Mitos y Arte Amazónico de Urbina
Mitos y Arte Amazónico de Urbina
PALABRA E IMAGEN
EN LA OBRA AMAZÓNICA DE
FERNANDO URBINA.
Sandoval, 2
MAMBEADOR DE MITOS:
Monografía de grado.
Directora de la monografía:
Betty Osorio.
. . .
. .
. Abuelo maestro .
. .
. Agradecido por hilar .
. los versos .
. las imágenes .
los relatos
. ................... ………….. .
. ....:::::::::::: ::::::::::… .
. ::::::::::::::::::::::: .
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. ::::::::::::::::::::: .
….. ::::::::::::::::::::::::::: …
MAMBEADOR DE MITOS:
Tabla de contenidos.
Pg.
Bibliografía. 79
Anexos
Sandoval, 6
Introducción.
Las narraciones mitológicas de los uitoto y muinane, recogidas por Fernando Urbina Rangel
en sus diálogos con los abuelos-sabedores a través de cuatro décadas, dan estructura y sentido
a los libros del autor dedicados a la Amazonia colombiana. En ellos se contiene la compleja
relación entre mito y palabra, entre imagen y narración, entre mitología y arte. Los versos
citados como epígrafe y la fotografía de una tela de corteza amazónica (que los uitoto llaman
“Las pintas de la boa”), plasman esta vinculación intrínseca en la obra de Fernando Urbina.
De forma poética, el pensador colombiano define su concepción de mito como relato íntimo
que rememora los símbolos de los comienzos. A nivel pictórico, la fotografía de la tela de
amazónicos. La boa es uno de los animales más importantes para estas culturas nativas
suramericanas, tanto como madre iniciadora del mundo o como ser mágico en la mayoría de
los relatos míticos. El diseño que se encuentra en la tela de corteza de árbol, antigua tradición
pictóricas de sus comunidades. La concepción cósmica de la gran boa, origen de los ríos y de
narración oral, el baile sagrado, el arte rupestre y el rito. De esta forma, para aproximarse a las
Sandoval, 7
mitologías amazónicas y a los conocimientos de los pueblos indígenas, Urbina diluye los
límites de las ciencias sociales y las disciplinas artísticas, va más allá de un intento de
representar para intentar crear desde el mito. Es decir, busca forjar una obra que trascienda las
pueblos nativos desde sus propios mitos. La hibridez textual de libros como DÏÏJOMA: el
hombre serpiente águila, le permite al autor establecer un contacto profundo con los modos
de pensamiento de las comunidades indígenas, para relacionarse con ellos fuera del espacio
sonido. El investigador colombiano forja una concepción de mito con bases en la filosofía, la
antropología y el arte; pero sobre todo, surge de la convivencia con los abuelos que le
colombiano destacó el aprendizaje con los sabedores indígenas que le han permitido acercarse
a la cosmovisión, el saber ancestral y los mitos que estructuran los pilares culturales de la vida
sus obras la palabra oral de los mayores, el canto y la danza de los rituales, los petroglifos de
los raudales amazónicos, las experiencias vividas con los sabedores indígenas y la
problemática social de las comunidades tradicionales enfrentadas a los efectos del discurso de
desarrollo occidental. Así mismo, busca establecer una visión del Amazonas que se basa en el
respeto, la empatía y la admiración por las formas de conocimiento uitoto y muinane, que
Los libros de Urbina dialogan con varios ámbitos académicos y reflejan un contexto
bibliográfico amplio. Al mismo tiempo, incluye narraciones orales, fotografías y poemas que
forman una visión mítica y artística de los uitoto. Con ella, Urbina encuentra una manera
apropiada, respetuosa y sincera de acercarse a las sociedades indígenas, para escribir sus
narraciones y explicar sus cosmovisiones. Por eso, a partir de su propia experiencia vital,
Sandoval, 8
recrea los mitos, los estudia y los transmite con una clara conciencia de humildad y respeto a
los pueblos nativos que los cultivaron. Fernando Urbina deja de ser profesor en la
Universidad Nacional de Colombia para convertirse en aprendiz de los sabedores uitoto. Así,
invita al lector a sentarse como indígena para recordar las Palabras Fuertes del Origen (el
mito). Para ello, ha incluido un corpus oral, poético y fotográfico que ocupa el lugar principal
