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El Autoritarismo en América Latina

El documento analiza la persistencia de formas de autoritarismo en América Latina a pesar del avance de la democracia. Señala que históricamente predominaron las dictaduras tradicionales y las fuerzas militares jugaron un rol central en el poder. Más recientemente, surgieron nuevas dictaduras militares y regímenes populistas que coexisten con las democracias formales pero concentran el poder e ignoran contrapesos. Aunque hubo procesos de democratización, resurgen variantes autoritarias que amenazan la consolidación pl
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El Autoritarismo en América Latina

El documento analiza la persistencia de formas de autoritarismo en América Latina a pesar del avance de la democracia. Señala que históricamente predominaron las dictaduras tradicionales y las fuerzas militares jugaron un rol central en el poder. Más recientemente, surgieron nuevas dictaduras militares y regímenes populistas que coexisten con las democracias formales pero concentran el poder e ignoran contrapesos. Aunque hubo procesos de democratización, resurgen variantes autoritarias que amenazan la consolidación pl
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EL AUTORITARISMO EN AMRICA LATINA

Larga vida al autoritarismo. As titulaba Natalio Botana un artculo en el


diario La Nacin, en el que apuntaba que la cada de las ideologas
totalitarias del siglo XX no suprimi la persistencia del ncleo duro en el
control autoritario del poder poltico, en el que concluye con una
advertencia general: Conviene estar atentos: hoy, el autoritarismo no
significa tan slo una recada episdica; corre el riesgo de convertirse en
regla. Y cuando hay una regla, no faltan imitadores. Benedicto XVI expres
en Aparecida, Brasil: En el sub-continente se ha avanzado a la democracia,
aunque hay motivos de preocupacin ante formas de gobierno autoritarias o
sujetas a ideologas que se crean superadas.

La advertencia es vlida. En el ao 2004 el Programa de las Naciones


Unidas para el Desarrollo (PNUD) public su informe sobre La
democracia en Amrica Latina: hacia una democracia de ciudadanas y
ciudadanos, un cuidado y completo anlisis de los avances y carencias de
la democracia en el continente, respaldado estadsticamente por los
relevamientos anuales de la organizacin Latinobarmetro. En l, el
expresidente de Ecuador Oswaldo Hurtado, hace consideraciones que
revelan inestabilidad, funcionamiento irregular de las instituciones
democrticas y por lo menos, algunos actos autoritarios. El respaldo
estadstico que data del ao 2002, arrojaba para todo el continente
considerado como un universo, un perfil poltico de las personas segn su
adhesin a la democracia de un 43% favorable, un 30,5 % de ambivalentes
y un 25,5% de no demcratas. El anlisis de la informacin muestra que no
se proponen regmenes polticos alternativos pero que no hay satisfaccin
con el desempeo de las democracias.
Qu es el autoritarismo
Conviene hacer algunas precisiones terminolgicas. Juan Jos Linz, uno de
los ms importantes estudiosos de los regmenes autoritarios, propone un

