Folklore Extremeño
Folklore Extremeño
PANDEROS Y PANDERETAS...
Nicanora se ha marchao
al valle ‘La Rocasquero’.
Iba buscando a algún mozo
que le tocara el pandero.
(Copla de la Nicanora)
complejo”. Empero, aunque se desconoce cómo pudo ser la música en aquellos lejanos
tiempos, pues no ha llegado hasta nosotros ningún registro escrito o sonoro, el hallazgo
en yacimientos prehistóricos de ciertos utensilios sencillos capaces de producir sonidos
ha permitido suponer a los estudiosos que nuestros antepasados prehistóricos utiliza-
ron ya algunos instrumentos para producir sonidos. Entre éstos, estarían los originados
por elementos de percusión –golpeo de un hueso contra otro, de una rama contra un
tronco hueco,…; por fricción sobre alguna superficie dentada con otro elemento liso;
el producido por los raspadores que se utilizaban en el Paleolítico –especialmente el
Superior –para rascar las pieles antes de curtirlas…; en el zumbido causado por el re-
voleo o volteo de las hondas, una de las armas más antiguas utilizadas por el hombre
en sus incursiones de caza; o en el zumbido causado por las bramaderas, utensilios sa-
grados o mágicos empleados ya en los santuarios para ahuyentar los malos espíritus…
De más incierto uso como instrumentos musicales son algunas flautas o pitos halla-
dos en yacimientos tanto del Paleolítico Medio como Superior, pues ha podido demos-
trarse que las marcas que se creían realizadas por el hombre al objeto de producir algún
sonido no eran más que impresiones dejadas por los colmillos de animales. Ello no ha
impedido encontrar, sin embargo, huesos de mamut o reno con señales de haber
sido trabajados y perforados por la
mano del hombre, pues los agujeros
que en ellos aparecen están situados
de tal modo que no han podido reali-
zarlos las mordeduras de los depreda-
dores. Con todo ello, la flauta más
antigua aceptada como tal por la co-
munidad científica es una pieza reali-
zada a partir de un cúbito de cisne,
datada en 36.000 años en Geissenklösterle, en Alemania, que presenta tres orificios
realizados con algún tipo de instrumento. “En este mismo yacimiento, en 2009, se halló
una flauta realizada sobre el radio de un buitre y otra en marfil de mamut. Una datación
sobre estas dos piezas ha revelado una edad de 43.000 años, con lo que han pasado a ser
consideradas como el vestigio más antiguo de instrumento musical. Este yacimiento está aso-
ciado a Homo Sapiens”. (Música en la Prehistoria. Wikipedia). La presencia de estos ins-
trumentos en el Neolítico es ya indiscutible.
Lo que no se sabe a ciencia cierta es cómo apareció la música. Según piensan
algunos expertos, nació como una imitación de los sonidos de la Naturaleza –espe-
cialmente de las aves –; 2para otros, empero, nació “al prolongar y elevar los sonidos
del lenguaje” (La música en la Prehistoria, Wikipedia), teoría científica sostenida, entre
2 “Hace unos cinco mil años, un emperador en China, Hoang-Ti, ordenó crear la música a sus súbditos, y les
dijo que para ello deberían basarse en los sonidos de la naturaleza”. (La música en la Prehistoria. Wikipedia.
La Enciclopedia libre).
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otros, por Rousseau en su Ensayo sobre el origen de las lenguas. Por su parte, Darwin lo
explicó como una solicitud amorosa, “como hacen los pájaros u otros animales”… Otras
interpretaciones, las tradicionales, vinculan su significado a actividades intelectuales
sujetas al concepto de lo sobrenatural, pues tanto nuestros prehistóricos antepasados
como las primeras culturas protohistóricas o históricas tuvieron a la música como un
regalo de los dioses; de ahí que tanto unos como otros tratasen de acercarse a sus divi-
nidades por medio de cantos y danzas o de actividades mágicas destinadas a conseguir
buenas cosechas, a proteger la tribu de los malos espíritus o conseguir la lluvia... Y
siempre dirigidos por los sacerdotes, sus guardianes y ejecutores. Prácticas muchas de
ellas ejecutadas precisamente en aquellas casi inaccesibles cuevas-santuarios, donde se
han encontrado las que tal vez sean las primeras manifestaciones de una danza. Así, el
reverendo profesor Edwin Oliver James escribe –pg. 29 – que en una cueva próxima
a la villa de St. Girons, en las estribaciones de los Pirineos, se encontraron “huellas de
talones entrelazados” que sugerían la “realización de una danza sagrada, cuyo fin sería sin
duda el incremento y multiplicación de la especie”. Y en otra cueva próxima a la primera,
un hombre con rostro humano y larga barba, ojos de búho, astas de ciervo, orejas de
lobo, garras de león y colas de caballo, que se ha catalogado como la “representación de
un ‘brujo’ o chamán, al parecer entregado a una danza sagrada” (pg. 30).
