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La Culpabilidad Femenina - Janine Chasseguet Smirgel - 0013

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í - i ' - V ' ~' '•I í* '• * í'*«i

J. CHASSEGUET-SMIRGEL
LA CULPABILIDAD FEUENINA'f^^y'^^
íVM?e!f-íoi - ~:is- (Algunos aspectos específicos del Edipo femenino,
üs^nmujeres que presentan un masoquismo erogeno perverso. No ;H?
^ 'me'""extenderé sobre este aspecto que no es más que uno de '°ÍÜÍ- ' .- por J'aniñe Chasseguet-Smirgel
'*VJ.los ^accidentes que entre otros puede sobrevenir en el curso £.
1^^* if- '<dé.^la
I ^í1'* T-r-J* **'^ •*
evolución femenina, puesto que me he limitado a in-
11'** "'••*•*,'& tentar describir lo que prepara y rodea el cambio de objeto
S - ^ ' e n ' e l ca^o ideal de una evolución clásica. ---- -----
T.1 <. ^'-Terminaré evocando solamente lo que considero como una
•.""huella frecuente del movimiento masoquista: es la depen-
dencia femenina frente al hombre, o más exactamente la in-
«Esto está en desacuerdo con la pasmo-
-^ vestidura de una posición de dependencia que corresponde
a una elección más que a una necesidad. Se puede decir que sa afirmación de Freud según la cual el con-
la dependencia erótica no deja de existir realmente para la cepto del complejo de Edipo es estricta-
mujer, desde su forma anatómica y fisiológica, pero más aún, mente aplicable al niño varón y que es úni-
la búsqueda de una posición de dependencia sobrepasa con camente en el niño varón en quien se da la
frecuencia el comportamiento sexual, para impregnar toda fatal conjunción del amor por uno de los
una parte del comportamiento general. Es debida a una ero- padres y el odio por el otro en tanto que
íización muy intensa, a la investidura de un cierto «papel», rival.17 Somos contrarios a ser en esto plus
correspondiente al otro, que se mantiene gracias al placer royalistes que le roi.s&
que le está asociado. Creo que es preciso distinguir comple-
tamente esta investidura de la posición de dependencia, de No puedo encontrar ninguna razón para
oíros comportamientos (posición «en segundo», bajo orden) dudar de que para la niña no menos que
con los que se corre peligro de confundirla. Éstos son fruto para el niño, la situación edípica en la rea-
de una inhibición, de una regresión, de una culpabilidad, y lidad y en el fantasma constituye el acon-
se apoyan en una defensa o una obligación y no en una pre- tecimiento decisivo de la vida.»
ferencia en.función del placer. Por supuesto que la intrica- jr JONES (La fase fálica, 1932)^
ción de las dos series de razones también puede verse y S
crear casos más complejos, de los que a priori es difícil decir %
si la pasividad se inscribe en un movimiento neurótico libre * Es turbador comprobar que la teoría freudiana del com-
o en una obligación neurótica. plejo de Edipo confiere al padre un lugar central en el Edipo
del niño, mientras que lo reduce considerablemente en el Edi-
po de la niña. De hecho, si nos referimos al artículo de Freud,
De la sexualidad femenina, al cual responde el artículo de
Jones, La fase fálica, vemos que puede faltar totalmente el
Edipo positivo de la niña. Si existe, a menudo no es más
que un fiel calco de la relación con la madre «salvo en lo que
concierne al cambio de objeto, la vida amorosa apenas si
adquiere un sólo trazo nuevo en la segunda fase» (la del
Edipo positivo), dice Freud en De la sexualidad femenina.
Cuando el Edipo positivo se establece en la niña, no es
gracias a su amor por su padre y sus deseos femeninos, sino
en razón de sus deseos masculinos, de su envidia de un

17. S. FREUD, De la sexualidad -femenina, 1931.


18. En francés en el texto original de Freud.
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' 120- -'" ''•" J. CHASSEGUET-SMIRGEL LA SEXUALIDAD FEMENINA 121
pene que va a intentar obtener acercándose a su detentor,
ciencia esté en condiciones de darnos enseñanzas más profundas
el padre. En ñn, cuando se instala, tiene tendencia a perpe- y más coordinadas?
tuarse, constituye ante todo «una posición de completo re-
poso» (La feminidad), «un puesto» (El final del complejo El objeto de esta exposición es el de evidenciar algunas
de Edipo). Estando ausentes en la niña los temores de cas- posiciones específicamente femeninas en la situación edípi-
tración, no tiene razón para renunciar a ellos ni constituir ca que no tienen parecido en el hombre, aclarar algo las mo-
un poderoso Superyo (El final del complejo de Edipo). tivaciones profundas y describir las consecuencias y las pro-
En el período que precede al cambio de objeto —cuan- longaciones. Todo esto me llevará de paso a rozar múltiples
do éste tiene l u g a r — el padre «apenas es diferente de un temas en relación con la vida psicosexual de la mujer, tales
incómodo rival» (De la sexualidad femenina), pero además como la envidia del pene, el masoquismo femenino, el Su-
¡a rivalidad con el padre en el Edipo negativo es poco mar- peryo, el declinar del complejo de Edipo en la niña... Evi-
cada y no es en nada simétrica la rivalidad edípica del niño. dentemente no es cuestión de tratar estos temas en sí mis-
por la posesión de la madre. La niña no se identifica corL el mos y menos aún de una manera exhaustiva. Por lo tanto,
padre en su amor homosexual por la madre. no -eran abordados más que en los aspectos que están en
Si abandonamos el terreno del desarrollo normal o de relación directa con mi tema y que revelan una misma pro-
las neurosis para abordar el de las psicosis, apreciarnos el blemática.
lugar que tiene la homosexualidad en la teoría freudiana
En razón de la multiplicidad de las cuestiones tratadas,
de los delirios. es necesario que realice un corte un poco artificial en mi
Los deseos de sumisión pasiva al padre, peligrosos para presentación.
el Yo, constituyen—el núcleo de los delirios masculinos. El Así pues, subrayaré los caracteres particulares de la re-
deseo de tener un "híjo del padre ocupa en ellos un lugar lación de la niña al padre, sin tener "en cuenta, todo lo que
central. Nuevamente no dejamos de asombrarnos por el he- sería preciso, la prehistoria, de la que está llena esta relación,
cho de que este mismo deseo, el de tener un híjo del padre, y más particularmente sin tener en cuenta los problemas de
cuando aparece en el curso del desarrollo normal de la niña, identificación, ligados en sí mismos a la sexualidad, de la que
no es en la teoría de Freud un deseo primario, ligado a su Joyce McDougal hablará en este mismo libro.
misma feminidad, sino un deseo secundario, sustituto de la - • Por otra parte, tratar de la «especificidad» de algunas
envidia del pene. -—- posiciones femeninas exigiría compararlas a las posiciones
Paradójicamente, el padre parece ocupar un lugar mucho masculinas. Esta comparación no podrá ser más que im-
más importante en la vida psicosexual del niño, que en el plícita.
de la niña, ya sea como objeto de amor, ya sea como rival. La mayor parte de los estudios psicoanalíticos están de
Llevando hasta sus últimas consecuencias el pensamiento de acuerdo en reconocer que la mujer atraviesa numerosos es-
Freud, yo diría que el padre es para el niño mucho más de lo collos en el camino de la madurez edípica y genital, hasta
que es para la niña. —_r tal punto que Freud, como ya hemos visto, tuvo en el temaA
Pero con el auténtico espíritu científico, el amor a la ver- de la mujer que volver sobre la afirmación de la universali- \d del complejo de E
dad y la generosidad que caracterizan al genio, Freud jamás
consideró sus trabajos sobre la sexualidad femenina como rosis».
definitivos y düjó abierto el debate, invitando a sus discípu-
En cuanto a los autores que de una manera general no
los a proseguir tras él la exploración del «continente negro».
comparten las ideas de Freud_ sobre el desarrollo psicosexual
¿No dijo, por ejemplo, al final de su conferencia La femini-
"de la niña, cargan a la cuenta de los temores del Yo lo esen-
dad, uño de ¡os últimos trabajos que consagró a este pro-'
cial de las dificultades que ella encuentra, temores narcisis-
blema:
tas que despierta la posición femenina.
W- Por mi parte me interesará mucho más despejar algu-
W" si queréis saber'más sobre la'feminidad interrogad a vuestra'-X nos aspectos del Ej^]og__fejTiejT[no que no tienen su simétri-
't:. propia experiencia," dirigios a los poetas o bien esperad a que la I
fe?.- co en el hombre y que son la fuente de una culpabilidad

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122 .. c
LA SEXUALIDAD FEMENINA 123
específica inherente a un momento preciso de la evolución
psicosexual de la mujer: el cambio de objeto. todos los buenos aspectos del objeto sobre un segundo ob-
jeto, así como una estrecha conservación, al menos tempo-
ral, de proyecciones de los malos aspectos del objeto sobre
I. La idealización del objeto en la relación de la niña al padre el objeto primitivo. Esta escisión es la promotora indispen-
' i sable del cambio de objeto, que sin ella no tendría motivo
Las concepciones de Freud y de los autores que compar- 'para efectuarse. Está en la base de la triangulación de la
ten sus opiniones, corno las de Jos autores que se le oponen niña, proceso sobre el cual ha insistido el doctor Luquet.
(Mélanie Kleiri y Jones en particular) tienen como punto pprr. n g f ñ pgrisíA'Q irnpijca I-"1 idealÍ7nr^f'>" ^-"1—££giindu__obj c-
_común el f u n d a r sobre la frustración tO7-s4—gg designa a^i,—la—p.rnvpcción de cualidades íntegra-
_m he__
rente a la cvoluí
------ 'cclipica
--" le menina"
t^lll^llíllcl. buenas. _
~Así,^para Freud, el complejo de Edipo de la niña resulta Diferentes autores han puesto el acento en el proceso de
de una doble decepción, primeramente objeta!, seguidamente idealización del segundo objeto en la niña. Así Mélanie Klein
narcisista y, sobre todo, resultante de la toma de conciencia en Envidia y gratitud escribió a propósito de la exacerba-
de su «castración» — la madre no le ha dado ni el amor ción de los sentimientos negativos hacia la madre que con-
ni el pene que deseaba. Es la envidia del pene, decepcio- ducen a la niña a separarse de ella: «...Pero la idealización
¡ nada y reemplazada por el deseo de un hijo, sustituto del del segundo objeto, el pene del padre y el padre, puede salir
pene, 3a que empuja, según Freud, a la niña a volverse hacia bien. Esta idealización deriva principalmente de la búsque-
su padre. Como se sabe, Mélanie Klein y Jones piensan da de un buen objeto.»
por el contrario que «El Edipo de la niña no se instala Este proceso de idealización en el que se funda el cam-
indirectamente a favor de sus tendencias masculinas, sino bio de objeto, me parece que gravita pesadamente sobre el
directamente bajo la acción dominante de sus .elementos destino psicosexual de la mujer. En efecto, implica una de-
instintivos femeninos» (Mélanie Klein: El psicoanálisis de sintrincación pulsional, hallándose cada uno de los objetos
niños). La niña desea ante todo incorporarse un pene, no investido en el momento en que se efectúa el cambio de ob-
para tener un pene, sino para procurarse un hijo; el deseo de jeto, ya sea de manera completamente negativa (la madre,
un hijo no viene a sustituir al deseo imposible de tener un su pecho, su falo), ya sea de manera completamente po-
pene (Jones: La fase fálica"). A pesar de su negativa funda- sitiva (el padre y su pene). Por este hecho, la niña, en su
mental de admitir el carácter secundario del Edipo femeni- relación con el padre y con su pene, tendrá que rechazar^
no, estos autores piensan que el deseo edípico de la niña es ene pulsiones agresivas, a fin de mantener la
despertado y activado precocísirnamente por la frustración pulsión al. Dífello resultara una culvabitidad'
que le inflije el pecho materno, que entonces se convierte izn pTprñpieñ~ de la" coinponenié
en m a l o - ~ ------ " ~~ sádicji-nr<rJ sexualidad, cuva esencia es radicaIm"enTe
Es pues i el carácter mqlo_del — primer--objetadlo ^ que está
en el origen del cambio de objeto en esra"s Sos concepcio- Seguramente la conflictualización de la relación de la niña
nes, por lo demás opuestas, buscando la niña un buen ob- al padre será tributaria del carácter de sus primeras expe-
jeto capaz de procurarle las satisfacciones narcisistas y ob- riencias con el objeto materno, así como de particularidades
jétales de las que carece. .£!_ segundo objeto — el padre y propias del segundo objeto.
su
su pene
nene
._..,. — ,^,-m^
estará jv/iuciiuu
sometido jj
a un proceso.
proceso, ^e dt idqaliznc-ifjn ^Si la relación de la niña con su madre está dominada por
porjgf hecho de la jreJación decepcinnantg non el primer__nb- xperiencias buenas y por frustraciones «normales», dosifi-
jeto. cadas progresivamente, necesarias para la formación de un
En efecto, una creencia en la existencia de un buen obje- Yo sólido y armonioso, y si además el padre presenta ca-
to, capaz de paliar todas las carencias del primero, se consi- jracterísíicas susceptibles de formar un adecuado soporte
dera necesaria para que tenga lugar un cambio de objeto. de proyección de los aspectos buenos del objeto, al mismo
Esta creencia no puede existir sin una proyección de tiempo que una suficiente firmeza, efectuará el cambio de
objeto a favor 'de las frustraciones, habiendo realizado las
'Pí&^J&íí*^^"- '^^??^*?^f*!?íí>*^""'-^e' *#|'7ai"*?-ííAr-;;'*v"í"-Y.•1-"¿-'-;!"^*^^ •:. •'--" _'"*?' .>.'-•
-• - **/-.•-" - .

Í24 J. CHASSEGUET-SMIRGEL LA SEXUALIDAD FEMENINA 125

identificaciones no conflictivas a la madre, sin que la idea- Decir con Marie Bonaparte que la causa está en la mayor
lización del segundo objeto sobrepase la función que le co- debilidad de la energía libidinal de la mujer, o con Helena
...rresponde en un momento preciso del desarrollo. Deutsch, que es preciso referirse a las «inhibiciones cons-
Será menos imperiosa la obligación de perennizar la idea- titucionales»,19 o, de acuerdo con numerosos autores, recu-
lización del objeto y la desintricación pulsional concomi- rrir a la bisexualidad, me parece que constituyen maneras
tante, y la psicosexualidad femenina podrá entonces expan- idénticas de eludir el descubrimiento y la interpretación de
sionarse en condiciones óptimas. factores inconscientes que constituyen 3o esencial de la ta-
Si por el contrario las primeras experiencias fueron malas rea del psicoanalista como lo señala Jones (La sexualidad fe-
y si el segundo objeto no presenta ningún trazo que favo- menina precoz),
rezca la proyección del buen aspecto del objeto, se abre el Por el contrario, algunos autores no han dejado de poner
camino hacía alteraciones más graves (alteraciones caracte- de manifiesto la idealización femenina de la sexualidad, idea-
riales, perversiones, psicosis). lización que es un hecho de observación banal. Piénsese en
Pero por lo general — y esta posición me parece casi in- algunos sueños románticos de adolescentes y también de
herente al destino femenino— el cambio de objeto se efec- mujeres maduras (un reciente estudio sociológico de Evelyne
túa correlativamente a frustraciones maternas mal dosifi- Sullerot revela que se venden 16 millones de ejemplares de
prensa amorosa), en el bovarysmo, en la espera' del príncipe
cadas, representando el padre el último recurso, la última
encantador, en el amor eterno, etc. Así Héléne Deutsch anota
suerte para que se establezca una relación satisfactoria con en La psicología de la mujer:
el objeto. En efecto, la relación de la madre con la hija está
dificultada de inmediato y se podría decir que normalmen- Sometida a un intenso proceso de sublimación, la sexualidad
te, de manera intrínseca, como demuestra el doctor Grun- de la mujer está más espiritualizada que la del hombre. (...)
berger en su artículo sobre el narcisismo femenino, por el El proceso de sublimación enriquece toda la vida afectiva eró-
hecho de la identidad sexual de la madre y de la hija. Por tica de la mujer y le da unos aspectos más variados que la del
lo demás Freud subrayó en diversas ocasiones que única- hombre, pero amenaza su posibilidad de obtener una satisfac-
mente la relación de la madre,al hijo podría escapar en al- ción sexual directa. La inhibición constitucional de la sexualidad
gunos casos «a la ambivalencia que caracteriza a todas las de la mujer es particularmente difícil de superar porque, des-
pués de la sublimación, esta sexualidad se encuentra más com-
relaciones humanas». plicada que el simple deseo de liberación, de tensión sexual, que
Sin embargo, más adelante tendré ocasión de describir caracteriza en general la sexualidad masculina.
ciertos aspectos de la relación del padre con la hija que per-
mitirán precisar más por qué el proceso de idealización Héléne Deutsch subraya, pues, el carácter «espiritualiza-
• del segundo objeto puede ser favorecido por la actitud pa- do» de la sexualidad femenina y habla, a este propósito, de
terna. «sublimación». Pienso que si se tratase de una auténtica su-
En el caso más corriente, la relación de la niña'con el blimación, el proceso no desembocaría en la inhibición. Más
padre se caracteriza por el mantenimiento más o menos es- bien veo aquí una formación reactiva basada en el rechazo
trecho de una desintricación pulsional, siendo rechazados y""1 y la contrainvestidura de las componentes pulsionales que
contraínvestidos los componentes agresivos, sádico-anales,^ se oponen, por esencia, a la idealización, a lo espiritual, a lo
debiendo ser salvaguardado a toda costa el segundo objeto. sublime: me refiero a las pulsiones sádico-anales.
Al mismo tiempo serán mantenidas las contraidentíficacio- Intentaré mostrar los efectos del rechazo de las pulsio-
ríes con el primer objeto (en sus aspectos malos). nes sádico-anales sobre la .realización psicoserraaí femeninas.
Por otra parte, está señalado por todos los-autores que - Sin entablar una discusión sobre los conceptos de activi-
la niña conoce mayores dificultades en su desarrollo psico- / dad y de pasividad y aún menos sobre la naturaleza del ins-
.- .
sexual que el niño. La frecuencia de la frigidez femenina "! ;
constituye el signo de ello. La culpabilidad respecto a la - 19. «No comprendemos la frigidez de la mujer más que viendo
rnadre edipiana no basta para explicarlo, ya que debería una inhibición constitucional, que no tiene paralelo en el hombre»
tener correspondencia en el niño. (en Psicología de la mujer). • ~
126 J. CHASSEGUET-SMTRGEL
LA SEXUALIDAD FEMENINA 127
tinto de muerte, recordaré, sin embargo, algunas propues- Está lejos de mi intención afrontar el estudio general
tas freudianas. . de los conceptos de actividad y de pasividad. Solamente
Hablando de la sexualidad en general (y no sólo de la recordaré que pueden seguirse las numerosas oscilaciones
sexualidad masculina), Freud, en Más allá del principio del del pensamiento de Freud a través de sus textos sobre la
placer dice, haciendo referencia a Tres'~ ensayos: «Siempre sexualidad femenina, en relación con el problema de las
hemos afirmado que el instinto sexual contenía un elemento -parejas antagonistas «masculino-femenino» y «activo-pasivo».
sádico... al final, en" la'fase genital propiamente dicha, cuan- Ocurre como si Freud, cada vez que se dejó llevar a una
do la procreación se convierte en objeto principal del amor, asimilación de las dos parejas, en seguida y vivamente lo
la tendencia sádica empuja al individuo a apoderarse del replantease. Las múltiples precauciones que tomó para im-
objeto sexual.» pedir esta asimilación no fueron suficientes para evitar que
Freud, que en este texto identifica sadismo a instinto algunos autores identificaran totalmente las dos parejas an-
destructor y a instinto de muerte, muestra que, en el acto tagonistas, conduciéndolos a deducciones evidentemente dis-
sexual, este instinto se pondría al servicio de Eros para cutibles, tanto más cuanto que «pasividad» es entendida
asegurarse el dominio del objeto.
como «inercia» o «inactividad», inactividad a la que en su
Freud, en Tres ensayos, había unido explícitamente esta informe La teoría de los instintos, el doctor Benassy denun-
pulsión de dominio a la fase sádico-anal y a la motricidad.
cia como existente fuera de la muerte.
En una adenda de 1915, dice: «Lo que podemos admitir es L. Lamp-de-Groot, en su articulo de 1933 Contribución al
^ui£—La. tendencia ala_rrnpl/iarl7'ap-rivgr fleJlar'ulsión de do-
problema de la -feminidad, postula la identidad de la mas-
culinidad y de la actividad por una parte, y de la pasividad
y de la feminidad por otra. Realiza una serie de formulacio-
nes en donde deduce que la mujer «femenina» ignora total-
mente el amor objetal, la actividad en cualquiera de sus
facetas así corno la agresividad. Y como las mujeres conc
«Tendríamos en el cierneníó~sádico cTél instinto sexual cen, evidentemente, el amor y la actividad en la maternidad,
un ejemplo clásico de una mezcla de instintos al servicio de
enuncia su célebre proposición: es la masculinidad de lat
un objetivo determinado... En favor de una rápida genera-
mujeres la que interviene en la maternidad, y como estí
lización, hemos de admitir que la causa esencial de una re-
masculinidad va contra la sexualidad femenina, «las buena;
lf gresión libidinal, de la fase genital, por ejemplo, a la fase
madres son mujeres frígidas». De hecho no se trata de un;
sádico-anal, reside en una disociación de instintos...»
demostración, sino de una tautología, ya que el postulad;
En Inhibición, síntoma y angustia, Freud muestra que
que preside el artículo simplemente se toma de diferente]
Eros quiere tocar el objeto para unirse a él, para abolir
-y<los límites espaciales entre e] Yo y el objeto amado»; «la modos.
Termina el trabajo con la afirmación de que la introyec-
JVT investidura objetal agresiva tiende al mismo objetivo». Aquí
cián, por exigir la puesta en marcha de la agresividad, no
Se ve pues de nuevo que, según Freud, la agresividad se pone
existe en las mujeres «femeninas».
al servicio de Eros, en el deseo que Eros tiene de acercarse En cuanto a Héléne Deutsch, aunque habiendo insistido 20
estrechamente al objeto.
sobre la existencia de una actividad propiamente femenina,
^.Puede_verse cómo se dibuja una cadena a través de estos a la que designa como una «actividad dirigida hacia el inte-
jextgsjJoprTnTUf)-^ m restituye ""una con>" rior», sobre la amphimixís de las pulsiones orales, anales
ponente_jñ5Tsp_ensable a__la realización_sexual, y cíe la que
y uretrales ligadas al funcionamiento de la vagina durante
J^drn^r|caciónperfecta_ es un índice de^rna^u'i'a'Cion geni t al ~
el coito y el orgasmo, sin embargo en 1961, en un symposium
El hecEb de "que esta cadena comprenda también otro
sobre la frigidez del que fue presidente, afirmó que el acmé
eslabón, la actividad, ¿debe hacernos excluir la sexualidad
orgástico no debería existir más que en el hombre, ya que
femenina del esquema freudiano de la intricación pulsional,
que acabo de recordar?
20. En Psicología de la mujer.
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128 J. CHASSECUET-SMIRGEL LA SEXUALIDAD FEMENINA 12?
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es una actividad de tipo esfinteriano de carácter masculino.21 bien de la envidia del pene,
Algunos autores, desde los años treinta, se han inmuni- bien de una defensa ante el acercamiento de un pene,
zado contra los peligros que representa, tanto desde el punto sentido como peligroso en razón de las proyecciones efec-
de vista teórico como terapéutico, tal asimilación de la fe- tuadas, pero no se pone en relación con la componente sá-
minidad con aquello que sería preciso llamar inercia mejor dico-anal de la sexualidad, como si el deseo sexual femenino
que pasividad. en sí no comportara ningún elemento sádico.
(Pienso en Irnre Hermann, en Fritz Wittels y en Paul De todas formas, la agresividad de la mujer hacia el pene
Shilder.) no se revela como fuente de culpabilidad. De ninguna manera
También, para evitar cualquier equivocación inherente, deseo negar la existencia de las formas de agresividad fe-
me parece que el uso de los términos «actividad» y «pasi- menina habitualmente citadas, pero querría insistir más aquí i
vidad», no hablaría más que en términos de componente sobre el problema de la mujer frente a su deseo, fundamen-
sádico-anal, ya se trate de la componente agresiva de las pul- talmente femenino, de incorporar el pene paterno, emplean-
siones de incorporación o de la agresividad ligada-a cual- do para ello la componente sádico-anal de la sexualidad.
quier tentativa de realización, campos que a mi parecer son Para el terna que nos ocupa, es preciso no perder de vista
particularmente conflictivos para la mujer. que, en el acercamiento sexual, la mujer realmente incorpora
el pene del hombre y si, en realidad, esta incorporación no es
más que parcial y temporal, fantasmáticamente tiende a la
a) La conflictualizQ-ción de las pulsiones de incorporación totalidad y a la permanencia, como dice Freud en su artículo
Las transformaciones de las pulsiones en particular en el
En Tres ensayos, Freud, hablando de la masturbación in- erotismo anal.22
fantil, dice que la niña a menudo se masturba apretando Para no recortar en exceso mi material clínico, basaré el
sus muslos uno contra nírn^rmentras que el niño prefiérela estudio dek estas dificultades de incorporación del pene pa-
mano, «lo que hace prever la importancia _que tendrá en Ja terno en un solo caso, si bien en todas.las mujeres analiza-
activíd'acr sexual' mas'culíná la~ pulsión7dfi, dominar». das se encuentra poco o mucho material conflictivo del mis-
pienso que je^hecñb~ Freñd muestra aja vez La importan^ mo orden. • ,
cia aue_ tendrá esa misma pulsión en ta_ actividad sexual-
fgmenina. ' La paciente de la que voy a hablar y que llamaré Anne ha
En efecto, en el coito, la vagina llegará a sustituir a ¡a idealizado la imagen paterna. Para proteger esta imagen, ha es-
mano y, como ella, encerrará al pene, como lo muestran los cindido sus objetos eróticos en dos tipos netamente diferen-
ciados: i
fantasmas y las perturbaciones de la sexualidad femenina
Uno, sustituto del padre, está representado por un hombre
cuando es conflictiva la componente anal de dominio de la
vagina. 22. «En diversas ocasiones tuve la oportunidad de que me con-
Si la literatura psicoanalítica es relativamente rica en es- taran sueños tenidos por mujeres después de su primer coito. Lo que
tudios sobre el miedo masculino a la vagina (Freud, El tabú estos sueños desvelaban, sin ninguna duda, era el deseo de guardar el
pene.»
de la virginidad; Karen Horney, El miedo ¿míe la mujer), Me parece que este deseo — regresivo, según Freud — es la expre-
es más pobre con referencia al otro aspecto del problema, sión de un deseo más auténticamente femenino, el de guardar el pene
es decir, a la posición de la mujer (de su Superyo) respecto para ser -fecundada. El deseo sexual femenino de ser penetrada me
:-
a su agresividad en relación con el pene del. hombre, cargan-, parece inseparable, en el inconsciente, del fin biológico de este deseo,
la fecundación, es decir, del deseo, como dice Jones, de guardar dentro;
dose esta agresividad habitualmente en la cuenta de ~sí e! pene para hacer un hijo. Por lo demás, a nivel de los procesos
primarios, la pulsión es absoluta e ilimitada y no puede inscribirse
21. Esta sorprendente asimilación del esfínter anal a la virilidad en su cuadro temporal y espacial. Lo mismo ocurre con el deseo mas-
es reveladora de lo que constituye el objeto esencial de este trabajo: culino, del que es perfectamente complementario, y que no se limita
la culpabilidad de la mujer frente a sus pulsiones sádico-anales. En a la penetración de una zona del cuerpo femenino durante un lapso .
efecto, las palabras de H. Deutsch, llevadas al límite implicarían que de tiempo definido, sino que tiende, como dijo Ferenzi en Thalassa. at
una «verdadera» mujer no tiene ano. (Stella [no] caga.) retorno de todo el cuerpo al claustro materno. ';
130
J- CHASSEGUET-SMJRGEL
LA SEXUALIDAD FEMENINA 131
mucho mayor que ella y al que ama con un amor tierno y «puro».
Además este hombre es impotente. La ama, la protege. Ja ha dificultad de identificación maternal, obstáculo mayor en una
animado en su carrera. Utiliza para hablar de él los mismos ma- satisfactoria evolución edípica.
tices que para -evocar a su padre, que cuando iba al colegio en En efecto, para ella ocurría todo como si el amar sexualmente
fin invierno le daba un guijarro caliente para desentumecerse los a su padre equivaliera a convertirse en la madre castradora, in-
ffp! dedos por el camino, abrazándola tiernamente, o, sentado con
ella en un banco, delante de su casa, ofreciendo vino a los vecinos
corporando sádicamente el pene y reteniéndolo en ella, posición
q"ue su amor por el padre le impedía asumir.
que pasaban. El otro tipo está representado por un negro hacia Anne expresa bastante bien este conflicto. Daré un sueño, como
el cual se permite manifestar su pulsión erótica ligada a la pul- ejemplo:
sión anal. «Es un sueño muy angustioso. Iba con mi madre [in-
m En el transcurso del análisis, dirá: «Antes el blanco y el negro
estaban separados. Ahora se mezclan.»
tento de identificación con la madre] a lo largo del rio
donde tuve los primeros impulsos de tirarme al agua. Bus-
Anne es una mujer de cuarenta años, oftalmóloga, casada, cábamos las trampas de anguilas. Esto me hace pensar en
madre de dos niños, llena de vitalidad y de empuje, pero turbada el pene dentro de la vagina [carácter sádico y castrador
por profundos conflictos que se manifiestan en forma de profunda del coito]. Mi madre era mala con mi padre. Este sueño
angustia, de despersonalizaciones y de impulsos de tirarse al me produce miedo.»
agua o al vacío. El tema del engullimienío en el agua es prevalente Sueño de la misma noche:
en su muy rico material, en sus asociaciones, en su relación «Mi madre volvía del río con la chaqueta de mi padre
transferencia!. sobre los hombros. Había perdido la razón. En realidad soy
Así, desde las primeras sesiones, está muy angustiada y pro- yo quien tiene miedo de volverse loca, de dejarme llevar
yecta sobre.una pared verde de mí despacho la imagen de un por mis impulsos.»
acuario. Se siente a sí misma en ese acuario y me dice: Detrás de su impulso de tirarse al agua y al vacío, se esconde
.
«Tengo mucho miedo... Estas historias de acuario son el fantasma inconsciente de identificación a la madre, castrando
fetales... Siento que me vuelvo esquizofrénica.» al padre en e] coito (la madre volviendo del río con la chaqueta
En muchas ocasiones, en diversos momentos del análisis, ex- del padre). Vive su pulsión castradora conmigo en la transferen-
presa así su angustia: cia bajo todas las formas, hasta casi de forma delirante. Así se
«Crujo, me ahogo. Tengo necesidad de una rama para hace reproches, pues está convencida de que al estrecharme la
salir de aquí. ¿Será usted esa rama?» mano (al decirme adiós) me ha laxado la muñeca (las asociacio~.
nes conducen directamente al pene paterno).
Además presenta un material claustrofóbíco: el temor de en-
contrarse en una habitación, lejos de alguna salida, el miedo en No puedo extenderme más sobre la vivencia transferencial de
Jos ascensores. Sueña que está encerrada en una habitación muy su pulsión sádico-anal con referencia al pene, que dominó du-
oscura y muy exigua parecida a una tumba y de donde no puede rante mucho tiempo su relación conmigo de un modo muy an-
escapar. gustiado y culpabilizado." Un día asocia a su impresión de crujir
y de ahogarse el siguiente recuerdo:
Anne es hija de campesinos, Al igual que su hermana mayor,
fue educada rudamente por una madre severa y castradora. El «En el Save hay hoyas de agua, sabe, remolinos sin
. padre, mucho mayor que la madre, era «dulce y bueno». fondo. A mi padre un día le faltó poco para ahogarse,
«Mi madre Je mandaba. En resumidas cuentas era ella estuvo a punto de ser arrastrado por el remolino. En el
la que llevaba la batuta. Estábamos bajo su férula... Mi . último momento se agarró a una rama.
padre era bueno, le consentía todo. Y ella abusaba.» ...Tengo miedo en los ascensores. Estando yo dentro,
Anne relata numerosos recuerdos que tienen el significado de la cabina podría caerse por el hueco del ascensor. Me lo
una castración del padre por la madre. Por ejemplo: un día su imagino como un pene aspirado por la vagina...»
padre vuelve de la feria donde había bebido algo, se acuesta y se Pienso que el conflicto de Anne transparenía algunas de estas
duerme. La madre aprovecha para apoderarse del dinero y des- asociaciones en torno a su fobia de tirarse al agua o al vacío.
pués le acusa de haber perdido la cartera. La escena primitiva, Ocurre todo — y tenemos nuevos elementos para afirmarlo —
que aparece en filigrana a lo largo de las asociaciones de Anne, como si el coito parental fuera para Anne la incorporación agre-
es fantaseada sobre el modelo de un acto sádico en el curso del siva del pene del padre por la madre (Ja chaqueta sobre los
cual la madre se apodera del pene del padre. hombros de la madre. Ja anguila en la trampa, el padre tragado
por el remolino). Para acceder al Edipo, hace falta que se identi-
No me es posible reconstruir aquí todo el desarrollo del aná- fique con la madre castradora, es decir que engulla el pene del
lisis de Anne. Me basta decir que su curación se centró sobre la padre en su vagina.