concepto de autoritarismo que los diferencie de los totalitarismos del siglo


XX, fascismo, nacional-socialismo y comunismo sovitico. Entiende como
autoritario, un rgimen no totalitario que, presenta una alta concentracin
de poder en el jefe, admite un limitado pluralismo poltico que excluye la
formacin de una ideologa sistemtica e intransigente y no necesita de
una constante movilizacin poltica. El profesor cataln Jaume Colomer
expresa que la naturaleza intensamente represiva de un sistema no le
confiere per se carcter totalitario, pues el autoritarismo se propone el
sometimiento de la sociedad y el totalitarismo busca la conformacin de
la sociedad. La variedad de autoritarismos es tal que Colomer revisa diez
formas de gobierno de tal naturaleza. Para Arturo Ponsati y el mencionado
Linz existen tambin estadios intermedios, como las dictaduras en
transicin a la democracia y las democracias saturadas de elementos
autoritarios.
El autoritarismo en Amrica Latina
En la historia de nuestro Continente casi no hubo perodo en los que no
haya estado presente alguna forma de autoritarismo. Hasta bien entrado el
siglo XX predomin la autocracia tradicional o dictaduras tradicionales: el
gobierno estaba en manos de un caudillo y su entorno, que no responden a
mecanismos de control o a procesos de designacin de abajo hacia arriba,
ni aceptan frmulas polticas que aseguren la participacin de los sectores
sociales en la toma de decisiones. Contaban con la formalidad de una
Constitucin que instituye formas de apariencia democrtica o la de
permitir la existencia de partidos polticos, en realidad no competitivos
porque, o bien el partido dominante goza del apoyo oficial para
desarticular cualquier posibilidad de xito del partido opositor, o ste es
slo formalmente opositor.
El mando puede tenerlo un dictador personal, al estilo Trujillo o Somoza, o
un dictador y una claque militar o econmica que lo rodea, como el caso

de Stroessner, o simplemente de un grupo econmico o familiar dominante


que alterna sus hombres en el poder, como el caso de las llamadas 14
familias que controlaron la vida poltica y econmica de El Salvador hasta
el golpe militar de 1979.
El dictador o el grupo autocrtico, controla las fuerzas armadas, y a
menudo pertenece a ellas. Es que hasta hace un cuarto de siglo las
instituciones militares han ocupado un lugar central en la constelacin del
poder en nuestro Continente. Al comienzo, podan distinguirse dos
modalidades: una, cuando la lucha poltica se daba entre caudillos
militares, o polticos vestidos de uniforme y blandiendo espadas, las an
inorgnicas fuerzas armadas jugaban el papel de las fuerzas polticas
inexistentes o menos poderosas. La segunda, cuando la fuerza unifica y
organiza los pases, manteniendo la unidad mediante el frreo dominio de
un dictador, a la sazn hombre de armas. El vaco producido por la falta de
instituciones especficas es llenado por la fuerza armada, que ejerce un
poder unificante para evitar la vuelta a las antiguas luchas de caudillos. El
escritor venezolano Laureano Vallenilla Lanz habla del gendarme electivo
o hereditario, de mano dura, que inspira temor y por el temor mantiene la
paz.
A medida que la vida poltica se fue haciendo ms compleja, la
intervencin militar se fue haciendo ms orgnica. El tutelaje militar sobre
las instituciones lleg a expresarse a travs de un verdadero poder de veto
explcito o implcito- sobre polticas y candidatos. Si la situacin se tornaba
insostenible a los ojos militares, la intervencin se daba en la forma de
golpe de estado correctivo: por lo general una Junta Militar o un jefe militar
asuman el gobierno en forma provisoria. A menudo la intervencin
armada culminaba en elecciones generales ms o menos condicionadas.
Este tipo de intervencin militar ha sido la ms frecuente desde
aproximadamente 1920 hasta la dcada del 60 del siglo pasado.

Las nuevas dictaduras militares o autoritarismo corporativo


En el contexto internacional de la guerra fra aparece una mutacin en las
caractersticas de la presencia militar en la poltica latinoamericana. Las
fuerzas armadas se convierten en poseedores exclusivas del poder poltico,
aunque puedan delegar funciones gubernamentales a civiles. Es un perodo
de militarizacin de la sociedad ante el fenmeno de la violencia
subversiva, que campea entre los aos 60 y los 80 del siglo pasado. Las
fuerzas armadas asumen el poder en forma permanente y construyen un
rgimen poltico especial, el autoritarismo corporativo. Carlos Floria
deca en esos aos que los gobiernos militares van dejando lugar a
sistemas militares. Las Fuerzas Armadas monopolizan el poder poltico,
desalojan el sistema de partidos o minimizan su importancia y niegan el
pluralismo poltico. Se institucionalizan mediante la sancin de un
instrumento jurdico que puede ser una Constitucin o Estatutos
Constitucionales o Actos Institucionales, todos de jerarqua constitucional.
El rgimen est destinado a durar por un tiempo indefinido, y arbitra los
medios jurdicos para ello. Hay un considerable aumento del nivel
represivo, por lo general en el marco de la llamada lucha antisubversiva
pero que claramente la exceden, tanto en el objetivo sobre el que se ejerce
como en el tiempo por el que se prolonga. Las actividades polticas se
prohben o suspenden sin trmino y las sindicales son considerablemente
restringidas; se instaura la censura en los medios o al menos el modo ms
sutil de autocensura. Como sustento ideolgico profesaban la llamada
doctrina de la Seguridad Nacional.
Otras formas autoritarias
Hubo y hay otras formas autoritarias en nuestro Continente. Para no
abundar, menciono la hegemona

