0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos) 285 vistas17 páginasAlcida Rita Ramos - Por Una Antropología Ecumenica
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Los contextes actuales ~caracterzados por los
dosolazamientos y ia hinerconexién-pareoen
pologia ahora
on Ia alteridad
paon, Silvina Merenson,
voces reunides en este
antropologia refuerza
‘Su compromiso de desprenderse de todos los a Gusi Ling
08, Claudio Lomnitz
ea Antropologia ahora
epistemicas por iss que Occicente se afl
‘como fuente tinica de modelos gene
Grimson Merenson Noel
desafia nevitablement
sk antRopoocicasNE ED
siglo xxi editores, 8 a.
ISBN 978.987-620.1856
1. Antropologia.
cop 306
rditores SA,
1 de cubierta: Joan Pablo Cambaricre
cid: Teresa Arjn
ON 978.887-629-185.6
woot depésito que marca bey 11.729
reso en Argentina // Made in Argentina
indice
»grafia: el imaginario
el punto de vista y la desigualdad
rasaldo
La antropologia como cosmopolitica:globalizar
la antropologia hoy
Luis Roberto Cardoso de Oltweira
Los origenes de nuestra supuesta homogeneidad:
breve arqueologia de la unidad nacional en México
Claudio Lomnit:
Sobre los autores
6g
97
14)
173Por una antropologia ecuménica!
Alcida Rita Ramos
idad abordar el
joa las actividades
spo de la etnologia
as, que, a mi modo de ver,
jedta angular de la antropologia nacional,
No esta de mis aclarar que no tengo pretensién alguna de dis-
curtir sobre cl vasto y diferenciado campo de la ANTROPOLO-
GIA BRASILENA, asi con maytisculas. Los numeroxos ejercicios
del tipo “estado de la cuestién”, tanto en Brasil como en el ex
terior, suscitan blemente opiniones divergentes gencradas
por la diversidad de visiones y consideraciones respecto de lo quegS antrororocia anoRa
sido la antropologia, de lo que
de qué puede considerarse moda pasajera y qué traba
Ademis, debido a la inmensa ramificacién
po de las relaciones inter
iigena no es algo menor, sobre todo si se
produecién sobre
cel
n expecitica por
e dimension de
emélogos,
No obstante, es
atravie~
nos la
poder demarcar los mis de
indigena
os de la cu
‘ier
POR UNA ANTROPOLOGIA FCLMENIEA. 99)
n de tipo so-
caricter
nucién de
quele
nites y la capa
meterlo
sta se
. que habiendo perdido la guerra de la cong)
ame la etné-
nas apial
* misturaram™* ~co:
iovan:
e queds de sus tierras, pero esa
riamente, los el
jortancia, Uno
Jones interétnicas, mie
tos de ambos no son iguales, y cada uno tiene
fucrtes y sus punt
rarlos al de abordar la an
débiles; sin em!
opologia b100 ANTROPOLOGIA AHORA,
Ambos modelos fueron el resultado de un gran esfuerzo anal
‘ico y tuvieron como campo de testeo los programas de posgrado,
ralmente terminaron influyendo en otros espacios
‘gicos por fuera del a
Me refiero al model ca,
berto Cardoso dle Oliveira en los aftos sesenta (Cardoso de Oive-
12, 1960, 1964, 1968, 1972, 1976), yal modelo del perspectivismo,
elaborado mas de treinta afios después por Eduardo Viveiros de
Castro (1998).
Ademés de Bra:
rica Latina y en aquellos lugares donde la preocupaciéa politica
por el destino de los pueblos indigenas movilizaba a los antropé-
Jogos. En tanto que el modelo del perspectivisme repercutié en
lugares, fueran estos franedfonos o angléfonos, donde prevaleeia
la preocupacién por representar el mundo simbélico interno de
los pueblos indiigenas.
Ia teorfa de Ia friecién interétnica surgié como consecuen-
cia de Ia insatistaccién de Roberto Cardoso de Oliveira con los
antropologia estaciou la academia bra-
silefa. Politicamente anodinos, dichos estudios enfatizaban el
encuentro de culturas a través de la pérdida o de la adquisicign
de rasgos, sin subrayar las transformaciones sociales y dejan-
do de lado los conflictos generados por el contacto interétnico
desigual, casi siempre avasallador para los pueblos indigenas.
