bre esta cuestin, tanto a nivel civil como militar, se fueron solapando unas
con otras y es difcil determinar silos mbitos de aplicacin y vigencia de to
das ellas no se mezclaron, causando problemas de competencias y jurisdic
(*) Las imgenes utilizadas para ilustrar este artculo han sido tomadas del manuscrit de
Pedro de Ledesma, titulado Pesca de Perlas y Busca de Galenes de 1623. Museo Naval
de Madrid.
(1) Remitimos para una profundizacin al respecto a los especialistas en el tema: Haring,
Chaunu, Vilar, Garca-Baquero, Garca Fuentes, Martnez Shaw, Lorenzo Sanz, Waiker. etc.
(2) Eduardo Trueba: Normativa sobre seguridad nutica y su grado de cumplimiento en
las naves de la Carrera de Indias durante el Siglo XVI en Revista de Historia Naval, 3, (1983),
pp. 84-131.
Ao 1991 55
J. DE CASTRO
cin. Las normativas, pese a todo, fueron dictadas enfocando el problema de
la prdida martima desde una perspectiva de globalidad y tratando de medir
con idntico rasero dos aspectos primordiales del tema. Me refiero, por un la
do, a las medidas destinadas a garantizar la seguridad del buque antes del
inicio de la singladura o durante la misma y, por otro lado, a los mecanis
mos a poner en prctica cuando por diferentes razones sobrevena irremedia
blemente la prdida de aqul (3).
Voy a presentar en este estudio un anlisis de las disposiciones legales
concretas que estuvieron relacionadas con la figura del somormujador y con
sus actividades habituales, tanto a bordo de las embarcaciones como en zona
portuaria; unas disposiciones que, como veremos ms adelante, entroncan de
manera diferente con los dos aspectos antes referidos. La aplicacin prctica
de estas medidas tropez con una serie de dificultades que se recogen en la re
daccin de las propias disposiciones y que fueron producto de la disparidad de
los contextos en que aparecieron. Formalmente, pueden dividirse en tres
apartados diferentes: 1) legislacin comercial; 2) legislacin de la Armada;
3) Otras disposiciones aisladas.
El primero lo he compuesto a base de aquellas ordenanzas que fueron pro
mulgadas para orquestar las actividades mercantiles de diferentes instituciones
pblicas y privadas relacionadas con el comercio ultramarino y de un tipo de
obras impresas que pese a no ser textos legislativos en sentido estricto pueden,
gracias a su contenido, arrojar luz sobre algunos aspectos concretos del men
cionado comercio.
El apartado siguiente guardara estrecha correspondencia con la evolucin
de la Armada de Guerra hispana y con la actividad llevada a cabo por sta.
Actividad ntimamente unida desde el principio al comercio ultramarino en la
tarea de preservar al rgimen de flotas que se vea acuciado por el acoso
constante que ejercan otras potencias europeas deseosas de perturbar la hege
mona que la Monarqua Catlica ostent a lo largo de tantos aos y en lti
mo trmino ilustrando, desde las instituciones del reino, el fomento de la acti
vidad del buceo que hasta ese momento apenas si se haba hecho merecedora
de atencin y que se vena practicando entre la poblacin por necesidad y de
una forma puramente emprica.
La ltima parte incluir bsicamente otras rdenes y cdulas que, dictadas
(3) Este ltimo extremo va referido a las medidas que las autoridades solan poner en prc
tica inmediatamente despus de conocerse la noticia de una prdida. El proceso completo se
puede desglosar de manera resumida en los siguientes puntos: 1) rescate fiscalizado del pecio;
2) apertura, por parte del Tribunal del Consulado o de las Audiencias que tuviesen jurisdiccin
en cada caso concreto, de un expediente y de un proceso judicial para poder determinar posibles
responsabilidades; 3) cmputo y prorrateo del producto del rescate; y 4) reparto proporcional
entre los diferentes interesados.
56 Nm. 33
EL SOMORMUJADOR Y SU LEGISLA ClON
de manera puntual, pretendan cubrir algunos de los espacios que los grandes
cuerpos legislativos, por error u omisin, haban dejado vacos (4).
Legislacin de comercio
El establecimiento del Consulado de Cargadores en Sevilla no pretendi
en un principio otra cosa que agrupar a los comerciantes que trataban con
Indias para defender sus derechos, y su tribunal no tuvo otra finalidad que re
solver las causas derivadas de los tratos sin dilaciones legales (5). Las
Ordenanzas promulgadas en 1556 (6) contaban con un desarrollo en el que 26
de sus artculos estaban dedicados bsicamente a su constitucin, rgimen in
terno y elecciones, mientras los restantes, hasta un total de 60, se ocupaban de
la delimitacin de su jurisdiccin (7). Al adentramos en su contenido podemos
comprobar, cmo ya en este tiempo es objeto de preocupacin la cuestin re
lacionada con la prdida de naos en los viajes comerciales a Amrica (8), aun
que los artculos no contengan ninguna referencia a la regulacin de un even
tual rescate y sobre a quin competa la potestad para realizarlo mediante las
pertinentes tareas de buceo:
(...) Ordenamos, que porque haya mejor recaudo en lo que se
salvare de los navos, que se perdieren, que los dichos Prio,; y
Cnsules hayan de tener un libro en que pongan por memoria to
das las naos, que se perdieren en el camino de Indias, as de ida,
como de venida; y en qu lugares se perdieron; y si hay nueva que
escap alguna mercadera, oro o plata (...) (9).
(4) No es mi intencin adentrarme, por el momento, en el numeroso papel legislativo con
servado sobre prevencin, riesgo, control de mercancas, vigilancia en el cumplimiento de las
disposiciones, etc..., ya que aparte de haber merecido en alguna ocasin anterior un tratamiento
por parte de otros especialistas, rebasara en este caso concreto el objetivo propio del estudio
que me he planteado.
(5) A. Heredia Herrera: Reglamentos y Ordenanzas del Consulado de Cdiz en el siglo
XVIII,, en Andaluca y Amrica en el siglo XVIII, Sevilla, 1985, vol. 1,pp. 59-77.
(6) A.G.I., Consulado, leg. 52 A. Ordenanzas para el Prior y Cnsules de la Universidad
de los Mercaderes de la ciudad de Sevilla. (Reimpresin del original sevillano de 1556 efectua
da en Cdiz el ao 1759).
(7) A Heredia Herrera: Las Ordenanzas del Consulado de Sevilla en Archivo Hispalense,
171-173, Sevilla, 1973, pp. 149-183, presenta un anlisis de contenido de estas ordenanzas ha
ciendo especial hincapi en el proceso de fundacin y funcionamiento del Consulado.
(8) No son sin embargo, estas ordenanzas las primeras normas legales que se ocupan de
cuestiones relativas a naufragios en la Carrera de Indias. La primera noticia relacionada con este
tema la hallamos en una disposicin fechada en Burgos el 26 de septiembre de 1511, en la que
se someten a la jurisdiccin de la Casa de Contratacin ...los que fueren causa de que se pier
dan los navos... (A.G.I., Indiferente General, 3, fol. 165, reverso).
(9) A.G.I., Consulado, leg. 52 A. De lo que se perdiere y salvare en el viaje de Indias
(Captulo 22 de las Ordenanzas citadas en nota 1).
Ao 1991 57
J. DE CASTRO
Nm. 33
t.
4
0/:
44
58
EL SOMORMUJADOR Y SU LEGISLACION
A pesar de que numerosas disposiciones dictadas a lo largo del siglo XVII,
al hilo de los problemas que fueron plantendose alrededor del comercio cau
saron jurisprudencia, no llegaron a incorporarse en su totalidad a aquella re
glamentacin primera para formar un nico cuerpo legal (10). La dispersin y
el desconocimiento de estas disposiciones dadas a lo lrgo de tantos aos las
hicieron ineficaces en ocasiones, y obligaron a los agenies del comercio a mo-
verse muchas veces al amparo de la costumbre. Ante esta falta de unidad sur
gieron algunas normas singulares que intentaron llenar el vaco que las prag
mticas reales acusaban. As encontramos una escueta disposicin de Felipe
III dictada en Valladolid el 14 de noviembre de 1605, en la que por vez prime
ra se hace mencin expresa a la utilidad de la labor del somormujador:
(...) Mandarnos que en la Capitana de cada Flota vaya un bu
zo, y otro en la Almiranta, porque son muy necesarios en la nave
gacin para los casos fortuitos y accidentes del mar (...) (11).
Al margen de este texto legal aparecen varios trabajos redactados por par
ticulares con el objetivo de poner al da aquellas cuestiones que, sobre todo,
en el mbito comercial ultramarino haban quedado obsoletas. En este sentido,
destacan el Arte para fabricar; fortificar y aparejar naos de guerra ymercan
tes publicado por Thom Cano en 1611 y, sobre todo, el Norte de la
Contratacin de las Indias Occidentales de 1671 original de Jos Veitia y
Linaje y de capital importancia por muchas razones.
En la primera de estas obras se pasa cumplida revista, a lo largo de varios
de sus captulos, al correcto apresto que deben observar las naos, y se diserta
con profusin sobre las dotaciones y su configuracin ideal para los viajes a
Indias. Al refererirse concretamente a la figura del buzo, sita este empleo, a
pesar de su baja remuneracin 8 escudos de sueldo, entre los ms impor
tantes de a bordo:
(...) el buzo es de mucha importancia en una nao, pues mediante
su resuello va abajo y recorre por debajo del agua todo el galen
y busca por donde la hace (el agua) y con qu repararla; lo que
suele hacer; y muchos navos se salvan (...),
y resalta que si la actividad se realiza no en un bajel de la Armada sino en uno
particular, su consideracin y emolumentos pueden aumentar considerable
mente:
(10) A.G.I., Consulado, legs. 12 a 60 y libs. 29 a 38. Otras disposiciones emanadas de la
Corona y dirigidas al Consulado pueden encontrarse en los Registros Cedularios de la Casa de
Contratacin.
(Ii) Recopilacin de las Leyes de los Reinos de las Indias. Madrid, 1681,tomo IV, folio 48.
Ao 1991 . 59
J. DE CASTRO
su obligacin es tornar por defuera alguna agua grande que
se descaiza a su galen u otro de la Arrnada, y aunque su trabajo
nunca se le paga entero, siempre se le da un pedazo: pero si es de
mercader le pagan muy bien (...).