durante 70 aos del Partido

Revolucionario Institucional de Mjico que controlaba los verdaderos


centros de poder y de expresin de la sociedad civil y la notable

persistencia del rgimen monocrtico cubano, ms totalitario que


autoritario, que casi sin modificaciones se viene manteniendo por ms de
cincuenta aos siguiendo el ya desaparecido modelo econmico de
planificacin central y la dictadura totalitaria del partido nico.
La ola democrtica
En la dcada de los 80 se pone en marcha el proceso de democratizacin
en nuestro continente, en algunos pases con una transicin pactada como
Chile, Brasil y Uruguay- y en otras de forma abrupta como en nuestro pas.
Hubo mucho optimismo que se esfum.
Sealo dos causas: por una parte, el resurgimiento con notable intensidad
del llamado populismo. Por la otra, la distorsin en algunos pases
democrticos de ciertos mecanismos cuya utilizacin potencia variantes
hiperpresidencialistas que tornan ilusoria la posibilidad de control y la
independencia de los poderes.
Populismo
Se ha dicho bien que el populismo es una forma de expresin poltica que
tiene un sesgo autoritario que coexiste con un marco democrtico formal.
Es un hbrido entre democracia y autoritarismo, es casi un rgimen poltico
propio que representa una etapa ms en el proceso de construccin de la
democracia y del Estado en la regin. Suelen reconocerse tres etapas: la
nacional-populista de los aos 40 y 50 del siglo pasado, cuya mejor
expresin fue el primer peronismo; el neopopulismo de los aos noventa
personificado en Alberto Fujimori, y el que pretende ser un populismo de
izquierdas actual, cuya figura emblemtica es Hugo Chvez en Venezuela y
siguiendo su huella Evo Morales y Rafael Correa en Bolivia y Ecuador
respectivamente. Todos ellos tienen un origen electivo, de modo que la
legitimidad democrtica debe serle reconocida. Pero todos prescinden o
minimizan las instituciones de la democracia republicana, tildndolas de
expresin de las antiguas lites dominantes que han gobernado contra los

intereses del pueblo, y buscan una legitimacin carismtica con un contacto


directo con las masas, lo que se ve favorecido con el fenmeno de la crisis
de los partidos polticos y el debilitamiento del Parlamento. Los tres casos
mencionados se presentan como refundacionales, la construccin de un
nuevo pas que responda a las necesidades de integracin popular, y en el
caso particular de Ecuador y Bolivia, el acceso al poder de sus mayoras
aborgenes. Hay un debilitamiento en las instituciones de la democracia
constitucional, especialmente en el proceso de divisin y equilibrio de
poderes. Sin embargo, subsiste hasta la fecha un mbito de libertad de
expresin en sociedades muy divididas, en las que se va perdiendo el credo
bsico comn sobre el que se construye la unidad nacional y las
instituciones. Todos ellos cumplen la regla de la movilizacin popular
contra el enemigo comn, real o ficticio. El legtimo reclamo del
campesinado ecuatoriano y boliviano, especialmente los indgenas,
encuentra en sus respectivos caudillos una va de canalizacin. Si por
democracia se entiende el origen popular de sus mandatos, son regmenes
democrticos. Si por ella se entiende un rgimen que asegura las libertades
individuales, que tutela los derechos civiles y sociales, que tiene
instrumentos de mediacin entre la sociedad civil y el estado, que el
gobierno es un instrumento de las mayoras con control de las minoras y
un gobierno de la ley vigilado por un poder judicial independiente,
claramente van por el rpido camino a su deslegitimacin democrtica.
La prdica divisionista del populismo, el clientelismo poltico que lo
acompaa, la subalternizacin de las instituciones, acerca demasiado a este
tipo de rgimen a formas autoritarias.

