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MOLLOY Sylvia - Historia y Fantasmagoria

Literatura argentina. Fantástico. Historia.

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EL RELATO FANTASTICO EN ESPANA E HISPANOAMERICA Fidicién a cargo de: Enriqueta Morillas Ventura COLECCION ENCUENTROS Serie Seminaries 4044 HISTORIA Y FANTASMAGORIA Silvia Molloy reeré haber fabricado wx cxento fantsticn 1 habre hutorado an hecho real BoRses, La otra muerte, De todos los géneros eultivados, a Ia vez que cuestionados, en las fetas hispanoamericanas, acaso la historiograia sea el menos estable. Ya lo decian los dlebates decimondnicos sobre historia y fcciin, sobre historia y biograis, sobre historia y propaganda. Recuérdense las acerbas paginas que Alberdi dirige contra la historiogralia de Mitr, las preocupaciones historiogrificas de un Sarmiento al escribir su autobiografia, o las elucubraciones de Vicente Fidel Lépez sobre los limites de la historia y de Ia ficciGn. Hay, por un lado, una cuestion de pertinencia: qué se cuenta dénde, qué cabe dentro de la historia. Hay, por el ‘otro, una cuestion simple de conveniencia: qué merece (0 qué conviens) ser o contado dentro de la historia. A esas preguntas, y como corolario evidente, ‘querria yo agregar otra, punto de partda de mi reflexién en estas piginas. Qué no se ewenta en la historia, qué se deja de lado y se reprime, y qué vias escoge lo reprimido —aquello que viene estando desde siempre— para manifestarse y ser dicho, para des-contar la historia oficial 1p Hay en Hispanoamérica uns larga tradicién de-historiografia autortaie que pretends imponer.verdades indiscutbles, Si se piensa que en ef siglo XTX «hacer {historias era también shacer nacions se comprende que la indisuvbildad de esas verdades es relativa, pero que, también, es imperioso declaraela. Al prefaciar la Galeris de celebridades argentinas, Mitre, con un asomo de mala conciencia, justifica el caricter selectivo de las paginas que siguen: He aqui una magnifica galeria de retrstoshisticosy literarios, en gue sin cmbango no figuran todas fs aotabilidades a Esto pracba lo que dijimos al empeaar esta tora ha sido fecuada en aoeabilidade. foduecidn: que nuestea his Pero tenemos otro género de celebridades que, aunque ne merezean come las anteriores las bendiciones de Ia poser agradecda, se presentatin asus Hispanoamérica ojos com el resplandor siairteo de aquellasoberbia figura de Milkon, que pre ia las estrellas del firmament fends arrastrr en [bo] He abi otra sene de etratoshistoricon, etatorteribles y cefudor gue inpiean horvoe, peco que siren para ealzar as hermosas figuras de los que se haan hecho ctlebres por sus serviioe, eve virtades o sus trabajos intelectual: La Galera de celebridades argentinas ao comprenders sino los retraton y Jas biografiae de fos ukimos, es desi, de los que tienen derecho 2 la gratitud de aus desceadientes. Esa obra no es una histaria, ni uaa biografis genera sino un monumente erigido 2 nuestros ifustres ancepasados, que contagraron su ida y sus afanes 2 la felicidad y ala gloria de la pasa Nouns historia sino un monumento, dice Mitre. Pero es precisamente 4 partic de ese monurnento que se , «Guayaquil el poeta sIsidoro Acevedo), para revorer a historia argen- tina; Sabato, en Sobre héroes y tumbas, para revisar otras represiones dentro de la misma historia; Donoso, en El obsceno pdjaro de la noche, para cuestionar la nocién de linaje y de una historia fundacional, Coreizar, eo «Apocalipsis de Solentiname», «Segunda vers y tantos otros relatos: Piglia, en Respiracion arti- {ial para revel (iteralments,en el cuento de Cortzat) logue la historia ha “pik depart ‘Lo fantastico, Genero mal llamado de evasidn permite voluer sole la hori ine mirada ieguisidore Es ura manera de'eprerar oucstes inquicrad haia el pido, igs viv aicmativa para contr la hist, En su reversion del tiempo cronoligics, an 3u alantasmaniichto &-penBhajes y en su Bisiea dplicidad nareativa el relatofancstico te press a ta ejerccio. Permit, pot ls aubigedad miso gue planten,ipquistar la certidumbyes