La doctrina de la oración
Introducción
La oración es tan natural y necesaria al cristiano como la respiración. Ningún cristiano puede
permanecer vivo espiritualmente mucho tiempo sin la oración, así como un hombre natural no puede
estar mucho tiempo debajo el agua ya que moriría ahogado. Por lo tanto el creyente tiene que estar
siempre en la atmosfera divina para respirar en el aire de la oración.
Debido a que para varios de nosotros, la sociedad es libre v próspera, es más fácil que los cristianos
se sientan seguros presumiendo de la gracia de Dios que dependiendo de ella. Muchos creyentes se
quedan satisfechos con las bendiciones físicas y tienen muy poco deseo de las bendiciones
espirituales.
Al haberse vuelto tan dependiente de sus recursos físicos, sienten poca necesidad de los recursos
espirituales. Cuando los programas, métodos y dinero producen resultados impresionantes, hay una
inclinación a confundir el éxito humano con la bendición divina. Los cristianos pueden en realidad
comportarse como humanistas practicantes, viviendo como si Dios no fuera necesario. Cuando esto
sucede, e! anhelo apasionado por Dios y e! ansiar su ayuda harán falta, junto con e! otorgamiento de
su poder. A raíz de este peligro grande y común, Pablo instó a los creyentes a orar "en todo tiempo"
(Efe. 6:18) y a perseverar "siempre en la oración" (Col. 4:2). La oración continua, persistente e
incesante es parte esencial de la "ida cristiana v fluye de la dependencia de Dios.
Los métodos de la oración
En Etesios 6: 18 Pablo dice que debemos orar con "toda oración y ruego". La palabra griega que se
traduce "oración" (también en 1 Tes. 5:17) es la palabra común del Nuevo Testamento
para decir oración y se refiere a peticiones generales. La palabra que se traduce "ruego" se refiere a
oraciones específicas. El uso que hace Pablo de ambas palabras sugiere nuestra
participación necesaria en toda clase de oración, todo tipo que sea apropiado.
La postura
Orar todo el tiempo necesita que se esté en varias posiciones porque usted nunca va a estar en la
misma posición todo el día. En la Biblia, la gente oraba de pie (1 Rey. 8:22), levantando las manos
(1 Tim. 2:8), sentados (2 Sam. 7:18), de rodillas (Mar. 1:40), mirando hacia arriba (Juan 17:1),
inclinados (Éxo. 34:8), poniendo la cabeza entre las rodillas (1 Rey. 18:42), golpeándose el pecho
(Luc. 18:13), y en dirección a Jerusalén (Dan. 6:10).
Las circunstancias
Mientras que algunas personas piensan que la oracion debería ser muy formal, la Biblia documenta
que la gente oraba en muchas y diversas circunstancias, así como con diferentes expresiones. Oraban
con ropa de atlicción (Sal. 35:13), sentados en cenizas (Job 1:20, 21), golpeándose el pecho (Lue.
18:13), llorando (Sal. 6:6), echando polvo sobre sus cabezas(Jos. 7:6), rasgando sus vestiduras (Esd.
9:5), ayunando (Deut. 9:18), gimiendo (Sal. 6:4-6), con fuerte clamor y lágrimas (Heb. 5:7), como
sudando sangre (Luc. 22:44), quebrantados
de corazón (Sal. 34:18), haciendo sacrificios (Sal. 20:1-3) v cantando himnos (Hech. 16:25).
El lugar
La Biblia también registra a gente orando en toda clase de lugares: en la batalla (2 Crón. 13:14, 15),
en una cueva (1 Rey. 9:9,10), en una habitación (Mat. 6:6), en un huerto (Mat. 26:36-44), en un monte
(Luc. 6:12), junto a un río (Hech. 16:13), en la playa (Hech. 21:5, 6), en la calle (Mat. 6:5), en el
templo (l Rey. 8:22-53), en la cama (Sal. 4:3,4), en una casa (Hech. 9:39,40), en el vientre de un pez
(Jan. 2:1-10), en una azotea (Hech. 10:9), en una cárcel (Hech. 16:23-26), en el desierto (Luc. 5:16)
yen una cruz (Luc. 23:33, 34,46). En 1 Timoteo 2:8, Pablo dijo: "Quiero, pues, que los hombres oren
en todo lugar. .. ". Para el cristiano fiel y lleno del Espíritu, cualquier lugar se convierte en un lugar
de oración.
