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El Gatopardismo

El documento resume la novela "El Gatopardo" de Giuseppe Tomasi di Lampedusa y el concepto de "gatopardismo". La novela describe el fin del poder aristocrático en Sicilia a raíz de la unificación italiana a través de los ojos del Príncipe Fabrizio Salina. Aunque la aristocracia está decayendo, se hace necesario crear la apariencia de cambio para que los pilares del sistema permanezcan intactos, un concepto conocido como "gatopardismo". La novela fue llevada exitosamente al cine por Luchino Vis

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El Gatopardismo

El documento resume la novela "El Gatopardo" de Giuseppe Tomasi di Lampedusa y el concepto de "gatopardismo". La novela describe el fin del poder aristocrático en Sicilia a raíz de la unificación italiana a través de los ojos del Príncipe Fabrizio Salina. Aunque la aristocracia está decayendo, se hace necesario crear la apariencia de cambio para que los pilares del sistema permanezcan intactos, un concepto conocido como "gatopardismo". La novela fue llevada exitosamente al cine por Luchino Vis

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EL GATOPARDISMO: CAMBIARLO TODO PARA QUE

NADA CAMBIE

Nota del Posteador: Como seguramente alguna vez hemos oído esa
cínica expresión de “hacer que las cosas cambien para que sigan
igual”, me dediqué a investigar su procedencia, y me encontré con una
película de colección.

EL GATOPARDO: CAMBIARLO TODO PARA QUE NADA CAMBIE

El gatopardismo o lampedusianismo es un concepto político


según el cual en determinados momentos históricos se hace
necesario crear una apariencia de cambio revolucionario con el
fin último de que la base, el núcleo del sistema, permanezca
incólume e inalterado. Este concepto está extraido del libro de
Giuseppe Tomasi di Lampedusa, “El Gatopardo”, una obra maestra
de la literatura que también fue trasladada al cine de manera
excepcional por el director Luchino Visconti.

Pienso a menudo en el libro “El Gatopardo”. Cada vez que veo cómo el
enésimo salvador de la patria y defensor del pueblo alienta a las masas
para que mueran en las calles por el “cambio definitivo” y veo a
hombres, mujeres, niños y ancianos tropezando una y otra vez con las
mismas mentiras, la misma demagogia y las mismas promesas
incumplidas, acude a mi mente la sentencia que sobrevuela ominosa
la obra de Lampedusa: “algo tendrá que cambiar para que nada
cambie”. Fuegos de artificio, disparos sueltos, guerra de opereta,
algunos muertos, nuevas banderas, nuevos lemas y savia nueva para
seguir manteniendo la esencia del sistema. Es entonces cuando la
terrible y angustiosa lucidez del libro de Lampedusa hace aflorar a mis
labios una triste sonrisa de desencanto, y me invade la angustiosa
certeza de que, en efecto, la mayoría de los cambios políticos,
económicos y sociales tienen lugar para que “todo siga igual, pese a
que todo haya cambiado”.

A Giuseppe Tomasi di Lampedusa le bastó con un solo libro para pasar


a la historia de la Literatura, aunque no vivió para ver su obra
publicada. Su obra fue rechazada por importantes editoriales. Como
John Kennedy Toole con su “La conjura de los necios”, este rechazó le
provocó una profunda amargura, aunque su desilusión no le llevó,
como al norteamericano, al extremo del suicidio. Lampedusa murió de
cáncer poco tiempo antes de que su libro se convirtiera en una de las
obras cumbres de la literatura italiana del siglo XX y fuera llevado al
cine de manera magistral por Luchino Visconti.

Giuseppe Tomasi di Lampedusa nació en Sicilia en 1896 en el seno de


una familia de rancio abolengo aristocrático. Era Príncipe de
Lampedusa y Duque de Palma di Montechiaro. Era un aristócrata “al
viejo estilo”, y como tal se comportó durante toda su vida, un noble
linajudo y altanero al que le tocó vivir el fin de los últimos suspiros del
agotado y marchito régimen aristocrático y su sustitución por la
pujante burguesía, iletrada y vulgar, pero ambiciosa y
económicamente potente. Sin duda, las vivencias de Lampedusa, a
caballo entre los viejos aires de grandeza aristocrática y la realidad de
la vertiginosa irrupción de los jóvenes y codiciosos burgueses,
destilaron de manera lenta e imparable en su mente la génesis de “El
Gatopardo”. Di Lampedusa estudió Derecho en la Facultad de
Jurisprudencia de la Universidad de Roma. Luchó en la Primera
Guerra Mundial, fue hecho prisionero y escapó del campo de
concentración donde lo habían recluido, volviendo a su casa al año de
ser capturado. Durante el período de entreguerras, Lampedusa se
dedica a viajar y a estudios privados de literaturas extranjeras. En
1932 se casa con la psicoanalista de origen letón Alexandra Wolff
Stomersee, Licy, con la que se traslada a Palermo, si bien los continuos
enfrentamientos entre su esposa y su posesiva madre provocan la
vuelta de Alexandra a Letonia, desde donde volverá a Roma tras la
ocupación soviética y la confiscación de las propiedades familiares. En
1934 fallece el padre de Lampedusa, heredando nuestro héroe el título
y las posesiones de su progenitor. Giuseppe es llamado a filas durante
la Segunda Guerra Mundial, pero su paso por el ejército es efímero.
En 1943 el palacio familiar en Sicilia queda destruido por una bomba
americana, lo cual deja a Lampedusa en una situación no demasiado
boyante. Tras la finalización de la guerra y la muerte de su madre, el
matrimonio vuelve a Palermo. En 1953 comienza a frecuentar un
círculo de jóvenes literatos y pensadores, entre los que se encontraba
Gioacchino Lanza, al que adoptaría posteriormente. A finales de 1954
inicia la redacción de “El Gatopardo”, finalizándola dos años más
tarde. También escribe una serie de relatos, e incluso da comienzo a
una novela nueva. No obstante, su incipiente carrera literaria se ve
truncada por el diagnóstico de un cáncer, que finalmente acabaría con
la vida de Lampedusa en 1957 sin ver publicada su obra.

“El Gatopardo” narra las vivencias de don Fabrizio Corbera, príncipe


de Salina, cabeza visible de una aristocrática y decadente familia
siciliana. El libro se inicia con el desembarco de las tropas
de Garibaldi en la isla, en 1860, en pleno proceso de la unificación
italiana. El príncipe encarna al Antiguo Régimen, cuyos últimos
vestigios, anquilosados e inmovilistas, se ven brutalmente superados
por el empuje de la ambiciosa y pujante burguesía. De manera lúcida
e irónica, don Fabrizio comprende que los nuevos “chacales” que
encarnan los nuevos tiempos tienen el dinero y la ambición necesaria
para acceder al poder al poder, pero también aspiran a revestirse con
la capa de honorabilidad y prestigio social de la antigua nobleza. El
príncipe ve cómo su protegido, su sobrino Tancredi, un joven
aristócrata sin más patrimonio que su título y su hambre de poder,
colabora a que “todo cambie para que todo siga igual”, luchando
primero en las filas garibaldinas y casándose posteriormente con la
hija de un próspero y vulgar burgués, don Calogero Sedara, alcalde de
la localidad de Donnafugata, localidad de veraneo del príncipe y su
familia. Don Calogero pondrá el dinero y los recursos necesarios para
hacer realidad las ambiciones políticas del joven, y obtendrá a cambio
el barniz de honorabilidad y abolengo que desea desesperadamente
para disimular sus oscuros orígenes.

Don Fabrizio asiste a todas estas maniobras y acontecimientos y los


alienta, incluso en contra de la felicidad de su propia hija, pues
comprende que es inútil resistir al embate de los aspirantes al poder
que una aristocracia decadente y exangüe se ve incapaz de mantener.
Desencantado, mordaz e irónico, el príncipe comprende que el mundo
que él representa se apaga inexorablemente, que de la todopoderosa
aristocracia que ha sido su mundo y el de sus antepasados solamente
quedan fuegos de artificio, ridículas pretensiones de grandeza y vacío
oropel, encarnado por el fastuoso baile al que asiste la familia Salina,
por donde pululan nobles decadentes, engallados militares y arribistas
de todo pelaje.

Es “El Gatopardo”, en definitiva, un clarividente y lúcido retrato del


fin del poder aristocrático visto desde la nobleza misma,
imprescindible para comprender la esencia de los cambios que
encumbraron en el poder a la nueva y potente burguesía. Una obra
maestra que bastó para que el nombre de Giuseppe Tomasi di
Lampedusa fuera conocido mundialmente. Por si la repercusión de su
libro no fuera suficiente, en 1963 “El Gatopardo” fue llevada al
cine por Luchino Visconti. El genial toque del director y las
maravillosas interpretaciones de Burt Lancaster, Alain
Delon y Claudia Cardinale convirtieron la película en una obra
maestra que no desmerece en absoluto a la obra de Lampedusa.

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