Pero dejemos atrás a la Prehistoria, donde, como parece, ya se utilizaba algún tipo
de música acompañando las danzas que los chamanes ejecutaban como rituales de caza
en el interior de los santuarios-cuevas y que más tarde, cuando el hombre pasó a vivir
en tiendas u otro tipo de refugio al aire libre –en el Magdaleniense (hace 16ooo años)
ya se fabricaban tiendas hechas con pieles –, la ejecución de estas danzas pasó a ser más
popular, más participativa, aunque siempre dirigidas por el sacerdote o chamán de
turno, en torno a las hogueras las noches de plenilunio antes de iniciar una jornada de
caza o alguna contienda bélica destinada a ocupar nuevos territorios cuando el agota-
miento de aquellos que ocupaban se hacía evidente. Danzas que siempre eran acompa-
ñadas con instrumentos productores de sonidos.
Uno de estos instrumentos fue, sin duda, el pandero –probablemente del bajo latín
pandarius; instrumento de percusión perteneciente al grupo de tambores de marco,
cuyo origen hay que situarlo en Mesopotamia, Oriente Medio, India, Grecia y Roma y
que fue usado especialmente en contextos religiosos por los sacerdotes protohistóricos,
herederos de los chamanes de antaño. Y que a diferencia de la pandereta –su hermana
menor –, no posee ni sonajas ni cascabeles y, normalmente es de mayor tamaño, aun-
que algunos llaman panderas a los instrumentos cuadrados, panderos a los redondos y
panderetas a los panderos pequeños.
Como es sabido, la civilización, según hoy la entendemos, surgió en el Oriente
Próximo –Mesopotamia y Egipto –alrededor del IV milenio a. de C. Y es precisamente
en este entorno donde han aparecido los instrumentos musicales más complejos, que
tienen continuación en nuestros días. Así, por ejemplo, en las excavaciones que Leonar
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había marchado de PadánArám hacia la tierra de Canaán con todo su ganado y cuando
había adquirido en Mesopotamia. Cuando lo alcanza en el monte Galad, le dice: “¿Por
qué has huido en secreto, con engaño, y no me avisaste? Yo te habría despedido con alegría y
con cánticos al son de tambores y vihuelas”. (Génesis 31, 27).
En el Éxodo, una vez una vez aniquilado el ejército egipcio en el Mar Rojo, ya a
salvo, Moisés y los israelitas entonaron un canto triunfal, donde se dice –cap. 15, vers.
20 –: “Y María la profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en su mano, y todas las
mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas”. Otra versión, la de Nácar y Co-
lunga, emplea címbalo en vez panderos.3 Esta aparente contradicción se explica en el
Parpalacio64 de abril, mayo y junio de 2011 y en la introducción al número 351 de
Revista de Folklore –año 2011 – Joaquín Díazescribe que “la palabra Toph, en hebreo,
significaba tambor, pero también cualquier objeto ruidoso en una de cuyas caras se pudiese
golpear para hacer ruido, como un pandero”, acción que también puede realizarse con los
címbalos. Y añade que esta significación iba unida a una parte del valle de Hinnom,
cerca de Jerusalén, llamada Tophet –y Gehennapor los griegos –, donde los seguidores
de Moloc le sacrificaban niños. Reprobable acción que, como sucedía entre los carta-
gineses, era acompañada con el estruendo de los tambores para no escuchar los gritos
de los sacrificados.4
En Jueces 11, 34 se dice que cuando Jefté volvió a Masfa, su casa, tras vencer a los
amonitas, “su hija salió a su encuentro con tímpanos –tambores – y danzas”. Otras edi-
ciones de la Biblia recogen panderos.
En resumen: Por estos y otros textos bíblicos se presupone –como escribe Joaquín
Díaz – “que el pandero era un instrumento bien conocido para los hebreos y muy relaciona-
do con los usos litúrgicos”.
Según la mitología griega, la música tuvo origen divino, pues fue el dios olímpico
Hermes quien la trasmitió a lo humanos al crear el arpa con el caparazón de una tor-
tuga, sobre el que tendió algunas cuerdas. Y también Palas Atenea –diosa de la civili-
zación, de las artes y la sabiduría entre otros atributos –que inventó el aulós o doble
flauta, que se relacionó con el culto desenfrenado y libertino de los cultos a Dionisos
y Cibeles –a quien se representa con un pandero –, motivo por el cual encontró una
fuerte resistencia con los instrumentos de cuerda, relacionados con el culto a Apolo. Lo
cierto es que –debido a la estratégica posición de Grecia en el mundo antiguo –tanto
3 Igual versión da el equipo que bajo la dirección del Dr. Evaristo Martín Nieto hizo para la edición paulina
de la Biblia.
