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la iglesia de san francisco xavier de tepotzotlan: eco de la vida artistica de la ciudad de méxico en los siglos XVII y XVIII guillermo tovar de teresa El primer gran centro artistico del virreinato se formé cena ciudad de México en cl siglo XVI. A fines de esa cen- turia, los talleres capitalinos habian logrado un elevado nivel de excelencia. Los maestros de arquitectura, pintura yeescultura que florecieron desde esos aitos lograron crear tun gusto y una produccién tales que results innecesaria Ja importacién de obras de la peninsula. No son frecuen: tes los encargos de trazas y plantas para los edificios, de pinturas y esculturas, aunque encontremos algunos docu- mentos que asi lo demuestren,' La mayoria de iglesias, conventos de frailes y de monjas, hospitales y otras e ficaciones fueron realizadas por constructores natives 0 peninsulares radicados en la Nueva Espafia y lo mismo ocu- rre con lo retablos y las imagenes, obras de pintura y es cultura, ejecutados en mucho mayor mimero por los talleres ya establecidos en la capital del virreinato. En 1599, el bachiller Dionisio de Ribera y Flores dice, cuando se fiere al artista sevillano Andrés de Concha, quien reali- zaba la pira de Felipe II en la Iglesia de Santo Domingo de la ciudad de México, que este era «maravilloso pintor, cuyas obras en Espafia suspenden los pinceles de los mas celebrados y pierden el brio de enviarlos a estas partes, donde hay quien los acabe tan al vivo como lo manifiesta las que ha hecho para este reino, y lo dice el maravilloso, retablo de San Agustin de esta ciudad? Hasta 1629, la capital era el sitio del virreinato que en rnimero y calidad reunia a los artifices mas destacados de la Nueva Espafia. Puebla era el segundo centro en impor- tancia. Después de la inundacién ocurrida en ese aio, la ciudad de México vivié momentos de gran crisis que im- pidieron un desarrollo de las escuelas artisticas ya esta- blecidas, En la angel6polis sucedis lo contrario; a partir de 1630 vivié la protagonizacién de la vida artistica no- vohispana y mas atin en los aflos del gobierno eclesiéstico del obispo Juan de Palafox y Mendoza, en la década de los cuarenta del siglo xv1t, quien procuré finalizar la obra de la catedral de su didcesis, la cual fue dedicada en 1649, En su corte episcopal se encontraban pintores, diseftado- res y escultores aragoneses, como Pedro Garcia Ferrer —discipulo de Castell6, y el yerno de Ribalta— y Diego de Foleh, asi como arquitectos y otros artifices capitali- nos y poblanos.’ En ese afio, mientras se concluia esa es- pléndida fabrica en la angelépolis, en la ciudad de México, Juan de Mafiozea, inquisidor y enemigo de Palafox, or- ganizaba un siniestro Auto de Fe, tan celebrado que con ello se intentaba opacar la fama del prelado de la Pue- bla.‘ La ciudad capital mostraba los estragos de la inun- dacién y la ruina de sus edificios que perdieron pinturas, esculturas, retablos, libros y toda suerte de mobiliario. Ei arte del estuco y las yeserias, del mosaico de talavera y del Diego Angulo Iniguer, «Dos Menas ea México, Esculturas Sevils nasen Ameria, Archivo espanol deare varqueologta, Madrid XXXI, 19350 31-152 ? Apuid, Dionisio Ribera Flores: Relacin historiada... 1599, en Guitermo Tovar de Teese, Bibviogrefia novohispana de arte. Primera porte, México, Fondo de Cultura Exonomica, 1988: 39-44 ® Guillermo Tovar de Teresa wConsideraciones sobre retablos, ere. ‘ios y aries dela Nueva Espana en fos sgios XVILy XVlll», lsiora Mexicana, México XXXIV, | (133), jllo-septiembre 1984: 841 “Jonathan Israel, R colonial, México, Fondo de Cultura Eondm clases socaesp vida poiticg ene! Mésico 980: 246 ses. 31 ensamblaje y la imagineria, florecieron con un elevado ni vel de excelencia en la ciudad de Los Angeles. En México no queda casi nada anterior a 1650 y, en cambio, en Pue- bla abundan las obras de ese perfodo, lo mismo en arqui- tectura civil que en obras de cardcter religioso. Las yeserias, que en Pucbla alcanzarian la plenitud de las que adornan la capilla del Rosario de Santo Domingo, en México no existen, salvo las del Santuario de los Remedios que son de esa época y realizadas por artistas poblanos, y las an- teriores a la inundacién como aquellas de una capilla de la catedral metropolitana y del colegio jesuita de Tepot- zotlan, fundado en el siglo anterior. La iglesia y colegio de los jesuitas de Tepotzotlan se construyen en distintos periodos y su realizacién es una muestra tipica de cuanto ocurre en Ia vida artistica de la capital. La iglesia, en particular y de la cual habremos de ocuparnos ahora, resulta una muestra magnifica del que- hhacer artistico capitalino a partir de la segunda mitad del siglo XVil, que es cuando la ciudad de México recobra su protagonismo en ese aspecto. La iglesia de San Francisco Xavier de Tepotzotlén es tun eco metropolitano. Forma parte de la hinterland, del rea de influencia artistica de la ciudad de México y, como pura expresién de sus quehaceres y formas, se manifiesta como un conjunto paradigmético.