de wn saber, Reredado. Permite ademas por la Tumfatelén desstosegaate que es cu carac- 2 raatics arojar gore el pasado. uno de esos sulgorssltimose ques para ‘Walter Benjamin signa la area dl verdadero historiaor. Permite por fin, com vuelta de euerca perversa, desestabilizar no s6lo la historia sino la figura misma ~£.del historiador que la narra eso 2 eflexionar sobre algunos textos y primero sobre dos relatos de Borges que resultan provechosos para mi plantcamienco:=La ova muerte y «Tema del “staidor y dsl heroes. En La ota muerte, un navrador, @ quien a elaco atsi- “pie caraceristicas del propio Borges, iicia una pesquisa del pasado a parr de un detalle incidental: la muerte de un viejo ped uruguayo que, en el delirio de la agonia, revive su heroica actuacién en el combate de Masoller como sol- dado del causillo Aparicio Saravia. La pesquisa ests signada, desde ua comicnz0, por lo fantistica y lo bistérco: «La fiebrey la agonia del entrersiano me sug cieron un relato fantastico sobre la derrota de Masoller» *. El relato fantistico dque se anuncia resulta ser, desde huego, el texto que estamos leyendo y tambien testo que ude Pedro’ Damiin dentro de ese mismo texto. Trabsiado por 108 El relato fantistico en Espaits e Hispanoamérica memorias y olvidos, este destejido wxtual mina Ja certdumbre de una historia notada para siempre a la vez que eusstiona, irdnicamente, el culto de los hérocs fue anima nuestras esrituras historicas, Tanto la memoria personal de ls i Jermantes como la del narador se han vicko rememorscion oficial, evocacion ‘mecanizadat atrapado fen fa qrama, Acertadamente, al verter el ralato al cinematégrafo, Bertolueci le dio por tesio La estrategia de be aria 70° Es historia vela sina falla vergomzante y el narrador, vuelto hisoriador se {ionize al descubriela queda atrapado en y por ella, Aura de Fuentes leva mas lejos esta sieuacin basica al hacer de su personaje wa auténtico historiador. Felipe Montero, vantiguo becario de la Sorbon, historiador cargado de datos Inutles, acostumbrado a exhumae papeles amanllentos, profesor auxiliat en e- cuclas particulates, novecientos pesos mensuale» *, entra en el pasado mexicino {que lo convoca fatalmente desde la casa-palimpsesto de la calle Donceles, ver dadero archivo de la historia de Mexico, como quien entra, desprotegido, en el reino de los muertos. El proyecto a que se invita a este historiador es, una vez nis, la correcsion de un manuscrito de memorias, ms bien, la conclusion de ‘sis memoria incompletas: «Son sus memoria inconclusas. Deben ser comple- tadas. [..] Usted aprenders a redactar en el estilo de mi esposo. Le bastari cordenar y leer los papeles para sentise fascinado por esa prosa, por est trans- parenciay(p. 18). En Aura se disputan dos textos, dos historias Una es la que Felipe Montero proyecta y nunca escrbici: «a gran obra de eonjunto sobre los descubrimientos y conquistas espafiolas en América. Una obra que resuma todas las cronicas dispersar, la hage intligibles, encuentre las correspondencias entee todas las empresas y aventuras del siglo de oro, entre los prototipos humanos y €l hecho mayor del Renacimiento~ (p. 33). La otta es 1a obea imposible de Integrar en un conjunto, la que va descubriendo a partic de lax memoris in- completas del general Llorente, mexicano afrancesado y miembro del estado mayor de Maximiliano. Memorias que completari no con su escritura sino con su vida, narran una perversa historia erética reprimida dentro de ese oto epi- sodio perverso de la historia de México, la falda aventura de otro emperador JFeuropeo. Nétese que, como en los relatos de Borges que he mencionado, el. exto ae descubre. ol protagonists la historia de-unaeraciGn nacional, en este caso, Ide un vendepatria, Como una suerte de monstruosa Clio —deseable,insac oherderact ‘onsuelofAura atrapa al bistoriador en una red textual | sexual de la que no podrs Lberarse. Como Ryan, prevsto por i trama de Nobo, {Felipe Montero se desintegra en el texto que descubre y en el cual colabora: al ‘erminar el manuscrito del general Llorentepierde