4 Esta noticia la confirma también Plutarco en su libro De Superstitiones, 171, donde al referirse a las supers-
ticiones de los pueblos de la antigüedad, escribe: “Antes de que la estatua fuese llenada de niños se inundaba
la zona con un fuerte ruido de flautas y panderos, de modo que los gritos y lamentos no alcanzaran los oídos de la
multitud”. (Cit. Joaquín Díaz). Igualmente, Ezequiel (16, 20-21) hace mención esos sacrificios: “Y a más de
esto tomaste a tus hijos y a tus hijas, los que habías engendrado para mí, y se los sacrificaste para que les sirviera nde
comida. Ta parecían poco tus prostituciones, y sacrificaste a mis hijos haciéndolos pasar por el fuego”.
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su música como sus instrumentos musicales estuvieron influidos por las culturas próxi-
mas. Por ejemplo, el uso del tympanon, que los sacerdotes de la frigia Cibeles introdu-
jeron desde Anatolia. Y aunque fueron numerosos los utilizados por los griegos clási-
cos –liras, cítaras, aulós, siringas –o flautas de Pan, de nueve tubos –y varios tipos de
tambores, el tímpano o pandero –con sonajas o cascabeles –no gozó de estima entre las
clases distinguidas de Atenas, de ahí que los poetas cómicos aprovecharan esta circuns-
tancia para mofarse de su uso por el pueblo, provocando la hilaridad entre los especta-
dores. Por ejemplo, Aristófanes pone en boca de Lysistrata estas irónicas palabras: “Si
hubiese citado a estas mujeres a una fiesta de Baco, de Pan, de Venus Coliade o Genetílide,
la multitud de tambores no permitiría transitar por las calles”.5
Los romanos heredaron el gusto por la música de otros pueblos del Cercano Orien-
te y Egipto, y especialmente de los griegos, de quienes recibieron igualmente su despre-
cio por los tímpanos y los timpanistas, aunque ello no impidió que loculatores –juglares
– y acróbatas actuasen por las calles de las urbes que con sus juegos acrobáticos, acom-
pañados por músicos que tocaban panderetas y otros instrumentos, y tibias–descen-
dientes del aulós griego, hechos con tibias generalmente humanas –, que ocuparon un
lugar destacado en las ceremonias religiosas, en la música militar y en el teatro. Hay
que hacer notar que en Roma la música no estuvo restringida como en otras culturas a
una clase social determinada, pues la habilidad para su interpretación se apreciaba
tanto en las mujeres aristócratas como las
cortesanas. Pero lo cierto es que la música
en Roma pasó por distintas etapas: desde
una época musical informe y sin medida,
heredada de los etruscos durante la etapa
monárquica, donde, en un principio sólo
se utilizaban las flautas pastoriles, pasando
por la República –donde bajo el consulado
de Emilio y Manlio la música alcanzó ma-
yor brillo, contribuyendo en gran parte al
esplendor de las fiestas, los sacrificios y las representaciones teatrales o de conciertos
musicales gratuitos –, y el Imperio donde, tras algunos altibajos durante los emperado-
res Augusto, Tiberio y Calígula, volvió a tener gran prestancia con Nerón, que devolvió
a la música romana toda su magnificencia. “Desde entonces nada se encuentra que nos
pueda dar un conocimiento exacto de lo que fue la música entre los romanos hasta la deca-
dencia del Imperio, después de la cual se apoderaron los griegos que fueron a fijar su residen-
cia en Roma”. (Música de la Antigua Roma. Wikipedia. La Enciclopedia libre).
5 Las divinidades que cita Lysistrata justo al principio de la obra de igual nombre, eran todas favorables al
libertinaje. Genetílide era el sobrenombre de una diosa del parto, que tal vez en tiempos de Aristófanes se
asociaba a la diosas Afroditas, que tenía un templo en el promontorio Colíade.
FOLKLORE EXTREMEÑO: PANDEROS Y PANDERETAS… 77
Si nos atenemos a un antiguo texto sumerio, donde se nos dice que la nieta de
Naram-Sin –cuarto rey del Imperio acadio y nieto de Sargón I –, fue nombrada ins-
trumentista del balag-di –nombre que el musicólogo CurtSachs da para los dos tipos
de pandero sumerio –en el templo de Moor en Ur, éste sería el primer testimonio que
asocia a las mujeres con la pandereta. Pero también se sabe que en el culto y las cere-
monias especialmente orgiásticas relacionadas con la Diosa Madre Ishtar, la diosa babi-
lónica del amor y de la guerra, las mujeres y en sus manos los panderos, desempeñaban
un papel importante; que la diosa frigia Cibeles se representaba con un tímpano en la
mano izquierda; que en Grecia los tímpanos aparecen siempre en manos de mujeres;
que en Egipto también fue utilizado por mujeres en los templos y festines; en Salmos
–68, 26 –, al hacer referencia a la procesión con el Arca de la Alianza, se dice: “Preceden
los cantores, detrás los músicos, / en medio los coros de vírgenes con címbalos”… Es decir,
que parece ser que desde la más remota antigüedad la mujer ha sido la encargada de to-
car o acompañar su canto con panderos. Binomio o emparejamiento pandereta-mujer
que –según Fraile Gil, pg. 125 –se habría producido por “el tono generalmente más alto
de la voz femenina”.