coca y el hombre sentado que, entre otros, aparecen diseminados en sus textos. Provenientes
concepciones apropiadas para aproximarse a las nociones de mito y arte que forja Urbina en
Fernando Urbina es muy cuidadoso al explicar los términos que utiliza en sus textos, sobre
todo en el espacio académico de las notas al pie de la página o al final del libro. Desde allí,
Urbina realiza un análisis lingüístico que revela las formaciones ideológicas de ambos
vocablos y describe a unas sociedades amazónicas específicas que han vivido un proceso muy
las compañías capitalistas. Partiendo desde los orígenes de las palabras, Urbina delimita
claramente los espacios y las comunidades sobre las que escribe su obra. Con respecto al
surgimiento de la palabra Uitoto, Urbina destaca dos teorías (Las Hojas…, 73-74): la de
Sandoval, 9
origen caribe, proveniente del vocablo itoto que significaba no humano o enemigo (es decir,
teoría, formulada por Héctor Llanos y Roberto Pineda (Etnohistoria del Gran Caquetá, 90-
91), es su posible derivación del término Kuíyodo (un personaje mítico de los Uitoto) que
destino: Horacio Calle e Isabel Crooke. Esta denominación, que cubre los dos troncos
que estas comunidades prefieren para referirse a sí mismas (Murui) y del nombre de una
lengua indígena (muinane-bora). La utilización del término para designarlos se debe a que
“estos indígenas en sus bailes rituales llaman murui a los invitados que vienen “de arriba”
abajo (curso inferior del río, bocanas).” (Las Hojas… 73). El pensador colombiano menciona
las ambigüedades de los términos y estudia la diferencia entre las comunidades, las lenguas y
las sociedades Uitoto y Muinane. Sin embargo, resalta la relación de cooperación ancestral y
de convivencia actual de estas dos etnias amazónicas. En sus primeras publicaciones, Urbina
prefiere el término Murui-muinane para denominar a las comunidades de donde provenían los
sabedores que le narraron los mitos recogidos, debido al posible origen caribe (o “karib”) del
vocablo uitoto y su significación como enemigo, citado en documentos del siglo XVIII y
luego utilizada por los colonos (Mitología amazónica, 2). Sin embargo, en sus obras
posteriores, vuelve a utilizar el etnónimo uitoto por la pérdida del sentido peyorativo y porque
es menos ambigua para nombrar las tribus con las que convivió.
En este análisis lingüístico y en la oscilación entre los dos términos, se evidencian las
los indígenas, que desea expresar en su obra. Aparte de algunas reflexiones filosóficas, de
consideraciones académicas y críticas sociales que abordan contextos más amplios, la gran
mayoría de sus textos están enraizados en la convivencia con algunas sociedades indígenas
absoluta, abarcándolos totalmente. Su aproximación surge del contacto con los sabedores, la
convivencia con las comunidades y del diálogo con lecturas complementarias. Su intención
no es formular una teoría sobre los mitos o sobre los uitoto, sino transmitir la sabiduría de los
relatos mitológicos con una versión vital de las narraciones de los abuelos. Para
complementar el análisis lingüístico, cultural y social que realiza Urbina en sus libros sobre
Nación amazónica cuyo último hábitat tradicional fue La Sabana, una región en las
cabeceras del río Cahuinarí, afluente del Caquetá. Según parece el lugar se encuentra ya
deshabitado. Los integrantes de esta etnia (no más de mil efectivos en la actualidad) se
reparten en pequeños núcleos muy desperdigados. Los hay en el Perú, donde un fuerte
contingente fue deportado en tiempo de las caucherías; de allá escaparon muchos y se
regaron por la Amazonia colombiana. Algunos de los asentamientos más importantes están
en inmediaciones de Araracuara. Es bien frecuente encontrar muinanes adscritos a grupos
uitotos, entre los que se diluyen. Los uitotos constituyen la tercera etnia en efectivos de la
Amazonia colombiana; suman alrededor de 5.000. Junto con otros grupos que conforman
la “gente-de-centro” (según Echeverri), ocupantes del interfluvio Caquetá-Putumayo,
fueron bárbaramente diezmados (9 de cada 10) en la época de las caucherías. Se ha dado
desde tiempos inmemoriales una estrecha alianza entre uitotos y muinanes. (Urbina 17).
