Pequeño Manual Sobre La Inversión en Bolsa y El Análisis de Empresas
Pequeño Manual Sobre La Inversión en Bolsa y El Análisis de Empresas
● Introducción:
La inversión en Bolsa es vista con recelo y miedo por la mayor parte de la población, pero el
hecho de tener a nuestra disposición, a cambio de una suma de dinero, la propiedad de
fábricas, oficinas, ideas, patentes, fuerza de trabajo y talento en forma de empresas
cotizadas (es decir, cuyas acciones se compran y se venden en el mercado), es una
herramienta indispensable para asegurar nuestro futuro financiero. El poseer acciones de
una empresa nos hace propietarios de ella en proporción al número de acciones que
tengamos sobre el total, y por lo tanto, su futuro desempeño determinará las rentas que
cobremos y el incremento patrimonial que logremos.
La inversión en Bolsa puede realizarse siguiendo una gran variedad de estrategias, unas
más sencillas, otras más complejas, unas de tipo especulativo, atendiendo solo al precio de
la acción, o otras con un cariz más técnico, atendiendo a la evolución del beneficio y los
demás ratios de la empresa de la que compramos acciones. En este pequeño manual
propongo una de las estrategias más sencillas, y lo mejor, más tranquilizadoras, que la
gente sin grandes conocimientos de finanzas puede llevar a cabo: la inversión por
dividendos.
Los dividendos es la parte del beneficio que la empresa paga a sus propietarios, es decir, a
los accionistas. Los dividendos, si provienen de una cartera diversificada, con multitud de
empresas de calidad y estables, suponen un ingreso pasivo periódico, que a largo plazo
puede cambiar la vida de una persona, permitiendo su jubilación temprana o ser utilizados
como un apoyo financiero para llevar a cabo proyectos vitales que el depender únicamente
de un empleo no permite. En resumen, esta estrategia nos permite alcanzar la
independencia financiera, que consiste en tener fuentes de ingresos pasivos (que no se
obtienen del trabajo, sino de las rentas que genera un bien o propiedad, sea de una
empresa o de un inmueble alquilado) y poder costear, a largo plazo, nuestros gastos y
nuestro modo de vida sin depender de un salario.
a) Permite diversificar mucho con pequeñas cantidades de dinero. Con 100000€ puede
comprarse un piso para alquilar que puede ser okupado, la zona puede perder
atractivo o tener defectos que no vimos al comprar. Con esa misma cantidad, se
pueden tener 50 empresas distintas en cartera sin que las comisiones de compra
reduzcan muchos nuestra rentabilidad, diversificando nuestra inversión.
b) Hay muchísima más información, tanto de cotizaciones pasadas como de
información financiera de las empresas para juzgar nuestras inversiones que en el
sector inmobiliario, que es mucho más opaco. Hay una comunidad mucho mayor de
pequeños inversores en Bolsa en la que hacer consultas y aprender en internet.
c) A largo plazo, la Bolsa ha dado una rentabilidad mayor que las inversiones
inmobiliaria.
d) Es imposible que todo el mundo se jubile invirtiendo en vivienda porque tendrían que
haber tantos inquilinos en alquiler como jubilados, y la gente suele tender a querer
una vivienda en propiedad, o las grandes socimis pueden desplazar al pequeño
inversor. Además, con cada vez menos jóvenes, la demanda de vivienda caerá
excepto en zonas caras y céntricas. En cambio, las empresas pueden crecer aún
con una población (y fuerza de trabajo) menguante, automatizando procesos.
Este pequeño manual tiene como objetivo familiarizar al lector con los conceptos básicos
necesarios para comenzar a invertir, aprender e investigar por su cuenta, reuniendo
información que de intentar reunirla de forma coherente por uno mismo se tardaría mucho
tiempo y se haría una tarea pesada.
1) La Teoría de la Bolsa.
- Qué es un Balance.
- Qué es una Cuenta de Resultados, o de Pérdidas y Ganancias.
- Ratios esenciales para el análisis de empresas.
- Relaciones entre la empresa y el accionista. La Junta de Accionistas.
Fiscalidad del accionista.
3) Valoración de empresas.
1) Teoría de la Bolsa.
La Teoría de la Bolsa no es imprescindible para invertir, pero conocer los conceptos clave
será de gran ayuda para entender ciertos sucesos y fenómenos.
Muchas veces oímos “ el IBEX35 ha caído o subido un x%”, o el “Dow Jones ha caído tanto
o cuanto”. Dicho así, parece que la Bolsa es un casino que sube y baja cada día sin razón
aparente. Pero la Bolsa no es un ente abstracto, fuera de la realidad, cuya cotización va del
cielo al infierno y del infierno al cielo cada día, arruinando o enriqueciendo a la gente en
horas.
Pongamos un ejemplo de cómo las empresas llegan a cotizar y qué sucede con ellas:
Amancio Ortega creó Inditex, y era su único dueño pues tenía el 100% de las acciones.
Llegó el momento en el que quiso vender parte de su empresa para invertir el dinero que
obtendría con la venta en otro sitio, es decir, hizo una OPV (oferta pública de venta).
Supongamos que vendió el 40%. Ese 40% ahora se está comprando y vendiendo en Bolsa.
A ese 40% que no tiene un dueño “fijo” declarado se le llama “free-float”. Este porcentaje
es aproximado, porque puede ser que de ese 40% que no tiene Amancio Ortega, haya un
pequeño porcentaje de pequeños accionistas que no quieran vender.
Además, ese “free-float” no cambia de manos cada día. Una parte del 40% la poseerán
inversores de largo plazo, cuya intención es no vender nunca o vender dentro de muchos
años (más de 10 años). Otra la poseerán inversores de medio plazo, que esperarán a que la
empresa crezca y las acciones lleguen a determinado precio en un futuro no muy lejano
para vender (de 1 a 10 años). Y otro porcentaje lo poseerán inversores especulativos, a los
que no les importa el comportamiento de la empresa, sino los cambios en el precio en el
corto plazo (menos de 1 año). Cada forma de invertir tiene sus particularidades, y la
decisión de comprar o vender en cada estrategia obedece a razones completamente
distintas, por eso, al haber una variedad tan grande de inversores esperando obtener en
momentos distintos una rentabilidad por medios también dispares (mediante el dividendo,
mediante el precio de la acción en el momento de vender, mediante derivados, etc…),
muchas veces el cambio de precio de una acción en el corto plazo para un inversor de largo
plazo no significa nada importante.