Riesgos de autoritarismo en las democracias


Otros pases latinoamericanos entre ellos el nuestro- no han cado, por lo
menos hasta el momento, en los ensayos de estos regmenes hbridos. Pero
en el marco de instituciones debilitadas por la crisis de representacin, hay
una peligrosa tendencia a comportamientos autoritarios: manipulacin para
el nombramiento de jueces, distorsiones en el sistema electoral, virtual
desaparicin del sistema de partidos, abuso y desnaturalizacin de normas
creadas para brindar ms capacidad de gestin a los poderes ejecutivos,
como la legislacin delegada y los decretos de necesidad y urgencia, etc.
Las explicaciones
Cuesta mucho a Amrica Latina ser democrtica y poco enfrascarse en
alguna forma de autoritarismo. No es fcil encontrar una explicacin
convincente y vlida para todas esas formas.
Las dictaduras clsicas han estado ms presentes en la literatura y el ensayo
que en los estudios de Ciencia Poltica. El Seor Presidente de Asturias, Yo
el Supremo de Augusto Roa Bastos, Oficio de difuntos de Arturo Uslar
Pietri, El otoo del patriarca de Gabriel Garca Mrquez, Conversaciones
en la Catedral y La fiesta del chivo de Mario Vargas Llosa, Tirano
Banderas del espaol del Valle Incln, son algunas novelas que relatan la
poca, el ambiente, y los modos de ejercicio de un poder arbitrario, sin
controles y sin lmites. Se puede aprender muchsimo en ellas sobre las
dictaduras clsicas latinoamericanas, pero no le pidamos a la literatura que
nos explique el fenmeno.
El ensayo fue un gnero que intent hacerlo, con poco xito. Generalmente
simplista, cuando no racista, frecuentemente se limitaba a sealar supuestas
responsabilidades en la tradicin autoritaria espaola, en la religin
catlica, en la diferencia entre latinos y anglosajones, en tradiciones
indgenas, como si regmenes autoritarios no hubieran existido en todas las

culturas e incluso, sus expresiones ms crueles de los tiempos modernos en


la vieja, civilizada y culta Europa.
El advenimiento de las nuevas dictaduras militares de los aos 60
coincidi con el desarrollo de teoras sociolgicas y politolgicas que
procuraron una explicacin ms racional de la recurrencia autoritaria en
Amrica Latina. Algunas, inspiradas en las teoras del desarrollo poltico,
entendieron que el autoritarismo es una etapa en un proceso de
modernizacin econmica y social que produce desajustes, movilizacin
popular y conflictos que desestabilizan los sistemas polticos, por lo que la
necesidad de controlar y encauzar el proceso favorece las formas
autoritarias. Por la misma poca aparecieron las teoras de base marxista,
que vean al autoritarismo como una etapa del capitalismo dependiente,
como un fenmeno nuevo correspondiente a una etapa marcada por
cambios en la evolucin del capitalismo mundial y por la agudizacin de la
lucha de clases. El Estado autoritario es, entonces, una alternativa de
dominacin burguesa necesaria por el agotamiento de otras formas de
gobierno, y que slo podra ser reemplazada por el socialismo.
Un intento original de explicacin fue la creacin del concepto de Estado
burocrtico-autoritario del politlogo argentino Guillermo ODonnell, que
se explica a la luz de combinaciones de factores econmicos y polticos,
variables en el tiempo y espacio: el agotamiento de la etapa de sustitucin
de importaciones produce serias presiones para los gobiernos, y frente a un
perodo prolongado de agitacin popular se produce una alianza entre
sectores de la burguesa y las Fuerzas Armadas que generan un rgimen
poltico en el que las posiciones de gobierno son ocupadas por personas
que provienen de organizaciones complejas y burocratizadas, generalmente
tecncratas, que hay represin y control vertical por parte del Estado,
exclusin econmica, pretensiones despolitizantes porque consideran las
cuestiones econmico-sociales como problemas tcnicos.