* Hasta hace diez aftos se ignoraba totalmente quiénes ha- bian sido sus realizadores artisticos. Ahora es posible nom- brarlos, relacionados con otras obras, lo cual permitiré una mayor precisén en los elementos necesarios para llevar a cabo una debida y sélida valoracién de este edificio ex- traordinario, entre aquellos estudiosos de todo el mundo {que amen el barroco y que en un futuro se ocupen del es- tudio de su diseo arquitecténico y su ornamentacién tinica, Su realizacion se vincula a una situacién econémica y social muy peculiar, a una ideologia contrarreformista, a una edad cultural, artistica y religiosa que vive la Nueva Espana en los siglos Xvit y Xvi, Esa vinculacin se pro- duce a través de una orden religiosa, una familia de ricos bbienhechores criollos y una familia de arquitectos, de idén- tica raigambre novohispana. Me refiero a los jesuitas, los Medina Picazo y los Duran. Los jesuitas, establecidos en la década de los setenta del siglo XV1, recibieron apoyo econémico de un rico minero, don Alonso de Villaseca quien, ademas de donativos les aconsejé una estrategia financiera que les permitiria lo- grar sus obras materiales y espirituales, tales como la igle- sia y el colegio de Tepotzotlan. En lo artistico, Villaseca es recordado por una bella pieza de plateria conservada en el propio colegio de Tepotzotlan, ahora museo, pro- cedente del antiguo museo de la catedral de México y, so- bre todo, por el magnifico sepulcro de marmal que sirvié para su cntirro en el presbiterio de la iglesia del colegio Maximo de San Pedro y San Pablo de los jesuitas, y que atin se conserva en todo su esplendor renacentista, disfra- zado de altar neocldsico en la iglesia parroquial de San Mi- guel Arcénge! en la capital. Don Alonso, por otra parte, se halla relacionado con un culto: el del sefior de Villaseca o de Ixmiquilpan, cuya célebre historia hizo un jesuita, cl padre Francisco de Florencia.’ A Villaseca se debe, en 2 suma, que los jesuitas tuvieran magnificas haciendas, para lograr con su producto el pago de sus empresas asociadas su programa contrarreformista, deseado para la Nueva Espafia por el propio San Ignacio de Loyola, quien desde gue fund6 la orden tuvo la intencién de enviarla a Mé- xico. Fse programa contemplaba, entre otras muchas co- sas, hacer misiones entre los infieles, educar a los criollos y formar una cultura nativa a través de un sineretismo que Concilia fo catdlico y o propio de tos diversos sitios donde hhabrian de actuar. Portadores de un cardcter cosmopolita, internacional, los jesuitas tenian entre sus miembros & maestros de arquitectura. Uno de ellos era el sacristén de San pedro y San Pablo, Simén Boruhradsky, nacido en laciudad bohemia de Polnd en octubre de 1650, Estudioso de las humanidades y el latin, ingresé como hermano lego en Olomuc, luego vivié en los colegios de Brno y Klatovy, y més tarde en Roma, de donde se fue a Génova para par- tirrumbo al Nuevo Mundo desde Cadiz entre 1678 y 1680. En México, seaiin el hermano Bernardo Roldndegui, quien escribié al provincial Bernardo Pardo, el hermano Simén Boruhradsky —alias Simén de Castro— tenia facultades para carpintero, labrador, mtsico, pintor e industrioso en Jo mecénico.* Hizo trabajos de arquitectura, como el pro- yecto para el Palacio de los Virreyes en 1692, el Semina- rio en sociedad con Diego Rodriguez y examiné a los ‘maestros novohispanos, como ocurrié en 1689, cuando en. compaitia de Rodriguez fueron elaborados los informes que requerian los cabildos eclesidstico y secular de la ciu- dad de Puebla, dispuestos por el virrey conde de Galve en relacion a Diego de la Sierra, cl nuevo arquitecto dela igle- sia de Tepotzotlén en 1679, cuya fébrica fue iniciada desde 16702 ‘Simén de Castro lleg6 a México en 1680, el afio en que fue contratado un arquitecto criollo para’continuar las ‘obras emprendidas por De la Sierra, un joven de veinti- tantos afios de origen sevillano. Los jesuitas no le encar- ‘garon concluir la obra a un miembro de su orden sino a lun arquitecto nativo: Jose Durdn, nacido en San Pedro Tiascuapa, jurisdiccién de Mixquihuala, hoy estado de Hidalgo. La familia Medina Picazo quizé tuvo que ver con esta leccién. Ellos fueron los patrones de esta iglesia y gra- cias a su generosidad se realizaron muchisimas obras mas, como a continuacién lo diremos. Los Medina Picazo fue: * Erwin Walter Palm, «La ciudad colonial como centr de irradia- idm de las esculasarquitectOnicasy pictricas»,Boltin del contro de Imestigaciones esas ehistrias, Caracas, 4 septiembre 1972: 28-30. * Gonzalo Obregén, «Un sepuleroplateresco en México, Ales del Instituto de Investigaciones Estéicas, México, IX, 33,1964: 45-50, (Ctr. Guillermo Tovar, Bibliogafia.. op. cit, 321-323 * Pavel Stepanek, «Simén de Castro — Simon Borubradsky—, un ar- aquitcto choco de! siglo XVI en Méxicon, Cuadernos de arte Colona, Mari, 2 mayo 1987: 19.36, cfr. Martha Ferninder, Retro hablado. Diego dela Sierra, un arquitecto barroco on la Nueva Espana, México, UNAM: Instituto de Investigaciones Esttcas, 1986 (Monograias de arte, 14): 65-68, "© Gonzalo Obres6n, La capila Medina Picazo en la ilesia de Re- ‘na Coe, INAH: Diresion de monumentos coloniales, Métic, 1971: 7. ron cuatro: Francisco Antonio, un capitan de milicias, ca- ballero de Santiago y duefo del cargo de Tesorero de la ‘Casa de Moneda, quien casé con dofia Josefa de la Cruz, ‘Saravia; los otros tres fueron religiosos: una monja, un jesuita y un presbitero. Dofia Isabel fue profesa del con- vento de Regina Coeli, Pedro Leon fue miembro de la ‘Compaiiia de Jesis y Buenaventura fue