Las empresas que están en Bolsa se llaman empresas “cotizadas” porque se pueden
comprar y vender públicamente. La cotización de una acción no es más que el precio de
esta. El precio de una empresa, es decir, el resultado de multiplicar el número de acciones
por el precio de cada acción es la capitalización. Si una empresa tiene 100 acciones, es
decir, está dividida en 100 porciones, y cada porción cuesta 1€, si logramos convencer a
todos los accionistas para que nos vendan sus acciones, tendremos que pagar para
comprar toda la empresa (es decir, hacer una OPA, oferta de pública adquisición) 100€ en
total.
El precio de las acciones no lo fija nada más que la voluntad de los inversores para pagar
más o menos. Esto quiere decir que a grandes rasgos, el precio de la acción de una
empresa siempre nos está diciendo qué piensan los inversores. Aunque en el corto plazo es
de poca utilidad para la estrategia de largo plazo ( me referiré a los tres tipos básicos de
inversores, de largo, medio y corto plazo, a partir de ahora como LP, MP y CP
respectivamente), en el largo plazo la cotización de una empresa refleja el desempeño de
esta, haya sido positivo o negativo.
La cantidad de acciones que se compran y se venden cada día se llama liquidez.Si una
empresa tiene 100 acciones, y hoy cambian de manos 10 acciones, la liquidez ha sido de
10. Si mañana cambian solo 5 acciones de manos, la liquidez habrá sido de 5.
Pero, volviendo al comienzo, ¿qué son los índices de los que tanto se habla? Los índices no
son más que listas de empresas agrupadas según un criterio determinado. El Ibex 35
es la lista de las 35 empresas españolas cotizadas más grandes por capitalización. Eso
quiere decir que solo admite empresas españolas, del sector que sea, que coticen en Bolsa,
y que además por capitalización (es decir, por el precio conjunto de todas sus acciones),
esté entre las 35 mayores. Una apreciación importante es que por mucho que una empresa
valga mucho dinero, no quiere decir que gane mucho dinero. El criterio de las 35 mayores
es por precio de todas sus acciones, no por beneficios o por tamaño del balance.
Del mismo modo que hay listas por países, las hay por sectores, como el Nasdaq, que
agrupa las mayores empresas tecnológicas estadounidenses, por tamaño, etc.
Que el Ibex suba o baje un tanto porciento no quiere decir que todas sus empresas suban o
bajen. El Ibex35, y la mayor parte de los índices, se calcula ponderando las empresas por
su capitalización. Este ejemplo puede ser útil:
Si la empresa A sube un 10%, hasta los 110€, y el resto se quedan igual, la suma del total
de las empresas ahora es de 210 puntos, es decir, este índice imaginario ha subido un 5%
únicamente gracias a la subida de la que más capitaliza.
Muchas veces sucede que los índices tienen unas pocas empresas grandes que pesan
mucho en la ponderación, y muchas de más pequeñas, influyendo en el índice mucho más,
para arriba o para abajo, las grandes, que las pequeñas.
Esto no afecta para nada al inversor que compra acciones individuales, simplemente es
para explicar cómo se forman los índices. Como en nuestra cartera (conjunto de acciones
de empresas distintas que poseemos) nosotros decidimos de cuáles compramos más o
menos, el precio de nuestra cartera se decidirá según la ponderación que nosotros
decidamos.
Para intentar predecir la voluntad de los inversores, los inversores de corto plazo utilizan el
análisis técnico, que son diversas técnicas con las que observan tendencias del pasado e
intentan predecir si continuarán o no en el futuro. El análisis técnico solo es útil de forma
aislada en el corto plazo, porque en el largo plazo lo que mueve el precio de la acción son
los fundamentales, es decir, los beneficios de la empresa. Los inversores de largo plazo
podemos, aún así, utilizarlo para saber si la mayor parte de inversores cree que el precio
caerá en el futuro cercano, y esperar un poco para comprar la empresa que hemos
analizado para intentar comprarla más barata, y en caso de querer venderla dentro de
muchos años, para hacer lo contrario, es decir, determinar el momento más oportuno en el
corto plazo para vender las acciones más caras.
Un ejemplo de análisis técnico. La línea negra es la cotización del índice o acción, y el resto, son líneas
dibujadas por el analista buscando tendencias en el precio.
Además, hay gente que cree que el análisis técnico es algo más parecido a la brujería que a
un método de análisis en sí, porque se pretende con él predecir el futuro que siempre es
incierto, cosa que además consume muchísimo tiempo y nos quita tranquilidad, justo lo
contrario de lo que deberíamos lograr con la inversión. Por contra, la inversión a largo plazo,
o Buy&Hold, se basa en analizar el pasado de una empresa interpretando sus estados
financieros, para saber si podemos confiar en ella en el futuro. No pretendemos adivinar el
futuro, porque es imposible, sino que invertimos en una multitud de empresas de calidad
para protegernos de la incertidumbre -una mala inversión, en una cartera de 3 empresas es
un golpe duro, en una de 30, apenas se nota-, en busca de que nos aporten rentas
continuas por la vía del dividendo y no vender nunca la “vaca”, sino vivir de su “leche”.
Las burbujas son momentos de euforia inversora, del mismo modo que los cracks son
momentos de pánico inversor. Cuando una parte importante de los inversores deja de
analizar las empresas según la realidad (sus beneficios, sus deudas, sus bienes, etc.) y las
analiza solo mediante análisis técnico, es decir, teniendo en cuenta solo el precio de las
acciones, sucede que el precio no está justificado por nada más que la voluntad de comprar
esperando pasar la patata caliente a otro vendiendo más caro, o deshacerse rápido de unas
acciones que caen a plomo aunque la empresa no esté tan mal como para justificar la
caída. En la mayor parte de las empresas, las burbujas y los cracks no están justificados
porque un negocio no cambia de la noche a la mañana, sino que sigue un ciclo de; beneficio
retenido (no utilizado para pagar en dividendos a los accionistas) → inversión con el
beneficio en nuevas fábricas o servicios → crecimiento del beneficio; que dura años.
Con los dividendos no pasa esto. Los dividendos únicamente dependen de la empresa -no
de los inversores- y son mucho más predecibles, tanto que la empresa suele hacer una
estimación de beneficio a principio de año, y sobre eso anuncia su dividendo. Incluso las
más estables anuncian los dividendos previstos para los próximos 5 años en su plan
estratégico (documento financiero dónde la empresa explica a los accionistas sus planes
para el medio y largo plazo, y sus previsiones).
