GRUZINSKI La Colonizacion de Lo Imaginario PDF
GRUZINSKI La Colonizacion de Lo Imaginario PDF
La colonización de lo imaginario
Sociedades indígenas y occidentalización
en el México español
Siglos XVI-XVIII
1 de 162
Priin<:"ra edición en francés, 1988
PrinJi:ra edición en español
{corregida y aumentada
respecto de la francesa), 1991 ADVERTENCIA A LA PRIMERA EDICIÓN
Segunda reimpresión, 1995 EN ESPAÑOL
AGR.'\DECJ:..11i:'.'-'TüS
ISBN 968-16-3629-5
ln1 preso en :V1éxico
7
2 de 16
INTRODUCCIÓN
3 de 162
ll
INTRO DUCC IÓN
lNTRODLCCION
'º Como ya se habrá comp rendi do, la totali dad
de estos camp os de investigación se
españ ola que trans forma ron a .Niéxico, meno s de penet rar en los mund os indí-
el paso hacia los tíemp os de la domi nació n articu la en torno a una reflexión que trata
as págin as, procesos de una comp leíi· conservada de milagro o perdi da sin
escam otean do, a duras penas en unas cuant genas para hallar en ellos una' 'aute ntici dad''
en sus mani -
la historia prehispánicas han olvid ado, so de
dad infin ita. Tanto !a arque ologí a como reme dio, que evaluar tres siglos de un proce
onios que conservamos de la época ién más ínsidiosas. Ultim a opción ésta
frecu entem ente, que la mayoría de los testim festaciones meno s espectaculares, pero tamb nuest ra pro-
en el contexto trastocado de la naciente orícn tació n delib erada de
precortesiana fuero n elaborados y redactados que responde, hay que acept ado, tanto a la
lo que ofrecen es un reflejo de esa época. a las fuent es.
Nuev a Espa ña y que, antes que nada , blem ática como a limita cione s .inherentes
pasado por alto la revolución de los ia y Estados Unid os, una docu men·
t-Estoríadores y etnólogos por igual han Disem inada en Méxíco, Espa ña, Italia , Franc
paso de la pictografía a la escritura alfa-º indio s de la Nuev a Españ a o, para ser
modo s de expresión, en pocas palabras, el ración consi derab le perm ite estud iar a los
es proba ble que ésa constituya una de a los ojos de tas autor idade s españolas.
bétic a en el 1.féxico del siglo XVl. Sin emba rgo, más exactos, capta r lo que repre senta ban
uista españ ola, si se piens a que en unas os por cristianizar y, luego, neófitos por
las princ ipale s consecuencias de la Conq Una pobla ción que paga ba tribu to, pagan
enas debie ron no sólo descubrir la escritura, sino , por trasla dar, por concentrar y por separar de
cuant as décadas las noblezas indíg vigilar y denu nciar , pueb los por crear
íonales de expresíón -bas adas en mirad a que conta biliza cuerp os,
a n1enudo asociarla tamb ién a las formas tradic aquellos de los españoles. La de la Colo nia es una
la ün-a gen- que seguían cultiv ando. La doble
natur aleza de las fuent es indígenas se leen el encu entro , el choq ue entre un
biene s y almas en !os que perpe tuam ente
a fijarnos en la remodclacióo y la al- que (de grado o no) acept an plegarse a
del síg!o xv1 (pint adas y manuscritas) nos lleva deseo de empr esa ilimi tado y unos grupo s
poner las por escrito, y el modo en que pie a una historia instit ucion al, de,
terac ión de las cosas observadas que impli ca ella. Por lo demá s, estos mater iales han dado
algun os medios indígenas siguen ejerc iendo o s de la Colo nia, explicada con acierto en
esto invita a evaluar el domi nio que mográfica, económica y social de los indio
s, sobre algun as de estas moda lidad es. F. Cook, Woo drow Borah o Delfi na
no sobre la con1unicación o, cuand o meno los trabajos de Charles Gibso n, Sherb ume
fijar el pasado. ¿Cómo entonces no a dispo nemo s de la obra
El uso de la escritura modificó la mane ra de López Sarrelangue,2 Para recrear esa mirad
.ron la organización de la mem oria linía, Saha gún, Durá n, 1\1end1eta y
interrogarse sobre el modo en que evoluciona de los cronistas religi osos del siglo xv1, Moto
su conte nido, o en torno a las distan - con las idola trías, por describir las so*
ind'ígena y las transformaciones sufridas por muchos otros preoc upad os, para acabar
dades antig uas y con el grado de asimilación de tamb ién por conservar lo que ellos
cias tomadas en relación con las socie ciedades indígenas antes del contacto, pero
r razón puesto que, hasta ahora , este in+ ue admi rable , que prefi gura el traba¡ o
las nuevas formas de vida.( Y ello con mayo sider aban mejo r. En su tiemp o fue un enfoq
atenc íón de los investígadores. Pero las ter, al parecer exhaustivos, pued en en-
terro gante tarnpoco ha recibido una gran etnográfico, pero cuya densi dad y cuyo carác
o y con el espacio sugieren una nuev a s que impr ime a la reaiíd ad indíg ena.
modificaciones de la relación con el tiemp mascarar las inflexiones sutiles o manifiesta
de conte star: ¿en qué medi da, de qué mane ra y que estos autor es exploren el mur:d o anH>
pregu nta, más globa l y más difícil Y, por otra parte , ¿cómo asom brars e de
indíg ena de lo real y lo imag inario eos? 1 ;\dem ás, con frecuencia ocurre
bajo qué influe ncia pudo camb iar la percepción rindio con perspectivas y vocab ulario s europ
idad relativa de las fuent es difíci lmen te onio en realid ad más de la
en estas poblaciones? Es cierto que la exigü que ese exotismo que sentim os al leer su testim
o" o "cult ural" , y aún meno s capta r enas. Lo cual no 1mp1 de que estas
perm íte reconstituir un ';inco nscie nte étnic Espa ña del siglo xvi que de las cultu ras indíg
algun as observaciones modestas, marcando una apreh ensió n globa l de los mund os
sus 1netamorfosis. Fuerz a es limita rse a fuentes form en los marcos incomparables de
as indiv idual idade s en sus inten tos por obten er uista y, nos atrev eríam os a decir , duran te
ciertos hitos. Y seguir a unas cuant indíg enas en el mom ento de la Conq
mund os. Algo para recordar que la vez más, que, explo tados profu san:e nte
síntesis y establecer compromisos entre estos todo el siglo XVI. Pues es lame ntabl e, una
iduos como de los grupos. 11odos y descrThir las "relig iones ", las
creación cultu ral es propi a tanto de los indiv por los arque ólogo s y los histo riado res para
es del tíemp o y del espacio, imag ina- hayan servido con para
técnicas de expresión, recuerdos, percepcion des y las econo mías antig uas, estos texto s
acul-
los interc ambios de adopciones, la asirnila- orige n y que ya estab a cnsua n1zad o Y
rias, brind an así mate ria para explorar arrojar luz sobre el mund o que les dio
ción y la deformación de los rasgos europ
eos, las dialécticas del malen terrdi do, de
turad o en el mom ento de darles form a.
de vista lo que hay de por medi o en lo
la aprop iació n y la enaje nació n. Sin perde r
que un rasgo reinte rpret ado, un con.-
políti co y lo social qlle los rodea, y que hace 2 Véase nuestr a bibliografía, en las página
s 3 71. 374.
ar una ident idad amen azada , tanto como les es Moto!inía (Toribio de Bcnav ente, llamad o),
Afemo rialcs o Libro de las ros,¡_.r de f;J ,\'ue::,1
f.sp;¡ii,; J
cepto o una práctica pued an afirm genrr, ;/ de i;;s <:o/Ji de
lenta disolución o una reorganización de Jos nat11ralcs de ella, México, U"NAM, 1971;
Bcrnar dino de Sahag ún, Hiton11
posible, y, anda ndo el tiemp o, provocar una Diego Dur.in. _Húton:1 dr las _Indias de 1\'11erJ
E.Jp.i1ia,. .. ,
ese lado espero capta r la dinám ica de Nuera Espafia, México, Porrúa, 1977, 4 vol5.;
global del coníu nto que los ha recibido. Por de Mendi cta. Hu tona ecfesrJ.\t;ca 1?1d1.;;n.;, México. Ch hez
de mane ra infatigable los indiÜs de la México, Porrúa , 1967, 2 vol s.; Gerón imo
los conju ntos culrurales que reconstruyen Hayhoe, 194), 4 vols. de Torqu em;lda . ,\fonar qv.fa indi;1na, México
. 197)· \CJ83 · 6 vo\s
?'\uev a España.
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l:\TRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN lJ
Esd.n rambién las fuentes indígenas. Por paradójico o por sorprendente que 1 que estemos condenados a desentrañar, a falta de algo mejor, el discurso-sobre·
parezca, los indios del lv1éxico colonia! dejaron una cantidad ímpresionante de los-indios. Admitamos simplemente que del mundo indígena sólo aprehendemos
1 reflejos, a los cuales se mezcla, de manera inevitable y tnás o menos confusa, el
iestirnonios escritos. Hay en ello cierta pasión por la escritura, vinculada con fre* !
cuencia a la voluntad de sobrevivencia, de salvar la memoria del linaje y de la co* nuestro. Pretender pasar a través del espejo y captar a los indios fuera de Occidente
rnunldad, a la intención de conservar las identidades y los bienes. Así ocurre es un ejercicio peligroso, con frecuencia impracticable e ilusorio. A menos de hun-
<..On !os historiadores y los curas indígenas, a los que ayudaron a conocer mejor las
obras de Ángel 1'1aría Garibay, pero sobre los cuales queda mucho por decir. Y
lo mismo sucede con la abundante bibliografía menos conocida, por lo general
\ dirs('. en una red de hipótesis, acerca de las cuales hay que admitir que deben
ponerse sin cesar en tela de jucio. Y sin embargo, queda un campo todavía
derable, el de las reacciones indígenas ante los modelos de comportamiento y pen-
anónima, surgida en el seno de las comunidades indígenas Anales, los Títulos samiento introducidos por los europeos, el del análisis de su manera de percibir el
Primordiales-, que, en 1nuchas regiones, descubre la existencia precoz de una mundo nuevo· que engendra, en la violencia y a menudo en el caos, la dominación
pricríca de la escritura y de u!Weseo de expresión enteramente original. P.1ás este- colonial. Quedan por captar y por interpretar esos reflejos, que siguen siendo de
reotipado, más sometido a las limitaciones del derecho español, a ello se agrega en suyo testimonios excepcionales, cuyo equivalente no siempre se tiene en nuestras
todas partes el inmenso acervo que constituyen las notarías y las municipalidades sociedades del lado europeo del océano,
indígenas, los testamentos, las actas de venta y de compra, los donativos, las
beraciones y las contabilidades redactadas en lengua indígena y hacia los cuales
han llamado la atencíón los ínvestigadoresJames Lockhart y algunos otros. Cierto
es que sólo escriben los nobles y los notables. Pero no lo es menos que es preciso
abandonar el clisé de los ''pueblos sin escritura''. En muchos pueblos de México se
maneja !a pluma con tanta frecuencia y tal vez mejor que en aldeas de Castilla o de
Europa hacia la misma época. En fin, muchos indios tuvieron que dar cuenta oral
de conductas o de creencias reprobadas por la Iglesia. En cada ocasión, el proceso y
el interrogatorio aportan su dosis de información, a condición de saber sopesar lo
que el filtro de la escritura, las tntencíones del investigador, el cuestionario del
juez, la intervención del notario y del escribano, o los azares de la conservación
pudieron agregar (o quitar) al testin1onio original_
El conjunto de esas fuentes es por tanto indisociable de las técnicas de expresión
europeas y de las situaciones coloniales. En principio, sólo la arqueolog1a y el aná-
lisis de la.s pictografías permiten atravesar esa pantalla. En principio, porque,
radójicamente, la ausencia del filtro occidental no resuelve gran cosa. Los indios
que, alineando sobre !os papeles de amate sus pictografías multicolores, pintaron
los códices, práctican1ente no dejaron guías de lectura (LAMINA 1). De suerte que
la clave, el sentido de ese modo de expresión, sin equivalente en nuestro mundo,
todavía se nos escapa en gran parte, sea cual fuere el interés de los trabajos realizados
estos úlri:xios años. :tviás aún cuando, en realidad, muchas piezas "prehispánicas"
fueron pintadas después de la Conquista y nos hacen correr el riesgo de confundir
con un indígena una asimilación sutil, una primera reinterpretación apenas
perceptible. , . Sornbra próxima o lejana de una occidentalización que acompaña
de rnanera inseparable los pasos del historiador_
. y precisan los límítes de esa travesía por los mundos indígenas el paso
s1stemát1co a la lengua escríta (sea cual fuere la fase) y, por tanto, la imposibilidad
de alcanzar la oralidad, la inevitable relación con Occidente, en forma del cura, del
juez, de los tribunales, de los adn1inistradores y del fisco. f.fas no se colija de ello
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w,¡
ABREVIATURAS
!. LA PINTURA Y LA ESCRITURA 1¡
!
HM/\l Handbook of Middle Amencan Indiam y político singu larme nte tupid o. Al centro, en los valles de h1éxíco, de Toluca y de
IN,".H Instit uto Nacio nal de Antro polog ía e !-listoria Puebla, en el }.-forelos semitropical y en una parre de Guerr ero predo minan pueblos
La Serna Michoacán, en tanto que, al sureste,
de lengu a náhua tL Los purép echas ocupa n
]_)
p Ponce de León
zapotecos y rníxtecos comp arten las mont añas
de Oaxaca. Son éstos los grupo s 1nás
1906
Pi\E Papeles de Nuev a España, Madrid, París, 1905- fuerte s. },1enos nume rosos o rnenos influy entes,
otros puebl os posee n una perso na·
geogr áficas de Michoa{;án (edici ón de José Corona Núñe z, 1958). los anteríores. Véase a !os ma-
RGM Relaciones lidad y una histor ia que impíd en confu ndirlo
s con
Secretaría de Educación Públi ca del valle de Méxíco. de la Sierra de
SEP
zahua s y sobre todo a los otomí es del norte
Universidad Nacio nal Autóno1na de 11éxico ales de Guerr ero. a !os rnixcs , los triqui s, los chatÍ·
CN"AM
Puebl a, de Tla.xcala; a los chont
de Oaxaca. hnpos ible hacer íusticia
nos -sin menc ionar a otros - de la región
cultur as. Cuan do much o se puede
a cada uno de esos gro pos y a cada una de esas
su imbri cació n, su perten encia a fan1ilias
guard ar en la memo ría su multi plicid ad,
la yutoa zteca para el náhua tL la n1aya para el
lingüísticas suma ment e distin tas:
ngue para el maza hua, el oton1Í y
mixe, el zoque y el toton aca, el macro otoma
mient ras que el tarasco (o purép echa)
el rnatla ltzinc a, el mixte co y el zapot eco. .
o aparte . Algun as lengu as predon1ina·
de 11ichoacán const ituye todav ía un terren
el zapot eco, el tarasco y sobre rodo el náhua d de
ban en ese mosaico: el mixte co,
en las demá s regiones.
los valles centra les, que servia de lingua franca
imeca s, cazadores y recolectores,
Al sur del Bajío , pobla do por nórna das chich
que sostie nen, media nte su uibu-
existen por dond equie ra sociedades camp esinas
glil,err eros y de come rcianr es, dentr o
ro, a grupo s de artesa nos, de sacerdotes, de
los nahua s llan1a ban tlatoc a__yotl, los españ.oles
del marco de unida des políticas que
s denom inan city states, las ciuda ·
''seño ríos'' , y que los invest igado res anglosajone
ente ni ciuda des er. el sentid o griego,
des estado que, a decir verda d, no son realm
no. Una city state es más bien una
ni estado s en la acepc ión mode rna del térmi
polític o, admin istrativo y urb:u10 (n1ás o menos
nebul osa const ituida por un centro
de una serie de puebl os y de a!de;:i.s.
desar rollad o de acuer do con las etnias ), fuera
os y esas aldeas corres pondí an, entre
o incluso de rancherías dispersas. Esos puebl
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LA Y LA ESCRITURA L:\ Pl'.'--iTl'F__,\ Y L:\ ESCRllL'R:\
l (,
]as poblacione-s nahuas, a los calpulli, en otras palabras, a unidades territoriales, e evocando a los grupos tolteco-chichin1ecas surgidos de su mezcla. Pueblos
basada5 en el parentesco, en una jerarquía relativa de los linajes, en cierta Y autóctonos coexistían con !os recién llegados, que adquirían las tradi-
síón a la endog:unia, en la propiedad comunitaria de la tierra, en una solidaridad uoncs locales a! mismo tiempo que prestaban sus servicios. Estas aculturaciones
material y militar, y en el culto a un dios rute lar, el calpu!teotl, cuya fuerza residía históricas, estos pasos progresivos del nomadismo a la vida sedentaria formaban
en una irnagen o un paquete sagrado. . Al menos, esto es lo que se puede deducir no hay que oh·idario, el telón de fondo de bs memorias indígenas. Tarnbién evita:
de fuentes a la vez abundantes, contradictorias y con lagunas debidas a borraduras remos coosidcrar estas culturas y estas scKiedades como conjuntos homoo-éneos:
u omisiones. 2 en el caso de Tenochtitlán ()'sin duda en el de otras ciudades) se ha establecido
Selladas entre los señoríos, algunas alianzas líbres u obligadas y que profundas diferencias oponían a las comunidades urbanizadas, dedicadas al
nes llegaban a la formación de unidades políticas más o menos vastas, más o menos comercio y a las artesanías, y las comunidades rurales. Si a estos múltiples registros
efúneras y rnás o menos centralizadas, a semejanza de las que construyeron los económicos, étnicos e históricos se agregan las variables introducidas por la díversi-
mixtecas de Tilantongo, los 'ffuhuas de Tlaxcala, y sobre todo los de México-Te- d.:1-d. de los o de las clases sociales, se obtiene una in1agen caleidos-
nochtidán, de Texcoco y de Tlacopan, en el valle de 1-1éxico. Las alianzas se hacían coptea que unprde asimilar los mundos indígenas con totalidades estables con
1 sociedades monolíticas e inmóviles, totalitarias antes de tiempo o ancladas
y se deshacían al hilo de las invasiones y los desplazamientos de población. De ese
modo, durante los tres siglos que antecedieron a la Conquista española, pueblos 1 grosamentc fuera de la historia. O incluso confundirlas con las comunidades can 1-
del norte de lengua náhuatl penetraron por oleadas sucesivas en el valle de México pesinas, y hasta con las n1árgencs explotadas que son en nuestra época.4
y se mezclaron con las poblaciones locales. Prosperaron y luego declinaron algunas Detengámonos en las noblezas indígenas, pues en su seno aparece uno de los
"ciudades": Culhuacán. Azcapotzalco, Coatlinchan. Durante el siglo xv, hacia rasgos notables de estas sociedades. Entre todos los grupos que dominaron
1428, Texcoco y Tlacopan, bajo la dirección de los mexicas de Tenochtitlán, pu- las poblaciones del centro de lviéxico, los m:haecha tarascos, los tay toho mLxtecos,
sieron en pie una confederación, una liga, la Triple Alianza, que absorbió los tri- los señores otomíes o zapotecos, es probable que los más conocidos nos sean los
butos del valle y de comarcas 1nucho más remotas. Edificada en mitad del lago de pip1ltin, los nobles Los pipt!tin legitimaban sus poderes y concebían el
Texcoco y surcada por canales, Tenochtitlán fue en ese entonces la mayor aglomera- mundo en el que víví-an con apoyo en los conocirnientos que conservaban celosa-
ción del mundo americano, pues albergaba una población superior a los 150 000 rnente. Aquel saber señalaba r11odos de vida, tradicíones por mantener, herencias
y tal vez a los 200 000 habitantes. Sin embargo, evitemos ver en ella la sede de un por transmitir, y todo aquello que, de una manera general, puede designar la palabra
imperio moderno, de una burocracia centralizada, o el corazón de una dominación náhuatl tlapú1/iztli.<; Al cosmos, se pensaba que esos conocimientos le conferían una
irresistible. El poder de la Triple Alianza se concretó sobre todo en la extracción norma, una medida y una estabilidad. A la sociedad la proveían de un orden,
del tríbuto, en !a eventual instalaci6n de guarniciones, en la imposición o, mejor una orientación y un sentido. Al menos eso era lo que pretendían los cuatro ancia-
dicho, la sobreimposicíón de sus dioses a los panteones locales y, antes que nada, nos que inventaron "la cuenta de los destinos, los anales v la cuenta de los años el
en la constitución de redes extremadamente cerradas de alianzas matrimoniales y libro sueños''. Patrimonio antiguo, conservado y aPlicado escrupulosan1en,te,
lazos de parentesco. La Alianza era reciente y, en lo político, tan frágil como las transm1udo de un pueblo a otro, aquel saber daba origen a un sistema educativo
hegemonías anteriores, tal vez por no poseer una escritura a la medida de sus con un desarrollo Templos-escuela reservados para los hijos de los pip 1Jtin
ambiciones. Cubría el corazón del centro de México, o sea un territorio de aproxi- preparaban a los futuros dirigentes. En aquellos caln1ecac había sabios
madamente 200 000 km2, 3 con excepción del Michoacán de los tarascos y del se- llamados poseedores de !os libros de pinturas", ''los conocedores de las cosas ocul-
tas'', ''los detento res de la que daban a los jóvenes una educación tan
ñorío de Tlaxcaia que, nahua también, junto a sus aliados de Huejotzingo y de
Cholula resistió a los mexicas y a la 1'riple Alianza. aus:era como elaborada, en la que se asociaban los conocimientos, los modos de
En fin, en el curso de sus migraciones o de su sedentarizadón, todos esos pueblos decir Ylas maneras de ser. Entre otras cosas. allí se aprendían "los versos de canto
estuvieron sometidos a incesantes procesos de aculturación, de los que algunos guar- para cantar que se llamaban divinos cantos, los cuales versos estaban escritos en sus
daban el recuerdo, oponiendo a los olmecas y los toltecas de antaño, portadores de
4
los refinan1ientos de la civilización, con los cazadores y recolectores chichimecas, E. L. Calntk, ''Conjunto urbano y m,1ddo residencia! en Tenochtirlán ', Ens:tJns su/,rc cl dcJd·
1ro//o urh;1no de Jfixico, _Méx;co. SepSeientJ5, ¡c¡7.j, pp ll·65
2 López Austin (1980). l. PP- 7)·80 C:ura.sco )' Broda ( 1976): L6pez SaneLmgue (196';)_ Sport> ( t967): Mcr(tJc, Oliven, Piilu J m;;cc
1 Edward E. Calnek, "Patterns ofEmpÍr<: Formation in che Valley ofMexico. Lue Postdassic Period, hu.des. L;;s fonnacionn soci;;!n y /oJ modoJ dt pro.!11u-ión di: Tec<1!t dd siglo Xí! al XVI, México,
Chata, 19 8; Jt>Ús Monjarás-Ruiz, La nohltz.i mcx1c.;. México, Edicol. t 980
7
1200-1)21", The lm:a and Aztec States, 1400-1800. Anthroj1ology and Hútory, G. A. Col!ier, R. L 6
Rosaldo y J. D. \X:inh, comps .. Nueva York, Academic Press, 1982, pp. 43-61. Miguel León Ponilb, ToltNcJyo!l de la od:urd ,1!ihuatl, México, rcf'.. !080, PP- lS-3-S
7 de 162
18 L:\ PINTl3RA Y L.-\ ESCRlTIJR1\ LA PINTURA Y Li\ ESCR ITUR:\ 19
libros con caracteres''." 1\demás del nacimiento, aquella educación distinguía a los que el narrador de tlahto!!i haya tenido más libertad de palabra, a condición de
nobles de los plebeyos haciendo de ellos seres intelectual y haber sido agradable y hábil. Pero hay razones para pensar que los ''relatos sobre las
rnoralmente superiores, aquellos "hijos de la gente", "cabello" y "uñas de la cosas antíguas" o las narraciones "divinas" también debían ser objeto de regula-
gente'', que estaban destinados sin excepción y desde el principio a las funciones ción y censura. Sometida estrechamente a las instituciones, y vinculada a circuns-
de mando." tancias y contextos, la producción ora! obedecía además a un juego complejo y
Pero, sin duda, he aquí lo esencial. El conjunto de !os conocírnientos que expli- sutil de limitaciones internas. La transmisión, el aprendizaje y la memorización de
caban y sintetizaban la imagen que aquellas culturas o, rnejor dicho, que aquellos ese patrimonio ponían en accíón los recursos más diversos. Era así, por ejemplo,
n1edios dirigentes daban del Inundo, se vaciaba en dos modos de expresión que al corno los cuicatl poseían un ritmo, una métrica, una estilística y una estructura
parecer son predominantes y propios del área mesoamericana: la tradición oral y propias. Se componían de una secuencia más o 1nenos sustanciosa de unidades
!a pictografía. Así era entre los antiguos nahuas, entre los mixtecas y !os zapotecas expresivas -equivalente de nuestros versos y nuestras estrofas-, que iban aso,
de la región de Oaxaca o incluso -tal vez en menor grado-- entre los oromíes. En ciadas de dos en dos. Los paralelísmos (es decir, !os rniembros de frases simétricas) y
cambio, los tarascos de Ivíichoacán tal vez hayan desconocido la expresión pictográ- los difrasismos (la yuxtaposición de dos metáforas evocadoras de un concepto, corno
fica, puesto que no nos lega.ron ninguna producción comparable a los anales o los el agua y el fuego para designar ta guerra) eran procedimientos permanentes. Es
calendarios. probable que sílabas intercaladas marcaran la métríca, 1nientras que otras -como
Las culturas del centro de :tvféxico son antes que nada culturas de lo oral. Ellas tiqui, toco, toco, tiquiti- tal vez indicaban el ritmo y el tono del acompañamiento
tuvieron sumo cuidado en cultivar las tradiciones orales, en codificarlas, en diri- musical. De una manera general, sería imposible desligar el cuicatl de los n1edios
girlas o trans1nitirlas. Las fuentes nahuas de la época colonial han conservado el de expresión que lo reproducían, aun cuando hayamos perdido todo su rastro: en
rastro de esa creatividad en sus expresiones más diversas. Sólo daremos de ella una ese caso se encuentran la música y la danza, que dese1npeñaban un papel importan-
breve imagen, para sugerir mejor el alcance de los regístros que incluía. Los nahuas te en las celebraciones públicas. Sin duda menos variados pero iguahnente cons-
distinguían cuando menos dos grandes grupos en !os que reunían géneros nume- tantes, procedimientos estilísticos análogos estructuraban los tlahtolli, entre ellos
rosos y contrastantes: los cuicatl y los tlahtol/i_ Los primeros desígnaban los cantos el paralelismo, el difr:-LSismo, la acumulación de predicados en torno a un mis1no
de guerra, las canciones de "amistad, de amor y de muerte", himnos dedicados sujeto, acumulación concebida para organizar una secuencia temporal o para servir
a los dioses, poemas en los que se aliaban la especulación intelectual y metafísica. de explicitacioncs convergentes y complementarias. Estas técnicas de composición
En cambio, los tlahtolli se vinculaban al terreno del relato, de la narración, del con frecuencia in1primen a esos textos un paso desconcertante, repetitivo y acumu-
discurso y de la arenga: en ellos se encontraban por igual "las palabras divinas" lativo. Sin lugar a dudas eran ellas las que facilitaban su aprendizaje y su memori-
(tcotlahtoi/1), que hablaban de la gesta de los dioses, los orígenes, la.cosmogonía, zación, a falta de una versíón escrita, al mismo tiempo que ofrecían guías para la
!os cultos y los ritos; los "relatos sobre las cosas antiguas", de tono histórico; las improvisación y la creacíón:J
fábulas, las zaz:anilli; y las famosas huehuehtlahtolli, las "palabras antiguas'', La complejidad de las composiciones confiadas a la transmisión oral, la variedad
aquellos elegantes discursos que trataban de las más diversas materias: el poder, el de géneros, el valor considerable dado a la enseñanza, la elocuencia y la palabra,
t:írculo doméstico, la educación y los dioses. nos podrían hacer olvidar que aquellas sociedades también poseían un modo de
Enseñadas en los ca/1necac -las escuelas de la nobleza- algunas de aquellas expresión gráfica. i\unque no conocieron ninguna forma de escritura alfabética
piezas se recitaban o se cantaban en las grandes festividades que reunían a los 1-1Ji- antes de la Conquista española, se expresaban sin e;,:bargo con medios de apoyo
p1/tin. Si las huehuehtlahtol!i eran más bien patrimonio de los nobles y los seño- múltiples -el papel de amate y de agave, la piel de venado-, que según el caso
res, los hirr1nos y los cánticos de carácter ritual también se difundían entre roda la adoptaban la forma de hoj;:is largas y angostas que se enrollaban o se plegaban
población y, en particular, en las escuelas que les estaban destinadas. El sacerdote como acordeón, o de grandes superficies que se extendían sobre las para
encargado de transmitirlos velaba por que se les reprodujera con exactitud -se le ser expuestas. Sobre aquellas bases los indios pintaban glifos. La expresión picto-
daba el título de tlapizcatzin, ''el que conserva''-, mientras que otro se dedicaba gráfica tiene en 1-1esoa1nérica una trayectoria larga y compleja, por no decir oscura,
a examinar los cánticos recién compuestos, por lo cual se aprecia que una sociedad
sin escritura bien puede conocer tanto la copia fiel corno la censura. Es posible 9 Sobre este capítulo, r·étnne Miguel León Portilla, Los .inflguoJ mc.>:1camH,; turú dr _;;¡_r ;r:)m;..J.< _r
8 de 16
L\ Pl:\TL Rt\ Y LA ESCR!TL'R:\ 21
ogia. ¿· forma s
· ¡ porurn1a_ . l-;i_' crono entra n en iversas ·
: 1 an) que ¡ rlo de prese ntaci ón.
H'r)onirn1a, a antrod \ l canvo ·P ·
' ( t/,in -tz,n' . - Este fonetisn10 en estad o em¡ )non aión el carnp o de la expre sión picto grá-
.,
ios sufijos nalluJ.S -e \ os glifos . , , Sean cuales fuere n sus gravedades apare ntes,
· ·• \ topon unico s. eqá empa renta do con a creac terren os tan variados como la cróni ca de las
en la cornp ostGo n e e o. l roa.vas v los - - , -· --
, ' , gub. r trazad-a por e pinto r da; con el signo ollitt, que expre sa el
tura" y, de inane ra mas . . d
s1
or la linea grues a \.' re que desig na la noción nahu a de guerr a sagra
nena tos espacios d el1m1ta os p dispu estos para figur ar los distin tos
,. ___ ,. /'«A' Parte l, vol. 10. Au-;- movi mien to del cosmos; con los conju ntos
.
in Central Mo:,i-..,o .
1 14 pintu ras son más que listas, es porqu e
"avat ares" de las divin idade s. Pero si las
i,
\' ''\\-'rlt ing
.- , , l l Robcnsofl et> f!.\LA.I. Pane ), vo · ·
10 Roben son \ \ ')50 i: Ch:\r\es F 1 Don,u . __ -_ :\ h', \ g"que et Eü 1nologi que
J" John B re eo o l
tln. t94l. PP- )22-53 L b:- dt ChiepetLm. Mb:Jtü ,
Auslin . -. 9 ;)-, }c•Qquh1 Ga\:ui a,
l')"2.
9 de 162
LA pr;..;·n1RA y LA ESCR1TLRA
L\ PlNTUR../\ Y LA ESCR1TUR.>\
22 un
nes de la pintu ra eran sólo el reflejo de
las leyes dei discurso y del canto, los cáno ense ñan-
en ocasiones se ha subestimado. A.demás mun do superior y de un orden invísible.
Por encima del contenid o de las
tamb ién poseen una dimensión visual que
y exigen que se les considere corno tales
.
cipab an de manera sistemática en el ordenan1ien-
de textos, las "pin tura s'' son imágenes zas dispensadas, esos cáno nes parti
do
pción como a lo conc eptu al Dim ensió n ame nte la experiencia hum<i_na v el mun
Vale decir que com pete n tanto a la perce to de una realidad que vinculaba íntim los ele·
tica pues , si la perci bimos de manera intuitiva, es difícil de los dioses. De éstos toma ban los rasgo
s más sobre salie ntes, v seña laban
que resulta problemá iones y lo individua!.
Digamos que pertenece a las co1nbinac a expensas de lo accidental, lo
verbalizarla y, por tanto, transcribirla. figuras y 1nen tos más signi ficat ivos. uoí-
espa cio, a las relac íones entre las ción, la manifestación antes que la com
de formas y colores, a la organización del En ese senti do favorecían la representa las cosas, una
lidad, a !as leyes geométricas elegidas y em- cación. Ellos cont ribuí an activamente
a 1nodelar una perce pción de.
el trasfondo, a los contrastes de luz y tona s. fiola habr ía de
la móvil densidad de las representacione relación con la realidad y con la existencia
, que la Conq uista espa
pleadas, al movimiento de la lectura, a tura " y, a.for tian· , de la
de la "lec .
Nad a de lo cual impi de que los mecanism
os
cidos . En ge- pone r prof unda men te en tela de juicio
cos sigan siendo poco cono
elaboración de los documentos pictográfi por com pleto ajeno s a
rvadores europeos,
¡-,eral, los testimonios proceden de obse una varit a, que
''leía n'' señalánd olos con LA RED DESG/1RRAD:\
esas prácticas. Sabido es que los glifos se
pued en habe r guia do el desciframiento de las ''pin tura s'', s
textos prontuarí o bien a la ocó dura nte varios añ.os, v las caffJoaña
de información, incluso lo uno y lo otro Las perturbaciones que la Conq uista prov
aportando aclaraciones, complementos o os que llegaron en 1523 .,con tribu ),ero n
or'' indígena solía afirmar: ''soy cual florid de evangelízaclón hechas por los francíscan
vez. Insuuido tn los cal1necac, el ''lect pintu ras. " 12
a destn lir una gran parte de esos patrin1onios orales o
interior de la casa de las a diseminar y en ocasiones
papagayo, hago hablar los códices en el an 1521, los aliados indígenas de Cortés in-
tado en el papel y pinta do. . "equ ivalí pintados. Por ejemplo, se sabe que, en
"I-Iacer habl ar", "dec ir lo que fue asen ali- de las tres capitales de la Triple Alianza.
memorizadas los elem ento s de una verb cendiaron los archivos de Texcoco, una
a toma r de fuentes escrupulosamente la dernolíción sisten1ática de los templos
cació n y de la interpretación, en la forma uniformi- Pero fue apenas en 1525 cuando empezó
zación que deriv aba de la explí ués de que los franciscanos prohibieron
plem entario, Resulta tenta dor conf undi r este en el valle de ]\léxico y en Tlaxcala, desp
zada de un discurso paralelo y com - cuciones constantes de que fueron obje
to
más probable es que fuera pecar de etno toda forma de culto público. Las perse
ejercicio con la glosa medieval, pero lo ena.s nos perm iten fecha r por aque llos
ulan la ''pin tura '' al discu rso oper an en dos desde aque l entonces los sacerdotes indíg
centrismo. Pues las relacíones que vinc - tuciones educativas y el cierre definitivo
de
bien es cieno que se ''hac ía hablar a los libro s'', también algunas ''pin años el desm ante lanü ento de las insti s decid ieron hacer -
sentidos; si primeros evangelizadore
"Se les enseñaban (a los alum nos de los los ca/meca-e. De manera simultánea, los
turas" servían de apoyo a la expresión oral: la nobleza. Sí la destr ucció n de los temp los
se decía n canta res divinos, siguíendo los códi ces.' ' se cargo de la formación de los hijos de
calmecac) los cantares, los que les prim ordia l de los años 1520 a 15 30, los francisca-
erróneo considerar las "pin tura s" simp y los ídolos cons tituy ó el objet ivo
Sin duda , tamb ién sería total men te dican tes, también confiscaron todas bs "pin tu-
proclives a pens arlo los evan geliz ador es del nos, seguidos por otras órdenes men
auxiliares mnemotécnicos, corno fueron ''tod o lo que es ceremoniático y sospechos
o
s bien , parec ería que la trans mísióff de la información hubi era im* ras'' que les parecían contrarias a la fe, nguí r la simi ente buen a
siglo A'Vl. Ante trataron de disti
y no redu ndan te a la memoria verbal
y al quem amo s''. Cíerto es que, en principio,
plicado recurrir de mod o simu ltáne o que les par:: cían de natu ralez a histó ríca, sin
alianza siempre constante de la imag en y de ta cízaña, tolerando aquellas obras
auxiliar pinta do, de acuerdo con una ante , se most raran del todo íngenuos. La dificultad de derermÍnar
que, no obst ba
la palabra. del demÓhio'', la desconfianza que pesa
iliar aque l saber, aquellas técnicas y dónde emp ezab an ''el error y el engaño
Sólo una minoría de personas podí a conc yeron de manera decisíva en la suen e de
es que asistían a los calmecac y que a veces sobre todas aquellas producciones influ luego lo
aquellos complejos imperativos: los nobl sy las "pin tura s". Con frecuencia se les destr
uía sin ning una distin ción, como
-sin que se deba n establecer entre laico ndo ser
se entregaban al servicio de los dioses los deploraron algunos cronistas escasos de
fuentes: ''Alg unos igno rante s creye
ntes - o los tlacuilo que pinta ban
"sac erdo tes" divísiones demasiado taja siend o histo rias dignas de men1oria. ' ''
mism os medi os. Pero, si bien es cierto que, como lo ídolos las hicie ron quen 1ar,
a de las persecuciones violern::i.s y
fos, rambién surgidos de los * Los años de 1525 a 1540 fuero n la époc
en su poder la tinta negra y roja y lo pinta s enteras de las culturas indígenas se hun-
afirn1aba la tradición, "los que tienen 13 la pictografía y el discurso lares. Quince años durante los cuales parte
el cam ino'' ,
do, e !los nos llevan, nos guían, nos dicen o
much o más que la expre sión de una clase o el instrumento de un poder_ Com Trzro:-rJ, \kXKO, Dfaz de León. l')Sl.
IT 1-2: :.1<'1c' 1111,1 \f,·
eran H Juan Bau1ista Poma r, Rd.in On de Tmq11z:;i1.dJ Y .·1.:r-·
. HtJto rw , op. nt __ l. p. 226:
mon,;lr:s , op. nt. pp. 54-35. ·139: Durin
:;-: León P0nil b (1983). p. 64. 1959, p. 76 (tradu ,-- lV p. 331
13 León Ponií h. Li filosofía ná/Ju,,i/ 1•Jt!1d udw1 en Jus fuente
s. qufa t11dr>.m;;, op. cit .. í, p. 6:;
;;zteq ue. París, Éd_ du Seuil, 198)) .
(,;ón al francés: L1/'t n;fc
10 de 16
L:\ Pl\:TURA Y LA ESCRITURA L1\ Y L.\ ESCRlTCR:\
dieron en !a clandestinidad para adquirir, frente al cristianismo de los vencedores, el primeros evangelizadores eran ''hombres insensatos''. Y a rnenos <le hacer de los re-
rnaldito y demoniaco de la ''idol:nría''. En unos cuantos años, algunos ligiosos criaturas monstruosas, llegadas para destruir a la humanidad, o muertos
5 cñorcs indígenas cuvieron que proceder a una readaptación tata! de sus prácticas en vida, v maléficos hechiceros. Otros se refugiaban en el saber tradicional, en
ancestrales_ Les fue necesario abandonar los santuarios de las ciudades, elegir luga- las de sus padres". para no encontrar en ellas nada que anunciara la
res el secreto de las grutas y las rnontañas, las oríllas desiertas de los "doctrina cristiana" r\ ejemplo del cacique de Texcoco, don Carlos On1etochtzin.
lagos y Li. protección de ta noche. Debieron restringir en extremo la práctica del de allí deducían la vacuidad del cristianismo: ''Eso de la doctrina cristiana no es
sacrificio humano, formar una red de informadores y escondites que pudiera burlar nada, ni en lo que los frailes dicen no hay cosa perfecta.'' l"
L vigilancia de los españoles y el espionaje de los neófitos, y obtener mediante el Durante aquellos primeros años, fueron muy numerosos los ·que, de manera
chantaje y la amenaza la colaboración o cuando rnenos el silencio de las poblaciones. más o menos abierta o deliberada, antes que al cristianisrno prefirieron el mundo
í)cs!igad;1s de manera progresiva de su asiento material y social, aisladas por que expresaban los cantos, las ''palabra antiguas'' y las ''pinturas''. Pues los ''libros''
los evangelizadores y los conefdistadores de los grupos a los que pertenecían, para pintados fueron escondidos como se hacía con los ídolos. El riesgo era por igual
constituirse en ''religiones'' e ''idolatrías'', manifestaciones totales o parciales de considerable, puesto que la celebración de las fiestas o la lectura de los destinos
las culturas indígenas sufrían una redefinición incomparablemente 1nás perturba- dependían del desciframiento de los cómputos antiguos. En forrna clandestina se
dora que el paso a !a clandestinidad. En el rnomento mismo en que la Conquista pedía a los especialistas -los ''contadores del sol y de las fiestas de los demonios'' -
las insertaba por !a fuerza en un espacio invenlado del todo por Occidente, im- que buscaran en las pinturas la llegada de las fiestas, que "miraran" los detalles
puesto por los españoles y delimitado rnediante términos y conceptos establecidos de los ritos y el nombre de las divinidades por honrar. Sin duda vale la pena que
-"supersticiones, creencías, cultos, sacrificios, adoraciones, dioses, ídolos, cere- nos detengamos en los conociinientos fijados por los calendarios antiguos, para
monias, etc. . "-, aquell:ts manifestaciones eran tachadas de errores v de false- evaluar mejor lo que podía significar su pérdida o su destrucción. El tona!pohua!/i
dades. Los indios se enteraban al mismo tie111po de que ellos '"adoraban ; dioses" y ---O calendario adivinatorio- se basaba en un concepto del ticrnpo, del cosmos
que esos ''dioses eran falsos''. Lo que había sido el sentido y la interpretacíón del y de la persona que no podría limitarse a la reducida esfera. del rito, ni tampoco a
mundo eran un ''rito'' y una ''ceren1onia'' perseguidos, marginados y menospre- aquella más amplia, pero cuán problemática, de lo religioso, Para los antiguos
ciados, una "creencia" falsa, un "error" por descartar y repudiar, un "pecado" por nahuas, el tiempo mírico -el de las creaciones sucesivas que habían visto aparecer
confesar ante los jueces edesiásticos. Lo que había correspondido a una aprehensión a los precursores del hombre y luego a los propios hombres- ejercía una influen-
indiscutible e indiscutida de la realidad, objeto de un consenso implícito e in- cia determinante sobre el tiempo humano, en la medida en que el encuentro o la
mcmoríal, y explicado una totalidad, en lo sucesivo debía afrontar un sistema exótico coincidencia de- un momento de éste con uno de los momentos siempre presentes
que obedecía otros principios, basado en otros postulados, concebido con cate- del tien1po mítico determinaba la sustancia del instante vivido. i\quellos encuen-
goíÍas de! todo distintas y -no hay que cerrado de manera radical a tros y esas correspondencias obedecían ciclos complejos de arnplítud variable,
todo compron1iso. Y sin embargo, la "censura de los libros" no era, a pesar de lo cuya combinación y cuya articulación estructuraban el momento humano, Y, en
que se piense, una innovación introducida por los conquistadores. Durante el reinado efecto, la correspondencia de aquellos ciclos dirigía el orden de paso y de llegada, a
de! soberano n1exica Itzcóatl, ya en el siglo xvse habían destruido "pinturas" para la superficie terrestre, de las fuerzas faustas o infaustas que actuaban sobre el indi-
borrar recuerdos o acabar con particularismos, pero esta vez se trataba de aniquilar viduo atrapado, de-sde su nacimiento, por engranajes cuyo movimiento lo abru-
un conjunto y no de desvanecer partes. Es comprensible que algunos indios hayan maba, sin que por ello lo aplastara enteramente, Aquellas mismas combinaciones
experimentado entonces la sensacíón de una pérdida de coherencia, de un de fuerzas dirigían, de una manera más general, la dinámica del cosn1os: ellas
cabo de sentido, por ya no ser el patrimonio ancestral, si hernos de creerles, sino producían el cambio y el movimiento, a la vez que conformaban el tiempo. En
una ''red de agujeros''. tG A menos que la falta de sentido se atribuyera al Otro, esas condiciones, se puede adivinar de qué rnodo el conocimiento de los ciclos,
como lo hicieron unos .indios de 1'L.i.xcala, quienes en 1523 consideraban que los los cálculos a los que daban lugar y el apoyo material, el único que hacía posibles
aquellas operaciones, tenían una importancia crucial para el índividuo Y la
15
ProreJos de wd:o; :"d6/.J!rds y hct"h:C:erDs, 1'.íéxico, AG"-', l 912, pp. 8, l l 5 yp.nsim. ,\foto linfa, JHe- dad. Para dominar las fuerzas divinas, sacarles partido o contrarrestarlas, era preciso
mona!o 0/1 . o/ __ pp. penetrar en su surgimiento y saber aplicar todo un arsenal de prácticas destinadas a
\( M1guei_Le6n !\lrtilh, Culr11m-' En peligro. México. ldianza Editvri:d, \\)"'.'6, p. 108, traduce garantizar la supervivencia de todos. Ésa era la función de los ''contadores del sol'',
un teiom<inio Je Tbtcluko. loo .A.nJ/u hifkiricus de/.;¡ 1uct6n mexg,ma (ed. Ernst Mtngin, Copenha-
guc, ¡e;.;;, 1· con el t'.wio de .:l11J/er de 11.tfl'/u!ro por 1-kinridi Bedin y Roben H. Barlow, México,
l ')-\8) 1080) PtüCdO inr¡uisirrmai de( t.:1cique de 1étzcoco, México, AG'.". 1910. p. 2.
11 de 162
LA PlNTURA Y LA ESCRlTL'.R,\ 27
26 L\ PINTUR r\ Y LA ESCRITURA
12 de 16
L-\ PI>:TCR.\ Y L:\ ESCRiTL!RA LA Pl>:TL'lL\ Y LA ESCR!TCRA
:uisrocracia del Yalle de :\léxico al parecer ruvo una honda repercusión en los espíri- francamente cris[iano en 1539, el artisra no por ello dejaba de conservar un saber
Pres:is de pánico, n1uchos indios decidieron entonces destruir sus "pinturas" 0 vasto y embarazoso. Esto, pot ambiguo, puesto que su genealogía tenía una mez.cb_
rnrrcgJ.r pic1<1s tan compro1neredoras.c: Ese año de 1539 se reunió también de alusiones que se hallaban lejos de litnirarse a una ornamentación mitológica. '{
l;1 .Junra Edes_íásrica, que reforzó la regulación ejercida por la Iglesia sobre las pobla- aun carecía de aquella obstinación europea para oponer !a idolatría a 1a 0
,-ioncs Un n1ayor número de sacerdores, penetración ésta rnás a fondo, el n1ito a lo auténtico.
:n-udada por un rnejor conocimienro del rerreno y por la represión desatada por Sea como fuere, ya por los caminos secretos de la clandestinidad, ya por las 1.-·ías
una Inquisición n1onástica, y luego episcopal, bajo e! báculo del obispo de fv1txico, autorizadas de la historia, una parre de las técnicas y de los conocirnienros antiguos
_Juan de Zurnárraga, cambiaron las relaciones de fuerza de manera irreversible. seguía sobreviviendo al desastre. Lo misrno ocurrió con las 1nanifestaciones del
Peru es posible que otros factores rnás determinantes hayan influido en la actitud patrimonio oral, cuyo alcance ético sedujo a los religiosos que trararon de sacarle
de !os ;1obles i1_1dígcnas. !\quellos 1nedios habían perdí.do su cohesión política y el mejor partido. Y con los discursos de entronización, que es probable se conser-
cu!rura1, a partir de su alianza CC?¡¡ los vencedores y con el cristianismo. varon mientras existieron los viejos juramentos de fidelidad. Vale decir que, pest
_'.;,,,_esos repartos !os cuales el oportunismo y el cálculo ral vez hayan pesado a las persecuciones, a las epidemias y a las perturbaciones, las noblezas vencidas
mas que la conversión, se agregaron otras divisiones gue los propios religiosos habían enfrentaron la realidad colonial que, poco a poco, tomaba cuerpo ante sus ojos,
prov_ocado poniendo a los niños cristianizados contra sus padres "idólatras". A con un bagaje sin duda menguado y censurado, pero todavía considerable.
de aquellas nuevas generaciones. que habían participado con un celo
qu1zas n1onífero en las u1n1pañas de extirpación y delación, asumieron, cada vez
en rnay(:ir nún:ero, el poder. El reclutamiento de sacerdotes paganos sufríó las U'.\'A 1\LEVA !i.HRAD.\
secuenu:1s, n11cntras que las piedras de los antiguos santuarios servían de manera
ststen1iuca para la construcción de Lts iglesias y los conventos. 1-fás decisivos aún, No resulta menos difícil seguir los pasos que llevaron de la resistencia a la adaptación
!os estragos causados por las prin1eTa5 oleadas epidémicas debilitaron v sacudie- y que se manifestaron en un alejanüento progresivo en relación con las antiguas
'?n totali?ad ele las sociedades indígenas. Ante aquellas dificultades, v no cuhuras. Un alejamiento que, sin embargo, nunca se orientó hacia el abandono
su1 nena dez, las noblezas se resignaron a aceprar el cristianis1no v la irremediable. El análisis de las ''pinturas'' coloniales y, en menor grado, de la evo-
uón colon::!. Convenidas de n_iodo rnás o menos sincero, eligieron ca 1nino de lución de las tradiciones or1les en el transcurso del siglo X\'! aporta, sin resolver este
se ded1Caron a conservar los vestigios de sus orígenes, las problema, preciosas indicaciones y, con frecuencia, testimonios imprevistos. r\sí,
pinturas de b.1sronas y genealogías que legiri1naban su poder. No hay duda no deja de ser desconcertante la precocidad con la cual algunos indios pintaron la
de qu.e_ en urcunstanc1as salieron a la luz el lvINpa de Sigüenza o la Tira de /a sociedad que se formaba a su alrededor y entre ellos. Por un lado, porque esa
P,ereg_nnac1ón (hacia 1540), que ilustran el origen y las migracíones de Jos aztecas precocidad impide considerar la expresión pictográfica colonial con10 un arte rígido,
d: Aztlán, de que ellas fueron pintados, entre I 542 y 1548, el Aiapa como una supervivencia inerte o un estorboso arcaísmo. Por el otro, porque da fe
'::,jlttnatz1t1, que registraba la historia de los chichimecas, o el Códice Xólotl. /\.ntes de la curiosidad insaciable que se manifestaba con respecto a un mundo insólito y
de 1550, la genealogía inspiró el lHap.1 Tlotzin de Texcoco y, en la región de Oaxa- hostil. Desde 1545, en una reunión secreta, algunos nobles indígenas se jactaron
ca: e! Ltenzo de Guevea (1540) o el C'6dice S'elden (1556). 22 Entre los nahuas, los de haber aprendido ya todo lo que deseaban saber de los conquistadores, "toda la
Y_los zapolec1s, la línea que separaba la producción clandestina de la pin- manera de los españoles, de su pelear y fuerzas y del arte de los caballos e todo
tura histórica .desde luego, tan frági! y arbitraria como !os criterios cristíanos y lo demás que ignorábamos y no sabíamos''. 24 Aquella voluntad de saber y de des-
que_ d1sunguían el recuerdo de las ''falsas religiones'' indígenas de una cubrir, así fuera a costa de viajar a España, es la misma que impulsó a los índíge-
estr;cran1entc histórica. Cuando, en 15 39, un pintor de Culhuacán, cerca nas a reconstituir o, mejor dicho, a constituir, nuevas relaciones con los seres y con
las cosas, llenando así de manera progresiva los vacíos "red de agujeros" -
l\1cxico: pintó la genealogía de su farnilia, representó "una especie de gruta en
la que :1ac1eron sus abudos, y tarnbién algunos dioses". 2 .\ El pintor, don Andrés
dejados por la Conquista española.
Pl"l)veo1:1 de una familia de sacerdotes próxima al antiguo soberano mexica. Desde los primeros contactos, -algunos pintores indígenas se las íngeniaron para
registrar la irrupción de aquellos seres a los que, en un principio, se consideró
(1985a). pp dioses. Por ese medio supo 1-1otecuhzorna, mucho antes de Cortés, de la llegada
"· ::-(,brt <:-sa1 piniur;is, 1•é.1JI' J- B Gl:i'>s ;- D Robea,on ··A_ Ctnsu$
de la flora de Narváez, y por él transmitieron los indios de Chalco y de Tlalmanalco
·,r-J'JB, !8-i-185, 2-il, 210: l'JS·ICJG· i)l.
' ' f'ro(c'\'(J<' 'U/'- U!, p lbl •
24 Episto/;;rw d,; Nuew; Esp.1iía, 1505-1818, L IV. México. Arnigu:i Librcrfa Robredo, 1939, p. l6i1
13 de 162
LA PINTURA Y LA ESCRlTüR1\
}0
marcada que integra el glifo
''reali sta'' sino, por el contrario, una estilización
en telas de heneq uén a go, el Occidente ya hace
informaciones estratégicas a Cortés, representando toponímico al edificio que debe designar. Y sin embar
pas mexicanas que lo Esto quiere decir que, desde un principio, las . Por ejemp lo, cuand o la n1anera antigua in-
ras que algunos años después, acto de presencia visual en el Lienzo
"pintura._.:;" consignaron la historia ínmedíata, 1níent descub rieron !os indios . Hay que ver los refugios rodantes
terpre ta el universo que
indíge nas de los invasores, ciertos cantos na- pintores los estilizaron y los re-
encre los vencidos como entre los aliados y las máqu inas bélicas construidas por Cortés: los
re mexic a y hablab an de la desolación de las ruinas. nte un techo. El espectáculo
rraban la magn itud del desast
rmó. Surgieron nuevas dujero n a dos monta ntes de madera cubiertos media
Tras las prüneras dos décadas, el paisaje político se transfo repert orio pictográfico cuando las mar-
de la novedad incluso lleva a enriquecer el
ccíone a ejemplo de la que,
s, onales huellas de pasos --
generaciones que habrían de dejar importantes produ cas del hierro de los caballos ejemp lo de las tradici
de treinta años después de la Conquista, ilustra y exalta la colaboración o cuando un sol a la europea
2) proba bleme nte señalan los desplazamíentos de los íinetes españoles,
ca!teca con la ínvasión española. El Lienzo de T!axca la ,\!varado, a quien !os indios
y 1564. Se trata sirve de glifo para designar al conquistador Pedro de
pintad o a solícitud de! virrey don Luis de Velasc o, entre 1550 de vez en cuand o, Occidente invade el
n tlaxcalteca de asimilaban con 10nat iúh, el soL Pero,
pues de una obra de encargo de 7 por 2. 5 rn, que
ofrece la versió n al grado de impon er su propio lenguaje y su
Para estos indios, es espacio del Lienzo, en esta ocasió
los acontecimientos, a lo largo de alrededor de 87 cuadro s. de los ademanes y las actitudes:
hecho s, cuand o percepción de las cosas. Por eíemplo, en el realismo
taro bién un rnanifiesto político, que no vacila en maqui llar los san adormilados, tras su
tecas a la causa aquí, unos caballos pacen; allá, unos españoles descan
apego de los indíge nas tlaxcal "realí smo" de los retratos vistos
éstos podían desmentir el indefectible
nahua s de Tlaxcala agotadora huida de iviéxico. Pero tambi én en el
de los conquistadores. 2 Hasta la llegad a de los españo les, los de los rostros , en el dibujo de los
de frente o de tres cuartos, en la expresividad
6
s y de la Triple ,\lianz a. Tlax- principio de cierta
habían podido resistir ante los designios de los mexica ojos, en la caída y los pliegues de las telas. Y, asin1is mo, en el
calien te del golfo y el valle fondos de lanzas
cala era un estado poderoso, situado entre la tierra de tridimensionalidad, cuando alguno s grupo s se destac an sobre
r la exped ición de Cortés , luego que los objetos de origen
de México, que finahn ente se decidió a apoya domi- que sugieren otra<; 1nás lejanas. No carece de importancia
e, los españo les pusier on términ o a la es occidentales: ése es el caso
haberla combatido. Sin discusión posibl europeo se representen con frecuencia según !os cánon
agradecérselo concediéndole ción de los conquistadores
nación mexíca gracias a este aliado, al que supieron de la Virgen y el Niño, o de la Crucifixión. La figura
a. Con el correr de los tres se ha calcado la imagen
una auton omía relativa en el seno de la Nueva Españ tambi én está tomad a de la iconog rafía europ ea, de la que
ltecas nunca dejaron de esgrimir Y, en fin, las leyendas en
siglos que duró la dominación española, los tla.xca en movimiento del íinete que carga, lanza en ristre.
gios_ Es casi seguro que, ya con ese espí- de un cuadro, e
el apoyo prestado ni de reclamar sus privile náhua d que, con una fra._<;e sucinta, resumen el tema
se mostr aron prude ntes al prefer ir callar los enfren ta· tiene de autóct ona.
riru, los autores del Lienzo 27 una relación con la imagen que ya nada
!os españo les. y de la coexistencia de
mientos que muy al príncipio los habían opuesto a ¿Se podría hablar de la yuxtap osició n de dos estilos
Tlaxca la no deja de perten ecer, por osos cuadros. Por ejen1plo, en
Aunq ue de contenido colonial, el Lienzo de dos maneras? Imposible no hacerlo respecto a nu1ner
autóct ona. Los nomb res de lugar, los de los istadores corona el glifo del
múltiples conceptos, a la tradición A.tliuetzyan (Tehuitzila), donde el grupo de los conqu
nte el uso de glifos. Los indios l es de inspiración occi-
protagonista._<; y las fechas están representados media agua. Pero otras veces sucede que la composición
genera
nes, los signos de su poder o del "Raut ízo de !os
se muestran de perfil, con los atributos de sus funcio dental , trárese de la "Recepción de Cortés en Tlaxca la"
y los tocados de sus etnias. de los sacerdotes cris-
-el asiento icpal li-, los atuend os de sus jerarquías, señores tlaxcaltecas": la sucesí ón de planos , los adema nes
s, guajol otes, aves enjauladas. de factura casi europea. Al
Numerosos objetos -cana stillas llenas de tortilla tianos, los rostros de los asistentes anima n una escena
an en la línea figura tiva autóct ona. Tanto pintor más acu!turado, si otros
canoas, escudos v estan darte s- se inspir grado de que nos indínaríamos por atribuirlos a un
etes a Cortés , en señal de bienve nida, deriva del protocolo s con el resto de su obra.
como la ofrenda ,de ramill
los ríos permanece apega da a rasgos no empar entara n de manera estrecha esos cuadro
indígena, la representación del agua, del fuego y de al parece r predo mina la organización
ectura , los palacios, las Por el contrario, y con mayor frecuencia aún,
los cánones tradicionales. Lo mismo ocurre con la
arquit batalla s librad as en 1v1éxic o, los edificios y las ciuda-
ningu na proporción tradicional del campo. En las
piránlides o los atrios de los templos: ningu na perspe ctiva, ita el marco convencional
des son objeto de una estilización extrema que delim
coino sí cada vez que los
Conqr11sf,i de la l"/unid EsjJll!ifl. L México,
Porn:la, donde se reparten los protagonistas del drama. Ocurre
:) Berna! Dfaz del C.asiillo, Histona rerdader,t de/,;¡ o grande y abierto , un templo, una ciudad
. autores tenían que representar un espací
l(Vi'.:S, p. 356; Durán, Hút0rú , op. cit .. ll, pp. )l.3··514
san un paraje , hubier an recurr ído al sistema de repre-
y Rubcrts on. ":\ Cr:nsus. . ", t!.\fAJ ( l ')7) },
vol. 14. pp. 214-217: ti temes las ediciones de o unos caminos que atravie
:r, en la misma composición
,-\lfr((b Chavcro (\\éxiu) , Secretaría de Fomenw ,
1892) y de Josefin a García Qulnta na y Carlos sentación autóctona, A un sistema que permite incluir
dedica do a la ''Rend ición de
nn (México, C:tnón y Papd de Méxi(o, 1983) escenas simultáneas o sucesivas. Así, en el cuadro
;- Ci1h1:on (l0S2). pp. 2,1:.253 y 229-234.
14 de 16
L:\ PI:'.\TURA Y LA ESCRlTURA 33
Cu:i.uhrén1oc'' se ese.donan diversas escenas: Cuaohtémoc ante Cortés, la captura gares aún más lejanos. Saqueado por los conquistadores. Tlatelolco fue poco des-
de los dignatarios rnexicas, la !legada de las <lamas indígenas, la recepción que les da pués de la Conquista uno de los grandes centros de la evangelización franciscana y
Cortés . En carnbio, es cierto que determinados subconjuntos son de concepción abrigó a partir de 1536 el colegio que formó las élites indígenas deJ siglo XV!. Si.'-
c>crídenral: a ejemplo de la escena de bienvenida que dispensa Cortés a las damas tuado tan sólo a unos cuantos kilófnetros al norte de i\1éxico-Tenochtitlin, la ciu-
Pero la díspL)Sic!ón general escá regida por una puesta en escena propiamen· dad fue el lugar predilecto de la aculturación religiosa. e intelectual de las noblezas
te 2utónona, aunque no deje de recordar la decoración de !as grandes tapicerías de indígenas. En ese contexto eininentemente sens!ble a la occidentalización fue pin-
A.rris y de Bruselas. Debe evitarse atribuir a !os españoles una concepción del espa- tado hacia 1565 el Códice de T/;ite!olco. En él encontramos descrita la historia
cio calcada con demasiada fidelidad del Qttattrocento italiano. de la ciudad allá por los años de 15 54-1564, la expedición del 1-iixtón narrada por
¿Qué se puede deducir de estas primeras observaciones? Que los t!ac111io tlaxcal· el cacique don Diego de 1v1endoza Huitznahua.tlailotlac, el principio de la construc·
tecas practican, a mediados del siglo X.\'L un arte híbrido. Que se encuentran per- ción de la nueva catedral de la recaudación del tributo, la abdicación de
fectamente en posibilidad de'.<epresentar un elemento exótico -el crucifijo-, e Carlos V, el advenimiento de Felipe II ( 1557) hasta la muerte del virrey Luis de Ve·
incluso una escena detern1inada -el bautizo- explotando los cánones del arte oc- lasco (1564). Tlatelolco no sólo ocupaba un primer plano en el panorama colonial
cidental, pero que, en cuanto se trata de ir n1ás allá, reasumen la manera autóctona -por su participación activa en el aplastamiento de los indios rebeldes del Mixtón-,
ordenando los planos de acuerdo con distribuciones que no obedecen ni a la perspec· sino que también se vinculaba a la historia dinástica de ultramar. En esta serie de
tiva ni a una escala dada. El parenresco innegable del Lienzo con la tapicería de alta representaciones puede verse un acto de alianza a la Corona española, un reconoci-
liza tal vez no haya disgustado a los españoles que lo contemplaron, instaurando miento de la dominación colonial. Y así era. Pero expresa mucho n1ás: muestra el
una farniliaridad tan inmediata corno engañosa. Encuentro imprevisto del que ve- abandono de la posición de vencido en favor de la colaboración con las autoridades
rcn1os otros ejernplos, y que con probabilidad haya favorecido la conservación o. españolas a las que encarnan, en la pintura, el virrey Luis de \'elasco y el arzobispo
rneíor dicho, la reconversión de modelos antiguos. 1-1ontúfar. Una colaboración que es muy distinta del sometin1iento humillante, a
finaln1ente, detengámonos anre el gran fresco que corona la obra. AJ n1.ismo juzgar por la estatura gigantesca del cacique de 1·1atelolco ante los miembros de la
tiempo que proclama la inserción de los señores tlaxcaltecas en la sociedad colonial Audiencia a los que se dirige o por los caballeros españoles de la expedición del
y las nuevas jerarquías, este fresco realiza la fe!iz fusión de los simbolismos occi- Mixtón, que son enanos en comparación con los caciques que los a(ompañan. Este
dental e indígenas: la heráldica europea encuentro-, las armas imperia- juego de escalas manifiesta no sólo la conciencia del papel político y militar que
les, los en1blemas cristianos (la cruz, !os instrumentos de la Pasión, la imagen de la conserva Tlatelolco en las primeras décadas de la colonización, sino que con proba·
Virgen) se combinan allí con los glifos de los cuatro señores de Tlaxcala. Y en el bilidad también expresa la exaltación de una grandeza local libre ahora de la tutela
centro de todo, aplastan res, !as armas de Carlos V, dominando la cruz que plantan del soberano mexica. Otros textos escritos en caracteres latinos 1nuestran de mane-
los conquistadores, mientras que, de cada lado, dispuestas en forma simétrica, ra aún más explícita esta inesperada consecuencia de la Conquista española, cuyos
se alinean las casas de los señores tlaxcalrecas. Asociando el águila bicéfala de los ejemplos podrían multiplicarse: el aplastamiento de la Triple Alianza daba rienda
Habsburgo con la garza de :tvíazihcatzin, señor de Ocoteluko, el Lienzo manifiesta suelta a una miríada de autonomismos locales en los Hmites, huelga decirlo, de la
de 1nanera espectacular d encuentro de dos simbolismos del poder, sin dejar de nueva dominación. Al parecer, a todo lo largo de la ''pintura'' la tarea del tlacui/o
seflalar la sumisión de los indígenas ante los vencedores. Yuxtaposición de dos mi· estuvo guiada por idénticas consideraciones y éste buscó afirmar formalmente una es·
radas y testirnonio espectacular de una incvirable relación de fuerzas. pecificidad autóctona y local al mismo tiempo que tenía cuidado en vincularse a la
Otras "pinturas" se empeñaron en representar el nuevo tablero político o, para cultura y a! mundo de los vencedores. Tradición de la base: una franja o tira de papel
ser n1ás exactos, en situar el poder autóctono con respecto al aparato de Estado de amate de cuarenta centímetros por 3.25 metros, tradición de la organización
montado por la Corona de España. l\1odo este de hacer un balance y de redefinirse del espacio, del empleo y de la distribución de los glifos toponímícos, de la
en un juego de reglas trastocadas. 23 Así ocurre, sobre todo, con el Códice de llate- sentación de los caciques (sedentes, vistos de perfil y flanqueados por sus glifos).
!o!co19 (LAMINA 3). Despojado y sometido por .l\.féxico en 1473, Tlai::elolco sin em- También tradición de las uniones gráficas -las consabidas huellas de pasos para
bargo había seguido siendo, hasta la Conquis[a, un imponante polo comercial de! indicar los desplazamientos-, de la expresión de la palabra -una voluta que sale
''imperio'' 1nexica. Su mercado absorbía los productos de todo el altiplano y de lu· de la boca del orador- y del flujo temporal que obedece al calendario indígena.
Predomina la tradición, sin que el pintor deje de acumular adopcíones, como si
F El hoy desap:Hecido !.tono del Tecp:in de ;\kxicu. Ín:lugur.tdo en 155(,
29 Robettson (l9S9j. pp. 16)·166: Ghss y Robenson, "A Census H.\J.A.1 (1975), vol. 14,
tratara de mulüplicar los puentes, los empalmes entre el señorío indígena y las
pp. 212·2 i 3. Vé.ise también h repwduccíón focsirnihren Berlin y Bario\1·, An:t!cs de· Tlatclo!to , op. cit nuevas formas de la legitimidad: de ahí, como en Tlaxcala, la presencia de la em-
15 de 162
L\ P!NITR :\ Y LA ESCRITURA 35
L1\ Y L:\ ESCRITCRA
16 de 16
L\ PJ>:TC!\A \' L:\ ESCRlTL:R,\ LA '{LA ESCRITURA
1;1 rienctr:«.-ión de ()ccidenre a mediados del siglo XYJ en una remota aldea mixteca: de responder a !as condiciones de un entorno trastocado y a las exigencias de los
pu,cn:1s que se cierran, modales inusirados en la mesa, objetos de hierro --un me- nuevos an1os, a costa de algunos arreglos (la escritura alfabética y L11noneda) p:u:'.t
nuevo baio estos cielos--, animales domésticos, caballos, remedios de Castilla darse a entender. En todas partes de la Nueva España hubo pintores que se esfor"
h Las frecuentes alusiones a ta compra de larvas de gusanos de seda y zaron por enfrentar la misma prueba. Bástenos con citar al <lel c·ódice Chavero
a panir de 1561, a la venta de este producto recuerdan !a irnportancia inter- quien, en una época más tardía (1579-1580), cerca de unas medidas llenas de gra·
n;;cional que había adquirido en este terreno la 1'fixteca 1\lta bajo el irnpulso de los nos. figura las cantidades de dinero que los indios de la región de Huejotzingo de-
españoles. De roda ello nos dejan las píctografías sus respectivas instantáneas pre- ben entregar cada año a la Corona. Qué duda cabe de que, aplicando una política
Pero ran1bién se ·tnl.íestf'an°[füi:\güal capa'Ces de fi.jár ·n.1.1e\;a5·-referencias, mucho fiscal que retoma por cuenta propia la recaudación del tributo, las autoridades es-
mis abstractas. 'fal es el caso de las fechas cristianas a las que corresponden glifos pañolas hayan incitado por todas partes a los pintores a llevar adelante los viejos
dcrcnninados y creados para la circunstancia: una rueda dentada para Santa Catalina, regisuos al mismo tiempo que !os adaptaban a las necesidades del tiempo, a la
un establo para Navidad, una'lklve y una espada para San Pedro y San Pablo, una aparición de la moneda, al nuevo calendario.
oriflarna rematada por una cruz para Santiago_ Aunque sea más bien la naturale· Es posible que desde la época prehispánica se haya.O presentado "pinturas" ante
za contable del documento lo que llarne la atención. El Códice Sierra conjuga tres tribunales o instituciones equivalentes. No conservamos de ellas el menor rastro.
formas de numeración distintas: glífos que expresan el sistema vigesimal indígena, En cambio, es indiscutible que sirvieron de modo útil a los indios que recurrieron
núrneros arábigos y letras romanas. Las monedas españolas se representan mediante a las nuevas instancias judiciales instauradas por los españoles. 1.fuy pronto, desde
forn1as que" a1nplían aún más el repertorio pictográfico: discos adornados con un 8, los años 1530, ciertos indios penetran los mecanismos de los procedimientos cíviles
otros atravesados por una cruz de 1'.'Íalta reproducen el peso de ocho reales. Las mo- o eclesiásticos y a veces saben sacar partido. En 1545, algunos tradujeron al náhuad
nedas se hallan alineadas una junto a otra hasta llegar a veinte: el tlacutlo se contenta las leyes de la Corona que los protegían, míentras que otros, cada vez más numero·
enronces con dibujar una soL1 moneda renl:J.tándola con la banderapant/i, signo sos, nobles, comunidades o particulares, apelan a la justicia del rey.'\ Es probable
del número 20 en la conrabilidad autócrona. No se podría indicar mejor la irrup· que las ''pinturas'' continúen desempeñando el papel que habían tenido antes de la
ción de la econornía monetaria en un universo que hasta entonces sólo había conocido Conquista, cuando ''pintores muy diestros que con sus caracteres ponían las perso-
corno unidades de cuenta los granos de cacao y las piezas de algodón. nas que pteitaban y sobre qué". El libreto suele ser el siguiente: el quejoso presenta
Pero rnerece señalarse un rasgo rnás. El Sierra no es exclusivamente a las autoridades españolas ---por ejen1plo, al una pintura que expone
pictográfico. También incluye textos en lengua náhuatl -hasta el siglo xvu la lin- el objeto del litigio y con base en este documento se oye a los testigos y se desarro-
gua frílnca de la Nueva España- y por tanto en caracteres alfabético-' que explican lla el detalle de los interrogatorios. Se podrían multiplicar los ejemplos al respecto.
e! contenido de los glifos y confieren al conjunto del documento una estructura Las piezas presentadas en 1549 por indios de la región de Cuernavaca contra el
nüxta: cada página está dividida en franjas horizontales donde se suceden reunidas marqués del Valle'" -nada menos que el hijo de Hernán a quien acusa-
las pictografías, algunas líneas en náhuatl y el n1onto en pesos y números arábigos, ban de haber usurpado sus tierras, son de factura tradicional: en ellas hay glifos
El conjunto tiene el aspecto de un libro de contabilidad europeo que reuniera los que expresan las medidas y la forma de los campos, los nombres de lugares, el tipo
fragmentos rotos de una "pintura'' tradicional. La invasíón de la escritura y sus re· de árbol o de planta cultivado, el lapso de la usurpacíón, los caminos, la identídad de
!aciones con las pictografías constituyen innegablen1entc una notable innovación los quejosos. Todos los informes necesarios se consignan en cada "pintura" con
que era n1ucho 11lenos sensible en el Lienzo de Tlaxcafa o el Có(iice de T!atelolco. una notable economía de medios. En toda la Nueva España, otros documentos se
La expresíón p!ctográfica puede integrarse a un libro de cuentas a la manera occi- cubrieron en forma progresiva de glifos nuevos para denotar, como en Tlatelolco o
dental y aportar a la perfección todos los datos materiales y monetarios exigidos en Tejupan, las innovaciones introducidas por los españoles. En 1552, una "pin-
por ese instrumento. Nada podría hacer sentir mejor esa plasticidad que una pe· tura'' de la región de T epotzotlán, debida a unos indios que se quejaban de haber
qucña escena pintada por el autor del Códice Sierra. En ella asistimos a la verificación sido maltratados, representa monedas, puercos y un sillón español donde se sienta
anual de las cuentas de Tejupan; tres españoles se reúnen ante una mesa cubierta un juez indígena. Un proceso de Cuauritlán, del 8 de abril de 1558, rememora
con un tapete verde; al centro, uno de ellos apila monedas para contarlas, a su de- la desavenencia entre carpinteros indígenas y el alcalde mayor. a propósito del
recha el intérprete traduce, a su izquierda el escribano anota las sumas en una hoja pago de una banca: este mueble de factura española está pintado de frente, sin
de papel. lviirada del pintor indígena a otras técnicas contables, a otros modos de
expresión (la escritura) y otros modos de pago (hl'> monedas). Una mirada cuya ri- lt Spores ( 196""), pp. 11 3, ¡ ¡ 9.120·, Epútolan"o. , IV, p. t65
.JeCódices indígen.J.: dr algunos puehlor del j!,1rque!udo del t'a!!e d1; 011xac.J. México, Talleres Gri·
queza estamos lejos de haber agotado y que se ha mostrado perfectamente
ficos de b. Nación. 1933.
17 de 162
39
L:\ Pl"'.'<Tl.JRA Y L\ ESCR1TUR:\
L\ PINTURA Y LA ESCRlTIJR:\
por los españoles, el
gable que , aun que explotado
tra letra en una cart a". Es inne os fam iliarizados con los
cadena que simbo- ción constante de indi
era tradicional, mientras que la procedimiento exigía la colabora
perspectiva, por tant o a la man ami ento demasiado proveer signos y de pintarlos a
solicitud de los ini-
de los quejosos den ota un trat repertorios de glifos. capaces de ción de la e>."f're.sión
liza el encarcelamiento injusto expresar la fecha iación o, más bien, una explota
de influencias occidentales. Para sioneros. Se verá en ello una desv
"rea list a" para estar ind emn e nom bres crístianos de en el fonctismo, precipitando
tal vez así una evo-
rematado por una cru z- y los pictográfica que hacía hincapié o se pue den pasar
de domingo -un círculo blanco te en un registro pictórico a la que hemos de volver. Tam poc
pint or abreva profusamen lución hacia la notación silábica que alinean ln1á-
algunos de los protagonistas, el del Códice Sien-a. En ente llamados "tes teri ano s",
siderable, a ejemplo del auto r por alto los catecismos imp rop iam idad. .) de acuer-
ya modificado de un mod o con en la defensa de los a (Dios Padre, la Virgen, la Trin
todavía participan con eficacia genes cristianas esbozadas de pris tales, cubriendo
otras palabras, las "pin tura s" bien las nuevas situacio- por lo común sigue planos hori zon
en que repr esen tan muy do con un sentido de lectura que
intereses indígenas en la med í da os. Y ello has ta el síglo xvn, . Esta Yez. lo que se imp one es recu rrir a la me-
nes a las que deb en enfrentarse
con tinu ame nte los indi el anverso y el reYerso de una hoja clan de man era 1nás
de una com unid ad dentaL a la que se mez
como lo muestra el Códice Tete
utzi.nco, que enu mer a las quejas moria visual y a la iconografía occi o de crea ción coloniaL Su
muchas otras obras nica -la flor, el cie lo-
2.H Sería conveniente examinar dica glifos de inspiración prehispá
india de la región de Ta..xco en 162 de los indios de mas, por lo que se ve, aun que el
procedimiento
Códice Kíngsborough o Mem ¡ on;, cono ce a cien cia cier ta
-el Fragmento Humboldt VI, el origen no se part icip aron de manera
, pero ésta s no harían más ngelizadores, los indios
Tepetlaoztoc, el Códice Osuna,
el Códice Aca suc hitl án-
tan crucial. al parecer fue creado por los eva no dejó de rend ir el jesuita
en un terr eno ahí el homenaje que
que corroborar la eficacia conserv
ada por las ''pin tura s'' ímporrante en su desarrollo. De otra pan e, tam-
ras" que hemos considerado que
no evoque en los espíritus de estos indios". Por
No hay ning una de las "pi ntu José de Acosra a la "vívacidad de s dirigidas. Por
evangelización. El Lienzo de Tlax
cala consignaba al nlargen de estas cxperiencía
una u otra forma la hue lla de la bién hub o iniciativas indígenas años 1530: algunos
tismo de los señores tla.xcaltecas;
el C'ódice de Tla- ciscano 11otolinía fecha en los
escenas enteras: piénsese en el bau ejemplo, las que el cronista fran al sace rdote aquella in·
es del clero católico -lo s fran cisc ano s, el arzobis- s de confesarse y mostraban
telolco pin taba a los representant taba objetos indios dibujaban sus pecados ante en <:sp añol o en náh uatl .
án- , repr esen comunicarse verbalmente
po -, temas hagiográficos -el
martirio de San Seb asti formación gráfica por no pod er res:1: era preciso
liza ban las fechas memorables
de la historia del lo ingenioso y los límites de la emp
del culto, campanas, que mat eria Una vez 1nás, en ello se perciben la palabra, y que
ra hacía inventarios todavía más
precisos y, como r", en el sentido tradicional de
cristianismo local;· el Códice Sier que esos indios supieran "pi nta an desc ubrir los confe-
icab a a señalar las fechas del cale nda rio cristiano y a ei sentido que en ellos creí
el Códice de Cuautitlán, se ded icaba por do- dieran a los signos que fon nab an inul tipli cars e !os malcntcndi·
tian ism o mul tipl glíficos, no dejaron de
atribuir glifos a los santos de los
vencedores. El cris sores. Como en el c1so de los jero edía que las ;'pi ntu ras"
las mon taña s de la fusiones. Lo cual no imp
des ciudades del alti plan o o en dos, las aproximaciones, las con onían los
quie ra sus imágenes en las gran inm edia to y aún categorías. los seres y las cosas que
les ilnp
"pin tura s'' prestar un apoyo más trataran de captar de nuevo las cer irre-
:tviixteca Alta. Mas, ¿podían las o a poco en un universo cris tian o al pare
más activo a la emp resa de la
evangelización? recién llegados, Pen etra ban poc edad extr aña . las inst itucio-
los evangelizado- s de describir la soci
Lo hicieron, pero. en esta oca sión, por medio y al impulso de ductible al suyo, acaso incluso ante que inve ntab a e inst aura ba la
todo en las primeras ticas y económi cas
res que descubrieron en la ima
gen el medio cómodo -so bre nes, los poder.es, las relaciones polí doxia inez clan do
iento de las lenguas indígenas.
Es conocida la ex· franquearon los límites de la orto
épo cas - de paliar su desconocim colonización. H Algunas incluso y la repr esen taci ón
de Testera qui en, hab iend o lleg
ado en 1529, uti- dioses el dib ujo dei Crucificado
periencia del franciscanoJacobo a las imágenes de los antiguos
la fe que un inté rpre te '<'i
pint ado s los misterios de s
lizaba un lienzo don de esta ban más elab orad as: una , a de la
nial se mat izar á subrayando hasta qué grado esta
indí gen a explicaba a los neófito
s. Surgieron otras técnicas Esta ape rtur a al inun do colo nicos, a.sí fuese
imá gen es de obje tos cuya pro- sino proseguir caminos prehispá
la manera de un jeroglífico, con
sistía en enc ontr ar
tian as. De diversas e1npresas no hicieron de la Con quis ta al catecismo teste"
arias cris De la crón ica
palabras contenidas en las pleg adaptándolos y modificándolos. autÓ(tono. Sin
nunciación se aproximara a las deb ían corr espo nder un equivalente o un anteced ente
a pan tli y de la tun a nochtli riano, todas tienen más o menos
ese mod o, los signos de la ban der se exp resa ba agre gan do , impulsados por los relig ioso s, los pint ores
a las primeras sílabas del Pater nos
ter (Pan. . Noc h ). Am én
Cas as po- embargo, hay un terreno en que mir ada . la de la intro spec ción sono-
el dom inic o Las radicalmente su
al signo del agu a atl el del mag
uey metí. A tal grad o que nas fueron llevados a modificar
trina cristiana escrita
hac ia 1SS S que hab ía visto ''mu cha part e de la doc trian \Ltnu scnp ts ·. llY/1 1i 1cr)
l. -..u! l-l. pp .:tl·
d1a escribir o yo la leía por nues- 'l) B. Glas<. "',\ Censu>
0f \11ddle :\me ritan Teot
[los indios] leían por ellas com o. Cart ón\ dt .\ln..;c(>, \0-i)
on'S. \tfxic
por sus figuras e imágenes que ',¡ t.Jfc;nsmu 11,ihu.J:!
f.'7 :m.ig
.296: Ltón Pom lla (a1m p l. [ .d'' .'"1 1z..i/c;
ri¡o;, de !a gtno l1dc
.\".ic' !c,1u i
dios de 'í Pedr o P0ne c. '"Btt \"t
rebu ón dt lo_<. d1(,ists 1
t!tl:i n: Joaq uín Gah rza, Estu
·vol. 2719 , exp. 8, fol. 20; Cuau
n Tepo tzod :in: AGN, Tierras. 1979 , pp. Tetc unin co: .\GN,
MtAKO. iS()2, Ep(;ca pnm na.
6. 3-11
.ntec a.nd huat l, Méx ico. AGN.
ncnt ur.; indig o;,¡ tradin011d
3
TierTas, vol. :'i.)31, exp. 24. fol.
18 de 16
t'.:>l.Ki 1 u t1.1\
LA Pl0 :TU R¡\ Y LA
PI:-:TURA Y LA ESCR11
l,'RA en sa mayoría de los
L:\
int as. En ge ne ral se olvida qu e la inm cir-
en esas sociedades ext se pro du íer on en 1:15
s, Sahagún y s sob re el inu nd o pre his pá nic o él tan to
como I'.fotolinla. Olmo tes tim on ios qu e po see mo y qu e !o reflej an a
y etnográfica. Sabid o es qu e fra nci sca nos
áticas sobre el mu nd
o
cep cio na. les po ste riores a la Co nq uis ta to qu e im pli cab a
• f)u rán , ale nta ron investígaciones sistem mo do , ím - cunstancias e.x
apa rec ida s. Fin aim en te, e! distanciami en
inf or·
d<Jrninicos co mo ionales. De ese corno a las sociedades
des tor es y los
ela bo rar obras excepc ido s círculos de los pin
prehispánico qu e \es pe rm itie ron
un a reflexión pro fun da sob re el co n-
pa so no est ab a cir cunscrito a los red uc ces o en cur so en el co nju nto
ote s a llevar ad ela nte a un a írnagen
ese to lnt electua.I de un pro de co mp ort a-
puls:non a sus inf on na ari os y a ob ten er de ell rna nte s, era sólo e_\ co ron am ien
ra con mode los
culturas de las qu e era n ori gín
te de se!ección y de or- s ind íge na s, co nfr on tad as do nd eq uie s. etc ., nuevas,
)un to de le. Esta ob ra sin pre ced en de las socied ade
res, ma tri mo nla les ,
ritu ale
lo po sib en to fam ilia
exhaustiva y sintét íca en proceso de dis tan cia mi mi en to cristianos, con
prá cti cas a de juicio co nd uc tas
los dat os iba aco mp añ ad a de un do ble Co nq uis ta y qu e a ais lar , a sin gu lar iza r y a po ne r en tet antes de
ganización de
cri tas era n en pri nc ipi o
las de antes de la
nte ob lig ad as do nd eq uie
ra
r su pro pio ·vale decir qu e incluso
e las cu ltu ras des nia ca. 11á s ad ela se im po nía n po r de ma ne ra
da do qu
cados pa sab a en ad ela
nte por de mo qu e hasta entonces pu ed e interveni
rte de los ras gos evo lida des de est a irrc me dia* ras go o de mo dif ica rlo , la acu ltu rac ión ta, a alt era r su cla-
un a pa y en las n1odd. de str uir un ectiva dis tin
de esta periodización so de Zo rit a no cap tar lo de sde un a persp ica no
insistiremos en el efecto nd ica nte s o 1os escritos de un Alon má s insidi osa , ob lig an do a
!os tem plo s y la indag aci ón etn og ráf
as de 10§ me lic ión de
ble condena. Las cró nic Llevaron su ma rca rid ad . A decir ve rda d,
la de mo tre el mu nd o de los
og er el fru to de aq ue l esfuerzo_ gú n de acr ece ntar la separación en
fue ron los ún ico s en rec la qu e no se conoce nln son sino dos mo do s de
señ ala r y
qu e surge de las nli na
s.
ter cer a pa rte del Códice 11-fendoza, de de pin tor es Fra n- y la nu ev a soc ied ad
tas " co mo ta
dírección del n1aest ro ven cid os qu e se ale ja
ian o. Pin tad o con la de Jos
an tec ed en te precortes
y, a pa rtir
i\n ton io de
alp uy og uá lca t a solicitud de l vírrey la exi ste ncia co tid ian a
cis co Gu mu est ra ía peHcub de SIÓN PlCTOG!L\r!GA
e lH en do za err a, la ONES DE L\. E.X.PRE
el Có tiic , la educación la gu , LAS TRA::"<SFORMACI
años 1541-1542, ien to, et ma tri mo nio r1an y
hu a. El na cim eri o. de l rob o se ad colonial qu e descub
en el mu nd o na
lito s, de la em bri ag ue z, dei ad ult
íge na s log rar on tra nsi nit ir la rea lid art e, es po rqu e
justicia, la repres16n
de los de ne n un a ap ari ció n Si los pin tor es ind
rm an eci en do fieles a su
erí ores y lo cotidiano tie a de los esp añ ole s pe rec ída
es. Las cla ses inf
(el huacaJ), el art esa no
, el res po nd er a ta de ma nd ten cia lid ad es. Favo
evocan alll en im ág en stó n {la coa) y su cesto su ins tru me nto y des arr oll ar sus po pic tog ráf i-
destacada: el cam pe sin o con ::;u ba
a laya: el lad rón , e! va ga bu n- sup ier on mo dif ica r uis tad ore s en et mo do
de expresión
sta los descarriados de tod ica po r el interés qu e pu sie ron los co nq et ap ort e exó tic o,
car pin ter o, el can ter o. Ha
nto surgier::i.n a ta exi ste nci a pic tór en tre la tra dic ión y
rad o. Co mo si de pro int era cci ón co nst an te la en el cam po de la
do , el jug ad or inv ete bía n pre oc up ad o co, pro du cto de un a sti cid ad de ve
los qu e, al parecer, poco se ha y 1o im pe rat ivo , aq ue
lla pla
más general el surgi-
estratos de la po bla ció
n y tip os po r
iosa de los poderosos
y en tre et libre alb ed rlo señ ala ron de ma ne ra
a captar la imagen grand los pro ces os qu e
los tlacuilo de an tañ o, má s pro cliv es de ob ser vac ión expresión alg un os de s de l siglo X\' l.
La Cl..lensión del cam po ra híb rid a a me dia do mo s
ue ta de los hu mi lde s. : la descontex- mi en to de un a cu ltu est ere oti pa do . Ya he
de los dioses qu e 1a sil ció n ico nog ráf ica do , no es nin gú n signo
mp añ ad a de un a pe qu eñ a revolu me nto s El glífo, co mo he mo s señ ala
nscribir palab ras ext ran jer as,
parece ad em ás ir aco ica se vin cu a a ele
lab n visto ob lig ad os a tra
An tes , la expresión pictográf ma tri · dic ho qu e los na hu as se ha bía ha sta los mi xte cas y
tualización de la in1 age n.
prí nc ipe y no la íns titu ció n de l
de las co nq uis tas qu e los Uevaron esb o-
bo da s de un
po r eje mp lo, en oca
sión nc ipi o a un
contextualízados: evo
cab a las
y no la represión pe
r se. En el Códice necesidad pu do da r pri
de un no ble n cas de la reg ión de Oaxaca. Es ta ¿có mo expresar la
mo nio ; describía el
cas tig o adas de tod a coloració los zap ote
Co nq uis ta esp añ ola . Pu es
po sic ion es en cam bios-e hal lan desvincul ins tan tán eas zo de fon eti sm o pre cip ita do po r la
invasores? Los tra ba jos
de
/Hendoza, las com en histórico o ético. So
n
oci das qu e int rod uje ron los res ión
erencia sin gu lar de ord ad de sat isf a· plé ya de de pa lab ras des con
ia el pro ble ma pla nte
ad o po r la exp
anecdótica. de tod a ref anónimas con po sib ilid ma ron la ate nc ión hac
s, esc ena s co stu mb ris tas
ocurre con las ím ág en
es Jo aq uín Ga1arza lla
38
cri stia nas. Aquellos vocablos
eje mp lar es, pro tot ipo y los vlrreyes. 1gual mb res de san tos y de tas fie sta s
ge liz ad ore s l Có - pictográfica de los no pu est o qu e tod os los
cer fa 1nirada de los ev an
uc aci ón de los niños.
La tercera pa rte de
nst itu ido en referencias esenclales esü"
ien to o de la ed día ofr ece r mu y pro nto se ha bía n co -a un qu e, en ta ciand
qu e tra tan del na cim ráfica tambúJn po et calendario cristiano
on io de qu e la expresión pictog e em an a: ind ios est ab an ob lig ad os a ob ser var
l ba uti sm o, ha bía n reci-
dice ivI..endoz a es tes tim
mu nd o y la sociedad
de los qu }', en el mo me nto de ta
en cic lop éd ica sobre ei l o de ma sia do ni da d, con ser var an otr os
designarlos en sus rel aci on es con
un a mu ad a global y erado demasiado ba na me nte de bía
e an tañ o ha brí a con sid
frecuencia a un sí bid o un no mb re qu e
ob lig ato ria
ivaron soluciones de
las qu e el Có e dic
ba , registrando lo qu mi r2d 2 2. sí mismo y con tra ció n col on ial. . Se der
tad o. esa
a e 1.mponta.. -a l mi
sm o o con ta ad mi nis
t'J \dt fit t para ser pin pu est o qu e co nfo rm ab
era ino ce nte
servar o en co ntr ar
otipada que debíamos con
mi sm o ten nin ad o no
la im ag en est ere
tie mp o qu e fij ab a- l" Gruzinski (1982).
riturJ indígenJ, tJjJ. C!l
14, PP- 160 ·16 1 38 GalarzJ., E;tud:ós de t'Jc_
". Hl1 !.l( i9-: 'í). vol.
36 Gla.ss, ··,"\ Censu5
Rob ens on (19'59). pp.
19 de 162
LA PINTURA Y L/\. ESCRITIJRA 43
L\ Pl°'.':TüRA Y L-\ ESCRITURA
ha de verse la adaptación forzada y
los vencedores. Por lo demás, en ello no sólo
s pintores eligieron descompo- nuevo. Entre los indíos de la segun da
Sierra nos ofreció algunas ideas. Fue así como cierto oportunista del mund o antiguo al mund o
los elementos aislados de ese modo rzo considerable para reencontrar un
ner fonéticamente el vocablo exótíco vinculando generación sin duda hubo tamb ién un esfue
pictográfico: por ejemplo, el signo que inventarse nuevos puntos de referencia
a palabras nahuas dotadas de un equivalente orden perdido tanto como para determinar e
eto. sirvió para pintar la palabra santo iconografía cristiana de la que estaban
representaba un ''mur o de ladril lo'', un parap con ayuda de un conocimiento preciso de la
era xan y xante. Otro paso consistió en enri- que sólo indios poseedore.s de este
(o san) puesto que su valor fonético visiblemente empa pado s. Aunq ue sea cierto
o a una reducción y a una estilización invenciones de los tlacuilo cristianos
quecer el repertorio tradicional proce diend saber se hallaban en posibilidad de descif rar las
nos. La llave designaba a San Pedro,
gráficas de los atributos y de los símbolos cristia y de hacerlas circular.
, etc. Lejos de ser una innovación, la e la expresión pictográfica seguía
la parrilla a San Lorenzo, la espada a San Pablo Este esfuerzo sólo se explica en sociedades dond
todo retom aba el uso ancestral de figurar a " un acervo esencial en una forma,
selección de un rasgo para indicar el siendo prepo ndera nte y orden aba "hace r pasar
o un ornamento. Tamb ién solía 5Uceder ya la presencia del adversario que
las divinidades indígen<1s usando una prenda a pesar de todo, tradicional. Empero, se adivi na
original. como aquel cadáver prepa- cristiano por parte del pinto r y de
que un signo fuese produ cto de una creación habría de i1nponcrse. El recurrir al simbolisrno
cirio que supu estam ente debía indicar cxclusívo en la conten1plación de las
rado para la incineración y rematado_ por un sus "lect ores" no se apoyaba de un modo
. Ning uno de los dos procedimien- iglesias y los conventos, en su 1nayoría
ia celebración de muer tos del 2 de noviembre figuras y los frescos con que se adorn aban las
caba la exclu sión del otro. Por ejemplo, para reconocerse el efecto del libro europeo,
tos. el fonético y el meto nímic o, impli en proceso de construcción. En ello habrá de
sayai o de la soga con tres nudos que torio preciso y abun dante o en su
San Francisco, por encim a del dibuj o del úníco que en sus viñetas podía ofrecer un reper
una solución fonética. Tercera vía por y a encontrar la.<; palabras latinas
caracterizaban al santo , a veces se prefería texto incluso ayudar a identificar los dibujos
ico y simbólico de un glifo tradicional. se empe ñaba n en representar. No
considerar: el pintor explotaba el valor fonét sitatio, &pec tatio , etc. - que los nuevos glifos
uesto que articulara un símbolo y un todavía más profu nda y que,
En fin, era posible const ituir un glifo comp es imposible que la influencia del libro haya sido
nomb re lViiguel agregando alas de ángel te fonét ico que renían a la vísta,
signo fonético y, por ejem plo, expresar el cautivados por el sistema de notación enter
amen
tar este filón en su propío campo. No
al signo miqu etl (cadáver). pintores indígenas hayan tratad o de explo
a disimular los límites pront o alcan- incluso haya estimulado la ínvención
La diversidad de las combinacíones no podrí está descartado que la práctica de la lectura
nes de los nombres cristíanos con Es sabido, entre otras cosas, que
zados de estos p'rocedimienros. Las transcripcio de procedímíentos pictográficos más complejos.
equiv alenc ias fonéticas tomadas. De ese diero n en utilizar la terminación
frecuencia eran parciales tanto como las para expresar el plural santos, algunos pinto
res
sar Francúco, en tanto que .)(o (de ica por el glifo del agave rnetl.
modo , Ctlco supu estam ente había de expre náhu atl del plural (-111e). expresada de mane ra fonét
xochi tl, flor) debía remitir a José. Tocaba
al lector indíg ena adivinar y completar se dirigía hacia una lenta pero inexo-
¿Quiere esto decir que la expresión pictográfica
el simbolisn10 cristiano no siempre se XY'l, la evolución parece empr endid
a
este principio mnem otécn ico. Por lo demás, rable fonetización? Desde mediados del siglo
San Juan , los pintores figuraban una copa el Códice Mend oza. El Códic e
percibía con claridad. Para representar a de mane ra clara. De ella se da fe, antes de 15'50
, en
veces toma ba el aspecto de un cisne o de un elem entos que comp onen el glifo (hasta
de la que surgía un dragó n que a King sboro ugh (hacia 1555) multi plica los
águila. ¡Es que no resultaba fácil representa
r el bestiario fantástico de un valor fonético y ordenándolos de
cinco en vez de uno o dos), atríbuyéndoles
derivaban de iniciativas múltiples y paso de la sílaba a la letra incluso se
Lejos de estar unifo rmad as, las transcripciones acuerdo con la sucesión de las sílaba.s, El
39
ripciones para Esteban y, por ello haya nunca la constitución
díspersas. Cuan do meno s existían dos rransc ment o un glifo esboza -por ejemplo, para la vocal a- sin
tanto , <los glifos enter amen te distintos. En
fin, en el mism o docu arÜn los pintores índígenas por ren-
nto de San de un alfabeto, Las cosas pararon allí. ¿Acab
nuevo se podía dibuj ar de varias mane ras: en el Códic e Aubi n, el conve ? ¿Consideraron superfluo proseguir
por una dirse ante las comodidades del alfabeto latino
Agustín de las Cuevas está figurado por un
corazón ardiente traspa sado y silábi ca? ¿O aprovechando el refuerzo y la
o la tradic ión la creación de una notación alfabética
flecha cuyo dibuj o obedece sucesivamente
los cánones occid entale s adqu irido la escritura occídenta.1, en
y las estabilización de la presencia colonial, habrá
autóctona. Por encima de estas preferencias,
más allá de las vacila ciones definitiva que habría causado el
la segun da mitad del siglo X'"\'l, una supremacía
ba, se presienten las preocupaciones sistema pictográfico? Dejemos
maciones de un modo de expresión que se busca sofocamiento y luego el aban dono progresivo
del
nte con las instítuciones coloniales y que tal vez sea excesivo. si no
de medios indígenas confrontados directame estas preguntas en suspenso limitándo nos a recor dar
era preciso poder transcribir un nombre
con exigencias políticas y cu!rurales nuevas:
recib ida por !os tribunales españoles, era
de pila en una "pin tura" para que fuera op. cit .. p ..)31: Roben Barbw y Byren :'.líac\
fu:, Dic-
calendario cristiano para asimilar la 39 Dibhk . "Writ ing in Centra l Mexico··.
menester encon trar los medios de pinta r el t1Ót1.¡110 Je eleme ntos fo nétiros
en ornhtr a ;crvg!( fir,¡, M éxito< 19 ..¡9
para familiarizarse con el tiemp o de
periodicidad de las festividades católicas y
20 de 16
LA Pl'.\TURA Y L:\ ESCRtTUR:\
L-\ Y L:\ ESCRiTURA
palabras las
o a un modo Por consigu iente es posible, con Roberts on, reconsti tuir en pocas
es que erróneo, asignar por fuerza un destino silábico o incluso alfabétic principa les etapas de esta evolució n: paso de un flujo continu o de imágene s a una
en cierne, Et arte
de expresión que es mucho más que una forma de escritura . a una división n1ás lirnitativ a y luego a una desesrru cturació n
70), quien píntó una versión paginac ión europea
u 1 osurnaJ o del tim.:utfo del Cótiice i\fcxt'cano 23-24 ( 15 ad, 1-:luelga decir
del autor del Códice Santü Anita Zaca- de un espacio bidimen sional en beneficio de una tridimen sionalid
pi(tográfica de! calenda rio cristiano. o el a de la que en
todavía tnuy a principi os del siglo xvu mezcló los que nosotros esqucm arizamo s una evolución mucho más complej
1/,J/111.Jnco (1600-1 604), quien detallad os. Básteno s insistir en que la transforma-
s y los glifos tradicion ales, invitan a interrog ar otra parte se encontr arán análisis
signos fonético s, los glifos cristiano formal }' fonético es contem poránea e insepara ble de
os. ción de los glifos en el plano
aún más la especificidad de ese lenguaje y esos convencionalism una reorgan ización de la totalida d del espacío pintado . Otros element
os permite n
las que
La atención concedi da al signo, a la original idad de las creaciones de , la línea. La línea tradi·
perder de vista el conjunt o en que se inserta, aprccíar los cambios de la expresión antigua . Por ejemplo
fue obíeto, nos pone en peligro de os de las formas
es de sentido, cional n1arcaba con un trazo grueso, preciso y continu o los contorn
/\isL1do del plano en que se articula con ouos signos en sus relacion cotidian o. Tras la Conqui sta pierde consis-
nte lo que era, }J:1ora bien, ocurre represen tadas que aislaba del espacio
de forn1as y de colores, el glifo Yª;R-º es cabalme
se sepa bien a bien si esa evolució n correspo nde a la
1nodific aciones. Una tencia, su grosor varía sin que
que muy pronto esta estn1ctura gfoba! sufre cierto número de de la línea de
pues ofrece el ejen1plo pérdida de la antigua maestría o a la volunta d de dar la expresividad
vez más, la ínfluencia del libro occidental no es en ello ajena, Sin embargo ,
insidiosa del contorn o occiden tal, imitand o sus efectos visuales y su forma plástica.
de un formato cuya adopció n impone a los pintores una reorganización acusaba sino al grabado .
en el caso de los lienzos sornetíd os a pro- en esta ocasión ya no es al libro español al que se
espacio pictórico. Reducci ón de tamaño ins-
uclón por página en el caso de los screenfo !ds. El trazo de la figura humana constitu ye un caso particul ar pero no menos
porciones rnás modesta s o redístrib En una generac ión, desde los años 1540 hasta los
en el Te/len.an o Retnens is (1562-1 563), un tructivo de estas evolucíones.