Tras caracterizar la labor del somormujador propiamente dicha y definir
con detalle la pesadez y sacrificio que sta acarreaba tanto en tiempos de paz
como de conflagracin, Cano llega a la conclusin de que, al margen de su
imprescindible capacidad marinera, el buzano puede considerarse, infinita
mente ms til despus de algn combate:
(...) es forzoso que sea marinero y que sepa nadar Sus herramien
tas son un cuchillo jifero, una macetilla pequea de madera de pi
no de cinco libras, poco ms o menos, con un cabo corto, con que
calafatea las costuras y clava estope roles en las planchas de pio
mo (...) en las ocasiones de pelea, ha de estar debajo de cubierta
ayudando a tapar balazos que diere el enemigo; per en apartn
dose de l, ha de ir por fuera a taparlos todos, calafatendolosy
echando planchas de plomo con sus estoperoles (...) (12).
La obra de Veitia y Linaje, dist mucho, por su parte, de ser nicamente
un compendio que recogiese, puestas al da, algunas de las orientaciones ms
o menos novedosas hacia las que la poltica comercial indiana se iba inclinan
do. Al margen de que tal discurso tuviese lo anterior como uno de sus objeti
vos, cabe destacar que se lleg a convertir en una magna recopilacin de mu
chos de los decretos, por no decir de casi todos, que sobre comercio colonial
se haban dictado hasta la fecha de su publicacin. Sus pginas, y limitndo
nos por supuesto a la importancia del somormujo en el contexto de los viajes
comerciales ultramarinos, vuelven a recalcar nuevamente la necesidad insosla
yable de contar entre la tripulacin de cada flota o convoy al menos en lo
que se refiere a sus naves principales de un buzo experto que pueda entrar
en accin en caso de necesidad.
La creciente atencin que parece concederse a este tema en la poca, pone
de manifiesto tanto al revisar la normativa civil como la militar que la
utilidad de aquel oficio no se reafirma tan slo como algo ocasional, sino co
mo una necesidad impuesta por los avatares de los siempre peligrosos viajes a
Amrica:
(...) y en todas las Capitanas y Almirantas se debe llevar un buzo,
por si hace alguno de los galeones alguna agua, que no puedan
(12) Thom Cano: Arre para fabricar, fortificar y aparejar naos de guerra y mercantes.
Las Palmas, 1956.
60 Nm. 33
EL SOMORMUJADORYSU LEGISL4ClON
tornar por la parte de adentro, que procure por la de afuera reco
nocer en qu parte est (la va de agua) (...) (13).
Al margen de estos intentos aislados por remediar la dispersin de las dife
rentes disposiciones y reglamentos relacionados con el buen funcionamiento
del trfico naval y del comercio colonial ultramarino, el conjunto legislativo
se completara, no slo con los decretos dictados para regular la actividad de
la marina real, de la que enseguida nos ocuparemos, sino tambin con las su
cesivas Recopilaciones de Indias publicadas o proyectadas (14) y con la pues
ta al da de las viejas ordenanzas consulares hispalenses realizada con ocasin
del traslado de Sevilla a Cdiz de la Casa de Contratacin (15). Los trabajos
efectuados por encargo del Consulado gaditano a todo lo largo del setecientos
fueron preludio de la publicacin, ya entrado el siglo XIX, de un gran regla
mento de comercio que estudiaba con toda atencin los mltiples supuestos
implicados en la navegacin ultramarina (16). Este Cdigo pese a superar con
creces, en cuanto a concepcin general, nmero de materias tratadas y juns
diccin, el objetivo inicial de los textos legislativos citados anteriormente, per
di, sin embargo, precisin en algunos aspectos muy concretos, como por
ejemplo, el tratado en este estudio. Cierto es que algunos de sus artculos con
templaron el problema de la prdida de embarcaciones y sus implicaciones en
el comercio mercantil (17), pero obviaron, quizs por su excesiva especializa
cin y a diferencia de las ordenanzas consulares publicadas y de los diferen
tes proyectos realizados para su puesta al da, que s lo recogan extensamente
(18), cualquier referencia al acto fsico del rescate de pecios y de a quin y
de qu manera competa realizarlo.
(13) Jos Veitia y Linaje: Norte de la Contratacin de las Indias Occidentales. Sevilla,
1672. (Reedicin facsmil del Ministerio de Hacienda. Madrid, 1981).
(14) Que quedan resumidas en la edicin mandada realizar y publicar por Carlos II en
1681.
(15) A todo lo largo del siglo XVIII se efectuaron continuos trabajos por ampliar las viejas
ordenanzas del Consulado de Sevilla de 1566 y adaptarlas a la nueva situacin. A pesar de que
durante esta centuria, a falta de nada mejor, se vuelven a reimprimir varias veces aquellas viejas
disposiciones (1681, 1739. 1759 y 1787), no se ceja en el empeo de elaborar y publicar un re
glamento ms completo que abarque en su contenido todas aquellas circunstancias que la nave
gacin comercial a Indias presentaba. As destaca el ingente trabajo de redaccin jams pu
blicado llevado a cabo por Pedro Muios (1769) A.G.I, Consulado, 57 y el llamado
Cdigo Legal Mercantil realizado por Jernimo Quintanilla, en las postrimeras del siglo, a
partir de los borradores de su predecesor A.G.I., Consulado, 59 y 60.
(16) Cdigo Mercantil. Madrid, 1830.
(17) Ibdem. Arts. 982 a 991.
(18) A.G.I., Consulado, 57, 59 y 60. Destacan en el denso contenido de los trabajos realiza
dos por Pedro Muios y Jernimo Quintanilla, citados con anterioridad sendos apartados
titulados muy a propsito De los naufragios y De los naufragios y arribadas, respectivamente,
que se referan con gran profusin de detalles a toda la cuestin de la prdida de barcos y al me
canismo legal que se pona en marcha a partir del hecho en s.
Ao 1991 61
J. DE CASTRO
Nm. 33
4
8
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62
EL SOMORMUJADORY SU LEGISL4ClON
Ordenanzas de la Armada
Al tiempo que las autoridades civiles se preocupaban por mantener el con
trol del comercio colonial mediante la promulgacin de distintos reglamentos
que regulasen su funcionamiento, se fueron gestando otros textos que nacieron
para cumplir objetivos inicialmente diferentes y quizs menos ambiciosos.
Durante los siglos XVI y XVII corsarios, piratas y dems enemigos de la
Corona constituyeron un peligro constante para la navegacin indiana, por lo
que el temor continuo de los comerciantes y las propias autoridades hispanas
oblig a dotar a las flotas coloniales de la necesaria cobertura defensiva. No
me atrevo a afirmar que antes del siglo XVI pueda hablarse con toda propie
dad de una Armada de guerra hispana. En todo caso y a partir del inicio de la
Carrera de Indias s que se hizo necesaria y sus efectivos tanto humanos como
materiales tuvieron que aumentar de manera progresiva, acuciados por las ne
cesidades que fueron naciendo a partir de ese momento (19). Este crecimiento
considerable conilev una obligatoria puesta al da de las ordenanzas que regan
las actividades militares en el mar y su adaptacin a las especiales condiciones
de navegacin que se daban en las aguas de Amrica (20).
As nacieron, junto con otras de menor importancia, las Ordenanzas del
Buen Gobierno de la Armada del mar Ocano. Este reglamento fue fruto, co
mo ya hemos apuntado, de la inquietud existente en la poca por los temas na
vales y recopila todas aquellas instrucciones y cdulas dictadas individual
mente desde mediados del siglo XVI hasta la fecha de su publicacin conjun
ta, el ao 1633 (21). Entre sus ms de 400 artculos hallamos toda suerte de
disposiciones sobre funcionamiento, orden interno y personal que regularon
toda la actividad a desarrollar por la milicia del mar. As, destacan algunos pa
sajes que arrojan luz sobre la composicin de las dotaciones marineras y la
oficialidad, haciendo mencin especial a los emolumentos a percibir. por cada
(19) A.G.I ., Contratacin, 139, lib. 1. Existen indicios documentales de que la Armada de
la Carrera de Indias se disolvi tres aos despus de su creacin en 1522. En 1528 se reestable
ci nuevamente debido a la aparicin de numerosos corsarios y tras la decisin por parte de los
mercaderes afectados de negociar un contrato para el sostenimiento de una flota ms o menos
estable destinada a preservar la navegacin indiana y a proteger, de paso, las costas de
Andaluca contra el ataque de enemigos. C.H. Haring: Comercio y navegacin entre Espaa y
las Indias. Mjico, 1939, pp. 88 y SS.
(20) Para un estudio ms profundo de los procesos de fonnacin, consolidacin y crisis de
las diferentes escuadras de la Carrera de Indias nos remitimos a los trabajos de Bibiano Torres
Ramrez: La Armada de Barlovento. Sevilla, 1981 y Pablo Emilio Prez-Mallana y Bibiano
Torres Ramrez: La Armada del Mar del Sur. Sevilla, 1987. Sobre otras actividades de defensa
ejercidas desde el mbito de actuacin de la marina real, cf. los de Enrique Otero Lana: El cor
so en la poltica naval de la Corona espaola (la Escuadra del Norte) y como actividad capitalis
ta y Marina Alfonso Mola: La procedencia de los Barcos en la Carrera de Indias. El Corso de
la Armada (1778-1802) ambos en VllI Jornades dEstudis Historics Locais. El Comer
Alternatiu: Corsarisme i Contraban (SS. XV-XVIII), Palma de Mallorca, 1989 (en prensa).
(21) Ordenanzas del Buen Gobierno de la Armada del Mar Ocano. Barcelona, 1678.
Ao 1991 63
J. DE CASTRO
individuo (22). Debe tenerse en cuenta sin embargo, como lo seala Bibiano
Torres, que aunque las autoridades se plantearon, desde la formacin de las di
ferentes armadas, el equiparar los sueldos a cobrar por sus tripulaciones a los
que gozaban las tripulaciones de los galeones de la Carrera Indias, esto no
ocurri hasta las postrimeras del siglo XVII pese a algunos tmidos intentos
de alcanzar tal objetivo (23). En lo que se refiere al tema aqu tratado, las
Ordenanzas declaraban la obligatoriedad de llevar en cada Almiranta un buzo,
como mnimo, que puediese encargarse de solucionar todo contratiempo sur
gido durante una singladura en cualquiera de las unidades de la flota o escua
dra. Su sueldo estaba fijado en 6 escudos y 6 reales, y era el ms bajo de todos
los contemplados en ese texto legal para la oficialidad (24).
