Tesina Factores de Delincuencia (En Proceso)
Tesina Factores de Delincuencia (En Proceso)
Revisión bibliográfica
Profesor guía:
Estudiante:
IDEA DE INVESTIGACIÓN
Como prevenir comportamientos delictivos ha sido materia de gran debate, ya que los
factores asociados son usualmente complejos. La investigación nacional e internacional
indica que el desarrollo del comportamiento delictivo puede entenderse como producto del
intercambio de numerosas variables sociales, familiares o individuales.
OBJETIVO GENERAL
Conocer los factores de riesgos y las variables sociales, familiares o Commented [C1]: Cambiar por algo más spe ifico, como
identificar
individuales que repercutan para que el adolescente establezca conductas
delictivas.
OBJETIVO ESPECÍFICO
El incremento de los adolescentes que cometen delitos cada día aumenta y como
consecuencia de esto los grupos tienen un incremento, la televisión y parte de los medios de Commented [C4]: WTF!
comunicación masiva influyen en estos ya que imitan las culturas de jóvenes de países
avanzados. Sumado a esto problemas personales, familiares, sociales, económicos y sobre
todo la falta de oportunidad a la educación, esto va ligado a los adolescentes que están
dispuestos a tentar contra su persona, consumiendo drogas, alcohol, cometer delitos mayores,
menores y sobre todo el daño moral que les causan a sus cuidadores son grandes.
La gran cohesión existente y que mantiene unidos estos grupos, suponen un estudio a
fondo de diversos factores como la búsqueda de comprensión, el sentirse apreciado, factores
sociales, psicológicos y familiares.
Desde el punto de vista psicosocial posibilita analizar tanto las características del
entorno inmediato o distante como las características personales que aumentan la posibilidad
de que los adolescentes manifiesten dificultades en su desarrollo. También permite investigar
el modo en que diversas variables, como por ejemplo, la influencia de los pares,
características e historia de vida familiar, la cultura, entorno social, necesidades materiales,
entre otras. Asimismo esta va ligada con las vulnerabilidades individuales, por ejemplo,
características cognitivas, temperamentales, económicas, entre otras.
Es por eso que esta investigación enfatiza la necesidad de analizar la forma en que
diversos factores de riesgos se relacionan en la generación de fenómenos como la
delincuencia protagonizada por adolescentes. Este planteamiento, además de poner en
perspectiva la influencia conjunta de las variables macrosociales e individuales, rescata las
capacidades de muchos adolescentes que pese a las adversidades que enfrentan, logran
desarrollar trayectorias de vida que no manifiestan este este tipo de conductas.
Es muy importante ser precavido en la materia, ya que conocer los factores de riesgo
a lo que se ve expuesto un niño o joven no produce certeza total de que se vaya alterar en el
desarrollo esperado de este, más bien ayuda a estimar la probabilidad que esto ocurra.
Considerar una probabilidad como una certeza en materias de prevención social es un grave
error, ya que se sabe que un adolescente puede coexistir con todos los factores de riesgos
posibles, pese a ello, no hay que externalizar comportamientos de riesgos.
Hoy en día se puede observar como adolescentes y hasta niños de muy poca edad
cometan o posean conductas delictivas, dando alarde de violencia aparentemente gratuita e
injustificada hacia los demás.
Son diversas las causas que conllevan a niños y adolescentes a inducirse en este
mundo, pueden ser orgánicas, fisiológicas, patológicas, influencia externa como en el medio
que se desarrolla los primeros años de su vida, carencia de afecto y atención por parte de los
padres o simplemente mala orientación.
Por otro lado, es importante saber acerca de las razones que conducen a los
adolescentes a actuar de tal manera, hay quienes piensan que estos se revelan como una forma
de llamar la atención o sentirse importantes ante la sociedad, pero la realidad es que existen
muchos factores de peso que conllevan a los adolescentes a cometer actos vandálicos.
La edad de los jóvenes infractores de ley tiende a descender cada vez más y se
incrementa hacia la etapa de la adolescencia, estos están inmersos en el fenómeno de
delinquir principalmente, lo que ha aumentado en los últimos tiempos pasando a ser un
problema que cada vez genera mayor preocupación social.
