100% encontró este documento útil (1 voto)
788 vistas3 páginas

Caja de Cartón PDF

La niña nació en una caja de cartón que le sirvió de cuna. Su madre gastó sus ahorros para embarcarse hacia un lugar mejor, pero el barco naufragó. Sobrevivieron gracias a la caja de cartón de la niña. Vagaron solas hasta encontrar otra caja que les sirvió de refugio. Más tarde se unieron a otras mujeres en un poblado hecho de cajas de cartón, pero un incendio lo destruyó todo. La niña fue adoptada y ahora guarda recuerdos de su madre en una caja en su

Cargado por

fedesim1967
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
100% encontró este documento útil (1 voto)
788 vistas3 páginas

Caja de Cartón PDF

La niña nació en una caja de cartón que le sirvió de cuna. Su madre gastó sus ahorros para embarcarse hacia un lugar mejor, pero el barco naufragó. Sobrevivieron gracias a la caja de cartón de la niña. Vagaron solas hasta encontrar otra caja que les sirvió de refugio. Más tarde se unieron a otras mujeres en un poblado hecho de cajas de cartón, pero un incendio lo destruyó todo. La niña fue adoptada y ahora guarda recuerdos de su madre en una caja en su

Cargado por

fedesim1967
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 3

Caja de cartn

Cuando nac, mam me meti en una caja de cartn, una de esas cajas donde guardan
sus zapatos quienes tienen zapatos.
Aquella caja era mi cuna, mi habitacin, mi casa, las paredes que amortiguaban el llanto
de mam...

Pocas semanas despus, mam gast todos sus ahorros. Compr un billete para una
embarcacin que nos deba llevar a una tierra donde las nias no duermen en cajas ni las
mams lloran.
Zarpamos de madrugada. El secundo da nos sorprendi una tormenta. El barco escor,
entr agua por la cubierta y se fue a pique.
Mam nad desesperadamente hacia la costa, tirando de mi pequea balsa de cartn.
Sus paredes apenas me permitieron or los gritos de quienes no saban nadar.
Llegamos a una playa solitaria. Mam y yo, nadie ms. La marea se llev mi caja mar
adentro. Ya nada silenciaba el llanto de mam.
Vagamos durante varios das con la esperanza de encontrar una cara conocida, algn
compaero de nuestra malograda travesa.
Dormamos a cielo abierto hasta que encontramos una enorme caja de cartn.

La caja se convirti en nuestra cama, nuestra habitacin, nuestra casa, las paredes que
cobijaban nuestro llanto.
Comiendo races aprendimos que, ests donde ests, el sabor de la tierra es siempre
parecido.
Yo no s bien por qu, pero eso nos reconfortaba.

Cada noche recorramos las basuras en busca de alguna patata o algn tomate.
En una de aquellas salidas, mam reconoci a una mujer que haba viajado en nuestro
barco. Se abrazaron, lloraron, se preguntaron por los dems...
Y las dos respondieron con un movimiento triste de cabeza.
Aquella noche, nuestra nueva amiga, Aihala, traslad su caja de cartn junto a la
nuestra.
Adems de cobijar nuestro llanto, ahora las cajas tambin hacan resonar nuestra risa.
Pareca imposible pero, a pesar de todo, no se nos haba olvidado rer.

Pasaron varias lunas.


Nuevas amigas se acercaron con sus cajas de cartn. Juntas nos sentamos seguras,
incluso felices. Porque, como deca mam:
Cuando las penas se comparten,
las lgrimas son ms pequeas.
Alrededor de nuestra caja haba nacido un pueblo de cartn, pobre pero alegre.
Reamos entre nosotras, y tambin sonreamos a los desconocidos. Algunos nos
devolvan la sonrisa.
Pero no todos eran amables con nosotras. Hasta hubo quien jug con fuego.
Sucedi bien entrada la noche, una noche que jams se borrar de mi memoria.
El fuego se extendi por el pueblo de cartn y todas las cajas ardieron. Nada pudo
silenciar nuestros gritos de dolor.
Nunca volv a ver a mam.
A Aihala, tampoco.

Me llevaron a un orfanato, y despus quisieron que volviera a mi pas; pero en mi pas


nadie saba de m y aqu nadie pareca saber de mi pas.
Finalmente me adoptaron y, al cabo de un tiempo, volv a sonrer.
Parece imposible pero, a pesar de todo, no se me haba olvidado sonrer.
Ahora soy feliz junto a mi nueva mam. Yo la quiero y ella me quiere. Me quiere tal
como soy.
Vivo en una casa. Tengo mi habitacin, mi cama, mi armario
Y en el armario tengo una caja de cartn; una de esas cajas donde guardamos los
zapatos quienes tenemos zapatos.
Pero en mi caja no hay zapatos, sino recuerdos.
Porque no quiero olvidar.
No quiero olvidar el llanto de mam
y tampoco su sonrisa.
Txabi Arnal
Caja de cartn
Pontevedra: OQO, 2010

También podría gustarte