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Artículo DSM - 5 Novedades y Criterios Diagnósticos

Psicología Psiquiatría Salud Mental Manual Diagnóstico y Estadísticos de los trastornos mentales quinta edición
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PROPUESTA PARA LA REFORMA DE LOS JUZGADOS

DE FAMILIA

Carlos Luis VILLACAMPA ORÚS*

Dedicado a mis hijos Daniel y Raúl

SUMARIO: I. Prólogo. II. Introducción. III. La persona, la pa-


reja y sus vínculos. IV. La pareja, el juez y el mediador. V. El
juez de familia y la separación. VI. El mediador y la pareja.
VII. Diferencias entre el procedimiento ante los juzgados y la
mediación. VIII. Propuesta de reforma de los juzgados de fa-
milia. IX. Epílogo. X. Bibliografía.

I. PRÓLOGO

Tener la posibilidad de participar en una publicación del Instituto de


Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de Mé-
xico es para este humilde profesional, español, un honor, un privilegio y
una satisfacción.
Antes de comenzar el desarrollo de mi propuesta deseo expresar todo
mi respeto por el sistema judicial y sus actores. La reforma que planteo,
como idea, poco conocida, no es original, pero sí la reflexión y el desa-
rrollo, en cuanto hace a su concepción, extensión y plasmación escrita.
No pretendo una reforma integral de los juzgados ni que los jueces de
familia tengan que abandonar esta práctica profesional, sino una reor-
ganización de las funciones al tener que adecuarse a la entrada de los
mediadores.
* Maestro nacional; mediador familiar; especialista en mediación familiar y con me-
nores.

241
242 CARLOS LUIS VILLACAMPA ORÚS

La primera parte de mi trabajo va a estar dedicada a analizar a las per-


sonas y sus diferencias, a las vinculaciones de pareja, tan distintas unas
de otras, y a los efectos de la práctica judicial observados y el descubri-
miento, hace unos cuantos años, de la mediación familiar como un siste-
ma más adecuado para resolver los conflictos familiares, en la nueva rea-
lidad social familiar, que ha sufrido y está sufriendo de tantos cambios y
modos de organizarse. Esta parte servirá para la justificación de mis
planteamientos para la propuesta final, donde surgirán mis ideas sobre la
mediación familiar y la importancia de pensar en las necesidades y dere-
chos de los menores y los deberes de los padres, para establecer la custo-
dia compartida.
Los sufrimientos que describo y las situaciones adyacentes no son, en
modo alguno, gratuitos, sino fruto de mi dilatada experiencia profesional
y voluntaria.

II. INTRODUCCIÓN

Van a cumplirse los trece años que he dedicado a orientar en mi país,


España, y en Madrid, donde resido, a padres de familia que están pensan-
do tomar la decisión de separarse, que se encuentran en pleno proceso o
que tienen problemas a causa del incumplimiento, por la otra parte, de al-
guna de las medidas establecidas en las sentencias.
Dedico a ello, de forma voluntaria, en la Asociación de Padres de Fami-
lia Separados (A. P. F. S), entre una hora y media y dos y media, todos los
jueves del año, excepto los festivos y el mes de agosto, por vacaciones.
Los atiendo en grupo, porque estimo que escuchar las situaciones de
los otros ayuda a relativizar las propias y a entender que las dificultades
no son sólo las de uno mismo. Y a lo largo de estos años he visto mucho
sufrimiento. Las perspectivas para los padres, varones, son poco halagüe-
ñas, puesto que el elevado número de concesiones de la custodia de los
hijos a las madres, en exclusiva, la considerable cantidad de incumpli-
mientos de los regímenes de visita y la presión del feminismo, política y
económicamente interesado, y opresor, suponen un muro muy difícil de
superar.
Hay padres que se convierten en pagadores de pensiones para poder
ver a sus hijos dos fines de semana, al mes. Los padres que van perdien-
do el contacto con sus hijos aumentan día a día.
PROPUESTA PARA LA REFORMA DE LOS JUZGADOS DE FAMILIA 243