sacerdote secular. Fueron hijos del capitén Juan Vasquez de Medina y de dofia Isabel Picazo de Hinojoza." Opulenta familia de criollos viejos, descendian por linea materna del famoso doctor Pedro Lépez, médico de Hernan Cortés en la expedicién de las Hibucras. Avecindado en la ciudad de México, recibié su solar en Ia calle que corresponde ac- tualmente a Repiblica de Cuba, conocida en los siglos XVit 'y XVIII como de Medinas, pues en ella tenian su casa los ‘descendientes del médico, que eran precisamente los Me- dina Picazo y los herederos de Francisco Antonio, que en- €l siglo xvii se convirtieron en Condes de Medina de las Torres. El hijo del médico de Cortés fue, seguin Icazbal- eta, cl primero en graduarse como doctor en la facultad de Medicina en la Real y Pontificia Universidad en 1553. El segundo, Pedro, «tan docto como dado a la cari- dad», segiin los Estatutos de la Real Universidad, fundé el hospital de San Lazaro en 1572 y diez aftos después, el de San Juan de Dios, ambos en la ciudad de México. Es- tas instituciones de Caridad duraron en manos de la fa- millia hasta el siglo Xvi, pues gracias a su generosidad, los sacerdotes y hermanos juaninos que las atendian y es- tablecieron pudieron subsistir en el noble empefio de aten- der a mestizos e indios desvalides y a los dementes de la ciudad que no tenian modo de sobrevivencia."® Francisco Antonio era un rico y pulido cortesano, Or- ‘ganiz6 una fiesta en honor de su mujer en Ixtacalco, donde hizo construir una barroca embarcacién en su honor.'* Isabel fue, como dijimos, monja de Regina y en este con- vento compré un sitio para su celda, ubicado junto a la ‘gran iglesia, para tener mejor acceso al coro. En 1727 es- ‘taba en ruinas, por eso, Buenaventura, hermano de la ‘monja, dispuso en su testamento un donativo para hacer ‘una capilla en ese sitio que guardara las imagenes que ador- aban los salones de su casa. Muy relacionado estuvo el convento de Regina con la familia Medina Picazo, pues ‘en el siglo Vill profesaron tres mujeres de esta familia, descendientes del primogénito, con el nombre de Sor Ma- rfa Agustina de Sefiora Santa Ana en 1736, Sor Maria Jo- sefa de la Encarnacién en 1742 y Sor Felipa Josefa en 1749. Pedro Leén de Medina Picazo, el jesuita, destiné su he- reneia para la obra de la iglesia ‘dei colegio de Tepotzo- tlin, Dofia Isabel, su madre, muy caritativa, entusiasta bienhechora de los mercedarios a quienes regal6 una ma- ravillosa urna de plata con cincuenta marcos de peso que contenia una imagen del nifio dios, ayudé a su hijo en la, edificacién del mencionado templo. El nombre de Pedro aparece en el sermén que predicé el padre Francisco de Florencia el dia 9 de septiembre de 1682, fecha de su de- dicacién, seftalando el texto que la «coste6 y erigi6», mien- tras que Francisco Antonio, a quien se dedica el sermén, aparece como «patrén de dicho templo».!* De lo anterior podemos decir que Tepotzotlin, la igle- sia de un colegio jesuita, el convento de monjas concep- cionistas de Regina y los hospitales de San Juan de Dios y San Lazaro, recibieron el patronazgo de esta ilustre fa- ‘milia, notable por su piedad, su devocién y su munificen- ia. No fue suficiente lo anterior para ponderar la notable isposicién caritativa de estos novohispanos tan ricos, pues ‘no hemos mencionado que don Buenaventura regalé, al, ‘mismo tiempo que don Pedro Ruiz de Castaneda, una im- ortante suma destinada a la construccién del Santuario, de Guadalupe. Esto ocurrié en 1694, en tiempos del ar- zobispo Francisco de Aguilar y Seixas, gallego notable tam: bign por su caridad.'* De entonces data el empefto de sustituir la vieja ermita guadalupana con cl magnifico tem- plo que atin subsiste, dedicado en 1709, siendo virrey el, ‘duque de Alburquerque, don Francisco Fernandez de la ‘Cueva. A don Buenaventura, entre otros, debemos el an- § Ricardo Ortega y Péver Gallardo, Historia genea!dpice de las fa- ‘mit mds antiguas de Mexico, 3 vols, México, imprenia de A. Ca- franca Cla. 1908: I (Condado de Medina y Torres) passim. "2 Francaco Cervantes de Salazar, Metco on 1554, eicin y notas 4 Joaquin Garia Icazbalceta, México, Antigua liberia de Andrade y Mocales, 1875: 204-20. "3 Ortega y Pérez Gallardo, op. et, 4 4 Obresén, La cuplla Medina Pica... op. ci 16. '8 Cfp. Tovar, Bbllografia, op. ct, 268. © Juan de Lezamis, Breve relacin de la vide y muerte del limo. y ‘Rio, Shor D. Franeisco de Aguiar y Seas, México, impreata de Ma ria de Benavides, 1699: passim. 33 tiguo edificio que Ia Guadalupana ocupé hasta hace unos cuantos aftos, para ser trasladada 2 su nuevo local. En suma, Tepotzotlin, Regina, San Juan de Dios, San Lazaro y la antigua Basilica de Guadalupe son monumen- 10s relacionados con la familia Medina Picazo y con una familia de arquitectos novohispanos: los Duran, quienes vivieron en los afos del barroco, es decir, en los siglos XVII y XVII, José Duran de Almendranejo, natural de San Pedro ‘Tlasctuapa, jurisdiccion de Mixquiahuala, donde nacié en 1652, casado con Beatriz Gomez de la Fuente, fue el pri- mero de la familia de este apellido que figurd como maes- tro de arquitectura, a partir de 1680, cuando es contratado por el padre Pedro Leon de Medina Picazo para hacer una de las bvedas de la iglesia de Tepotzotlén; la construc- cin fue continuada por Diego de la Sierra a partir del 