El tiempo
En una conferencia de pastores a la cual asistí hace años, un hombre predicó sobre el tema de la
oración matutina. Para apoyar su punto de vista, leyó varios pasajes que muestran a gente orando en
la mañana. Así como él lo hizo, va busqué todas las Escrituras que mostraban a gente orando tres
veces al día (Dan. 6:10), en la noche (Mar. 1:35), antes de las comidas (Mat. 14:19), en la novena
hora o sea las 3:00 p.m. (Hech. 3:1), a la hora de dormir (Sal. 4:4), a la medianoche (Hech. 16:25),
día y noche (Luc. 2:37; 18:7), a menudo (Luc. 5:33), en la juventud (Jer. 3:4), en la vejez (Dan. 9:2-
19), cuando están en problemas (2 Rey. 19:3,4), todos los días (Sal. 86:3) v siempre (Luc. 18:1; 1
Tes. 5:17). La oración es apropiada en cualquier momento, cualquier postura, cualquier lugar, bajo
cualquier circunstancia y con
cualquier atuendo. Debe ser una manera de vivir completa, unce comunión abierta y continua con
Dios. Después de acoger.
la perpectiva de la oracion Judia
Los judíos del Antiguo Testamento deseaban orar porque creían que Dios quería que se acercaran a
él. No temían a Dios de la manera en que los paganos temían a sus dioses. De hecho, los rabinos
decían que el Santo anhelaba las oraciones de los justos. Sin lugar a dudas ellos sacaron esa verdad
del Salmo 145:18, el cual dice: "Cercano está el SEÑOR a todos los que le invocan" (cf. Sal. 91: 15).
Ningún judío de verdad, con un espíritu correcto jamás dudó de la prioridad que Dios le asignó a la
oración. Los rabinos creyeron correctamente que la oración no era solamente comunicación con Dios
sino también un arma poderosa que liberaba su poder.
Los ELEMENTOS DE SUS ORACIONES
Los judíos creían que sus oraciones debían incorporar los siguientes elementos:
Alabanza amorosa
El salmista dijo: "Bendeciré al SEÑOR en todo tiempo; su alabanza estará siempre en mi boca" (Sal.
34: 1). El Salmo :'1:15 dice: "Señor, abre mis labios, y proclamará mi boca tu alabanza".
Gratitud JI acción delrracim
Jonás dijo: "Pero yo te ofreceré sacrificio con voz de alabanza" (Jan. 2:9). En una relación con el Dios
de los recursos celestiales, siempre habrá algo por lo cual agradecerle.
Reverencia
Los santos del Antiguo Testamento no se apresuraban con ligereza para estar en la presencia del
Señor, tratándolo como si fuera un hombre. Ellos lo veían con reverencia, reconociendo que cuando
oraban, estaban frente a trente con el Dios Todopoderoso. El profeta Isaías tuvo una visión del Señor
en la que estaba "sentado sobre un trono alto y sublime; y el borde de sus vestiduras llenaba el templo"
(Isa. 6:1). Su respuesta fue: "¡Av de mí, pues soy muerto! Porque siendo un hombre de labios impuros
y habitando en medio de un pueblo de labios impuros, mis ojos han visto al Rey, al SEÑOR de los
Ejércitos" (v, 5).
Obediencia paciente
Los judíos del Antiguo Testamento creían que era un error orar si sus corazones no estaban bien. El
Salmo 119 lo afirma a lo largo de sus 176 versículos. Un verdadero judío no tenía reservas, él se
acercaba a Dios con un espíritu de obediencia, deseando agradado.