Para denunciar las atrocidades cometidas contra los indígenas por la industria del caucho o del
de compromiso político con las comunidades nativas. Como aproximación al discurso poético
incluir, como gesto político y reto académico, una mirada desde el presente sobre las
comunidades indígenas y su relación con una planta perseguida (la coca). También, recuerda
Con una posición de defensa de las culturas ancestrales, Urbina aclara desde el principio de
Las Hojas del Poder su intención de escribir sobre la visión indígena de la coca para
diferenciarla y contraponerla a la cocaína. Así mismo, busca dar prioridad al discurso artístico
para lograr un nuevo acercamiento a las culturas amazónicas y perpetuar sus mitos. Urbina
como resultado de los siguientes factores: la huida de la violencia y la opresión provocada por
los caucheros; la compleja situación durante la contienda entre Colombia y Perú; el traslado
de tribus enteras hacia los nuevos sitios de producción del caucho por parte de las casas
como el del origen de las palabras para designar las comunidades, busca evidenciar las
influencias ideológicas y los fuertes procesos de colonización y dispersión que vivieron los
uitoto y muinane. Al mismo tiempo, como en la mayoría de sus libros, hace un llamado para
detener el asesinato y el destierro que han sufrido los descendientes de culturas nativas en el
Amazonas. Una de las formas de resistencia es el mito, pero no como narración aislada, sino
La multiplicidad textual, pero sobre todo el arte, le permite a Urbina aproximar al lector al
contexto cultural que comprende la fuerza del mito. A través de la prosa académica y
su pasado ancestral. Esta conciencia social se hace explícita cuando Urbina escribe sobre los
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mitos de los uitoto con respecto a la coca, en Las Hojas del Poder, al tratarse de una planta
tan problemática para la sociedad mundial. Este gesto político, que es al mismo tiempo un
reto académico, es planteado por Urbina en la primera frase del libro, anunciando la
El reto académico y político de Urbina va más allá de esta simple afirmación. Junto a los
poemas y las fotos, el pensador colombiano incluye dos relatos míticos, uno sobre el origen
de la coca y el otro sobre el bazuco (residuo que queda de extraer la cocaína base, mezclado
con diversos componentes para formar la droga más “sucia” y de baja calidad que existe en
contraposición con el bazuco repudiado desde el mito. Es importante resaltar la mirada desde
el presente, tanto a las comunidades indígenas como a la sociedad occidental, que desarrolla
Urbina a partir de su perspectiva indígena de la coca. Para lograrlo, y para transmitir al lector
el universo cultural que les da la fuerza, Urbina encuentra en el arte la mejor manera de
plasmar los símbolos indígenas y sus formas de conocimiento mítico. Así mismo, busca
retomar la concepción de arte que cultivaron las culturas antiguas, considerándolo de manera
ritual, relacionándolo íntimamente con el mito y vinculándolo con los demás aspectos de la
vida. Para no perder la fuerza original del mito, Urbina vuelve a la relación ancestral entre la
danza que el mito se revitaliza en su obra. Para analizar profundamente esta relación, se
estudiará la poesía y la fotografía en Las Hojas del Poder, DÏÏJOMA y Amazonia: naturaleza
y cultura. Particularmente, se hará énfasis en los símbolos culturales de los Uitoto que
aparecen en los textos e imágenes. Para comenzar, vamos a adentrarnos en los caminos
La concepción del mito como sendero, como poema, como trazo y gesto es primordial en los
principales libros del escritor colombiano. La dimensión simbólica de estas imágenes, que
entre el mito, la palabra y la poesía. En Las Hojas del Poder Relatos sobre la Coca entre los
poeta. La introducción comienza con una pequeña narración poética y antropológica sobre el
ritual nocturno que se realiza en el coqueadero, el lugar más sagrado de la maloca donde se
mambea para narrar los mitos. El libro invita al lector a sentarse, a escuchar los relatos
En la noche cuando la sombra borra límites y distancias, los grandes sabedores de las
naciones Uitoto y Muinane (1) recorren los caminos del soñar en vigilia usando las
plantas de poder; es entonces cuando perciben la urdimbre en que se traslapan las
tramas de los once mundos (Corredor, 1986:302-326). Bajo la cúpula de la doble noche
germinal (maloca* y cielo nocturno) el abuelo habla. Depositario del saber aquilatado
en la experiencia milenaria de su etnia, aúna en el decir la problemática del presente con
las estructuras mitológicas que le dan los paradigmas dinámicos para encontrarle
sentido y solución. En el ámbito ritual de la maloca y en el sitio de la palabra (el
coqueadero**) la cotidianidad se trasciende, lo inmediato con toda su fuerza de realidad
se incrusta en lo cósmico donde adquiere plenitud y sentido. Y el don de las fuerzas (la
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coca) le dará al sabedor el poder para ser pontífice, mediador y grieta entre la noche
ilímite y el día de los hombres. (Urbina, Las Hojas… 13)
Esta prosa poética y académica de la introducción anuncia los centros temáticos del libro: la
coca, el mambeadero, el sabedor, el sueño, la maloca y el ritual. Así mismo, utiliza palabras y
expresiones muy significativas para analizar la obra del artista colombiano. Primero, la noche
que borra límites y distancias se puede relacionar no sólo con el ámbito trascendente del mito,
de Urbina logra diluir los límites entre ramas del conocimiento para buscar una aproximación
totalizadora (siguiendo las sendas chamánicas que buscan comprender el todo dentro de sí).
proceso cognitivo del mito y del ritual no como algo estático sino como sendas de
pensamiento ancestral que se perciben de forma vital. Términos como urdimbre y germinal
también son simbólicos y recurrentes en la obra del filósofo santandereano. El primero, que
alude al tejido cósmico relacionado con el canasto, también se puede vincular con la
palabra germinal plasma esa noción de semilla que permite la creación y la vida tanto a nivel
cósmico como estético. De esta forma, Urbina va tejiendo una prosa poética que busca
En las notas, Urbina explica que la maloca es la gran casa comunal (considerada como
comunitario de las hojas del poder. Precisamente, el libro se ocupará de acercar al lector a esta
ceremonia nocturna en donde se relatan los mitos y se invoca el don de las fuerzas por parte
etnia (el sueño) para encontrar los paradigmas que permiten la constelación de experiencias
vitales, los elementos estructurales que organizan el universo más allá de la vigilia.
