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Meirieu Dimension Oculta

Reflexión sobre el vínculo alumno-maestro

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Introduccién La dimensién oculta Querida colega: Querido colega: Llevo mucho tiempo pensando en escribiros. ¥ ser mas exacto, con yuesttos predecesores: ay con los que he aclo en mi lo bastante como para hacerme participe pac n primer lugar, por supnesto, n voluntad ~puesto que sois tna generacién p abajado durante estos % Jos y que nas de sus preo herramientas necesarias para acompaitar a los alumnos en st , esto que sois una gene- orientacién, También de su deseo - sci como en la gestion de la clase...' Pero tam flada detras de Ia tipica petic Ia preocupa do percibir, clase, euane marchado los a Ahora bien, que respecta a Ta informacién y lay ativas, Ins publicaciones ‘ipo se encargan de ell ic, si mo ¢5 un profesor joven, nea universitarias y mposit scompetencias ensefiars, de saber» o de los los alumnos construyen su icos» que han invadido la escuc~ la desde su masificacién. Asimismo, es imposible escapar de las polémicas denuncias de fos adversatios del spedagogis- mo», a quienes habéis oiclo mil veces estigmatizar cias sucesivas a las verdaderas cxigencias intelectuztles de la escuela» o «los peligros de la demagogia galopante que, bajo ¢l pretexto de adaptarse a las necesidades de los alumnos, hia Promovido un igualitarismo devastador». Seguro que no leéis pertédicamente Les Cahiers Pédagogiques ni el Bulletin de ln ‘Société des Agnigés pero, grosso modo, conocéis su contenido, Por lo que a mf respecta, evidentemente, no voy enfren- {ar el discurso técnico sobre la ensefanza y la retérica de la indignacién. Por una parte, porque después de haber pagado durante un tiempo mi ébolo al prime: i entonces, el riesgo de embrollar 5 parte, porque no se p cativo para inten se complacen con talent ya he hecho mi eleccién y; si bien a veces es dolorosa desde el punto de vista estético, le soy fiel.. Pero comprendo que, por yuestra parte, ate 13 para enfrentaros alos proble- No hay ada despreciable on mas de disciplina, ideando intentar sobrevivir de lr mefor vuestras propias convicciones manere sobre los peligros de la mer acion de la escuela y recogiendo aqui y wacién necesaria para la gestion dle vuestra ca Yes que no hay nada mediocre en esta estrategi presuntuoso seria aquél que os condenara a intentar sa sos de este modo, Esto también forma parte de la profesién. “Todas las maiianas hay que retomar el camino a clase, aunque prefiramos hacer otra cosa, no hayamos tenido tiempo de pre- parar las clases, tengamos el miedo metido en el cuerpo 0 ef cansancio y el desinimo se apocieren de nosotros... Pero acep- tar la mediocridad inevitable de lo cotidiano no signifiea con- denarse sin remedio a la rutina ya la insignificancia. Ni, sobre todo, abandonar la esperanza de que pueda ocurtir «algo» importante, un dia, en la clase. Porque alli esta -estoy conven- cido de ello to que os ha hecho escoger este trabajo. Aspirdis a «algo» que no sabéis definir bien y de To que no encon- trais ninguna huella en los tratacos eruditos ni en las diatribas antipedagégicas. «Algo» que se desprende de ese «no sé qué: ‘© scasi nada» que, segtin palabras de Viadimir Jankélévitch . mismo tiempo, con una especie de pasién: mnisi6 e he fos, durante yuestras es nis colegas, desde hace muchos acto vuestra espera pero, cu Ibéis recono- cer su realizaci6n, Lo que ocu- Un acto pecagdgleo que no cone Fre en ese Momento es, propia~ _céis pero que, sin embargo sabéis mente dicho, extraordinario: — reconocer. if contra todas las formas de fatae “et emerser-remmenremmrren: lidad ya pesar de todas las dificultades objetivas de la empre- sa, en la clase se produce transmisién. Los alumnos aprenden, comprenden, progresan, cuando ya nadie lo esperaba. Nos damos cuenta de que heinos logrado lo que ni siquiera las preparac is sofisticadas podian hacer esperar, Nos entusiasmamos, La situ n pierde protagonisino y, simultée- neamiente, el suber ocupa por completo las palabras intereambian... Entonces, el maestro. hi tanto placer como el alumno en aprender; el esfuerzo de uno apela inevitablemente al es ero del otro y los logros comu- a su presencia en clase una especie de eviden- » de golpe, todas las cargas cotidianas y todos problemas institncionales. Ahora bien, este fenémeno