La constante evolucin que acusan la tcnica de construccin y la estrat
gia navales, que naturalmente se refleja en la Armada, llev consigo una pues
ta al da de la organizacin de la misma. Por ello, se promulgan, justo a me
diados del siglo XVIII, unas nuevas ordenanzas para el gobierno de la marina
de S.M. (25). De esta legislacin nicamente destacar la precisin con que se
subrayan las diferentes funciones a desarrollar por la dotacin a bordo. En el
caso del somormujador, llama poderosamente la atencin que por primera vez
se contemple si se me permite la expresin su multifuncionalidad, aun
que no se omite, sin embargo, que su preparacin marinera ha de permitirle
desarrollar cualquier otra faena para la que sea requerido a bordo:
(...) el buzo tendr la obligacion de hacer todos los reconocimien
tos que se necesitaren debajo del agua, de pasar orinques a las
anclas que los hubieren perdido, y generalmente de practicar
cuanto se ofreciera en el agua para el servicio del navo (...) y
cuando no tuviere que atender a su trabajo de esta naturaleza,
asistir a los del navo, a cuyo fin se le destinar en una de sus
guardias; y en ocasin de combate, ser su puesto sobre el
Alcza,; Castillo o paraje que el capitn tuviere por ms con ve
niente (...) (26).
El primer gran cuerpo legislativo de la Armada que pueda calificarse co
mo tal fue redactado por el teniente general Jos de Mazarredo y promulgado
por el rey durante el ao 1793. Estas Ordenanzas Generales de la Armada
(22) Ordenanzas del Buen Gobiernoarts. 233 y ss. Se describe la composicin que debe
ra tener habitualmente una tripulacin y se apunta el sueldo de cada uno de sus miembros.
(23) Bibiano Torres Ramrez: La Armada.., pp. 307 y Ss.
(24) Ordenanzas del Buen Gobierno..., art. 237.
(25) Ordenanzas de S.M. para el Gobierno Militar, Poltico, y Econmico de su Armada
Naval. Madrid, 1748, 2 vols.
(26) Ordenanzas de S.Mart. XV.
64 Nm. 33
EL SOMORMUJADOR YSU LEGISLA ClON
Naval (27) nacieron, a partir de una cierta perspectiva ilustrada, de la inquie
tud expresada por aquel militar y marino de dotar a la Armada de un aparato
legislativo que le confiriese toda la eficacia exigida por los tiempos modernos.
Adems de pasar puntual revista y reglamentar muchos aspectos relacionados
con el rgimen militar de la Armada, tanto en tierra como en alta mar, las
Ordenanzas ilustraban, en ocasiones con primoroso cuidado y toda suerte de
detalles, lo relativo a la profesin de marino. Las premisas de rigor y previsin
parecan presidir en todo momento el contenido de estos reglamentos. Se ob
servaba tanto el perfecto funcionamiento y el rendimiento diario como la
puesta a punto de algunos mecanismos que asegurasen el mantenimiento y la
cobertura de aquellas parcelas del servicio que se significaron por su especial
dureza.
Este fue, entre otros, el caso de la profesin de buzo considerada de tanta
importancia para la Armada y para la navegacin en general. Se haba llegado
a unos extremos tan alarmantes de falta de individuos que estuviesen dispues
tos a cargar sobre s tan pesadas tareas, que las propias autoridades hubieron
de tomar la iniciativa e idear algn mtodo que preservase el empleo de so
mormujador. Uno de los pasajes de estas Ordenanzas, que trataba sobre el
aprendizaje de buzos, rezaba lo siguiente:
(...) ningn aprendiz podr embarcarse con plaza de buzo en los
bajeles sin hallarse capaz de desempear todas las faenas como
tal (...); desenredar una guindaleza u otro cabo encarcelado en el
timn: examinar una va de agua) taparla, pues en cualquier me
nor destreza ser una plaza supuesta a bordo y, al contrario, en el
Arsenal rendir el valor de su sueldo, ventaja y racin (...) (28).
El texto de este artculo es el resultado de una experiencia anterior. En
efecto, unos pocos aos antes de la redaccin de este texto, se haba dispuesto
por Real Orden, la creacin de algunos centros especializados que fomentasen
y preservasen la figura y actividades del buzo. Mazarredo que fue el encar
gado de determinar, a la vista de los resultados, la causa del mal funciona
miento y poco rendimiento de aquellas escuelas investig a fondo el caso y
extrajo de todo ello diversas conclusiones. Al ordenar las impresiones obteni
das no hizo otra cosa que sentar las bases para unas disposiciones que, aparte
de ser aplicadas inmediatamente a su caso particular, formaron parte de las ya
mencionadas Ordenanzas Generales para la Armada Naval. Su minuciosidad
y concrecin sern algunas de las razones que hicieron prevalecer durante lar
go tiempo estos reglamentos, que se mantuvieron prcticamente sin variacio
nes hasta las postrimeras del siglo XIX.
(27) OrdenanzasGeneralesde la ArmadaNaval.Madrid, 1793.
(28) OrdenanzasGenerales..., arts. 31 y 37.
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J. DE CASTRO
Otras disposiciones aisladas
La legislacin promulgada en Espaa durante los siglos modernos se es
tructur a travs de toda una serie de cdulas, pragmticas, decretos y rdenes
reales que entraron en vigor a medida que las necesidades lo requirieron. As
se entiende que los cuerpos legislativos que surgieron en aquellos aos, se nu
triesen, casi exclusivamente, de la recopilacin de todas aquellas disposicio
nes puntuales, y que durante largo tiempo se fuesen repitiendo algunas de las
normativas que, al no haber perdido vigencia, seguan aplicndose corriente
mente. Fue sobre todo durante el siglo XVIII, y como consecuencia de la toma
de conciencia institucional sobre la importancia de las prdidas en el mar y su
recuperacin y de la trascendencia que conllevaba la especializacin de la pro
fesin de buzo para aqulla y para otro tipo de faenas portuarias, cuando se
produce un verdadero aluvin de disposiciones relacionadas con estas activi
dades y encaminadas a regular y especificar, cada vez ms, todo lo relaciona
do con el buceo y con el rescate de pecios.
La serie de cdulas que, para concluir, ofrezco en apndices se ocupan, en
tre otros temas, del reclutamiento de buzos, de su formacin en el seno de la
Armada, de los emolumentos a percibir por ellos, etctera. Ilustran, lo subrayo
una vez ms, la utilidad que el trabajo de somormujador adquiri sobre todo
en el setecientos y ponen de manifiesto cmo las autoridades de esa poca,
sensibilizadas por la importancia del tema, se preocuparon de actualizar los re
glamentos que hasta el momento haban regulado de forma ms o menos pre
cisa aquella ingrata profesin y que en ciertos aspectos haban quedado obso
letos.
ANEXO
Relacin de algunas de las cdulas y disposiciones dictadas para reglamentar
la actividad del somormujador durante el siglo XVIII (29).
29/O 1/1738 (...) para que siempre haya un buzo en los Arsenales para los dife
rentes casos que se ofrezcan (...)
10/11/1770 (...) asignndoles 7 1/2 reales de velln diarios sin goce de racin
a los 2 buzos de cada Arsenal (...)
(29) La presente relacin ha sido elaborada a base de cdulas y decretos recogidos de forma
dispersa en diversas secciones del Archivo General de Indias de Sevilla y de disposiciones ex
tradas de la Seccin de Manuscritos del Museo Naval de Madrid, concretamente de los nme
ros 515 (Indice de Reales Ordenes formado alfabticamente por el archivero don Joaqun M! de
Castro en el ao 1790) y 1958 (Reales Ordenes y decretos).
66 Nm. 33
EL SOMORMUJADOR Y SU LEGISLA ClON
29/04/1775 (...) asignando de efectivo buzos en cada Arsenal, el uno con goce
de 10 reales y el otro con 8 (...)
22/04/1776 (...) estableciendo en la Armada los goces y obligaciones de los
buzos (...)
04/06/1779 (...) aumentando a los buzos el sueldo hasta 15 escudos men
suales (...)
12/06/1779(...) que gocen el sueldo de 15 escudos mensuales estando embar
cados (...)
20/02/1787 (...) estableciendo una escuela para la enseanza de diez mucha
chos (en el arte del somormujo) en cada Departamento (...)
20/02/1787 (...) estableciendo aprendices de buzos y dando reglas para su en
seanza y ascensos
11/09/1787(...) para que el buzo mayor disfrute su racin en dinero (...)
30/12/1787 (...) para que el 2 buzo del Arsenal de Cdiz disfrute de 30 escu
dos(...)
22/05/1789 (...) para que anualmente se d noticia a la va reservada del n
mero y adelantamiento de los buzos (...)
19/06/1789(...) resolviendo que para fomento de la escuela de esta facultad,
remitan los ministros y subdelegados de las provincias los jvenes que en
sus distritos se hallen a propsito para este ejercicio, quienes deben dis
frutar sin goces mensuales como alumnos de dicha escuela (...)
19/06/1789 (...) para que los aprendices de buzo sobresaliente tengan plaza
de marinero) opten a la plaza de 2. buzos (...)
19/06/1789 (...) encargando que los ministros de las provincias remitan los
mozos que se aficionen a aquel ejercicio (...)
21/07/1789 (...) resolviendo que los individuos que se apliquen a esta profe
sin, se hagan igualmente diestros en la marinera, para cuyo efecto man
da se les destine a hacer algunas campaas de mar con 2 escudos de ven
taja sobre el sueldo de la plaza que se les considere y que a su dese,nbar
co queden agregados a la marinera del Arsenal para continuar en la
Escuela de Buzos, hasta que sea conocida su habilidad en una y otra pro
Ao 1991 67
J. DE CASTRO
fesin y por certificacin de los comandantes de los buques, pueda desti
nrseles con plazas de buzo en ellos y conservarla a su regreso, como
prescribe la R.O. de 20 de febrero de 1787 (...)
