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Rivera, Jorge B., Ingreso, Difusión e Instalación Modelar Del Martín Fierro (Archivos)

Rivera, Jorge B., "Ingreso, difusión e instalación modelar del Martín Fierro", Colección Archivos

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OLE] UNIV] TACAYNYAH 10 vA ly © De esta ediion, 2001: SIGNATARIOS DEL ACUERDO ARCHIVOS, ALLCA XX, UNIVERSITE PARIS X - Bat. F-411-812 200, Av, de la République - 92001 Nanterre Cedex (Francia) ‘Tel: 01 4097 7661 1 40.97 76.15, Primers ecm, 2001, en HAN COLABORADO EN ESTE VOLUMEN A ‘Martha J. Barbato Horacio J. Beceo Ménica Bueno Rosalba Compra {gia Chiappini Fernando Colla Miguel Dalmaroni Juan Carlos Garavagia Graciela Giunta ida Lois Angel Nivier Jorge Rivera Susana Romanos de Tiratel Julio Sehvartzman Paul Verdevoye Liliana Weinberg de Magis Leopoldo Zea (Argentina) fustiao de Investigaciones Biblotcligicas, Ficuliad de Filosofia y Letras, Universidad de Buenos dives (Argentina) Prfisora de la Universit di Rome, La Sapiens (Brasil) Profsora de la Freie Universitit Berlin (Arges id) Contre Nati Recherche Scientifique, Potions. Director editrial dela Coleccién Archivos (Argentine) Pofsor dele Chiversidad Nasional dela Plata Consejo Nacional de Investigaciones Cintas y Téscas (Brgentina) Director de Eetudios de UBcole des Hautes Eeades en Scones Sociales, Fars (Argentina) Justia de vesigaiones Bibltcligics Facile de Rilo y Ler, rivera de Bren ies (Argentine) Profsor dela Universidad de Buenas ‘ies y dela Universidad Nacional de La Pata Giotjeasy Teoicas (Argentina) Brortr y eto literario (Ggentina) Profs de la Universidad de Buenos dives (lagentins) Profora dele Univetidad de Baers Are - Divetra del tic de hectigaciones Bilesigs, ela de Fiesty Leas, Universidad de Buenas Aver (Argentina) Pryor de la Universidad de Buenas Aires (Brancia) Profisor Emit de "Université de Pars ‘Sorbonne Noweles (México) Profs de la Universidad Nacional A Meio iret de Programa Univers de ‘Eni Latomevanas -opusauoo sousmt ap ‘wuopdxa Xs ‘wan 09 nou a5 zomne pd gy sy] seRsogqe wxed poo} sod ofige iqneeasy. ‘2p wopypa vf eed “uowpenourep orewoy un ofa zapupuragy 2281 ua anb sepsosay auDANO.) ‘rupee ene ap omayu09 gp ‘osaxut ap eden vf oxo seand 04 Z/BT 9p vs anb opopod pp 9 «sop opiqpax ueany anb ered uoxersei? onb -enop» & esareyndod> sarom9 soumsruroour So op wourexs [P u2 ous Ouziy wvenyy op I05 BK way [2 “9p ® woreisq{ 0] onb souopesnows ap waren efofdioo ef u> somaresouar “sore -torod soprorom sns op woyppadto ezojeumu v] woo £ zopupusogy 9p soanolqo oj uoo mesppuoo onb sojeuomomud searenso v -euowoye oooduse upioo, -odie wy {‘orzamtoo [pp Sowep 9p ovunfuoo uw eHM0§ epeU UOPENDope Ne oH PP eHEIOMT pepyED vy weyuossou anb ¥] uo sepEsUNON ap rans wan ap ‘ogeo [P osouiostar souout “oronpaid jo omoo ou { sasosay ans A wun Jp ano oonsya yo aoeyuo un ap o3ny pp owo9 "wpeuAIed BHO Uod Of ay ype tunis op SORENTO Us OTST ab soyeuoN -2rense £ FOURTIDI ap wpa x ‘oSsaud ns ap omemmertaoane op deo ¥9 oper a1gos £ oduon ns uo ‘is ap sapred oan xapuyuogy ap emaod PP topupWOr upPeyOT eH! onb awapus soared woLlONE TIME wD Y eupuoBie emypNo EI ap OrKaHOD Jo Ue aLayy ELOY Ppp sejpour uoHEPsM 9 ugIsnsp ‘osaxuy RIOANY “g aB10£ 546 : Hiri de ta La incidencia del formato folleto 1a elecei6n del clésico formato efollto»! para las primeras ediciones de Bi gau- 15 cho Martin Ferro (1872) y La vuelta de Martin Fiero (1879) no parece, en efecto, & un hecho fortaito, y en este sentido Hemninder respondié simuliSneamente {5 una genuina wadicién editorial y a una cierta voluntad «mercadolégica». Eze- “g quiel Martinez Estrada encomia en Muerte y wranfiguracién de Martin Fir la forma de presentacién elegida deliberadamante por Hemindes, porque «el lee- "= tor de campo manejaba el folleto no sélo con familiaridad, sino como cualquie~ ra de las publicaciones periddicas que se levaban a la chacra. En forma de libro, con otra presentacin, su éxito habria sido menor»? Hernandez fue el primero en advertir la ductilidad mercadolégica del folleto, y en teorizar sobre sus propiedades en’relacién con un publico més amplio y heterogéneo que el consumidor habitual de fen una etapa en la que comenzaban a consolidarse los primeros re lel proceso de afabetiza- cién y correlativa configuracigi de un nuevo espacio de lectara de caracteris- ticas modernas Basta releer la importante carta a los editores de la octava edici6n de EI gau- cho Martin Ferro -fechada en, Montevideo en agosto de 1874~ para comprobar el valor estratégico que Hemnindez asignaba al clésico formato menor de la folletela, a la que consideraba no como euna degeneracién del libro», sino como uno de los ausilires civilizstorios de la tribuna parlamentara, la prensa ppetiddica, el comité y el propio libro, en la tarea de «melioraciéno de los secto- res postengados de la sociedad. “Hernénder percibe ya la existencia de un nuevo plibli ciin con el cual la elisiea y econ determinante papel inductive: ceseuchan al calor del hogar la relacién de s dere leer!s, un argumento pedagégico que conversacién con los lectores» que preceden de La vuelta de Martin Fir. ‘Una bibliografia esquematica probaria que Heméndez eligié para su poema un formato consagrado en cierto modo por la tradici6n de la imprente riopla- fa sentir a los que adecimientos, el deseo de po- 2 en Ins «Custro palabras de 1879 a la primera edicidn Jonge B. Rivers 547 tense, y de manera especial por a vinculada con el género gauchesco y gatuchi- politico. Lo precedian en esta eleccién gréfica nada menos que Hidalgo, Ascasubi y Del Campo, entre los autores més representativos del género, y puede afirmarse que el formato gozaba de genuina reputacién en el mercado Popular urbano y rural, Lo inusual hubiese sido la eleccién del formato y los circuitos de distribucién del libro, que el Martin Fierro recién comenzari a explorar hacia los dias del Centenario de la Revolucién de Mayo de 1810. Heméndes elgié para su obra varias estretogias de promocién y circlacin, y la del formato foleteril ~en términos de mercado no es de las menos notables. Los piiblicos potenciales del poema AA diferencia del libro, candnicamente destinado en aquellos afi al restringido cireuito de las librerfas, el folleto de precio comparativamente econémico po- sefa tradicionalmente una mayor versatilidad circulztoria. La libreria no estavo ausente, desde luego, en el proceso de difusién de la obra de Hernindez, como lo prueban las ediciones ligadas a las librerias del Plata