esta pricticamente ausente de los escritos sobre el oficio de ensefiar y sobre la escuela Senc acs confier cia que el I llamente, en ocasios osacercdisa él, como teraria 0 cinematografica, duran- lectura del homenaje de un antiguo colega o en las evo nes de antaiio... cuando el ceremonial y los comporta- jentos todavia estaban regidos por reglas que hacfan perfectamente legible «el acto pedagdgicon Asi que 1 pequeiio Marcel Pa clase de su padre, profesor de pi resultado de una emoc | recuerda, o Alain Fournier des- con Ia pelicula Ser y tener, en ‘erso celosamente guardado de una escuela rural, tenéis ntrars al fin con lo esencial: icultado cuidadosamente y que, sin embar yuestro comp: Tin clave. Lo que pasaba en clase pod der a vuestras axpit raciones profundas... unas aspiractones ¢ «incorrectas» desde la perspectiva pedagégica. fascinacion es tan fuerte, sin duda es porque ta ge alli -contrariamente al cuadro confuse y vio- Iento que los medios de comunicacién devuelven de sla escuela cie de pureza cristalina: petri: 1 se cada en un cuadro idilico que, se he perdido para sempre al precio de una simplificacion, retrospectiva, hace que aparezca el acto pedagdgico con la misma evidencia que la sonrisa de la Mona Lisa’. Todo esta en su lugar para la eternidad: los pupitres, los tinter con la linea diviso fa.al fondo de la sala, la figu colgadores clavados en Ia pared. El maestro es esiricto pe: buena persona, pobre pero digno. Los alumnos tienen, como debe ser, las manos manchadas de tinta, pero se han quedado anclados en una imagen ideal de la infancia: buenos esos a la vez, tan atentos a la leccién como locos por re el maestro y los nifios, li, palpable, presente: la armonta e son, actualme: Pero, si sitacion s talo— co una espe- ento de que lo esencial jos mapas ade los departamentos, la este ica sobre su peana y los I recreo. B el acto pedagigico esta se logra espontineamente, la cortiente Muye y se prod wransmision. ¥, precisamente, porque es mis facil de pereibir en estas, simaciones arquetipicas, el acto pedagégico acaba por identi- ficarse con éstas y nuestra identidad profesional corre el ries: — go de refugiarse en la nostalgia de un siempre. Porque lo que tenia sentido mas legible en las imagenes de Eg cones contemp para esion aparece I de la escuela que en las mente reales, algunos :ica- «el acto pedagégico se ha conyertide en que t Ahora bien, me gustaria _ ¥,sin embargo, demostraros lo contrario, fife todo es posible NO _“Terarstonemenaeesnen se (0 durante las formaciones como en la mayo- de conversaciones entre colegas, se nos escurte entre los dedos, Me gustaria intentar buscar con vesotros lo que func na en el miicleo de la profesién, ese hogar mitologico del que proviene la parte esenci nergia y de donde jomentos de depresién, nuestro desinimo, Me gustaria ensefiaros que, a pesar de la avalan- cha de instr es mas © menos oficiales y de la compleji- dad de nuestra institucién escolar, a pesar de Ja burocracia a la que debemos someternos a diario, a pesar de que nuestros alumnos se han modelado a partir de la medi va, a pesar de las presiones sociales que se cjercen sobre pesar de la desaparicién, en igual que en muchas de mnestras s, de toda de poesia, todavia es pduzca transmisién en la clase, y que, de golpe, Ia profesion adquiera sentido. Por supuesto, esta dimensién ocula no suprime milagro- i dificultades materiales que nos smargan la vida, ni los numcrosos problemas de toda indole que deberos afrontar continuamente. Tampoco descalifica la labor necesa- reflexién que debe Hevarse a cabo sobre los contenidos la enseanva, ni la inversién indispensable que bay que de muestra también proviene, ea Ios dad teley samente i i o Laon realizar en las estructuras institucionales de Ia escuela o del 10... Pero, precisamente, con el fin de hacer frente a todo esto, necesitamos restaurar con regularidad nuestra unidad. De lo contrario, nos dispersariam: titud de activida- des sociales, todas muy respetables, pero que, en fltima ins lancia, podrian perfectamente atribuirse a un ejérc autématas y de super enn \erarios, de mirar de cerca la reo ha Megado el momen ta de nuestra profesion, esta intencionalidad profesional primera que nos instituye como profesores, En el sentido propio del término: ella es la que nos mantiene en pie. dimension o

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