2 1/07/1789(...) para que se embarquen tambin los aprendices de buzos con
plazas de marineros y con el goce de 2 escudos de ventaja, quedando a su
desembarco agregados a la marinera del Arsenal hasta que haya vacante
de 2. buzos (...)
30/07/1791 (...) para que a los que se empleen en el buceo de los escombros
de las drsenas se les abone la gratificacin que se considere a su trabajo
extraordinario adems de su sueldo (...)
04/06/1793 (...) resolviendo que al acto mismo de emnbarcarse, los aprendices
(de buzo) con plazas tengan preferenciay se les forme asiento de oficiales
demar(...)
04/06/1793 (...) para que los aprendices de buzos que se embarquen con plaza
de artilleros, se consideren de preferencia y se forme (con ellos) asiento
de oficiales de mar, llevndose en la Contadura de cada Arsenal un libro
de notas de estos individuos (...)
30/04/1799 (...) declarando a Manuel Snchez de la Campa, buzo mayor de la
Armada, con el goce de 30 reales diarios (...)
68 Nm. 33
LA NATURALEZAMUERTAEN LA
PINTURA NAUTICA
Jos Luis HERNANDEZ PASQUIN
Teniente de Navo (STCG)
Introduccin
Hace aos publicaba en la Revista General de Marina un trabajo sobre el
gnero pictrico universalmente conocido como marina (1), y en aquella oca
Sin dedicaba un prrafo a la naturaleza muerta dentro del tema marinero. No
le prest entonces mayor atencin por dos razones: la primera por limitar la
extensin del artculo al espacio disponible; la segunda, porque an balbucea
ba en esa aplicacin, y, tal como dice el pintor Rufino Tamayo: para ser pin
tor hay que pintar hay que trabajar en el arte como en cualquier otra profe
sin, de modo regulai; con tenacidad... (2), tambin yo he preferido ir por de
lante, experimentar, y aplicarme al tema, compaginando durante un tiempo la
pintura de la marina clsica con la naturaleza marinera muerta, algunas de las
cuales ilustran estas lneas.
En las siguientes pginas intento demostrar cmo esta pintura discurre por
el cauce que ha seguido el bodegn universal, aunque difiere de l en su ori
gen: no se puede aceptar aqu que haya surgido como una reaccin para reva
lorizar lo que se vena tratando como materia auxiliar, lejos, o fondos de la
marina tradicional sencillamente porque nunca existi tal objeto. El origendel
bodegn marinero, hay que buscarlo en la identificacin del pintor con las co
sas de la mar.
Bodegn y naturaleza muerta
Seguir la trayectoria de este gnero pictrico ilustra tanto el esplendor al
canzado por una determinada escuela y su influencia en la Historia del Arte,
como sobre las costumbres e ideales de la sociedad en un momento histrico
concreto; y esos ideales de austeridad, hidalgua, burguesa, ascesis... etc., han
(1) La mar y los barcos en la pintura; R.G.M., noviembre 1983.
(2) Cfr. ABC de las Artes; Tamayo por Tamayo: El arte en 36 aforismos
Ao 1991 69
J.L. HERNANDEZ PASQUN
sido identificados a travs de los tiempos, con determinados objetos que que
daron plasmados en los lienzos por los pinceles de Velzquez, Snchez-Cotn,
Zurbarn... y un largo etctera, en donde hay que incluir las escuelas flamenca
y holandesa del siglo XVII.
En una crtica que haca A.M. Campoy sobre la exposicin de Pintura
espaola de bodegones y floreros que tuvo lugar en Madrid en enero de
1984 (3), distingua entre bodegn y naturaleza muerta, y deca que El bode
gn, en primera mirada, debe ser una fresca imagen de despensa en su trom
pe leil ms digestivo, capaz de excitar la secrecin de jugos gstricos...; y
ms adelante afirmaba que La naturaleza muerta puede servirse de los mis
mos elementos del bodegn, pero utilizados ya como meros asuntos pictri
cos, cuyas calidades se estudian... (4).
Acogindose a estas palabras, entiendo que podra denominarse bodegn
marinero o naturaleza marinera mnuertaa todo cuadro cuya primera mirada es
tambin una fresca imagen del mundo marinero que produce en el observador
la peculiar sensacin de revivir a bordo, y como consecuencia, experimentar
el sereno gozo de estar en la mar.
He subrayado la peculiar sensacin de revivir..., y me detengo en dicha
expresin, porque quizs aparece aqu otra diferencia con el tradicional
concepto de naturaleza muerta. Cuando Zurbarn por ejemplo, podra ci
tar a otro pintor pinta su conocido bodegn, su sensibilidad artstica se
excita prodigiosamente al contemplar aquellos sencillos cacharros en un
preciso momento: desde un determinado punto de vista, con una determi
nada luz, destacando sobre un fondo de color apropiado... etc.; aquellas
piezas en aquel entorno, trasportaron su sentimiento a un mbito de placer
que es precisamente el que nos ha querido mostrar en su tabla. Cuando al
cabo del tiempo contemplamos el cuadro, gozamos de su armona, ilumi
nacin, reparto de masas... etc.; o sea: gozamos con la contemplacin de la
belleza...; pero me atrevo a decir que tal sensacin de placer la experimen
ta cualquier observador de normal sensibilidad artstica, sin necesidad de
haber utilizado aquellas figuras en la poca, momento y entorno que im
pulsaron los pinceles del genial extremeo. Sin embargo, ante el bodegn
marinero, el observador revive vuelve a vivir su permanencia en la
mar, y despierta su aoranza, tal vez ahora enriquecida por la imaginacin.
Por analoga con la idea de Campoy, el cuadro ha conseguido segregar en
el observador el sabroso jugo que destila la vida en la mar. Visto as podra
parecer que semejante temtica estara reservada exclusivamente a quienes
han tenido ocasin de vivir en la mar, cosa que, en parte, es completamente
cierta.
(3) Cfr. ABC de las Artes, 19-XII-83; pg. 89.
(4) Ibdem.
70 Nm. 33
LA NATURALEZA MUERTA EN LA PINTURA NAUTICA
Si repasamos la relacin de pintores marinistas espaoles de los ltimos
tiempos, nos imaginamos qu preciosos bodegones en su gnero podran ha
bemos legado los pinceles de Salvador Abril, Monlen, Forns, Sorolla... etc.,
entre otros. Por eso, ahora que caminamos por la recta final hacia el V
Centenario del Descubrimiento de Amrica, la pintura marina puede y debe en
contrar temas para bodegones marineros en el rico instrumental para la nave
gacin que vio la luz a impulsos de la Casa de Contratacin y escuela de ma
reantes de Sevilla en el siglo XV.
Naturaleza muerta:bellezay recuerdo
Desde su irrupcin en la historia de la pintura, la naturaleza muerta se va
abriendo paso, en busca de su propia identidad, y tan cierto es que afina para
conseguir su ya mencionado objeto, como que lo hace segn los cnones cl
sicos y perennes de la pintura figurativa: formas, perspectivas, luz y color; por
eso las composiciones simples, tomadas en visin ortogonal sobre la mesa o
bargueo (por ejemplo los bodegones de comida servida de Holanda y Francia
en el siglo XVI) derivan hacia el dibujo de los tradicionales y variados ele
mentos, de tal forma iluminados, que permite ensayar el relieve, as como
conseguir una composicin cromtica tal que al mirarla, el mecanismo psico
fsico de la visin provoque en el observador el estmulo apetecido. Ocurre
tambin en la naturaleza muerta espaola a partir del siglo XVII. que el ele
gante florero y la casi geomtrica distribucin de los objetos, dan paso a la hu
milde visin de una cocina donde la libertad y desorden de la composicin se
extrema. Todo este proceso es aplicable al gnero que comentamos, y una u
otra alternativa en cuanto al orden o desorden mencionado abren sendos
caminos de preferencia al gusto del pintor o del observador. Voy a ilustrarlo
con un ejemplo:
Visitaba yo por primera vez hace unos meses la casa de unos amigos en
una ciudad del interior, y al llegar a una acogedora sala de estar repar, lgica
mente, en su decoracin totalmente marinera. All nos sentamos, y me fij en
tonces en una bonita lmpara sobre una meita: estaba construida con un apa
rejo de dos cuadernales con los guarnes templados a besar; el cncamo del in
ferior soportaba el casquillo; la pantalla estaba confeccionada con una antigua
carta de navegacin... Mi amigo estaba orgulloso por su diseo y ejecucin, y
yo le felicit por su acierto. Sin embargo, para mis adentros pensaba que pre
fera contemplar aquel aparejo sobre el desordenado banco de trabajo del pa
ol del contramaestre a la mortecina luz de un farol de aceite: as es como yo
pintara una naturaleza muerta con aquel tema..., aunque reconozco la belleza
de la lmpara descrita.
Ao 1991 71
J.L. HERNANDEZ PASQUN
Elementos, luz y color
Segn Stirling, el ms importante antecedente de la naturaleza muerta ha
bra que buscarlo en el sentido simblico de ciertos objetos, adems del gusto
por la observacin de todo lo externo del mundo; y me acojo a las ltimas pa
labras como autntica causa del gnero tratado: del gusto por la observacin
de todo lo externo del inundo marinero, nacer el bodegn marinero, mundo
de vasta riqueza, asombro de profanos, y difcil de agotar su comprensin para
los mismos profesionales de la mar.
Cuando me he decidido a abordar estos temas con el pincel, he recorrido
previamente con la imaginacin diversos paoles, en busca de voces signi
ficativas tanto por su empleo a bordo como por su nobleza constructiva, y he
escogido los siguientes:
Derrota: sextantes, taxmetros, bitcoras Williams Thomson (cubichete y
lantas).
Crculos azimutales Doral, alidadas, cronmetros y catalejos.
Sondas draga, sondas tijera y equipos batitermogrficos Negretti
72
Nm. 33
LA NATURALEZA MUERTA EN LA PINTURA NAUTICA
y Zambra; o los ideados por Turner y Magnani, con sus sondale
zas y escandallos.
Correderas de barquilla: hlice y contador, con la necesaria ma
niobra.
Contramaestre: motones y cuadernales; motones de briol y pastecas.
Vigotas. Ganchos gaviln y grilletes. Macetas para aforrar.
Silbato. Fanales y faroles.