.
1
-

J. CHASSEGUET-SMIRGEL LA SEXUALIDAD FEMENINA 133 1


•„'
Así pues, detrás del síntoma de la enfermedad (su fobia de
impulsión) observamos el -fantasma inverso: es ella la que se
El nivel «genital» de estas fobias no excluye las profun-
das alteraciones del Yo, la culpabilidad en la relación con
'i
convierte en el contenido (pene del padre o padre) de un conti- el padre idealizado, resultando a menudo, como habíamos
nente (madre o vagina de la madre) destructor (o mejor aún su dicho, conflictos precoces, múltiples y graves con el primer
propio cuerpo o su vagina identificada a la madre o a la vagina objeto.
de la madre. De hecho, el carácter destructor de la vagina está
ligado al componente anal «esfinteriano»), Las alteraciones de la sexualidad en estos casos revisten
El primer fantasma que se disimula tras el síntoma es pues formas diversas. A veces, la escisión entre dos tipos de ob-
un compromiso entre la realización del deseo y de la punición. jetos eróticos basta para mantener una apariencia normal
Por culpabilización, Anne realiza fantásticamente la pulsión a la sexualidad pero, a menudo, la sexualidad es clitoridiana.
edípica genital («engullir» el pene del padre como hacía su ma- Esta alteración de ía sexualidad, me parece que debe ser
dre) pero volviendo la agresividad contra ella misma, identifi- puesta en relación con ía misma culpabilidad de incorpora-
cándose su cuerpo entero al pene paterno, mientras que su va- ción que prohibe la investidura erótica de la vagina, lugar y
gina destructora es proyectada hacia el mundo exterior, vivido
como una cavidad por la cual desaparecía. órgano de la incorporación, y desplaza la investidura sobre
Es decir que contenido y continente están invertidos. Se trans- el clítoris, órgano externo.
forma ella misma en el contenido que desaparece en el continente. El análisis de la culpabilidad de incorporación permite
Es preciso que comprendamos que el primer fantasma (el a menudo, más o menos rápidamente, la extensión de la in-
IP'
más superficial), en el cual la punición (Superyo) interviene y vestidura erótica del clítoris a la vagina, liberando la anali- '1
conduce a un compromiso entre la pulsión y la defensa, no hace dad que transmite a la vagina de sus componentes eróticos y
más que encubrir un fantasma más primitivo, expresando direc- agresivos. \
tamente la pulsión: «Soy el agujero donde se engulle mi padre • En algunos casos, la manifestación de las pulsiones homo-
(su pene).»
Existe pues en este síntoma fóbico un doble fantasma incons- sexuales activas puede tener la misma significación de de-
ciente, aquel que está en todo conforme a la teoría freudiana del fensas ante la incorporación conflíctualizada, \\\I
síntoma (compromiso detrás del cual se encuentra la pulsión Como tuve ocasión de señalar en otro lugar, hay un caso
primitiva). particular de dispareunia, que se manifiesta por una falta de
Uno de los «momentos fecundos» de la neurosis de Anne fue contracción vaginal durante las relaciones sexuales. Este sín-
la muerte de su padre antes del análisis, mientras estaba em- toma, cuya forma es en cierta manera lo opuesto al vaginis-
barazada. mo, es relativamente frecuente, pero las pacientes que lo
Cuando hablaba de la muerte de su padre, lo relacionaba siem-
pre con su embarazo. Apareció en el transcurso del análisis que sufren lo atribuyen a su conformación anatómica y no se
*- - el fantasma subyacente representaba la destrucción del padre dan cuenta de su carácter psicógeno hasta su desaparición en
. por incorporación. Su temor de que yo quede embarazada, sus el curso de la cura.
proyecciones de un acuario sobre la pared verde de mi despacho, Este síntoma es, quizá más claramente que cualquier otro,
acompañadas del fantasma de que hacía regresión .fetal, respon- la expresión de la contrainvestidura de la pulsión sádico-anal
dían a la misma inversión sintomática de su fantasma, es decir, de dominio. Cuando el componente sádico-anal de la sexua-
al temor de ser engullida y encerrada en mí, tal como el feto en lidad está mejor integrado, la vagina puede por fin «apresar»
el vientre de la madre, tal como el bastón fecal en el ano, tal al pene, utilizando la terminología freudiana, el deseo de
como el pene en la vagina.
Eros de unirse al objeto es satisfecho gracias a la pulsión de
El estudio de numerosos casos de fobias femeninas de en- dominio que se pone a su servicio. !&::
gullimientos en el agua, de claustrofobias, de fobias, de m
ij|í-;i
impulsos a tirarse al agua o al vacío, de vértigo con fobia -
de caerse, me ha revelado la existencia de una significación .. La culpabilidad a nivel de las realizaciones femeninas- ~
que le es común. Se trata, creo, de la inversión del continente, '$'¥;+$$&'• •-,- . • - . ' . ' - .
y del contenido; viviéndose el sujeto, por la vuelta de la agre- ;t^:f'/'-1 ^a culpabilidad específica de la niña en relación con el
•; sividad, como el contenido amenazado por un confínente^ _,":;v..Padre no entorpece únicamente las relaciones sexuales, sino
peligroso. ,; " que se extiende a cualquier realización que toma en el incons-
134 J. CHASSEGUET-SMIRGEL LA SEXUALIDAD FEMENINA

ciente el sentido de una adquisición fálica en el campo que en la mano una serpiente que se transformaba en una estilográ-
sea. fica, y debía llevar dicho objeto a la prefectura porque «el señor
Llevaconsjgo inhibiciones que me pa^c_e_jju_e_de-tej^xLÍiian al que pertenecía no podría escribir sin su estilográfica»... me
bj^ajnje_eIJugalijJ^Jaj3iu^^^ sociedad. A ni- ' condujeron a darle interpretaciones en relación con su culpabili-
veT^clínico individual, terreno en el que nos colocamos en dad de castración frente al padre, interpretaciones que permitíe-
tanto que_ terapeutas, también_podemos comprobar que en-. .ron.la desaparición del síntoma y de las inhibiciones sexuales, al
lo concerniente a toda una serie de actividades intelectuales, mismo tiempo que una evolución edípica satisfactoria. En efecto,
profesionales, creadoras, la cuir¿a_bíli.ctad_edjpja^na de la mu- la integración de su agresividad frente al pene paterno hizo
posible un acercamiento sexual edípico fantasmático. El último
jer, ligada a ]a_super-aciórj_dc^Jra-madi-e.^e_ dupjjca, —^y es~cH2T sueño en su psicoterapia fue que recibía de su padre, 'corno re-
eslo en lo ^u^_^s^¿p_ecjfij:a_m^nj_e_femenina •--con_jjria__culr__. galo, una estilográfica muy bonita, después de lo cual iban a pa-
parJilidacTfrente al padre. En efecto en el curso de psicotera- sear juntos por un camino en hondonada; su mamá, que se me
pias" el e'^ceTalal g ] á s eTe'c¿^H ¿s^ m ¿\. h o s pi t a 1 d e S a i n t e-A nn e. parecía en el sueño, estaba de vacaciones.
_gn la consulta del doctoivMarty, se me mostró que la culpaba, La enferma Anne, de la que hablé anteriormente, cargaba en
I i dad de los~eTiiLerm_Q_s de ambos-^ejtds la cuenta de su promoción profesional la principal de sus altera-
pactresien~ei~p]álió~ín_felectual ciones.
lo que está frecuentemente
í J ejPeT
—^-.J_^^ QrigerT_de]
^L^. ^i síntoma
o...umim L-cicucupcu. cornq_subraya_e
como subraya el doctor
«Soy una sin clase —decía—, ni campesina, ni burgue-
I M ar ty¿ j y q u escondite e a 1 sujeto a l a au toca s tr a c i¿n - sa, habría hecho mejor en quedarme a plantar coles como
- -j- • US
*-•-*-.-> «-.*-! 01*0
mi padre.»
por la «inhibición dolorosa de su Ante personas que admiraban su éxito profesional, le venían
pensamiento» — -^esTa 'acia háíntuálrTTenfe"" frecuentemente «impulsos de gritar, de decir tonterías, de tener
"• - — ~ — -^ _ - - - , --..^.^^^ OV./VVJJ

__^ f ___.-_^-.^~. 'fen elector en los dos sexos, el buen r: el aspecto de una loca». Antes del análisis, tuvo un periodo de
funcionamiento intelectual es equivalente en el inconsciente :; angustias, durante e] cual le había sido imposible redactar la
a la posesión del pene. Esta posesión significa para la mujer, ". más simple de las recetas, pues se embrollaban las fórmulas en
que detenta el pene del padre, del que también ha desposeído •'-- su cabeza.
a la madre —conforme al esquema edipiano— pero por aña- ,'f' Su profesión tenía claramente para ella la significación de un
^idura ha castrado al padre. Además, la utilización adecuada & pene, que en la escena primitiva a instancias de su madre había
de este pene significa para el inconsciente su fecalización y fi- ;-; arrebatado al padre. --
nalmente el detentar un pene anal. Claramente aparecía esta significación en sueños de la misma •
noche contados durante la misma sesión.
«Estoy junto a una mesa de operaciones. El cirujano
Por ejemplo, pienso en un caso de cefaleas rebeldes, en una opera el cerebro de un hombre de edad que podría ser mi
• jovencita de quince años y medio, que se acompañaban de con- padre. Le saca toda- la parte frontal. Pienso: "El pobre va a
siderables dificultades escolares. En particular esta joven era quedar anormal." Cuando acaba, el cirujano se dirige a las
absolutamente nula en ortografía y acumulaba los ceros en los personas que están allí hablándoles de mí: "Es formidable-
exámenes orales. Cuando se ponía a reflexionar, su pensamiento mente inteligente.-,. Es un excelente médico" y otros cum-
'ir se difuminaba. Se sentía como si estuviera envuelta en la niebla. plidos sobre mis capacidades intelectuales y profesionales.
Las ideas se volvían imprecisas, se embrollaban, se esfumaban, "Y además tiene una hija morena muy bonita."»
en suma, perdía su componente anal. Su padre era maestro. Su Asociaciones:
cefalea se había desencadenado en las clases de bachillerato, ba- Este cirujano rne tuvo como externa. Me hacía cumplidos por-
chillerato que no llegaba a obtener. El bachillerato era, precisa- que había estudiado medicina siendo enfermera, ¡oh! tengo mu-
mente, el título poseído por el padre. cho dolor de cabeza... tengo un segundo sueño:
Por supuesto, la inhibición del contacto que le era común con «Estaba en casa de usted y cortaba el pan. Entraba un
el padre en el terreno intelectual fue analizada en relación con la enfermo.
culpabilidad edípica frente a la madre, pero bien pronto se ma-. Usted hacía su diagnóstico y luego lo telefoneaba a al-
nifestó que las interpretaciones a este nivel no extinguían las guien. .
significaciones de la sintomatología. Un sueño en el que, que-
riendo levantar el dedo —signo de que podía responder a Ja Admiraba su rapidez y su seguridad de diagnóstico. Ve-
pregunta — sintió «que estaba prohibido», otro en el que tenía nía usted hacia mí y me preguntaba: "¿Cuál es el diagnós-
tico?" Respondo dando el mismo diagnóstico que usted. Se-
J. CHASSEGUET-SMIRGEL LA SEXUALIDAD FEMENINA

guidamente me siento molesta porque ocurre como si usted con una cartera, sacando dosiers... eso no, ese no es el papel de
hubiese creído que no había oído su llamada telefónica y una mujer.» a
que este diagnóstico procedía de rní. Por honradez intelec- A partir de aquel día la paciente renunció a sus conferencias.
tual, rectifico y digo que oí su diagnóstico.»
Creía que iba a contarle este sueño muy fácilmente, y ahora
me siento molesta como si la hubiera engañado.
En el sueño tenía la impresión de mentir y de robar. Un día En las curas analíticas, la desconflictualización de estas
le hice robar un juguete a una amiguita. Cuando le dije a usted posiciones puede conducir a importantes mejorías en los
adiós la última vez, tuve de nuevo la impresión de haberle laxado más diversos terrenos, yendo desde aquellos que por estar
la muñeca. Tengo la impresión de que usted es frágil, etc. reservados primitivamente a los hombres tienen una signifi-
cación fálica, que se explica en sí misma, tales como aprobar
exámenes, conducir un coche, etc., hasta campos más especí-
Creo que este material muestra que las capacidades pro- ficamente femeninos, tales como el embarazo. Aun aquí la cul-
fesionales son para Anne el resultado de una castración al pabilidad frente a la madre, rival edípico, coexiste con la
padre o al analista en el transfer paterno, castración que culpabilidad de haberle cogido al padre su pene, para engen-
la identifica con la madre usurpadora de la potencia pa- drar un hijo, siendo vivido este atentado a la esencia del
terna. objeto, esta metamorfosis, como una fecalización culpable.
El modo de esta castración es anal, como lo indica la im- La filiación simbólica «hijo-pene» adquiere aquí todo su
--- presión de mentir y de engañarme, análoga en todo a sus sentido. Los vómitos incoercibles del embarazo y el conjunto
fantasmas de la escena primitiva, tal como se transparentaba de dificultades psicosomáticas ligadas a la aceptación de la
a través de los recuerdos-pantalla (el robo por la madre de maternidad están frecuentemente en relación con esta cul-
la cartera del padre cuando volvía de la feria ebrio, repro- pabilidad, como indica el material analítico de las mujeres
chándole haberla perdido, la madre que hacía «marchar» al encintas.
padre en todas las ocasiones,'escondiéndose durante horas La creatividad. Resulta banal comprobar que las mujeres,
para producirle temor, haciendo creer que trabajaba todo con escasas excepciones, no son grandes creadoras, ni en el
el tiempo, mientras que él no era nada, etc., haciéndola apa- terreno científico ni en el artístico. La creatividad del horrf'
recer bajo los rasgos de una Dalila que aprovecha el sueño bre se ha achacado al intento de compensar su imposibilidad
confiado de Sansón para cortarle la cabellera). de traer hijos al mundo (K. Horney), de crear vida. Pienso,
.•. La culpabilidad, concomitante a este deseo de identifica- que efectivamente, ésta es una de las motivaciones profundas
ción con la madre sádica, lleva a Anne a efectuar actos de de la creatividad.
autocastración (el dolor de cabeza, los fantasmas en los que Sin embargo el análisis nos enseña que el crear intenta
«pierde la cabeza», sus inhibiciones profesionales) o actos re- paliar los fallos de todos los niveles de ]a maduración fun-
-- paradores (me devuelve el diagnóstico robado, se inquieta
por la muñeca luxada...}.
. A menudo, la posición fantasmática del pene está conflic- 23. Seria_inút¡l atribuir única mentía los factores socioculjurales.
las dificultades femeninas para~destacarseen las'activiHades profesio-
tualizada de tal forma que basta una ínfima intervención ex-
---
nales o creadoras, pbrq"uer~comcr-intento 'hacer~aqGí~poHemos_aIcaa-
terna para despertar la culpabilidad en vina mujer que a sim- zar Iaá~rjñccs profundas jncojiscientes-.de-estas ^ificuUades. No obs-
ple vista podría parecer desprovista de inhibiciones en el tante, a mi parecer, sería inexacto pensar que los factores sociocul-
i plano profesional. turales no desempeñan ningún papel. Sería desconocer el hecho de ¡?
' ".
que la cuIpabilidacMnterna de la mujer, es reavivada constantemente
por los elementos de ía"~rg_alidaa^extgrna.,ique__se'"' rmp.on'Jrt";cg'ñT5_jjna li-
Pienso, como ejemplo, en una paciente que antes del análisis
daba conferencias sobre un tema bien «femenino»: la educación
^confírmacio'rn~Adefnas~Iós psicoanalistas dan" el" lugar justo al papel
de los "facieres desencadenantes en la neurosis, es decir, a esas cons-
telaciones de elementos de la realidad externa que presentan una
li-¡I
de los niños. A la salida de una conferencia, uno de los asistentes forma particularmente propicia para e) despertar y la cristalización
aproximándosele «gentilmente» le dijo: ae estructuras inconscientes conAictuales, que se encuentran engloba-
- «Comprenda, todo esto está muy bien, pero ver a una mujer das en ellos.
L
Í38 J. CHASSEGUET-SMIRGEL
LA SEXUALIDAD FEMENINA 139
Bi
cional 2A lo que conduce a afirmar la totalidad, representada
en el inconsciente por el falo (Grunberger). II. El complejo de castración femenino y la envidia del pene
/ ' La idea de que la creación adquiere una significación fá-
j lica, también fue expresada por Phyllis Greenacre en un ar- «Mo¡ j'en ai un, toi t'en as pas.» (Alegre
Vtículo titulado La mujer como artista.
cancioncilla de un niño de tres años y medio
:'.. Señala el "autor que esta significación "e"s a veces "causa pa- cantada a su hermana de seis.)
ra las mujeres de una inhibición, inhibición que atribuye al
temor de que una realización fálica venga a oponerse a sus Sabemos que las opiniones de Freud sobre la envidia del
deseos femeninos. Siguiendo al autor en lo concerniente a la pene se oponen a las de Josine Müller, a las de Karen Hor-
/significación fálica de la creación, acentuaría aún más la cul- ney, a las de Mclanie Klein y a las de Jones.
pabilidad específicamente femenina de detentar un pene, Para Freud, la afirmación del monismo sexual fálico en
1 culpabilidad hacia el padre idealizado.
ambos sexos hasta la pubertad, la total identidad de la se-
En cuanto a las mujeres que rio han idealizado la inia^ xualidad de la niña y el niño hasta el complejo de castración
gen der^a7lre,_TiO^tie^en ningún lríHfor~'que~ las__ejTu implica, como subraya H. Deutsch que se adhiere a estas opi-
crear7~exigiendo la creación, a mi par¿cer^~l_ajroye_c_cióni del niones, que en la niña entre la edad del complejo de castra-
narcisismo^sobre"uña figura ideal, que se intenta alcanzar ción (alrededor de los cuatro años) y la pubertad, no exista
pór"medio "de la "creación: " -.-—™ — .
un órgano sexual completo: no tiene más que su clítoris, que
De hecho7 sT"l"aTFéaTÍ6rrse pudiera sobrepuner totalmente a partir del complejo de castración es vivido como un pene
/ al poder de dar la vida, las mujeres que tienen hijos no ten- castrado, y no tiene vagina puesto que aún no ha sido descu-
drían el deseo de crear, hecho que clínicamente se com- bierta y no posee de la misma conocimiento ni siquiera in-
prueba como inexacto.
consciente.^5 Se comprende fácilmente que la envidia del
Así pues, no coinciden totalmente el hecho de dar la vida y pene sea para Freud y los autores que le siguen en sus con-
el crear en otros terrenos. Crear es también hacer otra cosa, cepciones sobre la sexualidad femenina un fenómeno prima-
alguna cosa más que la madre, y es aquí donde tropezamos rio y fundamental de la psicosexualidad femenina, puesto,^
con la significación «fálica» de este acto y con la envidia del que la niña no puede hacer otra cosa más que intentar col-
pene.
mar la profunda y dolorosa carencia pulsional y riarcisisía
Que sea posible tal asimilación de realizaciones tan dispa- que domina la mayor parte de su infancia.
res con la posesión y con la utilización de un pene proviene Los autores cuyas opiniones sobre la sexualidad femenina
de la significación que el pene posee en el inconsciente y para son opuestas a las de Freud coinciden en su negativa a con-j
ambos sexos. El doctor Fain, en una intervención, señaló que siderar a la mujer como si fuera «un hombre incompleto»
todo lo que funcionaba bien era, para el inconsciente, un (Jones). ^_J
pene. El doctor Grunberger señaló en su ensayo La imagen Según ellos, la vagina es el primer órgano sexual inves-
fálica que el falo era símbolo de plenitud narcisista.
tido libidinalmente. La niña es mujer de inmediato. La in-
¿Cómo explicar que en todos los niveles, el valor, la ple- vestidura del clítoris es secundaria y defensiva, empujando
nitud, la integridad, la potencia, están simbolizados por el
a la niña razones conflictuales para rechazar sus pulsiones
órgano sexual masculino?
genitales ligadas a la vagina: «La vagina no descubierta es
Intentar responder a esta pregunta implica reconsiderar una vagina negada» (Karen Horney).
el complejo de castración en la mujer y la envidia del pene. El conjunto de estos autores está de acuerdo en achacar

25. Esta afirmación fue mantenida siempre por Freud, reiterán-


dola en el Esquema del psicoanálisis, a pesar de las numerosas ob-
servaciones clínicas y concepciones teóricas que se le opusieron. En el
24. Véase J. CHASSEGUET-SMIRGEL: comunicación al Congreso dé artículo que Ruth McBrunswick escribió con él (La -fase preedípica,
Psicoanalistas de Lenguas Romances. Julio de 1963: La hiérarchie des 1940) da la impresión de haber más o menos aceptado la existencia
ocles créateurs. de sensaciones vaginales precoces.
- - -^*f?^í>
-"• " - ." •"-

J. CHASSEGUET-SMIRGEL LA SEXUALIDAD FEMENINA 141

el rechazo de las pulsiones vaginales a los temores narcisis- Ernest Jones recoge las ideas de Mélanie Klein sobre la
tas, ligados a los atentados de los que será objeto el interior envidia del pene, en su artículo La fase fúlica, centrando sus
del cuerpo. propias concepciones en el carácter primario de la investi-
La investidura erótica se transfiere entonces al ch'toris, dura «receptiva» de todos los orificios (boca, ano, vagina) del
órgano sexual externo.26 Por este motivo el problema de la cuerpo femenino.
envidia del pene se encaró de manera totalmente distinta. Todos estos autores conceden, correlativamente, un im-
Para Josine Müller, la envidia del pene se alimentó de- portante lugar al padre y al pene en la psicosexualidad de la
bido a la herida narcisista, resultante de la insatisfacción de niña, al contrario que Freud, para quien el complejo de
las pulsiones genitales (vaginales) rechazadas, estando liga- Edipo, como hemos recordado, es ante todo masculino, al
da la estima de sí a la satisfacción de las pulsiones inherentes contrario que Ruth McBrunswick, que habla de neurosis fe-
al sexo del individuo. meninas «sin Edípo», y J. Lampl-de-Groot, para quien la figura
Para Karen Horney, la envidia del pene es debida a ]as paterna para la niña no comienza verdaderamente a existir
características propias del pene (es un órgano visible, mic- más que hacia la edad de seis años. «Hasta entonces, la
ción a chorro, etc.),27 pero también y sobre todo a los temo- relación con el padre es la misma que la que hay con
res que se ligan con la vagina en ambos sexos. Para la niña, otros miembros de la casa, a veces amistosa, a veces opo-
estos temores están asociados a su deseo edípico de ser pene- nente, según el humor del momento.»
trada por el pene del padre, al que le confiere un poder de En su artículo La sexualidad femenina, refuta Freud el
dislocación. carácter secundario de la envidia del pene en la mujer, por-
Para Mélanie Klein, el deseo libidinal del pene es prima- que esta envidia tan violenta no puede obtener su energía
rio. Se trató-primeramente de un deseo oral, prototipo del más que de pulsiones primarias.
deseo vaginal. La realización de este deseo pasa por el fan- Por mi parte pienso que la creencia en el carácter prima-
tasma de arrancar sádicamente a la madre el pene del padre, rio de las pulsiones receptivas femeninas, ya sean orales,
que incorporó. De aquí resulta que los temores de talión anales o vaginales 2S no excluye el que la envidia del pene sea
'.?y provenientes de la madre pueden herir y destruir el interior
14,
$W
del cuerpo de la niña. Pronto 'conocerá la niña la envidia del
pene:
28. Para Freud no sólo es ignorada la vagina, sino que hasta el
complejo de castración, es decir hasta el Edipo, la sexualidad de la
*í 1. Para poder verificar, con ayuda de la posesión de un niña es idéntica a Ja del niño. No espera más que satisfacciones recep-
tivas de su madre, pero no de una manera fálica puesto que en este
órgano externo, la nulidad de sus temores, sometiéndolos a estadio ignora la existencia tanto del pene como de la vagina. En el
la prueba de la realidad. momento en que se vuelve a su padre, del que desea recibir un hijo,
2. Para utilizar el pene como un arma capaz de satis- todavía no es incorporando el pene paterno. Para Freud, el Edipo de
facer sus deseos sádicos, referentes al cuerpo materno (hen- la niña ocurre sin intervención de estos deseos de incorporación (o
de ser penetrada de la manera que sea); correlativamente, el niño no
dirlo para arrancarle el pene incorporado, ahogarla con un tiene ningún deseo de penetrar a su madre. Ignora que posee un
chorro de orina corrosiva, etc.) órgano complementario del suyo. No es más que «en la pubertad
3. La culpabilidad resultante de estos fantasmas puede cuando al llegar a ser eréctil el miembro viril, indica su nuevo fin, es
llevarla a desear devolver a la madre el pene arrancado, a decir, ia penetración en una cavidad». Independientemente de_múlti-
••- ples indicios, revelados por numerosos autores indicando deseos de
colmarla, a repararla, regresando a una actitud homosexual penetración precoces, es corriente observar que el pene es eréctil mu-
activa para la que se considera necesaria la posesión del pene. cho antes de la pubertad, comprobándose erecciones aun en lactantes,
particularmente durante la tetada. En cuanto al problema del descu-
brimiento de la vagina por la niña, me parece que Christian David_
' 26. Atribuj'o, además, este desplazamiento de la investidura a la—- .aporta un argumento en favor de las concepciones de Jones,"de Melante
•• Klein, de Josine Müller, de Karen Horney, y más recientemente de
culpabilidad ligada a la componente sádico-anal de las pulsiones de
,' incorporación (véase más adelante). Phyllis Greenacre, cuando subraya nuestra costumbre de pensar en
27. La investidura narcisista de estas características ha sido des- términos de órganos externos y visibles, sin tener en cuenta la exis-
crita por el doctor Grunberger en la fase sádico-anal, teniendo valor tencia de la ccnestesia profunda (comunicación verbal). El hecho en
1 en esta fase únicamente los objetos que pueden ser medidos, compara- sí de ignorar la existencia de la vagina no impide de manera alguna
dos, contrastados con precisión. la pulsión, genital, el deseo de incorporar el pene, de existir, al igual
•&-:
J. CHASSEGUET-SMIRGEL LA SEXUALIDAD FEMENINA 143
igualmente primaria. En efecto, aun creyendo que ]as pul- madre todopoderosa no recobre nunca la imagen de terro-
siones femeninas están en marcha de inmediato y que la niña rífica omnipotencia de la mala madre.
posee un órgano adecuado del que más o menos claramente Pienso que llega un día en que el niño varón toma con-
tiene conciencia, esjdecir posee un «equipo» pulsional com- ciencia 30 de que esta madre todopoderosa no posee pene y
pleto, no es menos cierto que desde el punto" de vista narci- que él, el niño sometido hasta este momento a esa omnipo-
sista la_niña se vive de forma, más o menos dolorosa, como tencia, detenta un órgano del que la madre está desprovista.
incompleta, como" nos lo muestra la~ clínica en todo momen- Creo que este momento es muy importante para el narci-
to. A mi parecer, la raíz de este sentimiento de estar incom- sismo del niño.
pleta debe ser buscada en las primeras relaciones de los n i - ' Los analistas se han interesado sobre todo por el horror
ños dejunbos sexos con Ja madre. (Abscheu) que se apodera del niño (queda «petrificado»)
cuando se da cuenta de que su madre no posee pene, lo que
para él equivale a una castración y esto le confirmaría la exis-
. tencia real de esta terrorífica eventualidad, horror de donde
La madre todopoderosa
partirían el fetichismo y algunas formas de homosexualidad.