Los dividendos, además de ser un ingreso pasivo que nos llega sin hacer nada, solo por el
hecho de ser propietarios de la empresa, los cobramos sin necesidad de “matar” a la gallina
de los huevos de oro. Es riqueza que se produce en la sociedad de las que nos
beneficiamos sin tener que vender patrimonio. A la hora de jubilarse, el que vive de vender
patrimonio, como por ejemplo los inversores de fondos, tiene al tiempo en contra, porque un
día se le acabará el dinero. El que vive únicamente de las rentas, lo tiene a favor, porque si
sus empresas crecen, recibirá cada vez más dinero sin tener que descapitalizarse, sin
deshacerse de patrimonio, que además sus hijos al heredarlo podrán seguir disfrutando.
Como último comentario del apartado, es necesario recordar que los planes de crecimiento
de la empresa no son lineales (es decir, no crece todos los años igual, sino que puede
pasar años reuniendo capital para invertir en nuevas fábricas, por ejemplo, y subir
rápidamente sus beneficios el año en que todo comienza a estar operativo), y por lo tanto,
los dividendos o la cotización no suben de forma lineal, sino más bien acelerada en algunos
casos y luego más lenta o incluso estática en otros. Por eso es importante la paciencia, y
estar al tanto de los planes de la empresa y cómo se van desarrollando estos.
La riqueza fluye como el agua de la fotografía, desde las empresas hacia el resto de la sociedad.
Por lo tanto, contra más cerca estemos patrimonialmente de la fuente de la riqueza, más
nos beneficiaremos de ella. Esto ha de verse reflejado en la realidad, y para corroborarlo
tenemos registros continuos desde hace casi 100 años, aunque las primeras empresas
cotizadas y los primeros dividendos de la Historia se comenzaron a pagar hace 400 años,
con la Compañía Holandesa de la Indias Orientales, que estuvo casi 300 años pagando
dividendos a sus accionistas.
Los índices que hemos visto que se calculan solamente por la capitalización, es decir,
mediante el precio de las acciones de toda la empresa. Pero los inversores obtenemos
nuestra rentabilidad sobre el precio de la acción y sobre el dividendo, por lo tanto, debemos
buscar índices que lo reflejen. Estos índices se llaman “total return”.
Incluso índices que llevan años estancados en precios dan rentabilidades más que
aceptables gracias a los dividendos. El IBEX35 Total Return es un claro ejemplo:
En azul, índice teniendo en cuenta solo los precios. En rosa, índice teniendo en cuenta la rentabilidad de los
precios y del dividendo.
Por último, los beneficios (y por lo tanto, la parte de ellos que se paga en forma de
dividendo) han crecido muy por encima de los salarios en todo el mundo, y en una sociedad
dividida entre propietarios y trabajadores, ha supuesto que solo unos se beneficien de
toda esa riqueza creada. Si todo el mundo fuese trabajador e inversor, es decir, propietario,
todos se beneficiarían de la enorme cantidad de riqueza que genera la sociedad cada año.
Evolución de los dividendos y los salarios en Reino Unido después de la Crisis de 2008.
Para acceder a los mercados financieros y poder comprar y vender acciones necesitamos
un intermediario. Este intermediario, que “irá” por nosotros a comprar y vender nuestras
acciones, y con el que las tendremos custodiadas es el Broker. El broker no es un inversor
como mucha gente cree, sino simplemente un intermediario, aunque luego él, por su parte,
pueda a su vez invertir.
La mayor parte de los bancos comerciales (el Santander, BBVA, Caixabank, etc.) tienen
servicio de broker, pero suele ser muy incómodo y muy caro en cuanto a comisiones
operar con ellos. Por eso hay brokers como el de ING Direct o Clicktrade que solo cobran
comisiones en la compra de acciones y en la venta, mientras que otros cobran también
comisión de mantenimiento (ING la cobra si no compras o vendes nada en 6 meses) y
comisión por cobro de dividendos, reduciendo nuestra rentabilidad.
Las comisiones de los brokers a la compra y a la venta es otro motivo por el cual mucha
gente gana poco o pierde dinero en Bolsa al comprar y vender continuamente, especulando
con el precio de las acciones. La inversión en dividendos idealmente solo paga comisión de
compra una vez, para no vender jamás -si la empresa no se deteriora sin remedio-, siendo
este otro motivo más por el que es más rentable para el inversor medio.
- ¿Qué es un Balance?
Nosotros podemos valorarnos de dos modos: por lo que tenemos, es decir, por la foto fija de
nuestro patrimonio, o por lo que ganamos (o perdemos), es decir, la velocidad a la que se
incrementa o disminuye nuestro patrimonio. Las empresas también.
Las empresas reflejan el valor de su patrimonio en el Balance. Ahí aparecen los bienes de
la empresa, como dinero en efectivo, naves, fincas, maquinaria, material consumible, etc.,
los derechos de cobro, como deudas de los clientes con la empresa o dinero que la
Administración ha de pagarle a la empresa, junto con las deudas de la empresa y el
Patrimonio Neto de los accionistas. A los Bienes y derechos se les llama Activo, es decir,
es lo que tiene la empresa, mientras que el Pasivo es lo que debe. Las deudas de la
empresa con la Administración, bancos y bonistas (inversores en renta fija, es decir, le
prestan dinero con un interés) se llaman pasivo exigible, porque en caso de liquidación
primero se les ha de pagar a ellos. Y por último, está el pasivo no exigible o Patrimonio
Neto, que es lo que es propiedad de los accionistas.
Si la empresa vendiera todos sus activos y no tuviera ninguna deuda, todo el dinero
obtenido de la liquidación se pagaría a los accionistas en forma de dividendo extraordinario.
Si hubiera deudas, primero deberían saldar las deudas, y con lo que quede, repartir entre
los accionistas. A veces, algunas empresas venden negocios y no quieren reinvertir el
dinero en otro negocio, y el dinero obtenido lo reparten, como hizo Endesa cuando vendió
todo su negocio en latinoamérica. Como la empresa tenía menos fábricas, instalaciones,
etc. el precio de la acción cayó para ajustarse (más o menos, con los típicos vaivenes del
mercado) a la nueva situación de la empresa, pero los accionistas recibieron el dinero de la
venta en su cuenta corriente, o en su cuenta de broker.