paca siempre su ilusoa iden tidad de historiador impasible ‘Varis observacioncs se me ocurren » propdsito de estas empeesas recupera- lores de historias mal o pata nada regisradss. En primer Iugae, nocidn de 9 El velata fantistico en Espaia e Hispanoamérica transgresi6n, de fas, que aparece en cada historia desubiere, Los hechos que 4e recuperan en la ceesertura dela historia no son en si memorables, i l hecho \de'no haber sido contados constaye la verdadera omisin, Lar que se ha omi- “phtida.s3-wna.actived, ana flaqueza, sin descontrol, lo que se ju2ga inconteble RP Teneo de la histor ae versiones que aos legan del parade ion incon. Yclusas porque, sobre todo; encibren algo que se percibe como vergonzo:o y Jescondlible: hay traicign, hay engano, hay hurt, hay sexo, hay perversion, Sin {acucir 2 Is milenics imagen del demonio, como lo hacia exagéradamente pero | con acierto Mitre para jusifcar exclasiones, es obvio quesge-tncubse lo sinigstro | (Mitre usa la palabra, prefreudianamense), ¢s decir, lo que wiedad. 1 Pao ne de low telson fantisicon que re mai Rr a ai hpulso dese tabilizador para revelar, con safia podria decirse lo reprimida. Si et suefio de la razdn engendra monstruns, tambien, parece decimos El obsceno pajaro de la noche, los engendra la dstracion de Is historia. La novela de Donoso no sélo ‘cuestiona la historia adosindole su contrahistoria —la historia de la beata Inés. de Azcoiis con ls otra cara de la medall, la historia de ls nifa bruja sino 4que da realidad, en una sostenida teutalizacin fantasmagérica ala represion y if encarna, con preciso deale teratologico. Al monumental panteba de los his toriadores decimonénicos se oponen aqui dos lgares, igualmente monstruosos, de gestacién de relatos: la bien Hamada Casa de Ejercicios Espirituales de la Encarnacién de la Chimbs,quireeanacrdnico en el corazdn de Santiago, rmuseo de los desechos de las familias fusdadoraschilenas, y La Rinconada, contrauto- ‘en Ia que se procura navuralizar al engendro que marca el final de un linaje ilusire. Entre estos dos lugares se mueve un cronista a sucldo, un poeta prime- tito, a quien el dinero de un police mecenas —wser tsigo tambitn es set piirvienter (p.84)— transforma por la fuerza en historiador. Observo aqut al [pasar kc subordinacién-econémica del historiador tanto en El obsceno puljisro ‘como en Aura Las evelacionesen os celatos de Borges eran gratuits, por ast \,! decirlo, en el plano de la economia social (aunque acaso no en el de la economia “Spsiquica). En Anra y El obsceno pdjaro, en cambio, responden a un resentimien- fo social ene que puede verse una venganza de [a historia, Humberto Peaaloza, secretario del iusite senador Jeronimo de Azcoits, figura impotente de la pe- ‘quefia burguesia chilena, quien hasta se deja herir en lugar de su béroe y patron, rel encargado de registrar la historia familiar de los Azcoitia a partir del naz cimiento del hijo monstruoso, es decir, es el encargado de reprimir y/o natura liar, de acuerdo con la prictica historiografica vigente, lo que escapa ala norma y puede perjudicar una imagen. Figu-a de desposesidn a la vez que oscura fuerza potente, Humbero es tmbién —er otra version, dento de wn tempo hecho Sticos-- el Mudito, principal marrador de ls novela, archivista por excleneia cmssculada pirate humans, quien, desde ls Cass de Is Encamacion, urde con Sexechos el contrarelato dela historia oficial 1 Combinando Ia ambigiedad del relatofantistco con Is exagercin del celaro | grotesi, El obsceno pare gycstianyeficarmente la ceenzia en un orign Sj, [fa exaltcién de un linaie psiv y la reconfortante ilusion de que la historia la historia de unas poca: familias, Literalmente deshace la historia, fantasmagoria i dejandola en fragmentos, como los fragmentos que se acumulan bajo las camas de las asladas y del Mudito, «objetos indies debsjo de mi cama, manuscritos que nunca publicaré y nozas y cuadernos llenos de fo que ea mi tiempo llams bamos pensamientos,y los reeortes de crticas que me nombran, sambién tengo ‘mi nombre guardado entre los trastos viejos