Por el contrario, parece que no se haya prestado la suficiente
Ruth McBrunswick, en el artículo escrito en colabora-
atención a otras formulaciones freudianas que corroboran
ción con Freud, La fase preedípica del desarrollo libidinal,
insiste en el carácter todopoderoso de la imago materna pri- la satisfacción narcisista sentida por el niño con la idea de
que es detentor de un órgano que la mujer no tiene. Así, en
mitiva («no 'es solamente activa, fálica, sinc también omni- |
potente»). Señala que la primera actividad que él niño tiene .- una nota sobre el exhibicionismo añadida a Tres ensayos en
1920, dijo Freud: «Se encuentra en él (el exhibicionismo) una
que sufrir es la de su madre. El paso de la pasividad a la ac-
afirmación renovada de ]af integridad del órgano genital
tividad se efectúa por identificación a la actividad de la ma- |
masculino y la satisfacción infantil sentida por el niño ante
are. El niño, por el hecho de su dependencia total de «la
la idea de que este órgano falta en el aparato genital feme-
madre todopoderosa, capaz de todo y que posee todos los
nino.» Además habla Freud del «desprecio triunfante» del ni-
atributos de valor», recibe fatalmente «heridas narcisistas
que aumentan enormemente la hostilidad del niño». ño con respecto al otro sexo. Si se continúa siguiendo a
Freud (nota en Psicología colectiva y análisis del Yo) se ve
En efecto, pienso que el niño, sea del sexo que sea, tiene,
que la sensación de triunfo siempre resulta de la coinciden-
de la mejor y de la más tierna de las madres, una imagen
cia del Yo y del Ideal del Yo. Se trata pues de una satisfac-
terrorífica en el inconsciente, resultante de la hostilidad pro-
ción narcisista, del triunfo al fin alcanzado sobre la madre
yectada sobre ella por el hecho de su propia impotencia. 29
omnipotente.
Esta imagen, dotada de toda la panoplia simbólica de los
En su artículo de 1927 sobre el fetichismo, Freud mues-
malos poderes, no excluye la existencia de una imago de
tra la función ambivalente del fetiche. Destinado a ocultar
omnipotencia tutelar (la bruja y el hada), predominando una
u otra según los azares del desarrollo del sujeto y los rasgos la horrible castración, constituye al mismo tiempo la posi-
reales del objeto. ble reiteración. «No es todo —dice Freud— decir que (el
fetichista) lo adora (el fetiche). Frecuentemente lo trata de
Pero la impotencia primaria del niño, las características
intrínsecas de su condición psicofisíológica, las trabas ine- manera equivalente a una castración» y evoca Freud a los
vitables de la educación, hacen que la imago de la buena cortadores de trenzas. De la misma manera, hablando de la
costumbre china de mutilar los pies de las mujeres y des-
pués venerarlos —hecho que considera análogo al fetichis-
que una malformación congénita que hubiera obliterado la boca no
excluiría el hambre. Incluso se puede pensar que, la imposibilidad de
satisfacer la pulsión, la culpabiiíza mucho más al estar «condenada» 30. Probablemente, de forma inconsciente, siempre ha «sabido»
la vagina. que su madre no tenía pene, como ha sabido que tenía una vagina.
29. Una vez que las frustraciones le han hecho salir del estadio Esto no excluye otras representaciones como la de la madre fálica o
narcisista primario. la madre castrada, ya que los procesos primarios, nivel al que se si-
túan, admiten perfectamente la contradicción.
• " " '

144 J. CHASSEGUET-SMIRGEL LA SEXUALIDAD F E M E N I N A

mo—, señala que «los chinos parecen querer agradecer a seguir en los pacientes masculinos los efectos de la toma de
la mujer el estar sometidas a la castración». conciencia de la ausencia de pene en la madre en el plano
Un rico material clínico, que puede ser recogido en ambos narcisista.
sexos, nos muestra la frecuencia y la abundancia de los de- Cuando el niño no ha sido excesivamente traumatizado
seos de castrar a la madre de su pecho y de su falo. por la madre todopoderosa, cuando la madre no ha tenido
Si no existiese una profunda satisfacción ligada al horror, respecto al hijo una actitud de dominio demasiado cons-
el fantasma de la madre castrada, verosímilmente no tendría trictora ni de intrusión intempestiva, estará lo bastante se-
la pregnancia que tiene. guro con la posición de su pene para no tener necesidad de
¿No marca el límite donde comienza la invasión del pen- reiterar constantemente la impresión de triunfo sentida una
samiento científico por los mitos? ¿No nos sentimos tentados vez. Todo lo más, la necesidad de invertir la situación infan-
y frecuentemente sucumbidos a esta tentación — a hablar, til se traducirá por una propensión a tener con respecto a
siguiendo a Freud, de «la condición castrada de la mujer», las mujeres una actitud de protección (que no será forzosa-
de la «necesidad para la mujer de aceptar su castración», o mente una formación rectiva, sino una manera de ligar su
con Ruth McBrunswick, del «carácter real de la representa- necesidad de dominio con su amor). Pero si para la madre,
ción de la madre castrada y del carácter fantasmático de la el niño ha sido un objeto parcial fecal sobre el que ella
representación de la madre fálíca» — en lugar de rechazar es- satisfacía sus necesidades de manipulación y de dominio, la
tas dos representaciones, situadas ambas al lado del princi- relación objetal ulterior del niño con las mujeres estará
pio del placer? profundamente perturbada. 31
Cualquier visión exclusiva de la mujer en tanto que falta, En general, no vemos en análisis los hombres en los que
que agujero, que herida, me parece que tiende en gran me- las pulsiones sádico-anales desintricadas se ejercen libremen-
dida a la negación de las imagos de la madre primitiva, en te, lo mismo que no vemos en análisis madres que satisfacen
los dos sexos, aunque además para la mujer la identificación sus necesidades perversas sobre sus hijos. AI contrario, ve-
a estas imagos esté culpabilizada. mos a menudo enfermos masculinos que presentan al mismo
La imagen tutelar de la buena madre todopoderosa y la tiempo alteraciones sexuales y relaciónales ligadas a una so-
imago terrorífica de la mala madre omnipotente están en brecompensación narcisista específica y que consideramos
oposición a la representación de la madre castrada. : como regresados a la fase narcisista-fálica. -• •
i Ese pecho generoso, esos flancos fecundos, esa dulzura, Me ha parecido que la descripción hecha por Jones de la
ese calor, esa plenitud, esa abundancia, esas mieses, la Tie- fase deuterofálica en el niño —con sobrestimación narcisista
rra, la Madre... ,. del pene, retirada de la libido objetal, falta de deseos de pe-
Esa frustración, esa invasión, esa intrusión, ese mal, esa • rietración, así como algunos rasgos de los eyaculadores pre-
enfermedad, la Muerte, la Madre... coces, revelados por Abraham—, coincide en los pacientes
La Decadencia de la madre «castrada» con relación a la masculinos, narcisista-fálicos, que generalmente fueron per-
Grandeza de la madre primitiva me parece que es (aunque turbados en su relación precoz con su madre. Falto's enton-
en algunos planos sea causa de conflicto) el resultado de un ces de confianza en el valor narcisista de su pene, se sienten
profundo deseo de desprenderse de un dominio. obligados a ponerse a prueba constantemente, tienen un
El triunfo del niño sobre la madre omnipotente tendrá complejo de «pene pequeño», dan a sus aventuras sexuales
grandes incidencias sobre el desarrollo ulterior de su rela- el sentido de un aseguramiento narcisista y no de un Ínter-.
ción, con las mujeres. Bergler ha señalado que el hombre in- cambio objetal. 32
tenta invertir la situación infantil que ha vivido con su ma-
dre y vivir activamente lo que ha sufrido pasivamente; en 31. Por supuesto que otros factores intervienen igualmente en la
suma, convertirla en el niño dependiente que él ha sido.' Me actitud ulterior en relación con las mujeres, y en cabeza, la naturaleza
parece que esta idea puede afianzarse con el examen de al- de las identificaciones con el padre y la de la persona real del padre
gunos aspectos de la condición femenina que otros autores en sus relaciones con la madre.
32. Véase Karen. HORNEY, El temor ante la mujer.
han revelado. Pero también, en un nivel individual, podemos La madre fue el objeto de los deseos agresivos del niño. Sus fun-
146 J. CHASSEGUET-SMIRGEL LA SEXUALIDAD FEMENINA 147

De hecho no están nunca persuadidos de su triunfo sobre Pero de una manera general, la posesión del pene es, para
la mujer, tampoco se sienten seguros de que no posea un el niño, la salida narcisisía satisfactoria de su relación primi-
pene, temen encontrar uno en el fondo de Ja vagina, lo que tiva con la madre.
les hace eyacular «ante portas» o muy rápidamente, para - Por el contrario, la niña que ha sido tan herida narcisista-
evitar un encuentro peligroso. Este pene no parece ser sola- mente como el niño por la omnipotencia de la madre y quizás
mente el pene del padre, como ha señalado Jones, sino que • más por el-hecho de que la madre no la invistió como invis-
- parece ser también "el pene anal destructor de la madre om- tió al niño, no podrá desprenderse de la omnipotencia mater-
nipotente.33
na, al no tener nada que oponer a la madre, ningún valor nar-
cisista propio y exclusivo que su madre no posea. No podrá
clones de educadora y de prohibidora la llevan a dominarlo y a frus- «enseñarle», haciendo alusión esta expresión al exhibicionis-
trarlo. El niño desea penetrar a su madre, pero se siente humillado
al verse pequeño y débil ante ella e incapaz de penetrarla. Siente una mo fálico. Por este hecho, comenzará a envidiar el pene de
viva herida narcisista que provoca en él profundos sentimientos de los chicos, de Jos que dirá «que lo pueden hacer iodo». En
inferioridad, al mismo tiempo que violentos deseos de revancha; que, ; mi opinión la envidia, del pene, al estar en el origen de la he-
unidos a Jos deseos agresivos provocados por las primeras frustracio- rida narcisista: la madre todopoderosa, no es una «reivin-
nes, se proyectan sobre la madre y su vagina.
33. Uno de mis pacientes, eyaculador precoz, síntoma que mejoró, :-, dicación viril» concebida como un ~fin en si misma, sino una
se contentó durante sus primeras relaciones sexuales, a la edad de revuelta contra lo que ocurre.
veintidós años y en tres ocasiones sucesivas, con un contacto externo Clínicamente, se puede observar una envidia del pene tan-
porque «ignoraba» la existencia de la vagina. Los fantasmas y las re- .... to más violenta y tanto más difícil de reducir, cuanto más
presentaciones oníricas hicieron comprensible esta «ignorancia» en un
hombre que por lo demás era inteligente y de espíritu vivo y despierto. • traumatizada haya sido la niña por una madre constrictora.
El órgano femenino, según él, estaba lleno de un contenido fecal ame-
nazante (grutas llenas de inmundicia y de hundimientos, la cloaca de
i
Al mismo tiempo, la mujer es ilógica, imprecisa, poco dotada para
una vaca llena con una boñiga «dura como el granito», cadáveres en las ciencias exactas, la mecánica, etc., signos de una inhibición de la
las habitaciones, coches accidentados en una carretera helada, etc.)- componente anal.
Por este hecho, la penetración se convirtió en peligrosa, y para evi- (La pulsión anal, por el rechazo que se le impone, puede teñirse
tarla, hizo obturar el receptáculo vaginal con vidrio triturado y re- de una cierta corrosividad. La mayor debilidad muscular de la mujer
vestirlo de cemento, utilizando como bacín llenándolo hasta el borde, o debe igualmente favorecer este aspecto «corrosivo» de Ja agresividad
concebirlo como un W.C., cuya tapa se bajaba antes de orinar o bien femenina, porque la dificulta una descarga motriz adecuada. Se dice
era preciso forzarse en extraer el contenido. En la pubertad, este pa- que las mujeres arañan, muerden, envenenan, mientras que los hom-
ciente, jugaba a exprimir el abdomen de las moscas y tenía una fan- bres golpean y derriban.) Lo cierto es que en los hombres la necesidad
tasía favorita: era el señor de un harén, con mujeres de variada edad de asegurarse la victoria sobre la madre omnipotente a veces se des-
a las que amenazaba con un látigo. Había establecido una regla muy plaza sobre todas las mujeres.
estricta: las mujeres eran obligadas a defecar en orden y estaban vi- Por el contrario, la hija es con frecuencia una excepción, posible-
giladas estrechamente durante la operación. ¿Se puede expresar mejor mente por el hecho de haberse encontrado siempre en una situación
la inversión de la situación del niño durante el adiestramiento esñn- de dependencia. E! padre proyectará en elía una imagen idealizada,
teriano y asegurar mejor su victoria sobre el pene anal de la madre que se opone al «desprecio duradero» y «normal» (Freud, Ruth Mc-
intrusiva? (Este mismo paciente tenía también fantasías de cisión Brunswick, HéJéne Deutsch) que siente por las otras mujeres. Su hija
del clítorisT)
representará la mejor parte de sí mismo y del buen objeto primitivo.
Así pues, el hombre terne la potencia de la mujer y en particular Será la ternura, la pureza, la inocencia, la gracia, constituyendo con
su pene anal. Ulteriormente, va a intentar impedirle a la mujer que su padre una relación privilegiada, que escapa en su mayor parte a la
ponga en marcha su componente anal. La mujer, culpabilizando su ambivalencia.
propia pulsión anal frente al padre, se convertirá de alguna manera Por supuesto que tal relación no es la regla, se encuentran algunos
en cómplice de las defensas del hombre. De esta conjunción resulta hombres que extienden su conflicto materno a su hija (uno de mis pa-
una inhibición propia de la analidad femenina, que se puede manifes- cientes, neurótico obsesivo y eyaculador precoz, decía refiriéndose a
tar a través de las costumbres. Por esta razón es por lo que una su hijita de seis años que se portaba muy bien en clase para llamarle
mujer no jura, no escupe, no torna bebidas o comidas fuertes y todavía la atención a él, situación de la que era completamente consciente:
no ha pasado mucho tiempo desde el día en que tenía que abstenerse «la rechazo y como una auténtica hembra continúa insistiendo»); pero
de hablar de dinero o de negocios. Mientras que la gracia y el encanto esta relación es bastante frecuente para que la consideremos aislada.
femenino pueden considerarse bien como una sublimación o bien como Tres de mis pacientes, actualmente en análisis, comenzaron su cura
una formación reactiva de la amabilidad. (Lo contrario de la gro- dando como una de sus motivaciones conscientes: «Lo hago por mi
sería.)
hija.»
148 J. CHASSEGUET-SMIRGEL
LA SEXUALIDAD FEMENINA
149
La herida narcisista y la envidia del pene están en una es-
trecha relación de dependencia. bre el porvenir como los hombres y acentuaban los terrores
Pensar que la posesión del pene representa la posibilidad concernientes a la integridad de los órganos internos. De
de colmar la herida narcisista, infligida por la madre omni- hecho, los temores expresados por los pacientes de ambos
potente M da cuenta, en cierta medida, de las significaciones sexos son ampliamente análogos (temor de quedarse ciego,
del pene en el inconsciente, ya se traten del valor, de la fuer- de quedarse paralizado, de volverse loco, de tener un cáncer,
un accidente, un fracaso, etc.).
za, de la integridad, de la unidad o de la autonomía. En este
órgano se condensan todas las significaciones en relación con Si consideramos que, en el inconsciente, cualquier herida
la potencia, en todos los niveles; la potencia, llega a ser el narcisista es equivalente en todos los niveles a la castración,
patrimonio del hombre que ha destronado a la de la madre. en razón del valor narcisista conferido al pene en ambos se-
Puesto que encuentra que la mujer no sólo está desprovista xos, aparece que tanto las mujeres como los hombres no han
sino que su envidia se dirigirá hacia el detentador real de acabado nunca con los temores a Ja castración, porque aún
este pene. Su envidia, que se origina en el conflicto con su pueden perder alguna cosa que conservará una significación
madre, debe satisfacerse en (lo que vivirá como_) una agre- fálica, aunque ya ellas han «perdido» el pene. De la misma
sión de su objeto de amor, el padre, y por eso, de aquí en manera, tanto los hombres como las mujeres no han acabado
adelante, cualquier realización que le dé satisfacciones nar- realmente con la envidia del pene, porque toda tentativa de
cisistas será vivida como una usurpación de la potencia llenar un hueco guarda la significación inconsciente de una
adquisición fálica..
paterna y se^ encontrará en el origen de muchas de las inhibi-
ciones que Tíe descrito más arriba. Si seguimos con. el es- La temida castración será obra de la madre, pues es de
quema que nos habíamos propuesto al principio de esta ex- Í ella de quien la niña desea escapar, dándose, a la vez, un pene
y volviéndose hacia el padre.
posición, con frecuencia habrá una desgraciada conjunción
entre la violencia de la envidia del pene y la inhibición a En el momento del cambio de objeto, la niña que conser-
satisfacerla, puesto que la envidia del pene es tributaria de va la imago de ía madre fálica en el inconsciente no ha to-
los conflictos con la madre y precisamente estos últimos mado conciencia, al menos plenamente, de que el padre es el
están en el origen del mantenimiento de la idealización del único detentador real del pene. El cambio de objeto y por lo
segundo objeto, que se trata de salvaguardar. tanto la situación edípica no se establece más que cuando la
Pienso igualmente que esta equivalencia entre la herida !. imagen de la madre fáíica ha llegado a ser la de la madre
narcisista y la falta de pene da cuenta de la existencia en la .. que ha desposeído al padre de su pene. Por eso la niña, con
mujer del temor a la castración, del que, sin embargo, decía "'- el objeto de obtener un pene, se dirigirá al padre como lo ha
Freud que no había motivo para que la niña la temiera, ya * hecho la madre, con toda la culpabilidad concomitante que
que había sido efectuada, lo que le condujo-a rectificar en . hemos descrito, atacando así a sus dos padres a la vez, ¡jur
lo tanto también al objeto amado. ! If ^
Inhibición, síntoma y angustia su afirmación, según la cual,
toda angustia era angustia de castración y a sustituirla para
la mujer por el temor a perder el amor.
En este momento se volverá hacia el padre para obtener
el pene, conforme a las ideas de Freud; pero los temores,
l^i
Ijjll 0^^
Señalaba Jones, en el tema del temor a la castración, que en razón de la cisión, al menos temporal, de las investiduras
las mujeres tenían al menos tantos temores proyectados so- , íibidínales y agresivas realizadas en el momento del cambio
de objeto, están ligadas a la madre, concerniendo la culpa-
bilidad esencialmente al padre.. ;._ _.-. . ., -~;~
34. Ruth McBrunswick, en su artículo La jase preedipicci, retoca r Pienso que en ese nivel, la imago de la madre fálicá~ de-
la concepción según la cual el deseo de un hijo será un sustituto de .tentadora del pene paterno (Méíanie Klein) toma todo su
la envidia del pene: el deseo de un hijo lo que primeramente expre-
saría es el deseo de poseer lo que la madre omnipotente posee en pri- .valor con respecto a la imago de la madre fáíica, poseedora
mer lugar: un hijo. - d e un falo personal y que pudiendo subsistir en el incons-
A mi modo de ver, si el deseo del hijo está ligado simultáneamente ciente no permanece prevalente (ya que el pene del padre,
a la envidia del pene y a la madre omnipotente, es porque igualmente
existe alguna relación entre la envidia del pene y la madre omnipoente. guardado por la madre, pierde sus características genitales
y positivas y adquiere las mismas propiedades anales intru-
LA SEXUALIDAD FEMENINA
150 J. CHASSEGUET-SMIRGEL

sivas y dislocantes que las del falo personal de la madre (de reavivar los sentimientos de culpabilidad de las pacientes.
A mi parecer, si reconocemos la dolorosa herida narcisista
fálica, recibiendo la misma investidura que su detentadora).
sobre la que se funda esta envidia, podemos no solamente
Si Ja madre fálica continuase siendo vivida de manera
calmar esta herida, sino también permitir el acceso al Edipo.
prevalente como poseedora de un pene personal, la situación
Con frecuencia, la misma sexualidad es sentida como patri-
homosexual amenazaría con__eternízarse, constituyendo por
monio de los hombres y, de hecho, a un cierto nivel, la sexua- -
el contrario la imago de la madre deíentadora del pene pa-
m\\I ..terno el esbozo de una situación triangular, • -
lidad femenina, normal, la posesión de una vagina que cum- -.

-** - •—>-
" pie plenamente su función es vivida como la posesión de un
Para Freúd, la niña se separa de su madre para tener un
pene, en razón de lo que hemos dicho sobre la asimilación
pene y para tener este pene se dirige a su padre y entra así
i
m en el Edipo positivo.
Considerar cojno lo he hecho que la envidia del pene pro-
del pene a la unidad; lo mismo ocurre en el orgasmo. Hemos
visto a algunos analistas fundarse en esto para afirmar que
una mujer no debería tener orgasmo. Es ir en el sentido de
cede del deseo de separarse de la madre lleva a modificar
i! un poco el orden de sucesión de las secuencias: la niña
la culpabilidad de las pacientes y esto no puede desembo-
car más que en la castración, no solamente del pene, sino
tendrá a la vez envidia de un pene e intentará volverse hacia
también de la vagina y de la feminidad entera.
su padre, ayudada poderosamente en esto por sus deseos
r^La envidia del pene no es, en el fondo, más que la expre-
fundamentalmente femeninos, a fin de separarse de su ma-
I sión simbólica de otro deseo. La mujer no quiere ser un
dre. La envidia del pene y el deseo erótico del pene no
/ hombre, sino separarse de su madre, siendo completa, autó-
serán opuestos, sino profundamente complementarios, y per-
mitir la satisfacción simbólica del primero será un paso hacia / noma, mujer.
L —
la integración de lo segundo.
Abraham, en su artículo El complejo de castración de la
b) La fundón defensiva defla envidia del pene
mujer, dice que la mujer que tiene ambiciones profesiona-
les 35 manifiesta así su envidia de un pene. Se revela esto
y de los temores del Yo
como clínicamente exacto,36 pero a mi parecer, el deseo de Ciertamente, no deseo negar la -función defensiva de la
realizarse en algún terreno, cualquiera que sea — profesio- envidia del pene ante la feminidad. Heinsistido sobre la cul-
nal entre otros— y la envidia del pene reenvían ambos a la ~
pjih il i dfirf '^jporque este aspecto deja ^Hc.osexu-alidad. feme-
herida narcisista que intentan reparar. Freud, en La intro- niiia-jn@-í¿rece que^Ka~sicio tratadocon menos frecuencia
ducción al narcisímo, dice bien que una de las aportaciones
^ narcisistas del Yo.
narcisistas que recibimos una vez sobrepasado el narcisis- La clínica cotidiana nos^muestra~que numerosas mujeres
mo primario nos es suministrada por nuestras realizaciones quieren tener un pene, para no dejarse- penetrar por un pene
personales; y terapéuticamente parece esencial tenerlo en que sienten amenazante para su propia integridad;37 castran
Cuenta. En efecto, si cada vez que nos encontramos ante un éste pene peligroso para impedirle aproximarse. Pero enton-
deseo de realización en una mujer, en el cual siempre esta- ces podemos preguntarnos, ¿de qué pene se trata?
mos dispuestos a descubrir la envidia del pene, como cree-
El doctor C. J. Luquet-Parat dice en su trabajo El cam-
mos haber demostrado y como dijo Abraham de las activi-
bio de objeto:
dades profesionales, interpretamos este deseo como si mani-
«Si la penetración deseada se imaginó como lo que va a
festara una «reivindicación viril», desconociendo la signifi- causar daño a la integridad corporal y a Ja integridad del
cación profunda de la envidia del pene, corremos el riesgo
Yo, si el pene permaneció como portador de una potencia