y Martin Fierro, vineuladas con los intereses comerciales del autor-, pero para Hl gaucho Martin Fierro y su continuacién de 1879 se abre también con Ia forma del como punto de venta no convencional y singularmente apropiado per pblicos rurales- el circuito de las abundantes pulperias de la campaia litora- Tense, y en este sentido result interesante evaluar la configuracién euanctativa de exe piblico y del urbano que lo complementaba. Para el caso se consideraré exclusivamente un recorte poblacional que exclu- ye zonas ~como las provincias cuyanas, las del centro, noroeste y regién patags- hnica~ en las cuales la penetracin e influencia del poema tavo menos enverga- dura o se verificé en fecha mas tardla Censo 1869 Censo 1895° habitantes Dabitanes 1) Giudad de Buenos Aires 177787 663.854 2) Campania noree, centro y sor dele provincia de Buenos Aires 317.320 21.168 3) Ene Rios 134271 4) Santa Fe 80.17 718.495 2274229 poblecion de ne desde i 198 9] ua odwap [9 409 peuisuoo "epaueypAy ‘onro aso uo ayuDUIeSPDAIg rus weap 2p seyala 0] sopo1 ap £ opepjor jp “epody "eloy PP dares ef 9p sovqurp £0] sopo? sod sopeat 5 [~] sored sossaurp op uapey 2p nb ‘eqrusmedra anb esaudios ef 9p o¥paut lus opeoojo ey sazeprar sen SOIT setae { oun] uaftuo ap soadoma soperso so] ua» aatenpur exer { ‘euoKoure upped wun exed «esOIqmOSts $9 Oe 259 ¥pEZ -ueoye eas w] onb aarupe eggT BP UO! ZI | ¥ eHONpS wPUaLOAPY> P| “spepnD 2169 9p souqy| 9p ofroUOD To U9 soniapaoaid us K oxoNU ‘oypay un» 9p eren 95 eAEIEyY exaNNY wT EUONGLT BL ap oLNBordoud £ soxpo P ereg sour sod sarejdarala gt sou ap opamard un auodns anb oy ‘orpout Asoue san ap osdoy jo ua soxeydunofo 990'g 2p omemmeo8e fo somne ye vmazopUr of eraaeyp £ Bing “ede oro w9 souopAp sy] 10d opezuroqe HBA ap OME [ap ‘omoumsa: aauongoyo s0 ‘Zggr ap soperpaut # zapupusopy & oqUDso 9] ~EIOABID img 9s0f- oeayy waeopy oypma® py ap 8281 ap soMpe [2 anb exo wT EBT OP ‘nutaboupap ey too goog & A ‘eraa!moMRDep e| NOD OpO'D B URIEIUINIEDU ‘28 onb ‘sozejdutofo gog'gg ap ‘wood vr ered teuordoox 2 ~zepupuoy sod epestaar vamp BI- EB8T AP UOHIP PUIDZpONp el HO Temporg oumouy upTEYR BHeLGrT TOD eed [PP PHBLATT ap sOqPos 9 auouy inp 2p mana DT 9p QUOI? 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La difusién en periédicos in su primera etape de circulaci6n, el poema de Hernéndez no fue conocido cexclusivamente através de los folletos de las ediciones originales. La prensa, en ‘ersiones integrates o fagmentaras, se hizo eargo a su vez de dif x {de Hlemindez de manera complementara, abriendo una puerta para la ulterior instalacién de las ediciones follies. Entre esas versiones perioditicas podemos mencionar Ia temaprana de EJ Co- reo de Ulramar, wna publicacién editada en Paris por Joaquin Torres Caicedo, {que recogié el texto de El gaucho Martin Frroen doce nimeros del ato 1873, Dust el prodo 1875-1874 le vr de Heng fern pci oe ramente reproducidos por La Prensa y La Republica de Buenos Aires, Za Epoca Se Morac de Rosni, El Neto de Coens, La Libera de Concordia La Trikunay La Democracia de Montevideo, y La Consttucién y La Tribuna (Oriental de Paysand. No parece eritrario que los medios nombrados pertene- ciesen precisamente a la geografia y al marco politico-social en el que José Herndndder habia cumplido eu actuacién piblica entre 1853 y su exiio en Mon- tevideo. Eltema del precio Jonge B. Rivera 551 cada paso fuere (el equivalent, a su vez a a diesseisava parte de una onza de foro con 23,62 gramos de oro fino). Para establecer alguna referencia actual, conviene advertir que un peso papel corriente de 1872 equivalia aproximada- rente a unos 005 gramos de oro fino. Haacia Is fecha de aparicién del folleto el ejemplar suelto del semanario humoristico El Mosquito, muy popular en la época, costaba $ 3 moneda corrien- —S {| te, el precio del diario La Reptblica se abarataria de $ 3 $1. y la entrada gene- “2° ral a textros como el Coliseo y el Alegria oscilaba entre los § 25 y los $ 50. El precio de Ia lana, uno de los grandes referentes econémicos de la etapa, alcan- zaba a fines de 1872 el valor de $ 3,17 oro los dies, kilos, lo que equivalia a + unos $ 79.25 papel. Entre 1870 y 1875 el salario de un peén de campo mensualizado oscilaba centre $ 150 y $ 300 corientes, con el agregado de alojamiento y manutencién 1 cargo del empleador (care, galleta, yerba, tabaco, etc), aunque la acentua- da falta de circulante, tan caracteristica de la époce, habia difundido le précti- ca de reconocer la paga en especies 0 medierlas proporcionales. El salario de un encargado 0 mayordomo de estancia variaba en 1873 entre los $ 1.500 a $ 2.000 corientes (el equivalente de unos $ 60 a $ 80 fuertes), y a precios de 1875 se estimaba que el valor de Is mano de obra pare el tendido de alambrados era de $2 moneda corriente la vara (0,866 metros) Siete afios después la segunda edicién de La uelea de Martin Ferro realizada por la imprenta de Pablo E. Coni para la Libreria del Plata, propiedad de José”, Heménder, se vendia «en todas las ibrerias de Buenos Aires» al precio de $ 20, que se mantendrla para la cuarta edicién de 1880. Para entonces Ia reliciém: ‘entre peso fuerte y papel moneda cotriente habia pasado de 1:25 a 1:32,30 y 1.2055 respectivamente. En las condiciones sefialadas para la etapa inicial es altamente probable que sectores medios relativamente amplios, tanto de la campaiia como de la ciudad, hayan accedido sin demasiadas dificultades ala edicién, y ello explicaria el répi- do agotamiento de la primera tirada de 1872 (unos dos meses) y la creciente difusién popular de las siguientes. Para los sectores més periféricos, de todas ‘maneras, exist también la via indirecta del acceso a través de la mediacién del jomales para el obrero especializado que rondaban los $ 3 papel, y salarios de $ 20 mensuales para los peones de campo, los precios de tapa de las ediciones contempordneas se ubicaben en los 0,60 centavos, y en este sentido debe recordarse que Inego de la ley de conversién monetaria del 81, que colocé al peso argentino a una paridad de 0.44 $ oro, el valor | N09 ouoLy use sod & (gag ap eu 90 A sary ap wranosy vy 30d sepea auengy oyna8 fz ap rapitans 98 ‘ured eno Jod “Satio!ensny se] 3p Pepa4ow Ey “oprarou ap owuaurere a|qeuonsanout un ofmpsuoo anb o| “swonspre souorrpuco sepofeiuoAe spur sz[ U9 UOIEONG, -nd eum s2ey 9p uy v opyLDEs upSuRE ~zopuyus9} aXnpuos- sond ‘opnraIo 2 95 oN» (eespard ef ua opesqe> ey oye8oxn Tap pepmIGeY vy anb of seoqpIaM seunagy uo sly ap Sanosou anus