Así es con10, en el I'onal<'z matl Ríos y
abando nan una figuraci ón que respetab a las propor-
los glif:Os de los años 1560, algunos pintores
tablero llega a ocupar dos páginas , de suene que la disposición de a, que sustituye
ras se ve apreciab !ernente modific ada. Pero hubo ciones tradicio nales para optar por una línea cursiva, más expresiv
dln.s y las divinida des protecto os más delicado s, trazand o cráneos más
as. El sistenla de líneas, de marcos que antaño las cabezas toscas por rostros de contorn
transformaciones todavía más profund !os que se descubr en en el ."Plano de papel
de esquele to al conjun- breves, cuerpos más espigad os como
-y todavía en el Códice Borbón ico- servía de estructu ra, es gradual mente como las ''pintur as'' n1ixteca s tienden a
de un espacio maguey '', A..l parecer,
to de las represen taciones se desplon1ó. Se tiene la sensación de pasar le, de un co!Jage
distribu idas ·-el scattere d attnhut e space- a apartarse de una represen tación del cuerpo hecha de un ensamb
saturado de fürmas minucio samente da de una sola
figuras sin sustento : lo que Roberts on llamó un de piezas autónom as para dibujar una silueta homogé nea, concebi
una hoja vacía en que flotaran ia análoga . Cabe pregunt arse sobre
figuraci ón sin fondo que parece pedír una tercera di. pieza. Sea corno fuere, se trata de una tendenc
''paisaje sin espacio ", una pictórica y sólo descubr ir en ella la influenc ia
40 tonala1n at!, el. el sentido de esta última evolució n
rnensión, una línea de horizon te, un trasfond o cualquie ra. Otro ales. Sin embarg o, aventura ré otra hipótesi s. ¿Habrá
e de esta mutació n: se estética de los modelos occident
de Sahagún en el Códice de Florencia, muestra el desenlac mación de la represen tación corporal y de la perso-
pictográfica algún nexo entre la transfor
bosquej a un paisaje, se instala la tercera dimensi ón pero ya la imagen cción, rnedian te el rodeo de la evangel ización, de una con-
caractere s latinos. El conejo -que designa na humana y la introdu
se transforma en ilustración de un texto en
distinta del ser? Los antiguo s nahuas hacían del hombre la
rio- en lo sucesivo se pinta en este tona!tl!l lat! con los rasgos cepción
un día del calenda el corazón Y
) fa.rniliar es de un animali to que salta en un paisaje. . conjunc ión de tres entídad es vitales autónom as situadas en la cabeza,
(para nosotros guardab a estrecha correspo ndencia con los tres niveles
ias nahuas. Pero con facilidad el hígado. Cada una de éstas
Hasta aquí sólo hen1os tomado ejemplos y trayector y podía en ciertas condicio nes abandon ar la parte del
el Lienzo de superpu estos del mundo
se destacaría entre los rnixtecas una evolución análoga: mientra s que ía cristiana delalrn aY
560) sólo lleva signos de lugares y de persona jes, el Lienzo cuerpo que le servía de receptác ulo. En cambio, la dicotom
Zacatepec l (1540-1 de la persona sino que también
ec 11 -creado hacia 1580-16 00, o sea una o dos generaci ones despué s- se del cuerpo no sólo ponía en tela de juicio la unidad
de 'Zacatep ía de cada ser
emente sea más procedí a de un discurso que favorec1a la singular idad y la autonom
puebla con profusió n de animale s y plantas cuya presenc ia probabl preciso creer que, cuando esbozab a persona jes menos este-
en 15 79, ya el mapa de Tejupan que acompa ña ante la divinida d. ¿Será
decoratíva que significativa. Pintado , el t/acui/o
da testimon io de la irrupció n reotipad os y exentos del hieratis mo antiguo
a la Re/ación geográji'ca de este pueblo también la predicacton
ntal: 11 relación distinta con el cuerpo y con la persona, donde se conJugaban
del paisaje ornan1e
de los misione ros y la iconogr afía del Renacim iento?
ello, la evoiu·
Señalem os para termina r, en otro registro y sin detener nos n1ás en
-lDRobettY l!l (19)9), pp. 60-6.?, lll-ilj. ficación precisa nos ofrecen las pinturas nüx-
ción de la línea narrativ a cuya ejempli
-it Srnith pp 8'.i·lll.
21 de 162
LA Y L:\ ESCRlTLRA ·Í7
22 de 16
L:\ Pl'.\TURA Y LA ESCRJTURA L.\ Pl'.\'TLR:\ Y L:\ ESCR!TUR:\ 49
p:1 rre de los testimonios conservados hasra nuestros tiempos. Escrutar su degrada· indígenas, incluso al complejo sistema de convencionalismos que proponían los
(Í(;n decir el momento en que el objeto st rriodifica a tal grado que pierde glifos. Por consiguiente, la administración recurrió normalmente a !os pintores in-
su sustancia y su razón de ser- represcnrarla por consiguiente una ilusión si no se dígenas y lo hizo sobre todo en las décadas que correspondieron a las encuestas de
contara con una fuente excepcionaln1ente abundante a la que designaremos con el las Relaciones geográficas, a la política de concentración de las poblaciones indias o
cómodo vocablo de mapas pictográficos. La cartografla que pracricaban los antiguos a! otorgamiento n1á..ximo de tierras a españok"S, o sea grosso modo de 1570 a 1600. 44
rLthuas se halla muy lejos de las que i10s son conocidas. Al parecer estuvo basada Como las pinturas históricas o económicas, el mapa indígena colonial supo abrirse
principalmente en una representación del espacio que distribuía los nombres de a las nuevas realídades. Junto a un simbolísmo tradicional, empeñado en señalar
lugares de una manera regular, geométrica, un poco a la manera de nuestros mapas los ríos, las fuentes, las montañas, los caminos, el hábitat, dio cabida a signos
ferroviarios. El conjunto constituía especies de diagrarrias regidos por la forma de nuevos hechos indispensables por la penetración colonial: la iglesia con su atrio y
la hoja que ocupaban y no por l_a topografía. Huelga decir que este enfoque favo- su campana, el trazo reticulado del pueblo, la estancia y la hacienda, el corral,
recía el orden de sucesión de !oS''t:opónimos a expensas de las distancias reales que los molinos de agua, las carretas con toldo, tiradas por bueyes (LA.\!lNAS 6 y 7).
los separaban. r\demás de este modelo ''ferroviario'' (un ejemplo del cual sería el Aunque nuevos, esos signos observan los cánones de la iconografía indígena. La
n1apa de Cuauhrinchan en el valle de Puebla [LA:»l!N1\) ]), habría existido un pro- estancia (por lo general una granja para cría) es un desarrollo del glifo "casa" at
totipo considerablemente distinto que habría aparecido en la región de Texcoco. que se agrega un techo en punta mientras que la iglesia se representa de un modo
Este segundo modelo habría tomado en cuenta ciertos accidentes topográficos y su simplíficado, bidimensional y retomando de ser necesario elementos decorativos
posición respectiva. En otras palabras, varios enfoques habrían guiado a los pinto· autóctonos.";
res antes de la Conquista: Sin embargo, e! enriquecimiento de !os repertorios no podría ocultar la lenta
-una representación estilizada y en extren10 convencionalizada del primer tipo; degradación de las formas. Si todavía a fines del siglo XV! se encuentran glifos de
-la reproducción, aunque sea aproximada, de la orientación y de las distancias dibujo clásico pintados con seguridad, la mayoría de las veces el rasgo se desnatu-
entre los lugares (tipo texcocano); raliza. En las dos últimas décadas del siglo el glifo "río" se re.duce a dos líneas
-un tipo rnixto en que se conjugan los dos anteriores y cuya parte central deno· .
onduladas, a una espirar esbozada burdamente, e incluso a una simple línea (LA. i..u'.\A
rada el deseo de respetar la disrri bución topográfica en tanto que las orillas recoge· 10); el signo "montaña" se transforma en una eminencia de contornos impreci-
rfa.n una información organizada según criterios mucho más sos, privada de su base estilizada; dibujadas someramente, las huellas de pasos
---finalmente una cartografía urbana. 4> -que indican las vías de comunicación- son todas manchas irreconocibles. El
Esta tipología no deja de ser menos apreciablemente hipotética en la medida en glifo "casa" con frecuencia es sólo un graffitto apenas identificable. Hasta los signos
que, si el estilo ''ferroviario'' es prehispánico sín discusión, se tiene toda razón para más comunes acaban por perder su identidad. El abandono del color es conternpo·
preguntarse sí el ''prototipo texcocano'' no es la proyección en el pasado precorte- ráneo de la degradación de los glifos. Cuando todavía se puede apreciar, la gama
siano de un trazo ya acutturado. Lo n1ismo ocurre con los mapas de ciudad cuya cromática tal vez reúna una decena de tonalidades distintas. En los mapas de los
existencia se induce de documentos exclusivamente coloniales. Cierto es que, según años 1570 se alternan el azul verdoso o el azul grisáceo de los ríos y tas fuentes, el
!as hipótesis aceptadas o descartadas, según que se acepte o no la existencia de un ocre amarillento de las colinas y las tierras incultas, el malva, el marrón y el rosa
prototipo texcocano con "realismo" geográfico más persistente, las innovaciones del hábitat y de las iglesias, el verde de las estancias españolas, el marrón de los
introducidas bajo la influencia española adquieren un relieve muy distinto. No ca1nínos (LA:-.11:\1\ 8), . Sabido es que el cromatismo indígena const!tuyó un dato
por ello deja de ser cíerto que, a eíemplo de las "pinturas" anteriores, los mapas esencial de la expresión pictográfica, aun cuando a menudo se nos escapen su
sufrieron transformacíones sorprendentes, desde el Códice Xó/ot/hasta el Mapa de tido y su función. Es probable que ese cromatismo indicara la calidad o el destino
Santa Cruz. Y ello con tanta más razón cuanto que desempeñaron una función de las tierras representadas, pero también que situara cada espacio en una escala
esencial en una sociedad colonial que concedía a la propiedad privada de la tierra sensible y sacra, marcando oposiciones, umbrales o continuidades, señalando pre-
un interés principal y obligaba a indios y españoles a delimitar derechos y terru· sencias perfectamente extrañas a la mirada española. Por ejemplo, el color y el
ños, Ahora bien, a! parecer en este terreno, a falta de cartógrafos suficientemente
nurnerosos, la administración española no fue insensible a la habilidad y al saber Nuestro análisis u;na dc-l periodo l)J0,1619, o sean 8)8 map;is de los cuales 39 son anteriores -a
H
!) los mapa;, de origen (probab!e111ente) indígena representan poco más de la tercera parte de b
produclión tot:d (306). Todos están en!ist;1dos en lo; CJtJiagos de i/111traúotu:5. V(Jls. 11. IIl. IV, V,
.¡, l\obert>on ( j())9). pp 179-180; Keíko Yonc-(b. Los 111:zp:1.1 de Cuauhtinch:tn )'Ja histonJcarJogr:J Mt·xíco, 19-:'9.
prchis¡1ánica, Méxi( i, AG;..;, 1981. 4; NC1ms. 1822. l088. 1670. 16'78. 2133, 2018. 86-:-
23 de 162
LA PINTIJRA Y LA ESCRJTl'RA
LA PJ"NTURh. Y L:\ ESCRlTCRA
dos, delatan
zontes lejanos azulados y degrada
NA 8)- o incluso la sugerencia de hori de los nu1 ncrosos fres-
bíén , antes que nada, el símbolo
y el atributo de Chal· pint ura europeos y aún más
J.i.b u)o del <J.gu::i. son tam 1\_u n así, el crom a·
la influencia del grabado y de la lnno vaci ón, que ya habíarnos
la Señora de las aguas conicu-rcs. y \os conventos. Esta
chiu htli cue , la dí osa acuática, raro s son los mapas cos que adornaban las iglesi:<s a los afios 1')70,
En las series que se conservan, ográficos realizados tam bién haci
t!smo no deja de ceder terreno. en ciertos glifos, a notado en otros documentos pict los convencíona··
ndo subsiste, el color se refu gia conservacíón del cromatismo y de
pint ado s en su tota lida d. Cua perc ibim os, como si tampoco es inco mpa tibl e con la una apreciación
sugerir el paisaje tal com o lo e la sensación de que , inás que
1nenos que ya no sirva sino para mirada occidenta- lismos antiguos. Incluso se tien ye un sign o suplementa-
percepción del entorno por una , con frecuencia constitu
los pintores hubiesen trocado su con ocido, 30 años "fot ogr áfic a" de los alrededores o ado pció n de un neoglífo? En
es ya el listón azul por nosotros nversión al paisaje
lizada. A.quel río que en 1599 1
' '' Este aba ndo no sin rio para señalar confines. ¿Co
márgenes de un café terro so. esta preg unta .
después corre entre dos burdas un sabe r de los colores, más de una ocasión nos haremos era antigua.
ida brusca o prog resiva de ia que dísgrcga mucho más la man
dud a tiene varias causas. La pérd ultad de procurarse En cambio se define otra tend enc n todo dise ño del trazo,
s; la imposibilidad o sólo la dific ndo nan el color, descarta tosco, en
memorias muertas o desintegrada la colonización; Algunos mapas indígenas aba para redu cirs e a un dibu jo
una economía desorganizadas por y de las curvas,
los colorantes en una sociedad y encia europea todo acabado de los contornos 10). Sin en1b argo,
exig s linda en ta torpeza
rapidez y de adecuación a una extremo ahorrativo, que a vece la vers ión indí gena
en fin, y sobre todo, un ansia de o dan fe los mapas espa· ''pin tura s'' más elaboradas. Son
lización cromática, com estos mapas no son esbozos de cto índe fini ble de
que no tiene relación con una seña que , segú n los luga res y los la misma época y que tienen el aspe
ancias. Es evidente de mapas españoles trazados en la en ello s el
ñoles trazados en esas circunst ami ento seña
una incidencia distínta. ados: un vago aborreg prisa
tiem pos , estos factores tuvieron occidental del esbozos más o menos garabate río, un som brea do hec ho de
a indí gen a se ada ptó a la Yisión plum a indica un
En su estructura global, el map de la época relieve, el zigzag rápido de la o elemental y,
ama ia de un pue blo. El rasgo entero, el esquematism
que recuerdan los mapas-diagr señala la existenc 1nil leguas de la
espacio. Salvo algunos ejemplos topo gráf icos suele re· adu rnam ient o nos arrastran a
disposición de los elementos cuando aparece el color, el emb ible del croquis. 1-iás
prehispánica, por lo común la ción sobr e el terr eno . En ella ''pin tura s'', aJ terreno inas
ximada su distribu complejidad caligrafiada de las aría y unívoca, trazado
flejar de man era n1ás o menos apro o prot otip o preh ispá nico o la r de una inforn1ación sum
de un hipotétic bien y personal, más subjetivo, portado ye una form a de abstrac-
puede verse el resultado colonia\ ñole s. O el croquis esp:iñol con stiru
talización y de los n1odeios espa u- con plu ma y ya no con pinceL os
men normaliza-
influencia victoriosa de la occiden de los espa ñole s doc a un juego de convencionalismos
d de presentar ante los ojos ción de la realídad que recurre a indí gena. La elección
asimismo la iinperiosa necesida ades. Es posible identificables que el del 1nap
iera n orientarse sin demasiadas dificult dos y mucho menos fácilmente con figu raci ones hasta los
mentos legibles don de pud s de circunstan- able, desde las amp lias
modelos occidentales y concurso de elementos pertinentes es vari ente legibles con
que precedentes preconesianos, ismo. español asvcía datos inm edia tam
s de la estilización y del geomeu ínfimos segmentos. El croquis o personal del
cias se hayan conjugado a expensa de ada ptaciones que en del contexto o derivan del estil
a incorporarse una serie variantes facultativas que dep end inte rven ción individual
En esa organización espacial vino ntac ión del espacio. lf1- il" que da libertades a ia
n. Antes que nad a, la orie auto e Trátase de un "có digo déb no ser por la leye nda que
acentuaron su occidentalizació con form e a la trad ición cris- uno se perdería en éL a
esentar el pueblo, al grado de que en ocasiones alfa béti ca son de toda evi-
troducída por doquiera para repr sia con frec uen cia se abre hacia el español y la escr itur a
oriente, la igle comenta el trazo. Pues el croquis un rnisn 10 traz o
tiana que dirige el coro hacia el imprim ir al mapa fuesen las dos 1nodulaciones de
se la figura de frente, tiende a dencia inseparables, como si sólo prod ucír el "n1 apa
oeste (LÁM10.'/'> 9). Como siempre de la hoja seña la se confunde con eJ.jdibuío hasta
or frecuencia, un sol en lo alto as de pluma, 1\ veces, la leyenda s en el luga r geográfico que
su propia orientación. Con men a en paso s o legu s en cartelas colo cada
ancias indicadas sobre el map escrito" en que leyendas pintada nní nan su composición.
el oriente. En otras partes. dist por consiguiente lida d del documento y dete
men to de escala. Orientado, el espacio les corresponde in\'aden la tota díbu jo. Enc uentro parad6ji·
(LA}..liNA 10) esbozan un rudi es con cierto espí- uso sustituye del todo al
la orienración no son incomparibl En ciertos casos, la escritura incl a escrito -va rian te
tan1 blén se 1T1ide. La med ida y s de la distancia y rario: ¿no acaso ofrecerá el map
bien es cíerto que las indicacione co, tan imprevisto como inYolun mis tradicional? Eo
ritu conservador en el dibujo. Si a a la intervención de europea del map a indígena
nden generalmente en el map exrrema del cro qui s- la pareja ulo, dist ribu ye inscripciones
de los puntos cardin2.les correspo ción hub iese sido in1posible si el perímetro de un rectáng
que esta interven vez de disponer glifos sobre el ancias, el grado de
un auto r español, ello no imp íde 4 (L.A:-.ff'.\A 11).
áteros. En igualdad de circunst
la hubiera preparado • alfabéticas sobre ejes y cuadril glifo el equivalente
apoyo, si una n1ano indígena no iles montaño- que no seria cosa de hacer del
oría de las veces en forma de perf abstracción es comparable, aun o en otros c.1sos, sed:1
La aparición del paisaje -la may adas de Durero (L\>11- r sobre todo que , en éste com
extr aña men te sugieren agu de la escritura latina. Vale deci n y la visió n "rea lista " del
sos plantados de árboles que ica la occidentalizació
1240 . 1448 . l4·l0 . inútil asociar de manera sistemát
. 2\-"'.", 1(111, 2206 . Z015.
·\G Núm s l(<C 21'1L 213) , 2\'12 . \868 , 1532 . 2(1(;.l_ 2091.
lP:.2 . l'.:12'l. 1867
:.:úrno lC'K)_ )(06. 1088 , 15«0 .
24 de 1
LA. Pl".'\TUR /\ Y LA ESCRITURA
LA Pl:\TL'RA 't' LA ESCRITURA
enroruo Por un;1 orra parres, todo es forn1alización y conven
cionalisrno. Lo que, riendo una mayor rapidez de ejecución tanto corno el abando
por lo dem5s, no implica que el paso de uno a otro sistema haya
constituido un-a no de todo lo que
crnprcsJ. f:}cil. Y ello por múltiples razones. parecía superfluo --el o demasiado complejo: los glifos_ St:' tiene la sensa-
ción de que, mucho más que !a inclusión del pais-aje, la adopció
Técnica.rnente, la práctica del croquis a la española supone el domini
o consumado n o mejor dicho
la evolución hacia el croquís contribuyeron profun damen te
de la escritura alfabética y la asimilación de convencionalismos
pictóricos que no a disgregar el estilo
indígen a quitánd ole Jo que aún le quedaba de especificidad. 4
c\isten sino en estado en1pírico e implícíto, mezclados
con una dosis nada despre- ª
Cuidém onos de imaginar una evolución lineal de los modos
' i:i.blc de improvisación y subjetividad. El croquis es creación de
una sociedad y de de expresión que
permitiría fechar con precisión el abandono de un procedimiento
una culEura que toleran hasta cierto punto el juego del individ
uo con los códigos, o la difusión de
una técnica nueva. Cuando mucho se pueden deducir tendencias
cu1ndo la tradición indígen a parece impone r de una manera más
rígida la unifor· globales. la causa
no es sólo la relatiYa debilidad de nuestra base docu1nental. Fuerza
midad de sus convencionalismos. Según esta hipótesis, el paso de
los pintores indios es darse cuenta
al croquis correspondería a de que las modificaciones de la composición espacial, del juego
transformación profun da de !a relación consigo y de los convencio-
nalismos, de los elementos considerados pertinentes observan
con Ja sociedad. f,.fas, ¿no habfiruos notado ya la eventualidad
de esta mutaci ón en ritmos muy diversos
de acuerdo con !os lugares y los pintores. Por el rigor de su
el terreno de la represenracíón de la figura human a? trazo, el empleo del
color y de los convencionalisn1os "clásicos", por la ausencia
Había sin embargo otro obstáculo principal, más insalvable.
El paso al croquis de paisaje, un mapa
hecho en 1601 en Tepeji del Río, actual estado de Hidalgo, da
nunca se planteó en función de la sustitución de un sistema de
convencionalismos fe, a principios del
siglo X\'ll, de la persistencia relativa de un estilo tradicionaL Tres
por otro que 1nás o menos sería su equivalente. Por el lado
español cuando se años después, en
la región de Puebla, el mapa en cambio toma el aspecto de una
bosqueja, cuando se escribe, es que se trata de captar en exclusiv
a lo esencial a burda improvisa-
ción en que los signos antiguos se hallan prácticamente ausente
costa de anotaciones periféricas, religiosas, míticas, ecológicas y
fuera de toda consi+ s y donde triunfa
un paisaje de bosquecillos y montañas. Pero 20 años antes, cerc-a
deración estética. En cambio, la eA'J)tesíón pictográfica es polisém
ica: por ejemplo, de 1-falinalco, el
los glifos Coatepec mapa ya estaba bosquejado y las colinas sembradas de árboles
6) -una serpiente sobre un cerro- o Citlaitepec (LÁ- . Estas variantes im-
piden cualquier cronología precisa y más bien llaman la atenció
\il"<."'- 10) -una estrella sobre el mismo cerro-
no sólo identifican lugares sino que n hacia la coexis-
tencia de modos distintos de representación cartográfica de los
actualizan un saber de los orígenes y toda una cosmolog1a. En cambio
, el sol español que uno sería más
tradicional v otro más occidentalizado. Ambos modos pueden
círculo rodeado de rayos- que señala !a orientación de! mapa
9) es un coincidir en una
convencionalisrno de valor débil, en esencia geográfico y decorat misma en dos pueblos vecinos, pero tambié n se encuentran en el mismo
ivo. Por lo demás, mapa cuando los glifos se mezclan con las líneas de coronación
así como el glifo es autóno mo, es decir de suyo portador de sentido
, así tambié n o cuando las iglesias
se representan tanto de frente, y por consiguiente a la antigua
el dibujo' español exige el comentario de la escritura so pena
de ser ambigu o o , o de tres cuartos en
ilegible. Un rrazo ligeramente curvo sólo señala una montañ un bosquejo de perspectiva. 49
a si se le agrega la Sin embarg o, estos dos modos distan mucho de tener el mismo
mención se1ranía, mientras que el gl.ifo ''cerro' ' es de una inteligi
bilidad absoluta, peso: la occiden-
talización del espacio es una experienCia prácticamente definiti
así sea para un espaiiol. En lo sucesivo ta! vez se capte mejor
la distancia que va mientras que
la lengua antigua tiende a desnaturalizarse y las pictografías
separa ambas diligencias cartográficas. Distancia que es a un
mísrno tiempo de desaparecen de la
mayoría de los mapas levantados después de 1620 -cuand o
orden intelectual, técnico y práctico. Si el croquis español es ahorrat
ivo de n1edios, menos, de los que
fueron hechos a solicitud de las autoridades españo las-, síntom
trazado rápidamente y sin florítura alguna , es porque sólo persigu
e una meta limi- a de la pérdida de
una técnica y de un saber, que es preciso apreciar sin dejar sin
tada: localizar una exploración, una donación de tierras en un
espacio, mientras embargo de mati·
zarlo. Este agotamiento no debe disimular la conservación de
que el mapa indí.gena tradicional trata, de manera antitética y
comple mentar ia, de una cartografía pro-
piamen te indígen a hasta fines de la época colonial, hecha de
la totalidad del terruño. 'fransrnite por tanto un número mucho
rnás considerable compromisos, de
adopciones, de arreglos concebidos y puestos en práctica en
de informaciones y con frecuencia eA'J)resa un conocimiento profun
do de los lugares las últimas·.décadas
del siglo XVI. Un repertorio pictográfico mermado, de factura
pintados. \'ale decir que el pintor índígen a que había adopta
do el croquis debía a menudo burda e
.irregular, de los glifos ahogados en un paisaje, una perspectiva
haber adquirido una visión distinta de sí y de su comarca al mismo
tiempo que un esbozada a veces,
pero tambié n el deseo conservado del geometrismo y de la formali
cabal dominio de la escritura alfabética. Elementos todos que
no era fácil reunir y zación, en ocasio-
nes íncluso el retorno -¿o el mante nimien to?- de una estructu
que suponían una aculturación avanzada. 1.fas es fácil imagin
ar que el croquis es- ración autócto na
pañol haya ejercido sobre el estilo indígena una influencia más
superficial y más -13 Map:b indíg<::nas y e-spafio!es "bos4uej adoó"
1692-l, 2126, 201}, 1682, 17)8; mapa.\
deletérea inspirando simple mente una modificación del trazo "escritos ": 2159·1. 2110
y de la línea, sugi-
49 Núms. 2016, 2019, 2126: cf )89 y "190; 2049
25 de 162
LA PINTCR/1 Y LA ESCRlTI!R.-\
L1\ PINTURA Y LA ESCR1TL'RA
esfuerzos, pues los alum nos "salie ron
Obstáculo vencido al cabo de varios años de
vilismo aparente obedece a que son medidos y largas y congruas
del espacio salpican estos mapas cuyo inmo tan latinos que hacían y componían versos inuy
copiados metic ulosa ment e por sus poseedores
sucesivos. cuantas anota ciones, de reconstruir una
oraciones''. N"o trataremos, a través de estas
os icono gráfic os o cartográficos enue los pintores la que otros han tratad o profusarnentc,
El uso conju nto de dos códig hístoria de la educación indíg ena, de
es sólo un aspecto de una prodi gíosa desde fines de la década de 1530, el
indígenas de la segun da mitad del siglo xv1 sino tan sólo de destacar hasta qué grado,
cuyos ejemplos se han tratad o de mul- medida que comienza a fijar las diversas
capacidad de asimilación y de adapt ación alfabeto latino penet ra en las élites indias a
en repet idas ocasiones, dond e es:ta facultad hemos recordado, por el náhu atl. No es
tiplicar. Pero hay un terren o, ya tocado lenguas autóctonas empe zando , como ya lo
familiar de la expresión pictográfica o de esta empresa de alfabetización,
aban dona el camp o en resumidas cuentas tarea fácil esbozar el n1cnor balance cuantitativ
s el Códice Sierra. Unas pictografías de ser insignificante, puest o que
para inten tar una nuev a avent ura. Reabramo Cuan do much o recordaremos que se halla lejos
gráfica introducida por los vencedores: ces con una escuela dond e los indios.
se afanan por representar en él la innovación cada funda ción franciscana se duplica enton
n uno tras otro el papel , el libro virgen, el o algo más. La instrucción de las élites
la escritura y el acto de escribir. Pinta según su jerarq uía. apren den el catecismo
música, el acto oficial y al escribano de la orden. Agreguemos que los agusti-
libro encua derna do, el breviario, el libro de indígenas avanza así al ritmo de la expansión
a penet rante de este t!acuilo mLxteca la década de 1530, tal vez lleguen a
español en el mom ento de escribic La mírad nos siguen una política análoga. Al inicia
r
mane ra elocuente el grado en que la ya en la escritura. Al lado de los reli-
o chocho a !a escritura alfabética expresa de seiscientos los jóvenes indios que se ínician
es inseparable de la asimilación de indi;1s, a leer y escribir. En 1nanos de
historia colonial de la expresión pictográfica giosos apren den indios. e incluso algunas
parece ser que el apren dizaj e de la stas de los conventos descubren ese
la escritura alfabética. A decir de los religiosos, sus maestros o en las bibliotecas aún inode
na dificu ltad impo rtante . La experiencia las imágenes grabadas que adorn an las
lectura y la escritura no topó con ningu objet o extraño que es el libro. Cont empl an
dond e el franc iscan o Pedro de Gant e enseñ a ajó- nten ya por una técnica, por la in1pren-
e1npieza en Texcoco hacia 1523, páginas de los volúmenes. Tal vez se pregu
instru ment os musicales y la doctr ina con posterioridad.'i 1
venes nobles "a leer y escribir, cantar y tañer ta, en la que algunos de ellos se ilustraron
mente a los vástagos de la noble za la escritura latina supla ntó de in*
cristi ana". La empr esa se extie nde progresiva Con toda seguridad sería falso irnaginar que
a las regiones de Ilaxc ala ( 15 27) y de lo pinta ron glifos duran te los tres
de México ( 15 24-1525) y de los alrededores, medi ato la expresión pictográfica. Los tlacui
algun os franci scanos empr ende n la alfabetiza- pictográfica todavía se hallaba casi
Huej otzin go (152-5), mientras que siglos de la domi nació n colonial y la expresión
ión a la redacción de obras en náhu atl décadas de 1530 y 1540 algunos
ción de la lengu a náhu atL De la alfabetizac inde1nne de toda influencia cuand o ya en !as
Pedro de Gant e al comp oner su Doc- inme diato ni inelu ctabl e, el paso del
sólo había un paso, que dio proba blem ente nobles donli naba n la lectura y la escritura. Ni
náhu atl impreso en Euro pa desde fines a de una sustítución sino más bien la
trina Chn.Stiana, tal vez el prim er libro en g!ifo a la escritura tamp oco adop tó la fonn
tiemp o, los evang elizadores recogen los prime - "pint ura". :\ este respecto es signifi -
del decenio de 1530. Dura nte ese de un encue ntro en el espacio indíg ena de la
obispo Zumá rraga observa que ''mu/ - ilo, t/J.cuzlol/i y muchas otras que
ros frutos de sus enseñanzas. Desd e 1531, el cativo que en el siglo ;{\'l las paiahras cutio a, tía.cu
re [. , .} sciunt'' (algunos niños sa* pintar y a !a pintu ra, se hayan aplicado
ti enim puerorum istorum bene legere, scnhe en náhuatl se vinculaban a! pinto r, al acto de
iscano Juliá n Garcés describe al papa os prin1ero el caso rnixteco.
ben leer y escribir bien 1· Hacia 15 37, el franc ramb ién al mund o de la escritura. Pero vcarn
En enero de 1536 se crea el Colegio de ca fueron conservadas en núme ro
Pablo 111 un cuadr o igual de entusía.sta. Las ';pint uras" 1nixtecas de la región de Oa...xa
a las élites indjgenas una educación de una cione s prrciosas. Aunq ue de origen
Santa Cruz de Tlaq:lolco, que ofrece suficiente para S'1.car de ellas algunas indica
franciscanos más insignes. Los adelantos ffa la biografía de un personaje
excepcional calidad bajo la dirección de los prehispáníco, el Códice Colombin o presef
colonos que se alarm an y recuerdan ocasiones entre 1522 v l 541. Pero sus
de los jóvenes indios son tales que pronto hay llamado 8 Ven ado- fue anota do en dos
diabl o". 'iO uparon por mancÍar transcribir n1
que "el leer y escribir, muy dañoso como el dueñ os, los señores de Tutu tepec , no se preoc
con facilidad la maestría del signo gnar en letras !atinas los llnútes de
Según los testim onios , los indios adqu ieren glosar su con1enido. Se valieron de él para consi
anos de todas letras, chicas y grand es, quebra* pragm ática favorecía la auten ticida d y la anti-
gráfico, siendo ''muy grand es escrib su territorio. Esta finalidad del todo
la materia que les dan sus maes tros" . modificaba la funcLón y el ;;:entido
das y góticas"·, hábiles para ;'contrahacer güed ad del apoyo a expensas del conte nido,
Cierto es que el aprendizaje del latín -la' 'gram
ática' ' de la époc a-, que comienza a un título de propi edad. El Lie!!:.o ,ie
del Códice que de tal suene era equiv alent e
de Basaccio, presenta probl ema en la carnbio, una diligencia cntcran1cnrc dis·
hacia 1533 bajo la férula del francés 1\.rnaldo }ica_)'i1n, pinta do en 1550, ya muestra, en
térmi nos que expresen las reglas gramaticales.
medi da en que el náhu ati no posee
El (,1k¡;1<> de
Mornl inía, Knba¡ a.\hi. id ol1({.K1 c5n fr.;nq.f( .JJ;,;¡ (! 1mo 1
u 11t¡111.f tJ,
Mendí cta. Histon·a ccle.riáJti(a rndianil.
op. ár. JI, p. 62; lll, pp. 62·G5; JV, p. )}; ít José \Luía
%
D. Fray Ju.;n de Zumár rsga. .ifrmr ndltJ , ')/' nt. p. ¡5-
236, 238: J<.•:i..quín Garcia lcazba keta, 197,l. pp. 2·\8. 2Sl·28 .). \h,1oliní,J.,
,\femoria/es . ... op. nt , pp. o (1982).
ia bibliog rafía, ¡•f,;se Lino G6me r Cancd
México, Porn:ía. 1947. ll. p. 307 Sobre
26 de 16
L\ Pl.'.\Tl'R:\ Y L:\ ESCRlTUR:\ I.:\ Pi:'.'-:TLRA Y L:\ ESCRITURA
'ió i!ll
Las etap:t; sucesivas dt." la obra dei franciscano Bernardino de Sahagún trazan 'í
unci: al margen de las pictografías tradicionales, lleva inscripciones n1Íxtecas alfa-
béric.is que constituyen una glosa parcial de los glifos. Pero esta glosa es posterior irínerarios an:í.logos. Si en tos Pri111eros Jfe111on;1/es reunidos entre 1)58 y 15ó0
11
por vari;b décadas a la rea!ización de la pinrura. Este inrerva!o desaparece en el las pictografías dominan e! comentario escrito, en el!o sin duda hay que apreciar la
¡,
Lt'f'nzo de ()cotepec (1580), que fue comentado en náhuatl desde la época de su marca de informantes ya adultos en el momento de la Conquista y todavía família- il
realización, aunque ¿acaso no estaba ya abolido 25 años antes, con motivo de la re- rizados a la perfección con !a expresión pictográfica. En cambio, en la sun1a mucho 11
del C'ótiice Sie1Ta? i\1ás tardía, la "Genealogía de 1'lazulrepec" (1597) más elaborada que constituye el Códice de Florencia (1578-1)79). el texto escrito
comparte también su espacio entre la escritura alfabética y los signos antiguos.H (en náhuatl) relega a segundo térnüno no sólo e! resumen español que de él se
il
lí
Conteinporánca o posterior a la pintura, discreta o desbordante, perrinente 0 no, sino también las in1ágenes. És(as han dejado de ser verdaderas pictografías !!
!a glosa alfabética se inn1iscuy6 en el espacio pictográfico siguiendo modalidades para constituirse en ilustraciones coloreadas o monocroma..<;, subordinadas a la escrí- 11
rnuy diversas cuyo equivalente se descubre en las sociedades nahuas. La glosa trata tura. Sin dificultad se verá en ellas la Inano de una nueva generación de informantes
allí de ropónimos (Afapa ele Sigüenza, 1rfapa Quinatzin), de personajes (Afapa formados por los religiosos, que escriben un náhuatl alfabetizado, asiduos del libro l
Tfotzin) o del conjunto de la 'iflformación pictográfica (Aiatric11/a de Tributos y y de la imagen grabada. Textos propiamente indígenas redactados en los últimos il
Cóí!ice iHent!oza). De una manera general, es un agregado posterior, debido con 25 años de! siglo corroboran esta mutación decisiva: el Diario de Juan Bautista,
frecuencia a una mano europea. concebido a fin de hacer e! documento inteligible un indio de la ciudad de lv1éxico, alguacil y recaudador del tributo de Su 1-1ajestad,
para los españoles y c¡ue no trastorna la organización de la pintura a menos que el ya sólo despliega un texto escueto y lo mismo puede decirse de las crónicas y las
espacio de la glosa haya sido reservado desde la concepción de la obra. Sin embargo, relaciones indígenas posteriores.
la inclusión de la escrírura alfabética puede rebasar e! simple comentario, como lo veces se olvida que el descubrimiento y la conquista de t\mérica son contem-
rnuesua la I-iirtona toltecr1,chichivieca. Hecha en Cuauhtinchan, en los alrededores poráneos no sólo de la difusíón del libro impreso sino también del libro ilustrado.
de Puebla, entre 1547 y 1560, 1·1 esta obra descubre ampliamente la ga1na de las Por tanto no se puede separar la penetración de la escritura de la influencia de-
relaciones posibles entre el glifo y la escritura. Corno a.ntes, en ella se encuentra cisiva que ejerció ta imagen grabada.' 4 Por lo demás, ambos campos se hallan
una escritura-glosa que se aplica a los docurnenros pictográficos reproducidos por estrechamente imbricados, Los libros que abrían los religiosos y muy pronto sus di.s-
e! pintor: la escritura precede, sigue o rodea las pictografías que se limita a comen- cípulos indígenas tenían sus letras decoradas, dispuestas sobre fondos de follaje, de !!
tar o de las cuales ofrece un equivalente, creando así una verdadera duplicación de personajes y de símbolos. La letra se fundía en una imagen un poco a la manera
la información, Mas la glosa también puede remitir a "pinturas" que el pintor del glifo, pero el nexo que la unía a su decorado seguía siendo en general arbitra-
no ha reproducido pero que el escritor ha explotado como fuentes de información: rio, al imponerse el ornamento, el efecto al sentido por dar. Su equivalente .se
En consecuencia, pronto se da el paso que lleva desde el comentario de documentos encuentra en los anagramas esculpidos que adornan las fachadas de las iglesias
exteriores a la obra hasta la composición de una escritura autónoma, desvinculada construidas por las órdenes mendícantes. El grabado propiaxnente dicho ofrecía a
de toda figuración y de roda referencia pictográfica. Lo que la escritura alfabética los indios, supieran leer o no, imágenes tan extrañas como las que los españoles
gana en continuidad lo pierde el material pictográfico en consistencia. Rotas en observaban en los manuscritos pictográficos. Cubriendo un repertorio principal-
aisladas de su contexto original, las pictografías se pliegan mente religioso, les presentaban escenas de la vida de Cristo y, más allá, un simbo-
a !as exigencias del comenta.río tanto como a las restricciones del formato hasta la lismo de la divinidad desconcertante para el ojo indígena. los grabados abrían las
que ya sólo subsisten islotes glíficos casi reducidos al papel de puertas de la imaginación occidental extrayendo de sus bestiarios n1onstruos fabu-
v1netas decorativas (LAM!:\'A 11). Conservadas, son ilustraciones en l<L" que se desli_M losos. Alineaban una profusión de motivos decorativos, de frisos y de mascarones
za un paisaje, a menos que adopten la función ornamental de un frontispici_o cuya réplica encontraban los indios en los muros recién pintados de los claustros y
europeo ... La Historia toltt:ct1·chlchúneca exigiría un análisis infinitamente más de la.s Cabe interrogarse sobre el sentido que podían dar a estos ornamen-
profundo. En ella se descubren los múltiples vaivenes entre dos modos de tos los indios que los contemplaban o que incluso los pintaban. ¿Con qué mirada
sión, pero también a veces vacilaciones y arrepentimientos que permiten suponer percibían las quimeras y las criaturas fantásticas? ¿Cómo separaban lo "demo-
el autor no era insensible a la pérdida de sentido que implicaba el desmembra'-
m1ento de un tablero pictográfico. < S-1 Sobre d líbro en h1 Nueva Espaiu. vé:inu' Joaquin Garda lcazbaketa. BibliOgJ".J}/J mexicana del stglo
XVI. México, FCE. 19)4; José Toribio Medina, La t!nprenta en Aféxú::o, 1539-182 ! , I, Sa.iltiago de Chile,
l907; Francisco Fe-mández dd Castillo, LibroJ' _y libreros en el XVi, México, AG!\ [i914j 1982; y la ilustra.
"Smith (1973). pp, l'.i. 13. 170. 147. !61. 170-17!
ción: Jesús Yhmoff Cabrcra. ··Los ctpitubres y los grabado;, en los impresos de Amooio de Espinosa
íl H1sl01Ú/ toltera-rhirhil!Jec,1, México. !'.'; ..;,H.SEP, l 976 [cornps Paul Kird1hoff, lina Odena Güemes
y Luis Reyes García] Boletín del lnstituto dt lnl'ntig.;cioncs Bib/1ogr.ífic.1s, Méxi(o. rn·.:.AM, 10, 1973. pp. 17-111
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l9
L:\ PJNTI,'RA Y LA ESCRJTUR,\
l.:\ PlNT IJRi\ Y L.\ ESCRlTCR
:\
y no expe-
n sido impuestas desde el exterior
grabados iniciar, que esas mutaciones haya el viejo prob lerna de la
sugería su propia tradición? Pero los rimentadas y vividas espo ntán eam
ente es lo que plan tea
niaco '',lo ''dec orat ivo' ' y lo que les ndose v los 1nun dos
idos cuando los mos trab an oran do, casá e incluso sensible entr e Occidente
tam bién tend ían un espejo a los venc y la depe nden cia culrura!, intelectual corúrontar
el arre español y flam enco nutr ía de ellos ar con el tiempo y el espacio
que dom ina. 0. os habr ía gustado cont
1
o confesándose: así era la visión que laba n los proc esos que
Con las temáticas y las iconografías
circu y, desde luego, la española con
iinagen que pret endí a inculcarles. Ren acim ien- la experíencía flamenca, la italiana r las etap as de una recons-
códigos !cónicos occidentales del tas indígenas, compara
ios elementos fundamentales de los y de la se presienten en la obra de los artis r caót ico de un espa cio
hum ana, del adem án, de la prof und idad trucción de la realidad y del espa
cio, hurg ar en el troca
to, la representación de la figura de los mod os de razo na- ón plot inia na o mi.xteca) a la prof
und idad , al
ente de las lógicas, plano, sin sombras (en su concepci
perspectiva. E incluso excepcionalm en 11éx ico obra s del teólo go
esqucff1as grab ados
inie nto que ponían en imágenes los a, el grab ado relieve.
do largo, por ímplicar un conocimí
ento del
o en Occidente en la 1nisma époc Pero habría sido un rodeo demasia
agustino Alonso de la Vera Cruz. Com escaparon nte exis ten.
mun do, y los indios, como los demás, no arte español que no tenemos y trab
ajos que difíc ilme
fijó la idea que uno se hacía del guer ras de las imág enes.
er esbozo de nuestras
a este acto de dom inio visual, prim que roba ron libro s inca utad os
despenaba: indio s
Com o tampoco a la curio.sidad que para leer sino para verl os", a
"no los quer ían EL ÜLTlMO RE;;;-1\Cl\\lE'.'ilO
por la Inquisición confesaron que s_ La difu sión
enes que contenían de los santo
decir verdad para contemplar las imág cipales: las letras no sirvieron sino para dupl
icar y
del grabado europeo tuvo cuan do
men os tres implicacíones específicas prin Se pod ría pensar que las imágenes y aban justi ficar su exis tenc ia, Se
gena s que ju. todavía logr
impuso una visión 1nonocroma a
diferencia de las "pin tura s" indí pert urba r modos de expresión que ión y del
y de una tram a linea les, sin por el cont rario que por el camino de !a fonetizac
plo de una síntaxls pod ría sostener muy
gaba n con el color; propuso el ejem tenír t con la iconográficos cont ribu yero n a su n1an tenir niento,
que encerraba las picto graf ías; man enriquecimiento de los repertorios spe-
relación con la línea de contorno go visu al y ensiones inesperadas y orientac ione s inso
da en la yuxtaposición de un códí confiriéndoles al mismo tiempo dim
escritura una relación específica basa ían o, ante s bien , ría a restringir de mod o cons ider able !a perr nea-
de un código alfabético, mientras
que las pictografías conf und chadas. Pero una vez más equivald emp ezad a
el grab ado al pare cer gena a la soci edad colonial. Sin la obra inmensa
ción. En otros aspectos bilid ad del mun do índí
fusi onab an amb os modos de informa radical- y sus inforn1a ntes , poco se sabr ía de las culturas
a1 mod o de repr esen tación indí gena o distanciarse de él desde 1533 por algunos misioneros a .salv agua rdar
pod ía aproximarse todo el espa- dad es" sobre el papel ayudó
ba la disposición de los objetos en prehispánicas. Describir las "ant igüe de
men te: en el prín1er caso, organiza de la trad ición culturas. Sería demasía do larg o el catá logo
cio de la hoja un poco a la manera
del scat tere d-at tn.bu te spac e
del o!vído cuadros enteros de esas los trab ajos de And ré.s de Olm os,
la tridi men - s dom inan
sobre !a perspect iva, el pais aje y
e.sa prod ucci ón que entr e los españole
prehispánica; en el segu ndo actu aba deja r de conf und ir prof und a. aven te llam ado Mot olínía, de Bernardino de Sahagún,
de Diego
n que no pod ía de Toribio de Ben
sionalídad, com pon iend o una visíó diet a, de Torq uern ada, de Alon so de Zori ta, sin
rvad or indí gena . Dur án, de Juan de Tovar, de Men o resp ecto a i\iich oa-
men te al obse
que el alfabeto que se apoyaba
en una s de Francisco de Burgoa
Aun que en apariencia más accesible olvidar en cuan to a Oaxaca las obra se agre gará n los escri tos de
ió men os de los y n'tos. A ellos
en grabada no por ello exig cán la Rela ción de las cere mon ias .
abstracción total del signo, la imag dos. Frtvo reció como Alva Ixtli lxóc hitl o :tviu ñoz Carn argo
indios un aprendizaje acerca del cual
estamos por lo den1 ás info rma historiadores mestizos tan afamados rmantes para
n capa ces de hace r indios salietR,O. de .su pape l de info
la copia, !a in1itación. 1'1uy pron to
algunos indi os se mos traro Perb recordemos que los propios ribir " los disc urso s y los
que iban de tura s" y "esc
y de toda especie de docu men tos tom ar la plum a, interpretar las "pin
réplicas sorprendentes de grabados o cristiano res de los A.na/es de Cuautit!án haci
a l 560-
apti tud explica que el simbolism de anta ño, corno lo hicieron los auto
la bula a la part itura 1nusical. Esta para expr esar nombres uos "lib ros de año s" o xiuha 111a tl, o el reda ctor
la expresión pictográf ica lYiO, inspírándose en los antig
pudiera deslizarse tan fácilincnte en cent istas vini esen a inva dir el tenochca, :\!varado Tezozórn oc. lleg ó-'
de santos o de fiesta.s litúrgicas, o
que motivos rena
pren sión de anóu ímo del Códice llub in. Un atL la Crón ica mex.1 i:a11J ( l )59)
que sea, la copia no irnplica la com y otra en náhu
Cód ice de Tlr<tf'/nlco. "/\tas, por fiel escribir dos crónicas, una en español escritos
cipios que ordenan la clisp o.<ii ción de conj unto
mex icay otl (160 7). La histo ria cercana de la Conquista inspiró
la organización global ni de los píin 1nás de y la CróniCa
En 1548 el daxcalteca Tha deo de Niza escr ihíJ
riza !a extrs .cción de elernentos aislados muc ho tal vez desde 1528, en Tlarelolco.
de la imagen. La copia auto E.<Jta dific ulta d para sepa rar una cala incluso antes de que se pint ara el L1..n10_<¡0
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Ú\
L-\ Y LA ESCRI TURA
L.\ P!>:TL R1\ Y LA ESCRi TURA
textos sagrados -las Sagrad::i.s Escritu-
objetará que los españo!es tamb ién poseían
ura nuev a fijaba Lis peripecias de la rodear del mayor respeto, y que
obr::l. Tanto como Jas 'pinlu ras' la escrit ras, por ejem plo- a los que los indio s los veían
con estupefacción la 1nagia del ''pape l
Conq uista .'' esos mismos indios primero habían observado
la escritura alfabética fue much o fue de un mom ento y la relación ordi-
La susút ucíón de la expresión píctográfi(a por que habla ". No obsta nte, ese asoinbro sólo
o de transc ripción. 1-iienrras que los can- de \a escritura, aunq ue tratara de textos
n1'.ts que un simple asunt o de traducción naria de !os españoles con la 1naterialidad
ente en caracteres latino s dica. Vale decir que, cuand o en
tares y los huch uehtl ahtol li se pod·iJ.n fijar fácilm religiosos o mágicos, era rn:ís distan te o más episó
cristianizaclón de la tradición oral -, ' el
6
.es que a costa de una cristalización y una 1558, un indio mexica asentó por escrito la
Leyenda de los Soles, a\ mismo tiemp o
procC'SO de pone r las ''pint uras' · por escrir
o nos parece que tuvo un alcance much o de la cosmogonía nahu a, lo recreaba
que protegía del olvido un relato esencial
ertido . Recordemos que !as ojos y de poemas que llevaba en la
decisivo, aunq ue a primera vista pase inadv extrayéndolo de "pint uras" que tenía ante
sus
en cuant o depe nden tanto de lo ción nueva favoreciendo su valor
"pint uras" poseen una din1ensión especffica 1nemoria. t>fás todavía, !e confería una condi
el tl:1cu1/o "un posee dor de much os ico y de sus funciones rituales. Dich o
perceptivo como de lo conceptual. ¿No era documental a expens<1s de su alcance hermenéut
ras, un hacedor de pies, un hacedor de implicó no sólo la selección, la censura
colores, un colorista, un dibujfinte de sornb io, de otro modo , pone r las pintu ras por escrito
GH:L" ''? Haciendo intervenir relaci
ones de forma. de colores, valiéndose del espac y la síntesis de tradiciones plurales --ejer cicio
al cual se dedic aban ya los antig uos
iples, las ''pint uras' ' mani fiesta n ateriaiización de la infor ma-
nfreciendo modos de lectura y enfoq ues múli::
verba li- sino tamb ién una secularización v una desm
e perce ptible , pero en parre toma da por los indios cristianos
una especificidad intuit iva e inrne diata ment ción que no dejab a de ser mostrada. La
usar el lengu aje de los sen1iólogos. Las "pint uras" encon trar ejem plo más concreto.
zable, su "icon icida d'', para ante su pasado no habrí a podid o
ras no podrí an ofrecer el equiv alent e ión en la medi da en que la escritura
son tanto irnágenes como textos y las palab lvias esta distancia es ramb ién una recom posic
ería que la explotación escrita de la , su senti do único de lectura,
exacto de una imagen. En otras palabras, parec alfabética impr imía al relato su conti nuída
d lineal
atoria ment e una pérdi da de sustancia, pér- ipio y un fin en tanto que, a este res-
información pictográfica implicó oblig marcado de mane ra imperativa por un princ
taba irrem ediab le y no era verbalí- ilidad . Y el efecto sin duda era
dida tanto rná.s preoc upan te cuanto que resul pecto, las "pint uras" parecían mostr ar mayo r flexib
categorías intelectuales o estéticas para ura romp ía la antig ua distin ción entre
zab\e. Esa pérdi da rebasaba el carnpo de las más fuerte aún en la medi da en que la escrit
de toda representación de la realidad. de expre sión comú n y único: el
derivar del de los funda ment os implícitos lo dicho y lo pinta do, sustit uyén dola por un
modo
ión y de codif icación de los elem entos perti nen- aba el cuida do de orden ar, de
Concernía a los principios de selecc texto alfabético. Para los nuevos escritores qued
n tos scditn entos más profu ndos y ón de la pintu ra, e\
tes del entorno_ Es proba ble que en ella se toque jugar y encadenar, sin precedente ní guia algun
a, la interp retaci
los que, no hechos nunc a explícitos te, el testim onio vivido.
1nenos explorados de una cultura, incluso aquel fragmento oral, la anécd ota curio sa, el detal le sorpr enden
tan la singu larida d de una confi-
ni puestos nunc a en tela de juicio, fund amen A menu do lo hicieron con asombrosa maes
tría.
expresión pictográfica en el siglo xv1 escritura trastornó por comp leto las
gµración cultural. El mant enim iento de la ¿Concluiremos de ello que el efecto de la
o de esta relación en la realid ad y en su Como lo hemos visto con claridad,
probablen1ente se haya debid o a\ arraig me1noúas indígenas y su visión de las cosas?
ideológicos (tas "idol atría s"), pseud o- ura alfabética y las ''pint uras" , a
representación, n1ucho Iná.s que a motivos duran te todo el siglo xvt coexistieron ia escrit
la incap acida d intele ctual o técnica de orales se perdi eran siempre. Por
culturales (!a "iner cia de la tradi ción" ) o a veces en el misrno espacio y sin que las tradic iones
ta pictografía por la escritura no sólo a encargos españoles que orien ta-
domi nar la escritura. Pero el aban dono de otra parte, no todos los manuscritos respondían
o de toma r en cuen ta la realidad; tuar usos prehispánicos como, por
significaba la renuncia a un modo privilegiad ran su redacción. Algunos trata ban de perpe
cipac iones : la ruptu ra con el uso ritual , públi co, En ese caso la ruptu ra era meno r, el
IaJ11bién sancionaba otras cn1an ejem plo, la conservación de anales locales.
e que se ofrecía en los sacrificios. No n era distin to. Mas, ¿se pued e decir
ostentoso de la ''pint ura'' y del papel de amat objetivo análogo, el uso invariable, sólo el sosté
s, no más papel para consu mir ritual - a a su carrera, a los hechos insig"
rn3-s in1ágenes para ver dioses ni antepasado lo mismo de esas notas breves que un autor dedic
n1cnte, sino hojas cubíertas de escritura para
leer_ Hechas por indio s cristianizados, ura la mirada introspectiva? ¿Contri-
nes alfabéticas, aun conserva11do una nificantes de su existencia? ¿Favorecíó la escrít
las transcripciones o, mejor dicho , las versio y la vivencia individuales un interés
duda demo niaca para los neófitos más buvó e! cristianismo a conceder a la existencia
resonancia sagrada -de una sacralidad sin jerarquías tradicíonales o ponié n-
difícilmeni:e se les reconocía? Rorr.piendo las
con la mate rialid ad del objet o pinta- colonización las antiguas solida·
conv encid os-, romp1an de un modo radical dolas en tela de juicio, ¿rnenguó paral elam ente la
much o 1nás neutr a con el apoyo. Se medi ante la inserción en el
do e instau raban una relación proba blem ente ridades at grado de favorecer la expre sión perso nal
le que el conju nto de estos factores
Charle s Gib.S<.Jn. ''Pwst Soun:e s in th<:
Native Histor ica! grupo doméstico y la comu nidad ? Es muy posib
\\ Baudu t (1977) , pp. 119-1 'í-, )'))··12 9: ar la aparición de textos del tenor <le
Trad1t iún'', fi.\-!.41, !9'.')_ vni !J. PP- 311-40 0; Gariba y (1971) , ll, PP- 267-31 3 sociales, ideológicos y técnicos pued a explic
Stanfo rd Univer>it\' Ptess. 1085
\;·jnhn Bierho>t. C;mtJr ,'s Wi:'xiumo1. SongJ ofthe Aztd:r. Stanfo rd,
29 de 162
LA PI?-\Tl_:'R:\ Y LA ESCRJTURA 63
62
n en suscribir ese oanouima bastante
brados de la aristocracia indígena no vacila
dador del tribu to de !os indios ''vaga- tar que el domfníco Barto!on1é de
ese Diario de Juan Bautísta en que este recau sombrío de la condición indígena ni en solici
tos, habla de los que lo rodean, des- actuación y proba blem ente los
bund os" de México cuenta sus padecimien Las Casas -de guíen conocen rnanifiestamcnte la
e fragmentos de serrnones, anota el
(ribe las corridas de toros y las fiestas, recog escri tos- sea su protector tí tul ar.
gallin as. No es improbable que los cantares español o traducida a una lengu a
precio del papel de Castilla y de las Por otra parte, una bibliografía religiosa en
y al destino personal hayan sufrido la ciona! el huasteco, el totonaca, el
cristianizados tao atentos a la íntrospección autócrooa náhu atl y de manera más excep
nueva escritura. Por consíguiente, ní en la década de 1).)0 en ciertos medios
doble influencia de la nueva religión y de la tarasco, el m1xteco. etc. - empieza a circular
formas nuevas sino que se limita- Epístolas, los Evangelios, el Ede-
siquiera cuando no favorecía la aparición de estas indígenas: en ella se reúnen textos bíblicos -las
ura nada tenía de ejercicio inocente. Alte- catecismos, manua.
ba a fiíar patrin1onios antiguos, !a escrit síastés, los Proverbios, el Libro de Job, el de
de la relación que los indios habían estro Rede ntor, Horas de Nues tra
raba el contenido de la herencia y la naturaleza les de confesión, devocionarios -Cor ona ,fe '!\'u
sión exótico practicado por indios ero se trató de obras manu scrita sy
tenid o con él. Plegándola a un modo de expre Señora, Espejo divz' no-, vidas de santos. Prí1n
educa ción cristiana y occidental, la osos y que éstos desti nan expre s;-
aculturados, y por consiguiente sometida a una luego de textos impresos que reparren los religi
y subre pticia : aseguraba el salvamento ,J respe cto el franciscan o Alons o de
escritura latina -asumía una función ambigua mente a un público indígena, como explica
de una muta ción impe rcept ible que fue tamb ién siona n'o (1564 ), que él quiso llenar
de las "anti güed ades" a costa
r
Mollna en la introducción de su Confe
11UJ}o
para saberse confesar y declarar sus
una colonización de la exprc."Sión. de "mat erias útiles y necesarias a los penit entes
no se pued e disociar de intereses expone que redactó su Espejo divi-
Sin embargo, la uansforn1ación de la expresión pecad os". Todavía en _1607,Joan de lvfijangos
o de una asimilación o mejor dicho de enten der a los naturales que la
más inmediatos. La escritura fue el instru ment no en forma de coloquios "porq ue sea n1ás fácil
alízad o ante las exigencias de la so- en absoluro coino lectores pasívos.
de un sometin1iento menos sutil y más gener leyer en". Pero los indios no permanecieron
las autor idade s españolas concedían un valor sus 1naoos. Tanto que. en 1555, el
cíedad colonial. Si bien es cieno que Copian de unos a otros todo lo que pasa por
necesario que éstos fuesen glosados considerando ''muy grandes incon-
legal a los restin1onios pictográficos, roda vía era Primer Concilio mexicano se inquíeta por ello,
atl o en español. A decir verdad, la nes en la lengua de los índios, así
o acompañados de una interpretación en náhu venientes hallamos que se siguen de dar sermo
necesitaba la práctica de la escritura que hacen cuando los trasladan''_ óY
comunicación con la burocracia del virreinato por no los entender como por !os errores y faltas
En mixte co, en zapoteco, en matlatzinca y sermones en posesión de los indios
tanto como rccurrír al intérprete. El Concilio no sólo ordena incautar todo los
, Estas de barrios cada vez más nu- que se les entreguen en e! futur o,
sobre todo en náhuatl aparecieron ordenanzas retes sino que insta a cuidar muy de cerca los textos
XYl. Escritores indígenas e intérp los'', Incluso llega a prohibir
inerosas durante la segunda mitad del siglo de dona- ''.para que no pued an ni_ falsearlos ni corromper
-los nahu atl.zt os- redactaron solicitudes, testam
entos , actas de venta y
de !as suen es'' que circula en castella-
c1almente la venta a los indios de un ''libr o
corregidor o a un visitador cualquiera se preocupa de nuevo por las obras
ción. A los jueces eclesiásticos, al virrey, al 18 no. En 1565, el Segundo Concilio rncxicano
Capta mos el alcance ígualmente do retirarles todos los libros de ser-
fueron dirigidas querellas legales, denuncias. manuscritas en pode r de los indios, prete ndien
an a formas que les son extrañas, sólo dejarles el catecismo aprob ado
ambiguo de esra adopción. Los indios se plieg mones y los te"X-ros sacados de las Escrí turas para
beneficio propio. Adquieren así una no sólo revelan !a difusión de la lec-
pero ta1nbién aprenden a valerse de ellas en por las autoridades eclesiásticas. Estas medidas
intercambiarla, al grado de que. 20 de medios que reproducen textos
información sin precedente y tos medios para tura entre los indios, sino tamb ién la existencia
algun os españoles se inqui etan: ''[los la transmisión de las antiguas ''pin-
anos después de la Conquista, en 1541, sin rendir cuenta algun a a !a Iglesia. Así com<J
os y tan nume rosos que no podría decir su copias "salvajes" poco más de 30
indíos 1tienen amanuenses tan buen turas " rituales apenas nos sorprende, así esas
n muy a la ligera todas las cosas del ¡Qué no daríamos por descubrir ejem-
núme ro, y que redactan cartas que les revela años después de la Conquista desconciertan.
impo sible .'' Idéntica actitu d cuando "corr upcio nes'' y los "erro res" con
país de un mar a ouo, cosa que antes les era plares de esos trabajos y por determinar si las
los favorecen o cada vez que redactan ra interpretación indíg ena de los
en 1545 se procuran el texto de las leyes que que se los rellenaba no eran fruto de una prime
denu ncian la suen e que les afecta. La más ilustre a de la que al parecer !a Iglesia des-
o mand an redactar las quejas que textos cristianos, y por ende una primera herejí
la carra que dirigen en 1556 al rey de tricas"! Por lo den1ás, ¿no se
de estas 1nanifestaciones probablemente sea confió igual o más que de las "supervive ncias idolá
alrededores. Los nombres más cncum- cristianizadas de los famosos oint,-¡res
España los nobles indígenas de J\íéxico y sus aprecia acaso un reflejo de ella en las versiones
11;cxicanos?
,- Bicrh0ór. '-'/'· o! m _} Sc,giui-
is. Ruiz. Co!ao 6n de dorum rntos sobre Coyo.;
c.ín, \lé·
fern:in<lcz del Castill o. Lihru,; y Íl/!rcros.
op, rit., p )6: Cu110/:o_; pr¡,¡·u ;u.lln Pnrr:c
' 8 Por eirmp lo Pedrl' Carrao.<o) JesÚ:' \1onjar ento; <"o/onúles Je
!'!
t7. Culcú:1611 ,le docum rno. l pp. l·í5- l,\4_
'<ice. 1:-.;AH. ¡ 0-(, . i 0-5_ ::: n-,],_: 1-Lldebcrw \b.nin do . \léxico , Superior Gobie
\kx1(0 , \01''4: ;\nder< :0n (\0-61
30 de 16
LA Pl>:TURA Y LA ESCRlTUR.A
LA Pl'.\TLR .\ Y L,\ ESCIZrí L'!L\
Fuer:ln cuales fuesen los adelanl os de !a escritura, ésta no podia
ahogar la expre-
sión oral; pero es probab le que haya rnodificado conside rablem ción Tanto el lCatro como el canro colonial se basaban en
ente su eslaturo. la pnn1acía o cuando
:\lguno s indios siguieron enrona ndo los cantares antiguo s en inenos en J;.<, anterioridad de la escritura.
sus hogares o en las
St'ñori:ilcs duranre todo el siglo X\"i, a pesar de las prohibiciones Cuidémonos de general.izar, aunque se encuen tren otro:, ejernpl
lanzadas por os de esre retro-
la Iglesia y !ns concilios proYinciales. 1\ decir verdad sólo se ceso dt la oralidad antigu3 y de los adelantos de la escritura.
trataba de una Las circunstancias rn:is
clandestina o cuando 1nenos sospechosa. Lejos de fosilizarse encontradas se prestaban a ello. Preocupados por \·erifica.r el
de pronto , la trad1c1ón conten ido, los reli-
or:il se pudo n1antener viv:1, quizás al grado de expresar un glosos recababan transcripciones de lo que canlJ.ban los indios
rev/va! ritual ccnuad o en tan ro que, por su
en la exaltación de bética guerrera y de los soberanos de antaño. pJrte, otros indígenas conservaban esos cantos pcr escrito, adorná
Pero había dejado ndolos con pala-
de ocupar entre la nobleza el lugar excepcional que había sido bras cristianas para burlar las censuras. Las regulaciones de
el suyo antes de la los extirpadores de
Conquista. Por lo demás toda transmisión oral- difícilmente era separable '"idolatrías", los esfuerzos secretos de los guardianes de! pasado
, la inmersión obli-
de una ; 'escenificación'· pública en que se cimen[ aba, junto gada en una sociedad que el poder ren1poral y espiritual con !a escritura.
con otros ele meo ros
visua!es, sonoros, lúdicros o drJJlláticos. Privados con frecuen la curiosidad por esta técnica nueva. todo concurría para privar
cia del comple mento lo oral de la
\'del sostén de "pintu ras" ocull:.as, extraviadas o quema das, aulorid ad de que había gozado en tiempos de los cuicat/ y de
aislados de las institu- los t!r1htol!i. Como
que aseguraban su difusión, su regulación y su expresividad, es evidente, esto se presentaba dentro de los estratos dirigen
los cantos y los tes que trataba n con
discursos del pasado hubiero n de coexistir con otras compos los empleados y los administradores y en menor n1edida entre
iciones inspiradas por Jos macehuales. En
los evangelizadores. su decadencia progresiva, lo oral tendió a no ser ya entre los
nobles del siglo X\.E
Compr endien do el partido que podían sacar del gusto de los sino el instrum ento de una reminiscencia histórica y se identifi
indios por el canto có rnás cada día con
v !a expresión oral, algunos religiosos enseña ron el canto llano la cultura de las rnasas uunpcsínas y citadin:Ls. Se puede decir,
y el canto grego- con mayor exacti-
al rnismo tiempo y con el misino éxito que la escritura. Cantor tud, que fue la agonía de una oralida d aristocritica, ligada a
es y maestros !a "lectur a de las pin-
de capilla proliferaron en los pueblos en tan gran número turas" y a dirigentes prestigiados en beneficio, i;i.I \'eZ, de formas
guc se pensab a que la más rnodesras y
aldea n1ás ínfirr1a contaba con tres o cuatro indios que cantaba menos
n todos los días en su
iglesia las HoN1s di! J\'1u'Jfh l Scüora. Pero la Iglesia tambié n Es difícil delimitar con la precisión deseada los n1edios en que
pensó en explotar las se elaboraron esas
fOrrnas rradicionales, en recuperar los antiguo s cantares para formas nuevas, esos con1promisos sin precedenre. Por lo general
loar la fe cristiana, , ei anonin1aro
''la vida de Cristo r de los santos' ' vaciando un conten ido cubre a los pintores, a los testigos del pasado conden ado tanto
nuevo en una forma como a los observa-
conocida y aproba da. Algunos religiosos lo intenta ron y, lo dores del presenre colonial. Disimula a los creadores y a los
que es aún más intere- escultores de glifos, a
sante, algunos indios cornpusieron poemas que se cantab an los lectores de libros, a los amantes de los grabados y los croquis
en ocasión de las gran- . ¿Cuán ros eran los
des fiestas religiosas. Obras producidas a lo largo de todo el que se dedicaban a tender puente s entre an1bos 1nundos, a vacilar
siglo hablaro n de la entre rnodos de
Creación del mundo , de L1 Anunciación, la Nati\'id ad, la Redenc expresión sin proporción común ? Puede parecer paradójico
ión; retomaron estudia r el produc to,
las imágenes y los convencionalismos estilísticos usados antes Ja práctica antes de interrogar al auror. pero es que la propia natural
de la Conqui sta eza de las cosas
flores, las rnariposas, plumas de quetza l- y volvieron a recurrir a temas paga- casi no deja otra opción. Sín embarg o, es posible hacer interve
nir varios puntos de
nos confiriéndoles un rnatiz cristiano, Sin embarg o, es impens referencia. Hemos de recordar que en enero de 1536 se abrió,
able que esa conti- lYJjo la dirección
nuidad formal baya ocu!rado una ruptura decisiva en la compos de los franciscanos, el colegio de Santa Cruz de Tlacelo!co.
ición. Sin hacer Desde el primer año
dt' ello una regla sísternitica, parece ser que esos cantos recibie acogió a unos 60 rnuchachos salidos de la nobleza nahua del
ron una forn1a escri- país, quienes "vi-
ta desde su concepción; dicho de otro modo, que el proceso nieron a entend er rodas las materias del arre de la grarnát
de creación ya no se iui y a hablar latín y
confió sólo a la rnemoria sino que dio lugar a un trabajo de entend erlo y escribir en latín v aun a hacer versos heroico
escritura que delata el s". DurJrn e unos 20
enlace infinira menre co1nplejo r nuevo de los tenias antiguo s afíos, de 1546 a 1565, los estud.ianres indígenas formados por
y las adopciones cris- los religiosos incluso
tÍJnas. En dlos se descubre de nue\'O la penetra ción de otra tuvieron a su cargo la dirección de la institución y una parre
técnica de expresión y de las enseñanzas.
de organización del pensam iento, cierto es que sin poder captar Con frecuencia se insisLe en la mala administración que durante
su alcance exacto. este periodo estu-
E! teatro de eYangelización. cuyo extraordinario éxito en el rnedio vo a punto de arruinar la empresa, olvidando pregun tarse sobre
indígen a conoce- el alcance de la
mos, estín1uló un proceso análogo: fue !a escritura franciscana aLnonon1Ía temporal pero excepcional de la que disfruta ron
la que sirvió de trama esros indios. Sin ern-
a la expresión oral de !os actores !ndígenas tanto como a sus
lntenro s de composi-
60 Fernando Horcas1u s. E/ ft,;¡fnJ túh1u1d
,'r4
l'\'.·\\I. 1
1101·ohHp .:tNJ )' !!FhÜrtu . Primera Parte. Mfxico,
31 de 162
Lr\ Y L-\ ESCRITl:R:\ Li\ Pl:..:TCRA Y LA ESCRITURA
bargo, fue en esa misma época cuando aparecieron muchas de !as formas que náhuatl al latín. E! ejemplo más espectacular sigue siendo la obra de rnedicina
hemos descrito. 1\llí se enseñaban la gramática. la retórica, la poética, la filosofía indígena debida a ?\1artín de la Cruz, traducida al latín hacia 1552 por el indio
y la medicina. Se leía a Plinio, 1-farcial, Salustio, Juvenal, Tito Livio. Cicerón, Juan Badiano de Xochimiko con el título de Libe/lus de viedicin,:;/ibus Tnt:lon1111
Boecío, los Padres de la Iglesia, Nebrija, Eras1no, Luis Vives, etc. De! colegio de herbis. 62
Santa Cruz salió una pléyade de indígenas que se iniciaron con brío en la cultu- Este dominio de las lenguas estuvo acompañado del desarrollo de una reflexión
ra letrada de los europeos. :\llí se encuentran indios de l\1éxico, de Tiatelolco, lingüística que en lo sucesiYo hacía posible la alfabetización del n:ihuad. Permi.
de 1\zcaporzako, de Xochimilco. de Texcoco e incluso de Huejotzíngo, en el riendo aislar, descontextualizar y escribir todas las palabras, el alfabeto facultó lo
valle de Puebla. "Sabios" que también supieron ser hombres de poder, puesto que quedaba tota!n1cnte fuera del alcance de la expresión pictográfica: la co1npila"
que varios de ellos desempeñaron funciones de gobernador y que el más insigne. cíón de gram:íticas y de "vocabularios" indígenas, de los que el más acabado sigue
don Antonio \Taleriano, "buen latinista, lógico y filósofo", incluso dirigió a los siendo sin objeción el Voc,ibu!ario del franciscano A!onso de lvfolina en el que, por
indios de la capital por espacio de 30 años. Entre ellos con frecuencia se reclutaron otra parte, colaboró el indio Hernando de Ribas. Don /\.ntonio Valeriano aportó
los informantes y los colaboradores que guiaron las investigaciones de los religiosos su contribución en los campos de la etimología y !a sernántica. Sin dificultad adivi-
y sobre todo las de Bernardino de Sahagún: lvíartín Jacobita, profesor y rector del namos !as pacientes investigaciones hechas sobre la adopción y la traducción de las
colegio; 1\ntonio Bejarano, profesor también; Pedro de San Buenaventura. . Es categorías occidentales, sobre ''las sutilezas de los concep[OS y del lenguaje'', de
sorprendente que estos indios que habían re(ibido una educación occidental par- las cuales más de una ¡erminó en la creación de neologismos a los que por lo dem5s
ticularmente compleja hayan sido también los que continuaban poseyendo los el náhuatl se prestaba fácilmente. Depuración de términos demasiado cargados de
saberes antiguos-. ¿No fue Pedro de San Buenaventura quien explicó a Sahagún rcsonancías paganas, interpretaciones cristianizadas de ideas tradicionales, desva-
el cálculo del principio del año prehispánico y quien copió o puso por escrito los lorización de vocablos que evocaban conductas ya lnacep¡ab!es denrro del nuevo
Himnos ele los dioses, uno de los textos más densos y menos reformados sobre orden de cosas, pero también búsqueda de elegancia y deseo de exactitud. Rara
los cultos antiguos? Pero tan1bién fueron ellos 1nismos quienes fijaron en los Colo- vez colaboración intelectual alguna se llevó tan !ejos. Y en efecto, gracias al trabajo
quios una versión de los únicos grandes debates que opusieron a los franciscanos de estos lingüistas y de estos informantes indígenas pudieron los religiosos idaborar
a los sacerdotes indígenas, o que esbozaron el relato de la conquista española, la el náhuatl de iglesia que debía regir las relaciones de los indios con el clero y con
Histon"a de la Conq11út,1. Se tiene la impresión de que estos testigos privilegiados !os dogmas durante to<la la época colonial. Estudiante y luego rector del colegio de
lograron dominar, entre 1550 y 1580, los dos espacios culturales, el indígena y el Santa Cruz, don Pablo Nazareo confiaba que se habla propuesto. infatigablemen-
cristiano, y, aún más, expresar el encuentro inicial. 61 te noche y día, "traducir del latín a nuestra lengua rodo lo que en el transcurso de!
También fueron traductores notables que corregían o establecían la Yersión ná- año se lec en las ig!csi:b de la tierra: los Evangelios y !as Epístolas de los Jomiogos,
huatl de tos textos latinos o españoles que les presentaban los franciscanos. En ello de los santos, de la Cuaresma y de las fiestas. . ''. 0.Ti siquiera Ja tipografía hacia
les aportaron una ayuda incalculable. j\sí fue como Hernando de Ribas -muerto retroceder la inteligencia v el tacto de los indios del colegio. ()riginario de Tlate-
en 1597- participó en la redacción de los Dt/ilogos (ie la pa.z; y tranq:alidi1d deí lolco, Diego "componía en la imprenta en cualquier lengua tan bien y
,,;/Jna de Juan de Gaona. como don Francisco Bautista de Conueras trabajó con tan expeditarnente como lo pudiera hacer cualquier maestro por diestro que fuera
el francíscano Juan Bautista en la Yersión náhuatl del Conte111ptus vzundi y en el en este arte''. Lo mismo podría decirse de 1\guif:;!n de la Fuente, quien n1urió
libro de Lis t'anidades del 1nNndo. No sólo, a ejen1plo de Esteban Bravo. usaban hacia 1610 y a quien se deben numerosas ilustraciÜnes del Códice tie F!orcnci.1.H
un náhuad de una excepcional riqueza, sino que cscrihian un latín que asombraba Estas actividades de traductor, de experto del lenguaje e íncluso de Íinprcsc1 r pu-
a los lectores españoles. De Antonio \ 1a!eriano, quien murió en 1605 tras haber sieron a este grupo de indíos en estrecho contacto no sólo ron tCX'lOS desrin:t<.los a la
sido gobernador de los indios de >.léxico durante inucho tiempo, se decía que Ín· predicación, al catecismo. a la confesión, sino también con obras cuya n;iduccrf';n
cluso en los últirnos años de su vida "hablaba [latín J ex ternpore aun en los últimos al náhuatl basta para dar fe de la lenta pero segura asin1ilación de la cu!turadt: L:is
años de su Ycjcz con tanta propiedad y elegancia que parecía un Cicerón o Quinti- sabios europeos: cite1nos. enne otros, el Conte1np1us JJJtauii, es decir, la !11Ni.JOÓ1l
líano' '. De don Francisco Bautista de Contreras se admiraban las cartas ''tan bien rle.Jesucristo de Toinás de Ke1npis, el De Con_ro/Jt10nc de Bnc.. io n
compuestas· que redactaba en castellano. También se hícieron traducciones del las Fábul.1s de Esopo.
<;1 Sahagj,. H:srun:t o/>. nt. J!l. pp. ló'.i·lú':Juan Ibution. Scrm J1ur:fr¡ n; irngru mcx¡,;,;n.:, f·l G:Hrb.1:- \_ lL pr l.SO 221.2:,.¡
\kxicn. Lópcz Dá,;;il);,, lGOf,.)([)': ( "Pró!· go ·en \19-l]. !l. pp 218-2)6) ';) !hul r 2.) l. !:/:r/'_, jn_(j ,/1 .\"¡¡,-:·.; E.t/vll,1
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L'\ P\>:lCJL\ Y i..\ ESCRlTLR.-\ L:\ Pl::\TL!L\ Y L:\ ESCRlTUKA
En ello se descubre indiscutiblemente la aparición y la constitución de una élite informantes que co!ecciunaban los manuscritos pictográficos, los conservaban, los
letrada profundamente cristianizada cuya caracterísúca principal fue la <le esra.r anotaban, los hacían circular, redactaban relaciones en náhuatl y leían en español.
intiin:uncnre ligada a las órdenes mendicantes y en particular a los franciscanos. Es En la tv1ixteca Alta, don C':rabtiel de Guzmán, cacique de Yanhuitlin de 1558 a
sJbido que la finalídad inicial pronto del colegio de Santa 1591, dominaba perfectamente el español. Y 11ichoacán, como hcn1os visro, no
Cruz habüi sido la de formar indios para el sacerdocio. Et proyecto fracasó ante la quedaba a la zaga con don Antonio Huirziméngari o esos indios de Taximaroa
hosrdidad de una parte de la Iglesia e incluso la de sus promotores, decepcionados quienes, en 1560, recibían del franciscano francés 0.1athurin Gilbert !a promesa
por l:b flaquezas dé' algunos de sus estudiantes. No por ello es n1enos cierto que de que se !es devolverían !as obras incautadas por la Inquisición.(,\
io.s indios del colegio proporcionaron a la Iglesia los medios intelectuales v lín- Bajo aquellas tentativas múltiples st adívina el deseo tenaz de reconquistar una
güísticos para penetrar 1ncjor en el n1undo indígena, aportando el conociru'iento identidad maltrecha, de colmar e! abismo abierto, la "red" rota por la Conquista,
que de él tenían y apoyando en todas las formas posibles la evangelización de las de adaptarse a las nuevas reglas de! juego -así fuesen religiosas, pollticas, sociales
poblaciones. A título infOrmatívo sólo mencionaremos el colegio agustino de Ti- o económicas- uatando de salvar lo esencial: el estatuto, los bienes y los privile--
'"
rípitío. donde la nobleza rarásca pudo aprender el latín, el griego e incluso el gios de los antiguos grupos dominantes. La nobleza indígena aprendió a conocer
hebreo repitiendo -cierto es que en rnenor escala- el ejemplo de Tb.telolco. Su mt'jot a su vencedor y a conformarse al modelo que le ofrec'ia la Corona española.
alunu10 rnás ilustre, don Anronio Huitziméngari Caltzontzin -quien fue goberna- el del hidalgo ibérico de quien adoptó la vestimenta, los emblemas -las armas, el
dor de J'viichoacán y rnuríó en 1562-, tenía nurneros:.is obras en latín v la ainistad del blasón, el caballo--··, la piedad ostentosa sin romper por ello con un pasado que
cronisla Cervantes de Salazar. !viuy lejos de allí, en la región de el cacique ocuhaba "el comienzo, el asiento y la raíz del tlahtocáyotl" De ahí ese celoso
rnixtcca rnás poderoso só!o mencionaba dos libros en su testamento de 1591, aun cuidado por reunir las "pinturas", por guardarlas dentro del linaje, por sacar copias
cuando se tratara del f'ios Sanctor1111t y del 111undi. La cultura letrada y transcripciones para aportar las pruebas <le una legitimidad que los trasrornos
occidental desbordaba así las tierras nahuas para penetrar en comarcas mis traídos por la Conquista a veces ponían a dura prueba. De ahí también esa solici-
tes, para alcanzar otras ctnias.6·1 tud para ocupar las funciones de escribanos y de intérpretes -o que
Pero !os indios !errados del colegio de Tlate!olco o de otras partes no linüraron aseguraban la unión entre ambas sociedades. Sobrevivir sociahnente conciliando
su acción a apoyar la empresa de la cristianización. Se dedicaron con igual energía lo que ya no era sino un pasado en parre prohibido y la inevitable realidad colo-
a defender sus privilegios r su jerarquía. i'vtuchos de ellos estaban ligados a las fa- nial, ta! fue, al parecer, la constante diligencia que n1atetia1izan los manejos de la
1ni!ias principescas de Texcoco, de l\1éxico o de '[Jaxcala. Este era el caso de don pintura y la escritura entre esos nobles vencidos, pero eso sí, n1uy conscientes
Pin1entd Ixr!ilxóchitl y de su padre don Fernando; de !os 1nestizos Juan de ser todavía enlaces indispensables entre los conquistadores y las poblaciones
de Pomar y Fernando de Alva Ixdilxóchitl; de don Alfonso lzhuezcatocatzin Axa- autóctonas.
yacatzin, hijo del rey Cuidáhuac, quien fue gobernador de Texcoco v escribió en La extensa digresión de la "pintura" y de la escritura tenía como fin escrutar el
esp;lfí.ol y en náhuatl la historia de su pasado. l)on Pablo Nazareo, e,l infatigable surgimiento de una cultura radicalmente nueva, a partir de los años 1540, en el seno
traductor, era esposo de una sobrina de 11otecuhzoma, de quien descendía también de los antiguos medios dirigentes. El estudio de la coexistencia de rnodos de expre-
el autor de la Crónica iYfexicayotl, Fernando de Alvarado Pedro Ponce sión y de códigos distintos, el análisis del paso de uno a otro, de las transform·a-
de León de una Breve relación ele los dioses y ritos tie la gentilidad- tenía ciones de las form:J.s antiguas y de su consérvación, la derivación con frecuencia
lazos con el linaje de los seflores de 1'laxcala. A.ntonio \'aleriano resulta aquí la tentativa de soluciones originales son imagen de ias ttansfonnaciones, las prefe-
excepción pues al parecer no pertenecía a la nobleza, lo cual no impidió a su hiío rencias y los compron1isos a los que se entregó la nobleza indígena de las tierras
Diego casarse con una dama noble de Azcapotzalco. Sin pertenecer a estas arisrocra" nahuas, de lvfichoacán o de la región de Oaxaca. Cuando el Quattrocento italiano
cías, nobles de provincia o de seño(Íos rnás n1odestos, principales, participaron hace malabares con los modos de representación, valiéndose de sisremas antiguos
en !a elaboración de esa nueva cultura conservando la herenci,a, ejercitándose en o nuevos según los objetos que pinta, abreva en un mismo acervo cultural, en una
la escritura, consignando !a historia que se hacía ante sus ojos. Francisco r\.caxitli, misma sociedad, se inspira en registros distintos pero a pesar de todo emparenta-
gobernador de 'flalmanalco, redactó hacia 1550 un libro sobre la expedición de!
vnrey De !v1endoza contra los chichi1necas. De Tepeapulco v de Huexotla, cerca de 6i G:ud:ny ll. pp. 228-23(), Spores (196"'). p. 179; Fernindcz del Casri!!o, Librox J
!i/!reroJ , op. :ir., pp 14-16
Texcoco, de la región de Chalco y de Amecameca salieron compiladores, ó6 CarrasLO, Co/pcn/m de ducum¿nro.r . op. ni .. JI. pp. l)-16 \"jJ.tJ.<1111: subrc
cscnlnno ;nJigcrn, ¡;J:11c Alonso <le Moluca. Conírrwn:;riu m,iyor 01 !tngu11 111txit.:1na y rastc//;;n.1
(;.¡ Ló¡xz S:irreiangu(· ( ¡ iJ(,5 ). pp 1-, .i · ! 7): { l 'J67). p. 242. Méxiu!. Antonio de Espinosa. 1)6i). fok 58r''-)8vº
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L\ f'J.'::TL'R;\ Y L;\ ESCRlT1_ 'R.'\
LA Pl>:TLRA Y L-\ ESCRlTl _:RA
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,. Je incenidurnhre que no perdonó a la aristocracia. Su ecu se encuentra, desde mayoría no posee ninguna calificación, son poneros. jardineros, conneros pero
l 'i·-Í 5. en el tcstJ.rncnto di: don i\nronio Pin1enrcl, cacique de T excoco, \' en la aun así descubren y aprenden prácticas nuevas, desde el cultivo de los árboles fru-
C\\rrcspondencia que la aristocracia de la capital cn1zó con la Corona en Lt tales hasta los rudin1enros de la cocina monistica, ::: .Algunos adquieren una fami-
rnirid de! siglo _ _r\ pan ir de 1570, !a crisis demográfica cobró tal arnplitud que los liaridad más cercana con las cosas de la Iglt'sia. A ejemplo de esos sacristanes que
nobles perdieron a nurnerosos rnacehuales que les eran fieles. Los sobrevivientes acompañan a los sacerdotes y tienen a su cargo los objetos del culto, de esos topiies
prefirieron alquilar sus brazos :1 los españoles, mientras que fo_ Corona se esforzaba y alguaciles que se encargan de la seguridad de las familias y reúnen a los fieles para
por reduclr <l j¡¡ categoría de tributarios a la m:1yo(Ül de indios posible, así fuesen ia misa: al de los músicos y de los cantores que participan en !os oficios. Cantores y
de s::ingre noble, al n1ismo tiernpo que limiraba los derechos de los pipzltin sobre músicos. organistas, fh1utistas, rrompetist-as, tocadores de caramillo, de sacabuche
lo\ Para recurrir a los rérn1inos de Charles Gibson, estas dificultades y de gaita incluso llegan a ser tan numerosos que el Concilio de 1555 se alarma por
dieron por resuhado ''una pérdida de ingresos, de poder y de prestigio que afectó ello. En general, se cuenta cerca de una docena por pueblo y los hay hasta en las
a ca(Ígues y principales'' -o lo?,,,,n1J.trin1onios con espafio!es, el mestizaje, la venta aldeas más modestas. Esta inflación es ejemplo de un proceso que afecta a la totali-
de bienes parrirnoniales, el cónstante forralecimíenro de la presencia europea y dad de los indios de iglesia. Pues al lado de los cantores y los fiscales surgidos de la
sobre todo !os estragos de las epidemias acumularon sus efectos para acentuar la nobleza se deslizan sin cesar recién llegados felices de sustraerse al tributo y de
regresión de una nobleza a la que, desde ese momento, las autoridades ya no tenían adquirir un estatuto al que no se habrían atrevido a aspirar antes de la Conquista.
por qué [ratar con rniranúenros, ¡\ello se agregó el desmoronamiento-de las redes Lo que se juega es importante pues concierne a la responsabilidad espiritual en
d<' dependencia que dorninaha la nobleza indígena. A! rr1is1no tiempo que perdía el sentido más amplio de la comunidad. Los cantores y los fiscales preparan a los
el don1inio de la repartición de! tributo. la nobleza autóctona dejaba de formar agonizantes para la confesión o para la muene; les ayudan a redactar su testamento;
conjuntos jerarquizados donde cada cual debía tener su rJngo. Y es probable que administran el bautismo en ausencia del cura. Enseñan el catecismo y anuncian
la desrnulriplicación de nexos individuales con la socied1,d española no hiciera sino el tiempo de las fiestas. Llevan el registro de las limosnas y las ofrendas y cuidan los
acelerar el proceso_ A este respecto es significativo que el historiador Chimalpahin, a objetos del culto y los ornamentos de la iglesia con un esmero _tan celoso como el
pesar de todo cantor arasionado de la grandeza de los señoríos de Chalco v de que otros han puesto o ponen aún en conservar los ''ídolos''. Es muy probable que
r\n1ecarneca, haya optado por agregar a su apellido indígena e! patronímico sus entre ellos se recluten los indios que rnotu proprio copian los manuscritos de los re-
protectores españoles, don Sancho Sánchez de }...1uñón, maestro de escuela del ar- ligiosos o cornponen cantares sobre remas que esbozan un cristianismo que parcial-
zobtspado, y don Diego de ?\fufión. Li práctica era Je lo má..; común. Así, a medida mente corre ya el peligro de escapar de sus propagadores.
que est:1 nobleza se acercaba a los europeos, desataba los lazos gracias a !os cuales Otro medio, próximo al anterior, mantiene contactos cercanos con las formas
había edificado su poder, aun cuando conservara, a ejemplo de Chimalpahin, el occidentales. Son los albañiles, los escultores y los pintores quienes, bajo la direc-
recuerdo precioso de su origen. ción de los religiosos, edifican eo más de 300 localidades conventos e iglesias, es-
Deseosa de llegar a élites y carente de medios, durante las primeras décadas culpen fachadas y capiteles, y pintan miles de metros cuadrados de frescos. Son
la Iglesia se preocupó sobre todo por formar a !a nobleza. En la segunda mitad del ellos [os que, insensibles -y con razón- a la sucesión cronológica de los estilos
siglo se mostró proclive a desatender roda distinción social. en parte porque la europeos, inventan el estilo teq11/tqut 3 y dan a sus obras apariencias sucesivamente
estratificación de la socíedad indígena se hizo más vaga y las poblaciones menos románicas, góticas, inanuelinas, mozárabes, renacentistas o platerescas. Entre ellos
nurncrosas. Nobles y plt"beyos con frecuencia aprenden pues a leer y a escribir sin duda se descubre la rnísma distinción que opone a los aristócratas de las ciuda-
juntos,'; Y los segundos logran progresivamente llegar a funciones importantes en des y a los notables segundones de provincia: formados en ei montón, los artesanos
el seno de la comunidad siendo alcaldes, regidores, escribanos e incluso goberna· que laboran en los villorrios aislados no podrían ser confundidos con los de los
dores. Pero hay otras brechas, rambíén abiertas por la Iglesia. Alrededor de los rallcres de San José de los Naturales en 1'1éxico, de Sanríago 1'lateloko o de Tlaxca-
conv:ntos fundados por las órdenes mendícantes y desde fines del decenio de 1530 !a, quienes reciben pedidos de todo el valle de 1-1éxico, del de Puebla, de 1v1ichoacán
gravita una tnultitud de servidores índígenas que están exentos del pago del tribu- y de la región de Oaxaca y se inspiran cercanamente en los estilos occidentales.
to Y ;n dependen exclusivamente de los religíosos que- ejercen sobre ellos Desde luego es difícil conocer la proporción de los pintores y los escultores, los
una ;unsd1cc1ón y una autoridad discrecíona!es que todavía nadie les discure. La indios de iglesia y las autoridades civiles de los nobles y de los macehuales. Sin
"'!Glfisor¡ íl')C,'.'.''¡, P- !\e)·, Lúptz Satrehngue (JLJ6),L p. 144_ ;¡ DeKripú{m dd .;nohis/>:uio de Jféxfro hah.: en 1570. } Terrazas. 18()"1, pp. 'H-óó:
"l TorqLHCllHda, Jfon.;r:¡I1í.1111dun;1_ op. c:lf., V, p. 172. Cádú:efr:ntrifl'J!IO, Siglo XVI, MCxiúl, Ch:hez Hadwe. 19..\l. f1· 5-
'.'l Re>·ts VJkriu (H78), pp. iJ3·165.
35 de 162
L-\ Y L,-\ ESCRlT t:R.\
LA Pl'.\TCRA Y 1..-\ ESCRITCR1\
ir !as técnicas de
lejos de limitarse ciones sometidas y los conqui stadore s, habían tratado de difund
cn1bargo se puede considerar que, en la segund a 1nirad del siglo, e de las antigua s
los peldaño s de la je- Occidente al mismo tiempo que conservaban lo que podía recibirs
a tos empleos subalternos, alguno s plebeyos invade n todos des, de las tentativas,
en el altiplan o, en culturas. Como hemos visto, inspiraron muchas de las activida
rarquía , son cantores, fiscales o gobernadores. De ello resulta, cultura indocri stiana. Sin
to de notable s cuyo poder de los cornpromisos que rodearon la definic ión de una
lviichoacán y en Oa..xaca, la formación de un conjun rable y de gozar de los privilegios
os o a casas señoriales y, dejar de constit uir una fuerza económ ica conside
no tiene raíz prehispánica, que ya no se vincula n a domini de aprend er a contar con otros poderes con-
comun idad. Esas modific aciones extendidos, la Iglesia regular hubo
sobre todo, cuyo horizonte se limita a la tierra de la n del virrey, la audien cia, el clero secular , los obispos ;
duda los proceso s cultura les que currentes: la adminisrracíó
progresivas del cuerpo social vuelven a poner en de los españo les, los
!a nobleza perdía sen- hubo de medirse con una sociedad colonial en que el peso
hemos recorrido. La compleja formación que se destina ba a ón india dísminuía
social de este grupo mestizos, los negros y los mulato s crecía a medida que la poblaci
tido y eficacia en la medida en que el poder y la influencia ritmo acelerad o_ :h1ás que útiles,
nuevos notable s rompía la cade- en proporciones considerables y a un
mengu aban de n1anera irresistible. La irrupció n de ista y la coloniz ación, las órdenes mendic antes (como
zables auxiliares de la Conqu
que antaño detenta ban los pzpi!tin . El proyecto de una eros que se impo-
na de los conocimientos los indios nobles), en !a segund a mitad del sig!o fueron compañ
a y occiden tal se veía de Tlatelo lco, fuerza es
alianza entre la tradición nobilíaria y !a aportación cristian nían mucho rnenos. El abando no progresivo del colegio
aban princip ales que s constru cciones monást icas,
conden ado a plazo más o menos breve en tanto que prolifer recordarlo, fue contem poráne o del cese de las grande
üedad" . Pero la redistri bución de acogía poblaci o,
no debían nada ni a la "sangr e" ni a la "antig de la renuncia a los inmensos atrios cuyo espacio inútil ya sólo
confusi ón en el mundo indígen a no bastan para
!as cartas socíales o 1nejor dicho su nes escasas.
