10 Días de Oración 2016
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Día 1—Nuestra mayor necesidad: El Espíritu Santo
“Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más
vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” Luke 11:13
Formato sugerido para los momentos de oración
Alabanzas (aproximadamente 10 minutos)
• Comience sus momentos de oración alabando a Dios por lo que él es, por su amor, su sabiduría, su
santidad, etc.
• Alabe a Dios porque él le enseñará cómo permanecer en él.
• Alabe a Dios porque él está más que dispuesto de darle su don más grande, el Espíritu Santo.
Confesión y pedido de victoria sobre el pecado(aproximadamente 5 minutos)
• Pídale a Dios que le muestre qué pecados necesita confesar en su corazón. Reclame la victoria sobre
esos pecados.
• Pídale a Dios que lo perdone por no apreciar el don de su Espíritu Santo así como debería hacerlo,
y pídale que le dé hambre y sed del Espíritu Santo.
• Agradezca a Dios porque él nos perdona según lo expresa 1 Juan 1:9.
Súplica e intercesión(aproximadamente35minutos)
• Pídale a Dios que le revele más de su carácter para que así usted pueda llegar a conocerlo.
• Pídale a Dios que le dé la disposición de ser lleno del Espíritu Santo.
• Oren para que los integrantes de su familia y sus amigos sientan la necesidad de recibir el Espíritu
Santo.
• ¿Hay alguna cosa que está impidiendo que el Espíritu Santo entre a su corazón? Hable con Dios de esto.
• Ore para los líderes de la iglesia (su pastor local, y también los líderes de la asociación, la unión, la
división y la Asociación General) vean la necesidad de recibir el Espíritu Santo en sus vidas.
• Ore por la unidad de la iglesia en Espíritu y en verdad.
• Ore por el énfasis continuado y cada vez mayor en el “Reavivamiento y Reforma” para los miembros,
las asociaciones, las uniones, las instituciones, las divisiones y la Asociación General. Preste atención
al aspecto personal del “Reavivamiento y Reforma” para usted, su familia, su iglesia y su comunidad.
Ore para que las personas participen de la iniciativa “Unidos en Oración”, para pedir la lluvia tardía
del Espíritu Santo y el cumplimiento de Joel 2, Oseas 6 y Hechos 2.
• Ore para que cada miembro sienta la responsabilidad de ganar almas y se dé cuenta de que el
cielo pide que todos sigamos en los pasos de Cristo al compartir nuestra fe personal por medio de
la conducción divina.
• Ore por un énfasis cada vez mayor en las lecturas diarias personales y en toda la iglesia de
acuerdo con la iniciativa “Creed a sus profetas”, que enfatiza la lectura y el estudio de la Biblia y el
espíritu de profecía.
• Misión a las ciudades: Ore por la División de África Centro Occidental, y por las ciudades del territorio
donde se trabaja para alcanzarlas para Cristo: Lagos, Duala, Calabar, Acra, Abuya, Lomé. Ore también
por la División Sudasiática, y por las ciudades de la India que se está procurando ganar para Cristo:
Bombay, Cochín, Bidar, Nueva Delhi, Coimbatore, Surat, Imfal, Vijayawada. Ore para que la Palabra de
Dios tenga fruto allí.
• Ore para que las siete (o más) personas de su lista vean la necesidad y abran sus corazones al Espíritu
Santo.
• Ore por cualquier necesidad personal que pueda tener.
Acción de gracias (aproximadamente 10 minutos)
• Agradezca a Dios por el don de su Santo Espíritu.
• Agradezca a Dios por las maneras en que su Santo Espíritu ha estado obrando en su corazón.
• Agradezca a Dios por la manera en que va a salvar almas para su reino durante esos diez días.
Cánticos sugeridos
“Tu pueblo jubiloso” (Himnario adventista #28); “Te quiero, mi Señor” (Himnario adventista #246); “Busca
primero”; “Tuyo soy, Jesús” (Himnario adventista #253); “Santo Espíritu de Cristo” (Himnario adventista
#190); “Dulce Espíritu” (Himnario adventista #197); “Bautízanos hoy” (Himnario adventista #200).
Nuestra mayor necesidad: El Espíritu Santo
“Por eso os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá, porque todo aquel que pide,
recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le
dará una piedra? ¿O si le pide pescado, en lugar de pescado le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le
dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más
vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” Lucas 11:9-13
Lo que necesitamos es el poder del Espíritu Santo. Hay en vosotros y en el rebaño de Dios un
sentimiento de autocomplacencia que debe ser quebrantado. El Espíritu de Dios es un poder convincente.