Confesión
Los judíos devotos del Antiguo Testamento sabían que eran impuros, y que cuando venían delante de
Dios en oración tenían que purificarse del pecado. Esa fue la perspectiva de David cuando dijo:
"¿Quién subirá al monte del SEÑOR! ¿Quién permanecerá en su lugar santo? El limpio de manos y
puro de corazón... " (Sal. 24:3,4). Sólo aquellos que han confrontado su pecado tienen derecho a entrar
en la presencia de Dios.
Desinterés
Los judíos tenían un sentido de solidaridad que no comprendemos. Eran patriotas, una teocracia
gobernada por Dios. El hecho de que Israel aún exista como nación muestra con cuánta vitalidad se
aferraron a la preservación de esa identidad nacional. En consecuencia, sus oraciones abarcaban el
bienestar de la comunidad y no estaban reducidas a las necesidades del individuo. Por ejemplo, los
rabinos le pedían a Dios que no escuchara la oración de un viajero. Eso era porque podría orarpara
tener un viaje placentero con buen clima, cuando el pueblo en esa localidad en realidad necesitaba
lluvia para sus cultivos. Muchos de nosotros venimos a Dios con dos pronombres favoritos en nuestras
oraciones: Yo y mí. Le decimos al Señor ¿acerca de nuestras necesidades y problemas sin pensar en
los demás dentro del cuerpo de Cristo. Pero necesitamos estar dispuestos a sacrificar lo que parece
ser lo mejor para nosotros porque Dios tiene un plan más grande para todos en conjunto.
Humildad
Un verdadero judío iba delante del Señor en oración para someterse a la voluntad de Dios. La
ilustración más grande de ello vino del corazón del judío más verdadero que jamás haya vivido: Jesús.
En su oración en el huerto de Getsemaní, le dijo al Padre: "No se haga mi voluntad, sino la tuya"
(Luc. 22:42). Cuando oramos, en vez de pedirle al Señor que haga nuestra voluntad, debemos
conformarnos a la suya. Debemos pedirle que obre su voluntad por medio de nosotros y que nos dé
la gracia para disfrutarlo.
Perseverancia
Los judíos que creían de verdad en el Antiguo Testamento enseñaron que la oración debía ser
persistente. Después que los hijos de Israel habían adorado al becerro de oro, Moisés oró 40 días
seguidos para que Dios lo perdonase (Deut. 9:25,26). Él perseveró en la oración.
Modelo de la oración
Padre Nuestro
La oración honra a Dios; y deshonra a uno mismo?'. Los escribas y los fariseos nunca comprendieron
esta verdad, v me temo que así es también con la mayor parte de la iglesia hoy en día. Las olas de
nuestra sociedad indulgente, egoísta y material sta, incluyendo e! evangelio de la prosperidad, han
arrastrado hasta la orilla la teología cristiana de muchas formas. Aunque la Biblia enseña que Dios es
soberano y el hombre cs su siervo, e! evangelio de la prosperidad implica lo contrario. La oración
comienza y termina no con las necesidades del hombre sino con la gloria de Dios (Juan 14: 13).
"Padre" es probablemente el término más común que usamos en la oración, v con justa razón, puesto
que ese es el modelo que estableció Jesús. La oración siempre debe empezar con el reconocimiento
de que Dios es nuestro Padre, aquel que nos dio vida v nos ama, nos cuida, nos sustenta y nos protege.
Santificado sea tu nombre
Por lo tanto "Santificado sea tu nombre" es una advertencia en contra de la oración que busca su
propio interés porque abarca completamente la naturaleza de Dios y la respuesta del hombre a ella.
Jesús no estaba recitando palabras simpáticas acerca de Dios. En cambio, él abrió toda una dimensión
de respeto, reverencia, gloria y adoración hacia Dios. Santificar el nombre de Dios es reverenciar,
honrar, glorificar y obedecerlo como e! Dios único " completamente perfecto, Cuando lo hacemos,
recordamos la diferencia importante entre nosotros y él. Dios vive en una esfera diferente a la nuestra,
Él es santo, limpio, mientras que nosotros somos pecadores.
