Mini, detective
Christine Nöstlinger
Ilustraciones de Erica Salcedo
Primera edición: febrero de 1997
Decimoséptima edición: septiembre de 2017
Gerencia editorial: Gabriel Brandariz
Coordinación editorial: Carolina Pérez
Coordinación gráfica: Lara Peces
Título original: Mini erlebt einen Krimi
Traducción del alemán: Carmen Bas
Publicado por primera vez en alemán
por Dachs Verlag, Viena, 1996
© del texto: S. Fischer Verlag GmbH,
Frankfurt am Main, 2016
© de las ilustraciones: Erica Salcedo, 2017
© Ediciones SM, 2017
Impresores, 2
Parque Empresarial Prado del Espino
28660 Boadilla del Monte (Madrid)
www.grupo-sm.com
ATENCIÓN AL CLIENTE
Tel.: 902 121 323 / 912 080 403
e-mail: [email protected]
ISBN: 978-84-675-8941-2
Depósito legal: M-9004-2016
Impreso en la UE / Printed in EU
Cualquier forma de reproducción, distribución,
comunicación pública o transformación de esta obra
solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares,
salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO
(Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org)
si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
Herminia Zipfel tiene ocho años. Papá,
mamá y la abuela la llaman Mini. Solo
su hermano, Moritz, la llama «superlarga»
o «larguirucha».
Y es que Mini es muy alta. Y muy del
gada. Es tan alta como Moritz, aunque él
tiene dos años más que ella.
Moritz opina que una hermana peque
ña tiene que ser realmente más pequeña.
Se enfada mucho cuando algún descono
cido les pregunta:
–¿Cuál de los dos es mayor?
5
A Mini le sienta fatal que su hermano
la llame «superlarga» o «larguirucha».
Y no le sirve de nada que su padre o su
madre le digan:
–No lo dice con mala idea. ¡En realidad
te quiere mucho!
Mini asiente complaciente, pero en el
fondo piensa: «¡Eso solo se lo creen ellos!
¡Porque están deseando creérselo! ¡Cuando
se quiere a alguien, se le trata con cariño!».
6
Mini siempre trata bien a Moritz. Y Mo
ritz lo ve como algo normal. Sin embar
go, cuando su hermano se enfada con al
guien, descarga todo su mal humor sobre
Mini. Pero, eso sí, cuando necesita dinero,
es Mini la que se lo presta. Y cuando está
triste, Mini lo consuela. Si está aburrido,
Mini juega con él. Si no tiene ganas de
hacerse el bocadillo, Mini se lo prepara.
Incluso le limpia los zapatos.
7
Maxi, la amiga de Mini, le dice:
–¡Yo no sería tan tonta como tú!
También la abuela le dice a veces a Mini:
–Mini, eres demasiado buena con Moritz.
Y Mini le contesta:
–¡Es que le quiero mucho!
8
Hace una semana, Moritz se portó es
pecialmente mal con su hermana. Mini
se resbaló en las escaleras del colegio, por
culpa de un caramelo chupado que se le
había caído a un niño. Rodó por las escale
ras hasta la puerta del colegio. ¡Veinticua
tro escalones! Al llegar abajo, dio una volte
reta. La mochila se le cayó, se abrió y todas
sus cosas se desparramaron por el suelo.
Todos los niños le preguntaron si se ha
bía hecho daño. Y recogieron lo que estaba
tirado por el suelo. Solo Moritz se quedó
quieto en la puerta del colegio y dijo sin
parar de reírse:
–¡La larguirucha se ha partido en dos!
Hannes y Axel movieron la cabeza.
Hannes le dijo a Axel en voz baja:
–¡Moritz es repugnante!
Mini pudo oírlo a pesar de todo.
Se colgó la mochila a la espalda y le dijo
a Maxi:
–¡Ya está bien! ¡No voy a dirigirle la pa
labra nunca más!
Mini lo decía muy en serio, y mantuvo
su promesa durante toda la tarde. Por la
noche, tampoco habló una sola palabra
con su hermano. Ni siquiera le dio las bue
nas noches.
A la mañana siguiente, durante el desa
yuno, Moritz le pidió un lápiz rojo, y ella
le dijo a su madre:
10
–Dile a tu hijo que no le voy a prestar
nada nunca más.
–¿Por qué no me lo dices a mí? –le gritó
Moritz–. ¿Te has vuelto loca?
Mini le dijo a su madre:
–Dile a tu hijo que para mí está muerto.
–¿Por qué? –gritó Moritz muy enfadado.
Y Mini volvió a decirle a su madre:
–Dile a tu hijo que él sabrá por qué, a no
ser que haya perdido la memoria.
11
En el colegio, Mini le contó a Maxi que
no había cruzado ni una sola palabra con
su hermano.
–¡Por fin! –exclamó Maxi–. Pero debes
seguir así al menos una semana, para que
se dé cuenta de que no puede hacer siem
pre lo que quiera.
–¡Por supuesto! –prometió Mini–. Du
rante una semana, ese estúpido no existirá
para mí.
Pero tres horas más tarde, Mini rompió
su promesa. En el recreo, Evi volvió del
servicio a clase y le dijo a Mini:
–La profesora acaba de llevar a tu her
mano a la directora. Chillaba como un loco.
Mini se levantó de un salto, salió de la
clase y corrió al despacho de la directora.
No se atrevió a entrar. Se acercó y escuchó
a través de la puerta. Oyó a Moritz sollo
zar y lamentarse:
–¡No es verdad!
Y también:
13
–¡No, yo no he sido!
A Mini empezó a latirle con fuerza el
corazón. Pensó: «¿Qué habrá hecho? Debe
haber sido algo espantoso. ¡Por algo sin im
portancia no te llevan a la directora!».
Mini puso la oreja en la puerta. Pero solo
pudo oír a su hermano diciendo que él no
había sido. Entonces sonó el timbre que
anunciaba el final del recreo. Mini debía
volver a su clase. Pero fue corriendo hasta
la clase de Moritz. Allí había un niño y una
niña en el pasillo.
14