Cuando este sea insuflado sobre la iglesia, se producirá un cambio decidido en su eficacia espiritual. El Señor
Dios está listo para dar, pero muchos no se dan cuenta de su necesidad de recibir. Son débiles, cuando
podrían ser fuertes; impotentes, cuando podrían ser poderosos al recibir la eficacia del Espíritu Santo. La luz
de ellos es muy tenue. Que se levanten de esa condición de autocomplacencia y justicia propia. (Testimonies
to Southern Africa, p. 69)
Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Consolador no
vendrá a vosotros; pero si me voy, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de
justicia y de juicio. (Juan 16:7, 8)
Necesitamos la influencia suavizadora, subyugante, refinadora del Espíritu Santo, que modele
nuestro carácter, y que traiga todo pensamiento en cautiverio a Cristo. Es el Espíritu Santo quien nos
capacita para vencer, quien nos guía a sentarnos a los pies de Cristo, como hizo María, y aprender su
mansedumbre y humildad de corazón. Necesitamos ser santificados por el Espíritu Santo en toda hora
del día, para que no seamos entrampados por el enemigo, y nuestras almas sean puestas en peligro. (La
maravillosa gracia de Dios, p. 203)
Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su
propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga y os hará saber las cosas que habrán de venir. Él me
glorificará, porque tomará de lo mío y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije
que tomará de lo mío y os lo hará saber. (Juan 16:13-15)
La mayor y más urgente de todas nuestras necesidades es la de un reavivamiento de la verdadera
piedad en nuestro medio. Procurarlo debiera ser nuestra primera obra. Debe haber esfuerzos fervientes
para obtener las bendiciones del Señor, no porque Dios no esté dispuesto a conferirnos sus bendiciones,
sino porque no estamos preparados para recibirlas. Nuestro Padre celestial está más dispuesto a dar su
Espíritu Santo a los que se lo piden que los padres terrenales a dar buenas dádivas a sus hijos. Sin
embargo, mediante la confesión, la humillación, el arrepentimiento y la oración ferviente nos
corresponde cumplir con las condiciones en virtud de las cuales ha prometido Dios concedernos su
bendición. Sólo en respuesta a la oración debe esperarse un reavivamiento. Mientras la gente esté tan
destituida del Espíritu Santo de Dios, no puede apreciar la predicación de la Palabra; pero cuando el
poder del Espíritu toca su corazón, entonces no quedarán sin efecto los discursos presentados. Guiados
por las enseñanzas de la Palabra de Dios, con la manifestación de su Espíritu, ejercitando un sano juicio,
los que asisten a nuestras reuniones obtendrán una experiencia preciosa y, al volver a su hogar, estarán
preparados para ejercer una influencia saludable. (Mensajes selectos, t. 1, p. 141)
El descenso del Espíritu Santo sobre la iglesia es aguardado como un suceso future; sin embargo, es el
privilegio de la iglesia tenerlo en el presente. Buscadlo, orad por él, creen en él. Lo necesitamos, y el Cielo está
esperando para otorgarlo. (The Review and Herald, 19 de marzo de 1895)
Cristo prometió el don del Espíritu Santo a su iglesia, y la promesa nos pertenece a nosotros tanto
como a los primeros discípulos. Pero como toda otra promesa, nos es dada bajo condiciones. Hay muchos
que creen y profesan aferrarse a la promesa del Señor; hablan acerca de Cristo y acerca del Espíritu
Santo, y sin embargo no reciben beneficio alguno. No entregan su alma para que sea guiada y regida por
los agentes divinos. No podemos emplear al Espíritu Santo. El Espíritu ha de emplearnos a nosotros. Por
el Espíritu obra Dios en su pueblo “así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses
2:13). Pero muchos no quieren someterse a eso. Quieren manejarse a sí mismos. Esta es la razón por la
cual no reciben el don celestial. Únicamente a aquellos que esperan humildemente en Dios, que velan
para tener su dirección y gracia, se da el Espíritu. El poder de Dios aguarda que ellos lo pidan y lo
reciban. Esta bendición prometida, reclamada por la fe, trae todas las demás bendiciones en su estela. (El
Deseado de todas las gentes, p. 626)
Preguntas de reflexión personal
1. La palabra (aiteo) usada al final del versículo 13 de Lucas 11 es una forma de continuo pedido. ¿Por qué
cree usted que Dios usó esa forma de la palabra?
2. ¿Hay alguna cosa que te impide pedirle a Dios todos los días que el Espíritu Santo venga a su corazón y a su
vida? ¿Le entregará esas cosas hoy a Dios?