En estrecha sintonia con pensadores como Georges Balandier,
Pablo Gonzalo Casanova, Guillermo Bonfil Batalla y Rodolfo
Stavenhagen, Roberto Cardoso introdujo en la antropologia
brasilefa el interés por nociones como colonialismo interno,
aci6n colonial y emicidad. Sin embargo, junto con la inspi-
raciGn latina, su abordaje tenia como base teériea los trabajos
los de Georges Roger
Bastide y Lé laterra -los estructural-fancio-
nalistas, con todo su rigor etnogrilico-. La combinacién de
esa biisqueda de rigor antropolégico con una conciencia criti
ca otorgé a los estudios de friecidn interétnica un earicter sui
generis,
jo de Ia etnologia indigena.
de la friecién interév
, el primero tuvo especial influencia en Amé-
ntonces dominaban Ta
que por ese
dense y, por extensi6i
POR UNA ANTROFOLOGIA FCUMENICA 101
El resultado fue una seguidilla de generaciones de es
que escribieron tesis y disertaciones bajo la égida de ta fricc
nterétnica, configurando un acervo con le de estudios es-
pecificos sobre los aspectos formales y susta
y sumisin de los grupos éinicos en to
fos de la conqu
na. Asi, la
igenista en Brasil se alejaba
marca distintiva de la an
ai
modelo cultur:
no de
sociales: se dejabi
raraba la sociedad. kl modelo
iador que unia, en
junto de conceptos relaciona-
1 y conflictiva
de la friecién imterét
(para car cuenta de la realidad design
del choque interétnico.
n las décad: re
embargo, cl papel politico de tos
introducir un ejemplo, recuerdo a
\ligenas se mo-
6 sustancialmente. Pat
xxi, de Roraima, al iniciar mi
i a fines de los aftos sesenta. Bi
ital del entonces Tertitorio
levantar los
jes ante aquel mun
1m el Lado mas
yanoma
ros de las
Federal (hoy estado) de Ros
ojos del piso y parecian querer volverse invis
jaca marge
ea. Cunarenta afios después, los
a de las batallas judiciales mai
og al defender, en ign
dad social, cultural y eco
acuxi fueron protagonistas de w
lebres de los tiempos moder
idiciones, sus derechos territo
istra que ocupaban ilegalmente sus tierras. Los esfuuerzos
ndigenas
Supremo Tribunal Federal, el cual les garanticé tierra continua
y expulsé a media docena de cultivadores de arvor, arrogantes ¥
belicosos, que afligfan sus vidas (Miras ef al, 2009). La educacin,
formal de los abogados visibilidad macuxi en una
in ejemplar de agencialidad po
Felaciones interé
ibutos heuristicos de la propuest
rui6 Ta
cas cambi6,
bio afects fos
y que ese cai202 ANTROPOLOGIA AHORA
de Roberto Cardoso de Oliveira. El contexto interétnico actual
provocado una complejidad tal que el modelo de friccis
erétnica, antes tan productivo, ya no alcanza a dar plena cuenta
de esa realidad. No obstante, quiero creer que ha tenido algo de
responsabilidad en esa transformaciGn. Los estudios emptricos,
los emélogos politicamente comprometidos
cados-sin duda, muchos de el
Oliveira
los indigenas ediu-
5, leetores de Roberto Cardoso de
le sus segnidores- sin duda contribuyeron con una por-
ativa de conocimiento y de conscientizaci6n para que
se materializara este nuevo contexto en que los indigenas surgen
en Ia escena nacional como actores politicos plenos. El propio
Roberto Cardoso no dejé de sorprenderse cuando, en la defensa
otan
agregado formaba parte del vocabu-
econémicas cle pueblos como los
le las practi
ada de la antropologia brasilefia, también
der
como perspectivismo, Su creador, Eduardo Viveiros de Castro,
elaboré ~a part
dee intensos y extensos trabajos sobre el mundo
mente en la Amaoni
1 te
indigena, especi
cosmologia~ una ori
invierte la ecuacién vigente en el n
en las proposiciones
tante y la naturaieza, variable, Esa teoria agradé a Bruno
tour (1994), quien, en desacuerdo con el tratamiento que Lévi-
fa dado en cier
nto a la cuestién naturaleza
versus cultura, vio en la inversi6n postulada por Viveiros de Castro
un clemento mas para reforzar su anterior argumentaci6n hiper
nidad de los modernos, segiin la cual, de:
ygmentacidn cultural vesusla unicidad
las sociedades indigenas,
Ta sagacidad del modelo d
cierto tipo de etnogral
YOR UNA ANTROPOLOGIA EGUMENICA 103,
ha proyectado a la antropo-
EI énfasis de
eblos,
colegas y estudi
logia brasileti
este autor no est puesto en la realidad po!