VIABILIDAD DE LA INVESTIGACIÓN
Método de la investigación: El presente proyecto se basa en una revisión bibliográfica
enfocándose en los factores de riesgos y las variables que influyen para que el adolescente
Este estudio cuenta con suficiente información en libros, revistas y autores que
MARCO METODOLÓGICO
TIPO DE INVESTIGACIÓN
En el presente estudio está basado en una revisión bibliográfica sobre los factores de
riesgos que influyen para que el adolescente cometa delitos, las variables, ya sea
psicológica (individual), social (pares), asimismo darnos una visión general, de tipo
más aun, sobre él, es difícil formular hipótesis precisas o de cierta generalidad.
HIPÓTESIS
MARCO TEÓRICO
Según el código penal en el artículo 1° de los delitos, se define como delito a aquella
conducta, ya sea acción u omisión típica, antijurídica y culpable voluntaria penada por la ley. Commented [C6]: CODIGO PENAL CHILENO, AÑO 2016 ¿?)
Las acciones u omisiones penadas por la ley se reputan siempre voluntarias, a no ser
que conste lo contrario.
El que cometiere delito será responsable de él e incurrirá en la pena que la ley señale,
aunque el mal recaiga sobre la persona distinta de aquella a quien se proponía ofender. En tal
caso no se tomarán en consideración las circunstancias, no conocidas por el delincuente, que
agravarían su responsabilidad; pero sí aquellas que la atenúen. (Chile, 2010)
Lombroso en su teoría sobre el criminal nato, postula que algunos individuos nacen
criminales por sus malformaciones biopsiquicas. Estos individuos los clasificó distinto que a
los individuos normales. Fundamentó su investigación en la demostración de su existencia
de que la herencia predisponía al individuo a reaccionar a una conducta antisocial como se
mencionó anteriormente.
Algunos de los factores relacionados con la delincuencia son; El sexo, hay más Commented [C7]: GENERO
hombres delincuentes que mujeres; las habilidades, existen que corroboran la relación entre
un bajo coeficiente intelectual y delincuencia; el síndrome hiperquinético (hiperactividad),
niños muy impulsivos y no reflexivos tienen más posibilidades de delinquir; El egocentrismo
poseen gran dificultad para visualizar las consecuencias de su acción; La clase social, se
asocia con las clases marginales; familia, se refiere a padres que dan poco o nada, apoyo
moral, que coaccionan y castigan en demasía. La ruptura temprana entre padres e hijos es un
buen predictor de delincuencia.
Puesto que la delincuencia juvenil es fundamentalmente adolescente, es decir, reúne Commented [C8]: DEFINIR
toda la problemática típica de este periodo evolutivo, pero de una forma no normalizada.
Friedlander (1951) señala la existencia de un estado de delincuencia latente; añadiendo que
la base de esa latencia es lo que se denomina el carácter antisocial que se ha formado en el
menor a través de sus primeras relaciones. El autor considera que aunque el menor llegue al
periodo de latencia con esa formación caracterológica antisocial o susceptibilidad, no
necesariamente se hará manifiesta la conducta delictiva, dependerá más bien de los diversos
agentes que influyan en el desarrollo de este. En estas sobresalen las malas compañías, el
trabajo inadecuado, el deambular callejero y la desocupación como factores secundarios que,
aunque no son determinantes, pueden provocar la delincuencia si existe previamente esa
susceptibilidad o carácter antisocial ya mencionados. Una realidad social frustrante o una
familia excesivamente indulgente, o bien, un entorno delictivo, serían algunos de los aspectos
de mayor importancia para que el joven adopte un estilo de vida delictivo. La actitud
reiterativa y moralizante de los padres y las instituciones ante ciertas actividades del chico le
llevarían a tener una identificación negativa. Facilitarían también la evolución delictiva, la
marginación y el poco contacto que el adolescente podría mantener con la llamada sociedad
normal.
Con respecto a Winnicott (1971) vincula la delincuencia con "la falta de vida
hogareña", y en función de la problemática familiar, "el menor antisocial apela a la sociedad
en lugar de recurrir a la propia familia o a la escuela, para que le proporcione la estabilidad
que necesita, a fin de superar las primeras y muy esenciales etapas de su crecimiento
emocional". En este aspecto se puede manifestar la importancia de la desestructuración
familiar y en la falta de organización de las escuelas como el origen de la delincuencia
adolescente.
