La organización de la biblioteca1
Alejandra Paione,
María Del Carmen Reinoso
y
Yamila Wallace
“Tengo la suerte de haber vivido siempre entre libros que, lejos de separarme del sabor de las
cosas, frecuentemente me lo han develado”
Michèle Petit (2004)
¿Cómo organizamos la biblioteca del aula?
¿Dónde la ubicamos?
¿Qué libros incluimos? ¿Cuántos?
¿Qué hay que tener en cuenta para seleccionar los materiales de lectura?
Estos suelen ser algunos interrogantes que nos planteamos cuando decidimos
armar nuestra biblioteca en el salón de clases. Son preguntas que en su aparente
simpleza, expresan un modo diferente de entender la enseñanza de la lectura y la
formación del lector en los más pequeños.
En este documento intentaremos dar respuesta a estas preguntas siempre con
el propósito de crear en el aula un espacio que proporcione un contacto fructífero
entre los niños, el maestro y los materiales de lectura.
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El presente documento pertenece a la Clase 3 “La organización de la biblioteca” del Módulo 1 “Libros y
lectores”. Curso Virtual Leer y escribir en la alfabetización inicial. Una propuesta a partir de la biblioteca del
aula. Alejandra Paione (coord.), María del Carmen Reinoso y Yamila Wallace (tutoras). CePA a Distancia.
Escuela de Capacitación Docente. Centro de Pedagogía de Anticipación. Ministerio de Educación del Gobierno
de la Ciudad de Buenos Aires, CABA, febrero 2011. http://campus.cepa.edu.ar/
¿Dónde ubicamos la biblioteca del aula?
¿Cómo exhibimos los libros?
Pensamos la biblioteca del aula como un espacio dinámico, vivo y
cambiante; un lugar de referencia al cual acudimos para explorar, consultar, buscar
información, profundizar sobre un tema, disfrutar, incluir nuevos títulos… Para ello,
es conveniente seleccionar un sector o rincón del aula preferentemente luminoso,
tranquilo, cómodo y ameno que posibilite el contacto intenso de los niños con los
materiales de lectura.
Para tener un acceso directo a los libros, es conveniente ubicarlos al
alcance y altura de los niños. Colocamos los libros con los lomos hacia el frente tal
como se disponen en toda biblioteca para obtener rápidamente información acerca de
los datos más importantes o bien, con las portadas hacia adelante, sobre todo cuando
incorporamos alguna novedad e intentamos promover su atención.
Una forma de exhibir los materiales consiste en ubicarlos en muebles con estantes
abiertos diseñados para este fin. El mobiliario puede estar hecho de distintos
materiales (ladrillo, madera, caña, cartón) y adoptar distintas formas.
También podemos emplear revisteros móviles o colgados en la pared del aula.
En el caso de no contar con algunos de estos mobiliarios podemos disponer
de cajas o canastas, apoyadas en una mesa o sillas, que permitan guardar, revolver
y elegir en función de lo que se pretende buscar y compartir.
Otra forma de exhibir los materiales de lectura en el aula consiste en instalar
cuerdas de material sintético a manera de sogas en los cuales se sostengan los
libros con broches de colgar la ropa. También podemos disponer de “bolsilleros”,
una banda de tela colgante con varios bolsillos de diferentes tamaños que permiten
visualizar una parte de la portada de los libros.
Si bien forma parte de las actividades diarias del aula, el sector destinado a la
biblioteca puede adquirir cierto rasgo de privacidad y estar ambientado con afiches
pertinentes, panel de novedades, algunos almohadones u otros accesorios que
acompañen la práctica lectora2.
Cualquiera sea el lugar seleccionado y los recursos materiales que se
cuentan, se trata de crear en el aula un espacio genuino de
encuentro de los niños con la cultura escrita, un lugar en donde
se puede leer sentado o acostado e intercambiar con los compañeros.
2También es factible organizar “Bibliotecas móviles” o viajeras que a modo de carrito con una
cantidad variable de libros se fomenta la lectura en distintos espacios curriculares del aula y/o la
institución, incluso durante los momentos de pausas y recreación en el patio de la escuela.
¿Cuántos materiales incluimos?