¿Pero fue la pandereta un instrumento exclusivamente femenino? Así parece, si nos
atenemos a las citas y noticias antes referidas y aunque algunos autores dicen que en la
Biblia hay textos ambiguos donde creen encontrar dudas de que la pandereta pudiera
haber sido tocado también por hombres, no se ve clara esa posibilidad. Por ejemplo,
en I Samuel (10, 5) se lee: “Luego llegarás a GuebaElohim, donde hay una guarnición de
filisteos; y al entrar en la ciudad te encontrarás con un grupo de profetas bajando del excelso,
precedidos de salterios, tímpanos, flautas y arpas y profetizando”. Como puede deducirse,
el grupo de profetas es independiente del grupo de músicos que les precede, donde no
se dice si eran hombres o mujeres quienes tañían los instrumentos, aunque por com-
paración con otros pasajes bíblicos reseñados hace suponer que fuesen mujeres. Y lo de
profetizar podría indicar que lo que hacían era cantar himnos sagrados, según señalan
Nácar y Colunga en una anotación aclaratoria a este versículo. Del mismo parecer es
el Dr. Evaristo Martín y su grupo a la hora de interpretarlo, ya que dicen que estos di-
gamos profetas eran hombres que vivían en comunidad “para alabar a Dios y observar
mejor la Ley y hacerla respetar” y cantaban himnos “en estado de exaltación mística” tal
vez provocado por la música, como sucedía en otros cultos primitivos, como el dedi-
cado a Cibeles.
¿Y cómo llegó el pandero a España? Estudiosos hay que relacionan esta llegada con
los árabes, de donde tomó el nombre de ‘adufe’ o ‘adrufe’. Aunque también fue conoci-
do como panderete, según se lee en el soneto que Cervantes incluye en La gitanilla, una
de sus Novelas Ejemplares –“Cuando Preciosa el panderete toca y hiere el dulce son los aires
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vanos…” –,6y como timbre o temple. Sin embargo, esa pretendida procedencia árabe
parece una afirmación gratuita, pues antes que ellos llegaron a este rincón del mundo
los romanos, y antes los fenicios y griegos y cartagineses… Eso si no era ya conocida de
algún modo por los lejanos habitantes de Iberia. ¿Quién podría negar que los tartesios
no tuvieran alguna forma de pandereta o de pandero?
Y esta tradición pasó a las aldeas, donde las mujeres, generalmente en grupos, si-
guieron teniendo la exclusividad, para acompañar sus cantos, en el uso de la pandereta
en bailes, bodas o actos religiosos o festivos, a veces acompañadas de un tamborilero.
Mientras, el hombre usaba otro tipo de instrumentos, como la vihuela, la dulzaina,
el tamboril o la guitarra. Por ejemplo, en Cantabria el rabel era elemento meramente
masculino, y la pandereta lo era femenina por excelencia. Y si a algún hombre se le
ocurría tocarla, era tachado de mujeritas. (Ana Mª Rivas, pg. 126). Igualmente, si en
Galicia alguno quería aprender a tocar la pandereta le decían que “era cosa de mujeres”.
La música que se baila y canta en las ciudades y pueblos de Extremadura ha teni-
do numerosas influjos. Por una parte –eso sin tener en cuenta una preexistencia lírica
romana y prerromana –, estos territorios fronterizos fueron ocupados por los árabes
aproximadamente durante cinco siglos y por otra, en los últimos tiempos de esa pre-
sencia agarena una parte de la región perteneció al reino de León, otra al de Castilla
y el resto al imperio almorávide; culturas que en mayor o menor medida dejaron su
impronta o su influencia tanto en su folklore como en los instrumentos empleados,
principalmente a través de la trashumancia, que promovió intercambios entre aque-
llos pastores que bajaban a la Extremadura y las gentes autóctonas. Eso sin olvidar la
influencia del vecino Portugal, especialmente a través de la villa de Olivenza, “donde
–según escribe González Barroso, p. 6 –se han acrisolado muchos temas folklóricos, ‘extre-
meñizándose’ en parte, pero sin perder la pátina y el regusto lusitanos”.
En los pueblos extremeños estudiados, donde persiste el uso de la pandereta o del
pandero en actividades folklóricas –dejando a un lado las panderetas infantiles navide-
ñas –, hay algunos donde continúan siendo las mujeres quienes los tañen, y los hay,
también, donde los hombres –especialmente los quintos – se encargan de este menes-
ter. ¿Hubo críticas a que éstos realizasen una actividad impropia de su sexo? En los do-
cumentos consultados y en las respuestas de mis informantes no he encontrado visos
de tales invectivas contra el sexo masculino. Tal vez porque aquellos pastores trashu-
mantes –castellanos, asturianos, gallegos, sorianos,… – que bajaban solos a los pastos
de invierno de estas tierras extremas no tuvieran otro instrumento más apropiado en
sus manos – y fáciles de transportar – para hacer más llevaderas sus horas de vigilia o de
taberna –terreno vedado a las mujeres – que panderetas, panderos y flautas; panderos/
panderetas que acabarían convirtiéndose en muchos casos en tamboriles que termina-
6 En El Quijote, cap. XXII, 2ª parte recoge pandero: “En manos está el pandero que lo sabrán bien tañer, res-
pondió Sancho Panza”. Refrán que fue recogido por el Marqués de Santillana y que aparece citado también
en el acto XI de La Celestina.