En los últimos tiempos, las denuncias, aunque falsas, por malos tratos
llevan a los padres a pasar de veinticuatro a cuarenta y ocho horas arres-
tados en los calabozos de las comisarías de policía y al establecimiento,
por el juez correspondiente, violencia de género, de una orden de aleja-
miento del domicilio familiar.
Quizá puedan imaginar, al leer estas líneas, las frustraciones, los senti-
mientos de pérdida de la relación con sus hijos, el dolor que les produce
verlos usados, por la otra parte, para defender intereses personales y ven-
garse del otro. Y, ¿cuándo un padre observa cómo sus hijos quieren per-
manecer algún tiempo más con él y no lo pueden hacer para no traspasar
los límites establecidos? ¿Cómo los niños se callan tantos deseos por
miedo, por temor a las reacciones, que ya conocen, de la persona con la
que conviven de forma permanente?
Pongámonos en el lugar de aquel padre que tiene que soltar a su hijo,
agarrado fuertemente a la pierna de sus pantalones, para que nadie se lo
lleve de allí, porque ese padre tiene que entregarlo a la madre para no in-
cumplir la sentencia. Y el dolor de los hijos que ven sufrir a sus padres,
que temen perder su amor y que ven cómo se van alejando, poco a poco,
de sus vidas.
Por otro lado, les he de manifestar que desde 1996, en que comencé a
formarme como mediador, y vistas estas realidades, fui descubriendo y
conformando cómo debería ser un juzgado de familia. Todo lo que voy a
seguir escribiendo, como ya indiqué, será un preámbulo, un marco para
presentar a ustedes una propuesta, en este sentido.

III. LA PERSONA, LA PAREJA Y SUS VÍNCULOS

Los seres humanos somos personas, pero somos personas sexuadas:


mujer y hombre. Y los unos tendemos hacia los otros.
Cuando acudimos al encuentro del otro lo hacemos por una primera
percepción, por una llamada de atención que, según el psiquiatra espa-
ñol, Enrique Rojas, se produce porque los varones nos vinculamos por la
vista, y las mujeres, por el oído.
La pareja, al comenzar su relación, establece acuerdos, a veces dichos,
y en otras ocasiones supuestos, que van conformando unos vínculos es-
pecíficos entre ellos, que tienen que ver —como dijimos anteriormente—
con normas, creencias, costumbres, apetencias, compromisos, responsa-
244 CARLOS LUIS VILLACAMPA ORÚS

bilidades, afectos, demandas, concesiones, depositaciones en el otro de


necesidades, de carencias, que ese otro nos satisface, el modo de enten-
der y comprender al otro, de gustos tan distintos y, a veces, contrarios.
Hay un dicho en Europa muy expresivo de los gustos opuestos, y que
viene bien, como ilustración: “A monsieur le gustan las corrientes de ai-
re, y madame las detesta”.
Estas diferencias y desacuerdos muestran, en cada pareja, toda una
gradación de situaciones que tienen que ver con la capacidad, o no, de
gestionarlas adecuadamente: de forma pacífica, creativa y generadora
de satisfacciones. Los desacuerdos que se dan en todas las parejas, y en
todas las relaciones, a lo largo de su vida marital, tan difíciles de mane-
jar, se han ido resolviendo, mal que bien, por algunas de ellas, pero en
otras se han enquistado, sin resolver, y rebrotarán, ahora, junto a este
traumático trance de la separación.

IV. LA PAREJA, EL JUEZ Y EL MEDIADOR

Cuando nos sentamos frente a la pareja, justo antes de comenzar el


juicio de divorcio o la primera sesión de mediación, nos encontramos
ante un marco temporal comprimido, donde se reúnen como en un rito
de transición:

— lo pasado.
— la despedida.
— el acuerdo de futuro.

Comprimidos en el escaso tiempo en que se celebrará el juicio y el


juez tome su decisión o transcurrirá la mediación, estarán presentes las
historias personales, vivencias, experiencias, creencias, ideas, necesida-
des e intereses, sentimientos de cada uno, diferentes de los del otro y, los
años de relación vincular entre ellos, también única y distinta de otras
vinculaciones. Y este pasado se acaba, repentinamente, con la ruptura de
la relación, y comienza la despedida, con toda la carga emocional, con
dudas, temores, dolores, frustraciones, sentimientos de abandono… Ade-
más, hay que dar el paso hacia el futuro, que en estos momentos de pre-
sión psíquica y emocional se hace tan difícil de adivinar.
Por otro lado, tener que dejar la situación de comodidad y con todo
bajo control, para encarar un horizonte nuevo y desconocido, que no ape-
PROPUESTA PARA LA REFORMA DE LOS JUZGADOS DE FAMILIA 245