37. Tengo escrúpulos al decir una vez más que «no dejarse pe-
35._ Para Freud (La feminidad) la mujer que acude al análisis para netrar» puede ser también una medida de salvaguardia del objeto.
ser más apta en el ejercicio de una profesión está manifestando con Todo un conjunto de conductas agresivas dirigidas al rechazo del
ello su envidia del pene.
padre pueden entenderse como teniendo por finalidad el protegerlo
36. Por lo demás sería lo mismo para el hombre. Realizar sus
ambiciones profesionales significaría tener un pene como el padre. del contacto.
152 J. CHASSEGUET-SMIRGEL
LA SEXUALIDAD FEMENINA

fálica desmesurada (y el pene demasiado grande deseado


por la niña, desproporcionado en relación con ella, es here-
investidura homosexual en el curso de curas psicoanalíticas
de adultos, por Marty y Fain).
dero de la potencia fálica invasora, destructora, divisora,
En cierto número de conflictos conyugales, se puede des-
desestructurante del falo materno ^ primitivo, la relación
cubrir el sentido de esta aparente defensa narcisista frente
genital, la penetración son vividas como un deseo insopor-
a la penetración del pene con respecto al falo de la madre.
table, inaceptable por el Yo, en contradicción con la de-
Las mujeres que atacan y castran a su marido se han
fensa narcisista fundamental y la autoconservación.»
casado inconscientemente con su mala madre (esto es igual-
Pienso, con el doctor Luquet-Parat, que este pene dislo-
mente cierto para el marido). Freud señaló ya que numero-
cante es homólogo del falo materno de la fase anal, el cual
sas mujeres se casan con sustitutos maternos hacia los que
en la niña está ligado estrechamente al núcleo persecutorio, son ambivalentes.
a la posición homosexual pasiva, punto de fijación de la pa-
Pienso que este hecho es resultante a la vez de una cul-
ranoia en la niña. Se puede entonces preguntar si se tiene
pabilidad edípica (no quitarle el padre a la madre, no incor-
razón para hablar — en casos en los que las emociones con
porar el pene del padre) y de una compulsión a la repetición.
respecto al pene paterno son idénticas a las que ha sido
Se trata de intentar dominar la situación infantil trauma-
objeto el falo m a t e r n o — de «cambio de objeto» y si se en-
tizante y vivir activamente lo que se ha sufrido pasivamente
cuentra verdaderamente en la situación eclípica positiva.
y no integrado en la relación con la madre. En este caso la
•- Que haya habido una transferencia de las investiduras de relación es homosexual.
la madre- al padre y que estas investiduras permanezcan
Sucede — lo que indica que el marido no representa el
análogas, siendo simplemente desplazadas las proyecciones, padre en este caso— que la imago paternal idealizada per-
me parece que correspondería a la puesta en marcha de un manece inactiva y preservada.
mecanismo de defensa que se utilizaría para escapar de la
relación con la peligrosa madre fálica, estableciendo una Es así como Adrienne, joven y bonita madre de familia, que
- relación con el padre; pero' este mecanismo de defensa fra- a pesar de una ascensión social financiera importante ha sabido
casa porque las proyecciones permanecen iguales, al estar guardar una simplicidad de buena ley, me cuenta que se casó con
los dos objetos insuficientemente diferenciados. su marido en un arrebato. «Frecuentaba» entonces a un joven al
i: Se puede pensar que en este caso el padre no ha desem-
peñado el papel de un soporte adecuado, para la proyección
que amaba, pero por una razón que es incapaz de formular cedió
a los ruegos de su marido actual. Éste es un hombre bastante
del buen aspecto del objeto, habiendo sido particularmente . sádico, que le pega y que manifiesta deseos sexuales perversos.
malo el mismo objeto primitivo. El proceso de idealización Al mismo tiempo parece lleno de atenciones, lo que le confiere
un aspecto eminentemente ambiguo, hecho que Adrienne pronto
no ha podido instaurarse ni permitir el establecimiento de me comunica. Está llena de rencor y de motivos de queja: la priva
una real situación de tres. Tanto la castración de defensa, de libertad, le impide correr, canturrear, silbar, la obliga a llevar
como la envidia del pene, que sirve para impedir la penetra- faja, etc. Además la engaña. Aparece muy rápidamente que el
ción, me parecen ligadas especialmente a la ¡mago maternal marido no es más que un doble de la madre. La madre se metía
fálica, aunque en apariencia se dirigen al padre, el cual no en sus asuntos, la vigilaba, la controlaba, la hacía trabajar, no
está revestido entonces de la función y de los atributos pa- la dejaba nunca libre ni tranquila.
ternos, sino haciendo el papel de un sustituto materno por- En la mesa, cuando se encolerizaba, lanzaba los tenedores a
la cabeza de los hijos. ..--—, • .. ^
tador del falo anal destructor. 39 -•t r Este aspecto de la madre es inmediatamente proyectado so-
Los temores del Yo me parecen entonces analizables bajo bre mí y los primeros momentos del análisis son difíciles, tanto
el ángulo de la homosexualidad pasiva y de las identificacio- que no viene por su propia voluntad sino a instigación- de su
nes (ver Aspectos funcionales y papel estructurante de la marido. (No obstante, obtiene del proceso analítico suficientes
satisfacciones para mantenerse en la cura a pesar de su estruc-
tura histerofóbica.)
Así cuando se marcha al fin de la sesión, se siente muy pe-
38. El subrayado es nuestro. (N. del A.)
39. Por supuesto puede tratarse de una regresión.
queña, su bolso se ha convertido en un cartapacio, yo la sigo
por todas partes en el metro, en la calle y hasta en su dormí-
154 J. CHASSEGUET-SMTRGEL
LA SEXUALIDAD FEMENINA 155
torio. Me siento a su espalda, etc. (a pesar del contenido, la rela-
ción y la estructura, no tienen nada de paranoicas y existe una fálica, a la que ataca, a la que se opone, a la que castra, para
posibilidad real de insighf). impedir su acercamiento y para probar que rio hay convivencia
Arienne ama a su padre, pero es la madre quien siempre ha entre ellas, mientras la relación con el padre se basó en una con-
«llevado los pantalones» cogiendo la paga del padre, controlan-.: traindicación a la madre fálica, en una idealización del personaje
dolé sus pequeños gastos, dejándole fuera si volvía tarde, etc. paterno que intenta reparar.
Adrienne hizo una tentativa de suicidio, el día en que a su *
abuelo le amputaron un miembro. Va en seguida a verlo al hos- La relación con el marklo-madre fálica está ligada a temo-
pital, lo rodea de cuidados, le mima, desearía llegar a ser enfer- narcisistas para el Yo temporal, mientras que la relación
mera. Todos los meses va a donar sangre al hospital (la correla- i el padre-abuclo está ligada a la culpabilidad.
ción entre su suicidio, la amputación del abuelo y Jas tentativas
de reparación apareció "En el curso del análisis, habiendo sido
anteriormente los hechos explicados por separado, permanecien-
do su vinculación inconsciente). III. Una salida conflictiva para los problemas femeninos: la
Identificación
Este abuelo es el padre de su madre, que lo trata con indi- \a y que, al contrario de la
de Adrienne, hija con
apenas si seelocupa
pene del
y sepadre
'i,

preocupa por él. Cuando su abuelo muere, después de haber EDIPO. —Esta hija es mis ojos, extranjera, mis ojos.
sufrido la amputación de un segundo miembro, Adrienne estig- i ANTÍGONA. — Somos tuyas, padre.
matiza la conducta de su madre, quien junto al lecho del muerto i EDIPO. —¿Dónde estáis?
se ha apropiado de sus cigarrillos y de su dinero. ANTÍGONA.—Junto a ti, padre. (Se dirigen hacia él.)
«¿Cómo puede pensar en aprovecharse?... Veo una bestia en ;:-
el bosque, como un gran jabalí que los cazadores rodean. Quie- p EDIPO. —¡Oh, antorchas!
ren despojarlo.» ISMENE. — D e tu luz, padre.
Precisamente su marido ha ido de caza. Le envía una pieza ANTÍGONA. — En el sufrimienfo y en la alegría.
de caza mayor, que no se decide a comer. EDIPO. —Aunque venga la muerte, no estaré solo en la
Adrienne tiene con su marido una conducta muy diferente de hora del desánimo: me apoyaré en estas dos
la que manifiesta respecto a su padre y a su abuelo. Sin ninguna columnas que son para mí como un templo.
inhibición, le ataca libremente, exige de él dinero, un coche per- .'.í
sonal. Lo ridiculiza, encuentra que tiene pinta de payaso y se ríe SÓFOCLES (Edipo en Colona)
delante de él.
Un día la imago que proyecta sobre su marido se precisa: Hemos intentado mostrar que la idealización del padre,
«En batín —dice—, es disparatado lo que se parece a mi proceso que funda el cambio de objeto, podría resultar para
suegra.»
ía mujer una conflictualización específica -de sus pulsiones
. Poco tiempo antes la madre apareció en un sueño bajo los
rasgos de un cura con sotana. sádico-anales, volviendo difícil la intrincación pulsional inhe-
Sobre mí proyecta tanto" la buena imagen del padre ideali- rente a la sexualidad normal, así como las realizaciones de
zado, víctima de la madre castradora, como la de la madre fálica cualquier orden, susceptibles de suministrarle los aportes
de la que desea y rechaza la aproximación anal, reviviendo el narcisistas necesarios.40
adiestramiento esfinteriano intrusivo:
«Aún le siento a usted detrás mío, tengo miedo... no tengo 40. No nos es posible abordar aquí el papel del hijo como aporte
ganas de hablar. Le siento como si fuera a preguntarme y ten- narcisista, sin embargo Joyce McDougall señalaba que en las mujeres
go miedo. Es idiota porque nunca me pregunta... en fin, no es que son madres la envidia del pene no es menor que en las otras.
así... no diré nada.» (...) Por desgracia es bien sabido cuantas madres hay que son castra-
doras con sus hijos, signo de que su envidia del pene no ha sido
«La imagen de mi marido me persigue. Pienso en él y sin em- saciada por la maternidad.
bargo me enerva. No quiero acostarme con él... Soñé que un Afirmar que en estos casos no han llegado las mujeres a efectuar
ratón pellizcaba con sus garras las nalgas de mi hija...» el paso de la envidia del pene al deseo del hijo, me parece una forma
A mi entender, aparece claramente que la relación con el ma- de eludir el problema.
rido y conmigo en algunos momentos de la transferencia expresa Tener un hijo es posiblemente poseer lo que posee la madre om-
una defensa ante una relación homosexual pasiva con la madre nipotente (Ruth McBrunswick) pero no es tener otra cosa más que
ella, lo que me parece que está dirigido a las realizaciones narcisistas.
156 J. CHASSEGUET-SMIRGEL LA SEXUALIDAD FEMENINA

Hemos recordado las concepciones de Freud, en La intro- ternos sin que hayan sido rotos los lazos con la realidad.
ducción al narcisismo, según las cuales «las cosas que posee- El doctor Favreau (comunicación verbal) insiste sobre los
mos o que realizamos, lo que subsiste del sentimiento de rasgos narcisistas propios de esta posición: la mujer que se
omnipotencia que compuso la experiencia, nos ayuda a exal- identifica al falo desea ser deseada como un fin en sí mismo.
tar nuestra propia estima». Se erige en falo, lo que implica la impenetrabilidad y por lo
Pero en el mismo texto, Freud indica otro posible reser- tanto una retirada ante la relación con un objeto erótico
vorio de aporte narcisista: el amor que el objeto nos da: «no externo.
Pienso que algunos de estos rasgos se pueden aproximar
ser amado rebaja la propia estima, mientras que ser amado
la refuerza». a los de la regresión narcisista-fálica masculina. ¿¿¿08
Parece como si numerosas mujeres, a falta de expansio-
narse libremente y sin culpabilidad en relaciones persona-
Este tipo de identificación fálica es aparente en la ma-
niquí («hombrecillo»), la bailarina (aunque en una verdadera íá
les, eligiesen inconscientemente la segunda salida descrita artista entran en juego otras muchas componentes), la vamp.
por Freud sobre la necesidad de gratificación narcisista. La mujer-falo se asemeja, mucho más que cualquier otra, a
No pienso que esta elección implique necesariamente una la mujer narcisista descrita por Freud en La introducción al
.1'. narcisismo, cuya fascinación parecida a la que ejerce el niño
incapacidad de amor objetal. En efecto, según Freud (Las
pulsiones y su destino): «Cuando el objeto llega a ser fuente está ligada a su «inaccesibilidad" parecida al encanto de al-
de sensaciones de placer, aparece una tendencia motriz que gunos animales que no parecen ocuparse de nosotros*2 tales
quiere aproximar el objeto al Yo e incorporarlo; hablamos corno los gatos, y los grandes animales de presa».
entonces de la «atracción» ejercida por el objeto dispensa- Más allá, Freud habla de la «naturaleza enigmática» 4 3 y
dor de placer y declaramos que "amamos" a ese objeto.»
Así pues, primeramente el amor será una respuesta a sa-
de la actitud «fría y narcisista» 4 4 hacia el hombre de estas
mujeres. Más que reconocer en ello la esencia de la relación i* ES
tisfacciones obtenidas, es decir, al amor que el objeto nos da. objetal femenina, me sentiría tentada a verlo como la iden-
Los dos movimentos, amar y ser amado, son pues corre- tificación al falo-autónomo.
lativos, y amar implica el deseo de renovar, léase de peren-
nizar la experiencia agradable, el amor recibido, por la incor-
¿No es cierto que los hombres adoran en ellas más al falo
en toda su gloria, que a la mujer? !Í
poración del objeto Yo. Si me he detenido un poco en la descripción de la iden-
De hecho, se puede emplear mucho amor para hacerse
amar del objeto. Una discusión sobre este tema nos llevaría
_tificación femenina al falo autónomo es a fin de evitar la
'confusión con la posición que voy a describir, de' ' líPmiTfer^
I
a plantearnos cuestiones sobre la esencia misma del amor, ~peñe del padre. Le Tos de ser autónoma, esta rnujer_es fuer-
que aquí estaría fuera de lugar. Quisiera subrayar, ante temente _depend'T?ni.ir dtrr -objuLU ¿lc!l que conTO yc e com--
todo, que la salida conflictual que abordaré, a pesar de estar r _Es __ej_ brazo derecno, la ayudante,^la colaboradora,
en parte fundada sobre la culpabilidad, implica necesaria- Ja secretaria. la auxiliar, la "inspiradora de un jefe, de "un Ilí
mente atención para el objeto, por consiguiente el amor, amante, de un marido, de un padre, i'u e cíe- ser tarríbienT eT-
aunque al mismo tiempo tienda a la satisfacción de una ne- 'Haculo de la vejez, la auía, la enfermera. '
cesidad narcisista. En nuestra clínica cáramos aúrí~~descubriendo los moti-
Se trata de una posición femenina, a mi parecer muy ex- vos que fundan esta posición, aunque por supuesto habrá
tendida, que. puede ser definida cómo una .identificación con d e s e r sobrepasada. . . . . " . ~~. _. . - „ " _ : . . • ",. ^jf¿l
el objeto parcial, con el pene del padre. La posición de la mujer falo-autónomo parece estar cer- & y&¿~
Preciso que no trato de hablar de la identificación de la
mujer al falo autónomo, sino de la identificación al pene,
parte complementaria y totalmente independiente del objeto.
cana a la que describió el doctor Stein en su artículo La cas-
tración como negación de la feminidad. La refiere a la bi-
sexualídad y a la dialéctica del «ser» y del «tener». Metapsi-
i
La identificación al falo autónomo pone de manifiesto un
narcisismo secundario patológico. El Yo es objeto aquí de 41.-44. Soy yo quien subraya el carácter «autónomo» e «impene-
una sobreinvestidura libidinal, sustraída a los objetos ex- trable» de estas mujeres, descritas así por Freud. (N. del A.)
158 J. CHASSEGUET-SMIRGEL
LA SEXUALIDAD FEMENINA 359
eclógicamente parece necesario distinguir el «ser» en tanto
que identificación al objeto total que se desearía «tener» y de Música, se casó con un compositor de talento. Al casarse, re-
el «ser la cosa del otro» en tanto que identificación al objeto nunció a su vida profesional, dice que pensando «que había bas-
tante con un artista en la familia».
parcial. Esta última posición está ligada a las tendencias La relación transferencia! de esta paciente, que anteriormente
reparadoras del sujeto y es el resultado de su contraidentifi- había presentado un eczema particularmente intenso, a raíz del
cación con la madre, castrando al padre en la escena primi- " nacimiento de su hijo, se caracteriza por una necesidad de fusión
tiva. La niña es entonces estrechamente dependiente del ob- a-conflictual con el objeto — e l analista en la transferencia —
jeto que completa: conforme a la relación objetal alérgica descrita por Fierre Marry.
En un momento dado de la cura, presentará esta necesidad
Alice es una mujer de trejnta y ocho años,- pequeña, viva y de fusión, manifestada en el siguiente fantasma:
llena de humor. Es una excelente amiga de un colega mío que Está en un lago, en una barraca de gomaespuma, con
tuvo a bien confiármela añadiendo que él la miraba como a la una abertura justa para dejar pasar un poco de aire. Pero
«niña de sus ojos». cuando piensa en esa abertura, ve moscas e insectos que
Esta expresión aplicada a Alice se mostraba llena de sentido. vienen a molestarla.
Alice llegó al análisis después de haber sufrido las ablación Se trataba de sus pulsiones agresivas a las que era preciso
de un tumor neoplásico. La enfermedad le había despertado te- dejar fuera del universo fusiona!. La barca se asoció a la cuna
-' y al vientre materno. Pero a nivel de la relación triangular, la
mores narcisistas profundos, pero más que estos temores en sí .
mismos, la gravedad de su mal le había autorizado a hacer algo • fusión se efectuaba con el padre gentil y enternecedor (heredero
para sí. Súbitamente se le había hecho insoportable una situa- Sfr;; •. de la madre sobre cuyas rodillas le gustaba sentarse), represen-
ción conyugal que había tolerado hasta entonces. '- tando la madre sus propias pulsiones agresivas, que era preciso
Es hija única de una institutriz, severa y exigente. Su padre rechazar.
I es un hombre tierno y sentimental, cultivador de las flores de su Alice soñaba, antes del análisis y al comienzo del tratamiento,
jardín y de su viña y escritor de delicados poemas «nai'fs». Decía con pisos vacíos, lo que fue puesto en relación, además de con
a Alice, cuando era pequeña: «Eres la niña más bonita del otras cosas, con los paquetes que recibía de la casa paterna, en-
mundo.» víos que la irritaban y que no tenía ánimos de deshacer y abrir.
Aún hoy^AHce se despierta a veces preguntándole a -su marido No obstante, al recibir un día un paquete de su padre, se puso
si^es «la niña más bonita del mundo». a llorar de ternura, revelando así el placer que habría tenido al
Pero Alice se defendía con viveza de este amor. Su padre le aceptar el amor y los obsequios de su padre.
«disgustaba», no le gustaban sus besos, la irritaba, tenía deseos Se hizo aparente que su rechazo del padre no era más que
de empujarlo por la escalera, sobre todo cuando había libado una defensa superficial y que sus dificultades de incorporación
demasiado vino de su viña. «Tenía entonces — dice Alice — un (las casas vacías) no podían ser puestas en relación únicamente
ojo muy pequeño.» También estaba en esos momentos torpe y con los temores narcisistas.
derramaba el vino, al lado del vaso. Alice no comprende bien su No puedo describir todas las secuencias de su análisis, pero
irritación respecto a un papá tan donoso y que al mismo tiempo también apareció en Alice una intensa culpabilización referente
la enternecía hasta las lágrimas. a sus pulsiones sádico-anales hacia el padre y su pene. Soñaba
La relación de Alice con su madre está compuesta por una que tenía un niño-camarón, que se había secado entre las páginas
mezcla de temor y de deseo de encontrarse sobre sus rodillas, de un libro. Sentía una intensa culpabilidad por haberlo hecho
como cuando era muy pequeña y tenía con ella un contacto cor- morir de esta manera. Las asociaciones llevaban hacia el cuerpo
poral. del padre. En otro sueño, un bebé confiado a su madre estaba a
Alice nunca dijo a su madre que había tenido un tumor ma- punto de morir deshidratado. Una carrera desenfrenada de Alice,
ligno, ya que ésta despreciaba la enfermedad y la debilidad. le permitía llegar a tiempo para salvarlo. Se daba cuenta de que
Cuando Alice era pequeña, no se atrevía a quejarse nunca y su madre alimentaba al bebé con un biberón de agua sucia, etc.
ni siquiera decirle a su madre que su pullover de lana áspera le Cada vez aparecía más esta culpabilidad en la transferencia;
picaba o que sus zapatos eran demasiado estrechos. por ejemplo, piensa regalarme una reproducción de un cuadro
La escena primitiva fue imaginada esencialmente por Alice de Chagall, que representa un gallo, lo que compara con fantasías
según un modelo sádico, desempeñando la madre el papel de per- de su t infanc¡a, en las que una mujer se iba por los caminos,
sonaje sádico y castrador. llevand'o un gallo con una traílía. Que se trata de un pene, para
La paciente, que hizo estudios en el Conservatorio Nacional restituirlo al padre, será confirmado por las sesiones de las que
voy a hablar.
- -•-- • . -

LA SEXUALIDAD FEMENINA 161


160 J. CHASSEGUET-SMIRGEL
No se trata de sobreestimar el papel de este acontecimiento
Desde hace algún tiempo, Alice manifiesta culpabilidad res- histórico, sino de considerar lo que ha «cristalizado», de entre
pecto a mí, juzgando que me paga muy poco, pagando su marido, un conjunto de efectos y de emociones ligadas al padre y a su
en análisis con un colega, una tarifa netamente superior. pene y de lo que constituyó un traumatismo, en la medida en la
Alice llega a las once y media a su sesión, se extiende y co- que los fantasmas agresivos de Alice se realizaron.
mienza por preguntarse si es puntual. ¿Su hora es a las once y La irritación contra el padre, contra su «pequeño ojo» cuando
veinte o las doce menos veinte? En este momento no puede acor- había bebido, y contra su torpeza (Alice no había relacionado
darse de esto, aunque desde el principio de su análisis, su nunca el «pequeño ojo» con el accidente paterno) fue compren-
hora ha permanecido inalterable, y de hecho ha llegado a la dida como una lucha contra la culpabilidad: «Por algo soy yo
hora justa. Continúa enumerando una serie de cosas que «no quien está presente en el accidente de mi padre, que además no
van». Las ventanas de su apartamento están estropeadas y no ha tenido nunca accidentes, solamente cuando ha bebido, lo que
acaba de conseguir del administrador que le envíe a alguien para le . da un "pequeño ojo". Ve muy claro pero es torpe. No es
repararlas (esta cuestión de las ventanas ha ocupado desde hace preciso que me acerque, que acepte su amor, porque mi con-
algún tiempo gran parte de las sesiones). Con su marido las cosas tacto es peligroso. Debo rechazar a mi padre, es decir, a todos
no marchan. No puede más. Lo que hace no resulta. Me pregunta los deseos que tengo hacia él.»
.si ha llegado con adelanto o con retraso. Le digo: «Parece que Pero inconscientemente, toda la relación objetal de Alice está
alguna de nosotras tiene que perder algo (diez minutos usted o dominada por el deseo de reparar a su padre.
diez yo) e intenta mostrarme que es usted la que está perdiendo Alice, que, como he dicho, nunca ejerció su profesión de mú-
alguna cosa, que está disminuida por todo el mundo y de todas sico, es muy hábil con las manos, y al parecer realiza prodigios
las maneras.» de carpintería y otros_ trabajos de aplicación casera. Es ésta una
A la sesión siguiente, Alice se equivoca de hora y llega con .. actividad de la que — a pesar de que se desprecia tan a menudo —
media hora de adelanto. Se marcha y vuelve a su hora habitual, se ufana.
-*•• se extiende y comienza: Durante el análisis, aborda el emprender una actividad pro-
«Tengo un ojo que me resquema y lagrimea. Por lo demás .;'_: fesional. Su marido, al comienzo de su carrera, compuso algunas
tengo siempre el ojo que me lagrimea cuando vengo aquí.» Si- •_ canciones comerciales a fin de ganarse la vida. Ella le suministró
lencio. : los principales temas; también él sugirió que ella creara ahora
a ¡Oh! ¡Vaya! Pero no le he dicho nunca que mi padre se saltó i 'canciones por su cuenta. Se declara completamente incapaz por-
un ojo delante de mí, cuando era pequeña. No recuerdo la edad i que no puede inspirarse más que cuando la canción sea la de su
que tenía, es posible que tuviera ocho años, íbamos juntos por el a? marido.
'"•"',', J
campo y de pronto puso distraídamente el píe sobre un alambre En una sesión se aclara la significación inconsciente de su in-
espinoso que saltó y le golpeó en el ojo. Vaya, sí que es extraor- terés por los trabajos manuales.
dinario que no le haya hablado nunca de esto. El ojo que me la- En primer lugar habla sobre su dificultad actual para con-
grimea es el del.mismo lado que el de mí padre. . ducir un vehículo, dificultad 'que contrasta con la soltura que
Pero de repente comprendo por qué rnc he apasionado durante demostraba al volante cuando de joven acompañaba a su padre,
tanto tiempo por el juego de los retratos de Galton, donde se imposibilitado para conducir por razón de su enfermedad. «Papá
encajan los dos perfiles izquierdos y los dos derechos. Con su estaba entonces muy orgulloso de mí.»
ojo, mí padre tiene dos perfiles muy diferentes. Imaginaba, cuan- Lo asoció con su dificultad para repetirme en las sesiones lo
do era pequeña, la historia de una niña que tenía un ojo claro y que le había dicho la última vez, no obstante haberlo compren-
un ojo oscuro. El ojo oscuro provenía de que iba a la escuela dido. Dijo que si se lo recordaba al principio seguramente sabría
por un camino encajado entre dos muros muy sombríos y muy continuar. En suma, si estaba cerca de ella, podría llevar el
negros, el ojo claro porque de golpe uno de los muros se inte- volante, pero no podía tomar la iniciativa, lo que. habría sido
rrumpía en un patio deslumbrante hecho de restos de,vidrios, r conducir por su cuenta, lo mismo que no podía escribir las
etcétera, etcétera.» '"canciones sino únicamente cuando la canción era la de su ma-
Esta sesión marcó un giro en el análisis de Alice, porque le rido. .
permitió comprender mejor, y sobre todo vivir más, algunos as- ";,.,. Después habló de una dama antipática, que le había" irritado
pectos de sus relaciones objétales, hasta, en el detalle de los 7 . mucho la víspera, hasta el momento en que había quedado súbi-
símbolos que utilizaba de manera preferente (su gusto por las tamente emocionada al saber que esta dama hacía trabajos ma-
grandes perlas de ámbar transparentes, su tormento en el tema nuales. «Desapareció mi cólera, ya no me parecía tan agresiva o
de las ventanas de su apartamento, su incapacidad para sopor- ' desagradable. La encontré totalmente enternecedora.»
tar la simetría, etc.). i
11