1
explicar este callejón sín salida. '· y el rrastocan1iento
La decadencia demogr áfica que afectab a a todos los indios
La difusió n de la escritur a y de lo escrito, el estudio y la conservación parcial de pues a de[ener el pleno
la Corona (de la que de la relación de fuerzas que derivó de él contrib uyeron
las culturas indígenas suponí an por parte de la Iglesia y de integra r la aportac ión cristiana y
to) un clima de apertur a y desarrollo de una cultura original que lograba
aquélla depend ía estrech amente por medio del patrona n autócto nos, Pues era una cultura que moría
siguíeron a ia abdi- europea a un acervo y una tradició
de curiosidad que manifie stamen te se esfumó en los años que
( 1563). España se a medida que surgía:
cación de Carlos V ( 1556) y a la clausur a del Concili o de Trento
ra de la Contra rreform a. En la Nueva España , este endureci- ciudade s y pueblos de 1nayor
constituyó en defenso Vemos eo la era de ahora [últimos años del siglo] que en Lis
Santo Oficio (1571) y no haya por n1ara\"illa quedado indio principal ni de
1niento se manifestó en el estable cimien to del Tribun al del nombra día de esta Nueva
circulac ión de los libros y los escritos. ando (aí<la. las casas de !os
en una mayor regulación de la impres ión y la lustre, los palacios de !os anriguos señores por tierra o amenaz
en lengua Decisió n determ i- r:i.1ninos y calles desierrn.s,
Pero, en particu lar, de los que estaban plebeyos por !a mayor parte sin gente y desporti lladas, los
Iglesia cerraba a los indios el ingíeso al sacerdo cio y a !as órdenes reli- !as iglesias \\KÍJS en bs festividades.
nante aún, la
as se instalab an
giosas y los sustraía a la incumb encia de la Inquisición: los !ndígen ía lo que provocó el
s espiritu ales, aun cuando mucho No fue entonces la írreduc tibilida d de las cultura s en presenc
en la condición de eternos neófitos y de menore das. Por el contrar io, pese a los "traum atismo s" de
cio. Estas medida s conden aban a la desaparición fracaso de las síntesis empeza
después algunos llegaron al sacerdo didos de !a preco-
de Tlatelo lco, que poco a poco redujo el número de sus la Conquí sta y a la prueba de la colonización quedam os sorpren
la experiencia del colegio para captar medían te el
ser, a princip ios del cidad del aprend izaje de la escritura o de la capacidad
mentor es, perdió a sus estudia ntes en las epidem ias para ya no ermeab ilidad dan fe de que
. En 1585 el arzobis po pincel la nueva sociedad. Estas reacciones, esta";p
siglo XVTl, sino una escuela donde se enseñaba a leer y escribir sólo eran ¡)Üsibles sino que fructifi caron a
que sepan latinida d, retórica , fi- la comunicacíón y el interca mbio no
se declaró contra la enseña nza: "no conviene ¿Hasta qué punto eran viables , hasta qué límite
por encima de estas 1nedida s y estos costa de ajustes a veces sutiles.
losofía ni otra ciencia alguna ''. Mas modos de enfocar la realída d y la persona que parecen
mendic antes, y en se podía obrar sobre dos
nos no podemos dejar de recordar el retroceso de las órdenes es para obtene r una
de las experiencias irreconciliables y manten er un equilib rio entre dos lenguaj
particular de los franciscanos, pata compre nder mejor este cese r otros context os que igualm ente pusie-
anos habían soñado con una síntesis original? La pregun ta invita a escruta
realizadas en el transcurso del siglo X\'!. Los francisc un trastorn o de sus n1odos de exprcsí ón bajo la impo:.i-
y ellos pusiera n las bases de una nueva cris- ron a élltes autócto nas ante
Nueva España en que sólo los indios monote ísta acomp añada de una domina ción
0 do por servir de pantall a protect ora entre las pobla- ción o la influen cia de una religión
tiandad , : se habían esforza en los puebk1s de ,:\fricJ.
exterior. Pensemos en tas reacciones de las culturas locales
Vll, p. 29:-
-.¡ López Sarrcbng uc (196'.i). pp. 95·96; EpúiuÚn ó. . (19-!0),
ftrnánde z Jcl Castillo, /1bro.1 y lthrcrm , O/!- cit , pp. l ·-Íi, 247, 8 l, 513. np. cit .. lll. pp.
-r, Phdan (1072). rp. 6')-88
36 de 1
Lt\ Y LA ESCRITCRA
37 de 162
;\IE;\\ORl.1\S POR L''\Cl'd\.GO \1EMOR! 1\S l'OR E:\C,\RGO
79
Unas Relaciones nunca salieron a la luz, otras fueron destruidas, algunas más todavía térprete y del notario, los indígenas se dirigían al corregidor, al alcalde mavor, a
esperan ser exhumadas. Un buen nún1ero de !as que aún existen van acompaña· veces en presencia de reg.ularcs o de seculares que asisrían, incluso que par;icípa·
das, conforme a las instrucciones del cuestionario, de mapa..-; entre los que muchos ban en la Es evidente q_ue de la relación de fuerzas y de la calidad de los
fueron pintados por indígenas. El total constítuye un material de un interés consi- lazos establecidos entre los notables indígenas y las autoridades españolas, tanto
derable, prácticamente inagotable y que todavía sólo ha sido objeto de explota· como de la presencia o la ausencia de un clérigo sensible a los rcsabíos de idolatría
ciones parciales. De él no se exan1inará aquí sino un aspecto muy lin1itado: el que dependieron por una parte la abundancía y !a densidad de las informaciones
concierne a la manera en que los indios o más exactamente los informantes indíge- bidas. A ello se agregaron factores personales: el tíempo dedicado a la encuesta
nas describieron su propio pasado a la luz de las orientaciones de !a encuesta. Antes la manifestada los encuestadores y la familiaridad que tenían con,
de abordarlo, tal vez no esté de rnis evocar el torrente de preguntas a las que fueron cosas 1nd1genas. Huelga decu que se podría epilogar indefinidainente sobre la con-
sometidos aquellos informantes. Suct"siv:unente. tenían que dar cuenta del signifi- fiabilidad y la calidad de las informaciones reunidas en esas condiciones y que,
cado del nombre de! pueblo; de !as circunstancias de su descubrímíento o de su con10 la mayor parte de las fuentes tocantes a los inundas indígenas, éstas sufrieron
conquista; de las características físicas de la comarca; del número de habitantes v ª.todas luces los azares habitu;:Jcs o imprevistos de la comunicación social, lingüís-
de sus variaciones; del hábitat; de los modos de vida: inclinaciones y manera tica Y cultural, sus malentendidos tanto como sus aproximaciones.
vivir; de !as lenguas; de los caminos y de las distancias; de las circunstancias y de la que fueron !as circunstancias específicas de cada encuesta que pe-
fecha de la fundación del pueblo; del número de sus primeros ocupantes; de su sitio; pnnupalmenre sobre las respuestas registradas y la an1plitud de las rericen-
de su estatuto y de su régimen político en la época prehispánica; del tributo; de nas y las censuras. Nada indíca que informantes oficialmente cristianos desde hacía
las "adoraciones, ritos y costumbres, buenas y 1nalas, que tenían"; de las formas unos 40 años hayan tratado de manera sister11dtica de guardar silencio en el terreno
de gobierno; de la guerra; de las modi:ficacíones del vestido, de la alimentación v de de la idolatría. Incluso al!í donde ciertas regíones del obispado de
la condición física; de la salubridad de la región, de las enfermedades que aún el. recuerdo reciente de campañas <le extirpación. algunos indios des-
estragos, de los ren1edios con que se combatían; de la geografía, de la fauna y de la cnb1eron el ongen de los y la naturale-za de sus prácticas, lo que, según
llora; de las minas y de las canteras; del comercio, ere La lista, como vernos, resulta los contextos, no excluye 1ntervcnc1ones 1nás o n1enos confirmadas. En cambio. es
asombrosa. Las respuestas, por lo general, lo son también. En otras palabras, los más difícil evaluar en qué medida uataron los indios de disimular Ja
encuestadores pedían números. fechas, hechos, comparaciones, interpretaciones, de los recursos y el r;úm.ero de hombres que ocultaba su comarca. Sabido es que !a
juicios de valor y señalamientos ohjctivos. Tarea considerable para la cual pocos carga fiscal d1recr.amente del número de !os tributarios declarados por
indios estaban preparados y que con1plicaban las circunstancias particulares que c:da Relaciones agregan un sesgo complementario que complica
instauraba !a encuesta. aun mas su anahs1s. Ocurre así que la.5 de Texcoco y de Tlaxcala fueron redactadas
Lejos de surgir en el seno de la coinunidad o del linaje, en el inarco de una en se· Pomar y ?v1uñoz·Carnargo, dos historiadores rnestizos muy en tenidos de lastra-
ñanza, de una f('stivídad, de un titigiu de sucesión o incluso de ritos clandestinos, d1c1ones locales. Pese al inn1cnso interés de sus obras, he preferido descartarlas
!as respuestas indígenas fueron así fruto de una coacción externa, perfectamente aquí en la medida en que el estudio de la aculnuación de las n1emorias <l
ajena al medio y al grupo. Convoc;1dos por el alcalde mayor, gobernadores indí- través de una reinterpretación mestÍza rnezclada con ambiciones historiográficas
genas de la co1narca, los principales y todos los ancianos de los pueblos que depen- Y políticas presenta escollos demasiado consíderables.·\
dían de su jurisdicción se hacían explicar el cuestionario antes de informarse sobre Sin pretender que se ha evitado el obstáculo de_l filtrado v de las interferencias,
todos los puntos requeridos con la misión de "confiar a su memoria" el mavor por el contrario quizás sea posible sacarles partido:';Ta! vez dos condiciones. L;t
número de respuestas posible y de presentar una declaración verídica que lo primera, seleccionar corno objeto de estudio las inflexiones. incluso las distorsiones
"esencial", es Jecir ''la \'trdad de lo que todos y cada uno de ellos supiese y alcan- que los indios imprímieron a sus declaraciones para a las exigencias es·
zase así por cxperiencía como por oídas".' La comunicación de la información por pañolas. en vez de panir tras la büsqueda sistemática de materiales prthtsp<in1·
consiguiente era objeto de una cclacción (a veces brura!), en la rr1edicla en que era cos. La segunda -correlatÍYa a la primera-, aceptar que la encucsra cspai'ioh no
inseparable Je los grupos que irnplicaba. Sus poseedores y sus portadores, como se reducía a un juego más o n1enos rorpe de preguntas y respuestas, sino que desa-
sus eslabones intermedios. pertenecían a estratos don1inanrcs de la sociedad rrollaba confrontaciones tan sutiles y subterráneas que escap;iban a !a gencr;i¡icL1d
indígena ello vohTren1os-· o de !a sociedad colonial. Así, por cncÍ!na del in·
0 /.·, :.-.;'.;./¡ ¡-n.1:t1
1 Pr•mar. Rcl1n6n ,le Tc:::;;uco. up. nt, Diego \1uñoz Camargo. Dncripoó.•1 .ú
l P,,¡;bclo Je Surt.i Er¡'.'.'.Jii,;. f;anus n dd P:c<:iJ y Tr,w,roc,o (comp. l. StgunJa snit (c:tado pc;E).
\ladrid. l'!U). \"!.p. U
;;u de T!.rxc.t.'d ., \1éx1u1. l;:\.'i\1, l0i\1 •
38 de 1
O
MEM OR\ AS POR ENC ARG
O
.\1[.\ElRJ:\S POR L",C1\RG da-
bié n en dis ting ulr ''lo ver
s rub ros , em peñ ánd ose tam
rnás o me nos a los mis mo
<leinanda de infü rma cio , el
prc) t:>.g onis tas. Y es que al rnísrno ticn 1po que una n dero de lo dud oso " ido de bas e par a des crib ir
Je !os ta imp oní a una con cep ció r con frec uen cia han serv
ind íge nas tesp ond ían ü no, l:i enc ues Las Relaciones geográfica imo nio s, o par a
ncs a la que !os é pod ía sign ific ar, por r de otros test
pn: ft(Í an los ind ios. ¿QL1 mex ican as, por no dísp one los ind ios de las
que quiz-i: no era !a pas ado de las soc led ade s a indica. que
ci_d nas . esa dob \c exig enc i 2 de ir a lo esenci,1/ y nar ios. Sin em bar go, nad
c¡uT ,P 1_0, par a u,nos inf?
rrna nrc s ind íge dar cue rpo a saberes lacu ner a en que los esp año les del siglo xv1
nto_ ! /Po día n los crireríos iera n su pas ado de la ma la
t-'tra.ui t.'ru trcn té ah cu;d se veían de pro Relaciones per cib
Je dcu r lo Por el con trar io, -rio ten dem os apr ehe nde rlo en
; p:u a col oni zad ore s\' ían con ceb irlo o, a fort ion·, en que nos otro s pre con ten ido s y
ndJ dÓ O ser los misn 1Cx_ L: la pod el análisis de los
cnu per cib ía lJ. rea lida d v med nte , fue rza es hac er a la par
nera en que cad a gru po Jctu atid ad. Por con sig uie íge na. Del vall e de
dep end ía Lodo de la mJ. gun tars e la pen i- mo ria ind
info rma ció n? lgu al cab e pre ión y de los aza res de la me -
de a per son a! -la et estu dio de la org ani zac , la trad ició n ora l par ece hab er des em
t:x:1l'r_Ítud_ de b. exp erie nci de Oax aca o a 1v1 icho acán
tnd1os a un datu surgido 0.iéxico a la reg ión ia en-
nt:nci.:<. qt;e con ¡_c aun l_u: one r lta atrás que sus cita ba
de en boc a. ¿i\'o equi\·al:ia a sup one r e imp pap el imp ort ant e en la vue te
;1--_
,º cran srn1 uda indi Yi- peñ ado por doq uie ra un vie jos - qui ene s la mayor par
t'S/J111eno día a ape !ar tan to a! ron los ancianos -lo s ant igu os
del de su CómunH.:acíón que ten cue sta esp año la. Fue lo.s prin cip a-
un·J Cl)n ccp c1o n ha' not abl es locales,
sido pin tad a o dic dirs e con los nob les y los ond er a las
rec1b;da, aun que hub iera e del tiem po par ece n con fun ella con qué resp
duo cor no a la trad ició n 1TI 0\·in1iento jun tab :t un enf oqu su me mo ria par a sacar de
ahí_ Con _un n1is mo les, qui ene s hur gar on en r
.\LL' _la· cncuest:l no parab;l en orra s pal abr as un oca sion es se aleg ó su desaparición par a explica
no1nía, reiteradas nte s atri bu-
a, dt la religión;-: de la eco aut orid ade s coloniales. En s del sab er. Las fue
de b sud eda d, de la pol íuc sus sup ues cos previos, sus lógicas ex- fus ión y las inc erti dum bre
co.n su pre fab rica do, la am nes ia, incluso b. con , ten ían
b zac ión inc ons cien te. Ob liga ba ava nza das : los de lxte pej í, al nor este de Oax aca
evtd enc tas lTludas. su org aru yen a eso s anc ian os eda des apr oxi mac ión .
pi ª' i_r.0 e _Lrr:p 5us go- n de erro r o la
pas ado s por el tan lÍz de cate o imp ort a aqu l el ma rge enc ues ta. (1579-
1nd íge na\ a e.ntregar dat os lo dem ás, la dili - ent re 75 y 90 años. Poc épo ca de la
' Por los anc ian os, qui ene s en la
ri:u nen re eran !as s espa- Rec ord emo s más bie n que Con qui sta. esp año b. (15 19) y
. 4:,ouac1ones que no nec esa en q.ue los enc ues tad ore s, hab ían nacido antes de la
soio sen tido en la me did a 1582), lleg aba n a los 80 año tod a in-
genua_ no ope rab a en un slno· áni co exe nto aún de
sólo a trad uci r en el sen rido lite ral del térm ino , tan to se hab ían for ma do en un me dio pre hisp bad o,
ve_ían obl iga dos no erd ad. lo ese n- por s de un mu ndo aca
dec irY ase de los últi mo s testigo
ios a(c edí an a décirles .•A.. ació n flue nci a occ ide nta l. Tra táb bié n de las técnicas que ase-
a inte rpr eta r lo que !os ind rma nte s. Sí bie n la situ rma ció n pre cio sa sino tam
sobre las espaldas de !os info o, !a ta dores no sólo de una info de la
ual de la cm pn.·sa recata s mon1c nto s del con tact a trat ado del apr end iza je
se ren1ontab1 a los prín1ero su tran smi sió n, as\ se hay ied ade s ind í-
no era nueva dad ü que gur aba n su con serv ació n y aba n las soc
a con tod as las ant erio res, pue s !a dem and a espa- n ora l, de la rem em ora ció n -ta l com o la pra ctic ión hay a
de 1 S contr:LSrab trad ició su ext inc
y enc iclo péd ico dad o que ...<;", Es com pre nsíb lc que
nun ca c0b rad o un giro tan sist emá tico o del exa me n de las "pintura med ios de
nol a tal ine nte tod os los car npo s del como tam bié n los
Esp aña y abo rda ba pric tica ctar la me mo ria del gru po
se exte nd1 a a tod a Nuc Ya gión a pod ido al mis mo tiem po afe
ón a !a hist oria , de ia reli
s,tber, de !a a b eco non üa, de la pob laci inv irad os a des- conservarla y de lida d estr ech ame nte vincu-
ind íge nas era n ta qué gra do estaba la ora
prim era tod os !os pue blo s Por otra par te, es sab ido has ión suti l dep end ia la
i::i_alnnentac1on Pur vez es ació n de las ''pi ntu ras '' y cóm o de su acc
len gua je de los dom ina dor lad a a la obs erv sult a de las "pi ntu ras " a
cribirse va hacer!n en e\ era apreciar la aut ent icid ad grid ad de la info rma ció n. La con
áng ulo el asu nto ya no -o no sól o- con serv ació n de la inte sio-
Vis to des de este .- ind ios inte rrog ado s. En oca
escrutar el efe cto de las rela un mo do exp lici to por los ura r su exis -
0 los test imo niu s ind íge nas , a. niv eles rná s veces fue me nci ona da de s per mit en aug
e\ (;lt5ctcr inc on1 p!tr o de Cor ona ...Alc anz la den sid ad de los test imo nio
de ins fun cio nar ios Je la r- nes, sólo la nat ura lez a y ació n ma teri al del obj eto
c.1ones de fue rza o el celo ord ena ron esas info
C<.Jnceptuales que imp lica ba no sólo la conserv
CorH.icrnc :i las mattiLTS tiem po y la ten cia, Exi sten cia ésta que rpre tarl o. Y, nos atreveríai11os a agregar,
alte rarlas. La per ctp ció n del serv ada de inte os
iero n sino tam bié n la fac ulta d con base en doc um ent os ant igu
la ma ner a :n que pud os, dos de los rerrcoos en de ela bor arlo de nue vo con
ado fue- ron, com o ya lo sos pec ham de rep rod uci rlo e inc luso liza ció n de los
reia uoo con el p:ls íe- fechas de rea
b1s 1T1crnorias ind íge nas hub tes, com o lo sug iere n las
enc ues tad ore s esp año les, 15 79 v 158 2 de 1 e info rma cio nes más rec ien un bue n núm ero de Relaciones. La
que . presl{'.nadas por ios ieron enr re aví a aco mp aña n
l y ver dad ero ". :\sí lo hic del Pac í- ma pas ind íge nas que tod uno de aqueUos pin tore s,
ron de deu r '·lo más esencia .\léxico a las luso nos da ei nom bre de
ias de Oax aca , del go\fo de Relación de Mexicalzingo inc 9.
valle d_e 1-1éxico a las 1nontaf me mo rias hab ían res pon did o el ma pa del pue blo en 157
s af1os ant es ( l ') 7 S ), otra s en el cor reg ido r encargó
fico_ Co1no en Esp aña uno Do min go Bon ifac io, a qui
5 PNE, lV, p. 11
39 de 162
l\.·1EMORIAS POR E'.\<C;\RGO 83
82 MEMORL\S POR E'.'<CARGO
fundación, la su bis,
Cuando aún existían, aquellas "pintur as" fijaban el recuerdo de la pueblos que se remonta ran a sus orígenes, que dieran el afio, que evoc;uan
de las fiestas, hasta !a Conquis ta español a y, sobre todo, que confron rar 3 n
sucesíón de los caciques, !a toponim ia, los cómputos de! ríempo y toria política y nülitar
consulta ron los infor- dad'' con el
a la manera de la Tira de Tepechpan que probabl emente bajo numerosos aspectos el pasado de la' 'infidel idad'' o de la ''gentili
, eran "la memoria de una historia en
marnes de este pueblo. Ellas "enseña ban las cosas de antaño" presente cristíano de la Colonia. Sometidos al lecho de Procusto
en cuanto a los mapas - episodios
de los venideros". Resulta imposible establt?c er -salvo esencía lineal, los informantes fueron conducidos a sacar de su pasado
ión tradicion al o si ya los había que favorecí a las indicaci ones de fecha,
en qué rnedida estos docume ntos eran de concepc conformes con los criteríos de una encuesta
glosa en caractere s latinos, lo que probabl emente ocurría con frecuen· de identida d y de cantidad
invadido la ejemplo !os
en escritura Es cierto que los antiguos nahuas y sin duda otros grupos -por
cía en aquellos fines del siglo. ¿Disponían ya los informantes de textos singular es cuando les era
, en forma de anales? Es difícil inix:tec as- conocían y practícaban el registro de los hechos
latina que consignaran la historia local, por ejemplo y !a justifica ción de los derecho s
se sabe es que en Tepeaca , !vfexical zingo o Huichap an menester marcar de n1anera irrecusable el origen
descubrirlo. Lo más que territori o o ta distribu ción de !os
esos registros . Cierto es que si el altiplar1 0 nahua (e adquiridos o conquistados, la delimita cíón de un
había indios que llevaban
docume ntos son más caípul/i en un terreno. esta aprehensión lineal de los acontecimientos at parecer
incluso otomí) es rico en documentos de esta especie, esos por aliinentar
fuere, las estuvo subordi nada al retorno de los ciclos, puesto qve termina ba
raros en 1-1ichoacán y casi inexistentes en la regíón de Oaxaca.(' Sea como mejor llamaría inos ''mito'' . El
en este capítulo , limitánd ose a revelar la con sus materiales to que a falta de un nombre
Relaciones siguieron siendo muy discretas ndido en !a medida en que
los goberna dores indígena s, más irregular acontecimíento era catalogado, interiori zado y compre
difusión de la finna, sistemática entre
y a mencion ar matriz preestab lecida, dentro de esquem as preexist entes.
entre los principales y los alcaldes que sirvieron de informa ntes·, podía insertarse en una
la imprevi sible llegada de Cortés con el regreso esperado del
escuelas y a indios que sabían leer y escribir. La asimilación de
ron te. El cómput o de
En aquel siglo xv1 que expiraba, los apoyos de la memoria indígena enfrenta dios Quetzalcóatl nos ofrece un ejemplo notable mente elocuen
lvfuerte de los ejercía pues una indudab le
los ataques conjuntos de la muerte en masa y de la descultu ración. los ciclos (del día, de la trecena, del ines y de los años)
s'', pérdida de que ya hemos entrevist o líneas arriba.
informantes que habían memorizado las ''palabra s de los anciano primacía dentro de una percepción del tíempo
ción en fin del cual,
las técnicas de lectura y de elaborac ión de las "pintur as". desapari Culmin aba en el xi.uhvzolpil/i, es decir el periodo de 52 años al térnüno
os por los nombre s de años (que resultab an de la combina ción de
de aquellos documentos extraviados, confiscados por los religiosos, destruid habiendo recorrido todos
Pero la situa· s y de cuatro signos), se creía que el universo podía tocar a su fin. Como
los propios indios u olvidados a medida que se hacían indescifrables. 13 número
desarrol lado poco el arlos, todo
ción era aún más crítica cuando !as culturas locales habían aquellos ciclos de 52 años se sucedían sin recibir nombre s para identific
la ro.breza y la es. europea resultab a extrema dament e difícil,"
lenguaje pictográfico y es probabl e que a esta desvent aja se deba punto de referencia cronológico a la
décadas a rnodific aba el sentido , las modalíd adcs y la
casez de las memorias de Iv1ichoacán. Así se hablan reunido en las úlnmas En cambio , la encuesta español
de memori as profun. la rememo ración indígen a. El sentido , porque aquella encuesta no
del siglo las condiciones dificiles y precarias del surgimiento sustancia de
porque instaura ba
dament e distintas de lo que habían sido, se interesaba por una exégesis de ese orden. Las modalídades,
a la pasado del todo inhabitu al y
¿Podían confundirse las múltiples ''historias'' recabadas de 1v1ichoacán una situación de escucha, de actualización del
dinámic a de los acontecr· de una
de Oaxaca con una visión indígen a del pasado y de la cía. La sustancia, porque situaba al acontecimiento como hito singular
por el escriban o es- a un desenlac e colonial y cristiano . Para respond er a ella,
mientas? No cabe duda de que, aunque consígna do torpeme nte trayectoria que conducía
indios as hubiero n de esbozar un'!r-xer dadera constnJc ción históri-
pañol, se haya tratado de relatos indígenas. lvfas el cuestionario inYitaba los informa ntes indígen
nva burda. ca declinando un pasado y una húton"a (más o en favor de la n1anera en que
a evocar su pasado de una manera fragmentaria y desde una perspec indígena
cíclicas que sin embargo aún se halla. los entendí an los representantes de la Corona. Partiend o de una fecha
mente linea!, sin preocuparse por referencias descubr ir una equivale ncia con
es europea s del siglo X""\l. Los informa ntes incluso -que no lo era para los europe os- les fue preciso
ban muy presentes en las sociedad un punto de partida desde e! cual se
e obligado s a ello si deseaba n ofrecer element os de res- el calendario cristiano. En este caso, decidir
se hallaban intelect ualment años separab an la
les, para interlocu tores que deseo· contarían los años transcur ridos v señalar cuántos ciclos de 52
puesta satisfactorios, por lo cual entiendo inteligib ,
exigía de los de los informantes, Ocurrió así que en Tepeaca
nacían los arcanos de los pensamientos indígenas. El cuestionario fecha de la "pintur a" del
mente dos fecha$ de fundaci ón.' La pri·
al sureste de Puebla, se presentaron sucesiva
uacán), 79 (Chi(oloap;i.n): IV, p. 2_2
6 Mención de: pinturas: P!'."E. Vl. pp. -í l {Coatcpec ), 6'\ (Chim;;.!h
y Glass, ";\. C_e:nsus ofM1d(1le Amen-
ih:ttpejí). 70 (Tihnwng 0); V, pp. 70-73 (Pet!aking u): 7
· Lópe:z :\ustin (1973). pp. "'.'9-106
uu1 Prose Manuscrip ts ", ¡.¡,\LA,L Yo!. 15 (1975), pp. ;A4, 3J7, 325-326; G!b50n, "A SurYcy.
8 P."-:E, V. p, 13
1hid .. p. 314.
40 de 1
l\!EMORL'i.S POR ENCARGO MEMORl:\S POR E>;CARGO
rnera, tornada con toda probabilidad de una "pintura", estaba de acuerdo con muchas genealogías e historias dinásticas dividían lapsos de tiempo que tenían cada
e! \'lejo calendario: Ce-1&cp(ft/, 1 Sílex. Hecha de un número y un nombre, no cual su coherencia, su duración y su sustancia propias. Es probable que la unicidad
nermicfa ninguna localización cronológica, cuando n1ucho daba la indicación de v la universalidad de la fijación de fecha crístiana hayan desconcertado a las pobla-
posición en un ciclo de 52 años y de una serie de 13 números y de cuatro nom- tanto más cuanto que eran inn1ediatarnente perceptibles.
bres de año. Por consiguiente, carecía de pertinencía a ojos de los españoles. La El tiempo que había transcurrido entre la fecha de fundación y el año de la
segunda fecha tomó la forma de una cuenta hacia atrás: "l·Ia que se fundó esta encuesta también se aprehendía desde una perspectiva colonial en la medida en
ciudad trescientos y trece años." l' esta cuenta que partía del año de la encues- que se concebía como una sucesión de periodos. Para los y el
ta {1580) pí.'.rmitía 1nedir un periodo, aunque no se llegara nunca a la forma de rio, la Conquista y sobre todo la cristianización debían constnurr la ruptura pnnci-
fijación de fecha a! parecer absoluta y universal que nos es conocida. La reflexión pal en torno a la cual se ordenarían el pasado próximo y el pasado lejano. Todo
india recorría por tanro una parte del camino que la separaba de una cronología inducía implícita \' explícitamente a los informantes a pensar su pasado de acuerdo
occidental sin llegar a producir UJilil fecha cristiana, pues el curso de tiempo indica- con esa que adoptaba también la forma de una dicotomía -evidente,
do -313 años para Tepeaca- sólo podla tener sentido respecto al momento pre- banal para los y para nosouos- entre el antes y el ahora.- De es_e
ciso del desarrollo de la encuesta. El procedimiento fue el mismo en Chimalhuacán modo aquellos indios fueron llevados a interrogarse sobre las ali-
Ateneo (320 años), Coatepec ( 415), entre los otomíes (de Tornacuxtla: 160 años; de mentarias, de vestido y sanitarias que habrían acompañado la colon1zac1ón Y, de
Hueipoxtla: 360 años o de Tezcatepcc: 300 años), entre los nahuas y los totonacas tal suerte, a hacer balances que se apoyaban en una oposición potencial entre el
<lcJonorla, algunos de los cuales se hundían mucho más lejos aún en el pasado. Una tiempo de la "gentilidad" y la sociedad posterior a la Conquista. Como si por su
información de lxtepejí describió excepcionalrnenre este procedimiento: ''Podrá propío peso se impusiera que había tenido lugar una ruptura esencial e imborrable.
haber nueve o diez edades o tiernpos, contando por edad ciento y más años, por Aún faltaba que los indios ton1aran el camino que los españoles les abrían de
rnanera que puede haber nuevccientos años poco más o menos salieron tres seño- manera más 0 menos implícita. como de costumbre, las reacciones indígenas
res del pueblo de Yoloxonecuila. , "En consecuencia, el cálculo del nú1nero de resultaron sorprendentemente diversas y complejas . .t\lgunos se as_ieron a la percha
edades -aquí probablen-1entc de 104 años que corresponderían a dos ciclos indí- que se les tendía por simple comodidad. En efecto era cómodo arrojar a un pasado
genas de 52 años- era lo que perrriítía remontarse en el tiempo y fijar la fecha ya lejano, de 50 años atrás, todo lo que podía vincularse con la .idolatría, los
de fundación, '1 ''ritos y ceremonias que practicaban y hacían antiguamente en tiempos de la infi-
l)e lo anterior se desprende que nahuas, totonacas o zapotecas y otros grupos delidad'', lo que permitía escamotear a la vez el tema harto espinoso de la conser-
n1ás se hallaban en perfecta posibilidad de tender un puente entre su cómputo del vación del paganismo. Al tiempo bien terminado de los ídolos sucedía el presente
tiempo y el de los españoles, y de efectuar lo que era a la vez una conversión y una sin tacha de la cristianización, como si de manera enteramente involuntaria la
modificación profunda de la aprehensíón del tiempo y de la fecha de un aconteci- formulacíón de la pregunta española centrada en la época antigua y la prudenci_a
1niento. Pues si es evidente que ambos sistemas no eran írreductibles, no por ello de los informantes convergieran para oponer los dos periodos. ¿Equivalía a decu
dejaban de expresar preocupaciones radicalmente distintas, poniendo uno el acento que los indios adoptaron tal cual la articulación cronológica basada en la Conquista
en la 1nedición, la localización cronológica, rnientras que el otro favorecía !a calidad, española y que concedieron a este episodio una crucial? De bas-
la naturaleza del n1ornento, ''Ce-I'ecpatl, l Sílex'' no remitía a un siglo pasado, a tante paradójica, sobre ese capírulo sus respuestas fueron vagas y alusivas. A este
un lapso temporal singular, sino a un tipo <le año, a una gama de influencias reci- respecto el testímonio de Tarnazula que evocaba la irrupción de ''otro rnundo''
bidas o a otros años de nombre sírnilar. Y la puesta en Ixtepejí de dos ciclos de 52 hace las veces de excepción. También es cieno que no se invitaba a los indios a
años uno detrás del ouo para dar casi uno de nuestros siglos no podría hacernos expresar su sentir sobre la Conquista sino sólo a dar el nombre del español que
olvidar que estas dos unidades ciclo de 52 años y el siglo- emanaban de había descubierto o sometido la con1a.rca. Cuando se mencionó la Conquista, por lo
ce-pros de! tiempo profundamente disín1bolos. Sin contar con que los dos mundos con1ún se hizo mediante el rodeo de una cronología ("en cuyo tiempo llegaron
se oponían en un registro complementario: mientras que el calendario cristiano era los españoles a conquistar esta tierra ... "), mientras que la evangelización sólo apa-
único y tenía aspiraciones de universalidad, los cómputos indígenas eran múl- reció de vez en cuando en ocasión del bautizo de un cacique. No por ello es menos
tiples, variando su punto de partida y el año inicia! del ciclo de 52 años según los cierto que los informantes difícilmente se detuvieron en estos acontecimientos, en
grupos y los señoríos. En lugar de seguir el flujo de una cronología uniformada, tanto que sí !o hicieron en torno a otros puntos sin que, por otra parte. los
Jes lo hubiesen solicitado, Sin duda foe que, sí bien la Conquista española instan·
,, 1':..:E, V!. pp. 6C 42. 24, 26. 32: V, pp_ 131, U9; IV, p. 14. raba un corre innegable, no era excluyente de rupturas más antiguas igualmente
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\.1EMORIAS PORE::\Cii.RGO 87
ME}.{QRlAS POR ENCA RGO
86
las autorídades españo!as. fue e!
vas, pues los indios no dejaron de categorías que respondían a los criterios de
brutales y percibidas tal vez como igual de decisi monias y los ritos" , erigidos en
o secue ncias del todo ajenas a1 esque ma caso, entre otros, de las preguntas sobre las "cere
de introducir en la relación de su pasad es sociales, políticas v econóniicas.
por los españ oles. En vez de limitarse a distribuir terreno específico, mutilados de sus prolongacion
diacrónico y binario postu lado s atribu idas a ínicíativa.-=;· 1.nal'v/dui/lcs.
uista, los informantes de algunos Así ocurría tamb ién con aquellas fundacione
su pasado entre un antes y un después de la Conq deríva?an_de esquemas o repetí an episodios arquerípícos.
lejanas y perfectamente en su memoria materiales que
pueblos se mostraron capaces de evocar etapas tal los 1nd1os a
das de las que Jos españ oles no podía n tener la menor idea. Al hacerlo esbozaban, costa de las configuraciones
compuesta de un encadenamiento entrar en las casillas del cucsu onano español, a
libre de toda envoltura cíclica, una historia lineal ong1nales que les sentido. Agreguemos sín embargo que, lejos de
autóc tono (zapoteco. mixteco) criba.">. para
de periodos más o meno s contrastados: el origen perman_eTer cienos informantes supíeron desviar y explotar es25
funda ción del puebl o, la sucesíón de los caciques; ados a hacer ol-vida r la actuali-
o la migración lejana (nahu a); la hacer h1ncap1é en pasados lejanos, sin ídolo, destin
culturales en el sentido n1ás lato que si bien impus o a !as memorias
las campañas y las invasiones; las transformaciones dad de un embarazoso paganismo. Vale decir
a la manera en que los diferentes empo brece dores , la encue sta espa-
del término. Los periodos se sucedían un poco indígenas acrobacías y ejercicios con frecuencia
d, invad ía los mapas indígenas en aquel
planos del paisaje, la tridlmensionalida ñola no las paralizó ni las asfixió .
la profu ndida d histórica acompañara la reciente era portador de una
fin de siglo, como si la difusión de La dificultad provino de otra parte. El pa.."iado más
o. Esto, desde luego , en el mejor de los casos. efecto múltiple de las invasiones
ción de la profu ndida d de camp iupru ra profu nda cuya intens idad rebasaba el
r este esfuerzo de presentación española. Una ruptu ra vivida por
Operaciones bastante complejas parecen anima de la Tríple .t\lianza o incluso de la Conq uísta
o implícito de esquemas prehispá- e daban pábulo a las matrices
del pasado. Por principio de cuentas está el recurs doqui era cuyas proporciones inauditas difícilment
el tema de la migración originaria de las conquistas que se habían
nicos fundamentales: pienso, por ejemplo, en recurrentes de una historia cíclica, a diferencia
el "Luga r de las Siete Cuevas", comú n da del marqués [Cortés]'', esta
salida de Chicomoztoc, el antro primordial, 11 sucedido en suelo mexicano. que la "llega
10 en el del origen telúrico de Oa.xaca, en el relato
a numerosos testimonios nahuas, dimie nto, la interp retací ón y la comparación. trans-
puebl o de un anima l prodig ioso, futura divinidad catástrofe que desafiaba el enten
sobre el encuentro en el sitio del o en una era aterradora y sin pro-
ltura o en la llegad a a formas mitió a los indios la sensación de haber entrad
protectora, o incluso en la introducción de la agricu n vivido. En su simplicídad, b.s
proce dimie ntos nacid os, al pare- porción comú n con lo que hasta entonces había
rituales complejas. Mas con ello se mezclan otros razón : de una población de quizás
ñda españ ola y que puede n haber conju- estimaciones modernas sólo aciertan a darles la
cer, de la necesidad de plegarse a la dema n los invest igado res de Berkeley), el centro de
íva a inform ar, la depur ación de los datos . la 25.2 millones de habit antes (segú
gado, en grados diversos, la negar nes, luego a 6.3 en 1548, antes
y el levantarnie nro de las censu ras México había descendido en 1532 a 16.8 millo
manipulación política e ideológica de los hechos - el país ya sólo contaba con 1.9
polí quisq uillos a o los ernisa de alcanzar los 2.6 millones en 1568. En 1585,
ejercidas antañ o por un vecino poderoso, una metró esríaje todav ía estaha lejos de alcanzarse.
ntos fuero n consc íentes y calcul ados. millones de indígenas y, sin embargo, el
rios de la Triple Alianza. Estos procedimíe as de la elabo ración de las Relaciones. las pobla-
tables. Reunidos en torno al al- Hecho aún más crucíal, en vísper
Pero ocultan otros aún, más difícilmente detec epide mía de cocoliztli, la más
retes o encargados de transmi- ciones indígenas había n sido diezmadas por una
calde mayor o al corregidor, interrogados por intérp ulan todavía su naturaleza exacta.
los inform antes en cierto modo monífera del siglo, cuyos inúltiples sintomas disim
tir a sus comunidades las demandas españolas, ados a las enfermedades intro·
de ella hechos abstraídos de su Aunadas a la ausencia de sistemas de defensa adapt
fueron obligados a hurgar en su memoria y a sacar cione s d$tvid a explican esa inverosín1í!
secue ncias preestablecidas y recurren- <lucidas por los europeos, sus nuevas condi ••
contexto cíclico, retirados de su inserción en hecatombe , 1"
ecimi entos singu lares. A este respecto las Rela- ría de las veces la muerte epidé-
tes, convertidos, reducidos en acont .De acuerdo con los testímonios indígenas, la mayo
io. Por lo demás, ¿có1no habrían Sin embargo, las poblaciones
ciones de mane ra muy evidente guard an silenc fue sentid a como un fenómeno sin precedente.
escapaba plena mente a unos es- mias, aunqu e su recuerdo se había
podid o registrar un proceso de poda que se les indias había n conocido los estragos de las epide
r el pasado y pensar la historia el caráct er gener alizad o y !a frecuencia cercao;i
pañoles incapaces de concebir que se pudie ra evoca borrado y tal vez no habían revestido
emple aban? Esta descontextualización de la
de un modo distinto del que ellos uista española. A.11te males nueves
Dte indisociable de la readopción de las que habían acompafiado y seguido la Conq
información fue correlativa e incluso perfe:.:r':rDf:'.
12 ! 531 · iülO. Btrktle y v Luó
Borah r Cook ( y The h1dr,¡n Pt/iuú :ion of Ce11tral M<'xHo.
López J\us1ín (1973 ), pp sohrc ia hnro 0 J tic /aJ tp1.:'cm i.i1 o; Yéx:'to ,
10 Chris¡Ían DuYcrgcr. L 'Ongin e de.1 AztZiru es, Paris, Éd. du Scuil, 1983; y Elsa Ma!vid o. Ensayo
Angde s. 1960; Enriqu e Fhrnc1 no
".>6. 80 y /1JJJún !. \lfxico , Seguro Social. 1982.
11 P>.t:, JV, pp. 7 3, 78.
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MEMORIAS POR ENCARGO
S8 MEMORt/\S POR ENCARGO
o recrudecidos viruela, el sarampión, la fiebre tifoidea-, los testimonios sólo tes indígena.s intentaron responder a la última pregunta relacionando todos los
pudieron denunciar la impotencia de los curanderos -cuando la 1nuerte los per- tema.s anteriores y confiriendo a la partícula de coordinación ''y'' un valor que
y de la vieja farrnacopea: "A las cámaras han tomado muchas yerbas y probablemente no poseía.
que no han hallado provecho para ellas", "no es poderosa ningún género de me- No siempre ocurrió así, prueba ésta, si acaso, de que debemos más a la reflexión
dicina de yerba ni purga a librarse del dichoso riesgo tan arrebatado". 1' indígena que al texto de la pregunta, la instauración de un nexo entre la mortalidad
La conciencia de la envergadura de la catástrofe asoma en las relacíones que y la de los tipos de vida. En diversos lugares la ignorancia y desconcier-
hicieron los infonnantes y entregaron a los españoles. Los indios de Chimalhuacán to se impusieron a todo ensayo de interpretación. En la amnésica Ch1conautla, al
Ateneo confesaron haber pasado de 8 000 a casi nada, los de Coatepec Chales de norte de México, los naturales "se dejan morir como bestias sin hacer remedio''.
l O 000 guerreros a 700 tributarías y 400 niños en su mayoría huérfanos; Cuzcatlán, En Tepexpan, no lejos de Teotihuacán, ''poco antes de la venida [de Cortés], que
en los confines de los obispad()S de Puebla y Oaxaca, se derrumbó de 40 000 a 900 sería un año, les dio una enfermedad por todo el cuerpo como viruelas de que mu-
tributarios; Xalapa, en e! acri-aal estado de Veracruz, de 30 000 a 639 tributarios. rieron muchos de ellos y después nunca acá les han faltado enfermedades y no entien-
El pueb!o mixteco de tvi.itlantongo había perdido las tres cuartas partes de su po- den la causa por qué''. La misma respuesta hubo en Totolapan, en el actual estado
blación en las epidemias y la provincia de la Chinantla sólo contaba con 1 000 de Morelos; entre los nahuas y los tepehuas de Huejutla, en la Huasteca; entre los
tributarios cuando antes de la Conquista pretendía haber alineado 100 000 guerre- mazatecas de Ixcapuzalco, en Guerrero, en Michoacán o incluso entre los chontales
ros. Cualquiera que haya sido el margen de aproximación, de pánico y en ocasiones de Toltepec. Otros indios parecieron refugiarse en una visión idealizada de un pa-
de cálculo que las desvirtúe, estas cifras nos revelan en su simplicidad la mirada de sado sin 1nales en Tezcatepec o en Teloloapan, también en Guerrero. Los indios de
una población que estaba asistiendo a su propia desaparición. La observación se Oaxaca dieron respuestas análogas. Por más que los zapoteca.s de lxtepejí tenían
hace en todas partes: ''antes había mucha gente", "la comarca por el contrario conciencia de una considerable disminución de la longevidad y de haber vivido
rebosaba de gente". i\ntaño, según los nahuas de Coatepec, los indios vivían hasta más sanos, "con todos los trabajos que padecían", confesaron que no comprendían
edad avanzada, hasta "ochenta, noventa, y ciento y ciento y diez, y ciento y vein- nada de lo que los afectaba. La misma incapacidad había entre los indios de
1
te años, y otros más tiempo", "había pocas pestilencias", en tanto que desde 40 del Valle, entre los mixteca.s de Tilantongo o de Nochixtlán, de Acatl:ín o de Chila. s
años atrás proliferaban enfermedades y pestes ''que no habla en aquellos tiempos'', Sobreponiéndose a su desconcierto, otros informantes trataron de aportar res-
diezmando a los pueblos. En Coatepec, en Chimalhuacán Ateneo, en Chicualoa- puesta.s retomando las preguntas que antecedían a la que trataba de la salud. Estas
pao, en Tepoztlán se hacía el inventario mórbido de aquellas "mil especies de respuestas se hallan lejos de ser uniformes. Cada cual a su manera, revela el
males": el sarampión o 11tatlalyagua, "el punto de lado", el cocoliztli, la fiebre esfuerzo de una sociedad que trata de explicar lo inaudito, de pensar lo singular.
tifoidea o matlaltotonque, el entumecimiento, las paperas, las hemorroides, la ví- Ciertos enfoques parecen desembocar en la línea de una explicación tradicional.
rue!a; los flujos de sangre. En Coatepec se recuerda que es la muerte de las personas jóvenes en aquello que
Pero el cuestionario también pedía a los indios interpretar el fenómeno y explicar podía tener de excepcional lo que antaño exigía ser interpretado, "lo tenían por
las modificaciones que afectaban su condición física. Ahora bien, esta interrogación agüero y ponían entre ellos admiración y decían que debían de haber hecho algún
pecado pues morían mozos". En otras palabras, era atribuir las pre-
cerraba una larga pregunta que trataba de las formas de gobierno, las prácticas
matura.s a la violación de algo prohibido que podemos suponer de orden ruual y
guerreras, alimentarias, de vestido y sus transformaciones: "¿Cómo se goberna-
sexuaL La observación de los informantes nahuas de Coatepec es repetida por
ban y con quién traían guerra y cómo peleaban y el hábito y traje que traían, y el
que ahora traen y los rnantenimientos que de antes usaban y ahora usan, y si han los de San Juan Tututla, cerca de Tetela, en la sierra de Puebla. En ambos casos la
vivido más o menos sanos antiguamente que ahora y la causa que de ello se muerte golpeaba al individuo que era un tetzahuitl, una criatura de que ema-
'diere?'' Tal como se planteaba, la pregunta no necesariamente implicaba articula- naban fuerzas nocivas y que inspiraba temor, inquietud y escándalo. S1 se recorre
ción o relación de causa efecto entre la primera parte (el gobierno, la guerra, el la continuación de la respuesta de Coatepec, se encuentra en ella una apología del
vestido, la alimemacíón) y la segunda (la salud). Por el contrario, parece contentarse antiguo orden que excluía la ociosidad y limitaba el consumo de al.cohol, y, como la
con yuxtaponer temas sin nexo entre sí (lo político y el vestido, por ejemplo). Mas intuición de la vida, una ruptura generalizada de las norrr1as tra<l1oonales, stn que
por un extraño fenómeno de deslizamiento y de colisión, numerosos informan+
15 PNE, Vl, pp. 175, 23), 10, 189, 97; Relaciones geogriificas de la diócesis de Aíichoacán,)osé
u P?\E, Vl, pp 24.J, 125, 246, 258·259; IV, p. 240. na Núfiez, comp .. Guadalajara, 1958, l, pp. 12, 33; PNE. VI, pp. 150, 33, 147; !V, pp. 19, 106, /),
¡.¡ P;..;E, V!. pp, 67, 46; V, pp 49, 100; IV, pp. 80, 59; VI, pp. 278, 57, 245, 315. 208; V, pp. 61, 67
43 de 162
MEMORI:\S POR ENCAR GO 91
90 ML\lOR lAS POR ENCAR GO
: \'l. pp. 224, 229. 217. 2-\4, ')l. l 02. 11 l. 17 P'.'.:E, VI, pp. 84, )7, 227, 2',H. 259; IV, pp. 117-118
16 VJ, pp. ')"7. 84, 13). 91 , l l '). 129, 7 G; V, p. 171
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MEMORIAS POR ENCARGO POR E0:CARGO 93
dín1ensión más profunda, en cíerto rnodo más sociológica, denunciando el aban- las agotadoras faenas (más trabajo) y de manera un poco más velada la monogamia
dono de las reglas sociales y de las represiones rigurosas que regían -aunque sin cristiana. Zumpango incriminó el peso de la explotación colonial y Ta.xco se quejó
prohibir- el consumo prehispánico del alcohol, así fuesen prohibiciones tempo- de las deportaciones de mano de obra indígena. Lo mismo ocurrió en Tepeaca y en
r:dts (!as fiestas) o proscripciones vínculadas a una categoría social o a un grupo de Tere!a en la sierra de Puebla, donde la tomaron en particular con el encomendero
edad. Se observaban normas - ; 'la ley que existía entre ellos'' - y se castigaba a Pedro de EscobaL Los zapotecas de Tehuantepec denunciaron la "congregación'',
quienes las infringían, ejecutándolos si era preciso. Otros terrenos experimentaron en otras palabras el rcagruparnicnto forzado de las poblaciones en la cabecera de
igual puesta en duda: e! consu1no alimentario que en la Colonia dejó de señalar distrito. En Epazoyucan y en Zempoata, se consideró que los "servicios personales",
Jisúnciones de jerarqu1a y estatuto, o índuso las práctica.<; matrimoniales que esca- el porreo de los ta1nemes, el trabajo de las minas y la mala alimentación habían
paban cada vez más a las prescripcíones tradicionales. io Con frecuencia fue pues elevado la mortalidad. E incluso en Yuriria, f..1ichoacán, la construcción del mo-
-las Relaciones de Oaxaca lo corroboran- 19 la desaparición de una tensión contÍ· nasterio agustino. Al hilo de estos testimonios el término trabajo al parecer fue
nua, de una regulación obligatoria, lo que parecía preocupar a los ínformantes, tomado esta vez en su acepción occidental y colonial de tarea agotadora y no, como
como si de ella procedieran las calamidades que los golpeaban una y otra vez. en Coatepec, de actividad reglamentada e importante. Por lo demás, en ocasiones
La explicación de la mortalidad n1ediante el derrun1be de las normas constituía se adivina la presencia benévola de un corregidor o de un religioso que compartía
un enfoque particularmente original, aun cuando el pensamiento nahua establecía bastante las dolencias de los indios para unir a ellos su voz. En la región de Oaxaca
ya relaciones entre la armonía cósnüca, social y el estado de equilibrio garantizado !os mixtecas y los zapotecas de Guajolotitlán, recordaron también que en tiempos de
por la salud física. El enfoque era nuevo en la medida en que, obligado a expulsar 1íotecuhzoma el tributo era rnás ligero y que en aquel entonces estaban exentos
las alusiones a la "idolatría" prehispánica, se encerraba en el rerreno de la vida de servicios personales. Según los pueblos, la denuncia de la explotación podía
socia! y material y se apoyaba en una reconstrucción estereotipada y con frecuencia adoptar un giro virulento o limitarse a algunas instantáneas con el rodeo de una
incluso idealizada del antiguo modo de vida: la norma habría reinado aquí por frase, como la evocación de aquellos chinantecos muertos cuando extraían oro de sus
entero, quedando sometida a ella la totalidad de las actividades del individuo. ríos o a raíz de su deportación a tierras frías. 21 Pero donde algunos indios nahuas se
Er<t ésa una reconstrucción, una extrapolación que evitaba meticulosamente tocar atrevieron a atacar de frente la cristianización, fue en la diezmada costa del Pací-
el capítulo de los ritos y de las creencia.) tanto como poner en tela de juicio el régi- fico: "Los apartaron de sus dioses que les solían decir lo que habían de hacer para
men coloníal. Sin embargo, algunas comunidades no se dieron por satisfechas con sanar cuando caían enfermos y, como después que vinieron los cristianos se per-
este análisis (¡que yo casi me vería tentado a calificar de prepositivista!) y se arries- dieron sus dioses, luego comenzaron a morirse. . "Por su parte, los zapotecas de
garon por brechas más conformistas o en ocasiones más peligrosas. Ocelotepec habían pasado a la acción reanudando en 15 77, tras una epidemia que
Se imponía una interpretación más simple que asombra leer con tan escasa fre- causó 1 200 víctima.<;, sus antiguos sacrificios para que sus dioses pusieran término
cuencia. A los .informantes les bastaba reton1ar el discurso eclesiástico que hacía de a la enfermedad. 22 Estos dos testimonios revelan que medio siglo después de la
las epidemias el castigo divino de la idolatría. Así lo hicieron los chontales, los Conquista algunos indios aún podían y se atrevían a oponer un tratamiento tradi-
y los itzucas de Telo!oapan, considerando que su decrepitud física debía cional a la enfermedad. Por ejemplo, se sabe que los nahuas vinculaban el origen
arnb:iirse a los "pecados de sus antepasados", o los mazahuas de Temazcaltepec de los padecimientos con la violación de prohibiciones, con el surgimiento de cienos
que invocaron "la voluntad de Dios", los tarascos de Párzcuaro o incluso los za- signos calendáricos, con la acción maléfica de los hechiceros y con la intervención
potecas de Amatlán. lv1as esta interpretación fue rara y en ocasiones hasta parece de las divinidades. Esos mismos dioses podían curar males que ellos enviaban.
haberse sobrepuesto al tema más indígena de la debacle de las normas de antaño. 20 Que unos indígenas hayan podido expresar ese razonamiento blasfemo ante funcio-
Falta lo .indecible, la explicación "anticolonialista" y a veces incluso anticristia- narios de la Corona dice mucho sobre lo arraigado de esta interpretación, sobre la
º.':· luego minoritaria, pero cuando menos tan frecuente como la intcrpreta- superficialidad de la cristianización y, antes que nada, sobre el profundo descon-
c1on cnsuana que por consiguiente los indios habrían interiorizado relativamente cierto de las poblaciones locales. Evidentemente resulta imposible saber'en qué
poco. Se la descubre en comarcas tan distantes como la sierra de Pueba (Tetela), el medida lo expresado abierran1ente por indígenas de Huatulco reflejaba el pensa-
Guerrero de Taxco y de Chilapa o el corazón del valle de lvféxico. Los informantes miento de otros grupos que se habrían refugiado en el silencio, en la explicación
de frfexicalzingo, a! sur de la capital, no vacilaron en poner en duda el aumento de cristiana o la invocación en apariencia -pero sólo en apariencia- más neutra de
2 PXE,
º Vl, p. 147; RGM, ll, p. PSE. lV, p 121
18
Psr,, VJ pp s-:r. 146·147, tó, 29, t)l.
:t V!. pp. 196, 318, 278; V, pp. 32, 14): RGM. U, p. 167; PNE, VJ, p. 286; IV. pp. 200, 63.
:<¡ ]\!, pp. 179, 141. 146: RGM, !l, p 114.
22 P:\f:, IV, pp. 236, 140.
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ME\1 0RlA S POR ENCARGO
9)
.MIMORlAS POR ENC ARG O
Dista mucho
y simple de una sucesión Lineal?
rpretación de la rada, reducida a la expresión pura buro crát ico surgen Je
. Y eso que sólo concernía a la inte do vaciado en el molde
la alteración de los modos de vida ntes de Coa tlán apor- de ser cierto. Al. r:iargen de ese pa5a capt ar un tiem po que sería
enfe rme dad . Los info rma subrepnc1a perspecrivas'._ouos rnodos de
impotencia para hacer frente a la e: ''De sde el día que los , la ocas ión la ofre ció la preg unta
la etiología de la pest y Paradópcamenre
taron una versión más precisa de a cast igar , que luego hub o an trata do en
enzó Nuestro Señ or ias", aun que los españoles no hay
españoles desembarcaron, les com por el cuerpo les relativa a los ntos y a las ceremon ía ni del carn po inm edia to
de sangre y muchos granos que absoluto de una r.emporalidad que no depend preg unta
enfermedad general de cámaras fue de miedo . Para resp ond er a esa
mucha sum a de gen te, y dicen que de la ni de sus marcos de pensa1niento
salían, de que murió en general l -qu e quie re decir guo s cale ndarios, revelando así que ni
por que vinieron los teut cola ción sus anti
la primera enfermedad que tuvieron . , 1 que les sobr evino la algunos 1nd1os trajeron a el cont rario, ciertos informantes a
el miedo y espanto[ olvídados. Por
gente del cie lo- que fue mucho los indi os con cedí an y aún todos estaban perdidos ni todos ían el peligro
23 da la importancia que facilídad tan sorprendente que corr
dicha enfe rme dad .'' Es reconoci rme dad es."·' veces se refirieron a ellos co,n una rio de 18 meses, e}
nto en el surg imie nto de las enfe . Basándose en el calenda
conceden al miedo, al susto, al espa razo nam ient o cris- de exponerse al cargo de idolatría ron que tení an 18 fiestas
ifestar la introducción de un de Teotihuacán informa
Ese ''Nu estr o Señ or'' pue de man el casr igo de los peca + xiuh mol piíl i o ::..iuhpohualli, los cerc anos a Aco lma n describieron
ión precisa -po r ejem plo, rmantes muy
tianizado pero la falta de motivac gua divi nida d. Sea com o cada año, una cada 20 días. Los info abu nda ncia de
da a la ira de una anti una de aquellas fiestas, con una
dos - sugiere más una alusión vela ica...;; clan dest inas los ritos a que dab a lugar cada ma vigesímal
como el de Huatulco y de las práct n del Camino. \Tincuiado al siste
fuere, el relato de Coat!án, tanto , larg o tiem po agitada, detalles q.ue sólo se lee en Teoritlá dejó huel las profundas
ón difíc ilme nte acce sible éríca, el ciclo de 20 días
de Ocelotepec. ema na de una regi a. combinación por doq uier a presente en Mesoam Cue tzal a, Gue rrer o, entr e
liones mesiánicas de Teti quip Su ba entre los nahuas de
sacudida en 1544-1547 por las rebe pad o de Oax aca todos en las memorias: se te encontra tales de Ozt o1n an, en Gue rrero.
conservaban al sur del obis patepec. Los chon
da fe de que , todavía en 1580, se rme dad y de la mue rte. los otomíes de Ajacuba o de Tec cada rnes
ón tradicional de la enfe es de veinte en veinte días y que
los elementos de una interpretaci ncia -al fin y al cabo explicaron que ''con taba n los mes nta días ''. En la región de
os peso a la perm ane de tresc ient os y sese
Pero tal vez haya que atribuir men ura en un mun do una fiesta [ ... ] Hacían el año gran des fiestas
tación prehispánico que a su cens recordaban haber celebrado diez
ban al- de un sistema de interpre ione s nue vas de Oa.xaca los mixtecas de Tilantongo de Ata tlah uca tam bién
d correlativa de recurrir a explicac tanto que los cuicatecos
colonial y cristiano y a la necesida ·dad y, lleg ado el caso, anuales, los chinantecos cuatro en sacr ifici os a su <líos prin cípaL
ad de explicar su singulan ino del cual ofrecían
la catástrofe demográfica. Necesid mac ión de las soci edad es. A tenían un año de 360 días a.! térm siete años que
al de la tran sfor odos más largos: el servicio de
de compararla con un balance glob pres ente por l\_quí y allá fueron señalados peri el cabello a rape
probación de esta sing ular idad lahuca, la costumbre de cortarse
nuestro ente nde r, med iant e la com ción de form as de vida radical- cu1nplían los sacerdotes de Atat os cole ctivo s de cada
ca y la inst aura s de Tilantongo, los ayun
partida doble en la mue rte epidémi po sin retorno y cada cuatro años enu e los mixteca odo s de ayu no mar caba con tal
una percepción lineal de un tiem regular de los peri
men te distintas pud o infiltrarse os en las de los informantes ocho en Texcoco, etc. El retorno aron de Gue-
indígenas, al men que numerosos informantes los evoc o
sin recurrencia en las condiciones fuerza el transcurso de lo vivido dist ingu iend
, tuvieron que exponer ';lo que de! valle de 1-1éxico a t.1ichoacán, los
que , para responder al cuestionario con frecuencia rrero a las mon taña s de Oaxaca, scur so de los cual es
Singularidad de un presente que 80 o 140 días en el tran
aclaran e intercambian con otros". de orde n cultural y lapsos de tres, cuatro, nueve, 40, sexuaL El dfa
esbozar una interpretación ir ciert os productos o tener alguna reiacíón
los dcíaba sin voz, a menos de der na" y más elaborada indígenas evitaban consum cado por seis sacr ificio s enu e los
puede parecer más "mo les: estaba p;iar
material que en muchos aspectos la Igle sia. Den tro del marco tam bién tenía sus divisiones inmutab ntras que en
stas que difu ndía baños ritualCs en Tep oztl án, mie
que los razonamientos providenciali lunt aria men te mixtecas de Tilantongo o por dos los Jlan1ados del
de una encuesta española --e invo resonaban tres veces en la noche
limitante y del todo inha bitu al inal de pen sam ient os con- Epazoyucan, cerca de Zempoala, rte abrí an periodos
se tend ría allí la manifestación orig nto, el matriinonio, la mue
provocada por basados en una caracol marino. En fin, el nacimie indi os de Tep oztlán y de
uales y con esquemas mentales ones describieron los
frontados coo exigencias intelect y de la real ídad. Invita· de duración variable cuyas obligaci
po, del aconteciiniento ñoles,
aprehensión muy distinta del tiem de hech os singulares y Ixcateopan a los encuestadores espa ycccs incluso
cido a una cade na line al se detu vier on en la periodicidad del trib uto y a
ción a confeccionar un pasado redu Otros info rma ntes dch ía a su sefio r.
a cada 80 días el trib uto que
desligado de sus horizontes cíclicos. lida d aplas- en la de la guerra. 1\colman entregab
a ya no que da sino una tem pora
¿Será acaso que del tiem po indígen V!, P- P.« rr -'·<.
166, 167,
139. 16, 36, 107: IV. pp. 73, 61,
H P:---13, V!, pp. 222, 214· 21i,
74:; VJ. pp. 2·í4, 242, ()0.
101, 61, 48,
;:, P;-.<E, JV. P- l}). H. p. 246
109. 224 y López Ausi:in (198 0),
24 ;\gui rre Bclrr in (107 3), pp.
46 de 1
AR GO
Mf} .iOR lAS POR ENC
GO
lllEZ..iORLA.S POR ENCAR
revestía la conservación de
cada 20 días y un a esas fec has , sub ray and o ya el riesgo príncipal que sa, el campo
a en tan to que Taxco expedía hac ia de la confrontación religio
. frec uen cía aná log am pli am ent e do arraigo.
ChiLt :;e guía unJ pueblo. En otras partes este rad ica su pro fun
los pro duc tos que 1'.1 éxico-Tenochtitián exigía del e nto s las cre enc ias, y sin dud a en ello
\'tL -.ti año z Veces al año. Es cierto qu esuecho de los pro fun da
las riq uez as locales tenía lugar tres o die has ta sensibles a la especificidad
c,ra ::an gría de los 80 día s se ma ntu vo relig1osos que se rdi no de Sah agú n,
Oaxaca la periodicidad de 1os aron por ella como Be[na nab a este
en la extensa región de cicl os del trabajo. Alterar estos ritn tnd1gena y se escandaliz has , con sig
del trib uto rem iten a los ert os. nte en las mismas fec se
l )')'). Los cicl os , a crear tiempos mu qui en 157 8-1 )80 , por consiguie ya no se hac e, otr a vez
equ iva lía a des org ani zar la actividad cotidiana pán ica y de "Lo que se hac ía hac e mu cho tiem po y en, otr a
regulases reocupación pre his 1ndíge na: los que aho ra viv
ahí la sen sac ión al par ecer paradójica de una sob r tod os los cicl os vez así ser á, com o fue en lejanos tiempos; ellos, y el dia blo la
Oc n identifica hara,.o:ra n es de Pla tón
ho lo cual, no se pod ría Co nqu ista . Los a agregar: ''es ta proposició
una ociosidad colonial. Dic e roto por la vez vivirán, serán .. . '', par es con tra la fe' '. 2B
alterado o progresivament do a, falsísima,
con un equilibrio feliz, bié n la dom ina ció n mexica hab1a significa enseñó acá por que es erróne a de ma ner a in1plícita bajo los testimo-
obs erv aba n que tam sist ía en la que aflorab
indios de Ucila s, el cual con . Sin embargo, esta idea era cronológica que a
n de obl iga cio nes rin.,1.¡i.les (un ayuno de 140 día sac rificio s ntab :111 a situ ar un mo me nto en una escala
!a imposició y el vino, y dos nios que se orie sociedades indígenas
sólo un a vez al día abstefl.íéndose de ia carne ete r a sus pro - su sen tid o pot ínc o, reli gioso, social como si las
con1er ado hasta som en Ge ert z-" : hub ies en trata-
s), com o si el pod erío del vencedor hubiese lleg lo de los bal ine ses a los que describe Ctifford lidad
anu ale -a e¡e mp manifestaciones de la rea
chinanteca. 26 car y describir las diversas ha ind íge na
pios ciclos a esta población ogieron en desorden los do más de descifrar, clasifi Así lo sug iere la fec
em os sac ar má s de eso s jirones de ciclos que rec poraE- situar un acontecimiento. ios qu e
No int ent cepción global de la rem que d.: medir un tiempo o s com pre nsi ble que ind
act ore s esp año les . For maban parte de una con aza r de las res pue stas ión de Tepeaca. Será má per-
red y que al (Ce-1 ecpat!) de la fundac ido seguir ali me nta ndo un a
las actividades del hom bre ent e em po- ían cri:tian os hub ier an pod dic a-
dad que orq ues tab a todas y pro fun dam se y se d:c apa ba a las pre
ta nos otro s irre me dia blemente disgregada end ía, uerda que ésta no sólo esc s
sólo .ilega has en 1578-1582 dep cichca del tiem po SI se rec a las ma nif est aci one s visi ble
Lo que los ind ios rea lme nte habían podido salvar os com o de la por lo común se hrnitaba rgi-
brecida. endarios pin tad oones del clero español, que pue sto un cal end ario litú
o es sab ido , tan to de la conservación de los cal adi vin ato rio . Los mo que la Iglesia había im
com el calendario del paganismo, sino asimis us. Au nqu e no por ello es menos
alistas del tonalpohualli·, y a con fun dir má s los esp írit
supervivencia de los especi tep uzt eca s o cuitlatecas. Los nahuas c? tam bié n cícl ico , par temporalidad exigía dispo-
ntales, n1azat eca s, s de tido y sus funciones, esta
evocaron testimonios cho iero n las act ivid ade con ser var s.u sen de la
describ cierto ido y que las obligaciones
an, al sudeste de Pachuca, as n podían haber desaparec nab an a los
los otomles de Epazoyuc s[ ... J con tab an cada día por sus pintur ner. de tecn1cos que muy bie mp lo, pre sio
ios " que "po r sus cue nta si ha de las que la encuesta es un eje
sus "he rbo lar hab ría de ten er, y de la vida coloniales, de cro nol ogí a esp año la.
ían a cad a uno el día que nacía, los trabajos que afp ouh que s". s entre su enfoque y la
J' les dec llamaban ton establecer correspondencia , den tro de las.
morir desastrado. Estos les s los esp año les , otr o tiem po se ocultaba en los ríos
ser rico o pob re o si ha de nac ían ten ían puesto ent re sí los nombre Inv1s1blc par a los encuestadores sólo
tlán ''lo s qu e ctic as adi vin ato rias lo má s rec ónd ito de las selvas. Allí don de
Entre los tepuztecas de Uta do qu e prá montañas , en ios tra nsm itie ron
te tampoco se hab ía olvida de a del paisaje, algunos ind
de los día s''. En otras par s de la vid a pol ítica, anu nci aba n la suerte un a interpretación ano din eno de la top oni -
ban los gra nde s mo me nto ma trím oni o. siderablemente el terr
acompaña opo rtu nid ad de un fugitivas que rebasaron con con jun to de dat os qu e en
gue rra , el res ulta do de una enf erm eda d o la ". Por lo dem ás, a gra fía. De ese ma len ten did o nació un
una lo sab ían mia o de la geo emonias. Sin embargo, la
egar: "1nuríeron los que me nte dec ían má s ían en el cap ítul o de los rítos y de las cer
Pero se apresuraban a agr ba que si los indíos dif ícil vano se bus car escapara a la vi-
enc ues tad or que afir ma ía nad a de inocente aun que
diferencia del 2' ind íge na del paisaje no ten ído que todos los
sido castígados por eUo". s, n tam bié n cre
al respecto "es que habían en la época de las Relacione Los índios no sólo "te nía y par te de divini-
prá cticas todavía en vig or gilancia de .los españoles. condic ión
fue ran cua les fue sen las os diu rno s y noc - altas participaban de esta nta ñas eran
sentes los cicl montes em1nentes y sierras cue vas , las mo
cab e du da que alg uno s indios siempre ten ían pre s que est ruc tur aba n tam bié n con sid eraban que los lagos, las
no ades anuale dad", sino que ses y la superficie terres-
13 y 20 días y las periodicid 1ati, tac to pri vile gia dos entre el mu ndo de los dio
turnos, las secuencias de ían un a den sid ad, una sustancia, pues reg pun tos de con re presente de las ere-a-
ad trad icio nal y le con fer n com unicaban el ciempo siemp
la temporalid qu e descendía de tre. Era n los con duc tos que
ará , la lleg ada y la com binación de los influjos vols_,
como se record onado su persistencia Things ofl' /ew Spaúi, 12
los mu ndo s inf eriores. Habíamos Inenci ex, General HistoT)' ofthe an Res earch, S:i.nta
los cielos o sub ían de 28 Ber nard ino de Sah agú n, Florentine Cod ool of Am eric
nographs of the Sch
y A. J. O. And erso n, Mo 71-72-
trad. por Ch. E. Dib bk <. Austin (19 80\ L PP-
1950-19 69. voL Vl. P- 235 y lópe 3, pp.
pp. 48. YL p. 276. Fe, Univcrsity ofU tah , va Yor k, Basic Books, 197
26 Vl, p. 213; V. p. 66: !\', fürd Gee nz. lhe InterpretJtio11 o/C ultu res. Nue
IV, p. 167. 29 Clif
l!i3 . 129;
27 P;<;E, VL pp. 90, 9),
47 de 162
99
MEMORli\S POR ENCARGO
O
MEMORIAS POR ENC ARG
án, en Coatepcc
onios" . 32 i\1ás que en Tepozd
podían adoptar las al pie de dicho árbol muchos dem con hechos a los que se consideraba pertenr:>
an
los humanos, los cambios que Chalco los cerros todavía resonab , el
ciones y de los dioses con el de se
ente hace mención de nte pelado de 1nediano aspecto
bado. Un mo
y los chamanes "frecuentem cientes a un pasado nunca aca cueva oscura hon-
potencias divinas, los hombres de ra en un tiempo Sol '' - escondía en su flanco ''un a
al regresar a ta superficie la tier Tonaltepec -el ''Ce rro del
la perplejidad de los personajes luci ón de un tiempo a otro, cer sacrificios al demo.
esp erab an enc onu ar' '_.w Lugares de evo ño !os indios empezaron a ofre
dist into del que plos, de las imágenes dable y temerosa'' donde anta que les respondía.
ctibles a diferencia de los tem consultaban a un dios de piedras
objetos por naturaleza indestru s de los dioses, estos nio en tan to que sus sacerdotes ad se mos traba antes en
de referencia secretos y guarida cóatl, la famosa divinid
y de las "pi ntu ras ", puntos bili dad una antigua En !a sierra más alta de Quetzal dab a de una sier ra en otra ¡. ,]
taban y man ten ían en su inm uta verdes, ''se mu
elementos del paisaje manifes vez se capte mejor por forma de serpiente de plumas Los info rmantes de
el entorno. En lo sucesivo tal que ponían grande esp ant o''. ntaban y
relación con los tiempos y con ígen as pud o, dado el Daba grandes silbos y aullidos de se leva
aje occidental en ios 1na pas ind describir el grandíoso sitio don
qué la intr odu (ció n del pais iva y de un "pr o- Teotihuacán no podían dejar de y del seño r del ínfi eroo' ',
distinto de una opción decorat luna, del sol Tona.(;atecutll pue blos de
caso, significar algo enteramente realidad inmanente se levantan aún los ''cues de la osit ar sus ofre nda s los
la inclusión disirnulada de otra s venían a dep
greso realista", y sí en cambio ciudad de los díoses adonde ante inaba el Gran
. el soberan o mcx ica, ruinas divínas a las que dom
en los bosques y en los montes s del norte del los alrededores y de Oax aca podrían
las mon taña s en las brumas luminosas y tibia En fin. Michoacán y !a región
Enc lava do al pie de graf ía sagrada de los Cerro de la f..1adre. Tonan . ..
ejemplifica de maravil la esta geo . 3'
estado de 1'-1orelos, Tepoztlán engrosar la lista de estos eíemplos rnantenían !a
del dios Ometochtli zo imb orra ble, el paisaje y la toponünia
ajes. El pue blo tom a su nombre Como un ín1nenso lien entarios indígenas
lugares, esta inercia de los pais María Magdalena se ítable que reflejaban los corn
a; al este, la estancia de Santa n:iemoria con una presencia inev al sígnificado de
Tepuztecatl que allí se adorab él un ídolo en que profunda de los lugares como
e en tiempo ant igu o ten ían en al referirse tan to a la naturaleza cosmogonía, es
denominaba Amatlán "po rqu al Tep uztl án dia blo ". ia disimulaba por doquiera una
atl y que reconocía vasallaje su nombre. Pues si la toponim ind ígen as,-una 1non-
adoraban que llamaban Amatec el recu erdo de los sacrificios otra. Para un buen número de
peñ one s que rod ean el pue blo y todavía gua rda n que eran indísoclables una de ero de una mala fábula
Los "Cerro del Águila"; sólo el masco material y efím
lo hab itab an: Cuauhtepec, el taña, una fuente, no podían ser , incl uso son ora, inconmen-
de niños y de los dioses que dem oni o": Tepuz- sidad sensible, afec tiva
Síete Tigres que así lo llamó el supersticiosa; poseían una den ante que infundía
Chico1noce!otl, el "Cerro de los c "po rqu e iban a as por aquella presencia ínquiet
a aHí su asie nto "; T!ahuiltepe surable. Aún estaban marcad ctona de ta divini·
tecarl, "po rqu e el demonio tení el Cer ro de la Lum bre ''. vinculado a la percepción autó
lurnbre y por eso le decían temor, por aquel tetz ahu ú/ tan serv aba n v cuva memoria
hacer allí sus sacríficios y hacían s de los ídol os que en los dichos teofanías cuya huella con
según los nombre dad. Por no hablar de aquellas que , part ien, do de enfoques
''lo s cuales dichos nombres eran el Cerro del 'lie nto , c. Será comprensibl e
mente a hacer sus sacrificios'': repetían los múltiples Coatepe a su propósito
cerros había donde subían antígua Cuervo, la Casa de idad, cada cual haya obedecido
Piedras Preciosas, el Cerro del distintos del inedio y de la real pod ido ser el presen-
tiue rta del },1ico, el Cerro de las su sign ificado divino: la españoles con frecuencia haya
comarca entera conservaba y que el pasado según los pue s ese pas ado era pa.rte
la Nochc.' 1 En ocasiones una des igna ndo med iante la palabra onía por su propio peso,
de 1-1éxico se seguía te de los indios, lo que se imp test imo nios no establecían
región otomí del norte del valle ni hab itab a nadie . Por lo demás, sus
su gen tilid ad no era poblada de la misma inmutable realidad mucho hab ía veces
Teot!alpan por ser "tie rra que en país de origen, las ito" y ta historicidad. Cuando
a a sus dio ses ''; y sobre todo el diferencia alguna enu e el "m embarazoso s. Sin emb argo,
en ella, porque la ten ían dedicad la Tierra los grupos re aspectos
de surgieron a la superficie de en que guardaban silencio sob o en un mis mo registro
cuevas de Chfromoztoc de don los info rma ntes que, por el aba su coherencía, basand
m:ítico ni de fabuloso para aun edulcorado, el relato conserv , en Coa tepe c Cha k-c) o en
nahuas. En lo cual nada hay de real idad . A vece s, la alusión Chimalhuacán Ateneo
trar io, veía n una dim ens ión esencial de su pro pia lo "fa bul oso " y lo político. En ción del num en pro tect or sin
con que los indios capta- rmaban de la interven
y apenas revelaba la manera en Alahuístlán, los ancianos info ''aparecíaseles rnuy
sólo se refería a un rasgo local mo nta ña (Coatepec ni correcti vo de nin gun a especie: Teotonoc
una serpiente prodigiosa en una precaución retórica s y decíales lo que
ban su medio: la aparición de piedra de sacrifi- bre, hablaba y trataba con ello
un juego de pelota (Taxco ), una a men udo en figura de hom el dios en la monta·
Cha ko y Coatepec de Guerrero), cay a), un cerro de luz que traban las huellas dejadas por
suspendido o colgado (Pil habían de hacer''_ Incluso mos
cíos (Tetela del Río), un ídolo nas con ofre nda s, cuevas dedica" el báculo divino.
(Tequislstlán), lagu ña, la marca hecha en !a roca por
iluminaba todos los alrededores et cual ''les aparecían 229; V. p. 1)2
án). un árbol de los dioses en 26, 42. US. 263, 132. 269.
das al dios del viento (Texcaltid u r:--:E. \1, PP- 32, }-í. 14. 1. pp. 11. 2), 33; IV_ pp. lt;S, lS·Í. S·i.
lL p 21; RG.\í,
H P:--.:E. VI, PP- 45. 222: RG:..L pp. lOl, 45. 73; IV, p. 79
Ausrin (1980), l, p. 74. p;-.;f, VI,
na. op. cit., !il. p. "'8; López H López Aust in (\97 3), pp.
-'º Torq uem ida. !tÍovarquia india
3\ r0E. \"l, PP- 239- 24).
48 de 1
.\lE.\fORIAS POR E,'.;Ci\RGO
:.,!E\íORL\S POR E':<C:\RGO
,,u! tod:1Y:ia equiv:Jd ría a expl"csarse irnperfec ramenrc el hacer del paisaje
enfuesra dores de la Corona.1 'enían que ofrecer un relato' 'verídico '', es
¡;; 1 udro pleno de su'lurros, sarurado de colores y de presencias. Es un rnícrocos decir con-
- forme a los criterios de la administ ración española , tejido con hechos singulare
.. en qtJc el indio se incluye, se define, donde la vida cobra sentido, un universo s.
construid o con en una división entre el pasado de '' gentiEd<ld' · y el presente
,J ,·iHJdo que quebraro n los evangeliz adores
y los represen tantes del rey cuando se cristiano. Indígena s de rodas partf'S -y no sólo los que habían sido interroga
en desplaza r a las poblacio nes y en reagrupa rlas en otros sitios. Basta dos
por eclesiásticos con curiosidad por Li.-; ··antigüe dades'' - descubrí an la manera
,_ 11 \ui,vtr a Jos n1apas indígena s de fines de! siglo
.X\'J para encontra r allí en un
ade-
cuada de habl:lf del pJsado, de hacer su ''historia '' en el sentido español
en una línea del horizont e aquella presencia que las palabras son de la
palabra, es decir ofrecer una versión que pudieran aceptar las autorida des
1;; .qi.HC'.> de sugerir.
colonia-
!cs, una interprel ación ''plana'', "unidim ensional '' en que el tiempo ya no
Ln vez de afanarse por obtener de las Rel1ciones con qué conocer mejor era sino
las una sucesión de hechos y el espacio un paisaje banal y una toponim iJ,
1r·d·,v1cs prchisp:í nic1s, quiz-5. no estaría de más deteners e en
las in1ágenes que Resulta más fácil ponerse de acuerdo sobre la degradac ión de las n1emoria
,j, conservan los indios a unos 60 años de la Conquis ta española s in
riesgo de dígenas, que se hace perceptib le al hilo de las respuesta s por los fragment
,. 1_¡¡"JViJ.rse en el dédalo de !iS'i:ultur as y los
accidente s de la memoria que configu- os sumi-
nistrados y con mayor frecuencia por sus silencios. J\.1 n1argen de memoria
1 ,;JI 1Jn terreno tan apasiona nte como caótico
y s ricas
sin que por ello deje que se debilitan -para los encuesta dores y para nosotro s- en las tres
(')(_t Yi\ión plural de obedecer 3.
presiones repetidas por rodas partes: los informan - de
Jo lineal, de lo cíclico y de la perennid ad, cuántos testimon ios hay confusos
!, . ., 1'u1:ron sumergid os en el contexto insólito
y exólico de una encuesta occidenta l; y sobre
todo inconsist entes que no son imputabl es sin excepció n '.l un administ
¡ 1¡¡·¡11n obligado s a presentar , en roda !a extensión de la Nueva rador con
Esp'df1a, una infor- prisa o a la negativa a inforrnar . La pérdida y la destrucci ón de las "pintura
111.H i(Jll que pu¿iera adaptars e a una percepci
ón lineal y desconte xtualizad a de su s", el
ahogami ento de la tradición pictográf ica, la poca difusión de la escritura
¡ 11 1HJ!Ía; fueron arrastrados por la lógica de la encuesta a hacer absrracci alfabétic a
ón de toda -aprecia ble. por ejemplo, en la región de Oaxaca y en lY1ichoa cán-, la
¡JIU diincnsió n cíclica o. antes bien. a aislarla
como raL encerrán dola en esferas ción de los testigos y, sobre todo, la extinción de las memoria s humanas
1 1·,Jucidas (los ritos) y de nuevo circunscr itas por categor1as occidenta parecen
les; en fin, haber pesado consider ablemen te en la ins(antán ea que ofrecen la.s Re!ac:On
i:P-"i'un llevados a hacer una reflexión global sobre h1
sociedad indígena de antaño es con-
servadas hasta nuestros tiempos. Tanto como una desesrn1 cturación profunda
y l),)r ello n1Ísrno a disrancia rse de ella. En lo cual no hay
nada que se emparen tara de la
percepci ón del tiempo o una recornpo sición del pasado en las conciencias
, 11n i1n Jllü\'Írnie nto espontán eo ni tampoco con las indíge-
relaciones más confiables v más nas, en aquellas décadas del siglo X\"í at parecer empezó el triple desdibu-
/ll'honalc s que rodeaban a las encuestas realizadas por los religiosos francisc,a
nos, J<uniento de las categorías, de los soportes y de los hombres .
iníürman res se encontra ban ante los represen tantes locales de las aurorida-
lvfúltiples, desiguale s, diversas hasta la contradic ción, mernoria s no por ello
, ¡,.,españ olas represtnt antes sólo compartí an de manera esporádica la curio- dejan de comparti r un rasgo común que imprime su sello a todas esas
,,1. L1d de Jos religiosos. Puestos ante una red de análisis del tiempo y de la sociedad construc -
ciones, Y es que las imágene s esquerná ticas que nos tienden, las opciones
,Jill' p:ira los españoles era del orden de lo evidente. que eli-
los informan tes reaccionaron de gen, los acentos que subrayan obedecen n1enos al azar de las reminisc encias
,]11crsos inodos. No todos respondi eron. Pero, cuando lo hicieron, con frecuenci que
a al origen social de los informan tes. Reclutad os en el seno de lo que subsistía
/11c conserva ndo un apreciabl e rnargen de maniobr a de la
cuyas múltiple s n1anifesta- nobleza, entre los caciques y los principal es, y en ocasiones descendi entes directos
' ¡¡¡¡¡e_., hemos podido seguir, aunque hayan adoptado
la forma de una censura po- de
los señores prehispánicos, los informan tes nahuas elaboraro n por pincelada
¡11 ;, :1 o de una periodiza ción original. s sucesi-
vas el cuadro de sociedades ordenada s donde el poder era indiscuti ble e indiscuti
¿Tuvo la experien cia del cuestiona rio un efecto real en las rnemorias indígena do.
s la independ encia política de la que antaño gozaban estos pueblos, la educació
11.101.iro::tndo o dcsartícu lando su concepto del tiempo y su visión del pasado? n, la
Ello rigidez de la justicia y de las leyes, el respeto y la obedienc ia absoluta
'iiil duda equivaldr 'ia a conceder un alcance debidos a
dcsn1csurado a un encuentr o dema- los caciques, el trabajo concebid o como ímpcrati vo social constituí an, si
,i.1J,i breve y a intcrcarn bíos con frecuencia superficiales. ¿O bien esa experienc hemos de
ía creerles, un conjunto extraord inariame nte estable en el que cada cual permane
¡iin ipitó o profundl zó simplem ente una aculturac ión cuyos grados, huelga cía
decir- en su sitio. Pero la situación había cambiad o 1nucho y en de una ocasión asoma
Ll, v;iri'.lban según los grupos y las regiones? Es lo que más bien parece
ocurrir L1 nostálgic a amargur a del informan te cuando describe la etiqueta de los
\d\Hc todo en las con1arcas rnás expuesta s a la hispaniza tiempos
ción: el valle de 1-féxico, antiguos , cuando opone el recuerdo de los caciques de suntuoso s atavíos
l.1 ít"gión de Puebla, Pátzcuar o en ?vfichoacán, las zonas mineras. Lo que de plu-
no irnpide mas que evocaban "tigres, leones o aves" a los macehua les cubiertos de
,j\H' z'n ocasión de esas encuestas los inform<lntes un simple
de todos los grupos étnicos sin ex- taparrabo y de una capa de henequé n. Las prohibic iones alin1entarias, atropella
, ,·pe i<in pudieran familiari zarse con la concepci ón del pasado que alin1enra das
ban los ahora por las nuevas comidas y la confusió n de las jerarquía s, antes contribu
ían a
49 de 162
103
\fEMO RlAS POR ENCA RGO
102 \.fE!'-·fORlAS POR ENCA RGO
ión española con sus referencias
dos concepciones del tiemp o. La de la admin istrac
su genti lidad ningú n indio comú n eclini ento, sus criteríos y sus
separar lo que debía estarlo puest o que "en cronológicas, su periodización, su sentid o del
acont
y no gallin as'', en tanto que ''los se- upaba más por establecer
podía comer sino tamal es y un poco de atole exigencias_ Y la de la tradición indíg ena que se preoc
uame nte y carne huma na''. Pues de su sucesión y para la cual, con ei
ñores usaba n come r gallos y gallinas y cazas antig el paralelismo de los hechos que por el análisis
nes ritual es y ''dieté tícas' ', el cani- acont ecimi entos se super ponía n,
no podrí amos olvidar que, fuera de sus funcío transcurso del tiemp o huma no, los estratos de
que los plebeyos no tenían derecho a el homb re perspicaz y orden ado
balism o servía de marca dor social, puest o "perfe ccíon ando una image n que en cada vuelta
absor ber así la fuerz a divina que conte nía. s Entre estos dos enfoq ues existían
come r carne de los sacrificados ni de
3
podía ir delim itando en sus conto rnos vagos ''.
el consu mo de carne de puerc o, de res y de corde ro, o litúrgico españ ol era cíclico a su
Aboli éndol o e introd ucien do sin emba rgo punto s de coíncidencia: el tiemp
s sociorreligiosas tradicionales por conocía una lineal idad meno r,
los españoles había n sustit uido las distin cione manera, mientras que la rradicíón nahua no sólo
de un modo enter amen te distin to. o'.> ciclo se ubica ba en una temporali··
criterios de orden econó mico que se aplica ban sino que adem is alime ntaba la idea de que un
pues nada de inoce nte. Sea entre los y la desaparición: el Quin to Sol era
El discurso sobre la autor idad no tenía dad destin ada sin remed io a la degen eració n
al y tepuz teco, se escucha la mism a apolo gía del los efectos más imprevistos de la
otomí es, sea en el Guerr ero chont
ción bajo los cuales vivía perecedero y era el últim o ..Agreguemos a ello
antiguo orden , de las prohi bicion es y de la estricta regula a las pobla ciones con un hecho singular y
muert e demográfica que famil iariza ron
ar que los antigu os ritos funer arios infort unio de los tiemp os, la pérdi da
el indiv iduo. Como tampo co se privan de record sin precedente. La incapacidad para explicar el
dístan cia entre el vulgo y las élites tanto de los medios de leer el pre·
-en adela nte supri rnido s- signif icaba n la y el aband ono de las técnicas adivin atoria s y por
es que en la región de Oa.xaca la ideali- toma de conciencia de una tempo -
chont ales, tepuz tecas y mazatecas.36 Cierto sente y de prever el futuro debía n precip itar la
ada. Tal vez no sea indife rente que irreversible, en lo sucesívo era
zación del pasado está claram ente meno s afirm ralidad que, sin ser realm ente apreh endid a como
r la antig ua socied ad haya sido el e este abrum ador testim onio
uno de los puebl os en que más se trató de exalta vivida como aberr ante e insop ortabl e. Como lo sugíer
inform antes incluso se arries garon a
señorío nahua de Teoti tlán del Cami no. Los del año 1582:
ando que los sacerdotes de antañ o
rehab ilitar en parte el medio sacerdotal indic
mortificaciones, su castid ad y su naturales de eHa por los malos trata·
''vivía n como santo s'', tras haber evocado sus Nos somos informados que en esta tierra los indios
s y sus áreas de influe ncia hubie ran vivido 1nientos que sus encomenderos les hacen [.
. j muchos se ahorcan y otros se dejan inorir
sobrie dad. Como si las cultur as nahua que hay madres que matan a sus hijos en
d civiliz ada mient ras que otros puebl os zapotecos sin comer y otros ton1an yerbas venen osas: y
con la obsesión de una ciuda os de !os trabajos que ellas padecen. l9
testim onios sugie ren organizaciones parién dolos. diciendo que lo hacen para librarl
o mixtecos al parecer escaparon a ella. Estos
flexibles que las de los nahua s . .A.gre-
políticas meno s complejas o cuand o menos más
una domin ación exterior -por ejemp lo, la
guemos que la interposición frecuente de
hitl- proba bleme nte contr ibuyó a matiz ar o ahoga r
de Teoza potlán en Macu ib::óc
de Oaxaca con frecuencia fuero n
la nosta lgia de los inform antes . Las memo rias
s más poderosos. Tamp oco qued a
memo rias de la depen denci a, satélites de vecino
eman ado de sectores nuevos en ruptu ra
excluido el que ciertos testim onios hayan
con los antigu os medio s dirige ntes. -
17
50 de 16
LOS "'TÍTULOS . O LA PAS!Ó.': POR LA ESCRITURA 105
que pretend en establecer y sobre todo a las fechas que exhiben . Son
11! LOS "TJTULOS PRIMORDIALES" falsificaciones
en la medída en que consignan hechos históric amente inexactos, incluso
O LA PASIÓ N POR LA ESCRITURA inventa-
dos totalmente, falsificaciones encargadas de sustituir títulos auténtic
os que pueden
no haber existido nunca o haber desaparecido, así hayan sido destruid
os, extra-
, 'Ji FLTDE viados, vendidos u olvidados por comuni dades y pueblos con el tiempo
prosegu ir el análisis un siglo después e incluso corregirlo abando nando
la incapaces
,h 1 {;n panorámica por un estudío más riguroso? Sin duda, pero con la de descifrar docume ntos redactados original mente en español durante
el siglo XV!.
condición
Pero, con toda evidencia, la propia "faJsificación" constituye el incompa
, le ¡cner presentes el origen r los lírnítes de las únicas fuentes de que
disponíamos, rable valor
de los títulos, puesto que en un marco indígen a relativa mente autónom
, f.1Jta de encuestas realizadas al térmíno del siglo XV!!. En los testimon ios
consig- o mani-
fiestan un considerable esfuerzo de creación aunado a un apreciab
,;,;dos por las Relaciones geográficas los dirigentes indígenas de fines
del siglo xv1 le dominio de
Ji Je Í:Hl un balance forzado de lo que habían guardad la escritura. id mismo tiempo sería preciso evitar confund ir desde
o en la memori a. Con fre- un principio
nuesrra mirada con la de los españoles, subraya ndo que lo que
' iH:>ncia representaban un mediti!runenazado en lo social, una nobleza
hundid a en es falsificación
! ,, 10 rrnenta de1nográfica pero que conservaba lazos directos según los criterios de la historiografía y del derecho colonial puede
, a menudo humano s, expresar una
, uli t:l pasado de antes de la Conquis ta, Un aprehensión distinta del pasado, una apreciación singular del acontec
siglo después, cuando el número de imiento y de
¡" 11 nbres dejó de disminu ir, en pueblos de poca la historia. Entre otras cosas, es lo que los distingu e de los falsos
o median a ímportancia nuevos cronicones que
¡¡< llpos se dedicaro n a fijar otras memorias florecieron en España hacia la misma época, haciend o su análisis en
que parecen haber asímilado parte de extremo deli-
:, 1 kcción difundi da por las cado, pues éste plantea problem as de fijación de fechas que en la
Relaciones. Para explorarlas disponemos de fuentes mayoría de los
ca.sos sólo podrían ser aproximadas; innume rables dificulta des de lectura
,1;,blernente notables, tanto por su concepción como por su contenid
o. Es probable debidas a
paleografías engañosas, a grafías y a transcripciones arbitrarias, al
¡uc desde el siglo XJX se haya dado en designarlas con el nombre de
Títulos pri- uso de lenguas
indígenas sobre todo --el náhuad , el zapoteco ... - que se apartan
,11urdiales. 1 Redactados en lengua indígen a en el seno de una comuni
dad o de un de su forma
,,i1 1:blo, estos docume ntos anónim os consign clásica, al mal estado de conservación de los docume ntos y a
an los confines de una tierra exhor· su dispersión. 1
Por otra parte, los escasos ejemplos que he tomado no podrían hacer
· «11do a los indios del lugar a defenderlos con obstinación. En ciertos
aspectos están justicia a la
11 ip:Hentados con una familia de docume ntos extendid riqueza excepcional de esta fuente cuyo agota.miento sólo podrá lograr
os con frecuencia en el una gran
. i.uiscurso de la época colonial y aun en nuestros días: los tínilos de encuesta colectiva.
propied ad. En
,, 1c caso se trataba de expedie ntes más o menos Nuestros títulos al parecer fueron puntual izados y redactados en la segunda
abultad os, que reunían actas de mitad
¡,;¡ 1ación, de venta, de otorga.rniento de jurisdicción, peritajes del siglo xv11. Sus grafías, las fechas de su presenta ción a la justicia,
practicados in sz'tu el dominio de
la escritura de que dan fe, la naturale za de su conteni do y de sus
las vistas de ojo- y destinad os a definir los límites de la.s tierras, interrog
atorios referencias, los
,, 11 rradíctorios, en fin, actas de confirm ación errores que los demerit an y la confrontación con docume ntos del
para sancionar una toma de pose- siglo XVJ y de
1'·111. El conjunt o consignado y autenúf principios del xvn sugieren esa fecha aproxim ada. Pero no es menos
icado por un notario español era conservado importa nte
,.uio objeto precioso por los interesados, citado y mostrado en destacar que, en el siglo XVlll y a veces hasta fines del XIX, constituyeron
caso de impug- la memoria
LH ión y de litigio. Los títulos auténtic del pueblo. Corresp onden pues a una cristalización del recuerdo,
os presenta n un interés considerable para al resultado de
¡ estudio de la propied ad indígen a pero, en la medida un proceso sujetado por la Conqui sta español a. La mayor parte de los
en que se conform an a la títulos selec-
cionados aquí es de origen nahua, Dos procede n del valle de Toluca:
"'rrna española, dan poco lugar a la intervención de los indios y
a la expresión San Bartolo-
mé Capulhu ac y San Martín Ocoyoacac, cabeceras distantes unos
;,· una visión distinta de la de los representantes de la Corona. Por
eso no me 10 kilómetros
entre sí. El resto nos conduce al sur y al sureste del valle de México,
:ctendré en ellos, recordando que su presencia enfrenta ba constan
temente a los a los alrededo-
res de Mixquic, Chalco y Amecameca. Cuijing o, Zoyatzingo y San 1-tiguel
'"líos con aquello que la adminis tración española en lo formal y lo materia
l consi- Atlautla
;,·raba procede nte. Los Títulos primordiales se distingu en en la medida
en que
.,,,11 falsificaciones cuya compos ición por 2 A falta de un conocimie nto satísfactorio di; las lenguas
regla general es muy posterior a los hechos autóctom u en b. época colonial, lenguas
cuvo estudio sístemático apenas se en1pieza en la actualida d falta también de insuumen tos de tra·
bajo n1e he apoyado en gran pa.rte en !a.s uaduccio nes establecidas por
'l;íbson (1967), pp. 278, 295, "A Survey of Middle Arnerican Prose
M;i_nuscripts ,., HMAJ, vol. intérpretes
dales, por los propios interesados (o, para algunos textos, por especialis
'. 1y7J ), pp. 320-521; James Lockhan, "View:; of Corporate Self and
Hisrnry in sorne Val!ey of Mexi- tas contempo ráneos), al mismo
i "v;ns Late Sevtüteen th and Eighteent h Centurie
tie1npo que recurría al original para tratat de esclarecer o de establecer
s", The Inca and AztEc State . . , , op. cit., pp cienos puntos important es.
-593. Ocioso es decir que este análisis no podría ser sino una entrada en
rnareria, que sólo un verdadero estu-
dio lingüístico y filológico permitiría explotar estos documen tos tal
corno lo ameriun
104
51 de 162
106 LOS ''TITULOS PRIMORDIALES'' O LA P ASlON POR LA ESCRITURA
LOS ''TiTULOS PRT1{0RDIAL ES ' O LA PASIÓN POR L.'\ ESCRITURA 107
dibujan un triángulo al suroeste de Amecarneca; a esta zona pertenece también puesto en subrayar la antigüedad: "Este escrito no es nuevo ni hecho de ayer acá \
Cuacuauzentlalpan; Santiago Sula se sitúa más a1 norte, entre Chalco y Tlalmanal, corno dicen porque desde inmemorial tiempo a esta parte está hecho'' (Cuijingo).
co, no lejos de Los Reyes; hacia el oeste, San Nicolás 'fetelco ocupa las inmedíacio-
Los españoles denunciaron a la ligera la ingenua treta de un documento que
nes de !vfixquíc. San Gregario Atlapulco las de Xochimílco y Santa Marta las de
autoprodamaba su antigüedad. Antes bien se descubrirá en él la afirmación de
Milpa .A.Ita. Agreguemos al suroeste, en el cerro del Ajusco, el pueblo de Santo
una especie de intemporalidad que situaba los títulos tanto en un pasado remo-
Tomás. En fin, apartado de este conjunto meridional y más al noreste, cerca de
to corno en un pasado próximo o en un presente ínmediato. Memoria y fuente
Texcoco se levanta el pueblo de Tetzcotzinco. En lo material, estas piezas ocupan una
de inforn1acíón, instrumento de defensa puesto al servicio de la comunidad, el
o varias decenas de hojas y pueden ir acompañadas de dibujos o incluso de mapas. 3
ºpapel" debía estar protegido por el secreto. Por tanto se hallaba prohibida su
''A quien quiera que seas. . y que sepas leer y escribir. les distinguirás las razo- comunicación a fos españoles. Sólo las mas altas autoridades podían enterarse de
nes que aquí quedan puestas de los viejos" (Santa l\.1arta). Los títulos insisten con
su tenor, sólo "los esclarecídos de México", "el alto rey" leerían su traduccíón.
obstinación en la importancia crucial que conceden a la escrítura, de la que incluso
Destinados a probar la autenticidad de los derechos adquiridos, a recordar los pri-
!legan a hacer un imperativo categórico: ''Mando que se haga este escrito [, . J Lo
vilegíos concedidos, los títulos por consiguiente iban dirigidos a.l nlismo tiernpo a
mando escribir y poner en este papel. . '' Y ello por diversas razones. Trát<lSC
la comunidad y a los amos de la Nueva España. 4 Vale decir que en esta segunda
antes que nada de fijar una información y de transinitirla a fin de constituir una
mitad del siglo xvn modestas comunidades indígenas usaban ta escritura con un
memoria ''para que en cualquier tiempo estéis noticiado de ello'', ''para que no
sentido agudo de sus múltiples empleos, asignándole la conservación, la transmi-
estéis ignorantes de lo que- sucedió. . ''. Esta información se orienta, lo cual es
sión y la demostración de la información. Y, desde luego, su manipulación. So*
evidente, a proteger los intereses del grupo, "en su defensa de los del pueblo"
pesando el instrumento que se habían apropiado y forjado, hacían de él un objeto
(Sula), "para que os sirva de adarga y ejemplo de cómo quedáis bien cercados en
valiosísimo cuyo prestigio se confundía con el de las antiguas "pinturas" .
redondo" (Santa Marta), "a poder hablar y responder en defensa de vuestras
Antes de examinar las fuentes prehispánicas o indígenas, es conveniente consi-
tierras" (Cuijingo). Por consiguiente, la escritura claramente está concebida aquí
derar los títulos como lo que pretendían ser, como documentos análogos a los que
como la forma, el 1nodelo del discurso por pronunciar, del camino a seguir en caso
elaboraba la administración colonial. Es innegable que los autores de los títulos
de litigio llevado ante los tribunales de la Corona. Entonces se entiende que esos
estaban familiarizados con las formas más co1nunes que asumía el escrito coloníal.
documentos puedan estar revestidos de una importancia casi sagrada, son los ''pa-
Su dominio de la escritura invita a ver en ellos al personal indígena local que con-
peles reales de guardar" en Santa Marta, "el papel escrito de Dios" en Atlautla.
servaba. leía, difundía las actas emanadas de las autoridades coloníales, e incluso
Al grado de que su conservación constituye una tarea decisiva que se confía a ciertos
en ciertos casos que intervenía directamente en su redacción. Resulta revelador que
miembros de la comunidad , los guardapapeles, que a veces son designados en es-
los títulos de Sula vayan seguidos de actas auténticas que sancíonan compras de
pecial. Esos "papeles" tan preciosos son así parte del patrimonio de la comunidad
tierras hechas por indios del lugar, tres cartas de venta o de concierto fechadas en
al igual que la tierra, y los indios temen tanto prestarlos a los españoles corno
1593, una "petición" dirigida por los indios aJ juez gobernador, un "1nanda-
alquilarles tierras. La valorización de la escritura coincide con el respeto del que
miento" de este último, una "puesta en posesíón" efectuada por el alguacil 11111)'or
se rodeaba, antes y después de la Conquista, a las' 'pinturas''. Más allá de la preo-
en presencia del escribano de la república. En ello interviene todo un juego de
cupación vital de conservar a toda costa un título territorial, se presíente en ello la
fórmulas, de fechas, de acumulación de firmas, de listas de testigos, una termino-
inserción deliberada en una tradición antigua que viene a corroborar el empeño
logía en la que se conjuga el lenguaje administra-ttYº y legalista en el que se inspi-
raron los títulos de Sula y los demás pueblos. De ahí el esfuerzo de la fijación de
3 Esros títulos provienen dd acervo Tíerras del AGN: vol. 2860. exp. l. fols. 59r.-73r. (San Banolomé fecha del que todos dan fe, las referencias constantes a las autoridades coloniales,
Capulhuac); vol. 2998. exp. 3B, fo!s. 1L·38v. (San Martín Ocoyoacac); vol. 2819, exp. 9, fols.