Es muy difícil calcular la cantidad de volúmenes que debe reunir el corpus de
la biblioteca del aula. La magnitud de la colección depende de la cantidad
de niños que son usuarios del material, como así también, de las comodidades
del salón y recursos disponibles, de las posibilidades de establecer redes con otros
usuarios o instituciones para incrementar o renovar el inventario…
Según normas internacionales de las bibliotecas escolares establecidas por la
IFLA3 (2002), una colección razonable debe contar con diez libros por niños para
garantizar la variedad de materiales, aunque para comenzar con su organización esa
cantidad puede ser menor4.
Algunos autores (Colomer, 2008; Nemirovsky, 2008) proponen que en la
biblioteca circulen unos quinientos textos a lo largo del curso escolar. Esa cantidad
puede parecer inalcanzable en las condiciones materiales de algunas escuelas, sin
embargo, la fuente principal de donde se nutre la biblioteca del aula es la
biblioteca escolar a la que acuden niños y docentes en busca de aquellos libros que
deseen incorporar –aunque sea en un corto período de tiempo- en el espacio del
aula. Además, cuando se hace referencia a textos, se alude a todos los materiales de
lectura de uso social: tanto los libros de toda clase (de Literatura y de ciencias,
enciclopedias de arte, diccionarios) como recetas, folletos, revistas, instrucciones de
juegos y también todos los textos que producen los niños en el marco de los proyectos
didácticos.
3Federación Internacional de las Asociaciones e Instituciones Bibliotecarias.
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El armado de la biblioteca puede iniciarse con una cantidad que duplique la cantidad de niños del
aula, o sea, dos libros por niño y luego incrementar gradualmente la colección.
Más allá del número de libros con que se compone la biblioteca, la reflexión
que nos interesa promover es que la cantidad de textos puestos a disposición
no alcanza para lograr que la práctica lectora se desarrolle en los niños si no se
generan en torno a los materiales situaciones de lectura con propósitos
definidos y reales, que involucren a los alumnos como lectores, incluso
antes de que puedan leer convencionalmente.
¿Dónde conseguimos los libros?
¿Qué hacemos con los que ya tenemos?
La biblioteca de la escuela constituye la
fuente permanente para disponer de
material en la biblioteca del aula. Este
aporte que realiza la biblioteca escolar en calidad
de préstamo promueve pedidos y devoluciones
y establece así, una relación solidaria entre ambas
bibliotecas.
También se organiza con materiales que
provee la institución, ya sea por compra
directa con el aporte de sus
cooperadoras y la valiosa colaboración de las familias, o a través de distintos
programas pertenecientes a los organismos estatales que incluyen entre sus
líneas de acción, la provisión de recursos materiales para el aprendizaje y la
enseñanza5.
Asimismo, la biblioteca del aula se nutre con libros que se obtienen por
donación de algunos familiares y vecinos de la escuela, de entidades de bien
público y de los mismos docentes de la institución.
El material de la biblioteca del aula se renueva periódicamente para sostener
el interés, ampliar y profundizar el horizonte lector de los niños. Los
nuevos volúmenes también se pueden adquirir por compra, solicitar por donación u
obtener por préstamo a la biblioteca institucional u otras bibliotecas escolares y
públicas.
Otra vía para incrementar y renovar el material es el intercambio entre
docentes de distintas aulas: “Te presto esta obra de teatro y me pasás otro cuento
de Roldán porque estamos siguiendo al autor…”; “Te conseguí dos cuentos de la
misma colección ¿Me facilitás la antología de cuentos clásicos para leer otra versión
de Hansel y Gretel?”. Asimismo, las bibliotecas públicas, la de clubes o centros de
fomento e incluso la de los propios docentes, son otras fuentes que contribuyen en la
adquisición de materiales de lectura.
En suma, los materiales de la biblioteca del aula se pueden obtener y
renovar por compra, préstamo o donación. En el contexto de estas
posibilidades, se pueden generar diversas situaciones de encuentro
entre libros y lectores que propicien la participación en prácticas
letradas, entre las cuales, la lectura ocupa un lugar de privilegio.
¿Qué materiales de lectura incluimos?
Es fundamental que la biblioteca del aula sea lo más variada posible.
Para ello intentamos incluir:
Diversidad de géneros textuales
Es deseable que en la biblioteca del aula se encuentren representados los
diferentes géneros y subgéneros que permitan a los niños adentrarse a las
distintas maneras de saber sobre el mundo.