Datos recopilados de varios reformatorios ingleses hacen una extensa relación sobre
las circunstancias sociales, económicas y familiares, con su íntima conexión con la
delincuencia (West, 1969). Reid (1979) dijo que "debemos recordar que los menores que
odian son los hijos del abandono, éstos han sido crónicamente traumatizados por la
reiterada frustración de muchas de sus necesidades básicas". En México, un estudio
(Jiménez, 2007: 255) realizado en centros de Prevención y Rehabilitación Social, intentó
hacer una tipología desde la Sociología, acentuando el etiquetamiento y exclusión de
aquellos jóvenes pertenecientes a ciertos sectores de la sociedad. Así, la génesis de las
personalidades delictivas ha de buscarse en las primeras relaciones. Es obvio que existen
una serie de determinantes ambientales frustrantes, que servirán de espoleta provocando
actitudes y comportamientos delictivos. Creemos que esto no se producirá sólo en aquellos
menores con una formación caracterológica antisocial o delincuente latente. Pensamos que,
aparte de aquellos casos en los que exista esa etiología predisponente, la problemática
psicológica que atraviesa el adolescente puede por sí misma hacerle vulnerable a cometer
conductas delictivas. Si el adolescente tiene rasgos psicopáticos de comportamiento (sin
entrar a discutir el término de psicopatía), si se encuentra ante una problemática compleja
(como es la crisis de identidad), y si a todo esto añadimos una conflictividad familiar y un
entorno agresivo y perturbado (como se ha destacado en las anteriores reseñas de autores)
resultará sumamente fácil que el adolescente no pueda contenerse dentro de ese mundo de
ansiedad y necesite actuar convirtiéndose en delincuente. Esto explicaría, en parte, el
desmesurado aumento de la delincuencia juvenil que se ha producido en nuestra sociedad,
sobre todo en macrociudades como Guadalajara, Ciudad de México, Sao Paulo, Caracas,
Buenos Aires, Santiago de Chile, etc. donde la inmigración y la pérdida de identidad
cultural, el asentamiento irregular, paracaidismo (asentamientos humanos espontáneos) y
la consiguiente dificultad para la convivencia familiar, el desempleo, la despersonalización,
los conflictos vecinales, etcétera, constituyen un caldo de cultivo idóneo para la aparición
de conductas disociales en una gran parte de adolescentes, que se ven incapaces de elaborar
su propia y normal problemática, al mismo tiempo que se enfrentan a un ambiente hostil.
(Ornelas, 2005)
Indagando la literatura sobre este aspecto, se observa que ciertos especialistas ponen
énfasis en la familia. Allodi (1997: 26-34) afirma que la familia "es el principal mecanismo
de control, ya que los padres tienen que enseñar a sus hijos aquello que es inaceptable: el
crimen, el robo, las agresiones sexuales y los delitos contra la salud... "En las diferentes
formas de aparición o desarrollo de conductas delictivas, el joven difícilmente permanecerá
aislado, al igual que el adolescente que no delinque necesitará contactar con otros. Esto nos
lleva a entrar ya en el tema de la sociabilidad del adolescente y el significado que puede tener
para el púber normal y para el delincuente.
El concepto del robo en el menor supone la idea clara de la propiedad, del mismo
modo como la del bien y del mal en su referencia familiar y social, que sólo será considerada
como tal desde el comienzo de la escolaridad, en el momento que se constituye el sentido
social autónomo. Sin embargo, puesto que todo individuo ha robado alguna vez en su vida,
se debe admitir que es preciso recurrir a un factor cuantitativo, es decir, considerar como
delincuente al que roba con cierta permanencia, de modo habitual. Al igual se podría
distinguir entre robo importante, que remedía los apuros económicos y provoca una molestia
a otro, y el simple hurto.
síntoma, asociándose a otras formas de inadaptación social con o sin carácter de delito, en
especial a la delincuencia sexual y a las fugas.