40r.-8'/v. el recUirir a un vocabulario jurídico y esta declaración, que no puede ser más explí·
(San Marías Cuijingo); vol. 1665, exp. 5, fo!s. l66r.-l90v. (San Antonio Zoy:nzingo): vol.
2674. cita, hecha en Cuijingo: ''Os doy la forma para poder saber hablar y responder .en
exp. 1, fo!s. 6r.·l9r. (San 1!iguel Atlaut!a); vol. 2)48. exp. 11, fols. 20r.-28v. (Santiago Sula);
vol. la defensa de vuestras tierras." !v1odelo de escritura, la retórica adminístratÍYa fue
3032, exp. 6, fo!s. 262r.-286r. (los Reyes Acatliscoayan); vol. 1671, exp. 10_ fols. 13r.-24v, (S..r1 N\co!is
Tetdco); vol. 3032. exp. 3, fols. 190r.-218v. (Santa Mana Xocotepet!alpan); San Francisco Cuacuauzer.- tomada como un medio de defensa. Los indíos se la apropiaron como sc habfan
dalpan (Tla/onu1. IV, 1, 1962. pp. 64- 73); San Gregorio :\tlapuko (Tlalocan, III, 2, 1952. pp. 122-141); apoderado de la escritura. para garantizar la salvaguarda de su tíerra.
Santo Tomás Ajusco (Th/ocan, VI, 3, 1970, pp. 193-212); Tetzcotzinco (Tlafocan. II. 2. 1946, pp En el siglo XVII circulaba en tierra india otro tipo de escrito colonial que los in-
110-127). A ello se agregarán los Títulos de San Pedro Tláhuac y Santa Cararina Tlamacauonco , que
se
conservan en la Biblioteca Nacional de México
4 Atlauda. fol. 14v.; Ocoyoacac, fol. 35r.
52 de 1
:,: ,,,. LOS "TfTCLOS PRl\lORDlALES" O L\ 1-'ASlÓ:\ POR L:\ ESCRITL'lZ:\ lÜ'J
en el transcurso del relato. Son ';los que fo1nienzan que las palabras subversivas de los indios a los que perseguía la Inquisición de
"-:,_,(nen.te
Zumárraga en el transcurso del decenio de 1530. Pero en él también se encuentra,
'C-
·
.¡tJI' ,
:,--,,_ ,'!:uc;1n 1
,
.] los que se arrastran [ .] los que empiezan a
forrnulada de manera expresa, la política de acomodamiento forzado que ya be
mencionado:
53 de 162
'RA 111
S" O LA PAS lÓN POR tA ESC RlTl
LOS "TÍT ULO S PRlM ORD L\LE
S" O LA PAS IÓN POR LA ESCRITURA
l 10 LOS "TÍT IJtO S PRIM ORD IALE ante defi,
tras haber cubierto de un n1odo bast
·anales, que se inte rrum pen en 1606 rá de notarse que a part ir de l 580
nuevo Dios que nos siglo xvi. Hab
ación donde hc1nos de colocar al ciente las dos últim as décadas del en su tota lida d
Acuerdo formar un temp lo de ador hacer, Con- catástrofes naturales y descuidan
que lo adoremos. ¿Qué hemos de }·a casi no son sensibles sino a las inte rrup ción de
traen los castellanos. Ellos quieren a los hom bres de Casulla a ver
que nos entreguemos En ello se aprecia una frecuente
viene que nos bauticemos, conviene el campo prop iam ente político. los efec tos acur nu-
prob abil idad corresponde a
si así no nos matan. la memoria indí gen a, que con toda por tra-
y de! retro ceso social de la nobleza india que
ués de_ 1531, lados de la crisis demográfica de vers e la brec ha abie rta al
pcional haya sido redactado desp . Pero tam bién pue
Es prob able que este texto exce que consigna la dición aseguraba su conservación son el relev o de los anal es,
nos atenemos a la fecha ( 1551) efecto, los títul os no
hacia med iado s del siglo X\1 si remos con qué desarrollo de otra incmoria. En ento s. De ese
indicios. Ello no obsta para que igno inspiran en ellos tomándoles elem
versión náh uatl va algunos otros de fine s del siglo xvn. No aun que resulte innegable que se la cron olog ía en el
los indios cristianizados es con la fiíación de fechas y
acti tud lo leían 'o lo escuchaban en la regi ón.d e Oax ac.a - que la , modo perm iten grandes libertad os. Por ejem plo, los de ffi.
nos ejemplos rnos y la practicam
es imposible -ya hemos visto algu sentido en que nosotros la entende que describen
do entonces todo su valor, gen de! text o el año de los
anti güe dad del texto haya constitui mo ocu rno - yatzingo señalan al mar s fechas van
tas embarazoso de presentarse --co entes (1945, 1947, 1005 ... ). Esta
de un contenido en resumidas cuen reve lan que los títulos consignando las fechas más sorprend pare mos los T1-
. Estos cuantos ejemplos racción de los horizontes. Com
ante los tribunales de la Corona tas y fórm ulas en las que se acompañadas de una extrema cont eden . Los autores de
gen a formas, rece con los anales que los prec
tom aron de la tradición oral indí elem ento s de . . esa trad ición tulos de San Gregario Atlapulco ntos relat ívos a la historia
descartado que exclusiva acontecimie
apoyan en parte. Mas no que da so_lo haya que- esos títulos abo rdan de manera ca.si cíón del sant o pat ron o- y lo
y que por cons1gu1ente de ellos los límites, la elec
hayan sido transcritos prev iam ente cánt ico de dep lo· del pue blo -la demarcación de aun que ta forma
es probable que así ocurra con el mentos. De una manera general,
dad o un recuerdo estereotipado: más com plej o de mismo ocurre con ios demás docu de los acon teci-
cual plan tea el problema aún aJnente, la organización interna
ración de Santo Tomás Ajusco. Lo de los anales se respete tan burd os caus an pcrp leíid ad.
de las fechas cuando men
las fuen tes escritas. alfabéticos mientos, la elección v la sucesión a que los auto res de los
no hayan sido los primeros textos una hip ótes ís-, parecerí
Resulta verosímil que los títulos cíon es que con sign an, y la difu · Por consiguiente -n'o es más que ar un acon tecin 1ien to de
r de las ínfo rma es antiguos para evoc
elaborados en los pue blos . El teno r que hayan títulos sólo hubiesen utilizado anal rdar su fech a,
hacen que nos sea difícil imagina Con quis ta esp año la- y para reco
sión de la escritura en el siglo X\'l, tos en su tota lidad consecuencias imp orta ntes -la que deb ían
n oral o hayan sido compues hacer con los demás materiales
surgido dírectamente de la tradició unid ades . Al pun to pens amos como si no hub iera n sabido qué torí a" estric-
ervadas por las com y pert inencia en el marco de una "his
con base en actas auténticas cons mitad del recerles desprovistos de interés
empezaron a redactar en la segunda
en los anales que numerosos pueblos se han c?ns en.:ado. tam ente local de la tíerra. ia de modelos
r su huella en los títulos no se pue de descartar la existenc
siglo xvi. Mas quedaría por encontra eren la :x1s tenc 1a de Además de los anales indígenas, posi ción de 1.os
amente similitudes que sugi rían guiado la redacción y la com
Varios textos presentan episódic en el que hub iera n abre va- que de man era más directa hab usam ente y sido copw,·
, de un acervo común habrían circulado prof
una fuen te com ún o, antes bien los de de .san ta títulos. Especies de cañamazo que a.sí lo sugi ere la lectura de
española, los Títu pueblos< Al menos
do. li propósito de la Con quis ta y dos y plagiados por numerosos
o At!apulco apo rtan Marta y de Gregorio. Los tres docume1_1t_os
Marta y los Anales de San Gregari la Con quis ta, las ba.ta l!as de 11ex1co los Títulos de Atla utla . de Santa guerra crv1L
tiem pos de una época de perturbaciones y de
bastante cercanos sobre los primeros 6 ós:t o comparamos describen en términos semejantes tierr as antes de
fecha de hostilidades. A prop os se habrían establecido en sus
y Tlatelolco, ia duración y la fuer on inte grados a los en el transcurso de la cual los indi ''con greg aciones'' Y
estos dos textos, pues s de la instauración de las
los Anales de San Gregario con yo pare ntes co con el Códice recibir mercedes de la Corona, ante s de estr uctu ra Y de con-
San Gregan·o -cu pueblos. Las analogía
títul os del pueblo. Los Anales de o- con stitu yen un de del establecimiento formal de los haya una calc a P3:'Í va de un
hemos señ alad aun que no por eso
Aub in y los Anales de T!atelolco de Zum arrn .· tenido no pod rían ser fortuitas escnto en cad:i
os de interés general -la llegada o, la explotación de ese material
acontecimientos que combina hech (153 7), la ejec ució n del texto preexistente. Por el contrari ulta revelador
era mon eda de es n1ás o menos acusadas. Res
ga (1529), la acuñación de la prim n regi onal o local. E_sos anales per· ocasión dio lugar a modificacion com o Atla utla ;Ü sur cic
39) - con dato s de orde en lugares tan distantes
cacique de Texcoco (15 siglo xv1 en los estas coincidencias se prod ujer an
común y escrita circulaba en el ensú (l:-l. León
miren pensar que una mernoria ezó a debilitar colonia! dd Cüdex Tei!e nano ·Rem
que esta memoria tal vez se emp 7Una t'"volución análoga en \a parte '', Anal es del 1:-..'Mf. i:r
pue blos del valle de México, y ial del Códf re Tclle nJno -Rem ensis
Así ocur re con nuestros "Com entar io sobre la sección colon
los límites del siglo XVB.
-al menos en esa for ma - en 1970 -1971 , pp. 139-1 76).
orio At1apulco, P· HM.
r., Sanrn Mart a, foL 2r.. San Gr<::g
& Compiírer/Je Athi.uda. fols. 7r.-8
54 de 1
it j
'O tA PAS! OS POR LA ESCKl l UlU\
LOS "TÍT ULO S
S'' O LA r ASIÓ'.\ l'OR LA ESCR lTUR A
LUS -·TfT L'LOS PR1;-;10RDl1\LE ción
el centro del rectángulo y de la composi
franjas horizontales. En cad-a ocasión Cuij ingo , una fech a, una cruz .
de 80 kilómetros a vuelo , la igles ia de
y en el valle de Toluca, a cerca está ocupado por elem ento s notables enci ma de la
ues simetr'fa parece imponerse por
que atraviesan las montañas y los bosq Un constante deseo de equilíbrio y de ojos
·_:1.tro y a n1uchos 1nis por los senderos de insis tir, reve lan que s. Tod o hace creer que tenemos ante nuestros
cuales hernos evid ent: torpeza de los trazo grafí a preh is-
sep1ran. Como otras fuentes sobre las el sigue inspiránd ose en la carto
X\'11 circu laba n, se copi aban y se inter cam biab an escritos en mapas indígenas cuya compaginación los li-
· ¡¡go del siglo es y regio nale s, 13) se relac iona n con luga res o pueb
textos que podí an ser anal es local pánica. los personajes de una (L.\.\\JNA
',),i indig ena del altiplano, qué no hoja -co n
¿Y por ros de la tierra y se suceden en la
-:c_i:, auténticos o fabricado
s. transcripciones de la tradición oral. mítrofes que corresponden a los linde que enun cia el
recorrido y de la enumeración
''.uras"? una sola exce pció n- en el orde n del cada uno de ellos
o cuatro personajes de pie,
pri1nera vista los tÍrulos se presenta
n como docurnentos escritos de un mod texto escrito. En la otra repr esen tan muy
análi sis men os supe rficia l no, com o si sólo se tratara de situar de un modo
s ''pin tura s''. Lln asociado a un pueb lo veci ango , Xoc hitep ec)
·:c:t;t\, sin relación alguna con las vieía Fran cisco Cua cuau - tierras colin dant es (Ten
. Algunos títul os (San sumario Cuijingo en relación con las
·-::i1erue rápidamente esta sensación do- halla crist ianiz ado en la 1ned ida en
Tetz cotzinco) se inspiran a ojos vistas en (LA!-.HNA 12). Si bien es cierto que
el espacio se
Lt\pan, Sant a hiar'f a Nativ it$S l nario "ar-
do de manera más o men os hábi podemos evitar señalar el extraordi
pictográficos de los que habrían saca e que tiene por centro la iglesia, no ción
indicios, tal vez bast e con dete ners más exac tamente, la fidelidad a una representa
o genealogías. 1-ias, sin descuidar estos caísmo" de su concepción o, sión de tos luga res, indi-
ser que muc hos de ellos están "ilu stra dos" , y que sus el diagran1a y la suce
• propios títulos. Parece preconesiana del espacio, basada en su vez
que no aborda la escritura o que al paisaje y a la cons idera ción de las distancias reales. Un espacio a
a veces transmiten una información distr ibuc ión de cuat ro plan os alred edor
de los intérpretes de la com o
no expresainentc. De allí la perplejidad perC!btdo todavía en lo fund ame ntal nahu a tradi cion al. 13
correlato escrito en leng ua indígena. lecía el pensarniento
:,ne.nc1a _ante dibujos que carecían de n de un centro, conforme a lo que estab a fines
renden fJ.cilmente. Algunas se sitúa blemente de los que fueron elaborados
.ioos tipos de representaciones se desp Esos dos "ma pas" difieren considera expr esan el espa cio de una
adas cuan do, por ejen 1plo , figur as de española en que
nea recta con las pictografías cristianiz del siglo xv1 para la administración es. Com o los títul os son en
bres de pueblos.'' Otras evocan más de conc esion
el trazo de una igles ia desig nan nom manera más antig ua, con un mín imo a-
·:l':' o los
escenas dond e están frente a frente tos elaborados en e 1seno de las comunid
· '. nnágenes prehispánicas, como esas primer lugar y antes que nada documen perc epci ón indí-
limí trofe s. 10 En fin. que esos rnapas reflejen una
s de las localidades des y para ellas mismas, es probable mod o
::tnos del pueblo y los representante que más tardía) e incluso que sugieran de un
la man o dere cha del virrey rodeada de una gena menos acul tura da (aun ta.
!1'.ás, en las que ve inspiradas muy " nahu a ante rior a la Con quis
:JL'<"nca que se despliega a
los cuatro lados de la hoja, parecen indirecto lo que era la "car togr afía ino
misma dive rsida d se da en los estilos. Si los pone rse de acue rdo sobre el sentÍdo que ha de darse al térm
':.:ernente en grabados europeos. n La Aún sería preciso instr ume ntos geog ráfic os.
la iconografía cris+ son algo más que
.:::us de Ocoyoacac sólo una calca o una interpretación de con que los designarnos. Esos "ma pas" simb ólica
ad, el trazo del más bien con una representación
'J, otras representaGones
resultan más desconcertantes. A decir verd El más esquemático está emp aren tado bras
nalis mos y la utiliza- "jur ada" de sus límites, como lo revelan las pala
human.o, las de perfil, el juego de los convencío del pueb lo en la afirmación mi pue blo. " (LA!> HNA 12.)
autó cton a. Ésta es particular- es: "}.-1i rnojón,
·n del dan fe de una indiscutible filiación pronunciadas por los cuatro personaj enci a esen ciale s para defin ir los
senta ción que proc ede de Cuij ingo. En os de refer
·<:clt1e en un. últirno tipo de repre El segundo, pese a que ofrece los punt al que expr esa,
reconocer la repr esen tació n de los te el valor de un signo glob
\L.\..:111'.'A 12), e! u1térprete español creyó límites, no deja de poseer igualmen uni-
lama ndo bajo jura men to su la influ enci a indígena sobre el espacio de la com
de los conquistadores del pueblo, proc n exalta y ratif!Ca visualmente a cons tituy a la cond ensa ción
tificó a ocho caciq ues que diero que este map
de la tierra. En la otra (LAML'<A 13 ), iden dad (LA.\HNA 13 ). A su vez, es probable
terri torio . 12 Lo que rige la distr ibuc ión
to más com plejo por lo dem ás mencionado y comentado por el in-
:.1 1)mb re a los limites y
a los linderos del de un docu men en él
de las dos hojas. Den tro de esos parecido o extraviado. Una "fig ura"
las figuras es el formato rectangular terprete, pero en la actualidad desa la, unos cerro s,
cruz de San A.ndrés o cinco je; unas ''pin tura s'' -un águi
definen subconjuntos una especíe de ''señ alab a'' el nom bre de cada para y un nopa l, etc .-
cerro coronado por un ave
una cruz, un águila con unos cerros, un en
P- 126 y San¡;¡ Marta, fol. os, mien tras que los pueblos limítrofes aparecían
y Atlau da, fol 12v : Sao Gregorio. designaban los linderos fijad cami nos. En la
Com/Járenre Santa Mana , fol. l93r. ''señales'' marcaban a su vez los
foL 14r
'', Ocoy oacac . fo\_ 35t. v Atlau da, forma de capillas y de iglesías; otras
es {1979). vol 5, núms . 2270· 2277.
\_\:c;yoacac n1 Cat,i/ogo .de t!m·tr,p_:io11
22_)4: Zoyn zíngo . núm 11"8.
'Cuij ingo, núm. t> López Austi o (l980 ). L p. 65
núm 22:)5.
Zoy:nzingo, nUm_ 1177: Cuíji ngo.
Cu1jm go, nUms . 2236 y 2237.
55 de 162
RA 115
LOS "TÍTL'LO S PRIMOR DIALES" O LA PAS1ÓN POR Li\ ESCRITU
A
LOS "'TfTuLO S PRJMORDIALES" O LA PASIÓN POR L;\ ESCR1ITR
\14
occidentali-
y los pueblos la forma de la nariz, el dibujo del ojo, la abundancia de la barba. L1na
medida en que este mapa llevaba también las vías de comunicación a !a espai'io-
de precisió n superior a! de los dos docu- zación similar caracteriza el traje de !os personajes de pie, vestidos
de los alrededores, alcanzaba un grado es o en movimi ento. En !os dos
la perpleji dad del intérpre te, obedecí a a los la, cuyos cuerpos están de tres cuartos, inmóvil
mentos anteriores. l'v1as, a juzgar por de la figura humana es por tanto inne-
correspo n- documentos de Cuijingo !a represen tación
otras palabras , cada uno de esos tres docume ntos hacia
mismos cánones. En 12 y L3 ). Resulta evidente que encarnin ándose
dejar de hacer gableme nte híbrida (LAM!N;\ S
dería a un distinto grado de abstracción y de esquen1atización, sin las adopcio nes, los indios esbozaro n u11 nueYo
Una mayor personal ización, aunando
eco a una percepción prchisp inica del espacio. antiguos: el
ñan? La lenguaje, libre o amputa do de una parte de sus convencionalismos
·Puede decirse lo mismo de las formas de expresión que !os acompa • • J el énfasis en .la cabe-
( color, el trazo sostenido, las estilizaciones estereoti padas. Pero
importa nte, puesto que s1.rv10 para con-
escritura alfabética ocupa en ellas uo lugar os indepen díentes, la domina nte del
los lugares, de lo pueblos v.ec1nos, las gestas za, la descon1posición del cuerpo en segment
signar los nombres de los personaj es, de ales. La estructu ración global deriva pues todavía
;; creer la.des- perfil siguen siendo tradicion
y hasta las fechas_ Lo mismo ocurría con el mapa que vincula el
tamb1en figuras , es decl! de los cánones prehispánicos. Denota una percepción análoga a la
cripcíón del intérpre te. Pero todas ampara n indígena del csp<Kio.
empobrecimiento del glifo con la conservación de un enfoque
grafías que aún son discernibles en las dos piezas que se pueblos : algunos no hacen 1nás
(huitztl) esran Queda aún por distinguir según los títulos y los
un valor onomástico v topográfico: una serpiente (coat!) y un cohbn jes, rnientras que otros se inspiran conside-
Mizcoat l, un escudo (chim.al) aparece que esbozar el cuerpo de los persona
dibujados tras la de Clemen te Huitzil fía cristiana . No obstante , incluso eo este ú!rimo caso,
los ideogramas rablemente en la iconogra
detrás de la de 11iguel Techirn a/ (LA;,nNA 13), etc. A ello se agregan tran dos de las
!as huellas de los antiguos cánones siguen siendo perceptibles, coxno lo demues
más habitual es, las volutas de la palabra que se resuelven en flores, Toluca. Contra el uasfon<l o
junto a páginas de los Títulos de Ocoyoacac, en el valle de
pasos que señalan los dcsplazarr.ientos o !as ví':-5 s de la delimita ción de los !inderos del
1o_n: l.a 1gles1a, la cruz: Reduci- de un cerro, una escenifica varios episodio
igualme nte familiares introduc idos por la colon1zac realce de un
d1bu¡ad os y .nunca a pueblo. H La diversidad de actitudes, de ademanes y de drapeados, el
dos a la parte congrue nte, garabate ados más que o montaño so, la sensació n de movüni cnro
primer plano apoyado en un trasfond
pesar del término pintura que los designa , obligado s a compart ir la s del estilo de Cuijingo .
que se despren de de la escena se hallan en las antípoda
s VIStO de la hoja nos con,
la escritura. los glifos prosiguen, al parecer, el retroceso que les hab1amo l\1as !a falta de un verdadero empleo de la perspectiva en lo alto
sobre todo, dejar de integrar se.ª especie de
empeza r en el siglo A'Y'I, pero sin desaparecer ní, duce de regreso a una concepción tradicional, que lo es aún más en una
el contrari ?, estos mani- 15 (LAMI1\A 14). En él
conjuntos de inspiración prehispánica. Por cuadrito que evoca !a celebración de una mísa en el pueblo
del son1bre-
fiestan un movimi ento opuesto al que habíamos definido en la segunda abundan los rasgos coloniales: elementos del vestido (pantalones, capas,
siglo xvi. },.fienua s que el glifo de entonce s se s simbó"
de los ros) y arquitectónicos (la bóveda de la iglesia, la pila bautisn1al), actitude
en un espacio ya occidentalizado, cerca de un siglo despues los . el Espíritu
trad1c1on a1. . licas (la oración de rodillas), referencías a la iconografía cristiana (Cristo,
títulos despliegan signos de trazo degrada do en un contexto s de los protagon ístas revelan !a marca indiscu-
vez se trate de produco ones Santo), !a escritura de los nombre
Este trastocainiento es falso. Es probabl e que esta !a dominac ión colonial . Pero la estructu ración del
tíble de la cristiani zación y de
gn1po y que proceda n de estratos expuesto s de manera menos directa perspect iva y sobre todo
interiores del conjunto, si bien esboza un vago primer plano, desdeña la
las ?oblezas indígenas d:! siglo de borizotue,
a las exigencias españolas de lo que habían dispone a los personajes y los objetos en un espacio vacío sin línea
a, vere en ello la conserv aoon, en La represen ración
xvi. 11ás que una evolución paradójica y regresiv remitiendo a la tradición autócton a del scattered -tr-ftnhu te sp.1ce.
n de inspirac ión autócton a, centrada en la suscita !as rnisn1Js
medios más modestos, de una tradició de la A.doración de los Reyes 11agos del barrio de los Reyes
reinterp reración internas de piezas prehispá nicas. Ello disccrn1-
transmisión, la copia y la observaciones, aunque esta vez el modelo europeo aún sea perfectamente
io glífico se os de su lienzo de
no impide en absoluto que en éste, como en otros casos, el_ repertor ble10 (LA\ll;-,;i\ 15). Los personajes parecen haber sido arrancad
y perdido los Y que por los pictogran 1as agrancla dus
haya reducido progresivamente. degra?a do los origen y dispuestos contra un trasfondo compuesto
rapidez del el títulos lun-
el mapa·croquis a la española haya de la iglesia y de las casas de la población. Sea cual fuere su estilo. los
trad1uon al del espacio se explica tamb1en , a un 1C:\(<).
n1antenimiento de una representación se-rvan elementos notables de la tradició n pictográ fica integrán dolos
si no es que tanto por condicionamient os vinculad os a la
una tecruca.
cultural de la percepción, cuanto por el dom1n10 frágil de un saber Y de
invita a consider aciones análogas. Ocoyoaca c, núm. ::2"'0
La observación del dibuío de la figura humana
perfil como en las pinturas de anta- Oroyoaca c, núm. 22-7
En Cuijingo, los personajes se represen tan de
esmero. Véanse i6 Sanrn> Reyes, núm. 2504.
ño. Sin embarg o, todos los seinblan tes están índividu alizados con
56 de 1
¡¡;,
LOS "TfTCLOS PR!:-.10RD1ALES" O LA PASIÓN POR L1\ ESCRITURA LOS ''TÍTULOS PRIMORDIALES'' O LA PASIÓN POR LA ESCRl11JRA 117
-
L05. t¡'r"L••1,,,,_ rio -)con comentarios escritos que se agreguen o remitan a pictografías,
> Cihuatzincon de Zoyatzingo ), que no es más que un exhorto a la cons-
·
<;¡rl(Jl..W
bi.cn herederos tardíos de ese interminable deslizamiento del g!Jfo a la
• trucción de la iglesia y a la conversión: ''debernos ser cristianos''. Del acto de do-
cuyas prin1eras etapas en el siglo XV! hen1os seguido. uno nación español, la v1esecl indígena sólo conservó el título y vagamente algunos
de Jos resultados acabados de un encuentro del que quedan por descubnr otras considerandos.
rnodalidades. -Después de ello se incluye un escrito que notifica a los pueblos vecinos los
1\] recorrer este grupo de fuentes, por superficial e hipotético que sea ese punto derechos de Zoyatzingo antes de registrar su comparecencia y su acuerdo.
de referencia. es manifiesto que los títulos fueron la materialización y la fijación de -·-Luego un texto enmarcado por un ribete negro, también de otra mano,
prácticas múltiples que en ocasiones vinculaban la la lado en el español de los indios J:Or1na!idad de Ja fitndasión. . , aborda sucesiva·
cscri tura y la "pintura". Entre es ros tres apoyos práctrcamente todas las ahanz'.15, 1nente la lucha contra los paganos, la construcción de la iglesia, la elección del santo
todos Jos intercunbios al parecer fueron permisibles: transcripción de lo oral codifi- patrono, la reducción y la conversión de los paganos dispersos, la "congregación"
cado de k>s huehuehtlahtolli o ;¡_imple adopción de su inserción de cantares de 1555, la medición de las tierras del pueblo por un juez español; se enlaza con
elaborados en !as primeras décidas de la Colonia; glosa oral de "pinturas" intro- una nueva enumeración de los linderos, el reparto de las tierras entre los indíos, la
ducida a lo largo del texto; reproducción o producción de ''pinturas'' al evocación de los fundadores paganos, la defensa del pueblo contra los araques de
docun1ento; apropiación del escrito jurídico y religioso de los españoles; '.11odif1ca- los indios chichimecas, la elección -de nuevo- de un santo patrono, la erección
ción de anales en caracteres latinos o que se pintaban y se glosaban parcialmente, -una vez de la iglesia, el bautismo de los indios que seguían siendo paga-
etcétera. i· nos, la demarcación de los linderos.
-Para terminar, un último escrito, de una pluma igualmente distinta, retorna
Los tirulos constituyeron así especies de collages que posiblemente yuxtaponían las el tema de la medición de la tierra y de la enumeración de sus iín1ites.
adopciones y los géneros más diversos, materializaban la torpe y borboteante ten- Se tiene la sensación de que, más allá de sus variantes, sus agregados o sus
taúva de grupos que acaso se ejercítaban en la escritura fuera de la vigilancia de los dicciones, todos esos textos dispares lo único que hacen es abordar infatigablemente
clérigos, sin modelo y sin formación previa. Nada hay en esto de la más o el mis1no asunto, la fundación del pueblo y la delimitación de la tierra con toques
rnenos normalizada de las Relaciones ni tampoco de la prosa en ocasiones pesada múltiples y de aproximaciones sucesivas. Como si esta temática aglomerante confi-
de !os historiadores indígenas del siglo X\'L Se trata de un juicio rápido, basado gurara de manera progresiva el objeto de los tirulos, como si la memoria del pueblo
una vez más en la apariencia caótica de una narración que desconcierta y en el olvido se apoyara n1ás en una nebulosa de datos y de retoques que en la rigidez de una
del nombre que ilevan: Títulos. Como el plural lo indica de manera que no puede versión sintética. Los Títulos de Cuijingo confirman este hecho. Están constituidos
ser más clara, lejos de corresponder a una narración única, los títulos por lo general por tres "cuadernos". Los Títulos de Ocoyoacac reúnen cuando menos dos textos
reúnen textos de longitud desigual y de tenor distinto. Hagamos, por ejemplo, que tratan de la descripción de los linderos y son introducidos por la invocación
el inventario de los escritos que se yuxtaponen en los de Zoyatzingo: trinitaria y cerrados mediante la fórmula "amén". Los Títulos de San Bartolomé
-Un primer docun1ento está emparentado con el género de los anales, puesto Capulhuac se ordenan, con10 se ha visto líneas arriba, en torno a una serie de testa-
que algunas fechas puestas al margen vienen a marcar su desarrollo. Pero 1a se_- mentos, etcétera.
mejanza termina allí, pues esas fechas forman una serie extremadamente composición por superposición o apilamiento de escritos autónomos, per-
rinua y lagunar de años. Tras haber recorrido las peripecias de un tiempo mite el enfoque redundante de un mismo episodio bajo distintas luces o incluso
nado, la entrada de los españoles en escena, el anuncio de la cristianización y de la en versiones ampliadas o traspuestas. Por ejemplo, en el caso de Sula, la elección
Hegada de Cortés, el ''Gran 11arqués'', el relato evoca el origen de la construcción del santo patrono, la invasión de los rnexicas, la amenaza que algunos intrusos
de la iglesia, la afirmación de los derechos ancestrales sobre la tierra y el hacen cernirse sobre las tierras del pueblo se tratan así desde perspectivas múltiples
míento de los límíres; se refiere en fin a la visita de Cortés, a la merced que tuvo, y en ocasiones apenas conciliables. En consecuencia, nada hay de relato homogéneo
a bien conceder al pueblo, a la enumeración de los límites y a la fijación de los con desarrollo lineal, de encadenamientos rigurosos, sino mis bien repeticiones
mojones de tierra Para cerrarse prácticamente con estas palabras: ; 'y pusimos estas inútiles, una pluralidad de enfOques de los que surge el eje común a todos esos
memorias. relatos: la aftrmación de los derechos del pueblo sobre un terreno claramente cir-
-En seguida se lee un texto mucho más breve, de otra mano, titulado Aiesed cunscrito. Este recurrir constante a la repetición de los temas, a la reiteración de las
1 ' Los Títulos de Santa Isabel Tob reúnen elementos que aún son
discernibles con facilidad; cf fórmulas, contribuye a acercar la línea narrativa de los títulos al movimiento de
Glass. "A Census ". f!.ltAi 197), vol 14. pp. 219-220. un discurso oral. Esa narrativa por lo general hace a un lado el rigor de una progre-
57 de 162
118 LOS "TÍTULO S PRIMORD L\LES" O LA P ASJÓN POR L·\ ESCRITU
RA
LOS ''TÍTULO S Pll.IMOR Dli\liS'' O LA PASIÓN POR LA ESCRlTL'
R1\ 119 \
sión lineal, no sigue la marcha i1np!acable o simplemente ordenad a
de una argu· manifestaciones. En otras palabras, aun cuando en aparíencia la elaborac
mentaci ón sistemática para optar por insistir aquí en el énfasís de una
exhortación ión de los
títulos obedezca al bricolage y al patchu.1ork, sería un error inferir de
o allá en la grandez a de una digresión religiosa. Dicho de otro modo,
de una su composi-
ción desconcertante y a menudo "caótica " cualquier incapacidad para
o era general Ja construc ción de esros textos al parecer todavía es
consid erablen1 ente domina r el
relato v la información. Por el contrario, debe reconocerse en ellos
tributaria de las prácticas de la oralidad. Que nadíe se sorprenda. No
sólo porque un notable
esfuer;o de conformación y creación vinculado al envite viral que
esas sociedades indígenas siguen inmersas en la expresión oral, !o que
incluso es era el suyo, la
demasiado evidente para que 1nerezca subrayarse. Sino sobre todo defensa de la rierra. 10
porgue una
parte de los modelos de composición disponibles derivaba del díscurso
. Pensamos Este esfuerzo se ejercíó en un terreno de predilección: la reinrerpretación
en la predicación crístiana, pero también en las actas de la ad1ninistracíón del pasado.
colonial Una reinterp retación desarrollada en el transcurso del siglo xv¡¡ y en general
que se leían y sobre todo se explicaban en público, y que ocasiona
ban procedi- perfec-
cionada en el término de tres o cuatro generaciones, cerca de cien afi.os
mientos orales y repetitivos. Pens,1mos incluso en las transcripciones
del antiguo después de
la época de las Relaciones geográficas. De golpe se siente uno sobreco
corpus oral cuya escritura no necesariamente debía trastornar la planific
ación. Este gido por el
profund o can1bio de la representación del pasado. Y antes que nada
arraigo de la oralidad -pero de llDa oralidad escrupulosamente codific de los
ada-, sin nes, En lo sucesivo, la fundación del pueblo ríende a incluirse en
duda es el que condujo a los indios a desmantelar o a mutilar la estructu
ra de las un 1narco que
rompe con las tradiciones prehispánicas locales o regionales para vincular
actas españolas en que se inspiraron, o a abandon ar la cronología regular
de losan- se a la
cosmogonía cnst1ana:
tiguos anales.
El modelo oral se evidencia de un modo aún más directo en la rnanera
en que Entende d o sabed que nnndo Dios crió el mundo, hizo todo cuanto
quiso, hizo y quiso
los indios presenta ron sus títulos. Los concebían a un mismo tiempo
como discur- porque pudo, La santfsima Trinidad crió todo, los ridns y la tierra
con todo el fírman1cn<
sos, arengas dirigidas a un auditori o, y como "interro gatorios ", a
juzgar por los to del mundo v también crió Dios el so!, luna v estrellas r todo cuanto
hav en el inundo. Lo
términos con que a menudo los designaron en un náhuatl fuertem ente
hispaniza- crió Dios poderoso . Y ahora hablaré y 'razonaré}· declararé t cómo y de.
do: telocadonó, derocadorio, de!ogadorio. . En tanto que en el procedi la manera que se fundaron los pueblos y cómo se pusieron forrnaln1
miento ente. [Sula.]
español inten"Ogatorio, correspondía en esencia a la averiguación judicial
que reco-
gía las declara,ciones de los testigos o de las partes en litigio. 18 Por n1ás que Sub evoque epísodios precortesianos -la invasión rechazad
a de los
La narración indígen a no se limitó a vaciarse en formas antiguas mexica s-, los orígenes del pueblo se basan en una interpretacíón
o bajo una del rnito cris-
terminología colonial posesión . .. las adopciones compuestas. tiano de la Creación. Al dejar de ser la referencia más o 1nenos escondí
da y oculta
de las predicaciones de Jos curas, !a cosinogonía cristíana hace su entrada
Tambié n innovó traspon iendo y adaptan do. Desarrolló así un tipo de
nuevo relato en la me-
moria local v desde ese rnomenro el centro del espacio antiguo, como
que señala un momen to decisivo en la apropiación del discurso cristiano
: "la in- hemos ,·isro
vención del santo patrono ". En Sula, imbuidos de !a inspiración divina, en los "maPas ", puede confundirse con el santuario cristiano.
i\figuel
Omacat zin y Pedro Capollicano, los dos principales notables, se pregunt A ello se agrega un elernento decísívo, si no es que constitutivo de la
aron sobre fundación
del pueblo, b1 llegada de los españoles, aconrecimíento inseparable
la elección del santo que les serviría de patrono y consultaron para ese
efecto a los de la cristia-
nización: ''Fue voluntad de Dios que los españoles vínieran [. . ] Vino
"hijos" del pueblo, es decir a !a población local. Durante la noche
siguient e, un el n1andaro
de Dios y de nuestro rey de Castilla, vinieron los gue habían de goberna
apuestísimo español se apareció a 1.Jiguel y lo llamó tres veces por su
nombre . Le r para que
dieran y conocieran la gracia de Dios en todas la1"partes del mundo
comunicó su deseo de extende r su protección al pueblo. A la mañana
síguien- y cuidaran de
los macehuales. ''La crapa cnICial de la fundación deja de perderse
te !Yfiguel habló de su visión a Pedro, quien había tenido una vivencia
semejanre. en los tiempos
lejanos de antes de la Conquista, aun cuando los títulos una vez inás
¡\mbos permanecíeron sumame nte perturba dos. El divino protecto
r se apareció n1anificst2.r1
un origen y una ocupación remotos. En lo succsívo lo esencial se ventila
una vez más a t.figuel para decirle que no era otro que el apóstol Santiago
"que en la '.1istoria
cristiana del pueblo al grado de confundirse con ella. El enfoque , que
ve.nía de Persia. . de la parte del Oriente ''. lvfigucl lo anunció al pueblo
y todos de en tH:rf1pns
de !as RelaczOnes ele 1579-1582 a Ycces se remonta ba a síglos, ya só!o
común acuerdo decidieron construir un santuario dedicado al apóstol.
Los Títulos incluy e-:'
casi- las décadas inmediatan1ente posteriores a la Conquista espaflola
de Cuijíng o y de 11ilpa Alta consignan episodios del mismo estilo que
denotan la , g.rosso 11;cdo
de 1521 a fines de los años 1550. Una r.rama análoga se desarrolla y
percepción de una sobrena turalida d cristiana de la que se han de ver
muchas otras \"ueh·e a
rrollarse a través de los textos y en torno a los n1ismos protagonlstas:
el rey empt.:ra-
rn Lotkhan, .. \'icws. '',en Thc lncall!ui Az:tec State , op. át .. pp- .389-.390.
58 de 1
LOS ··TITLLOS PRL\!ORD!ALES" O LA PASIÓ!"\ POR LA ESCRITURA LOS . 'TÍTULOS PRJ:-..tORDIALES 'O LA P POR LA ESCRJTUR1\ ¡ 21
,, V, lus dos \'Írreyes Antonio de 1-fendoza (1535-1550) y Luis de \lelasco de la Conquista a repetir una y otra vez las palabras virtuosas <le sus amos, con los
: 5<: )6·1). el obispo (con posterioridad arzobispo) de 1-JéxicoJuan de Zun1árraga que estarían en deuda por todos conceptos. Pero, examinando las cosas con mayor
:;;;.(Í:lnos del pueblo. Enrre estos escasos personajes se desarrollan los ceremo-
detenimiento, parecen ser 1nás complejas y rnás a1nbiguas. ReLordemos aquellos
c:ue rnarc1n y organizan la fundación del pueblo: bautismo, confesión, pro-
"mapas" de los que Cuijingo y Zoyatzingo conservaron ejemplares. En algunos,
erección de! santuario, elección del santo P'Jtrono, entronización de una mano (en medio de la cual aparece una iglesia) proclama que la merced fue
::,.' Jutoridades locales, demarcación de los límites. concedida por la propia mano del virrey, Ello equivalía, sin discusión posible, a
esos protagonistas indígenas y españoles no podría haber acuerdo más desear deliberadamente que se pusiera de manifiesto la intervención del más alto
Los segundos aporran !a fe y se afanan en tranquilizar. Los primeros, los representante de la Corona. Pero el propio texto corrobora esta preocupación con
J.:":c::ir:os del pueblo, los acogen entonces con gratitud, incluso con entusiasrno, en un énfasis demasiado excesivo para ser graruito o simplemente retórico. En Zo·
c.-:;;:;'.cnes con lágrimas y recoginüento. El choque militar, e! trastorno político que yatzingo fue el propio Cortés quien ·'dio posesión", fijó las obligaciones del pueblo,
b Cc<'.quista española represeI)A:a a nuestros ojos en general se relegan a un último
reLonoció los límites de las tierras e incluso fue un juez español auxilíado por un
o propiamente se hacen desaparecer. Sin embargo, es cierto que cuando la teniente general e intérprete el que bautizó con non1bres indígenas los linderos de
cr;;._;.:nidad h:< conservado la huella de anales que relatan la invasión, las imágenes las tierras, todo ello por orden de un virrey fictício, Antonio de Valdés y J\.'ionto·
s:·:r,brÍJ.5 de la desgracia y de la muerte de los señores pueden volver a surgir. Pero lla. . Lo mismo ocurrió en Cuijingo. En todos los demás pueblos, el emperador
en ese caso la conversión a! cristianismo sigue siendo el acontecimiento que Carlos V los virreves o Cortés -a decir verdad asimilado con frecuencia a un
··J.-:.::'.in2 por encima de todos los demás: ''Pusimos en sus manos santísimas nuestras virrey, lo, que no jamás- resultaron designados como testigos de los derechos
,.;¿2' !' alinas, que recíbirnos nuestra salvación con el agua del santo bautismo con locales cuando no intervinieron de un modo directo en favor del pueblo sobre el
c_c;_e ¡odos nos hicimos cristianos en este nuestro pueblo de San Francisco Cuaze- cual extendían su soberana protección. 21 Las más altas autoridades españolas y los
En éste como en otros casos, conversos desde un principio, los ancianos santos católicos aparecen por doquiera como garantes del orden o, antes bien, del
activamente en la cristianización de los indios que aún son paganos, nuevo orden establecido y de los derechos legítimos de las poblaciones. En adelan-
c:..::;_::do no exhortan a las generaciones futuras a seguir e! ejemplo de su devoción.
te tal vez se explique mejor la insistencia con que los indios tratan de colocar 1-a
Dt::iuo del mismo espíritu, ni por un solo instante se pone en tela de juicio el fundación bajo los más nobles auspicios. La diligencia busca establecer y proteger
poder_ De la lejana Castilla y de la posta obligada de México emana toda derechos territoriales oponiendo a las eventuales usurpaciones la memoria de ilus·
la autoridad; Carlos V, el "gran señor rey emperador", es quien confiere a losan· tres patrocinios. Deslizándose en el discurso de! poder español los indios sin duda
ci:;;..r:o5 "la dominación y el patrimonio", y la capital de la Nueva España la que
dan por descontado que harán intervenir en su favor el peso de la autoridad real. De
la "matriz de los señores" y el origen de la fe. En este contexto pacífico allí ese constante atrincheramiento detrás de una rnuralla (con frecuencia
'"pacificado, desdrarnatizado y crist:ianizado, en este escenario retocado recibe el
ria) de medidas oficiales, tomadas por el rey y sus representantes y por tanto en
pL'eb!o sus derras ''en nombre de Su Majestad y por la gracia de Dios''. La sanción príncipio irrecusables. No es que los indios hayan elegido de un modo deliberado ese
ofcial tom:1 !a forrna muy española de una merced concedida por las nuevas auto·
lenguaje español de la legitimidad en vez de otro: en el 11éxico colonial y cristiano
r:<l;i.des a los ancianos de la comunidad y, fuerza es subrayarlo, repetida donde· del siglo xvn, difícilmente hay otra manera de formular un discurso que sea al
"en todas partes del universo". Sólo entonces el pueblo se convierte en la mismo tiempo comprensible para los indios y rarificable por los representantes de
cosa de los indíos, la ''cosa propia'' . 10
la Corona y de la Iglesia. 1--fas, por reducido que haya sido su margen de maniobra,
},demás de ser una interpretación colonial y colonizada en extremo, la narra· retomando por su cuenta la formulación de la legitimación colonial y cristiana, los
ción adopta los términos de un pacto. A cambio de la merced, de esas tierras que autores de los títulos se esfuerzan por hacer de ellos un instrumento de salvaguar·
se les conceden, los indios se comprometen a pagar el tributo al rey y a adorar da y, sin sombra de duda, el fundamento de una identidad comunitaria.
al dios de los cristianos. El discurso indígena parece entonces totalmente imbui· En fin, en ninguna parte son los indios de los títulos testigos pasivos y silenciosos
do de ideología colonial. Enajenada radicalmente, la memoria indígena habría de la legítimación coloníal. Lejos de permanecer al margen de la intervención es·
pues adoptado las razones del vencedor, su lógica y su retórica justificativa. Las
pañola, se adjudican un papel de primera importancia. Ellos son los conquistado·
autoridades coloniales habrían logrado inculcar con eficacia sorprendente su ver-
res y los fundadores del pueblo: ''Éstos pusieron en forma el pueblo y casas porque
sión oficial. Los vencidos se verían reducidos más de un siglo y medio después
así ya era la voluntad de la Santísima Trinidad ( ... ] Éstos fueron los primeros que
l!.- Ocoyoacac, fols. 37r., 30r.; Cuijingo, fol. 73r.: Ocoyoau1c, fol. 33r.; Zoyatzingo, foL 186r. 21 Zoyatzingo, fol. l83v.; Cuijlngo, foL 85r.; Capu!huac, fol. 6lv.; Santa Mana, fol. 201r.
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i22 LO;, --TITULOS PR!MORDL\LES" O L:\ PAS!ÓN POR LA ESCRITURA. LOS ''TÍTULOS PRl\.lORDIALES 'O LJ\ p ASIÓN POR LA ESCR!TL'Rc\ 123
fundaron el pueblo." No podrían presentarse mejor como actores a carra cabal entre el pueblo y la potencia protectora que parece ser una constante del pasado
de la historia, con el 1nismo derecho y en el mismo grado que los españoles. Su mesoan:iericano. Pero a diferencia de las divinidades prehispánicas que se hallaban
intervención se manifiesra en instantes crucíales. Por ejemplo, durante la constnic- en el origen directo de la aparición del grupo, el santo patrón aparece más bien
ción de la iglesía local, vinculada dondequiera a la concesión de tierras. l\_ través de como un ser que llega después y de otro /a,do, ''de Persia. de la parte del
los relatos, los indios acaban además por arrogarse la paternidad de esta medida al Oriente" (Sula) o de Tlaxcala (en Cuijingo). En lo sucesivo !e sirve de a.sílo la
grado de dejar en la sombra el origen español y autoritario de la construcción, íglesia en vez de un cerro de los alrededores. Sin embargo, a pesar de este origen
la iglesia innegablemente simboliza una nueva era --el Tieinpo de la Santísíma extrarijer.o que comparte, cierto es, con los españoles, con el emperador rey o con
Trínidad- al constituirse en_ centro de una vida ritual que santifica la continuidad Cortés. el pueblo lo hace suyo totalmente. Las cosas ocurren como si el santo fuera
de la comunidad, Véase lo que dicen al respecto los Títulos de Ocoyoacac: percibido con su naturaleza exótica y al rnismo tiempo en su plena identificación
con la localidad, gracias a una a1nbivalencia apropiada para numerosas acciones
Pusimos el ttmplo de Dios, nuestro padre, nuestra madre la santa iglesia para que allí
sincréticas.
dignamente se encuentre nuestro santo San Obispo ()coyoacac; cabecera matriz La cristianización del pueblo se prolonga mediante la introducción en el seno ele
del pueblo, su amada y honrada casa de congregación donde reciban al amado y honrado
cuerpo de! santísimo Sacramento los amados sacerdotes ministros del Señor, pa,ra que allí la comunidad de las ínsrituciones españolas, ''las fonnas de nuestro gobierno que
le rueguen en su casa de oración e iglesia santa: para que allí se cctebre la misa; para que debía comportar las funciones de gobernador, de alcalde y el fiscal" (Zoyatzingo }.
allí nazcan los hijos, los nietos; para que se bautizen, para que se arrodillen: para que ;dl'i De creer a los títulos, antes de los españoles sólo habría habido cuarteles (barrios) y
tomen e! cuerpo del santísimo Sacramento; para qlic allí limpiamente sean sepultados ancianos a la cabeza. Ciertos títulos incluso hacen datar de la dominación española
cuando mueran. la división del pueblo en cuatro barrios y la designación de un responsable o merÍ-·
no a su cabeza. Por lo general, los títulos atribuyen al vírrey Luis de Ve!asco padre
Declaraciones análogas ocupan los Títulos de Zoyatzingo, de Cuijingo o de 1\tla- el mérito de haber instalado a las nuevas autoridades locales, aun cuando en Cui-
pulco. 22 Todas hacen del santuario no sólo el lugar de contacto privilegiado con la jingo, por ejemplo, Cortés pase por haber establecido previamente la república, es
presencia divina que se manifiesta en forma del santo sacramento, sino también decir un gobierno en toda !a regla. El establecimiento de la administración local,
el eje de un haz de prácticas religiosas, n1isas, bautismos, funerales que acompasan e! de los cargos civiles (y espirituales) se concibe a la vez como un timbre de gloria
devenir del grupo y de sus miembros, del nacimiento a la muerte. Mas la iglesia no para el pueblo -para mayor honra y corona de este pueblo- y como un gesto
sólo abriga ti santo sacramento. También encierra una imagen que es un santo y estabilizador, un factor de orden y de justicia que se encarna en los bastones de
cuya casa es ella. Es el intercesor por excelencia, la gloria blasón- v el nuevo mando entregados a los dignatarios. En fin, la llegada del pueblo a la existencia
señor del pueblo, puesto que mediante una verdadera transferencia se constitucional va acompañada de una verdadera mutación del hábitat. El pueblo
en propietaria de las tierras de la comunidad.::. Co1no hemos visto líneas arriba, 'ia es objeto de una remodelacióo completa según el modelo de la traza espafiola, sus
elección del santo deriva de una iniciativa que emana de los indígenas, mejor dicho casas v sus calles van a ordenarse en lo sucesivo según el diseño regular del plano
de los ''padres'', de los ''fundadores'', a decir verdad de los notables. El episodio cuadriculado. Urbanismo, política y religión se hallan mezclados aquí de manera
reviste tanta importancia que alimenta un relato prodigioso inspirado libremente inextricable. 2i
en la hagiografía cristiana. Es la manera de aprovechar una caución divina, puesto luego o antes de la construcción del santuario un episodio suplementario com-
que "nadie puede contradecir la palabra de San Bartolomé". Ello no rompe con plica a veces la fundación del pueblo: la ';con,®ación''. Concebida entonces
un pasado más remoto, puesto que todas las comunidades prehispánicas mante- como una medida de amplitud universal ("señala"ion por dondequiera lírnitcs para
nían nexos singulares con protectores que poblaban los rnontes, las fuentes y los la congregación de los pueblos'') y como un acontecimiento ineluctable, esta con-
ríos de sus alrededores. No es desconocida !a importancia que los indios concedían centración forzada de las poblaciones en el sitio del pueblo aparece a menudo
al ''corazón del pueblo'', portador de una voluntad divina, razón de ser del grupo como algo previo a la fundación. Una vez coricluida la operación, los ancianos
y motor de su existencia. Es sabido que el asentarniento de !os primeros ocupantes de Santa 1-1arta no tienen más que proclainar que ''han ganado la tierra''. Lo que
en un sitio iba rodeado de apariciones que sígnificaban que "el dios cedía a !os no obs_ta para que las deportaciones de los indios que vivían dispersos,_ en oci.s1onc 5
migrantcs las tierras labrantías'' , 2-1 y daba por resultado la conclusión de un pacto hayan dejado recuerdos candentes. Algunos títulos evocan la existenua (:e _esas
21 7,<Jyatzingo, fol. l84v .. Cuijingo, fol. f3v.: San Gn:gorio Adapu!co. pp. 128-129. blaciones en la soledad de las ''mesetas, de los montes, de las cuevas y de r.1s rot:l5
23 Cuijingo, foL 7:-r.: Ocoyoacac fol. 29L: Sula. fui. 2:v.
2·1 López Austin (l'J80). !, P- 73 Cuijingo, fols. 7')v .. 80v.: Ocoyoacac, fo!s. 35r.. 33v.; Adanda. fob. H\r_, ¡:,-
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LOS ' TÍTULOS PRIMORDIALES 'O LA PASIÓN POR LA ESCRITURA l2'5
LOS ··rITL'LOS PRL\iORDIALE'l" O LA PAS!00 POR LA ESCRITURA
d,- detallar las de su sumisión, las represalias ejercidas por los espa. Barrolomé Capulhuac). En Cuijingo el amojonam iento se efectuó "atando las
1
'"!<=>. \' de esbozar la ag1tanón de una época convulsionada: ''Se chocaron con
puntas de las hierbas altas unas con otras". Operación inseparable de los adema-
,p;kth·i:¡ !1Js viejos, se combatier on !os pueblos[ ... J cuando
reglament aron las nes de apropiación que los ancianos de Sula hacen a la española "escupien do y
wff'.l-'. cuando en presencia de Dios señalaron por todas panes los límites para tirando piedras y arrancando hierbas y lo fueron desparramando por todas partes
de los pueblos.'' Por consiguie nte, esas ''congrega ciones'' no sólo en señal de posesión linderos en redondo'· . Esos ademanes repetidos de manera
i.i
1 infatigable se subrayan mediante banquetes campestres, con altos en los que se
ubn.1n ;\fe.ctado las_ relaciones entre el pueblo y las poblaciones dispersas por su
brutales entre pueblos vecinos cuya dice misa, con paradas para pasar la noche. Ai son de las trompetas, se acompaña n
i· . . sino tamb:én desencade nado luchas
:u1.;.sctú.:1ón y cuyas fronteras eran puestas así en tela de juicio.'" de abrazos e intercambios de flores con los pueblos vecinos. A menos que estallen
1
rJs e! choque Y las represione s, el apaciguam iento, En Cuíjingo, el texto des- incidentes y que las reuniones degeneren en enfrentanlÍentos. Es posible que los
, ¡Íbe qué manera los indios garrotes- u otras armas de las que dan idea los escudos, las macanas de obsidiana,
los arcos y las flechas dibujados en los Títulos de Ocoyoaca c- también fueran parte
todos_ sus casas de que quedó admirado don Francisco Chicoréncad, que le integrante de los ritos de demarcación, que simbolizaran la fuerza del pueblo y
2
,r;:· 1' un de ver con !a brevedad que lo hicieron y que los carpínreros o corto res evocaran el recuerdo de lejanas expediciones de conquista. '
pusieron una santa cruz muy grande y fueron a conar muchos troncos o ramas y 1-1as he aquí lo esencial. El recorrido es tanto un circuito como un discurso, una
un.breve (tiempo] la iglesia o ermita[. .] y luego fabricaron sus solares especíe de película y de letanla de los parajes, de los puntos de referencia, de los
: las nerras en un instante, y pusieron sus viviendas en forma que dentro de mojones naturales y artificiales, un encadenam iento de las toponimias que sólo
t __ i,;cses concluyeron todo
termina al volver al punto de partida. El itinerario recorrido y la lista hablan de la
inscripción de la comunida d en su territorio y su reclusión en sí misma. Los ''lími-
El f'.ipel de aquellos primeros conversos, de aquellos neófitos no es insignifican-
tes a la redonda" dibujan un círculo cerrado. Los lindes son tanto impermeables
. Pll0to ellos se encargaron de atraer a los paganos para que se bautizaran ,
como impenetrables. Los títulos proclaman la separación principal, lo de fuera
tierras y se instalaran en el pueblo. En esn:t ocasión, a diferencia de las
-los otros, los pueblos limítrofes, la administración y los haceridados españole s-
brutales de los españoles, el método es pacífico v el consenso -la
l . ¡ '1 .d . y lo de dentro - ''nosotros, los ancianos, los que nazcan. . ''-.Lo de dentro: un
',_ ·'' n.lc - es aprop1ac o. 1v as si e una manera general el relato de las ''con.
cfrculo cuyo centro sería la iglesia. Pensamos en los mapas atisbados líneas arriba.
pone el acento en la cristianización de las poblaciones y la imposi-
en adelante captamos mejor sus limitaciones "cartográficas" y sus intenciones:
'_">_n orden en los carnpos, el desplazam iento, la deportación se resienten a
matean la unidad del pueblo y las mojoneras del mundo que ínteresa, en las fron-
todo como. u:1a peripecia humillant e en oposíción a la pern1anencia y el
teras de un lugar ajeno situado en alguna parre fuera de la hoja, de un entorno no
u Lis contra?ICCiones perceptibles de los testimonios, las afirmaciones peren-
representado por ser no pertinente , inexistente o potencialmente hostil y amena-
!?s tal vez delaten la confusión de las memorias ante un episo-
.Ll_ q.,, :<ctta d1f1c1l de recuperar.
zador. Que nadie se sorprenda entonces de que los indios de los títulos no se pre-
senten nunca como tales, ellos son, antes que nada, la "gente de. . Cuijingo,
./\_Lt5, la ereccíón de la iglesia dedicada al santo patrono, 1nás aún que el epi-
1 . " , la d emarcac1ó . n de los límites es la pieza Zoyatzingo, Atlautla' ',etc. Repliegue sobre sí de una co1nunidad asediada por los
'"d1'' ' '1tad o d e las " congregaciones
pueblo, es incluso el objeto principal de los títulos. Es españoles pero también, según los casos, pues nada es simple, redefinición y nuevo
la fundación del
espiritual, casi sacramental. Y es que el principio de una colectividad territorial.
''. ,tundador _por exc_elencía , un acto
1 Concretam ente La erección de la iglesia, la elección del santo patrono, el reparto de tierras, la
(U ·':.,,·h _ de los lindes tiene toda la apariencia de una liturgia.
traza del pueblo y sobre todo la demarcación de los lindes, episodios todos de los
consiste en seguir los lúnites del territorio para reconocerlos y
que participan que las generaciones por venir deben guardar memoria y apreciar en lo que valen
-.t '-'- '"'1lH1 acuerdo con los pueblos colindante s. Para los ancianos
agobiante . una larga excursión de varios días, una sucesión de as- cuando los ancianos se hayan ido: ''Ahora ya vamos cansados de andar por vosotros.
_..,, rn&rcha
de los valles. Los indios se ocupan entonces en marcar Y vamos a entrar en nuestros linderos hasta el día del Juicio, que se nos juzgue lo
,\.'ll.)t,,':;-. \' descensos a! fondo ,
us ,, . bueno y lo malo." Pero la evocación del cansancio de los ancianos con frecuencia
, u •• , • compus11nos a manos cerntos dos [. . J dos cerritos hechos a mano
se mezcla con recuerdos rnás dramáticos en los que reaparecen casi textualme nte
'\u" . todo de piedra [ ... ] Una culebra de piedra que pusimos [. . ]
n de piedra que labramos{ ... ] Allí labramos una piedra escrita" (San
27 Santa Mana, fol. 197v.; S:in Gregorio Athpuko, p 124; Capu!huac, fob. 60v.-6lr.; Cuijingo,
73v. fol. 64r.; Sula. fol. 3r: Santa l'ihrt:i, fo!. 196r.; Adautb. fol. lSr
>· "'<·:uurh. fol. 12v.: Santa Marta, fol. 193v.; Zoy:nzingo, foL l85v.: Cuijingo, fol.
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LG::. FJ-\l\10RD11\L.i:..::i O L:\ P1\SlÓN POR LA ESCRITURA. L0S ·--¡·íTLLCS - 0 Li\ i'A.Sió>-: POR Li\ ESCRl n..;K:\
los términos de las Relaciones. Algunos fijan la fundación cristiana antes de las delación y de una redistribución del hábitat., según el rnodelo de! plano reticular<
epidemias en una especíe de edad de oro. Otros asocian la "congregació n" y el que combinaba la tradición prehispánica y la experiencia mediterránea. Dicho lo
bautizo de los indios con los desencadenamientos de la enfermedad, "de aquel cuaL en contra de lo que dan a entender los títulos, esas uansformaciones no
temor los que quedaron se reduxeron a buenos cristianos con el favor de Dios. por- fueron simultáneas.
que murieron nífias, niños, mujeres y hombres, que no quedaron más de cinco o Es innegable que las ''congregaciones'' tuvíeron una considerable repercusión
seis casas". Algunos títulos se refieren a las epidemias que brotaron entre 1530 en muchos pueblos. Por falta de tiempo y de recursos los españoles en un principio
y 1560, otros expresamente a la de 1576. Todos dan fe de que el apocalipsis demo- se limitaron a dejar intacto el hábítat indígena. Cuando mucho habían edificado un
gráfico queda en el síglo X\'!l como un punto de referencia inevitable, como una monasterio o una iglesia en el lugar de la cabecera, en tanto que los indios seguían
herida inolvidable, íncurable corno ya lo habían expresado de maravilla los infor- víviendo dispersos por los alrededores. Luego, la creciente necesidad de supervisar
mantes de las Relaciones geográficas. 28 inejor a las poblaciones, que escapaban de las exaccíones de los conquistadores y se
Redactados en pleno siglo xvri y probablement e después de 1650 -en la forma oponían a la conversión, incitó a !a Corona a tomar rnedidas rigurosas y a echar a
que hemos conservado-, los rítulos presentan un pasado centrado sobre todo en andar diversas campañas de ''congregacio nes''. La primera siguió a la epiden1Ía
los primeros tiempos efe la domínación española. Un pasado coherente y real a ojos de 154 5-1548. De 15 51 a 15 58 la campaña pretendió obligar a los indios a reagru-
de los redactores y de los miembros de la comunidad a los que podía ser asequible. parse en aldeas trazadas a la europea y a reubícar las cabeceras en sítios que [enían
Para apreciar mejor su originalidad, mediante un breve rodeo necesitamos ahora el beneplácito de las autoridades. Por la fuerza o rnediante persuasión, las pobla-
volver al terreno de la historia tal como la restituye la investigación moderna. Los ciones hubíeron de abandonar su hábitat para dirigirse a los nuevos emplazamien -
títulos ordenan hechos que en lo global corresponden a lo que sabernos: la instau- tos. Esas primeras medidas respondían así a preocupaciones administrativas, eco-
ración de una administración indígena calcada del modelo español, la construcción nón1icas y espirituales en particular urgentes, pero difícilmente lograron acabar
de la iglesia, la elección de un santo patrono, las "congregaciones", las nzercedes de con la dispersión de los indios. P<Lra poner el remedía y sacar el mejor partido de
tierra concedidas por la Corona al pueblo constituyen muchos de los rasgos esen- una población que literalmente se fundía, en !a última década del siglo empezó una
ciales de la historia de !as comunidades indígenas durante el siglo x--vi. Como hemos segunda campaña confiada a '' íueces de congregación'', ''los nuevos pueblos fueron
visto, la Corona desmanteló primero la influencia que la nobleza ejercía en las construidos por los propios indíos de acuerdo con el plano reticular de los españo-
poblaciones indígenas para respetar sólo el escalón local de la cabecera o lugar les, alrededor de una plaza que daba cabida a la íglesia y al mercado. L<1S estancias
principal. La cabecera era una localidad de mediana importancia de la que depen- fueron abandonadas, sus capillas arrasadas y las casas de los indios quen1adas''. De
dían núcleos más modestos, aldeas dispersas, los sujetos, Cabecera y sujetos forma- 1593 a 1605 fueron borrados del mapa millares de sitios, no sin que los indios opu-
ban pueblos que entonces fueron separados de los conglomerados tributarios, étnicos sieran una resistencia tenaz y mulriplicaran las gestiones y !as presiones de todo
y políticos a los que en un principio habían pertenecido. A mediados del siglo xv1 tipo para evitarlo.-1 1 Por ello no es sorprendente que las "congregacio nes" hayan
la Corona introdujo en ellos el cabildo a !a española con sus cargos de gobernador, impreso en las memorias indígenas recuerdos tan contrastantes en que se oponen
de regidores y de alcaldes, cargos de elección y confirmables por el virrey que con- las justificaciones presentadas por los españoles -la cristianización, la cobertura
cedía los "bastones de justicia" a los nuevos titulares. Esta instalación ocurrió en administrativ a- y las resonancias de !os choques que aquéllas ocasionaron. En fin,
tiempos del virrey Luis de Velasco padre (1550-1564), citado con frecuencia por los hemos leído la huella de las epidemias ya evocadas en detalle por nosotros. Vale
títulos. Como observa Charles Gibson: "Las décadas de 1550 y 1560 aparecen corno decir que los títulos no inventan; tratan a su que queda por
el periodo de mayor prestigio, confianza y afirmación por parte de los gobiernos hechos y acontecimientos perfectamente comprorP"idos.
indígenas.'' ' 9 Los virreyes sucesivos concedieron a los pueblos mercedes de tierras, Con algunas excepciones, los títulos sin discusión hacen híncapíé en el siglo A'-1
lo que por lo demás venía a sancionar un estado de hecho, puesto que las dona- colonial. ¿Concluiremos por tanto que los tiempos prehíspánícos se de
ciones se situaban dentro de sus límites. Por otra pane, las formalidades que acom- manera definitiva de las memorias? Es probable que no, así fuera por la forma
pañaban estas diligencias son evocadas con bastante fidelidad por los títulos. Las de la periodización que se despliega de principio a fin de los títulos y distingue el
campañas de construcción de las capillas y de las iglesias empezaron en los años ''Tiempo de la Gentilidad'' y el ''Tiempo de la Santísima Trinidad''. el ''Tiernpo
1530 para terminar a fin de siglo. Este proceso estuvo acompañado de una remo-
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LOS ·'TÍTULOS PR!.:..10RDlJ\LES'' O LA PASlÓ\: POR LA ESCRlTL!RA LOS ··T[TULOS O LA P ASIÓ:\ POR LA ESCRiTUR:\ 120
¿,..,¡ Credo católico'' o incluso, el ''Tiempo de la Fe cristiana'' .·11 Los títulos quizás
dJuicio Final y la resurrección de los muertos (Sula, Zoyatzíngo)? ¿Es preciso in-
rc[omado, y sus autores interiorizado, la dicotomía introducída por _es- ,-ocar, para explicado, el éxito de un siglo y rnedio de predicació:1 cristiana q1:1e
p;i.Í'ioles y difundida ampliarnente por la enc:-i_esta de la: Re(aciones. _Pero loora inculcar el desarrollo de una historia que encadenaría la Creac1ón, el pagan1s-
nianrts de !as Relaciones concebían la genu!1dad en termrnos preosos. Practicas,
y el cristianismo para culn1inar con un término apocallptico? Ello equivaldría
normas, acontecimientos y fechas se proponían a la atención de los encuestadores
a despachar el rrabajo. Como siempre, los indios se niegan a abismarse en las hipó-
esp3-ñoles. En cambio, la gentilidad de los títulos hace las veces de piel de zapa, re-
Lesis que les abrimos. Sin embargo, sería cómodo hacer a un lado algunos detalles
ducida a algunas menciones secas, a ciertos clisés ( í tan cercanos ya a los nuestros!).
n1olestos. Por ejemplo, ¿es posíble aceptar que la cesura, el paso de uno a otro
Es el recuerdo de una época precristiana en que se adoraba a los ídolos, a veces
tiernpo, no estén fechados de un modo uniforme y, sobre todo, que varíen en un
(pero raramente) unas cuantas anotaciones en que el paganismo, el ca- rnismo documento? ¿Cómo explicar que la sítuación de los acontecilnientos pre·
nibalismo, la dispersión del hábitat, los nombres tan d1suntos de la
hispánicos respecto a la época colonial difiera considerablemente de lo que sería
ra cristiana. Por excepción surgen hechos precisos y aislados: una invasión mexica a
Je esperar de la adopción pura y simple de la periodización cristiana? Los arreglos
Sula situada antes de la fundación de 1vféxico, ataques chichimecas·a Cuijingo que
cronológicos propuestos por tos títulos son a un misn10 tiempo variados y v2!iables
scn1braban el terror, con pueblos limítrofes, una migración y el
por no ocupar siempre lo prehispánico y lo colonial, en la esc_ab_ de nempo,
desplazamiento de un hábitat, etc. .\demás se trata de manera exclusiva de acon-
e! espacio que nosotros les asignamos. Algunos títulos se hm1ran a alusiones tan
tcciinientos de importancia local, en contraste con las referencias coloniales que,
vagas a los tiempos antiguos que apenas es posible evocar la constitución de un pa-
como saben los indios, se insertan en políticas y evoluciones generales. Sea como
sado dualista. Así ocurre en Ocoyoacac, en A_dautla o en Santa :tv1arta. En San Bar-
fuere. y eso es lo esencia!, el periodo prehispánico ya es sólo un último término, un
tolomé Caputhuac la relación sostenida COf' el pasado es muy distinta. Los títulos
telón de fondo_ En general, el recuerdo del pasado pagano sirve para apoyar la
describen allí un paganismo en espera de la cristianización, una época de latencia y
reínvin<licación de una antigua raíz local, pero nunca para explicar los orígenes y
de preparación, en que los santos ofrecen ya el auxilio de ::.u intercesión, en que ya
la fundación como lo hicieron numerosos informantes de las Relaciones. Pese a que
está marcado el lugar de la nueva fe. Lo mismo sucede en Cuijingo, que hace pre-
Jos títulos evoquen una fundación prehispánica, ésta sigue síendo, salvo excepción,
ceder el bautismo por la construcción de la iglesia o por la cleccíón del santo patro-
un precedente, una especie de repetición general respecto a la fundación cristiana
no. La infiltración de elementos cristianos en la trama prehispánica -la voluntad
cuyos momentos principales hemos descrito. Y ello por dos razones esenciales: la
de Dios. la intervencíón de la Trinidad- contribuye a producir un efecto análogo,
obra del tiempo, del olvido precipitado por los azares de la tradición pictográfica y
tanto como ciertas correspondencias que atribuyen el mismo nombre indígena al
de la transrnisión oral, y sobre todo la búsqueda de una legitimación cristiana y es-
fundador prehispánico y al fundador colonial. Si en San Bartolomé Capulhuac
pañola que, sirviendo en lo táctico a los intereses del pueblo, induce a distanciarse
e"! tiempo cristiano se extiende al tiempo pagano casi al grado de anexárselo, en
del ''Tien1po de la Gentilidad". La falta sistemática de una fecha, sea cual fuere,
Cuijingo el "Tiempo de la Gentilidad", sin perder en absoluto su carácter
probablemente deba atribuirse tanto al olvido como a la indiferencia y al des.in-
co, se suelda a la época cristiana en vez de separarse de ella. La disposición de ambos
terés por aquella era pagana, como si ese "Tiempo de la Gentilidad'' ya no tuviera
periodos cobra formas tan inusitadas y diversas como las intenciones a las que obede-
la misma irnportancia ni la 1nis1na consistencia que el "1'iempo de la Santísima
ce. En el caso de San Bartolomé, el texto cristianiza tan bien un pasado que no lo
Trinidad''.
era que el "primer fundador" aparece bajo un aspecto irreprochable. En cambio,
Por todas partes, la doble visión del pasado parece llenar las memorias. Al pare-
Cuijingo sigue una estrategia dístinta que consiste en ''poner juntos'', en acumular
cer, esa visión obedece a criterios de origen español, y más exactamente a una
episodios y datos que corroboran la antigüedad de los derechos del pueblo.
visión cristiana de! transcurso del tíernpo: fue el arribo de la fe católica y no la con-
La desconcertante superposición de las épocas puede revestir apariencias aún
quista militar lo que marcó la diferencía, lo que hizo caer el tiempo antiguo en el
más desconcertantes e incluso inaprehensibles. Llega a suceder que acontecimien-
otro. Es innegable que en esta segunda mitad del siglo xv11 los autores de los tÍtulos
tos análogos se desarrollen de un modo simétrico antes y después del de. la
concedían a la evangelización un lugar privilegiado en la economía de su pasado.
fe"; o bien que un episodio en un principio fechado en la época colonial denve
¿Poden1os proponer que lo concebían como 1a sucesión de dos periodos profunda-
temporalmente para ir a dar a las márgenes de la gentilidad. o. que algu-
mente distintos dentro del estilo de una perspectiva lineal y orientada hacia un fin
nos hechos se traslapen: una invasión mexica se superpone a la invasión
que, por lo den1<ís, los títulos evocan en varios pasajes: el fin del mundo (Cuijingo),
los agitados tiempos de las agresiones chichimecas se disuelven en los remolinos le-
vantados por la Conquista, etc. Cierto es que algunas Relaciones geográficas también
>2 Cuijiflgo, fol. 64v.: Zoy;nzingo, foi. 188v.: Ocoyoacac. fols. 29r., 32r. ocultaban testimonios que parecían apuntar a la colonización española sin dejar de
63 de 162
O l.A P "\SlÓ N POR LA ESCR1TUR
:\ 131
LOS ''TÍTU LOS PRIMORDIALES'.
O LA P ASlÓN POR LA ESCRJTUR
I\
LOS '·1íT uLOS PRl\lORDL'\LES ..
la
no a causa de su singularidad sino de
a los como si los hechos cobraran sentido, engl obar a y los esgr imie ra a
ios prud ente s, puesto que se dirigían común que los
describir la de los mexicas. Testimon sug: ría anal ogía s rrencia y de su inserción en una 1natriz titud de va-
ológico .linea l que tal vez matriz que aceptaría una mul
españoles, e insertos en un marco cron urso todos para hacerlos significantes. lJna rü1, el pasa do .. ,
En cambio, relato de Sula s1gue un.c a ojos de los indios la histo
pero que descartaba toda confusión. riantes cuya acumulación constituiría el de la Sant ísim a Trin i-
cons igna n los m1sn 1os hechos en el segundo tiem po,
caprichoso de otro modo. En él se s1 pertenecie- El examen de las fechas que jalon an s de la
exto temp oral emb rolla do, lema s que cond ucen a reflexiones análogas. 1\usente
en versiones distintas y en un cont 1al.. Esta vez, la dad, plantea otros prob ame nte del cóm puto cris.
ispánica y a la époc a colon tomadas excl usiv
ran al mismo tiempo a ia época preh para oone s mudas. época de la gent ilida d, las fechas están po colo nial y todo recuer-
e al juego sutil de las corr1 era ined ir el tie1n
confusión involuntaria parece imponers o, má: ,exac tamen· tiano, corr10 si sólo ese calendario pudi \os
otra relac ión con el pasa do antig uos se hubi era desv anecido. Lls fechas se aplican tanto a
¿La confusión o bien la expresión de mos por do de los siste mas n estri ctam en-
tiene que ·ver con lo que con.s 1aera nial como a episodios de orde
te, el desarrollo de un pasado que nada tz1n go se halla n grandes acaecimientos de la época colo desde
ados en los Títulos de Zoya pcio nes, dibu jan un arco ten1poral que se extiende
ese término? Algunos episodios relat ierne al repa rto de te local. Con algunas exce ue cons tituy an una refer en·
ellos conc Sin embargo , aunq
contaminados una ambigüedad semejante. Uno de 1520 hasta fines del decenio de 1550. eras déca .
lo entre los princ ipale s de Zoya tzingo. Enganchado al r.elaro factoria al delimitar aquellas prlln
las tierras del pueb v1rrey. cía cronológica global reiatívarnente satis men te falsa s 0
irmación de la merced por part e del ral son inexactas, deci dida
de \a medición de la tierra y de la conf Co1? o lo das de la dominación colonial. en gene
transportarnos a la época colonial. y a los de los espa ñole s- perfectamente aberrantes: en
el episodio debería antes que nada ... - de c1ert os incluso -a nuestros ojos 1947! A
bres cristianos Juan s se fechan en 1005 y otros en 1945 y
confirmarían por lo demás los nom pues to qu: hace a Zoyatzingo, ¡algunos acontecimiento unos res-
iente esa inter preta ción , dad para ubicar los acaecimíentos
principales. Pero al final el relato desm de sus decir verdad las fechas no sirven en reali , ocur re que un
a más ren:ota'. a los que ento nces a con1ún, Por el contrario
\os protagonistas paganos de una époc pecto a otros situándolos en una escal a fech a pued a co-
desp ués de este ep1sod10, el rel.ato da otro distinta, que una n1ism
nombres cristiano s. Poco mismo hecho sea fechado de man era e el
de agosto de 1537 la irred uctib les en el tÍempo según nuestros criterios, Véas
desviación temporal. Una cédula real \i1nc11lado rresponder a hechos la lectu ra de los Títu los de
Xoh ueya catzi n cont ra los a constante men te
de !a batalla que libró el fundador o acaba aparente "caos cronológico" que nubl llega da
pué s de 155 7- el acon teom 1ent ismo esté fechada en 1552, la
en un principio a la época colonial -des Por más que la introducción del baut . Un texto de
luga r ante s llega da de 1607 y la cristianización a 1609
: "Y eso de la fe sólo se remonta al 2 de junio de ta es-
por ser fechado en la época prehispánica n entr e las epoc as, pro· en el año 15 52 se refiere a la Con quis
ientos que circu laba Atlautla fechado al principio y al final
la crist iand ad." ¿Son estos acontecim la cron olog ía Y de la ién
s, desc onoc ímie nto de lo cual nos pare ce natu ral, pero el texto evoca tamb
ducto de la torpeza de los redactore hensión del pañola de agosto de 1521, men os, la delí1 nítac i6n de los
s? ¿O son manifestación de otra apre que to es ya
utili zació n de \as fechas crist iana la epid emia de cocoliztli de 1554, cosa sco, ¡que
men te en la lram a colo nial el surg imiento de entrevista con el virrey Luis de Vela
tíempo? ¿No descubrimos cons tante acente res- lindes en agosto de 1556 y hasta una no
tiem po preh ispá nico vivie ra suby de 1676 ! En Cuijíngo, la imagen del santo patro
acontecimientos anteriores, como si el Los habría ocurrido el 14 de octubre ante s de que se hubi era ele-
subi r a la supe rfici e de vez en nte cuatro años
pecto al tiempo cristíano, al grado de ultad es. es llevada al pueb lo en 1555, exactame en
a confluir para sobreponerse. Las dific . Una mism a "con greg ació n" se sitúa de n1anera sucesiva
estratos de \os acaecimientos vendrían se gido a dicho santo
la prim era mita d del xv1 tal.v ez
los desplazamicruos de población de qu1zas 1555 y en 1559, etcét_eJ;:t. oral
antig uos, las peripecias de una vida local agna da as. 1\l lad9.:_ de un papel de indice temp
clen con desórdenes más paga- No por ello son incoherentes las fech e todo para confe rLr un
sucesión rígid a. Los nom bres prim ero de fechas Sirve sobr
se fund an en vez de situarse en una rpo" aproxirnativo, parece ser que la fijación los hech os cons igna dos. A
supe a los escrítos y a
quen ese proceso de api'.arniento, de ti.mbre de veracidad y de aute ntici dad men to a la
nos y luego cristianos acaso eíem piifi fu.nd ador es de n asoc iar la valid ez de un docu
zin y Juan J\huacatzin, ios e¡emplo de los españoles, los índios sabe
sición y de correspondencia: Ahuacat y una mism a figur a a que por esa razón no vacilen en
po dos seres distintos prese ncia de fecha s y es prob able
Zoyatzingo, pueden ser al mismo tiem ines, tl
onaje en el curso del relat o ueta , una forma hueca -el año, el
lo \argo del tiempo. Un mismo pers bt· Pero sólo se trata de adoptar una etiq lógic a de la med ida del
ño <le braz o carit ativo o un vecino con pretensiones e:xor fecha, mas no una
aparecer con1o un extra figur as día -, incluso uno de los usos de la , de tante os o de derr apes
des de inexactit udes
fusi ones '' frecuentes entr e las gran tiempo. De ahí lo que podemos calificar calen dario euro-
tan tes. De la misma man era las ''con lan que impo rta vea un crnp leo orig inal del
virreyes, el emperador, reve incontrolados. A menos que en ello se de su
de la dominación cspafiola, Cortés, los en esi:e ado -la marca de la hist oric idad - a expensas
la iden tida d de la persona que lo que ésta significa, peo que favo recería un uso deriv roní a
menos a los redactores bare s con la histo· ica. En fin, ¿es prec iso leer en \a d\ac
Si los títul os hace n mala función principal de referencia cronológ
caso el poder, la dominación colonial. desa rroll an
sus propias razones. Las cosas se
ria, no por ello dejan de obedecer a
64 de 1
LOS · 'TiTULOS PRl\10RDL- \LES'' O l:\ P :\Sló'.\ POR L:\ ESCR!Tl'R.'\ 133
LOS "TfTULOS PRB.\ORDlA LES" O LA PAS!ó::-.; POR LA ESCRlTUR,\
errática di:' estos textos, que sucesivamente se remonta y desciende por el tiempo, occidental, su contenido , su naturaleza, su anclaje en el pasado y no en el presente
la manera de las cuentas regresivas en que eran pródigos los informantes de las
b influencia aún poderosa de un pensamie nto próximo a la oralidad, listo para
Rei:u:iot1es escapaban en gran parre a los indios co1no si se les hu-
;1doplar rodas sus digresiones, sus pausas y sus retornos, interesado en presentar un
biese dado un presente y un fururo suspendidos por encima del abisrno abierto de
in:ixírno de .informaciones más que en articularlas de un modo cronológico?
un pasado inconcebib le por partida doble pues, ¿qué poner en él y cómo com-
Los títulos delimitan la información y el acontecimiento acumulan do !os estra-
prenderlo? Laguna inmensa que, como hen1os visto, los autores de los títulos se
tos, multiplica ndo los datos, superpon iendo cuando es necesario. La periodización
esmeraron en llenar a su manera. Pero no recurriendo a !os antiguos cómputos
puede dist.inguír tieinpos y confundirlos, y las fechas señalar hechos que se suceden
de autenticid ad. Nos sorprenderá todavía menos como los informantes de las Relaciones ni, por consiguiente, entregándose a equi-
0 sirnplemc nte darles un barniz
valencias entre las fechas .indígenas y el calendario cristiano. Aún menos evocando
que e! narrador pueda proyectarse durante el relato en el futuro o circular en el
de manera coherente y precisa la época prehispánica. Contentán dose con fragmen-
pasado como si perteneciera simultáne ainente a secuencias temporales distintas.
del tiempo occidental aquello que satisfacía tos yuxtapuestos y con un calendario cristiano más o menos respetado, los redacto-
Los autores de los títulos
su intención y descuídaron lo' que difícilmente podía cobrar sentido a sus ojos. res revelan que provienen en general de un rnedio desligado de los saberes histo-
riográficos tradicionales, de una esfera distinta de las noblezas que hemos visto en
Conserva.ron un marco, una especie de "a la manera de. . "que debía conferir a los
acción en el siglo X\'I y en las Relaciones. Cierro es que los autores de los títulos son
títulos el arn1azón y la autenticidad de un acto oficial de la administración española.
anónimos y que los propios títulos son una materia cambíante copiada, completa-
Adoptaron una periodización binaria que afirmaba su adhesión profunda al cris-
tíanis1no: significaba tener una actitud acorde a su sentir y a los valores de la sacie· da, interpreta da a lo largo de los años. Pero si con ese nombre se designa a quienes
dad co!oniaL Desarrollaron cierras adopciones privilegiadas, por eje1nplo, la de la los acabaron en la forma que los conocemos en la segunda mitad del siglo xvn, es
posible vincularlos a un rnedio de notables del campo, sin nexo directo con los
creencia en la resurrección de la carne. El tema permitla expresar la coherencia del
tiempos antiguos -a diferencia de la nobleza- y que colman mediante la lectura de
grupo en el transcurso del tíempo, la cohesión de un conjunto humano campa·
los anales antiguos, de las actas oficiales, de los testamentos y por medio de la
rable en su homogene idad con la totalidad espacial definida por la enumerac ión
escritura alfabética !o que sin duda nunca supíeron. Su acceso al material pictográ-
minuciosa y exhaustiva de los confines. En su perspectiva globaliza dora, la formu-
fico y escrito de! siglo X\'i aunado a su dominio de la escritura indiscutib lemente
lación cristiana correspondía también a una sobreposición de las diferentes épocas
los sitúa en los estratos dirigentes de la comunida d, los que detentan los cargos de
en aras de una intempora lidad divina análoga al tiempo de los dioses de los
escribanos, que pasan por poseedores de un saber, de una tradición probados.
guos nahuas. Concorda ba en fin con una concepción cíclica basada en el retorno
De la misma manera, las figuras locales que ponen en escena son mucho más los
del tiempo y de las personas: "Aunque n1urieron, no murieron, que han de resu-
detentares de los cargos, de aquellos instaurados por !os españoles, que los repre-
citar el Día del Juicio,'' Una divinidad de los tiempos antiguos que aparece en los
sentantes de las antiguas dinastías señoriales o principescas.
Títulos de Cuijingo muestra el n1ismo propósito: "Por las mañanas estaba como
A este respecto, la comparación con los escritos de Chirnalpa hín, el historiador
una criatura de poca edad y al rnediodía se volvía un ho1n bre hecho y derecho ·Y quien por lo demás proceden
indígena de la región de Chako y Amecameca
cu-ando se iba metiendo el sol, se volvía a.ene que según esta razón quería decir que
varios de nuestros resulta esclarecedora. El historiador murió hacia 1660,
se volvía a su ser que era viejo de mucha edad. "HA diferencía del sujeto del enigma
en la época en que los títulos adoptaban su forma definitiva. l\Tob!e instruido en
de la esfinge, el "den1onío " indígena franqueab a los grupos de edad para volver
sus tradiciones e irnbuido de cultura cristiana, Chimalpa hin detalla a placer las
al punto de partida en vez de recorrer una evolución sin retorno. El ciclo indígena pa-
genealoglas antiguas, las conquistas, las dependencias señoriales desde los orígenes
saba por alto la singularidad de! devenir como antaño lo había señalado Sahagún.
n1ás remotos citando sus fuentes y sus informantes, empleand o con arte todos los
En otros aspectos los redactores de los títulos se mostraron más reticentes o más
cómputos. Los títulos sólo resucitan jirones de historia estrictamente local, sin
turbados. Para unos indios engancha dos brutalmen te a nuestro siglo xv1, et pasado
marco cronológico n.i verdadera profundid ad temporal. Chimalpa hin redacta en
cristiano y occidental no podla ofrecer ninguna consistencia, ninguna realidad, 1
náhuatl una historia de España, mostrando su conocimiento del pasado europeo. l
fuesen éstas cíclicas o lineales, orientadas o no, repetitivas o irreversibles. Si les
Los títulos se pierden en los nombres de los conquistadores y de los virreyes y
era posible interiorizar e interpreta r la idea de un desenlace común -el día del
difícilmente ven más allá de los lindes del territorío, . No se trata de suscitar uno.
Juicio-, les resultaba más difícil situarse con respecto a ese lejano punto de parti·
confrontación que no tendría el menor sentído, sino de una manera más simple de
da que constituía el nacimient o de Cristo, La importanc ia del espacio de tiempo
3-\ Chimaipah¡n , OrUv,_¡ Rel<-1rión, México, UNAM, 1983. pp. 183-199
)} Cuijingo. fols. 6')v.-70r.
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P i\SlÓ0:" POR L\ ESCRITLRA 13S
P/\SlÓ N POR LA ESCRITURA LOS ''TÍTI Jl.OS PR1:\1 0RDL \LES'' O LA
134 LOS ''TÍTU LOS PRlM ORDl ALES '' O LA
66 de 1
LA ESCRITL'.RA 137
LOS ··TITUL OS PRIMOR DIALES '. O l:\ PAS!ÓY POR
POR Ll•. ESCRITURA
LOS '-1íTt'L OS PRIMOR D1ALE5 " O L\ P :\Sl()'.'-:
poblad o el altipla no mucho
n captar del mundo coloni al, ción de su ciudad. Emana de un grupo étnico que había
etin lo que alguno s indíge nas creían , podían o quería que luego había estado someti do sin perder
expres ión, Consti tuyen un fenóm eno antes de b. llegada de los nahuas , a los
su aptitu d para renovar e invent ar modos de .3' Los otomíe s sin embar go no habían dejado de verse
s indíge nas y en la de la cultura en por ello su lengua y su cultura
de gr:J.n irnpor tancia en la histori a de las cultura siendo blanco del desprecio
son o los títulos inventa- reducidos desde entonces a una existencia periférica,
gcni:raL un fenóm eno del que el catálog o de D. Robert Sirvieron de auxiliares tanto
r que en los valles de de sus amos nahuas antes de sufrir el de los españo les.
sólo transn1Íten un pálido reíleío . Podem os supone la pan:iciparon en la coloni-
barrios o aldeas de cierta impor- a los unos como a los otros. Bajo la domin ación españo
y de 1'oluca, tal vez de Puebla , todos los norte de i\1éxico y en la lucha contra los nó-
adquir irlos o de elabora rlos. Entre zación de las inmensas extensiones del
t:cncia estaba n en posíbi lidad de poseer los, de los convoy es por los camino s que conduc ían
de la escrilu ra, de la tradici ón ora! y los madas chichimecas que hostig aban
los constr eñimie ntos del model o coloni al, de menor enverg adura preced ieron lo que se ha
ían playas a las minas de plata. Episod ios
i::ieinpo, se extend en la zoo;:;. de San Juan
antigu os esque1nas de la percep ción del espacio y del dado en llamar la "guerr a chichi meca" . Se desarro llaron
XVII con abund ancia, in-
vfrgenes o aband onada s en las que se ejercitó en el siglo s de la caída de Iviéxico·Te-
o menos la de los notabl es del Río y de Querét aro, adond e poco tie1npo despué
vt'nción v diversí dad la indíge na. Cuand otom1e s. 1--lacia 15 31, conduc idos por
tiempo diferen tes y compl ementa rios, pro- nochti tlán fueron a refugiarse algunos indios
nahuas, Éstos proced imient os al , alguno s se estable cíeron en los parajes de Queré -
ráfico y en un comerciante llamad o Conní
b:1blemente se desarro llaron al términ o del estiaje demog ocupa ban la región. Cierto
o de seres, Florec ieron hasta taro y entabl aron relaciones con los chichimecas que
todo caso acomp añaron el lento ascenso en el númer egra, entró en contac to
chando la circula ción de una sorpre ndente tiempo despué s, un encom endero españo l, Pérez de Bocan
en !as poblac iones más pequeñ as, aprove se someti ó a la Coron a españo la. Conní
"pintu ras antigu as" originales o copia- con Conní , quien aceptó el bautis mo y
variedad de manus critos, escritos oficial es, de Tapia, ganó a los chichim ecas para la fe cris-
invent ados, a los que se agrega ban adoptó el nombr e de Herna ndo
das, anales , mapas , títulos autént icos y títulos al servici o de los conqui stador es: colabo rador
tiana y empez ó una brillan te carrera
!os docum entos de la familia de los Cóclices de Techia
loytln. Cierto es que todavía los grupos insumisos y
las "escue las" de pintore s o ejempl ar, fue gobern ador de Queré taro, guerre ó contra
se descoo ocen los circuitos que seguía n los model os, fundó numerosos pueblo s.
aquella s produc ciones , Título s llegado hasta nosotros
los grupos de escritores que dieron al conjun to de Ésa es la versió n' 'oficia l", española, de los hechos, que han
eneida d. Pero desde ahora es eviden te maner a considerable.
o Códú:es de Techúu'oyan su relativa homog de ella de
nas de la Nueva España es insepa rable de por otro conduc to. Nuestr o texto otomí se aparta
que la historia de las cultura s indíge junio y julio de 1502, o sea casi 30 años
Por ello es preciso aband onar de una vez por pues sitúa los aconte cimien tos en mayo,
aquéll a de la captur a de lo escrito . destaca en esencia el papel de cieno don Nicolás
antes de la fecha ''his-i:ó rica";
d o privadas de memo ria. Y Herna ndo de 1'apia; ofrece
todas el clisé de las con1un idades inmers as en la oralida tviontañez, capitán genera l, a expensas de Conní , alias
tantos vacíos. contac tos estable cidos con
sin embar go, nunca !a 1nuerte colectiva había dejado en fin una versión sorpre ndente mente singula r de los
ras'' de antes de la Conqu ista sociedades e a preocu pacion es po·
¿Fuero n todas las sociedades de ''pintu texto obedec
Falta espacio para proseg uir de maner a acepta ble el los chichimecas. Con mucha probab ilidad, el el
de escritu ra en el siglo xvn? desent rañar. El obstin ado deseo de mínim izar
descub ren panora mas tan líticas locales que nos es difícil
análisis con títulos otomíe s, zapote cos y mixtecos que y, en cambi o, el afán de
. Sin embar go, veamos un papel del fundad or histórico don Herna ndo de Tapia
apasio nantes como los de las piezas del valle de México de Tula y a su caciqu e Nicolá s Monta ñez sugier en que la relación
relato de una conqui sta y de una funda- exaltar al pueblo
ejempl o que aborda de nuevo el asunto del ujamie nto progresivo de la
relació n indíge na traduc ida por indios oto míes a emana de un grupo dirigen te que explot ó el desdib
ción. Ya no es un título sino una ma local para impon er su propia versión
de Queré taro -ciud ad sÍtuada a menos de 200 km al poderosa familia de los Tapia en el panora
petició n de los franciscanos de estable cer un relato más confor me a un nuevo
es sobre la evange lización de del pasado . Acaso se haya tratado
noroes te de 1'1éxi co-, los que deseab an reunir inform y del poder. Lo que no es muy origina l. Numer osos títulos
en ella se venera ba. Las cir- reparto de las influencias
la ciudad y sobre el origen de la mílagr osa cruz que al mismo tiempo que hace
s. Cuand o mucho se puede atrí- nahuas parece n obedec er a móviles semeja ntes. Pero,
cunstancias de su redacc ión siguen siendo oscura ud sobre la Conqu ista y la
de Queré taro y fijar su escritu ra a mediad os un nuevo reparto del juego, la relación trata con amplit
buir su patern idad a caciques otomíe s que desarro lla una historia
ional se conser va en Italia, dentro del Archiv o Ge- colonización. Aunqu e a una luz descon certant e, puesto
del siglo XVJL Este texto excepc s los españo les salvo raras excepc iones
che ed altre carie, Afé- en exclusiva indíge na, en laque están ausente
neral Franciscano de Roma, en el volum en XI/ 35 de Chrona excluy e no sólo del terreno de los enfren tamien tos
(Carlos V, el virrey, etc.). Se les
x·ico, Querétaro y Guada lupe (siglo xv1n). tambié n del propio territo rio de la Nueva España , aun
dado se apresu raron a denun - con los chichin1ecas sino
La relació n, cuyas aberra ciones y cuyo estilo descuí
s conceptos. Revela la imagen
ciar los lectores españoles, resulta preciosa por diverso
vado de la conqui sta de la región y de la funda- 3; Carrasco (19)0)
que alguno s caciques habían conser
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LOS ''TÍTULOS PRlMORDlALES ' O LA P Pi.SlÓN POR LA ESCRJTURA 139
LOS "TÍTULOS PRIMORDL\LES" O LA PASJÓN POR LA ESCR!TLRA
cuando sepan1os con qué cuidado prudente supervisaban y a veces acompañaban de la batalla, sus secuelas inrnedíatas se describen con profusión. En ca1nbio,
las expediciones de sus auxiliares indígcnas.> 8 ella ni una línea. No se niega el aconrecin1íento, se le rehúye por completo.