El cierre del ciclo de gobiernos militares ha hecho perder vigencia a estas


teoras, y puede decirse que las ciencias sociales no han encontrado una
explicacin definitiva a la persistencia de las tendencias autoritarias. Se ha
crecido econmicamente, han mejorado muchos ndices socio-econmicos,
el militarismo ha dejado de ser una caracterstica de los regmenes
polticos, pero los rasgos autoritarios se muestran con otras modalidades.
Las instituciones y la cultura poltica
La explicacin no puede ser unidimensional. El mejor antdoto contra el
autoritarismo es la democracia constitucional eficiente y bien gestionada.
sta requiere de instituciones slidas constituidas por organizaciones
estables y procedimientos que se respeten y cumplan. Si no existen
comportamientos que las hagan funcionar en el sentido correcto, la calidad
de las instituciones ser baja y por tanto abierta a brotes autoritarios.
En Amrica Latina la calidad institucional, en general, ha sido y sigue
siendo mala. Quiz deban excluirse de esa generalizacin Costa Rica, Chile
y Uruguay, pues las dictaduras militares de estos dos ltimos pases se
dieron en un contexto especial que merecera un tratamiento aparte; deben
reconocerse importantes progresos en Brasil y Mjico. Pero en trminos
generales persisten rasgos proclives al autoritarismo que responden a ella.
En general encontramos progresivos aunque irregulares procesos de
deslegitimacin institucional, especialmente producidos por la ineficacia en
la gestin de los sucesivos gobiernos en alcanzar logros que satisfagan las
expectativas econmicas; un sostenido proceso de concentracin del poder
poltico, que ha convertido el fuerte presidencialismo latinoamericano en
un

hiperpresidencialismo;

un

frecuente

doble

standard

en

los

comportamientos polticos: unos son los objetivos declamados y las normas


dictadas, y otros

los objetivos realmente perseguidos y las prcticas

utilizadas; la falta de sistemas de partidos estables que organicen la


representacin y la participacin, defina los interlocutores polticos de

gobierno y oposicin y posibilite la alternancia en el ejercicio del poder,


hasta ahora imperfecta.
Hay rasgos de la cultura poltica de muchos de nuestros pases que
repercuten negativamente en la construccin de instituciones democrticas.
Repaso algunos antes de concluir:
- Escaso respeto a la ley: es muy especial el significado y valor que se le
atribuye a ella. Por un lado, est una suerte de pensamiento mgico: se cree
que una vez sancionada, la realidad se ajustar automticamente a ella;
existe una produccin inflacionaria de normas de toda jerarqua que
desbordan las posibilidades de conocimiento jurdico. Pese a esta aparente
confianza en la ley como transformadora de la realidad, la experiencia
indica que no tenemos mucho apego a ella, en general se encuentra un
comportamiento transgresor, y la bsqueda de todo tipo de excepciones. Es
la supervivencia de un hbito que viene de lo profundo de la conquista
espaola: Se acata pero no se cumple decan los colonizadores para
eludir el cumplimiento de las leyes de Indias; hecha la ley hecha la
trampa es nuestro dicho popular que indica que siempre hay un resquicio
para eludir su cumplimiento. Como no se tiene en alta estima el orden
jurdico, tampoco se lo tiene por el cumplimiento de las reglas de juego en
el orden poltico, que es lo que le da legitimidad racional a las relaciones de
poder.
- Individualismo y estatismo.- Edgardo Catterberg apunt hace ya dos
dcadas que una de las caractersticas ms salientes de la cultura poltica
argentina es la simultnea presencia de actitudes individualistas y estatistas
en el grueso de la poblacin. Se puede generalizar a varios pases
latinoamericanos.