1 con Ja sociedad dominante, sino ef
a de las fronteras nacional
ey igena :
En contraste con el caso de la friecién inter
practica con igual apsitad por su creador y por muchos de sus se
guidores, el del perspectivismo padece de algo semejantea lo que
jen en la cabeza de Mar
Je sucede all mar
pero no tanto
dad extr
ser rapidament
cs apropiado. En rest
copias que
aparente ap!
caviicter prétacportery sucte
donde se sospecha que no
1992 y Bird-David,
del etnégrafo una se
les, Jo que deja como saido
una sospechosa unifor ografica que eubre la Amazonia
centera, y ms alld Li \dad c individualidad de cada pueblo
se sacrifican al calor de las experimentaciones académic:
é para la mayorfa de
tal indigena, como quieren Descol
termina exeluyendo det
de importantes aspectos so
bastante fam
lo entre seres humanos y no bus
Esta es wh
Jos etndgrafos: el vi
recur los trabajos de campo que abordan Ia co
las rest mentarias, los ritos de pasaje
yy otras esferas de la vida indigena, Sin embargo, esto no nos au-
mera, la cultura es la
constat
za a postular que,
constante y lari Je. Primero, porque no existen
indigenas en general; seyundo, porque la nucidn de naturaleza, sea
Jinica o mluple, es algo generalmente ajeno a los universos indige-
nas; tercero, porque 1a uniformidad al pensamiensonativo es privar a los pu
desconocer en elios recorridos histéricos propios (no hay por
qué esperar que se comporten de acuerdo con este 0 con aquel
los indigenas de
genio y de arte, y
modelo académico); y cuarto, porque comprimir la imaginacién
etnografica en un molde de yeso cs robarle a Ia antropologia
Jo mejor que tiene, es decir, el hecho de exponer al mundo de
extraccién euroamerieana a la
juews
intelectual de otros pue-
los. Lo novedoso dle la propuesta de Viveiros de Castro es que
viene envuelta en un lenguaje floss
nes generalizantes,
de significado,
ico, mas afin a las pretensio-
ea la comprension de mundos especificos
mo es "tomar en serio Io
que los indigenas nos dicen” (Viveiros de Castro, 2002);
nas de pensar. Se b
de
dos imponentes en seg
nguaje o de acciones, que muchas veces exceden el buen
cjercicio de ingenio y de
arte con poco
Al igual que en
tructuralismo, la gran diversidad
peligro de quedar reducida a
losofia que no es ni de aqui
nide
Ia. Por est
perspeet
corre el ries
prestucio y
‘OR UNA ANTROPOLOGEA ECUMENICA 105,
Sea como fucre, el hecho es que ese modelo de construccién de
‘etnografias, {rato tardio de los esfuerzos estructuralistas de Lévi-
Strauss, ya ha dejado su impronta en la antropologia brasiletia y
ferencia en la emologia intemacional. Veamos
pasé a ser u
thora el movimiento contrario, es decir, lo que nos llega desde
afuera.
EL MOVIMIENTO CENTRIPETO
aacional de commodities, en ch
fién hemos visto el eransito de ideas
lace
los Estados Unidos, y v
anterior -en
valor agregado
izacion de
reciclaje. Sobre todo de aq)
de los antropélogos p
puede ot
fabricas
los conceptos y las post
c, en 2000, comprometi
ws denuncias de un
apelar a Ia ayu
res de aquel contexto, Se generé w
entre los scholars, que crefan en
hacer
© politico “los “anti
los “pro ciencia
INdeT)105 ANTROPOLOGIA AHORA
&
=
g
jinables meses, en los
las de correo electrdnico quedaron congestio-
jensajes cle ambos bandos y de quien quisiese
pronunciarse al 10 cay en &
anémico ink
verbio old habits die hard (los v
¢s tan popular en aquel pais. Finalmente, no llegar
que orientase sus pasos en el futuro, Bs decir que
ailiccién momentinca que agité a los defensores de la ética
y todo volvi6 a la normatidadl.