Como algo todavía más desconcertante, los protagonistas nunca aparecen con procedimiento éste que equivale a eliminar de la Conquista sus
tos rasgos de indígenas otomíes. Se decían y se !!amaban a sí mismos ''católicos''. belicosos y humillantes para !os vencidos. De ahí esa preocupación cons-
Unos "católicos" cuya conversión se remonta a una fecha incierta, cuando menos y obsesiva de simetría entre agresores -los oto míes "católicos" - y agredi-
anteríor a 1502. En estas condiciones se comprende que se guarde silencio sobre la los chichimecas. Los hechos ocurren como si la relación hubiera querido trans-
Conquista española, sus dimensiones políticas y militares. En un lviéxico práctica- el enfrentan1iento en un encuentro sin vencedores ni vencidos. Todo indica
mente vacío de españoles y ocupado por ''católicos'· ya no hay necesidad de hacer esta desdramatización se halla vinculada de manera implícita al silencio guar-
referencia a ese episodio. Recordaremos que algunos de nuestros títulos nahuas sobrc la Conquista española. Si bien es cierro que trata de manera explícita
evitaban o desviaban esa dramática referencia, reduciéndola a las dimensiones es- una guerra entre indios cristianos e indios paganos -los chíchimecas-, lí! me-
pirituales de la llegada de la fe. Es posible imaginar que algunos lo hayan hecho otomí en realidad parece dedícarse a construir un arquetipo de la Conquista
para borrar un recuerdo penoso y otros no hayan considerado pertiiiente evocar un que detrás de los católicos se adivina a los españoles y donde los indios "bárba-
acontecimiento que casi no había tenido resonancia !ocaL la act;tud de los otomíes nos remitirían a los propios otomíes. De la Conquista lo único que cí!l vez
que redactaron la relación parece deriYar de la primera interpretación, pero mezcla sería una operación basada en la igualdad y la reciprocidad, práctica1nente
en ello una rara sutileza. En efecto, los protagonistas de la relación gozan de una c<m1:erta<la,e incluso "programada" en parte por el adversarío chichín1eca, y que
posición doblemenre notable pues se arrogan !os títulos de Católicos y de Conquis- ofrecería a la memoria indígena el 1narco de un pasado "aceptable". En otras
tadores. Reclaman privilegios intangibles, sólo reconocen como señores al rey y los otomíes no pasan por alto la Conquista española, la aceptan a condi-
al virrey. Dedican toda su energía a difundir entre sus adversarios chichimecas "lo de borrar de ella lo esencial, las dimensiones conflictuales. Esta verdadera
que es la cristiandad''. Las dificultades harto reales de aquellas expediciones se '-'atomización" de la realídad alcanza aquí un relíeve particular, cuando que era
callan de manera sistemática en beneficio de una tenaz idealización del pasado embrionaria en aquellos títulos nahuas que se inclinaban por no ver en la Con-
que les pern1ite confundirse con el grupo de los verdaderos vencedores, los amos española sino la llegada de la fe,
españoles. En esta escenificación del siglo X\'l los otomíes son los ''católicos''. Vale Sin embargo, la relación otomí ofrece un interés 1nuy distinto: el de su escritura.
decir que !a relación busca y logra conjugar el prestigio de las armas autóctonas Como los títulos nahuas, mixtecos y zaporecos, sus fuentes al parecer son múlti-
y los frutos de una aculturación sin lágrimas y sin humillación, Sin que llegue a ples. Anales, "pinturas" elaboradas tal vez en el siglo X\l quizás le hayan aportado
hablar propiamente de una flagrante inversión del pasado sino antes bien de lo sus materiales. Pero el documento toma su inspiración de las festividades barrocas
que hubiera podido ser -si los indios hubiesen recibido el lugar que les había que animaban por períodos la villa de Querétaro, Sus descripciones coloreada...;; de
prometido la Corona-, esta memoria gloriosa contrasta con la mediocridad de un tropas en movimiento, de trajes, de música guerrera evocan los combates ficticios a
presente so1nbrío. Sucede que, a rnediados del siglo X\'ll, Querétaro ha dejado de los que se entregaban desde el siglo A\'l algunos indios "vestidos de españoles" y
ser un puesto de avanzada defendido por otomícs para caer en cambio en manos ciertos falsos chichimecas. Infaliblemente recuerdan las fiestas que se celebraban
de ganaderos y de comerciantes espaflolcs. LDs oromíes se habían constituido en en Querétaro en pleno siglo xvn en honor de la Santa Cruz. No es ünposíblc que !a
una minoría étnica perdida entre orras minorías, nahuas, tarascas, mestizas, negras relación incluso se haya inspirado en una de esas tramas indígenas que guiaban
y mulatas. Su identidad se reducía entonces a !as dimensiones mezquinas de una los pasos de figurantes que invadían enr.onces las calles de !a ciudad. Pero de igual
subcultura urbana, replegada en !o esencial hacia la lengua y los lazos de parentesco. modo es producto de una lectura de los actos oficiales que se acumulan en los
Viendo disminuir su fortuna y su influencia, algunos caciques se prepararon un archivos indígenas. De ellos toma una retórica pesada, un vocabulario, un gusto
pasado prestigioso que decoraron con una ídenridad ficticia. Pero esa idealización por las cifras y las fechas a las que da también un uso sobre todo formal. l\fas para
no es propia para la relación, ni tampoco para el escamoteo de roda referencia el autor (¿o los autores?) de la relación -tanto como para los redactores de los
pagana o prccortes1ana. títulos de otras partes- el escrito se ha constituí do en el instrurnenro privilegiado
El interés de la relación obedece más bíen a la manera singular en que cuenta de la fijación del pasado. Como prueba de autenticidad se ve obligado así a acurnuLu
otra conquista, !a de Querétaro. Pues todo el texto está construido en torno a un las firmas, los testin1onios, a multiplicar los escribanos y los notarios a riesgo de
enfrentamiento guerrero que curiosarnenre se excluye de la narración, Los prepara- atribuir a aquellos otomíes un domínio inverosímiln1ente precoz de !a escr!run1.
aunque también en ello dé fe del precio que ciertos medíos indígenas, sea cual
fuere !a etnia, le concedían en aquella mitad del siglo X\11. f\1ás aún, !a relauón
38 Powcll {l0)2); Grnzmski ( l985c): Super; JCJS?>I
68 de 1
L\ P.-\Sió:---; POR L'\ ESCR lTUR, \
L-\ PA.SlÓ0." POR L'\ ESCR!TIIR.-\ LOS "T!TU LOS PRll\! ORDl ALES " O
i-JO LOS ---¡'(-fLL\.'IS PRl'.\l ORDL '\LES" O
litera ria, con la inclu sión de un impo nan- . Com o en el caso de los tírulos nahu as,
ese esu.d io a la !T1an antep asado s de! pueb lo de Toto linga pasa-
atori as ainpu losas de las que reboz aban las ellos se expre san para consi gnar hechos
.• re tr::i.grnento de una de aque llas dedic son aucia nos y antep asado s los que en culrib ar nuest ros
cado , ese pasaj e intro+ dond e pued e (s.!c) goza r y
de Li Cor1 sus efecros retór icos, su estilo rebus dos· "Tom amos tierr:JS y lugar es a ivo
1 atías conf unde con una (fam a que en lci suces
to, fuerz a es admi tido, cae en el galim hijos y nuest ros oiett os." El relato se sin
cuce una nota d1sc oíaan te que pron mal copia das. Lo una alusi ón a la conq uista milit ar, que
ulas ma! comp rendi das o nos es famil iar. Si bien no se hace ning
rnis con_fuso_ y en la avala ncha de fórm revel en la pre- io de la evang elíza ción
!a elecc ión y la -adop cíón en !a regió n, en camb
cual _no 1mp1de qL:e, por torpe s que sean, emba rgo fue parti cular ment e agita da ar
suca _v por cons iguie nte de un
autor en poren cia itud. Com o recue rdan los tres ·'sign arari os": "fuü nos a esper
sen(1 a de una estiíí se trata con ampl tro que nos
Llegó prim ero el padre minis
de esa rna:1era quiso perso naliz ar el texto_
Un au(or que tamb ién prete nde di- cuan do bino la ley de Dios en Oaxa ca. es
re edo' '. La acog ida reser vada al religioso
erudi ción oblig a, no vacila en dar el nomb bapti só. Se Uama Fray Barto lomé de Olm o·
ngirse a los "v:nu osos lecto res" y que, '' catói icos' '. Ciert a- ca de !os tamb
tecto que acom paña a ios de estan darte s, por la músi
del italia no Br-amanre al n1aesLrO arqui calur osa, amen izada por et desp liegu e a, el
las burla s de los lector es españ oles. La for- Sigu en !os episo dios habit uales , la cons trucc ión de la lg!esi
ment e, r:nt,ativa sólo serúr á para res y los clarin es. regid or, fiscal ),
ado ón de los cargo s (alca lde,
rdo. La mem oria orom í se había dedic bauti zo de !os antep asado s, la distr ibuci
ma era rid1cu1a Y el fond o parecí-a absu uista sin venc edo. para llega r a la toma de poses ión de las
ico sin españ oles, una conq la desig nació n del gobe rnado r indíg ena
deses perad -ame nte a cons truir un ?v1éx arse de los
n}' sueñ o cuan to que el relato ya no alcan zaba a arraig recon ocim iento v de la enum eraci ón
res. con _más ilusió tierras en la form a acos tumb rada del
en linde ros que cuida r. _ . '
en un po_r _defe nder, linde s de las tierras.
en un,
íes, zapo tecos y mixte - la. La fecha de 1521 , apen as plaus ible
prose guir el anál1s1s con otros tírulo s orom Com o en tierra nahu a, la fecha es fictic
escogidas en el obisp ado de Oa.xaca. Dos o preco z para la evan geliz ación e inverosí-
cos .. Nos limHaren1,os a algun as inues tras para la Conq uista españ ola, derr1asiad serie
va-.- sirve para conc entra r y para fund ir una
Viila Alta de San lldef onso susci tan obser mil para la distr ibuci ón de los cargo s,
escrnos zapo tecos de !as inonr añas de co.-''l Sirua da a 1'-lo por ello dejan de
s nahu as del va!ie de lviéxi n colon ial y cristi ano.
eone s que podr ían aplic arse a !os rüulo de acon tecim iento s fund adore s del orde nahu as. L-a io-
Zem poalt epetl (3 300 m), en zapor ecos de sus homó logos
alred edor los 1 400 m, dom inada por la cima del distin guir algun os rasgos a los título s de
la regió n fue difíci l de some ter. Los zapo tecas v ola -de l evan geliz ador fray Barto lorné de Olme do, del alcal
accid entad a y arbol ada, rerve ncíón españ una madr ina
nte la Conq uista de los españ ol"es e inclu so de
mas aun los se levan taron en diversas ocasiones dura mayo r de Villa A.Ita, de un anrep asado Por
Gasp ar Pach eco v de de Jvied lna- se ve en ellos much o más afirm ada.
1570). En 1527, de bauti smo, doña Cata lina
rr_anscurso de! siglo :XY! (1550 . 15'.i2, r es(ab !ecim ienro -ón del sitio de
Ildef onso que fue e 1 terce son los que decid en la electi
Figue roa fund aron la 'v'illa idea de San ejem plo, el alcal de mayo r y el religi oso Vdia ,\lta de San
de la aldea español-a de
el obisp ado de Oaxa ca y capit al de ia provi ncia de los mixes, zapo tecas la iglesi a y el del pueb lo. La fund ación
españ ol ila.
tendi eron ia evang eliza ción de la coma rca, avu+ en cieno modo de proto tipo a la de Toto linga y a !a de Juqu
chon raies . w Los domi nicos e¡np ; v. Hdef onso sirve al de b regió n, V'iHa
Olme do. Los caciq ues fuero n bauti zado sólo Oaxa ca, la capit
dado s por un rnerc enari o de apell ido . El horiz onte evoc ado es más vasto . No
oles les sirvie ron de padri nos. impo ri:an tes, sino que tan1bién se habla
como en ot:as parre s, conq u¡sta dores españ Alta y la coma rca enter a acog en episo dios don
de 1715 a peuc ión de SanJ uanJ uqui ia en con el ''ante pasa do de los españ oles' '
Prese ntado s Y tradu cidos en octub re de un viaje a Espa ña, Lueg o de reuni rse de Juqu ila se habrí an
T anerz e, los título s del pueb lo cuatr o antep asado s
un que lo ?pon ía a ia p_oblacíón de San Juan era
Ypoi ito del Baye (Vall e) de Com ania, los regre so. habrí an pa-
icord ia real y luego , de
ecas, la "re!a sión de roda nues tra prim ua.stadado a Espa ña para solicitar la miser
cons :u:i;a n, a dec:r de los indio s zapor ra genri - ,
dos desd e nuesc r a Oa.xaca y Villa Alta de Sao Ildef onso
Y l.os p_agos de tierra s de nues uos gana sado por 1-íéxico y Pueb la antes de llega ligad o 1ntim a-
uqud a y To[o !inga , ei prim ero de y del impe rio españ ol se halla
.1dad . a tierra s de dos pueb los,J Este horiz onte a la medi da de México en
- tidad étnic a que en vano habtí arnos busca do
a rnedi ados del siglo xv1L E! estre cho paren ment e a la -afirmación de una iden
los cuale s hab1a abso rbido al segu ndo comú n v una de los repre senra ntes de los
conte nido sugle re un orige n zo en Villa Alta
tesco d: los dos texto s en la grafí a y el ' los título s nahu as .. La reun ión y ei bauti de
ánea de la agreg ación de Toro linga aJuq uila. tecos , el paral elism o entre ei antep asad o de los españ oles y el
redacc1on conte mpor pueb los zapo iada, sustr aída al
dos en "quin iento s conc ienci a indíg ena ampl
, como v1e1non:_1s prob,1nzas; están fecha los zapo tecas expre san a su mane ra una
de sus supue si:os autor es: ''Yo
\etnu un_ ano l)Ll , Y lleva n al fina! los nomb res c1rculo estrecho de los linderos. de
ao ' · se paga con una pérdi da consi derab le
Pedr o B1no paa, yo Pedr o Lvíarthin Laa. '.·'o)u , "' d·e Bi.la•n' 1·na"'._. , quien es se procl a- Mas, prim era parad oja, esa conc ienci a te
no pued e sino trope zar geog ráfic amen
auton omía pues la apert ura de horiz ontes la Coro na o colon os .
os, repre senra nres de
J•) i\Gl·<. T1é!T.J f. vol .;),'\)_ exp.) por doqu iera con españoles< eclesiástic impl ica
iento de la prese ncia españ ola no
n
.¡J L;i Fuente (\0"'."+J, P- FJ. \l;:hic c(otto Seña lemo s sin emba rgo que el recon ocim
69 de 162
142 LOS ''TÍTULOS PRIMORDIALES'' O LA P AS!ÓN POR LA ESCRITURA LOS ''T!TULOS PR!MORDlALES'' O LA. PASlóN POR L·\ ESCRITURA
el reconocimiento de la derrota. La Conquista se desdramatiza, es expurgada de perspectíva pacífica y confiada, pero la guerra estalla entre !os aliados "rnexica.nos"
sus aspectos humillantes y brutales: recordamos, por ejemplo, que en aquella consiguiente mexicas o nahuas- de Cortés v los n1Lxtecas del rerruño. Como
gión los españoles echaban a los indios como comida para sus perros. Segunda es evidente -se trata de un texto mixteco-, l¿s 1nexicanos son derrotados por
paradoja, allí donde se podría alcanzar una escritura más aculturada de acuerdo los mixtecas, quienes, magnánimos, ofrecen "por su pro pía voluntad" tierras a los
con la presencia fortalecida de los españoles, se descubre una expresión harto eco- vencidos para que se instalen en ellas. Podemos reconocer en lo anterior el acos-
nómica en sus medios, al menos a juzgar por la traducción al español que con roda tumbrado acto de prestidigitación que metamorfosea una derrota en victoria gene-
evidencia se debe a algún indio: un vocabulario limitado, un repertorio sintáctico rosa y trata de explicar por qué el cacique don Diego tuvo que deshacerse de la
restringido y repetitivo, adopciones mínimas de la fraseología de la administración mitad de sus propiedades en beneficio de los mexicanos gue se instalan en San
colonial y del lenguaje de la Iglesia. En medio de esta economía extrema que con- Martín. El texto prosigue con la tradicional enumeracíón de los linderos, está fe-
trasta con la variedad de los efectos y de !os estilos que desplíegan los títulos nahuas, chado el 8 de febrero de 1523 y es legado por don Diego "para que se paguen los
se impone un procedimiento constante: la lista, la enumeración, la yuxtaposición tributos del señor Marqués''. A este escríto en lengua mixteca, cuyo estilo se acerca
de objetos, hitos de un itinerario, lindes de una tierra, funciones a.Sumidas por los al de los textos nahuas del valle de México, se agregan una "pintura antigua",
ancianos, nombres de los antepasados fundadores: ''Uno de nosotros se llama Laa; calificada también de mapa, y un título testamento de 1565, que en coníunto
el otro se llama B.ilachinaa, el otro Binopaa [ ... ] Su antepasado de los Juquila constituyen una colección análoga a las que enconuan1os en tierra nahua.
ttumó la bara de alcalde y ttanbién su antepasado de los naturales de Ttalca turnó Frente a la versión mixteca se halla la de los invasores que en esta ocasión no son es-
la bara ... '' Este tipo de construcción estereotipada y uniformizada no puede pa_ñoles sino sus aliados, los mexicanos que fundaron el pueblo vecino y rival de San
hallarse muy alejada de lo que produciría la glosa de un manuscrito pictográfico i\1artín. Según éstos, una dama zapoteca que tenía disputas con los mixtecas pidió
que relatara la llegada de los españoles y fijara los confines de los pueblos de la la ayuda a Cortés. El conquistador le despachó tropas ''mexicanas'' que, a cambio
región. Se propondrá entonces la hipótesis de un medio alfabetizado, pero despro- de sus leales servicios, recibieron de la dama tierras donde establecerse. La misma
visto del dominio 1nanifestado por los títulos nahuas. ¿Habrá pues que equiparar versión no vacila en informar de cierro enfrentamiento entre "mexicanos" y espa-
-más que en el valle de la forma de la escritura con la expresión oral? ñoles que favoreció a los primeros. Vencedores, los "mexicanos" condescendieron
¿Sigue siendo profundamente tributaria de la glosa de documentos pictográficos, en entregar a Cortés una pequeña extensión de tierra "para fundar ta villa".
así fuesen tradicionales o tan occidenralizados como el Lienzo de San Lucas Yatao?4 1 Como en el relato mixteco, los papeles se invierten sistemáticamente: igual proce-
¿O bien obedecerá asimismo a la influencia de la ''pintura'' y de la transmisión dimiento borra la derrota y hace de los vencidos vencedores sin rencor. En aquel
oral? Habrá de observarse que nos encontramos en comarcas poco accesibles, poco momento se establecen los límites de las tierras y los barrios, se asientan los de-
frecuentadas por los españoles, donde la aculturación en todas sus formas perma- rechos en el "papel", se afirma la solidaridad comunitaria_ Todo hace creer que
neció como un fenón1eno más superficial y más tardío. Es cierto. Aunque la exis- aquellos títulos nahuas datan -como los de la segunda mitad del
tencia aceptada de textos escritos y de ''pinturas'' (que no dejan de evocar los Códi- siglo ;.,.·v:1.
ces de Techialoyan del valle de I-.1éxico) incitaría a corregir el clisé. Pero la difusión Estos dos documentos, el mixteco y el ''mexicano'', demuestran que en un
del medio alfabético no implica en forma obligada la del mensaje y la de las retóri- mismo espacio pueden coexistir versíones perfectamente contradictorias de !a his-
cas asociadas a él, cuando menos en aquellas regiones. toria de los pueblos. Por lo demás, las Relaciones geográficas de los años 1580 ya
Un testimonio n1ixteco fechado el 8 de febrero de 1523 y traducido en 1696 nos to habian enseñado. Si se las compara con los títulos zapotecos, no se puede
aborda también con notable precísión las peripecias de que estuvo rodeada la lle- evitar sentirse sorprendido por la amplitud de los horizontes que descubren estos
gada de los españoles a la región. 42 Se trata de la relación de don Diego Cortés escritos del obispado de Oa.xaca. Unos zapotecas víajan a España. Mexicanos a !as
D.hahuiyuchi, cacique del pueblo de San Juan Chapultepec, del distrito de Quauo órdenes de Cortés corren en ayuda de una dama zapoteca y se enfrentan a los mix-
Villas, es decir la parte del valle de Oaxaca que dependía de la jurisdicción del tecas. A ese cambio de escala responde la insistencia que se hace por doquiera en la
marquesado del Valle. El texto también fue elaborado en el siglo xvin dentro invasión española y la referencia practicada sin cesar al gn1po étníco. Ocurre que
del marco de un juicio que enfrentó a los índios de San Juan con los de San :Nfartín. el marco adoptado no perrnite eludir o relegar al trasfondo la Conquista española.
Como de costumbre, las relaciones con los españoles se describen desde una Entonces parecen abrirse dos caminos: decidirse por ella al mismo tiempo que se k
quita su efecto traumatizante coino lo hacen los zapotecas deJuquila, o trastocar
el pasado despreciando la historia (SanJuan Chapultepec) e incluso la verosimilitud
41 Glass. '"¡\ Survey. ", Handhook .. . , vol. 14 (1975). PP- 75-76.
4Z Tierr:is_ rol_ 236, rxp_ G (pueblos de Chapu!tepcc y San Martín).
(San :tvfartín). Estos títulos coinciden con los textos nahuas dt:! valle de :\{éxico
70 de 1
S POR LA ESCRlTL.:Rr\ 1-45
LOS' 'TÍTUL OS PRl!\iO RDL\LE S . O LA P:\S!Ó
1-.í-i
71 de 162
LOS --1íTULOS I'RlMOR DlALES '' O LA PASIÓN POR
LA ESCR!TIIRA LOS '"TÍTULOS PRI:!\lORDlALES" O LA PASIÓN POR
LA ESCRJTL'RA 14 7
servicios, de acu1nular testamentos y de remon tar el hilo
de sus genealogías. Co- muestran abrevando en todas las fuentes, multip licand o
leccionaban las mercedes, los privilegios y las cédulas reales, las adopciones e innovan-
los blasones y las di- do, invita a evocar dos conceptos cuyo uso repetido acaba
visas, los ''papel es de filiación'' y las actas de defunc ión. por disimular la comple.
En el fondo de sus cofres jidad, los procesos y los objetos que designan:_ el sincret
guarda ban pinturas y mapas para demostrar lo que decían 46 is1no y !a
. Su tarea tenía voca- sincretismo vemos ya que recubre fenómenos suules tocante
ción exclusivamente familiar o más exactamente linajist s tanto a la modificac1on
a. Sus estrechas relaciones de contenidos como a la evolución de los modos de expres
con la sociedad española o mestiza -----concretadas por ión, merced a incesantes
incesantes matrim onios - desfasamientos, a falsos retrocesos y a avances caóticos.
explican que su visión del tiempo y del pasado se haya De !a tradición captamos
plegado a lo que era de que no se puede n pasar por alto la diversidad social,
esperar de cualquier hidalgo. Por lo demás, al grado de que los apoyos concurrentes y
algunos no vacilaron en complementarios (escritos, píntad os, orales)., los
mezclar a sus antepasados indígenas con los de los conqui rr,iúltipl_es, los bruscos
stadores cuyo apellido callejones sin salida, los despertares imprevistos, el n1ov1m
llevaban y de los que en ocasiones eran descendientes. 1ento 1ncesant.e. Tras
A la memoria indígena se haber descubierto en el síglo xv1 la escritura y aprend
agregaba así la de los ''líbros genealógicos'' importados de ido a aliar lo escnto a la
España o ésta la sustituía. pictografía, ¿no parecería la nobleza aband onar estos
Hay un aspecto en que estas memorias se separan profun
damen te. Las de los volverse
hacia la reproducción minuciosa del model o europeo? Fue
nobles y los caciques son en su mayoría memorias solidif otro medio soc1al el que
icadas, autentificadas, en el siglo xv11 prosigue ese camino creando los Títu(os
acumulativas, memorias a la defensiva que se aferran a derech primordiales o los Códices
os y a privilegios im- de Techialoyan. Como si los pequeñ os notables hubies
pugnados con frecuencia. Por otra parte, la ruina, las querell en hecho el. relevo de aquel
as familiares, la pérdida "Rena cimien to mexic ano" en un papel que conservaron
de los documentos con frecuencia arrastraba a esas familia hasta el s1glo XIX y a veces
s a la deriva. En cambio, hasta nuestros días. ''Inven tada'' (para emplear el términ
las memorias de los Títulos y de los Códices de Techialoyan, o de I-Iobsbawn1) y por
las de los pueblos, al consiguiente fijada a fines del siglo :-.v11, esa tradición se
mismo tiempo que asumen esta función protectora, constit consolida a su vez Ysubsís-
uyen metnorias nuevas, te todavía en el siglo xx, reducida con frecuencia al estado
no conformes, que construyen, cristalizan y fundan una de tableros
identid ad con frecuencia cuyo sentid o perdieron progresivamente los indios o
impug nada. Ante las 1nemorias dispersas de las familias, veneran igual
.:1 a
esas memorias vivas plan- Jos santos de sus altares. l-Iabríamos deseado profun dizar
tean el problema del origen del grupo y del arraigo en la reflcxion definiendo
la tierra, y saben sacar el n1odo en que esos grupos, esos individuos adopta n y
provecho del rnargen de autonomía que dejan a la comun difund en nuevos cánones
idad la crisis de la nobleza que sin embar go no podrían recibir el ª:-'ªl de las autorid
antigua y la política de la Corona. A esas memorias vivas ades. coloniales_, que los
le deben el haber podido desconocen o los desdeñan< ¿Cómo explicar que sectore
escapar en gran parte al grillete asfixiante de la administraci s dorrunados, privados de
ón española que tenía los marcos que antaño fijaban la norma, logren sin embar
a su merced a las _aristoctacias caídas. go producir "n1odelos"
de expresión (los Títulos , los Códices de
Vale decir que, lejos de traer consigo una homogeneización Ello a pregun-
de las culturas indí- tarse no sólo por el grado de autono mía que se les de¡a o
genas cristalizando, censurando y uniformando la herenc que ellos supieron conser-
ia, el acceso a lo escrito y var, sino tambié n por las relaciones y las redes de poder
a la escritura al parecer tuvo el efecto opuesto. La copia que incluso fuera de la
fiel hispanizada surge casi sociedad colonial siguen uniéndolos. . .
como la antítesis de la apertu ra de un espacio original,
autóno mo al que se tacha En la segund a mitad del siglo xv11, al azar de _las memor ,
de falsificación, de "quim eras y despreciables ficciones". ias pinta? as y escnt<lS,
En el siglo xvm veremos "red agujer ada" de las primeras décadas del siglo X\'I vuelve
otras gestas cavar la distancia que separa a las élites indias a te¡erse de manera
occidentalízadas de las progresiva. De Oaxaca a Queré taro, la Conqu ista
masas indígenas e incluso de los notables. Esa diferenciación -¿cóm o sorprender-
cultural sin duda está se?- se ha constituido en el principal aconteciJ?11ento
para todos aquellos
mucho menos vinculada a la extensión, a la variedad de saberes
accesibles de pronto poseen una parcela de poder. Muchos modo de "rodea r", de
--com o hemos visto, permanecieron limitados a la práctic
a religiosa y a la ley espa· de reinterpretar el desgarramiento de la Conquista,, de tomar
ñolas - que a la explotación de una técnica ligada o no a en cuenta las
otros apoyos autóctonos. ciones, las estructuras, los marcos, los esquemas 1nstau
decir verdad, se trata más de un modo de expresión que rados por la dom1naoon
de una /iterate culture que colonial. 11uchos se construyen una realidad plausible
penetró en el 1!1undo de los notables indígenas aunqu e sea que antes que nada es un
difícil distinguir el apoyo pasado, pero tambié n un instrum ento para responder
al presente y afrontar el
del mensaje. Esa es sin duda una de las razones de la autono
mía salvaguardada, tiempo de las generaciones por veniL Recordemos la fórmu_
Esta miríada de n1emorias pintadas y escritas revela que la: "Os
las culturas indígenas para poder saber hablar y responder en defensa de vuestra
se hallan lejos de haber muerto con el siglo A'VL La asomb s tierras. . . se d...,, -
rosa plasticidad que prenden visiones coherentes y sintéticas, para nosotros sin
duda anecdóuc:is,
que expresan lo que algunos grupos consideraban '?-ue era
46 Fernández de Rccas (1961). pp. 18. 77-80
lo esen::ial de su
y que en Ja mayoría de los casos se aferra al espacio de
un tcrruno. Para conc;uir,
72 de 1
ll..A.
l..!S LOS "TÍTL;LOS PRIMORD!A.LES 'O LA PASIÓN POR LA ESCRITL'
v debida forn-"·-""··
una pabbra sobre los pueblo s que detenta ban títulos en buena ,
- e a la de los españoles IV. LA IDOLATRÍA COLONIAL
Estos indiscu tibleme nte poseían una memor ia oficíal, conform
y sobre todo a la de los nobles acultur ados, pero que se
superp onía a un;¡ visión
los Títulos primor diales. Si no en et detalle a la sociedad de los
del pasado análoga en to global a la de L-t :\DHESló.'\' más o menos sincera de los estraros dirigen tes
los princip ios, en los acentos conserv ados, los compases ición cid aparato de
de los hechos, menos en vencedores, el papel activo de los indios de iglesia, la desapar
a de la Conqui sta y de la crisrian ízación , el arraigo en la tierra), as, la exploD .ción colonia l
m;,.rcados (la prunacf ios antiguo s cultos susrüui do por insti(uciones cristian
he tratado de descri- colmo, el colosal ab<lcifi liento de·
esa aprehen sión profun da debía de ser compar able con la que en las formas más diversas, rnás brurales y, para
a los norable s guiados de los indígen as en general . Por su
bir. lo gue no invalid a en absolut o la distanc ia que separa mográfico trastorn aron la existenc ia cotidia na
prisione ros de ta lección oficial, de los indios obliga- a debíiita r el arraiga miento
parre, las política s de ''congr egacion es'' contrib uyeron
a hacer un pasado con remien dos. Pero cuidad o con el transcur so de la dé-
dos a inventa r una historia, terri(orial de los grupos que se habían salvado de la muerte . En
demasia do,_taja nte lo falso y lo auténti co, pues entre ambos llegaba a su esti.aje: 730 000
oponer manera cada de 1620, la poblací ón indígen a del J\1éxico cenual
los desliza miento s, o/o de las existen tes en vísperas de la Con-
polos extsre una extensa gama '.de matices que permit en todos persona s, las que ya sólo represe ntaban 3
.. "-A,_ mi parecer, la diferen cia obedec e tanto a! grado de provocada por la
(odas las quista español a. 1 Si a ello se agregan las consecuencias de la anornía
ado como al contení do o a la forma utilizad a, si se conside ra el efecto
esponta neidad y de 1nvenuva despleg impugn ación de las normas y de las jerarquías tradicionales,
siendo ci_erto que los nobles de las ciudade s y de la pro- inuodu cción de nuevos n1odelo s de
ª. pe?ar de lo cual sigue auténti cos) no de la desorie ntación cultura l produc ida por la
o sin títulos onio'? la alianza , el trabajo . etc.), a fines
v1noa, los notable s de las poblaci ones pequeñ as (con conduc ta (los ritos cristianos, el matrim
s indígen as. Sólo un vertiginos2 agonía hu-
resume n por sí solos las socieda des y las cultura del siglo X\1 parecía n reunirse todos los elemen tos de una
4 : Queda la masa inmens a de la ·pobla·
minoritario., tal vez el 5 por cíento. mana y cultura l. La embria guez crónica que denunc iaban
las Relaciones geográfi-
"pintu ras". aquello s a olable deriva de los
cton que nunca dispuso de la escritura y aún menos de las cas sería apenas uno de los síntoma s más evident es de la incontr
artesan os,
los que por comod idad !lamam os macehu ales, campes inos, macehu ales.
minero s, sirvient es ... Fuera de evocar la muerte cruenta que los gol· progresiva
agrícolas, !Yfas, ¿se puede o!vidar el ouo batient e de este desastre; la ;culrura ción
- y los conven tos
pe-aba, hasta ahora los he pasado por alto, los pueblos colonia les, en las iglesias
de los nobles cristian izados en
cada vez más numero so ante fieles casi en vías de ex-
y bajo el báculo de un clero
1580 y a alreded or de
tínción ? Los 800 regulares de 1559 ascendí ah a 1500 hacia
pronto suscitó el uiurJal ismo pero
3 000 hacia 1650. Una acuhur ación que muy
medios y de los efectivo s de que dispon ía la
que menosp reciaba la debilid ad de los
las profund as brechas que separab an a las cultura s que se
Iglesia y, todavía más,
y de ia_conv ersión
enfrent aban. A decir verdad, el aparent e dilema de la anomla
al p'liecer insensí bles
recubre ac(itud es mis comple jas entre los indios_ Elude pesos
forma relativa mente domina ble aún de la cris-
al cambio , padecid o ya sea en la
deletér ea e incont rolable - de la muerre epidém ica y de
tianizac íón o -en la más
a mirad del siglo XV1 tan
la explota ción colonia l. Alguno s observadores de la segund
ron a! respect o. Tras
perspicaces como Sahagú n o Durán con dificult ad se engaña
aban la persiste ncia de algo amena ·
cantida d de rasgos casi insigaif icanres , sospech
2 Pero, por más que el Concili o de 1585 volvió a reclama r
zante, aún irreduc úble.
atizado res". la destruc ·
-a decir verdad brevem ente- la persecución de los "dogm
s y de los ídolos y la desapar ición del "vómit o de la idolatr ía",
ción de los templo
de una posible recaída
no por ello dejó de consideí:;.r el asunto desde la perspec tiva
73 de 162
l)l
lA IDOLATRÍA COLONJAL
tA JDOL1\TRÍA COLO NL\t
l \O
lanza ban no hubo camp añas
Sin emba rgo, pese a la voz de alarm a que
más que de una sorda conti nuida d. Cien o
es que los prelados sólo castigaban con con urgen cia Jacin to de la
concertadas de extirp ación análogas a las que
desde 1571 los indios se había n sus- ciscun scríta s a ciertas reglones, e, ironía
basta nte bland ura las antig uas prácticas y que exclusivo Serna, salvo algunas comisiones temporales
sometidos de un modo hechi ceros indíg enas a los que perseguía Ruiz
traído a la competencia del Santo Oficio para estar del destin o, lejos de encargarse de los
s) de cada diócesis o de manera ador de habe r queri do indeb idam ente
a la jurisdícción de las oficialidades (los provisorato de Alarcón, el Santo Ofici o acusó al extirp
del distrito (el partido). Al parecer, estas más impe rdona ble a ojos del tríbu nal
todavía más directa a la del juez eclesiástico hacer de inqui sidor con sus fieles. ¡Crim en
una acción tan sistem ática y rigurosa como la que pobla cione s incultas!
instancías nunca llevaron adelante que todos los extravíos junto s de aquel las
prete ndía desplegar la Inquisición. duran te cinco años por el arzobispo
se acaparada por tareas del todo Hern ando Ruiz de Alarcón fue encar gado
Tamb ién es cierto que la Iglesia parecía hallar marse "sobr e las costumbres gentílicas,
s, las rivalidades incesantes entre , de México, Juan Pérez de la Serna , de infor
distintas: los conflictos con las autoridades civile pacto s tácíto s y expre sos que hoy pern1anecen y se
idolatría.<>, super sticio nes con
órden es y dentr o de éstas entre criollos a de acabar sus días antes de 1646 en la
regulares y seculares, las tensiones entre las van conti nuan do". Ruiz de Alarcón habrí
energ ía. En el terren o local, las disensiones to de la Serna fue un personaje n1ás
y penin sular es agota ron más de una tórrid a parro quia de Aten ango del Río. Jacin
os y luego contr a los hacen dado s o gía, cura de Tcna ncing o y luego de
que opon ían a los curas contr a los encom ender impo rtant e. Nacid o en 1595, docto r en teolo
ciones pront as a huir de los pastores 1632, tres veces rector de la Universidad,
los alcaldes mayores, el mied o a asustar a pobla la parro quia de la cated ral de México en
ni tribu to ni derechos parroquiales) ispos, De la Serna tenni nó en 1656 la
dema siado exigentes (y por tanto a no pagar visitador gener al de la diócesis con dos arzob
de extirp ación de las prácticas antiguas. que retom aba lo esencial del nata·
desactivaban con frecuencia toda velei dad 'reda ctión de su Manual de niinistros de
consi derac iones inclin aban a los curas a observar un nes sacadas de sus predecesores v de
Aquellas dificultades o esas do de Ruiz de Alarc ón agreg ándo le infor macio
l o a encerrarse en un pesimismo in. de los tiemp os y de la decad encia de las
statu quo, a limitarse a una supervisión mora su exper ienci a perso naL Como signo
r de todas las explotaciones. Otros , y De ta Serna perte necía n al clero secular.
veter ado, despreciativo del indio y justificado nes, Ruiz de ,'\.larcón
a a sus asuntos, como aquel cura de la l pues, preoc upado s antes que nada
en fin, prefe rían dedicarse con parsi moni El interé s de estos dos estud ios es excepciona
más en sus parie ntes, en sus domésticos y en sus relati vame nte poco los materiales que
región de Pueb la, que se ocup aba por la eficacia, los dos autor es reela borar on
enas. Rutin a, desprecio o indife ren- nes de casos concretos. Los hechos se
200 cabezas de ganad o que en sus fieles indíg reuni eron. En camb io, abun dan las descripcio
o de ocup ar el prim er lugar en las os los homb res, las poblaciones. Las
cia, ¿son signo de que los indio s habrí an dejad sitúa n en su conte xto originaL Son ident íficad
la Iglesia postr ident ina, que considera la curío sídad del lector. Interesados en
preocupaciones de la Iglesia? En realid ad, fechas y las circunstancias son entre gadas a
tiene otras miras y despl iega otras atenc ión de los demá s curas, en "fing ir
que la fase de evangelización se ha concl uido, 3 no perde r nada y en denu nciar lo todo a la
nte. r en la tramp a a los ';dog matÍz ado-
estrategias en las que nos ocupa remo s adela una curio sidad infat igabl e" para pescar meío
ignorancia sí algunas excepciones no nden de mane ra notable1nente detallada
Esa indife renci a relativa nos cond enarí a a la res", Ruiz de Alarcón y De la Serna se extie
regla. Al fin y al cabo poco impo rta que cosa mere ce ser subr ayad a- en las invocaciones
hubie ran venid o feliz1nente a confi rmar la en los gestos, en los ritos y -la
nciar y a extirp ar la idola tría no haya ía....11. Ruiz de 1\larcón incluso consignó
el puña do de curas que se dedic aron a denu pronunciadas por los indios a los que persegu
y no obsta nte qued a su testim onio, Sabid o es
recibido sino una débil respuesta,
gún ni las decisiones del Concilio de Sobre esta obra
que no fuero n publí cadas ni la obra de Saha Oklah oma Press. 1'184 (Refrre ncía: A-l-l)-
ni los trabajos considerables de Ruiz New S/Jaitt (1629), Norm an, UniH:rsiiy of 11 (1629). Hamburgo_ Hamb vr·
1585; que ni el tratad o de Ponce de León ,Hagú chen Textc rm Tratad o Ruá de Alarc61
) merecieron el honor de ser impre- con5fi/tese Eike Hinz. Die es of Hcr-
de Alarcón (1629) y de Jacinto de la Serna (1656 schicbte, 1970. y IV' H. Fellowcs_ "The Treatis
r enver gadu ra tuvie ron mejo r gischen Museurn für Volke rkunde und Vorgc n Inq11u iciárt, vol_ 304.
es de meno pp. 309-355; h\1n1e tambié
sos en el siglo 1-'Vll.4 Sólo algun os autor nando Ruiz de Alarcón ', T/aiocsn, Vil, 1977,
1Jfcs. vol. 596, ''LDs naturaJ e5 de S. Migue l Toi:oquítlapiho_ 1(77'' i 2
ro Provincial Afe;ác:ano (1585), fol. 2)8r.; ibid_, Bienes J\f,1cio1 /'<1r,1 ef ror:u-
[.¡persona/id¡;d jurídica del indio y el JI! Conc1J o de la Serna_ 5Lu1 ual de ,\finistros de indivs
3José A. Llagun o, folletos atribui bles a Ruiz de AJ;ucón )- Jacint ión de docum entos 1nédiro s fJ,;r.;; /,¡
, pp. 184-19) e!l:n, ediciones: Colecc
México, Porrúa , 1963. P- )); Greer; leaf (1965) X, 1955, ámien to de Jus idol;tr ias y extirpación de
de las idola1rfas, México, Fuente Cultur al, vol. d, 1892_ PP- 1-172: An.i/es del Afusco .Vacional de J,ft"xfro. Epola l.
4 Pedro Ponce de León (1892) y en Trat.ido mbres gentíli cas que hoy hútori J de España. CIV, \{adri
Tratado de ías supers ttá"one s )'costu las , \'Ol. X. México, Fuente Cuin:ral.
pp. 369-380. Herna ndo Ruil de AiarCón, 6, 1892 [1900] , pp. 261-48 0; Traudo de
, 1629: varias edicio nes, en españo l A1111les del Jfu5co J'Vacion.¡/ de lrffxfro , LS). Vé,;nse t.:iwbt én ,\GN. Inquis ición, vol. Ví9. exp. 24: B1u10 ,\'.1n(,11JleJ.
rfrcn entre /05 úuli"o.r Cultu- pp. 41-368 (Refer encia:
o de las idolatrías. .. vo!. XX, México, Fuente lcg. 1061, exp, 6.
Época l, 6, !892 [ 1900]. pp, 123-22 3; en Tratad edicion es en inglés: Mícha d 16_'.<9): ,}e
texto en españo l: A). Dos (u/:ore.r de Pedro Sáncbez de Aguii;¡_¡ ()ebdn d,
raL 1953, pp. 17-180 {nuestra referen cia parad e on Supersti- Así ocurrió con d Injórme contra idolorum o. 16'.'>6): de L1iz) m/h.i o
in Se1,enteenth Centur y ,1fexic-o. The Trcatú , de Gonz.aio de Ba!salo bre (Méxic
D. Coe y Gordo n \'('hitr aker, Aztec Sorr:erers la Rclaúó n autént ica de ús ido/<1-trías.
sity of Ncw York, 1982 (Refer encia: y J. Ríchard Andrews y Ross
dcst1erTo de idolatrías (Puebl a, 1692) de Diego Jayme s Ricardo \'ilh' i(ent 10
t1011S, Albany. Srn_tc Univer to thú <le conjcMr 1dóiatras y
that Toda;' Live Amon g the lndúins Native
Hassig, Trcatise O?/ :he Hcathe11 Superstitions
74 de 1
L-\ iDOLr\ TRI.\ COLO'. \l:\L
L-\ ICOL\T RÍA COLO:\LA..L
posteriorid;id a Ruiz
, los tratados ofrecen ¿Cómo captar esa dimensión que. de creer a Durán y con
de un modo sistemitlco el rexro en náhu::ul. Por consiguiente indíge na? Elegir para
ados por los grandes cronistas de Ala.rcón, invade la parte esencial de !a existencia
ttstirnonios indígenas que, a diferencia de los recopil se paradó jico en la medid a en c¡uc es apa·
áticam ente de las circunstancias de nada el vocablo idolatría puede antojar
del siglo X'\l, no son disociados arbitra ria y sistein a los encasi llamie ntos y a las obsesio nes de los
rentar que se hacen conces iones
dos al sistema de explica ción conser vado por el autor. o porque , por una parte,
producción p:ua ser integra evangelizadores del siglo XYL Sin embargo, lo he escogid
una teoría de! paganis. consid er;¡b!e de un
Esto no significa que los e.xtirpadores eviten desarrollar ciertos extirpadores de idolatría supieron presentir el alcance
medid a, al margen de ídolos propian 1en.te dicho, las
mo indígena y de su persistencia, sino que lo hacen, en gran fenómeno que rebasaba con amplitud el culto de los
o salva ai inform ante indíge na y porque , sin ser plenam en-
bs inforn1aciones que consignan. El procedirníent pr:ícricas supersticiosas o los juegos secretos de la magia:
uido por el anonii uato. Lejos de ser eva. r neutros y de llave
con suma frecuencia al curandero perseg te satisfactorio, permite evitar íos términos vagos. al parece
discurs o o sus accion es, es objeto del interés y de
cuado, él, mucho más que su creeoci a y, mis todaví a, los viejos debate s sobre magia,
esa atenció n escrup ulosa 1naestra, de culto y de
b represión que despliegan !os dos religiosos. En realidad, cer mis una rnatetia
parte, De la Serna y Ruiz de }darcón creen en hechicería y religión con los que se tendría el peligro de oscure
refleja una doble convicc ión. P?.r. una tar el proceso de aculturación
o pagano al que acosan ya compleja. Sobre todo, era preciso renunciar a presen
la difusión, en el peligro y en ld"'realidad parcial del univers ones" que de maner a simétri ca habría n reuni-
la otra, están conven cidos de hallarse ante como enfren tamien to de dos "religi
bajo su apariencia de cristian ismo. Por y ritos, ya que habría equiva lido a proyec tar sobre el mundo
s de lo cotidiano. De ahí do dogmas, creencias
un conjunto complejo que penetr a en los menores aspecro y ta! vez sin gran rela·
y a lo exótico, interroga lo indígena desgloses precendidamenre daros pero reductores
esa mirada que, lejos de limitarse a lo espectacular esas cultura s. Ademá s, hubier a sido
el origen de !os informantes y la posi· ción con las configuraciones que propon en
anodin o, anota las peripecias de la encuesta, del fenóm eno encerr ándolo en un espacio que
con Írecuen cia buscam os en vano en la falsear la naturaleza y la globalidad
ción del encuestador, con un cuidad o que Por lo demás, no podría mos limitar el cristian ismo
nas. Sin embar go, debe tenerse en cuenta ha rebasado considerablemente_
etnologla recieo[e de las socieda des i.n.d1ge ideológico de la colo·
escapan a los errores de in- colonial a un catálogo de oraciones y de actitudes o al barniz
-y con razón - que, corno sus predecesores, tan1poco su referencía a la mate-
y por los instiga dores nízación. Hablar de idolatría tambié n es tratar -medi ante
rerpretación, a la obsesión por la conspiración clandestina (!atría )-de no acenerse a una
a. rialidad del objeto/ídolo y a la íntensidad del afecto
ocultos que siembran el error y ía mentir o'', de las menta lidade s. de los sistemas
s miradas, ral como lo problemática de las '·visiones del mund
Esa preciosa documentación nos obliga a limitar nuesrra simból icas, sino consid erar tambié n k1s prácticas, las
nahuas . Lo que gana !a encuesta en intelectuales, de las estructuras
había.i'Tios hecho en la lectura de los tfruios inseparable, Es en fin y
ión. Tributarios de sus in- expresiones materiales y afectivas de las que es del todo
profun didad, lo pierde de modo indiscutible en extens hacia b. especifici·
la Serna v de maner a se- sobre todo el medio cómodo, inmediato de llamar la
formantes y sus obsesiones, Ruiz de l\.larcón, Jacinto de y definir .
embar go en tres que. aunqu e dad de un terreno que ahora queda por explorar
cundaria Ponce de León nos introducen sin la Conqu ista se enfren ·
España , ofrecen un campo bastan te diversi- Es evidente que las sociedades puestas en presencia por
lejos de agorar la variedad de la ::\ueva religio so, polític o y económ ico, sino tambié n y de una
adelantar alguna s conclu- taron no sólo en el plano
ficado para que se pueda n multiplicar las coincidencias y de la realidad. Situada
es el \lalle de Toluca o_ mejor manera más global en el terreno de sus enfoqü.es respectivos
siones. La más septentrionaL ta..'Tibién la más fría, parece r habria sido más que
domin an en inviern o las blanca s címas desde esta perspectiva, la idolatría prehispánica al
dicho, el sur y el centro de esa región que aprehe nsión propia mente indíge na
el este, '1'>1orelo s dibuja una rica cuenca que baja una expresión "religi osa" que traducía una
del Nevado. l'-.;'o lejos de ahí, hacía aquello que para los indios constit uía la realidad ob-
el sur, pasand o de un cli.ma del mundo , que manifestaba
por los contrafuertes del Aju.sco y se abate hacia o no, tejía una red densa
todavía más abajo, está el jetiva y su esencia. La idolatría prehispánica. consciente
do a los calores semitropicales y tropicales. 11ás al sur y en los que se situab a y
das por ei sol, algunas y coherente, i.mpl1cita o explícita de prácticas y de saberes
norte de Guerrero donde , diseminadas por esas tierras devora le y iegfrima ia realidad
os: chonta les o tlapanecas. se desplegaba la integridad de lo cotidiano. Hacía plausib
poblaciones nahuas se mezclan con grupos más antigu as cultura s y aquellas sociedades.
del siglo xv11 es el desastre de· que construían, proponían e impon ían aquell
El rasgo común a todas esas regiones a principíos de juicio los choque s y los conflictos. Por
describ ían las RefaciO nes geográ_.fi.· Una realidad que no pondrí an en tela
mográfico, rnucho más cruento aún que el que nes y la.s exigen cias de los venced ores de antaño
presen cias eclesiá sticas más firmes (el brutales que hayan sido las agresio
c.;s. Coexisten tambié n variar1 tes ligadas a de Ja Triple respeta ban el equilibrio de
o desien as de -pens emos por ejempl o en las
vaUe de Toluca, Morelos) o más relajadas (las
extensiones a menud , con el espacio, con
la econom ía colonia l con las culturas locales en su relación con la realidad, con el tiempo
Guerrero), y a una penetración más o menos acusada de y usos que seguía n emana ndo
la caña de azúcar , en fin, sus minas la persona. Cuand o mucho sobreimponían prácticas
sus haciendas, su ga...11adería y su explotación de acervo mesoa merica no.
del mismo coníunto cultural o del mismo
en torno a Ta.xco y a Zacualpan.
75 de 162
154 LA lDOL:\TRÍ A COLONIA L
LA IDO LA TRIA COLONl,'\L
1'5
¡ Con el cristianismo fue distinto. Al igual que los antiguos invasores, los cristianos
le,vantada en la segunda mitad del siglo X\1, la de los conceptos y de las ca[egorfa
l los t.e1:1p1os e imponían sus dioses, y se negaban al comparti miento s
0
obstaculizó la influencia que la Iglesia pretendí a ejercer. Pensamos en el acento
a Ia sobre1mpos1c1ón para exigir la aniquilac ión de los cultos locales.
No contento s Puesto en el libre arbitrio del individuo y en la responsabilidad personal, en
con eliminar a los antiguos sacerdotes y a una parte de las noblezas, los españole la in-
s sistencia hecha en la familia nuclear ante culturas que razonaban y sociedade
s que
1 se reservaban el monopolio del sacerdocio y de lo sagrado, y por tanto de la defini-
organiza ban de otra manera. También pensamos en los silencios de la Iglesia
ción de la realidad, pero, sobre todo, emplean do un lenguaje diferente, tan
! exótico a la enferme dad y el alumbra miento. a la relación con la naturaleza y con
yta.n hermético que podemos dudar de que la mayoría de los elementos, pero también respecto al grupo doméstico. Cierto es que los altares
1nd1os haya podido su alcance exacto. Con ello, el cristianismo y la Iglesia de las casas indígenas se habían abierto pronto a las imágenes cristianas,' pero
trastornaban tanto el Juego como las reglas del juego. La cristianización marcó la
los adopción se hacía dentro de marcos autóctonos sin una redefinición de lo adoptado
.
espíritus Y meJló el monopolío de la idolatría primero por sus manifestaciones
l ex- , A esas dificultades sín duda es preciso agregar las modificaciones y las perturba-
teriores, mediante ocupación del espacio, la construcción de capillas, de iglesias ciones del tejido socíal traídas por la Conquista. Es innegabl e que el cristianis
y de con:entos; mediante sus celebraciones, sus misas, sus fiestas; por mo v
el ritmo de su colonización concurrieron a relajar y a veces a dislocar los lazos que unían
por la adhesión de los nobles y de los indios de iglesia, etc. A.rrasados grupo doméstico con la comuníd ad y no sólo con conjuntos más vastos de
;l
los templos, prohibidos los antiguos cultos, la iglesia y el cementerio se orden
étníco y político. Imponie ndo un sistema de impedim entos canónicos y una
constuuían en los nu:vos. religiosos del pueblo según lo muestran los mapas cos·
tumbre matrimo nial uniforme, la Iglesia quebrant aba por doquiera las prácticas
trazados propios 1nd1os. El santo patrono escogido por los evangelizadores '?e alianza tradicionales: quiso quitar a los nobles y a los notables el dominio
o por los indígenas sucedía al ca/pulteo tl, en condiciones que los relatos de que
Ja se- antaño ejercían sobre la circulación de las mujeres; trató de retirar a los adivinos
la
gunda mitad del siglo X\11 cuentan a su manera. Vencidos, agotados por la enfer- _facultad de orientar las alianzas o de diferirlas. Cierro es que resulta sumame
medad, los indios difícilmente contaban con los medios para repeler un cristianís nte
- difícil desentra ñar las consecuencias de esta empresa. Sin embargo, en la medída
mo que por lo demás les aportaba ritos de sustitución adaptados a las necesidad
es en que la introducción del modelo cristiano correspondió a una crisis de las jerar-
de su supervivencia. ¿No celebraban los franciscanos desde los años 1530
en el {¡uías sociales, de las normas de antaño o del antiguo orden, a un abatinlie
nto
val.le de. México y la región de Tlaxcala la liturgia de las rogaciones para atajar
las demográfico, a redistribuciones de la población, es posible suponer que, sin
por
o hacer el espacio cristianizado, con el tiempo cris- ello desaparecer, la simbiosis que existía entre el individuo, el gnipo doméstic
tiano, e1 unpeno antaño indiscutido de la idolatría prehispánica vino a menos oy
en el el resto de la comunid ad con frecuencia resultó alterada. Por lo demás, basra
transcurso de las décadas del siglo de la Conquista. con
recorrer las Relaciones geográficas para sorprenderse por las manifestaciones
Sin embargo no vayamos a considerar el dominio colectivo como el de una cris- socia-
le$ o patológicas -el alcoholismo crónico - que pueden evocar el debilitamiento
desde el siglo XVI, aunque las prácticas públicas y las ceremo- de los consensos. Tanto que, en el mismo moment o y por las mismas razones,
nias del grupo difícilmente pudieran sustraerse a las formas cristianas. Los ritos !a
de familia nuclear adquiría un nuevo relieve. No sólo era la única a la que reconocía
la IgI.esia coexístían en numerosos lugares con prácticas autóctonas. Así ocurría, la Iglesia, sino que la polftica fiscal de la Corona contribuyó a reforzarla modífi-
por ejemplo, con la embriaguez colectiva que marcaba toda celebración con
0 los cando la unidad tributaria , segment ando el grupo doméstico y haciendo
de los
q.ue ton_iaba?- las nuevas autoridades del pueblo poco después de su viudos y de los solteros contribuyentes completos. En fin, la introducción
des1gnac1on, direcc1ón de los ''viejos y de los ancianos ''. 6 La omnipresencia de la
práctica testamentaria y de la confesión auricular;r-la difusión de la propieda
de aquellos misrenosos detenrores de la tradición, disimulados por doquiera d pri-
tras vada y del asalariado sembraron en el largo plazo fermentos de un individua
lísmo
un plural anónimo (los viejos, los ancianos), implica aquí persistencias que
sería casi sin preceden te antes de la Conquista. 8
absurdo querer desconocer o negar. Sea como fuere, el dominio público se mostró Este haz de influencias disolventes y de presiones más o menos efectivas
n1ás a la cristianización que la esfera individual y doméstica. Por muchas gableme nte tuvo un efecto en la cohesión social y cultural de las cornunid
razones. Pnmero, porque en el siglo xv1 la evangelización fue una empresa ades
de indígenas. Antes que favorecer su aculruración y su cristianización, en un primer
global. Segundo, porque, fuera de una confesíón auricular desigualmente moment o al parecer introdujo disparidades de evolución, de-sfasamie-ntos
fuera del bautismo y del matrimonio, la Iglesia casi no podía acercarse al entre
terrenos antaño contiguos y complementarios, En esas condiciones, se compren
1nd1v1duo. Y finalmente, porque, si la barrera de las lenguas más o menos de
fue
7 Motolinfa, !>f_emoria/e.r . . , op. cu .. p. 35,
6 A. p. 30; LS. P- 93 8 S. Gruzinski, "Confesión , alíanza y sexualidad entre .,. en EJ,¡fJN
indios de Nueva Espai'la
de normar .. , próxima aparición.
76 de 1
L\ lDOLATRIA COLO:\L-\L L:\ 1DOL:\TRIA COLO'.'ilr\L
rncjor que, al margen de la penetración de un crisúanisrno público, colectivo y conservan urr poder sin proporción común con e! de ias im,ágenes crlstianas. Sus
ceremonial, hayan podido subsistir, relativamenre indemnes, contexros dentro de poseedores rivalizan en artificio para sustraerlos la:: pesgui_sas .del juez eclesiástico.
!es cuales e! hombre continuaba abrevando en la idolatría el sentido de las activi- No imaginemos po:- consiguiente que sus deposita.nos son 1ndtos paga_nos rebeldes
JJdes y la respuesta a los en1bates continuos de la desdicha, de 1-a enfermedad Yde al cristianismo. f',.lgur:os fiscales, algunos cantores saben conciliar sus funciones de
Iglesia con la gearda escrupulosa de aquellos objetos hasta que el los
la muerte. cualquier caso se trata de la n1an1festacton de
sorprende y los obliga a confesar. En
La persistencia de la idolatría se rnanifiesta antes que nadJ. en el centro del foco habÍ[ación a ex-
una memoria de los linajes que favorece la filiación y la unidad de
doinéstico v de una manera enterament e concreta. Desde ei cenero de Guerrero
hJ.sta !\1ore-!os, indios e indias disimulan en los airares o en los ''cielos'' de sus pensas de la pareja y de la alianza, y que se mantiene tanto al margen d_e la comu·
9 nidad como a distancia de la familia cristiana. El análisis de los t!ap1:1!lt no podría
oratorios cristianos los "ídolos de línaje", los tla/n4!/t·. En pequeños cestos, en
canastos a veces cerrados con llave, conservan celosan1ente guardados íícaras, es- confirmar mejor Ja persis¡encia de Ja idolatría en tH1 terreno que, con mayor fa_cili-
10
tatuillas y sobre todo pequeños 9bjetos, brazaletes, jugue[éS infantiles, copal a dad que Ja pareja 0 que la comunidad , escapa a la influencia direcra de la Iglesta.
Por lo demás, la casa ha seguido siendo teatro de ritos pasajeros y de alianza que
n1edio co.nsumir, lienzos piedras de colores, a menudo ta.mbién plantas
alucinógenas, peyotl y ololiuhqui. Aquellos <:onjuntos. para nosotros heteróclitos, i representan algo enterament e distinto de las supervivencias accesorias. Así ocurre
deben, como las "pinturas", poseer un sentido interpretativ o que se nos escapa; i con los del "bautismo' ' indígena en el curso de los cuales se baña al recién nacido,
una fuerza cuyas emanacione s se remen. No pueden J. antes de darle un nombre tomado de los antiguos calendarios y de perforarle las
en cualquier caso esconden
1 orejas. El baño y la elección de un nombre se refieren a la introducción en el
ser abiertos o tocados por nadie, al grado de que se les deja disgregarse en polvo
con el transcurso del tiempo, Los canastos domésticos no dejan de evocar los tia- ! niño de su tonallt·, es decir, de la fuerza que lo hga en lo individual ai cosmos y le
qdue servh·ían 1, da "vigor, caloi y vakn[ta aJ riempo que permite su crecimiento ''. S1· el tonal/:·
quinnfolli de antes de la Conquista,
para sellar la alianza del pueblo con e! 1os tutelar. on la nerenc1a e que an . correspondien[t al dia del nacimiento es fausto. el baño tiene lugar a1 punto: s1
sido escogidos por el fundador del linaje y que se conservan en inanos de sus des· no, se le aplaza para una fecha menos desfavorable. Entretanto, el niño es puesto
cendientes y no de la comunidad_ En un principío, aquellos objeros habí.an servido bajo la protección del fuego del hogar cuya irradiación y cuya fuerza recíbe. Henos
en los riros y en los sacrificios ofrecidos en algún momento cualquiera de la exis- aguí remitidos al concepto nahua del tiempo, de los ciclos y del cosmos que veí.a
·renci-a--de-le-s-m.Wmb.ros.-dellinaj.e.:_ eliu.lto al el estreno del fuego en cada día y a cada comen ro la confluencia en la superficie terres[re de fuerzas y
nuevo y del pulque, la inauguració n de la.casa. el trans--- -.-..-.. de -1UflUe"nciiS. diYio¿s cuya nattrra:leza-TI:abia-que--i-dentiHEar-..7-cU1"'ºs .peligros. en_
misión sigue las líneas de filiación masculina o femenina y· no el circuito de la.s ocasiones era preciso contrarrestar. El tona/Ji ejerce dos efectos considerables: en el
alíanzas, puesto que cada cónyuge sigue siendo decentar exclusivo de los tlapiaili cono piazo asegura la supervivencia y el crecimiento del niño; en e_l largo plazo
de sus ascendiences e incluso, al parecer, de los ascendientes de su sexo. Tras la <lesa- modifica la personalidad. Es comprensible que la pérdida del tonal!: se haya con·
parición del linaje, los t!apia/li deben recibír las misn1as atenciones de los nuevos siderado uo golpe sumamente grave contra la lntegridad del ser y haya sído
todavía en el siglo xs¡¡ de prácticas y de terapias complejas destinadas a a
ocupantes de la casa y no ser bajo ningún pretexto desplazados dei lugar en que se esa
encuentran. Por tanto consüruyen una especie de capital materia! y simbólico que recuperar y a reíntroducir el tona/ir· en el organismo enfermo.
expresa la continuidad y la memoria del tina.je, la solidaridad de las generaciones pretacíón. entre otras. se procura explicar las enfermedades y la mortalidad de los
v, aunque de manera más indirecta, el compromiso de todo el grupo de respetar niños de corta edad. También el matrimonio da lugar a actos antiguos y sería pre·
En fin y sobre todo, los tlapialíi aseguran la prosperidad del hogar. , j ciso evocar decenidamerHe ias prácticas que giran en torno al fuego doméstico a
.. ;-.. -causa··de· la energía divina que.irradia, d.e5Jl ..cal_o.r ..;t:Ae q_ue _em-
Los ''p--;_q·{lere s"''fioS-·desc ubren--aos·p rímetos ejes de .. ·Ja
miento de una relación con la ancestralidad que el crisrianísmo niega de un modo ._,___. t paríenrac con el ton,:;f!i. De ahí las libaciones de pulque y las
sistemático afirmando que los antepasados paganos se consumían en las llamas del !e destinan en ocasión de una enfermedad , de la construcción de una casa o de los
infierno, y la mediación de un objeto que no es una irnagen. que no está permitido prirneros frutos de b cosecha. \'ale decír que la idolatría doméstica no se limita
ver pero que no por ello deja de provocar un apego apasionado ./\ ojos de aquellos a llenar de un modo oas\vo !os vacíos dejados por la penetración parcial del crls-
indios de Morelos y de Guerrero. en las primeras décadas del siglo "'.\.'Vil, los tlapia!!i nanlsmo. La arqulrectLura n:iarerial de la casa y de los graneros. los escondrijos que
disimula, los objetos que abriga, el fuego que ahí se mantiene aportan su apoyo
9 A, pp. 30·34:LS. pp. 93·)5: sobre J/;¡pi:1!!1 e ytlapiaJ. A López Auscin. 'Términos de nahuadaw·
Jli", Historia mexicana. XVll. L 1967a. p, 23 y A·H, p. 3;,:¡, P:ira Ll, "1t!:ipi;;J [ .j quiete decir
cos1 que se debe guardaí (Orno herenci:t y que nosotros llamamos ;·inc.ilaC.1
77 de 162
LA IDOLATRL'\ COLONL'\L 159
1)8 L;\ IDOLATR ÍA COLONIA L
78 de 1
160
una relac1on específica con ei otro v con e; 1nundo. La 1aolatna aoorta no solo una ¡l
respuesta a !a desgracla biológica a la precariedad de bs c;ndiciones de vida j
sino que, rnucho rnás rodavta. inci.;.ka una rnanera de y de accuar en contextos l
. .
tan d tstlntos 1
y cornp.emeatar1os. como :2 ' ' ' 1a
' ancestrauGaG, ' .'
' prou.ucc1on y la repro- 1
ducción, el cuerpo eQferrr10, e! hogaL el los cunpos. el espacio más le· !
jano del monte adonde v:a u:10 a cazar el venado y a recolec[a.t la miel silvestre.· ¡
La evocac[óo de la realidad que descubre la idobuía pasa por un saber y un 1
decir. Estos se expresan al hilo de los cánticos y de tas invocaciones --los conjuras-
en una forrna parricuLi.L el n,1hu:;//a:.ollz, un lenguaje "de palabras encubiertas''.- j
una palabra litúrgica, Inseparable de una acciór: sobre los seres J' las cosas, un decir !
que se confunde y se funde incansablemente con una priccica. El nahua/.lato/li es !
wn lenguaje secreto y esotérico curo rr"lisrerio aparenre obedece a las metáforas, a ¡ p:·ehispJri.ica de la región de Oaxaca: d Códlce Zouche·:'"\u :a, (Londres. The Brit!sh
79 de 162
. . . le la conquista de
d Tl xcala · episodio
d Ocotclulco. S.l, en este .'
- ¿· ( tiblemente es de in;,-
ll. Lirnw e a ' do •dpoc<m,,nd"cc o kln"onq<d><adn'C<>O ""', rnmola;umJ<
1
El oonquio<ad¡°' ¿ujad" do pcofil, la del 'ºl que comm la /o oto Cohom !• ' '
\0( ª" ª · . 0 la forma que se da ,i g .. •dadeJ me.->Jcanas pu11m ai fL' - -
occidental
ciónfiguras Alfredo Chavero, An11g1n
rofundidad· \ d ¡
planos en P E-d' . G·illimar ·,
:>léxico, 1892. f. ·, itmn.5 '
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VII. Tccualoy a y Santa An<t, '.l-1alinako, de '.\léxico. (México. Archivo General de la ;'\ación.)
El espacio se vacía p<na llevar sólo io b('nci;d Si
Represen taciones de haciend::i s, de iglesias y de tm molinP.
o, la hacienda , la ig!esi<t con su camp;rna es
bien un signo tradicion al, el de ca3a un tanto arregl<td
ones alfabétic as de;cmpd 'ian en lo sucu;)\o un
una crc<tcÍón colonial. f.n 1''.>!C mapa de 1$9-'!, las inscripci
papd t>scnci<1l en l<t idcntifica_ciiin de lO'i lugares. (f. AC7\'.)
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Xl!L San Matías Cuijingo. siglo XVII, de México. (Mhdco, An-hivo Gcn('ra! de la Nación.)
d formato rectangular de la
A uno y otrQ lados los ocho caciques que dieron su nombre <I los lindes y a los límites dd territorio. Una vez más
que· el centro dd rnapa
hoja es lo que rige la distribución global tk las figuras. Cinco franjas bo1üontaks tkfinen subconjuntos c-n tanto
una fecha eunipc:i (l5?;1) Catb cabc2:1 está !l:inqur•ada por e insnip
(:stá (¡cupado por ('ll·nwnlos cL111<::
cionn r·n h;ilnia1I qtH' ide111ifican. (F ACN.)
a, f.stadt1 de \1{-\;cu '\'.,
XV. La adoracíón de los Reyes :'v!ago>, Los Reyes, San Juan Tcmamatl
Archivo General de la ;:\ación.)
(Sa Cafbar) y San B3J¡;¡_q1 1.\:; r
Ante la \'irgcn. los R('yes \lagos San '.>Ickhor (Sa .\íclchol), San Gaspar
/ezal). Esta adoración inspirada en algún grabado cu1opco o
en alguna pintur;i colon\,¡] en rc1l!¿,.:
Reyes). Los glifos t!e las c-;i,;is rudc.>T'
un giifo toponímico que designa )a aldea dC' los Reyes :\lagos (Los 1
si ¡ · E d l · ación_) el rerurrdo de u1i.1 farn,,' ·"
XI\' La iglesia de Onivacac
· agrandami ento del g!ifo coloni:d de iglesia sohi-e d cual o¡· "uprrp\lnl'
Sl l\;"n e' d· l '. g o X\l!_ .Sta'º ( (' \1rxico. (\lh:ico, Arrhhu Gcncr;il dr- h' X
- ·¡ ¡ · - ' ' - ' (F •\G".)
· ª"un dll os ra,go' colo · )es ( e,' \el Stl( _a lloved a de Ll igk»1a. las_ pi Lis lJautism.alc s. )_ si \:el' ftindida por el ane y el teatro religiosos de la época de la Colonia.
''111 numerosas bs rdc' -, - -- 0 0
'· '· H'Jl(,,,_<;;¡_ a1CO'lna-ra íacr· t1·1· S >nto, ('.fi'1ünm )l>Ol'Sllgrn a,).bcs¡ 111 c-
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LA IDOLATRÍA COLONIAL LA IDOLATRÍA 163
162
tienen poderosas razones para suponerlo , Correspon dería a una de las expresiones Ello implica que, si en cíertos registros las culturas indígenas toman elementos
múltiples de la tradicíón oral indígena en tierra nahua. Según esta hipótesis sería cristíanismo y de Occidente , en otros son presa de evolucíones internas que,
fascinante oponer a la religión escrita de los cristianos, a la cultura alfabetiza da de habrá de recordarse, se iníciaron con la brutal reducción Je las culturas indí-
los redactores de anales y de títulos una idolatría en esencia oral y por tanto "po- a la clandestin idad. En tanto que los nobles y luego los notables descubrían
pular''. Mas las partes comunes prehispán icas o coloniales son, como de costum- un modo progresivo un espacio, un tiempo, una escrirura exóticos, otros indios
bre, mucho menos claras. ¿No hacen los conjuros en reiteradas ocasiones alusión cu''"'""'º" ·uen el caos circundan te los conocímie ntos y las especulaciones de los sa-
a apoyos pictográficos? 20 ¿Habría que deducir de ello que la recitación de los con- ce1rdc,tes indígenas y de los ancianos de saber ordinario, tal vez más pragmátic o, de
juros necesita el sostén y el conocin1iento de la ''pintura' ' y, por consiguien te, que curanderos y de las comadronas. En esta ocasión la influencia cristiana v colonial
ésta se ha extendido a estratos más amplios de la población e incluso a las mujeres? tuvo un efecto indirecto, se limitó a desencade nar un proceso de me;cla in ter*
Es probable que no, a juzgar por los capítulos anteriores. Las pesquisas de los extir- antes. de alean.zar el contenido d: nuevas adecuaciones. Es probable que este
padores no habrían dejado de incautar varias de esas "pinturas ". No ocurrió así. ongen explique el que los con¡uros no formen el corpus de una cosmogonía
Todo sugiere en cambio que los conjuradores se limitaron a aprender y a recitar de •CC'herei1te que sería una organización y una interpretación de Jos teotlahtofli, aque*
memoria un número variable de fórmulas sin emprende r el largo aprendizaje de un "palabras divinas" que contaban el origen del mundo y la gesta de los dioses.
arte en regresión. 21 ¿Qué hacer entonces con la referencia al amoxtli, a la ''pintura'' ? conjuros sólo ofrecen fragmento s, citas, alusiones. Fragmento s, no sólo porque
¿Interpret arla como una símple metáfora? ¿O antes bien como resurgimie nto de conjuro recupera saberes fracturados, sino sobre todo porque no exíste fuera del
los orígenes sacerdotales de los conjuros, como si, lejos de haber sido un saber mar- 0ccmtexio de su uso, fuera de la acción que ejerce sobre la realidad que evoca. El
ginal, de segundo orden, las invocaciones fueran herederas descontextualizadas sólo es producto de una manera aislada y con fines en esencia pragmáticos.
del saber de los sacerdotes y de la nobleza? También lo harían suponer otros indi- otras palabras, el conjuro es más un poder sobre los seres y !as cosas que un
es más una praxis, una relación que una especulación intelectua l. Esto no
cios que examinare mos adelante. Abandona dos por los medios dirigentes indígenas
\si¡¡nifa:a que la excluya de un modo absoluto: algunos curandero s y otras personas
convertido s al cristianismo, conservados a veces por notables del campo. el saber
vez fueron llevados a reflexíonar sobre la generalida d de los conjuros que cono-
y la práctica idolátricos tal vez hayan sido recogidos y conservados en pane por capas
pero éste no era en absoluto su fin inmediato v habitual
más modestas de la población , plebeyos, vendedore s ambulante s, curanderos y sistemá-
Por eso resulta delicado tratar de extraer de ellos ,una
comadron as. ¿Desclasamiento éste que tal vez explique la difusión, el éxito y la subyacent e, implícíta, pero gue
del. mundo, la que sin ernb:irg? se adivina
fragilidad de la idolatría en el siglo xvn? Pero esta segunda hipótesis inclinaría a los pronuncia n puesto que la eficacia
ocasiones tal vez escapa a los 1nd1os que
negar a los rnacehuales toda existencia cultural antes de la Conquista . Ahora bien,
manifiesta mente sobre el significado, lo que no impide -dejando por el
se puede suponer que ellos detentaba n, si no un patrimoni o específico, cuando
¡n1orne·nro el asunto en suspenso - explorar la realidad suscitada por esas for-
menos un enfoque personal, sin duda menos formalizad o y menos sistemático que
el que proponían las enseñanzas de los calmecac y de los telpochca/li. Por ejemplo, el """'"'"" "' por una palabra idólatra que crea al instante las condiciones de su
de los curandero s y las comadron as. Y al parecer también los conjuros llevan su
marca. Cierro es que en este terreno se ignora casi todo, a no ser por algunos frag- Una palabra, la idólatra, que antes que nada pretende ser proclamación de un
Sea quien fuere, el utilizador del conjuro entra sin dificultad en la realidad
mentos captados a través del filtro de los nobles y de los antiguos sacerdotes que
evoca otorgándo se una lista de títulos más o fl(enos nutrida. De entrada dice
informaro n a los religiosos del siglo XVI. Aun así el saber ejemplar, esencial, seguía
El que detenta el saber, ''El que conoce la Regi6n de los Mue nos y el Reino de
siendo a ojos de todos el de los sacerdotes y de las "pinturas ". De ahí las referen-
cias que hacen a ellas los conjuros, Por tanto se preferirá asignar una do ble filiación Alturas", es el "Sacerdot e, Señor de los Encantos" (o el "Príncipe de losºª"
huales"), Cipactona l, inventor del calendario. A menos que se ídentifiqu e como
a las invocaciones, viéndolas a la vez como la perpetuac ión de una forma cultura!
'-'enrerltl dios del maíz. Cuanto más se emparient en las circunstancias v la invoca-
prehispán ica, ''menor'' y ''subalter na'' y corno el receptáculo colonial de saberes
con un enfrentam iento, en mayor número desfilan los títulos decÍinados. En
antiguos a la deriva, privados de otros medios de expresión, enseñados por sacer-
22
dotes locales caídos, convertidos en "n1aestros de idolatrías ", incluso por tonal ellos se reconocen los nombres de las potencias divinas prehispánicas: Xólotl, el
pouhque que todavía contaban los días de los calendario s. de las Transformaciones, Quetzalcó atl, Xipe Totec, Cipactona l y Oxomoco.
Xochiqué tzal, 1-1ictlantecutli, el "Señor del País de los ?vfuertos". Pero también
2 A, PP- 130·131; LS, pp. 260, 265;
º C.\%', pp. 214-215; A-H, p. 15·Í.
!as manifesta ciones plurales de una misma potencia: "el Joven, el Adversario, el
2l A, p. 124
22 LS. pp_ :"40-:'.·l l. Burlón'', ''Aquel cuyo Pueblo somos nosotros'' , tanto como apelativos que rcn1i-
88 de 1
L:\ iDOL:\ TlÜ:\
\Ó·i
L:\ lDOL:\T! !.',
orobable que desde ance5 de la Cunquisca a escala local, en el seno de
;:si el supremo, ' , p 1 , , l , '
¡en al Tezcadipo ca cuyo coniur1dor se grupos que al parecer fueron b:ist2nre homogene os. ero ,a dom1nacto n co
el conocirnícr.co de los signos y el saber de los desrir:os :; a acentuarlo s quebranta ndo las distincione s de posición'! de funoón
Sin embJ.r)2;o. están ausentes de estas identificac iones !as divinidade s aue seo;rab2n a los oficiances paganos de los curandero s y de !os brujos, todos
!a ei Fuego, Tliloc; pero v2rr;b'.én e! dios cure!ar de! pueblo, ei ca e'tlos por et cristianism o a un mismo oprobio.
Dúiltot>, 5¡ !os primeros no Ú;eran · ·personai1 zabks y corno si ei segundo De es(a autoafirrna Lión surge ante Edesr;-v:; ojJs e! uo:.!verso e'n que se mueve el
peneneciez s. 2 cn'.1 esfera comunitar ia, distinta del campo de acción del conjurado r. Todo en él ocupa su lugar o, antes bien, lo que entonces se descubre,
Dicho io cu-aL b elección y la acumulaci ón de lo:; rír:.Jlos no buscar: tr::1nsformar
Li !o ª_Yudarán
se hace presente; es Ia realidad de las cosas, (::1.nro la de .las fuerzas
identidad de! conjurado r al grado de hacer de él la encarnació n de la potencia. Ello
como la de las polencias que lo amenazará n en su identidad respecuva , su 1nvulne-
i- irritabilida d, Dotado de su in-human idad, el conjurado r
equivaldrL1 -:i. aLribulr a los dioses prehispáni cos una personalid ad, una iodividual c2bilidad o
que ito jamás. De una manera más modesc1. se Lrata de: afirmar la puede en Jo sucesiYo manipular a piacer lo m'.J.S hondo de las cosas, seducir, embria-
poder temppral, exigido por un contexto dado. '{iotl. 'ei Adver- gar. apaciguar , repeler o destruir. El le abre puertas, a menos
P resencia de l
sario", pern1ite vencer en un
', t ¡·u1troauce
"" coro b a<:e: Q_uetz-aicoa c.i! reterenre mitKo escoja los canünos paralelos o compleme nra.rios de la embnague z y de la
en que e\ dlos apoya su intervenci ón: Cipac:on"J.. l aparece en una interrogac ión ción provocada , del adormecim iento y del sueño o del éxtasis alcanzado con el
ellos son más Ínsrn1men tos que identificac iones. A este 2 . . •p
sobre el desóno_ Todos agorarr.ien ro y la peniren<:la. '
respecto el conjurado r no debe confundirs e con el hombre-d ios prehispán ico que, }.{as no es fácil describir con palabras el mundo que suscita la rnvocauon ,
por un curso de tiempo dado, recibe er; su corazón una parte de la energía divina, que se apoye en parte -y a veces lejaname nte- en ''palabras si. así se
de la que se con\·ierte en b.7'ptla, cuyo receptácul o es él. El conjurJ.do::- encarna un prefiere, en rnitos. pese ;e q·ue es re término desprestigi ad.o es sausíacton o. En
a Temimilc ingo, 1·iorelos, en Tialcizapá n, se reconoce sin dihcultad el relato del
tipo de relaci5n enteramen te distinta con lo dfvino. mis episódico, me arrevería
o. Quetzalcó ad a los infiernos en la trama de las fórmulas empleada s
decir que mis pragmátic descenso de
Para rodas esos tfrulos, un común denomina do e el de Tlavzarazqui, el' 'Sacer- para reducir las fracturas. Las invocacion es_ pronuncia das contra la pica.dura del
dore' ',el ''Oficiant e", que sirve para calificar tanto al conjurado r corno a aquellos alacrán ponen en acción otras ·'palabras d1v1nas'' (por ejemplo, la hrstona del sa-
-seres o cosas- a los que se dirige-. /\rHes de la Conquista , esta palabra designaba cerdote ''{appan). aunque unas se iirnicen -a evocar el n?mbre divino del alacrán
o
a GD ''mi:listro de los sacrificios '' pero rambién al ··demonio que está presente en contraried ades del bicho o que .incluso vuelvan a representa r
que otras describan las 1 16
' •
_Mas este
un ídolo o que hace una aparición' ' Erimológi camenre, es ''el que ofrece sobre el cuerpo del doliente los episodios del drama
idea ésta des.arrollada por uno de los títulos de Tliloc. el dios agrícola de las monta· de fondo divino aparece de manera mucho más sistemátic a y explíGta en la term1·
, noiogía conservad a por tas invocaciones. En ella, los seres y las cosas están
ñas y de L-i. l]t:via: Tia/oc Thmacazq ui, que Sahagún traduce corno Tláloc Proveedor
'·el que da a los hombres los mantenimi ec.ros necesarios para la vida corporal'', Por de los nombres calendáric os que correspon den al signo del momento de su apan-
consiguien te, todo hace pensar que la palabra señala a ur;_ mismo úempo ia uni?n ción. De ese rnodo l i\.gu'.l designa los árboles y los objetos de madera, 1 Muer-
con lo d!vioo. d acceso al mundo de los dioses y ls. 'Jbicación en una red de in· te las cosas de la tierra. 1 PedernJ.1 las materia.s y los objeros minerales, 4 Caña
rercambios v ¿e dones vitales, los de los s2.cerdoces para los dioses y los de los dioses ei fuego, 7 Flor el venado. 8 Pedernal el maguey, etc. _Otros signos, una vez más la
para los hombres. 14 Al recibir el apelativo .de todos. del conjura?? r a combinac ión de un número de 1 a y de un susranuvo entre 20. marcan las fases
hlS planras. ::;. los animales, a las herr::uri1en tas y a ios ins:rurnen ros que uul1za, favorables a la intervenci ón de los dioses y de esa suerte sirven para designarlo s.
pas;n ::i. configL!ra.r una colectivida d sacerdo::ai cuya pn:-senci'J. CL:f'ª identidad de Ei repertorio ofrecía en rora_] 260 posibles, producto de 1-a combi-
estipulada s. De la Serna confirma esta referencia ai anúguo ! los 13 números v los 20 nombres y cuyo conjunto constituía, como y-a
naturaleza quedan así nación de
-s-,-·· hemos visto con el calendario Lejos de ser-arbitra rias,
clero cu-ando informa sobre los tlamacazq11e de antaño que ; 'eran divinos, segregado
de todos los demás hombres comunes y de ordin::uio eran hombres viejos y conoci- esas denomina ciones expresa.r1 v actualizan , por el contrario, una idea indígena del
1
•
dos por el n1echón de cabellos' 1-Ie .a.,.l¡í algo qee corrobora los nexos sugeridos ciemoo v de la De un tiempo calculado según cómputos rituales,
entre el saber' 'popular·' de ios coniJ:ado fes del siglo X\·:1 y el rnedici s2cerdotal Es de infh.iencias del tiempo divino que hace confluir en la superficie
¡; :\, pp GO-S: y e');' PP A ?- -s C.\'i 'p.;_>),/',_ p. G_] \'e;, ¡;·. UO: A, pp. 36. 64,
"A, pp 12S. l-15, 104, 60, 6)·64, 12!.
24.A•. p 6-,,- :'lfrm,n.;;¿¡ ':p cit .. pr 6- .,; )0: ?">'.o!lna. Vor:ab:da· 9Li-9'7', 29. 62-GG, LS, p. 2+4
, op. 26 .<.,p. v C'-X:', p_ 268; h. pp. i7G·lSG, -;-
r:o OJ /01gu2 y mexicana, l57L Mt.úc::i. Por:--C::i frd. 12); Sah::i.gC.n, Historia
(if,1,p.45
89 de 162
166 LA IDOLATRÍA COLONIAL
s, el desierto, el "para 1so'' según
ficie terrestre? Teotlalpan, la Tierra de los Diose
ntos. De una presencia divina de carrízo s pero tambi én el extremo del
terrestre hac·'') de fuerzas variables según los mome una versión alarconiana; To!lan, el lugar
11 armonizadas por los ciclos sin agua marav illosa por su profu ndida d y su inmen si·
en movimiento, cuyas manifestacíones sucesivas son mund o; Teo,2t!, el océano, el
que ellas se cristalicen en indív iduali dades comarcas lejanas donde se extravía
H dad; Tlalocan, la morad a acuática de Tláloc; las
la idolat ría favorece el tiempo oc --tas Sietes Cuev as-, el que a
En consecuencia, por medio de la invocación ei tonal!i. . Otro lugar primo rdial, Chico11iozt
11 sas de un tiemp o huma no; se instala en éL Eo las Relac iones geográfic.1s, de donde había n
;¡ omni prese nte de los dioses a expen veces menc ionan los informantes de
las fuerzas, las atrapa en el origen. pero que en los conjuros desígna de
vez de aguar dar pasiv amen te el surgim iento de salido los difere ntes grupo s de la huma nidad
ca su irrupción en el presente y en lo lugares, esos territorios configuran un
Evocando el nomb re mítico de las cosas, provo un modo metafórico el interior del cuerpo. Esos
los tiemp os y se ahorra los cákulos fuego. espacio y leja-
cotidiano. Quieb ra así el carácter de estanco de -faus ta o espacio-plano cuyo centro está ocupa do por el es
en que una fuerza en nn.con
complejos que permitían descubrir el momento no, presente en lo cotidiano, visible en el hogar de
super ficie terres tre. En cíerto modo . la idolatría causa "un duerm e, un espac io ha?na el
nefas ta- alcan zaba la del granero o de la estera en que se
interés de la eficacia inmed iata y la tíernpo bajo el signo de lo
corto circui to'' en los ciclos habítu ales por el nuestro cuerpo. Un espacio que se funde con ei
pued a no sólo prever sino cambiar briera e hiciera presente la rea.h-
econo mía de los medio s. Es comp rensib le que táneo y de la inrned iatez como si la idolatría descu
prodigio, el augurio", esa la visualización de un espa-
el curso del porvenir, descifrando el tetzahuitl, "el dad las cosas. La interpenetra.ción de los tiemp os y
emba rgo ya presente, pront a a mani- valle de 1{éxico dos o tres
huma na por llegar y sin
fuerza latent e, extra cio cuatripartÍta. en los ITtulos primordiales del
o su efecto sólo se perciba con poste- perce pcion es y de esas forma s anngu as aun-
festarse y no obsta nte ya en acción, aun cuand generaciones después el arraigo de esas ,
8 bre el surgim iento de lo que ya es. pues no se despliega cia y una finali dad abíerr ru:ne.n te
rioridad. " La idolatría descu que hayan perdi do una sustan mism o nemp o
ros se d1snn ga al
en nuest ra tempo ralida d lineal. Ello no impid e que el conte nído de los conju les de los
vez que impele al conjurador a un rado que el de los notab
Mas el alcance de la idolat ría no para allí. A la porqu e éstos circulan en un medio menos acultu
utació n comp leta del espacio. O antes bien or de la evolución global que
tiemp o de los dioses, opera una transm títulos y porqu e corresponden a una etapa anteri
Un espacio doble al que ordenan !os nocie ndo las limita cione s del tiernpo huma no y del espau o
despliega el espacio tal como es para los indios_ tamos de definir. Desco
ntal. El eje vertical une dos polos. fenóm enos, plant ea la fluidez de
conjuros según un eje vertical y un plano horizo ordinario, el conjuro funda la polisemia de los
si se prefiere, "el Reino de las Altu. seres y de las cosas. El fuego, el agua,
In Topan, In lvfict!an, "lo Alto y lo Bajo" o, los reinos, establece la perme abilid ad de los
no es precis amen te conocer y domin ar "lo los anima les y las planta s, los sitios y los
ras, el País dC los Muer tos". ¿Saber el viento , las nubes , el sol, pero tamb ién adqui eren
vide a su vez en una serie de planos: los "Nue ve las enfer meda des, las potencias
Alto y lo Bajo" ? Este eje se subdi parajes sagrados, los objetos, o y del es-
"Nue ve Regiones de los Muer tos'' ial en el marco del uernp
Más Allás " de dond e viene Tezcatlipoca, las una esencia comú n y develan su realidad esenc
se manif iestan las transmutaciones bre en.ron ces a :1 misr:n o Y a los
adond e envía a sus víctimas, En ese eje vertical pacio que suscíta la idolatría. El conjurador descu tnscns 1blen1 ente
de la vigilia al sueño, de la vida orfosi s dond e
esenciales, las transformaciones de estado, el paso demás un universo de cransformaciones, de metam las cosas o
ad, de la sobriedad a la embri aguez . veget al, del reino anüna l al de
a la muer te, de la sensib ilidad a la insen sibílid se desliza uno del reino huma no al reino del ser
a la ilusió n. El eje es el lugar del principio los comp onent es
de la ilusión a lo vivido o de lo vivido de los dioses, del sacerdocio a la divin idad, donde
y desce ndent e que toman las ín- s . .11 Un unive rso en que tres fuerza s vitales aseguran la_ vida
y del fin de las cosas, es el condu cto ascen dente inestables y perecedero
del tiemp o. Es en fin un espacio a, el coraz ón y el hígad o, vincu-
fluencias divinas, el fuego del destin o, los ciclos del homb re v del cuerpo. Concentradas en la cabez _del
todos sentidos por el conjurador, "no de é41'.'la síntes is orden ada y
recorrido instan tánea , indife rente mente en lan al homb re con el cosmos, haciendo e el equili brio Y
sino luego ahora ". 29 Porqu e el eje vertical es ellas !o aband onarl , enton ces se romp
ha de ser maña na ni el dfa siguie nte unive rso" .02 Pero si dos de
nes de los 1-fuerros'' (o el' 'No- Trátase entonces de un univet'.'º
insep arable del plano horiz ontal, las ; 'Nuev e Regio surgen la manc ha, la enfer meda d o la muer te.
el centro de la Tierra, que a su vez una movil idad inaud itas que barrtn
veno Mund o de los Muer tos") comu nican con de una plasticidad, de una inesta bilida d y de 1
el Oeste , el Norte , el Este y el Sur. gue el pensa mient o occidental. al n cnn:
es puest a en relación con las cuatro direcciones, con tas categorías y las clases que distin dan que el
tre, como lo recuerda un conjuro para la caza que descubren y recuer 1
En los cuatro extremos del plano terres el de los clérigos españoles que se asustan de lo albed río. con u ;\n
¿Qué encontramos en la super- con el del libre
del venad o, los tia/oque (nube s) sostienen el cielo. mund o de la natur aleza no debe confundírse
pp. 157·161. 78, 104
27 tópez Auslin (1980), l, p. 70; L::ón Portilla, Tolttcd /'Ofi. ., op. nf .. 30 A, pp. 62, 80, 1)9, 89. 1')3< 139, l'iO,
. l, pp. 416 ..\30.
1 8 Comunicación persona! de Monique Ltgros. 31 Sobre el nahual ismo, r·é;;se López Aus\Ín 0980),
López Ausiin
i9 ,-\, pp. 128, 63 y c.w., p. 110; A.
pp. 68, 79, 81, y c.w., p. l.)); c.w., pp. 138, 203: 12 !bid., pp. 262. 28)
(1980), 1. P- 67.
90 de 1
L\ IDOL!.T Rf.-\ CCLO:'-<L-\L 160
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LA IDOLATRÍA COLONIAL li 1
LA lDOLATRÍA
170
sentido. Sin embargo, a
con la :iuda de un ñoles y para los nahuas la 1nisma resonancia y el mismo
menguar el papel de los tíos que antes se casaban ardien te y la codicia puede n encerrar
de sus sobrino s ... lo que no dec1r que haya pesar de su opacidad, captamos que el deseo
herma no y por tanto madre idad destruc tiva, un poco a la inaner a del mal de ojo, si
que la idolatr ía aparece una fuerte carga de agresiv
sido eliminada la sociedad antigu a sino más sencillamente a una liberación de
s y de los código s que las recordamos que para los nahuas la intensidad del deseo provoc
como una especie de conservador de las relaciones sociale aflicció n al parece r corresponde
vez más marcad o entre lo que evoca y la energías y de fuerzas nefastas. Por otra parte, la
conformaban y que se abre un hiato cada al y de sufrim iento físico. Una antro-
6 entre ellos a una mezcla de frustración materi
sociedad transforn1ada del siglo xvu. ' de las pasion es demos traría que la ídolatr ía hace in-
que hemos subrayado pología de los sentimientos y
Por lo demás, hay en los conjuros un aspecto pragmático elemento ordina rio de
modelo s de conducta por tervenir estados afectivos y reacciones psicológicas que son
en reiteradas ocasiones y que también ha hecho de ellos en lo divino cuando
mentar . Ya se ha se.ñalado la la existencia indígena, aunqu e también pueda proyectarlos
observar, pasos por seguir y .sentimientos por experi cólera de un dios. Pero la
respeto en el seno de las que esa práctica explica una desgracia insondable media nte la
importancia concedida a la deferencia, al impor tante a organi zar y a dar coheren-
ente es ésa la marca de una 1nd1gen _a idolatría tambié n contribuye de un modo
entabla el conjurador. Indiscutiblem uo. Explic a los perjuic ios que lo amenazan,
puede n la la vivencia emocional del individ
de la sociabilidad y de un formalismo que sin embargo no la codicia ; consid era la perturb acíón que provocan; de-
cidas. Alguno s conjur os estalla n con una violencia la cólera, el odio, la burla,
versidad de las relacio nes estable más, operando lo que De
n sexual. Otros explotan una fine y comenta los estados por los que pasa la víctima. Es
brutal que en ocasíones se confunde con la agresió 18 ía los manipula y los inter"
les pero no menos seguro s. ¿Acaso no se la Serna llama ''el trueque de las pasion es'', la .idolatr
seducción que abre ca1ninos más apacib que van de la seducción a ta violencia
or a alabar los encant os de sus esposas atraer y preta. En fin, la idolatría propone respuestas
limitan el cazador 0 el pescad deben restabl ecer la alegría , la tranqu ilidad, el
el deseo de ale¡ar al ad- sexual o a la destrucción y que
seducir mejor a sus presas? Con frecuencia tambíén asoma que -a través de su lengua je, sus tramas y sus prácti cas- la
o, arrastr ándolo hacia ''allí reposo. Vale decir
versario sín provocar ningún enfren tamien to violent así corresponda éste a
abund ancia de bienes " o pidién dole que idolatría orienta la estructuración emocional de lo vivido,
donde hav muchas cosas agradables y o a los contex tos y a las situaciones a los
ción. La amone stación , el recuerd o de la por la experiencia que el sujeto hace de sí mismo
se para evitar la destruc arraiga en un terreno psíquic o y afectiv o al que mo-
nentos eficaci a infa- que se enfrenta. La idolatría se
cumplir inspiran otras fórmulas que exigen de los. instru: que lo expresa . Dice qué sentim ientos tener, enunci a los esta-
a la falta, a .la no de¡an de e:ocar dela al mismo tiempo
lible y las alusíon es a la vergüe nza, la enferm edad, la caza
ban los P?r. s1 dos por los cuales atravesar en contextos tan comunes como
ética y !os lineamientos de conducta que declina nte el recuerd o de los "mito s" y
an que la idolatr ía se adhier e a la cot1d1a - o la pesca con red. De ese modo, más que media
fuera necesario, esas fórmulas confirm duda adquie re un arraigo , una viscosi-
ria expres ando y dictand o manera s de actuar Y de el eco social de las metáforas, es como sin
neidad indígena, a la vida ordina la actualización de nor-
explotando los estados dad que casi la protegen del tiempo. La idolatría no es sólo
conducirse. Pero ta.inbién sabe enunciar maneras de ser, ntacion es, de modelo s cosmog ónicos'. el espacio, el
los resortes familiares Y mas, de categorías, de represe
afectivos. La cólera, la furia, la aflicción y la inquie tud son del componarniento hu·
s. La cólera y el odio de una tiempo. . Tambi én sabe amoldarse a las incertidumbres
poderosos de los guíones desarrollados por los conjuro sentim íentos, proponiendo e
n ser la de una mano conjugando y articulando actos, sensaciones y
divinidad, de una planta alucinógena puede actuar, Ocioso es decir en fin que bajo
Pero es tambié n "el bru¡o desea (.: .] as1 incluso impon iendo maneras de sentir y de
gracia o de una enfermedad. la idolatr ía actuali za y desarro lla proble máticas incons-
cod1cta hacen surgir otras las conductas y las pasiones
provoca ira. así indign a, así inquieta, .. " El deseo, !a madre que explota 1nere-
.'' . . . . cientes y que por sí solas las imágenes de la mujerJ_de la
tantas amenazas por evitar, por desbaratar o por rehuir en la di- cerían ser objeto de un arnplio estudio. '
aquí: la maner a en que los 1nd1os concib
\'arios registros se confun den verbaliza y pone en
que les dan Yel papel El conjuro es el nexo entre las fuerzas, los seres y las cosas;
námica de los estados emocionales, la tonalidad específica princip ales de la idolatr ía: la depend encia absoluta de tas
y las práctica otro de los ejes
que les atribuyen, pues -a veces lo olvida mos- los a que desde el siglo
al mismo personas y del mundo . Contrariamente a la predicación cristian
su representación y su modo de expresión son la respon sabilid ad person al ante Dios y ante
u1ente es expresa rl_os en X\1 trataba de explicar el libre arbitrio y
nivel que las categorías y los concep tos. Por cons1g emple an, sin molest arse por el discur-
el unrvers o los hombr es, los eslabones de la idolatría se
nar la especif icidad que les es propia en y a los hombres
nuestro lenguaje sin traicio cable a los individ uos entre sí
nosotro s, para los espa- so, para vincular de manera inextri
indígena. La cólera, el odio no necesariamente tienen para za de la manch a que
con las fuerzas cósmicas. Así lo revela en particular la amena
15 7
)6 A, pp. 87, 102, 138, 169, l'i9, 170, 171, l)<Í. fan;t.
pp. ')0, 9)-96, 60, 72. \OO. 101. 179, 1)4. 83; u'ílcra, (l/1T1.u'/i: pp. 79.
l71.s, p. 269; A, _;g LS, p. 269.
thhuúli : p. 77: codicia: p. 68.
92 de 1
17 .'\
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L:\ IDOLA.TRÍA COLONIA L 17)
LA IDOLATRÍ A
de Ja
con. por la idolatría gracias a algunas metáforas creadas a voluntad. Lo precario
cutible cuanto que corresponde a la experiencia individual y colectiva, que se
del cuerpo socia!, con las exigencia s de !a vida material existencia, los temores y los n1ales que azotan a los seres y los grupos sólo fueron
funde con la representación eco·
al de agravados por la dominación colonial. En cuanto a la incidencia de la nueva
y los ímperativos de la producción y de la reproducción. El examen superfici o íodirecta , aunque el cultivo de la caña de
manera la idolatría nomía colonial, ésta es aún marginal
los conjuros ha demostrado en un campo específico de qué molinos (los trapiches ), con sus esclavos negros y mulatos,
azúcar con sus grandes
puede fundir en un todo coherente esquemas cognoscitivos, referencias sociales, de
Esta se haya difundid o mucho en Morelos, aunque el ca1níno a Acapu!co se anime
arraigo afectivo y ernocional, realización de las tareas más triviales y eficacia. del Pacífico hacia !a
que la idolatría se imponga por sí misma sin que nunca sea plan. manera períódíca al paso de las mercaderías que transítan
capacidad explica
sea capital de la Nueva España.
teado el problem a de la creencia en tanto es un acto de fe, que probable mente la
evangeliz adores. La idolatría no El cambio está en otra parte: en las grietas abiertas por la Conquista y en
lo que quizás la separa más del cristianismo de los sacerdota l y educativo de los tie1npos antiguos que asegu-
en una red fluida de dependen cias, de desaparición del aparato
necesita adhesión personal, está inserta
ados al infinito. raba la difusión, la interiorización y la reproducción de una parte de los saberes
dones y de sacerdocios rnultiplic que
índígenas. El fenómen o no sólo afectó a los híjos de la nobleza si se piensa
Existe por tanto una realidad autóctona, es decir un campo indígena de los po- tarnbién y obligator iamente a los
escuelas más modestas, los telpochca/!i, recibían
sibles y de lo verosímil, que responde a contingencias exístenciales -la supervi. mejor de los casos, apostand o que, en
hijos de los macehuales. Poniéndonos en el
vencia del individuo y del grupo- y se funda en un enfoque específico del espacio s clandestí nos y luego algunos ancianos . siguieron
y las las primeras décadas, sacerdote
y del tiempo, de la persona humana y de lo divino, de los lazos entre los seres s
percepció n y una interpreta ción de lo real garantizando una apariencia de formación, el secreto al que estaban obligado
cosas. Una realidad construida según una qui
co1no tampoco lo era del clero católico. La idolatría expresarí a hacfa un siglo no podía dejar de opacar su influencia. A diferencia del tla1nacaz
que no es la nuestra, 11
indios nahuas, con lo que ésta supone de explícito y de implícito , que antaño enseñaba al pie del santuario ; el curandero parece un ser más aislado.
!a realidad de los posición variable, a veces precaria, cuyas marcas
indecible . Pensemo s a ese res- acorralado en la discreción, en la
de consciente y de inconscíente, de vcrbalizable y de personale s que sociales. En general, se tiene la sensación de que el
distintivas son más
pecto en los principios mudos, en los hábitos interiorizados que organizan la repre· o
empleo del nahualla to!li es lo que legitin1a en lo sucesivo la posicíón del curander
sentación del espacio en las "pintura s" antiguas o en los dibujos de los Títulos pertenen cía a un medio sacerdota l. lJn
y ya no su nacimiento, su jerarquía o su
pn·mordiales, o íncluso en las presiones secretas que en esos mísmos títulos siguen
poder suspendi do de un saber de palabras,
produciendo en el siglo xvn un tiempo de dominante cíclica.