Se trata de incluir todo tipo de
textos de uso social para compartir con
otros la emoción de un poema, la magia del
clima creado en los cuentos, involucrarnos
en las aventuras y desdichas del personaje de
una novela u obra de teatro; divertirnos
con el humor gráfico y las historietas;
disfrutar del ritmo, la musicalidad y la fuerza
expresiva del lenguaje con las coplas,
canciones, adivinanzas y
trabalenguas;
actualizarnos acerca de diferentes hechos
locales o del mundo en periódicos y
revistas; indagar e informarnos sobre temas
de interés en enciclopedias, libros de
ciencias, atlas y diccionarios; seguir las
instrucciones de recetarios de cocina y
juegos; ingresar a otros mundos con
leyendas, fábulas y mitos; etc.
Además de contar con materiales que
circulan fuera de la escuela, es oportuno
incluir los textos que los niños
producen en el marco de proyectos
áulicos, algunos de los cuales permanecen
temporalmente en la biblioteca del aula:
cuentos que los niños escriben, fascículos de
enciclopedias sobre temas estudiados,
biografías de autores cuyas obras han
seguido, catálogo de recomendaciones
literarias, recopilación de
coplas o canciones conocidas, folletos y cartillas informativas, álbumes que permiten
guardar memoria de actividades interesantes colectivas, grupales o individuales
llevados a cabo durante el año escolar…
Diversidad de autores
Recordemos que para muchos niños y
docentes, los materiales de la biblioteca son
modos de ingresar a otros mundos
posibles, vivir otras vidas y comprender
la propia desde otra perspectiva. Para
ello, es indispensable que la biblioteca del aula
incluya tanto autores nacionales y
contemporáneos como también aquellos
autores extranjeros y distantes de la
geografía y época que viven los niños.
Dada la dificultad de establecer una
frontera entre la literatura infantil y la
literatura de adultos, también es importante
incluir textos de autores que han escrito
obras tanto para niños como
para adultos. Sabemos que muchos textos (literarios e informativos) no
necesariamente han sido escritos para un destinatario infantil, sin embargo los niños
pueden abordarlos solos o con ayuda del docente.
Se trata de seleccionar e incluir en la biblioteca materiales de lectura de
calidad (por lo que comunica, por cómo lo dicen y están editados, por las
posibilidades que ofrecen al lector) y evitar textos o versiones de textos “simplificados”
con el pretexto de ser “escritos para niños” y que muchas veces deforman, empobrecen
y no colaboran en la construcción del sentido.
Diversidad de ilustradores
Considerar el lenguaje de las ilustraciones es también relevante a la hora
de organizar nuestra biblioteca del aula. En los textos literarios la función de las
imágenes varía según el tipo de relación que se establece con el texto
narrativo. En algunas obras el texto lleva el peso de la historia y las imágenes no
modifican el desarrollo de la misma (aunque inevitablemente, el ilustrador siempre
plasma su interpretación de lo escrito). En otras, la importancia de las ilustraciones
es mayor ya que desempeñan un papel relevante en el desarrollo de la historia, tal
como sucede en los “libros álbumes” en donde la interacción entre texto e imagen
resulta un factor determinante para que los lectores construyan s e n t i d o .
También es pertinente incluir textos que contienen sólo imágenes para que los
niños puedan construir sus propias historias y asimismo, intercambiar con sus pares
las posibles interpretaciones que se pueden tejer a partir de una misma imagen.
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En los libros informativos, denominados también libros de conocimientos,
de consulta, del saber, de referencia, documentales (Garralón, 2005), las ilustraciones
configuran significaciones para los lectores aún antes de leer convencionalmente,
de allí su importancia en balancear su presencia con los textos ficcionales en la
biblioteca del aula.
Se trata sistemas
multigráficos donde se
articula un texto escrito con
tipografías variada,
disposiciónespacial fragmentada,
alternancia de títulos y subtítulos
y una iconografía que algunas
veces acompaña al texto y otras
debe leerse de manera
independiente, que juega con el
espacio y el color, y que se
presenta de variadas formas:
mapas, fotos, dibujos, esquemas,
infografías, etc. Sin duda estos
materiales requieren un
aprendizaje para abordarlos y
extraer información y por ello es
fundamental su inclusión en el
aula desde edades tempranas.
Diversidad de temáticas
Cada lectura es un proceso individual que abre caminos, plantea desafíos,
permite entrar a nuevos mundo o recrear los conocidos. Por ello, es importante
garantizar espacios para que los niños puedan interactuar con textos que ofrezcan
variadas temáticas, textos que superen los estereotipos y mensajes cargados de
“moralinas” o intenciones didácticas que tienen por propósito moldear
comportamientos y sesgar la mirada frente a la diversidad.