eepor opeztereusd ovod X onana ‘oue 1p os0ds onb euuye womb ap ‘iodng soyss jp) seypueyd se] ap sopeqns8 yp A-cofeqen ye xoure { ‘conspue owraqumues “anose ation ‘taxol s9 anbuod ‘ous ns up ajqeiou s9s v prefoy| anb momedaroo mene» xue{ncyp yo axqos seanear ‘opin sauowpoud seunSye waxde ona ous Fo uo anb ‘eaypL upPeAOuUT asd equojeA owe, uopensny x ap oyom(dwod fp wuoND U9 AUDA 96 BINIeION| ¥ 9p sormmop soy ta anb za4 exoumd x] s9 anb ‘ses0o se] ove un opmeUt anya ‘auuape X ‘eesofeu eum ouo9 exaprstCD ey zapURLIa ‘orKa Te Uap -2ud onb «sosoney soj uoo uppesioauco op seiqeted oneng» se] ug eHENIGLE O qensr9 oxo 2od ‘any ou ~vur2od Jap sauony onuoura|qepnpur soopgU LORDS anb jens ugrrsodsuen eum omoo ayqrBap-t9 pp bomzmvar earn sano wins onb ‘oopyE) 109M op sara rope ‘aIp 20] £ edey ap wows vf ap pupoaou yf “6181 to ‘oAoud z7Ma 27 ap WORE woud m ‘odmen pop £ 1quseosy ‘Lopos ‘x94 “o8qepmry ap soangodappacd £ soosarpme soraqoy { seine ‘sewaned sey uo aquasaid awmouerousd quire anb "ugpemauretio- rum aparisuen Teno of woo ‘Sopeqea’ X seIauTA ap snares aay gieopy oyono8 1g op owyjoy Opa Jp 16 “soAnDene spur soTenstA soxrodos 9p opeai8e Jp auepom upiquies ous ‘egg wise Jone Jp Sonpanut onb sou -omnati09 se 2p spaen ¥ o(9e Ou “o‘Mpord Te suuoMTeLIoNps xeofour ap «oo:8ot opera onsgdard pp aygepnpur etsax ZgT ap UomTpe wuaBumd ey apsoCt ‘rad Jop sopensta sonroureu0 Soy verosoqpned epi Bop woroefax eumnua® eso oyraxe OpjO oo reyNos exed ‘Sox—s soqumE oP sama reqefadiuoo as jena jap oUion 9 ane) yop od Jp gaxd as uoTMMar ap SO -s8ny sounye w9'~» seepuoaapy> eAnensay ns uo afeuosied oxs0 9p euoHUT pepurpiis vj oye sod uesed om 687 8p orp extmnboumsep yl ap saxoup? s0] axismpuy “upemaqeyTe ap ossoord amuardouy uo yeans £ oueqin opeorecr lun ap atep ouoo opena| zoperpour o oansafo9 s0;9] jap mye] sHSH0d TEA [P aumesmp offs orpam ap opoyiad un uasqno ‘zapuryusayy ovdoud po eprORO ‘oremtea ‘oBjeprH ap soogysfouoor 9 souereny sonsi#ax $0] ‘soueA oUiog) as OF am A A J ~se9008 op upuo te xoperpama ap odn ousren aaRey eygang 4907 nog opiewiag ap oFOTHP ap cionop» [op eg ¥ (Gear) emcopy pop oppo souomisoduioa sop Uz ‘red -wpaeg souearay 50] ap smnguey, 27 0801 coradnd pe a4 a8 onb pp uo ‘eapodyad ap souaup ns ue awauesbaid arameg olep amb wf omtoo epeney & vo -gpiodn emayo e| 2p sopezruzopom ansfau fe 1 wapuodsas anb ‘euadmnd ap «103 ‘sofsuoprpen sorwomuned soj 9p WOT tIajso 27 9p oyna? up ap sows 9 “araqed U9eT ap s0pe “Ci¥81 compare ap sossrep pu03N SORES ap (OF) [9 uo sorduosap sasore] soy ap aroyearabo up) onTOS THAT PP BAB a Ody [2p cordp upengp 2p owsuesou un op (pumptaetd-ou)-UpESTIUT e] sod aereaqidxo aqap 0 apand (pepno vj ap aasnpur a) euedawo ey ap sozeqndod saiomes somdame ua auzny yoy jap ofrear [p ‘uonemagere ep oFonoud [ep sejenoyeur sopeyfnsax 30} aupsoape & ueqezuautoo uzPax anb fo uo OTpeTT Un LU exopep pp eng eT amp puon 78 554 isi del tn (@ecimotercera de 1894), en las.que se mezclan dibujos de Clérice-con alguno de otra mano, A las nuevas ediciones se les agrega un recurso promocional igualmente tipico: el retrato del autor realizado por Supot sobre la base de una imagen fotogrifes. Hernéndez, por cierto, no descaidé Ia construccién de una trama «mercadologice» que no debe ser desdedada para evaluar la recepcién del poema, su ingreso pregnente en los més variados eireuitos de la sociedad. Los coadyuvantes politico-sociales de la recepcién. roplatense de Jos afios comunicacional y estética que planteaba la oeredad del texto hernandiano, ciertamente diferente 0 aparta- da de los cénones legtimados por ese mismo campo. Tanto Heméndez como los refractarios a su produccién poética compartan, sin embargo, un horizonte histérico-cultural comin, frente al cual el autor de El gaucho Martin Fierro proponia una lectura en el fondo no tan original 0 tan auténoma como podria sospecharse, sobre todo si pensamos que muchas de las ideas explicitadas por él en st poema formaban paree de las agendas teméticas de exe horizonte compartido. Es probable, de todos modos, que la enovedlad» y «marginalidad» de la forma hayan operado negativamente en relacién con este sector refractario, cuyos cino- res y expectativas habfan encontrado (0 estaban a punto de encontrar) otras matr- es literarias estética e ideolégicamente més percinentes: las del natvismo del Mitre de Armanias dela pampe, por ejemplo, o las del Rafael Obligado de Santas Vega. En los procesos de recepcién, como dice Hans Robert Jauss$ se verifica la fasién de dos horizontes consttutivos: 2) el horizonte de expectativas, que es el que condiciona al lector de acuerdo con le visién del autor, que ha dado forma y sentido a la obra, y b) el horizonte de experiencia, perteneciente al lector, compartido con los eontemporéneos y en funcién de la actualidad. La fusién de horizontes, desde luego, se verifca siempre en relacién con un receptor especifco y en un contexto especifico. La obra, desde esa perspectiva, ppone en funcionamiento una malla de datos, expectaivas, experiencias, valores, ‘reencias, caracteristicas de género, modos de consumo, informaciones histéri- cas y politcas ete, que aetian como marco referencial previo. En el caso especifico del Marcin Fierro comesponderia sistematizar cuéles eran las expectativas y experiencias de esos lectores u oyentes originales, tanto Alalderor 19. Jonge B. Rivers 555 los que pertenecian al campo erudito y letrado como los ubicados en el campo popular. : Para explicar el éxito de recepcién del Martin Fiero tal ver bastaria con dmitir su impactante y duradera eficacia literarie, le genuina sabidurfa ardsti- ca de los recursos procesales y estilisticos que José Hernandez puso como con- ‘eibucién para construir su poema, pero no estaré de més la advertencia de las adecuaciones y puentes que objetivamente existieron entre el texto de las ade- ‘cuaciones y puentes que objetivamente existicron entre el texto de Hernindez y las probleméticas del jco-cultural en qué se inscribieron su igénesis y su difusin ulterior. El autor supo eodificar un eierto efecto de senti- do socio-histérico que sus lectores decodificaron en su época y mucho mis tarde. ‘La sociedad rioplatense de los afios 1860 y 1870 estaba marcada indudzble- mente por un abanico amplio de cuestiones de carfeter econémico, politico y nilitar, pero Hernindes privilegia sobre todo algunos de esos aspectos pabli- con la inestabilidad de la vida en la cam- a ‘con el régimen de clevas» para integrar ares destinados a resguardar la linea de fronteras interiores