FOLKLORE EXTREMEÑO: PANDEROS Y PANDERETAS… 79
rían uniéndose con las flautas en los tamborileros locales que amenizaron y amenizan
las actividades lúdicas y religiosas de sus pueblos; tamborileros de los que van quedan-
do cada vez menos por los pagos extremeños.
Muchos han sido los pueblos extremeños donde el son de panderetas o panderos
amenizaron y amenizan las celebraciones festivas y religiosas en manos de los mozos,
generalmente los quintos. Así, por ejemplo, en Ahigal, municipio cacereño de la co-
marca Trasierra-Tierras de Granadilla, los quintos del año, el día 2 de febrero, víspera
de San Blas, paseaban por el pueblo un macho cabrío – símbolo de la virilidad – enga-
lanado por ellos mismos; macho que acabarían sacrificando y comiendo más tarde en
comandita; y por la noche, las rondas a sus novias o pretendidas, acompañándose de
tamboril y guitarra para los sones instrumentales, y de pandereta para los de entonar:
Durante este desfile se utilizan tamboriles, zambombas, sonajas, amén de otros ins-
trumentos improvisados y, por supuesto, panderetas. En cuanto a las Machorritas, lo
normal es que después de la noche del 23, en la mañana del 24 –aunque no todas – se
sacrifiquen para hacer con ellas los cochifritos y chanfainas de la cena de Nochebuena
o de la comida de Navidad. Actualmente no se sacrifican todas en Navidad, sino que
se van dejando para otras fiestas. 7Según información recibida de Félix Barroso, 8 el
reinado de los quistos de Santibáñez el Bajo –en la comarca Trasierra-Tierras de Gra-
nadilla – se iniciaba la noche del Sábado Santo, fecha a partir de la cual comenzaban a
preparar sus panderetas –tradición que ha pervivido hasta hace algunos años –, hechas
con la piel de un perro que habían sacrificado con anterioridad; panderetas que luego
las madres, las hermanas o las novias adornaban con madroños de lana, sonajas y cin-
tas de colores. Y, así, con las panderetas preparadas y acompañando al tamborilero, se
recorrían los días festivos, antes de que comenzara el baile, las tabernas del lugar. Y al
llegar San Blas, sacaban un macho cabrío todo engalanado con cintas, al que colocaban
un cencero enorme, y lo paseaban por el pueblo, atado con una larga soga. Le daban
a beber vino y lo "jupaban" para que chocase a la chiquillería. Mientras, no cesaba el
resonar de las panderetas.
Y antes de coger el tren o el autobús, para incorporarse el servicio militar, tras en-
tonar cantos de despedida, alusivos a las novias y a las madres, había que romper la
pandereta, rajar su piel, a puñetazos, generalmente el martes de Antruejos. Acción que
para Félix Barroso y otros estudiosos del folklore guarda un sentido sexual, como antes
dije. “El quinto ya ha superado las pruebas que le exige la quinta; ahora ya ha alcanzado
su plena madurez sexual. Ya puede su puño (símbolo fálico) traspasar la piel de la pandere-
ta (símbolo femenino)”. (La cultura oral… pg. 176). Igualmente me comunica Barroso
Gutiérrez que cuando él entró en quinta ya se había perdido la tradición de la pande-
reta, aunque recuerda cómo los quintos mataban los perros para fabricarlas…Y cómo
los domingos y otros días festivos recorrían el pueblo en compañía del tamborilero, to-
cando ese instrumento. Y también dice que antiguamente se ejecutaban muchos bailes
y danzas al son de un pandero. En cualquier plazuela se juntaba un grupo de mozos,
colocaban los zapatos debajo de los poyos, como hacían las mozas de Montehermoso,
–“pa que no se dehgashtasin” – y daba comienzo el baile al son de la pandereta; bailes
que iniciaban, sin excepción, con este mismo cantar:
La pandereta que toco
es la que tengo en mis manos;
me la ha dado mi cuñada,
que es la novia de mi hermano.
En Rebollar, municipio cacereño del Valle del Jerte, los quintos paseaban un ma-
cho mientras pedían por las casas, pero se acompañaban de tamboril, no de pandereta.
En la misma comarca jerteña, en Cabrero, durante los carnavales salían las pandillas,
casi siempre de quintos, pidiendo igualmente el aguinaldo. Y como en Ahigal o Santi-
báñez, al son de panderetas, que ellos mismos fabricaban con una piel de perro sacrifi-
cado con igual finalidad.