Es nuestra responsabilidad como docentes incluir en la biblioteca, materiales
de lectura con propuestas literarias o informativas que resulten
abarcadoras, que den cabida a las situaciones ideales y finales felices pero también 91
a los conflictos y temas controvertidos actuales y/o locales, a los miedos, la muerte, la
pobreza, la discriminación.
Diversidad de extensiones
Sabemos que los lectores no sólo se forman
leyendo por sí mismos sino también escuchando leer a
otros e intercambiando opiniones sobre lo leído. Para
ello, es importante incluir en la biblioteca, textos a los
que los niños pueden acceder por sí solos6 como
así también aquellos que por su extensión y
complejidad requieren ser mediados por la lectura
del docente.
En ambas situaciones -lectura por sí mismo y lectura por parte del docente-
estamos enseñando a leer, a interactuar con los textos, a familiarizarse con el
6 Algunosprogramas estatales proveen a las escuelas varios ejemplares de un mismo título. Esto permite
diseñar en el aula situaciones de lectura y escritura específicas en torno a una obra en particular.
lenguaje que se escribe, a compartir con otros lo leído, a elaborar interpretaciones y
encontrar pistas en el texto que las avalen...
Diversidad de editoriales, colecciones y series
Incluir esta diversidad permite reflexionar sobre temas recurrentes, la
continuidad de una serie, la información provista por tapas y contratapas y
otros indicadores paratextuales que ofrecen pistas al lector y le permiten
realizar anticipaciones durante el acto de lectura.
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Colección Los Morochitos. Editorial Colihue
Títulos de la serie Federico crece. Editorial Primera Sudamericana
Colección de Comics de la Revista Genios
Diversidad de versiones
Es importante advertir que varios géneros textuales admiten distintas
versiones como los cuentos clásicos, las noticias periodísticas, los juegos y
canciones populares, las recetas de cocina, la biografías...
Antonio Machado
(1875-1939)
Poeta y prosista español, perteneciente al movimiento literario conocido como generación del 98.
Probablemente sea el poeta de su época que más se lee todavía. Vida Nació en Sevilla y 3
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vivió luego en Madrid, donde estudió. En 1893 publicó sus primeros escritos en prosa,
mientras que sus primeros poemas aparecieron en 1901. Viajó a París en 1899, ciudad que
volvió a visitar en 1902, año en el que conoció a Rubén Darío, del que será gran amigo
durante toda su vida. En Madrid, por esas mismas fechas conoció a Unamuno, Valle-
Inclán, Juan Ramón Jiménez y otros destacados escritores con los que mantuvo una
estrecha amistad. Fue catedrático de francés, y se casó con Leonor Izquierdo, que morirá
en 1912. En 1927 fue elegido miembro de la Real Academia Española de la lengua.
Durante los años veinte y treinta escribió teatro en compañía de su hermano, también
poeta, Manuel, estrenando varias obras entre las que destacan
La Lola se va a los puertos, de 1929, y La duquesa de Benamejí, de 1931. Cuando estalló la Guerra Civil española
estaba en Madrid. Posteriormente se trasladó a Valencia, y Barcelona, y en enero de 1939 se exilió al pueblo
francés de Colliure, donde murió en febrero.
Fuente: http://www.los-poetas.com/a/biomach.htm
Fuente: Machado, Antonio, Qué fácil es volar. Buenos Aires,
Libros del malabarista, Ediciones Colihue, 2008.
Biografías de Antonio Machado
Incluir esta diversidad promueve la consulta y la comparación de
distintas versiones acerca de un mismo texto. Este análisis permite no sólo
descubrir las semejanzas y diferencias en cuanto al contenido sino también en la
forma en que están enunciadas en las versiones de los diferentes tipos textuales, lo
que permite profundizar otros modos de leer y construir sentido (no es lo mismo
analizar las diferentes versiones de la canción tradicional “Arroz con leche” que las de
un hecho periodístico en distintos periódicos).
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Algunas versiones de “Arroz con leche”
(Martha Esquenazi Pérez, “Acerca de las rondas infantiles tradicionales” en: Perfiles de la Cultura Cubana.
Revista del Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello, 5, junio-octubre 2010).