y mos que estos signs cos aparecen de manera intrinseca y extrinseca, en Toe epigrafes que la ecompatan yen el propio cuerpo del exo. El tema estruc tara del econtingentes foriado de nianre diaceciona ex consignado de manera expresa(L 253-990) lo mismo qu el cima de inesabided del mundo internamente el lector 0 el oyente, aparecen a su vez. acompafiados, como diji- ‘mos, por ottos signos externos, no elegidos de manera arbitraria por Hemindez en la primera edicién de 1872: 1) el fragmento del discurso pronunciado por Nicasio Orofto en la sesi6n del Senado del 8 de octubre de 1869, en el que se ) el fragmento del diario: Za Nacién (14-11 con la edicién del poema, en el que se denuncia la situacién de desamparo y miseria de las guamiciones de frontera,y 3) el texto de Camino (ya publicado por el autor), que demuestra Ia incuria gubemamen- ciertos temas estratégicos, como la bisqueda de una salida hacia la -eorBoyory o eongasry ugreai vy & ‘Soper 9 sorsoi8 soifopo so] sxaorpusosopuo> uomeanpe vf & Of9s teypuCE sar anb se :euuy nay jo 0d sepedosord sen se] sodmaf sopues8 san U9 guapro sofiog Tenmapnm pepriByem exap ms ou ,exosarpnee vssod E> Ug saftiog sm] aBt0f 9p seanRoyS ‘Ana sauopesoqejeat sop 2to1qn soumopod ‘Sopenay soxnas} so] ua auiuy waaay 1p uppdavar eloydmos v ap oufis omoo eanmuyap uo osed ‘ourjd ono ug sazoperpaur ap od ais9 ap vy outoo exsodstp ue) sopeuoieu ap vseu eum uo! seperMqeucD PoyTP exo anbune “(2x9 ‘ou -nfi¥ep omy ‘ofary, omy ‘mioundg gs0f ‘eziozg omqeg oun seinfly ap 1) 9161-0681 edere ef ap cosaiopesed oviowadas armepunge JP ue SapqRIEKpe euod jop seanoooad seoreu sey omsrunse owe soureypod oxqn4 9189 Us "UQ2g "D UEDSEGES OP (SHEL) OueRy waaay ep mem wy KHL acu aco op soky 207 “COME OUDATS 9p cng scopy Pp Of 1 “OUR Ah ODAITY 2 oe vasood ‘(Zz61) opononsas oaiouy weeny “OstBy, O1DK9S OP TEE. #7 mp somepod upon Cag Hop 3 ap ‘serord soso anu re “Ov6L 2P epE>gP op souy easey ouewoauag jap sepp so] apsap ea anb omoqurervase ap opoyad omspep 9 aymeIp saropmunstoo & saro‘npoad ap oweugie yo wo woysTEdx> CF asap wouapisa wprgs van adnsneuoo anb of sadod oxnast ap 1s:391105 ‘soo vy 9p odureo Jo up sauomeauap { souopenunuos woxerRy 2 ou oval op ns ua earood ye “ou90y E ‘ap meng eu ¢. 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Es, en cierta forma, Ia linea prefigurada en las cartas-prélogos de Heméndes a las ediciones de 1872, 1874 y 1879, y en las afirmaciones de algunos crticos temt- = _pranos, entre ellos Pablo Subieta. ‘Para una segonda linea (la de Juen Marfa Torres, por ejemplo), el poema es sobre todo una pintura de las detventuras y cualidades de un personaje caracte- ristco, en trance de desvanecimiento como tipo histérco (el gaucho). Una linea ~cronolégicamente més tardia~ trata de legitimar al poema yasus temiticos como simbolos de los valores fu ad nacional (¢s, obviamente, la linea que intentan hacia 1913 Lugones y Rojas, FZ) _areivindicar la condicién «épiea» del texto). ° Una cuarta linea, en cambio, considera ~tal como lo hacen Calixto Oyuela y Borges que el poema de Hernindez es ante todo una obra artistic, sometida {spy como tal alas convenciones y retricas de la literatura, a polifonia ideolbgica y estética del texto hizo que cuando algunos de sus teroas puntuales se habfan agotado objetivamente (el tema de la eleva» y de las condiciones de vida en los fortines, por ejemplo), otras zonas més ateraporales del mismo siguiesen alimentando una recepeién posiiva en los sucesivos const- ‘idores histéricos (los consejos del Viejo Vizcacha, los consejos de Fierro a sus hijo, la payada con el Moreno, etc). Contra esta hipétesis se argumenta @ su vez que las reivindicaciones epuntadas o esgrimidas por Herninder fueron de lo que se supone, y que cierto earicter cont eutit eenialaalipor oo glo, el nacionalismo popular de la goyenista, la cresistencia» peronista, etc), y de ahi su constante reciclamiento como s{mbolo, como titulo de revista o periédico, como referencia testimonial, ‘como cita, como fuente de inspiracién, etc, en un amplio elrculo que va desde cl empleo anarquista que le asigna Chiraldo en 1904, al utilizarlo como nombre de un periédico de combate, hasta el que el confiere Fernando Solanas en 1975 cen Los hijos de Fierro, Los marcos conceptuales de Ia eritica primitiva Jorge B. Rivera 559 al poema, un campo part z inicil y contemporénes a la aparicién del texto, y una critica hemandiana que se eslabona a partir de los reconocimientos de Unamuno (1894) y Lugones (1913). Ciertas particularidades de la critica temprana, sin embargo, exigen por lo siones ¢ inclusive injusticias, que se fueron reetifieando gradualmente con el incremento de la difusién del texto y con la propia dinémica acumulativa de los acercamientos critcos. inte critica lieraria de la época se manejaba con estimulaciones y constriciones alentedas por la dicotomla ~vigente todavia y por cierto influyen- centre clasicismo y romanticismo. Se encarecta, por un lado, el castcismo lin- 3s grandes modelos espafoles, y de hecho la pro- pia literatura escrita en el Rio de la Plata y en el resto de América era estudiada yy evaluada por muchos como un departamento de la espatiola, ‘Oto sector, en cambio, més influenciado por las ideas del romanticismo, jones en cierta forma antagénicas, como I especificidad lingils- tica la originalidad y autonomia americanas y la caracterizacion de lo que debia o podia ser une literatura «nacionab. ‘Una y otra vertiente, de todas maneras, parecen tener un punto de revnifica- cién en lo que podrlamos llamar la consideracién de los niveles «alto» y «bajo» de Ia literatura, Desde este punto de vista la poesla de los neoclisicos del perfodo independentista y rivadaviano ~con Juan Cruz Varela a la cabeza-. y le rayoria de la poesia romintica ~con La cautioa de Echeverria como obra per digmética~ quedarian por su temitica, sus procedimientos retéricos y su tat ‘miento lingiistco, en el nivel de la poesfa «alta» 0 eartsticas, en tanto que la denomineda «gauchesca» pasaria a formar parte del nivel ebajo» o paraliterario, con total independencia de la validez y legitimidad de su peculiar eleccién poé- tica y de los resultados artsticos a que pudiese arviber. Un modelo elocuente de estas tensiones podrian ser los argumentos que sus- tentan Juan Carlos Gémez en 1866 a propérito del Fausto de Estanislao del Campo, cuando simulténeamente le sugiere al autor el abandono de sla guitarra del gaucho» (esto es: el abandono de cierto nivel temitico y lingiistico), y