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162 J. CHASSEGUET-SMIRGEL LA SEXUALIDAD FEMENINA 163

Resultaba que está actividad absolvía a la dama como absol- Se destaca con particularidad y netamente una secuencia:
vía a la misma paciente. Evocando los juegos eróticos de su infancia, en particu-
' Un fantasma precisó más el carácter general de sus conduc- lar su favorito, la toma de temperatura, se acordó de un
tas y de sus actividades. Iba a vender a Lourdes objetos de pie- sueño de su adolescencia: miraba en compañía de su madre
dad milagrosos, vírgenes, con los ojos fosforescentes. Al mismo las estrellas y una constelación que parecía un hombre de
tiempo inventaba medicamentos para los animales enfermos. edad que se agitaba. Era 3a_ única que podía leer estos
. . . A través de todo" este material, se puede-fer que las activida" signos en el cielo y se volvía loca porque su cabeza col-
des y las conductas de Alice intentan reemplazar el ojo 'perdido gaba de sus hombros.
del padre. Alice, en su totalidad, estaba alienada en su función de Lo asoció con una de sus amigas, que tuvo un ataque
prótesis. No puede crear, obrar, vivir más que para alguien, del de epilepsia ante ella. Tuvo en seguida el temor de que le
que se convierte en complemento; en el pene. cogieran las mismas espantosas convulsiones.
El amor por el padre le prohibió asumir una identificación A continuación, apareció un sueño transferencia]:
con la madre, castrando al padre en la escena primitiva y cual-" Un curandero comprobaba que emitía una corriente
quier conducta, cualquier actividad, en fin, cualquier manera de eléctrica excesivamente peligrosa. A la noche siguiente, mo-
existir, será simbolizada, en el inconsciente por la posesión de un ría el curandero, probablemente por los efectos de esta
pene, que desde ahora le está prohibido. En efecto, obrar por corriente.
cuenta propia, ser autónoma, crear por sí misma, equivale a de- ' Después, noche tras noche, Alice soñó cadáveres de
tentar el pene paterno, a .haber realizado la castración. Alice ha' hombres.
desintrincado sus pulsiones, contrainvestido su agresividad y se" El primero fue el de uno de los más gentiles caballeros;
ha ofrecido en lugar del pene paterno perdido, reconstituyendo iba a morir descoyuntado cuando Alice gritaba que era
así el objeto amado. Esta posición es pues una -formación reactiva. necesario un médico. Curiosamente, al moribundo lo lle-
La sexualidad de Alice obedece al mismo destino. Aparen-, varon a una sórdida grapja; al día siguiente, soñó que su
temente bastante libre, pero la elección de sus objetos eróticos marido, con el flanco negro, era llevado a una siniestra
desmienten esta libertad. Alice fue amada por varios hombres en- clínica de las afueras. A la noche siguiente, soñaba que yo
cantadores, finos y cultivados, de mucha más edad que ella. Le llorando le explicaba durante la sesión que la policía iba
hicieron una corte discreta y un poco melancólica, no dándoles, a llegar y le enseñaba el cadáver de un hombre, que tenía
Alice, más que su gentileza y su amistad. Uno de ellos, casado, un cofre. Y por fin, para cerrar esta serie negra, se descu-
decidió, de acuerdo con su mujer, hacerla su hija adoptiva. bría en una granja el cadáver de un hombre bajo la paja
Reflexionando un día sobre estas «uniones», Alice recordó que y Alice, en el colmo del horror, veía una especie de ca-
una decena de años antes, cortejada por uno de estos caballeros, parazón de yeso que se descamaba y se licuaba revelando
en el café donde tenían lugar estas citas con él, encontraba a un cuerpo humano. Llegaba la policía y de forma inespera-
jovencitos, «hermanitos», con un propósito francamente sexual. da — y esto era el peor castigo— prendía al padre de
Estas aventuras tenían siempre lugar, al margen de las visitas Alice, a quien su hija, impotente y llorosa, veía moribundo
que le hacía su padre en París. sobre un camastro, en una celda de Ja prisión.
Por supuesto, he aquí una defensa clásica ante el Edipo. Pero Este sueño, en el que el Ello se disfrazó de Superyo,
material complementario viene a precisar más los planos en los con miras a la realización del deseo de incorporación anal
que se sitúa su defensa: Alice- se da cuenta de que casi todos del pene paterno, se acompañó de una eflorescencia de
estos caballeros eran judíos. Además no puede entenderse más evocaciones del pasado: los juegos sexuales con un mozo
que con judíos. Incluso un judío, ni fino, ni cultivado, tiene algo de labranza, que le mostró su pene, las persecuciones con
de particular que la atrae. Puede ser su sentido del humor. un primo, en los prados de las granjas, el olor enervante
Y también, son tan tristes. Sin duda, porque están perseguidos. de los graneros y de las bodegas donde colgaban los ja-
Cuando Alice ve a algunos mendigos, se emociona violentamente. mones, se secaban los quesos y envejecían los vinos. Al
Con un nudo en la garganta, le dio a uno de ellos un billete gran- mismo tiempo, Alice me cuenta que por una razón que no
lí de enrollado como una bola. En ese momento se dio cuenta de acaba de explicarse omitió voluntariamente contarme un
que se parecía a su padre. hecho: un chamarilero de buena presencia, con ojos ne-
Estas posiciones conflictuadas fueron ampliamente analizadas. gros, vino a desocupar su bodega. Le hizo proposición que
Alice, cuya vida onírica era relativamente pobre y como estu- rehusó, aunque él le agradaba. Como le pedía un precio
pefacta, se puso a soñar abundantemente y a desgranar sus re- demasiado elevado para la tarea que había que hacer en
cuerdos. la bodega, renunció a sus servicios y ella misma hizo el

. •
J. CHASSEGUET-SMIRGEL
LA SEXUALIDAD FEMENINA 165

trabajo. Una vez vacía la bodega, quedó en el suelo una y a la civilización. Se dice que las mujeres producen pocas /
inmensa alfombra enrollada. A costa de un gran esfuerzo
y desplegando mucha astucia, Alice suspendió verticalmente obras originales, que frecuentemente son el reflejo de u n í
el tapiz, fijándolo en el techo de la bodega. maestro, de un pensamiento masculino. Raramente despun-í
Por supuesto, no puede narrar todo el material de esta se- tan. Podemos ver en esto los posibles efectos de una con-1
cuencia, ni detallar sus implicaciones transferenciales. No ex- flictualidad especíñca.
pondré'más que los dos sueños que siguieron a esta última se- En el piano clínico y aun técnico, me parece que es im-
sión, porque, como en un extracto esclarecedor, si no muestran portante aclarar esta posición, que puede ser escotomizada
la terminación de la evolución sí que dibujan su trayectoria: por razones de la contratransferencia que despierta (y ha-
Alice sube la escalera de mi casa. Encuentra un hombre
guapo, que la corteja. Es mi marido. Le pregunta cuándo blo a la luz de mi experiencia personal). Algunas pacientes,
podrá volver a verla, y Alice, con coquetería, responde: porque es bastante claro que el problema está más exten-
«Pero si vengo aquí tres veces por semana.» dido en las mujeres — cuando aparece en un hombre, su
A la noche siguiente, Alice sueña que su padre y su ma- carácter conflictual es reconocido en seguida — curan de sus
dre han venido a su casa y duermen en su apartamento. síntomas con el único fin de hacer publicidad a su analista,
A media noche, la madre de Alice despide al padre, que de presentarse como su producto logrado, comenzando a
va a sentarse en un taburete de la cocina. Entristecida por- vivir su tratamiento como si el destino y la reputación de su
que él no puede pasar toda una noche así, Alice le propone analista dependiera de ellas. (La agresividad contra el objeto
ir a dormir con ella a su cama. se convierte entonces en autodestructora.)
Creo que a través de este material, se puede descubrir el re-
chazo en la cura de la pulsión sádico-anal de incorporación del
pene paterno que es necesaria para comenzar una evolución *• j Una paciente se imaginaba disfrazada de hombre-bocadillo,
edípíca franca. La pulsión, desintrincada, comienza a reaparecer llevando mi nombre y mi dirección, lo que le recordaba una
bajo su aspecto desintrincado, pero para acabar fundiéndose en marca de café cuya campaña publicitaria había consistido en
el haz de primacía genital. distribuir por París hombres disfrazados de paquetes de café.
Estas pulsiones sádico-anales, de incorporación del pene pa-
terno, cuando son culpabilizadas, como he demostrado al prin- Algunos aspectos del masoquismo femenino están en re-
cipio de este trabajo, concurren en la identificación de la hija lación con esta posición. Uno de los rasgos masoquistas con-
al pene del padre. Como hemos visto, se produjo una inversión
del continente y del contenido, identificándose totalmente la siste esencialmente en la afirmación de que el sujeto es «la
mujer con el pene, en la vagina peligrosa, en razón de la com- cosa» del otro. «Yo soy tu cosa, haz de mí lo que quieras»,
ponente sádico-anal, es decir, a fin de cuentas con el bastón fecal declara el masoquista a su compañero. Es decir, no soy nada
en el recto. (Esta inversión que se sitúa en primer plano y que más que tu bastón fecal, que manipulas a tu gusto.
constituye el síntoma en las claustrofobias, existe igualmente en La posición masoquista femenina, de la que no pretendo
otras estructuras.) De esta forma, la niña llega a ser el pene anal de ninguna manera agotar las significaciones, ¿no estaría
del padre, formando parte de él y ofrendada a su manipulación ligada igualmente a la culpabilización de la incorporación
y a su dominio. El dominio, la toma de posesión, la dominación sádico-anal del pene, como si la mujer, para poder efectuar
del padre o de sus sustitutos, generalmente masculinos, le están
prohibidos. Por eso Alice, a la que se le propone componer la la incorporación del pene, debiera, hacer el simulacro de
música de un ballet, está muy contenta, porque dice «el que me .ofrecerse ella misma en lugar del pene robado, proponién-
lo ha pedido es un amigo, conozco sus gustos y esto no plantea dole a su compañero que la haga sufrir, 'a su cuerpo y a su
problemas. Pero no me atrevería a aceptar un trabajo para un Yo, el tratamiento que ella fantásticamente impone al pene?
desconocido. Lo que haría es posible que no le gustara y-no me .- -; Grunberger basó su estudio del masoquismo" sobre la cul- .
atrevería a imponer mis gustos». pabilidad ligada a la introyección "anal'en" ambo~s^e~xó~s713eroJ~~
1 mecanismo que describirá no se superpone enteramente

- Pensaría de buen grado que nos encontramos aquí ante
la raíz de un aspecto esencial de la confiictualidad femenina,
al que propongo. t
El Superyo de la mujer me parece que comporta algunos
que se traduce por el carácter relativo para el hombre de la J i rasgos que aún están por relacionar con su identificación al
cuasí-totalidad cae las contribuciones femeninas a la cultura pene paterno. Sin entrar en una discusión para saber si la
166 J. CHASSEGUET-SMIRGEL LA SEXUALIDAD FEMENINA
mujer tiene un Superyo más 1.^1^ ^ui
que en estos casos la figura pateriia se convierte en ambigua
Klein), menos fuértfe^CFrHrd"7~Ó™Híasj-ii._tl^.^ilt^ w . j^auípi- _y se superpone en el inconsciente femenino a la madre fáli-
cle-Grot), únicamente examinaré uno de los rasgos del Su- ca. La^üoTTsTelTrcion ramiliar que domina los casos clínicos
peryo femenino descrito por Freud. Freud manifiesta que "qüe~lié" descrito, aunque sean casos de jacurosis. no_jTñ£~^co
el Superyo femenino es menos impersonalt que el del hom- ütrjeiivan menoT el modelo inconsciente normal, inherente
-™ ore. Ésta es una~~cómprbbación" fácil de hacer; al menos en a l ~riíoríleTFTo~^en que s " ~provee
"
apariencia, las^jnujeres—tienen-un-_Sup_erv:o__ciue evolijciona -
gc cniorices'cl mal objjgto sobre~la1TnaQre"y~el buen'b~"sb-
sin cesar,-! ornan do, .como.es Jácil^compiiobarj^rasg^s^ nuevos, J?re eTjpadre.~Esprgcjsame_iTtG en la imposibilidad de correc-
abandonando .caracteres ..antiguos,-estando Jij;adp^todjj_eTfo~

i 1 a £u compañero, sexual del momento. Se dice que las muje-


£¡ón j)or_la._rcKIJdacl del modelo mcj3_nsciejile_jA_on de~~resid e
la gran nocividad de esta constelación. La escena ..primitiva

J
rés7 en este caso, sqr^ jn flu e n c i abl.es,. q u e n o. f iengjx o p i n i o n es. Representa I¿_^o£r]rmcláf7"Hg^maj_j2bj^í^^
qije .camí?iari__ de_pr_mcjpÍQ5. Una de mis pacientes, la que
ue proteger, dicho de otra rnaner_a A .la
. renunció a sus conferencias a continuación de la reflexión
de un oyente, parece corresponder a este tipo de mujer, que pulsiones eróticas.
juzga susa£tos jy_sjJSJp^njarm>nto.s_s£gújLl£]--ju_icíg_ de que Kegar la necesidad de una intrincación pulsional en la
es^gbjeto. Aparentemente no conoce la ley, sino los regla- " sexualidad femenina me parece que corresponde a la nega-
mentos que le pueden ser alegados. De hecho, a este sector ción de los fantasmas terroríficos de los hombres, que ata-
«dócil» no le interesa_._más_j:Q.ie^_gu^cjjlpa^
. ñen a la feminidad y los fantasmas culpabilizados de las
Másjrá]Iá~cie estas fluctuaciqn¿s_^p^^rrles_no—falían-4as-pro¿--: mujeres, respecto a sus propias pulsiones. Es una tentativa
'fílb jcipn es i n t_e_r j.pri zaeja s. Una de ellas las domina y consti- ;.; de metamorfosear Eros Negr/D en Cupido mofletudo.
'tuye una especie de onceavo mandamiento que podría for-
También me parece imposible relacionar los conflictos fe-
mularse así: «No_ tendrás_Ui^ propia-leyr-íu-le}' ,<;erá_^igrrn2j-A- meninos respecto al padre y a su pene con los conflic-
la d e l o b j e t o . » Me parece que muchas mujeres han interio- 'i tos primitivos con la madre y el pecho; es hacer un cortocir-
rizadoBsTa exigencia fundamental, lo que les da siempre': cuito en la radical transformación operada por el cambio de
Una DOSiHÓn rff í-nrm-.l«3i-"n" + ^ "
objeto, inherente al destino femenino.
AquíTarnbieh contribuyen a mantener a la mujer en una Freud señaló que el Edipo de la niña promovido por la
situación de objeto parcial, 45 los conflictos del hombre con dolorosa envidia del pene constituía para ella un puerto, tan-
la madre omnipotente y los conflictos femeninos en la inves- to, que la niña cuya castración se habría efectuado ya, no
tidura del objeto amado.
tendría nada que temer por parte de su madre. De eslo re-
sultaría en la niña una tendencia a perpetuar la situación
Conclusión edípica. Es asombroso comprobar que el Edipo femenino no
declina de la misma manera que el Edipo masculino. (Dicen
los padres, espontáneamente, que su hijo les abandonará un
puede señalar que los^casos^clínicc
día, pero guardarán un poco más a su hija.)
._ . I • - ' lade.s nnsnlogicas
1— --I-»—-... .ILJ--.1J-I
¿No está este punto en relación con el hecho de que la
una constelación
_._ familiar análoga: HA
..^. ^..w.^^D. la jnaare
madr sac
niña, intentando escapar de la madre y tropezando con su
nra \eT padre
^ . bueno
.^^ yT vurnerabJe.
v ujnv.iaujc (Ji^rtarrjgrrl

das las familias están estructurada^


aC l^C f-3TT-1Í lí " " *-i— - - '
necesidad de salvaguardar a su padre, se ofrece como objeto
ste esquema. En parcial, protegida de esta forma de la madre, amada del pa-
dre y dependiente definitivamente?
Parece que, de hecho, la niña que perpetúa esta posición
sádico. Asomh no encuentra un puerto más que en la medida en que no
toma el lugar de la madre cerca del padre, puesto que como
45. Encontramos en esto, de manera harto evidente, la posición hemos visto, de hecho no se identifica con ella y permanece
descrita por Simone de Beauvoir en El segundo sexo.
niña y no llega a ser mujer. Pensamos que se protege al

' ••
• •

168 J. CHASSEGUET-SMIRGEL

mismo tiempo de la castración proveniente de la madre, LA SIGNIFICACIÓN DE LA «ENVIDIA DEL PENE>


cuyo sitio, a fin de cuentas, no ha usurpado. Una posición EN LA MUJER
edípica en la que la niña se identifica verdaderamente con
la madre para suplantarla junto al padre no nos parece por MARIKA TOROK
nada confortable. Los obstáculos con los que la niña tropieza
en su amor por el padre y a la vez en su rivalidad con la
madre son bastante terroríficos para que el complejo de
Edipo de la niña sea, no menos que el del niño, el «núcleo •
de las^neurosis». "" '—
I ' Honibre"s*'y mujeres hemos nacido de una mujer: somos
•ante todo hijos de nuestra madre, parece que nuestros de-
seos se dirigen a anular este hecho, tan cargado de conflictos En todos los análisis de mujeres sobreviene necesaria-
y que nos recuerda nuestra primitiva dependencia. mente un período en el que hace su aparición una codicia
^"~"E1 mito del Génesis parece traducir este deseo de separar- envidiosa del miembro viril y de sus equivalentes simbóli-
nos de nuestra madre: el hombre ha nacido de Dios, figura cos. Episódica en unas «la envidia del pene», constituye en
paterna idealizada, proyección de la omnipotencia perdida. otras el centro mismo de la cura. El exacerbado deseo de
La mujer ha nacido del cuerpo del hombre. Aparentemente poseer aquello de lo que la mujer se cree privada por el des-
.este mito expresa la victoria del hijo sobre la madre, sobre tino — o por la madre— expresa una insatisfacción funda-
la mujer, que se convierte así en su hijo y también consti- ' mental, que algunos atribuyen a la condición femenina. La
tuye una relativa salida para la mujer, en tanto que es tam- convicción de que la propia privación corresponde simétri-
bién hija de su madre: parece elegir preferentemente el per- camente a la posesión de otro es común a ambos sexos y se
tenecer a un hombre, el ser creada para él — y no como un encuentra en todos los análisis. Celos y reivindicación, des-
fin en sí misma — ser una parte de él — la costilla de Adán — pecho y desesperación, inhibición y angustia, admiración e
más que perpetuar su «atadura» a la madre. Hemos inten- idealización, vacío interior y depresión: todos ellos, sínto-
§> tado mostrar las razones confiictuales que obligan a nume- mas tan diversos como variados de este estado de carencia.
3?
1 rosas mujeres a no poder elegir más que entre dos posiciones Ahora bien, es notable que del hombre y de la mujer, sea
n de dependencia. únicamente ésta quien reduce este estado de carencia a la
Í naturaleza misma de su sexo: «Es porque soy mujer.» En-
tendiendo por esto: no tengo pene y de aquí mi debilidad,
mi inercia, mi falta de inteligencia, mi estado de dependen-
cia y aun mis enfermedades.

Al fin y al cabo, todas las mujeres están" en mi casa y no puedo


sentir por ellas, más que lo mismo que por.mí, desprecio. Son
los hombres, los que detentan todos los valores y todos los atri-
butos, que los convierten en dignos de ser amados y admirados...

¿Es concebible una desvalorización tan radical de su pro-


pio sexo? ¿Puede ""ser que hunda sus raíces'en una inferiori-
dad biológica real? Esta idea acabó por imponerse a Freud,
después de que intentara, vanamente, reducir este obstáculo
en la cura de la codicia de un objeto, inaccesible por na tu*
raleza. Se haría mejor en ir «a evangelizar a los peces» — to-
rnando la frase imaginada por Freud—, más que agotarse
170 J. CHASSEGUET-SMIRGEL LA SEXUALIDAD FEMENINA 171

en esta vana empresa: hacer renunciar de una vez para siem- sacar a la luz un auténtico deseo, afligido por prom'bicjpn&a,
pre a las enfermas a su deseo infantil de adquirir un pene. .Jque gime^en térra do bajo Jas_aparíencia.s_de_ Ja cnvícHa. Aquí,
Ante los fracasos de tan numerosas iniciativas ¿no ser/a pre- como en otros aspectos, tomar al pie de la letra las protes-
ciso resignarse a conceder alguna legitimidad a la «envidia tas del analizado será cerrar la puerta al análisis. Una ma-
del pene» e imputarla a la naturaleza misma de las cosas: nera de no desbaratar este efecto consistiría en legitimar Ja
«la inferioridad biológica del sexo femenino»? Al considerar «envidia del pene» en la mujer_mediante un pretendido es- 3
otro punto de vista, el desarrollo afectivo del niño, Freud tado de castración, que sería su "destino y la responsabilidad -*
concluye en el _ mismo sentido. Cuando "aquél Jé condujo á del cual correspondería a la filogénesis. Otro medio no me-
insertar entre el anal y el genital un estadio intermedio, el nos seguro de hacer fracasar el análisis sería conducir la
estadio fálico, lo concibió parecido para ambos sexos y ente- reivindicación a motivos exíraanalíticos. Como a la situación
ramente consagrado al miembro viril. Si es cierto que en de inferioridad real en Ja que se encuentra la mujer actual,
este estadio, un único sexo, el sexo masculino, es conocido en el plano de su realización sociocultural.
por el niño, se comprende el despecho celoso de la niña por Pero el analista que no duda en afrontar este «hueso»
estar desprovista de él. Todas sus hipótesis relativas a su de la cura, que constituye Ja «envidia del pene» tratará en
estado de castración y valor del otro sexo vendrán de ahí: primer lugar de sacar a la luz la naturaleza del conflicto que
sería el hecho de un falocentrismo psicobiológico, inherente engendra tal solución de desesperación. Precisará apreciar
al estadio fálico en sí. Es por Jo que la «envidia del pene» también, en su justo valor, Jos beneficios que, a pesar de
en la mujer, así como los esfuerzos para hacerla renunciar ."•
todo, no deja de procurarle y finalmente, mediante el trata-
no pueden desembocar, en la perspectiva analítica de Freud, miento intentará sacar partido de las penosas contradiccio-
más que en un callejón sin salida. Ahora bien, si la tesis de nes en las que de manera fatal se encierra la paciente.
la unisexualidad del estadio fálico se confirma en los fantas- * Entre los autores post-frendíanos. Jones y Ai. Klein tie-
mas correspondientes a este estadio, parece que de hecho nen el insigne mérito de no considerar la «envidia del pene»
este estadio puede recibir una explicación propiamente psico-" como irreductible. En efecto, estiman los dos que la calidad
analítica y que no puede satisfacer esta declaración de im- de la primera relación con el pecho materno es determinan-
potencia que hace intervenir a la biología. te. Desde que el análisis mejora la primera relación mater-
Comprendernos la exasperación de Freud al oírse decir: nal (desconflictualizando la introyección del pecho), la envi-
«Para-^qué proseguir el análisis sí no puede usted darme dia en general y la «envidia del pene» en particular pierden
-
esto.» Pero comprenderemos también la desesperación de •' su razón de ser.
su paciente, invitada a renunciar a un deseo que le era tan Según estos autores, es útil subrayar esto: para el ana-
querido. Y Freud fue el primero en convenir que no entra lista, los objetos-cosas no podrían ser más que signos de de-
en la función del analista encomiar el duelo de un deseo, seos o de temores, conscientes o inconscientes, dicho de otra
cualquiera que fuese. manera, revocaciones de los momentos subjetivos a partir
No es menos cierto, además, que en el análisis, el deseo de los cuales e] sujeto los instituyó. Para Freud el objeto, y

de la mujer de tener un «pene», es decir, de ser «hombre», aún el Objeto, vale en Ja economía de los individuos como
se denuncia a sí mismo como un subterfugio, en razón de su simple mediador hacia el fin de la pulsión: la satisfacción.
mismo carácter envidioso. Un deseo puede ser saciado, una Por supuesto los objetos-casas tienen su nombre y su espe-
envidia nunca. La envidia no puede engendrar más que la en- i cialidad, por lo tanto también son objetivos: el hecho de ser
vidia y la destrucción. Sucede que el falso deseo, proclama- parecidos para todos los convierte en propios para el cam-
do por la envidia, recibe un simulacro de satisfacción. Tales bio; pero también para la disimulación de los deseos. ¿No es
son las llamadas actitudes «fálicas» de algunas mujeres com-
la tarea del análisis la de encontrar detrás de la cosa el deseo
pletamente alienadas en la imitación del otro sexo, al menos que a la vez niega y realiza? Así, analizar por las cosas como
según la imagen que tienen del mismo; el frágil edificio que el «pene» o el «pecho», sea éste el del analista, y que acucia
así constru}'en no abriga más que el vacío, la angustia y la a tal enferma envidiosa ¿no es exacerbar las contradicciones
frustración. El problema del análisis, justamente, es el de que afectan a los objetos (y a los Objetos) en lugar de levan-
.
"

172 J. CHASSEGUET-SMIRGEL LA SEXUALIDAD FEMENINA 173

tarlas, haciendo aparecer (y al mismo tiempo desaparecer) a comprobar, no sin asombro, que tal pregunta, si no se se-
los conflictos internos que implica la satisfacción de un de- para de la actitud analítica, es capaz por sí sola de revelar-
seo vital? La realización del deseo no es asunto de las reali- nos la significación general del fenómeno: la propia natura-
dades objetivas. Depende de nuestro poder de satisfacernos leza del conflicto que intenta resolver y la forma por la que
y de nuestro derecho a la satisfacción, es decir, de la liber- intenta conseguirlo.
tad para poner en marcha los actos relaciónales de nuestro Una primera idea que acude a la mente es la de que Freud
cuerpo. Las realidades objetivas invocadas como objetos de pensaba que el descubrimiento por la niña del sexo del niño
carencia y de codicia —generalmente inaccesibles— son por era razón suficiente para suscitar la envidia y de manera
lo tanto piezas forzadas en la cura, para enmascarar (o sea, concomitante el odio a la madre, que según la hipótesis de la
para mantener) las inhibiciones relativas a estos actos, como niña, es considerada como la responsable de su estado de
piezas que — ¡cuan frecuentemente! — retendrán de por vida «castración». Y por supuesto, la «envidia del pene» no podría
prisionero al deseo. tomar su contenido — que es tanto como decir su pretex-
Por eso hay motivo para descartar de este estudio sobre t o — más que de la experiencia. Pero perdura un problema:
la «envidia del pene» al pene mismo, considerado como una el de cuál es el momento fecundo en el que debe de tener
cosa, una realidad objetiva., biológica o sociocultural. Por- lugar esta experiencia para producir una envidia irreducti-
que, hecho paradójico a primera vista, en la «envidia del ble durante toda la vida. Porque no se encuentra lo que no
pene» se trata nada menos que del pene en sí. Este «objeto se está preparado para encontrar. «El oso polar y [a balle-
parcial» se nos va a aparecer como una invención ad hoc na... confinado cada uno en su propio elemento... no pueden
para camuflar un deseo, como un obstáculo erigido artifi- encontrarse» como bien dice Freud. Si un encuentro decisivo
cialmente en el camino del unirse a sí mismo en la libera- tiene lugar entre la niña y el niño, no lo es en tanto que dife-
ción de los actos inhibidos. ¿Para qué sirve el artificio? ¿De rentes el uno del otro, sino en tanto que parecidos: dicho de
qué protege? Es preciso comprenderlo, antes de denunciarlo. otra manera, en tanto que están marcados por el sexo. Se
Por impedido, por alienado que haya llegado a ser, el está en lo correcto, al suponer que el descubrimiento hecho
deseo subyacente a la «envidia del pene», no dejaría de trans- por la niña del sexo del niño se inscribe en un momento de
parentarse. De esta forma, este síntoma, como todos los exploración de su propio sexo de niña. El descubrimiento del
demás, merece nuestro respeto y nuestra atención. Si por pene debió de suceder en un punto determinado por lo que
fortuna nuestro trabajo analítico llega a remontarse a los no se puede reducir a un simple incidente de la vida infantil.
I orígenes de la «envidia del pene» y por eso mismo lo con- Cuando la niña se dice: ... «Mi madre no me ha dado eso,
vierte en superfluo, no será nunca, cambiando una adquisi- hete aquí por qué la odio», escoge un pretexto cómodo, pero
ción, por una renuncia. La «envidia del pene» desaparecerá no hace más que expresar su odio, sin explicarlo en modo
sola, el día en que haya cesado el penoso estado de carencia alguno.
que la suscitó. La asociación de la «envidia del pene» y del odio, cons-
ciente o inconsciente, dedicado a la madre, es un hecho de
observación corriente. Pero hay otro hecho clínico, no me-
nos notable y cuyo examen permitirá situar los motivos pro-
II
fundos de este odio. Este hecho, clínicamente tan constante
y significativo, es el que se podría llamar la idealización del
Con la condición de abandonar una idea objetivista sobre
«pene». Numerosas mujeres se hacen la fantástica idea de
el «pene» envidiado y suspender cualquier cuestión relativa
un órgano masculino dotado de cualidades extremas: poten-
a la legitimidad sociocultural de esta envidia, el "camino está
abierto para'una andadura propiamente psicbañalftica. Para • - cia infinita, bienhechor o malhechor, garantizando a su po-
- • seedor seguridad y libertad absolutas, inmunidad ante cual-,
•-
el analista, la «envidia del pene» es el síntoma, no de una
quier angustia y culpabilidad, procurando placer, amor y rea-
«enfermedad», sino de un cierto estado del deseo, el estado
de un deseo no realizado sin duela en razón de exigencias lización de todos los deseos-^La «envidia del pene» es siem-
pre envidia de un pene idealizad^. ' '—
contrarias. Interrogando al síntoma en este sentido, vamos
174 J. CHASSEGüET-SMIRGEL
LA SEXUALIDAD FEMENINA 175
Cuando se tiene eso (el «pene») —dice I d a — se tiene todo,
uno se siente protegido, nada puede perjudicarnos... Se es como timo como evidente es mi carencia de esa cosa. Pero estoy
se es y Jos otros no tienen más que seguiros, admiraros... es un tranquila, considero como ilegítimo el verdadero odio que
poder absoluto, ellos (los hombres) nunca pueden caer en estado siento en mí por el rechazo que impones a mi deseo.»
de necesidad, de falta de amor. ¿La mujer? Incompleta, en per- ¿Cuál es este rechazo? No es un azar, que precisamente
petua dependencia, papel de vestal que guarda la llama. Había .
sea el pene —ausente en la anatomía de la niña— el que
ocasión para hablarme de la Santa Virgen...--¡Dios Padre es haya sido investido de valores de los que el sujeto ha tenido
hombre! La palabra pureza me recuerda miseria... He sentido
""siempre "uií "cierto desprecio por la mujer. que despojarse: el sexo del que no se dispone es el que mejor
No se por qué tengo esta impresión —dice Agnés— aunque puede figurar corno inaccesible, ya que por naturaleza es
no corresponde a nada en la realidad pero siempre era así para extraño a las vivencias del propio cuerpo. He aquí, pues, lo
mí. Como si únicamente el hombre estuviera hecho para realizar- que simboliza de maravilla lo vedado, lo que precisamente -
se, para tener opiniones, para formarse, para ir siempre más aflige a las experiencias del propio cuerpo, en relación con •