que voy acumulando> °. La reco pilacién del pasado, indica el texto, es el obsesivo empaquetar de un vacio, la scumulaciin de envoltorios y hatos sin centro ni origen: Se que usted est implocando que este paguete contenge algo més que bx sura, Le saca el papel eié lo hora. Aparece otro papel, mis fri, arrogado, lo rompe, lo deja caze al suclo. {Para qué sigue abrendo ¥ rompiendo envel torios, &te de tafetin color manzana, debajo un envokorio de diario —Roo- seve y Fala y la sonrisa de Stalin a bordo de un barco- # tiene que saber {que no va 2 encontar nada? Esta horabeers de algodén plomiza es lo que le ddaba blandura y volumes al paquete. Escarba, deshace Ia hombrera con sus tas urgemes y deja caer el algodén, Queda tn paquetito duro que usted somtiene entre su indice y su pulgar. Quita la capa de enzo apetcancado y pric un poco. si i, Dios mio, hay algo adearo, algo duro, dfinido, esta ‘unidad que palpo ansiosa. Sus dedos se entospecen desanudando a lien20: una bola de papel platcado. La ras, la rompe: e papel platcado queds convertido en escemas sobre la palma extendide de su mano que tembla (p. 32) Si la novela pone en tela de juicio la escrivura historia, anula ademés al historiador y archivista: no s6lo presa de su relato, como Ryan en «Tema del traidor y del héroe» o Felipe Montero en Aura, el Mudito se desintegea con st ‘er6nica, es el mismo paquete sin centro: «la vieja se pone de pic, agarta el saco, ¥ abriéndolo lo sacude sobre el fuego, lo vacia en las llamas: astillas, cartones, ‘medias, trapos,diaros, papeles, mugre, qué importa lo que sea> (p. 542). Creo que som yarios los raspos de nuestra historia que exts.te -ficos,.en.su.impolso, desestabilizador, sgaonas Primero, desde luego, fa con- sepcion implacablemente Jheroiea de ls histori. La ilumimacisn fantastic, al aur gc el hsoe healt pro, pac bien com de guear Neos que el gaucho cobarde debe morir segin las exigencias del herofsmo, apunta a Un requisito que no sélo limita al historiador sino al lector mismo, que afecea a lamanera misma en que reibimosetxo histo, Segundo etechamerie ligido con lo anterior, estas iluminaciones_ questionan la radical supresida de 2 wezonas oseuras, desasosegantcs, en nucstra hitoriografia, Atta sli havafa pura, devtfa histors desatiende Ls libido, limpia sus textos de erotismo, vive el sex0 fnucsra stor desi como amenaza. (La reeepcin dudoss del Uiescriollo de Vasconcelos, aobio- tralia que, entre otras cons, aspira a hacer historia, hace que el propio autor expurgue su testo de revelaciones sexuales. Otro ejemplo: ingana historia de la inmigracion en la Argentina da cuenta de la virulenta homofobia que vehicu= liz6 el odio del extranjero.) Taxco, por fin, estos textos, al problematizar la nasa de-osigen, no solo remiten a nuestra Obseiva pregunta —donde erie amor sino que nos remiten la imposbilidad de coatestarla, El uavessismo 2 Ex relato fantésico on Espaia ¢ Hispanoartrics dle un curriculiom cubense que encamtraraos en De donde son los cantares de Sarduy, la teratologia que cuestons la enormalidad» de una suoesiGn iustre en Fl obsceno pajaro, nos enfrenta al hecho de que eleginios puntos de origen, los lige nuestra esertura de fs historia autoritanamente, por necesidad ideologica, ro porque haya un comienzo dnt. ZY el historiador en todo esto? La «muerte del autor que dramatian fce- ralmente estos relatos pareceria augurar un destino poco feliz a quien se atreve A indagar ms alli de los habicos de nuestra historia. Sugiero que esta condicion Yprecana de histoviador, mis que desanimarlo, puede servir de desafio. La J in lateral, desplazada de la literatua fantistica es que a historia mbign pe ser para parafasear a Felisborto Henne, J.escrimom.de-ls ote. NOTAS * arolooné Mise, Galeri de celebridades argentina 4 Jorge Luis Borges, 2 ep, ed, Bonar Aires, Einest, 1963, p72 2 Jorge Luis Borges, Feaonen, 4d Buenos Aire Emo, £963; 138 4 Catlos eres, Aa, Sed, Mésca, Er 197 pl * Jose Donoso, El obscene pajare dla wche, 3c, Bareona, Sein Bacal, 1972 . 129.

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