tece, que no se desea, produce desgana, zozobra, descontrol personal,


miedo, temor…

V. EL JUEZ DE FAMILIA Y LA SEPARACIÓN

Los jueces de familia tienen una formación en derecho, amplia y cua-


lificada, profesional, pero desconocen, en profundidad, salvo casos ex-
cepcionales, los temas emocionales y psicológicos, que son tan determi-
nantes a la hora de resolver el conflicto en que se encuentra la pareja, y
aplicando estrictamente la legislación, en los procedimientos, el juez no
puede tomar sus decisiones en justicia, al no tener competencias, no estar
capacitado para atender a esa realidad, presente, en la que cada pareja es
única y distinta de todas las demás y con una vinculación, que mostrará,
en el momento de la separación, toda su específica complejidad.
Por ello, basándose en la ley, el juez, tomando decisiones por dos ciu-
dadanos adultos, cuando parece que debieran ser ellos los que pudieran
tomarlas, se dan las dolorosas consecuencias para los niños y para los pa-
dres, que, al no resolver el conflicto, lo irán reproduciendo en el futuro,
llegando, en ocasiones, a pelear, ya cercanos a la ancianidad, por las pen-
siones de jubilación. Y, sin olvidar los sufrimientos de los abuelos y del
resto de la familia, que temen la pérdida del contacto con sus nietos, pri-
mos, sobrinos, que se da, realmente, en demasiadas ocasiones.

VI. EL MEDIADOR Y LA PAREJA

El mediador, en su calidad de técnico especializado en la resolución


de conflictos y profesionalmente formado, ayudará a las personas a si-
tuar, en su lugar habitual, las posiciones emocionales. No tomará ningu-
na decisión, puesto que éstas pertenecen y corresponden a las partes in-
tervinientes. Tan sólo controlará el proceso y, por medio de sus técnicas
de comunicación, moverá los discursos de la pareja, hará que circulen,
entre todos, en todos los sentidos, para que lleguen a conseguir el ser ca-
paces de reconocerse el uno al otro, pues sólo entonces podrán comenzar,
en mi opinión, con efectividad, la negociación.
En mi práctica profesional yo utilizo un rotafolio y rotuladores de co-
lores vivos, para que puedan ver, con claridad, escrito, frente a ellos, el
trabajo que les encargué, previamente. Divido la hoja en dos mitades, y
les pido que reflejen, cada uno, las necesidades, de todo tipo, de su/-s hi-
246 CARLOS LUIS VILLACAMPA ORÚS

jos, cuantificadas económicamente, para ir comenzando a acordar en esa


valoración. Se sientan, y tienen tiempo para visualizarlas y para tomar
conciencia de lo que observan, pasando a hablar de las responsabilidades
que tienen para satisfacerlas en beneficio de sus hijos. Se ven, a conti-
nuación, los ingresos pasados o presentes y los del futuro, para decidir
cómo van a satisfacer monetariamente las necesidades de sus hijos y las
suyas propias y para ir acordando el reparto de sus bienes, tratando de
que no haya un ganador ni un perdedor. Voy tomando nota de los acuer-
dos a lo largo del proceso, que se plasmarán en un escrito que los recoja.
Como en Madrid, España, no está legalizada la mediación, hoy, a princi-
pios de 2007, el acuerdo final de la pareja deberá ser presentado en el
juzgado de familia, por medio de su abogado o del letrado del servicio de
mediación, y ratificado por el juez con una sentencia.

VII. DIFERENCIAS ENTRE EL PROCEDIMIENTO ANTE LOS JUZGADOS


Y LA MEDIACIÓN

A continuación voy a exponer, en una tabla comparativa, algunas de


las diferencias entre el procedimiento ante el juzgado de familia y en el
servicio de mediación, para que puedan observarse con una sola mirada:

En el juzgado de familia En el servicio de mediación

El juez decide por la pareja Decide la pareja


El conflicto se hace público Permanece privado
Apenas se da la comunicación La comunicación es básica
Se negocian los intereses Las necesidades y los deberes
Priman, para los hijos los derechos, Y, las necesidades afectivas, los apo-
más elementales: vestido, alimen- yos, educarlos en la responsabilidad,
tación, escolaridad y sanidad en los límites
Las emociones deciden por el pensa- Se contienen las emociones para des-
miento pejar la mente
Uno gana, el otro pierde Ni un ganador ni un perdedor