17, de agosto de 1679 cuando firmé la escritura de concierto con el mencionado jesuita. De la Sierra realiz6 tan s6lo los arcos torales de Ia iglesia. En el documento aparece como responsable de «maestrear» la obra «haciendo jun- tamente oficio de sobrestante hasta que con toda perfec cién y a satisfaccién de peritos del arte, se acabe»."” Seguramente tuvo problemas, aunque ignoramos los mo- {vos precisos que hubo para abandonar la obra. José Du- rin fue puesto a prueba yen la escritura fechada en 19 de junio de 1680 se dice que hard «una de las bévedas del cruceron, de tal manera que «si quedaren una y otra b6- veda a satisFaccion y contento del dicho Padre Pedro de Medina y tuviere voluntad que el dicho maestro prosiga en a fabrica del cimborrio y demas bovedas del cuerpo de dicha iglesia», se haran segin las cantidades estipula- das.!* ‘Durdn tuvo éxito, Prueba de ello es la siguiente escri- tra, fechada en el 28 de junio de 1681, en la cual el ar- quitecto se compromete «de hacer y haga todo lo que falta de dicha Yglesia como es blanquear y asentar el nicho de los Patrones, y echar senefa a toda la iglesia; hacer la bé- veda del entierro; hacer Ante-Sacristia y sacristia; pretiles de Yglesia y pintar y ripiar por afuera toda la ygleisa; ha- ‘cer dos torres 2 los lados», para lo cual recibiria tres mil pesos de oro comiin a condicién de entregarla en 8 meses totalmente concluida. Los pormenores pueden leerse en los documentos que publicamos en la Bibliografia novohis- pana de arte, los cuales indican, en suma, que diego de Ta Sierra, comprometido en un principio a la realizacién total de fa obra, la dejé de llevar a cabo por motivos que ‘alin desconocemos, quedando a prueba José Durn como sustituto.” Durdin cumplid con el compromiso y concluyé cl templo que fue dedicado en septiembre de 1682." La obra realizada por Duran se menciona con detalle en el documento de junio de 1681, por lo cual no es dificil de- ducir qué hizo de la Sierra y qué corresponde con lo dicho por Simén de Castro y Diego Rodriguez en 1689 cuando hhacen el dictamen solicitado por el virrey conde de Galve, de acuerdo a la solicitud de los cabildos poblanos. Aun- {que en su «Probanza de méritos y servicios» De la Sierra afirme que ha «fabricado distintas obras mayores y con toda satisfaccién... como son la iglesia del colegio de Te- potzotlin, noviciado de los padres de la Compania, que hice de bévedas y consta de nueve con la media naranja, y también el coro bajo de béveda», no fue el autor de tem- plo sino tan sdlo un iniciador fallido de la obra, pues ni siquiera fue autor de la planta, pues en el documento se dice se hard «segiin la planta que se le entregare a satis- accién de dos maestros peritos, en dicho antepuestos, uno, por cada parte, y cuanto a que cerré las bovedas, hemos, visto que fue ejecutado por Duran lo que atin quedaba por snacer —que era casi todo— y que De la Sierra ni siquiera supo que las bévedas de Tepotzotlén no fueron nueve sino ‘ocho ‘José Duran aparece relacionado en 1684 con Juan Mon- tero, ensamblador y arquitecto, a quien conoce de doce afios atrds. Duran sirve de testigo para confirmar que Mon- tero ha suplido a Rodrigo Diaz de Aguilera y Juan Gé- ‘mez de Trasmonte en las obras de la catedral cuando éstos, ‘se han encontrado enfermos; que asimismo, Montero ha realizado las portadas procesionales de la catedral y que hha ejecutado el segundo cuerpo de la de enmedio. Mon- tero representa al maestro de arquitectura que provede del taller de escultura y ensamblaje. Su madre, Catalina Mar- tin, contrajo segundas nupcias con Antonio Maldonado, autor del altar mayor de la catedral de México en 1673. Padre de Pedro Maldonado, es probable que Antonio ocu- para a éste y a Juan Montero en la obra de retablos, pues ‘ambos aparecen como fiadores suyos en esta obra. Mon- tero caso con Teresa de Aguilera, hija de Rodrigo Diaz de Aguilera, aparejador mayor de la catedral de México y famoso arquitecto del siglo xvi. Su cunado fue Fran- ‘isco de Arjona Montalvo, maestro de ensamblador. Mon- tero hizo retablos y obras de arquitectura en madera; en 1674 contrat6 el monumento de Jueves Santo de la iglesia de las monjas de Balvanera; en 1676 hizo el retablo de la, iglesia de los dieguinos de Churubusco; en ese mismo afto se comprometié a realizar el retablo mayor de la iglesia de Saiita Maria de Gracia, en Guadalajara; en 1679 con- trat6 los retablos de la iglesia de monjas de Santa Isabel, y al de San Ignacio, para el colegio de San Pedro y San Pablo de jesuitas, en la ciudad de México. En 1681, Apud, «Contato para ta fabrica de ta iglesia del Colegio de la Compania de Tests del Pueblo de Tepotzotlan por Diego de la Sierra, ‘maestro de arquitectura y albafileran en Tova. Bibliograf. op. ci, 269. Porovra parte, ignoramos quien inci la obra o precedio a De la Sere “Aud, sEscritura de obligacidA para hacer una de as vedas de Iniglesia del Colegio de Tepoteotlan por Jose Duran, maestre de argu tectura ys es acepable la construccion hard las dems y otras obras de fichaigesian en Tovar, Biblograjia.. op. cit. 272. " apud, «Obra en ta Yalesa que se esté haciendo en el pueblo de ‘Tepotzarlin, por Tose Durin, macro de arqitecturan en Tovar, Bi lografite. Op. ei, 23 > Apud, «Escritura de obligacion de José Durdn, oficial de arqu- tectura, por doscientos cuarenta