Mquinas: telgrafos mecnicos de puente y mquinas. Inclinmetros de
pndulo e indicadores de asiento.
Est claro que la marina blica y la marina romntica son unas fuentes
inagotables de temas para el bodegn marinero. A intento me he apartado
de temas demasiado manidos en la decoracin, como anclas, salvavidas y
nudos; adems de otra razn propiamente artstica, cual es la iluminacin y
el claroscuro: cualquiera de los elemeiitos escogidos los podemos imaginar
en el clido ambiente del compartimento de derrota con luz natural o artifi
cial, o bien en el austero mbito del paol, entre aromas de camo, pintura
o brea...; y de esta descripcin se desprenden los estupendos brillos metli
cos, reflejos y transparencias en el vidrio con las ntidas sombras propias y
arrojadas.
En cuanto al color, el mismo objeto de la pintura admite composicio
nes casi monocromticas con predominio de sienas, ocres y pardos, que
pueden alegrarse con fondos burdeos, rojo de venecia o verde oscuro: o
sea, una paleta de austeridad guirtiniana, y tal vez por eso especialmente
atractiva.
El modelismo naval y la naturaleza muerta
En los bodegones y naturalezas muertas, hoy tan frecuentes en las
Exposiciones, un elemento nuevo ha venido a suniarse a las caracolas, peces
y corales: la de un frasco con un lindo barquiw dentro, bastante ms adjetivo
an que el aire con olor a marea baja o que el agua salada, imposibles de
trasladar al lienzo en lo que precisamente tienen de posible evocacin (5).
Estas palabras del entonces capitn de navo Guilln se me antojan como la
mejor explicacin. El modelismo naval, y ms en concreto el barcobotellismo
trmino igualmente acuado por el inolvidable Almirante, aporta al bode
gn marinero lo que la marquetera aport a la naturaleza muerta en los siglos
(5) Cfr. Catlogo de la 1 Exposicin de Barcos en botella ; Museo Naval, Madrid 1944,
pg. 13.
Ao 1991 73
J.L. HERNANDEZ PASQUN
XV y XVI en Italia, pues... Qu es aquel arte sino un verdadero trabajo con
maderas finas? Adems, el modelismo en botella da pie a pintar el vidrio, ob
jeto apasionante por sus brillos, reflejos y transparencias; material que ya figu
ra en los primitivos murales de Herculano junto a frutos y hojarascas.
Sucede en este caso que tratamos de llevar al lienzo un objeto delicado de ex
quisita belleza y de particular poder evocador, por lo que me atrevo a decir que
an exige ms esmero su representacinpictrica pues no slo hay que atender a
la calidad de la composicin, sino a que no se pierda un pice del sabor marine
ro de la pieza; y el xito no se alcanzartanto al optar por un hiperrealismoen la
pincelada, como por acertar con trazos precisos y en un entorno adecuado, y la
razn es bien sencilla: el barco dentro de la botella, visto en perspectiva,presenta
unas claras deformaciones en sus formas y aparejo debido al espesor del cristal
que lo envuelve...,y as ha de pasar al lienzo: pretenderpintar con detalle un bar
co dentro de un frasco fanal, o vitrina, es el mayor error que puede cometer un
autor aunque lo hiciera alentado por el ms puro apasionamiento. Por otro lado,
excederse en el acabado del entorno quitara protagonismo a la cosa representa
da. Personalmente he llegado a la conclusin que el mejor momento para pintar
el barco embotellado es precisamente cualquier fase de su embotellamientoen
la que el desordenado instrumental y despiece del modelo sobre el banco de tra
bajo dan realce a los dos elementosclaves del cuadro: el barquito y el frasco.
Eplogo
Soy consciente de no haber agotado el tema; simplemente he tratado de re
sumir algunas ideas a modo de divulgacin, ya florecer por s mismo si en
cuentra algn terreno abonado. Sin embargo, no querra dejarme en el tintero
tres aspectos que tengo por fundamentales: uno es la fidelidad en la reproduc
cin de los objetos nuticos escogidos, otro aspecto a considerar es la modali
dad; y el tercero, la realizacin.
En cuanto al primero, decir que no basta reproducir de memoria los acce
sorios, ya que en dibujo, las faltas de realismo en la perspectiva despojan de
todo sentido de utilidad a los elementos del bodegn. Por tal motivo siempre
conviene apoyarse en un buen dibujo en planta y perfil de los que ilustran
cualquier buen libro o enciclopedia tcnico-naval para reproducir en la
perspectiva escogida el elemento con todo detalle.
Sobre la modalidad, slo me atrevo a decir que, como pintura clsica, el bo
degn marinero puede realizarse al leo sobre tblex, cobre o madera con pasta
fluida y extendida segn las lneas del contorno. El temple y la acuarela tam
bin resultan eficaces, aunque especialmente en la acuarela el mtodo na
da tendr que ver con el tradicional proceso de claro a oscuro, y por oposicin
al leo, aqu s que ser necesario recurrir en muchos momentos a la pasta casi
74 Nm. 33
LA NATURALEZA MUERTA EN JA PiNTURA NA UTICA
en seco; y en cuanto al fondo, convendr en algn caso alterar parcialmente la
textura del papel, mediante raspado, engomado o aplicacin previa de jabn.
Por ltimo, y en relacin con el tercer aspecto, me parece suficiente aquel
consejo que el maestro Miguel Angel daba a unos discpulos: Dibujarlo todo,
copindolo todo tontamente...
Ao 1991 75
CULTURA NAVAL
DESCUBIERTAUNA LAPIDA EN
MEMORIA DEL MARINO
FERNANDO VILLAAMIL
En el Panten de Marinos Ilustres tuvo lugar un acto de honor y memoria
del capitn de navo Fernando de Villaamil y Fernndez Cueto, laureado de
San Fernando y hroe de la guerra de Cuba, que desapareci en combate en
1898.
La iniciativa de homenajear al ilustre marino parti del Ayuntamiento as
turiano de Castropol, ciudad natal de Villaamil, con la colaboracin del
Instituto de Historia y Cultura Naval adems de mltiples Asociaciones
Culturales.
La presentacin del homenaje estuvo a cargo del comandante-director de
la Escuela de Suboficiales, capitn de navo Juan Vzquez-Armero Durn,
quien agradeci a las diversas promotoras la iniciativa de organizar el acto, te
niendo posteriormente un recuerdo para la historia y significacin del Panten,
lugar respetuoso y decoroso para el descanso de los marinos que dieron todo
por Espaa.
A continuacin intervino el investigador Miguel Angel Serrano
Monteavaro, autor de un libro sobre la figura de Villaamil, realizando un elogio
fnebre sobre la personalidad militar y poltica del marino asturiano.
Los actos finalizaron con una ofrenda en memoria de los cados y el des
cubrimiento de una lpida dedicada al capitn de navo Fernando Villaamil
instalada en la nave de poniente, con la inscripcin A la memoria del laureado
capitn de navo don Fernando Villaamil y Fernndez Cueto, nacido en
Serantes-Castropol el 23-XI-1845. Creador del destructor, comandante de la
Nautilus, publicista naval y diputado en Cortes, que gloriosamente entreg
su vida en aras de la Patria a bordo del destructor Furor en el combate na
val de Santiago de Cuba el 3-VII-1898.
Reproducimos a continuacin, ntegramente, el elogio fnebre que pro
nunci el titulado Miguel Angel Serrano Monteavaro, odo en respetuoso si
lencio por todos los asistentes.
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ELOGIO FUNEBRE EN HONOR DE
D. FERNANDO VILLAAMIL
Miguel Angel Serrano Monteavaro
Centro Asturiano de Madrid
5 de marzo de 1991
Panten de Marinos Ilustres
8 de marzo de 1991
En los tiempos en que Fernando Villaamil todava navegaba las aguas de
este mundo, las palabras que se pronunciaban en ocasiones como sta que hoy
nos rene aqu, se denominaban oracin fnebre, y su contenido apareca car
gado de exaltados conceptos, vertidos en altisonante retrica.
Los tiempos han cambiado y yo debo huir de tales arrebatos literarios.
Por otro lado, trazar una semblanza del marino de Castropol sera reflejar
su Hoja de Servicios y relatar algunas otras circunstancias de su vida; de todo
lo cual tuve ocasin de ocuparme in extenso en el libro que recientemente
publiqu sobre la vida de Villaamil.
Entonces, cmo dibujar este elogio fnebre?
Discurr, por fin, que podra ser oportuno preguntar precisamente a Villaamil,
su opinin sobre ciertos temas que hoy da parece que tienen atribulada a una
parte de la sociedadespaola, especialmentea algunos sectoresjvenes.
Fernando Villaamil goz, ya en vida, de una gran popularidad en Espaa y
tambin en el extranjero, tal es el caso de Inglaterra. As lo atestiguan los cro
nistas de la poca y sus panegiristas y detractores, que tambin los tuvo.
Este fervor pblico hacia Villaamil est basado tanto en su propia persona
lidad, temperamental y entusiasta, como en los hechos y realizaciones que ja
lonaron su singladura vital. La heroica desaparicin del marino, y digo bien
desaparicin mejor que muerte, en la batalla naval de Santiago de Cuba, el 3
de julio de 1898, coron su vida con los laureles de la inmortalidad.
Existe, por otro lado, una historiografa mal entendida que, cuando se aba
lanza sobre una persona o un hecho, lo tie, viste y metamorfosa de tal mane
ra, que lo lleva a convertir en algo diferente de lo que es en realidad. Un pro
ceso semejante ha tenido lugar alrededor de Fernando Villaamil.
Excepto en el caso de los trabajos que Domingo Villaamil y Jos
Fernndez-Arias Campoamor han dedicado al tema, el lector interesado en la
singladura vital de Villaamil slo ha podido conocer versiones un tanto nove
lescas de los distintos hechos que coronaron su vida o, en otro caso, asistir co
mo mero testigo a las fatales circunstancias que rodearon su desaparicin.
Un tratamiento tan singular de la biografa de Villaamil busca, quizs,
78 Nm. 33
DESCUBIERTA UNA LPIDA EN MEMORiA DEL MARINO FERNANDO VILLAAMJL
cubrir de sombras su heroico y trgico comportamiento en la batalla de
Santiago o intenta, tal vez, echar al olvido su papel de innovador de la Armada
espaola, los rasgos de su personalidad crtica y comprometida, su aportacin
a la ciencia naval...