Ejemplo de Balance.
Suponiendo que una empresa tiene 100€ de activo, y 40€ de pasivo exigible, el Patrimonio
Neto es de 60€. Si la empresa se divide en 10 acciones, a cada acción le corresponde 6€
del Patrimonio Neto.
La diferencia entre activo corriente y no corriente es que los activos no corrientes en teoría
han de permanecer más de un año en la empresa, y los corrientes suelen liquidarse en
menos de un año. La relación entre pasivo corriente y no corriente es la misma que en el
activo, pero con deudas a corto y largo plazo.
Otra cosa cierta es que no hay ninguna empresa perfecta, y las que lo son duran poco en
ese estado (siempre algún ratio acaba descompensándose, sea porque se endeuda para
invertir, porque vende activos, porque reconoce pérdidas de valor de algunos activos, etc.) y
son muy caras. Simplemente debemos asegurarnos de que nuestra empresa es de calidad (
es decir, ha de tener un tamaño mínimo que le de estabilidad, un buen historial de
crecimiento, know-how, finanzas no perfectas pero aceptables y con negocio estable y con
barreras de entrada altas o “moat” en inglés, es decir, que sea difícil que tenga más
competencia) y tener paciencia.
Lo que si que hay que tener en cuenta es que el Patrimonio Neto de la empresa, la cantidad
de fábricas, materiales, máquinas, etc… que tenga menos la deuda, determinará en parte el
precio de la acción, y que si el patrimonio neto crece (porque tiene más fábricas, etc.) y si
esto se acompaña del crecimiento del beneficio, el precio de las acciones tenderá a subir
apoyado sobre la “realidad” de la empresa.
Del mismo modo que el Balance expresa lo que tiene la empresa a final de año (o mejor
dicho, del ejercicio contable), la Cuenta de Resultados, o de Pérdidas y Ganancias muestra
cómo varía el Patrimonio (si gana o pierde dinero) de la empresa durante el ejercicio.
Primero se enumeran los ingresos de explotación (es decir, solo lo que gana con los
servicios que presta o los productos que vende) que ha tenido la empresa, y se le restan los
costes de explotación, excepto las amortizaciones. Con eso obtenemos el EBITDA
(earnings before interest, taxes, devaluations and amortizations). Con esto sabemos si el
negocio en sí de la empresa gana dinero.
Cuando sepamos el resultado financiero, sea positivo o negativo, hay que sumárselo al
resultado de explotación y obtenemos el resultado antes de impuestos.
Con el beneficio neto la empresa puede hacer tres cosas: retribuir a sus accionistas
(pagando un dividendo en efectivo, recomprando acciones, o haciendo una ampliación de
capital liberada con amortización de acciones), pagar deuda o invertir en crecer.
Las empresas las podemos valorar por su Balance, lo que tienen, o por su Cuenta de
Resultados, lo que ganan. Los ratios más importantes para ver si una empresa está cara o
barata comparan lo que tiene o gana la empresa con el precio que pagamos por ella.
En el apartado del Balance, hemos visto que si dividimos el patrimonio neto de la empresa
(lo que tiene menos las deudas) entre el número de acciones, nos da la cifra de cuánto
patrimonio le toca a cada acción. Ese ratio se llama Valor Contable por Acción o Book
Value per Share en inglés. Si dividimos eso entre el precio de la acción obtenemos el
Precio/Valor Contable por Acción o P/VCA. Si una empresa tiene una fábrica que vale
10000€, debe 1000€ al banco y tiene 10 acciones, el VCA se calcularía del siguiente modo.
Estamos pagando por la empresa 2,22 veces lo que valen sus fábricas, máquinas,
existencias, etc… Eso antiguamente era caro, pero en las empresas de hoy en día,
generalizando, es un precio correcto, porque mientras que la mayor parte de las empresas
antiguamente eran industrias pesadas, infraestructuras, etc… con una gran necesidad de
capital para generar beneficios, hoy con relativamente poco capital se obtienen beneficios.
Hoy en día es mejor valorar por beneficios que por valor contable, aunque este ratio es útil
aún en muchos casos.
Por ejemplo, a día de hoy, en 2019, la mayor parte de bancos europeos cotizan por debajo
de su valor contable, es decir, sale más barato comprar el banco “ya montado” que sus
activos (préstamos a clientes, oficinas, etc.) por separado. Si las cotizaciones vuelven a la
normalidad los bancos, aún sin crecer nada, deberían volver a cotizar a un nivel por lo
menos igual a su valor contable. Que una empresa operativa valga menos que vender sus
partes por separado puede ser un indicio de que estamos ante una gran oportunidad de
inversión si la empresa en cuestión está en buen estado financiero y el negocio va bien.
Si la empresa tiene un beneficio neto de 1000€, y tiene 10 acciones que cuestan cada una
1000€, tenemos que:
Si dividimos el beneficio neto entre el número de acciones, nos da el BPA, o Beneficio por
Acción, que es la parte del beneficio que le corresponde a cada acción (el dividendo por
acción siempre debería ser menor que el BPA, porque parte del beneficio la empresa lo
retiene para invertir en crecer o pagar deuda)
Si dividimos el BPA entre el precio por acción, obtenemos el PER del mismo modo que si
utilizamos el beneficio neto y la capitalización:
La media histórica del PER ha sido de 15, y por encima de PER 25 se considera que una
empresa está cara.
El EV/EBITDA es otro ratio para comparar beneficios y precio. En este caso lo más cómodo
no es hacerlo por acción, sino con la capitalización y el beneficio total de la empresa. En
este caso se divide el “Enterprise Value” o capitalización entre el EBITDA. En teoría,
muestra de forma más fiel la capacidad de la empresa para generar beneficios que no el
PER, porque el PER lo calculamos con el beneficio neto, que incluye intereses de
préstamos, amortizacones, devaluaciones, etc… y el EBITDA únicamente los gastos e
ingresos propios del negocio en sí.
Utilizando la misma empresa del ejemplo anterior y suponiendo un EBITDA de 1500€ (el
EBITDA siempre es mayor que el beneficio neto porque no incluye ni impuestos, ni
intereses ni amortizaciones, ni devaluaciones):
En el otro analizamos la relación entre el Patrimonio Neto y la deuda. Si hay mucho más
patrimonio neto que deuda, podemos pagarla vendiendo unos pocos activos en caso de ser
necesario. Si hay mucha deuda y poco patrimonio neto, deberemos vender, si queremos
liquidarla, muchos activos y reducir mucho el tamaño de la empresa. Este ratio no suele
utilizarse mucho porque no se suele dar el caso de tener que vender muchos activos para
pagar la deuda excepto en casos extremos. Normalmente las deudas crecen o decrecen
poco a poco, y se van pagando del beneficio neto, no de la venta del patrimonio de la
empresa.
