Adaptación de la fábula de Samaniego
Dos hombres que se consideraban buenos amigos
paseaban un día por la montaña. Iban charlando tan
animadamente que no se dieron cuenta de que un gran
oso se les acercaba. Antes de que pudieran reaccionar,
se plantó frente a ellos, a menos de tres metros.
Horrorizado, uno de los hombres corrió al árbol más
cercano y, de un brinco, alcanzó una rama bastante
resistente por la que trepó a toda velocidad hasta
ponerse a salvo. Al otro no le dio tiempo a escapar y se
tumbó en el suelo haciéndose el muerto. Era su única
opción y, si salía mal, estaba acabado.
El hombre subido al árbol observaba a su amigo quieto
como una estatua y no se atrevía a bajar a ayudarle.
Confiaba en que tuviera buena suerte y el plan le saliera
bien.
El oso se acercó al pobre infeliz que estaba tirado en la
hierba y comenzó a olfatearle. Le dio con la pata en un
costado y vio que no se movía. Tampoco abría los ojos y
su respiración era muy débil. El animal le escudriñó
minuciosamente durante un buen rato y al final,
desilusionado, pensó que estaba más muerto que vivo
y se alejó de allí con aire indiferente.
Cuando el amigo cobarde comprobó que ya no había
peligro alguno, bajó del árbol y corrió a abrazar a su
amigo.
-¡Amigo, qué susto he pasado! ¿Estás bien? ¿Te ha hecho
algún daño ese oso entrometido? – preguntó sofocado.
El hombre, sudoroso y aun temblando por el miedo que
había pasado, le respondió con claridad.
– Por suerte, estoy bien. Y digo por suerte porque he
estado a punto de morir a causa de ese oso. Pensé que
eras mi amigo, pero en cuanto viste el peligro saliste
corriendo a salvarte tú y a mí me abandonaste a mi
suerte. A partir de ahora, cada uno irá por su lado,
porque yo ya no confío en ti.
Y así fue cómo un susto tan grande sirvió para demostrar
que no siempre las amistades son lo que parecen.
Moraleja: La amistad se demuestra en lo bueno y en lo
malo. Si alguien a quien consideras tu amigo te abandona
en un momento de peligro o en que necesitas ayuda, no
confíes demasiado en él porque probablemente, no es un
amigo de verdad.
Los dos amigos y el oso - Fábulas.(c) CRISTINA RODRÍGUEZ LOMBA