Los vecinos de la alquería hurdana de Aceitunilla –concejo de Nuñomoral –tu-
vieron siempre fama en toda esa comarca cacereña de tocar bien el pandero, como
lo tienen actualmente de diestros danzarines y muy alegres –según me informa Félix
Barroso –"a la hora de ‘zamarrear’ las castañuelas". Ese pandero era cuadrado, que fa-
bricaban con piel de cabra. Actualmente puede decirse que prácticamente su uso ha
desaparecido de la zona.
Ya con sentido estrictamente religioso, la pandereta, junto con otros tipos deapare-
jos musicales, la utiliza el grupo de bailaores durante la procesión de San Antonio de
Padua en Jaraíz, comarca de La Vera cacereña. Este grupo está formado por un maestro
de danza, seis parejas de danzarines y un auxiliar o zurronero –conocido popularmente
como Tío Seseras –, que porta a sus espaldas un canasto con las castañuelas y los palos
de los bailaores. De todos ellos, es el maestro de danza quien hace sonar la pandereta
mientras los bailarines se acompasan al son de las castañuelas o los palos según el tipo
de baile que ejecuten –el normal, la mula, el caracol o el trenzado del cordón –, siem-
pre al ritmo que marcan tanto el maestro de la danza como el tamborilero.
En Monterrubio de la Serena, municipio de Badajoz, en el extremo oriental de la
Baja Extremadura sobre las estribaciones de Sierra Morena, muy próximo a los domi-
nios cordobeses de Los Pedroches, se fundó el año 1816 la Hermandad de La Aurora,
promovida por el que sería su hermano mayor Pedro Balsera, quien solicitó del Prior
de Magacela, so pretexto de que “viendo que no había en este pueblo misa de alba y, por
consiguiente, el retraso que tenían que sufrir los labradores en su trabajo”, le permitiese
fundar una cofradía cuyo objeto, además de tributar a la Virgen sus alabanzas por la
madrugada, era proporcionar misa a los labradores antes de iniciar las faenas del cam-
po. Los hermanos se comprometían a salir los domingos y días festivos al anochecer
“llevando paraelogiar a María Santísima, y enfervorizar más a las gentes, la tambora, pla-
tillos, pandereta y otros instrumentos”. (Raíces, I, pg. 308). Actualmente esta Hermandad
de La Aurora, ya no existe.
El secretario del Ayuntamiento de Garbayuela –en la proximidad de la Sierra de los
Villares, en los límites de las tierras de Badajoz –Juan Donato Agenjo, me informa que,
según consta en el archivo de la parroquia, la Aurora, organizada por la Hermandad de
Auroros de Ntra. Sra. del Rosario, viene celebrándose aproximadamente desde 1450.
La Hermandad está formada por dos clases de Hermanos: los activos –que se levantan
a cantar las coplas y a rezar el rosario, acompañándose de laúd, guitarra, campanilla,
pandereta, y tambora o bombo –y los pasivos, que sólo pagan una cuota. Durante la
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celebración, tanto en las casas de los hermanos activos como de los pasivos, se canta
una copla de las muchas que hay en el repertorio. Pero si en esa casa ha fallecido algún
familiar, en lugar de cantar, se rezan padrenuestros durante el tiempo que estimen los
familiares. Antiguamente existía un llamador, que hoy ya no existe. Era, por decirlo de
alguna manera, el más madrugador, pues era quien llamaba a todos los hermanos ac-
tivos en sus puertas para que fueran juntándose en la iglesia, de ahí que antes de ama-
necer, ya había dado tres vueltas al pueblo: la primera para llamar; la segunda, con las
coplas, y la tercera con el rosario.
Actualmente, la aurora se viene desarrollando en dos fases: La primera va desde el
último domingo de septiembre, hasta el día de la Inmaculada –parando por motivo de
la recolección de la aceituna –y la segunda, desde el día de La Candelaria –2 de febrero –
hasta el día del Corpus Christi, por la recolección de las cosechas.
A las 6 de la mañana, de los domingos o algunas fiestas, los hermanos activos, se
levantan para comenzar primero, cantando las coplas, que es una invitación al rezo del
rosario. Salen dos grupos, dividiéndose el pueblo entre los dos, para juntarse de nuevo
y una vez que terminan, en la puerta de la Iglesia, donde se canta una copla específica;
que es:
Alegraros, princesas del cielo,
que hemos dado la vuelta por todo el lugar,
los Hermanos cantando en las puertas
para que el rosario vengáis a rezad
(Estribillo)
Vámosle a rezar,
no se pierda lo que tanto vale
por la conveniencias de no madrugar.
Además de estos días, el día 28 de diciembre por la tarde, se sale cantando las co-
plas propias de las ánimas. Y posteriormente se dice una misa, por todos los difuntos
del pueblo.