El tipo de delito de robo contra su propiedad se toleran (más o menos bien) según su
género: robo de alimentos o de dinero, por ejemplo. Este último, en particular, puede
desencadenar por parte de sus padres bien cierta perplejidad, bien una reacción de
agresividad, puesto que se trata no sólo de un atentado a su propiedad, sino también de un
atentado a su autoridad. Por ello no se suele denunciar a las autoridades. Cuando son
demasiado frecuentes y van acompañados de otras perturbaciones, deben ser objeto de
consulta. Los robos extra familiares pueden ser de dos tipos: unos se asemejan a los familiares
por el hecho de que se producen en un cuadro restringido propicio a ello. Son los robos de
materiales escolares o similares, en detrimento de compañeros de clase o de maestros y los
robos denominados profesionales en la misma escuela; otros son los que se realizan en un
lugar público e incluyen alimentos, ropa, artículos de sonido, librerías, bolsos, carteras,
discos y hasta vehículos.
Los delitos contra la salud cometidos por los adolescentes, que comprenden tanto la
producción como el tráfico y la comercialización al menudeo de drogas ilícitas, son vistos
por los jóvenes como una forma sencilla de obtener dinero. Pero estos crímenes
frecuentemente son planeados y dirigidos por adultos, quienes involucran a los jóvenes, para
verse protegidos de ser detenidos y de purgar penas más grandes que las que puede obtener
un menor. Para Salazar (2008), el chantaje, la presión, el engaño y la mentira, son actos
mediante los cuales se puede conducir a un adolescente a participar en este tipo de delitos.
Pocos de los jóvenes desconocen la ilegalidad en la que están metidos, pero se involucran en
la delincuencia por la facilidad con que estas actividades permiten obtener dinero y porque
también es relativamente fácil satisfacer por ese medio la necesidad de obtener aceptación de
otros y de sí mismos.
Como plantea Winnicott (1971) el menor que roba un objeto no busca dicho objeto
en sí, sino a la madre sobre la cual él tiene derechos. Estos derechos resultan de que, desde
el punto de vista del menor, la madre ha sido creada por él. Ella ha comprendido a la
creatividad primaria del menor y de este modo se ha convertido en el objeto que él pretende
encontrar (el menor no habría podido crear a la madre, pero el significado de la madre para
el menor depende además del poder creativo de éste). El mismo autor se pregunta si es posible
relacionar estos dos aspectos: el robo y la destrucción, la búsqueda del objeto y lo que la
provoca, las compulsiones libidinales y las compulsiones agresivas. Según su parecer, la
asociación de los dos aspectos se encuentra en el menor y representa una tendencia hacia la
auto curación, la curación de una disfunción de los instintos.
A pesar de ello el robo y los delitos en general, tal como se nos presentan, son al
mismo tiempo contestación, sumisión, agresión, apatía, satisfacción y castigo. Puede
satisfacer a veces el narcisismo del individuo, pero es sobre todo una salida al conflicto que
representa, una actuación a la vez sádica y masoquista. Si en algunos casos el objeto del robo
o del delito en general corresponde a una opción simbólica, puede responder, más bien, en
otros a una necesidad de apropiación; se elige entonces el objeto en función de la facilidad
de su objeción o de la consecuencia de su imitación. En ocasiones lo que más importante es
la escena en que se desarrolla el robo, el delito, la vivencia y el sentido psicosocial que
adquiere. Por eso muchas veces no se delinque por placer sino por la necesidad de
experimentarse. Los robos de un mismo objeto pueden tener significaciones completamente
distintas.
De igual forma sucede en los delitos contra la salud, la búsqueda da por obtener
ciertos objetos que dan poder y presencia ante otros, que los pueda hacer diferentes con
mando, con dinero y sobre todo con distinción, los lleva a obtener dinero fácil. A cambio de
objetos considerados valiosos hacen actividades que de antemano saben que son ilegales.