La literatura contempornea tambin se ha hecho eco de la figura de
Villaaniil. Tal es el caso de la novela de Rafael Snchez Mazas La vida nue
va de Pedrito de Anda, en la que Pedrito eleva la trgica muerte del marino a
la altura de un ideal. Asimismo, el italiano Emilio Salgan, en sus novelas La
reina del Yucatn y La rebelin de Cuba, relata las aventuras de un imposi
ble Destructor y la batalla de Santiago. Finalmente, Jaime de Andrade,
seudnimo de Francisco Franco, en su novela Raza, hace correr al padre del
protagonista la aventura del viaje de circunnavegacin al mando de la
Nautilus, para llevarlo, despus, a morir de Comandante de un buque en la
batalla de Santiago de Cuba.
Al igual que la mayora de los militares, Villaamil nunca concibi la guera
como algo que se ofrece a la voluntad como su fin propio.
En aquel tiempo, en que las teoras darwinistas haban calado hondo en la
mentalidad de muchas gentes, algunos militares, como Bans y Coms en
Poltica de la guerra, y no militares, como la mismsima condesa de Pardo
Bazn, hacan increbles manifestaciones sobre los supuestos beneficios que la
guerra aportaba a la humanidad.
Doa Emilia, en su libro Al pie de la torre Eiffel, se permita escribir
que no era enemiga de la guerra, por ser la guerra factor importantsimo de
la civilizacin.
Villaamil, en cambio, nunca se expres de este modo.
Debemos partir de la base de que, todo enfrentamiento entre seres huma
nos entraa un fracaso de la civilizacin.
Y, lamentablemente, la Historia est cuajada de guerras.
Es absolutamente necesario, entonces, hacer todo lo posible para que las
guerras no tengan lugar.
Pero tambin debemos tener en cuenta que, nunca en la Historia, un pas
evit una guerra desarmndose militar y moralmente de una forma unilateral.
Villaamil nunca preconiz la idea de que prepararse para la guerra era el
mejor sistema para conservar la paz, el conocido adagio si vis pacem para be
llum, sino que defendi la postura, evidentemente ms racional y civilizada,
de que el vivir en paz exige estar preparado para evitar la guerra. Y esta prepa
racin no debe ser slo blica, sino diplomtica, de compromiso positivo con
otros pases, de bsqueda de un equilibrio internacional basado en la justicia y
en el respeto mutuo.
El marino luch constantemente a lo largo de su vida para que Espaa pu
diese contar con una fuerte Marina, adaptada a su papel en el campo poltico y
colonial, dentro de las posibilidades econmicas del pas. Y tambin luch pa
ra que el personal de la Armada brillase por su preparacin y eficacia.
Ao 1991 79
M .A. SERRANO MONTEA VARO
A este fin, Villaamil llev al nimo de marinos y polticos la idea de que
Espaa deba contar con fuerzas sutiles, pero tambin con suficientes unidades
de combate, esto es, de acorazados, para la proteccin del trfico martimo
con las colonias; en aquel tiempo: Cuba, Puerto Rico, Filipinas y los archipi
lagos de las Carolinas, las Marianas y las Palaos.
Todo ello respaldado por una potente industria naval privada, y en funcin
de un comercio martimo, servido por una floreciente Marina Mercante, exten
dida por todos los mares. Esto es, el marino trabaj con entusiasta dedicacin
para que Espaa fuese una potencia naval, dentro del concierto de las nacio
nes.
A este fin, Villaamil concibi una nueva unidad naval, verstil, entre tor
pedero y contratorpedero, dotada de gran velocidad, capaz de acompaar a los
acorazados y cruceros en sus travesas para protegerlos de los ataques de los
torpederos. Nos referirnos, claro est, al cazatorpedero de alta mar, que luego
dara paso al destructor.
Curiosamente, Villaamil se vio imposibilitado de emplear tcticamente los
destructores en la campaa de Cuba, pues las rdenes recibidas, primero, y las
disposiciones con que Cervera afront la batalla, despus, hicieron imposible
que los destructores pudiesen desempear el papel para el que haban sido
concebidos.
Del adiestramiento naval de marineros y oficiales, Villaamil se ocup co
mo profesor de la Escuela Naval Flotante, instalada en El Ferrol, a bordo de la
fragata Asturias, y, ms adelante, cuando inaugura para la historia naval los
viajes de circunnavegacin a bordo de buques-escuela de vela, en este caso la
corbeta Nautilus, para formar, en palabras del propio Villaamil, autnticos
hombres de mar.
Esta actitud, compartida por otros marinos y polticos de su tiempo, no
provoc, precisamente, el enfrentamiento armado de los Estados Unidos con
Espaa, en 1898.
Quizs, si Espaa hubiese contado en aquellas fechas con una fuerte
Marina, los Estados Unidos no se hubiesen atrevido a disputarnos la isla de
Cuba.
Pero un poder naval no se funda, ni mucho menos y simplemente, en unas
excelentes unidades navales. Entre otros muchos factores, un poder naval pre
cisa contar con la decidida actitud de unos hombres preparados en las cosas de
mar.
Cuando la guerra con los Estados Unidos era ya inminente, Villaamil no se
entretuvo en elaborar sofismas ni plantear cuestiones bizantinas sobre la esen
cia del conflicto. Sencillamente, renunci a su puesto de Diputado a Cortes y
se present voluntario en el frente.
Pero Villaamil, al mismo tiempo que solicitaba el reingreso en la Armada,
presenta al Ministro un plan de operaciones basado en los destructores, que el
azar frust en las islas de Cabo Verde.
80 Nm. 33
DESCUBIERTA UNA LAP1DA EN MEMORIA DEL MARINO FERNANDO VILL4AMIL
A lo largo de la campaa, y concretamente durante el bloqueo de la
Escuadra de Cervera en Santiago de Cuba, Villaamil no permaneci inactivo,
esperando un cambio de circunstancias, sino que se mantuvo alerta, sostenien
do la moral de las dotaciones, siempre difcil de mantener viva mientras su
fren un bloqueo.
Llegado el momento del combate, Villaamil no rehye el enfrentamiento
con los buques yankees, y es el nico jefe cuyo buque se hunde en alta mar.
Su accin merece la Laureada, que tambin alcanza al Comandante del des
tructor Furor, en el que navegaba Villaamil como Jefe de la Flotilla.
Esta es la figura del Villaamil que hoy quisiera traer aqu, precisamente
aqu, al Panten de Marinos Ilustres. Villaamil, que en aquel entonces contaba
52 aos, pudo hurtar el ir a la guerra, y basndose en su condicin de
Diputado sostener que su puesto estaba en las Cortes, velando por los intere
ses nacionales, misin desde luego noble y levantada.
Pues Villaamil, tambin desde el campo poltico dedic sus esfuerzos a
trabajar por el engrandecimiento de la Marina.
En aquella ltima parte del siglo XIX, el Almirantazgo, salvo significadas
excepciones, entre las que quiero apuntar al Almirante Antequera y al
Almirante Rodrguez Arias, no se destacaba precisamente por su entusiasmo
innovador, ni por su permeabilidad a las iniciativas procedentes de los jvenes
oficiales.
Ante esta situacin, Villaamil, al igual que otros integrantes del elemento
joven e ilustrado de la Armada, como se deca en aquel entonces, intent des
de el Congreso de los Diputados influir en los medios polticos para llevar
adelante sus proyectos de restauracin de la Armada.
En 1881, y en las filas de un partido republicano, Villaamil se presenta a
las elecciones a Diputados por el distrito de Castropol; al darse cuenta de las
irregularidades que estaba cometiendo el Gobierno Sagasta para impedir su
eleccin, retira su candidatura a ltima hora.
Posteriormente, en 1883, asesorar a Jos Mara Celleruelo en la elabora
cin del notable discurso que este Diputado asturiano pronunciar ante el
Congreso, en pro de una Marina mejor.
En 1891, ser Maura quien requiera la colaboracin de Villaamil, a la hora
de preparar su campaa parlamentaria sobre la Marina Espaola.
Ya en 1896, el distrito de El Ferrol llevar a las Cortes a Villaamil, elec
cin que se volver a repetir en 1898, bajo el eslogan: Villaamil, el candidato
del pueblo. En ambas ocasiones, el contrincante poltico derrotado por el ma
rino ser el mismo: Pablo Iglesias.
Villaamil se presenta a estas elecciones formando parte del partido liberal
que capitaneaba Sagasta, a donde haba ido a militar, junto con Segismundo
Moret, tras la escisin del partido demcrata-progresista, al que ambos perte
necan.
Para reflejar el talante humano y marinero de Villaamil, nada mejor que
Ao 1991 81
M. A. SERRANO MONTEA VARO
transcribir la carta que, el 27 de agosto de 1892, escriba, desde El Ferrol, a su
amigo de Castropol, Victor Mara Lavandera. La carta dice as:
Muy seor mo y estimado paisano:
Nada ms fcil que crearse una falsa reputacin en Espaa, si la suerte y
unos cuantos amigos se proponen ensalzar lo que no es buena ley ms que una
mediana.
Creo no ser un petulante, ni un hombre modesto, si le digo a usted que no
tengo mrito alguno para que se me cite como hombre de especiales condicio
nes. Trabajo en mi carrera cuanto puedo, por cuestin de temperamento y por
que no he tenido ni tengo ms apoyo que las recomendaciones de mis hechos.
He ah la sntesis de mi vida como oficial de marina.
De mi Hoja de Servicios slo podr usted deducir cuatro generalidades
sin inters alguno. Que navegu mas o menos; que mand ste o aquel buque,
con ms o menos acierto, y que en unos determinados lances crticos fui elegi
do para destinos ms o menos penosos.
Si usted, como paisano y vecino de esos lugares donde yo nac, tiene em
peo en que no queden en el olvido los escasos mritos mos, pudiera hallar
algo que sirva para este trabajo en un nmero de El Globo correspondiente,
creo, al ao 1887, donde se publicaron una biografa y retratos mos; en otro
de El resumen, del ao 1889, y en La Epoca de ese mismo ao, mes de
septiembre.