Por último, en relación al dividendo hay dos ratios esenciales. El primero, para saber si el
dividendo es sostenible, es el payout. Es el porcentaje de beneficios que reparte en forma
de dividendos. Un payout del 0% significa que de todo lo que gana, no reparte nada en
forma de dividendos. Un payout del 30% significa que se queda el 70% para crecer y pagar
deuda, y reparte a los accionistas solo el 30%. Un payout del 100% es que la empresa
reparte todo lo que gana, y en caso de una bajada del beneficio, se verá obligada a recortar
el dividendo.
El otro ratio es sencillo pero muy importante: la RPD o rentabilidad por dividendo. Es la
rentabilidad que en el momento de la compra de la acción, obtendremos por la vía del
dividendo ese año. Se calcula dividiendo el dividendo por acción entre el precio de la
acción. Una empresa cuyas acciones valen 100€ y reparte al año por acción 5€, nos dará
una RPD del 5%. Contra más barata es una empresa, mayor es su RPD, pero
rentabilidades demasiado altas (por encima del 7%, más o menos) indican que por algún
motivo los inversores evitan comprar esa empresa.
Todos los ratios y parámetros que aparecen son los que hemos estudiado en apartados
anteriores, o una combinación de ellos, excepto el “margen EBITDA/Ventas”, el “margen
EBIT/Ventas” , el ROE, ROA y ROCE, y los flujos de efectivo o “cashflow”.
En algunos pocos casos, un margen muy bajo, como el de las grandes constructoras (ACS,
Ferrovial, etc.) indica que es un negocio con unas barreras de entrada muy altas en el cual
solo unos pocos logran obtener un margen de beneficio. La inversión cualitativa no es algo
matemático, sino de matices.
El ROE, ROA y ROCE son ratios que son el resultado de dividir el beneficio entre el
patrimonio neto o “Equity”, que en este caso corresponde al ROE, entre los Activos,
obtieniendo el ROA, y el ROCE, que es el retorno del capital empleado. Todos estos son
ratios que miden la rentabilidad obtenida de los activos, del patrimonio neto, o del capital
empleado.
Un ejemplo bastante útil sería ver cómo interpretarlos en el negocio de los bancos
comerciales, para ver las relaciones existentes entre estos tres ratios en un tipo de empresa
en el que las diferencias entre ellos, por la forma de funcionar del negocio, son muy
grandes. Un banco comercial toma dinero de los depositantes y lo presta a los clientes,
poniendo el banco mismo solo una pequeña porción de todo lo prestado. Si realiza el
préstamo al 1% de interés, para hacerlo simple, y el banco solo aporta de su patrimonio
neto (equity en inglés) el 10% del capital, el ROE de ese préstamo será del 10%. Esto es
así porque el banco, poniendo de “su bolsillo” únicamente, digamos, 10€ sobre un total de
100€, obtiene 1€ de intereses, una rentabilidad del 10%. Aunque haya prestado 100€, 90€
no son suyos, y eso le permite obtener sobre su propio dinero una mayor rentabilidad.
El ROA sería el retorno sobre los activos. Los activos del banco (suponemos que no
contamos con las oficinas, existencias, derechos de cobro, etc… como activo para hacerlo
simple) son su dinero, y el dinero que tienen los ahorradores en sus cuentas. Recordemos
que Patrimonio Neto = Activo - Pasivo exigible. Si sus activos son todo el dinero que posee,
y el pasivo exigible (sus deudas) es el dinero que toma prestado de los ahorradores, la
diferencia será el capital propio del banco. Sumando el dinero del banco y el dinero de los
ahorradores se obtiene el activo total en este ejemplo simplificado. Pues si dividimos la
rentabilidad obtenida por todo el activo, entre el activo total, obtenemos el ROA. Por
ejemplo: Un 1% de interés sobre los 100€ de antes nos da un retorno de 1€ sobre 100€
empleados. El ROA entonces será del 1%.
La diferencia entre el ROE y el ROA muestra que las empresas pueden aumentar su
rentabilidad utilizando en parte dinero propio, y en parte dinero ajeno tomado prestado.
Como el dinero que nos prestan no nos lo prestan gratis, sino que nos lo prestan con un
interés, debemos intentar que la rentabilidad que obtengamos del dinero que nos han
prestado sea mayor que el interés del préstamo. Si logramos una rentabilidad del 12% al
montar una fábrica, y lo hacemos sin nada de dinero propio, todo con deuda, para que
ganemos dinero debemos haber invertido un capital prestado a un interés menor del 12%.
Nuestro beneficio es la diferencia entre el retorno de nuestra inversión y el interés a pagar
por la deuda (que al fin y al cabo, es el retorno de la inversión de otro, en el ejemplo del
banco, del depositante, que recibe el interés de su “préstamo” al banco como intereses en la
cuenta corriente). Es decir, si pedimos un préstamo por 100€ para montar un negocio del
que esperamos un beneficio de 10€ al año, para que nos salga a cuenta endeudarnos para
invertir (también llamado apalancamiento financiero) debemos pagar por esos 100€ un
interés menor al 10% Si lo pagamos al 5%, por ejemplo, y tenemos que pagar 5€ sobre los
100€ que hemos pedido, de los 10€ que hemos obtenido de beneficio aún nos quedan 5€
que hemos conseguido sin tener que poner dinero propio. Este coste del capital empleado,
propio o ajeno, lo mide el ROCE.
El apartado de tipos de cambio indica si el cambio con otras monedas ha hecho perder o
ganar dinero a la empresa. Por ejemplo, si una empresa tiene la matriz en España, y una
filial en Estados Unidos, el cambio euro-dólar afectará, positiva o negativamente, a sus
resultados. Como la mayor parte de las divisas importantes tienden a compensar las
subidas y bajadas de los tipos de cambio, no suele ser algo que afecte a la rentabilidad a
largo plazo, aunque algún año sí que puede afectar al crecimiento de los beneficios.