Esta senda del abuelo-sabedor por los espacios nocturnos del sueño, por los ámbitos
trascendentes de lo mítico-ritual, se relaciona con “El Soñador” o nïkairama, entre los uitotos,
palabra proveniente de: nïkaï, sueño, alucinación, visión esencial, diferente a ïnïde: dormir; y
–ma, partícula que significa dominio sobre aquello, por lo tanto, “dueño o manejador de
sueños” (Las Hojas… 27). Para los uitoto, este tipo de sueño trascendente, símbolo del
comienzo (jagïyï: aliento o aire del origen). Hasta allá llega el poder de la ensoñación y por
esto puede retraer las “palabras-sombras nacidas de murmullos primordiales (…) olorosas a
origen y, por tanto, pletóricas de poder.” (Las Hojas… 27). En este sentido, se establece una
relación directa entre lo onírico y lo mítico, entre lo trascendente y lo nocturno, entre el aire y
alcanzados gracias al sueño profundo que es provocado por las plantas sagradas. La noche, la
palabra mítica, el mambe (mezcla de coca y yarumo), la trascendencia onírica y las sendas del
desde la ensoñación ritual se encuentran las palabras fundadoras de los ancestros que guían al
buscador y le permiten retornar a los “Sueños que sueñan. Aire-palabra (jágïyï-uai) con sabor
a noche ilímite.” (Las Hojas… 27). Por esto, el sabedor debe recorrer los caminos del soñar en
plena vigilia, para retraer las Palabras-Aire del mito con el mambe sagrado.
demora en los mitos, “llegar” (¿a dónde?) no importa. Se está en lo que apasiona: la vida
misma es solo senderos; la muerte es la llegada; siempre estará al final de todos ellos. Importa
demorarse.” (Las Hojas… 14). Para el artista colombiano, los mitos no son objetos de estudio
Sandoval, 16
o temas poéticos, son caminos que anda apasionadamente, demorándose para poder
disfrutarlos y encontrar sus saberes. Sin llegar a una conceptualización teórica sobre la
mitología de los Uitoto, Urbina recorre los mitos porque son senderos que lo apasionan, que
conocimiento, deben ser estudiadas con la humildad y la voluntad del aprendiz. Esta
aproximación poética al mito, como sendero que se recorre con pasión, es complementada
con una reflexión más amplia en el último apartado de la introducción, Mitos y senderos:
Como sucede con toda realidad y más aun con las estructurantes de lo humano,
todo mito se inscribe en una totalidad siempre abierta desde la cual se llena de
significaciones. (…) Quien se demora en los mitos hace del mundo un poema (2),
no un agregado de cosas sino un conjunto en que cada elemento simboliza el todo.
(…) Hablaré de senderos: esos en cuya derrota se topa con la totalidad recuperada
en el sí mismo. (Las Hojas… 14)
En este fragmento, el pensador colombiano define la concepción de mito como realidad que
sentido a la vida de los seres humanos. La vitalidad de la palabra oral y el ser inagotable del
mito permiten conformar una red de tradiciones culturales vivas. Como narración ancestral
siempre cambiante, el mito es una vitalidad, no una mentira o una verdad, sino un discurso
que da sentido a las principales actividades del ser humano. Palabra en confianza, el mito es
tradición oral y en el arte (canto, danza, petroglifo, etc.); al mismo tiempo que contiene los
paradigmas principales de la cosmovisión que le da origen. Los rituales forjan las principales
ceremonias, las cuales estructuran las relaciones con las divinidades de la comunidad, a partir
de la mitología y la tradición oral que mantiene viva la palabra poética y la memoria ancestral.
