LA IDENTIDAD DEL SACERDOTE:
Unión con Cristo, Vida en Cristo, Imitación de Cristo
JUAN CARLOS COLOSO
Patrología I * 27.X.2017
Ningún Padre de la Iglesia expresó con la intensidad del doctor de la unidad, SAN IGNACIO
DE ANTIOQUIA, el deseo de unión con Cristo y de vida en Él (Benedicto XVI, Audiencia General,
14-III-2007) que luego desembocan en la imitación de Cristo. San Ignacio nos invita a todos,
pero sobre todo a los obispos, sacerdotes y diáconos a ser celosos para hacer todas las cosas
en buena armonía (Carta a los Magnesianos, VI) y en ser imitadores de Cristo (Carta a los Efesios,
X) como Jesús lo fue de su Padre (Carta a los Filadelfos, VII).
El sacerdote participa en el sacerdocio de Jesucristo que arranca del misterio del
amor de Dios. Él es único sacerdote y víctima, cuya Pasión se actualiza en la Eucaristía. El
sacerdote ha de llegar a una identificación con las actitudes de Cristo1, una intimidad con
Cristo y una imitación de Cristo.
UNIÓN CON CRISTO
Para san Ignacio la unidad es, ante todo, una prerrogativa de Dios, que existiendo en
tres Personas es Uno en absoluta unidad. La unidad que nosotros los cristianos debemos
realizar en esta tierra no es más que una imitación, lo más cercana posible, de Cristo.2 Tener
una relación con Cristo es como cualquier otra relación. No puede llamar una como relación
si no conoce a la persona con la que quiere relacionarse. Las relaciones no se hacen en un
instante. Lleva un tiempo conocer al otro. Construimos una relación con Cristo por medio
de la oración. Involucrarse en oración a Cristo es aceptar Su invitación a conocerlo y amarlo.
Debe recordarse que ha sido Dios quien siempre nos invita a una relación con Él, a una unión
con Él.
Un sacerdote debe ser un hombre de oración porque ser un hombre de oración
significa estar en un estado de relación con Dios, estar en unión con Cristo. Debe ser un
hombre amante de la unión porque hacer oración es hacerse unido con Dios. Si el sacerdote
es perfecto en la unión con Cristo, en su fe y amor3, todas las demás cosas siguen después
de ellas hacia la verdadera nobleza4. Pero allí donde hay división e ira, allí no reside Dios
(Carta a los Filadelfos, VIII).
Si el sacerdote es un "puente" que lleva a la humanidad a la comunión con la
divinidad, su alma debe nutrirse de la constante oración diaria y de la Eucaristía, dijo una
vez el Papa emérito Benedicto XVI. "Un sacerdote, que está por encima de todas las cosas
como un hombre completamente realizado, tiene un corazón dedicado a la" compasión ".
Para San Juan María Vianney, patrón de los sacerdotes," el sacerdocio es el amor por el
corazón de Jesús ". La vida interior de un sacerdote si se la cultiva bien manifiesta en ejercer
rectamente el ministerio como la Misa bien celebrada, los Sacramentos bien administrados,
la Palabra de Dios bien predicada, la caridad pastoral delicadamente vivida5.
1 LÓPEZ SANTIDRÍAN, Saturnino. Juan de Ávila. Diccionario del Sacerdocio. BAC. Madrid. 2005.
2 Benedicto XVI. Audiencia General. 14.III.2007
3 “…son el comienzo y fin de la vida —la fe es el comienzo y el amor el fin—, y las dos halladas en unidad son
(de) Dios…” (Carta a los Efesios, XIV)
4 vida santa
5 DEL PORTILLO, Álvaro. Escritos sobre el sacerdocio. Palabra. 1990.
Un sacerdote también debe pedirles a los fieles que oren por él, y ore especialmente,
pidiéndole al Señor que Dios lo mantenga humilde y obediente. En su humildad y obediencia
está la fuerza de Cristo, que obrará a través de él, siempre que sea pequeño ante sus propios
ojos y totalmente sumiso a la autoridad que Cristo colocó sobre él, para que, a través de él,
humilde y obediente, las almas puedan regresar a Dios.
VIDA EN CRISTO
Por el Sacramento del Orden, los Presbíteros se configuran con Cristo Sacerdote,
como ministros de la Cabeza, para construir y edificar todo su Cuerpo, que es la Iglesia,
como colaboradores del orden episcopal.6 A los sacerdotes se les dice que "el ministerio
sacerdotal, siendo el ministerio de la Iglesia, solo puede cumplirse en la unión jerárquica
de todo el cuerpo de la Iglesia"7. En consecuencia, un sacerdote es obediente y trabaja
obedientemente con y debajo de y a través de la jerarquía, o su trabajo no será bendecido
por Dios. No hay tal cosa como que un sacerdote vaya por su cuenta, independiente de la
obediencia eclesiástica, y esperando que Dios agrave sus labores. Un sacerdote no está
ordenado por sí mismo; él es ordenado para otros. Pero siendo un sacerdote, no solo está
ordenado para otros; también debe trabajar con otros, y esos otros son sus compañeros
sacerdotes unidos bajo la jerarquía.
La Iglesia enseña que un sacerdote debe estar unido a la jerarquía para esperar que
Dios bendiga su trabajo; eso también significa que los obispos deben estar unidos entre sí
como los sucesores de los apóstoles y bajo el Vicario de Cristo. Así como san Ignacio decía
en su carta a los Esmirniotas, “[Pero] evitad las divisiones, como el comienzo de los males.