¿Cuál es la actitud del familiar hacia el delito? el hecho de que un menor traiga a casa objetos
o dinero cuyo origen resulte desconocido para los padres puede muy bien ser acogido con
indiferencia y desenvoltura, o incluso con una secreta complicidad. Pero en cuanto la
conducta del menor es denominada explícitamente "robo" o "tráfico de drogas"
(denominación que emana de las autoridades), el resultado es una fuerte reacción emotiva
por parte de los familiares. Muy a menudo, el problema se transpone del menor a los padres
o incluso a la sociedad. En mayor medida quizá que cualquiera otra conducta delictiva, el
delito desencadena una inquietud ética en los diferentes medios en que repercuten sus
consecuencias. Es esencial desdramatizar la situación, no interpretando a partir de las
repercusiones que provoca en los adultos afectados.
Mientras que Allodi (1997: 26-34), manifestó: "La familia es el principal mecanismo
de control. Los padres tienen que enseñar a sus hijos aquellos que es inaceptable: el crimen,
el robo, las agresiones sexuales y los delitos contra la salud", pero ¿qué es lo que ha fallado
en estos mecanismos de control para que estemos asistiendo a situaciones delictivas que antes
no eran habituales? Para este autor los motivos son: Un cambio en el sistema educativo y en
los patrones de conducta; los menores son enviados a la escuela como una obligación y
delegando la responsabilidad a los maestros de la educación de ellos, los padres tienen poco
tiempo para convivir con los menores, por lo que parte de la educación, que siempre habría
dependido de la familia, ha desaparecido. Y es precisamente en las aulas de las escuelas
donde más se ha notado un incremento de violencia.
El anonimato que brinda la vida en las grandes urbes es otra de las causas a las que
frecuentemente se culpa el aumento de la delincuencia juvenil con uso de violencia o no, el
trabajo como causa de frustración e insatisfacción, la influencia de la cultura americana y el
consumo de alcohol y drogas; se entienden como factores que influyen en el aumento de los
delitos y la violencia en general. Así pues, no es de extrañar que aparezca delincuencia con
violencia al final de su adolescencia.
Para ello hoy en día Chile cuenta con el plan de seguridad comunal y nos surge la
duda sobre ¿Qué es la prevención psicosocial? La prevención psicosocial consiste en la
articulación de un conjunto de acciones que abordan de manera integral los factores asociados
al delito.
EN CHILE
¿Cuáles son las penas y sanciones que se aplican a los delitos más graves?
Para robo con violencia, robo con violación, secuestro con violación o robo con
homicidio: al menos dos años de reclusión en régimen cerrado, periodo después del
cual pueden acceder a cumplir sus penas en régimen semicerrado.
Para homicidio calificado o robo calificado: penas entre 5 años y 1 día, y 10 años. El
rango de sanciones aplicables para estos delitos son de régimen cerrado con
programas de reinserción social y régimen semicerrado con programas de reinserción
social, respectivamente.
Para robo en lugar habitado y robo con violencia o intimidación: las penas van desde
los 3 años y 1 día, a 5 años con régimen cerrado con programas de reinserción social,
régimen semicerrado con programas de reinserción social y libertad asistida especial.
En caso de riñas con resultado de homicidio, lesiones graves y porte ilegal de armas:
las penas van desde los 541 días a 3 años de cárcel. Para estos delitos se contemplan
sanciones en régimen semicerrado con programas de reinserción social, libertad
asistida en cualquiera de sus formas y prestación de servicios en beneficio de la
comunidad.
Según la investigación de Herzberg cuando los factores higiénicos son óptimos evita la
insatisfacción de las personas y cuando los factores higiénicos son pésimos provocan
insatisfacción.
Expone que los factores internos y externos son muy importantes en el proceso de
aprendizaje, al igual que los acontecimientos ambientales, factores personales y las conductas
de los seres humanos. Es decir que todos estos factores influyen en el comportamiento por
medio del aprendizaje observacional y modelaje.
Mientras que el aprendizaje observacional tiene que tener cuatro elementos: Atención,
retención, reproducción y motivación.
Postula en su teoría que los niños son delincuentes porque la escuela recoge los
valores de la clase media. La escuela crea en esos niños frustración y baja autoestima porque
no pueden lograr las expectativas y metas que le imponen la sociedad lo que crea una
subcultura criminal a la cual Cohen llamó reacción antagónica.