lejos. Y todo le parece naturalmente fácil... una fuerza que nada, el sexo propio. En resumen, la designación de una cosa inac-
nada detiene... que puede todo Jo que quiere. Yo pataleo, dudo, cesible como objeto de envidia, acusa la existencia en el
hay como un muro ante mí... Siempre tuve el sentimiento de que sujeto de un deseo refractado sobre una barrera infranquea-
no estaba acabada. Algo así como una estatua que espera a
que por fin su escultor decida modelarle los brazos... ble. La sobreinvestidura de la cosa envidiada no hace más
Una niñita, Yvonne, siempre creyó que los niños «llegan a que testimoniar el valor primordial inherente al deseo re-
todo... Hablan en seguida todas las lenguas... Podrían encender « nunciado. La mujer tiende a ignorar dentro de sí la instan-
todas las velas en una iglesia y nadie se lo impediría. Si a veces cia responsable del rechazo, ese perseguidor de rostro anó-
encuentran un obstáculo, lo saltan con naturalidad...» nimo; desenmascararlo exigiría el enfrentamiento de oscu-
ras regiones, en las que se incuban el odio y la agresividad
contra el Objeto, que ya no se podría amar.
i He aquí descripciones, que no pueden ser más elocuentes/-^1- En la «envidia del pene» se condensa un complejo dis-
d¿tm y£TTé~ídealizado. E_s_evidente que se trata de una signi- -í,? curso inconsciente, discurso dirigido a la irnago materna. Se
ficagjon inslituKlju «la cosa —1cuaiquiera_que sea— que no ;>>;, podría explicitarlo en las proposiciones siguientes:
se^tiene». Ahora bien, una carencia tan .vital no^rjodría ser /:& 1. «Mira, es una cosa y no en mí misma donde busco
una carencia natura], sino sólo el efecto de una privación, '-isí- aquello de lo que estoy desprovista.»
o de úTia renuncia. Y surge entonces la pregunta: ^^om^se 2. «Mi búsqueda es vana porque se trata de una cosa
llega a desposeerse de una parte tan preciosa de sí misma. ' Inapropiable. La evidente nulidad de mi búsqueda debe ga-
_, ¿xterior, co~n5iderado_ jnaccesi- rantizar mi renuncia definitiva a los deseos que repruebas
ble y además — según la opinión de las mismas analizadas — en mí.»
rriexj_iJt'gTiLe? L^hr) i remónos, por el momento^ a 3. «Tengo que insistir en el valor de esta cosa inacce-
comprobar un hecho. Tiene un nombre:.re_chq?_Q. A tnrla irjpa- sible, para que valores la grandeza de mi sacrificio al dejar-
Iizacióñ~7:'on^espgn5e como contrapartida un rechazo. Pero me despojar de mi deseo.»
^echazg_jEn__provech"p de quién7~SegurcT que de ¿a Madre. 4. «A mi vez, debería acusarte y despojarte, pero preci-
. samente es esto lo que quiero evitar, negar, ignorar, porque •
como lo testírnomaeT oJib que se le dedica. En efecto, si el .- -
pene' realizado r¡o tiene" existencia efectiva, la contrapartida tengo necesidad de tu amor.»
para el sujeto es: la depresión, la autodesvaloración, la ra- «Resumiendo, idealizar el pene para a continuación envi-
bia, que tienen una existencia y muy real. No se creerá ni diarlo más, ¿no es tranquilizarte mostrándote que eso no
por un instante, que estados afectivos de parecida intensi- sucederá nunca entre nosotras, que consecuentemente nunca
dad puedan provenir de alguna idea que se haya hecho a encontraré, nunca accederé a eso en mí? Eso sería, te digo,
propósito de un objeto existente. Cuando la niñita dice a la tan imposible como cambiar de cuerpo.»
Madre que vive en ella: «Te odio a causa de esa cosa que no Tal es el juramento de fidelidad que la «envidia del pene»
me has dado» igualmente
imiaim«vi*-o ^-,~~. **•- +
dice: «Éste signa con su sello.
es un odio tan legí- Esta parte vedada de sí que, en el discurso imagoico de
J. CHASSEGUET-SMIRGEL LA SEXUALIDAD FEMENINA 177

la niña, corresponde simétricamente al «pene» ¿qué es sino rrir de manera complementaria a interrogar al síntoma: ade-
su propio sexo combatido por el rechazo? más del ensayo de reconstitución de su génesis retrospectiva 1 T 'I

He aquí una sorprendente afirmación. Parece querer de- tal como intentamos hasta el presente, se trata ahora de con-
cir que el sexo vivenciado de la niña puede simbolizarse en siderar otra dimensión también esencial: su dimensión pros-
el pene-cosa del niño, dicho de otra manera, en una aprehen- pectiva. Posiblemente de rebote nos aportará alguna luz so-
sión anal del pene. En realidad, en esta simbolización nos bre la génesis misma.
falta un eslabón genético: precisamente se trata de la rela- Entendemos por dimensión prospectiva de un síntoma
ción anal con la madre. La noción de «cosa» accesible o in- y del conflicto que lo subtiende su aspecto propiamente ne-
accesible, permitida o prohibida, hace claramente alusión a gativo, que no es solución de ningún problema y que no se
esto. Es a la Madre a quien la niña se dirige en su ruego: define más que por alguna cosa, aún inexistente, que aún no
«Quiero esa cosa.» Ahora bien, lo vano de la petición en su ha acaecido, el paso adelante que impidió realizar. Sin em-
forma y en su fondo implica una tranquilizaron prodigada bargo, es este momento prospectivo el que presta al rechazo
a la Madre: sus privilegios serán mantenidos. Es notable, en todo su carácter dinámico. Las etapas obstruidas de la ma-
efecto, que la autoridad, la alta mano de la Madre atañe duración afectiva reclaman su realización. Se presienten a
menos a las «cosas» que le «pertenecen» que a los actos del través del rechazo que las bloqueó, pero el aspecto prospec-
dominio esfinteriano, actos que pretende mandar a su gusto. tivo del síntoma no se articula en el discurso imagoico. En
De aquí la dificultad para el niño, y más tarde para el adul- efecto, la niñita, ni inconscientemente sabría dirigir las si-
to, de asumir estos actos sin pasar por la instancia imagoica. guientes palabras a su imago: «Si puedo decirte que envi-
He aquí el contexto en el que debe insertarse la «envidia del dio el pene-cosa para apropiarme y convertirme en un niño,
pene». Se comprenderá, a partir de este momento, que lo lo que aún no puedo sentir es mí deseo frustrado de gozar
que es envidiado no es la «cosa», sino los actos que permi- con el pene a manera de mujer, como está ordenado en el
ten dominar las «cosas» en general. Precisamente envidiar destino de mi propio sexo.» Luego, justamente el hecho del
una cosa es manifestar a la imago la renuncia a los actos. no-acceso genital es lo que debe ponernos en el camino para
Así pues, el niño, en el curso de la relación anal, habrá alie- identificar las prohibiciones rechazantes. Efectivamente, no
nado en provecho de la Madre sus actos de dominio esfinte- puede tratarse más que de la misma experiencia que habría
riano. De esto resulta una agresividad inaudita. Pensemos debido preparar y elaborar el proyecto y las identificaciones,
en el siguiente proceso: el dominio ejercido por la Madre no experiencia evidentemente en relación con la «parte precio-
puede ser interpretado por el niño más que como una mani- sa» de sí, que fue rechazada.
festación de su interés respecto a la posesión de las mate- Hemos visto que esta «parte preciosa» era un con/unió
rias, ya desde que están en. el interior del cuerpo. Consecuen- de actos convertidos en privilegio de !a Madre anal. La ni-
cia: el interior del cuerpo, a su vez, cae bajo el peso del con- ñita disponía no obstante de un instrumento que le permi-
(
trol materno. Cómo liberarse de tal soberanía, si no es por tía recobrar, de una manera indirecta, lo que le fue robado... I g&gvp^
una reversión de la relación: naciendo entonces los fantas- Era la identificación con la Madre soberana de sus poderes.
(Mt^- ¿su
I ^-~TÍ>---r- ¡W*
mas homicidas de eventración, de evacuación del interior Asi pues, lo ¿[ue se comprobará es una laguñ"^cn~esta~misma -v -7?í£e* "rs
del cuerpo materno, de destrucción del lugar y de la función 'IjícnTifícacíoñ, laguna gire la"'«envidia dei peric» testimoñTF'á
de su dominio. plena satisfacción."FaraT c o n c l u i r así hemos sido TIevados~~a
He aquí por qué tiene que tranquilizarse la Madre. Se incriminarla no sólo del rechazo de los conflictos pregenita-
comprende ahora con toda la claridad deseable que la envi- les anales, sino _de una inhibición ^científica, total o parcial,
dia fijada al pené-cosa —además inaccesible^—~püedá"des-" de la masturbación, del orgasmo y de la actividad fantasniá-
empeñar este papel de maravilla. tica concomitante. Aparece entonces la «envidia del pene»
Volvamos a la última pregunta: ¿qué es lo que motiva la como una reivindicación disgradada — n o por el
especificidad de esta elección? ¿Por qué precisamente el Ios_atributos j.Je.I_ntrn •=i-Yn_ sino pnr sus propios
«pene»?
Para ceñir mejor nuestro problema, se tendrá que recu- si misma en la conjunciñ
LA SEXUALIDAD FEMENINA 179
178 J. CHASSEGUET-SMIRGEL

son las primeras conclusiones que nos parece posible sacar que hace gozar a su detentor sin culpabilidad. No está ligado
en cuanto a la significación general de la «envidia del pene»,' - a un gesto masturbatorio y de incorporación culpable. Reú-
considerado como síntoma en el sentido freudiano del tér- J ne las condiciones de perfecta armonía: placer para sí y ar-
mino. monía con el ambiente. Sentir «esa onda» es agresivo, malo
para los otros. Entonces todo lo «bueno» se abandonó en
provecho de un objeto exterior^ el pene idealizado. E] vacío
III
creado así en el sujeto se llenó de tristeza, de amargura, de
celos. Pero la agresividad que incuba no sabría remediar lo
M. Klein, Jones, K. Horney, J. Müllcr han señalado bas- que se malogró: los progresivos y voluptuosos despertares
tante antes que nosotros la precocidad del descubrimiento a Ja madurez, "únicamente la cura analítica estará en condi-
y del rechazo de las sensaciones vaginales. Por nuestra par- ciones de suscitarlos, liberando los instrumentos.
te, hemos observado que el encuentro con el otro sexo es . Esta alegría de los despertares madurativos se prolonga
siempre una evolución, una ocasión para el despertar del más allá de la satisfacción inmediata. Significa para el su-
suyo propio. Clínicamente, la «envidia del pene», el descu- _. jeto una súbita apertura hacia el porvenir. Es la alegría de
brirniento del sexo del niño, se ven asociados con frecuencia los grandes descubrimientos, de los «¡Ah!, ¡he comprendido!»
•a un recuerdo rechazado de experiencia orgástica. «Así es pues como yo llego a ser yo mismo, adulto; conquisto

mi valor por Ja alegría sentida a través de la cual llego a ser
Durante algunas sesiones, Marta presentó violentas crisis de yo» (J. Müller señala acertadamente que el libre juego de la
lágrimas y risas. Poco a poco sus emociones encuentran un con- sexualidad infantil garantiza ]a estima de sí mismo). En efec-
tenido: de niña encontró niños en la piscina. Desde entonces, to, los juegos orgásticos de la primera infancia son los verda-
repite frecuentemente una frase, siempre la misma: «No puedo deros instrumentos con ayuda de los cuales se apresura y se
vivir así.» En el curso del análisis es esta frase la que vuelve en elabora el sexo genital y, por esa razón, toda la personalidad
los momentos de las grandes depresiones. «Así» conscientemente en formación. ¿Qué se descubre caminando hacia el orgas-
quiere decir: desprovista de pene. Pero comprendemos que en mo? El poder de fantasear su identidad con los padres y de
la misma ocasión «apretaba los muslos», «arrollaba un pico del
bañado/ en el interior» y sentía como una «onda sensible». La imaginarse en todas las posiciones de la escena primitiva en
risa' mezclada con las lágrimas (alegría y culpabilidad mezcla-- los distintos niveles en lo que es abordada. El orgasmo obte-
das) reenvía a la idea: «Si estoy hecha "así" (sintiendo "esta nido, verdaderamente tiene el valor de verificación: el fan-
onda") entonces "¿me querrán aún en mi casa?"» En la pubertad, tasma es válido puesto que ha provocado el placer. Se com-
]a misma enferma sentía una culpabilidad tan viva frente a su prende que cada inhibición de tal encuentro de sí consigo
madre que durante un año la mantuvo en la ignorancia de sus mismo deja en el sujeto una laguna en el lugar y sitio" de una
reglas, símbolo de su acceso a lo genital. identificación vital para él. De ello resulta un «cuerpo pro-
De hecho, el propio sexo, en lugar de ser desconocido, era pio» incompleto (otros dirían Imagen del Cuerpo) y correla-
tema constante de preocupación latente: el afán de agradar tivamente un mundo de realidades fragmentarias." 7
a la madre ¡a remitía al placer orgástico. Sin embargo, en El valor de alegre apertura hacia el porvenir que da sen-
el curso de las sesiones, el deseo del orgasmo se expresaba tido a las experiencias orgásticas se recordó bien en algunos
con accesos de risa: pero tuvo que mantenerse rechazado sueños:
por medio de la «envidia del pene». Primeramente hubo «un
placer indecible», «una inmensa esperanza». Después, ignora De esta forma Agnés encuentra los recuerdos y la emoción
de sus experiencias orgásticas precoces. Es un sueño en el que
cómo se instaló una convicción: existe, no en mí, sino allí, no primero hay «una alegría indecible» que luego se convierte en
en mi cuerpo, sino en un objeto, algo infinitamente deseable,
pero perfectamente inaccesible. Notemos la contradicción: 47, Es cierto que ]a masturbación podrá resurgir más tarde con
«la onda sensible infinitamente buena» hace perder a la niña contenidos fantasmáticos de nivel diferente, pero lo que se rechazó
su sentimiento de ser buena para el ambiente. El «pene» es precedentemente imprimirá su marca de negatividad en toda la per-
vivido entonces, corno ya veremos, como el sexo «bueno», el sonalidad ulterior.
-

180 J. CHASSEGUET-SMIRGEL
LA SEXUALIDAD FEMENINA
depresión. Al borde del mar. Espera. Una muchedumbre excitada 181
se agolpa a su alrededor (expectativa del orgasmo). Detrás
los W.C. (recuerdo de una escena de masturbación). Está senta- Una parte de mi cuerpo quedó en mi madre (mano, pene, he-
da; repentinamente, sobre su falda extendida, se posa un mara- ces, etc.). Pero ¿cómo retirarlo? ¡Lo necesita tanto! Es su único
placer.
villoso animal, dulce y de tacto sedoso a la caricia. Respira pro-
fundamente, estira los brazos y lo acaricia. Admirativa, [a
muchedumbre vibra con ella. Todo era «tan pleno», «tan formi- La mano «que pertenece a la Madre» no podrá simbolizar II
dable». Este momento — d i c e — concentraba todo, todo lo que para la enferma lo que la Madre se prohibe a sí misma; esta
fui, todo lo que seré. Como cuando se dice: quiero estar en un mano será refractaria a cualquier significación peneana: **
bonito lugar, tengo un fuerte deseo y apenas se ha pensado que permaneciendo obstruido el camino hacia el Padre, la rela-
ya se ha realizado. ción de dependencia con la Madre deberá perpetuarse. La ni-
ñita vivirá el dilema sin salida: de identificarse a una madre
Así pues, el fantasma orgástico rechazado —como el sue- vacía de valores, peligrosamente agresiva y que tienen nece-
ño ilustra bien—'concierne a la incorporación del pene en su sidad de completarse a base de tenería, o permanecer como
función pulsional en tanto que generador del orgasmo. Esta vano apéndice de un cuerpo incompleto. En la relación con
misma enferma sentía su cuerpo inacabado, deseaba que un el cónyuge, la mujer se arriesga a repetir estas dos posicio-
«escultor» viniese a «hacerle los brazos». No podía hacer más nes. Ahora bien, por el análisis, se trata precisamente de ad-
que un uso muy limitado de sus manos, trabajadas en la ac- quirir aquello por lo que el círculo encantado del serlo y del
tividad masturbatoria, en su función fantasmática fundamen- tenerlo puede abrirse. Ciertamente no será un pene-apéndice
tal de ser el pene para la vagina. lo que se le conferirá; los «brazos» que Agnés acaba de reco-
Ferenczi, nos enseñó que la masturbación va unida con brar son el equivalente de un pene-complemento que sim-
un desdoblamiento del sujeto: éste se identifica a la vez a los boliza, más allá del serlo y del tenerlo, el derecho deJ-iacer ' v_
dos componentes de la pareja y realiza el acoplamiento de ir. Cuando la «envidia del pene-apéndice» no enmas--
" cara el deseo del pene-complemerito, entonces el acercamien-
manera autárquica. Añadimos que este desdoblamiento, el
tocarse, la experiencia «yo-mí» autentificada por el orgasmo, to respecto al Padre no debe tropezar con el sentimiento de
significa además: «Puesto que' puedo hacérmelo solo, estoy | . tener un cuerpo peligroso para el pene. AI mismo tiempo sig-
libre de los que hasta el momento me han dado o me han nifica que la masturbación (y las identificaciones) no es vi-
prohibido el placer a su capricho. Por la propia significación [ ! L **ivida
Lt h . como destructora de la Madre. j

de la masturbación, y del tocarse, y también en tanto que El levantamiento de la inhibición orgástica en el curso
reflexibilidad específica del fantasma, el niño se vuelve autó- ;. de un análisis siempre se acompaña por un sentimiento de
nomo de una relación maternal de dependencia. Por esto . ; potencia. Es impensable que un análisis pueda conducir a
.
mismo también, habrá instituido una imago materna autó- •:, la mujer hacia una madurez genital sin haber resuelto la «en-
noma, es decir, susceptible de obtener su placer en otra parte - vidia del pene», que enmascara el conflicto masturbatorio
además de con él. Se comprende que esta eventualidad falla y el conflicto anal subyacente. Particularmente es inconce-
cuando la ¡mago materna prohibe la masturbación. Una tal bible que «la envidia del pene» se transforme directamente
imago se constituyó en el momento de un adiestramiento anal • en el «deseo de tener un hijo del Padre». En efecto, si el
excesivo o precoz, extendiendo luego su despotismo a todos hijo debe desempeñar el papel de ufT pene-objeto envidiado
los terrenos analógicos. Una madre demasiado exigente dará y aportar una integridad hasta entonces defectuosa, ¿cómo *i -
una irnago maternal celosa, vacía, insatisfecha. ¿Cómo va a será aceptada su evolución, su desarrollo en el propio proyec-
estar celosa y suspicaz al ver al niño-escapársele en el curso
de la maduración? La prohibición de la masturbación, justa-
mente tiene por efecto encadenar al niño al cuerpo de la
to deseado y estimulado por una Madre, que sin él. recaería
;~_e"n la amargura y en la envidia? Tal Madre no tiene más que..
'^un deseo: mantener al hijo-pene, ilusoria garantía de su in-
i
madre y trabar su propio proyecto vital. Frecuentemente, las _ v ..\tegridad, en estado de eterno apéndice.
enfermas expresaban esta situación, dicisndo: En la medida en que la «envidia del pene» se funda en un
4S. Es notable que la mano, como medio de introyección de la
V escena primitiva, simboliza siempre el órgano genital del sexo opuesto.

•.

•=- - ••",-":. "•


LA SEXUALIDAD FEMENINA 183
182 J. CHASSEGUET-SMIRGEL
labras me han dejado. No me acuerdo... Es como si me hubiera
rechazo y protege contra el retorno de angustias pregenilales, pasado un poder. No obstante, estaba muy deprimida el otro día.
es obstáculo en el camino de la genitalidad, a la que en nin- Pero después de salir de aquí, me repetí lo que usted me dijo. •-.
gún caso podrá conducir. El camino que va de la «envidia del Y desapareció toda la ansiedad. Raras veces he llorado como lo
p e n e » - a la genitalidad pasa necesariamente" por una etapa hice esta semana... Es como una luz repentina... Y ayer por la
"intermedia: por el ^fantasma de gozar con el pene del Padre, tarde he... no, nunca he hablado de estas cosas con nadie... En
Una ve~z"que se ha permitido este fantasma, el hijo deseado- una palabra, era como un despertar. He sentido placer... Ahora,
no tendrá ya el sentido de Jo que no se tiene, sino el de lo tengo deseos de probar y lanzo sonrisas a todos los hombres y
después, sabe usted, responden con gentileza. Y no salgo de mi
?JT-*-T que viene a integrarse en el devenir mismo de la vida.
Í asombro, ¡me hacen cumplidos!
Después de la sesión precedente comprendimos conjun-
IV tamente como por la idealización se prohibía una realidad
accesible y como de hecho esta defensa abunda en el sentido
Detenida en su acceso a la genitalidad, la mujer que su- de la prohibición materna de acercamiento a la virilidad de
fre de «envidia del pene» vive con un sentimiento de frustra- su padre. La destitución imagoica abría la entrada al núcleo
ción cuya naturaleza apenas sospecha. No tiene más que una del problema: la masturbación. Algunas sesiones más tarde,
idea exterior de lo que puede ser la plenitud orgástica geni- Olga llega con «una mano muy fría», como si no le pertene-
tal. De todas formas, mientras permanezca el rechazo, no ciera. En relación con esto aparecen todos los objetos que
sabrá cómo alcanzarla. la madre le había prohibido tocar y en particular su propio
Hemos visto que el síntoma consistía en idealizar el pene, 'sexo." Esta mano «muy fría» no era nada más que la demos-
en investirlo de todo aquello de lo que se ha perdido la espe- tración de obediencia a larimago materna prohibidora.
ranza para uno mismo: su propio proyecto de vida, la madu- Conducir la idealización del «pene» al rechazo de la mas-
rez genital. Porque para el niño, éste es la realización, ya que turbación corre pareja con una liberación de energía y con-
esto es lo que todavía le falta. Ciertamente el deseo es eterno, fiere, como bien se ve, los poderes del propio sexo. Se trata
no renuncia nunca, pero está obligado a «girar en vacío» ó" a" del poder, arrebatado al niño —ahora recobrado— de iden-
fijarse" en imágenes convencionales. Encontrar al hombre en tificarse con los protagonistas de la escena primitiva, propia
una fusión orgástica plena, realizarse en una actividad au- de cada estadio, y verificar la justeza momentánea de sus
téntica, he aquí el deseo profundo de la mujer que sufre con identificaciones por el placer orgásíico obtenido gracias a
la «envidia del pene», he aquí también de lo que más huye. ella/9
Es cotidiano en la clínica ver mujeres lanzarse sobre el pene-
compleménto, instrumento de la realización femenina, para 49. Es tan cierto esto que aun ]a identificación con el castrador,
encontrarlas de nuevo en lucha con una imago amenazante y con el prohibidor del «autoerotismo», pasa necesariamente por el fan-
celosa. Surge entonces la envidia del pene idealizado y el odio tasma masturbatorio. Si falta esta identificación — p o r paradójica y
a su pretendido detentor. Desde ese momento la decepción la neurótica que sea — lo prohibido equivale a una castración efectiva y se
traduce por un estado de sideración y de tensión extrema. La autocas-
llevará hacia el amor, la frustación hacia la plenitud. tración psicótica no tiene más sentido que el de intentar de una ma-
El paso a lo que se acostumbra a llamar lo genital, va pa- nera desesperada una identificación letal para levantar una inhibición
rejo siempre con el sentimiento: no estoy «castrada» porque no róenos letal.
«puedo». Esto significa ante todo la desinhibición del gesto Existen dos formas de comprobar las identificaciones madurantes
del niño: primero prohibir el orgasmo, ya que éste confirmaría la va-
y de los fantasmas masturbatorios, sin lo cual el proceso lidez de sus tentativas de valoración. Y segundo suprimir el fantasma
analítico quedará bloqueado en sí mismo. Si rechazo equivale sustituyéndolo por una realidad objeta! (seducción). En este último
aquí a: laguna en el Yo, a limitación de poderes y de su pro- caso la identificación fantasmática se cortocircuita por una realización
efectiva pero prematura y los efectos alterantes de la inhibición, que
pio valor, el levantamiento del rechazo aporta potencia, esti- resultan de este traumatismo son comparables a los que se derivan
ma de sí y sobre todo confianza en su poder y en su devenir. del otro exceso. Por esta razón los inhibidos de la masturbación fan-
tasean hasta la mitomanía escenas de violaciones y las violentadas
No sé cómo explicarle — dice Olga la impresión que sus pa- precozmente se comportan como inhibidas del orgasmo.
-._ ""»•••- • •JKÍ-"-- "• -iasíü.'.

184 J. CHASSEGUET-SMIRGEL
LA SEXUALIDAD FEMENINA lgs

Para dar al lector una intuición más concreta de estas te- pene envidioso, 2.° al carácter
sis me ha parecido oportuno confiarle una breve secuencia
de una cura analítica (una veintena de sesiones). Ida, mujer Habiéndose reconocido en n
que para ella tienen «mujer» v «nenf iones
joven de origen húngaro, solicitó la ayuda del psicoanálisis sí misma que no se trata H/ 'c por
para librarse de sus numerosas dificultades afectivas y pro-
fesionales. inconmovibles, ^^^
cíones, hacia su génesis: «¿J madre^eMclo
vive en mí así,para mí, «mujer» ^ ££
Me sentí turbada viendo a Jacques lavar la vajilla. Sentía ver- «sm cuerpo-bajo», «monstruos- ? «castrado»,
güenza, como si se me hubiera desvelado una parte escondida. idealizar el pene Incomn^íL Y ? « ° qU£ deb° envi diar e
Soy incapaz de efectuar trabajos de aguja, zurcir, coser... Siento
vergüenza de tener un cuerpo de mujer. Sentí vergüenza de ver desvaloriza y l^castra ^n su 'n,^' *"***«*. la Madre la
a Jacques convertirse ¿cómo decirlo?... en mujer. Evidentemente -ella comprende asi n T devenír ' Es P or Io ^
esto no quiere decir "que lo sea... pero ¿por qué es tan inquietan- misma ' n ° p u e d e S uard ^ nada para sí
te? Posiblemente porque «mujer"» para usted no tiene la signifi-
cación habitual. Ser «mujer», para usted, es ser «sin sexo». Lo
que ha podido inquietarle es la idea de que Jacques pueda con" Pobre mamá, se siente muy desamparada. Cree que ahora
vertirse en «sin sexo». No lo sé. Estoy confusa. ¿Por qué pensé no me ocuparé más que de rni bebé. Soñé con una serpiente. Me
que con un flambeau^ (nombre dado al pene) se tenía todo, salió de entre los pechos y se atrevía a picar a los demás. La
lo que era formidable, ¿Por qué atribuí ese inmenso poder a los . comadrona me dijo que el bebé estaba a punto de salir. Pobre
hombres? ¿Realmente, son así? No, no son así. De todas formas mamá. Ha telefoneado hoy, pero era para hablar con Jacques.
!=•- r^ si son para usted como los ha descrito, comprendo su envidia del Debe estar muy sola. En la guardería no había más que niñas.
flambeau. Jacques no es así, mi padre tampoco, ni mi'abuelo, na- Luego, ese gentil doctor, ese buen anciano. Lo quería. Me daba
die. Era una idea mía. Para mi madre las mujeres eran como -. pinchazos. En la escuela, también había muchachos. Mi madre
enemigos. Olivier, no. Oiivier, mi hermano, podía ser un amigo. •K nunca me enviaba a la escuela puntual. Siempre tenía que re-
Podía decir a los hombres: he aquí a mi madre, es formidable. trasar la marcha para quedarme un rato con ella. También quería
Ella había sido abandonada por su propia madre. Creía que los >. siempre prolongar las vacaciones. No le gustaba la escuela. Sin
niños nacían por el ombligo. Realmente es como dijimos el año embargo la escuela es la fuerza, la autoridad, la regularidad, la
.-
ií íar pasado: el hijo no le dio «cuerpo-bajo». Para mí el hijo es la vida ; seguridad. Me gusta la escuela. (Ida tiene serías inhibiciones para
de «abajo», es todo lo que se tiene abajo, es todo lo que se puede S' continuar sus estudios universitarios.)
empujar por abajo. Mí madre había tenido la ictericia. Yo debía
ser como ella. (Recuerdo de un sueño en el que alumbraba a un * Ida continúa profundizando la significación de su relación
hijo amarillo-naranja.) Para ella, yo debía ser algo así como "'"materna. Ahora interpreta: si tiene un bebé, mamá se con-
un enemigo. Pero también era amiga... ¿Por qué me dijo: no lvertirá en «pobre». Hija y madre están indisolublemente
serás nunca tan bella, ni tan fina, ni tan sensible como Suzanne? ligadas, una completa el vacío de la otra,
Nunca me protegió: nunca fue un sostén para mí. No he te-
nido nunca nada mío. No he guardado nunca nada. Mis cosas, .. Equivalencia entre la serpiente-bebé que pica y el buen
las he dado siempre. doctor anciano que pincha: son objetos-placer para Ida; son
• peligrosos para la madre. Gracias a estps objetos-placer — l o
Está claro que para Ida «mujer» equivalía a «castrado». . siente así— podría librarse. Esto le explica por qué la Ma-
Intentar castrar el hombre se justifica por el deseo de ad- dre la retiene al entrar en contacto con esa «fuerza», «esa
quirir el sexo único, el sexo masculino con todas las «venta- - ..autoridad» que es la escuela para ella. Ida llega con retraso ...
jas» que conlleve. La interpretación se dirige"a~üna doble to- .Ji sus /sesiones por la misma razón, La Madre «vacía» «sin"
ma de consciencia concerniente: 1.° al carácter idealizado del .cuerpo-bajo», tiene necesidad — para colmar su vacío — de
'guardarla cerca de ella, como objeto-placer para ella misma.