El día 5 de enero por la tarde, se cantan las coplas propias de los Reyes, y se acom-
paña a la comitiva de la asociación de Padres del Colegio.
También en la actualidad, se han reducido los días de aurora, pues aunque en el
mes de octubre –mes del rosario – y el mes de mayo, que los Hermanos se levantan
todos los domingos, los demás meses sólo lo hacen dos veces.
“En términos generales –concluye D. Juan Donato – esta es la misión de la Herman-
dad: invitar al rezo del rosario”.
En Palomero –pequeño municipio situado en el norte de la provincia de Cáceres,
dentro de la comunidad de municipios de Trasierra-Tierras de Granadilla –, se repre-
sentaba, durante la misa de Nochebuena, la escenificación de un portal infantil vivien-
FOLKLORE EXTREMEÑO: PANDEROS Y PANDERETAS… 83
te: la pastorela. En el acto, que se conoce como la Embajada, un niño vestido de ángel
anuncia a los pastores el nacimiento del Mesías en estos términos:
Pastores de estas montañas,
que habitáis en estas selvas,
no dudéis de mi embajada
ni tampoco mi presencia,
porque esta noche en Belén,
allá en la última puerta,
en un portal derribado
ha nacido la clemencia.
Id a adorarle, pastores,
y veréis la primavera.
Cuatro pastores, entraban entonces en la iglesia cantando y tocando una pandereta,
un tambor y dos castañuelas y hacían sus ofrendas y luego salían andando hacia atrás,
entonando igualmente sus canciones al compás de los instrumentos mencionados. La
representación concluía con el canto de dos pastoras.
En Arroyo de la Luz –localidad cacereña situada en la comarca y Mancomunidad
de Tajo-Salor –, durante la fiesta de la Cruz de Mayo, y en la tarde del día de San Juan,
las mozas cantan y bailan los populares corros, al son del pandero cuadrado o la pan-
dereta. Estos corros, formados por mozas de todas las edades ya empiezan a reunirse
por las esquinas al atardecer de los domingos y festivos anteriores de San Antón – 17
de enero –. En ellos, las jóvenes cantan romances como El judío honrado, El oritín,
Mañanita de San Juan, Gerineldo… y cogidas de la mano forman corros que giran de
forma rauda o lenta según marque el ritmo de la canción, dejándose acompañar por
los mozos que quieren intercalarse entre ellas. Estos corros suelen concluir el Domingo
de Piñata.
Una copla arroyana, dice:
Pandero ‘seviyaño’,
¡quién te tocara
de noche con la luna
y aunque nevara!
E igualmente es el único instrumento que acompaña la danza del Pájaro Bobo –se-
gún Javier Pulido, de la Asociación Folklórica El Pandero, ellos dicen Pájaro Pinto –,
donde únicamente participan las mozas los domingos y festivos en el atrio de la iglesia
parroquial. Según dicen algunos el apelativo de Pájaro Bobo proviene de lo embobados
o embelesados que se quedaban los mozos viéndolas bailar.
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Según cuenta el Sr. Gutiérrez Macías –Notas sobre Malpartida de Cáceres, p. 212
–, en esta localidad las coplas y danzas del pandero eran propias de Carnaval y de San
Juan, a las que únicamente cambiaban los textos según fuera una festividad u otra;
tenían lugar en el atrio de la iglesia y eran corros de mujeres quienes las ejecutaban
acompañándose de panderos. Una de las coplas del pandero era A la Rama, sintagma
que se repetía casi como un estribillo a lo largo de la canción. Sirva de ejemplo esta co-
pla de Arroyo de la Luz, localidad próxima a Malpartida:
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como cereales, embutidos, huevos, quesos, etc., según las posibilidades del oferente. Después
de misa se subastaban todos estos productos. Las purificadas iban vestidas a la usanza de la
época. No existían los trajes regionales y el distintivo era una mantilla blanca a la cabeza”.
Según cuenta Abundio Pulido –pg. 195 –antiguamente, en Montehermoso, Cá-
ceres, en los bailes de domingos y días festivos, tanto de invierno como de verano, la
música era exclusivamente de pandereta. En invierno, y hasta que llegó la luz eléctrica
al pueblo en 1917, los bailoteos se hacían en casas particulares que tuvieran un amplio
zaguán y cuyos dueños, además de permitir el holgorio, cedían gustosamente el candil
de aceite para iluminar a los bailones. “En verano –añade Pulido –, los bailes se celebra-
ban en las plazuelas, pero al igual que en invierno, nunca tocaba el tamborilero, sino que
entre las amigas de cada barrio siempre había alguna que sabía tocar y cantar con la pan-
dereta y ésta era la única música”.
Actualmente, tanto en la velá de S. Blas, como en el baile de los negritos, se usa
el tamboril y la flauta. Aunque la danza del pollu –el pollo –, propia de los sones de
Montehermoso, y que no es exclusiva de ningún ritual concreto, que hoy se acompaña
de flauta y tamboril, antiguamente también se bailó al son de panderetas o panderos.