Hay

disposicin

al

esfuerzo

individual

si

simultneamente puede exigirse del Estado la una accin protectora de sus


intereses particulares. Su correlato poltico es que los grupos de presin son
ms importantes que los partidos polticos. Cada sector ve al pas por la

lente de sus propios intereses, y todos esperan del Estado, no que


establezcan reglas claras y estables de juego a las cuales sujetarse, sino el
favor a travs de la norma de excepcin o del subsidio encubierto.
- El caudillismo.- No desconozco la enorme significacin de intrpretes de
las necesidades de su pueblo que tuvieron los caudillos del siglo XIX.
Tampoco ignoro la importancia de los liderazgos carismticos en la poltica
moderna, aun en pases con altos ndices de conciencia democrtica. No se
me escapa que la videopoltica potencia la exposicin meditica de un
puado de personas. Pero la creencia de que el lder, el Presidente, el
Gobernador o el Intendente es un todopoderoso que tiene la posibilidad de
solucionar todos los problemas, generales y particulares, desnaturaliza la
funcin del liderazgo poltico; es otra faceta de esta especie de pensamiento
mgico que fomenta el prebendismo y el clientelismo, la lucha de
facciones, la baja autoestima como ciudadanos.
- Falta de actitud vital positiva hacia la poltica.- Es muy bajo el
sentimiento de identificacin e integracin con los ciudadanos, y
particularmente la dosis de fe y confianza en los miembros activos del
sistema poltico, que cuando existe, redunda en mayor capacidad de accin
de las autoridades que son obedecidas sin necesidad de recurrir a la
coaccin y se expresa tambin en una mayor disponibilidad para el trabajo
cvico y la unin de esfuerzos en organizaciones o grupos informales.
Entre nosotros el nivel de desconfianza es muy elevado; se percibe al
gobernante o dirigente como corrupto o insensible, y al conciudadano
que no pertenece al propio grupo como un enemigo actual o potencial. La
lucha poltica as, se presenta con frecuencia como una contienda total y
definitiva: los sanos contra los corruptos es la ms generalizada, pero
nuestra historia conoci los contrastes de la patria contra la antipatria,
el pueblo contra la oligarqua, la causa contra el rgimen, la
subversin contra la civilizacin occidental y cristiana.

- El apoliticismo.- Consecuente con lo anterior, y pese a algunas


explosiones participativas, en buena parte de nuestros pases la poblacin
no tiene demasiada conciencia de la trascendencia que la poltica tiene para
su vida, con demasiada facilidad cae en la desilusin y el repudio sin
comprometer su esfuerzo para la construccin de alternativas.
Interrogante final
He destacado algunos rasgos de nuestra cultura poltica que conspiran
contra la reforma poltica. Sin embargo, no debo concluir con una
sensacin de fatdico determinismo de la imposibilidad de cambio. Los
estudios de la Alemania de post guerra y de la Espaa postfranquista, han
demostrado que la accin de una dirigencia esclarecida, con un programa
claro de objetivos realizables desde la democracia constitucional, generan
en la poblacin cambios sustantivos en su cultura poltica, que a su vez
refuerzan la vitalidad de las instituciones.
Como acadmicos del derecho tenemos una gran responsabilidad para
formar profesionales capaces de internalizar y transmitir a la poblacin la
conviccin de que las instituciones y las leyes no son formalidades para
aparentarles respeto, sino condiciones para una convivencia respetuosa,
requisito de una construccin poltica democrtica y republicana. Es el
compromiso que me gustara dejar en esta oportunidad como una
responsabilidad a mantener permanentemente.

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