•'
50. He preferido dejar la palabra flambeau sin traducir por con-
siderar Que la traducción castellana no daría idea de la que Ida iba
asociando. En francés avoir la ftambeau se utiliza para señalar la ha-
bilidad de una persona. fjV. del T.)
..Resumiendo el dilema es: ser autónomo y gozar con el pene
,o bien ser el apéndice anexo de la Madre. Si tengo mi placer,
la Madre se convierte en indigente y vacía; esta idea me es
!t
:
.
.insoportable.
ti
186 J. CHASSEGUET-SMIRGEL
LA SEXUALIDAD FEMENINA 187

Soñé que le pedíamos un perrito a mi madre. Yo no, mi mari- Ida me asegura: soy buena para ella, gracias a mí ha
do. Cuando era pequeña me gustaba retener el pipí. La vieja
planchadora me'enviaba al water cuando me veía apoyarme ya podido salir su hijo. No hay peligro en que se afirme en su
sobre una pierna, ya sobre otra. Es curioso, después de haber independencia. Pero ¿le permitiré otro placer, el verdadero,
hecho el amor también vo}'... Siempre se nie ha hecho creer que el que precisamente prohibió la Madre: los estudios? No es
las niñas no tenían nada. Nada más que un agujero por donde "problema, 'asegura: ahora se siente una «verdaderamente
salen las cosas. No deben retener nada. Este osito me hace reír. mujer», dicho de otra manera, un verdadero castrado. Pero
Lo compré para el bebé pero por el momento me lo guardo. Soy más vale esto que liberarse del vínculo-de pertenencia. Heri-
estrecha como una virgen. No puedo ponerme el preservativo. da, descompletada, la Madre se convertirá en peligrosa como
Sangra, cae en el water. Voy a pagarle hoy. en la escena de la cocina. Además, renunciar a la propia inte-
gridad, corno cuando Ida pretende ser una «verdadera mujer»,
Hay que reclamar alguna cosa a la Madre: la libertad de comporta el mismo peligro: la agresividad de la insatisfac
retener en su cuerpo un «pipí» para jugar y gozar con él. Ha- .ción. Así pues, no queda otra salida que la inhibición total.
blar de todo esto es ya un estímulo para la disolución de la Estudiar, retener, como también «retener el pipí» o gozar
vinculación deprimente... Ida tiene necesidad de asegurar a en el coito: he aquí los terrenos prohibidos. Ida se ata a la
la Madre: no busca empobrecerla, por el contrario le paga Madre vacía; la que le impide alejarse e ir hacia esa «fuerza».
y de cualquier forma, está de tal manera estrechada en el
interior que podría exigir y retener lo que fuera. «Ningún . Imposible llegar a la hora. Llego siempre con retraso. Como •
problema con lo de satisfacerme sola, no hay ningún peligro' en la escuela. El otro día la sentí descontenta. Ahora manejo bien
para ti, podrás guardarme como apéndice tuyo.» Aquí, poder el bebé. Cuando mi madre no me enviaba a la escuela, estaba des-
retener es afirmar que se puede tomar su placer por sí misma contenta, quería enfadarme, después acababa por ceder. Estoy
y por consiguiente convertirse en independiente. Notamos . angustiada con la idea de reemprender los estudios. Usted me
que el propio «cuerpo-bajo» de Ida comienza a entrar en el habló de ese sueño de la montaña. Estaba con mi madre, detrás
discurso. de ella. Tenía mucho miedo. Abajo era horrible. Como toda esa
I vida de «abajo». También tenía mucho miedo de caer. Espere,
esta noche he soñado. Estoy en la arena o en algo arcilloso. Se
¡Oh!, dando a luz se presentó una gran dificultad para que abre y yo me hundo cada vez más. Impresión de que para sal-
saliera el niñó^Después, de repente, pensé en todo lo que había- ..- varme es preciso hacer algunos gestos y algunos movimientos.
mos dicho aquí, la llamé muy fuerte, muy fuerte y ya está, la Es preciso dejarme ir sin resistir... hacer algunos, no sé cuáles...
angustia se calmó. Acabo de llegar con retraso a causa de mi gestos definidos. Al borde del agujero: un hombre indeterminado,
cocina. Y además, sabe usted, dejé mi trabajo. (De repente me no veía su rostro, no sabía quién era. Un personaje indiferente,
dijo: soy una verdadera mujer.) ¿Una verdadera mujer? ¿Qué es neutro (el analista). Tenía la impresión de que intentaría sal-
para usted'? Oh, algunos vestidos, un peinado, un descanso de varme, pero también que era impotente y que no podría hacer-
cinco minutos de vez en cuando, un plato bien hecho. Pero usted nada por mí. Y yo me hundía cada vez más, buscando siempre
tiene razón, hay algo incomprensible. Vi a Jacques ante su mesa: esos gestos, era preciso encontrarlos. Pero finalmente no era tan
escribía. Yo quería hacer otro tanto. Estaba... como celosa. Mis malo como todo eso, pensaba que eso al menos me salvaría. Np
estudios... son aún mi punto de angustia. Todavía tengo que sé más, no sé más. También era como el parto.
escalar montañas. (Es el recuerdo de un sueño en el que esca-
laba montañas con su madre. Abajo estaba el mismo, «es terri-
ble», es el caparazón de un cangrejo, un enorme cangrejo rojo.) El recuerdo del «sueño de la montaña» (está en la cumbre
Mi madre en esa cocina... terrible. Ese día tenía la impresión de con su madre; abajo, abismo y cangrejo) le recuerda ahora
tener dos madres. Una como todos los días que sonríe gentil- otro sueño más reciente: esta vez, está «abajo» y con un hom-
mente, que habla, que hace cantidad de cosas. Y la otra, esa bre, en el abismo: ahora se atreve a explorarlo. Se introdujo
mujer desconocida, inalcanzable, absurda (alusión a una escena en el interior (como un bebé en su cuerpo). Pudo ahora iden-
en la cocina: su madre hirió un día a su padre, en la cocina, tificarse al pene que la penetraría. Está segura: no corre-
después de una violenta discusión). Espere, soñé que tenía una
ría peligro, y es más, gozaría. Penetrarse, dejarse atraer ha-
mercería, donde vendía botones. Quería una caja de costura.
cia el «interior», corno en un desdoblamiento masturbatorio,
es poder enfrentar la relación con el hombre y, por ella, li-
188 J. CHASSEGUET-SMIRGEL
LA SEXUALIDAD FEMENINA 189
berarse del «alto de la montaña», la relación que hace de lo
de abajo un «abismo de cangrejos». Lo orgástico del sueño un incendio, fuego, humo. Jacques subió al sexto. Prefería subir
se precisó algunas semanas más tarde. «También era como que bajar. Lo cierto es que un día hizo de bombero en una casa
el parto» cuando el hijo se separa de la madre. Esta separa- incendiada. Tengo una amiga que dice: Me siento inflamada
ción tiene lugar a favor de un orgasmo por intromisión. En cuando hago el amor. He hecho varias hipótesis de por qué había
este momento. Ida dispone de la muñeca que ella era para subido. Yo me quedé en el piso de abajo y me estremecí. Era
exactamente la misma impresión que en el sueño en el que me
la Madre, muñeca que de aquí en adelante manipula, y puede
hundo en la arena. ¿Por qué he tenido este sueño? A veces Jac-
abordar un nuevo problema, la relación genital. ques me saca la lengua y es espantoso. (Analizamos un problema
ligado a la fellatio.) Es bueno haber podido hablar de esto, usted
¡Tengo pánico cuando Jacques me posee! pensé en el pasillo no tiene miedo al fuego.
interior de usted. Estuve en el ginecólogo. Esta vez no tenía mie-
do. Estaba relajada. Cuando Jacques me posee, sin que pueda
soltarme, entrechoco los pies. Detesto que alguien quiera atarme. «Era la misma impresión.» Pero también el mismo sím-
Sin embargo, cuando me acaricia es agradable, pero tengo un bolo. Si en el sueño del «abismo». Ida se introdujo en su pro-
pánico terrible. Después pienso en otra cosa (en su ciudad natal, pio interior, en el sueño del «incendio» intenta introducirse
donde aún habita su madre). En mi infancia era fea: yo lo de- la lengua (función peneana) del hombre y no tiene miedo
seaba. Me decía,"compensaré esto con la voluntad, la fuerza en del «fuego» (flambeau: nombre dado al pene en su infancia)
el trabajo. Estaba gruesa a fuerza de comer pan todo el tiempo. como la analista, representando aquí a la imago paterna,
Era un placer permitido. ¿En lugar de otro prohibido? (Ida que no terne el «fuego interior» de Ida.
ríe.) Le comprendo. En suma, lo que usted quiere decir es que
tengo tanto miedo de usted como de Jacques. ¿Podría ser por • ¡No quiero quedarme con usted, quiero irme! Obtuve una re- ~";
eso por lo que siempre llego con retraso? i ducción en el SNCF. Una reducción de mí. Para que no tenga nada
'que pueda pasar de mí a usted. Siempre se le ha recomendado
Ahora la Madre está dotada de un «pasillo, interior»: su no coger nada de papá. He tenido un sueño. Estábamos Brigitte
cuerpo ya no está vacío. A su vez Ida puede hablar de su Bardot y yo; he tenido una rabieta de perros, pataleé: ¡lo quiero,
propio interior. La «mujer sin cuerpo bajo» no amenaza en- . lo quiero! Se trataba de un vestido. Pienso en mi padre en la
cadenarla. Ahora va a intentar en la transferencia el pánico playa. Tenía algo en su pantalón y no era cuestión de jugar con
ante el acto sexual. él. ¿Tampoco se trataba de BB en el pantalón? Oh, me sucedió
una cosa... Compra un pájaro y rne lo llevé. Poco después se
- Para mi madre, era como una muñeca de vestir. Me avergüenzo - murió. Fue terrible. Sí, en la playa me dije: para jugar con él
de la idea de haberme paseado desnuda en el bosque, en el pue- \á necesario que tenga eso en el pantalón. Se me había dicho
' blo (de su padre). Jacques también me dijo como usted, que le que si había el divorcio de por medio existía el peligro de que se
huyo. AI menos es amable, sin embargo, le hago escenas... lo he me llevara y que era preciso que me refugiara en casa de mis
dejado para acostarme en la moqueta. Se me ha unido y final- abuelos; ellos rne protegerían. Ese pájaro, ese pobre pajarito, yo
mente hemos" dormido los dos sobre la moqueta. Aquí miro los que le quería hacer un nido bien caliente. Tiene usted tanto de-
objetos. Cuando era pequeña no me acostaba. Pensaba que era seo de anidar cálidamente «el pájaro» dentro de usted. Pero le
aburrido. En la habitación miraba largamente los objetos... Para parece que en el interior no encontrará confort. Por lo tanto &3
mi madre, sí, es curioso... era su muñeca. A veces quiere que preferible irse que aproximarse. ¿No se le aconsejó mantenerse
sea su madre. Cuando estoy con ella desaparezco, no debo exis- lejos de papá? ¿Es que este encuentro' representaba un peligro
para usted y para él?
tir en tanto que yo. Quiere que me ocupe de ella totalmente, nada
más que de ella. Me telefoneó, dije que estaba enferma, fatigada,
que tenía metritis. Mi bebé es muy curioso. Casi cabe en un cesto.. Pero la prohibición materna no deja de manifestarse en
Son graciosos los bebés. Ahora ya manipulo bien el preservativo, el momento en que el deseó se precisa: «Ninguna cosa.de • - _
pero tengo un poco de temor. Le dije a Jacques que sangraba... BB para ti.» Ida también «reduce» el pene del Padre de ma-
y que no era bueno en el inferior. He soñado esta noche. Es- nera que lo convierte en ineficaz. Así se pone al abrigo del
pere... no voy a contarle este sueño. Le voy a hacer esperar para deseo de cogerlo e introducirlo en ella. La idea del peligro y
nada. Estaba en las galerías Lafayette. Estaba con Jacques para la de la madre prohibitiva surgen simultáneamente. La in-
comprar cortinas. Estaba en e] quinto piso. Entonces, de repente. terpretación recae sobre este movimiento.
190 J. CHASSEGUET-SMIRGEL LA SEXUALIDAD FEMENINA 191

Me retiré á casa de mi madre. Estaba enferma. Vomité. Mi (hombre-comedor de hombre) condensa la imagen del pene
madre nunca quiso introducirme en Jos secretos de la cocina. (objeto-placer) y los gestos del amor del hombre y de la mu-
Como mucho me dejaba picar cebolla y perejil. Picar y cortar, jer a la vez (los «saltos»; el «gran traspiés»). El deseo de
nada más. Nunca el arte culinario. Como tampoco le ha enseñado '.- sentir el orgasmo, introduciendo el pene busca una integra-
el arte de aproximarse a su padre. He soñado esta noche. Es-
taba en el cine. Lo mismo que para ir al despacho. Fastidioso y '.- ción (el león le «corre detrás») pero aún no la asume total-
"agradable. Había un ruedo... El león debía estar en el interior,--" mente: el león queda en el «exterior». El deseo se precisa
pero de hecho estaba en el exterior. Corría, corría en torno al - (de gozar con el pene) pero Ida tiene miedo-(Je "las sensa-
ruedo. Yo estaba con un amigo y le pedí que me protegiera. Yo ciones orgásticas que comienza a sentir y que han sido tema
estaba a su lado y también corríamos. El león corría en el mismo de la sesión precedente. Significarían la ruptura del lazo ma-
sentido que nosotros. Era como un hombre. Curioso. Me volví y .?"' terno. Frustrada, herida, ¿va a herir la Madre a la hija, como
vi que daba brincos de bailarín, daba un gran traspié en el aire... '\e presenté por mi nombramiento.
había herido al Padre?Es Sin
enervante hablar
embargo, ante hecho
el solo una • de entre-
cincuentena de personas. Lo he hecho. ¿Cuánto le debo por este i ver la salida hacia el placer orgástico permite a Ida enfren-
mes? Tenía miedo, no me atrevía a hablar. Quisiera decirle algo...^2 tar la torna de una actividad profesional precedentemente
¿Sabe usted? Siempre pensé que todo esto estaba muerto en mí, -% inhibida.
totalmente muerto. Y sin embargo ahora, he sentido algo'... que'';
mi vagina era sensible. Es asombroso. He sentido que podría y Me convierto en insomne. No he dormido en toda la noche.
tener placer. Antes, tenía mucho miedo. Ahora llega «esto». No 't: Como si tuviera otra cosa que "hacer en lugar de dormir. Sin
puedo tener miedo. Sí. Siento que eso va a llegar. Que ya está j embargo he soñado. Al lado de una piscina había un burdel. Allí
aquí. No sé. No se habla con Jacques. Tengo la impresión de que 9 .-' estaba una mujer. Una prostituta, bastante simpática, no del todo
.-
tiene miedo. Sí esto no se resuelve, sería necesario que él se .- mala. Hacía calor. Tenía muchos deseos de bañarme. Ella no.
analizara. ¡Qué tontería! Le hablo como si usted no estuviese -, Acabó por ceder. Después, aparecieron cuatro hombres, es horri-
aquí. Es un poco como si no tuviera nada que decir. ¿Piensa "• ble, querían que hiciera... función de una mujer de servicio. Es-
usted que posiblemente su placer me da miedo? No comprendo ... taba espantada, se fueron. Después estaba en el tren. Dije: es
por qué de golpe he pensado en papá y mamá y también en los ; necesario que me ayuden, quieren hacerme cosas terribles. En
alemanes. Mamá no se mostraba contenta cuando venía a ver- '; esta circunstancia era muy eficaz: me dirigí a un soldado para
rne. Estaba celosa. Y además siempre estaba como si pudieran decirle que su deber cívico era ayudarme. Me dio un número de
suceder cosas cuando^papá me tenía de la mano. Las personas "_\n hostiles. Sin embargo
teléfono.
eraCreo
bonito.
recordar
Pero todo
que fracasé.
el mundo¡Oh!
sabía
Tengo un sueño terrible,
de tal manera que no puedo ver en torno mío. ¿Cuánto le debo?
que se divorciarían. También pensé que podría haber nacido de Mi marido me dijo que era inteligente. Es bueno, porque era
un padre y de una madre que no estuvieran juntos... Después como si me hubiera asegurado desde el exterior. No sé por qué
tenía miedo de que le sucediese algo a mamá. Que sea desgra- pienso que las mujeres no valen nada. Y además son siempre
ciada. Yo rne siento feliz-.. Tuve un miedo terrible de que se los hombres los que dirigen, los que hacen las cosas. ¡Oh! me he
comportara de cierta manera conmigo. La imagino encolerizada hecho un corte en el dedo. Sangró toda la tarde de ayer. No sé
gritando, diciendo cosas insoportables, como a papá. Habría claramente cómo me corté. ¿Con un cuchillo? Sangró enorme-
hecho cualquier cosa para evitar esto. Ella nunca había sido tan mente. ¿Por qué? ¿Cómo me hice esto? Oh, tengo sueño. Y des-
feliz como durante mi estancia en el pensionado. Pero hoy, no sé, pués no tenía muchas ganas de arreglarme, de vestirme. Pero
no lo deseo más. A veces, durante este tiempo, estaba llena de cuánto le deberé por este mes, nunca lo sé, es fastidioso. Por el
odio. Éste disminuye. Pienso que no soy responsable de ellos. momento usted piensa que me debe un dedo por el placer que
Pienso una cosa tonta: tengo un bonito bebé y usted, usted no ha obtenido en su interior. En la playa, en el campo, estaba siem-
tiene. No puede ser verdad en el fondo, no lo es. Pero es así como pre sola. Los otros niños tenían a sus padres, yo, siempre sola.
lo pienso, y... siento un poco de piedad. Es tonto. Quisiera saber ¿Está usted segura? Ah, no, esta vez tiene usted razón... Pero, un
cuánto le debo. ¿Por el bebé? (Ida ríe). No, no es en ese sentido momento, en el sueño, aparecía la misma playa, aquella en la que
en el que lo decía. Es curioso, como si ahora me gustase privarle. vi a papá.
Son tontas estas cosas...
Ida tiende a anular por culpabilidad el movimiento pre-
Habiendo sido nombrado el obstáculo, puede formularse cedente. «Mira — m e dice—, no introduje nada, no he hecho
el deseo de incorporación. El símbolo complejo del «león» nada, no he hecho nada, además las mujeres no tienen nada,
. •
í- - •
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LA SEXUALIDAD FEMENINA 193
no tienen "cuerpo-bajo", no tienen nada que temer, sigo
Aún llego con retraso. Ayer fue nuestro aniversario de boda.
siendo tu muñeca.» La equivalencia se introdujo entre el pe- Le regalé un pipa. El año pasado, apenas si le hablé de mi ma-
ne y el dedo. Su dedo, ¿cómo se lo cortó? Está convencida de trimonio, era necesario callárselo, robárselo, de alguna manera.
que la Madre puede responder a esta herida. ¿No es ella la Estoy muy contenta. No es como antes, aunque aún queda por
que impide a Ida introducirse el dedo-pene y liberarse de hacer. Siempre esperaba que usted tornara decisiones. Ahora
ella? Pero corno este «dedo» (su objeto-placer) está retenido soy yo quien me decido. Esta noche he tenido un sueño tonto.
por la Madre, figura ya, aunque sea en el modo autoagresivo, Había en casa una especie de reunión parapolítica. Algo sospe-
su deseo de romper el lazo de pertenencia materno. choso. Mi marido estaba en la casa de enfrente. Quería peinarme
y buscaba un espejo. Llego al cuarto de baño y ¡horror! comprue-
bo... vi mi cráneo. Encima quedaban aún algunos cabellos._
He soñado esta noche que papá había muerto. Estábamos como un cepillo... algunos pelos. Los cabellos de detrás de la
en C... En realidad no recibo carta de mis padres desde hace nuca eran escasos, caían, estaban como quemados. Era horrible,.
algún tiempo. La muerte de papá podría explicar su silencio. feo... Pedí socorro: ¡Rápido! «Sí —se me dijo—, es una enfer-
Iba en coche. Mamá estaba con él. Aún no había llegado al monu- medad grave, es preciso curarla rápidamente.» Después fui a
mento a los caídos cuando comenzó a sentirse mal. Tenía un casa de mi marido... Le dije: es un peligro terrible, una catás-
mareo de conducir. Mamá pedía fuego a otro hombre. Era señal trofe, pero él no quería comprender... A la edad de diez años
de que él no eslaba bien. Me dije: debería prestar atención. Des- pensé: ¿qué sucedería si ellos muriesen y yo me quedase huér-
pués estaba muerto. Era del corazón. Pero no había nada que fana? Conservo todavía a mis padres... En el sueño volví a en-
fuera triste. Una emoción correcta, como cuando murió mi abue- contrar a una antigua amiga, la abracé muy fuerte. Hay muchas
la. Una emoción fuerte pero como extraña, en cualquier caso sin cosas escondidas en mi relación con las mujeres. Me agrada
relación con lo que podía comprender. Más bien era un senti- pensar que el fuego no le da miedo, quiero decir que voy a poder
miento de vergüenza. Después, en el sueño, tuve que dejar la vivir. Las personas, hice este descubrimiento, las personas no
S* ciudad. Estaba con mi madre. Quería marchar pero ella se oponía. viven verdaderamente. Están apagadas. Mi marido es un fuego
- Siempre el mismo chantaje, crisis de nervios... Me dije que que halaga. Me da mucha confianza. Tengo deseos de decirle: soy
prefería ceder otra vez: no estaba nunca segura de lo que podría feliz, pero en seguida tengo la idea de una catástrofe,
« pasar. Cuando supe que papá había muerto, ya no cabía duda.
1-"^, Pensaba en mamá y me dije: él habrá sufrido mucho, pero ahora
no más problemas. Se acabaron las inquietudes para la persona «Peinarse», «tocarse», es decir, masturbarse, significa es-
que ha muerto. Cada vez tengo menos miedo a la muerte. En tar en peligro y amenazar. El sentido del sueño se aclarará
seguida me puse a trabajar, a leer, a reflexionar... Es importante. 'i.- más tarde: Ida intenta encontrar el recuerdo de una escena.
Después fui a esa reunión. Sentía deseos de tomar la palabra, La idea de la masturbación implica el deseo de liberarse,
.%-- pero no lo hice. Siempre espero mi nombramiento. Eso me daría gracias a la muerte de los padres. La «reunión» quiere decir
tiempo para mis estudios. MÍ padre, el pobre, siempre estaba que tocándose se realiza una reunión consigo misma, pare-
amenazado por mi madre, siempre en peligro de abandono. Tam- cida a la de los padres que se uniesen en el acto sexual.
bién soñé que había incendios por todas partes: a izquierda, a
derecha, abajo, arriba, delante, atrás. Curioso.
Un amigo me dijo un día: eres lenta al arrancar, pero una
vez que arrancas profundizas. Soñé una locomotora y un niño
Hace «morir» al «padre», el «fuego de la madre», le des- amenazado por los raptores. El tren pasa entre la playa y los
prende de la Madre. Pero este Padre es también la misma bañistas. Era preciso-atravesar Jos raíles. Pienso en un león que
Ida, habiendo sufrido como él coacción y amenazas de aban- mordió el brazo de alguien que lo acarició... Tengo miedo de
dono. El deseo de Ida se precisa: arrebatar a la Madre, pero Jacques. Siempre he sido muy torpe con mis manos. Al coser,
esta vez en la autonomía conquistada del placer erótico edí- me pincho, me corto los dedos. A propósito, ¿cuánto le debo? ¿A
pico. Sin embargo, vuelve a aparecer la culpabilidad, y la proposita, de qué? No lo sér nunca llego a calcular una deuda;
segunda parte del sueño muestra a Ida convertida de nuevo Prcferiría que me lo dijese usted. No me gusta manipular dinero.
en el complemento de la Madre. No obstante, su temor a rom- Es privilegio de mi madre. Era quien tenía la caja. El dinero,
abrir el cajón y tocarlo..." para mí es como tocar fuego. ¿En el
per va atenuándose. Considera el iniciar de nuevo sus activi- flambeaii? (Ida ríe). Curioso. Siento placer al pensar que la
dades e inviste de «fuego» («el fuego de la vida») todo el última vez, cuando no vine, usted me esperó. Usted me esperó
espacio, es decir, todo su cuerpo. posiblemente, minuto a minuto, puesto que la hora es mía, es

13

Mi
'--
- S;--
J. CHASSEGUET-SMTRGEL

mi sesión, nadie puede venir en mi lugar. Y que usted ha... Usted muy pequeño, apenas más grande que mi estilográfica. Estaba en
ha pensado en mí. Pero cuando esté curada... quiero decir cuan- un estuche transparente y yo lo ponía por todas partes. En el
do todo vaya bien, cuando haya reemprendido el trabajo y los bolsillo, en el cajón, arriba, abajo, delante, atrás. Era muy di-
estudios, ¿qué será de usted? ¿Mi caja estará vacía? ¿Mi habita- • vertido.
ción estará vacía? Por cierto, mi marido dio su dirección a al-
guien. Porque piensa que usted estará bien, lo que es raro. No La culpabiiidad de Ida no se expresa ya en una inhibición
sé qué pienso yo. ¿Que esto me llenará? ¿Que esto me consolará?
No sé. Es la primera vez en mi vida que tengo algo verdadera- pura y simple. Ahora se limita a una demostración imagoica.
mente mío. A pesar de la apariencia depresiva del sueño, se permite ma-
nipularse — y decirlo—, «peinarse», «darse interpretacio-
nes», «introducirse el bebé», «comer el gusano». Al mismo
Si la autonomía, ]a elaboración de sí 3' las identificaciones
tienen lugar a lavor ael contacto masturbatorio con su sexo, tiempo significa esto una introyección de la función del ana-
este contacto" cae bajo eJ golpe de üna'Tuerte'culpabilidad, de - lista. Se asiste a una importante modificación de la imago
carácter aria!._h.s la Madre la que vuelve a manipular la «ca-
, materna.
ja», a^TfenarIa7a~yacrarla. Ida se oblip¡a~a restitiiirfrreí "ppcjgr -
(Se trata del rapto de una niña en la calle.) Esto me produce
de~Tos~idedos usurpados por un momento. Por gso_rnismo se un extraño malestar. Me hace pensar en alguna cosa en la cocina.
resumye^joda ella, para convertirse de nuevo en el objeto Esa cocina me obsesiona. Tuve un sueño: hay baile, acepto bai-
manipulado. " lar, después la sala se convierte en un anfiteatro, estoy sentada.
Después, el anfiteatro se transforma en cocina. Una mujer me
Monstruoso; ¿qué piensa usted de alguien que besa en la boca alarga un cangrejo, gelatinoso, casi repugnante, para que lo
a su bebé? Me dije: es preciso decirlo en seguida. Era como coma. Dudo. Después, lo acepto. Corto un trocito y le devuelvo
cuando se está condenado, me refiero a mi sueño. Había agua el resto. En el fondo, con las buenas hermanas me prostituí. Ayer
estancada, con grandes gusanos dentro. Era necesario comérse- tarde hice una escena. Dije que era preciso dejar a las personas
los, o ¿cuando uno los comía, se moría? Esto pasaba en casa de el derecho de permanecer tontas. Al fin y al cabo son ellas las
mis abuelos. Horrible impresión. Grandes gusanos, muy gran- que lo aguantan. ¿Por qué lo dije? Todo el mundo despreciaba
des. Me hizo pensar en la carne picada, que dejé en un bote de a mi padre. Yo era la única que lo quería. En el fondo, mi madre
plástico, que se pudrió y^había gusanos dentro. Estaba en la debió sufrir la influencia de sus padres... Esta mujer... ¿Qué no
clásica situación de la mujer que no quiere mostrar su miedo. ha podido contar sobre mi marido?... Soñé que tenía gemelos y
Mi marido asqueado también, pero se hacía el valiente. Por fin después mi bebé tenía un penecito separable, se podía quitar,
conseguí contenerme. Puse el bote pequeño en uno grande y lo volver a poner, manipularlo, etc.
bajé al cubo de la basura. Estuve a punto de desvanecerme. Tuve Nunca he estado tan bien con mi marido y estoy celosa. Ten-
que demostrar que era valiente. Es una tontería, pero figúrese go miedo de que una mujer me lo quite. ¿Puede ser porque usted
usted que he interpretado este sueño. No sabía nada de psico- está bien? Tengo miedo de un incendio en la casa. Tengo miedo
análisis y no he reflexionado, ha venido espontáneamente. En una de herir a mi marido. Sí, tengo miedo de herirle. De hacer como
palabra, lo he interpretado. Me dije que tenía miedo de que en mamá que hirió a papá en la cocina.
el transcurso de las relaciones sexuales las persona^ murieran. Sería necesario que usted analizara a mí marido.
Usted sabe que eso sucede, los periódicos... en fin, no sé quién, si
un presidente o quién, murió de esta manera. Es una tontería Se presenta una nueva dificultad. Si ya puede realizar en
querer interpretar los propios sueños. ¿Por qué es una tontería? el fantasma un franqueamiento en relación con la Madre, in-
Porque ignoro todo lo referente al psicoanálisis y además es su troyectando su poder anal en el acto masturbatorio, le cuesta
trabajo... En el fondo es como con mamá. Siempre me dice: trabajo asumir este poder, vivido como peligroso para la
eres tonta, se diría que tienes serrín en la cabeza. Siempre de- pareja. Existe como una contradicción en la imago. Por eso
sea que dependa de ella. Es curioso este sueño en casa de los Ida no hace más que una introyección parcial, partiendo el
abuelos. Siento que la cocina es muy importante. Pienso en cangrejo. No obstante, únicamente la introyección total del
mi abuelo en la cocina, cuando vivía con ellos... Yo llegaba justa-
mente a la altura de su... de manera que mi cara... son terribles «cangrejo» permitiría el levantamiento de las inhibiciones
estas cosas... ¿Que podía hacer con su pene lo mismo que con su que afectan al «baile» y a los «estudios» (orgasmo objeta! y
bebé? Espere, esto me recuerda que también soñé con un bebé actividad intelectual). Precisamente la contradicción consiste