En las Vegas del Alagón – Cáceres –, Portaje celebraba en la festividad del Cor-
pus Christi la danza que se conoce como la Reverencia del Santísimo, danza tal vez de
origen pastoril, pues las ocho mozas que la ejecutan – regidas por un guiador, que las
dirige durante su ejecución – reciben el nombre de serranas, ya que según algunos es-
tudiosos, fue introducida en la localidad por los pastores que acudían el pueblo para
festejar el Corpus. La mañana de este día, y después de haber confesado, las mozas se
reunían en el domicilio de la serrana que ha de llevar el pandero –“una especie de caja
cerrada, con cascabeles alrededor” (Félix Corrales, pg. 105) – y que ocupaba la primera
fila entre las danzadoras.
En Cabeza del Buey– en la badajocense comarca de La Serena –en San Juan y en
San Pedro, al son del pandero, se entonaban canciones como ésta:
El tiesto de claveles
de tu ventana
hacia Almendralejo
tiran las ramas.
Actualmente, estas celebraciones han desaparecido.
Pero la pandereta y el pandero han sido utilizados igualmente tanto por hombres
como por mujeres. Así, por ejemplo, la guitarra, el laúd y la pandereta que acompa-
ñan el baile del fandango de Badajoz, capital, son tocados indistintamente por unos u
otros.
En Azuaga –localidad badajocense al borde de Sierra Morena y encuadrada dentro
de la comarca de Campiña Sur, en el límite con las provincias andaluzas de Sevilla y
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tas de la Virgen del Rosario. Antiguamente, los auroros, que formaban una especie de
hermandad, recorrían al amanecer las calles cantando el Rosario. Se acompañaban de
panderos, campanas y guitarras para entonar las viejas coplas a la Virgen. En los últi-
mos años esta tradición se ha recuperado y aunque no existe propiamente una cofradía
de Auroros, el pueblo participa del Rosario de la Aurora con la misma devoción que
antaño.
En Villanueva – municipio badajocense de la comarca de La Serena –, en la noche
de San Juan, mientras los más jóvenes se divertían saltando sobre el fuego de las hogue-
ras, los jóvenes de ambos sexos –acompañándose de panderetas, guitarras, bandurrias,
sonajas y acordeones – danzaban cantando cerca de los fuegos. Igualmente en la cele-
bración de las Mayas se usaba la pandereta como acompañamiento a canciones de esta
guisa:
La señorita del balcón,
échemeusté una peseta,
que me duelen los deditos
de tocar la pandereta.
Actualmente, por lo que respecta a la fiesta de San Juan, sólo se hace una especie
de procesión con antorchas y el Ayuntamiento enciende una lumbre. Las Mayas, em-
pero, siguen celebrándose, especialmente en el barrio de la Cruz. Los niños y las niñas
van con una cruz sobre unas andas pidiendo el aguinaldo al son de panderetas. Por su
parte, los jóvenes de ambos sexos también siguen utilizando este instrumento en sus
cantos y bailes, aunque cada vez menos, me dicen.
Por lo que se refiere a Villarta de los Montes –localidad asentada en un ámbito
montuoso en las estribaciones de la sierra de la Umbría, ya casi en los dominios de
Castilla-La Mancha, aunque perteneciente a la comarca badajocense de La Siberia –,
antiguamente la Navidad se celebraba igual que en Helechosa. Ahora –según me infor-
ma Fidela Belmontes desde esta localidad –los vecinos salen el 24 de diciembre pidien-
do el aguinaldo al son de la pandereta y de otros instrumentos musicales. Igualmente,
en Carnaval, las estudiantinas salen acompasándose de panderetas.
Dentro del ciclo festivo de Navidad, en Villar del Pedroso –localidad cacereña se-
parada de la provincia de Toledo por el Tajo –es corriente encontrarse durante las tar-
des-noches de diciembre a pandillas de niñas y niños que, pandereta en mano, salen
cantando villancicos en demanda del aguinaldo.
En la pequeña localidad pacense de Zarza-Capilla, en las proximidades del límite
de Extremadura con las dilatadas tierras manchegas, se celebra desde 1815 la fiesta
de los Auroros, perdida y recuperada a comienzos del siglo XIX. Se trata de una Her-
mandad de hombres y mujeres que desde el día 31 de agosto hasta el 8 de septiembre,
festividad de la Virgen de la Aurora, salen todas las noches cantando por las calles a la
Virgen. El día de la víspera, la imagen es acompañada en el corto trayecto de la ermi-
ta a la parroquia, por devotas que caminan de rodillas como cumplimiento de alguna
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9 La última vez que se representó fue en 2013, según me informa Juan Rodríguez Pastor.
10 Los quintos chicos son los que cumplen diecisiete.
11 “Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla”.
FOLKLORE EXTREMEÑO: PANDEROS Y PANDERETAS… 91
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