La clase baja o pobre reconoce que la clase media es un dominante y entiende que no
tiene los elementos socializadores necesarios para alcanzar los objetivos y metas que estas
proponen de forma satisfactoria. La clase media valora más el círculo social, responsabilidad
y eficiencia individual, uso del tiempo libre en forma constructiva, el ahorro y la postergación
del placer, en cambio, la clase baja valora más la fuerza física y colectiva, ahorra menos y no
le gusta postergar el placer.
Por tanto, esta situación cultural de base social expone a los jóvenes a buscar estigma
social tratando de penetrar a esa clase media y sus expectativas pensando en sus valores
adquiridos en la clase baja, lo cual lo limita, frustra y lo lleva a tomar la decisión de entrar a
una subcultura de grupos donde pueda ser aceptado sin tener que complacer las exigencias
de la sociedad.
Postulan a que:
DE ERIKSON
Enfatizó que la personalidad del ser humano está influenciada por la sociedad. Expuso
que el “YO” dura toda la vida, desarrolló el ciclo vital en ocho etapas.
Vulnerabilidad ambiental de
desconfianza.
Autonomía v/s vergüenza y 18 meses a 3 años Emancipación, habilidades
duda y control, duda si no se
maneja bien.
Iniciativa v/s culpa 3 a 5 años Edad del juego enérgico y
locuaz: Constantes
preguntas.
Laboriosidad v/s culpa 5 a 13 años Se manejan demandas de
aprendizaje: Corre riesgo de
fracaso.
Búsqueda de identidad v/s 13 a 21 años Compromiso ideológico,
Difusión de identidad orientación valorativa,
polarización sexual.
Intimidad v/s aislamiento 21 a 40 años Desarrollo de relaciones
íntimas o sufre sentimiento
de aislamiento.
Generatividad v/s 40 a 60 años “Crisis mediana de edad”,
estancamiento deseo de apoyar las
generaciones siguientes.
Integridad v/s desesperación Edad adulta avanzada Culminación en sentido de
aceptación y realización de
uno mismo.
DE EYSENCK
En esta teoría Marx y Engels sustentan que la causa directa de la delincuencia en las
sociedades causada por los conflictos políticos y económicos en su desorganización, ya que
propicia los conflictos de clases y el comportamiento desviado de la gente que no puede
acoplarse a las exigencias de la sociedad capitalista.
TEORÍA DE AUTOCONTROL
MICHAEL GOTTFREDSON
Cabe mencionar que para esta teoría los individuos que mantienen un control bajo
son más propensos a cometer actos delictivos y no obedecer las leyes, que el individuo que
mantiene control de sí mismo.
En su teoría plantea que los individuos determinan no cometer acto delictivo porque
poseen auto concepto sobre la situación.
Exponen que el individuo tiene controles externos e internos que deben equilibrarse.
Si falta el equilibrio surge el comportamiento desviado.
Gresham Sykes (1922 – 2010) y David Matza (1930 – 2018) ambos fueron
un sociólogos y criminólogos estadounidenses.
Técnicas de neutralización:
DE TRAVIS HIRSCHI
Expone en su teoría del vínculo social o ataduras social que las familias, escuelas e
iglesias son muy importantes en la vida del individuo. Tienen un rol importante en la
prevención y promoción para evitar que el individuo se introduzca en actos delictivos. El
individuo crea vínculos sociales, los jóvenes se desvían adoptando una conducta delictiva,
pues le falta el freno que le impida tal conducta y comportamiento.
VARIABLES
A NIVEL FAMILIAR
Así, de esta manera la actuación de los padres se muestra como elemento fundamental
en la formación cognitiva, emocional y conductual de todo menor, y, por tanto, también del
infractor, no obstante, todo niño ha de entenderse y tratarse como una persona única
determinada por sus circunstancias; y éstas son, principalmente, su familia primaria (padres
o cuidador) y extensa. Desde esta perspectiva la intervención parental responsable se postula
como premisa para proteger los derechos fundamentales de los niños. Afirmación que no sólo
se sostiene desde una perspectiva político-legal, sino que también posee sustento científico.
Así, Smith y Farrington (2004) encontraron que los estilos parentales están
relacionados con las conductas antisociales de los hijos.