Todos estos ratios y parámetros se obtienen de las cuentas anuales de la empresa, aunque
algunos, con los datos de los estados financieros que nos ofrece la empresa en su página
web, los tendremos que calcular nosotros a partir de lo que hay allí. Es importante que
poco a poco seamos capaces de obtener estos datos por nosotros mismos, de
comprenderlos y sacar conclusiones de los análisis que hagamos con ellos y de ir llevando
un seguimiento, porque no podemos depender de otros que lo hagan. Hay muchas
empresas interesantes que no están en las buenas bases de datos, y hay bases de datos
que obtienen su información de segundas y terceras fuentes, mermando la calidad y
precisión de la información.
Por último, es necesario observar que el crecimiento de una empresa no es lineal, como ya
he comentado. Una buena empresa puede estar varios años invirtiendo y estancada en
beneficios y dividendos, y luego tener una racha de años de crecimiento rápido. Por eso es
tan importante no vender las buenas empresas, porque es mucho peor perderse las
grandes subidas que te cambian la vida, que estar en una empresa en los cracks que,
seguro, vendrán tarde o temprano.
El poseer acciones de una empresa nos otorga derechos económicos, y sin son acciones
ordinarias, además, derechos políticos, es decir, poder de decisión en la empresa. Estos
derechos, en las acciones ordinarias -el tipo más común de acciones-, están definidos por la
Ley. Hay otro tipo de acciones, las preferentes, que emiten algunas empresas para, en
muchos casos a cambio de un dividendo mayor, el inversor acepte menores derechos
políticos, por ejemplo, el no poder votar en las juntas de accionistas y que así unos pocos
accionistas, normalmente los fundadores, tengan una mayor cuota de poder en la empresa.
Este tipo de acciones no son recomendables para gente sin conocimientos jurídicos, porque
los derechos y condiciones del accionista preferente varían de empresa en empresa y
suelen ser de difícil interpretación. Aunque el dividendo sea menor, es mucho más seguro
invertir en acciones ordinarias.
Vayamos paso por paso. Primero, ¿cómo nos retribuye, de qué modo nos paga la empresa
la parte del beneficio que reparte entre los accionistas?
1- La retribución:
Si una empresa tiene 10 acciones, sobre un patrimonio neto total de 100 € y un Beneficio de
10€, a cada inversor le tocará un VCA de 10€ y un BPA de 1€. Si la empresa compra 5
acciones de las 10 en las que está dividida, y las destruye, dejando solo 5, los 5 accionistas
restantes no variarán el número de acciones de las que disponen, pero sí que variará su
porción sobre la empresa. En vez de tener un VCA de 10€ y un BPA de 1€, o un 10% del
patrimonio y beneficio la empresa, a cada acción le corresponderán 20€ del patrimonio neto
y 1€ de BPA, o un 20% del beneficio y patrimonio la empresa. Esto más o menos acaba por
verse reflejado en el precio, y empuja al precio hacia arriba, permitiendo a los inversores
ganar más dinero vendiendo las acciones más caras de lo que las compraron.
Luego tenemos otro modo, derivado del anterior, de retribuirnos. Consiste en realizar una
ampliación de capital liberada con amortización de acciones o “dividendo elección”.
Esto significa que primero, por cada X acciones que poseamos, la empresa nos da una
nueva. Esto, como veremos en el siguiente punto, no tiene ningún efecto sobre nuestra
porción sobre la empresa. Luego de dar acciones nuevas a sus accionistas, la empresa va
al mercado, compra acciones propias y las destruye como en el caso anterior. Esto permite
al accionista cobrar un dividendo en acciones que puede vender y quedarse con la misma
porción de la empresa (no hay dilución), o conservar las acciones que le han dado y como
la empresa ha comprado y destruido el mismo número de acciones que otorgó a cada
accionista comprando acciones en el mercado, aumentar su porción en la empresa y
reinvertir el dividendo sin tener que pagar el impuesto sobre el dividendo. Un ejemplo será
útil para entenderlo.
Algunas empresas retribuyen a sus accionistas combinando algunos de estos tres métodos.
Este método lo utilizan empresas que quieren evitar pagar parte o la totalidad de un
dividendo real porque están en problemas, o porte tienen altas necesidades de capital que
les obligan a “ahorrar” la mayor parte de su beneficio neto. Un ejemplo de script dividend
han sido los bancos españoles desde la Crisis de 2008, que pagaron una parte del
dividendo en efectivo (es decir, un dividendo real), y la otra parte la hicieron mediante
ampliación de capital liberada, intentando que saliera menos dinero de la empresa para
sanear sus balances y cumplir con los ratios de capital que les pedía el BCE (Banco Central
Europeo).
A veces, la empresa, sea para crecer y no tener que endeudarse, o porque está en una
situación complicada y necesita una inyección de capital, emite acciones nuevas y no se las
adjudica a ningún accionista actual, no las regala, sino que las vende en el mercado. En
este caso, la única opción que tenemos como accionistas es acudir o no a la ampliación. Si
no acudimos, nuestra porción de la empresa será menor, y si acudimos, podemos decidir
mantenerla o aumentarla en el grado que deseemos. En ocasiones, para el accionista hay
derecho de suscripción preferente o precios limitados que favorecen que los accionistas
presentes sean los que aporten el capital adicional.
Una cosa que hay que aclarar es que la empresa nunca obligará al accionista a aportar
más dinero del que puso, y que en Bolsa, -si no inviertes endeudándote, es decir,
apalancado- no se puede perder más dinero del que se invierte.
Como accionistas, pagamos el IRPF sobre rentas del capital al cobrar dividendos en
efectivo (entre el 19% y el 23% según las rentas percibidas en forma de dividendos), y
pagamos impuestos por las plusvalías en la venta de acciones (es decir, si las vendemos
más caro que lo que las compramos). Si las vendemos al mismo precio, no tributamos, y si
es a un precio menor, en ocasiones las pérdidas desgravan en la Declaración de la Renta.
Para tributar por la venta de acciones con plusvalía se sigue el método FIFO, o First In, First
Out. Eso quiere decir que si hemos comprados acciones de una misma empresa en tres
ocasiones a 3€, 5€ y 4€, y vendemos algunas acciones, primero calcularemos la plusvalía
con las primeras acciones que entraron en la cartera, es decir, las que nos costaron 3€.
Luego, cuando hayamos vendido la misma cantidad de acciones que la que había en el
primer lote de acciones que compramos, pasamos a las que costaron 5€, y finalmente, a las
que costaron 4€.