Diversidad de soportes
En la biblioteca del aula incluimos la mayor variedad posible de soportes
escritos. Así, los textos se presentan en libros, revistas, folletos, afiches, páginas de
Internet, planos, mapas… A estos se pueden añadir cajas, carpetas o
“archivadores” que recopilen textos según el tema que nos interesa conservar por
algún motivo: recortes de artículos periodísticos, fotos, recetas de cocina,
instrucciones de juegos, coplas, adivinanzas, etc.
Incluimos además, ficheros o tarjeteros. Se trata de
cajas pequeñas con tarjetas que utilizamos para realizar diferentes 5
anotaciones. Además del fichero de nombres propios de los
niños, contamos con aquellos que
son pertinentes a la organización y funcionamiento de la
biblioteca como el fichero donde registramos los títulos de
libros, los autores que vamos leyendo… También podemos
preparar otros ficheros con léxico específico en el marco de
secuencias y proyectos didácticos. Por ejemplo, un fichero con
palabras que refieren a elementos que usan las brujas de los
cuentos para hacer sus hechizos, un fichero de verbos específicos
que aparecen en las recetas de cocina…
Otros soportes los constituyen los CD con grabaciones
de textos leídos en voz alta: recopilación de cuentos,
leyendas, poemas, obras de teatro. Los mismos pueden incluir
el texto escrito, de tal manera que los niños pueden seguir con la
vista su lectura a medida que lo van escuchando.
Diversidad de lenguas
Pensamos que una biblioteca
plurilingüe diversifica la mirada hacia el
mundo. Por ello, la interacción con textos
escritos en diferentes lenguas puede
contribuir al respeto por las diferencias.
Además, puede constituirse en una fuente
valiosa para ampliar la competencia lingüística
y en un punto de partida para la reflexión
metalingüística.
Por otra parte, esta diversidad promueve
comparaciones entre un texto que conocemos
en nuestra lengua materna con el mismo texto
escrito en una lengua que desconocemos,
posibilita indagar la direccionalidad del
sistema de escritura y La extension del texto,
permite localizer grafías frecuentes, palabras
en común y otrsa que son propias de la lengua
que estamos conociendo…
En lo posible, estos textos publicados en diversas lenguas deben ser mediados
por el docente u otro lector experto que pueda compartir la lectura y satisfacer dudas
e inquietudes de los niños.
¿Cómo organizamos los materiales de lectura?
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Organizar los materiales de la biblioteca del aula es una tarea que requiere la 6
participación de los niños y el docente para
pensar sobre la forma más conveniente, tomar
decisiones, acordar criterios y evaluar
regularmente su funcionalidad.
No hay una única manera de ordenar los
materiales de la biblioteca del aula. Una forma muy
utilizada en las escuelas es clasificar la colección en
libros de ficción (cuentos, novelas, mitos,
leyendas, fábulas, obras de teatro, historietas,
poesías
y otras formas versificadas) y libros de no
ficción (libros y enciclopedias de ciencias
naturales y sociales, textos sobre tecnología, diarios y revistas de actualidad,
diccionarios, almanaques…).
Otras formas de clasificarlos puede ser por temas: animales, plantas, el
universo, personas, lugares, etc.; por los tipos de experiencia humana que
formalizan los textos: formas fantásticas, cómicas, mítico fabulosas, realistas; por
tipos de géneros textuales: cuentos, adivinanzas, poesías, enciclopedias, etc.; o
bien por grupo editorial: series, colecciones, antologías…
Desde pequeños los niños pueden adoptar criterios de clasificación aunque
muchas veces no coinciden con los del adulto o los utilizados en librerías o bibliotecas
públicas. Algunas preguntas pueden orientar la definición de criterios: “¿Cómo
podríamos acomodar los libros? ¿Cuáles tendrían que estar juntos para poder
encontrar rápido el libro que buscamos? ¿Qué podemos ponerles para distinguirlos
de los otros?”. Así, regularmente y en pequeños grupos los niños pueden rotar para
asumir esta responsabilidad y ajustar gradualmente los criterios de clasificación. Esta
actividad requiere del análisis y revisión conjunta siempre con la intervención del
docente y en lo posible, contar con el asesoramiento del bibliotecario de la escuela.
Los materiales pueden clasificarse desde criterios muy variados pero
cualquiera sea la forma elegida no siempre puede resultar una
clasificación operativa y esto es algo importante para reflexionar con los
niños.
¿Con qué criterios seleccionamos y renovamos los materiales de
lectura?