Para los uitoto y muinane, según Urbina, los principios que organizan las actividades
cotidianas responden a los mitos que se van alimentando con el paso de las generaciones,
punto de poder afirmar que las mitologías fueron los primeros grandes discursos artísticos de
literatura, el arte y el mito son totalidades abiertas de significaciones que dan sentido a la
relaciona directamente con el ritual, la mitología, la vida y la sociedad. Como el mito, el arte
comunicarse con las divinidades y contiene las bases de lo humano. Por eso, al demorarse en
los mitos hace del mundo un poema, un cosmos poético. La noción de arte para las culturas
En contrapunto con esta versión, se encuentran las notas al final del libro que
fuerte queda en las márgenes textuales del libro, mientras que en el centro están las fotos, los
número, “(2)”, remite a la siguiente nota al final del libro: “Poiema: con el sentido que le da
Tales de Mileto, según el fragmento consignado por Diógenes Laercio, Vida de los filósofos
ilustres, I, 35. (Diels/Kranz, A,11 –I 71, 11); dice: ‘El mundo es el ser más bello porque es el
poiema de Dios’.” (Las Hojas… 75). Tanto desde lo artístico como desde lo académico,
Fernando Urbina aproxima el mito a la poesía, describiéndolos como senderos cósmicos. Esta
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concepción se alimenta tanto de fuentes indígenas como occidentales. Para sustentar su visión
mítica del mundo como poema, acude a las narraciones orales de los murui-muinane, como a
libros o citas de filósofos griegos y alemanes. El mito es sendero en el sentido del abuelo
sabedor que recorre los relatos culturales con la palabra viva; pero también tiene el sentido de
como afirma Urbina en su texto (Las Hojas…14). Por su apertura de sentidos, su importancia
transformación, sendero simbólico que está en contacto profundo con los saberes aquilatados
ancestralmente.
Relatos, cantos, danzas e imágenes hacen parte del sistema discursivo que estructura la
vida diaria de las sociedades uitoto y muinane. La mitología que se revitaliza en el ritual
también se encuentra expresada por medios artísticos que transmiten los símbolos principales
de la cultura. Para destacar el poder cognitivo del mito, Urbina describe afectivamente al
Abuelo Sabedor que teje los hilos de la mitología, la palabra y la planta ritual. Fuente y
Como narrador de los mitos recogidos, símbolo cultural y personaje poético, el Abuelo
Sabedor es la figura más honrada en Las Hojas del Poder. En él se encuentra la sabiduría de
recorrer incontables senderos simbólicos con el poder de las plantas rituales. Por esto, recibe
totalidad del Rafue. “Literalmente: ra (cosa) ante todo cosa en donde se visualiza el poder, y
fue (boca): por tanto, palabra poderosa, y por extensión el saber concretado en obras: acciones
y objetos que resultan símbolos de un saber fuerte” (Las Hojas… 76). Esta definición de
Rafue, proveniente de las notas del libro, se complementa con la referencia al término
tradición como sinónimo. Rafue es, entonces, palabra fuerte y vital, saber cultural, invocación
EL DON DE LAS FUERZAS, el primer poema del libro (citado como epígrafe a esta
primera parte), sintetiza la concepción de la coca que tienen los indígenas uitotos y muinanes.
Concebida como el árbol-libro, en donde se encuentran las palabras del poder, la coca es la
“Hoja para hablar / la Lengua de las Fuerzas. / Hoja para curar / alejando el hechizo / Hoja
para sentirse Uno / con los Otros. / Hoja para recordar / la Palabra que viene con la sangre, /
que llega de tan lejos / y es tan honda.” (Urbina, 1992, 12). Como imagen de la lengua, cada
hoja de coca simboliza una palabra en el mambeadero, y por esto el árbol es el libro mítico, la
fuente del conocimiento y la memoria que mantiene vivos a los ancestros. El mito, la lengua
de las fuerzas, se encarna ritualmente en la planta sagrada que cura, que unifica, que recuerda
la memoria ancestral. Pero, sobre todo, la coca es el símbolo de la Palabra honda, heredada
con la sangre, que contiene los conocimientos del mito. Esta profundidad de la palabra mítica,
lengua (como parte del cuerpo e idioma), la memoria y la expresión que permite recordar los
mitos narrados en el mambeadero. El árbol de coca es el libro tradicional uitoto, cuyas hojas
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se mambean (o “leen”) para recordar los mitos milenarios. Por ser la palabra original del
Hojas del Poder, se evidencia en el apartado del libro que conforma una continuidad entre
siguiente manera: “Yo siembro coca”, “Yo cuido la coca”; “Yo cosecho coca”; “Yo recojo
hojas de yarumo”; “Yo tuesto coca”; “Yo pilo coca”; “Yo mezclo la coca y el yarumo”; “Yo
cierno coca”; “Yo reparto coca”; “Yo mambeo”; “Mambeador”. De esta forma, Fernando
Urbina forja una obra artística en íntima relación con los mitos y los ritos de los uitoto y
muinanes, plasmando los momentos principales del rito nocturno. Además, cada poema
incluye un subtítulo en lengua uitoto, que plasma el énfasis y el análisis filológico que realiza
En palabras de Urbina: “La coca, símbolo de la lengua (órgano) que permite hablar
(9), hace grabar y recordar lo dicho en el mambeadero. Allí el “hombre sentado”, o sea el
sabedor en su banco ritual, vertebra la realidad a través de su carrera.” (Las Hojas… 17). El
Abuelo realiza una carrera a lo largo de su vida para alcanzar el conocimiento y el poder de
las plantas sagradas. El ritual de mambear, de mezclar la coca (la palabra) con el yarumo (el
partir de la posición adoptada en el mambeadero, el sentarse para los uitoto significa aprender
con el abuelo, escuchar los mitos, recordar Las Palabras del Origen1. Así se consolida la
relación del hombre con la planta ritual, con la palabra mítica y con el conocimiento. Hombre-
coca-palabra conforman una unidad en función del mito durante el ritual del mambeadero. La
coca y el yarumo darán las palabras justas, las que orientan al abuelo-sabedor que asume la
imagen del canasto (métigai) cuando se sienta a mambear en la maloca. El canasto, de rica
1
Libro de Urbina publicado como breve compendio de la mitología uitoto en la “Biblioteca de los pueblos
indígenas de Colombia” (2010).