Seguid todos a vuestro obispo, como Jesucristo siguió al Padre, y al presbiterio como los
apóstoles; y respetad a los diáconos, como el mandamiento de Dios. Que nadie haga nada
perteneciente a la Iglesia al margen del obispo. Considerad como eucaristía válida la que
tiene lugar bajo el obispo o bajo uno a quien él la haya encomendado. Allí donde aparezca
el obispo, allí debe estar el pueblo; tal como allí donde está Jesús, allí está la iglesia
universal. No es legítimo, aparte del obispo, ni bautizar ni celebrar una fiesta de amor;
pero todo lo que él aprueba, esto es agradable también a Dios; que todo lo que hagáis sea
seguro y válido.”
El Concilio Vaticano II8 les dice a los sacerdotes que por obediencia dedican sus
propias voluntades a Dios. Se pide a los sacerdotes que cumplan obedientemente los
6 DEL PORTILLO, Álvaro. Escritos sobre el sacerdocio. Palabra. 1990.
7 Presbyterorum Ordinis, 15
8 en el decreto sobre el ministerio y la vida de los presbíteros, Presbyterorum Ordinis
mandamientos y sugerencias del Papa, su obispo y sus superiores. La obediencia es el
sacrificio de la voluntad humana a Dios. La dignidad de cualquier sacrificio se mide por la
sublimidad de lo que se ofrece. No hay nada que el hombre posea que sea más precioso para
él que su propia voluntad. Este es el corazón del sacerdote como sacrificador, porque de
pie en el altar, a pesar de que en verdad ofrece el Santo Sacrificio, allí él es solo el
instrumento del gran Sumo Sacerdote Jesucristo que es el principal sacerdote sacrificador
en la Misa.
La virtud de la humildad en todos nosotros es esa disposición de la voluntad que nos
hace vernos a nosotros mismos por lo que realmente somos en relación con Dios y nuestro
prójimo. En relación con Dios, si somos humildes, nos vemos totalmente dependientes de su
poder y su amor; en una palabra, es reconocer nuestra criatura. En relación con nuestro
prójimo, nos vemos a nosotros mismos, como una criatura compañera, y al vernos a nosotros
mismos somos plenamente conscientes de nuestros pecados. En una palabra, la humildad es
verdad y Cristo es la Verdad. Es decir que la vida en Cristo empieza con la humildad y
termina en la Verdad. Los sacerdotes han de tener vida en Cristo porque Jesucristo es la
verdadera vida (Carta a los Esmirniotas, IV).
IMITACIÓN DE CRISTO
Jesucristo se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz.9 Si
el Hijo de Dios se hizo hombre y murió en una cruz, fue para que todos los hombres seamos
una sola cosa con Él y con el Padre (Cfr. Jn 17, 22). Todos, por tanto, estamos llamados a
formar parte de esta divina unidad. Con alma sacerdotal, haciendo de la Santa Misa el centro
de nuestra vida interior, buscamos nosotros estar con Jesús, entre Dios y los hombres.10
La vida de un sacerdote es un compromiso de por vida a la obediencia. La obediencia
a Dios por parte del sacerdote generalmente se ve en su obediencia a su obispo. Dios resiste
a los soberbios.11 Por tanto hay que tener cuidado en no resistir al obispo, para que con la
sumisión se puede entregarse sí mismo a Dios.12
El vacío de uno mismo es para que Cristo pueda entrar; compasión y servicio para
que Cristo pueda llegar a los demás. El sacerdote existe para mantener el mundo abierto
para Dios como Cristo en Su Cruz. Decía san Josemaría Escrivá que, para alcanzar la
9 Ph 2, 8
10 J. Escrivá de Balaguer, Carta, 11-III-1940, n. 11.
11 1 Pd 5, 5
12 Carta a los Efesios, V
santidad, es necesario que nos identifiquemos con Cristo y que nos revistamos con Cristo13.
Hay que ser imitadores de Cristo como Él mismo lo era de su Padre (Carta a los Filadelfos,
VII)
LA IDENTIDAD DEL SACERDOTE
Si hay un problema que un sacerdote nunca debe tener, sería el problema de
identidad. Debe saber quién es y de quien es. Si la pregunta surge de una manera normal,
podría ser un conflicto de personalidades; la vida de Cristo y la vida del ego están en guerra.
El problema de la identidad surge debido a la negación de los límites. Tan pronto como se
abandonan los límites, uno carece de esa realidad externa que le da una identidad fija. La
identidad de un sacerdote es una negación del ego para que reina Cristo en sí mismo porque
el sacerdote no pertenece a sí mismo; sino a Cristo. El objetivo de la vida de un sacerdote
es unidad con Cristo, es disminuir tanto su ego que la persona de Cristo preside todo de su
ser. El verdadero buen sacerdote no está buscando su propia identidad. Él no quiere "ser
yo", sino ser Cristo. El sacerdocio es fundamentalmente una configuración, una
transformación sacramental y misteriosa del cristiano en Cristo Sumo y Eterno Sacerdote,
único Mediador.14
Bibliografía:
BENEDICTO XVI. Audiencia General. 14.III.2007
BIBLIA CLERUS. Congregatio Pro Clericis.
CAFASSO, St. Joseph. The Priest, the Man of God – His Dignity and Duties. TAN. North Carolina. 1971
Cartas de San Ignacio de Antioquía
DEL PORTILLO, Beato Álvaro. Escritos sobre el sacerdocio. Palabra. 1990.
ESCRIVÁ DE BALAGUER, San Josemaría. Carta, 11-III-1940, n. 11.
LÓPEZ SANTIDRÍAN, Saturnino. Juan de Ávila. Diccionario del Sacerdocio. BAC. Madrid. 2005.
SHEEN, Fulton J. Those Mysterious Priests. St. Pauls. Mumbai. 2012
13 Rm 13, 14
14 DEL PORTILLO, Álvaro. Escritos sobre el sacerdocio. Palabra. 1990.