1¢ en Tos casos de epidemins, en esta ocasion no se
crearon anticuerpos ni se hicieron esfurerzos para producit una
wna contra Ia prictica anti ntropolog
ja que ninguna leccién significativa logré sobre
de fama de Patrick Tier
que
nadas a
fuerza y pronto fue olvidad
‘cor atin
norteameri-
Menciono este caso para i
politica de muestros colegas del norte continia gene
rios inconvenientes desde que ia AAA censuré a Boas por haber
denunciado a colegas involucrados en operaciones de espionaje
(Weaver, 1973). Esa ineptitud politica se manifiesta mis clara:
mente en los momentos de erisis, cuando
tentan resolver Ios
problemas o barrerlos por cebajo de Ia alfombra académica, En la
comiin que se valgan de gestos de reconocimiento,
q ig
lente simbélicos, para sefialar que nosotros, los del sux (por
slobalizada no ex sinénimo de
por més obvio que parezca este pleons:
no lo es, ya que algunos pares so
tropdlogos que residen al norte de
gran abismo entre los muros de la academia y el mundo de la vida
real, Pero parece que no logran saltar ese muro y tenminan por
refugiarse ~al esti
Cortizar- en un compartimiento supuestamente protegido del
POR UNA ANTROPOLOGIA Ec
ERICA 107,
campus universitario, aunque de
por fuerzas que no conocen y mi
estrecho claustro académico, B¢
que llegan del sur
Entre los frecuentes reciclajes que se producen en este claustr
ineémi colaborativa’, practica-
da hace ya algi \po por algunos colegas en América
Exp ws como las llamadas emogsalias particip
orativas, en las que antropdlogos ¢ indigenas comparten ka
ia de los textos etnograficos, pueden conducir a una may
jidad intelectual, aunque no la garant
105 sesenta en Colombia (Fal
Jimeno, 2006; Rappapo
lo esta de
bro para volverlo una obra participativa.
ideas neadi
micas y las indligenas se fertiic
nes recfprocas. En este sentido, el
ejercicio intelectual emprendido por Davi Kepenawa Yanomami y
Bruce Albert (2010) promete abrir campinos hacia un nuevo tipo
de comunicacién intercultural e interepistémica. Es como si se co-
menzase a tomar conciencia de que la e! na actividad
demasiado importante como para que nos de
los antropdlogos.
Estas asociaciones entre
ivos resultan de, por lo
menos, tres fxctores: una exper
prolongada; una postu
indigenas, muchos
tales; y [a necesidad del endgrafo de expandir su campo de com-
Jégica, En el caso nort
de la toma de conciencia, por parte de los acadé18 ANTROPOLOGIA 4
cia anions,
intercultural, como es el
ucio6n un eld cs
tant forza de Les Fo (208)
ia. En casos como el de Field, como
mo, como la inte
con indligenas de C:
muestra una aguca tes
se espera extraer de es
todos, ética y conceptos adecuados”;
“autocomplaci
conjunto de
iscorduntes y
ida ~es decir,
iar con Ia inter
manera embrion:
icio de los arios ochenta Roy
0 The Invention of Culture
dew
micos de los Estados
Pramats de os Estos Unidas, algunas nots
ia de caza, otro de cazi re
joven anuropélogo de la
publi thropology. Activista de derechos
'o yonggom de Nueva Guinea, Kirsch
io de Wagner y da a la expresién “antropologia
opologia a la
POR UNA ANTROPOLOGIA ECUMENICA, 109
inversa” un sentido propio que, a mi modo de ver, es mucho 1nds
provechoso para el futuro de la antropolo;
aproximacién mucho més fi
“tomar en serio lo que los indigenas
adelante,
Si el intercambio entre co
politicamente desigual
tan dificil, equé decir det
indigenas y académicos?
tre los mundos intelectuaies
EL ROBO DE LA TEORIA
Lo que sigue es la expresi6n de una inquietd,
de provoeacién, cuyo objetivo es aportar a 1a cor
pares cuestiones en ciemes, aiin bastante amorfas, que merecen
nuestra atencidn.