Del mismo modo, Abrunhosa (2003), Herrero (2005) afirman que se ha demostrado
sistemáticamente que la operatividad de la familia es un factor de protección, tanto para
prevención de la adquisición de conductas desviadas como para evitación de recaídas. De
este modo, uno de los factores que más evidencia empírica acumula en su relación con la
resiliencia de los niños es la presencia de padres o cuidadores competentes
Enseguida, Monforte (2004) halló que la afabilidad parental facilita el desarrollo de
la empatía en los hijos, resultando especialmente relevante por ser un factor que potencia la
conducta pro social; en este sentido, Walter (2005) obtuvo que los hijos desarrollen
conductas pro sociales cuando los padres les enseñan a expresar ya regular sus emociones
de forma socialmente competente.
Por otro lado, numerosos autores (i.e., Farrington, 2003 y Marinho y Ferreira, 2000)
han constatado que las escuelas y/o proyectos de padres para enseñar competencias
parentales son efectivos, ya que reducen los problemas conductuales en los hijos.
Asumiendo que nos encontramos ante menores infractores, que ya han tomado
contacto con el sistema legal, se debería exigir una adecuada participación de la
responsabilidad parental, entendida ésta como un derecho del menor. No es ligero, que la
falta de cohesión, la desestructuración, los estilos de socialización negativos, la carencia de
su apoyo social o la inadecuación del mismo, son predictores muy significativos de la
conducta delictiva de los menores (v. gr., Abrunhosa, 2003; Este vez, Herrero y Martínez y
Musitu, 2006; Farrington, 2000; Fernández-Ríos, 1994; Kazdin y Buela-Casal, 1997; Pepler
y Slaby, 1994; Sancha y Puyó, 1997; Wells y Rankin, 1983). De igual manera, la conducta
antisocial se acompaña en muchas ocasiones con estilos de crianza, caracterizados por la
falta de comunicación (Borum, 2000), desatención emocional (Musitu, 2000) y escasa
supervisión sobre las actividades de los hijos (Jacobson y Crockett, 2000). Además, los
estilos rígidos y punitivos, autoritarios, y permisivos generan conductas agresivas y
antisociales (Romero, 2006). Por todo ello, los padres deberían comprometerse y participar
en los correspondientes programas reeducativos, culturales y de formación, o, en su caso,
en las medidas de reparación del daño causado y mediación o conciliación del menor con
la víctima. Sin duda, se ha de responsabilizar al menor; sin embargo, considerando que en
la prevención de la conducta delictiva de los menores influye positivamente el control y la
supervisión que ejercen los padres (Fariña, Arce y Vázquez, 2006), éstos también han de
asumir la parte de responsabilidad que les corresponde. Para ello contamos con algunas
fórmulas como las escuelas de padres, que adaptadas al contexto legal (penal y civil), pueden
enseñar a los padres a reconducir estilos educativos o de socialización que han fracasado
al establecer límites o en la contención de conductas anti-normativas. La actuación a nivel
familiar, valiéndose de herramientas como las escuelas de padres o la intervención directa
con la familia, permite abordar una serie de factores relacionados con las relaciones
paterno-filiales y parentales, prácticas educativas, clima familiar o disciplina, que pueden
contribuir de forma significativa a la consecución de conductas adaptativas (Arce, Fariña y
Novo, 2003). Para sintetizar, cabe destacar que es imprescindible que los padres interioricen
que los problemas conductuales de sus hijos, asumiendo también que se encuentran
relacionados con sus prácticas educacionales de manera inadecuadas (Abrunhosa, 2003), y
consecuentemente responsables, en buena medida, de que surjan y se magnifiquen. (Arce &
Fariña).