pasos para pagar alos Yndios dela obra {dela Yglesia de Tepotzotin», id, «Resibo por la cantidad de mil pe- Sosde Jose Dur, arquitecto, para prosegul la obra de la iglesia, vid. “eRecibo eu mil pesos otorzade por José Duran para la obra de la Yelesia dl Pueblo de Tepotzotian», Guillermo Tovar, Biblioraia.. opi, 245 21 Gtr, Martha Fernndee, Revrato hablado, op, cit, 68-69 rain Casio Morales, «Juan Montero, ensamblador y arqutecto novohispano del ilo XVIII», Bolen de momumentashistrios, México, 6, 1981: 526 35 para los mismo jesuitas se comprometié a llevar a cabo el retablo mayor de la iglesia de Tepotzotlén. El contrato, celebrado entre Montero y dofta Isabel Picazo de Hino- josa, nos refiere pormenores de enorme interés: costaria ‘cuatro mil quinientos pesos y serfa entregado en once me- ses, Lendrfa tres calles, todas de pintura realizada por Bal- tazar de Echave y Rioja, Juan Sénchez Salmerén o Juan Correa; las advocaciones serian elegidas por dofta Isabel: San Antonio, San Buenaventura, San José y San Fran- cisco, nombres relacionados con sus rian los de santos de su devoci representarian la vida de San Francisco Xavier, «segtin las festampas que se me dieron de dicha vida» y, por itimo, tuna pintura con el tema de la Visitacién. Se describe el banco del retablo, el primer cuerpo con su sagrario y las columnas, y las advocaciones de los santos de talla que lo acompafiarian, es decir, San Pedro, San Pablo, Santo Do- mingo, San Juan Evangelista y San Miguel Arcéngel en el remate del mencionado Sagrario. Molduras, columnas, ccornisas, materiales como los que requiere el dorado, que son e! bol de Armenia, el aguacola, el oro «de todos qui- lates» y los plazos de pago son descritos en el documento. El etablo fue llevado a eabo, si consideramos el ajuste de Ja cuenta, celebrado en octubre de 1682 que manifiesta ha- ber sido coneluido.® En noviembre del aho anterior se hizo el contrato para el dorado del retablo de Tepotzotlan, que corrié a cargo de Andrés de Fuentes, documento de 36 ‘sumo interés para el estudio de esta téenica en el arte no- vohispano.>* ‘Volviendo a Jost Duran, como hemos comprobado, es- tuvo relacionado con Juan Montero por la obra de la igle- sia de Tepotzotlén, donde uno era el arquitecto y el otro el ensamblador que haria el retablo mayor. En 1684, cuando Montero lo presenta como testigo en su informa- cidn para obtener el cargo de su suegro, ademés de ¢: nocerse en Tepotzotlin, donde trabajaron juntos, dice Duran conocerlo —como ya dijimos— de doce afios atrés, o cual demuestra una vez més que entre los artifices del virreinato, y en especial los que vivian en la ciudad de Mé- xxico, se conocfan y se relacionaban en diversos trabajos. Por eso llegé a constituirse un estilo y se desarrollaron for- mas relacionadas entre si, que constituyen por su origi- nalidad un aspecto de lo més fascinante en el arte novohispano. En Jos monumentos relacionados con la caridad de los Medina Picazo, es posible encontrar huellas de José Di ran y sus descendientes. Existe una estrecha vinculacién entre los Medina y los Duran; los generosos bienhecho- +e, etiollos ricos, resuelven sus empresas artisticas con ar- tistas natives que interpretan su devocién y su gusto, acuden a los artistas que viven en Nueva Espana, como sucede aqui con los Medina Picazo, que serdn los clientes de estos criollos acomodados que hacen trabajos de ar~ quitectura y negocios de bienes raices. El Santuario de Gua- dalupe, por ejemplo, patrocinado por Buenaventura Medina Picazo y Alonso Ruiz de Castafeda, quienes re- galan ochenta mil pesos, resulta paradigmatico en el que- hacer artistico novohispano de la Gitima década del siglo XVI, cuando la capital vive su primer momento de gran splendor del barroco. Se trata del edificio que alojara la imagen representativa de los anhelos espirituales y las as- piraciones ontolégicas de los novohispanos de ese periodo artistico. La Guadalupana todavia no ha sido proclamada Escudo de armas de México, celestial proteccion de esta nobilisima ciudad», pero comienza a convertirse en el em- bblema de criollismo. E] antiguo Santuario —la Ermita, entonces— aungue ha sido suntuosamente decorada en la década de los veinte del siglo XVil, gracias al empeiio del arzobispo Juan Pérez de la Serna, con retablos de Alonso Lépez de Honcha y el ensamblador Diego Ramirez, que poseia tesoros tales como la imagen de plata y los regalos que recibié de la piedad mexicana en cs0s aitos, result6 insuficiente; ahora se habria de realizar en grande, de tres raves, y para ello se recurrié a José Durén, quien present tuna traza —conservada por fortuna—, en la cual propone tuna cubierta de cruceria® Existe un documento de 1694 que dice emo José Du- ran y Diego de los Santos y Avila asistiran a la obra del nuevo Santuario de Guadalupe «siguiendo sus trazas y las disposiciones discurridas y que se discurrieren hasta su fe- » archivo general de Notaras de Mexico, D-F. (en adelante: AGNo ‘de M): protocolo de Ignacio de Oviedo, 21:VU-I681, fol 23 pbider, 22-XI-16B, (0.58. Diego de Angulo Iiaue?, ta, Historia del arte hispanoome- neano, 3 vls., Madrid, Savat, 1945-1986: I, $07 necimiento, lo cual se ha de principiar el dia primero de agosto venidero de este ao y para ello pasaran sus casas y familias a dicho pueblo». Diego de los Santos y Avila es un