Sandoval, 21
simbología entre los uitoto y muinane, simboliza el orden, el cosmos y el discurso tejido por
el hilo del rafue. Así, el sabedor se convierte en un canasto, tanto en su posición al mambear
(la forma que adopta el cuerpo al estar sentado de cuclillas con los brazos sobre las rodillas y
las manos unidas) y por recibir, dentro de sí, las palabras fuertes y vitales en el mambeadero.
guardar “los objetos de poder (ra) como el collar, la corona, los guamados (piedrecillas), la
bola del uuikï… Como el saber es el contenido del ‘canasto’, también se dirá que el sabedor
busca en él y extrae de allí las palabras necesarias para vivir” (Las Hojas… 78). El canasto
sabedor sentado.
Esta vinculación está plasmada constantemente en los poemas y las fotografías de Las
Hojas del Poder. Para acercarse a esta dimensión artística del libro, es necesario comprender
el papel de las plantas rituales como “enteógenos” (del griego en-theos-genia, que significa
hacer nacer a la divinidad en el interior). La coca como palabra original, que remite al aire por
su pureza y por su ser ancestral, permite establecer una comunicación con la divinidad, al
mismo tiempo que forja una deidad en el interior del hombre-canasto, el saber mítico. La
función del enteógeno es similar a la del mito: permite al individuo entrever la totalidad y
asumirla en sí mismo. Por esto, el dios que nace dentro gracias a la planta ritual y a la palabra
cosmos. Para estas comunidades amazónicas, las mujeres, en cambio, no precisan de plantas
enteógeno también se aplica a otras plantas rituales, como las “plantas de vuelo”, entre las que
se incluyen: “Tabaco-de-las-gentes (Nicotiana spp.), díona: para ser humanos (12); tabaco-de-
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monte (Virola spp.) úkuna: para ser uno con la bestia y armar la brujería, y el únao
El tabaco es una planta fundamental para los uitoto y muinane, utilizada para vuelos
interiores en donde se adquiere una elevación, un sobrevuelo por el mundo que se convierte
en pequeño (como visto desde las alturas), para comprender la totalidad. El únao, nombre de
los bejucos alucinógenos, es traducido comúnmente como “yajé”. Con este tipo de plantas
rituales se alcanza un vuelo más largo y profundo por su fuerte poder visionario. Como
intermediaciones entre los diferentes mundos, las plantas rituales le permiten al chamán
En DÏÏJOMA, los bejucos sagrados y el tabaco serán fundamentales en la senda mítica del
chamán; sin embargo, en Las Hojas del Poder, el enteógeno principal es la coca sembrada
YO SIEMBRO COCA
(Jiibie ridïkue)
Yo,
aprendiz de la Palabra-Hoja del Padre,
siembro mi coca;
ella tendrá la Fuerza:
el Poder que confiere la Palabra-Obra.
He tumbado la selva,
he despejado el terreno,
igual hice con mi espíritu:
lo aireé con las Palabras-Aire del Origen,
suavicé la tierra de la siembra,
deshice los terrones.
El Abuelo me ha dado
el arbusto viejo de su chagra antigua.
Con sus Palabras vetustas, ya cansadas,
urdiré las nuevas de la Obra
y sobre ellas tramaré mi vida.
Ya mi tierra está lista
y a mis cuidados la semilla
-de la gastada planta-
se cubrirá de hojas, de renuevos fuertes.
Así comenzaré el ciclo que es mi historia.
Sandoval, 23
rituales para mambear la coca. Lo primero es la siembra del árbol-libro por el aprendiz.
Precisamente, la foto que compaña al poema muestra a un uitoto sembrando el esqueje vivo
del árbol de coca, en una tierra limpia después de la tala y la quema, entre la ceniza que queda
para fertilizar la chagra (el territorio destinado y protegido para la siembra). La posición del
aprendiz que ha recibido el cogollo del abuelo, evidencia el contacto con la tierra y con el
árbol de coca sembrado para él y para sus hijos. En este sentido, el símbolo del cogollo en el
poema-foto es decisivo: la coca no se siembra desde una semilla propiamente, sino desde una
parte específica del árbol viejo que vuelve a retoñar, que renace como hijo, simbolizando el
legado mítico y ritual del abuelo con respecto al aprendiz. Además, la foto plasma una mirada
actual de los indígenas uitoto, en donde mantienen sus tradiciones milenarias mientras se
visten con camisas, pantalones y zapatos occidentales. El fotógrafo busca una imagen de los
inclinación y en su forma de captar los momentos vitales del ritual, asume la posición del
aprendiz que siembra en sus imágenes y palabras las enseñanzas de los abuelos.
que ha limpiado su mente y su espíritu, que ha preparado el terreno y ha dado espacio para
que crezca dentro de sí el Árbol de la Palabra. Así se reconocen dos roles principales en el
coca para perpetuar el legado de su abuelo y para dejar el alimento que dará fuerza a sus hijos.