la adopcién de la lira populars, para cantar con ella ~en lo que se presume que debe ser el verso llano y castizo~ los grandes temas de la epopeya independen- veky xan oy “ay ng pr om muy ey wo sy ‘oieuby eg v= Stony seppono9sto9 seu sns eisey SopeAsT| OM o sopeppanp ou waepor sonadse & sea) noo seururjard oreo an woKiodns ‘9 ‘souropom sozosne sono & safuog “epensg zaupmeyy ap safepsoqe sonny sof 2p sopepuass somind uopsedonme ajqepnpur uoo meoumep anb ‘souorNG -gniuoo ens ap seqpnur ap sosmmaaid sofea jo aatomepenrooe vpeues eXeue seg ommoray ‘ueet[daio9 of anb wood9 v] ap seonpo sezard seno ap & ‘oun wun sod opeamsaqns opour ox uo ‘onBrund ond aso ap TmqeH TY sosopunioyap ueqepe of abe ‘sores s eqeroaap of ane ‘ous Jp apupuag ap ooqapd gop tn op emuaxo vl preoue samy sonang op ang 27 op P ‘BBE 2P a1GMHO |p £7 BP WAHpIawou KOU Ns UE "ELST SPFEP HHO “rorigienss £ eanemed oppan wqey wusod fp sod woreunsa eXno "od vl Bp «sop -emop s0[2p ospewsaidas sopos un wed epmimapewr ours opeed ees ot ‘gape nage ne cob ceed op poeasomp A wapinmnf Otani We Paes -sond wn “otegia tis eqe aapUREESET UOHAPS eUDePONp | us opeopdsop seo Jp too ord souqin & soy soamoup 80] 09 uopdaoax epgge ns 9p axwonDoyp onb Spur wou Un ced e1go vf Jod sopeauoyesazeyduv> 0009S 891 E881 PEEL ‘ee]f2 ap sOAey to an eno wa worarsndsrpasd our ‘otq spt ‘uepuaquooas e| wraqe> ns 9 anb ses/Bopode soy eaqo oy waflup onb sommoota sopemsamsop so] anb ~ounureu sorp- xesozuoo 9p OEP #e88T P ‘topEpe tI uo soperidmoo somoumnsay so] ap soIpIE Je Wo9 z9A onb aHoH eNO e] ( couououreouedsry xg, ono wy Suru» ap |p oo ajqelaioo ox “ropuyuNsEy 2p faqo oy 9p pHa ons9 e aroyai 96 kun ‘peprumsiodo #9 ua Ip tod sepenat ro ye wo. 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Oyuela parece reservar su opinién para la dnialogta pottica hispanoamericana (1919-1920), en la que se expide definitivamente sobre el tema y sobre el poema de Heméndez, gauchesco en una ob cultural de la época. E comprender Ia ideologia pol La Tradicién Nacioial.(1888), en efecto, el entonces joven pensador cita al Martie Ferro de José Hernindes entre otras «obras maestras en su género, y vverdaderos poemas nacionales». Muchos afios después, en un discurso pro- nnunciado en el Congreso Nacional para defender el proyecto de pensién vie talicia al poeta Almafuerte (27-9-1916), un Gonaélez ya maduro y tamizado por las conferencias de Lugones en el Teatro Odeén, seri mis elocuente que en } 1888: fragmento de Después de los estudios de Lugones sobre Marti Fiero, creo que habré en la opinién de muchos o de todos los argentinos, una renovacién respecto del valor de la poesta guuchesca representada por los poomas de Ascasubi, el Martin Feo y aun de Estanslao del Campo, quien taté de incorporat aquélla en forma més poleray artificial «la Iiceratura del pais En 1902, n'su estudio cl “arolismo” en la literatura argensinen# Emesto ©.__Qusyade-adiita que en el Martin Fer era un eibro encanto tna verde, dere epopeyar de In raza gaucha, que no se poi ler sia sexpeimentr una tmocién profundar La apreciacion de Queseda en at conteto, por aque documenta la linea de factura que se esablece por entonces ene le Nef = corienee gnuchesca encarmada por lz genealogia Hidalgo: AscasubsDel Came Jonge B. Rivers 563 Herndndez (a la que se legtima, en definitive, como heredera de la lengua y la cultura popular hispanas), y la nueva corriente folletinesca y flleteril desetada desde 1880 por el Juan Moreira de Eduardo Gutiree y sus milkiples deriva- cones. En ese texto impugnatorio y minuciosamente documentado, Quesada realiza tuna constatacién interesante, que enlaza en cierto sentido la legitimacién sletra- da» de la gauchesca con su poderose vigencia en los cireuitos populares. A comienzos de siglo, afirma Quesada, el éxito de los folletines de Cutidrren edi- «Gon todo -agrega el autor, oeta popular entre los gauchos, aquel cuyas obras son leidas en todas las pul perias y cuyas décimas son cantadas en todos los ranchos, indudablemente es hoy todavia el autor de Marcin Fierron. Que de 1880 a 1910 el poema haya suftido un «eclipse totab es opinign un tanto absolute que Suscribe Martinez ‘en Muerte y transfiguracién Marat Fierré (, p. 435). Es dette qué los follesines gauchescos de Eduard. Guitiérrez y sus derivaciones eircenses ocuparon un lugar importante en el hori- zonte imaginario de la época, pero la cta de un contemporsneo como Quesada parece descartar, 0 por lo menos relatvizar, quello que Martinez Estrada afi- ‘ma con tanta certeza. Existen, de todas maneras, otros indicios. Entre 1880 y 1910 se suceden con absoluta regularidad las reediciones legales y fraudulentas de la primers parte, y ppodemos contabilizar por lo menos ocho a 0 editorial, anterior ala scinonizacibne de Lugones Rojas, sla brave hubiese cedipados realmente de la memoria pili? Salvo que tear tne un tanto temerarament, que el page la forma Ubrosigalfesba les twaccién del poema a sus verdaderos destinatarios y su cooptacién por un campo ideologica y estéticamente erréneo: el de los eletrados» Pero ademis de la persistencia de las reediciones cabria recordar otros hechos, corroborantes de cierto grado de interés por el texto: la adaptacié teatral realizada por el uruguayo Elias Regules para los Podesté, y la inclusién de fragmentos del poema en Ia antologia poética de Carlos Romagosa (1897), ademés de Ia existencia del periédico Mertin Fierro (1904) de Chiraldo, un indicador bastante elocuente de la vtalided del personaje y de su poder de convocatoriaideolégics ex del estudio de Emesto é Ricardo a eaqered ns & ppuresayar ap Temooyaim sung; oun so ef sauoNy saouoIU reg ecouy Ey PP (es TYPEUAA 9 aN FH zranysa-fergumnsucn soypnut exed anb seuarayuoo ap 9198 * wo vpuroud soon] Spiadosy ebay us fi ‘upeopararar eum ap odronue ye seuade [P ue ueoiqn 9s anb sono ap £ ‘ugurezmo7 9p ouoresedroar o:88d jp omg ‘ody ns ap repgradns & vismbsaroxund omemous yo & wsjadome omer -o8ido jo ‘omstusopour Jp eno aroueaUPMIMS eqEUORIeAL MeL vdeo a¢f ap soine [pf 99 (9061) eneoe vagy (0061) zeammcopy (O68T) mapLEPID "(OBSI) RAL a0 my ap soperony, oxmoo soonpumexp & soanesteu “soonsyCesta sora) teNsanwap | omoo ‘souma8 spur saxojea sus ap A ejorD yeuogar eamyno | ap sar0pe “pups sopuesd soy ap oun odurop ns ua ony uoueemn#o7] eusdreu aoueInd © vonguza ugrdo wun ap oupp aod men 9° ou anb snsoape ouo1aH09 £ “O1GE (ogg anue ouerpueasoy eueod yep epuanyur 9 pepsuovon e| ap corer -tedipoo» oprpnye ef jo seztanejax ered seooam soureypod anb some soy ap oun Ou ‘ope[sre otpay] UN so ou uoMTEZINAOT OUFTUNIE} OP UPPLOTPULAL FT . [ep peanyno-oongod pepraneruosardar eanvogruis van ap vopr e ap o1aTUT porsngos ye asureueidiuay akngunucn opquas sso u> £ ‘paprunon e| ap sep . sangoxd sauopendse & saroqea ap ugprsodxo ns £ esauanys stony Seto! UoD Uopeynou ns sod “zopupwappop-omer ap SOUNURIT 36] 3p etoeT Wade ap aeIDBIED-P-KGQGT) 27900 WED AT BP SOIR so] op Ou UD BOkY O} OW! 