importante arquitecto_ de fines del xvii y primera década del siglo xvi. En 1660 dio su parecer para la planta que Vicente Barrocio hizo para la catedral de Valladolid de Michoacan; trabajé en la catedral de Puebla hacia 1693 y lo mismo se ocupé de reparar una casa en la calle de San Jerénimo y de parti- cipar en la obra de la capilla de los Reyes de la catedral de Oaxaca en 1688. En 1689, por ejemplo, se compro- mete a labrar las puertas, ventanas, nichos, columnas y arcos de la casa del bachiller Francisco de Ordufta, Sosa ¥ Castilla, en la calle del Espiritu Santo en la capital” En la ermita de Guadalupe trabajo en colaboracién tam- bién de Feliciano Cabello; en 1695, Cabello y Santos, como maestros de arguiteetura por lo que toca a labrar cante- ria, se comprometieron a ejecutar las portadas y piles del Santuario de Guadalupe. Estos artfices fueron socios, en a obra de la iglesia de San Francisco de México, obra que emprendieron luego de realizar la del Santuario Gua- dalupano.* La portada de San Francisco, hoy destruida, muestra los elementos arquitecténicos que habran de ca- racterizar —al igual que la portada del Santuario—el es- tilo de la ciudad de México a principios del siglo Xvi. De Jos Santos muere en 1712 y Cabello concluye la iglesia franciscana de la capital. ‘Asociada con Duran, Santos y Cabello, surge a figura de Pedro de Arrieta, quien también participa de la obra del Santuario de Guadalupe como é! mismo declara cuando solicita el cargo de maestro mayor de la catedral de Mé- xico. Fue sucesor de Juan Montero en el cargo ce Macs- tro Mayor del Tribunal del Santo Oficio dela Inguisicién.® Notable es la plaza de Santo Domingo de México, por lo que toca a la mayoria de los edificios que son obra suya: la Inquisicién, una de sus obras maestras, Ja antigua Aduana y la iglesia de Santo Domingo, que fue reedificada a partir de 1716, siendo estrenada en 1736.” Fue autor de la Profesa, templo euya arquitectura lo cons- tituye como un gran maestro de arquitectura. Comenz6 siendo autor de retablos, lo cual nos sugiere una semejanza con Juan Montero, quien pudo ser su maestro. Es nece- sario insistir en este aspecto: en los aflos anteriores a la Academia, era comuin el quehacer de la arquitectura desde Is pintura’o la escultura y el quchacer de la arquitectara desde la albafiileria y la técnica constructiva; por ello, unos resultaban magnificos disehadores pero pésimos construc tores, y buenos constructores y pobres diseRadores los otros. En Pedro de Arrieta se conjugan las dos cosas. ‘José Duran estuvo relacionado con los Medina Picazo no sélo por I obra de Tepotzotlin y del Santuario de Gua- dalupe, ino por trabajos menos relevantes que consistie- ron en obras privadas. En 1685 construye unas casas en la calle que va de Santo Domingo a Santa Catarina (hoy Brasil), y otras para una panaderia en la calle de Santa Ca- talina de Sena, al mismo don Buenaventura.” José Duran asd, como ya lo dijimos-atrés, con dona Beatriz Gémer de la Fuente. Fueron padres de Josefa, Mi- guel Custodio, Sebastian, Gregorio, Maria, Fernando y Francisco.” De ellos tes fueron arquitectos: Miguel Cus- 38 todio, Gregorio y Fernando. El primero ¢s muy conocido por la ondulacién, por la sinuosidad de sus lineas salo- ‘ménicas que emplea en los diseiios de las portadas de sus edificaciones, como en San Juan de Dios, San Lazaro y Ia capilla Medina Picazo de la iglesia de Regina Coeli en Ja ciudad de México, las tes obras relacionadas com la fa milia Medina Picazo. Gregorio, por ejemplo, es socio de su hermano en las obras que hacen para llevar agua del rio Tula alas haciendas de don Manuel Jiménez de los Co- bos, tesorero de la Real Hacienda en 1742, y don Bernardo Pérez de las Cuevas. Fernando y su hijo del mismo nom- bre, también arquitecto pero vecino de Cuauhtitlén —stio préximo a Tepotzotlén— realizaron también obras para llevar agua del rio Lerma a las haciendas de don Manuel José de Albarrin Carrilo en 1739. Maria cas6 con don Miguel de iniesta,criollo descen- diente de conquistadores. De ese matrimonio nacié don Tdefonso de Iniesta Bejarano y Durdn. Nieto del construc- tor de la iglesia de Tepotzoilin a fines del siglo xvi, Iniesta seria el arquitecto que la reedificara hacia 1760- 1762, como lo diremos mas adelante, Miguel Custodio Duran aparece en el plano de la ciu- dad de México de 1737, conservado en el Museo Nacional de Historia. Su nombre figura al lado de Arrieta, José Eduardo de Herrera —su socio en algunas obras—, Mi- guel Jost de Riv-ra, Manuel Alvarez Francisco Val- dea.” Pocos afios’ antes, en 1733, Custodio Duran forma parte del grupo de arquitectos que propone nuevas ordenanzas —Arrita, Herrera, Rivera, Alvarez y Meza— y representan en ese momento el monopolio del quehacer arquitecténico en la ciudad de México. En ese ato, uno deeellos, Herrera, critica el proyecto de Balbs para la por- tada dela casa de Moneda que habra de realizar ef inge- niero militar don Luis Diez Navarro. Herrera y Alvarez, por ejemplo, sustituyen a don Jerénimo Balbds en la obra de ia iglesia de San Fernando; el retablista, disenador ge- nial pero constructor aficionado es retirado de la obra en % Guillermo Tovar de Teresa, México Barroco, México, Secretaria de Asentamientos Humanos y Obras Publicas, 1981:229. © Guillermo Tovar de Teresa, EI rtablo de os eyes dele catedral de México, Secretaria de Desarrollo Urbano y Ecologia, 1985: 5. 