3) Valoración de empresas.
Arriesgamos nuestro dinero, duramente ganado, en comprar empresas para obtener una
rentabilidad. Lo esencial es saber qué vamos a obtener a cambio de nuestro dinero. Esa es
la diferencia entre precio, lo que cuesta algo, y valor, lo que vale. En un mundo ideal, el
precio se correspondería con el valor, pero la psicología humana ha disociado el valor y el
precio. En una burbuja, pagamos precios desorbitados a cambio de empresas que no valen
lo que cuestan. En cambio, en los cracks, pueden encontrarse verdaderas gangas a precios
de derribo.
En este caso, como hemos visto en el capítulo anterior, hay dos tipos de ratios. Los que
buscan ver la situación financiera de la empresa, es decir, la analizan (los ratios de deuda
neta/ebitda, payout, etc.), y los que buscan comparar el precio de la empresa con su
beneficio o su patrimonio para averiguar si el precio es caro o barato (el PER, el P/VCA,
el EV/EBITDA, etc.).
El otro método es el análisis cualitativo, es decir, aquel que se hace sin números. ¿Es mejor
una empresa de cola de marca blanca que está pasando unos buenos años, o Coca-Cola,
aunque esté en una temporada mediocre y sus finanzas sean peores que las de la empresa
de marca blanca? Warren Buffet, el mejor inversor en Bolsa a largo plazo del mundo, dijo:
Para identificar qué compañía es mejor por el método cualitativo, hay que leer sus
planes estratégicos y entender qué planes tiene la empresa, si suele cumplir sus
objetivos, si los directivos hacen bien su trabajo, qué imagen de marca tiene, cómo se
ha comportado en el pasado, qué opinan los inversores de ella, etc. Más que estudio,
en este caso hace falta curiosidad, reflexión y experiencia.
Si hacemos el simple cálculo de pensar cuánto dinero deberíamos reunir para cobrar X
cantidad en dividendos, descontados los impuestos, nos puede parecer inalcanzable, una
barbaridad. Para cobrar 1000€ al mes, 12000€, con unos impuestos del 19% sobre los
dividendos, y una RPD inicial del 4% necesitaríamos más de 370000€. Una barbaridad para
la gente de clase trabajadora, algo inalcanzable, parece. Pero el interés compuesto hace
que amasar un patrimonio así sea posible si añadimos tiempo a la ecuación.
El interés compuesto es una función matemática por la cual una cantidad determinada crece
exponencialmente, a la tasa de interés que sea. Existe la regla del 72 para saber cada
cuanto se dobla el capital si este crece a interés compuesto de forma rápida. También hay
una fórmula específica en contabilidad para ello, pero por su sencillez usaremos la regla del
72. Ejemplo:
Crecimiento: 6% anual
Capital: 50000€
72/6= 12 años. Cada 12 años se doblará nuestro capital, o nuestras rentas, o lo que sea
que crece al 6% anual.
Esos 500000€ en 12 años serán 100000€, en otros 12 años, es decir, en 24 años, serán
200000€, y en 36 años serán 400000€
Los ahorros que puede conseguir una persona normal pueden convertirse, con el paso de
los años, en una verdadera fortuna si sabe administrarla, sobretodo teniendo el cuenta que
la rentabilidad media anualizada de la mayor parte de índices a nivel mundial no es del 6%
sino del 9% anual.
Pero en nuestra jubilación no queremos vivir del capital, no queremos vender patrimonio, ni
matar a la vaca para comer, sino vivir de su leche, de las rentas. Y con las rentas sucede lo
mismo. Lo que al principio era poco, por el interés compuesto hace que en unos pocos años
se convierta en una cantidad nada despreciable.
En la sección “herramientas útiles”, al final del manual, hay un enlace a una calculadora que
nos permite calcular más o menos cuánto podríamos ganar en Bolsa, tanto por rentas
(dividendos) como por crecimiento de capital.
Pondré como ejemplo el caso de un hombre mileurista que en vez de ser obligado a pagar a
la Seguridad Social 5000€ al año en forma de cotizaciones de cara a la jubilación, los
invierte él mismo (sin sufrir la merma en forma de comisiones de los fondos de inversión)
empezando de 0 a los 25 años, una RPD del 4%, con un crecimiento del 6% anual de las
rentas y del capital y una inflación del 1,5%. Datos todo bastante prudentes.
Simulación de rentabilidad a largo plazo. Dividendos brutos, sin descontar impuestos ni inflación. Dividendos
netos, descontando impuestos pero no inflación. Dividendos netos deflactados, descontando impuestos e
inflación, es decir, dividendos cobrados en dinero “de hoy”.
La hoja de cálculo nos muestra que este hombre que empieza a ahorrar con 25 años, a los
51 ya obtiene rentas algo superiores a la pensión media en España (está sobre los 900 € al
mes), y no solo eso, detrás tiene un patrimonio que en dinero de “hoy” (es decir,
descontando la inflación) equivalente a 371952 €, la misma cantidad que habíamos
calculado que necesitábamos y que nos parecía una enormidad inalcanzable. Y resulta que
lo que el Estado nos “roba” por nuestro “bien” para cobrar una exigua pensión, sin
patrimonio alguno que la respalde -solo la promesa de un político de pagarnos, cosa mucho
menos fiable que el flujo de dividendos mundial-.
Este caso solo cuenta un crecimiento del 6% de los dividendos, sin reinversión. Es decir,
que desde el primer año, todos los dividendos que cobramos los gastamos en lo que
queremos, y aún así, como nuestras empresas creces (unas más, otras menos), nuestro
patrimonio y nuestras rentas también. Si reinvirtiéramos los dividendos, ese 4%, que
descontado el 19% de impuestos quedaría sobre un 3,5% neto de RPD, quiere decir que
nuestro patrimonio crecería al 6% que crecen nuestras empreas más el 3,5% que
reinvertimos nosotros.
* La estrategia de inversión “botijo”, o inversión indexada, es un ejemplo de ello. Indexarse tiene el problema de
que se suele comprar más caro porque la mayor parte de los índices no están equiponderados, sino que se
ponderán por capitalización. Es decir, si una burbuja en ciertas acciones hace que suban su ponderación en el
índice, nuestro fondo indexado o ETF comprará más de las más caras, y menos de las baratas.