Además, el aprendiz es voz poética, es el ser que habla en varios poemas del libro, es el sujeto
que se reconoce en el reiterado “Yo”. Sin embargo, es una subjetividad siempre en referencia
abuelo, “el arbusto viejo de su chagra antigua”, “las Palabras vetustas, ya cansadas”, para
Sandoval, 24
urdir su propia Obra y tramar su vida, para renovar la tradición y permitir que surja su ciclo
espiritual para el rito se mantendrá en las demás actividades relacionadas con la coca.
Urbina aclara particularidades del proceso de siembra del árbol: “La coca (Erythroxylum coca
ipadu) se siembra, mediante esquejes, aprovechando los lugares en donde se haya concentrada
mayor cantidad de ceniza, producida al quemar las hojarascas y ramazones de la tala” (Las
Hojas… 32). Así mismo, el aprendiz debe despejar su mente y preparar la tierra del espíritu
para el árbol mítico que sembrará el abuelo en el mambeadero. Urbina niega la posición
escribir desde su “carrera” cognitiva y trata de despejar su obra de prejuicios académicos para
dejar crecer la creatividad artística. En el arte, Urbina trasciende los límites de la disciplina
antropológica y alcanza un acercamiento vital con los mitos, al cultivar en sí el poder de las
palabras y las imágenes. Como el abuelo al aprendiz, los poemas y las fotografías guían al
YO CUIDO LA COCA
(Jiibie uñodikue)
Relampaguea en el vientre sombrío de la nube
y ya viene la lluvia.
Igual cada retoño es un relámpago,
un abrirse,
un anunciarse desde el fondo oscuro de la tierra.
Brotará la Palabra
iluminando,
disipando mi duda y confusión.
He de endulzar el decir sembrado.
He de limpiar mi chagra;
de no despejarla
la enfermedad me cercaría.
Son anuncio.
Semejantes,
las primeras palabras son tan sólo dimensión de una espera.
¡Ay de quien las crea ya completas
y se apoye en ellas, ay!
Las del final sí son confiables
Pero sólo a su tiempo hay que espigarlas.
(En la selva las hojas mueren
y dan fuerza al retoño). (Las Hojas… 34 y 35)
Al igual que con la palabra, se debe cuidar la coca para alcanzar la salud y la limpieza. Poco a
las entrañas de la tierra. En este juego de correspondencias donde la parte simboliza el todo, el
proceso de la coca es el mismo que recorre el ser humano con la palabra mítica. Así como el
hombre siembra y cuida la coca que nace en la tierra, él planta y alimenta el árbol mítico de la
con la totalidad, a partir de símbolos como la maloca, el árbol, el río, etc. Así, la coca como
palabra contiene implicaciones profundas, al punto que deben ser cuidadas para prevenir la
enfermedad. El aprendiz, como aparece en la foto que acompaña el poema, debe “endulzar el
decir sembrado” y cultivar en su interior las Palabras-Poder (las del sabedor que posee la
dimensión mítica y poética). Debajo de la foto, Urbina incluye la siguiente descripción: “Los
varones tienen especial cura del cocal familiar, preferentemente aprovechan para su limpieza
las horas plácidas del final de la jornada laboral, al caer la tarde, cuando se dedican –al mismo
tiempo– a recolectar las hojas con destino al rito nocturno.” (Las Hojas… 34).
la tierra y la planta al arrodillarse para limpiar los alrededores del árbol con la mano, mientras
en la otra tiene el machete que sirve para despejar la chagra. La fotografía capta el momento
en el que el indígena uitoto se confunde con la naturaleza, se conecta con la selva. Así mismo,
la imagen transmite el respeto y el afecto con que se realiza el cuidado de la coca. El poema
invoca al relámpago como anuncio de la lluvia, directamente relacionado con los retoños que
Sandoval, 26
se abren desde la tierra. En ellos se encuentran los brotes de la Palabra que ilumina y disipa la
confusión, que sana y que da vitalidad al rito. Las primeras hojas del árbol no se recolectan
porque todavía no están suficientemente maduras, por lo tanto, no están completas y no tienen
el poder pleno de la coca. Las plantas sagradas deben ser cosechadas con sutileza, dedicación
YO COSECHO COCA
(Jiibe odïkue)
En mi huerto transluzco lo que soy:
Hombre-Huerto.