La selección y renovación de materiales de lectura para la biblioteca del aula es
un proceso de valoración entre niños y docentes. Se trata de dar prioridad a un
conjunto de libros por sobre otros posibles respondiendo a determinados criterios.
Reflexionemos sobre algunos de ellos:
Calidad y variedad 7
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Se trata de ofrecer la máxima variedad posible de libros que permitan
experimentar las distintas funciones del escrito en nuestra cultura. Libros que
brinden oportunidades para iniciarse en la formación del lector literario así
como también prepararse como estudiantes y desenvolverse en la vida
ciudadana. Libros de consulta con un actualizado nivel y grado de
informatividad y libros literarios que resguarden equilibrio entre lo clásico y lo
actual. Libros vinculados al propio contexto cultural en el que se inscribe la
biblioteca, que muestren las culturas indígenas y recupere la riqueza simbólica del
lenguaje popular, y a su vez obras que permitan entrar al conocimiento del mundo
en general, que posibiliten acceder al patrimonio cultural que ha acumulado la
humanidad. Para ello, es indispensable valorar los materiales de lectura como
objetos culturales apreciando tanto el texto como las imágenes y su
diagramación de manera integral.
Adecuación a los intereses y prácticas lectoras de los u s u a r i o s
Es fundamental considerar los intereses y gustos lectores de los niños
sin dejar de lado los propósitos didácticos del docente; incluir libros que atraen
al mayor número de lectores y también aquellos que
posiblemente serán poco leídos porque sólo le gustan a un
grupo minoritario; libros que “seducen” por alguna
cualidad (tema, soporte, moda) y a su vez libros que pasan
inadvertidos sin la presencia del docente u otro lector
experto que haga observable el valor de su contenido.
Asimismo, es necesario tener en cuenta la evolución
de la competencia lectora de los niños intentando
incluir materiales que planteen progresivamente nuevos
desafíos lectores que van más allá de la extensión del texto,
la cantidad de imágenes o tamaño de la letra. Se trata de
incluir textos que en el marco de situaciones con claros
propósitos comunicativos y didácticos requieran un
esfuerzo del lector para avanzar en la complejidad y riqueza
de su contenido.
Diversidad de propósitos lectores
Los materiales de la biblioteca del aula deben considerar diversidad de
funciones para los lectores: libros para informarse, para estudiar sobre temas
específicos que se están trabajando, para hacer o preparar cosas (comidas, juegos),
para intercambiar con otros por la riqueza de interpretaciones o bien, para leer en
soledad, libros para debatir colectivamente sobre temas polémicos, libros para
divertirse, para entretenerse en horas perdidas, para resolver acertijos y misterios,
para no aburrirse en los días de lluvia…
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La selección de materiales de lectura debe ofrecer un amplio abanico de
experiencias lectoras, adecuarse a los gustos e intereses de los niños,
promover el desarrollo de prácticas lectoras cada vez más avanzadas y
resultar funcionales a los propósitos de lectura planteados.
Para profundizar sobre los criterios de selección recomendamos
la lectura del siguiente artículo:
Siro, Ana (1999), “Materiales de lectura para bibliotecas de aula” en Castedo, Mirta;
Molinari, Claudia y Siro, Ana, Enseñar y Aprender a Leer. Jardín de Infantes y
Primer Ciclo de la Educación Básica. Buenos Aires-México, Novedades Educativas,
pág. 19-36.
Bibliografía consultada:
Colomer, Teresa (2008), “La constitución de acervos” en Bonilla, Elisa; Goldin, Daniel
y Salaberria Ramón (coord), Bibliotecas y escuelas. Retos y posibilidades en la
sociedad del conocimiento. México-España, Océano, pág.378-405.
DGC y E (2001), La biblioteca de aula. Buenos Aires, Dirección Provincial de
Educación de Gestión Estatal, Dirección de Educación General Básica, Gabinete
Psicopedagógico Curricular-Lengua.
Garralón, Ana (2005), “Taller libro informativo: qué, cómo, cuándo” en Revista 0
16
Educación y biblioteca, N°147.
Nemirovsky, Myriam (2008), “También una biblioteca en el aula” en Bonilla, Elisa;
Goldin, Daniel y Salaberria Ramón (coord), Bibliotecas y escuelas. Retos y
posibilidades en la sociedad del conocimiento. México-España, Océano, pág.239-
258.