Como inversores, solo podemos tomar unas pocas decisiones. Una, es comprar una
acción a un precio determinado. Otra, votar en las juntas de accionistas. Y otra, vender
a otro precio determinado. El resto está completamente fuera de nuestro control.
Podemos ir haciendo un seguimiento, consultar la presentación y el informe de
resultados anual (documento dónde se publican los resultados y el balance, puede
consultarse en la web de la empresa), trimestral, o semestral, pero no podemos
controlar lo que en ella sucede. Es la empresa, sus directivos y sus trabajadores los que
determinan el desempeño de nuestra inversión, junto con el precio que pagamos por la
acción. Hay que escuchar a los filósofos clásicos y confiar en nuestro criterio y en
nuestra diversificación, que es lo que podemos controlar, hay que ser estoico para
lograr nuestro objetivo.
El carácter del inversor muchas veces cuenta más que todos los conocimientos
financieros que pueda llegar a tener. La tolerancia a la incertidumbre, junto con la
sensatez, se recompensan a largo plazo. El interés compuesto (el crecimiento de las
empresas de calidad es exponencial) s olo funciona añadiendo tiempo a la ecuación, y
es lo que puede realmente hacer poco a poco de una persona sencilla, y unas decenas
de miles de euros, un millonario, en el transcurso de su vida, o al menos, alguien cada
vez más libre para hacer de su vida lo que quiera.
Es importante, además, que no deleguemos nuestra responsabilidad en otros, en teoría,
más entendidos. Aunque sea difícil, es necesario que entendamos por nosotros mismos
qué sucede en nuestras empresas o qué hacemos con nuestro dinero, evitando gurús
sabelotodo (nadie conoce, al final, el futuro), rumores, o intermediarios que minen
nuestra rentabilidad y nuestra moral.
Llegarán sin duda burbujas y cracks que nos harán dudar. Esa es la prueba del buen
inversor, mantener la cabeza fría en momentos de estrés confiando en que hemos
analizado y escogido correctamente nuestras empresas, sean estos momentos de
euforia (y la codicia de vender caro nos tiente) o de pánico (y el miedo nos intente hacer
vender).
André Kostolany
“No confíe usted en aquellos que han encontrado ya la verdad; confíe solamente
en quienes siguen buscándola”
“Si en el mercado hay más tontos que papel, la bolsa sube. Si hay más papel
que tontos, la bolsa baja”
“No hay que correr nunca tras un tranvía y una acción. !Paciencia! La próxima
llega con toda seguridad”
“No sirve para nada proclamar la verdad en economía o recomendar cosas útiles.
Es la mejor manera de hacerse enemigos”
“No hay que creer que los demás, cuando compran masivamente unas acciones,
saben más o están mejor informados. Sus causas pueden ser tan diferentes que
es prácticamente imposible sacar consecuencias de ello”
“No hay que seguir los acontecimientos con los ojos, sino con la cabeza”
“Las palabras más útiles en bolsa son: quizá, según se espera, posiblemente,
podría ser, no obstante, a pesar, ciertamente, yo creo, yo opino, pero,
posiblemente, me parece... Todo cuanto se cree y dice es condicionado”
“Un inversionista pierde la capacidad de raciocinio cuando gana los primeros diez
mil dólares. A partir de entonces se convierte en un pelele fácilmente
manipulable”
Benjamin Graham
"Quien invierta en acciones no debería estar demasiado preocupado por las
erráticas fluctuaciones en los precios del valor, puesto que a corto plazo el
mercado de acciones se comporta como una máquina de votar, pero a largo
plazo actúa como una báscula"
Peter Lynch
"No sé si los próximos 1.000 puntos del Dow Jones serán hacia arriba o hacia
abajo, pero estoy seguro de que los próximos 10.000 serán hacia arriba"
“No siga mis pasos porque aún en el caso de que acierte al comprar usted no
sabrá cuándo vendo”
Philip Fischer
"El mejor momento para vender una empresa excelente es nunca"
Warren Buffett
"Gran parte del éxito se puede atribuir a la inactividad. La mayoría de los
inversores no pueden resistirse a la tentación de comprar y de vender
constantemente”
“Hay que ser codicioso cuando los demas son miedosos y miedoso cuando los
demas tienen los ojos inyectados de codicia"
“La razón más tonta del mundo para comprar una acción es porque está
subiendo”
"El verdadero inversor es aquel que desea que las acciones que lleva de una
empresa bajen, para poder comprarlas más baratas"
"A menos que puedas ver tus acciones caer un 50% sin que te cause un ataque
de pánico, no deberías invertir en el mercado bursátil"
“Las oscilaciones salvajes en los precios en parte tienen más que ver con el
comportamiento de lemmings de los inversores institucionales que con los
resultados obtenidos por la compañía”
“Un inversor necesita hacer muy pocas cosas bien si evita grandes errores. No es
necesario hacer cosas extraordinarias para obtener resultados extraordinarios”
“Calcule las 'ganancias del dueño' para conseguir una reflexión verdadera del
valor”
“¿Tiene el negocio perspectivas favorables a largo plazo? ¿El negocio tiene una
historia de funcionamiento constante?”
“Si queréis ser ricos no aprendáis solamente a saber cómo se gana, sino también
cómo se invierte", Benjamin Franklin
“El grupo de aquellos capaces de pensar por sí mismos, se encuentra a años luz
de aquellos que no lo son”, Ludwig von Mises
"Los mercados pueden mantener su irracionalidad más tiempo del que tú puedes
mantener tu solvencia", Keynes
"Elegir acciones individuales sin una idea de lo que estás buscando es como
atravesar una fábrica de dinamita con una cerilla encendida. Puedes sobrevivir,
pero sigues siendo un idiota", Joel Greenblatt
“El pánico causa que vendas en el bajón, y la codicia causa que compres cerca a
la cima”, Stan Weinstein
Anónimas
“Las dos grandes fuerzas que mueven los mercados son la codicia y el miedo”
● Bibliografía y webgrafía.
- Invertir en Bolsa.
www.invertirenbolsa.info
Página dónde aprender, consultar datos financieros de multitud de empresas, y donde
encontrar opiniones y respuestas en el foro del que dispone.
- El Inversobrio.
http://elinversorsobrio.com/
Página dónde aprender sobre la inversión simple a largo plazo y la estrategia “bogleheads”.
- Los cazadividendos.
www.cazadividendos.com
Página dónde aprender, y donde encontrar opiniones y respuestas en el foro del que
dispone.
● Herramientas útiles: