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Escritura Lesbiana Monique Mistral

El documento analiza las marcas lingüísticas y políticas presentes en dos textos definidos como literatura lésbica: El cuerpo Lesbiano de Monique Wittig y el epistolario Niña errante. Cartas a Doris Dana de Gabriela Mistral. Examina cómo Wittig buscó crear un lenguaje y una perspectiva completamente lésbica a través del uso de palabras del cuerpo usualmente invisibilizadas. También analiza cómo Mistral utilizó su lenguaje personal en las cartas a Doris Dana para comunicar emociones en

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Escritura Lesbiana Monique Mistral

El documento analiza las marcas lingüísticas y políticas presentes en dos textos definidos como literatura lésbica: El cuerpo Lesbiano de Monique Wittig y el epistolario Niña errante. Cartas a Doris Dana de Gabriela Mistral. Examina cómo Wittig buscó crear un lenguaje y una perspectiva completamente lésbica a través del uso de palabras del cuerpo usualmente invisibilizadas. También analiza cómo Mistral utilizó su lenguaje personal en las cartas a Doris Dana para comunicar emociones en

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Escritura lesbiana: ejercicios lingüísticos/políticos en dos textos de

Mistral y Wittig

Sombras talladas por un relámpago negro, estas bellas


extraviadas no hallan en la noche la casita de Hansel
y Gretel, sino a otra viajera más sombría y dotada del
poder de ocultar. Con ella se abrazan y en ella
desaparecen como quien entra en una gruta
encantada.

Alejandra Pizarnik

Carolina Astudillo

Resumen

El lenguaje en la escritura de mujeres siempre ha sido objeto de preocupación y de estudio.


Las posturas son diversas, desde que sí existe una especificidad, postulado sobre todo por
las feministas de la diferencia hasta otras más radicales que posicionan a las mujeres fuera
de toda palabra. Sobre la escritura lesbiana, sin embargo, es menos lo que se ha dicho y las
propuestas por tanto son menos claras. El discurso lésbico es confuso porque la categoría
“lesbiana” es confusa, no se sabe si ubicarla como un subgrupo dentro de las mujeres o
como un grupo fuera del binarismo hombre-mujer.

El objetivo general de este análisis es dar cuenta de las marcas lingüísticas y políticas,
presentes en dos textos que han sido definidos como lésbicos, ya sea por su autora o por los
lectores y/o la crítica. El primero es El cuerpo Lesbiano de Monique Wittig, y el segundo,
el epistolario póstumo Niña errante. Cartas a Doris Dana, de Gabriela Mistral. Esta lectura
y este conocer los rasgos comunes y no comunes de ambos textos tiene, por consiguiente, el
objetivo específico de demostrar que la complejidad del lenguaje dificulta
considerablemente un pensamiento que esté libre del dominio cultural patriarcal y que, por
otro lado, la libertad deseada no siempre estará en estrecha relación con el lenguaje, que el
código puede redefinirse atacando sus estructuras, pero también asumiendo políticamente
estrategias propias, de autenticidad, aunque para ello haya que recurrir a un movimiento
constante con el riesgo de caer en los márgenes.

T/ú, la sin nombre

Leyendo el memorable libro de Monique Wittig, El cuerpo lesbiano y luego las palabras
que la misma dedicó a éste, a cómo lo construyó, a por qué lo escribió, me preguntaba si
sus ambiciones con respecto a lo que quería lograr se cumplieron o no. La escritora
feminista pretendía escribir una novela completamente lesbiana, en forma y contenido. Por
ello comenzó estudiando a Safo, ¿quién haría otra cosa? Pero “los poemas de Safo estaban
demasiado lejos, hablaban de un lugar, de un tiempo, de personas que yo no conocía”1.
Escribir entonces, en torno a la obra de Safo, en sus márgenes, intercalando la escritura de
ella con la suya, se apartaba de su objetivo: “El cuerpo lesbiano surgió de la necesidad de

Monique Wittig. Algunas consideraciones sobre el cuerpo lesbiano. Tr. Paula Torricella. 

Este texto corresponde a un capítulo del libro On Monique Wittig. Theoretical, Political and
Literary Essays, publicado en el 2005 por la Universidad de Illinois, EE.UU. y se encuentra
disponible en http://www.caladona.org/grups/uploads/2012/10/cuerpo-lesbiano.pdf

escribir un libro totalmente lesbiano en su temática, vocabulario, textura, de la primera a la
última página, desde el título hasta la contratapa” 2.

Monique Wittig pensó esta tarea desde dos ejercicios fundamentalmente: primero, el
lenguaje. Qué hacer con el lenguaje para que éste dé cuenta de un sujeto lesbiano y no de
un hombre del que, por los intersticios se cuela a ratos la mujer. Tampoco pretendía hablar
de la especificidad de lo femenino ni de construir un nuevo lenguaje en donde tan solo se
cambiara una vocal que alude a un género. No, porque Monique Wittig no cree en los
géneros. Ni en los sexos.

El segundo ejercicio, más político quizá por cuanto menos abstracto, consistía en mirar y en
apropiarse del cuerpo de la mujer –el propio y el de la amada- desde una perspectiva
lesbiana, y por el contrario, desechar todas aquellas visiones tradicionales y normativas que
nunca surgieron del deseo del cuerpo visto, sino del que mira y manipula, o del que tiene y
ejerce el poder. Para ello la autora se arma de una extensa serie de palabras que aluden al
cuerpo, sacadas seguramente de libros de anatomía, por lo específico de su ubicación, y
traídas desde un íntimo y abyecto imaginario corporal que habla de fluidos,
descomposiciones y rasgaduras. Cumple su palabra de hacer de este libro un “libro
lesbiano” desde la primera página, ya que, ya en la portada –en algunas ediciones- o en la
segunda página, comienza la enumeración de estas partes silenciadas:

“EL CUERPO LESBIANO LA CIPRINA LA BABA LA SALIVA EL MOCO EL SUDOR.


LAS LÁGRIMAS EL CERUMEN LA ORINA LAS NALGAS LOS EXCREMENTOS LA
SANGRE LA LINFA LA GELATINA EL AGUA EL QUILO EL QUIMO LOS
HUMORES LAS SECRECIONES LA PUS LAS SANIES LAS SUPURACIONES LA
BILIS LOS JUGOS LOS ÁCIDOS LOS FLUIDOS LOS ZUMOS LAS EMANACIONES



Íbid.
EL AZUFRE LA UREA LA LECHE LA ALBÚMINA EL OXÍGENO LAS
FLATULENCIAS LAS BOLSAS LAS PEREDES LAS MEMBRANAS EL PERITONEO.
EL EPILÓN, LA PLEURA LA VAGINA LAS VENAS LAS ARTERIAS”3.

“Las palabras del cuerpo son las que componen el libro4” declara la autora. En estas
palabras escritas en mayúsculas, en estas palabras al margen de lo deseado, al margen de lo
nombrado y lo escrito se encuentra también a la lesbiana, porque si es su cuerpo el que
constituye el libro, libro y lesbiana serán lo mismo. Pero también se encuentra a la lesbiana
porque a ella tampoco se la quiere ver, tampoco se quiere saber de su existencia. Se sabe
que existe, como existe el moco y los ácidos, pero se invisibiliza porque ensucia y desarma
lo establecido.

“T/ú, la sin rostro”, es una frase del texto de Wittig en donde se dirige a la amada
siguiendo un aparente desorden lingüístico, una ilogicidad en la concatenación de frases, y
un exacerbado uso de los pronombres que permite que el sujeto siempre esté en primer
plano. No existe una única acción; la autora utiliza verbos en primera y segunda persona
que aluden más a acciones mentales que a un verdadero acontecer en la realidad, en este
fragmento al menos.

(…)yo veo el mar, yo lo miro, yo busco, yo me pregunto en el silencio en la ausencia de


rastros, yo me enfrento a una tan extraña ausencia que me causa un agujero en lo más
profundo de mi cuerpo. Pues yo sé de una manera absolutamente infalible que yo te busco,
yo te quiero, yo te requiero, yo te suplico, yo te invoco que aparezcas tú, la sin rostro la sin
manos la sin senos la sin vientre la sin vulva la sin miembros la sin pensamientos, tú en el
preciso instante en que no eres sino una presión una insistencia en mi cuerpo (…)5

3
Monique Wittig. El cuerpo Lesbiano. Pretextos, 1973, Francia
4
Monique Wittig. Algunas consideraciones sobre el cuerpo lesbiano. Tr. Paula Torricella.

Este texto corresponde a un capítulo del libro On Monique Wittig. Theoretical, Political
and Literary Essays, publicado en el 2005 por la Universidad de Illinois, EE.UU. y se encuentra
disponible en http://www.caladona.org/grups/uploads/2012/10/cuerpo-lesbiano.pdf
5
Monique Wittig. El cuerpo Lesbiano. Pretextos, 1973, Francia
. “T/ú, la sin nombre”, que es la frase con la que he titulado esta primera parte, reemplaza la
palabra rostro por nombre, porque el hecho de no tener un rostro, ni la serie de palabras del
cuerpo que le siguen: manos, senos, vientre, vulva, pensamientos..., evidencia una ausencia
de corporalidad, y al mismo tiempo una presencia demoledora en el cuerpo de quien
enuncia. El cuerpo lesbiano no abandona el relato, el cuerpo lesbiano oscila entre la
hablante y el objeto de su amor. Ahora bien, si lo que no tiene nombre no existe, y lo que no
tiene rostro tampoco, la existencia será dada por quien hace aparecer con palabras. Las
palabras acercan, por eso se escriben cartas o se escribe el nombre de quien nos llena el
pensamiento repetidas veces en un papel..

Las cartas a/de la niña errante

Y Gabriela Mistral. ¿Qué sucede con el lenguaje de esta poeta en las cientos de cartas que
escribe a Doris? La poeta escribe cartas desesperadas a Doris Dana por cerca de diez años,
cuando esta última se ausenta por motivos de carácter psicológico o de trabajo y
economías. Gabriela recurre a la escritura para acercar a Doris, escribe y con ello la escribe
a ella. La traza en sus papeles llena de ternura o de desencanto, dependiendo del episodio.
Trabaja con su ausencia. ¿Y entonces qué sucede con el lenguaje? ¿Y cómo se configura
ella en las palabras? Recordemos que es probable que no pensara que este material iba a ser
considerado como otra arista de su poesía. ¿O sí? Cuando conoció a Doris ya había ganado
el Nobel. ¿Todo escritor que ha llegado a este punto considerará que hasta lo que escribió
como nota para el refrigerador va a ser estudiado por los lingüistas, críticos, poetas,
académicos? Yo creo que no. Yo creo que vivir pensando en la importancia de un ejercicio
íntimo para el resto es vanidad exacerbada. Yo creo que la vida regala cierta inconsciencia y
olvidamos para vivir mejor. Bajo esta premisa, el lenguaje que utiliza Gabriela en sus cartas
se acercaría aún más a una coincidencia entre autor y hablante. Quien escribe es Gabriela –
¿o Lucila?- no la escritora nobel. El ejercicio literario no es consciente porque son otras las
estrategias en el discurso. Más hay que tratar de comunicar algo verdadero o de encubrir
cierta desgarradura, cierta enfermedad por la ausencia que por comunicar un discurso
literario perfecto. También está lo que ya he mencionado: escribir para darle espesor al
fantasma. Repetir el nombre, los apelativos, las características propias y amadas de la otra.

Cara Doris, Gringa Dana, Chiquita Mía, Hijita mía, Chiquita tan querida, ¡Dana!, Mi
querida Daina muda, niña linda, Dorisín… Estos apelativos no están pronunciados en una
misma carta, sino a lo largo de los años, pero son los apelativos con que comienza sus
textos. Hay muchos ejemplos más, estos son solo una buena muestra de ese afán de querer
asir en todas sus dimensiones a la otra, esta otra que, siendo la que fue, se le escapaba. Las
alusiones al terror que sentía Gabriela por la pérdida son recurrentes, el uso reiterado de los
pronombres “yo” y “tú”, al igual que en el texto de Wittig, también:

“A mí me duele mucho poner una persona entre nosotras [había llegado carta sobre persona
con buenas referencias que quería emplearse con ella].Pero yo no puedo con la soledad y el
vacío. Enseguida cae sobre mí este pensamiento. Por qué yo sigo viviendo. Yo no tengo a
nadie sino a dos criadas. Yo leo y leo hasta que no puedo más. Por no pensar. Y contar los
días me hace caer en un estado o de angustia o de hastío profundos. Si tú estuvieses ya de
regreso, cuando ella venga eso sería lo mejor (…) yo deseo que tu vida conmigo no sea la
vivida. Tú no puedes trabajar en nada tuyo; tú no debes hacer cosas domésticas insufribles
(…)”6.

Una marca lingüística que está presente en las cartas de Gabriela y que Monique Wittig no
utiliza, ella sí conscientemente, es el uso del género masculino cuando se refiere a sí
misma. Es así que firma, por ejemplo, en algunos finales de sus cartas con esa antigua
palabra a la que recurrían los asiduos a ellas: “tuyo” -y no “tuya”- como debiera ser en su
caso, o como se puede leer en este fragmento:

“Vida mía:

Yo sigo naturalmente inquieto por ti. A causa de ese daño del corazón y también de la
infección. Y de esa mano mía que tiembla en ti. Y de la fiebre. Es cosa muy mala la fiebre,

6
Gabriela Mistral. Niña errante. Cartas a Doris Dana. Lumen, 2009, Chile. P. 224
vida (…)Yo seré una especie de muerto si sigo viviendo esta tremenda ausencia tuya (…)
He sido un animal hablándote duramente a causa de los celos (…)

Tuyo Gabriela” 7.

Adriana Valdés en su ensayo sobre la escritura de mujeres8 ha llamado a esta apropiación de


la marca masculina “palabra travestida”. La crítica y ensayista toma a varias autoras
nacionales y compara sus lenguajes a partir de distintas preguntas y desde distintos planos.

Si de Gabriela Mistral señala que posee, en parte de sus textos, una palabra travestida, de
María Luisa Bombal dirá que su palabra es “amortajada”, “como respuesta a este no tener
un habla”. Los personajes femeninos de María Luisa Bombal, no siendo lesbianas, hablan
desde el margen, ya sea, siendo la esposa de un hombre, su primo, que la lleva a vivir a una
casa de campo y allí la abandona porque no la ama, o desde un ataúd, mientras comienzan a
llegar los familiares que activan los recuerdos de quien está viviendo la muerte de los vivos,
como escribe la misma autora en La amortajada.

Alejandro Zambra, por su parte, en su artículo Un amor fulminante9, en donde se refiere a


la relación amorosa entre Gabriela y Doris, cita al editor y autor del prólogo de Niña
errante Pedro Pablo Zegers, cuando éste se refiere al uso del masculino de la poeta como
un “ascendente paternal y protector”. Zambra irónicamente señala que esto puede ser
correcto, pero que nada nos impide pensar que simplemente la autora se sentía más cómoda
hablando como hombre.

Es complejo atribuir identidades o estrategias identitarias, sobre todo cuando quien


investigamos no ha querido referirse a una de las tantas identidades que tenemos como es la
sexual. Como Zambra podemos pensar que ciertamente a ratos me siento bien con el
lenguaje y no tengo que enmudecer, que me apropio grata y hasta me acomoda el

7
Íbid, p. 91
8
Adriana Valdés. Escritura de mujeres, una pregunta desde Chile.
9
Alejandro Zambra. “Un amor fulminante”. No leer. Ediciones Universidad Diego
Portales, 2008. Chile
masculino porque estoy totalmente empoderada del código. También podemos creer la
versión del editor y asumir que el uso de este género no es tanto porque le resulta cómodo
sino porque la afirma en la relación amorosa. También pueden ser ambas, por supuesto. Lo
que no sucede –y en esto no caben dudas- es el uso político de su lesbianismo. Gabriela no
militó en ningún partido político, no fue feminista, no estuvo en contra ni a favor de nada
que implicara un compromiso distinto del de la escritura. En esta escritura se refirió a
América, a Chile, a la ternura, al dolor, pero desde el corazón de las cosas, como si estas no
estuvieran en conflicto más que consigo mismas. El corazón de la piedra, el corazón de la
dulzura, el corazón del corazón del dolor.

Adriana Valdés en su lúcido ensayo reflexiona acerca de lo entrampadas que nos


encontramos cuando creemos estar comunicando a través del lenguaje cuando en realidad
lo comunicado, señala, no será nuestro pensamiento, sino el pensamiento ya incluido en el
lenguaje.

“Al entrar en el lenguaje, las mujeres caerían en una trampa: creerían hablar, hablarse (ser
sujetos de la acción de hablar, referida a ellas mismas) y en realidad serían habladas (serían
objetos de esa acción, cuyo sujeto sería el lenguaje, que se vale de ella para repetir una
estructura implícita en ese mismo lenguaje)”10.

Hasta aquí se ha hablado de la situación de la mujer frente al lenguaje, pero ¿qué ocurre con
la situación de la lesbiana? ¿Supondrá serlo estar doblemente fuera tal como lo está la
mujer latinoamericana según Valdés? ¿Y la mujer lesbiana latinoamericana? Pero la
lesbiana no es mujer, dirá Wittig, no, porque no es solo “lo otro”, es lo otro de lo otro, sin
volver a lo masculino. Queda mucho por dilucidar al respecto, por ahora volveré con
Wittig.

10
Adriana Valdés. Escritura de Mujeres, una pregunta desde Chile
Estrategias lingüísticas en El cuerpo lesbiano

Tal y como sucede en las cartas de Gabriela Mistral, Monique Wittig utilizará con mucho
énfasis los pronombres personales “yo y “tú”, sin embargo, para ella serán estos
intercambiables y además múltiples: “yo” es muchos yo y “tú” es muchos tú.

