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La leccién de las concubinas
Se considera dudosa la autenticidad de la siguiente historia, que no forma
parte de los trece capitulos. Algunos traductores la incluyen en sus libros;
otros ignoran su existencia. Todas las versiones son bastante similares. Pue-
de que encuentre aplicaciones interesantes en la que a continuaci6n pre-
sento.
La obra de Sun Tzu, El arte de la guerra, le porporcion6 a su autor una
audiencia del rey de Wu quien le dijo:
— He leido detenidamente tus trece capitulos. gPuedo someter a una pe-
quena prueba tu teoria del empleo de los soldados?
Sun Tzu replicé:
— Podéis, sefior.
El rey de Wu inquiri
— ¢Es posible aplicar la prueba a mujeres?
Sun Tzu contest6 que lo era y trajeron por tanto del palacio a 180 bellisi-
mas mujeres. Sun Tzu las agrup6 en dos companias y colocé a la cabeza de
cada una de éstas a una de las concubinas favoritas del rey. Dispuso que fue-
ran dotadas de lanzas y les pregunto:
Sonocéis la diferencia entre delante y detras, derecha e izquierda?
Las mujeres replicaron:
- Si.14 SUN TZU El Arte de la Guerra para Directivos
Sun Tzu prosiguio:
— Cuando al sonido de los tambores ordene “ojos al frente», mirad direc-
tamente hacia adelante. Cuando diga «izquierda», volveos hacia vuestra ma-
no izquierda. Cuando mande «derecha», girad hacia vuestra mano derecha.
Cuando diga «media vuelta», girad hacia atras.
Tras haberles explicado las 6rdenes, las mujeres declararon que las habian
entendido. Entonces les dié lanzas para que pudieran comenaar la instruc-
cion. Al sonido de los tambores, Sun Tzu orden6 «derecha». En respuesta,
las mujeres se echaron a reir.
Con gran paciencia Sun Tzu dij
— Si las instrucciones y voces de mando no son claras y concretas, si las 6r-
denes no son perfectamente entendidas, entonces la culpa es del general.
Repiti6 luego varias veces sus explicaciones. Esta vez orden6 que los tam-
bores dieran la senal de girar a la izquierda y de nuevo las mujeres rompieron
a reir.
Entonces Sun Tzu declaré:
~ Si las instrucciones y voces de mando no son claras y concretas, si las 6r-
denes no son perfectamente entendidas, entonces la culpa es del general.
Pero si las voces de mando son claras y los soldados desobedecen, entonces
la falta es de los oficiales.
E inmediatamente orden6 que fuesen decapitadas las dos mujeres que ha-
bia puesto al frente de las companias.
Claro esta que el rey observaba la escena desde un pabellén elevado; cuan-
do vié que sus dos concubinas favoritas estaban a punto de ser ejecutadas, se
mostr6 alarmado y transmitié al punto este mensaje: «Estamos ahora com-
pletamente satisfechos de la capacidad del general para mandar tropas. Sin
estas concubinas, mi comida y mi bebida no me sabran bien. Es deseo del rey
que no sean decapitadas».
Sun Tzu replic6:
— Habiendo recibido del soberano el encargo de encargarme de estas tro-
pas y de mandarlas, hay ciertas 6rdenes que no puedo aceptar.
Orden6 que, como ejemplo, fuesen ejecutadas las dos concubinas y nom-
br6 para sucederlas a las dos siguientes.La leccién de las concubinas || 15
De nuevo resonaron los tambores y se reanud6 la instruccion. Las muje-
res realizaron a la perfeccién todos los movimientos, tal como se les habia
ordenado, giraron a la derecha 0 a la izquierda, avanzaron, dieron media
vuelta, se arrodillaron y alzaron, comportandose correctamente sin proferir
sonido alguno.
Sun Tzu envio un mensajero al rey de Wu para decirle: «Majestad, los sol-
dados estan ahora bien adiestrados y muestran una perfecta disciplina. Co-
mo soberano, podéis decidir que avancen a través del fuego y del agua y no
os desobedeceran.
El rey respondi
- Nuestro comandante debe cesar la instruccién y volver a su campa-
mento. No deseamos bajar y pasar revista a las tropas.
Con gran calma, Sun Tzu repuso:
- El rey s6lo quiere palabras y no es capaz de transformarlas en hechos.
Un comentario que sigue a esta historia indica que el rey cedi6, recono-
cié la capacidad de Sun Tzu y le nombré6 general; y que Sun Tzu gan6o mu-
chas batallas. En contraste, algunos historiadores juzgan que Sun Tzu fue
simplemente un estratega civil y otros niegan su existencia, afirmando que
se trataba en realidad de una persona distinta.
La moraleja del cuento podria aplicarse al adiestramiento, la disciplina,
la estructura de mando, la interpretacién de papeles 0 quiza a las entrevistas
de trabajo. El lector reflexivo sera capaz de emplear su imaginaci6n para de-
terminar las lecciones aplicables.