Ha de creerme usted si le aseguro que no conservo esos peridicos, a pe
sar de la gran distincin que merec a Troyano, Abascal y Pea y Goi, auto
res de esos apuntes referentes a mi humilde persona. Quizs mi hermano
Domingo u otra persona unida por lazos de amistad o de familia, los conserve.
Yo no tengo nada, y, silos tuviese, aprovechara esta ocasin para complacer
al que corno usted se propone honrar mis escasos merecimientos, haciendo
que sean conocidos en esa provincia que tanto amo.
Aprovecho esta ocasin para ofrecerme a usted como amigo y paisano, su
afectsimo servidor que le tiende la mano.
Fernando Villaamil
Durante toda su vida, Villaamil se muestra un convencido progresista, y,
sin albergar ardientes sentimientos monrquicos, mantiene una inmaculada le
altad a la Corona, en la que ve la estabilidad de la Espaa de la Restauracin.
La Reina Mara Cristina y Villaamil mantuvieron unas estrechas relacio
nes de amistad, nacidas en la cubierta del Destructor, cuando este buque, al
mando de Villaamil, cumpla su destino de yate Real, durante los veraneos en
San Sebastin, que la Reina haba puesto de moda.
Esta buena amistad alcanzaba tambin las relaciones polticas, como se
pudo comprobar cuando, a la hora de la guerra con los Estados Unidos, la
Reina requiri ms de una vez la opinin de Villaamil sobre el planteamiento
de la campaa.
82 Nm. 33
DESCUBIERTA UNA LAPIDA EN MEMORIA DEL MARINO FERNANDO VILLAAMIL
Pueden servir de colofn a este elogio fnebre, las palabras referidas a la
Reina y a Villaamil, cuando el desastre de Cuba, que Julin Corts Cavanillas
recoge en su libro Mara Cristina de Austria, y que rezan as:
Las gentes, a pesar de las tristes noticias, llenaban los teatros y las plazas
de toros, y el buen humor segua retozando, bullanguero, por encima de la na
cional tragedia, mientras Mara Cristina hunda su mirada miope, ya cansada
de llorar, en el severo despacho, donde, a solas, meditaba sobre el destino de
Espaa y de su hijo. Las palabras de Villaamil, pronunciadas poco antes heroi
camente, al frente de sus barcos, las tena grabadas en su mente y las repeta
como una letana sublime: Tengo una cita con la muerte. Recibmosla miran
do a Dios y a la Patria.
Ao 1991 83
DOCUMENTO
Este plano que reproduce la localizacin exacta de un naufragio en la costa
del Seno Mejicano, concretamente entre la laguna de Mulsinic y el ro de
Lagartos, en el territorio de Mjico, tiene varias particularidades que lo hacen
interesante para esta seccin. La primera de ellas es el intento de ubicar co
rrectamente el lugar donde naufrag la fragata bergantn Renombrado, al man
do del teniente de navo Jos M. Chacn que es el autor del plano. Esta clase
de planos no abunda en la cartografa de la poca y no cabe duda que actual
mente seran de mucha utilidad para los arquelogos navales y buscadores de
tesoros.
El segundo rasgo interesante del plano es que la escala y todas las medi
ciones de distancias estn expresadas en pies ingleses, algo poco usual en la
construccin de las cartas martimas de la Marina Espaola. La explicacin de
este curioso hecho inserta debajo de la escala grfica; a la vez que se da la
conversin del pie ingls a millas martimas de 60 al grado, segn la establece
Jorge Juan en su Tratado de Navegacin, se advierte que se ha hecho uso de
esa medida por no tener a bordo otro instrumento de medicin que la escala
de Junter que mide dos pies ingleses.
Por ltimo queremos sealar que el plano ha sido dibujado por el piloto
del bergantn Alexo Mara de Berlinguero, perteneciente a una larga familia
de pilotos, procedente de Italia, que cultiv con mucho xito la faceta artstica
de su profesin, como se puede comprobar en este ejemplo donde no se limita
a reproducir mecnicamente el lugar y la posicin de la fragata. Este mismo
Alexo de Berlinguero es autor de una serie de acuarelas de buques de guerra
del siglo XVIII, que constituye una importante aportacin a la pintura de tema
marino y que se conserva en el Museo Naval de Madrid.
Ao 1991 85
r
DOCUMENTO
Ao 1991
87
NOTICIAS GENERALES
CONGRESOSY SIMPOSIOS
1991-junio 7. Madrid (Espaa)
Races Ibricas del Continente Americano. Primera parte del cuarto sim
posio sobre el V Centenario del descubrimiento de Amrica que finalizar
en el mes de noviembre. La 2.a sesin tendr como tema: La gesta portu
guesa en Iberoamrica. Conferencia a cargo de la Dra. Mara Barroso
Soares. Para ms informacin dirigirse al Colegio Mayor Zurbarn. Vctor
de la Serna, 13. Telfs.: 5197425- 441 3505.
1991-junio 30-5 julio. Barcelona (Espaa)
14 Congrs Internacional de Vexilologa. Organiza Associaci Catalana de
Vexilologa y the International Federation of Vexillolocal Associations
(FIAV). Se proporcionar traduccin simultnea del cataln, espaol, in
gls, francs, alemn e italiano. El resumen de las comunicaciones en in
gls o francs debe enviarse antes del 20 de mayo. Para ms informacin
dirigirse a la Secretara del Congreso: Menera, 17, 3.. 9. 08038
Barcelona. Tels.: (34-3) 332 38 98.
1991-septiembre 16-21. Crdoba (Espaa)
Congreso Internacional de Historia. La compaa de Jess en Amrica:
Evangelizacin y Justicia, siglos XVI-XVIII. Organizado por diversas ins
tituciones de la Compaa de Jess, tendr lugar en el Colegio Mayor de
la Asuncin de Crdoba (Espaa).
Las comunicaciones, que no podrn exceder de 10 folios a doble espacio,
junto con un resumen de 100 palabras de las mismas, debern entregarse
antes del 20 de junio. Para ms informacin dirigirse a: Secretara de
Congresos, Cao, 3, 1., 1., 14001 Crdoba (Espaa) Tel.: (957)48 0478.
1991-septiembre 23-1 octubre. Bournemouth, (Gran Bretaa)
Se celebrar la 15 Conferencia Internacional de Cartografa.
Para ms informacin dirigirse a I.D. Kember, Organising Secretary, 16
Ao 1991 89
NOTICIAS GENERALES
Hidhlands, Tauton, Somerset, TA1 4HP, England o a Conference Services
Limited, Congress House, 55 New Cavendish Street, London, W1M 7RE,
England.
1991-noviembre 5-7. Callao (Per)
Simposio del Historia Martima y Naval Iberoamericana. Con ocasin del
Bicentenario de la Creacin de la Capitana del Puerto del Callao y de la
Academia Real de Nutica de Lima. Organizado por la Marina de Guerra
del, Per. Los interesados pueden dirigirse a: Simposio de Historia
Martima y Naval Iberoamericana, Direccin General de Intereses
Martimos, Avda. Salaverry 2488. Lima, Per.
1991-noviembre 7-9. Chicago (USA)
En la Newberry Library de Chicago tendr lugar The Kenneth Nebental Jr,
Lectures in the History of Cartography. Tenth Series 1991 sobre Profiling
the City: Six studies in urban cartography. Simultneamente a las confe
rencias habr una exposicin de planos sobre urbanismo. Para ms infor
macin dirigirse a The Hermon Dunlap Smith center for the History of
cartography, The Newberry Library, 60 Walton Street, Chicago 60610.
Tel: 312 943 9090 ext. 472.
1991-noviembre 11-19 Singapur y Sydney (Australia)
The Internarional Map Collectors Society (YMCOS) celebrar su simpo
sio anual en Singapur (11-12) de noviembre y en Sydney (17-19) de no
viembre. Los trabajos deben versar sobre el Pacfico y Asia. Para ms in
formacin ponerse en contacto con Michael Sweet, Antiques of the
Orient, 21 Cuscaden Road, Ming Arcade 01-02 Singapur 1024 y Dr.
Robert Clancy, P.O. Box, New Lambton, NSW, Australia.
1992-abril. San Sebastin (Espaa)
Exposicin Itinerante Amrica y los Vascos, patrocinada por el
Departamento de Cultura y Turismo del Gobierno Vasco.
1992-enero 25-mayo 24. Amberes (Blgica)
90 Nm. 33
NOTICIAS GENERALES
En el Museo Real de Bellas Artes tendr lugar la exposicin Flandes y
Amrica 1492-1992: Los Pases Bajos Meridionales y la Amrica Latina:
500 aos de intercambio cultural. Esta interesante exposicin estar patro
cinada por la Unesco.
EXPOSICIONES
El 24 de mayo pasado se ha inaugurado el Museo Naval Vasco en el Paseo
de Muelle, 24 de San Sebastin. Culmina as una ardua labor de recopilacin y
puesta a punto de materiales para la historia martima de Guipzcoa y de todo
el litoral cantbrico, a instancias de la Diputacin de Guipzcoa. Desde aqu
saludamos tan interesante iniciativa y deseamos a esta institucin una magnfi
ca singladura.
Ao 1991 91
LA HISTORIAMARTIMA
EN EL MUNDO
La Divisin de Cartografa y Dibujos arquitectnicos de los Archivos
Nacionales de Canad.
Siguiendo la lnea establecida en anteriores nmeros de la revista, conti
nuamos dando noticia de los ms importantes archivos americanos que con
servan cartografa martima en sus fondos y de la manera de acceder a ellos.
El Archivo Nacional de Canad fue fundado en 1878 pero hasta 1907 no
se estableci la Divisin de Mapas como una seccin independiente. El objeti
vo de ella es custodiar la cartografa producida tanto por el gobierno como por
el sector privado, proporcionar un servicio de referencia y promocinar las rela
ciones entre los profesionales de estos temas.
Existe un total de 1.250.000 ejemplares entre mapas, planos, cartas nuti
cas, globos, dibujos arquitectnicos, etc., que van desde los atlas de Ptolomeo
de 1490 hasta los mapas actuales. En cuanto a los fondos de arquitectura, van
desde planos de las primeras fortificaciones canadienses, como puede ser los
planos de Chaplain de Quebec 1613, hasta documentos de ahora mismo.