2 sduardo Baez Macias, «Noticias sobre la consraccion de ia ile sie de San Francisco de Méxicom, Anaies det Instituto de Investigaciones Estéjoas, Mesco, XI, 4, 1978: 31-42 iders 34 2 Barique Berlin, «El arguitecto Pedro de Arrieta», Boletin del Ar hivo General de fa Nac, Mézico, XVI, 1, 1945: 73-94. 31 AGNo de M: protocolo de José de Anaya y Bonilla, 3-VI-I715, fol, $07 y 7-VIIL7I6 fol. 184 3 AGNo de M: protocolo de Ignacio de Oviedo, 27-1-1685, fl. 32 y 10-V-1685, fol. 37 AGNo de M: protocolo de Felipe Muoz de Castro, 29411-1735, fol. 79. Angulo, Historia del are isponoamericano, op. cit, I, S35-S4. 38 AGNo de M: protocolo de Juan Antonio de Arroyo, 28-V-1782, fol, $2 38 AGNo de M: protocolo Antonio 11739, fol. 12 5 Jesis Galindo y Villa, Guia pare visita os solones de historia de México del Museo Nacional, México mprenta del Museo Nacional, 1986, 5 Guillermo Tovar de Teresa, «Del baroco saloménico al barroco ‘estiptes, Cuadernos de are colonial, Maaid, 3 demayo 1987: 122-128 lio de Anselmo y Salinas, 15 1738 y es sustituido por estos maestros de arquitectura que disefan una portada muy pesada y de disefio muy torpe.”” Custodio Duran es enemigo de Lorenzo Rodriguez, a quien obliga a examinarse en 1740." En las formas se traduce esa manera distinta de sentir. Custodio, enamorado de la, ondulacién, representa el apogeo del orden saloménico que emplea en pilasiras con estrias ondulantes que acentan sa sinuosidad, como en San Juan de Dios, Regina y San, Lazaro en los afios de setecientos treinta, mientras que Bal- bas y Rodriguez utilizan lineas quebradas y placados, de acento neomanierista, a lo ndrdico, de acuerdo a los di- bujos de Wndel Dietterlin, de quien se origina la moda del estipite, seaun Cedn Bermiidez. Custodio y su grupo son os autores de obras que reflejan el estilo de la ciudad de ‘México en los aftos del barroco y que de momento no acep- tan la novedad de la pilastra estipite y su aparato deco. rativo. ‘Su sobrino Ildefonso de Iniesta aparece relacionado con las obras de la catedral desde 1748." Al afo siguiente pre- senta un proyecto que es objetado para el Sagrario Me- tropolitano. Se acepta el de Lorenzo Rodriguez, cuya planta es de «cruz de caravaca» en lugar de las tres naves que Iniesta propone. Iniesta vota a favor de Rodriguez, quien emprende la obra. Iniesta pens6 en su proyecto dei Sagrario como algo que prolongara a la catedral, por eso propuso una fachada clasicista.** Recordemos como He- rrera habia criticado el proyecto de Balbas para la casa de Moneda, que al fin realiz6 con pretensiones clasicistas el ingeniero Diez Navarro. Por eso es comprensible que pen- sara en algo clasicista en la catedral, aunque fuese un tem- plo, pues la fachada de estipites era algo que todavia no se realizaba ni se concebia, La figura de Iniesta Bejarano y Duran debe estudiarse con mayor profundidad. Autor de San Felipe Neri (1753- 1758), La Santisima (1755-1781), la Universidad (1758- 1760), Santa Veracruz (1776) es el autor de la fachada y Ia torre de la iglesia jesuita de San Francisco Xavier de ‘Tepotzotln® (figs. 1-2). La relaciOn que existia entre los Durén y la familia Me- dina Picazo a través de obras como Teptzotlan, nos lle- varon a considerar la posibilidad de que fuese el nieto de José, el constructor del templo entre 1680-1682, el mismo ‘que realiza la portada y la torre ochenta aos despues. So- bre todo, era posible considerarlo a la luz de una com- paracién entre las obras mencionadas: San Felipe Neri, la ‘Santisima y las portadas estipites de la antigua Universi- dad. El tratamiento de la obra escultérica, el sentido de nivelacién, la gramatica ornamental, la escala y formato de la decoracion menuda, Ia disposicion de los estipites y al disefio de las guardamalletas y peanas, mucho ayuda- ron a establecer esta relacién. Por fin fue posible com- probar esta hipétesis, pues un documento conservado en. el archivo de San Carlos fue suficiente para demostrarlo, ‘ya que es una certificacién por medio de la cual Crist6bal, ‘Napolas, sobrestante de Guerrero y Torres, solicitaba el, aval de este maestro, el cual dijo que tenia noticia de cémo Napéles habia trabajado con Iniesta cuando éste hacia la ‘obra de la portada de la iglesia de Topotzotlan.* Ahora ‘que no tenemos duda, conviene ponderar la figura de Iniesta frente a la de Lorenzo Rodriguez, quien resulta que ° Enrique Berlin, «Notes and comment. Three master architects in ew Spainn, The Hispanic American Historeal Review, @utham, XXVIL-2, may 1947, 575-98, vid. Tovar, México barroco, op. ct, 331. # sanel Romero de Terrros, «La cata de examen de Lorenzo Ro- riguezn, mals del Tstinuto de nvestigactones Estéicas, México, 15,1947; 105-108, “cfr. Recondcimieno hecho por ls macros de arquitectura Mc uel Espinoza de los Monteros, Ilefonso de Insta Bejarano y Lorenzo Rosriguer, 1788. Archivo Cervantes, México D.F. “2 Enrique Marco Dorta, «El proyecto de Iniesta para el Sagrario de Méjicon, Arte en America Filpinas, Sell “© Francisco dela Maza, Los remplas de San Felipe Neri dela Cu- dad de Mexico, Mésico, Editorial Libros de México, 1970: 61-63 (Efrain, ‘Castro Morales a realiado wna lnvestigacién, am inéita, sobre San Felipe Neti en la cual ha reunidodiversos documentos sobre Ines, a tor de esta bray: Nua Salazar, «Ndevos datos sobre la historia arts tice del templo dela Senisima Trinidad de la ctudad de México», Nuevo ‘Museo Meviean, Méaco, I 1, 1985: 71-108; Francisco dea Maca, as portedasestiites dela antigua Universidad», Beudios de Historia No ohispana, 1, 1966: 9-12. La rediieacion dela Santa Veracruz, ME ico D.F., fe comenzada por Lorenzo Rodriguez, pero fue continuada Dot Inista Bejarano; a portada principal, as torres y la portada lateral fatan de 1776, e decir fecha dos aos posterior az muerte de Loven- ‘on Rodrigue. R. P. Armando Euiz,parroco de ee templo prepara un trabajo sobre su historia artistic. En euanto a a portada yla tore de ‘Tepoczotén, las atibut a Inesta desde 1981, vid. Mésico Barroco, op. ct, 163, y Emilio Gomes Pio, «sb ares plisticasy, Historia general, ‘de Espara y América, Maid, RIALP. 1983: XI-1, 373-376, vd. Gui lero Tovar de Teresa, «;Quign fue el creador de Tepotzoitin?», La Jornada Semanal, México, 206, 28 de agosto de 1988: 1, 45. ‘Cte, Cerificasin otoreada por Francisco Guerrero y Torres a ine tancia de Crstdbal Népotes sobre que se le conceda licencia para dig ~ la onstrusion de ls bovedas de und iglesia en el pueblo de Tenancing. 39 fuera del Sagrario no hizo ninguna otra obra hasta ahora conocida en la cual sea sobresaliente el uso del estipite. Sa- bemos que Rodriguez hizo un disefio «primoroso» para la Universidad que era muy costoso —en 1758— y por ello se prefirié uno més barato, propuesto por Iniesta Be) rano. Ignoramos todavia lo relativo a las portadas del Sa- grario, las cuales pudieron ser discfiadas por Isidoro Vicente de Balbs aunque construidas por Rodriguez. Si cl gaditano es el autor iinico de estas soberbias creaciones del barroco estipite merece un lugar al lado de Iniesta, at tor de la obra maestra que es el exterior de Tepotzotlin, con su portada y su torre, culminacién de ese estilo en ‘Nueva Espaiia y expresién éptima de cémo las formas se adoptan y adaptaban al gusto criollo en es0s aiios del si- glo Xvi (figuras 3-4) Los diseios de estilo mudéjar que adornan el exte del templo de Tepotzotldn, que aparecen en los pretiles de los muros de la nave de la iglesia, también deben ser obra de Iniesta Bejarano, quien en la ciudad de México realizé Ia casa del mayorazgo de Nava, conocida como la casa de las eajaracasy, y que no es otra que aquélla que habité Por muchos afios el arquitecto Guillermo de Heredia, a fi- nes del siglo XIX, y que se encuentra en la esquina de las antiguas calles de Escaleritlas y el Relox, hoy de Guate- mala y Argentina, frente al templo mayor." La tradicién hispanomusulmana formaba parte del contexto cultural y téenico de los arquitectos novohispanos y prueba de ello son estas obras de Iniesta Bejarano. La portada de Te- 40 potzotlén ha sido analizada a la luz de la tradicién his- panomusulmana, destacando el disefio escantillén, en base a lineas diagonales paralelizadas siguiendo el método de los invariantes castizos propuestos por Chueca Goitia.* La proposicidn es interesante, pero no porque Lorenzo Ro- driguez, gaditano radicado luego en Granada, sea su au- tor, pues comprobado esta que no lo fue, sino tal vez por el interés que Iniesta muestra en lo mudéjar, que Io lle- varia a concebir esta fachada-tapiz, de acuerdo a esa tra- dicién, Ildefonso de Iniesta, s6lo con esta obra, queda consa- grado como una figura tutelar del barroco estipite novo- hispano, La fachada de Tepotzotlén parece un tapiz arquitect6- rico que organiza a los santos en sitios especificos para celebrar una fiesta al nifio salvador, al martir y a la vir- gen, madre del infante redentor que emprende el vuelo. La fachada se cleva, como si estallaran las diagonales en ambos sentidos y empujaran en un nimo de verticalidad a todo el conjunto. El remate recorta al cielo, como si el isefio.dibujara al espacio, al azul que le sirve de fondo a este edificio maravilloso. Esta obra feliz, lena de con- tento, es la obra maestra del estipite en su versién criolla que ha sabido llevar a ese elemento por el derrotero de la novedad y de la gracia. La iglesia de San Francisco Xavier de Tepotzotlén no se incorpora a la moda del estipite en lo exterior sin antes transformar su interior en la impresionante gruta dorada ue hoy podemos admirar. Se inscribié en el barroco es- tipite a partir de 1753 cuando Miguel Cabrera e Higinio de Chavez contrataron los tres retablos del presbiterio, el principal y los dos laterales (figs. 4-6). El antecedente de esta actitud de los jesuitas se encuentra en San Ildefonso, ccuyas portadas de 1739-40 fueron adornadas del nuevo so- porte por alguno de los arquitectos del grupo de los Du- an 0 quizé por el padre Cristobal de Escobar y Llamas, activo constructor relacionado con Miguel Custodio Du- ran en la obra del colegio de San Andrés de los jesuitas cn la calle de Tacuba de la ciudad de México, en 1744, 0 sea, unos afios después de la obra del colegio. La capi lla tuvo retablos de estipites, obra de Felipe de Uren, quien ademas hizo trabajos de carpinterfa como lo son lasmag- nificas puertas de madera que ostentan las portadas del colegio, la capilla y el ugeneralito»."® ;A caso Urefa di ‘bujé los estipites de San Ildefonso? Luego, en 1749, con- ‘Ano 1791, Este documento se conserva en el Archivo dela Antigua Ac

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