Como va hemos dicho, de ello no debe concluirse que la gente popular de antes
de la sólo sabía lo que buename nte querían enseñarle los sacerdotes
L1\ !DOL\TRL\ i\!PCG>;,\D :\ indígenas. Es muy probable que en aquel tiempo también haya existido un saber
con·
"popula r", colectivo. Pero parece ser que estuvo suficientemente integrado al
siglo el grupo para tener que evocar la auto·
Los análisis anteriores son engañosos. Ellos corren el riesgo de sugerir que un junto de los conocimientos detentados por
de dominac íón española , de epidemia s y de cristianiz ación apenas habría a iterado
ridad de los sacerdotes tla111acazque y definirse en relación con ella. De ese modo
ra
el orden de las cosas. Si !a comodidad de la exposición reclamara que se suprimie interpretamos las alusiones de los conjuros a las ''pintura s'' o a esos ministros
no podría arrastrarn os, siguiend o los Y
de ella casi toda alusión al mundo colonial, dos a los santuarios locales y que vivían rodeados de la consideración del grupo
a- fSta perspecti va, la idolatría haya
pasos de otros investigadores, a fantasear un inundo indígena inmóvil y n1ilagros mantenidos por él. Es comprensible qi:e, desde
preservad o de los ataques de la aculturac ión. En cambio, cabe pregunta rse o
mente podido tanto sufrir un indiscutible debilitamienrCf institucional como un progresiv
realí·' referencia s que proponía .
con toda razón de qué manera puede aún la idolatría explicar globalmente la desdibujamiento de las
dad, cuando tantos elementos nuevos han perturba do su ordenam iento. Habrá Y
La misma distancia v misma diferencia están abiertas entre el presente co!oniai
ve Por ejemplo, las metáfora s evocan de un
que cuidarse igual del exceso contrario que en !a idolatría del siglo xv11 acaso no las referencias suscítad'as por la idolatría.
más que una amalgam a de' 'superstic iones'', una mezcla de ''extravío s del espíritu'' s'',
modo sistemático los glifos y las imágenes de los dioses figurados en las ''pintura
a ley frecuenci a aún esculpido s en las paredes de santuarío s en adelante
o de "vicios del paganism o". La ido latría perdura no por ninguna misterios pero con mayor
de la inercia. sino antes que nada porque conserva una función cognosci tiva, social -.e!
desaparecidos. Los colores con que el uso esmalta la mayoría de los conjuros.
es remiten no sólo a las'
y material en los campos de Guerrero y de l\1orelos que recorremos. Las necesidad amarillo, el rojo, el blanco y el negro, e-l azul verdoso -
reproduc ción difícilme nte han cambiad o desde la
del grupo doméstico y de su
Conquista. El hábitat, las técnicas, el trabajo de la tierra con frecuenci a han evolu-
da" {\ Durán. l-hstoni , o/J. áf __ 1, J?- 79
cionado poco y la lntroducción del ganado, como hemos visto, fue "registra
94 de 1
LA COLO:..:lA.L LA !DOL/I. TRÍA COLO>ILA._L
turas" sino tarnbién a las esre!as y a los muros pintados que !os indígenas tenfan sión del poder. Sin embargo, hay que tener cuidado de consíderar este campo
constantemente ante los ojos antes de que fueran desrn.i:idos. "material" (aunque ¿en realidad !o es?) como el simple refugio de una idolatría
La represiQn de las desviaciones ta.n1bién se modificó o mejor dicho se desorgani- desprovista de sus formas más' 'nobles'', lo que equivaldría a introducif una escala
zó. Las normas dominantes. por una parte. son en lo sucesivo las de la Iglesia y de de valores carente de sentido puesto que, por el contrario, se rrara de un estrato
J:::¡ justicia del rey: por la otra, la justicia indígen:i ha perdido una gran parte de su tan esencial como las manifestaciones complejas ---o más que que por lo
competencia en beneficio de las .iurisdícciones españolas. De ello se desprende, común llaman la atención.
por ejemp!o, que. privado de sus prolongaciones tradicionales (los ritos de con- Ello no impide que la pérdida de ciertos marcos y de ciertos compo:".er:tes de l:i
fesión, los castigos corporales. .), e! levantamiento de la mancha en adelante se idolatría antigua, atemperada con el mantenimiento de un sustrato n1ayoritaria-
vincule 1nucho rná.s a sus repercusiones materiales que a la persecución y a la san- mente doméstico, no haya quedado sin efecto. _A.ntes que nada a través del debili-
ción del que se desvía: la impU!.fZa se elúnina de manera ritual, de ser necesario tamiento de !os saberes y de las prácticas. La representación indígena de la realidad
incurriendo en otra, mientras qúe al autor del mal curiosamente se le desconoce, 41 que resalta del examen de la idolatría no tiene por qué ser legitünada ni explicita-
No es imposible que esra desviación esté vinculada a una creciente confusión de los da. Los indios del pueblo buscan en ella los medios de una acción eficaz sobre los
papeles. Confinadas en la misma clandestinidad, esferas antaño distinras, incluso seres y las cosas, no una especulación que había sído auibuto de !os sacerdotes, de
en competencia, tal vez coincidan, por leer los signos, curar o provocar !as enfer- las' 'pinturas'' y de los cantos. i\J conjurador le basta con poner en práctica la red
medades, excitar o calmar los deseos los misrnos indios. de relaciones y de combinaciones exigida.s por el fin que se ha propuesto. Lo que
Es cíerto que. a princípios del sígio X\'¡¡, no rodo ha desaparecido. Cíerto es no obsta para que la inteligencia de los conjuros reclame el mantenimiento de ese
cambién que tas danzas indígenas todavía pueden inspirarse en las liturgias an- saber y en gran parte parezca haber menguado con la desaparición de los cleros tra-
üguas o repetidas. que aún se conservan algunas pinturas y sobre rodo, de una dicionales. Sabido es que en el síglo X\11 el conjurador no aprende' 'pabbras divi-
manera general se olvida, que los obje[OS de lo cotidiano subsisten por doquiera. nas'', que su aprendizaje en cambio parece de los más sumarios. Los tescimonios
Huelga decir que su aparente insignificancia los protegió de las destrucciones de concuerdan en descríbir una enseñanza simplificada por !a inculcación rápida de
la cristianízación tanto como, posteriormente, de la curíosidad de los arqueólogos prácticas buenas para todo y de fórmulas polivalentes "para toda clase de dificu!·
y- de los historiadores. muy poco interesad.os en interrogar estos testigos obstina+ rades" _ Según Ruiz de },Jarcón, las invocaciones que sirven para localizar y para
damente presentes del antiguo inundo. Ello e;,,.-plica que la idolatría haya resistido recuperar el tonal!i exuaviado con frecuencia han perdido parte de su sentido a los
mejor en el marco doméstico donde logra conservar un constante asimiento al en- propios ojos de los indios. Es el mismo olvido de los antiguos cómputos. cuya impor-
torno inmediato, vale decir a !o esencial de su plausibilidad. Aiientras que los ca- tancia no nos hemos cansado de recordar: "Ni hay ya indios que enciendan [su
lendar!os esculpidos, los 'ídolos'' fueron rotos y los templos desmantelados, estos cómputo ceremonia.!] ni saben cuándo entra o sale el año. Sólo les ha quedado la
objetos anodinos, recipientes de barro, jícaras. es[eras, piedras del hogar, cuchiUos memoria de lo que en aquellos días hacían. Obran hoy cuando pueden v no cuando
de obsidiana, incensarios. bordados de los huipites, baratijas y juguetes de niño quieren y así obran afuera del tiempo de sus ceremonias.' ' 44 Como en ios títulos,
continúan aportando su soporte discreto y or.,nipresente a la idolatría. Se trata de anres que una representación explícita, dominad:'. y precisa del tiempo, es una ma-
un sopone materia.!, cécnico, funcional diríamos nosotros, y de mucho más todavía, nera de percibirlo, un modo de sentir lo que continúa garantizando su especificídad.
en la medida en que la forma de esos objetos, los colores con que están píntados, El naufragio de las instituciones antiguas con toda evidencia es inseparable de
los ademanes que los rodean, la orientación que se les imprime, ocultan un senti- los estragos del olvido. Y. sin duda, por encima de la evolución de la memoria
do, una capacidad de evocación inseparables del uso material que se les da. Todo de los notables sería conveniente esautar el devenir de la mernorü;. doméstica,
aquí, sin excepción alguna, es significante. La rotura de una cerámica, el crujido diezmada continuamente por la enfermedad, extinguida con la des:ipariciÓn del
de una viga, las cenizas del hogar son otros tan ros signos por descifrar que vincubn grupo o dislocada en la muerte de las generaciones o el desmoronamiento de
la casa con el universo del El maíz y el pulque son alimentos equiparables los lazos fa.miliares. Faltan los documentos. Pero tal vez nos expliquemos mejor los
casi a una parcela de la potencia divina. 1ndiscuriblemente a esta inmediatez ma- papeles de los "paquetes" domésticos, de las reliquias disimuladas en las casas
reíial, a esta especie de ''inmanencia de lo divino'' debe la idolatría el haber ma.n· que aseguran una apariencia de continuidad, pero cuya composición y cuyo origen
tenido su arraigo y dominado largo tiempo su deriva, a pesar de la desaparición de somos incapaces de expiicar con igual frecuencia.
las instancias normativas y políticas que la identificaban con el lenguaje y la expre- Con el saber y la práctica debilitados, la idolatría en consecuencia nada tiene de
A, p. 11).
41 Ls, pp. 217,z1s 44LS.p.14:.
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1
LA lDOLATRL\ COLO'N:lAL 170
LA íDOLATRÍA COLONL\L
ndernos de que !as nociones
medid a en que se halla cada con posterioridad. Por consiguiente, no debemos sorpre
una construcción inerte e intangible. Es frágil en la objeto de interpretaciones y de 1na-
ales, sociales de los que ::ra ex- clave de pecado y de n1ás allá con frecuencia sean
vez más separada de los entornos religiosos, cultur su sentid o origln< J. 1\sí como difícilrnente se com-
estruc turas.que lentendidos que la.s privan de
presión y, por consiguiente, en que una parte las de reservar para sí. Sin duda,
porqu e sus axiomas 1mphc1tos y prende el dominio exclusivo que el cristianis1no preten
su actualidad se desintegra o desapa rece. Es frágil en orr.1 parte. A saber en l<E
perme abilid ad y la de- !a amenaza cristiana se sit<1a de manera más inn1edíata
subvacentes fluidez de los espacios y de los tiempos, la suscita en las poblaciones indígenas,
cada vez menos en la memoria disparidades de asimilación y de actirud que
pendencia de los seres y de las cosas - se alime ntan que resque braja, en las vacilaciones y las contra ·
antaño . A este respec to, la en el consenso y en el conttJiuu1n
oral, lirúrgica, iconográfica, incluso cir1est ésica de que aceptan aband onar
ería un error confu ndir las dicciones que engendra. Pensamos en esos conjuradores
de los conjuros puede resultar engañ osa. Se comet en esos indios que denun cian
las prácucas.que al pare- sus prácticas para ,volver a ellas con posterioridad,
y s que siguen los consejos de un
palabras con las operaciones mentaies que. designan otras a la justicía eclesiástica, en esos pueblos entero
del siglo xvn permi ten suponer del todo opues ta de las aurori<lades ecle-
cer domin an. Las observaciones de los extirpadores curandero antes de adherirse a la opinión
la corre el riesgo buyen en el propio seno de las sociedades
que la brecha ya se había abíeno . En siásticas. Estas dilaciones y cambios contri
consti tuirse una retah1la lcs terren os !a influencia de la
dejar de ser una memoria semántica organizada indias a poner en tela de íuicio y mínar en n1úlrip
, y la realid ad que transm ite, de manera
de fórmulas aisladas, esotéricas por buceas idolatría. ·15
. en esos principios del siglo
progresiva, el de agrietarse y dísiparsc. a las consec uenc1a .s Un adversario no menos serio acecha la idolatría
res se leen sin dificu ltad algun propio éxito de los curanderos que acrecien-
Detrás de los golpes anterio los XYll. De maner a paradójica, lo debe al
formas más eviden tes de nte espect acular para dos clases de
v los límites de la evangelización. Reprllnicndo las tan sus clientelas. La evolución es particu b.rn1c
golpe severo al monopo- y los "conju r;;:dor cs de nubes ". 11uy pronto tuvieron.
autóctonos, la Iglesia asestó. coino hemos visto, un especialistas, los adivinos
indisc utible que ejercía; mas sujetán- s no indíg_enas pero rnuy
lio de la idolatría, a la do1ninación simbólica que respo8der a una dema nda que e1nanaba de n1edio
los antigu os sacerd otes, olvida ba que debía habérselas utiliza dos. lJn cónyuge o un vecino
dose en los ídolos, los ritos y denso convencidos de la eficacía de los procedimientos
no sólo con creencias y con prácticas, sino con un tejido acione s españo las de la comarca, los va-
nismo es y desde mestizos, los rnayordomos de las explot
de relaciones y de combinaciones. Dicho lo cual, el cristia os negros que trabaj an en los ingení os, los españoles Je
fuere la calida d de su queros mulatos, los esclav
nizado s, sea cual de una clientela dispar que
hace un siglo sinónimo de los indios cristia fieles los pueblos grandes y de las ciudades nutren las filas
res'' que crean glifos cristia nos hasta los la curación, la fortuna, la lec-
adoctrinamiento. Desde los ; 'pinto busca, en la Nueva España como en otras latitudes,
visto la impor tancia que tuvo el catolic ismo en las ológic os, los éxitos en e! rlmor. La
de las remotas ''visítas' ', hemos tura del porvenir, el dominio de los azares climat
un modo progresivo en la me- una deman da extern a interesada sólo en la redi-
celebraciones públicas, en el espacio del pueblo y de aparición y luego el desarrollo de
e la composición de los Títulos iata y tan ignora nte como indife rente ante el conjunro
moria comunitaria, al grado de inspirar parcialment tuabilidad, !a eficacia inmed
ritos Ylitur- enir la idolatría, tienen un
primordiales. Al correr de las décadas. los indios o de de los supuestos, de los por1nenores que hace interv
ello volve remos - cuyas v1rrud es tiemp al mismo tiemp o que alteran
gias, con imágenes esas condi- efecto imprevisto: le abren una ''segu nda carrer a'',
re correc tamen te en su senud o. En no sólo a una diversificación <le
rimentar, a falta de penetrar siemp de su sentido, su alcance y su sustancia. Conuí buven
nuevos, de condu ctas, én a desnat uralizacíón de sus i1nplica"
ciones, su crístianisn10 constituye una reserva de rasgos las palabras y los ademanes sino tambi
r" la idolat ría, para retom ar, adaptarse a contextos nuevos,
fuerzas divinas que no puede dejar de "cont amina ciones profundas. Bajo esta forma, la idolatría debe
éndolo , el vocab ulario de los extirp adores . Pero aún falta ponerse de acuer- los maquíllajes cuando. por
invirti tomar en cuenta ciertas censuras. saber disimularse bajo
nismo . Desde luego, entre los indios es preciso para alivi::u en ellos a religiosas. A fuerza
do sobre la naturaleza de ese cristia ejemplo, el curandero visita los conventos
elizac ión: el cristia nismo de los nobles no es el de los no- os, de fijar tarifas , la idolatrfa de los conjuros
distinguir grados de evang de comercializarse, de ofrecer servici
es el de los _macehuales: Entre ya de las magias y de los he-
tables que saben un poco de español, como tampoco parece evolucionar hacia los parajes muy frecuentados
nismo de la fórmula (la invoca· pánico no vendiera también
estos últimos y en el campo predo mina un cristia chizos de importación. No es que el curandero prehis
de la cruz), de algunos sacramentos (_el el conte>..LO de una cosmogo-
ción trinitaria), del ademán (el signo sus auxilios, sino que su intervención se situaba en
la confes ión), un cristia nismo en que la asis- En un medio mestiz o o español, obtiene
bautismo, el rnatrimonio, rara vez nía, de una búsqueda de equilibrios rotos.
ad que un acto de iente al que se recurre por curíos idad o por Je-
tencia esporádica a misa es fftás un trámite de fidelid dinero de una receta, de un e),'Ped
lo suficie nte en el grado en que la conce pción personalizada de
Nunca se insistirá
por consig uiente el lazo que las
la divinidad. la concepción crístiana del individuo, y ,¡¡A. p. S6: LS. pp. 82, \ 12, 14.). 232.
nas duran te todo el siglo 1.Yl y aun
une, parecen haber desconcertado a los indíge
96 de 1
I._.-\ IDOL-\TRL-\ COLO>:í.-'.L i8
L-\ i00L\TRL-'. COLONIAL
hiy que (emcr. Lo poco a la manera en que las imágenes cristianas aparecen en las
scsoeración. Cierro es que algunos españoles, algunos algunos. ''pinruras'' clandestinas que \'l!e!ven a los ricos de antaño, esta acción corrobora la
en dar el paso que separa el alquiler de los servicios de la paruc1pac1on facultad que han desarrollado !os 1nodos de expresión tradicionales para captar ele-
pero sin penetrar forzosan1ente en la real.ida_d indigena, ni cJentos nuevos, abstraerlos de su contexto y someterlos a organizaciones autócto-
do adoran ídolos, visitan cuevas, comandiran sacnfic1os de rnenores o se dejan 1n- nas. Sólo q:Je esu. vez es li idolatría la que rige la disposición de estos rasgos. Otros
v2.Jir por un pánico colectivo. _ , . e}emplos corroboran la viscosidad de una idolatría pronta a anexarse fuerzas nue-
Las formas diversas que adopta el surgimiento de la sociedad colorual at:_ectan b vas, pero tarnbien nuevos rLros, sobre rodo sí extrañ-:unenre se emparientan con las
integridad de !a idolatría. r;-ienguar,do su borrando en parte referentes. celebraciones antiguas De ese n1odo, es conveniente calmar la cólera de un santo
poniendo directamente en duda su plaus1btbdad. Queda por saber s1 en aquellas "haciéndole alguna imagen o. si la tienen, haciéndole algún vestido o velo y aña-
primeras décadas del siglo XVIL en los campos de o de es:s mo· diéndole adorno y haciéndole alguna fiesta''. "8
dificaciones traen consigo acomoda..'11.Íentos, arreglos parC!ales, o s1 ponen protunda· Todavía se podrán disüngui.r. he aquí lo esencial, grados en la captación. El san-
mente en rela de juicio el conjUnto de las representaciones y de su P.or to cristiano con frecuencia es só!o una denominación suplementaria agregada a una
aaucllas fechas ven 1-a n1avoría de los casos, fuera de las ciudades y de un cnstlan1s- divinidad antigua, conforme al concepto [tadicional: ''Estos dioses tenían estos
público, la idolatría a .pesar de todo parece haber el nombres y Otros n1uchos porque según en b. cosa que entendían o se les atribuían,
procesos que hemos descrito_ Ocurre que no está por n1ngun pnnc1p10 de así les ponían el nombre_', De ese modo la divinidad del fuego, el dios Viejo Xiuh-
v que por ranro puede coexistir -hasta oerto punto- con !o que los tecudi era Hamado también Xoxeptzin -San José- y )(imeontzi'n -San Sirnón-,
indios de su cristianismo_ i\quella coexistencia aparente habría de preocu- tomando en consideración la ava:1zada edad de los dos san ros. En ciertos contextos
par a !a Iglesia desde los años 15 70. El domínico Diego Durán se entonces el Espíritu San ro llega a deslgnar bajo la fonna ''el pájaro; el esp1ritu'' -in to to ti
Por la actitud indecisa de los indígenas que le resumía uno_ de sus i.nterlocutores: in spiritu- el agente que ataca al enfermo y !o hace impuro. En un registro del todo
'Creían en Dios y juntamente acudían a sus costumbres anuguas y ritos del demo· clistinro, la idolatría de del siglo xvu abreva en el .repertorio diabólico al
n.io. '' ,A,_ mediados del siglo x'-:u, igualmente escandalizado, De la Serna comprue?a que desnaturaliza del rntsmo modo para conservar sólo el principio del pacto con
la doble observancia ritual entre los indios a ios que persigue, ''Quieren parecer cns· el demonio.'{ eso en las inmediaciones de la capital del virreinato. 49 Pero ocurre
tianos siendo idólatras.'' Si De la Serna se equivoca atribuyéndoles una conducta que la adopción rebasa e! califica[ivo para incluir un procedimiento específico, la
maquiavélica hecha de hipocresía y de duplicidad, no deja de presentir la capacidad intercesión; por ejerr1plo cuando el conjurador implora a la \!irgen: ''Sed mí inter·
que .la idolatría ha conservado para capturar todos los rasgos que se le presentan para cesora porque hay muchas cosas que son hechuras vuestras que se pierden."
insertarlos en su realidad· ' /úectan mucho las cosas de nuestra fe, mostrando a rencia invocada sin duda es más la Tierra que la madre de Cristo, pero !a demanda
ellas gran veneración[. ,J Quieren las más veces en sus conjuros, curas y supersti· de in[ercesión ínrroduce una sensible en b relación con la divinidad y en
46
ciones imúar los ministros de 11 lg!esia y usurparles sus oficios.' ' su personalización. No olvidemos que la ·'apertura'' de la idolatda a otros grupos
Nos falta seguir este proceso de captación y de absorción que de é(nicos se complica en la época colonial con una desaparición de las instancias -el
!os resortes esenciales de !a idolatría colonial. Cuando el lengua;e de los conjuros clero pagano, las escuelas- que ancaño podían ejercer una censura. Desde enton-
adopta términos del crísti-an.isino ---la justicia del cielo, los ángelesd: ces la permeabilid2d. Ja seosibílidad anee Ja adopción representan canto una fuer-
coge en sus redes, los vacía de su contenido y los integra a Aae· za como un nesgo en potencia.
manes. la señal de la cn1z, fórmulas cristianas. la invocación tnn1tana, tienen un En t:n terreno enteramente disüruo. la idolatría contraataca adoptando el ve-
semejante, como rnuestran los conjuros que dirigen a nubes los invoca- hkulo de la escritura alfabética. a pmir del decenio de 1560 según Díego Durán.
dores de las lluvias y del granizo, 11ás decisiva aún es la ínseroón encre los autores Pero, larnentablemente para nosotros, e! dorniníco consideró inútil consignar "estos
wtenciales de de la Virgen, de los santos o de los ángeles: "¿Sepamos quién conjuros [que} andan escriros". En el siglo xvi;, algunos sacriscanes copían otras in-
tú, el santo que estás enojado? ¿Si acaso eres Nuestra Señora o acaso eres San vocaciones e imprudenremence firman sus escritos con su nombre. En 1681, un
Gaspar o acaso San Juan) ¿Quién es el enojado, si s?n. los de tierra, indio de Iguala es acusado de derenr3I "numerosos libtos que no eran buenos",
ángeles de Se ha deslizado aquí ei santo cnsoano o, me,ior dicho, los 1.n· orros oculta,,; ''papeles escri:os en su lengua de sus supersticiones y de sus bruje-
dios le han abierto el repertorio de las potencias peligrosas y ambivalentes cuya ua
·18 A, p 1 )7
P, p :)72; A_ p 1)6: AG'\, lnqui;;ÚS•J, voi. JO), fol 246
LS, pp. j ) , 78, .338, _3.\)
.¡7 A, p. 125.
97 de 162
l
l 82 L'\ lDOL;\TRÍA COLO?--;L-\L
lA. lDOLATRÍ.\ COLO?\'L.l\.L
18)
nas Testimonios esporádicos revelan así la existencia de una idolatría escrita corno
antaño había habido una idolatría pintada. 1°Ca be preguntarse si la escritura de los rada del uni:•erso de. En efecto, nada indica que ese grupo en verdad
conjuros (y tal vez de los calendarios) pudo tener algún efecto en el conrenído que la d1v1n1dad, la creencia, la relación con el tiempo y el espacio en
rerm1nos cnsnanos y ortodoxos.
se transmitía. ¿Consolidó el proceso un saber y/o contribuyó a cuidar de su transn1i- \
En cuanto al resto de esas poblaciones rurales, parece ser que su ínmersión en la
sión en una época de epidemias y mortandades? Algunos testimonios aislados dan
i?olatría siguió un elernento fund3:1"11ental de su existencia a principios del
\
cuenta de conjuros transcritos sobre "papeles" y legados de padre a hijo. El caso es
que la práctica de la escritura nos conduce hacia esrratos aprecíablemente más acul- siglo con los mauces que aportan la diversa calidad de las memorias locales, la
r:ficac1<i. relativa de la supervisión eclesiástica, el laxismo de Ios curas. En esencia
turados de la población indígena, co1no cantores, fiscales, músicos que tienen a su
los indios pare:en reaccíonar ante el contexto que los solic!ta. De una manera
alcance obras litúrgicas de las que extraen de ser necesario fórmulas y a veces largos
neral, éste decide la acción, sea indivídual, doméstica o colectiva, cristianizada
pasajes. De ahí sin duda esos papeles destinados a combatir las fiebres y que tienen
pagana. Es el contexto lo que impone su trama, el recurrir a los ancíanos, a los can-0
como propósito calmar la cólera y ''la justicia del cielo,', o aquel texto que, a fines
del siglo xv1 (1587), conservaba un conjurador como objeto precioso en su oratorio. tores o al curandero, y no el origen de los rasgos enfrentados. Y ese contexto,
bal. abrumado ramente, sigue síendo el de la idolatría, aunque esté abierto a la
Ejemplo extremo de un conjuro que retoma un escrito cristiano -las I-Ioras de
adición de fuerzas nuevas, al aporte y a la adopción de las liturgias v de las imáge-
tra Señora- para acaparar, por encima del vocabulario y las referencias, sus resor-
nes que difunde la Iglesia. ·
tes esenciales -la intercesión de la 1-fadre de Dios, la salvación -y deslizarse hacia
el terreno de un cristianismo indígena que se aleja de un modo considerable de la La idolatría de inicios del siglo x:vn no puede considerarse realmente una su-
pervivencia ya que conserva un amplio in.flujo, una sólida credibilidad, un dina-
idolatría. Esta invocación va acompaña da de un dibujo que muestra un movin1ien-
mismo a veces agresivo. Sin embargo, varios elementos ímpiden hacer de ella una
to análogo: juntos, espalda contra espalda, un águila y un ''tigre'', a la manera de
estrucrura inerte: la pérdida de los marcos que la sostenían, su permeabil idad que
los blasones concedidos a la nobleza indígena; en el centro un cáliz baío una hos-
en el largo plazo abre el camino a una transformación de lo imaginario indígena\ '
tia; arriba a la ízquierda una bandera imitada de la de Síln Juan Bautista·, bajo la
pata del "tígre" un libro, sin duda el de las Horas de Nuestra Señora. Una vez de su percepción de lo real; y. en fin. un adversario que sistemáticamente se dedica
imponer su experíencia de lo real. su sobrenatural, adversario al que volvrre1nos
más, ello da a entender que la permeabil idad de la idolatría puede esconder los muy pronto.
gérmenes de su dílución. si
Sería preciso matizar largo y tendido estas conclusiones. Por ejemplo, ¿se aplican
,\sí, tal vez resulte Jnenos sorprendente encontrar entre los indios detenidos por
del mismo modo a los indíos de f.féxico? Nos gustaría cuantificar la influencia de
la justicia eclesiástica a representantes de ese personal de iglesia, a esos auxiliares
presencia masiva de los españoles, de los mestizos, de los negros en los grupos
tan fervientes de la evangelización de las poblaciones. Es que resulta posible conciliar
mdígenas que pueblan la capital, el papel de los contactos con esos curanderos gue
la adhesión a parcelas del cristianismo, a prácticas en lo esencial, con una aprehen-
llegan del campo, el efecto de una cristianízación más fuerte. La honradez nos
sión tradicional de la realidad, a ejen1plo de aquellos cantores que también son an-
a confesar nuestro desconocimiento de ese periodo de 1600-1650, por per-
cianos y que colocan a los lados del difunto las tradicionales ofrendas alimentarias. A
ffiltlf las escasas fuentes sólo hipótesis ya esbozadas con anteriorid
ejemplo de esos fiscales que conservan "paquetes sagrados", Se rra:a de dos registros ad: pérdida de
credibilidad. empobrec imiento, fama de los curanderos y djversificación de las
desproporcionados, sin común medida, y que, por consiguiente, captados y vividos
clientelas, a más, como ya veremos, de la competencia de un cristianismo del mi-
desde este ángulo, no son contradictorios. Por el contrario. parece posible y con
lagro y de las magias de Africa y de Europa. T:unbiéfiies cierto gue las memorias se
frecuencia es imperativo el articularlos para la supervivencia del grupo, de lo cual
conservan allí mejor que en las aldeas desiertas.
se encargan mejor que nadie los indios de iglesia. Desde luego, entre ellos excep-
En cambio. se dispone de informaciones numerosas y ricas sobre ciertas regiones
túo una fracción devora (gobernadores y a veces notables), ganada por el cura y
del obispado de Oaxaca. sobre los zaporeca.s de Sola, de Ocelotepec y de Juquila o
que se en denunciar a los demás. Por lo demás es probable que sus actos con
los mi.xes de Villa 1\lta. AJlí se descubre una idolatría abundant e, dísrinta en su
frecuencia hayan sido más reflejo de conflictos de intereses que la repulsa premedi-
contenido puesto que corresponde a otras culturas, pero, sobre todo. menos afectada
!O Durán, Histona ., op. c:t .. l. p. 79: AGN, Bious NJtionales. vol. 596, ''Petición de S. ;\nJ por la dominación colonial. Esa idolatría conserva redes y jerarquías de sacerdotes
rkxmalac". 1681; ,'.RSJ, Aféx. !7. "Relación de !a misión de los P. Pérez y Zappa", 1685-1687; que transmiten enseñanzas. conservan el conjunto de los ritos tradicion Jes, orgaruzan
Agus- 2
;in Dávila Padilla, Hútor1a de la fúndacifm. de /a provinria de S.1nti.;go de ,\f¿\-iro , México, penitencias, sacrificios y fabrican ídolos. No es que el cristianismo se halle ausenrr:
Academia Literaria, jC))5, P- 618 de esas comarcas, pero en ellas está totalment e sometido a la idolatría, Los anti-
!1 L5, pp. 78. 289-290. 80-8L
guos cómputos deciden el día de las ofrendas que se depositan en la iglesia, el aJtar
98 de 1
LA IDOLATRÍA COL00:l:\L 185
13-l
que ha de escogerse, e! número de velas que se encienden El santuario cristiano otomí), el aleíamiento de los grandes eíes de comunicación, la fallJ de población
española. En el sur del obispado de Oaxaca se agregarán a ello los de una
esrá investido en todas partes por la .idolatría, invadido de humo de copaJ, de plu-
administración espafíola de rapacidad ínconrenible. No ignorarnos que fue el peso
1nas quemadas, manchado coo sangre de las aves degoHadas, perforado por hoyos
donde se an1ontonan las ofrendas. Ello supone, como ocurre, la complicidad e in- intolerable de los repartimientos efectuados por los alcaldes mayores, !os corregí·
cluso la activa colaboración de las autoridades indígenas locales, caciques, prin- dores y sus secuaces lo que provocó el famoso levantamiento de Tehuarltepec en
cipales, gobernadores, alcaldes que celebran ínvariablemenre el año nuevo v b 1660 y desató disturbios más o menos violentos en Nejapa, Lxtepec, '{anhuítlán.
entronización de los nuevos dirigen res, La idolatría mixe y zapoteca sigue siend.o el Pero sobre todo se recordará la fuerza conservada por comunidades indígenas que
modo de expresión privilegiado de la vida comunitaria, de la detentaciófl det po- han logrado salvar lo esencial de sus tierras y cerrar esas regiones -por lo demás
der, de la jerarquía de !os cargos, y ni siquiera los mestizos podrían sustraerse a ella. poco atractivas- a la penetración de la hacienda europea. En fin, tanto los CÍ·
En cuanto a los índios de iglesia, cantores, organistas, fiscales, alguaciles de doctri- tulos zapotecos como las encuesta.s realizadas luego del levantamiento de Tehuan-
na, se comportan como beredef9s de los anr.iguos cleros. Garantizan el culto de los tepec dejan asomar la conservación de cierto sentimiento de identidad étnica
paquetes sagrados de los linajes·), las comunidades, perpetúa..'1 el conocirnienro de difundido ampliamente y la existencia de nexos entre grupos tan distintos como
!os 13 dioses y de los 13 meses, enseñan el uso ele los calendarios v conservan el do- los chonta.les, los mixes y los zapotecas. AHí, las socíedades indígenas todavía ha-
minio de un espacio marcado aún inregralmente por sus sagradas. cen gala de una cohesión admirable que encuentra en la idolatría un apoyo y un
El mantenimiento de la tradición -vivida como una coni:inuidad que la Con- medio de expresión sin igual. H
quista no hubíera inrerrumpido- no impide la adopcíón. Esos indios que viven
en regiones menos aculturadas y difícilmente accesibles emplean de n1anera sisre-
n1ática la escritura alfabética y redactan cuadernos de pequeño formato, de unas 8
hojas, en zapoteco, pero también en mixe, en solteco, en chatino. Estos librillos
--Oe los que se han podido salvar algunos en realidad son calendarios
que fijan la fecha de los sacrificios y de las ceremonias a ejemplo de las antiguas
"pinturas" (algunas de las cuales todavía se hallan en n1anos de los indígenas).
Algunas comunidades compran esos manuscritos a los indios que los conser<.ran y
los copian, La cabal desviación de la escritura al servicio de la idolatría demuestra
el grado en que ciertas culturas indígenas conserv·an en aquel siglo xv11 un pasmoso
poder de captación.''
Volvamos la mirada hacia la sierra oromí de Tututepec, al noreste del valle de
"lvíéxlco y al norte de Puebla, allá por 1635. Allí volvemos a encontrar cleros paga-
nos y sus acólitos, santuarios, ofrendas de papel, de copal, de guajolotes, divinida-
des de las montañas (Ochadapo), aguas (11uye), cosechas (Bez-?viazopho), 53 En
otras palabras, un paisaje mucho más' 'antiguo'' gue el de Morelos o el de Guerre·
ro, que exige distinguir a un rnismo tiempo la receptividad de los diferentes me·
dios sociales, de los diversos grupos étnicos y de las regiones. Cada grupo con sus
ritmos, su inercia y sus aceleraciones. Explicar esas persistencias es a la vez sencíllo
y difíciL Innegablemente entran en juego el aislamlento de las montaña.s, lasco·
muni.caciones dífíciles, la barrera de las lenguas locales (el zapoteco, el chatino, el
!< Bals:i.lobre. Relaci6t1 :Jtdéntica d,; h1 id0i.Jtrfa1 , ó/J- áI.: AGi. A11di21u:ia de Méx1<0_ 3)', 879,
882-. AGN, lnqu/11'ct6-n, vol. 6i 5. foj_ 64v.: Jose Alcina Franch, ''Calendarios y religión entre ios zapote-
cos serranos durante el siglo xvn' ·, 1Hesorimén'ca. Homenaje d Dr. P;Juf Kirchho_ff, México, SE?.'l(';AH,
1979. PP- 212·224. --
B Esteban Garcfa, Crónir:a de la .bror:ináa augusúni:m:; dd Santísimo Nombre de JesÍ!J de i\-féxico, l.\ Basilio Rojas, [_;¡rebelión de Tehuantepec, México, Sociedad Mexicana de Gtografia y Estadís-
!>iadnd, López del Horno. 1918_ p. 30L tica, 1964
99 de 162
187
1 \!oiolin ia . .\fcmon ,1io. 2 Manín de León, Camino .;/ cielo , \1éxico, 16 l l, fol. l 12v_; Diego de
. Of'- ot, PP- _;2. 89: Sahagú n, Hurond
. IL P- 2ii':', l. pp. 85, 9·L Y
y enstfl.1n za en 1en gua m,;z.1h ua. .. -_ ju R'' 1()"!
. , ,\¡· exh.O,_ Dp- 'tll. ',)•',,
Torque mada . .\fo•;,1rq;,í.i n-:dian.i. op. ut_, \'l, p.
::62 ,"an ' .1¡ z, . -J. ; , p. )/-G -
, •
Torque mada. ;HrPurq¡;fa indi.;n.i, op. uf., ll1.
p.,¡¡
186
100 de 1
181)
\SS
101 de 162
\ l) l
LJ\ DE LO
O
LA CRIST lANIZ L\ClóN DE LO li\11\GINARI
los que se ha dado en llamar los ::ene-
tas. Uno de los primeros y más famosos de
enas que atribu ían otros sentidos y Bautista de 11oya. quien fue el
bajo la proyección de las interpretaciones indíg rabies sigue siendo sin discusión el agustino Juan
ana. De todos modos la predicación e pene tró hacia 1553. De 1550 a 1650
otros contornos a las imágenes de la fe cristi apóstol de 1'iichoacán y de Guerrero, dond
ción de las in1ágenes europeas con- del valle de Pueb la a t-.iichoacán, aquellos ve:
repetida con el correr de los años y la multiplica de Querétaro al obispado de Oa..xaca,
sobrenatural occidental dentro de los rumo r de sus hazañas, domi nan ¡05
tribuyeron a fan1iliarizar a los indios con lo nerables llenan los campos mexicaCTos con el
ñeza de las palabras, e! exotismo de los tra· atrae n la lluvia, rigen las nubes y !as
limites, es cierto, que impo nían la extra elementos naturales, alejan las ternpestades,
díos, se entregan a la profecía va
zos y el peso de las interpretacíones indígenas. plantas, provocan o apagan a volun tad los incen
descifrar aquellas imágenes sino plica n las curas Inilagrosas antes y después de,su
No sólo se necesüaba que los indios pudie ran la adívinación. Sobre todo, multi
de la divinidad. Si el prime r obstácu- os (despedazados pront o por fieles de-
que a sus ojos fueran portadoras de una parte muen e, puesto que sus reliquias y sus cuerp
a los códigos icónicos e iconográficos de poderes prodigiosos. Sin extenderse
lo sólo implica una costumbre progresiva 1nasiado celosos) tamb ién están dotados de
los indio s tenga n la experiencia subíetiva de lo socíedad española y n1estiza del siglo
Occidente, el segun do exige que sobre el papel que eJerce el venerable en la
a fue hostil al milagro, que, de creer· >..'VII, no se pued e de1ar de señalar el
extraño parentesco que aflora entre esos reli-
sagrado cristiano. Ahora bien, la primera Iglesi muertos en olor de sanrídad, de una
nte secundario en la conversión de giosos de posicíón modesta con frecuencia,
la al respecto, sólo desempeñó un papel basta enas, los adivinos, los "conjuradores
entre franciscanos como Motoli· ortodoxia inatacable, y los curanderos indíg
los indígenas. La repulsa del milagro, manifiesta lta de ello una rnisma función tera-
spondió a una concepción optimista, de nube s" que acabamos de conocer. Resu
nía, Sahagún, el arzobíspo Montúfar, corre todo una misma facultad de co-
jó y apoyó una idea preconcebida in- péutica -la gracia de ru.ra r- y climática, sobre
incluso tríun±3.llsta de la evangelización. Refle o de la visión. Se objetará que la
iasmo de los índios por recibír la fe había municarse con lo divino por el camino del sueño
digenista que prete ndía que el enrus a ojos de los indios que interpretan
En ello se verá tamb ién la influencia analogía sólo es superficial, pero, ¿lo es tanto
hecho superflua toda intervención milagrosa. ven "bruj os'' en los venerables v "san-
as de cuyas preocupaciones inspiraron esos fenómenos en su propio lengu aje? ¿Que
secreta pero indiscutible del erasmismo, algun los venerables son los de la
Acerc ándose a una religión sin milagros, tos" en los curanderos? Si bíen es cierto que
a Juan de Zumárraga, arzobispo de México. al, del apara to colon ial, ¿no encar nan
los santo s, anim ada por el interés de ir al grano y Iglesia barroca y, de una manera más gener
discreta en cuanto a la ímagen y a ena un mund o invisi ble, un pode r di-
ismo, un ala de la Iglesia franciscana tamb ién en su persona y en un medio indíg
de evitar las confusiones entre la fe y el pagan con la divinidad cristiana? Los ve-
ializar o de visualizar un campo ima· vino, un relevo directo, una relación const ante
privaba al cristianismo de los medios de mater uias- se constiruve n enton ces en la
s, al 1nísmo tiemp o que a los ojos de nerables -y, no hay que o!vídarlo, sus reliq
ginario tan alejado de los índios. Por lo demá de otra realid ad, la que evocan mu-
la Inquisición, frisaba la hereíía. expresión próxima, física, palpa ble, tangi ble
uto la clausura del Concilio de Tren- tame nte las imág enes y de un modo más abstracto los sermones. -
Sin embargo, el milagro no aguardó en absol cho más remo
la instalación del Santo Oficio ( 15 71) todav ía tíend en entre los indios v lo
to ni la llegada de los jesuitas, ni tampoco Por convincentes que sean, los venerables
os primeros franciscanos tuvieron vi· y de su prese ncia. Para abolir esa distancia.' era
para producirse en tierra mexicana. Los propi sobrenatural la barrera de su cuerpo
algunos muertos, por lo demás en a subjetiva de lo maravilloso cristiano.
sienes, practicaron la levitación y resucitaron preciso que los indios tuvieran la experienci
ángel es, los santos, los demonios, el la lectura y de la escritura. Testificada
contra de la aseveración de 1\1otolinía. Los Ésta fue tan precoz como el aprendizaje de
ncia de los evangelizadores, sea cual íón, la visión indígena fue recibida
díablo atravesaron en gran núme ro la existe desde las primeras décadas de la evangelizac
s fue a fines extremos del siglo A.'"\'J que, al correr el decenio de
fuere la orden a la que pertenecían. Pero apena con circunspección por los evangelizadores
grafía se le ocurrió hacer esas listas y ano- hos indios neófitos tuvieron revt.>
cuando a una historia mezclada con hagio 1530. no por ello deíaron de conceder que "muc
6 Aque lla hagiografía aún respetó, a pesar ello recordaban e-jeinplos. 1\.quí, un
tar hasta el milagro n1ás insignificante. laciones y visiones numerosas y diversas". De
r siglo xv1, en la inedi da en que el mi· del santo sacramento, allá una corona
de todo. lo esencial del clima de aque l prime globo de fuego apareció durante la misa arríba
or que un instru ment o de evange· o que predicaba, en otro lugar el
lagro constituye en él más una experiencia interi de oro se posó sobre la cabeza de un franciscan
siglo cuando se situó de mane ra sis· indíg ena que agua rdaba devotamente la
lización. Fue sólo en la segun da mitad del cielo se entreabrió ante la mirada de un
ión y de lo sobrenatural por medio de e aquellos años algunos indios n-1ori,
temática en una pedagogía de la evangelizac apertura de las puertas de una iglesia. Desd
prodi gios cautiv aron la atención de los cronls· Hacía 1535 Santa Catalina y S;cnta
religiosos cuya vida ejemplar y cuyos bundos fueron arrastrados hacia el más allá.
Frayju.111 de ZumJrr.1- ics \>t> dr
7 M. Salima nn, "L'nt sourct d'tthn,.-;h\qcirc:
6 Motolinfa . .\femon',;·/e_r. . op. cit., pp. 96·97: Garría lcazbalccta, Don Gruzin.,ki (19"76) y, en colaboración con). /"i:.'ro/e fr.m¡-.;JSC ,JÍ> Nr.'"'f
op. n't .. pp. 4"37; Torqu cmada ue haroq uc" ,\{é/.1n ge.r de
dd Casritl o, l.thm1 y libreros, Vénér abks dans l'ltalit rnérid ionalt et k Mexiq
g,1. , o/" ttt., 11, p. ,i2: Fernin dcl •.;/de ,Héx1to.
.Hon.;rquíJ indian a. op. út., Vl, pp. 172,
201. 262: Luis \X:cckm;u1n, La herene ú mediC1 88, 1976·2, pp. 789-82.2.
7
l, Mtxico, El Colegio de México. pp. 286.28
102 de 1
[__-\ Dt: LO ;:-.L\G!.\_-\RlO
103 de 162
LA CRISTlA"i'.'lZACIÓN DE LO IMAGINARIO LA CRJST!AN! ZACIÓN DELO íMAGlNAR IO 195
194
La recuperación de tradiciones orales, su cristalización y su puesta en circulación mitad del siglo y un indicio del grado de cristianización de los índios de la capital
de nueva cuenta en una forma estandariz ada por Sánchez y Lasso de la Vega, la acerca del cual ya nos habíamos interrogad o con brevedad.
gran encuesta de 1666 dan fe, por si fuera necesario, de la vígorosa en que Otras iniciativas rnarcaron aquella década, Un año después del traslado del Cris-
la Iglesia toma en sus manos la mariofaní a Tepeyac No
e: indiferent e que, a la to de Totolapan , algunos dominicos abren el santuario del Sacromonrc en Ameca·
de cuya 10
manera de los ITtuios pn'mordia les, la Iglesia se proponga for¡ar un pasado, meca, a1 sureste del valle de 1'.1éxico. Tarnbién en esta época y durante todo el
autenticid ad, ella también, está convencida. Un pasado llamado a ser más real y siglo xvn se multiplica n y se extienden por toda la Nueva España las irriágenes mi-
más inquebran table que el pasado histórico. Una vez más, como los Títulos, lagrosas de la Virgen, de Crisro, las cruces prodigiosas. Bajo el triple impulso de la
a una escala enteramen te distinta, los dos sacerdotes establecen una memoria y Iglesia barroca, de la piedad española y de la devoción indígena la tierra n1exicana
ofrecen los fundamen tós de una identidad a una sociedad nueva. Los procesos son se puebla entonces de devociones locales y regionales. Lo sagrado y lo sobrenatural
casi análogos, aunque pongan en juego fuerzas del todo desiguales. Ambos dan fe de los vencedores arraigan en el paisaje, se aferran a cerros (el 1"epeyac, Los Reme·
del peso decisívo que tiene para la historia de Nféxico aquel siglo xv11 barroco. Se dios, cerca de México). a montañas , a desfiladeros (Chalma), a minas; se lnsralan
puede definir este proceso como el restab!.ecimiento de i?fluen.cia, I: manípula- en las laderas (Huarulco), se extienden tanto a los centros urbanos (México, Puebla,
ci6n al mismo tiempo deliberada e inconsoen te, pero no 1nvenc1ón . No obstante, Oairnca) como a parajes mis aislados (la Virgen de Juquila en Amialrepcc), Impri-
hay que evitar los resúmenes fascinante s o polémicos . La devoción a la Virgen de men una nueva significación a sitios que hasta entonces habían sido las memorias
Guadalup e se desarrolló progresiva mente en torno a una imagen contra la volun+ inudas del mundo antiguo, si hemos de creer a las Relaciones geográficas. Esta pe-
tad de una parte de la Iglesía mexicana, saliendo al encuentro de la piedad españo· netración y esta territorialización de lo invisible cristiano, este maren1oto de lmágenes
la y de la perpetuación de un culto autóctono. Fue con posterioridad, apenas en las durante las primeras décadas del siglo xv11 corresponden sin discusión al desvaneci-
últimas décadas del siglo xv1 y las primeras del A"\11, cuando la tradición de la apari+ miento de las veleidades erasmianas, al alejarniento de las utopías rnisioneras. Se
ción se sumó a las prodígiosas curaciones realizadas por la imagen y se difundió a adhieren al advenimie nto de una Iglesia en cuyo seno !a jerarquía, e! clero secular.
todos los medios. l\ esos años decisivos, pero perjudicados por las fuentes, hay que los canónígos de las nuevas catedrales y los jesuítas han empezado a desplazar a hL'i
remontarse para descubrir la amplitud del proceso sin precedente qu<: a:fecta en- órdenes mendican tes de la posición dominant e que ocupaban . La instalación de!
tonces las culturas indígenas, la indianización de lo sobrenatural cnsuano. De Tribunal del Santo Oficio (1571), la llegada de los jesuitas (1572), la celebración
ello se trata precisamente cuando los indios se convencen de que la Virgen del Te· del III Concilio Mexicano (1585) acompaña n la victoria del manierismo y luego de
peyac se apareció a uno de los suyos dejándole una prodigiosa. Paso éste tanto sus avatares barrocos sobre el arte monástico que muere con el siglo. De esa Iglesia
más decisivo cuanto que no fue aislado. En 1576, en 1580, se aparecen vírgenes a postrident ina se ha dicho hasta el cansancio que habfa abandona do a los indios
indios de Xochimilco y de Tlatelolco, en las inmediaciones de la capital. Tres años cuando que se propuso dedicarse a ellos de otro n1odo en un contexto transformado.
después, el traslado del crucifijo de Totolapan estuvo .acompañado de p:odigios Con un personal sin cesar creciente puesto que sólo el clero regular aumenta de
que corroboran la sensibilidad adquirida por los medios indígenas de la capital para 800 a aproxima damente 3 000 personas de 1559 a 1650 en toda la Nueva España.
lo maravílloso cristiano. i\l paso de la imagen, en medio de curas milagrosas, los mienuas los sacerdotes seculares pasan de 158 a 451entre1 575 y 1622 tan sólo en
indios vieron cómo se movían los brazos del crucificado, "unos piensan que está el arzobispado de 1'.1éxico. No obstante, si es indiscutible que el enmarcan1Íent0
vivo y les echa su bendición : y otros piensan que es el verdadero Cristo que murió eclesiástico de las poblaciones indígenas cobró cuerpo, resulta 1nás delicado apre-
ciar sus efectos en poblaciones con frecuencia por la enfern1edad y
en manos de los judíos y otros piensan que es Dios y lo adoran como a Dios .. , "
Ante los agustinos que se empeñaro n en propagar los milagros del crucifijo, los las ''congrega ciones'', Limitémonos a suponer uDa mejor repercusión de las políticas
franciscanos, como de costumbre , se inquietaro n en cambio por los avances de la eclesiásticas, sín querer igualar con precipitación la cristianización y el crccünienro
devoción y reclamaron la intervención del Santo Oficio. Pero, hecho significativo. de los efectivos, y recordemos que la Iglesia barroca está dispuesta a convalidar !as
lo que ks, preocupab a ya no eran ni la incredulidad ni el paganismo de los indios devociones, los cultos, los milagros que circulan en las poblaciones índígcna, JTH"S-
de la capital, como había ocurrido 30 años atrás, sino más bien las posibles des· tiza y española de la Nueva España. /\.condición de codificarlos y de can<>Jizarlos en
viaciones de la exaltación religiosa entre "gente de poca capacidad que no se les celebraciones en que las pompas barrocas desempeñ an un papel decisivo.
vante el entendimi ento de los cabellos". Vale decir que, entre los indios de };.féxico Sobre todo, no olvidemos que esta política se sítúa en una Nueva E:;pañ.a distin,
y de los alrededores, existía en los años 1580 una receptividad para el milagro que ya
!n:¡ui.,;¡·L.-'!
no era sólo una disposición individual sino claramente una cuestión colectíva. Al to Mtndicta, Hr"srond a!e.1tistú-,; 1't11karu, op. nl .. lll. pp. 108-!09; íV. p ,¡9; .1,G,'\.
vol. !33. cxp. 23 [1583]
parecer, es ésta una diferencia principal con los milagros catalogados en la primera
104 de 1
LA. c¡USTiA>:iZ:\CIO:;.; Dl LO LA CRlSTIAN!Z.\C!ÓN DE LO i 97
u. Je aauelb que inauguró Ja Conquista. S3bido es que en 1585 los indios ya sólo parte de la comunidad a estados de depresión o de excitación profundoS -lamo"
dos' rnii!ones, en tanco que Lt pobbc1ón negra y mestiza, siempre ción- en que se n1ezclaban el dolor, las lágrimas, b. estupefacción, el temor, a veces
rninoritaria, conoce un ;:onstante. Desde el XVL indios cada vez e-1 pánico. Los jesuitas brindan a los indios una incicación a b vísión, una estanda-
nLls nurnerosos abandonan sus ciudades y sus pueblos tra.sladarse a los centros rización de sus delirios y algunos modelos de ir.:erpretación. Es evidente que
de gran población blanca y rnestiza. Fundada en el xvr Puebla, la segunda sobreponen los mis1nos esquemas a estados y desórdenes muy distintos cuya espe-
ciudad de! virreínato, cuenta cor. cerca de 17 000 inclígerLtS, n1ientras Querétaro, cificidad se nos escapa casi siempre. Pero esos rr,odelos y esas trarnas son difundi-
Cela va, Valladolid en 1-iichoacán y Zacatecas ;:nraen a millares de indios. C-ada vez dos y vueltos a difundir con tal convicción que hav iug:ir p1ra creer que los indíos
rnás contacto con los españoles v los mestizos. los indios son llevados a integrar- acaban por interiorizarlos y, algunos, por reproducirlos con bastante exactitud.
se más a una religiosidad colectiva, pluriétnic;:;., rn-arcad-a l:lS grandes procesíones Codificación, estereotipias y delirios indígenas se sobreponen al grado de confun-
anuales --las procesiones de_ Corpus Christi-, los de fe de ia Inquisición, dirse, si no siempre en el espíriru del visionario, cua.ndo rneoos en el de la comunidad
las sunruosas una sociedad nueva. citad1na. a irr1agen de edíficada y,'"conmovida". ¿Qué enconrran1os en él? lo esencial de la imaginería
aqueilas cacedr-ales cuya construcción ha sucedido a_ la de los conventos y que reci- cristiana, el infierno y sus demonios, el paraíso y sus sa_ntos. El antagonismo del bien
ben bajo sus naves todos los estratos de la población: corporac1ones y cofradías, y del mal reviste allí todos los avatares imaginables e inspira hasta oposiciones se-
autoridades civiles y eclesiásticas. ricos comerciantes y caciques indígenas sin olvidar cundarias que subrayan y apoyan a las primeras: el cromatismo, las íntensidades
aquellas n1ultitud;s compuesra.s de indios. de mestízo5. de negros. de mulatos y, luminosas, los olores, los sonidos, los materiales se reparten en pares antitéticos
va. de ''blancos pobres''. En fin. si bien las noblezas indígenas con frecuencia ya que repiten en todos los tonos la dualidad y su resolución última para beneficio
son la sombra de lo que fueron, los españoles tampoco se salvan de una so- del Bien, de Dios, de la Virgen, etc. Lógica y rígida de un sistema
ciedad que acaba muy pronto co:i los hombres y las fonunas: ¿acaso no hicieron que de modo infalible clasifica en una sola y únics. casilla lo feo, lo sulfuroso, lo
progresivamente a un lado las nuevas generaciones de pobladores a los descendientes oscuro, el estrépito. Estamos en las antípodas -mas, sospew'1aban los jesuítas?-
-arruinados de los conquisradoresi ¿Debemos asombrarnos de que, en aquel de la idolatría en que dominan, como se recordará.'Li.ambivalencia de los dioses,
do mis urbano, más mezclado. el cufro de la Vi.rgen de Guadalupe, como tan1blén !a permeabilidad de los seres y de las cosas, las rrarisformaciones sutiles, las múl-
-Ia-:inmens-a-mavoría de las devocioc.es marianas. asocie todos los grupos étI)_i_cos y ti_p_le_s. __ <_;_o_mbinaciones._ Por el cor:-_trario,___ l_;i __ visión crisciana obra de acuerdo con un
florezca. como.tantos otros, a la sombra el<: las ciudades o en sus alrededores? 11 esquema simple y simplificado -piénsese en la Eecuen[e exclüsión del pur-g-ato-
Pero no basta con observar fenómenos generales para captar el modo en que la rio--, dualista en su estructura y que resume lo esencial de lo sobrenatural y del
Iglesia intentó la conquista y la colonización de lo imaginario indígena. Dema· mensaje cristianos. Contando con la interiorización de estas asociaciones y de estas
siado globales o demasiado parsirnoniosos. los testimonios recordados ha.sta ahora tramas repetitivas, la pedagogía jesuita de lo imaginario se aplica entonces a los re·
difícilmente permiten definir las ;nodalldades prácncas de esta infiltración progre- giscros más diversos. Rebasa los lí..'Tlites de Ia paJ.ab:a y de la imagen pintada para
siva. Ta.i.Tipoco basta con proponer la incensíflcación de la cristianización o el au· arraigar en lo afectivo, lo subjetivo, una experiencia indígena de ese otro lugar cris-
mento de los n1estizajes pata explics.r el fenómeno. Donde hay que tratar de cap· tiano. Explotando las emociones, el miedo, la :;ngustia: integrándolos a una
tarlo es en el nivel de la ínteríorización individual. de la experiencia subjetiva, a problemática del pecado y de la condena; disipindoios mediante técnicas rituales
condición de que se disponga de los medíos par:a logr:irlo. Ocurre que la Campa· -la confesión, la penitencia- que conducen a la cabal asimilación de la temática
ñía de Jesús ha conservado el indicio de un número considerable de fenómenos cri.stiana de la salvación y de la redención.
sobrenaturales -en este caso visiones- vividos por indios y recogidos por sus Para tratar de definir mejor el fenómeno, díga.rnos que los jesuitas habrían ofre-
miembros en el transcurso de su apostolado. libundan sobre todo para el periodo cido a algunos indios penurbados temporalmente una estructuración de sus deli·
de 1580-1610, e! que precisarnente es objeto de nuestra atención, ríos en forma de una serie de sínton1as resrítucionales tomados del cristianismo. Y
En arra Darte he mostrado de rnanera deraliad-a el modo en que los _iesuita.s orga- ello con tanto mayor éxito cuanto que las culruras indígenas por aquel entonces
nizaban predicación en toíno a visiones que habfa.n (enido los indígenas a los disponen con más díficulrad de los medios de -asurnir, de interpretar y dar una for-
que se dirigían. l 2 Consignaban experiencias ejem piares recurriendo a una dramati· mulación a esas perturbaciones. A! respecto, remito a las páginas dedicadas a la
zación deliberada con trazas de psicodra.rna colectivo. que arrastraba toda o una crisis de la idolatría. Los guiones cristianos se prestari, por ejemplo, para la ilustra·
ción y, no hay que olvidarlo, para la resolución de arrebatos delirantes, de psicosis
!I lsraei (1975), PP- 39-42, 45--0 _ks-é de !a Oi:g.;r:_1:.J.: y en f\'·ue1·;1 España !550·
alucinatoría.s o de delirios de persecución. Esta reformulación cultural parece esen-
1624, México, fCE. 1983, p 2J7.
n Gruzinski (1974) cial por múltiples conceptos, Permite hacer de las creencias cristianas en el más allá
105 de 162
LA CRISTIANIZACIÓN DE LO lMAGlNARlO
198 LA CR1STLA.NlZJ\ClÓN DE LO !M,i\GIN1\R10
cul- tencia, en poner abierta y radicalmente en tela de juicio sus orígenes y sus fund:i-
y de las representaciones vinculadas con él una expen.cncia subjetiva (aunque
1
estructurada), 3 que luego puede ser comunic ada y comparti da, pero mentos. 1-1ás bien era el niido causado por los edictos de la Inquisición y los autos
vi- de fe lo que podía llamar la atención de los indios de las ciudades hacia aquellos
de otro modo, por el resto de la comunidad indígena. Es comprensible gue la
sído así el apoyo de una penetrac ión de lo sobrenat ural cristiano bajo la españoles y esos portugueses que se sustraían a las presiones de la Iglesia llevando
sión haya
a. En estas condicion es, una doble vída en que el cristianismo no era sino máscara y aparíencia, En cambio,
dirección apasionada y vigilante de los padres de la Compañí los
es indiscutible gue la mala conducta de los españoles, de los mestizos y de
también es comprensible que haya constituido un vehículo privilegiado de la acultu- la
de negros, sus subterfugios, su habilidad para rehuír las obligaciones impuestas por
ración puesto que introduce, no sólo en to imaginario indígena de las imágenes, amientos de los indígena s,
s, Iglesia pesaron de un modo abrumad or en los con1port
las conductas -ante la divinidad, ante la falta-, sino también de las obsesione
eje1nplo jesuita muestra quienes, tras sus pasos, descubrieron los caminos del concubinato y de la bigan1ia
una estructuración de las emociones y de las angustias. El No
opuestos al carácter indisoluble del matrimonio y a1 imperativo monogámico.
a una escala más modesta un proceso de mucho Inayor envergadura, que se desa- para la generalid ad de los indígena s, el cristianis mo fue
está de más recordar que,
rrolló en la Nueva España desde fines del siglo XVI y princlpios del xvn, digamos indios de Iglesia y, de
de tanto el de los clérígos como la versión que les ofrecían los
entre 1580 y 1650. /\_mi parecer, ese proceso permite captar mejor el desarrollo tantes de la Corona, alcaldes
de las imágenes milagrosa s que florecen por todas partes. Lo manera más esporádica, los españoles, los represen
los cultos maríanos o
mayores y corregidores, los mineros, los mestizos, los mulatos con los que se cruza-
que se pone en tela de juício en cada ocasión es la adhesión dirigida de las multiti:- 14
ban en la ciudad o en el pueblo.
des indígenas hacia lo sobrenatural cristiano, la invasión de que volverse para descubrir espacios que rompían la ínfluencia
a Hacia donde hay
co, su arraigo en suelo mexicano. Sin que por tanto sea preoso negar la existenci ejercer sobre lo sobrenatural son más las magias coloníales.
ias propiam ente indígena s sin las cuales los proce. que la Iglesia pretendí a
v la manifestación de experienc ha-
Multiplicando los pactos con el diablo, es más, "obligan do a los demonios a
;os que acabamos de describir habrían seguido siendo un pegaste sin mañana. ión, españole s, negros, mulatos y n1estizos
blar con ellos", practicando la adivinac
De creernos a ese respecto, la Iglesia habría emprendido desde fines del siglo XVI cia
y se arrogaban poderes comparables a los de los con juradores indígenas. ¡\diferen
la conquista tranquila e irresistible de los espíritus, auxiliada por las dificultades en
de una idolatría en reuoceso . Ello equivald ría a olvidar de la idolatría y el cristianismo, las magias coloniales no se apoyan en absoluto
por los callejones sin salida Por lo general, han roto
ningún enfoque relativamente homogéneo del mundo.
que la Iglesia -hacia 1650 un poco más de 5 000 sacerdot es- no tenía el mono- ya
de los vínculos que los ligaban a los medios y a las sociedades gue las produjeron,
polio de lo sobrenatural de Occidente, como tampoco la idolatría detentab a el o de las malezas africanas . A ese desarraig o irreme-
y campesin os españole s, se trate de los campos ibéricos 0
lo demoniaco con que se la cubría. Soldados, artesanos
converso s) introduje ron consigo un diable se agregan la disparidad de sus orígenes, la evolución caótica de sus compo
esclavos africanos, y hasta marranos (judíos ente
nentes y la multiplicidad de sus formas. Algunas prácticas se inspiran cercanam
acervo de creencias ilícitas y de prácticas clandestinas que el Tribunal del Santo óleo, de los altares y de
los en la liturgia católica y' 'abusan de la eucaristía, del santo
Oficio se esforzó por contener más que por extirpar. Si a esos grupos se suman cristianas . Otras más retoman
població n de más de 400 000 almas despliega , en otras cosas sagradas''. Otras se aparran de las plegarias
mestizos y los mulatos, una
vez tal cual. o con algunas enmiendas, el modelo de la hechicera europea, de su pacto
tad del siglo xvn ante los oías de cerca de un millón de indios, usos más de una y el
con el diablo, de sus vuelos nocturnos, del aquelarre, aun cuando la serpiente
heterodoxos. sustituya n con frecuenc ia el gato de 1a peninsul a. La aportació n ibérica y n1e-
da. sapo
La dominacíón de la Iglesia en ningún momento se vio en realidad amenaza s
pronto volvió a encontra r en suelo american o a sus diterránea se mezcla en fin con creencias, amuletos, técnicas adivinatorias oríglnaria
Sin embargo, muy ;r\:ncim amiento , la superpos ición
de África. Aquella heterogeneidad no impidió
rios" habituales, los herejes y los judíos. Los primeros fueron un número insignifi- que nada
de y ta fusión de las prácticas y de las creencias. Pero éstas siguen síendo antes
cante y es probable que nunca con influencia real en el mundo indígena. Fuera ión
tuvieron la desgracia de caer en las redes de la prácticas y creencias, sin desembocar jamás en la ínstauración de una aprehens
un puñado de piratas protestantes que una amalgam a ínestable , com·
pálidas réplicas del erasmism o, e incluso del luteranis mo que globalizante o totalitaria del mundo. El producto es
Inquisíción y de las in-
parable a esos amuletos que reúnen sin orden ni concíerto plantas de extracción
polemizaban sobre el matrimonio de los sacerdotes o la confesión, los ataques
contra la lglesia se limit«_ron a estallidos individuales, esporádicos y triviales.
na 14 Solangt /\!berro (1984); Richard Greenleaf, The Afexican Inquisirio11 m rhc S1xt<t7/lh Cer:fl,,!
cordemos, sín exagerar su efecto, la presencia de una comunidad judía clandesn
religión distinta del catolicism o y, por su sola exis- A!buqucrq ue, Universí1y ofNcw Press. 1969: .\GS, lnquisicifm . voL 3)). é"Xp. 12. foL i:-1.
que fue la única en encarnar una 1
vol. 572. exp. 18. fols. 363r.-36)Y .; vol. 187. cxp. 11; vol. 312, cxp, )7, fols. 300r.-316r.; !na'1frrn I:,
de c;:umárraga " [1'>36- .. j
General . .. Libro de testificaciones del obispo FrniJuan
H Dt\Ttt\JX, EJSaÚ d'etht10/>Sychi1une génér;;fc. París, Gallimard, 1971, p. 2)
106 de 1
:ioo L". DE LO !MAGlNARlO L\ D[ LO lM:\Gl'.'!ARlO .20L
dígena. escapula.ríos, piedras imantadas. Un producto que se limita a !a resolución nos españoles, sin duda más numerosos de lo que imaginamos. no vacilan en
.• del padecin1iento biológico o social y cuyos componentes varían según los lugares, '·idolatrar" con indígenas para lograr !o imposible. De allí esa cascada de adema-
ias dominantes étnicas, sin alcanzar nunca la extensión y la cohesión del cristianismo nes, de sustancias, de a.n1u!eLos, de fórmulas, esos circuitos discreros que, tanto
o de la idolatría. De ello derivan una multiplicación, una dispersión y una fragilidad como la corrupción, confieren a !:a heterogénea sociedad colonial su dinamismo y
de las adhesiones. y de las repulsas personales, puesto que nínguna autoridad po, su plasticidad.
dría garantizar la validez o la superíoridad de tal o cual forma de adivinación o de En fin, al pragmatismo se agrega cierto interés por la redituabilidad, por la co-
tal o cual n1anipulación. mercialización de las prácticas y de las creencias pues, por modesta que sea o por
Falta espacio para interrogarse acerca del sentido y de la funcíón de la brujerí::t y viral que se la considere, la magia es un servicio por vender que da para vivir a más
de la inagia coloniales, de orígenes mezclados. Si bien ponen en marcha conceptos de uno y más de una_ Tamb!én en ese sentido, la magía con frecuencia es sólo un
l' prácticas de todas latitudes_, su fin es mucho más unitario. En un universo tan sistema de defensa a disposición de los múltiples marginados de la socíedad de la
insritucionafrnente rígido y jtffurquizado como la sociedad colonial, con frecuencia Nueva España.
ofrecen el modo (ilusorio o no) de eludir las desigualdades que suscita la don1ina- Las separaciones inapeiables que la Iglesia se empeña en imponer a los indí-
c[ón española de las masas indígenas a las que se unen en número creciente escla- genas se ven así pulverizadas aquí en beneficio de una miríada de creencias y de
vos africanos y sobre todo seres híbridos de toda especie. Esclavos negros que en el práccicas. Ese paisaje móvil y abigarrado, contradicrorio en sus reglas y desconcer-
siglo xv1r emplean [Oda su fiJerza para sobrevivir en un medio desconocido y hostil. tante en sus criterios, es lo que descubren y aprenden a conücer los indígenas.
buscando vengarse o protegerse de la opresión de sus amos. Mestizos que no en- Nunca se insistirá demasiado en ese factor suplementario de desorientación que se
cuencran ni en el mundo de los blancos ni en el de los indios un lugar para sí. Esclavos agrega al hermetismo del crlsrianis1no y a la anomía del siglo xvi. Hay que ser gran
mula[os que tienen la esperanza de ver a su progen.irura emancipada a condición clérigo para captar que ios alumbrados y las beatas que en !os siglos xv1 y X\11 cono-
de que se apoye. si puede, en las multitudes mestizas e indígenas. Indios ladinos cen el favor pasajero de los fieles son sólo peligrosos heterodoxos. Por lo demás.
bastante aculturados para compartir la vida de los mestizos y de los mulatos, pero ¿cómo podrían unos indios distinguir a los brujos europeos condenados por la
irremisiblemente condenados como ellos a ocupar los peldaños más bajos de la Iglesia, de esos españoles que, con autorización de los obispos y de los concilios lo-
sociedad mexicana. En fin, no hay que olvidarlo, esos blancos insignificantes sin cales, pueden ejercer las funciones de saludadores, ensalmadores y santiguadores,
porvenir, esos españoles, huérfanos, viudas o abandonadas y por consiguiente de- es decir curanderos que uatan las enfermedades con plegarias y bendiciones? .A.1
pendientes de sí mismas cuando no de la prostitución, engrosan las filas de una mismo tiempo que adrnite que hay en ello "muchas supersticíones", la Iglesia
clase insoportablemente apartada del poder y de las riquezas que se reparten todos acepta su existencia_ ¿Acaso es la misma dificultad para distinguir a los venerables
los poderosos del virreinato. En aquella socíedad arrinconada, el sexo con frecuen- de los curanderos indígenas y más todavía de los monjes giró vagos, de los fray/es
cia permite salvar las barreras sociales y étnicas y las magias eróticas que, con roda que descubren minas, predicen naufragios. encuentran esclavos fugitivos, de los
evidencia, son el instrumento indisper...sable de esas estrategias amorosas que rejen dudosos ermitaños que persigue la Inquisición? Pero a veces las fronteras de la he-
entre la curandera indígena, la hechicera mulata y la mujer española las complici- terodoxia se hacen más sutiles corno cuando, por ejemplo. algunas plegarias seco-
dades secretas y los fuertes lazos que Solange Alberro ha estudiado de un modo rrompen con fines particulares o se pronuncian en circunstancias distintas de las
adrnirable, '(para manipular los deseos se abreva indiferentemente en todas ias que fija la Iglesia. Per1samos en fin en esos curas del campo que, no contentos con
culturas.1i admitir la realidad de la brujería indígena, recurren a la ayuda del curandero o del
La magia y la brujería presentan pues todos los espejos seductores de sus saberes desembrujador. Suficiente para confundir a los nuevos conversos o antes bien para
y de su eficacia, Abren una entrada fantasmal a los valores y a los bienes que les arrastrarlos más hacia una pendiente que les conocida, la de la adopción, de la
niegan la existencia, De ahí la sensación de que es sobre todo la función pragmática yuxtaposición y de la confusíón. El cristianismo de la aplastante mayoría de lapo·
lo que contienen esas prácticas, de que la eficacia inmediata se impone a la cohe· blación blanca o mezclada de la Nueva España es un conglomerado extraordina-
rencia de las creencias y de los rasgos, tanto como ia improvísación de los medios ri1ITiente permeable a las adopciones, ante el cual la Inquisicíón se contenta con
a la tradíción. Ei clience -aquí hay que hablar en térmlil.os de mercado y de recordar la norma, sin lograr nunca dominarla.
mercancía- está dispuesto a todo para conseguir sus fines, al grado de que algu· Las magias coloniales poseen la facultad de ''contaminar'' los terrenos en que se
ejercen. son de una viscosidad deletérea, que de un modo sistemático vacía de su
lí Aguirrc Beltrán (1973,L pp. 112. 204. 219, 209; JJj Conctlio Provináa!Afrxicano, México, Maille·
fon'! Compañh, 1859. pp 405, 375. 376: Noem\ Quezada, "Oraciones mágicas en Ja Colonia", Anales
sustancia a todo lo que se acerca a ellas, reduciéndolo a los esquemas simplificados
d,; Antropofogí:J, XL 1974, PP- ;4 ¡. t67, v A.mor J magia amoros:i entre los azt.:cas, México, L'NAM. 197). de una eficacia de corto plazo. Si bien la idolatría puede acomodarse mucho más
107 de 162
202 LA CRISTlANlZACIÓN DE LO íMAGlNARlO
fácilmente con !as magias í1nportadas que con el cristianismo, también corre el
riesgo de hundirse con mucha mayor rapidez en ellas. Y los indios pueden extraviar VI. LA CAPTURA DE LO SOBRENATURAL CRISTIANO
su aprehensíón del mundo en un conjunto de creencías, dispersas y contradictorias.
que reflejan el surgimiento de una sociedad sin precedente. 16 Los AVANCES de lo sobrenatural cristiano y el auge de las magias llegadas de otras la·
titudes conllevan el riesgo de considerar a la idolatría vencida de antemano. ¿Mas
no sería hacer poco aprecio de su permeabilidad, de su capacidad aún ínalterada
para integrar características exógenas a la representación de la realidad que suscita?
·Tampoco esta vez se puede esperar captar el proceso sino escogiendo el microanálisis
y estudiando algunos casos precisos, ofrecidos siempre por nuestros extirpadores.
Domingo Hernández es oriundo de Tlaltizapán, aldea nahua enclavada en el
corazón de las tierras cálidas y fértiles de la región de Cuernavaca, sobre la margen
derecha del río Yautepec. Allí se forjó una reputación de santidad -"era renido
por santo'' - que se extendió como reguero de pólvora desde que recibió ''virtud
del cielo para curar enfermedades". Corrían los primeros años del siglo XVJL
108 de 1
' \ \ ., !'T\_-¡(,\ DE LO SOSRE>i.A..TL:R.-\L CRiSTl.
r1-'.'>0
205
L;·í'Ct"(!('\é:, vbt lec!UL iu iJ le echó aire con L!n lienzo ,! guc con esto voh-
en sí-,-;;. i"- nnñ:J.r a :;e h'.liló bueno 0 triagu ez parece haber cobra do a fines del siglo
X\-1, como lo rcve-b.n abund ant_e-
mente las Re!Jo-ones geográficas. T::unbién hemo
s visto que h dorn1nación
!:is visiones de Domi ngo se vincu lan estrech'.1me contri buyó de poder osa a desrn anrela r !a red de "pab. bras
nte a las que los divin as", de fl-
·;difu ndían en sus sermo nes hacia la n1isma tos. de prohibiCiones y de represiones encaiTIÍnada
época . Sólo a prime ra s a conte ner y a regula r el consu mo
;st:i. Por una porq_ut> Je mane ra manif iesta se trata de una de akoho l -en esce caso del zumo ferme nrado
inicia ción y no del agave o pulq ue- anres de la
de ur:::t · piado sa o místic a de Conqu ísra. Es l"ícito pensa r que much o antes
?rr.odoxa. Por la otra, porqu e de la llegad a de los españ oles la em-
es;is visiones se produ cen fuer2 de toda in;ere
nna eclesi-isríca, en un briaguez preocui:i:Jb2. a las lnd'.g tnas y const!tu'i::;. uci
que de "desord_en
se ernpa rieo[a con lo que se ha conve nido en llama érnico ", es decir una penur bació n cuya incide
r :·niciación ;:hamántca. l? ncia y cuya forrr,u lación son propi as
demis , con faci!idad s:: slls rnon1erHos sucesrvos: Ja enter mcda d!la 1nm1- de una cultur a y de una socied ad dacL1s.> lv1ucho
más que el consun10 de las droga s.
nenci a de];,_ estado de muert e apare nte/la visita de seres la de\ pulqu e ya a sustra erse a las norma s de !a tradic ión
sobre natura les y de la
\' el viaje aL rnis all?,/l:i.. revelf ción de los secret dad. Pero la domín aciün españ ola precip itó sus
os del oficio! el regres o al mund o efecto s desinr egrad ores por e! estad o
de !os vivos íla curaci ón y e! nacim iento del cham
án No ignoramos en absol uto de anem ia que instau ró y, de un n1odo mis inmed
iato, por los nuevo s alcoh oles
que los antigu os de una mane ra ---ent re ellos el vino de Casti lla- que introd
lo_s indios de 1-1esoamérica ujo. Por lo demá s, la Coron a no se
tivaron en diversos _grados prácticas chamá nKas. preoc upó much o por lucha r eficaz rnente contr
Por ejemp lo, los nahua s conce bun a una inciin ación que le
que hornb res dorados· de una fuerza vital,
de tonal!i excep ciona L
consid erable s beneficios. 1-üentras que la Iglesi
a sólo le oponí a una repro bació n
\·iajar a ocros rnund o» entrar en conta cto con moral comb inada con arnen azas infern,.des
los dioses y con los muert os, obten er -ide a sin preceQenre- en las cultur as
allí revelaciones !' regresas con secretos rerapé indíg enas- y con algun os latiga zos, Lejos se
uticos . Bajo el efecto de las droga s Y esraba de las infam an-
de ias macer acione s, su tonal h llegab a enton tes v de las eíecuc iones sumar ias infligidas anres
ces a morad as cerrad as al comú n de los de la Conc¡u1sta.
morra les,: En su desarrollo v sus fines, la exper
iencia de Domi ngo corres ponde ría G respues¡J. crisriana la que los jesuit as mú.lti ples ejem plos- ra_:n-
enton ces a esa tradic ión antigu a. Sólo que, a bién sabía explo rar los delHios aterro nzado s
esa rrama autóc rona viene a agreg arse de los ebnos que conta ban que hab1a n
un haz de adopc iones del cristia nismo que sin visitado el mund o de los conde nados .
excep ción úenen su prece dente o su respu esra estaba de ser inefic az
equiv alente en las vislones piados-as que- conoc
emos: la aparic ión de los puesto que Dorn 1.ngo reprod uce los mismo . • ¡. .
los s maten·ai es en e 1n1arco su
torme ntos reservados a los ebrios_ los dos canlin de inicia ción. },,cue! indio acaso h;ibía lograd
os que llevan , uno a la salvac ión Y o interi orizar el n1cnsaje de la Iglesi a,
otro a la conde nació n. L1 interv enció n de la
Virge n y de los sanro s. Por tanro, tas con sus y su. rriiedo al castig o de ultrat umba , con
cosas se desarr ollan como si Domi ngo hubie su trarr:a dualista ?el
ra su inicia ción según una ver- más allá -los dos cami nos-, con su lógica de
la falta y de la reden ción. como si la
sión fuene n1enc e ceñida de crisrianismo. Podrí inrerprerac:ión cristia na diera un sentid o convi
amos parar allí y limita rnos a corT',- ncenr e al des?rd_en_ de
Drobs.s la de lo sa_g-rado y de lo sobre natura l cristia nos mism o tiemp o que le dicrab a los rnedio s de al
en el iTiedio in- poner le fin. El 1nd10 .ha_bna pues
Jiger u al alba del siglo X\'Ii, de ello el bado por conce bir y sobre todo por experin1enta
éxito de_ la .r de un modo sub¡e uvo su embr ia-
ción eclesiástica v de b. Lmaginería cristia na en
la maren a. Sin emba rgo. la eXlStencra guez forma de, un pecad o merec edor de sancio nes
póstu mas '/ "no
por la mism J época y en la rrúsm a coma.re-a de tornes a beber . porqu e los mism os torme ntos
una idob.t ría aún .ª haz de pasar ". Por cons1gu1én.re nos
reforz ar el a11álisis e:i par[ic ular, a escrut ar las moda lidade veríamos incEn ados a consid erar la adopc ión
s sub¡enva.s, rnd1v1- de la temát ica cristiar\a del casng o de
dus.les de lo que parece augur ar un paso '·espo los borrachos como un
ntáne o" de una supra. rrealld ad a oua gue, lejos de ser arbiEra.rio,
La visión del castigo de Jos ebrios abre una prime meca númo ,/¿ d¿/f:nsa opues to a e.na pertu rbació un
ra pista. Como acaba rnos de leer. n perso nal. Un
los dos oersort'J.ies de rúnica bLu1ca conrn inaron que sus-,_ituiría con una nueva osten tación los
a Domi ngo a dejar el consu mo del rasgos, Jos modo s de expre sron que
pulqu e.('"o o r;rnes a beber .. ,''). La impor la cultur a autóc tona habrl a dejad o de aporta
tancia acribu ída al sugierf:: rle. Señal emos que, en este ca.so, la
que Domi ngo era un borrac ho empe derní do adopc ión cu brc a la vez imáge nes (los ángel es
y que aquel la indin aoón prese ntaba vesrid os de blanc o, !os
un grave ob;r.áculo para su curac ión, para su fernal es), mode los de condu cta y estado s afecti in-
salvac ión y para la adqui sición de los vos (la angus tia, el m1edo).
poder es de cu.randero. Recor darem os las propo En camb io, el proce dimie nto seguid o en la
rcione s espec tacula res que la em- últim a visión resutca un tanto más
comple}o. /\. orirne ra visea, la imagi nería cristia
na -Cris to, la -virge n, Santa Veró-
nica -
1 P? i)7·D8
la escen a. En realid ad. tal como es vlvida e
inteqJ retada . la enfer -
2L_pa A.:.:sc:-
meda d de Dorni ngo depen de al mism o ríemp
;,·,se I ?? ---1.-; j_: 4JS. o de la idolat ría y del cristia nismo . El
;\ Gruzínski i '0"
109 de 162
lANO 207
LA CAPTURA DE LO SOBRENATURAL CRIST
IANO
206 LA CAPTIJRA DE LO SOBREN ATUM L CRIST
en el mun do de comer y de bebe r''), en
materiales de orde n alim entar io(' 'tend rás
uilíz ante de la Virgen, pero la inter- sopla r al rostro del enfermo. Es posible
mal no deja de suscitar la intervención tranq fin, de la técnica curativa que consiste en
: la Virgen se limita a hacer que Santa tamb ién es posible que expresen la
vención mari ana todavía no es una mediación que estas coincidencias sean fortuitas. como del pulq ue y en
en persona ante su Hijo. Por lo demá s, personal Dom ingo . ¿Habrá que ver en el aban dono
Verónica actúe contr a el mal sin intervenír n de fijaci ones orales
ión come tida por la divin idad - ''Nue s- nica la superació
en la medi da en que se insiste en la agres la protección de la Vtrgen y de Sant a Veró a con la madre? La
enfe rmo" - y en que este daño se em- una relac ión asegu rador
tro Señor Jesucristo había captu rado a este de la primera infancia y la instauración de caso, pero tamb ién en el
tona/ Ji, el mal se conforma con esquemas incen te. En este
parie nta cercanamente con la captu ra del cosa es plaus íble, ya que no del todo conv de la expre sión
se adhie re a una lógica persecutoria que, el instr umen to cultural
aborígenes sin discusión. la enfer meda d de una prob lemá tica disti nta, la visión sería expre saría tamb ién e!
no da cabid a algun a a la temá tica del palabras,
aunq ue se resuelva en térm inos cristianos, Yde la resolución de conflictos personales. En otras de un modo más preciso, el es-
una representación del origen del mal y lógica y,
pecado y del perd ón. Evoca much o más func ionam iento de una comb inato ria psico
nahu a. Esta domi nante autóc tona asoma ento de meca nism os de defen sa que, en concierto con una representación
una vivencia corporal propias del mun do table cimi
éuticas que. también de manera implíci- taría n la elección de los materiales cultu-
igualmente en el recurso de prácticas terap del cuerpo y una vivencia corporal, orien
el soplo revigorizante y curativo en el que la realidad tal como la concibe y la víve el
ta, remi ten a caregorfas indígenas, como íáles, su organización y su adecuación a
luminoso que abrigaba el hígad o. A di- curan dero ,
se reconoce el il;íyot!, la fuerza vital, el gas
borrachos, la interpretación de la enfer- ar" una combinatoria sociocultural a
ferencia del episodio sobre el castigo de los , Mas, ¿se pued e estar satisfecho de "peg
sión como indíg ena por su origen y su , no podemos negar que el sustrato so·
meda d es por tanto tan cristiana en su expre otra psicológica y personal? Antes que nada
de la enfer meda d depe ndier a de un sus- la mane ra en que el individuo capta per-
contenido, como si el campo del cuerpo y ciocultural que evocarnos es tribu tario de
entos que de ella retiene. Por otra parte, lo
trato resistente a !a aculturación. sonalmente su culrura y por tanto los segm
de mane ra satisfactoria esos procesos que los conflictos indivíduales de uno
No resulta fácil para el historiador explicar que tal vez sea menos evidente: es prob able
. Habl ar, como acabamos de hacerlo, de ictos del grup o al que pertenece el sujeto.
sin caer en la jerga o en las aproximaciones U otro mod o estén influidos por los confl
d), de esqu ema o de lógica (persecu- orcionar, con ello quier o decir que el
versión (cristiana), de tram a (de la enfer meda tener aquí más pruebas formales qué prop
pron to en una prob lemá tica un tanto corta ta a pnOr i inseparable de las tensiones crea·
toria) tiene el peligro de encerrarnos itinerario psicológico de Dom ingo resul
r de escapar de ella tal vez valdría la pena la colonización de las poblaciones nahuas
del continente y del contenido. Para trata das y mant enida s por la aculturación y
la distinción entre los códigos ícónícos, la facultad de volver a ver parientes falle-
(a ·la manera de la semiótica) basarse en , More los. Capt ada desde este ángulo,
lidad de lo real, implícitos, no verbaliza- sa (''tus padres y abuelos y tus otros pa-
fund amen tos y creadores de la inteligibi cidos, en reali dad el linaje, la familia exten
fechables con mayor facilidad, así como al de dirigirles la palab ra, pued e
dos, y las varianteJ iconográficas, explícitas, ' ), acom paña da por la prohibición form
más consc iente. En otras palabras, como en el de profu nda ambivalencia respecto a la ua-
son escogidas y dispuestas de manera ¡8eje rnpli ficar y signíficar una situación
ción del cuerpo y la vivencia corporal por otra parte evoluciona hacia la
caso del espacio y del tiem po, la representa a la herencia cultural. Una situación que
con toda evidencia, sería ya un elem ento ción de la transmisión cons uetud ina·
remitirían juntas a una percepción que, desa¡Jrc•b,LCi<5n de la ancestralidad y la nega
ndría inme diata ment e a los senti dos, ción del futuro curandero. 1'ambién
socíoculturaL pero de tal clase que se impo saber que reservaba a los allegados la inicia
ento prim ordia l, presente sin saberlo en abso luto contradictorio, las distancias
sin que medi ara ning una verbalización. Elem es posible descifrar en ello, lo que no es familia ex.
mayo r tenac idad a la aculturación cuan to de la conyugalidad_ cristiana, respecto a !a
el sujeto, resistíría entonces con tanta !. f!11ardadao;, bajo la influ encia
ena, incluso
los protagonistas. qÚ.'e concretaría la cond
que escaparía a la actividad consciente de Por lo demá s, una actitu d análo ga es !a sa de un comp lejo
que este elem ento de base es tamb ién de naturaleza psicológi* bruta lmen te la repul
¿Es preciso agregar la satanización del pulq ue, conf irma ndo sabem os por Ruiz de
nismos de la percepción y de un mod o en la regió n, según
ca, puesto que se halla vinculado a los meca Cllltiund debil itado pero todavía arraigado dio equiv aldrí aa
, si aceptamos que el inconsciente no to de la bebid a. ei episo
más general del inconsciente? Sin duda Insistiendo en el aspecto nefas
y que mezcla íntim amen te la historia_ la embr iague z, análogo a las denuncias
pued e trascender la historia y las culturas una toma de conciencia de los estragos de
grupo. En el caso de Dom ingo , apenas Nada impi de entonces que las reacciones
personal y singular del sujeto con la de su consignadas por las Relaciones geográficas.
magros que son los indicios. Cierto es nal y un trasfondo colectivo dond e in·
se pued e esbozar una exploración, de tan de Dom ingo teng an a la vez un origen perso
ción parecen hacer eco a conflictos de ntado a la ruptu ra, a la desaprobación.
que varios episodios alucinatorios sin excep tervendrían las tensiones de un grup o enfre
n de bebe r pulq ue --qu e los antíg uos os desorganizadores de la dominación
naturaleza oral. Así se trate de la prohibició a la desorientación: estrés debi do a los efect
de la interdicción expre.sa de establecer tación, a la mort alida d, a1 naufragio de
nahuas asociaban a la leche mate rna- , española, inseg urida d atrib uible a la explo
mun do, de la prom esa de gratificaciones
contactos orales con los parientes del otro
110 de 1
209
C.-\P-PJR.c\ DE LO
colonial,. la enfer meda d. Es[as que hemo s desig nado con la palab ra
L1s memorias, alcoholismo agravado por e! cuerpo y de i'.l enfer meda d que deríva n de to
conducen a plante ar el arraigo de un no y paraís o, pero sin putga torio;
deducciones y, rnis :iún, esta serie de idoia_rría; la visión de un más allá cristiano, infier
e, no verb:i lizabl e, pero que evolucion 2 . tos; distor siones de J.J. tradic ión cris-
sustrato prima .rio. irnplí cito e incon scient una idea e:xtraf.iJ. de la relación con los difun
Y socioculturales. Para retom ar la con el lienzo que enjug ó
a! ritmo de sus comp onent es hacen que Santa Verónica abani que al enfer mo
4 que t_íerce y con el cual se confu nde conce ptos de la perso na ''pues tos uno junto
expresión de Edwa rd Sapír, por el el D1v1no Rostro. Sin olvidar estos dos
cta y ia acultu ración del sujeto , do en ta sumis ión a las fuerza 5 arnbi valen tes de lo
este sustrato orient aría de mane ra decis\\·a la condu al otro ''. uno, indíge na, centra
resiste ocias. ón del creyente. Es cien:o que se tra-
b. elección de sus adopc iones y el sencido de sus divino; otro. cristiano, basad o en la libre elecci
de[en gámo nos en las prolo ngaci ones de ia visión rante que le confie re Ruiz de
.A. nres de regresar a este punto , ra de una ·'ficci ón'', no en la acepción denig
Por confesión del propi o Domi ngo. es un rnont aje que asocia fragm entos , segm entos
iniciática para capta r su verdadefo eón, sino más bien en el sentid o de
ucica.5: las fórmu las encan tarori as, princi pales podem os restitu ir con
antes que nada fuente de dos prácticas ccrapé fieles o truncos. Arreglo y mont aje cuyas fases
el vientr e del pacie nte. Huelg a de la perce pción y de la inculc ación
es decir los coníu ros y los PLqueres de aguja sobre basranre facílidad. Distin guien do el tiemp o
sólo ha podid o referirse a los tiros de cura de visión -sue ño o episo dio alucin ato·
decir que la expen encia alu¿in aroria det slmbo lisino cristiano, luego la erapa de ta
proceso ulteri or la elabo ración se, térmi no de una exper irnen tación subje ti-
rnanera conde nsada y a1usl;,'a, dejan do para un ria- que transf orma los restos diurn os al
palab ras y de relacionar remin iscen- secun daria que tiende a expre sar el sueño con-
cun.:laria,) la rarea de desarrollar adem anes y va; en segui da la de la elabo ración
parte. Con toda evide ncia ocurre ión difun dida y repeti da en
cias oníricas con invocaciones apren didas en ocra a referentes preex istent es; en fin, la de la narrac
kjo no se ha podid o memo rizar diversos contextos.
así con las fórmulas cuyo conte nído denso y comp n las 1natrices psicológicas
!as vis.ion es, aunqu e fuesen repeti das. Por nada de ello dice cómo interv ienen y· evolu ciona
de ningu na rrianera en el transcurso de se ejerce y se modif ica elpat ter-
ar despu és c¡ue ·'las tenía de otro indio , curan- Y:ocroculrurales del sustra to o, sl se prefie re, cómo
lo demá s, Domi ngo acaba por acept ce variab les cultur ales y psico·
cobra su verda dero relieve cuand o, que obede
dero tambi én ... Pero la visión inlci:'i.clca sólo n1n?. Esta acción no es arbitr aria puest o
de un fenóm eno aislado, se la vuelve rar su virtud organ izado ra, su inerci a o su inmu .
dejan do de consi derad a desde la persp ectiva lógicas. Pero cuida do con exage
efecto. todo hace creer que el curan . lo
aparta del rr,ode de la idolat ría. es
a süuar en la práctica globa l de Donú ngo. En tabili dad. Si, como hemo s visto, la visíón se
en el rnarco de sus curas e incluso fuera de flexible de lo que perm itirían augu ·
clero relara con agrado sus visiones porqu e el 1?attemtftg proba bleme nte sea más
_ mezcl a el relato del orige n ..P. ''códi go'', ''lógi ca'', ''prog rama '' que tendr íamos tende ncia a
as+-sea-efr·presenGia-.de...es.p.añoles. En Clerto mod9_. - . --. cid-ad -y-par -a-co.llo-admitir..queJg_ -
probable-qUe.Tá repetiUónGeSulús-:--:.. asociad e. A úrlfiaDfíiCfUedefinit-e ·sa -plasti
sus.dones con el ejercicio de su arre ves rriuy sión result a dei todo -
gració n singul ar de su pode r- se haya impuestO ...... ción de los dos plano s del conte oido y de la expre
lona -gar.a ntía de eficacia y consa nido (o de la expre -
repicen sus colegas. Eso desviación ción del conte
en su espín tu a los víejos formula.rio5 n:iliu::;.s que Como hemo s de ver, es frecue nte que la altera
aporta ción perso nal del curan dero sea sólo parcia l. Para tomar en cuent a esta dificultad, un exam en más deten ído
no puede de)at de atraer l:a atenc ión hacia la sión)
ntos más tradic ionale s v mis es· de otras. que la expre sión es en sí la
-la iniciación cristi aniza da- a expens;1s de elerne de esas vísiones sugier e que se consíd ere, luego
a mome ntos críticos de la conjunción de dos eleme ntos: una sustancia
de la expresi6n que corre spond e al
tereotipados. Ampl iamen te difun dida, asociada del fenóm eno; una forma de la
val infor tunio - la narrac ión de apoyo, a la mater ialida d óptica , física. bioqu úrúca
de cada cual -el enfre ntami ento a la enferr r,edad y la articu lación de las imáge nes
cortei o de imáge nes compuestas. De ese exprest"ón que es el encad enam iento , la sucesión
las visiones extiende en torno a Domi ngo su
su clienc ela ,, sus o\·enr es con un universo onírico n una sustancia del contenido, por
modo contri buye a familiarizar percibidas. Del rn.ismo modo , se distin guirá
Creemos llegar aquí a una de las por la visión, y una/a rma del
a la vez distin to y extrao rdinar iamen te próxi mo. eje;nplo el repertorio conce ptual y afectivo
de lo imagi nario indíg ena, puest_o de dispos .ición _(inte lecruat y psicológico) de
vías-m-á.s seguras y mis sutiles de la acultu ración contenido que se vincu laría al modo
españ. ois. o eclesíástlca: ·Pero es 6 el caso de las visíoneS·_ae-Dorriin:go,
que se desarrolla fuera de toda injere ncia los conceptos y de los afectos. Por ejemp lo, en
culrur ai en b medid a en que et arreglo personal n que rigen su sustancia
una de las fuente s de la innovación el contentdo asocia una iniciación y una pern.J.rbació
e en su globa lidad rar en un saber , una domi nante
que que Domi ngo dLfunde no corres ponde litera lment (una apreh ensió n del cuerp o, un modo de penet
istent e, cristia no o prehis pánic o. progr esión psíqu ica de las secuencias). Las
a nada preco nstrui do. a ningú n refereu.te preex oral) y su fomia (la sucesión cultur al y la
conce ntrars e en el plano de la;.f'orma de la expresión
fórmu las, una conce pción del adopciones en camb io parec en
A prime ra vista el arreglo es dispa.ratado: un2.5 as1 ocurr e con el velo de Santa Ve-
su; le compo nemen ¡ so(ial' . Anthrv pofo· sin tener realm ente reperc usión en el conte nido:
4 Edwa.rd "L'ir.fh :ience des modele s
3'\--';S 6 Lindek ens. Essa:· de sim1.otique vUue/l e. Parls.
gie, Puis, Ed Minuit . \96".'. Vé;;;e b teorfa hjdnnk viana del signo en René
YJincbied:, 1976. p 64.