La mayorfa de los te
de mis
fs ambiciosos de la antropologia
a utilizar los preceptos nativos lo
se destacé por su habilidad ps
cales del mun
des esquemas descriptivos © explicativos a escala macro. Cada
te de las sociedades indigenas se transformaba,
en algo inte a la suma de sus partes, lo que relegaba
cada mundo native especifico al anonimato del “dato etnograti-
co”. Esto sucedié, por ejemplo, con el evolucionismo y con el es-
tructuralismo, y continda sucediendo en muchos de los es
sobre Ia Amazonia indigena.
Digo la mayoria de los te6ricos porque siempre existen reden-
toras excepciones, Pensemos, por ejemplo, en EvansPritchard
(4937) cuando, intrigado por el aleance del fenémeno de la bru.
Taconclusiéa de que se trataba nada
14 teorfa del conocimiento qu
isfactoria, social
eorfa proven
wanera mucho mis s
indo, que la teorfa de la probabilidad occidental. A la
wersa de esta tiltima, la teoria zande no deja nada sin ex,| eee
110 ANTROFOLOGEA AHORA
Sin embargo, ni Evans Pritchard
not lloaron ee des
riento hasta sus ts a ous
limas consecu
lenguaje comin,
pOlogos. Es just
as. Pero el
que sean entendidos en
‘gc el problema,
n suv acepciéin antropolégica, tiene poco o nada que
ificado popular. En el sentido comtin, e
de que sean leidos
que los
pretenden. Yl Se
Mito",
ver con el
esponde con In read” 9 "ona
"ry en el dmbita dela
adel pensamientoegce
clo antropSlogos quieren
dels indigenas ya las qa vez con uns Heels asco
mmitor¥ qué decd "ca
Drediecto de los pernpect
aunque no
diatamente as
able? Seria demasiado espe te alga
0 sea un etndrafo de las wert Insc selene nn
aura trnsformar una palabe cane oss ce meen
sentido simbalico que le dan los pespectvans ener dee
POR UNA ANTROPOL cA 11
Drutos predadores. Mis
pretacién acarrea para los indigenas, ‘encia en el concepto
idades que no son adecuadamente
s. Esun
de predagdo les atri
is antropolgicos mas com
jscusivo antes que una demostracién empirica
Otro concepto perfectamente admisible en términos de denota-
Gién del diccionario, pero cwya connotacién vulgar me parece pro-
"En tanto estudio del cosmos, el término
ntegridad cientifca, Pero como visidn del mundo, que
cs su us0 més corriente en Ia antropolo
aconeepto’ que, al abordar f
su capacidad explicativa,
pecificidaa” (Gongalves, 2001: 24).
9 salva uibuyd a aumentar ese abismo, a pe-
sarde los reparos que le impuso Lévi-Strauss al extenderlo a segmen-
ificos de Occidente. Incluso dentro de nuestra profes
perdi
para xebajar cl pensamiento indig
tiltima instancia, Lévi-Strauss 1
ivo que este tltimo lamé
lector despreve
Jaciones “misticas” que privilegia lo
suma, la “cieneia de lo concreto”
Ye muy poco de concrew y menos todavia de ciencia.
‘Con ese canon levistraussiano que guia muestra mirada, es
comprensible que nos hayamos resignado a manosear el con-
cepto de cosmologia. E] resultado es que los indigenas tie!
cosmologia y nosotros tenemos teorfa, una teorfa supuestamen-
te tan eficaz que nos permite creer que somos capaces de alcan-112 ANTROPOLOGEA AHORA
zar los espacios mis pr
Esa falta de humildad y de autocritica, aunque inconsciente, nos
constrifie en mas de un sentido y ha creado puntos ciegos en
numerosas investigaciones de campo, Por un lado, resulta em-
barazoso confrontar a los indigenas que desafian nuestra capa:
cidad de interpretar sus mundos. La falta de autocritica expone
lolorosamente nuestras limitaciones analiticas. No son pocos
los escenarios etnogrificos en que su dese
\dos de sus “sistemas cosmalégicos”.