Los fondos estn clasificados por encabezamientos geogrficos o por su
origen. Otros elementos de bsqueda como noticias catalogrficas y ficheros
por autor, tipos de edificios para el caso de los planos arquitectnicos, facili
tan el acceso de los investigadores. La catalogacin sigue las Reglas de
Catalogacin Anglo-Americanas de Materiales Cartogrficos. Manual de in
terpretacin 2. Una base de datos, montada sobre un PC, un catlogo en mi
crofichas, as como las tradicionalesfichas cartogrficasy listados,estn a dispo
sicin de los interesados.
Existe desde 1977 un programa de conservacin preventiva que consiste
en microfilmar los fondos y desde 1987 esta operacin se est realizando en
color. Los mapas se consultan en un lector de microfichas desde el que se pue
den sacar copias de varios tamaos y slo en ltimo caso se pueden consultar
los originales, respetando unas normas estrictas de manipulacin. Tambin se
facilitan fotografas.
La direccin es: Cariographic and Architectural Archives Division
National Archives of Canad, 395 Welligton Street, Ottawa, Ontario. K1A
ON3p.
Ao 1991 93
RECENSIONES
Poema del Descubriminto: Los bocetos de Santa Mara de la Rbida. (Varios
autores). Editorial Cinterco. Madrid 1990. (Con reproducciones a todo co
lor).
Magnficamente editado por Cinterco, de la que ya habamos visto exce
lentes trabajos, y con el patrocinio de la Caja de Ahorros de Jerez y la Caja de
Ahorros de Huelva y Sevilla, El Monte, dentro del programa editorial del V
Centenario, se presenta este esplndido trabajo, que bajo el ttulo, Poema del
Descubrimiento: Los bocetos de Santa Mara de la Rbida, compendia un im
portante aspecto de la monumental obra pictrica de Daniel Vzquez Daz, en
su faceta de pintor del Descubrimiento, a travs sobre todo de los impresio
nantes frescos del monasterio onubense.
No vamos a descubrir ahora lo que significa Vzquez Daz en la pintura
espaola moderna, cuyo impacto se proyecta entre los mejores artfices de la
pintura mundial, y de ello se encarga el excelente estudio de Joaqun de la
Puente, de la que tambin se hace eco el Duque de Alba en la presentacin del
libro, pero s intenta resaltar que todo el catlogo en s es un prodigio de con
feccin y pulcritud, y los diversos ensayos que sobre la vida y la obra del ar
tista se contienen, le confiere un rango de primer alcance. As, los recuerdos
de los frescos de la Rbida relatados por el propio hijo del pintor Rafael
Vzquez Aggerholm; la huella de Vzquez Daz y la voz de los crticos de
Rafael Benito, y una bien cuidada cronologa y bibliografa del mismo ensa
yista, colofona una obra que a buen seguro pondr muy alto el listn entre las
programadas con motivo del V Centenario.
Si pudiera medirse en luminosidad y frescura el talante creativo de un li
bro de arte, no cabe duda que estaramos casi en el lmite de lo perfecto, y
buena y honrosa responsabilidad de ello cabe a Cinterco S.L. que ha puesto en
la obra profesionalidad y buen gusto.
J.C.P.
ODONNELL y DUQUE de ESTRADA, Hugo: El Viaje a Chilo de Jos de
Moraleda (1787-1790). Editorial Naval. Primera Edicin. Noviembre de
1990.2l6pginas.
Con este libro, la Editorial Naval, en la lnea de ofrecer a sus incondicio
ales obras de divulgacin de materias navales y martimas, inicia una nueva
coleccin bautizada Aula de navegantes. Segn el color de la portada los lec
tores conocern la posible temtica que, con independencia de los ttulos, se
Ao 1991 95
RECENSIONES
esconde en sus pginas; as el color azul est dedicado a viajes y descubri
mientos; el verde, a Acciones navales; el rojo, a la Marina Mercante y
Comercio; el amarillo, a Biografas y, finalmente, el morado, a la Poltica
Naval.
El licenciado, y capitan de Infantera de Marina, D. Hugo ODonnell es,
muy probablemente, viejo amigo de los lectores de esta Revista pues no slo
ha publicado en ella, sino tambin es autor de un libro tan importante como lo
es La fuerza de desembarco de la Gran Armada contra Inglaterra (1588) y
form parte del equipo que investig y redact Los sucesos de Flandes de
1588 en relacin con la empresa de Inglaterra, publicados asimismo por la
Editorial Naval en su esfuerzo de conmemorar el cuarto centenario de aquella
magna y tan poco comprendida expedicin. Tambin particip en el libro
Espaa y el mar en el siglo de Carlos III, dirigido por el eminente profesor
Palacio Atard.
ODonnell une en su persona capacidad investigadora, conocimientos ma
rtimos y, lo que es ms importante, sensibilidad para presentar los hechos en
el exacto entorno de la poca que descubre; tambin, su prosa es exacta y al
mismo tiempo cuidada y emotiva.
Se relata en el libro la expedicin del piloto guipuzcoano D. Jos de
Moraleda y Montero de Espinosa los aos 1787 a 1790, con el objeto de pro
ceder al reconocimiento de la costa y levantar cartas de las islas Chiloe frente
a la costa patagnica chilena.
Conocemos, gracias a las investigaciones del autor, la organizacin marti
ma espaola tras la introduccin de las reformas de Carlos III, los inevitables
problemas de competencias y los derivados de los caracteres de los protago
nistas de esta historia; conocemos, asimismo, las condiciones de navegacin,
caractersticas humanas y material empleado; en cierto sentido, Moraleda re
presenta al espritu ilustrado, relatando la economa local, su produccin, co
mercio y la posible defensa.
El libro est estructurado en cinco partes y quince captulos con la siguien
te distribucin: Parte Primera: El Marco; Captulos uno a tres: Organizaciones
e instituciones; la expedicin y sus causas, y Marinos y pilotos. Parte
Segunda: Los Persnajes; Captulos cuatro a siete: D. Jos de Moraleda, el
Gobernador Hurtado, el virrey Croix y las difciles relaciones entre Moraleda
y Hurtado. Parte Tercera: Los medios; Captulos ocho a diez: Los auxiliares,
los medios navales y el mtodo y los instrumentos. Cuarta Parte: La accin;
Captulos once a catorce: Los preparativos, la expedicin, hechos posteriores
y Moraleda y Chiloe. La Quinta Parte est dedicada a la conclusin y docu
mentos, formada por el captulo quince: La aportacin de Moraleda a su tiem
po y un importante apndice documental. Completan la investigacin los
siempre tan necesarios ndice de nombres, buques y embarcaciones y veinti
cuatro ilustraciones, once de ellas en color. El prlogo, interesante y sintetiza
dor, se debe a la pluma del eminente historiador D. Vicente Palacio Atard.
96 Nm. 33
RECENSIONES
Por todo lo relacionado, se trata de un libro, como es lgico, dada la edito
rial, para especialistas y en particular, para los amantes de la historia naval de
los finales del siglo XVIII espaol.
Antonio DE LA VEGA
Martn-Mers, Luisa y Rivera, Beln: Catlogo de Cartografa Histrica del
Museo Naval. Madrid, Museo Naval-Ministerio de Defensa, 1990. 435
pgs; mltiples lminas.
Este catlogo de la cartografa existente en el Museo Naval de Madrid re
coge 1.111 fichas cartogrficas de los mapas que se guardan en el centro con
carcter exento. Las fichas estn ordenadas alfabticamente por comunidades
autnomas, encabezadas por lugar geogrfico y siguen las normas ISBD para
meteriales cartogrficos y las Anglo American Cataloguing Rules, 2.aedicin.
Al lado de cada ficha aparece una pequea reproduccin fotogrfica del
mapa que permite hacerse una idea ms exacta de las caractersticas de aqul.
Una documentada introduccin explica la procedencia y caractersticas de esta
interesante coleccin, compuesta fundamentalmente por cartas nuticas y di
bujos tcnicos de construcciones militares.
Los ndices exhaustivos permiten al investigador moverse fcilmente por
los distintos documentos.
Con este libro se pone en mano de los estudiosos del tema un magnfico
instrumento de trabajo que hace innecesario trasladarse al centro para consul
tar los archivos, y el Museo Naval cumple el objetivo primordial de un centro
de investigacin que es facilitar al pblico estudioso la consulta de su fondos.
M. VIGON
Ao 1991 97
Con objeto de facilitar la labor de la redaccin, seruega a nuestros
posibles colaboradores seajusten a las siguienteslneas de orientacin
en la presentacin de sus artculos:
El material que se ofrezca riara su publicacin sera enviado al
director.
Los autores pondrn en la pgina del ttulo su nombre y apellidos
completos y su direccin postal para posible correspondencia.
Los artculos deben estar mecanografiados a dos espaciosen hojas
DIN-A4, por una cara, dejando un amplio margen a la derecha, que
se utilizar par las correcciones.
A principio de prrafo s. dejarn cinco pulsacionesen blanco.
Se evitar la utilizacin de abreviaturas.
Se subrayarn los nombres de barcos, ttulos de libros y revistas,
as como las citas literales, para indicar el empleo de la cursiva en
imprenta.
Las notas a pie de pgina se reservarn exclusivamente para datos
y referencias directamente relacionados con el texto. Se redactarn en
la forma ms sinttica poible y se presentarn en una hoja aparte con
numeracin correlativa.
Los ttulos de las publicaciones peridicas se citarn ntegros la
primera vez que semencionen, y despusseemplearn las abreviaturas
existentes.
Los autores proporcionarn las ilustraciones para sus trabajos, in
dicando su localizacin en el texto; los originales de stas tendrn la
calidad necesaria para su reproduccin. En todo caso debern citar la
procedencia del original y realizar los trmites precisos para que se
autorice su publicacin; la RF:VISTAno se responsabilizar del incum
plimiento de estos trmites.
Todas las ilustraciones enviadas pasarn automticamente a for
mar parte del archivo de la RvIsrA.
La lista bibliogrfica deber presentarse en orden alfabtico; en
caso de citar varias obras del mismo autor, se seguir el orden crono
lgico de aparicin de las mismas. Cuando la obra sea annima, se
alfabetizar por la primera palabra del ttulo que no sea artculo.
Como es habitual, sedarn en listas independientes las obras impresas
las manuscritas.

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