Hemos ido constatando, en los últimos tiempos, las consecuencias, tan


problemáticas, que se derivan de la aplicación del procedimiento judicial
en los procesos de separación o divorcio familiar:
PROPUESTA PARA LA REFORMA DE LOS JUZGADOS DE FAMILIA 247

En el estamento judicial una extensa, en el tiempo, costosa, para las pa-


rejas y para la propia judicatura, y lenta judicialización de los procesos.
En los hijos y sus padres, la concesión de la custodia, en exclusiva, a
uno de ellos, trae efectos negativos, como la pérdida, por parte de los hi-
jos, de la referencia del padre con el que sólo convive unas pocas horas
al mes; la imposibilidad, para ese padre, de cumplir con los deberes para
con ellos, que no debiera ser, tan sólo, el de pagarles una pensión; los in-
cumplimientos de los regímenes de visita y el uso, como objetos, de los
hijos para defender intereses personales de alguno de los padres, que pro-
ducen dejación de las responsabilidades, más conflictividad, violencia,
en ocasiones, y aparición en los niños, cada día aumentando, del síndro-
me de alienación parental inducido por los manejos de los que detentan
la custodia en exclusiva, para vengarse del contrario, pensando que así
podrán superar el odio que le tienen. Los padres utilizan a sus hijos, a
veces, como mensajeros, sin darse cuenta de que el niño mensajero sufre
en los dos lados.
En lo social, podemos observar cómo crece el número de jóvenes que
no se casan, que conviven de hecho, para no pasar la experiencia que tu-
vieron en el seno familiar y el sufrimiento de sus padres y el suyo propio,
con la separación. En otros casos, los jóvenes deciden convivir así, por-
que este modo de estructura familiar se ha ido convirtiendo en una vigen-
cia social.
Por todo ello, concluyo que debe reformarse el procedimiento de se-
paración o divorcio. Tiene que ser el mediador familiar el que gestione el
conflicto en lugar del juez, que lo hace hasta ahora.
La mediación familiar no debe ser un método alternativo; es el modelo
que se debe implantar.

VIII. PROPUESTA DE REFORMA DE LOS JUZGADOS DE FAMILIA

No propongo la desaparición de los juzgados de familia, nada más le-


jos de mis intenciones. La justicia de familia tiene como objeto ser ga-
rantía de los derechos de las familias en lo concerniente a los aspectos
económicos, al buen cuidado de los hijos y a la forma de organizar la
nueva estructura familiar que surge de la separación o del divorcio. Y en-
tiendo que así debe seguir siendo, pero con algunos cambios que me pro-
pongo explicar.
248 CARLOS LUIS VILLACAMPA ORÚS

La reforma atañe al ámbito del procedimiento judicial, y más exacta-


mente a la figura del profesional, que, en mi opinión, debiera ser la auto-
ridad ante la que se presentarían las personas que desearan la separación
o el divorcio. Los ciudadanos seguirían acudiendo al juzgado de familia,
pero en lugar de presentarse ante el juez, se personarían ante el media-
dor. El juez seguiría asumiendo la garantía legal de los acuerdos, y el
mediador sería el encargado de gestionar los procesos de separación. Las
parejas que, habiendo llegado a acuerdos en la mediación, quieran legali-
zarlos, tendrán que remitirlos al juez de familia, para ser ratificados en
una sentencia. Las personas que no sean capaces de mediar o que, pre-
sentes en la mediación, manifiesten su deseo, fundamentado y con firme
convicción, de no utilizar este servicio, serán enviadas al juez para que,
con el procedimiento habitual, pero con una formación más adecuada a
los tiempos presentes, tome sus decisiones, en beneficio de los hijos y de
sus padres.
La garantía legal de la mediación familiar viene expresada claramente
en los deberes profesionales del mediador, que se formará y conocerá la
legislación familiar, de su ámbito territorial, para que, en el proceso de me-
diación, ésta sea un límite, que ningún acuerdo puede sobrepasar. El me-
diador tiene el deber de dar a conocer a la pareja la posible violación de la
norma, para que, al presentar el acuerdo final para su legalización, no sea
rechazado por el juez, con el consecuente perjuicio para ella. El mediador
enviará a la pareja, directamente, al juez cuando detecte alguna situación
ilegal en la relación, tales como violencia, uso ilegal de los hijos…
Todos los ciudadanos, en mi propuesta, acudirán a la mediación. No
cabe pensar en obligatoriedad, puesto que sería un servicio ofrecido por
el Estado a sus ciudadanos para dirimir sus diferencias. Hoy deben acu-
dir al juzgado y presentarse ante el juez; mañana seguirán acudiendo al
juzgado, pero los recibirá y atenderá el mediador.
Voy a presentarles a continuación una estructura organizativa de cómo
sería el jugado de familia, y voy a hacerlo como si fuera una imagen vi-
sual que aparezca ante ustedes con meridiana claridad:
En la planta baja los servicios sociales, encargados de recabar infor-
mación de la pareja.
En el primer piso, el servicio de mediación, formado por un equipo in-
terdisciplinar de mediadores, psicólogos, abogados y administrativos.
En el piso superior, el juez de familia, con los cometidos citados más
arriba, que recibiría a las personas enviadas desde la mediación, y que po-
PROPUESTA PARA LA REFORMA DE LOS JUZGADOS DE FAMILIA 249