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Séenz Valiente, La autoridad intelec: tual del orador aparece convalidda, de este modo, por la autoridad protocolar y politics del elenco oficial La idea esencial de las conferencias ~recogidas y ampliadas en 1916 en el tomo de EY Payador- es reivindicar al poema de Hernindez como una eepope- ‘yas, equivalente para la cultura argentina, por Jo menos metaféricamente, 2 Io que fue Ia ZBada para la griegs. La hipétesis, desde luego, no era nueva en el sistema de ideas lugoniano, ya que tenia su antecedente inmediato en una linea de ponsamiento que el poeta habia iniciado en 1910 con Limaduras de He- ‘Phasstos, sus traducciones homéricas y sus conferencias sobre el helenisma En Prometeo (1910), una obra dedicada a ls exaltacién del Centenario de la Revolucién de Mayo, Lugones defendié la vinculacién de nuestra cultura con las raices griegas, yen este punto puede encontrarse un anticipo de las concep- ciones globales que reaparecerian en las conferencias del Odeén, con la afirma- cién del earécter xépico» de la obra de Hernéndez y su consecuente peso en la conformacién cultural argentina Existe, ciertamente, un antecedente complementario en la Hiktoria de Sar- siento (1911); la presentacin de las figuras politicamence ant Sarmiento y Heméndez como basementos casi excluyentes de Ia or cultural nacional, « partir de su identficacién con modelos helénicos. lores arger nos, © como dice Lugones: de su «aptitud vital» y su wvida heroica», El Marafa Ferro, en sintesis, seria un epoema épico» indiscutible, porque personifica la vida heroica de la raza con su lenguaje y sus sent és nfndola en un paladin, o sea el tipo mas perfecto del justiciero y del libertador, La tendencia ~que Borges calficaré como cestrafalaria y céndida necesidad»~ 2 establecer una relacién entre el Martin Fierro, o la gauchesca en general, y una afieja worm épica, que segin los casos aceptaria la remisién o con- jeturales raices helénicas, germénicas, neolatinas o gaélieas (Homero, los dda, la Chanson de Roland, el Cantar de Mio Cid, el bardo caledonio Ossian, etc), no era precisamente novedosa en 1913, y se podrian rastrear antecedentes referencia- les en textos criticos de Juan Carlos Gémez, Mitre y Unamuno, sin contat, desde luego, los Jonge B Rives 567 ‘gones somete muchas veces sus materiales, para corroborar la espinosa tesis de tina total coherencia genealogies entre la épica homérica y el poema de Herndn- des, y no faltaron, en su tiempo y mas tarde, quienes evaluaron la gesta del Odes y las paginas de ese bello libro que es / Payador, como una sofisticada operacién destinada a convalidar el perfil poltico-cultural de la oligarqula argentina, o quienes en cambio se sintieron defraudados por su implicta reivin- dicacién de Ia demonizada figura del gaucho. El aporte eritico de Ricardo Rojas Ricardo Rojan loruguré la efsdra de literatura argentina de la Facultad de Filosofia y Letras de Buenos Aires en junio de 1913, casi un mes después de las célebres conferencis de Lugones en‘el Odedn,y lo hizo con tm discurso en el que expresaba que por su careter y au asunto el Martin erro era. para los argentinos lo que la Chanson de Roland para los franceses, y el Cantar de Mio Cid ara los expailes. te all de su rotndidad magisral, que tena exon y dervaiones pod- micas (entre ells Ia célebre encuesta dela evita Nowra) a afirmacién inau- gral de Rojas tenia la eualidad -ratifcada luego Citedra~ de instalar al poema en un émbito universitai or ertica ¢ investigadora de Rojas respecto del Marin Firr, culmina- 1 tomo sobre los gauchescos en su Historia de la literatura argentina (1917-1922), tuvo indudables aciertos ¢ intuiciones, pero no dejé de profundi- zar equivocos e inclusive desaciertos conceptuales que sélo se explican por la relativa incipiencia de las investigaciones folcléricas en el marco de esos siios, investigaciones con las que Rojas tendia a establecer un forzado nexo vincular. Rojas insistié ~ pesar de los legajos de la gran encuesta folclérica de 1921 y de la labor de investigadores como Juan Alfonso Garrizo~ en agudizar la confi- i c Sf cwadicional, al predicar un evidente, y cohonestar ? uy us ua *onko oneqeD any ~ran0sey 9p ue P| Ue eUBIqnOUD uoPed ~pnred exdoud ns sod £ open osuory onary sod epeinSyond- uopeuindear 289 sepuny op 9@eaua so 9p yempazanuy ep spp anb esoreusin nd “sososuayap sus sod soproms8so sowoumnlire Boroapr souozex se] vpn que qzodon 010 ‘sefow opwony f souoiny ap souopisod se] uo ‘sou owoo ‘euoiou wun wun X ‘e6gt & 4681 ap souode sns we pepip curgord awmameyns uoo epepounp us wossounes | souomnb ‘osepeg k zapuaUapy 4 ounmenn 9p pepuioine e1 sod (souant oj sod) vpeunyuoa woqeous8 ean symauTENeR aon ‘odn af ap esofsei» ap fp Uo PDURISHND FI ap 0 ouayy uReop pp sooidg> zeiogie op -[emyo tse £ esonra oduop oynur aymemp= eapr eT ewordg> ugprardroner vy ent09 ¥ppNKQ, “9161 wo ‘wako%ey omgde worpes op pueprsaid uomaye wound ee apooaad anb seindod & wisqeuopet uoIsopS ap eda eso uo ‘sajepuass { soapeazeqe spur soqesmyjo-conjiod sowedes sono stbo1 exed oueiony aiuourepmnse 0] 2p sexuoy se epuaosen soxonmyy ap UO ~pombur vf anb £ soy sod epeamed opis ejqeyanb uo soofofoapr sours sot {t souant 0] sod ‘saxo;gpenuod sna epuersefoy & souoSn] ap etrpueUToY comp \\ ard oy anb ‘serovar sepoa ap ‘omep uo eqeponb risonouo ty ap sisoimys owIOD sepezeuosiod spur sepua@soap op pap aja wo eqeayop anb 2 & -jeodway upproqqnar ns © 0- eurgod pe antouteog -edso uqyoon anb axed] sepusop eyepuodrasioo owund ays uo & any uO -eroua® exouid ew ‘onun{uoo op exmaeiojoo omoo “oppreape une as ot an sepuaonar srzoqso op usqefap ou arad ‘euiood [pp sapepyeno se] any apsop Luepmpe saaeray tod soprooauco sorueurdo song “ssoWu ¥| ap o OmUYpTOS counoar p sen ‘oflrquia uss sopeposs “aang £ peng 2p sosioupe sod sepssodenuos weporede ‘eeueyyse9 vnliua] ap wivod solrar K nnofie wieod opues® syur fe o19s ou e1o zapupuseyy uamnb wed ‘zoatyo jenueyy 2p epemqeorpes vj & uouretoy ap eperapuod ugrado ~qousnoined onsaou op upporgenes exed uoiooy #4. tun opto emmiuea sod