ianva respecto del
trabajo de los antropélogos se hace evident. Por ot
\cia intelectual que recor
tiie y reprime el potencial etnogr
idad de ampliar la capacidad de la ai
a ectimene tedrica, cn el
les distintas. Peor
|. esa arrogancia ha cont rear imagenes que, en vez
de gencrar un mejor conocimiento de los pucblos indigenas,
termina por alimentar estereot a ellos,
No fue casual que, cuando analicé algunos sustantivos que fun-
clonaban como palabras clave clel largo proces
de los indigenas (por ejemplo, ingenuo, primi
etc,), denominara orientalismo brasil
tercotipos que persisten en solapar la integridad intelectual de los
indigenas. Veamos, por ejemplo, lo que escribid George Peter Mur
dock (1994: 4) acerca de los supuestamente extintos tasmanianos:
jo una forma si
los tasmanianos viv
de organizacién social y politica,
No conocfan la agricu
tices, jexcepto los par
fos que pululaban en sus
Y que de vez en cuando atrapaban y cot
conocian al perro, compagiero casi wnive:
salvaje, hasta que fue intraducido por los blancos
O los comentarios de Francis Huxley (1956; 13) sobre los ueubu
del Brasil oriental: “Parece que ia vida de los urubus es bisicamene
OR UNA ANTROPOLOGIA ECUMENICA 113,
tos como salvajes. De hecho, aunque esta pal
puede negar que los urubus son salvajes”. Sin erm!
Huxley, “en verdad, Jos salvajes
mis irracional que sea
qu :
pocos
1 Léxy-Bruhl), Prinitive Mariage (John
ioe Clasifiations (Emile Durkheim y
ie Art (ranz Boas), Primitive Religion (Robert
Jos orientalismos, no es sola
la a los denominados debiles &
genes de la naci6n y del
gena abundan sobremanera en las ficciones de los literatos,
igena a
«en las decisiones de los legisladores, en las piedades misioneras,
en las propuestas de los defensores de los derechos humans, en
las columnas de los periodistas, en Ios andlisis antropolégicos y
cen las quejas y reivindiicaciones de los propios indigenas (Ramos,
de opiniones ée Jos “br
mente con armas como se aniq)
asile
Jas nacionales,
Volvamos a la pr En algunos enun-
clos (Viveiros de Castro, 2002; Gordon, s/f) parece que su ob-
ico es generar equivalencias entre las epistemologias
nativas y las académicas, 0 sea que: “El conocimiento antropolé-
gico bordea la presunci6n fundamental de que los procedimi
tos que caracterizan la investigacion pertenecen conceptuadmenteal1g ANTROPOLO
HORA
mismo orden que los procedimi
Cas
fos investiga
2002: 116-117). Como propuesta filos6
i6n a concretar Ia propuesta de la antropologti
fara usar una expresién cara al perspectivismo (G
es en los resultados concretos de las investigaci
nde el cambio realmente operay se imponen nue-
té avanzando
ido de acoger
igenas en igualdad de condi-
iones intelectuales, Entre
de su aplicacién
ad. A pesar de los esfuerzos intelect
disipado det
que conoce ~el si
se deja conocer
te mow
© negarse que hay diferencias de interpretacién e
tropélogos y natives. Mis objeciones no se refieren a los con
sean empiricos 0 te
actitud que no admite igualdad
en la diferencia. Si, tas explicaciones antropolégicas son necesaria-
mente de naturaleza distinta de las indigenas, pero eso no las hace
intelectualmente superiores. Tal vez
mis profundo y extenso
cuanto
rifico de
nuestro €:
OR UNA ANTROPOLOGIA ECUMENICA 115
tun pueblo, menos arrogantes nos valvemos y mas claramente perci-
bimos la falacia de que algunos son mas nativos que otros.
Un debate anterior en la antropologia gird en toma de lo q
ria historia, etnohistoria y conc: é
Ia intelectualidad euroameri
6n de Historia, con letra maytiseula
fan los indigenas una
estilo occide!
s y encarcelados
‘onereta?