dría manifestarles algo, como esto: si ustedes, ciudadanos, con los dere-
chos que conocen que les asisten, adultos, no son capaces de tomar una
decisión por ustedes mismos, pues, ahora, yo la voy a tomar por ustedes.
Esta descripción, así estructurada, puede organizarse, supongo, de
otras maneras, pero lo que no debería perderse de vista son los fines: la
mediación es el sistema, el método. Los jueces intervendrán para ratificar
los acuerdos tomados en la mediación, a petición de la pareja y para en-
juiciar a las que no acepten mediar o no sean capaces de hacerlo. Los pa-
dres, independientemente de la ruptura como pareja, en cumplimiento de
los deberes para con sus hijos, pensando en ellos, amándolos, tienen que
seguir educándolos de la forma lo más ampliamente compartida posible.
La mediación familiar, según mi criterio, es un método, un camino no
adversarial, que tiene dos objetivos fundamentales: uno de carácter gene-
ral, que persigue la resolución del conflicto, y otro de carácter particular
que sería, tal como acabo de insinuar, la custodia compartida, como for-
ma de poder satisfacer las necesidades de sus hijos, y cuyo modo de or-
ganización se analizaría en la mediación. No creo que sea erróneo pensar
que si los padres la tuvieran como norte, si tuvieran la posibilidad de ob-
tenerla, ilusionados asumirían sus responsabilidades, y, si fuera necesa-
rio, se capacitarían para mejor atenderlos, porque lo que no se ha sabido
hacer en el pasado no se pudo o no se quiso, se puede aprender para el
futuro, se querrá y se podrá.

IX. EPÍLOGO

He presentado, tal vez, un sueño, pero si todos los que tengan la opor-
tunidad de leer estas líneas están de acuerdo con los planteamientos, to-
man decisiones, ayudan, empujan, lo hacen suyo, conseguiremos que el
sueño se convierta en realidad.
México, en una apuesta decidida y eficiente como pocas, ha implanta-
do, prácticamente en toda la nación, la mediación familiar, como un sis-
tema alternativo al judicial, y sea, posiblemente, el país en el que se halla
más extendida territorialmente.
Voy a plantearles un nuevo reto, que las autoridades políticas, jurídi-
cas, sociales y, en fin, todos los mexicanos, mujeres y hombres, sean va-
lientes, como estimamos que es ese pueblo y pensando, en conciencia, en
las necesidades educativas de los niños y en los deberes de los padres,
250 CARLOS LUIS VILLACAMPA ORÚS

apuesten por las propuestas que les hago, la mediación familiar, como el
método a aplicar, no alternativo, y la custodia compartida, y, así, tendría-
mos padres colaboradores en la educación de sus hijos y responsables,
con lo que irían apareciendo ciudadanos más pacíficos, más maduros y
más satisfechos de sus responsabilidades y de verse capaces de asumir-
las. Repito: sean valientes; adelante, yo espero y deseo que ustedes los
mexicanos lo conseguirán, ese pueblo, del que este humilde español se ha
ido enamorando poco a poco.

X. BIBLIOGRAFÍA

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