Por ese motivo es que varios autores han estudiado y definido competencia, siendo
esta un concepto integrador que se refiere a la capacidad de las personas para generar y
coordinar respuestas (afecto, cognición, comunicación y comportamiento) flexibles y
adaptativas a corto y a largo plazo ante las demandas asociadas a la realización de sus tareas
vitales y generar estrategias para aprovechar las oportunidades que les brindan los contextos
de desarrollo. Esta definición implica que la competencia es: multidimensional,
bidireccional, dinámica y contextual. Para Barudy y Dantagnan (2005; 2010), las
competencias parentales se definen como el saber-hacer o “las capacidades prácticas que
tienen las madres y los padres para cuidar, proteger y educar a sus hijos, y asegurarles un
desarrollo suficientemente sano. Las competencias parentales forman parte de lo que hemos
llamado la parentalidad social, para diferenciarla de la parentalidad biológica, es decir, de
la capacidad de procrear o dar la vida a una cría” (Quinteros, 2014). Para Rodrigo y
colaboradores (2009) se definen como “aquel conjunto de capacidades que permiten a los
padres afrontar de modo flexible y adaptativo la tarea vital de ser padres, de acuerdo con
las necesidades evolutivas y educativas de los hijos e hijas y con los estándares considerados
como aceptables por la sociedad, aprovechando todas las oportunidades y apoyos que les
brindan los sistemas de influencia de la familia para desplegar dichas capacidades”
(Quinteros, 2014). Parafraseando la definición propuesta por Bronfenbrenner & Evans
(2000) sobre competencia, se entiende por competencia parental la adquisición demostrada
y posterior desarrollo de conocimientos y capacidades para conducir el comportamiento
parental propio, a través de diversas situaciones de la vida familiar y la crianza y en las
distintas dimensiones (física, cognitiva, comunicativa, socioemocional) del desarrollo del
niño o niña, con la finalidad última de garantizar su bienestar y el ejercicio pleno de sus
derechos humanos. A partir de esta definición, la Escala de Parentalidad Positiva se organiza
para cubrir cuatro áreas de competencia parental: las competencias vinculares, las
competencias formativas, las competencias protectoras y las competencias reflexivas, que se
definen a continuación. La competencia parental vincular se define como el conjunto de
conocimientos, habilidades y prácticas cotidianas de parentalidad y crianza dirigidas a
promover un estilo de apego seguro y un adecuado desarrollo socioemocional en los niños y
niñas. Como se muestra en la Tabla 1, los componentes de la competencia parental vincular
son cuatro: (a) la mentalización; (b) la sensibilidad parental; (c) la calidez emocional; y (d)
el involucramiento parental en los distintos aspectos de la vida cotidiana del niño o niña. Las
competencias parentales vinculares se manifiestan principalmente a través de prácticas de
crianza socioemocionales (Bornstein & Putnick, 2012), que son las que explora la escala de
parentalidad positiva (e2p). Las prácticas de crianza socioemocionales incluyen la variedad
de conductas visuales, verbales, afectivas y físicas que usan los padres para involucrar a los
infantes en intercambios interpersonales, tales como besos, caricias para consolarlos,
sonrisas, vocalizaciones y contactos lúdicos cara a cara, siendo esencial la apertura, la
escucha y la cercanía emocional positiva (Bornstein, 2012; Bornstein & Putnick, 2012). La
investigación ha demostrado que estos procesos de parentalidad se asocian fuertemente a la
constitución de un apego seguro, inseguro o desorganizado en los niños y a su posterior
desarrollo socioemocional y bienestar (Gómez, Muñoz & Santelices, 2008; Lecannelier,
Ascanio, Flores & Hoffman, 2011; Schore, 2001; Santelices et al., 2012; Roggman et al.,
2013). Estos procesos de crianza han sido históricamente muy enfatizados en la primera
infancia, pero gradualmente ha comenzado a identificarse su importancia en todas las etapas
del desarrollo.
A NIVEL INDIVIDUAL
TEORIA DE LOS FACTORES
TEORIA DE LA MOTIVACIÓN
ADOLESCENCIA (PAPALIA): LIBROS DE CONDUCTA
DELICTUAL ADOLESCENTE
RANGO DE EDAD SEGÚN LA LEY
DELINCUENCIA DESDE LA LEY : LIBRO CÓDIGO PENAL
LEY DE RESPONSABILIDAD PENAL ADOLESCENTE:
https://www.bcn.cl/leyfacil/recurso/ley-penal-juvenil
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1405-
74252011000200005
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http://www.l-h.cat/gdocs/d4297859.pdf
Marco teorico
Marco teorico: Poner las tres variables: sociales (pares), familiares e individuales
(psicológicas).