sommso o ‘opis so] ueyesop anb se] ap yeu qo ‘un zapuyuioy op vureod yo sy» senso eruniaxd vj ap owtoruarmeyd ofd Z jEaiety a caro) or RS, Sareea rns Sorin ae 2 vein) w oud po uo epg x0 £seloy £ sono oud serapepsoas 20] 2p sng ‘ast y OB GO € epyear ta 59 nko 2 -ueg onsoeRP» ap song oumog eo} “open osuoTy ourose7 onmmig useoyg opunuupg easypy 9p ofl “uoy ospuwlaqy nei poweyy ig & s5yg wen “vjoreany oylopoy “po, 9p onbwurg ‘ugurezniory onenmseyy up operon uppeeunjed epeyeuas 1 2p ensonur euong wun 24 Lexy apy 9p 20} PD $9 TOO) sogosoyy sxsax ayueényuy v| 10d saotiorta 1und un 9p epanbspq ‘ouqq Jap «sauopiod “opo. stodoad 5 (sas0%=np asnpap eqap 294 er 0) sastamAy uoroaup e] sod epesedasd sqsonns eum epemtear wsondua ue 2 opentasard ‘zapupusyy ap ona. ap ofps ou ‘ugroeuindany exrrqe eK reqe|oso anb sauomoeau ap owunfuoo se & souofiry ap sefpuaiayuoo se] ordoud jp ous ‘soe uous opupwroy & soaosoyy copa spun ns sd o ooaspre soe ‘roo sourrimmonsp anb se ueztotutoo ng yosne ns 9p reorard epnoM es Hupndzy rosoneig ne to z9pupUDEy yap af ® Bung OMG SO|ED 9p [> soo ~FuRUBBY EIN eT UOHDBIOD ar sod 161 w mpeupa vf oxen se ap suns ‘ong 3p FoHEy wo sepeIETE -nau souornpa seroumsd sey eppouon mqEH ek outey waco fo mHpey 2 7 aqua eonpod upycidxo pr | woo srupamesmne £ (eee ‘ecg 1909 eparangns oua 5 eupeRY eMNONE 9p OL icy p ‘ronnie earaeinh op expan i] Woo ugpeyar uo soz fresjoa 96 wropguIE UoROARP 39 ue £ ‘ounuaiire ousyueumy jp 12204 [9198 wIgpp FON sot 9p PRpIEDAMI m1 9p senoy X syosonyy ap prnorg ef anb wpa exloy ‘ueyd 959 ap omg ns ap £ eosoypne ¥ 9} aaa pp mem 98 enrer wena ‘ang 570 Historia del texto evolucién como lector ¥ critco inicialmente refractario: «nos basta con que sea un hermoso poema sui generis, semi-popular y semicardstico, un caso admirable de interpretacin y penetracién del alma gauchesca por un poeta cultos. Mis que la calidad aépieae de que se valen Lugones o Rojas para construir los perfil cult- rales del mito nacional, ignorando o soslayando otros componentes, lo que impor- ‘aria en el poema de Heménder, sein el Oyuela de Ia madurez, es wesa mezcla de elementos épicos y liticos, béicns y elegiacos, con que se narra y expresa a la vez, describiéndola y sintiéndola, una conmovedora tragedia individual y colectiva, Tena de fuerza y carécter. Oyuels, obviamente, estaba hablando de lo que mucho mas tarde la eritiea reconoceria como la calidad polifnice del texto literatio. La década de 1920 Sino en su conjunto, le generac ‘en a dcada del 20 parece dist respecto de la ‘Uruguay, figuras como Borges, Marechal, Siva Valdés, Ipuche, Pereda Valdés, Figari y otros producirin ~desde la vanguardia ulrasta o desde formas més ranciamente nativistas~ una obra poética, plistica y ensayistiea que en lo esen- cial responde a esa actitud. A esa década-pertenece, guardis(@ Martin Fierro (19 aludida, 7 cier’s modo & ra parte, un fenémeno como la revista van- nculada precisamente con la generacién ‘Gépiritu del poema. Es interesante, en este sen- tido, cotejar el texto «La vuelta de Martin Fierro», publicado en el primer nimero de la revista (febrero de 1924), en el que se recogen tres consignas implicites en el texto de Hernandea: cantar toda le voz que se tiene, cantar Los antecedentes que hemos examinado sintéticamente permiten afirmar, con alguna fuerza documental, que un importante segmento del campo «letrado» reconocié tempranamente el valor © por lo menos el interés de la obra pod de Hernindez, en algunos casos ~a tono con estereotipos exticos de considerdndola como una expresién menor, frente a otras contempordneas,est- mades de mayor relevancia y pertinenciaardstica. ero este acogimiento en general propicio coexistié con una actitud de reti- cencia, y aun de resistencia, que tenfa su origen en prejucios de otra naturaleza, algunos asociados con la figura del autor y otros con la indole del personaje y de su case. ‘La condici6n politica de José Hernindez ~su adi Reformista, su actuacién piblica en el campo de la Gonfederacion Argentina y su ulterior militincia revolucionaria junto a Ricardo Lépex Jordén- fue para ‘muchos portefios vinculados con el liberalismo antirosista y anticonfederal un estigme insalvable. En setiembre de 1875 ~con motivo de la polémice sostenida con Hemandes a raiz de la reedicin de la Vida del Chacko -edirio La de Buenos Aires motejaba al autor de Martin Fiero de efederalot ered TEIOOSL, OUs0A -naqg sod epemqear upprp yj Seloy { souoliny ap wusoso uo euond vf se, ‘sazoumnsod souopandue £ soup -tpoot sonepunge woo seo separ (ggg) essarsmaea ‘f fAuy ap FoN}D uorD!po L(G “(Bh6D) aeny unangy ap ugmeneyruna & ony us epensy 221 jen $261) emrooey, yf oxMayg Jod epeioue X epeiuamos up.oIps -»pod mdieo onanitaiso weunioynoo anb souoprpa se] anuy "zapurUioH op ¥qo ¥] 2p eepentop ugperfesuoo & pepramfa] ap osnese oAanu Jp opowr oWeD uo ‘uoxoo anbune ‘ssonsyrowere seno auon SEIpRRS SUBTEST Fel 9p OHRID Ty ‘sono ‘nue “eyuzoosty, ap scor8ofony soar so] 0 sefoy £ souo8wy ap sEDnH BE] sod epefioro ey ms ayqeuem 03[e sosomaid sosqy 9p set ~o109I09 £ soRyOTIG so] ap TISAISAxD onnagp Jp UD OMA op oseiBut Io uOU -odns see sepor enbiod sepwuomuow wuad of a[ea “tig “a Ten 2p sopeqeid ‘}rapyqnes oi, 9p souopensng uoo (2e61) Tera OBumwog sod vpezqear olny ap ugprpe ey & ‘oquiojon -y oospuesy 9p sous soy wo uossasdu 9 booqpg OHOPY @P setopensnyt uoo ‘(EGT) auy Top soBtary ep eI “gpueg “f 10d sopear [09 eNPeseg 10199H ap sopeqEs woo ‘uy ap ouqry] [ap so#rury uopednBy ered gz6q ¥9 epezeas 21 ‘Og6T A OZ6T ep sepeaxp se] varqno anb edera ey ua ‘seuopuaut sowapod wifaid upDEMTDGaId wer sed soneka[ST SHON |PS vey ange ssouopypo sopuns> so] -oumeartar roppod ammauouony ewuoiday 9 openay £ oueqin uo80 9p voroypned eimseso9q vf & feTOTpED ood vf ap odare yo ants ayrand un soo9]qeso ap pepmqisodan vf sacu00 ay sosoudoo sns ue eqeppaos ‘Soyevoras & seoruydeny sje sus op A “STG sprp [9 s0d sopepsoau‘rsoor0u Jop ugPAOy BmUBIAA Hf 9p sorwomNed £0] 9p sop200u09 zolour ‘omuteD sony sano & seloy opeurear weyqey anb jeaop pen uopery #] rosoxpne® ey v slow uo epssueo -seloy opreany woo eorupfod ‘Bppnsoamt eum ue 9761 ee EeAHIp anb- omsrep ap jeUEIsNs UoPIsOd wT ‘isoou0U Jep seoumord sey wa odune ap souopefinsaxu sms ue opeUIn RS qe onb eoupp[oy wopPpEN wf op naxdso ounued Fe orepdueo sod waafe | [ | nay anued ¥ { vacounrry ap xo] on) jap vovoqua ‘ap sepeagp sej- ed sme 0th ep Yonex 8] 99 seansogrs sx ‘ayopur exam 9 0 vanyod tp ‘sajemdaouca sesne> # us0apaqo a) souray anb seq omen sessraonia1 {9p arquno waco