111 de 162
):..;0 2 li
REN1\TURAL CR!STIA
L:\ CAPTURA DE LO SOB
RENATURAL CRISTIANO
LA CAPTURA DE 10 SOB bién evolucionan con ¡
210 las inatrices psíquicas tarn
esté de má s sup one r que as
no s.
los temas cristianos de los matrices y con las soc ied ade
riana. Tam bié n es el caso de de compren-
rónica o con la aparición ma ponden a un con ten ido al no es eso. Le falta tratar
a los borrachos, que corres Sin para el. historiador lo esencí ind ios de la región: "H a
dos caminos y del castigo con ten i.d o- en cua nto a que se em par ien tan qu.e e1e rce el rela to de Domingo en los
nal -aq uí la for ma del der la 1r:fluen c1a tó esta historia ... " Si
vía tradicio llo de un viaje íniciático illa do a tod os aquellos a los que les con
a del rec orr ido chamánico, con el desarro conmo vid o y ma rav dimensión cultural que la
con el esq uem a la larga, esos rasgos pue dan
no que da excluido el que, exp erie nci a sin gul ar_ r:viste un alcance social, una ¡
sembrado de trampas. Mas esta por los indios. Como nos 0
turbadores, capaces de ad pue de ser compartida tetz ahu itl.
pio con ten ido elementos per ncia individual de rebasa es por que con facilid sea asim ilad a con un
introducir en el seno del pro ) y/ o su s11stancia (la experie maravilla, probablemente
na (la lóg ica del pec ado sugieren sus reacciones de fue rza divina pasmosa, de un
terar suforr e de la adopción cristiana ien to en la vid a soc ial de una
En otra s pal abr as, la articulación subyacent es dec ir el sur ?im esita ni el compromiso
la salv ació n). en una analogía parcial (las tan irresistible que no nec
dejaría entonces de basarse que se_ imp one explica que no se dud e en
con el conjunto indígena l. Entonces es comprensible colecuva de la creencía. Ello
dificar el equilibrio genera 1nd1v1dual n1 la adh esi ón recibirlo como un tetzahuit!?
pruebas por superar) para mo n dad a, según la imp ort an- Domingo. Mas, ¿por qué
dan , según la interpretació absoluto ant e el relato de mingo el mismo
que los rasgos cristianos pue sólo serían variantes nec esa rio sup one r que los indios companen con Do
, tan to sati sfac er el mo delo chamánico (del que Aquí, no sólo es n indígena de lo di-
cía concedida la (.Uipa que pue de aún pre dom ina n la ídolatrfa y una perce¡)ció
s) com o inc orp ora r un concepto de la persona y de sustrato -e n que son sensibles a las des-
suplement aria rupturas bruscas, pare- o tam bié n y sobre todo que
icio nal. Mucho más que ciertas vino (el tet zah uit l)- , sin
sustitu ir el con ten ido trad n es que el curandero ímpone
margen de ind ete rm ina ció , a cor tes. ' a las asociaciones, a las distorsion o-
ser que esto s ma teri ale s de doble interpretación y el ter nin g. De for- via cio ?es utilíza. Ello por varias raz
ce ión del pat mente a los materiales que n de
licar la alteración y la evoluc consciente o inconsciente esos cam bio s se inte gra
que ma ntie nen pue den exp os ext rañ os pas aría n a ser forma y Io sustan- ará que esas operaciones y
i6n que era n, esto s rasg nes. Antes que nad a se not rre, por ejemplo, con el lienzo
ma de la expres prá ctic a tera péu ti<;:a: así ocu
un modo a una
cia del contenido. ese paso de un estrato consiguíente, el curandero 00
r el orig en del cambio, el resorte de San ta Ve rón ica vue lto a emplear con ese fin. Por
Qu eda por det erm ina de a se que esos rasgos se
o lo son por la conjunción :e está señalado: En seguid
brechas abiertas en el sustrat os s: ;ale del papel mo ind ígena y que, en
a otro. Todo sugiere que las de un fracaso de los recurs y vigente del chaman1s
de una indisponibilidad, riza r nue vos en el patro:1 aun s gen era liza dos en todo el gru-
de un desorden personal y ner y a inte rio cias rem iten a las claras a desórdene
oner que induciéndolo a rete fin, cier tas sec uen de la población indígena un
tradicionales. Se Puede sup mingo lo lleva a asimilar ad ind íge na) . Existe entonces en el seno de la
de def ens a, el ''al coh olismo'' (probable) de Do po (la ebr ied que facilitan la recepción
eleme nto s juicio los fun dam ent os, orden psíquico y existencial
a pue den poner en tela de haz d: egar un ele me nto sup lem en·
formas exóticas que a la larg Sin dud a, a ello hay que agr per so-
la idolatría. expenenc1a de Domingo. os. Son los toq ues
la forma y la sustancia de persona no sólo constituye lica aún má s el éxi to de los rasgos no revelad su
la tran sici ón de una vivencia a otra de la tario que exp experiencia, que cin1ienta n
No obstante, ce tllU bié n una el curandero confiere a su irio
ord en sim ból ico . Se pue de dar por sen tad o que ejer incomunicable de un del
un avatar de sujeto. La. valoración la nun ca en la extrañeza
en los reg istr os psí qui cos a los que pue de recurrir el ong1nahdad sin prec1p1tar jue ga con la singularidad de su ex-
influencia ión que preconiza, la impor· la que el curandero
sí mis mo que pro pon e el cristianismo, la introspecc pri'":ado_. La insistencia con es, desde luego, una n1a·
de que se opo nen dia me tral · do se complace en difundir, rse de
ono mía del sujeto me parece pertenc1a, cuyo relato detalla JAanes, un modo de separa
tancia que concede a ia aut en redes de dependencias la influencia de otros cha
persona encerrada y dilu ida nera de sob re lafo rtn a de la expre-
me nte al concepto de una la predicación y sí una ma yor clientela ob{indo qui tarle
de la seg und a mit ad del síglo XVl, las exigencias de y de a una acción sin
múltiples. Des de la redención, acompa- no 1m p1d e que esre sello personal, que da valor tura les nue ·
fes ión , la asim ilac ión de una lógica del pecado y las szo n. Ello lo de rasg os cul
de la con ación, de la ano mia y de al mismo tiem po el vehícu ella
cto s más devastadores de la acultur to nada de su legibilidad, sea adu eña do tan to de aqu
ñad as por los efe de un suj eto , al sur gim ien ese "hechizo que se había
contribuir a la definición . En ;1quell as vos y, en parte, el motor de
rupturas sociales pud iero n y por consiguiente al nue stro reg ión ''.
pró xim o al yo fre udi ano de la re· taría de n1anera distinta
de un yo más interiorización plejo chamáníco se compor ·
ducido una desviación, una Dicho de otro mo do, el com los rasgos exógenos reínser
circunstancias se habría pro una mo dificación de las con1· , sería capaz de absorber ade iná s
mis mo que , por la misma razón que que la idolatría. Como ésta que con for ma . Per o
laci ón con sigo pat ter nin g ope rad o por el en los diversos sistemas a los
rvendría en la evolución del tándolos en el conjunto y va que , al exp one r al individuo a experico.cías
binatorias simbólicas, inte de lo cul tur al puesto que acu sad a dim ens ión sub jeti
rfa disociarse lo psicológico posee una o latentes en los de>
sustrato. Un a vez más no pod identalización de la rías rep etid as, exa cer ba en él tensíones personales
osp ect iva es tan to un efecto probable de la occ alucin ato
la mirada intr o. Pero es probable que
com o un acc eso dis tint o a los resortes del psiquism
persona
112 de 1
Le\ Ctl.F'TURtl. DE LO SOBREN:\TUR.::\L
213
mis. Este terreno. est:\ parecen predisp oner a una n1anipulación ori-
los Remedios y por consigu ien(e una de las manifes taciones más
gin'.tl y súfe!71.'i/ica de Jos Lcsgos culturales que, en el contexto de una
idolatría en vivaces de la
devoción marian:1 en Nueva España durante aquellas primera s décadas
retroceso v de una cristia..nización en expa.r1sión, puede estimular un
proceso de acul. del siglo
.'(\'l!. Más aún: las vinculaciones entre las figuras
tur:ición ".-\.si ocurrió a fines dei siglo X\-¡ y a principi os de! x--v¡r divinas se calcan con bastante fide-
Sería preciso n1ultipllcar ios estudios de casos para sugerir la diversid lldad del L2- Y'irgen está presente con el Nif'ío, inrcr-,·iene en nombre
ad de con1- de su Hijo y en contra de la enferrnc dad. En fin, la relación del enfermo
porramientos de aquellos curanderos de la primera mitad del siglo A">'1L
En Francisca con Dios
se asimila a un movin1iento persona \ y no a la realízación de un rito.
de Tenanci ngo (1626). la experiencia cha1nánica cobra ia forma enteram
ente tradi- Hay en ello
una redefini ción de las entidade s divinas y de la relación con esas potenci
cional de una iniciación subacuárica. La india evoca una veintena
de casos más, lo as que no
pertenece a\ mundo de la idolatría y altera en su forma y su sustanci
que corrobora la frecuencia del fenón1e no en el pueblo, pero sobre
rodo cita vi- a el conteni do
ffadicional de b visión iniciática. En el caso de Juan, la hierofan !a
siones cristianizadas corno si por la misma época y en uo contexto
compar able pu- cristian a ya está
dieran coexisrir en vías de sustituir el modelo chamán ico. A.quL el sustrato profund
simbólicas distintas sin perturba r a los interesados. 7 o, implícit o e
inconsciente que evocábamos en Doming o parece operar un doble
En cierto Juan de la C1uz, oríginario de las minas de Zacualp an, las
visiones (hacia pattern ing o,
más exacta.Inente, evolucionar hacia una organiza ción dístinta de la
1631-1636) ilevan la marca de una aculturación brutal y caótica. 8
Si bien el conte- que muestra la
idolatría. Adopta la forma de una alteració n del guión autócto
nido global sigue siendo el de una experiencia in.iciática de origen
autócto no, las no (la forma del
contenido), pero también de una modificación del concept o de la persona
adopciones del crisúanisr.no se hacen más numero sas que en las visiones
de Domin- y de los
dioses (!a sustancia de ese mismo contenido). la realidad indígen a
go. Los iniciadores son identific ados de un modo expreso (Jos arcángel
es l\-figuel y no sólo se apro+
pia element os crisdanos, sino que ran1bién explica sentidos descono
Gabtíel) , Dios está pfincipa !rnente en el origen de la iniciación: la cidos merced a
Vírgen sirve de una doble expansión de lo verosírnil y de lo expresa do. Sin lugar a
mediado ra entre el indio y el Señor que reclama sus servicios. La sucesión dudas se puede
de episo- compara r este mo,>'imiento con el principi o de reorgan ización del
dios sugiere también un itinerari o psicológico complej o y delicado espacio gráfico
de restituir , ja- tradícionai y con la aparición de una expresión occidental de la figura
lonado por la recurrencía, a) hilo de las visiones, de imágenes materna
les y femeninas humana con-
secutiva a la lenta asimilación de rasgos exógenos, aunque estos
sucesívamente protecto ras y agresivas· La madre de Juan: la \Tirgeo procesos circuns-
con el Niño, la critos a un grupo determi nado -los pintores y su públic o- sean
india que personifica la enferme dad. Es 1nás fácit seguir la trayecto
ria cuhural de mucho más
precoces. Las visiones de Juan están más acultura das' que las de Doming
}11:IIT:L:·a sumisió n ante \os arcángeles. ante ta Vltgeñ, añre Díos··ex
pres:cur'rgraOo .. o. Por lo
"-demás, Scih pos'reriOtes a
de cristianización indiscu :ibk pero no constituye en absoluto una
evolución irre· - -- esa.s minas de plara donde se codean poblacio nes móvíles y rnezclad
versib!e pues:o que ei curandero recae para su perdición en ía prácrica
de la brujería. as.
No por ello podríam os deducir que la coloniza cíón de lo imagina
Esta faceta de búsqued a a [Íentas y frágil es lo que, según nos parece,
de-be merecer rio indígen a
adopta el curso tranquil o de una evolución lineal y uniform e, aunque
mis la atención fuese en una
misma región· Es más conveni ente insistir en la diversid ad y en la
Esa experiencia se divide entre un polo idólatra y otro polo criscian pluralid ad de las
ízado. El pri· experiencias. Desde antes de 1617, en una india de Iguala las torturas
mero no sólo es manifie sto en el patrón chamán íco sino también iniciáticas se
en el curso del inspiran en la crucífn::ión, como si los segmen tos que exigían una
episodio de un cruento hechizo que provocó la detenció n del persona mayor inversión
je. El segundo rt.fectiva (el sufrimie nto en la iniciación) se n'lostra.ran más permea
polo se orienta hacia una nueva organización de !a visión inspirad a en la.s bles a la va-
hierofa- tiacíón y a la crístianización. 9 En otros curande ros se observa la conjuga
nías cristianas_ Estas ya se encocua ban presentes en Doming o, pero ción de un
de una mane- discurso antiguo y de- unos ademan es y un cariz nuevos, inspirad
ra.sup.erfícial Los iniciadores eran só!o figuras bla.11cas anónim as os en las devo-
y la 'Virgen no ciones- -el rosario - y en los ve-nerables a los que la Iglesia barroca
mantení a ninguna relación directa con Cristo. En cambio. en Juan, a-pfet:iaba tan-
se toman to, w Hemos de recordar que, en los relatos que estos indios hacen
men(OS ar1áJogos en una acepción más cristianizada. O más exactarn de :Su iniciación
ente, de simple se pueden deslizar variantes sin que ello pen:urb e ni al sujeto ni a
forma de expresión, de una colección de imágene s, pasan a ser sustanci sus oyentes_ Esta
a (la rela- maleabi lidad del relato, y por consigu iente de la expresió n, no trastorn
ción con lo divino) y jOr!71u esquem a mariano ) del contenia'.:; de la vísión, En a su organi-
zación interna sino que permite descubrir de nuevo de qué mar1era
ello se apreciará el ejemplo de un cambio inducíd o por la propia narurale se puede efec-
za de los tuar la transición o la apertura de una organiza ción tradicio nal
materiales adoptados_ En la mariofa nía asoma la desviación 111ás notoria_ -la experien cia
La Virgen chamán ica- a desplieg ues distintos, Esta polisem.ia de la expresió
de Juan ya no es una simple forma, una vaga silueta. Al parecer es Nuestra n autoriza rein-
Señora de terpretaciones sucesivas o simultán eas, que pueden dar a la experien
LS, pp 98.\!)
cia persona l
8 LS, pp. 103,iJS 9A,p.52
lO A, pp i
113 de 162
LA CAPTURA DE LO SOBRENATURAL CRISTIANO LA CAPTURA DE LO SOBREN1\ TURt\L CRISTIANO
214
un contenido cristiano que en su origen no es el suyo, pero que sín dificultad con- cristiano, como hemos visto en la visión de Domingo. Pero aquellos curanderos
cuerda con el papel que adoptan esos personajes. Al parecer, nos aproximaríamos tienen siempre mucho cuidado en dominar el proceso con el fin de quedar como
una vez más a los procesos que hicieron posible el deslizamiento de una realidad recursos indispensables ante la proliferación de los rasgos nuevos. l\lgunos, por
autóctona -la idolatría- a la aculturación (de la expresión y del contenido) y por ejemplo, se meten a interpretar el purgatorio y el infierno cristianos, conjugando
tanto a la creación cultural. La elección de materiales que se presta a múltiples el culto del fuego con la imagen cristiana y angustiosa de las llamas de ultratumba.
terpretaciones, el olvido del origen respectivo de los rasgos manipulados o simple y ¿Acaso no proponen al agonizante que "se componga aqui antes de morir con el
sencillamente la familíarización con una expresión cristiana lo bastante arraigada fuego y le ofrezca sacrificio para que de donde quiera que fuere después de muer-
en el siglo xvn para no sentirse ya como exógena, son otros tantos elementos que to, lo tenga propicio, para que no Io atormente tanto como lo atormentara si no
de un modo progresivo pudieron influir en el contenido e iniciar una remodela- hubiera ofrecfdole sacrificio"? 11 Aquellos curanderos admiten que, después de la
ci6n del sustrato e incluso, en el peor de los casos, precipitar su desmantelamient o. muerte, las almas están ante el peligro del fuego temporal del purgatorio o, en caso
La experiencia iníciática ocupa un lugar nada despreciable en la influencia de los de pecado mortal, del fuego eterno del infierno. La idea del alma, del pecado, de
curanderos. Por ese motivo nos parece que lo imaginario que transmite tiene una la gracia, de la eternidad, del castigo póstumo, los sacramentos de la Iglesia in+
incidencia notable en las poblaciones entre las que ejercen ellos sus prácticas. La vaden de manera progresiva el mundo indígena sin que el curandero pierda por
valoración y la credibilidad de la visión, y por consiguiente de una trayectoria per- ello su lugar, sino muy al contrario puesto que tiene la precaución de producir u¡1
sonal y subjetiva, probablemente deban vincularse a la posición social de los cu- reacondicionamie nto de la forma de expresión (las imágenes cristianas) y de pro·
randeros en aquella primera mitad del siglo X\'11. Si éstos en sus conjuros siguen poner una modificación del contenido en su sustancia y en su forma (la salvación
reivindicando el título de tlama.cazque, cierto es que ya no mucho los une a esos individual/las estrategias del más allá).
personajes de funciones institucionales, de saberes complejos y prestigiosos. Lo Las trayectorias de algunos curanderos muestran el grado al que, en lo más in-
que pierden en autoridad, lo ganan en autonomía personal. adquiriendo una li· tenso de la crisis demográfica, las culturas ''populares'' indígenas siguen siendo
bertad de movimiento que conduce a buscar una caudón divina ante algunas de conjuntos asombrosamente vivos, capaces de reaccionar ante el cambío, mucho
las nuevas fuerzas introducidas por los españoles, más que conservadores inertes de la idolatría. No siempre es fácil captar a Jos pro-
La experiencia iniciática, fundadora del saber y de los poderes, parece entonces tagonistas de esta creatividad, aunque hubiera de quedar sin mañana. Los curan·
tener tanto mayor efecto cuanto que se desenvuelve en el seno de la comunidad in· cleros son algunos de ellos. Permiten captar (casi) en vivo la búsqueda vacilante de
dígena e implica directamente a enfermos obligados, para curarse, a participar tam+ nuevos modos de expresión y de acomodo a la realidad colonial y a las culturas do-
bién en la creencia de su curandero. Así se desata y se multiplica una interiorízadón minantes< Camino que no se confunde ni con el de los notables que nos legaron
en cascada de las imágenes, de las situaciones, de las tramas evocadas por la vi+ los Títulos primordiales ni aun menos con el de los nobles del siglo XVI y de principios
sión del curandero. En ese sentido, este personaje parece desempeñar un papel cla- del siglo X\1!. La confluencia de la tradición chamánica y de un desorden personal
ve en la introduccíón y la adaptación de lo sobrenatural cristiano (tanto en el plano parece entonces favorecer la aparición de rasgos imprevistos y escimular e! surgímien·
de la expresión como en el del contenido). ''Puede desempeñar'' pues según las fe· to de arreglos desconocidos. El problema de la "normalidad" del cha1nán ha sido
chas, los lugares y sobre todo las personalidades, las acciones cobran formas extre- objeto de abundantes polémicas en la.s que no pretendemos enrrac 1' No se puede
madamente diversas y contrastantes. negar la singularidad del personaje, su sensibilidad particular, su situación perifé·
Como es evidente, la intervención del curandero no se limita a reflejar una ima· rica, lo precario de su posición, su aptitud para_expresar de un modo más intenso
ginación exótica. En la medida de sus posibilidades, se emplea para cumplir una que otros las tensiones que afectan a la comunitrad. . Pero también, a diferencia
función, si no de monopolio, cuando menos de intermediario obligado ante los de los demás indios, el chamdn es, en un contexto de crisis, un personaje que
elementos extranjeros que penetran en las culturas indígenas. Así, al azar de las ví· serva un contacto directo con el contenido tradicional o cuando menos con lo que
siones que propagan, algunos curanderos aparecen como interlocutores privilc· de él subsiste. Como debe dar a sus pacientes respuestas culturales eficaces, le es
giados de los santos: "Si se trata de tener enojado a Nuestro Señor o a la Virgen preciso desviar materiales nuevos, exóticos, pero lo suficientemente familiares para
Santísima o a ouo cualquier santo, lo tienen por poderoso para desenojarlos o apla· integrarlos (en el plano de la expresión y en ocasiones del contenido) a lo que se ha
carlos.'' 11 Por intermediación suva las entidades cristianas se deslizan en el sistema conservado del patrimonio indígena< Asimilados a los diferentes momentos de la
de interpretación indígena de la.enfermedad y se constituyen en potencias tan efi+ 12 LS, p. 103.
caces como el fuego, el sol o el agua. Por el mismo camino se introduce el más allá !3 Sobre un ca.so de visioJ1es que dan en el delirio idiosincri>ico. réase /nqu¡j;oón. voi _ _)(),\
fols. 6Sr. · 70t. [ 1624. J
ll LS, p. 102.
114 de 1
:G LA Ci\PTLRA DE LO SOBRENATLR:\L CRL3TlA);0 L\ C:\PT1.JR,-\ DE LO SOBRE>:ATliRALCRISTL.\NO 2l7
iniciación cha.rnánica, aprovechando la permeabilidad de la idolatría, aquellos ras- J\lgunos indicios sugieren que, comúnmente, el consumo de las drogas, como el
gos desconocidos mantienen la posibilidad de nuevas interpretaciones evocadoras. de la carne de los sacrificados o la poligamia, estaban reservados a la nobleza. Por
a su vez, de nuevos contenidos que surgen de manera progresiva y se apartan más v tanto, la Iglesia debía abolir de un mismo golpe estos tres privilegios. Tanto como
más de la idolatría. Esta polisemia de las entidades divinas y de las siruaciones ase,. el canibalismo rirua! o el sacrificio humano, el empleo de los alucinógenos provocó
gura sin discusión et choque del curandero en n1edios cuy¿ grado de acuhuración la repulsa y el horror de los evangelizadores. Cuando éstos no censuraron las infor·
puede ser muy variable. lvías lo que domeña en realidad lo sobrenatural cristiano rnaciones al respecto, se dedica.ron a dar en palabras y en imágenes una i.r1te¡pretación
y fe da raíces indígenas confiríéndole una realídad y una evidencia comparables a las demoniaca de las visiones que provocaba la ingestión de aquellas plantas. Repro·
de la ídolatría, es la experiencia alucinatoria. Esta experiencía corresponde a la "sus. chaban a los alucinógenos ser instrumento de Satanás, pero también de conducir a
rancia de la expresión", en ouas palabras, a su materialidad, a su soporte. Como la sinrazón, a la locura pasajera o definitiva, al equivalente de la en1briaguez
sigue siendo de orden en ese9.cia autóctono y es condición ind.ispensabie de la cohólíca e incluso a la lujuria. i¡
expresión, no debe sorprender'rlos que ofrezca el último refugio de la tradición, Pese a la hostilídad de la Iglesia, a pesar de la clandestinidad impuesta, el con-
aun cuar1do la forma de expresión y el contenido en su totalidad se ha van alterado sumo de los alucinógenos sigue siendo a principios del siglo XVll un fenómeno su-
y cristianizado. , mamente corriente. La resistencia del complejo que, de una manera rná.s general,
Con frecuencia, la iniciacíón y el éxtasis chamánicos aparecen vinculados al con- también es la de la idolatría, revela los límites de la cristianizacíón. Aquel consumo ¡
sun10 de sustancias alucinógenas. Queda fuera de duda que en ese caso se trata de siempre está rodeado de reglas precisas y de cierras precauciones. El curandero al
1
un complejo milenario dífundido por doquier en el continente a,_'11ericano. En la que se consulta fija el día y la hora del consumo en función del calendario ritual.
época prehispánica, los alucinógenos ocupaban w1 lugar en los grandes ritos: la ''Fiesta La habitación en donde debe desarrollarse la experiencia se barre y se inciensa cuidado- ¡
de las Revelacíones" (entre los mexicas), los banquetes principescos, los sacrificios, sa.rnente, en ella debe reinar el silencio más absoluto. El menor incidente, la entrada
la adivinación, la medicina. Su consun10 era una actividad altamente valorada. de un tercero, el paso o el ladrido de un perro bastan pa.ra perturbar una consulta
meticulosamenre codificada, encerrada en reglas cuya observación resul[aba que dura tanto como el estado inducido por la droga. La consulta puede rener lu- i
rativa y cuya infracción era sancionada. Corno en muchas otras culturas, las drogas gar bajo la dirección de un especialista que ingiere o hace ingerir la planta. Pero fi
hacían _Qfic.io de dísparaciores bioqµíln.icos que inducían estados pasajeros cuyo puede llegar a suceder que el indio consiga por si mismo el alucinógeno en algún
contenido, lejos de ser arbitrario, correspondía a las imágenes, a ias sensaciones mercido y- realice solo la operación. Contrariamente a la esfera en resumidas cuentas
1
que la tradición asociaba a este tipo de íntoxícac.ión. A este respecto, la alucinación reducida de las visiones iniciáticas, la alucinación provocada puede 'en<:o'nces alean· 1
es una especie de "reflejo cultural condicionado'' que, en el mismo plano que la zar una dif..isión considerable entre las poblaciones indígenas. ¡
enseñanza, participa en la interiorización de sectores esenciales de las culturas au- En octubre de 1624, un indio ingiere en Chlautlapeyot/ para localizar a Sll esposa
tóctonas. la droga desempeña entonces el papel de desmult.iplicador de lo real v que había huido: 'Con la embriaguez dél [, _] vió un viejo que le dijo a donde
su consumo institucionalizado contribuye a dilatar los límites de la percepción "or'· estaba su mujer [. . ] le diío [que] estaba su mujer en el pueblo de Izúcar y que la
<linaria'', al mismo dempo que conforma las sensaciones experimentadas según había llevado otro indio. . y que fuese por tal y tal parte y lugar que la hallaría y
culturales q'.-1e en este caso son los de la ídoiatría. Lls drogas sirven para traería. . "Las fuentes ofrecen numerosos resdmonios análogos. En las tierras cá-
comunicarse con !os dioses pues desencadenaban en el hombre un doble proceso: lidas que ocupa..'1 el sur del arzobispado de lvféxico y el occidente de la diócesis de
introducían en el cuerpo del consumidor la potencia que abrigaban e impulsa- Puebla, el consumo de la droga conserva formas tradicionales. Por ejemplo, es sig-
ban su tonafli hacia el mundo divíno. Proyecrado fuera de! tiempo humano o nificativo que sea un ''venerable anciano'' quien aparece y personifica el ololíuh-
por la divinidad, el indio adquiría el conocí.miento de las cosas por ve- qui. Es probable que esta figura antropomorfa sea una ímago, una función más
nlf. La planta demostraba ser el interlocutor omnisciente, el detentar del secreto que una persona, portadora de la tradición y de la autoridad. Por otra parte, sabi-
buscado, la potencia que ponía fin a una situación angustiosa, incierta cuando los do es que el curandero indígena se presentaba a su discípulo con los rasgos de Oxo-
recursos ordinarios se habían agotado, Cuando el consumo cobraba una forma co· rnoco, el Viejo, El que conoce los destinos, En otras visiones de los rnlsmos años, el
lectiva, l?s consumídores intercambiaban las informaciones que así habían recibi- consumidor da mayor importancia a la posesión: ''No le había hablado su corazón
do e.l futuro y atisbado por cada cual dejaba de ser una experíencia y que así no sabía que decirse." Como antaño, el corazón del sujeto abre su recep-
sub¡euva para consutuuse en el saber de todos.'' táculo a la fuerza divina ema.r1ada de la planta que ha sido ingerida. Sin embargo,
11
· Durán, Hutorú1.. . o¡'J. cit., ti. pp. 416, 310, 48·Í: López i'tUStlfl (1980), l. o. 411: Muñoz Ca· l'.i Mo!ina, Confesion;;n·o. , op. cit., fol. 82r; Sahag1Jn. Histon'a. , o¡7. ú: .. m, pp. 192, 292·
2
2.·go. HJuoru de T/,,;.w:aia. México. Ateneo Nacional de 1· :\ne;; ¿z: México. P- 146. 293: MotoEnfa. ,\.iem(,-;':¡/cs. . . op. ci:., p. 32.
115 de 162
LA CAPTURA DE LO SOBRENATURAL CRISTIANO 219
218 LA CAPTURA DE LO SOBRENATURAL CRISTIANO
corno la de la idolatría, la influencia de los alucinógenos menguó de manera sin· versiones de ciertos procesos de aculturación, sin embargo no deben hacernos irna.
gular desde que cesaron los ritos, los banquetes donde se consumían, y la práctica ginar que una parte de las poblaciones nuevas entró de pronto en el universo de la
ya no está sometida a la dirección de un clero o de alguna autoridad cualquiera. En idolatría. El aprendizaje de los ritos, de las palabras y de los ademanes, la asimi-
16 lación de las imágenes no deben confundirse con la interiorización de otra aprehen·
cambio, la dominación colonial favorece sin discusión un consumo "salvaje" .
De una manera imprevista, pero que revela la complejidad de todo proceso de sión de la realidad. Como tampoco es posíble desconocer las resistencias que surgen
aculturación, las imágenes alucinadas por los indios invaden lo imaginario de los y olvidar los efectos secundarios de la colonización de lo imaginario.
mestizos, de los negros, de los mulatos e incluso de cienos españoles. El fenómeno La represión eclesiástica, la persecución de los curanderos por el Ordinario, las
contribuye a explicar tanto la persistencia de una práctica como la de las imágenes intervenciones de la Inquisición en contra de sus clientes mestizos, negros, mulatos y
que suscíta y de la representación que hacen los indios de ellas. Se lo puede fechar españoles difícilmente parecen haber detenído la seducción que las drogas ejercen
a principios del siglo XVll. Parece ser que en aquel entonces el uso de los alucinóge- en aquellos principios del siglo XY1L Otros obstáculos dificultaron la consulta de los
nos llegó a ser moneda corriente para amplios sectores de la sociedad colonial. Fas- alucinógenos. Proceden de los propios indios que temen la cólera de la potencia
cinados por aquella técnica adivinatoria, negros, mulatos, mestizos y españoles de encerrada en la planta. la ira del alucinógeno es monífera. Se puede revertir contra
condíción modesta -la "gente de servicio", la "gente vil" - empiezan por contra- aquel que no observa las reglas y los ritos, o contra los que explican al enemigo, al
tar los servicios de un curandero indígena, luego se procuran por sí mismos las juez eclesiástico los usos prohibidos. l\ tal grado que los detentores de peyotl Yde
plantas y aprenden a consumirlas y. sobre todo, a ver lo que ven los indios. Doble ololiuhqui con frecuencia prefieren exponerse a las persecuciones de la Iglesia,
desquite indígena de la Iglesia: gana adeptos para una práctica sin verdadero tes que desatar una reacción que no sólo los pondría en peligro sino que afectarla
equivalente ultraatlántico, al parecer la hace companir su percepción de lo real y incluso al sacerdote católico que se entrometiera en aquellas cosas. De ahí las reti-
de lo numinoso. Una vez más, abundan los testimonios al respecto. Pensemos en cencias, las demoras, cieno malestar entre aquellos indios que aceptan poner su arte
particular en el papel desempeñado por esos seres de sangre mezclada de los que al servicio de una clientela mezclada. i\lgunas visiones explican de nuevo a su n1a-
reniega un padre español, separados de un padre negro o mulato y que viven en el nera estos atolladeros. La repulsa, el silencio o la ira de la potencia consultada
seno de las comunidades indígenas, inmersos en esas culturas y rápidamente ab· presan las contradicciones de un curandero dividido entre el interés por satisfacer
sorbidos por ellas, Las fuentes españolas denuncian sin descanso su presencia per- una clientela española, obtener alguna utilidad y la necesidad lógica de evitar los
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turbadora aunque mal permitan acercárseles, por tanto que se confunden con el contactos con un grupo cuyas autoridades proscriben el uso del peyotl.
resto de los indios. Pero hay otras vías y aculturaciones más parciales. Antes que Pero al parecer, de una manera general, no prevaleció esta actitud. Por una par-
nada, la que representa el recurso desesperado de una técnica exótica. Consulta in· te, porque a panir de la segunda mitad del siglo XV! la idolatría ya no fue objeto de
directa, por intermedíación de un indígena, pero que ya implica el reconocimiento una represión sistemática y organizada. Por la otra, porque los españoles, los mes-
de la eficacia de la práctica. De la consulta indirecta a la sugerencia y a la expericn· tizos y los mulatos con los cuales podían comerciar los indios eran menos portado-
cia personal no hay, en aquellos principios del siglo xvn, sino un paso que muchos res de las prohibiciones eclesiásticas que demandantes ávidos a los que no molestaba
dan, cada vez en mayor número. Es comprensible que los indios puedan enseñar recurrir a prácticas ilícitas: el deseo de conocer lo inefable que animaba a aquellos
a mestizos o a mulatos las invocaciones, los cantos rituales, los ademanes que rodean aficionados a los horóscopos, a las figurillas de papel reconado, el anzuelo de la
la consulta y que así se esboce un condicionamiento que favorece la difusión de la ganancia entre indios con frecuencia miserables e7haron por tierra las reticencias
indígenas y las barreras levantadas la Inquisición. Incluso cabe
visión indígena. 1-1ás sorprendente resulta que, arrastrados por sus delirios, consu-
preguntarse si la complejidad de la posición de la Iglesia no se agregó a la confu ·
midores que desconocen el náhuatl o lo farfullan de pronto se pongan a dominarlo concedían una
sión y hasta favoreció la difusión. Se recordará que los extirpadores
con soltura o a soñar en esta lengua. Imágenes, palabras, ademanes se extienden
pues a "los que [se] comunican mucho [con] los indios, especialmente siendo gen· pane de verdad a las visiones indígenas, aun cuando fuera el demonio el que había
17 intervenido en ellas. En tanto que el Santo Oficio hacía una distinción entre un
te vil, fácilmente se inficionan con sus costumbres y supersticiones''.
Si estos casos tienen el mérito de llamar la atención hacia la complejidad y las in· uso lícito, medicinal de aquellas plantas, y un empleo proscrito y
Aquellas divisiones al parecer claras se prestaban a interpretaciones tendcnoosas:
\6 A, pp. 4J, )1: P, p. 379; .'iG}l, Inquisición. vol. 304, fol. 62t.; vol. 303, fol. 78r.; vol. 335. cxp. se podía, y continuament e se hizo, prete;.---rar el uso medicinal y buscar en la droga
96, fol. 3i2v. esa verdad que la Iglesia no denegaba de un modo sistemático,
17 A. p. 49; LS. p. 239; AGN, Inquisición, vol. 312, fol. 2i0r.; vo!. 486, fo!. 229r.. vol. 342, exp. 10;
voL 341, fol. 313r.: vol. 304, cxp. 26; YO!. 340, fo!. 362r.; YO!. 342, txp. 15, foL 35,ÍL; vol. exp. 1s AG:-1, Jnquúiáón, vol. 478, fol. 2i3r.; Múiones. vol. :6. "Rdaci6ndc la misión que hKicron
4; vol. 746, fol. SOOr.: vol. 317, cxp. 21. los pp_ L. Lópcz:, M. de Urroy y P. de Orga'' p645j.
116 de 1
y:t del fondo in-
espec tacula r. Pero es en otro vuelve una
una pasada irnpre vis(a introd u- La ad1v1 nac:on tnd1g ena se
i\LLi el díabio de la acultu r:lción jugó a rodos dígen a result a mis rnarca da y s1sterninca_
ciones indíge nas. El proceso es estrict an1en t.e maten aies, de
ciendo irnáge nes cristla cas en !ugar de las percep empre sa lucrat iva, reduc ida a fines
ión de las iniciaciones cham ánica s, iones que la
parale lo a la predicación jesuit a, a b crístianiz:ic quier refere ncia ai conju nto de las repres entac
_
é:r:ico Se s2be que proba bieme nre des- ación se extien de adem ás a todos los dom1n1os de la idolat ria. Al·
Pero esta vez se vaciL1 respec to a su Esa comer cializ
, ba,io la influe ncia de los alucin ógeno s, velan de la suerte gue ;e ofrece n en a acreedores
de fines del siglo X\"! J.lgunos indios gunos ídolos pasan a ser
s. La difusión del culto a tos sar1tos indíg enas que_ otrece n servtc ios impo nen los
figurlS ton1adas del cristia.nisrno_ Cristo. los ángele n1ientr:1s que los s::icriflCadorcs e un
s puede n expli- client e rnesu zo con sangr
en el se. inserción en e\ pa:iteón de las fuerzas !ocale avuno s tradic ionale s pero t3lnb ién piden al
1-a alucln Jción. sin que por lo dem(b . como xvu la idolat ría antigu a corre cada
car t:1mbién su apariclón en el dellrio de ;acto con el demo nio. En el transc urso del siglo tla-
n-ació o del comp lejo sea incom patibl e, en aquellos por las magia s colon iales y el curan dero
en la visión inicíática, Ja conse más el peligr o de dejars e absor ber un
n. L. aculn i- o de un cazad or de tesoro s,
princi pios del siglo con una cristianizs.ción del rilo y de la image 171acazqut' e[ de ya no ser 1nis que un adivin
bi;_:_n puede adapt arse a una perma nenci a cuand o los.
ración de la form.1 d2 brujo de la l!uvi-a al que no se vacila en
19 zo o españ ol. Et éxno de los aluon ogeno s
del contenúlo. ciona n b. espera del dient e mesti
ces acorn pañad a por un fenó- ores en.la r.nedida en que es part1c1pe
la cristia nizaci ón de Íos delirios indíge cas va enton puede enton ces escon der eÍectos desint egra.d
de !a socied ad colon iaL Antes que nada. al a a los 1nd1gen_as. Sea com.o en
meno anilo go en los den1-ás grupo s de una banal izació n de la prácti ca que escap
ncias <l !a Eucarisría, el uso de agua ticas o el del nulag ro, :1erto
recec afec{Ó las prácti cas. Pleg-;uiJ.s, refere ese terren o como en el de las visiones iriiciá
rodea n el consu mo en las dos prime - se integr an a lo coud1 ano
bendi ia y la adora ción de irnágene-s piadosas cristia nismo . Las fuerza s divina s que conce ntra
quizás despu és de 1625, l-a ms.teria de de una acces ibilid ad famil iar y lv1ás que :_t milag ro lo-
ras dfcad as del siglo X\.il. Con posre riorid ad, y gracias a la droga son
abre de n1anera progr esiva a\ pante ón de o!onu nqut, un punad o de
las alucin acion es evo[ucion:;_ y ei delirio cal 0 d éxtasls del ch:;,m3n. del peyot l, un poco
eriv1a das a la Inqui sición y conse rvada s basta n, obten er eli;,s 1o que se desea Slfl
cristiano_ Tribu taria de l2s denun cias gos perm iten unirse a Jos S2.Dt0 5, a \a \![rge
muy relativo. Sugiere que la crisóa ni- sacerd otes espan oles,· ·
nuestr os días, esta crono logía posee i..:n \'alor tener que pasa.r por b. lglesi a y por sus
mesti zo y negro que en el medio
zación de las imáge nes es más ta.rdia en e: medio
s) indios en el origen del uO b-a.1ance sumar io no son si?o
indíge na, con10 si (aunq ue los indici os sean escaso Los eleme ntos disper sos de los que hemo s hecho
ver en ello e! efecto de aquel los curan deros de los que hemo s iación aún más avanz ada del cristia nismo de los in-
proceso. ¿Habr á -en vende r signos precu rsores de una aprop
o la acción de adivinos indíge nas intere sados siglo A\'ll, con el trasfo ndo de ela-
descrito algun as conju nto vasores. Tiene lugar en la segun da mitad del segui do al
na:ori as? ¿O supon er un cuya
mejor -crlsr ianiz ándo las- sus prácticas -adivi borac ión de aquel las iriemo rias cristia nizad as evo.lu-
a.rían ese extrao rdinar io flLtio de in- trata de situar en esni. ep.oca una
de evolu cione s parale las o cruza das que explic hilo de los título s. Huelg a decir que no se nas, sino
lo imagi nario de unos y otro; a partir rsible del conju nto de las cultur as indíge
tercam bios, coinc idenc ias cland estina s enrre , , g ºe•·l 5:,-nu\ ·ánea e irreve 'a\'d d
ritual del pevot !. de Cl 0 u eu ' '-''"' l •
indíge na como el consu mo reveladores de nuevas potenc1 1 a es
de una prácti ca ran especificarnente - "' mis bien de destacar fenóm enos desco nocid os,
los hongo s o del o!ofi¡¡hqrú): ritextos, las épocas Y los. grupo s:
que se concr etan de vez en cuand o según los.co
un desqu üe indíg ena. Para los poder de los cura.'1deros desde .pnn-
Sin emba.rgo. culdCr:1onos de apreci aría como Lo sobre natur al cristLar10 sirve de caució n al
asimi lación del comp lejo sigue siend o s mibg :osos que selian ta
pañol es, para much os rnestizos y mulat os la cipios dei siglo X\11. Poco despu és inspir a relato
ión de una técnica adivin-a[oria y, de que, al m:sm o uempo que
parua l, por lo gener al se resum e en la zdopc del puebl o con algún santo crístia.no. Relato s
algu.:-1 a.s imáge nes indíge nas. En camb io, cafpu !teotl prote ctor, instau ran una relac1on di-
m::i.nera misº. meno s rcn,po raL de en la tradic ión prehi spáni ca del
ón de las unáge nes y de los rÍtos que rigen ei consu mo al pa- s fuerza s surgid as tras la estela de
!os indios la cnstia nizaci recta. arraig ada- en la tierra , con las nueva
nido tradic ional. Ciena rnent e va no a época cuand o notab les in-
recer corresponde- al mante nimie nto ele un corue españ oles. Pero hay más. Tamb ién fue en.e:t nal con
las aparie ncias Y ias forma s las profJ ndida des res.les ;lcan- g1os de una cornu rucac1 on perso
es fácií desern rafiar dígen as no vacüa.n en reivin dicar los prest1 po·
ejo evoluc iona según los grupos en los que arraiga. influe ncia sobre la Prend a
z.adas.por la aculturación. E! compl los santo s para establ ecer mejor su
original de la adivin ación se transm uta, sobre natur al se a
Por e¡emp lo. en.:re negr<Js y rr1uiatos la forma der en todas sus forms.s, ei domi nio de \o
cobra ndo las apaíie ncias de una crisis epilép tica o de una poses ión al gunos
, <l'1os se prepa ran a re 1v1ndicar y a d1spu-
u1
del siglo x--v¡¡ en una postw a que'
, 1'n<.,1uisici6n, vo\. 66S, exp. )-6; vol. )10,
exp. 2). fol. 69r
•
.\G>l,
l\ Aguirre Bdcrán (19..,J,\. p- \ l);
vol. 3)6, fol. lSOr .. \·o\. exp. z-
fol. 27)r.
117 de 162
CRISTIANO 223
LA CAPTURA DE LO SOBRENATu'RAL
L
222 LA CAPTURA DE LO SOBRENATURA
o o Sao
a que "se trans form aba en San Pabl
descansar dián, uno de ellos incluso pret endí sobr enat ural crist iano.
el proceso de apropiación no parece en la capt ura de lo
tara los españoles. En un prin cipio , nega r a la Juan ". El asunto expresa un paso más rnarl as. Ello prov oca una
similitud por conceder o por as, sino de enca
en el grad o de cred ibili dad y de vero er a cont enid os Ya no se trata de creer en fuerzas nuev rsión radic al de las relac ione s,
ésta se limite a sobr epon ia y una reve
riencia sincrética. Al menos mien tras a med ida que se rupt ura aún más decisiva con la Igles , sin sa-
cristianizadas . En cam bio, marg en del paganismo para instalarse
guas expresiones y representaciones más hete rogé neos, puesto que aquellos indios deja n la dán anun cia
en bene ficio de conj unto s 23 Algunos años ante s un indio de Tep otzo
borran aquellas matrices tradicionales cia berlo, en la de la herejía. el glori oso San Ma-
rasgos propuestos adquiere una pertinen quie n le habí a dicho que
el asunto de la admisibilidad de los una lógic a crist iana , la que "ha habl ado con Nue stro Señor, ban la igles ia [ < . } El indígena
elve inspirándose en barrían ni rega
que no poseía hast a entonces y se resu os de rías se habí a quejado con él de que no Hab ía estad o con Dios y ha·
nos ejemplos. Hacia el año 166'5 grup rnos y resu citad o.
de la creencia y de la fe. He aqu í algu y temp lada s del Bajío habfa mue rto, descendido a los infie a él sino a Nue s·
rren las llanu ras férti les quem aban , no lo quem arían
indios que inqu íetan a la Iglesia reco os itine rante s blado con él. Hab fa dicho que si lo man o; anun cía el fin
tierras altas de Jalisco. Curander predica, crucifiío en
que se extie nden de Que rétar o a las inar er orig en de tro Seño r'' . 24 El indio h-1iguel Xim énez cond enac ión de los in-
con sus enfermos para adiv achos y la mue rte y la
bebe n una hier ba, el pzpzltzintzz"ntli, ian de los tiempos, el castigo de los borr rtos." En Migud
''veían el cielo , el infie rno y otras cosas .. , ''.An unc salir de la iglesia caeréis mue
Jos males que los aque jan, sus ojos : ''Mi rad, crédulos: "Si no creéis lo que os digo, al tiza·
enes que debe n desf ilar ante ingo Hern ánde z, el curandero de Tlal
al paciente el cont enid o de las imág la, veréis se vuelven a encontrar rasgos de Dom as de ini·
bebá is esta hier ba que es la sant a Rosa y que, bebi éndo e tamb ién su experiencia semejanz
que con ente ra fe ios pert e· pán. Tal como la describe, ¿no tien el diálo go con
guar da. . '' Aun que estos testímon so a la vida, el viaje al más allá,
a la Virgen a Sant a Rita o ánge l de , un elem ento ciación chamánica: la mue rte, el regre cam·
v de las visiones cristianizadas Dios, la pretensión de inmortali dad? El esquema es grosso modo idéntico. En
nezcan al filón de las alucinaciones era mita d del siglo asum e lo sobr enat ural
las experiencias de la prim men te pues to que Miguel no
bio, el final se apar ta diam etral
adicional las distingue sin emb argo rvac ión estri cta de un rito y la
nde menos de la obse os sino para usur par mejor la función
xYu. El éxito de la cons ulta depe que no lo crey eran no lo cristiano para recibir poderes terapéutic com( ) los dem ás indio s en su
ncia pues to que ''los que Mig uel,
que de un acto de fe, que de una cree dud ar de la auto rida d del sacerdocio católico del as y las
impe nsab le que el sujeto pudi ese stan te may oría, se halla n al marg en. Obs erva ndo y pervirtiendo tas fiest
verí an". En la visión tradicional era n debí a prod ucirs e apla rno, llam ando a la peni ten·
an las condiciones, la visió ame naza del infie
ocurrencia de la visión. Sí se resp etab s o dese mbo car en un liturgias de la Iglesia, esgrimiendo la al. Es prob able que en este
las respuestas espe rada idol atría tradi cion
infa lible men te, con riesgo de no dar part e cia, se apar ta de los senderos de la n prep arad o y aseg urad o cada
rio. Aqu ella inelu ctab ilida d (en el plano de la form a) era s antig uos haya
final no satis facto ema pers e- caso, como en los anteriores. complejo dívíni·
Aho ra, aunq ue se pliegue al esqu a otro enfo que de la reali dad y de la
del cont enid o de la visión tradicional. y exig e una vez el deslizamiento de la idol atría haci umo de aluci nóge nos
ante del mal? ) la visión intro duce rario chamánico y el cons
cutorio habi tual (¿qu ién es el caus encia, de dad. Desde fines del siglo XVl, el itine ural crist iano a la idola tría,
prom iso indi vidu al. Cae del mun do de la evid s de lo sobrenat
adhe sión personal, un com lo auté ntico : el de las perm itier on la integración de segmento
fe, de lo verdader o y de lizán dolo s y defo rmán dolo s. De man era insensible eran
la idolatría al de la creencia y de la la ac- así fuese desn atura entos en
ión y la indiv idua lizac ión de utab le. Pero cuan do aqueUos segm
personalizac bidos en una realidad al parecer inm
visiones "san tas y verd ader as". La ercia liza· ulad os y autó ·
- restituyen una tensión que la com , configurando conjuntos artic
ción -un o merece ver a la Vir gen inar . En otras un principio dispersos se inultiplicaron ritos nuev os, esca paron
a a desd ibuj ar e incluso a elim colectivas, espacios y
ción de la adivinación tien e tend enci ep- nomos, conj ugan do preocupaciones dom inarl os, y ento nces s.e
o vinc ulan el consumo del alucínógeno a su perc rada , ya de
palabras, curanderos del Bají a la man era en que progresivamente a una idolatr1a satu mom ento en que lo vero sfmd
ural cristiano, un poco . A part í[ del
ción y su inter pret ació n de lo sobr enat ia al plan teó la cues tión de su plau sibil idad <>
tradi cion ales integ raba n (o siguen integ rand o) esta experienc de depe nder de una adec uaci ón inme diata , auto máti ca, a matrices indíg
los curanderos iario s y de dejaba la creen cia Y de la
todos asum en ei pape l de inter med personal, la desviación de
contexto de la idolatrfa. Cad a vez, otro univ erso que nas para depe nder sólo de la adhe sión
con armas y equi paje s en duda resultaba inevitable.
auxiliares, pero los del Bajío entr aron s del crist ianis mo. No sólo se
Virgen y los santo con los santos. Sólo faltaba que otros
ocup aban el infierno y el paraíso, la o Los indios de Celaya se iden tific aban a de
ada la expr esió n de las visio nes que prop agan , sino que su cont enid 15)9 Gregario Juan en la sierr
está cristianiz finic ión del proclamaran Dios. Como lo hizo en los ' 1 •
e adhe sión ) y su sustancia (la rede al que he dedicado un estudio. n A ejemplo de
deriva por su forma (\a indi spen sabl 22 Una palabra sobre este ca....;;o,
del cristianismo que de la idolatría< de Valladolid '1 l (,(i-;¡
nexo con lo divino) muc ho más regió n, haci a Ce!a ya y Salva· 37'), ''Can a dd cabildo eclesiástico
, y en la mism a H ,\Gl, Audiencia de nez" \ t662].
En !a misma época, a part ir de 1665 "Info rmac ión conrr a Miguel Xirné
nso, San Cris tóba l, el Ang el Guar" 24 AGN, Indiferente General,
ar San Alfo
tierra, algunos indios se hacen llam n Gruzinski (1985a), pp. 63-89.
22 AGN. Inquisición, vol. ')Oi. fo\s. 46r. .46v.
118 de 1
CRISTl:'.>:O 225
C.'\PTlJRA DE LO
119 de 162
226 LA CAPTURA DE LO SOBRENATURAL CRJSTJANO U\ CAPTURA DE LO SOBRENATURAL CRISTIANO 227
vidar una diversidad social de la que hemos informado sucesivamente. Los nobles general de apropiación de lo sobrenatural cristiano, de esa realidad invisible que
de antaño, los notables advenedizos o los macehuales no comparten ni las mismas predicaban los evangelizadores. ¿Qué imagen ilustraría n1ejor esta influencia in-
actitudes ni la misma aprehensión de la dominación colonial, ni tampoco los mis- dígena que la de aquel gobernador del pueblo de Tlapacoya. aldea tropical que
mos ritmos de asimilación. Sus intereses, sus cálculos son distintos y en ocasiones domina la llanura de Veracruz, quien en 1661 aseguraba haber encerrado con llave
contradictorios. Así como la idolatría de los campesinos de Guerrero y de Morelos al Espíritu Santo en siete arcas metidas unas en otras ?28
parece volver a sumergirnos en el siglo xvn en la tradición prehispánica, así la cu- Mas, ¿en verdad se puede hablar de captura, de desviación? Es indiscutible que
riosidad y la .inventiva de los nobles del siglo anterior sorprenden por su moderni- el fenómeno tiene lugar fuera de la Iglesia y la mayoría de las veces en contra de
dad. Lo que no significa que con1partimentos estancos separen entonces esos gru- ella. ¿Quiere esto decir que refleja la autonomía de una creatividad cultural o los
pos. Apenas tenderán a serlo en el siglo XVII!. juegos más sutíles de una enajenación sigilosa que tomaría al revés, por el lado de
El siglo XVIJ es por consiguiente una época singularmente compleja que no po- lo prohibído y lo clandestino, las culturas indígenas? Ya hemos vísto que los cu-
dría explicar por sí sola la palabra síncretismo. Al recorrerlo, se tiene la sensación randeros no eran, ni con mucho, guardianes de una tradición intangible, replega-
de que una matriz en retirada, en parte descontextualizada -la idolatría-, toda. da en el silencio y radicalmente opuesta al cristianismo. Hemos descubíerto que en
vía pesa sobre rasgos dispersos, alterados, separados de sus contextos de origen, vez de ser defensores de una contraaculruración impermeable al exterior, con
produciendo arreglos en extremo dispares. La fragilidad y la multiplicidad de los cha mayor frecuencia eran capaces de apropiarse numerosos rasgos de lo sobrena-
compromisos que se hacen en aquel entonces proceden a veces de la incompatibili. tural cristiano y de integrarlos a su patrimonio. Y en su _acción puede verse una
dad resentida de los sistemas en coexistencia, pero con mayor frecuencia aún del práctica del cambio, una tentativa de dominar intelectual y materialmente el de.
carácter trunco o parcelario de los rasgos que se intentan unir o juntar. La concien- sorden colonial cuando adopta la forma del infortunio, de la enfermedad y de la.
cia de la incomparibilidad puede desembocar en el fracaso de una videncia, en el muerte. Una empresa de pirateo cultural en las aguas mal vigiladas de la Iglesia
delirio personal o incluso en el suicidio, como aquel al que recurrió ese otomí de la tridentina. Tal vez sea éste el caso en el plano individual, pero ¿corresponde el re-
región de Tlaxcala que defendía un culto autóctono sin que pudiera impedirse sultado colectivo a la suma de esas iniciativas? A decir verdad, a fuerza de poner de
abrevar en el catolicismo y alquílaba a españoles sus servicios de buscador de tesoros relieve un dinamismo cultural que con frecuencia escapó al historiador y aún más
en contra del parecer del dios que veneraba. En numerosas situaciones se definen al etnólogo, se corre el riesgo de sobreestimarlo, de olvidar los límites y las presiones
sistemas rransito_rios que revelan la presencia móvil, difusa de una zona de indeter- que balízan su terreno. Es que en el largo plazo parecería que los esfuerzos de los
minación simbólica y conceptual donde se aproximan intentos de sobreinterpreta- curanderos y, de una manera general, la apropiación de las formas extranjeras ter-
ct6n -el fuego del infierno y del purgatorio también es el dios Viejo del Fuego- o minasen en esencia por anudar lazos indisolubles entre las culturas índígenas colo-
de descodificación: el infierno ya no es el Mictlán prehispánico sin ser todavía el niales y las culturas de importación. Entre estas últimas, sólo el cristianismo de la
infierno cristiano, los iniciadores de Domingo en parte son entidades anónimas, Iglesia puede pretender, en última ínstancia. ejercer una empresa totalizadora, sólo
no identificadas, los conjuros son un lenguaje hermético sin que por ello se asimile él dispone de los cuadros instin1cionales, de los hombres, del peso político, econó·
el cristianismo, etc.; sin que tampoco surja una totalización general de la realidad, un mico y social tanto como de la coherencia interna y de la fuerza de persuasión que
contenido unificado. Así nos parecen en sus contradicciones, en sus oscilaciones, permiten no sólo mantener una ortodoxia sino también condicionar las experien-
en sus atolladeros, algunas de las tendencias que barren el campo cultural indígena cias que voluntariamente o no se apartan de ella, como lo demuestran las de-
a mediados de1 siglo XVll. El que con frecuencia se trate sólo de síntesis personal, nuncias indígenas y las represíoncs que se ejercen contra los alumbrados del Bajío
furtiva y clandestina, explica lo precario de esas producciones, su carácter improvisa- o contra el "Hijo de Dios" de la sierra de Puebl&. Ante una idolatría que pierde
do, tentativo, la facilidad con !a que, denunciadas o confesadas, se deshacen o se ímpetu y a....rite magias ibéricas o africanas que no son sino saberes parcelarios, el
derrumban. Es que su coherencia resulta más de una vivencia personal, de una ex- cristianismo ofrece con su posición hegemónica la perennidad de una presencia, de
periencia singular y subjetiva que de una construcción sistemática y colectiva, lo una referencia y de una evidencia. Con sus venerables, sus milagros y sus mario·
cual no impide que esas empresas fugaces sean también cultura y que los fanías, no deja de investir los mundos indígenas. Al grado de fascinar a !os curan-
ros mexicanos no se limiten ''a figurar compromisos irrealizables en el plano colee· deros que quíeren descubrir los secretos del cielo y de los santos, o de ínspirar a
tivo, a fingir transiciones imaginarias, a encarnar síntesis incompatibles". 27 Sus aquel otro curandero una visita alucinada a Roma y a las "ciudades más célebres
producciones despiertan la adhesión de las poblaciones y se insertan en un proceso de Europa":
n C!aude Ltvi-Srrauss, "lotroduction a !'ocuvre de M. Mauss", en Marce! Mauss, Sociofogie et
anthropologie. París. Pl:F, 19)0, p. xx 28 ,\G!, Audunr:ú de Jffxir:o, '.'.'8, "'Memoria! de f, Ba.nolomé Vdizqucz'" ¡ 1665]
120 de 1
LO.. CAVrURA DE LO SOBRENATURAL
;.J eritr:i.r en el cajón, le pareció que se embarcaba en un navío que navegaba los mares
por muchos dfa..s, que desembarcaba en España y ca.minaba de ciudad en ciudad { .. ] VIL CULTURAS DIFERIDAS
que p:J.Saba a Roma y a!líveía a! sumo pontífice, a los cardenales, los templos, los palacios
v jardines de los señores y que por fin, harto ya de ver !as grandezas del mundo, se volvía
a einbatcar y n:1.veganclo muchos m1fts desembarcaba en este pueblo. H EL t\J\.\.LJSlS
de la idolatría colonial nos había arrastrado al medio de las colinas se-
rnirropica..ies, a los campos de caña de azúcar, a orilias de los ríos frescos y tranquilos
Búsqueda frustrada para síempre de un mundo que, sin embargo, un siglo an. de :tvforelos. ¿Qué descubriría allí un siglo después, hacia 1740, un eclesiástico del
res había sido atisbado por los nobles latín.istas. temple de nuestros extirpadores? que nada, junto a indios más numerosos,
una presencia mestiza y mulata notable por todos conceptos. Dos elementos que
en general son bastante representativos de !a evolución demográ.fica de los indios
de la Nueva Espafia en el siglo X"\'ill: un resurgimiento -más o menos acentuado
según las regiones- de la población indígena y, sobre todo, una penetración de
las casta.s, es decir, de todos los de sangre mezclada, mulatos y mestizos. De menos
de un millón hacia 1650, los indios del centro de México pasan a más de l. 5 millo-
nes hacia 17 42, antes de llegar a cerca de 2. 5 millones al alba de la Independenci a,
aunque en aquel entonces los indígenas apenas constituyan el 60 por ciento de la
población total del país. 1
A mediados de siglo, en esta región de t1orelos acudir al curandero o ai adí-
vino sigue siendo práctica corriente y la explicación del mal, según los casos, sigue
poniendo en tela de juicio la intervención de un tercero, de otro curandero o de
una potencia sobrenatural: los "malos aires'', los '·puntos de agua", las fuentes.
Como sus predecesores, indios de iglesia e incluso cantores compulsan ''papeles de
error y de superstición". Todavía se encuentran prácticas de origen antiguo, sacrifi-
cios que algunos indios y su gobernador ofrecen por la noche en una gruta ''donde
se encontraba un ídolo", al que se consagraban los recién nacidos antes de su
bautismo. Pero al parecer esta idolatría colecríva fue una práctica minoritaria, peri·
férica, que cede terreno ante una "brujería" de tramas representadas una y mil
veces. El menor imprevisto, la menor crisis se atribuyen de manera sistemática a
una agresión nefasta. Rivalidades de amor, d.isputa.s de ebrios. discordias fami·
liares, accesos de locura o estallidos de cólera, muertes súbitas, accidentes, todo se
reduce al denominador común de la brujería, de una brujería con frecuencia limi-
tada a la expresión de una persecución de origen humano, lo suficientemen te des-
ligada de la red de representacion es que configuraba la idolatría para constituir un
espacio especifico. Banalizada, la brujería puede ser como ayer un regulador social
que golpea a ciuien pone en peligro la comunidad y sus bienes, pero asimismo
se hace la afumación terrorista y narcisista de un poder irresistible, incluso instru-
mento predilecto de la..s luchas encarnizadas que libran entre sí parientes, vecinos,
cónyuges: pero, sobre todo, la brujería indígena rebasa los marcos étnicos, aun
cua.r1do se ejerza al margen de las aglomeracione s de españoles. Mestizos, mulatos,
t Sobre Mordos, véase AGN. lnquúiúón. vol 1349, exp . 8: sobre la demografía. Historia general de
29 lt!i:cfro. México, El Coiegio de Mi::xico, 1L 1977. pp. 98-105: Brading (1978), pp. 39·60: Taylor ( 1972),
ms. Il, ''Templo místico de la gracia '', p 594 (principios dd siglo xv1r1). El episodio se
pp. 1'·54: Gibson (l967), pp . l43·144
sitúa entre 1680 y Hí92
12'7
121 de 162
CULTURAS DIFERIDAS 231
ClJLTURAS DIFERIDAS
230
periférico no quier e decir espacio leja-
los ríos, los aire:, el cielo: las nube s. Espacio cto, notab les
trapic hes azucareros, esclavos espían las que Circundan el valle de I>1éxico son, a ese respe
españ oles, mayo rdom os y obrer os de los no. Las
gan rumo res y dan fe de los relatos de coraz ón de los cerros de Santa Fe, en los para.
mani obras de los indio s y de los suyos, propa Hacia el oeste, en el
ento u otro consu ltan a los curanderos, aban toscos santuarios, adorn ados con
bruje ría que circu lan. Todo s en un mom ¡es del cain1no que lleva a Toluca, se ocult
a su vez. <le barro cocid o. Ello a fines del siglo
están embr ujado s y en ocasiones embr ujan incensarios y velas, cubie rtos de estatuillas
arabl e de una diversificación de los niveles Por el rumb o de Tlaln epant la, al noroeste
Esta heter ogen eidad étnic a es insep X\11 y sin.d uda todavía con
nsos tradicionales. Muchas cosas an canta ndo, antor cha de ocote en n1ano.
de creencia y de un debil itami ento de los conse de la capital, en 1681 algunos indios acudí figuri llas
ejida d temerosa, de ment iras, de incer· , naranjas, tazas de choco late,
son objCto de pregu ntas confu sas, de perpl a unas gruta s en las que depo sitab an flores añas
ra comp lacien te o negados con energ ía. tura, En el siglo xvrn, las mont
tidum bres, de rumo res recogídos de mane de barro , aperos de labra nza y arpas en minia
retac iones de cada cual ocup an un lugar sin sur sigue n abrig ando activi dades tan íntensas como cland estina s. Al
Las estrategias perso nales , las interp del oeste y del
ibían los extirpadores del siglo X'>'ll, Tiza yuca. hacía 17 50 los otomíes adora n a las
relación comú n con las actitu des que descr norte del valle, en los alrededores de
licar la escena cultu ral. Indios de prote gen los cultivos, les ofrecen en
mien tras que nuevas prácticas viene n a comp deidades de las mont añas que rigen la lluvia y
alrededor del calvario, s:e les ve azotar o con cochinilla, agujas y a.retes''.
Coatlán se reúne n por la noche en la iglesia o ouas grutas ''poll os asados, tortillas, algodón teñid
ción de ''repe tir la Pasión de Crist o''. casi intactas su imagen y su presen-
o abofe tear las estatu as de Jesús con la inten P.ara nume rosos .indios, las mont añas conservan
anes obsce nos ("les volvían los traseros, fuerzas irresistibles, hostiles o bienhe-
La agresión blasfema se rnezcla con adem cia de antañ o. Siguen siendo receptáculos de
ran ritos clandestinos. Esos indios vuelan an, al notte del valle de México, abrigan
rema ngán dose los calzones ... '')qu e integ choras. Como lo explican otomíes de Actop
an en asnos y en bolas de fuego. Una guien te, no tiene nada de sorpr enden te que
en el aire húme do de la noch e, se trans form a los ''seño res de las. nube s'', P?r consi
do se congr egan allí para sus reuni ones de una gran
clarid ad prodi giosa ilum ina la iglesia cuan no l?s c?n¡u rador es de nube s. Goza ndo a veces
cros y en desafiar al Todo poder oso pueb lo en pueb lo para ofrec er sus ser-
noctu rnas. No vacilarían en profa nar los sepul notor iedad , aquel los 1nd1os sigue n yendo de cada família
zos. Cuan do aquellos indio s de Coatlán se los remu neran pidie ndo a
a que cure a las víctimas de sus hechi vicios a los camp esino s. Las comu nidad es comp letan
dos, de sus ímág enes, de sus fiestas, r y las autor idade s locale s
adue ñan del cristi anism o, de sus lugares sagra una módi ca aport ación que el gobe rnado rgo, un
hacer de ellos un uso delib erada ment e 3 ha camb iado nada? Sin emba
de los ornam entos sacer dotal es, es para agreg ando tama les, pulqu e y comi da, ¿No rador es del
despl egado , la carga afectiva, los de aquel la época . Los conju
sacrílego y blasf emo. El encar nizam iento rasgo nuev o parece destacarse de las fuent es
en y valor an, todo revela que las o de las mont añas de i\ctop an ya no son indio s en su rota!idad.
vos que se fijan, los adem anes que escog valle de 1\íéxico
pone n en práct ica en su mayoría están tomadas del y mula tos. Lo que no se produ ce sin una trans-
ciones, las representaciones que Han engro sado sus filas mestizos
ena que ellos tratan de rebasar, de domi- algunos conju tador es aban dona n el
cristianismo. Pero de un cristianismo indíg forma ción de las prácticas y de !as creencias:
clasta y blasf ema se basa su pode r, don· indfg ena, ciertos mulatos explican los
nar invirt iéndo lo. Y en esa inversión icono celib ato al que los oblig aba la cosrun1bre
nte esbozadas, algun as de las pistas ertido s en piedra".
dequ iera que se ejerza. Ésas son, suma riame "ídol os" prete ndien do adora r seres "conv
revúited, si hemo s de creer en el testim onio del francisca- de lo que signi ficab an antes de la
que propo ne ese Si las mont añas y las gruta s conservan much o
un homb re tan apasi onad o y tan frustrado en itud de lugares a los que se supo ne
no Anto nio de la Rosa y Figue roa, Conq uista , lo mism o ocurre con una mult
Alarcón o como Jacin to de la Serna. das tupid as y oscuras. Se cree que
sus esfuerzos de extirp ador como Ruiz de ligrosos: mana ntiale s, puen tes, canales, sauce
a quieries pasan por sus proxi mída des.
atrae n los "mal os aires " y que enfer man
parajes como otros tanto s Jugares de
Ante s de la Conq uista se consi derab a esos
CutTUR;\S COMPl.7ESTAS al del tiemp o dívino. Eran receptáculo
paso que lleva ban al mund o de los dioses,
el caos bles que ataca ban el tonalli del pasan te. Para pro,
X\1IJ? ¿Se hund e, arrast rada en de fuerzas amen azado ras, invisi
¿Qué sucede con la idola tría en el siglo ía ex"Plicar Jo los otom íes de Tena ngo de Doria hacia
sincre tismo s? ¿Logra todav tegerse de ellas es preciso, como afirm an
de las mem orias y la prolif eraci ón de los realid ad indíg e- , al aire, al agua lo que se le debe para
ampl ios sectores de la 1770, "pag ar", "pag ar al mont e, a la tierra
real y regir las prácticas cuan do se le escapan plo, More los-, idó/Jtra1. , 0/1. crt_, pp. 48-49: .\GI, /\ 14 dutJoJ de /diá
acult urada s -por ejem -' Vilhvicr:ncio, Luz y métod o de vmfn,_ ¡r
na? Inclu so en reglones consi derab leme nte ar de Lara. rura de Tlalnc pantla al virrfy" ¡ \(80), Cnrr:i
existe como e.stru crura ción de lo real, propi amen te habla ndo ya co, 85 [ 168! J y ,\GN, C1ú/, Wll. 270, "Gasp l): lnqu;__<1e1ón. ""\
si bien la idola tría voL 976,ex p. 59; J-fú1óJJU, vol. 2), exp.
Se ha refug iado en posiciones inexpugnables na/, vol_ 120. cxp. 4; BiencJ ;\'ao'cmde·L Johrc /o 5 pun:oJ que :e ic
ín de Rivadc ncira y Barrie ntos. Dtserr; ;cwncs.
sólo ocupa los márgenes y las periferias. 71 ). cxp. l8; ,'\r.mn io Joaqu vol. fd.1
el pueb lo: las mont añas, las grutas, ano, Madri d. \88L p. 64: .\GN, ftiqui.rioón,
en la práct ica, ese espacio periférico que rodea consul taron por el Cuarto Conni w Afe:ác
301r.· }l}v
1·162.
2 BN, Fondo fi'.uni5c.zno, caia lOG, exp.
122 de 1
233
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1Yi
CULTURAS DIFERIDAS
234 CULTURAS DlFERIDAS
para conservar una conciencia del pasado
nía la aplastante mayoría de la población es
sito de los instrumentos de trabajo o de indios de las ciudades y de las poblacion
das alimentarias sobre las tumb as, el depó remoto? En realidad <le poca cosa. Los as por las auto rídad es
Por la otra, los indíos confiesan espontá· barrocas orga nizad
!os juguetes en la sepultura del difu nto. grandes a veces podían asístir a fiestas senta ban a los sobe .
atorio y en la resurrección de la carne. El mente atavi ados repre
ne ame nte que creen en el fuego del purg o españolas en las que figurantes suntuosa an ellos
a un animal particular inspira de un mod , Tczozómoc. Pero, ¿qué podí
tonalismo que antaño vinculaba cada ser conv ier- ranos de tiempos idos: Xólotl, Quin atzin
lmente creen que sus difuntos se lo en gran de concebídos por eruditos criollos
lejano hístorias de metamorfosis ("genera captar de esos festejos de espectácu
algun os ritos cristianos captados fuera de contexto, nizadas por los pueblos a fines del siglo
ten en buey es''), mientras que necesitados de exotismo? Las danzas orga la
tituyen prácticas eJ\.trañas que escapan , de una man era general, se refieren a
desnaturalizados y asociados entre sí cons xvn poseen un alcance muy distinto pero nte para dójic a, parec e
Según los ca.sos, pued en arder muertos . De man era basta
tanto a la idolatría como al cristianismo. Conquista y a la llegada de los religiosos y de las
o decir misa ahí, reaparecer en la tierra en de la irrupción española
en el purgatorio, trabajar en el más allá ser que, en vez de conservar la memoria
6 nda que estas variantes corresponden a las las danz as de la Conquista contribuyeron mis a estable"
bueyes o resucitados. Hab rá quie n prete des que la habí an sufrido,
tos en tiempos prehíspánicos. Ello los españoles y los religiosos, fueron la
distintas suertes que aguardaban a los muer cer esa irunemorialidad. Difundidas por )
del culto y negarse a ver la reunión co (los combates entre moros y cristianos
valdría_ a sacrificar supervivencias en aras a adaptación local de un arquetipo ibéri que se di·
ras indígenas. No es que desde esta époc curso del siglo 1(\-11. 11 medida
ctira que progresivamente mina las cultu i· que cayó en terreno indígena en el trans
ión. La evolución difiere de manera cons camp os, los combates arreglados que opon ían
y por doquiera las amenace la desaparic fund ían por las ciudades y en los
s. Al respecto, el obispado de Oaxaca una vez organizaban en torno al cuito a Santiago
derable según los medios y las etnia a indios cristianos y ''chíc hime cas'' y se
etnólogos (como tamb íén los turistas) del no ser más que la celebración periódica,
n1ás hace las veces de conservatorio y los perdieron toda connotación histórica para -
deterioro de la idolauía se percibe amplia- al. A decir verdad, sólo los indios que toda
síglo XX sacarán provecho. En cambio, el el rito de una situación hecha inmemori vos fami liare s, los nobl es,
uración, los valles de 11éxico, de Puebla nota bles, o archi
mente en las regiones más abiertas a ta acult vía tenfan anales a su dísposici6n, los do
La idolatría del siglo XV!!! ha perdido de manera idea más o meno s clara de la distancia histórica, del n1un
y de Cuernavaca, el podí an alim enta r una
a la gene ralid ad de lo real. Desposeída de .s
tiva la capacidad de servir de red antiguo e incluso del siglo de la Conquista
opera en contextos circunscritos (las ía un pasa do disti nto de los cantos que se escuchaban sin com-
nopolio desde el siglo anterior, todavía Sin embargo exist lo al
e sin duda continúa esbozando síntesis la historia verdadera o ficticia del pueb
tañas, los elen1cntos, la enfermedad) dond stituir un prenderlos bien a bien, o del relato de do existfa.r1 y
X\'11!, nos sería muy difícil recon mentos, desde luego, cuan
parciales. lvfas, por lo que toca al siglo que se pertenecía. El que fijaban los testa e !a segu nda inita d
del siglo X\1! (LAM INA 16). tos que aparecen desd
cuadro análogo al de la primera mitad se habí an conservado. Aquellos documen
crist ianis mo indíg ena, interiorizado y. como es del todo an ofrec er el hilo mate rial de un contacto con las generaciones
Frente a la idolatría, un del siglo xv1 podí
do de manera progresiva un arraigo y una memoria ese.rita sólo concierne a una parte
evidente, reinterpretado, ha conquista . anteriores. Como es evidente, aquella testa,
car amplios sectores de la realidad india y los notables, huelga decirlo, cuyos
inme diate z que le permiten cubrir y expli es de la población indígena, los caciques unas '' de meno s
en cierto modo las potencialidad páginas. Pero para las ''fort
En el siglo A'V!lI echa raíces, "cris taliz a" mento.<; prolijos llenan varias decenas de men taria " dond e, en
que nada adquiriendo la inmemorialidad. Si a de la "memoria testa
ladas dura nte dos siglos. Y antes de de treinta pesos había también la fórmula
pueblos descuidan los remotos tiempos dor dicta ba lo esen cial. A diferencia de aquellos discursos in-
fines del siglo xv11 las memorias de los iales, la mem oria una sola hoja, el testa
nes cristianos y colon es, decirlo, memorias lacóni-
antes de la Conquista para fijarse en oríge terminables de los caciques y de los nobl orias claramente menos
facil idad deja la gent ilidad en punt o muerto. A falta de Pero tanib ién mem
ordinaria con mayo r cas en todos los sentidos de la palabra. o
las generaciones distantes, concedía a las efectos de estilo de un notario español
actas, de indicaciones, de testimonios de estereotipadas, menos tributarias de los la diver sidad , el as·
con dos siglos de antig üeda d, Jos presti· toma la plun1a pero
instituciones recientes, a decir verdad ya y indígena. El testador sólo por excepción
una fiesta, de un culto, de una cofradía o, por no decir apre surad o, el tono con frecuencia muy personal de
gios de la inrncmorialidad. El orígen de antes bien derív aba pecto inacabad
en tiem pos oscur os o inest ünab lcs sobre aquello que estos sectores
con frecuencia de un pueblo se perdía o de esos textos hacen de ellos testimonios
tiem po omn ipres ente, sin orige n y sin fin, análogo en ello al tiemp-0 divin de la población indígena transmitían a
sus hijos y a su posteridad. ¿Quiénes soo?
de un qué medi os dispo ·
d. Por lo demás, ¿de cs.
las sociedades antiguas: la inmemorialida o, SepSctcntas, 1972; Romero de Tnru
8 Anur o La danzí1 de moro; y cnúúmos, Méxic ra. l ')18, rP- ,u .. ;s,
.n . o/. rit., pp. 64.66. uera España. !X, México. Editorial Cultu
6 Rivadcneira y Banienta>. Dúert anOr Torneos, mascaradaJ ;r fiestas rede; en ;V aro" {l 701]; Je
ero. \1anu d Pércz, Farol ind1,;no to [de J Pisqu
7 AGN. Bienes ;\'.1rion,;/cs. vol. 6()5, o:p. 19. Sobre México y Guerr ncia de Aiéxiro, 1042, "Festi vo y reai apara
AGl. Audie p. )8
Calde rón. 1713; sobre Puebla. Andrés Migu d _México, María de Benavides, 1697,
)' guí;; de rur¡¡s ii:dioJ. . México. Francisco d{" Rivera Teatro mex'icar,o de los succ1os religioJos
inslnú do . . -· Puebl a. Cokg io Red de San lgn;i.cio, 1766
Pércz de Vehsc o. El ayudanre de ¡:¡¡_ra
124 de 1
2.\C CL'LTL!L-1.S DlFERlD.\S
la mis:nJ. ener -
ides de Tlat e!oi co reivindica.r1 con
milp a por exig ua 177 1, los gob eína dore s y los alca a cost a del dine ro y tra-
de bien es. es decir un tech o, una oqu ial ; ' . que se fabr icó
Indi os que poseen un rnfn ímo !os gast os de sepu ltur a. In- gfa. la prop ieda d de la iglesia parr guo s(. . ] Dich os religiosos
med ios para sufr agar los y caus ante s anti
que sea, en ocas1ones apen:·ts los a la n1as a de los bajo de nues tros pari ente s, abue nue stro '·. En San
y que por tant o pert enec en p2Ia dest ituir nos de lo que es
dios que pag an les o que adq uier en los que lfran cisc anos j no tien en dere cho en 1795: ;'Nu estr os
cons erva n los nob dJS már gene s de Mic hoac án,
desp rovi sta de los privilegios que apre ciac ione s si- Mig uel Toto lapa n, en las tórrl erva do. La inst ltuc ión de
r por raies_ Sin ning una pret ensi ón esta díst ica. las y nosotros los hem os cons
hace n pasa exis tenc ia y la gene raliz a- nl.ayores franquea.ron los fond os llos y la coG tinu aóó n nue stra .
aten ción haci a la sanLos fue de aque
of:ece,n el inte rés de llam ar la de J\1éx ico v Tolu ca. las fiestas, la dedi caci ón de los os cria do y au-
los nah uas de los valle s hecho esco; los indi os, tos que hem
cion de act!fue1es nuevas enrr e a la tier r;, se imp lora la Los indi os, somos los que hem os y no hay razó n para
s, se aba ndo na el cuer po los que hem os siem pre cuid ado
. Se enco mie nda e] alrria a Dio nte de Dio s"- men tado los fondos; los indios, sant uari o tam bién es el
del rest ado r-"n o teng o nad a dela prive de ellos. ''Pe ro el
inte rven ción rri;i.nana. La miseria su alm a. Toc a a otro s a que sien do sus due ños, se nos s cuyo regr eso anu ncia n
que aseg urar ía el repo so de de los desa pare cido
le proh íbe todo lega do piad oso lás Salv ador ha de sacar,el lugar de los mue rtos , de ese pue blo citu d con que los nora bles pide n
s: ''1-1i herm ano Nico hab lan de la soli
los pari ente s cercanos, velar por eU6· y rni herf fiari o no se olvi- ciertos títul os. Los testa men tos Pero si, corn o en la
Les supl ico a dich o rr,i tío r del sant o de su pred ilec ción .
dine ro para mi enti erro [ .. J a ( . . . ] Allr está una hija que se les sepu lte cerca del alta que nadi e les disc u-
nos sufr agio s por rnl alm nota bles tien en una prío rída d
de_n de mí y man den hace r algu para una n1lsa para vieja Eur opa , los caciques y ios argo , la infl uen cia
'.larna l\1arí2 Juan a, que elia ha de dar tres peso s esan un deseo anál ogo . Sin emb
m1a que se y de inte ncio nes te, otro s indi os más oscuros expr pan as, al atrio que. es tam -
un peq ueñ o capi tal de fórm ulas parr oqu ial. a sus cam
a7.·uda de mi alm a_" En toct i, rven cion es de los fisca- indí gen a no se limi ta a la iglesia esen tan los mist erio s de la Pa-
deseos del test ado r v las inte ad y don de se repr
piadosas en que se mez clan los ayu dan a leva ntar el acta , bién cem ente rio de la com unid itas, de orat orio s
de los anci ano ; que una cant idad de capí tlas, de erm
top.iles. alguaciles o incl uso las or
n1ay frec uenc ia sión . Más libre aún , se ejerce en ifera ción de esos
que un here dero desc ifra o, con era bast ante espo rádi ca. La prol
Un capi tal que revive cada vez iana de las familias que los curas sólo visitan de man segu nda mita d del siglo
s textos que teje n la mem oria crist onta cuan do men os a la
aúrL se hace leer esos pequef',o ados . Dev oció n pers onal , recintos es muy anti gua . Se rem ican o, al den unc iar su elev adís imo
de los alleg 1585, el III Con cilio 11ex
Y recu erdo de l_os asce ndie ntes y e ceie stiaL obliga- X\'1 pue sto que , desd e el mom ento de
. invo caci ón de la corr n-'isión de esas fund acio nes. En
en el purg aton o. pied ad mar iana tian izad o en que refu gia se nún1ero, recl amó una severa supe n de muy mal a gan a
ese vínc ulo prof und ame nte cris del sig!o X\1, los indi os acep taro
, muc ho más rara las "con greg acio nes" de fines lo_ ás de tan mal a
stra lida d. Red acta dos en náh uatl llas y de sus ermicas, por dem
en ¡O sucesivo casi toa.a la ance trib una les, esos. rest ame n- la dest rucc ión forz ada de sus capi s, sobr e las que en secretO
pres enta ción ante los sepu ltura s de sus alle gado
vez en espa ñol, trad ucid os para su ha cons tirt.ü do en part e gan a com o el aban don o de \-as s del siglo }._'\'I;. ei pue blo de
.ianisrno en el siglo X'\1li se _ Pen sem os que , a :fine
revelan hasta .qué grad o el crisr ia, al pare cer, del volvían a orar y a dep osit ar velas o para 150 indi os,
unid ad y con basr ante frec uenc de h1éxico, abri gab a un sant uari
1niegral del patn mon 10 de la com Xoc hirn íko, en los alre dedo res de la capi tal, se
al - a en Tlal nep antl a, al noro este
patr imo nio fa.rruiiar e ind! vidu en tant o que haci a la mis ma époc capi llas de los pob lado s
ilde s. el crist iani smo indí gen a genas. Hue lga decir que las
A..rraigacio memorias., incluso en las más hum dest rucc ión cont aba una iglesia para 12) indí os de los indi os que se
vez la cosa es más anti gua . La prác tica aban don adas en man
se tam bien en un tern tori o. Esta igle sia. de las capi llas, sin sacerdoce se hall aban en la imá gen es, de ia cons erva ción de
X\-'l, ta cons truc ción de
!a , del cult o a las
de los rem plos pa.ganos en siglo s más o men os bien enca rgab an de su mar nen lrni enro com unid ad, por
prim ero imp osíc ione , por nad a del mun do, ning una
las plan tada s en las ctm as fuer on fines del siglo 1-as pita s baut isma les de las que 10 Mas hace r del cris tian ísmo el
mue stra n a qué grad o, desd e tado desh acer se.
L_os .!}tu /0 s de u.ni igle sia se peq uefi a que fues e, hab rla acep men ospr ecia r la
1 un sant o patr ono y la pose sión ial o el de las capillas tam bién equ ival e a
x."" la asoc 1aoo n de, pue b,o con la vida com unit aria En cult o de la iglesia parr oqu indí gen as. Cier -
para bles com o esenciale s de ste la exis tenc ia coti dian a de los
viven com o elem ento s tan inse dad. Cua ndo los índl os man era en que en lo sucesivo invi orio s preh ispá nico s
corr ient eme nte es pose sivi os que han sust ituid o a los orat
el siglo X\'JI:. la rom a de pose sión a prop ósit o to es que los sanr uarí os dom éstic lt" cons erva ban en
met ros al sur de Pue bia, d del siglo X"\-1, pero esos santocai
de Sar:ra ChicmecarirLí.n, a uno s 50 kiló man da _en ello s'', apar ecen desd e la segund:i: rnita a de la idol atría , com o
que "tod o es nuestro y 0..ingtmo etid a aún a la influenci
de su iglesra y de su aei.i_o sosn enen en los dem ás pue blos . En el siglo X\'Il una siru.ación -ambigua, som
expresan estenrórearn ente un sentimiento que com part [ 1811 ]: ,A.Gi. Gob:erno Aib:ico.
Cn'mir:;i/, vc:. Ei de S. Marfa Chic meca tidin
10 AGN. Cn-m inal. vol. 32( txp_ 2, AGN, Indios
de Tl:nd oko" ' [l 771 j: AGN,
S, vol. 1546 , 727, "Car ta de los govcrnadores. ! ,Vacionale s, kg. 1076, exp, 9; AGl. Au-
255-L exp. \O. vol 2540_ exp. J";i_rr:is, vol. 2)')} , exp. 3; Biene
_;;'}, exp G, l'oi. 2616, exp. 4: vol. :li¡t1 Loera y Ch·.í.vez vol. 69, exp. 399, fo!_ 3 lOv. - AG'.\, pp )(Í-5 7. 72
o .\..;;úo ndes, kga,io 4l·L Marg cun. Teatro mexú:ario, op. cit.,
n;:. :-J,v. JL 2'.l'i exp c..;, voL 2201, txp 6: B1?n dierici.ade Affxú-o. 26, ex¡:;. SO:\: A. d-t Veun
<>'/ J. pp. ()(;v)' ;/
125 de 162
2.)8 CULTURAS DlFERiDAS
CIJLTIJRAS DIFERIDAS
239
lo revelaron las encuesta s de los extirpad ores. Como hemos de ver,
esto O{urre mu- Caída, dos Vírgenes de los Dolores , tres Santiagos, un San l"\Jicolás,
cho menos en el siglo siguient e. una Virgen <lel
Carmen , una Virgen de tos Remedi os, un Ecce Homo, un San Gaetano
Todos esos espacios se hallan literalm ente saturado s de imágene s desde
fines del , un viejo
grabado del Juicio Final, un retrato del rey, etc., sin contar unos 40
siglo XVI y aún más en el siglo XVll. Los inventarios de iglesia enumer an, hasta cuadríto s y una
en colección de orname ntos de toda especie, entre ellos dos estrellas
los pueblos más modesto s, cuadros y estatuas por decenas. En Patamb de madera ador-
an, una parro- nadas con imágene s de San Agustín y de San 1'.Jarcial. Entre las estatuas
quia franciscana de 2 000 fieles situada en el noroeste de Michoacán,
se cuentan en un Jesús
con sus efectos (una camisa de Cambra i, una camísa de Bretaña y dos
la iglesia, en forma de lienzos o de estatuas , cinco San Franciscos,
un San Pedro y túnicas) colo-
cado detrás de un marco de madera esculpida, a su vez coronado por
un San Pablo, un San Pedro de Alcánta ra, cinco San Antonio s, dos San un águila dorada
Buenav en- que porta un pequeñ o espejo. Otro espejo de cristal sirve de dosel
turas, un San Diego de Alcalá, dos San Juanes, un San Cristóba
l, un Santo Do- a la imagen. En
otra parte, por otras habitaci ones se suceden un Níño Jesús, un San
mingo, un San 1-figuel, una Santa Verónica, una Nuestra Señora de José. una Vir-
la Asunción, una gen del Rosario con sus ornarne ntos. un San Antonio , un San Juan
más de los Siete Dolores , una Santa Clara, varias efigies de Jesucrist
o< Agregue mos Bautista, un
San Miguel, un San Pedro, dos ángeles. l\1ás tr,odesto el recínto
algunos cuadros , una i\doraci ón de los Reyes Magos, un Nacimie de un principal
nto del Niño Je- de Chalco, al sureste del valle de f..-1éxico: don Francisco Ximene s,
sús, los Estigmas de San Francisco. Allí o en cualquie r otra parre quien no habla
la acumula ción español , posee poco antes de su muene ocurrida en 1706 un crucifijo
contradi ce la descripción que breveme nte despach a esos "retablo
s de pinturas de , cuatro esra-
tuas y otros tantos cuadros. El goberna dor de Xocotitl án, entre los
indios que no se pueden llamar altares" y esas "otras imágene s pequeña mazahu as del
s y varias, none del valle de Toluca, se halla en posesíón de unas 30 pinturas
hechas y deshech as de mano de los indios [. , J sin orden puestas , una docena de
y sin poder co- grabado s, un crucifijo y dos estatuas . Decenas de casos más dan
nocer sus vocaciones .. fe por donde-
quiera, en casa de los notables , de la existencia de un capital de imágene
Esta prol.iferacíón sugiere selvas de imágene s que se pierden en una
explosió n de s con fre-
cuencía impresi onante. Es evidente que sólo una encuesta sistemát
formas y de colores a la que con frecuenci:i se ha designa do con ica apoyada en
el término vago los testame ntos podría permitir el descubr imiento de Yariantes regional
de ''barroc o indígen a''. Los ejemplo s más famosos procede n de
los santuari os de es y un mejor
conoci.'niento de las dominan tes y de la evolución de esta iconografía.
las inmedia ciones de la ciudad de Puebla, en primer lugar de los
cuales está la No ignoramos
que estos notables son los grandes proveedores de las iglesias y de
núscula iglesia de Tonantz inda, cuyo exubera nte interior poblado
de un miríada las capilkts de su
pueblo. más que nadie ellos tienen medios para adquirir estatuas en
de ángeles indígen as da vértigo al visitante , arrastrado pronto en el la ciudad, para
torbellin o mul- ordenarl as a los anistas, para mandar restaura r un cuadro, una escultur
ticolor y dorado que se eleva hasta la brillante linternil la de la cúpula. a.
Se tiene !a Pero ¿qué ocurre con los medios más modestos? Parece ser que
impresió n de estar en presencia de una copia indígen a de la famosa ellos ta.rnbién
capilla del Ro- poseen algunas imágene s, aun cuando su cantida d y la calídad de
sario, en el convent o de Santo Doming o de Puebla (1690), pero de su factura se
una copia que llen lejos de alcanzar las de los precede ntes. Basta con volver a los
multípli caría el virtuosismo conteni do de los mistas españoles acentua testame ntos que
ndo a1 infi- hemos atisbado . Es frecuent e que los interesa dos leguen sus oratorio
nito la prolíferación de los motivos. Se podrían citar otros ejemplo s, incluso una
s de esta flora- o dos imágene s de santos debidam ente identificadas o con mayor frecuenc
ción de líneas y de imágenes que ma.teriaJiza la aprehensión indígen ia aún
a de un barroco designa das anónim amente con el término de los santos: ''A mi hijo
que, en las ciudade s, ya cede terreno ante el neoclasicismo naciente Antonio Nico-
de las últimas lás le dejo la casa y oratorio con todos los santos. " "Es mi hijo Gaspar
décadas del siglo xvn1. n Los santuari os se vencen bajo los estucos tviiguel, le
policromos, las dejo la casa y oratorio< . '' Al respecto podríam os también multipli
imágene s de renomb re bajo el oro, la plata y los diamant es. Pero car los ejem-
basta con pe- plos. La profusió n de las imágene s asegura el
netrar en los interiore s de Jos principa les notables de los pueblos para territorial de las representa-
enconu ar el ciones cristianas, al sembrar por doquier a referencias visibles que,
eco de la profusió n de los santuari os y seguir el reflejo temblor oso tanto como los
de las velas re- santuari os y las capillas, sirven de soporte material al cristianismo
verberad o en el oro de las estatuas y en los espejos de los marcos. indígen a. ii En
En su casa, don este aspecto, reveland o una situació n que en muchos lugares en
1figuel Roldán (en 1743 es el goberna dor indígen a de Cholula ) posee ocasiones parece
una Virgen frisar la saturaci ón, los inventarios de las iglesias y los testame ntos
de Ia Soledad , enmarca da en madera negra salpícada de oro, coronad indígena s <le-s-
a por un bal· cubren una omnipre sencia de la imagen cristiana. Pero es probabl
daquino de madera dorada sobre fondo encarna do, una Virgen e que la difusión
de Guadal upe, materia l del objeto no sea sino la dimensi ón más anodina .
dos Bautismos de SanJua n, tres San !Yfigueles, una Huida a Egipto,
unJesús de la Estas imágene s no son objetos. Sólo existen por medio de la carga
co!eniva e
¡¡ AGI. /tudiencú de ,\fé:uCo. 2713 [ 17)4};
Toussaint , Coioma/ Art in Jfr,\KO, Tbe Texas Pan Amcn- individu al que suscitan y que se confund e con el culto a los santos.
Los evangeliza-
c:in Series, 1\usrin, Univcr5i1y uf Texas Prtss, 1967, pp. 203-205;
Pedro Rojas, Tonan:zintf;;. México,
12 AGN, Tierras, voL 650. exp. 2; voL 1820. rxp. 1; voL 2169.
lSA\l, 1956; Constaml no Reyes Valcrio, Tep;;,/úngo, México, !:--i.\fi,
1960 exp. 1; vol. 1874, e"Xp. 2. 1·01. 2)5·l.
exp. 6; vol. 24)0. exp. S; vol. 2546, txp. 16
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CULTCR:\S D!FERlO.A_S
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242 ClJlTURA S DIFERIDA S
CULTURAS DlfERJD,-\ S
243
legatario los que conservan y dirigen lo que se llama mayordomía, y están a
cargo pueblo otorrlÍ situado al norte de la ciudad de I>íéxico, sólo sostiene tres
de cumplir con las obligaciones que le son inherente s. Llega a suceder que algunas cofra-
días -dos de españoles y una sola de indios- pero acoge seis hermand ades.
familias desaparezcan o que por una u otra razón pierdan la mayordomía que en- Esta
desproporción, que sin salvedades se encuenu a en todos los pueblos, revela
tonces pasa a otras manos. También puede ocurrir que ciertos indios, instalado b_
s de influencia considerable de esas asociaciones en la vida cotidiana indígena. Esta
un modo más o menos subrepticio en las "tierras del santo", se dedique n espon- en·
cuentra en ellas un marco flexible y relativamente autónom o, puesto que algunos
táneame nte al mantenim iento de su culto, tanto que entre ellos se termina por
es- indios no vacilan en pretende r que las hermandades escapan a la jurisdícción
coger al mayordo mo y a los diputado s encargados de administ rar los ingresos
de 1a del
Ordinario. 14
explotación. Así ocurre con la ''herman dad'' de la Virgen de la Soledad de Acam-
Con recursos fijos o sin ellos, las cofradías, las hermandades y las mayordo
bay, al none del valle de Toluca. En las tierras donadas por un principal mías re-
del curren con frecuencia a la colecta para financias misas, sermones, lun1inarias,
pueblo "viven de quinze a dieciséis familias de las cuales se elije cada año un fies-
ma- tas, banquete s y fuegos artificiales o para reconstruir o restaura&
yordomo y un diputado ", a cuyo cargo está pagar las misas debidas a la Virgen. un santuario,
Atestiguadas ya en el siglo xvn, estas recaudaciones se pueden efectuar en el espacio
Pero existen formas todavía más rudimentarias, Basta con que cuatro o cinco
indios del pueblo, pero en ocasiones rebasan por amplio margen sus confines. ECT nombre
se reúnan y decidan festejar cada año al santo de su predilección. Elegido mayor·
de una cofradía, de una hermand ad o simplem ente de una imagen, algunos
domo por sus iguales, uno de los.indios se dedica entonces a recaudar fondos indios
tras recorren una y otra vez los caminos del centro de la Nueva España, yendo de pueblo
pedir autorización al cura de la parroquia, y lo que a ojos de la Iglesia no pasa
de en pueblo, Rodeados de algunos músicos, los recolectores ponan la imagen en
ser una simple colecta emprend ida de manera voluntaria por algunos individuo una
s en especie de relicario, a su paso los acogen multitud es, se organizan danzas en
realidad cobra una dimensió n muy distinta para los interesados: "los indios torno
lla· a la imagen que en cada etapa es ínstalada en el altar de algún particular. Los
man de cofradías las misas que se celebran cada mes". decir verdad, cuando reco·
la lectores venden grabados piadosos, rosarios, pequeñas alhajas de plata que
mayordo mía agrupa a un número de indios más imponan te, se constituye en repre·
her· sentan la iinagen. Cada vez las ventas y las limosnas redondea n el peculio amasado
la
mandad, en una confraternidad. El paso siguiente es el reconocimiento oficial y
lentamen te. En teoría, los indios deben pedir una "licencía " al provisor
constitución de una cofradía, pero los indios rara vez lo dan, limitánd ose la de los
mayor Naturales y someterse en todo a los curas y a Jos jueces eclesiásticos de las comarcas
pane del tiempo a usurpar ese nombre.
que recorren. En realidad. libres en sus itinerarios, con frecuencia incontrolables
Los indios que panicipa n en esas fundaciones, las mayordomías o las hermandades, e
incontrolados, interesados en reunir sumas redondas de las que nadie les i1npide
no reciben ninguna patente, no pagan ningún derecho, no mandan decir ninguna
disponer a su antojo para cubrir supuestos gastos, hábiles par-a negociar con el
misa por los difuntos, sino que les basta eón vivir en el barrio o en el pueblo cura
para el precio de su paso, los recolectores encarnan de maravilla el dinamism o, la
considerarse "cofrade s" y contribu ir a la fiesta del santo. En cuanto a la imagen, 1novi·
lidad y la expansión del cristianismo indígena fuera de los l1mites acostumb
en vez de ser depositada en la iglesia parroquial, la mayoría de las veces se conser· rados
del barrio o del pueblo. Los contactos establecídos aquí y allá, la hospitaEdad
va en una pequeña capilla, en ocasiones incluso en un simple oratorio, sobre que
un al- encuentran en los pueblos visitados, las congregaciones y las celebraciones que n1arcan
tar doméstico. Para la Iglesia no hay en ello sino una ''devoció n piadosa' ', apenas
su paso, dibujan redes complementarias de aquellas de las peregrinacíoncs,
tolerada. En fin, como último caso, también es posible que, en el origen de la tan1·
fun· bién más elásticas, al parecer imprevistas e irnprovisadas, sometidas todavía menos
dación, se halle el culto privado de una imagen milagrosa. En 1698, el hijo del
ca- a la vigilancia de la Iglesia y del Estado."
cique de Ocotitlán aceptó depositar en la iglesia un Ecce Homo que se cubría
de Mucho más difícil es sondear los motivos intÍill9.>S de las devociones cuyas n1úl-
un sudor milagroso y al que él veneraba de manera muy especial. Sus descendi
en- tiples facetas hemos vísto. t\.cordes o no con las nÜrmas impuestas por !a Iglesia.
tes ofrecieron a Ia imagen un retablo, milpas y campos de magueyes y, sobre
todo, todas se cristalizaban en torno a una imagen. Ese punto parece esencial pues
lograron conservar la mayordomía hasta principios del siglo XIX. De modo un acla-
tanto ra de qué manera el cristianismo indígena encuentr a allí a la vez la expresión
más modesto , algunos indios tributarios adquirían imágenes a las que podía ocurrir de
una presencia física, la materia de una reflexión y el soporte de una ínvcrsión
que el vecindario atribuyera cierras virtudes. La casa del poseedor era entonces per-
sonal masiva v de una solidaridad local.
centro de una devoción más o menos efúnera, los fieles le llevaban cirios, flores
y "Ahora de}o un hijo inío que se llan1a Balthasar Antonio, !e dejo un rni padre
dejaban su óbolo. Sin embargo resulta singularm ente difícil estudiar estas formas
que se colocan a1 margen de las irutituciones oficiales y de lo escrito. Cuando l·l AGN, Titrr:JJ, vol. Hfi4, cxp. 2: Jndtfrro1te GoJt'r.;l "\"3rios oficios dd
virrey Rcnlbg!gcd u ¡ 1 '\]
mucho se observa que son en extremo numerosas y que tanto como las hermand con Informes de los curas de ;Lamb;,y. A.totoniko el Grande, Tcmascalte pec
a- del V:dle, Tcp;,z,· din·
des reconocidas, si no es que más, expresan la piedad indfgena. Tepotzo [!777]: AGN. TitrT4f. vol. 2467, cxp. 2. •.
tlán, l\ AGS, BientJ ,\';;0Ó•1ales , kg. 732; Clero Reguúry Seu•/,;r,
n1L 22: Coff.;a'i-.;s, nJI ¡¡;_ /<J:S m
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:-1-1 Cl'.LTüRAS D;ITRiD/,S
2-iS
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CULTI!RAS DlFERlDAS
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250 CULTURAS DlFERIDAS CL'LTUR1\S DIFERIDAS 25 i
ponsabilidad de celebrar exequias, mediante infracciones más o menos graves al pueblo vecino. Este trabajo literarío es también un trabajo de interpretacíón du-
derecho canónico. A falta de saberlos, se suprimen los responsos y, como antaño, rante el cual los indios se tornan libertades con la tradición católica. 1vfas, ¿quiénes
se colocan cerca del difunto ''la comida para el viaje y los instrumentos de su oficio son? Es probable que pertenezcan al estrato letrado que elaboró los Títulos pn'-
para que trabaje en la otra vida". Se da fe de esta práctica entre los nahuas, los mordt'a!es. También se sabe que en los pueblos importantes, por ejemplo en Hue-
otomíes y otras etnias en pleno siglo XVII!. Dado el caso, los cantores no vacilan en jotzingo, los "primeros papeles" -los de Jesucristo, la Virgen, ivfaría 1-fagdalena,
vestir los ornamentos sacerdotales. Vale decir que la muerte sigue siendo en gran los Apóstoles- son acaparados por los caciques locales y sus familías, que por lo
parte un monopolio indígena, marcado no sólo por rasgos de inspiración prehispá- general aprenden su texto de memoria. Tanto mujeres como hombres forman pane
nica sino tainbién por creencias de origen colonial. Por lo demás, la muerte figurada del elenco mientras que, al menos en el caso de Huejorzingo, los 1nacehuales se
mediante una calavera rodeada de rayos luminosos por lo regular ocupa un lugar contentan con encargarse de los papeles secundarios y con hacer de comparsas. Sea
en los oratorios domésticos a fines del siglo xvn y se le destinan ofrendas de cirios y cual fuere la i1nportancia de la panicipacíón de los notables, el teatro indígena no
de incienso para posponer su llegada. deja de ser un fenómeno colectivo, por no decir de masas. Los preparativos llevan
En otro terreno, en el del teatro, la población indígena se mueve más a sus an- un tiempo considerable, cerca de dos meses del año, y ocupan un número impor-
chas. Como la cofradía o el culto a los santos, el teatro tampoco resistió la influen- tante de indios, puesto que en las Pasiones se distribuyen no menos de 30 a 40 pa-
cia de los indios. No desconocemos el papel que el teatro misionero desempeñó en peles. Reina entonces una efervescencia comparable a la que r?dea la p.re,p.aración
la evangelización de los indios en el siglo XVJ. Algunos religiosos introdujeron la de las fiestas tradicionales. Los indios tienen así, a una fecha fiJa, la pos1b1ltdad de
costumbre de representar escenas de la historia santa, proporcionaron los temas, producír, bajo la direcci6n de los notables, su propia representación del cristianis-
las tramas, las puestas en escena e hicieron panicipar a los indígenas en aquellos mo y de interpretarlo en todos los sentidos de la palabra improvisando una parte
espectáculos edificantes que tomaron de las culturas autóctonas la lengua, ciertos de sus parlamentos e inventando sus trajes. ·
trajes y algunas danzas. Los fines de aquel teatro eran múltiples. Se trataba de Para los indios, la representación es más una presentación o más exactamente
mostrar los orígenes remotos y exótícos del cristianismo, de transmitir un mensaje una re-presentación. Reproduce idéntico un personaje o un rito que, en el caso de
moral, un "ejemplo" y, sobre todo, de presentar modelos de buena y mala la Eucaristía, es monopolio exclusivo del sacerdote católico. Incluso es productora
ducta de una manera patente y accesible a la mayoría. La experiencia tuvo un de reliquias puesto que los asistentes se reparten el carmín que colorea las herída.s de
éxito sorprendente en relación con sus limitados medios. Pero, con la decadencia la imagen, recogiéndolo en pedazos de tela o de algodón. Conservados piadosa-
de las órdenes mendicantes, la empresa poco a poco dejó de ser un instrumento mente, estos objetos curan a los enfermos que recurren a ellos. Desde 1621 señala-
puesto de manera exclusiva al servicio de la Iglesia. En el siglo xvn se definió una ba un observador: "Es tan poco el talento de los indios que muchos de ellos no
práctica del teatro más específicamente indfgena, aunada a una explotación que sabrían hacer distinción y diferencia en que sólo era representación y?º mísa ver-
siguió sirviendo con fines misioneros, uno de cuyos ejemplos _es la difusión del dadera.'' En estas condiciones, ¿no constituye la representación dramáoca un modo
culto a la Virgen de Guadalupe. En h1éxico y hasta en los puntos más retirados, los más de llegar a lo divino, una aprehensión carnal, tan real corno la sangre que
indios habían tomado por su cuenta la costumbre de representar en los atrios de corre de las llagas de aquel que, con los rasgos de Cristo, es azotado viol.enc.ia;
tan real como el pan de la hostia que poco antes ha consagrado ese mismo 1nd10 ·
las iglesias, en las capillas o en los cementerios dramas que podían durar varías
horas. Las representaciones nahuas se basan en tramas escritas, más o menos elabo- Con toda evidencia es imposible e impensable establecer una filiación d,e
radas, inspiradas sin duda en textos de los primeros evangelizadores y que circulan los ritos prehispánicos con el drama indígena de lavNueva España, lo que no 1mp1-
en vastas regiones, de Amecameca a Huejotzingo, del valle de México al de Puebla de observar sorprendentes correspondencias. El indio que, por espacio de
a uno y otro lado del Popcx:atépetl. Es probable que aquellos manuscritos ''de los era el dios Quetzalcóatl y repetía la muerte de éste bajo el cuchillo del se
que sacaban los personajes" no carezcan de relación con cierta literatura piadosa componaba y hablaba según un código preciso, "decía su. papel", "era Y
en lengua indígena cuya influencia y cuya difusión en general se han subestimado. reverenciado como [el dios]''. Lo rnismo ocurría con la vfcuma que era e.l dios Te.z-
Cieno es que de ella sólo quedan títulos: el Testamento de J'.luestro Señor, las catlipoca y sin dificultad podríamos acumular los ejemplos de ese nexo singular del
velaciones de la Pasión, las Plegarias de Santiago, San Bartolomé, San Cosme y "actor ritual", del hombre con el dios. cuyos orígenes ha estudiado de manera ex-
San Damián. Estos textos -y muchos otros cuyo rastro sería necesario encontrar- traordinaria Alfredo López Austin. El ''actor'' colonial se prepara para la represen-
probablemente hayan guiado a los redactores de las piezas. Por lo demás, sabido es tación sometiéndose a la penitencia cristiana; se confiesa y comulga. En cuan.to a
que cantores, catequistas, escritores se encargan de copiar, de compilar, con frecuen- los personajes nefastos, luego del espectáculo sus intérpretes sienten la
cia de reformar las tramas que se hallan a su cuidado o que ellos toman de algún de pedir la absolución. ¿No se interrumpen en Huejotzingo las represen[ac1ones de
132 de 1
CULTURAS DlFERlDAS
efigies cnsuanas y porque materializan una ruptura-super ación que vivieron, sin
1:1 Pasión a mediados del siglo X-V!lL a partir del día en que el indio que '·actúa"
concebirla propiamente como tal, los indios herejes del siglo A'Yll. f;-ías se observará
de Judas muere de un modo accidental en un acceso de ebriedad? Nadie se atreve
que estos comportamien tos se producen en el aislamiento, como si la autonomía v
enronces a retomar el papd. por vivirse tao intensamente el vínculo entre la figura
la omnipotencia buscadas sólo pudíeran ejercerse en la clandestinidad y en escen;-
por represenca.1' y su tÍtulaJ.
rios estrechamente ci.rcunscritos.