Por ser la suya una obra de ficción, un texto poético pensado así desde un principio, ni el
“yo” ni el “tú” tienen una identidad asignada. No se puede señalar que “yo” sea la autora y
“tú” su amante, pues es la misma Wittig quien plantea que las sujetas son una y la otra al
mismo tiempo, sin razón ni orden establecido. Es cierto que este uso exacerbado del
pronombre personal que involucra a una pareja está presente también en amantes
heterosexuales, basta recordar la escritura de Marguerite Duras o de Clarice Lispector,
quienes forman parte del grupo de autoras que han tirado con mayor inteligencia y
sensibilidad del lenguaje, que se han preguntado por el ejercicio de escribir y por quiénes
son ellas dentro o a partir de él. Lo particular del recurso en Mistral y Wittig, sin embargo,
es que no tan solo se reitera el pronombre sino que también se quiebra, se zanja o se alterna
entre el género femenino y el masculino en el caso de la poeta chilena.

He señalado que la reiteración evoca la pulsión de asir a la otra, de capturarla en el


lenguaje, de modo que tenga presencia, que se replique una y otra vez en el cuerpo del
papel, en el cuerpo del autor, en la mano del autor, en su cabeza, músculos y huesos:

“Tú m/e interrumpes, tú cantas con estridente voz tu certidumbre de triunfar sobre m/i
muerte, tú no reparas en m/is sollozos, tú m/e arrastras hasta la superficie de la tierra donde
el sol es visible. Es ahí sólo ahí al desembocar entre los árboles y el bosque cuando de un
salto m/e das la cara y ciertamente tus ojos miran, y/o resucito a una velocidad
prodigiosa”11.

11
Monique Wittig. El cuerpo Lesbiano. Pretextos, 1973, Francia
En esta traducción podemos advertir que “tú” no está fracturado como sí lo están “me” o
“yo”, aunque Wittig haya señalado que ambos pronombres representaban a un sujeto
fracturado. Cabe preguntarse por qué la traducción ha dejado íntegra a la segunda persona,
si es un problema de edición o si es intencionado en el paso al español.

Este fragmento, desde otro punto de vista, funciona perfecto como imagen para demostrar
los juegos de presencia/ausencia a los que aludí en relación a las cartas, y es que ambos
textos apelan a un “tú” y por lo tanto pueden funcionar de manera intercambiable: el uno
como carta, el otro como poema en prosa y viceversa. La imagen está dada principalmente
por la aparición repentina de la amada que arrastra desde el fondo para sacar a la superficie,
a la vida. “Ciertamente tus ojos miran” escribe Wittig, como corroborando la existencia de
su interlocutora. Ciertamente sus ojos miran, y ella resucita a una velocidad prodigiosa. Es
un amor nutritivo, podríamos pensar, puesto que triunfa sobre la muerte y lleva hacia la
claridad.

Finalmente, una última característica que quisiera mencionar con respecto a esta marca/
barra que utiliza Monique Wittig, es que imprime un exceso en el lenguaje, y claro, porque
con su presencia en cada frase se nos complica la lectura y casi que leemos obviándola. El
ejercicio consiste entonces en hacer la marca para recordar que algo sucede, que el lenguaje
no tiene nada de transparente ni natural. Es un alto, un signo de alerta, un “no olvidar” este
problema lingüístico con el que convivimos.
Referencias bibliográficas

- Mistral, Gabriela. Niña errante. Cartas a Doris Dana. Santiago de Chile: Lumen, 2009

- Valdés, Adriana. “Escritura de mujeres: una pregunta desde Chile”. Composición de


lugar. Escritos sobre cultura. Santiago de Chile: Editorial Universitaria, 1995.

- Wittig, Monique. “Algunas consideraciones sobre el cuerpo lesbiano”. Tr. Paula


Torricella. Este texto corresponde a un capítulo del libro On Monique Wittig. Theoretical,
Political and Literary Essays, publicado en el 2005 por la Universidad de Illinois, EE.UU. y
se encuentra disponible en http://www.caladona.org/grups/uploads/2012/10/cuerpo-
lesbiano.pdf

- Wittig, Monique. El cuerpo Lesbiano. Francia: Pretextos, 1973

- Zambra, Alejandro. “Un amor fulminante”. No leer. Santiago de Chile: Ediciones


Universidad Diego Portales, 2008

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