ef © X eos ns seno smoue wapand 9s upiquiay opepeues 819 O19 OU wopena|» aduix fo te Omg uy ow zopupasogs peop onb ap samy souang f Uy sos red un ¢ epousuad anb ‘spop pay ex sonne je amb asanacsy pen anb 31 ‘(soouoHte ofp aF aznbsozoee 0 na.0pof) ‘eam3] ap serouaaNAN SeuNsTUT SEIS wauinyy wuenpye 7 ue eon ye E56] ua ond fe yromovar saBiog ordoud Ig, “ope spur aAtsn|OUF 9 “ugaPE, ep sot A L8T yensnt so onbrod. onvay, jp ua seuodey ‘enue omepared un 9p. ‘uoPefoo e anomeayjoo f PP sorqesas sod A s9\quiow ugpeadiow 9p soSzeyjey tod 204 e| © epranin eonqD ein=9] epund “8 bun ‘ouDD sod ‘preoseut sofrog taxol yop eunsopuep emis9q exoU ee ‘oSfmoup un ‘epuanoasuoo “sojruoppe soup sounspe woo wiaduoo 2s tpostdo [> (H26T-6-21) soury souang 9p wpnedg 7 owerp [2 uo sepioorede saBtog ap sevowars se try od soquy tod onsya jeu exo zapuyurogy eM oH Op sage roguCD zadgry a1UEDIA sire seamaoysezauud Coxe 961 Su47'7 e908) rN “Sooty soup to aoumeperonat 19ue souopIpaCD sey pu, 3p wago 8] ¥ omsopurp 224 o & oueadon cndonuearooe ne argon o8IOg st aot opefap ey sou anb ofsounton pp ‘opnios aso us “oamenga foun sp us saan ear on 9p eae ws E Odeo. M, 574 Historia del texto mente) algo que Angel J. Batistessa entendié con gran perspiceia: la compren- sién del uso personal y artistico que Hernindez habia hecho de esa cantera lin- tilstica auscultada por él para la construccién del poem. “La erica posterior no fue precsamente indulgeste con Jos esfuerzos flolbgicos de Tiscornia. Martinez Estrada es impiadoso con él en Muerte y ransfiguracién cde Martin Fara, Borges remite maliciosamente asus dichos para desprestigiar en forma interpésita al laborioso anotador del poem Borges, en cambio, es complaciente con la edicién de Santiago ME, Lugones, de quien slaba la lacdnice funcionaidad de sus notas como eutlsimas para la inteligencia del texto». Tal vez por esa escueta practicdad -si la comparamos con el abigarrado aparato lexicogrifico de Tiscornia— la recomendaba en 1953, como cacaso la mejor, Ta edicién de Lamjnn, aparecda en 1945, aponiaha Gente a las demés una ventaja nada desdenble: la de haber sido realizada sobre la base de una provi- dlencil versién manuscrta de La vuel Pensada como eedicin ert algunas depuraciones que parecian necesarias tibles, sobre Ia forma de puntacién del text cuerpo con dos obras complementarias sobre el tema: El poeta czador (1945) y {La lteracura gaucheseay la poesia gaucha (1953), colecticios de una extensa serie ‘de notas aparecidas desde 1935 en La Prenca de Buenos Aires ‘La edicién de Marde(ge Ejtrada, frente 2 estos esfuerzos centrados en la reconstruccién, el nivel lexical y Ia apuntacién flol6gice, tiene otro earécter. En su version original forma parte de Muerte y transfiguracién de Martin Ferro rico, Fondo de Cultura Econémica, 1948), y por lo tanto sirve para ilustrar is sostenidas por Martinez Estrada en ese magno ensayo de interpretacién revisionista de la realidad argentina y de sus mits ‘Frente alos intentos de Lugones, Rojas, Tiscornia y Leumann, la obra de Mar- tinea Estrada introduce una dimensién iconocasta, pero descubridora de verdades zo tan secreta, que reforms Ia diecciény el signo de los extudios hemandianos en una medida novedoss y en muchos sentdos estimulante, inclusive a partir de algunas de sus arbitrariedades, Hlaca fines de la década del 50, por su parte a edicin critica encarada por Angel J. Batstessa devolveria al Mardin Ferro a cariles y cuestiones més espe- cificamente literarias que las conceptualmente interpretativas y polivalentes de Martinez Estrada. Ta etapa de las «grandes ediciones» ~que podsiamos iniciar en realidad en 1919 con la de Rojas para la Bibliotecs Argentina, y cerrar en 1958 con la de ido aporte de enfo Serge Mies 8B de aporte y realimentacién que tienen genuino interés para la historia de la recepéién critica del Martin Fer. En primer lugar debemos citar el trabejo de Federico de Onfs para el Home- naje a Menéndez Pidal. En segundo término cronolégico en une franja que va de 1925 a 1953 podemos incluir los diferentes trabajos de Borges sobre Her- nindez y Ie poesia gauchesea (entre ellos los aparecidos en Inguisiciones y Discusdn, junto con El «Martin Fierros de la Coleccién Esquemas de la Editorial Columba). En tercer lugar, los polémicos y a veces pintorescos Folletas lenguara: ces que don Vicente Rossi prodigé entre 1933 y 1945, Hacia el dlkimo de alos nombrados deberiamos ubicar el estimulante Critica y pico de Amaro Villa- nueva, del que interesan «Plana de Hernandez» y «Pretucios del “Martin Fie- 170"», aparecidos en forma periodistica entre 1940 y 1942. El quinto lugar de esta secuencia deberla ocuparlo E/ mio gaucho (1948), de Carlos Astrada, y el lltimo, pero no menos significativo, quedavia reservado en 1952 para Prasas det Martin Ferro, de Antonio Pagés Larraya. 1a recurrente erties de Borges sobre la gauchesca (sinttizada, en lo esen- cial, en el pequeiio volumen de El «Martin Fierro), parece sobre todo Ia correc cin chustica, y a veces epigramatica, de un conjunto de supercherias y ssombro- sas inadvertencias que se fueron escalonando y realimentando a partir de los primitivos comentarios y cartas de 1873, Borges deconstruye un sistema que él considera erréneo para construir otro, que se desentiende de las implicancias polttico-culturales o filolégicas para reivindicar una.posibilidad de distrate de de la Iectura como «placer» y no como «cumplimiento de una ‘que se refiere en el prologo a El «Martin Ferro, reivindicatora del caréctr literario del poema supone ~frente a Lugones, Rojas o Tiscomia~ la afirmacién de la eficcionalidad» del relato partir de la voz que lo enuncia, Ia negacién de su cardcter «épi dente confirmacién de la condicién de «personajes» de los protago: pero al mismo tiempo necesaria en el contexto de cierte critica desprevenida), la hipétesis de la afinidad del poema con lo novelesco, y la insistencia sobre la radical «ambigiiedads de lo ‘como tipico rasgo de polifonia literaria. ‘i Borges rompe amarras coi nealogia referencialsa, para reinstalar ‘poema en un lugar que estima més pertinente, Astrada aprovecha en 1948 ‘existencia histdrice del Marcie Ferro para reflexionar desde la filosofia (apoyin- dose en la antropologia kantiana y en Ia ontologia de Heidegger) sobre a fina- lidad cen ciernes» del hombre argentino, Una tarea «politica, en definitiva, Borges (nacido en 1899) y Astrada (nacido en 1894) pertenecen @ le misma generacion, y

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