No está de mi5 insistir en un proceder que nosotros sentimos corno una confu-
Es probable que el trato y la manipulación de las imágenes alcancen el paroxis-
slón pero que, a fin de cuencas, es sólo una manera distínta, tarnbién concebible.
mo en cierto movirrúento mesiánico que he esrudíado en otra parte. Con una am-
de imaginar la relación entre el significante y el referente, desde la perspectiva de la
plitud excepcionaL el fenón1eno contribuye a precisar nuescra interpretación de la
colisión, de la interpenetraci óo violenta de uno en otro, del encuentro. Por lo de.
imagen indígena y el modo en que participa en la evocación, en el surgimiento
niis, ¿no se basa en el 1niswo principio la percepción de la imagen del santo? Es
de otra realidad. El rriovimiento culmina en 1761 al sureste del valle de 1-iéxico y al
comprensible guc la re-presentació n (tanto como el santo o como ta visión) pueda
noresre de !v1orelos. El líder asegura que los grandes santuarios de la región son
ser una de las vías indígenas de J;;i, evocación (en el sentido más enérgico) de una
diablos y manda quemar los grabados de los santos afumando que están malditos.
realidad cristianizada. Como escenografía y presentación de su propia realidad, el
Ese índio y sus numerosos adeptos vuelven a descubrir en 1761 bs actüudes y los
teatro indígena presta en[onces su marco y su materialidad a una visión colectiva,
argumentos que los evangelizador es habían tenido dos siglos atrás contra las efi-
representada de manera períódica. Abre una entrada en masa y directa a aquello
gies indígenas. Con toda su ambigüedad puesto que estas imágenes caldas son consi-
cuyas llaves pre rende reservuse la Iglesia. 10
deradas demonios y al mismo tiempo tratadas como vulgares trozos de madera
En cierras condiciones, ls lógica de la apropiación puede desembocar en la supe-
buenos para leña, como "invenciones ", como "confecciones del mundo" en e!
ración y en b impugnación del cristianismo. Nuestros indios ''herejes'' del siglo
sentido de que son objetos fabricados por los hornbres.
}='>'ll rebasa.ba:1 l?s límites de la ortodoxía sin tracar por ello de romper con la Iglesia
El carácter iconoclasta de aquellos indios perdona las "imágenes buenas", aque-
o con el cnsuan1smo. Los a.rrebatos del siglo xvm indican que ese paso suplementa-
Uas que se les han ''aparecido", que han "venido del cielo" y que en realidad los
rio se ha dado. Han de recordasse las prácticas sacrílegas de los indios de Coatlán,
indios elaboran con sus propias manos. En un principio su santo es concebido como
1-1orelos, del encarnizamie nto de que hacen gala contra efigies a las que trataban
copia, como la ·'imitación" de una efigie informe que luego recibe un nombre,
como a personas en ritos nocturnos. En ello ha de verse una de las expresiones más reconocimient o de la
un "título" antes de ser el santo, la divinidad. Hay
exacerbadas de! nexo con la Lmagen y con el santo, En ello se reconocerá una pro- tiempo que negación de esa misma intervención.
intervención humana a! rr1ismo
longación de las escenas de flagelación tomadas del repertorio de las Pasiones, pero
Buen e_ieoplo de negación (''lo sé, pero de todos modos. . '')que permite conci-
rambién un estallido de agresividad del todo condicionada, esta vez por una realidad
liar dos proposiciones antitéticas, las que se ve intervenir en muchos otros proce-
cristianízada y con toda probabilidad inspirada en los excesos mestizos o españoles
sos de aculturación. De manera del todo excepcional, los testimonios muestran las
que perseguía la _Inquisición. Resulta revelador que lejos de disimular, como an-
modalidades materiales del procedimiento : "}1.ntonio le mandó abrir la imagen
tes, viejas "idolatrías", la frecuentación de las capillas, la corrupción de los ritos
de ta Palma. y habiéndole hecho un hueco en el pecho, le introdujo el mismo An-
cristianos eA'J)resen la influencia indígena sobre el cristianismo, el sometimiento de
tonio en él unos corazones de caña, granos de maís disciplinados, un pedazo de
ese capital si....'Tibólico. 1-fuy lejos de allí, entre Querétaro y San Luis Potosí, en el
mazorca y un-a \'i..ri.agrera de vidrio con sangre de doncella que sacó de la mano derecha
pueblo de Sar1 Luis de 1-a Paz. medio siglo después la Iglesia desenmascara conduc-
a su hija Antonia; que en la cabeza le mandó hacer otro hueco y metió en él
tas bastante análogas. Son las cofradías reunidas en capillas que, esta vez. prestan
un corazón de paloma blanca; y que después le mandó cerrar los referidos huecos
marco a otras reuniones nocrurnas en que los indios se embriagan con peyotl,
[. , ). En un hueco que le mandó abrir en el vientre le introdujo un pedazo de pie·
visten ornarnenros sagrados, azotan las cruces con cirios o las entierran con cabe-
dra azul de rayo, diciendo _,-\ntonio que aquello era el corazón del santo." En otra
zas de perro u osa.rnentas humanas cuando no arnenazan a una imagen de la Santa
parte he hablado de las relaciones que existen entre esta práctica y los usos prehis-
con dade latigazos si no les concede el milagro que exigen. Desviaciones
' .. ·
' y estas practi- páriicos, aun cuando no pueda haber transmisión directa. A pesar de lo cual no deja
hacia la blasfemia per"v tam'b'e'o ' ' bru¡ena,
" l h.acta la estas creencias
de subsistir una relación común con la efigie, no por medio del objeto sino en el
cas las hemos recordado rnenos por su frecuencia o por su representativi dad que
objeto, en la oquedad de la materia. Una relación que se expresa, no con palabras,
porque muestran, como en IYíorelos, las virtualidades ocultas en la relación con las
con discursos. ni en una teología ni tampoco exactamente en un rito sino, antes
19 AGN, Bienl!S ,Vsuou:;/es. ieg ¡¡, ), exp. 45: leg. exp. 2; Horcasita_s, EJ teatro nihuatl, o.b bíen, en una práctica material, en un vaciamiento, Asimismo he indicado la posible
át_, PP· 2)-30. 36 S-:'-3S, l )), 42'.: [nquittción_ vol. 1072, foi 242r.; vol 10)7, fol. 288r.: Bienes reminiscencia de un concepto prehispánico de las energías vitales que sugiere ei
N:;.cionafu, ieg. 00, ex? l0. Jn,1 nsr ión. voi. 339, e-xv. 81, fo! 5i4r.
133 de 162
CULTURAS DIFERIDAS CULTURAS DIFERIDAS 25)
nexo introducido entre el pedernal y el corazón del santo. La impregnación delco· ceder que al contenído que le es dado. Esa forma se apoya en el papel que los
razón por el fuego celeste que sígnifica aquélla remite al concepto de tona/Ji y a la dios conceden a las imágenes, como acabarnos de ver, pero también retoma el tema
manera en que las sociedades prehispánicas concebían la investidura del ser humano de la mariofanía -la Virgen aparece en una gruta del volcán Popocatépetl- pro-
o de los objetos por la potencia divina. Mediante estos testimonios excepcionales longándola, aunque siga siendo la tradición mariana, mediante Ia confección de
ta1 vez se capte mejor el sentido del encierro del santo en él mismo, que contiene una imagen. La lista de adopciones no termina en la mariofanía, incluye la totali-
la fuerza y que por consiguiente sólo remite a sí mismo. Digo excepcionales, menos dad de los ritos y de los sacramentos cristianos, prosigue con la usurpación de las
por su carácter extraño que porque verbalizan un vínculo que por lo común los in· funciones sacerdotales. Antonio se vuelve sacerdote, arzobispo, pontífice, y, final·
dios no sienten necesidad de enunciar. Ellos adoran, piden, agradecen, recompen· mente, Dios. Allí se desboca la proyección acelerada de una historia ya atisbada en
san o amenazan al santo, no especulan respecto a los nexos del significailte y del re- el siglo xv11 gracias a episodios dispersos. La accesión a la divinidad era sólo un pri-
ferente como pueden hacerlo la Iglesia y, más rara vez, el historiador, salvo, desde mer paso, detrás de Antonio se precipitan por decenas indios que se transforman
luego, cuando las reglas del juego se trastornan y los santos oficiales son destrona· en los ángeles, en los Apóstoles, en la Virgen o, antes bien, en las Vírgenes, las
dos por otros que vienen a sucederlos. Dentro de ese movimiento, de las prácticas Tres Marías, los Tres Reyes, la Santísima Trinidad. Los hechos ocurren corno si lo
de que se rodea y de la representación del mundo y del más allá que suscita, las que sólo era adopción de papel pasajero en ocasión de una fiesta litúrgica se consti·
imágenes de nuevo hacen las veces de introductores y de evocadores de una reali- tuyera en realidad cotidiana. Llevado al extremo, este engranaje de la desviación y
dad distinta, concebida y vivida por algunos indios fuera de toda injerencia ecle· de la apropiación desemboca en el establecimiento de una aprehensión de lo real
siástica. apoyado no sólo en imágenes creadas por los indios, sino también en esas decenas
Otro efecto de rebasamiento, también excepcional pero igualmente revelador de hombres·dios que realizan en su persona la ósmosis viva del referente y del sig-
de potencialidades profundas, está ligado a la capacidad que tenfan algunos indios de no. Mientras que una uansn-1utación del espacio, del entorno descu:bre. en el volcán
identificarse con la divinidad. En ocasiones, la identificación rebasaba la escena Popocatépetl, la superposición del infierno, del purgatorio y del parai"io. En tanto
dramática para cobrar dimensiones del todo inauditas. Pensemos en aquellos hom- que se despliega un enfoque también transformado del tiempo, en que se conju-
bres·dios cristianos, los primeros de los cuales vernos aparecer en la segunda mitad gan Ias reminiscencias del viejo tie1npo divino (al que algunos de los fieles tienen un
del siglo xv11. Las fuentes revelan su aparición esporádica en el siglo xvnr. En San acceso privilegiado) con un tiempo humano que en esta ocasión deja de ser cíclico
Miguel el Grande (hoy San Miguel de Allende), un curandero indígena se hace llamar para orientarse hacia un fin del mundo cristianizado como Apocalipsis.
en 1770 Dios Padre, una india, que vive con él ejerciendo el mismo oficio, Dios Construida sobre estructuras espaciales y temporales, sobre soportes humanos y
Espíritu Santo y un mestizo que los acompaña, Dios Hijo. Un cuarto de siglo des- materiales, puesta sobre el papel en letras que difunden la mariofanía del Popoca-
pués, no lejos de ahí, en las reuniones nocturnas de San Luis de la Paz, el mayor· tépetl, esta realidad es, con toda evidencia, totalmente incompatible con el mundo
do1no del ''Señor Patrono San Luis'' se hace adorar como si fuera Dios, instalado colonial tal corno lo conciben los españoles, los mestizos, las ''gentes de razón''.
sobre el altar, vestido con los ornamentos sacerdotales, predicando y prometiendo compatibilidad esta que deriva, de manera paradójica, de elementos adoptados
conceder todo lo que los indios le pidan. Una india recibe los mismos honores. sin excepción de la Iglesia colonial: el imperativo de la creencia y de la conversión,
Pero volvamos al movímiento del Popocatéped (1761), Es ejemplar debido a que el exclusivismo religioso ("el verdadero Dios era el suyo"), la economía de la re-
constituye un resultado, una totalización y una síntesis de todas las empresas de dención y de la condenación eterna. Reunidos, estos rasgos imprimen al movi"
captura de Io sobrenatural cristiano que se producen y se multiplican desde princi· miento un radicalismo explosivo y una conciencia un}versalista que lo precipitan
pi os del siglo X\1L Hacia 175 7, en los confines del valle de México y de la región de hacia la ruprura y la repulsa inapelable de la dominatión de la Iglesia y del rey' la
Cuautla, Antonio Pérez, un pastor indígena, encuentra a un misterioso dominico credibilidad del edificio así construido exige la eliminación de los incrédulos en un
que le enseña el arte de curar. Es la trama banal (a fuerza de sernos ahora familiar) Apocalipsis que sólo perdonará a los fieles de la Virgen. La sobrepuja mesíánica,
de la iniciación sincrética con dominante cristiana donde flota, vago, el recuerdo de milenarista y apocalíptica es !a única salida ofrecida a esos indios que vuelven
!os venerables. Segunda trama que se encadena a la primera: Antonio adquiere contra los domina.dores (españoles, mestizos e indios aculrurados) el trato que por
una ímagen -la pintura de un Cristo- que despierta la devoción de los indios. mucho tiempo Ies estuvo reservado. Este "irrealismo" manifiesto, este and;uniaje
La piedad individual y la piedad colectiva se mezclan en este episodio que termina fabuloso desembocan en una ton1a de conciencia lúcida de la explotación colonial,
mal, puesto que la Iglesia proscribe la devoción. En ese momento es cuando, ante la en una impugnación radica.! y en un conjunto de propuestas de acción(' 'el mundo
hostilidad del clero, Antonio torna un camino que lo aparta de la Iglesia e incluso era una torta ql..le se había de repartir entre todos [. . ] Todas las riquezas les habían
del cristianismo indígena. Pero esta separación obedece menos a la forma del pro- de quedar a los naturales") donde por otra parte aún se trasluce la huella del cris-
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>-;,
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CL'LTLT.i\S DlfERlDA.S
CULTURAS DIFERI DAS
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plícito funcio na según el modo de la negación: "Sé
muy que no d:bo creer
en esas cosas, pero ... " Esta "pobr eza" y esta hetero bordin an al inquir idor a !as fuerzas que interro
geneid ad le permi ten ope- ga. En cambi o, el terren o de la
rar la unión entre la idolat ría y el cristianismo indíge brujería colonial da más libre curso a la in1provisació
na. La brujer ía aún manti ene n, a la iniciativa personal.
con la idolat ría nexos que se trasluc en en ritos terapé La interp retaci ón de lo occide ntal, la identi ficaci ón de
uticos y en creencias, en tanto un responsable, !a difusi ón
que e1 cristianismo indíge na a menu do le de un rumor extrañ o ocupa n desde hace much o
_desviaciones en él un lugar llnpor tante, En el
y blas· siglo AV1ll, lo que a1 parecer cambi a es la frecuencia
femas. Por consiguiente, la brujer ía ofrece la pos1b1hdad
de una rransic1on. de un de la brujería o 1nás exactamente
acerca mient o basados en una red lo bastan te vaga la frecuencia de la acusación de brujer ía. El ataqu e por
para abrirse a interpretaciones brujeria ya no es imagi nado
múltip les. ¿No se reduce la mayoría de las veces la como mono polio de brujos especializados o de grupo
brujer ía a una expresión de los s maléficos cuyos aterradores
resortes afectivos (el temor , la ira, la envidi a) organ nomb res se repetí an las sociedades prehis pánica s
izada de acuerd o con un es· y a los que todaví a se temía en el
quem a persecutorio lo bastan te símpl e y estere otipad campo en el siglo :xv11. Bajo la proba ble influe ncia
o para funcio nar en culturas y de las creencias ibéricas, la acu-
contex tos distint os? En fin y sobre todo, !a brujer ía sación de brujer ía al parece r se banali za en el siglo
acapara un campo comú n a xvn1. Todo conflicto, todo -acci-
dos los grupo s de la sociedad coloniaJ, el tratam iento dente, toda muert e no explíc ada son imput ables
de la Ydel infor- a la brujer ía y cualqu ier indio
tunio. A ese respecto, desde el siglo X\1I, en torno puede ser blanco potenc ial de un ataqu e. Por tanto
a algunos pnnc1p1os constantes lo que se teme ya no es sólo la
acepta dos por todos los grupos étnicos -la extrac agresión de un brujo profes ional, social y cultur almen
ción del mali conce ?ido bajo. la te marca do, sino !a del otro,
forma de un cuerpo extrañ o y con frecuencia inmun la del vecino, la del compa dre, la de un parien te
do, su transf erenci a a un obJe- cuyo verdad ero rostro hay que
to, un anima l u otra perso na- se orden a un conju saber desen masca rar bajo la aparie ncia inocen te.
nto de creencias que toman su No está descartado que, en la
brujer ía colonial, cieno deteri oro de la sociab ilidad
sentid o, su coherencia, de sus fines prácticos y de
su eficacia inmed iata. Gracias a tradic ional (en la que inter-
estas características se halla la brujer ía en posibi lidad vienen tanto las norma s cristianas del matrim onio
de ofrecer un terren o, un len· y de la famili a, la defini ción v la
práctica españolas de la propie dad, 1as presio nes
guaje, un sentid o comunes a los indios y a los de la domin ación colonial
mestizos.° n;ulatos el debili tamie nto de cierras presio nes domés ticas
que, cada vez en mayor númer o, atraviesan la existen y comun itarias ) encue ntre así un
cia de campo de acción, una fuente y un exutor io suplen
Los españoles no sólo se creen víctimas de hechiz 1entarios. A. este respecto, la
os y piden a alguno s 1nd1os des- violencia secreta o murm urada de la brujer ía al parece
cubrir a los autore s, sino que ellos mismos son brujos r con frecuencia hace eco a
bastan te bueno s, de creer a la violencia domés tica. ,Las tensio nes consta ntes,
cierto indio de Queré taro. No se debe olvidar que los estallidos víolentos por los
en el siglo XVIII todaví a hay gen- que. en ciertas regiones, pasa la pareja indíge na
te de iglesia que cree en la brujer ía indíge na e, invers
ament e, que es acusada por y la opone n a los suegros y la en-
frenta n contra los aliados, no sólo parece n 1nanif
los indios de prácticas diabólicas. La relativa auto?o
m1a de la brujer ía estar eJ difícíl surgím iento de \a
unida d conyugal sino asimismo expresar, a su maner
referentes culturales no hace sino reflejar una socied
ad en que el mesuz a¡e b1olog1- a, una redefinición progresiva
co y cultur al ocupa un sitio avasallador. Así, cuand del vínculo del indivi duo con el grupo ,
o _indios al A esta insistencia en el indivi duo, con frecue ncia
tlamatini o tepatiani, con frecuencia les impor ta poco
s1 es indio o mestiz o, pardo a expensas de las solidaridades
comun itarias , familiares o espirit uales, se agrega
o moren o. n la debilí dad de los punto s de
referencia, la superf icialid ad de las referencias cultur
La acusación de brujer ía puede involucrar grupo
s indeseables, a indios ajenos ales que rodean la brujerfa.
Esta conjun ción parece privilegiar lo subjet ivo, lo
al puebl o o a rebeldes al pago del tribut o, facciones fantas magór ico que hace crecer
rivales que quiere n separarse el rumor , la acusación y el miedo . Una parte de
de la comu nidad . En el aspecto colectivo permi te los chinan tecos de Oxitlá n, un
deshacerse de los supuestos des- puebl o perdid o en las monta ñas boscosas del n9rest
viacionistas o de tenerlos a merce d y en ocasiones
de hacerlo sin conoc imien to del e del obispa do de Oax:aca,
denuncia en 1750 a brujos que se transf orman en c!·frvos
cura y de las autori dades españolas. De los otornícs
de la región de San Juan del Río , tienen reunio nes en las que
beben la sangre de sus víctimas, celebr an misas
a los nahua s de Cuaut la o de Zacua lpan, en el oeste negras, chupa n la sangre de los
de Morelos, o alosch inante cos de niños que devor an. Una india inclus o se transf orma
Oaxaca, el proce dimie nto se repite , monó tono, en
la segun da mitad del siglo X\11!. "en una person a que viaja
en carroza, como si fuera reina' '" Los denun ciante
Jvfas la origin alidad de la brujer ía del siglo XVlll sin s dan a rivalidades políticas -en
no ahf. cesar que por lo demás están implic ados el cura y el alcald
toma cada vez más camin os indivi duales , singul
ares, 1mprov1sados, se vierte en e mayor de Teutil a·--, que-
rellas intern as, disput as de vecind ario, e inclus o
estrategias interpersonales cuand o que el servicio a una tentati va de suicidio
de los santos y la r!gen rara en el medio indíge na) interp retaci ones tomad
dentro de marcos institu cional izados y preestableci as en parre de la demon ologíJ
dos las relaciones del 1nd1v1duo europ ea. No por ello deja el conju nto de config
o del grupo con lo divino. Los dos campo s posee urar un revoltijo heteró diro de
n sus sus litur- creencias, de temor es, de delirios tributa rios de
gias, sus formu larios, sus objeto s de culto; impon la ímagi nación de cada cual, una
en prácticas resu1ct1vas que su« amalg ama en que se mezcl an manif estaci ones de •.
nahua lísrno , res·a.bios de sacrifi-
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CLLTURAS DlFE R!D :\S conservan, el mar co
s, el prestigio y los bien es que
res. Las larguezas de los cacique imp orta nte en la vida
stnJ.os abo rtiv os que dan con stiru yen un elem ento
obse sion es de dev orac ión y mon que aseg uran y el ejem plo que a y por su med iaci ón, los
ciPs hur r1:1.r105, apar icio nes con mad res. E! rnie do pán ico borra peq ueñ as. Por su pres enci
n del vien tre de sus de los pue blos o de las ciud ades Chr isti, Sem ana San ta o los auto s
con surn ;:n los fetos que arra nca v desco- fiestas (Co rpus
os y satu ra un espacio sing ular caci que s enc arna n en las as a la soci edad colo-
lus Je refe renc ía cult ural es ordi nari -pu es nun ca se cita al .i.ón de las com unid ade s indí gen
iden tal sin caer en e Ha de fe de la cap ital) 13. in[egrac J-Cc ión de la Igtesi<J. por
que roza la dem ono logí a occ apar ece com o dist ante fi. r,;J.5 s.ctiva el c1m po de
indí gen a que sólo niaL Pero sosú ene n de man era :.tún io y el de las fund acio nes
y se apa rta de una idol atrí a la mul tipl icac ión de sus ame nte: el dei sacerdoc
acusaciones de brujer"ia , dos cam inos vinc ulad os estr ech s espa ñole s, se ded icar on
ligra.na. La prol ifer ació n de b.s indigen;;s, como los rico
de una prod ucc ión pías. Des de el siglo XY!, familias ión de las mis as en
arid ad de las inre rpre taci one s, el surg imie nto
blancos. la disp se desc ubre tant o ucto deb ía gara ntiz ar la cele brac
el delirio indi vidu al, y cuyo rasero a reun ir un capi ral cuy o prod la fund ació n obe dec e
f::tnt 35 mag óric a gue privilegia Oax aca, no sólo man i. ante s. En los siglos xv11 y XY1!!,
o entr e los chin ante cos de men1or.i.a de los gen eros os don una part e del patr irno ·
entr e los nah uas de Morelos com -a ta soci eda d coiorúaL En liare s dcsr inad as a pro tege r
ad del mundo indígena cada vez rnás a estr ateg ias fanú ilia a la carr era ecleslástica.
fiestan una mayor permeabilid po que se con crerar1 en el de los mie mbr os de la fam
ción de un nuevo cam n.io y a gara ntiz ar la entr ada cap ella nía con sagr a y
el con:o plazo, reve lan la instaura rrollo de una trama dos hech os a una ima gen , la
e todo, invitan a segu ir el desa A ejem plo de los mod esto s lega gen a que en el largo
folklore indí gen a. En fin y sobr los swt os, frágil, ines- 2ción piad osa y una fam ilia indí
s de ia idol atría y del cult o a perp etúa e 1nex o enrr e una don o es -o pue de ser -
cult ural dist inta de las mat rice de base instirucio- efic iaria . En amb os casos el gest
es de las creencias, desp rovi sta plaz o perm ane ce com o su ben idad sepa ra amb as ac-
tabl e, efL.'Tlera, suje ta a ios azar pref igur a leja nam ente el perc ibe e\ abis mo que en real
coh eren cia pro fun da, que 2
fuen te de pres tigio . Pero se esp eran za de un ascenso social
naL de legi tím idad !ocal y de alid ad los mes üzo s y los indios. t el capfral inve rtid o la
en que se deb aten en la actu ciones. Los cacíques bas;u1 en un obje to de uca
universo desarraigado rdocio, los mac ehu ales invi sten
mie ntra s gue . excl uido s del sace ro aseg ura al dete ntar
trab ajo de un capir-;-cl f1nancie
fuer za s:cgrada. Eo uoo s el vien e a las nece sida des de
OS el rrabajo del dete ntor sub
LTíEF.iOCL'TORES OBU GAD un ingreso regu lar, en orros ilac ión fiel de los mod elos espa -
se aprecia la asim
la ima gen . En los prim eros sólo cap ital social, es ins-
ismo indí gen a sólo con duc en
a cailejones sin sa.li· capira.1 sim bóií co tant o com o
Si ios desb orda mie ntos del cristian ñoles: en los seg und os ei san ro. de una feor gan izac ión
por que los mac ehu ales ón del cristianismo y emb rión
da, si ta bruj ería no inqu ieta
a las autoridades coloniales es tn1mer.to de una re inte rpre taci aqu ella , más gen e·
solo s la inte grid ad de i-a.s r verd ad, esta distancia exp resa
rían repr esen tar por s1 de la reai idad indi gen a. A. decí ca de inte grac ión, y
y los peq ueñ os nota bles no pod dom inar los elem ento s de los que indí gen a, acu ltur ada , en bus
hall an lejos de raL que se abre entr e la nob leza
soci eda des indi as 7· por que se ón de admi.ra· gen as.
se com oon en sus cult uras . Por más que se hag a de él una apli caci ría el resto de las pob laci one s indí tica con stitu ye para
el cristianismo indí gen a no pod ente desc ubri r que la carrera eclesiás
bles de defensa y de ada ptac ión, edad es in· Tal vez resu lte sorp rend alm ente . Al pare cer.
l de las soci sociai cuyo valor apre cian cab
pon ente s esencla.les por igua los caci que s una vía de ascenso de man era regu lar a
a<:ultar el peso de otros- com se teng a tend enc ia a hace r abstrae· ndo a.lgunos indi os emp eza ron
<J.d , en ocas ione s fue a fines del sígl o xv11 cua
dias , aun cua ndo , por cornodid Esp aña cue nta con
iado s dei siglo A'Vlll, la Nue va
ción de ellos. deja n de expresar recibir el sacerdocio. Hac ia med para ción con los apro xim ada -
ntos de la nob leza indí gen a no lo que es poco en com
Des de el siglo xvi, ios test ame scu nid as a la uno s )0 sace rdot es indí gen as, las 573 parr oqu ias del
elan existencias aco mod ada s, trw que reún e la Com pañ ía o con
una pled ad ejem plar y pród iga. Rev dros y de esta tuas men te 400 sace rdot es jesuitas os reciben de manera
cua se pien sa que esos sacerdotes indi
rad-as con una prof usió n de centro de] país. Pero es más si ech o de su dom inio de
som bra de vastas mor ada s deco ntos as. don acio nes suntuosas. as en que se pue de sacar prov
nes fervíentes y oste exc!usiva parr oqu ias indí gen dos de una cap e·
de. sant os.. Se.....adiv.inan devocio ias aco mod ado s, dota
lazos qüe liga n a e.sos nob les con indi os
Se reco nsti tuye n los ced e en las ceremo-::=---:..·· la leng ua local. Eo gen eral son fiiSpa:ct" '"o-= -cfe= Pue.b .la:;:.una.cendjción
un mod o inva riab le se les con al menos éll ·el'O
conoce la pron llne ncia que de cen en las gran · liarJ a cóm oda que al parecer fue, enc uen tran los here-
ofre n del sacerdocio. Ent re ellos se
cedérseles, los cirios que se les sú1e qua non para la obte nció itura y la liter atur a de
nias, la jera rquí a que deb e con mne s en pres enci a de el siglo X\'1, desc ubri eron la escr
sti_ Ima gina mos fJne rale s sole deros de Ios i.ndlgenas que , en vía bril lant es. A fines
des procesiones de Cor pus Chri estr épit o de los tam bo· bien es y en pod er, pero toda
s de armas y blasones entr e el Occ iden te, mis mod esto s er. cala y Pue bla algu nos
los nota bles indí gen as con reye del X\1l l, en la regi ón de Tlax
· ., r.,p, del siglo xvn y a prin cipl os deja ndo obra s de teat ro e
exp. 140, fol. 29St., Pére1 de
Vela.seo, E! ayuda:1Jte a'e cura. lan en man ejar la plu ma,
21 AG¡-.;, Cédula; Reale!. vol. 86, exp. ): I11,7uúiúOn, vol.
sacerdotes indí gen as no vaci 5. No es un caso aisl ado . La
vol. 155. fol. l lv., vol. 17), res pub lica do en 171
\'Ol. !47, exp. 19; . incluso ese lrianua! de con.feso
át .. pp. 93, 9J; .'i.GN. Cn.mina!. 61. "Cau sa.ca ntra Antoruo Isidro
vol 960. exp. l"'!;)udicid, vol
527 exp 9: vol. 1284. fol. 2C8r [18l.8].
6<:}, "Cau sa cootr:i. Ma. Paula'"
(1796}; Bi0111:1 I'lanónales, \eg
137 de 162
CULTURAS DIFERIDAS 263
138 de 1
CLLTLR.--'\S DIFE:ZID.-\S
165
L::- u:idición. la costumbre. cimentaban equilibrios frágiles entre las exigencias Si en ocasiones d cura recibía el apoyo de una parre de los notables, también es
Ce!;;_ lglcsla y !:15 pretensiones de los indios_ Cierro es que nadie pensab3. en verdad objeto de presiones, de chantajes desenfrenados que lo obligan a someterse o a re·
rxJner :eh de juicio el p::;_pel Jel sacerdote en su dimensión sacramental, a excep- tirarse_ Más revetadoras aún son !as estrategias de evitación que saborean el poder
desde Juego, del caso de los IT'n"'.siinicos que ya hemos aüsbado. del sacerdote. Para escapar a la obligación dominical, algunos prerenden que oyen
Pero Jos indios no vacilan en criticar su mala adnlinistració n, sus ausencias dem-a. nlisa en una parroquia vecina. cuyos fiscales complacientes les proporcionan, me-
siado repetidas. la no residencia, e! desorden de sus registros, su ignorancia de las diante dinero, el indispensable cerrificado de asistencia y de instrucción cristiana.
lenguas.indíge nas, el desenfado con el que tratan los objetos del culro, sus cos- Otros se hacen pasar por enfermos y los mismos fiscales presentan otras consrancias.
rumbres ligeras. ¿Celo de indios ferúentes? A veces. Pero tan1bién y con mayor Tambíén el matrimonio es objeto de fraudes y subterfugios. Es fácil encontrar
frecuenci-a ,.mJníobra indirecc1 para intimidar u obtener el traslado de un cura testigos dispuestos a jurar cualquier cosa a cambio de una invitación a la boda;
que sobrepasa los derechos que prescribe la costuinbre o que interviene demasiado fácil también, con ayuda del fiscal y del escribano, presentar informaciones falsifi-
1
en aquello que los indios cog2ideran ''cosa suya''. Querer 'abolir la antiquísi- cadas para disímular fa condición de uno de los cónyuges y sobre todo la existen-
ma costumbre'' o inuoduci.r ''novedades'' bastan para alzar a la comunidad contra cia de algún lazo de parentesco, de unas primeras nupcias o de un impedimento
su cura. que hagan la unión ilícira e incestuosa: asimismo fácil obtener que la prometida
A decir verdad, los derechos parroquiales constituyen un terreno espinoso, En el sea '' deposítada'' antes del matrimonio bajo custodia de los futuros suegros y
siglo _\."\'l. los religiosos hicieron uso de elios a su antojo en sus doctrinas, sin tolerar maquillar así la cohabitación prenupciaL Para quien vive.en concubínato es posible
ninguna intervención del obispo. La reconquista operada por el clero secular mo· obtener un acta falsa de matrimonio o escoger casarse en una parroquia apartada
dificó las bases del juego. Las co1nplejas tarifas que no abolían la costumbre practi- -ante un vicario poco exigen re o poco escn.rpuioso. i\greguemos práctl"cas menos su-
cada en el plano local alirnentaban controversias infinitas, poniendo a prueba la tiles y más expeditas, como las de evitar comulgar, confesarse. casarse, las de de-
paciencia del lnvestigaclor deseoso de saber más acerca de ellas y de salvar esa barre- sertar de la misa, de no pedi.r el bautizo para los recién nacidos, de ocultar a los
de argucías, de deposiciones y contradeposic iones. El aumento de !os derechos moribundos para enterrarlos a escondidas. Así logran escabullirse en lo esencial del
en especie o la introducción de nuevos derechos, el cosro de los entierros y de las pago de !os derechos parroquiales, pero eso es también signo de una indiferencia
misas- considerado exorbiranre, sobre todo en tiempos de hambre y de epidemia, opuesta a cierro cristianismo, el del cura y de sus vicarios, cuando que se está dis-
la obligación de pagar las primicias, el constrefumicn to de los servicios personales puesto a poner sumas importantes, muy superiores a los derechos de arancel, para
agítaron incans:;,b\err1ente b hisror\-a de pueblos. Los indios se ponían honrar a los santos. El ausentismo impide efectu.ar el habitual conteo dominical
en huelga de mísa o, no sin cieno maquiavelism o, dejaban de celebrar sus fiestas, antes de la misa y por tanto conocer el número de fieles. Cuando las tensiones se
privando así a la parroquia de ingresos apreciables, en tanto que el cura se negaba intensifican. el mismo ausentismo es una fuga hacia parajes más aislados, hacia
a enterrar a los muertos míenrras no se liquidaran lus derechos. otro pueblo o hacia la ciudad. Entonces se deja crecer el cabeHo para perderse entre
Los indios disputaban al cura el derecho de escoger a los fiscales como lo hacían las multitudes mestizas y de ese modo escapar al tributo. Estos indicios recabados
en cuanto a sus gobernadores_ No ad midan ctue el cura desconociera los privilegios en los procesos, las uansformacion es dei mapa religioso corrobora,_'1 lo que sugiere
de una cabecera. Tampoco toleraban que el cura se permitiera regentea.r las cofra- la evolución global de los efectivos del clero. El auge del cristianisrno indígena pro-
días, cambiar los santos patronos, supen·isa:: las procesiones, tocar a los santos Y bablemente sea contemporáne o de un relajamiento de la influencia eclesiástica
las imágenes. Loo indios -prerendían adn:inísuar las cofradías, las hermandades a tanto como lo es del resurgimiento demográfico. Así se explicarían la vitalidad,
su antojo, sin inrervencióE del cura, s'.n remirU:se al juez eclesiástico de la jurisdic- la autonomía y la combatividad que se expresan a placer en las hermandades, en las
ción al que de un modo sisi:en1ático se descarraba de la elección del mayordomo, de la cofradías, en el culto a los santos y en las fiestas indias. 21
designación de los recolectores, de las rransacclones o petadas e incluso de la ce·
lebración de las fiestas, El silencio e incluso la clandestinidad estaban al día en ese
terreno. La nanualeza, la locdizaclón, et valor de los bienes, los ingresos que pro· Los PRr!>IJ:.RDS EMBATES o-¡; L\. MODE&"..¡1DAD
curaban, los libros de constituciones -cuando existían- con frecuencia se oculta·
banal cura, ¡quien a veces desconocí-a hasta la existencia de las hermandades que Pero el agirado statu quo que rige las relaciones de las poblaciones indígenas con
abrigaba su parroquia! Las contabilidades eran. ínexístenres o, en el mejor de los 23 Cuevas. HútorÚJ de f;: lgíe.fiJ ,, op, át., V, ¡op. 36- 37; AGt. Audiencia de Mfxico, 819. 2714,
casos, de manera ma.r1ifiesta estaban arregladas. alineando un activo y un pasivo 2712. 2716, 35, exp. 37,-\/D; .A.MSAH. Fondo franr:m::at10. lS.3-: Bienes Nacionaíes. !eg. 450; leg. 1182, exp
que imperturbable mcote se equilibraban. 28: leg. 153; sobre los conílicros que oponían los indios a los curas, véanse AGN. Ind/os, Indiferente
Cener.;Í. Bú:neJ ,\'acion.::!o. C/ao S1.•c11!J." y R1:g11/.;r. Cnmi.·1al
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CULTL'R/\:::i DiFER ID,\S
140 de 1
CL_:LTUR \S DlfERID.'1.5
el uso de las lenguas indígenas'' para reducir a los indios a la' 'vida civil'', de favo-
que hiy en esc1s demandas son basc1nces causas que justifican su prohibición",
recer "la unión v la mezcla con l0s españoles" y, de manera más concreta, de
·Si p:ir:J. cad:c Lrnagen se hubiese de conceder una demanda, dentro de breve vo!-
tablecer escuetas' en que maesuos p'.lgados con los bienes comunales Yel
\erían a Henarse los pueblos de esta especie de vagamundos.
dejado por el pago del tributo el la lecrura y e:cntura del
No podrL. exagera.rse el efecto de esas medidas que valen más por lo que hacen
castelia.i.'10. En 1768 v 1769, el arzobispo Antonio lorenzana y Bu1tron acomete
presagiar que por su aplícación inmediata. Pero esbozan ei nuevo n1arco en que
con mayor brío aún e't asunto. insistiendo en ia necesidad de romper el aislamiento
evolucior;;,r5.n en lo sucesivo las culruras indígenas. Algunos prelados iiustrados v
de las Poblaciones indígenas y en asociarlas a la vida económica y :ocial del país. E!
sobre rodo el Estado de la5 Luces por inedia de sus intendentes, sus subdelegados,
marqués de Croi.x, virrey de }.,1éxico, y III. esta política, P?r poder
burocracia se empeñan en reorientar y en supervisar la existencia de los indios. Bajo
el despotismo ilustrado tolerar un pluralismo la per-
e! efecto conjugado del despotismo ele los Borbones y de la influencia de las Luces,
fecta subordinación al soberano''. Pero le dan un giro d1sunto haciendo de la es-
Jos imperativos de la civi!ización sustituyen poco a poco a los de la criscia.nizaclón.
el interés por la rediruabilidad , la; 'decen- cuela y del castellano un instrumento de consolidación del Estado en detrimento
El orden público, el bienestar
de la Íglesia y de los súbditos , 'americanos". Las medidas se sucederán en los años
cia" de los individuos, de las imágenes, de las reuniones, de las fiestas, la estricta
1780 y se repetirán hasta el fin de la dominación a pesar de numerosas
;;eparación de lo profano y lo sagrado son algunas de las nuevas limitaciones a que es-
oposiciones. A principios de los años 1780 el país por pnmera vez se_cubre
ban de enfrentarse ios indios en lo sucesivo. A este respecto son ejempla.res las
Reglas par.;¡ que los th1turales de estos reynos sean fa/ices en lo espin"tual y tempo- cuelas, sí hemos de creer en los informes de los alcaldes mayores: cas1 la totalidad
ral, que publica el a.r:zobispo Lorenzana en 1768. ¿No se refieren más a la disposi- de los jóvenes índígenas aprendería el castellano bajo el cuidado de sus maestros.
Cuidémonos de creer que el paso de la escolarización fue dado de
ción del hábitat, a la higiene_ al ves:ido, al matrimonio, que a las obligaciones es-
pronto. La crisis agrícola y d hambre de 1785-1786 d:an razón de l,a mayor parte de
pirituales propiamente dichas 1 Tras haber velado mucho i::iempo por la salvación
de los indios_ Occidente intervenía por primera ocasión en su felicidad materíal. \as escuelas abieri:as durante esos años. En otras parres las escue1as se adaptan. al
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,,h..-i,,.nc1n
, <>'-''-•- -'-'- '
"las siembras v la cosecha''. Sin embargo. es 1n-
J
El en1bate contra la religiosidad indígena no es una acción aislada. A decir ver· 1
dad es inseparable de una doble empresa que, sin ser en verdad ignorada, conoce negable que a fines del siglo X\'HI y en los primeros años del siglo XIX se asiste por
doquiera a una ofensiva sin precedentes de la del_ castellano, aun
en el siglo:"-\;¡¡ un desarrollo sin igual: la alfabetización y la casteilanizació n de los
do las debilidades y las conuadiccíone s de la empresa unp1dan exagerar el efecto
indios. La difusión del castellano fue siempre un objetivo que obsesionó a la Coro-
na española. En e Ha veía el modo de extender su influencia sobre las poblaciones sobre las culturas i.ndígenas en el corto plazo.
indígenas y de consolidar su dominación. Desde el siglo xv1 se concibieron y se Resulta indiscutible que, a.nte las medidas de la Iglesia y luego las del
promulgaren algunas medidas, pero sin mucho éxiro. El asunto no dejó de cobrar existe una demanda esco!ar real en ciertos sectores de la sociedad indígena. Inútil
nuevos impetus en e! transcurso de-1 siglo XVí!: Felipe I\/ en 1634, Carlos II en 1686 es subravar que en ello encontramos la separación señalada en repetidas ocasiones
entre b_; élites urbar1as y el resto de las ,Cuando en 1 i28 (o unos
promovieron un2 po!ítica de castellanizació n, pero las autoridades eclesiásticas les
después) los portavoces de la nobleza 1nd1a de reclaman !a de
opusieron, no sin razón, la falra de fondos, la penuria de los maestros, la resisten-
cia de los indios_ /'...fines de siglo. en 1690, la Corona inrentó hacer del conoci- colegio de Tlatelolco. expresan -en vano- el deseo de confiar a manos
miento del casteilano una condíción .indispensable para el acceso a los empleos y a la educación de las poblaciones autóctonas. Corno en el caso del sacerdocio, esos
medios captan el alcance considerable de esa tajada 1754, el
los cargos en los pueblos. Sin embargo, las escuelas de !a Iglesia vegetaban, en las
parroquias secularizadas la enseñanza del catecismo ya sólo era h'Tiparrida por algún indígenaJuliá n Cirilo y Casülia se rebela contra la obhgac1on impuesta a los rnd1os
de aprender el castellano, ínvocando las leyes que prohíben que se use con la
índio víeío mienuas que con frecuencia se habían abandonado la lectura v la escrí-
rura. Fue apenas a mediados del siglo XYlll cuando la empresa conoció un ;epencino menor coerción, Pero es de los que exigen para sus congéneres los beneficios de
renuevo. En l 754. el arzobispado de México aloja ya 84 escuelas de castellano; la educación. Esta preocupación se manifiesta mediante accione: concretas, pun-
cuenta con 262 de ellas en 17)6, en 61 de las 202 parroquias que reúne la diócesis. tuales. emprendidas por gobernadores indígenas que deploran ta talta de
la ruina de las que existen_ Al margen de ?emandas se perfilan m1-
El arzobispo de 1\1éxico. Rubio y Sali.r1as, muestra entonces gran opUmísmo: "Creo
ciativas más aisladas, Emanan de i..'1dios que dingen o que pretenden :abnr escuelas
que con el rrato y cornu;--iicación nuestra !legarán a olvidar sus lenguas y con la erec-
ción de escuelas se aficionarán a leer y escribir con deseo de conseguir las ciencias y púbiicas. A media distancia entre el letrado marginal y el institutor: inrer:sados en
artes liberales_ ennobleciendo sus espíritus y saliendo de la pobreza, desnudez y mi- iristrui.r a los indígenas y, probablement e, no exentos de segundas intenoones po-
seria en que ,,¡ven ''Se trataba ni más ni menos de ''abatir sisi::emátlcamente líticas, algunos de ellos pretenden ser caciques y con ello tal vez ganen reforzar
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271
CULTURAS DIFERIDAS
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lar siglo XIX parJ. que ese mtcn-
comun idad indíge na para com- cu;;:ndo b cose-cha es mala Pero es prcuso agu:u<
que aband ona de maner a tempo ral o defini tiva la un prtme r plano en e! escena rio de lví¿.xico.
os, de los mulat os y de los mestiz os do pase a ocupa r
partir la existencia de los negros libres y esclav el teatro de [Odos loE n1csrizajes s0c1J.ics, cultur ales r
La ciudad es por excele ncia
en las cuadri íbs de minero s. Esos indios descu
bren, con frecue ncia brutal inente , esenci aimen re lvféxico, anres de que se
n las oblígac.iones comun itarias , al fís.lcos: la ciudad , es decir, en el siglo x':;,
nuevos modos de vida. Si de ese fl"..odo escapa a olid, Queré taro. Los indios de !a es.piral viven
si recibe n un salario en dinero y desarrollen en ei XYl! Puebl a. Vallad
pago del tributo y al domin io de los princi pales, y de Santia go. Allf practi can ese
en princi pio en dos parcia lidade s, las ele San juan
cambio de su trabaj o, en adelan te precoc idad en los campo s
en especie e incluso una parte de L produ cción a cristia nismo indíge na que he descri to. cvn mayor
de las minas , univer so iejano , cia eclesiá stica descle princi píos de
queda n hundi dos en el mund o móvil. inesta ble, puesto que se ven enfrenrados a una fuerte presen
del país, de los desier tos de -cts estruc turan una cotidi anidad que
extraño cuand o se trata de los yacim ientos del norte la evangelización. C2piil as, iglesias y cofraJí
Una parte se adapt a a ese desa- identi dades indíge nas y la perme abilid ad
Zacarecas, donde ya son rnás de 1 500 f:icia 15 72. trata de conjug ar la conservación de L1s
a otra al ritmo de ia explo( ación de los osos;<' de maner a más o me-
rraigo rotal y apren de a pa.sar de un2 rnirL1 dti mund o exterio r. "\ias, ¿qué hay de ios que, numer
a como andJ.n las minas ''. Otros abraz an el comer - se hacina n en los patios de sus
veneros de plata, "confo rme nos sub.rept¡cia, habüa n los cuarte les españo les,
teros, albañi les indíge nas sa· de !a Iglesía y de las leyes que
cio, se hacen vende dores ambuf 1ntes. Pronto , carpin amos, se visten como mestizos o blanco s, burlán dose
varios miner os a ia vez, gastan su inund ación de l 629, la mezcl a
ben vende r sus servicios, cuand o no se a!quil an a stpara rt las poblac iones? Sensible ya teas h gran
Cierto es que los menos aforru nados , al día siguie nte del 1notín de 1692. Enton ces
paga en un día y se endeu dan de por vida. de etnias preocu pa a las autori dades
1s húrned a.s de galería s sin aire donde beben el su traje tradici·:Jnal, la segreg ación
la mayoría, se pudre n en las tiniebL tratan en vano de impon er a los indios el uso de
no es posibl e olvida r que esos devolver a sus puebl os a los indios
aguard iente vendi do por el duef'ío de la rnina. l\1as y el retorn o a las parcia lidade s. Tamp oco logran
la con frecue ncia llegan a las . Ésca, por el anonirna[O relatív o que
indios del valle de l\1éxico, de 11ichoacán o de Tlaxca e:<:traYagantes que deamb ulan por la ciudad
rnlnas del norte del país por su propia volun tad. favore ce, pc,r ld.S divers iones que ofrece , ejerce una
a. Ese taller- prisíó n es permi te, por la rnovíl idad que
E! obraje constíruye otro espacio de desarr:ligo y de miseri . indios que vi0lan el destie rro.
de la mano de obra que allí se ha· auacc.ión en roda la poblac ión indíge na, vagab undos
uno de los pilares de la econo mía coloni al, pues ''que se encap richs.n con la ciuda d
de sombr eros, de calzad o, de pan esposas fugirivas, hijos de caciqu es de provin cia
cina depen de la produ cción de te,iidos, de ropa, de esos ·indios "llega dos de oua
el encier ro de trabaj ado- y cobran horror por sus puebl os". El proble ma
del virrein ato. La promi scuida d de las raz.25 y de ios sexos, pios deí siglo xv11. Una cofrad ía (1619 )
una conde na, la ausenc ia de toda ?arte' ' se plante ó con agude za desde princi
res volunt arios y de del.L.'1cuentes que purga n fueron encarg adas sucesi vamen te de reagru par
contac tos con el exteri or, los y íuego, u.ua.p arroqu la (1677 -1678 )
ición de la sierra de lvíeztitlán.
práctica religiosa y a veces incluso la prohib a aqueHos inmig rantes ;'zapo tecas, mi.xtecas, indios dé'
do a.larma r1 al III Concil io Mexicano en 1585 en 17)), el virrey decidi ó su
malos tratos, el endeu damie nto ih.:nita Era un cuadro can relajado y ran insaüs factor io que,
explot ación a menu do desata · para auaer a la capii:at a "indio s
Y a la Coron a por la misma época. Some tido a una supres ión, explic ando que la parroq uia sólo sú,:e
la Iglesia ha podid o inculc arle oce. No rr..eD.os de 10 000 indios
da, el indio olvida aUí lo poco de cristia nismo que vagab undos y ocioso s", cuya reside ncla se descon
religio sas. impid en a sus trabaja - en ranro que. 30 años despu és, se calcul aba
en orra parte. Los dueño s no celebrar; las fiestas compo nían en 1750 aquell a poblac ión,
ndolo s al concu binato o a las relacio nes fu- ella de 18 000 a 20 000 person as.
dores establ ecer union es estable s obligá que cada día en eraban en b. ciu<lad \"salía n de
gaces_ A fines dei siglo XY!il, la siruaciÓ::: pa.rece
haber empeo rado. Los testim onios hacía malab ares con las idenú da-
tráficos de toda especie que se Desde el siglo XYil, aqueli a masa en rnovim íento
pinta.n un univer so ya conce rnraci onal. revel1n los indios , como mestiz os e inclus o
conde nados al meíor postor . Las des érnicas, presen tándos e según ios casos como
desarr olian allí y las utilida des por la yen ta de los co1no españoles.
en las minas se encue ntran entre ias más du- u-a.xando de fundir se con la so·
condic iones de trabaj o y de exiscenc1a Para aquell os gue rompe r: ios nexos comun itarios
ar los indios de la 1'luev a Españ a. rse entre las filas de los blanco s
ras que hayan tenido que soport ciedad mestiz a. con la plebe urban a, y de desliza
se desvan ece la influe ncia de la Iglesia y de la comun i-
Hay otros lugares donde multip lican los laz.os de compa -
tes en que indios y negros explo- comunes, para los que apren den el casceilano y
dad indíg. :na. Los trapich es de las regiones calien submu ndos de la delinc uencia , de
mano de obra tempo ral o fija drazgo con los mulat os o los blancos se abren los
ran la caña de azúcar , las hacien das que atraen una en el siglo xvu e inclus o a princi pios
es que los lazos con la comun i- la prosti tución y del alcoho lismo. Sin duda,
que se establ ece en sus tierras Sin embar go. fuerza ferrne ntado del mague y) aún va acom ·
tivo. aun cuand o ya se esboce n for- dei XVlll la prepar ación del pulqu e {zumo
dad de origen se roro de un modo defrní as al fi1ego, y las bebid as que marca n la.s
o de festivi dad propia s de la gran pañad a de prácticas rituaie s y de ofrend
ma.s de sociab ilidad , de religio sidad e inclus nidade s cristia nas hacen eco hasta
patern alismo intere sado garant iza a ios fiestas de las cofradías, !os fuoera les v las solem
explot ación de hacien da. Por lo deínis . un vas de antes de la Conqu ista. Ello
eleme ntal que ellos apreci an en 12.s grande s ciudad es a las celebr acione s colecti
gañan es afinca dos en la hacien da una seguri dad
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CULTURAS DlFERJD1\S 275
CULTI1RAS DIFERI DAS
274
tiempo complernen-
manifestaciones pulquería enseña a los índios otro Occidente que es al mismo
no impide que esta forma de consumo sea inseparable de la Coron a se empeñ an en imponerle. Crisol
badas por la colon1zac1on to y conrrapié de aquel que la Iglesia y
gicas ya presentes en las sociedades prehispánicas y e.xacer sociab ilidad interét nica, la pulque ría sirve de
su por parte de activo de aculturación y de
en las ciudad es, desviac iones que vincula n de inaner a índistínta a
española. La comercialización del producto clero a una vasto registr o de
medios mezcla d°:', la en fin de,.ouos conmo ción de las autori-
mestizos y españoles, su difusión en negros, mulatos, mestizos. indios y españoles. con gran
siva pérdid a de senttd ? que a dec1: esta era las barrera s v !osan-
brebajes alimentaron esa progre dades españolas, como si la embriaguez compartida disolvi
"secula rizació n" del alcoho l el siglo xv11 y aun n1as e.n el siglo de cuenta s a las prision es donde se
parentada con una tagonismos. Si las pulquerías conducen a fin
rompe con la mirada del camino a los obrajes , donde el alcohol
xvin. El marco de la pulquería, la taberna colonial, que traban otras complicidades y por el mismo
evoluc ión abriendo la .de s tambié n son espacio s de vida,
grupo doméstico o de la comunidad, favorece esa de nuevo sirve de compa ñero de la n1iseria , las taberna
de las manera s de beber. Pues s1 los .in- l\.llí $e come, se duer·
las bebidas consumidas y por consiguiente !os únicos que ofrecen una opción distinta al hogar doméstico.
cobran gusto el vino tabacos , !os gritos, en me-
dios siguen consumiendo pulque o tepache, muy pronto de me, allí se hacina a más de 50 seres entre el humo de los
mezca l, aguard ientes es cubre la voz del sacerdote que
de Castilla antes de descubrir alcoholes destilados como el dio de un estrépito ensordecedor que en ocasion
, de coco. Privado s de conno- tambié n es un foco constan-
mala calidad o incluso esos licores de granada, de capulín oficia la misa en la iglesia vecina, porque la pulque ría
les introducidos por la idolatr ía, e incluso de n1aner a más duradera,
taciones antiguas y de los diques tradicionales, aquellos alcoho te de anticlericalism o y tanto corno
consum o individ ual y solitar io, en qu: la bús- as mante niendo un
los conquistadores estimularon un pone en tela <le juicio la conquista espiritual de los índígen
ación barre con todo referen te cultura l. De las pulque nas de los el que la Iglesia difíciln1ente tiene
queda de la intoxic proceso de aculturación y de desculturación en
:in exoti_smo,
siglos x:v11 y x.v1H los observadores dejan influencia. 2}
y homic1 ,d1os, que di- turación profunda,
nas sucias que obstruyen las calles y las plazas, nñas Vale decir que si la pulquería es el resultado de una descul
das, aborto s, impos ible huida de la n señala e! aprendizaje y la
lapidan los ingresos de la casa, rnujcres golpea de la búsqueda de una ''técnica de sobrevivencia'', rambíé
cubiert os de inmun dicias y transfo rmado s en igo y los mestizajes
miseria y de la enfermedad, ''seres interiorización de una cultura de la pobreza en que el desarra
de las calles' ', ruinas human as que se derrum ban sobre indepe ndient e, Son éstas cultu-
troncos vivientes en medio prefiguran las culturas "popu lares" del México
Queda por saber si el fe- de las creenci as y de las prácticas, pero
niños azorados antes de ir a morir en hospitales sórdidos. ras basadas en los mestizajes de los cuerpos,
eron el clero y las autori- marge n y de la enajen ación: las autoridades colo-
nómeno cobró en realidad las proporciones que le atribuy tambié n culturas ambiguas, del
dir la ebriedad crónica Y la s que domin an la Nueva España saben apreciar lo que la
dades del virreinato, demasiado inclinados a confun niales y los medios criollo
s y festiva s. En el transcurso del siglo X\11, tener de trariquilízante
expresión tradicional de conductas rituale embriaguez crónica de los indígenas y de los demás puede
ciaron unánim ement e el. consta nte ª1:1mento en el con- ción y de !a gananc ia ciñen
los contemporáneos denun para el orden establecido. Los burdos tejidos de la corrup
sus dichos. Pero se sabe as para que éste pueda escapa r de la máqui na
sumo del pulque, sin que se pueda verificar la exactitud de demasiado el mundo de las tabern
s en. barbe0 o,,,abandc:_nadas (asenti sta) de mague y al más insigni ficante correg idor, al
que en los alrededores de México, en las tierras dejada colonial: del agricu ltor
y co? frecuen Cia susntu yo ai En a la ebriedad indígena
por las poblaciones diezmadas, el mague los ínfuno alguacil de doctrina, todos saben de paso sacar partido
nios revelan que las ciudad es de Puebla y Quere taro, por su laxismo. Hern1ana de
1692 numerosos testimo y a la menor desviación, vender su tolerancia y cobrar
d? de Oaxa: a l atropel la de manera ígual
de 1-íichoacán e incluso las comarcas más remotas del obispa la brujería que reúne los mundo s, la corrup ción colonia
os a la capaal . el feno- , esboza rrdo con1pr omisos más o menos du-
se veían azotados por la misma "epide mia". Si nos limitam de clandestina las normas y los valores
la ciudad de .1Yféxico ictorios que organizan !a
meno es indiscutible y se amplía al siglo X\1n: hacia 1784 rables enrre las fuerzas, los apetitos y los intereses contrad
de 600 pulque rías que reúnen fác1!1:'1ente ción es una práctica
cuenta con 200 000 habitantes y con más vida indígena, mestiza y blanca. Como la brujería, !a corrup
idores en su interio r y en los alreded ores inme- en respon der a una coti<liani·
cerca de un centenar de consum ejemp larmen te colonial en ia medid a que se empeña
diatos. asalariado ··.El tr,;ha/o y los tr.;/;,;;adorrs
de la acultu.ración, 25 Ignacio dd Río, ''Sobre la ap<irición dd trabajo libn:
Sin embargo, evitemos hacer de la pulquería ei grado cero 1979, PP- 02· 1 l l: las 'nitus: Durripn ón Jrl
en la en la histonJ d.: 1Héxico, México. El Colrgio ck Méxic0,
de p.iJSún: Silvio Zavala y María Casido, Fucn/eJ /vira /2 histona dd tr-ah:yo en/,;
callejón sín salida de los índios que han perdid o ya todo arzobispado (1897),
de una cultura mestiz a, sem1to lerada, se- CEHSMO, 1980; AG:-.1, CiuJ, voL 241. fol. 93r.: losobraiC
J: AGL .Audlt'7IO•l
vida. Tambi én es una de las piezas clave !'...'uevaEspaiia, l y ll, Sp;u-.i;irds
y por la Inquis i- _¡: John M. Tuúr10, "Provinc ial
las norma s invoca das por la Iglesia de ,\léxico. 20, 21, 26: Israel ( 197') ), p. 20: ias hanC11a:i
miclandestina, al margen de ( 1976 ). pp. l 77 -19,L sobre la ú:ul:id: Gib>.on (196:' ). P- 40 l: .\GS, Jr.d105. v;>\
iones de la que se rodea en ,\ltman y Lm-kh:u t
ción. Una cu.lrura distinta de la fachada de leyes y de limitac 333 [1692]. 872. 16)6 [1746). 7) (16_)8],
colonia l. Abriga ndo amores clande stinos, abrien do sus reduct?s .)2: AGl. Audienri(I de ,Wfxico, 2712 {1753] . .J.32 f1670],
exp. 86: Taylr;r (19"''!), pp. 35.5-
•.
el poder [165,¡;l: Bicne_r NacionaleJ, leg. 223.
a los travestis, encubr iendo tráficos ilícitos, la
a los concubinos, a las prostitutas,
144 de 1
padr inos a sus hiíos, de testig os en oca-
esos negros y esos ;nestizos que sirveCT de
los apar:HOS, ::i. !os modelos, a los proyectos en a mult iplic ar !os comporta.'Tlientos
J_cd que de un modo conti nuo escapa :1 sión de un maui mon io. Estos indio s tiend
conso lida de mane ra insidiosa o brutal evolu ción, al rnism o tiem po que abdic an a su
Je.: b kjana nv:rrópoli. AJ ff1isn 10 t.iernpo que a originales en contextos en perp etua
es o criollos sobre la Nuev a Espa ña, oblig ón se presta para eUo. El caos colonial -los
b doi11in;ición dt> los grup os penin sular as al rn3rg en de ident ídad ind!g ena cada vez que la ocasi de
ficia con ella) a arreg lársel es extre ma, trasposición torpe o utóp ica
;tl indígen:>. que la pade ce (o que se bene espacíos inmensos en que la movi lidad idade s para ''ape -
o domé stico , de ias norrnas establecida.<;, antig uas y espa- incap acida d de las autor
]J corn unid ad. del grup rnodelos europ eos en tierra amer icana . ra po-
sociai y e móv iles- contr ibuy ó de mane
f;(i\a5 . lv1edianre la habil idad rnost
rada por los indios para eludir la influencia garse " a realidades sociales parri cular menr
los es
rando la complicidad de los fiscales, de .tdes singu lares y de ruptu ras indiv idual
rr:oral de la Iglesia o de b. Corona cornp s cL1nd esti- derosa a favorecer el surgi mien to de actit: s sin caer por ello
modo s de vida más o rneno roa.reos de sus sociedade
alguaciles o de los corregidores, inven rando entre aquellos indios que escap aban a tos -
uraci ón (_pro gresiv a y acelerada) de la perso na que en la muer re. Pues el desd íbuja rnien ro de las referencias autóc
rios. se presiente una acuh en la anom ia, incluso en mo, prep aró e!
que insistir en el desrino de esos indios decu ltura ción y del etiiis
tYiis de una ocasión he suge rido. tlabr ía [Onas no resultó sólo en el abismo de la
s apre nden una socie dad y una economía to lento de un índiv iduo que n1uy pro oto apren de a orien tarse en la so-
nahoriás que en la ciuda d o en 1?-.S mina surgi mien
os de corn porta mien to, a conjugar la ini- marcos de refer encia ancestrales hubi ese
que los oblig an a asimilar nuevOf códig ciedad colonial. Corno si la pérd ida de !os
rer toda la gama de !a acu!turación des- entre los demá s y a forjarse itiner arios hasta
cíatíva y la movi lidad , en resum en, a recor la forzado a algunos seres a singularizarse un
cuan tos años. He ahí algo para matiz ar comp ortam iento s aislados sigue siend o
de el siglo xv1 y en el espacio de unos ría de indio s que entonces desconocidos. Si esta franja de por ello deja de prefi -
stitui r. Para una rnino dade s indíg enas , no
evolución general que he trata do de recon hecho mino ritari o en el seno de las socie rasgo s so-
nece a la noble za, el conta cto con Occi dente pued e manifestarse en una la occid enral izaci ón y uno de los
no perte gurar uno de los principales efectos de r
micas, acaso tan profu nda como la difusión iza que se impo ne en el siglo xvm, alian do con mayo
rápida asúYiilación de las conductas econó bresalientes de la sociedad mest Mas, no hay que olvi-
otros medios. Lo misn10 ocurre con las y la adap tació n.
de !a estética y de! alfab eto europ eos en o meno r fortu na el desarraigo, el deso rden
e los años 1530, descu bren al n1ismo ncia. Inien to. la singu lariza ción respe cto a referencias autóc tonas o
prácticas sociales entre aquellos que, desd darlo, el dista
ión al matr imon io cristiano. cor; todo era etapa , que no cond uce inelu ctabt e-
[iem po que inverHan la bigam ia como soluc cristianas sólo marc an en reali dad una prim
io de ident idad supo ne. Dobl e singu- no individua.L Com o tamp oco se igno ra
lo que de ment ira sobre el pasado y de camb ment e a la capa cidad para asum ir un desti
prehi spán icos y a los que difun de la Igle- s con frecuencia no es sino un prelu dio
larizacíón oper ada respecto a los valores que, ayer como hoy, el cambio de ident idade
1boca en el a.nonimai:o. En el cranscurso cro, los siglos xrx y :x:..: graviraton con un
sia. Peto tamb ién singularización que desen de la_pérdid_a de c9dai_denridad. },_este respe o de esbo zar.l6
J incluso son tan cransparenles que. salvo peso derer mína nre sobre tendenc-ias qüe de mane ra suma rb. acab
del siglo >-Yll. los indios ladínos de la capita
hay orro signo para distin guir a nume ro-
por ia ropa; · por el corte del cabello, ·'no
ürvís ibilidad explica que los archivos casi no
sísirnos indios de los espafloles' Esta
homb res que circulan de un extremo a
:iyuden a desen traña r los móviles de esos
é[nic1 a otr<.L Dura nte toda la época co-
orro de la Nuev a Espa ña, de una refereocia
ladin os y esj)aiio!.-idos que viven en la5
lonial el clero se inqui era por los indíg enas
en- contr a de e;ros indios "'no
ciudades y en las grand es pcblaciones_
les'' una desco nfian za en todo ins::ante,
sólo racionales sino tamb ién basta nte hábi
1nanera progresiva de la depe nden cia de
con10 si su hispa nizac ión los susrra_iera de
de sus comp adres españoles, sus '·herr na-
Ia Iglesia, como si gracias a Ja prorección
localización. La imag en es exagerada pero
nos de taber nas' lograran burla r toda i-
nte roda la époc a colonial. a título indi-v
lla1na la atenc ión hacia indios que, dura uctas
n (la lengu a, la ropa), prue ban cond
dual aban dona n los signos de su oríge
ortam iento s fuera de los caminos que les habrí an
desconocidas, improvisan comp
ena o la Iglesia. Desd e el siglo '.'<..""\'Len
prescrito la comu nidad , ia cosru mbre indíg sa
de }.1éxico se enfre ntare n aigunos indio
ning una parre mejor que en la ciuda d adict orias , com-
es, a fidel idade s contr o, op. c1t.,p assim .)
redes de relaó ones múlt iples , a obligacion ]. 872, 559, 2333; Pérez, Farol indian
l& .AGI. Au.dienria de Aíixico. 2320 (l7'.'8 . p 1).:J.
de la parro quia, las autor idade s indíg enas de su barrio, los ., op. r:it_, pp. 68. 87·, Taylor (l9"'9}
parti das entre el cura Pércz cle Vebsc o, Ef a}üda nte de cur:t
en su dome sticid ad y las relaciones con
deseos de un afflO españ ol que !os acoge
145 de 162
CONCLUSIÓN
leza y !a amplitud de la
EsTOS tres siglos recorridos brevemente descubren la natura
Ocdde ntaliza clón más que
occidentalización que acomp añó la empresa colonial.
índíge nas de México es inse·
acultur ación, pues la acultur ación de las poblaciones
ablemente dicta el senti-
parable de una dominación colonial proteiforme que íncans
nada tiene de un proceso acarto nado. Reajusta
do del cambio . La occidentalización
ntal y no de las evolu-
de maner a contin ua sus objetiv os al ritmo de Europa occide
s perpet uas que explican el
ciones locales. De ah1 ese dcsfas amient o, esas brecha
de pronto sean conmina-
que indios recién ganados para un cristianismo barroco
antes de que el liberalisn10 o el
dos a abraza r la "civili zación " de las Luces,
antes de que una socied ad de consum o 1nr1de
nisn10 les propus ieran otros modelos,
sus escapa rates sin que, desde luego, jamás se les díeran los
in US.4 les mostrara
ante sus ojos. tv1as la oc-
rnedios para alcanzar los paraísos esgrimidos uno tras otro
siglo xv1 carecía de medio s para sus
cidenta lizació n puesta en march a a panir del
estaba tejida con interes es y objetiv os conua dic·
ambici ones, del mismo modo que
de un modo singula r los proyec tos de integra ción a la
torios que obstac ulizab an
iones indíge nas un res·
socied ad colonial. Ese desfas amient o permit ió a las poblac
gran parte carecen en la ac-
píro, una liberta d de acción y de reacción de las que en
para repara r las "redes rotas" , de
tualida d. De ahí una cascada de compromisos
los grupos sociale s o co1no las épocJ.s
síntesis tan variables con10 las regiones, como
contin uo de experiencias
en que se desarrollaron< De ahí tambié n el surgim iento
vas que mezcla ron b. interpr etación con la improvisacíón y
individ uales y colecti
trataro n de confor-
con la copia fascinada, pues si los indios de la Nueva España
invent ando adapta ciones , "com-
marse a tnodel os impue stos, siempre lo hicieron
s de la palabr a) que tomaro n las formas más di-
binaci ones" (en todos los sentido
de que el curso estrech o de un relato lineal que paraliza el
versas, No hay duda
licidad , la irreductibili-
movirn iento y destruy e las diferencias explica mal la multip
go, es tarea del histori ador resti-
dad y la simult aneida d de las acciones. Sin embar
do sin descan so entrt; las poblac iones indíge nas y las
tuir el enfren tamien to renova
de la domin ación colo-
exigencias, los vagabu ndeos y las consecuencias caffibiantes
a implica códigos, mo-
nial. Occide ntaliza ción más que hispanización, pues aquéll
la peníns ula ibérica, trátese de
delos, técnicas y políticas que rebasan los confines de
a o de las empres as de !os n1lsioneros
las Luces del siglo XVlll, de la Contra rreform
no podría reducir se a los azares de la cristianiza-
de Carlos V. la occide ntaliza ción
del sistem a colonia !; anima proceso s más profun dos y lTJás
ción y a la imposición
person a y de las relaciones
determ inante s: la evolución de la representación de la
ivos y gráfico s. de los rne-
entre los seres, la transfo rmació n de los códígos figurat
saber, la mutaci ón de la ten1po ralidad y de
dios de expresión y de transrrüsión del
redefin ición de !o imagín ario y de lo real en que los indios
la creencia, en fin, ta
146 de 1
CO'.'-!CLUSIÓ?°'! 2S !
lo discontin u-o
m:irge'.1 de rición, la descoritexrua!ización de los rasgos, de una manera general
,_n ce'' "Jdos a exprcs::u s;·' :e s1_:os1sur. fnrz:1Jos u fascin:1dos. propicio s para la eclosión de nuevos ordenam ientos
coloniaL y ta! ve?. rrejor eran -hasta cierto límite-
brucales o '.Lucu:-;rJsÍ:cs de la hurgar más en esta pista y sacudir hábitos de pensa-
del 1 bro, de b. ím:igen, de culturale s. l>'Íe habría gustado
f:i,sun:K-ión de Occ1dcn:c --ele Jo e:::.:rico, y más cohe·
'-1' :' ;-:ii-_c::_
(iZ' rarntlén n1iento que nos inclinan a definir conjunt os más cerrados, más lógicos
'._;- ---·:t' los s-J.ncos v ¿habré escapad o a ello cada vez
rentes de lo que en realidad fueron. Por lo dem:ís,
nicas eran ciertam ente menos uniform es de
y las cultucts , ins- que olvidé que las sociedad es prehispá
:':ll \-:;.e;;"-' un ef:'.ct0 cons!de·J.b'.e cr: l:ts men1orl:1s. bs los escritos de los cronistas españole s o los testimon ios de sus
iables. Con menos lo que permite n augurar
r:-:.ur:i.nd:..1 n¡;:¡_¡qu1srru111entos. ruptul-J.S c;)n [recucr:cia Ürem-':d s? Invito a descubr ir en las configu raciones cultural es y en los
ó rePsÍone s que de pu- informantes indígena
hn_ ta!icLu.1. el resurgin1ienro de\ --;-¡;: encer.di que dejan al indi.
dad: demasla dos hombre s para menos arreglos simbólicos, las zonas vagas, los márgene s no codíficados
en el de l:L c01nun.i vértigo del vacío, una iniciativa con
enr:oo.ces de rescciona__r a.r1te siruacioéles dia· viduo y al grupo, cuando éstos saben resistir el
ticrr:L L;;_, sc<iedades indígen,is a explora r los criterios consütu tivos de otr'lS
esas inver.;;iones nunca lograron destruir los frecuenc ia apíeciab le. Invito también
n1etraln1en;:e opuesca s. Sin (m_barg o. los factores que apoyan su verosim ilí-
realidad es distlnt-as de la nuestra y a sondear
resortes de la creatividad ind(¡2'.\·na, ni en lo má:; intenso del estiaje de- de los tiempos ,
tud, que garantiz an su expresió n o alteran su credibil idad al paso
y aun así los ..:\sí. las relaciones de fuerza y li· . midiend o el
rnexican o tan prornete dor, la crisis deíó el campo líbre de los grupos y de ias culturas. Tal vez sea desbroz ando estos caminos
un renacim iento categorí as (el tiempo, lo religioso ), devol·
n indígen a que se ::tprovec haron de ella para produci r carácter en extrerno relativo de nuestras
orros esrracos de Í:l població esencial que les correspo nde (lo visual, lo
viendo a Otras formas de expresió n la parre
foríDaS igualme nre origin:d cs e innov2d or2s, aun cus.nd.J
permane cieran destina- os
el historia dor y el antropó logo dejarán de coleccio nar los territori
afectivo ) como
das a ta rnarginaiidad :- a L1 clandestí.n.ldad
de toda espe· y las monografías a fin de inventa r para sí otr-as miradas .
Corres chros. Ín\·ersión cic b_s tcr.denc ias, pre:;;lones y Jirnicaciones
indíÍerc nciJ e confiere n a las culturas
cíe, dej;u hacer mezclad o COD
España las de (o híbíido y de lo inconclu so. ¿Habrá
tn'.1IQer:,llS de !a Nueva
p3-labra más ''comod ín' y engaños a que uadició n (o rradicio-
a este respecto
de L1 que he abusJ.do y corno se ve ine;or ahora. recubre una reconstiru·
ción y pérdida de todos !os instantes? de los prestigio s de lo arcai-
co, privados de sus pirámid es y de S'-15 sacrificí os humano s, los indios de la Nueva
Españs Ll sensació n de escapar sin cesar;;_ las rnatrices del investig ador. Difícil.
se prestan a la sísterr1a tizaci6n, cuando sus predeces ores sirvieron con mavor
rnente
m::nxlsn1 0, en el c¡¡ftural .;n.J.·
o rnenor f:ncuna para explícu reorlas insplrad :u eo el
esque:n as. Pe.ro invitan J. prosegu ir una
terialism y en quién s:ibe cuJíHOS oGos
. de !·?. rnezda v de la a los que por lo
:cnuopoiogía ele lo
querámo slo o r.o. no:; eEfrerna mos de manera cotidian a_ ¿l\'o prefigur a
Gemis.
coD.ceptc;s l:i h:s:o,;,,_ de las culturas indígena s y rr.esúzas de la
Nueva
en que se precipit an nuesuas culturas "sincré-
los LDterc:;_rnbios y los
1 de las
_ sin cs_rar en _a'.Jsoluto prep2ra dos para ellc ? Todo conduce a una cruza
u·na superposición de las ___ _
etnias. de lÜs
profund a o
contacto o en armoní:i de los elementos rr:ás exóticos, una fusión
en el eXéfl\'ÍO de t:!1J \1nifon11.ación o de una descultura-
s_cercunienro
ción en rnasa.
Esre esrado de equilibrio de rr;uración iniLJterr11mpida pide no sólo
que por lo
interrogarse acerca de la idea de uadlció o sino rambién de la coheren cia
sociedad es y a los edificios cultural es que se descubr en
común concede mos a las
. En reirerad:ls ccasione s tuve LL intuició n de que la indeterr r1inació n,
para nosotros
de referenc ias o su
la coexisteflcia de los rasgos contradictori,Js. l:i ausencia
147 de 162
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA
flJE?\'TES Y EL METODO
148 de 1
FL:E>:TE:l Y BlBUOGR:\fL'\
·-los tesurncncos en un número bas:t::H1te variado de asun" Guanajuaco en el siglo "\':iii). de expedientes espinosos (la condición de ia mano
tc;s civdes \ (Tierras. Civil, Bienes N:icionales); de obra eo los obrajes, e! alcoholisrr,o. la secularización de las parroquias. etc.) o de
-bs ene u e, tas realizadas oor la admirúsnación del virreinato Y ia.s jurís- procesos n1ás o rnenos sonados somerldos a ia Corona y sus consejos. Han merecido
dicc¡o;:cs a'icaldes 111a:·ores, intendentes._ subdelegados) nuescr:1 alcnción sobre rodo los fondos Justicia. Pa[ronato y Aud1encía de f..·!éxico
las cofracií:1s L_,s bienes de Li.s cornl;nidJ.c!es (Cofr::rdí:v;. Ind1os, Clero Secu- El Archi,-c, c;eneral de Indias conserva ta_rnbién una parte de las Ro'dci.ones geográ-
quc hemos explorado profusamente
Lo5 fondos de lvíadrid resultan menos generosos desde la perspectiva que no··
Cierro es que los fondos del arzobispado de :\léxico, que siglo XLX sotros hernos elegido. Entre otras piezas, citaremos las Relacionds geográficas del
::d .-\G'-:, son están dispersos y todavía sepultados en el indtterente Ge- siglo xv¡ (l\f'chivo 1-Iisrórico Nacional), las del siglo xv11: (Bibliotec:i Nacional) o al-
rv•rJ! beC'.105 por espauo de dos años (l978-10"79). en ocasiones no gunos expedientes sobre la secularización de las parroquias regul:ires (Bíblioceca
cie-¡·¡o éxito_ No hemos consultar los documentos que aún en la actuali- del Palacio Real).
dad obran en poder del a.:zobispado, todavla menos localizar y ,utihzar la Paradóiicamente, empezamos nuestro viaje en Roma. Paradójicamente, pues el
de ¡05 arch\\'OS de su oficialidad, el prov¡sorato, aunque de 1mporranc1a capnal priviiegio- del patronato de que gozaba la Corona española y que bacía del rey pa-
puesto que, con10 acaban1os de r:cordarlo, !o: indios. a .la nocinador de la Iglesia (y de su virrey mexicano un vicepatrocinador) abrió entre
de la lr:quisíci6n y que en cuestión de Íe y de matnmon10 eran ¡uzgados por Roma y el imperio español distancias que hubiéramos creído infranqueables. Una
provisor del ,uzobispado (o de las arras diócesis). restos re;·elan n- feiiz nos hizo entonces descubrír archivos a menudo sin equivalente
cueza asornbrosa de un fondo que, de res.parecer en su tor-::d1dad, podra ser ob1ero en España y f;iéxico: los de los dominicos y de los agustínos. de la ex Congregación
de un aatJ.JTiíCnto rr;ecánico, análogo al que han hecho posible los J_rchivos de la de Propag.1t1da Fú/e' de\ Archivio Segreto "Vaticano (,-\SV). Las aecisiooes de la Con-
lncuislciór. (?Jbeno 1988) gregación de Propagandu Fide en maLeria de saccrdocío indígena. los informes que
QuedarL para consolarnos de estJ des:iparición o de est:a lo.s ar- ie enviaron algunos rrüsioneros a partir de 1622, los procesos de beatificación de la
chivos de dos ¡¿-r1ndes órdenes religiosas, los franciscanos y los ¡esu1tas. Los pnme- CongrerJción de los nfos (.\SV), las actas de los caoítuios de las pro·lincias domini-
ros se hallan enue la Biblioteca Nacional ele i\íéxico y el 0.-fuseo Nacional c1s v han ofrecido una abundante de la que apenas darán una
de Antr0polog11i e Histor\2, los segundos se conservan de modo parcial eo la pro- lmagen b:i.stante parcial las páginas siguienLes. En fin. e\ Archivum Historicum
vincia mexicana de la C0mpañía de Jesús, que ha aceptado Jbrirnos sus puertas, Y Socieratis íesu y e! de los franciscanos han hecho apor[aciooes para uno de los in-
en parte en el .\C'., en ios fond•)S !\ils1ones v)esuitas. En lo esencial, hemos expio- formes de Precisión sobre la acÚ\'idad de los jesuitas en el mundo criollo e indíge-
tad.o infon!lcs redactados por los curas franciscanos o por los misioneros jesuitas na (en las famosas Cartas Ant1a!es o Cartas linu.zs). En cuanro a ta segunda de las
sobre las poblaciones que trataban de cristianizar. . relaciones. ma...1uscriros de crónicas y te:..-ros indígenas del mayor interés. Sin olvidar
t1abric1 sido explorar centenares de archivos locales y parroquiales (o el nume-rusas piezas redactadas o recabadas por los Colegios Apos[ó\icos de Propa-
microfi\a1e que han preparado los mormones y que conserva ei .--1.G:.;, y examinar los g2ndd Fide (Queréraro, Guatemala, Za ca tecas) a cuyo cargo se hallaban los francis-
de !as dióce;is de de Oaxaca y de 0.ficboacán. Nos faltó tiempo. Sin em- canos.
hs colecci,Jnes de microfiimes de la Biblioleca deI Nacional de _A.nuo- Si la ron1arta resu!t'.l un (2.nto inhabituaL en cambio el americanista sabe
pologfa_ e I-Esrorla nos han permírido familiarizarnos con los de Puebla, Tlaxcala. que se irnPone el rodeo texano y californiano: para las Relaciones geográficas de!
Tehuacán ':,en cuanto a 2Aichoacán. el de la Casa de l\íorelos siglo x\·: (::-;etty Lee Benson Library de .-\us[in, Texas), para los C?ncilios me.xica-
--Dt----S.LLv.o- _, __IiE_os que sean, los arc?ivos n1exicanos exigen [10S _(Bancrof_t Library, Berkeley). 1\1uchos otros fondos norteamericanos hubiesen
seí cornple;:aJos por los fondos españoles, en primer-lugar -·----·podido y d""ébido comp.Ierar Csta iiivesngaciOO,-·pero tamhférr-esra-vez-faharoo-!0S------------------
tados o ;:lstituid;s, sl pensamos que los archivos del Palacio del virrey ardieron recursos y el tiempo
rante el motín de jl!nio de 1692 y que sólo pocas cosas subsisten de los fondos cn- AJgunas biblio[eca.s fueron hitos en este recorrido. También aquí prevalece la
minales a:iteriores al siglo xv11J_ Pero sobre todo, la historia de la Nueva España se dispersión. Ei esrudio de los fondos impresos de la Biblíoteca 0.'acional de México.
puede capci:: glob::dmente en ei Archivo General de Indias, por medio de l:as corres· de !a Biblioceca de la Ciudad de l\íéxico, de la del 1-1useo Nacional de Ancropolo-
pondcncias de \os de los obispos, de la A. udiencia de 1-féxico, las ac[as (In- gía e Hlsroria, del Centro de Estudios t-Iistóricos Condurnex sería incompleta sin la
formes, Suinarias) redactadas sobre asuntos de importancia, trátese de trastornos consulta de las colecciones de la Bancroft Lbrary de Berkeley y sobre todo de la Nerry
alarmantes dos rTlOtÍnes de ia ciudad de J\·1éxico en el siglo x':li, los del Bajío Y de Lee Benson Library de Austin, una de las más ricas si no es que la colección más ric1
149 de 162
FUEl'.rrES Y BIBLIOGRAFfA 287
286 FUENTES Y B1BLIOGR:\FÍA
la Conquista y, nos atreveríamos a agregar, durante todo el siglo xv1 . Pues habrá
en el mundo dedicada a la .i\mérica Latina. Nos dedicamos en particular a recontar
y a analizar obras religiosas, catecismos, manuales de confesión, de de lamentarse que, explotados profusamente por los arqueólogos y los hisroríadores
la Nueva España del siglo para describir las religiones, las sociedades, las economías antiguas, esos textos hayan
sermones, tratados para el uso de los curas publicados en
servido con menor frecuencia para arrojar luz sobre el mundo que los inspiró y que
xv1 al siglo xvm.
ya estaba cristianizado y aculturado cuando se les dio forma.
Habría sido preciso visitar la New York Public Library, el British tviuseum y, como
Quedan aún las fuentes indígenas. Por paradójico que sea, los indios del México
es evidente, la BibliothCque Nationale de París. Pero creímos que habja llegado el
colonial han dejado una cantidad impresiona nte de testimonios escritos. En ello se
rnomento de la recapitulación y que era preferible dejar para después estas nuevas
aprecia una pasión por la escritura ligada con frecuencia al deseo de sobrevivir, de
investigaciones.
salvar la memoria del linaje, de la comunidad , a la intención de conservar las iden-
A través del espejo tidades v los bienes. . Así ocurre con los historiadores y con los curas indígenas
que los trabajos de A. fvL Garibay contribuyer on a dar a conocer mejor pero acerca
Una documentación considerable permite entonces estudiar a los indios de la Nueva de los cuales quedan muchas cosas por hacer. Insistiremos en ello. Lo mismo sucede
España o más exactament e captar lo que representab an para las autoridades con una abundante bibliografía más oscura, en general anónima, surgida en el
ñolas. Una población de tributarios, de paganos por cristianizar y luego de neófitos seno de las comunidade s indígenas -los anales, los ITtulos pn·mordial es-, que
que vigilar y que denunciar, pueblos por crear, por desplazar, por concentrar, por revela en cantidad de regiones la existencia precoz de una práctica de la escritura y
separar de aquellos de los españoles. Sabido es que la mirada colonial se preocupa de un interés por la expresión enterament e original. A ello se agrega por doquiera,
poco de las variantes étnicas: la etiqueta de indio -que ha inventado - es a ese más estereotipad o, más sometido a las presiones del derecho español, el inmenso
respecto un término tan eficaz como nivelador, tan pertinente a ojos de la Corona fondo constituido por las notarías y las municipalidades indígenas, los testamen-
y de la Iglesia como extraño para el mundo que es, a pes:ir .de tos, las actas de compra y venta, los donativos, las deliberaciones, las contabilidades
todo, que los conquistado res y los evangelizad ores tuvieron el cuidado de distin· redactadas en lengua indígena y hacía los cuales J, Lockhart y algunos autores más
guir de las masas anónimas (los macehuales ) los grupos han llamado la atención de los investigadores. Cierto es que sólo los nobles y los
de cierras consideraciones y objeto de una atenta desconfianza. Mirada contabil1· notables escriben. Lo cual no obsta para que nos deshagamos del clisé de los ''pue·
zad0ra de los cuerpos, de los bienes y de las almas en la que perpetuame nte se leen bles sin escritura''. En numerosos pueblos de México se maneja la pluma con igual
el encuentro, el choque entre una voluntad ilimitada de empresa y unos grupos frecuencia y tal vez mejor que en algunas aldeas de Castilla o de Europa hacia la
que (por su voluntad o no) aceptan o no plegarse a ella, misma época.
Por lo demás, estos materiales han inspirado una historia institucional, de· Otros indios tuvieron que explícar en forma oral conductaS o creencias que repro·
mográfica, económica y social de los indios de_ la Colonia con éxito e baba la Iglesia. Cada vez aporta el documento su parte de informaciones, a candi·
incluso con brillantez por los trabajos de Ch. Gibson, S. F. Cook, W. Borah o D. ción de que se sepa ponderar lo que han podido agregar (o retirar) al testímonio
López Sarrelangue. original la técnica de la escritura, los propósitos del encuestador, la intervención
Para duplicar esa mirada disponernos de la obra excepcional de los cronistas del del notario y del escribano, los azares de la conservación. A condición, claro está,
siglo X\1, hiotolinía, Sahagún, Durán, f..{endieta y muchos otros interesados, para de distinguir el origen de los testimonios, de disti_i:guir entre el indio "idólatra"
acabar mejor con las idolatrías, en describir las sociedades indígenas antes del con· que hábilmente se esfuerza por confundir al juez 'étlesiástíco y el inculpado teme·
tacto, preocupados también de salvar lo mejor a sus ojos. Enfoque para roso que se lirnita a balbucear lo que la Iglesia pretende arrancarle, o de identificar
su tiempo, prefigurado r de la diligencia etnográfica , pero cuya densidad y cuyo ca- al delator mal intencionado que ajusta cuentas acerca de las cuales los archivos guar·
rácter al parecer exhaustivos con frecuencia corren el riesgo de ocultar las infle- dan silencio.
xíones sutiles o manifiestas que él mismo imprirne a la realidad indígena. Y, por La generalidad de esas fuentes resulta indisociable de las técnicas de expresión
otra parte, ¿cómo sorprenderse de que esos autores exploren el mundo amerindio europeas o de situaciones coloniales. Sólo la arqueología y el análisis de las
utilizando casillas v vocabularios europeos (por ejemplo, el de A. mbrosio Calepi- grafías permiten en principio traspasar esa cortina. En principio pues, paradójica·
no )? A menudo además que el exotismo que sentimos al leer su testimonio 1nente, la falta del filtro occidental no resuelve gran cosa. Los indios que pintaron
en realidad emana más de la España del siglo X\71 que de las culturas indígenas. los códices alineando sobre las hojas de amate sus pictografías multicolores no deja·
11ás de una golondrina historiadora ardió en ello y nosotros no nos atreveríamos a ron ninguna guía de lectura. De suerte que la clave, e! sentido de ese modo de
afirmar que estamos a salvo, 1-1as no por ello dejan esas fuentes de trazar los marcos expresión, sin equivalente en nuestro mundo, se nos escapan en gran parte y tal
incomparables de una comprensió n global de los mundos indígenas en la hora de
150 de 1
FL'E>iTES Y BiBLiOGR.AFÍP. FUENTES Y BIBUOGRAFÍA 2:80
•;cz Je 111 ;1 nera irremediable, sea cual fuere el interés de los trabaíos realizados en eclesiástica más que a la de nuestros indios. Lo cual no mengua en nada el valor de
:,)5 Cdrlrnos años. . Con tanto rnayor r:i.zón cuanto que, en realidad, Inuchas piezas estas tentativas que, ampliadas a otros terrenos -los testamentos indígenas- y
··píthispánic-as" f<.ieron pintadas después de la Conquista, agregando al peligro de conducidas con prudencia en torno a los fondos considerables que se han conserva-
indígena una asimilación sutil, alguna primera interprt[ación apenas do, deberían dar cuerpo o invalidar algunas de nuestras hipótesis.
disceínibk. Soinbra próxirna o lejana de una occidentalizacíón que acompaña Esa prudencia o es[as impotencias obligan a un proceder con frecuencia impre-
de ui;u1cra inseparable ouesLros pasos. sionista, plagado de acumulaciones, de yuxtaposiciones, de coincidencias, que en
El paso sisternático J. la escritura (al estado qi..;e fuere) y por tanto la imposibili- última instancia sólo se apoya en la relación de ios datos recabados en las fuentes
dad de llegar a la oralidad, la inevivab!e relación con Occidente en forma del cura. más distintas. De ahí la constitución de un gigantesco embrollo donde en más de
del juez, de íos tribunales, de los administradores y del fisco rnarcan y precisan los una ocasión una pieza sevillana acaba por encajar entre un complemento mexicano
lúnires de nuestra ernpresa. No se deduzca de ello que esternos condenados, por y unos elementos romanos, Donde una referencia prehispánica adara una ínfor.
falta de algo mejor, a desentrañar el '' discurso-sobre-los·lndi os''. Ello equivaldría mación colonial de origen indígena y/o español. Donde et texto de un cronísta
a tener eo poco los y las innumerables producciones del hace explícita la confesión de un indio. Deleite de ese largo giocho dipazienzia al
arte indígena en la época coloniaL Confesemos simple y sencillarnente que del mundo hilo del cual el descubrimiento de los documentos y a menudo el azar de las lectu-
lndígena sólo se captan reflejos a los que sin falta y de manera más o menos confusa ras desempeñan un papel esencia! por las orientaciones y las reorientaciones sucesi-
se añade ei nuestro. Pretender pasar a uavés del espejo, captar a los indios fuera de vas que no dejan de imprimir al proyecto iniciaL Como la conjunción de 1974 de
Occidente es un ejercicío peligroso, la mayoría de las veces impracticable, global- algunas fuentes jesuitas y de elementos de etnopsiquiarría abrevados en la obra
ilusorio. A menos de hundirse en una maraña de hipótesis de las que fuerza de Georges Devereux y, más tarde, la revelación de una literatura indígena de una
es admitir que sin cesar pueden ponerse en duda_ riqueza insospechada en el momento en que recorríamos los-trabajos ya antiguos
Sin embargo queda un carnpo todavla consíderable, e! de las reacciones indíge- queJack Goody (1968, 1977) realizó en torno a la literacy en las sociedades tradi-
cas a los rnodelos de conducta y de pensamiento introducidos por los europeos, el cionales.
del s.nálisi.s de su percepción de! mundo nuevo que engendra en la violencia y con Frustrado en toda ponderación cuantitativa, el proceder incita a realizar estudios
frecuencia en el caos la dominación colonlal. Falra caprar e interpretar los reflejos de casos con todos los riesgos que implica esta opción, "aunque de eSa suerte tam-
que por sí solas siguen siendo testín1onios excepcionaies cJyo equivalente no siempre bién pennite reflexionar sobre las culturas indígenas por medio de los individuos y no
se tiene en la.s sociedades de Antiguo Régimen. Es iriútil agregar que la cJ.ntidad y la exclusivamente de esas entidades vagas (y en ocasiones vagamente míticas) que son
1os· documeruos que- poco-a-puco-hemos-rettntdo·-B-an--g.frt-V.i-ra.d-0 con--1li1 _______ __ las comunidades, las "etnias", los indios. Estamos convencídos de
peso determinanre en la orientación de nuesuas gestiones. que el estUdio-Profi.i'.Odo de un·caso
ción de las muestras, observar los engranes de una cultura, definir [as inflexiones
que le son propias, a condición de saber y de poder distinguir la dialéctica de la
E! fuego de paciencia idiosincrasia personal y de los reg.isuos culturales, registros que se habrán hecho
evidentes por otros medios y por otras fuentes.
Los lúnites rnarcados por las fuences y la.s perspecrivas abierras en la Introducción
explican el abandono de todo enfoque en serie. Contar los mauimon.ios, los bauti-
zos apon:a indicios de conformidad exterior a un modelo, pero no dice nada de su FtJENTES y PICTOGR,:\FICAS
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