Venga tu Reino
Nuestro mayor deseo como creyentes debería ser ver al Señor reinando como Rey en su reino,
teniendo el honor y la autoridad que siempre ha sido suya pero que aún no la ha venido a reclamar.
Esto nos lleva a la segunda petición en nuestro modelo de oración de Mateo 6:10; orar "venga tu
reino" es orar para que el programa de Dios se cumpla, para que Cristo venga y reme.
La palabra griega que se traduce "reino" (basileia) no se refiere principalmente a un territorio
geográfico sino a soberanía y dominio. Por lo tanto, cuando oramos "venga tu reino", estamos orando
para que comience el gobierno de Dios sobre la tierra al asumir Cristo su legítimo puesto como
gobernante de la tierra. "Venga" traduce la forma verbal de erchomai, que indica una venida repentina
e instantánea (cf. Mat. 24:27). Es la venida de su reino milenario (Apoc. 20:4) el motivo por el cual
debemos orar.
Sea hecha tu Voluntad
Pedir "sea hecha tu voluntad en la tierra" indica que la voluntad de Dios no siempre se hace en la
tierra. Eso también lo es con algunos otros elementos de esta oración. Nosotros oramos "santificado
sea tu nombre", sin embargo e! nombre de Dios con frecuencia no se santifica aquí. Pedimos que
venga su reino, no obstante hay muchos que rechazan su reinado. Por lo tanto su voluntad no es
inevitable. De hecho, la falta de orar fielmente obstruye la voluntad de Dios porque en su sabio y
gentil plan, la oración es esencial para el propio funcionamiento de su voluntad en la tierra.
El Pan nuestro de Cada día
Aunque esta segunda sección de la oración se trata de la necesidad del hombre, no hace a Dios a un
lado; él también es exaltado aquí. El hecho de que Dios es el que nos da el pan nuestro de cada día,
perdona nuestras deudas y nos protege de la tentación es una expresión de su poder y gracia. Por lo
tanto, se glorifica a sí mismo al suplir esas necesidades en nuestra vida.
Esta petición, sin embargo, es más que sólo una solicitud por las necesidades fisicas. Por encima de
todo, es un reconocimiento y afirmación de que toda buena dádiva que tenemos proviene de la gentil
mano de Dios (Stg. 1:17). Esta es la razón por la cual es tan apropiado para aquellos que tienen
abundancia como para aquellos que no tienen lo suficiente. Aunque no siempre estemos al borde de
la hambruna, siempre podemos estar agradecidos por todo lo que provee Dios, y así evitar ser
impertinentes.
Perdona nuestras deudas
Pedir perdón implica confesión. Los pies que no se presentan a Cristo no pueden ser lavados por él.
El pecado que no se confiesa no puede ser perdonado: "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y
justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad" (1 In. 1:9). Confesar significa
básicamente estar de acuerdo, y cuando confesamos nuestros pecados estamos de acuerdo con Dios
de que son perversos, malos, contaminantes, y que no tienen lugar en la vida de aquellos que le
pertenecen a él.
Líbranos del mal
Peirasmos ("tentación") es básicamente una palabra neutra en griego, no tiene una connotación
necesaria con algo bueno o malo, como lo hace la palabra en español tentación, la cual se refiere a
inducir a hacer el mal. La raíz griega se refiere a examinar o probar, y de ese significado se derivan
los significados relacionados con prueba y tentación. Aquí parece hacer un paralelo con el término
"mal", indicando que tiene el propósito de atraer para pecar.
Líbranos del mal", también declaramos nuestro sometimiento a su Palabra, la cual es nuestra
protección en contra del pecado. Santiago 4:7 nos da una orden sencilla: "Somcteos, pues, a Dios.
Resistid al diablo, y él huirá de vosotros". Someterse a Dios es someterse a su Palabra: "En mi corazón
he guardado tus dichos para no pecar contra ti" (Sal. 119:11). De modo que el creyente ora para estar
protegido de la abrumadora incitación a pecar, y si cae, ora para ser rescatado.