,1 -
- • ; . •".-
—•

196 J. CHASSEGUET-SMIRGEL LA SEXUALIDAD FEMENINA 197


en que — p o r iodo esto— debería ser a la vez la Madre vio- está pobre, soy yo quien me empobrezco, soy yo la que no soy
lenta, pero frustrada, que efectivamente «corte», pero que pagada. Es verdad, además no sé qué me sucede. Estoy excitada
«no come». (Que no puede darse placer.) La violencia en rela- y agresiva y no sé por qué. Usted sabe que quiero mucho a mi
ción con la Aladre ¿no comporta la castración de su objeto marido y sin embargo estoy enfadada con él. No sé lo que le
haría. Cuando está enfadada con usted misma, lo que usted se
genital? hace es pincharse, cortarse, herirse, privarse de alimento y de
amor. Posiblemente es lo que desea hacer a otro cuando está
Tengo la impresión de que hay una especie de ondas escondi- enfadada. En las hermanas... no había espejos. Nunca pude mi-
das entre las personas. Busco el secreto de los otros. ¿Cómo son? rarme a un espejo. En un sueño lo hacía usted. ¡Ah, sí! ¿Aquél en
¿Qué hacen? Espere, verán que mis zapatos están sucios y mi el que tenía mis cabellos quemados? Sí, y tenia la impresión de
falda mal arreglada. Cuando era joven quería que todo el mundo que había algo «sospechoso». Me acuerdo bien. En las hermanas,
me mirase, se enamorase de mí. Ser vista, ser mirada. Es así no pude lavarme entera. Quiero decir, que era preciso hacerlo
como se llega a ser actriz. Al venir hacia aquí en el autobús, es- trozo a trozo. Era ridículo. Nunca me miré abajo. Curioso. Cuan-
tuve leyendo- sobre la revolución rusa. Ayer, Jacques se fue de do cae mi brazo de la cama, entre la pared y el colchón, y toco
casa, se fue de viaje y me corté el dedo con las tijeras. A mamá la moqueta a pesar de que abajo es sedoso y dulce, tengo la
no le gustaba cuidarme. Decía: no debes estar enferma. Pienso impresión de que alguien amenaza cortármelo o mordérmelo. De
que tengo deseos de una tisana o un té. Cuando se acostaban papá repente, retiro el brazo de tal manera que me parece extrava-
y mamá, con frecuencia tenía dolor de vientre. Era dichosa el do- gante. Es peligroso lo que hay abajo. Pienso que a las hermanas
mingo con papá. La madre de Jacques está enferma. Puede ser vino un día un soldado... vi bien a ese alemán. Hacía... de todas
- que tenga algo muy grave en el útero. formas dormía... Pienso que iba en tren... y me dijo... Si no
1 i eres recatada, baby... y pones la mano, ahí abajo... No simple^
La partida de Jacques es comparable a la escena de la co- mente, si no eres recatada te corto el brazo. Después era Havi-
cina. Esta vez será ella la que utilizará las tijeras para «cor- dad y podía pedir cualquier cosa. Pedí un hermanito. Tenía tres
tar» a Jacques de su madre. De aquí la culpabilidad, la auto- años. Estaba segura de que se podía pedir. En realidad, tuve un
mutilación y los temores a las enfermedades. A pesar de ello oso de peluche, pero no era lo mismo... No me gustaba mucho.
el movimiento edípico se precisa. Un hermanito es atgo vivo, se puede jugar con él. Y sobre todo
un hermanito ¡podía ser mi prueba! ¿De qué? De... de que mis
**• padres existen en alguna parte, lo han hecho, luego es que exis-
L

^~
No puedo tragar nada. Hago régimen. Es posible que tenga ten. Si no era más que esta prueba, una hermana también hu-
t
una úlcera o alguna otra cosa en el estómago. Será necesario biera servido, pero usted precisamente quería un hermanito. Un
que me hagan una radiografía. ¡Nunca me quejé cuando peque- hermanito es como una prolongación. Si tiene un pene y en reali-
ña! ¡Nunca! ¿Ni aun cuando estaba en la cuna? Sí, en realidad, dad no conocía a mi padre, no había casi ningún hombre en ese
he llorado con frecuencia. He soñado esta noche. Una montaña: convento, salvo el cura y el viejo doctor... realmente ese oso de
en el interior había grandes valores, piedras antiguas, era una peluche... un hermanito hubiera sido como una prolongación
montaña muy dura. Jacques penetró en el interior. hacia mi padre. En realidad, es curioso, porque pienso esto, es
vergonzoso que no lo sepa... ¿dónde está el himen? No debe
Ida no puede «tragar» la intimidad nocturna de los pa- estar justo a la entrada, sino un poco más arriba. Una niña puede
dres. La montaña del sueño (iMadre) guarda grandes valores meter el dedo. ¡Toma! Siempre barría la escalera, yendo de
en su interior. No se trata para Ida —sobreentiende ella — abajo a arriba. Al principio no pensaba barrer, solamente tener
de penetrar para apoderárselos. Por el contrario: parece res- el mango de la escoba en la mano. Podía manipularlo. Pienso en
( tituir Jacques a la «montaña». Pero se comprende, que en la forma en la que trepan los niños: ponen un pie en el peldaño
realidad convierte a su marido en un aliado que podrá apo- y en seguida el otro se reúne con el primero. Me gustaba mani-
derarse del «valor» y dárselo. pular ¡a escoba subiendo, se podía poner entre las piernas... -=
Prolongaba-el dedo, el brazo, iba hacia su padre. Mire, habría
podido jugar con un hermanito y además un muchachito, es gen-
Fui al médico por lo de mi estómago. Por eso no pude venir. til, es juicioso, es bueno. jVo es un enemigo para mamá corno me
Tengo poco dinero este mes. El análisis me fastidia. Le fastidia explicó usted un día.
pensar francamente que viene aquí para apoderarse de algunos
«.valores» para usted. Es por lo que piensa que debe estar en-
ferma, debilitada, empobrecida, aunque a -fin de. cuentas, sí usted Ida retrocede ante la agresividad de su deseo de «vaciar»
198 J. CHASSEGUET-SMIRGEL LA SEXUALIDAD FEMENINA 199

a la Madre de sus «valores». Huye de mí para protegerme después tengo ganas de gruñir, como papá. Hago cosas contra-
: Rehusa enfrentar en ella lo que la empuja a «privarme», a dictorias. Voy a trabajar. Pienso que Ja madre de Jacques está
«cortarme», a «pincharme»: el deseo de tomar de nuevo po bien. Desde este punto de vista esto va... Es curioso, pienso que
sesión de su autonomía que «retengo» para mí. Esta sesión tengo vergüenza de trabajar, de estudiar. Como si no tuviera
nos muestra in status nasc&ndi el movimiento que se remata derecho a ello. Cuando era pequeña no podía trabajar tranqui-
_con la «envidia del pene"». Asistimos aquí a la exacerbación lamente. Era como un privilegio escandaloso. No es preciso que
..trabaje .por placer. Mi madre me decía~~a menudo: -^déjalo, ya
^:del conflicto con la Madré_ anal.. Este -tipo de conflicto se" re "'pensaras éifti"más" tarde. Y además^ cuanto más trabajaba, más
ít " suelve babiíualmente a favor del acto y de los fantasmas placer tenía y mamá más triste se ponía, muy triste. Es como
masturbatorios. Y en efecto, a propósito de esto, Ida acaba una espina que tengo clavada. Tenía necesidad de mí de tal ma-
por evocar recuerdos que guardan huella de la masturba nera y después al otro día podía ser feliz ella sola. ¡Ya no más
ción y es conducida a rememorar el momento traumático necesidad de mí!... Antes estaba totalmente esclavizada, porque
que la hizo renunciar a esa solución. Y es precisamente en ella tenía absoluta necesidad de mí y después me dije: no serás
tú la única. Cuando era pequeña se marchaba... Esta dependencia -
tonces cuando a la desesperada inventa la utopía de «her
maniío», la «envidia del pene». Tener un pene como el niño, también tenía un lado agradable. Era como depender de Dios.
Eso me evitaba vivir completamente sola. Eramos a veces tan
según la mente de la niña, conferirá una serie de ventajas amigas como dos colegialas. Pero era la superficie... Además, el
pero conduciendo todas a una sola: la facultad de mantenei pobre papá estaba totalmente excluido de este extraño paraíso.
con la Madre relaciones armoniosas. ¿De qué proviene el po . Más bien era un infierno. Sin embargo, nos miraba con miedo:
der mágico del «pene»? La respuesta hay que buscarla en dos mujeres que se alian es malo. Ella quería hacer de mí una
tres planos diferentes pero no siempre es fácil de discernir. aliada. A veces, intentaba la ternura y a mí me producía asco.
En^el plano anal propiamente dicho, parece que el pene per- En el fondo tengo vergüenza de él, vergüenza de papá. Vergüen-
cibido como bastón fecal no separado del cuerpo es signo de za de papá, vergüenza de los estudios... Papá piensa que de
que su portador no ha sido desposeído de su autonomía es- ahora en adelante le escribiré a él y no a mamá. Esto me trastor-
finíeriana. Por lo tanto, no hay ningún motivo para estar agre- na. Me pregunto el porqué.
sivo con la Madre («el niño, es juicioso, es gentil, es bueno»), La evocación de la escena del soldado hace entrever a Ida
estando exento también de culpabilidad. Con relación aí la posibilidad de una identificación paterna. Y se asiste a una
plano de la autoelaboraciím, la presencia del pene en el lu-
nueva dificultad. En efecto, la solución identificatoria debe
gar del sexo es también muy interesante, ya que dispensa frustrarse debido a la debilidad del Padre sometido, corno la
del conflicto masturbatorio (inútil meter un dedo, puesto que
hija al dominio de la Madre.
permanentemente, hay un «dedo») y como consecuencia de
conflicto con el ambiente: el niño puede obtener placer, sin Estoy fatigada. Ayer fui a lo de ese trabajo... Estoy encantada.
llegar a ser «malo». El camino del porvenir le está abierto. De inmediato compré pinzas para el pelo, rojo de labios, etc. Me
Y^ finalmente, en el plano prospectivo, del presentimiento ge- divierte. Le pagaré con retraso... al principio, cuando no podía
nital, el pene es una prolongación hacia el padre, como dice pagarle era insoportable. Ahora me dije: puede esperar un poco,
Ida,^ y permite aproximar el objeto genital de la- niñita. He Y además no tenía usted por qué haber elegido esta profesión,
aquí un conjunto de significaciones infantiles que subtienden Gana usted el dinero a costa de los demás. Es escandaloso hacer
la «envidia del pene» en Ida, envidia que, como se ve, tiene una carrera como esa. El otro día me dijo que para usted traba-
pocas relaciones con el órgano genital masculino. Es expre- jar, estudiar, era un privilegio, un placer «escandaloso-». Se diría
que hoy hace conmigo lo que su madre hacía con usted: me re-
sión de un rechazo de los fantasmas autoeróticos de ideníi- ' procha mis placeres, mi trabajo, mi carrera, el que gane dinero...
ficación a la Madre anal. (Ida se ríe). Sí, se diría que la quiero como en... Ese sueño... esa
pesadilla... Estaba en casa con Jacques. Era preciso recordarlo.
Había algo ilegal. Estábamos perseguidos por las autoridades,
^ noche he tenido un sueño extraño, lo he olvidado. A lo una historia dramática. Tenían que venir a buscarlo unos solda-
til
más me he acordado un poco... Ese trabajo no me disgustará dos. Estaba primero en la habitación de al lado. Vino el prefecto
demasiado. Además, será una buena disciplina... me obligará a de policía en persona. Me explicó que debía esconderlo en la
ponerme limpia. A peinarme, a embellecerme... No sé. Canto; cama, bajo la manta, allí no lo encontrarían. Es bufo que la

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LA SEXUALIDAD FEMENINA 201

autoridad superior de esos mismos soldados me explicara cómo placer que retiene bajo las mantas todavía aparece como
escapar de su propia autoridad. Pero Jacques se lo tomaba muy «robado», en cualquier caso ligado a un acto agresivo (se le
a la ligera. Se movía, salía. Me dije: van a llamar, van a entrar,
y no quería quedarse inmóvil, se movía todo el rato. Como si persigue). A medida que la persecución se atenúa («las ma-
tuviera allí un bebé... Yo estaba alerta. Podrían volver por se- nos esíán siempre en el extremo»), Ida adquiere el derecho
gunda vez. Llaman a la puerta. Le digo a Jacques que esté tran- de disponer del objeto-placer y paralelamente al perder su
quilo, pero que si quieres, se levanta y abre la puerta. Y entonces razón de ser, la «envidia del pene», va a disiparse.
entra una anciana. ¡Ah!, está usted aquí —dice—. ¡Buenos días! El análisis de Ida continúa, pero en lo sucesivo se puede
Y después se marchó y la vi hablar con los soldados. Me dije que notar un movimiento de liberación en numerosos planos. Ida
habíamos sido traicionados... Tenía miedo de que lo cogieran tiene un creciente sentimiento de confianza en sí misma, co-
y me lo mataran. Ayer por la noche... hicimos el amor... yo de mienza a valorizarse en el terreno profesional.
costumbre... mientras que esta vez tenía deseos de continuar.
Estaba muy sensibilizada. (Pero sobrevino un acontecimiento ex-
terior e interrumpió el acto.) Me sentí como amputada. Curioso,
como si hubiera cosas misteriosas, incomprensibles, con papá... V
sería necesario que estuviera con él. En el fondo, la vida diaria
está llena de" misterios. Ese soldado alemán lleno de fusiles y Para concluir nuestro estudio es el momento de formular
de metralletas. Me dijo ¡buenos días, baby! y le dije ¡buenos í i
una pregunta eludida hasta ahora en este trabajo: ¿por qué
días, André! ¡Buenos días! ¿Como la anciana del sueño, la asocia- el sentimiento de castración v su corri]ft r ^ n , ^ ^"."'di3 del
da, de los soldados? Sí, igual. Por otra parte en el sueño, pensa- pene», constituye patrimonio, casi universal, de la condición
ba: Dios mío, ha visto lo que no tenía que ver. Es desleal... los
alemanes posiblemente buscaban FFI, u otra cosa, que estaría fe memnar ¿rof~qué renuncia con tanta frecuencia la mu]%r
_a_ia actividad, a_la a
bien escondida en mí. Quiero decir en la cama. Tenía los brazos
y posiblemente las manos en el extremo. (Ida se ríe). Es un <tliacerel_rnundo». E>o_r qué acepta encerrarst :n el
poco tonto decirlo. Realmente, las manos siempre están en el arse en la iglesia», en resumen preferir una posición cié
extremo. Puede ser que cuando se sienten amenazadas se sientan JZepenrTt>Tiri_a'/T,3 prpgnnf-a dista mucho de ser simple y pre-
como despegadas del extremo. En los pensionados, ése es el estilo cisaría investigaciones en diversos campos y una documen-
de las hermanas. No se duerme con las manos bajo las sábanas. tación de la que no disponemos. Sin embargo, nos es posible
Es curioso, a veces, no me atrevo a mirar a las personas en la considerar el problema bajo la perspectiva psicoanalítica,
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calle, a observarlas: ¿cómo son a punto fijo? Antes, cuando les
hablaba, no me atrevía a mirarlas... Pienso en la madre superiora. y con ayuda de los datos a nuestro alcance, formular, al me-
J *£-'- nos una hipótesis.
Era una bruja. Todo el mundo sabía que robaba frutas. Por otra
parte me preguntaba: ¿por qué se acuesta en una cama grande? - Desde el punto de vista psicoanalítico, una institución ni
Nosotras teníamos nuestras camas pequeñas, nuestras pequeñas se crea ni subsiste sin resolver algún problema surgido en-
mantas... tre los individuos. Por principio, la solución institucional
aporta ventajas a las partes en litigio en relación con la si-
Ida continúa, con las mismas palabras de su madre, anu- tuación anterior. Habremos de explicar los beneficios respec-
lando sus proyectos y sus realizaciones. No obstante, el sue- tivos para el hombre y para la mujer que resultan de la de-
ño presenta un paso muy significativo en cuanto a la modi- sigualdad institucional de los sexos al menos en el terreno
ficación de la exigencia imagoica: esta vez, es la autoridad su- accesible al estudio psicoanalítico, o sea al de la vida afectiva.
perior la que enseña cómo se escapa de su propio dominio. Tenemos_toda la razón al suponer que este estado de he-
También, puede revivir la «escena del soldado», guardando chB.Jcle~'vanos nuleñios aé~7rñTigüedad, requiere la compüci- -
bajo su manía el objeto-placer (mano, pene, marido). El ~ ~ f f * T ] a _ pesar _ d e In^aiia'reriTeJ
acontecimiento exterior, que interrumpió inopinadamente el -P_or .^ „ . .. ^ .. . iJ.^-'JliL^l'^ >

coito, fue interpretado por Ida en función de su culpabilidad estar_expuestos a coiiflicjtos:—iafectivos —_es_pecífi- eos y comple-
— me sentí como «amputada», dice —. Dicho sea de paso que mentanos^ para f T á b e r c o n s t i t u i d o ta I rnodus vívendi que
esta «castración» no concierne al órgano, sino a los actos y a través de la
a los placeres que le están asociados. En su sueño, el objeto-
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LA SEXUALIDAD FEMENINA 203
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consideración: al salir del estadio analta


~I",, JTT - r , ,_. a la nina a renegar de sus deseos. Se constituirá como apén-
gñta"ctgs
^ 'mas turba
LJ1I—~. t i ju^_uija
^^.L^J. os a igen
identificación dice anal (el «tapón», la muñeca) de la madre y más tarde
tánea con los padres geni tal es_. Este movimient en «falo» de su cónyuge. Parece claro que se trata de una
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. Ca7 anal,
c . _en tanto
aneo que
gue la dificultad universal para el desarrollo de la mujer, dificultad
^Significa unaen la satisfacción mas turba toría_necesa_rjarn ente
a desnrxípciñn c^. " que explica grosso modo la aceptación de una condición
--.- _ t —-j^ "-".'i^'aa Ul- J3 - de dependencia con relación al hombre, heredero imagoico de
cgundo Jugar, edípjca, en la medida en que - la madre anak-Tal es el precio de algunas realizaciones geni-
_ fn.^-,_.
n i ^> ^..^..^L.
t-vi-".' • -- ii<-_m
" '
_ "tales camufladas que — e n casos dichosos— la mujer se
tificación
~ a ambos padre-s,
" " ~ implica autoriza.
desplazamiento '"de~Tá
-. c c u A primera vista se comprenderían más fácilmente ]as
cÍ7ü"ño ~Ió es más que en casos "excepcional el ventajas que el hombre obtiene de esta disposición a la de-
una Iso-nn^
.-.-->- — =~• •"•-'
'-- -j'-iu.--iJiiuL;aciones:
J -
primero_con pendencia, creada por la culpabilidad femenina. Reflexio-
las - identificaciones:_primero con
el Padre.en la especificidadj jde su sexo; segundo con la Ma- nando más profundamente, no es tan evidente a priori el que
dre en
dre en tanto
tanto mío
que f*^-~-.—--=
compañera — gemía
j¿ , ,_ ^i _ .. ' ' —' ' - -- """ ._ ._-_. ^.^- V-.JLI-. j^^L¿t laguna
laguna el hombre, naturalmente, desee tal relación de dominio. La
va, pareja^ con una conjunción imagoica particu- falsedad, la ambivalencia y el rechazo de identificación, que
]ar: Madre exi.gente,, castraría y celosa, -Padre envidiado, tJeg; encubre deberían parecerle corno otros tantos escollos para
~^^e¿ÍBdg~y a .la vez sobrevaToFa_do. JCa "única salida deteste su propia realización plena y auténtica. Y sin embargo...
atolladero de las identificaciones consiste en la constitución ¿quién dudaría de que, en contra de sus propios intereses
de un ideal fálíco inaccesible (imagen mít'ca de un Padre superiores, el hombre, casi umversalmente, sea cómplice del
idealizado) que comporta a la vez una seguridad a la Madre estado de la mujer y que se complace en erigirlo como prin-
de que conservará sus prerrogativas y la nostalgia de llenar . cipio religioso, metafísico o Antropológico. ¿Qué interés tie-
así una laguna fatal para el destino genital: la identificación ne en someter a su dominio el ser, a través del cual podría
con el padre. Cuando con tales imagos la mujer aborda la comprenderse y ser comprendido? La revelación de sí mis-
vida conyugal, se encuentra enfrentada bruscamente con sus mo a sí mismo a través del otro sexo sería la realización de
deseos genitales latentes, ya que por defecto de la identifica- nuestra humanidad y he aquí que se nos escapa a la mayor
ción heterosexual, su vida afectiva permanece inmadura, do- parte de nosotros.
minada como está por los problemas del estadio anal. Tam- Después de los de la mujer, intentemos cerner los pro-
bién las efímeras esperanzas edípicas bien pronto van a ce- blemas específicos que por parte del hombre se oponen a
der su puesto a una reedición, esta vez con el cón3ruge, de la su expansión. El niño, en el momento de separarse de la Ma-
relación materna anal sellada por la «envidia del pene». El dre anal, puede apoyarse en una identificación con el Padre
beneficio de esta posición consiste en la economía al atacar- portador del «falo». Sustrayéndose así al dominio materno:
se de frente a la imago materna y experimentar la profunda el.Padre fálico es su aliado y la Madre todavía no es su ob-
angustia de separarse de su dominio. jeto genital. De esta forma, habrá eludido dos momentos
El drama de la relación maternal específica de la "niña angustiantes de su evolución: 1.° la liquidación de su rela-
se concreta en el hecho siguiente: cuando para separarse de ción materna anal por una incorporación identificatoria par-
la Madre anal intenta apoyarse en el Padre, se encuentra en ticularmente peligrosa (tanto por la destitución del dominio,
presencia del objeto heterosexual de la madre y por consi- corno por el despojo edípico invertido de la Madre) y 2.° el
guiente y una vez más en oposición de intereses con esta momento edípico, propiamente dicho, que implica una iden-
última. Atacada simultáneamente, en dos planos, la madre no tificación con el rival genital y su eliminación. Esta doble
deja de aparecer corno eminentemente peligrosa: pasa de laguna en las identificaciones del niño, como vemos es de
ser integralmente destruida a amenazar con destruir integral- hecho simétrica a la que hemos puesto de manifiesto en la
mente. La sobreposición en el mismo objeto del dominio y niña. En ésta como en aquél, el imposible deseo de acceso
de la rivalidad bloquea las salidas del estadio anal y obliga se cristaliza, en envidias paralelas del mismo objeto ilusorio:
el «pene». Evidentemente estas envidias se sitúan más allá
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de cualquier diferenciación genital propiamente dicha y se Jada y subyugada, está obligada a vivir sumisa no con un
refieren a la relación anal no integrada. Si en este estadio compañero del sexo opuesto, sino con un representante tirá-
aparece una diferencia entre ambos sexos, se refiere a la nico de la ¡mago materna anal.
posición o a la no posición, tan ilusoria en el uno como en el En resumen, tal es nuestra hipótesis psicoanalítica en
otro, del pene-cosa y de sus avalares simbólicos. Desde este cuanto a los aspectos afectivos de esa institución, que postu-
momento el señuelo fálico marca el camino a las relaciones la la dependencia y la pasividad «femeninas» que impone a
institucionales de los dos sexos. Todo el problema de las la mujer la envidia de un emblema para alienarla del deseo
identificaciones fallidas, se camuflará tras la fascinación de su sexo. Con relación a las diversas concepciones cultu-
activa y pasiva por medio del fetiche. La posesión del fetiche ralistas y filosóficas, esta hipótesis presenta al menos la ven-
se hace para suscitar la envidia y a la vez la envidia para taja de que al haber sido extraída de la experiencia clínica,
confirmar su valor. Vemos el sentido profundo que tie'ne su destino es servir a la curación. En efecto, pensamos que
para el hombre favorecer la «envidia del pene» en el otro a escala individual la resolución de la «envidia del pene» es
sexo e introducirla en las instituciones. Si se admite que el tarea del análisis con la condición de que el mismo analista
exclusivo posesor del fetiche es el hombre, este pretendido se haya liberado del prejuicio falo-céntrico tan antiguo como
privilegio, suscitado y sustentado únicamente por la codicia, la humanidad.
no es más que una variante de la envidia, una envidia a la
inversa, proyectada sobre la mujer. El pene-emblema se ma-
nifiesta como un medio de ser envidiado, y lógicamente ocu-
rre esto para no vivirse como envidioso. El hombre no sa-
bría serlo por la necesidad que tiene de objetivar en un
fetiche, enmascarándolas, las lagunas de su accesión. Gra-
cias a este subterfugio, continuará ignorando su temible
deseo de tomar el lugar de la madre en la escena primitiva
1 anal. La mujer envidiosa y culpable será el soporte indicado
para la proyección de este deseo. Ella será esa «parte feme-
nina» no asumida por el hombre, que por todos los medios
tendrá que dominar y controlar. He aquí por qué el hombre
se verá obligado a preferir una mujer mutilada, dependiente
y envidiosa, a una compañera realizada y en la plenitud de
su creatividad.
El mito bíblico de la primera pareja ofrece una figura
elocuente de esta problemática: a Eva, parte escindida de
la persona de Adán, representante de lo que él rechaza de
sí mismo, se le va a imputar eí pecado original, ahorrándose
Adán la total responsabilidad. Eva habrá enfrentado la pro-
hibición divina, habrá «castrado» aí Padre celeste. Por eso
le será preciso doblegarse bajo el peso de una doble culpa-
bilidad. La suya propia y la del hombre proyectada sobre
ella. Estará obligada a una doble servidumbre en relación
con Dios (ei Padre castrado) y con relación al marido (Ma-
dre que no hay que castrar). Vivirá en enemistad con la Ser-
piente, tal es el decreto divino que constituye la «envidia
del pene». Parte del cuerpo de Adán, Eva es a la vez su cosa
(su sirviente) y su atributo. Soporte de proyección, contro-

II

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