conocimientos estarian eternamente e1
yssus ciencias de
erpretativa que encontrs en el
los ritos y las nareativas de los que parti
1a “conciencia teérica” tan fina y compleja
que los identifies como anilisis indigenas comparables con los
nuopalégicos. Tomo ese "comparables" en el sentide de inte:
idad antes que profundidad, porque, por mas exhaustivas
aciones académicas,
iimente aleanzan
que sean las interpr
Gensidad y los matices de |
joriador Georges Siou
exprese gran frustracién ante las barreras
Jevantan cuando se trata de comprender lo q
intentan explicar ason
jara nativa al
icionales'
ogrilicas de Kirsch nos permi-
1s sobre sus valores
Las consideraciones ético
ten Icgar a una importante reflexin sobre las simetrias y losrrird con la “antropologia i
tindonos a Brasi
capacite a los indios cor
han permitido constr
26 y habra de dar fratos en las proximas dé
cadas. Pero es necesario tener
neficios de la educacié
lo la ensefianza superior, atin incipiente,
mentos de anilisis
roceso ya com
aparato cognoscitivo de otro orden. Asf com
n tiene el gran po
empatidecer aquellos conocimientos que son caros
nuevos horizontes, tambi
\dos nativos que es un verdadero sistema epistemolégico
pal cpilded spleen ote
un instrumento de enter
des generadas por Ja invas poderosas
I y econdmica,
lanté en la
empres:
sea por el feroz régimen dictatorial que Indonesi
parte oeste de Nueva Gu
tido a partir de los actos que perciben como no bu-
‘humanos de los invasores, sometiéndotos al cilculo
stecido por su propio andan
A decir verdad, vemos ese mismo.
tual en todos los ca
blicada
do 0 Branco, p=
bert y Ramos, 2000). Pero Kirsch
‘de constatar que los natives tien
tos tedrico-explicativos. Lo que él demuestra ctnogi
que lo que propone teéricamente, es que esas e}
aiios antes en Bi
sopios fundamen-
Jas interpretaciones que los yonggom hacen de sus encuentros
POR UNA ANTROPOLOGIA ECUMENICA
coloniales corresp.
Ia etnografia de Karenina Andrade (2007), se
mir el papel hegeménico, que hoy es
‘oximo ciclo de vida en la Tierra. Bsa
aptura dle toclos los tipos de con
sobre todo a través de la escuel
paracién involuer
que estén a su aleanc
reconocer en esa profecia yekuana un tipo de ebisteme
laborada capaz de orientar el pensar y el hacer de ese pueblo. Se
tamente
sico (an hecho social to
nicho, ya
perder
trope
que expresara Jor
hanes Fi 8) al criticar a los an regabat
fad de los pucblos no occidentales, También
conviene tener en ¢ advertencia de Jack Goody
usd a Occidente de robar la Historia de chinos,
, ignorando las invenciones de esos pueblos
\eciendo las propias. Ya ten:
remos también en una Teo!
Ja contemporane’
Robada.
Ahora volveremos al comienzo porque es
guinos puntos. Cuando critico
que “descubris” una América gue, por su
avisible a los amezicanos~ nos ensefia que
tante come mirar desde adentro si
«los culturales. Sin embargo, hay
rar dlesele afiuera
ueremos es descubri
lo que
que evitar dos
mica y a de la psendo-bu
mpast la de118 ANTROOLOGIA AHORA
¥, por un falso mimetismo, red
de las teorias nativas, §
ingenuamente a una imitacién
‘gar un intercambio
de ideas y de perspectivas. Ese
es con poca p
bajo cl test de la ct
condiciones, tedrico que ocupa la epistemolog:
antropolégica. Es decir que las teorfas nativas ya no deben ser
c tma mera mater 1 Ia Fria de
leas académica serio no es apropiarse
ue se agrega va-
‘Tomara los
labras y gestos como mat
trop
ie les corresponde.
Lo importante ess
ropoldgicos. Por el contra:
lo cs posible sino también necesario concebiry hacer que
las convergencias y los epistemologias académi-
mente en una espiral dialéetica
se fer
imelectulmente pro
Pspero queen
10 ate a antopologa bale con
¢on compromise police eres
s emiuccer el mundo ansopeley, se
deberia estar- i" Sane
retomno, como asimismo espe-
para pensar en remode-
Jectual con
nologfas, en ol registro de
Idad del que quiere aprender
use. Entonees si podremos tle-
es decir, ala
legaremos a
gia y
la diferencia, con
plena interlocucidn cultural, Qui
una verdadera antropologia ecuménica.*
Agradezco a los colegas Wil
silia, y Myriam Jimeno, de Ia Unive
por la generosi
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