En mí han sembrado la Palabra.
No saco coca igual que zorra:
ella viene y coge rapidito
y se va a tomar agua.
Yo soy parsimonioso.
No saco coca igual que danta:
arranca, descuidada, y la deja caer,
la pisotea.
Si una hoja cae, la recojo
y también cada palabra en el mambeadero.
Voy llenando mi canasto.
Algún día rebosará:
sabré indagar los comienzos y el final;
haré que la gente nazca fuerte;
seré curador;
sabré el origen de las tribus
y cuál fue el destino de los brujos primordiales;
sabré el origen de los frutos, de sus bailes y adivinanzas;
podré asomarme para descubrir quién aparece en la distancia;
seré relámpago que ilumina;
seré el caudillo. (Las Hojas… 36 y 37).
En este poema y en esta fotografía se encuentra el punto culminante del crecimiento del árbol,
el proceso de cosecha cuando se procede a recolectar las hojas del poder. El poema inicia con
comunión con el árbol. El hombre mismo es el huerto, que debe limpiar, purificar, cuidar y
cosechar para alcanzar las sendas míticas de las plantas sagradas. Por esta conexión profunda
Sandoval, 27
con el árbol, el uitoto recoge con cuidado y parsimonia las hojas que serán tostadas,
convertidas en polvo y mezcladas con las cenizas del yarumo para formar el mambe (el
equilibrio de las fuerzas contenidas en estas plantas para alcanzar la infinitud nocturna de la
delicada forma como se deben desprender las hojas, es una de las muchas prescripciones
rituales en el manejo del Don de las Fuerzas.” (Las Hojas… 36). Urbina capta el momento
cuando las manos que han limpiado, sembrado y cuidado el árbol-libro, cosechan las hojas ya
en las manos indígenas se encuentra la figura del humano que teje, que crea, que traza en la
piedra; en las hojas de coca está el símbolo de las palabras míticas, cargadas de la profundidad
de la noche. Este contacto ritual, que manifiesta una comprensión visionaria del poder de las
plantas, se encuentra retratado en la fotografía que muestra los dedos tocando las hojas con la
mismo, el Hombre-Huerto va llenando su canasto de palabras para poder alcanzar los caminos
de la ensoñación durante la vigilia. Son infinitos los senderos que se deben recorrer con
respecto a la vida y a la planta ritual para alcanzar la plenitud de aquel que puede andar por el
soñar sin dormir, curar con el conocimiento e indagar en los orígenes. Poco a poco, se va
forjando la imagen del “Mambeador” (título del último poema-foto del libro), el sabedor que
invoca el poder para que su pueblo nazca con salud y fortaleza, que conoce el origen de las
comunidades y de “los brujos primordiales”, que narra los mitos con la fuerza de aquel que
mambea mejor. De forma similar, Fernando Urbina sigue el gesto propio del sabedor: enseña
con afecto las palabras del origen al nuevo aprendiz (el lector). El texto se convierte,
entonces, en un mambeadero que nos aproxima a los caminos del mito gracias al arte.
Sandoval, 28
arte y el mito a partir de la cultura uitoto. Los relatos de viaje, el arte rupestre, los estudios
antropológicos, las narraciones míticas y los poemas configuran la riqueza textual del libro al
incluir múltiples registros y enfoques. En él, Urbina recoge algunos fragmentos de las
historias antiguas sobre el hechicero que fue serpiente y águila, tanto en uitoto como en
texto con la imagen. El libro amplia la propuesta textual de Las Hojas del Poder, al incluir un
disco compacto con una grabación del Abuelo José García contando en uitoto un fragmento
del mito en su maloca, ubicada cerca del Takana, quebradón en las proximidades de Leticia,
enriquecimiento textual y visual del libro va más allá del formato editorial para adquirir una
dimensión sonora. La posibilidad de escuchar la voz del Abuelo narrando el mito en uitoto,
diálogo constante en la maloca, amplía la aproximación del lector a los sabedores indígenas.
Sandoval, 29
Así mismo, incluye la versión de otro narrador uitoto que cuenta en castellano la primera
Universidad Nacional, para permitirle al oyente experimentar la oralidad y la fluidez del mito.
Con el disco, Urbina recoge narraciones míticas realizadas por Sabedores uitotos y
muinanes. La faceta sonora del libro contiene los relatos orales en la viva voz de los Abuelos
y permite al lector escuchar otras variantes del mito. Es decir, la inclusión de las narraciones
del ritual en el mambeadero. Por ejemplo, en la grabación del relato narrado por el Abuelo
muinane José García, el oyente puede percibir la constante repetición de las últimas palabras
del Sabedor por parte del discípulo que lo escucha. Esta preceptiva ritual permite al iniciado
en los mitos (el aprendiz a quien se confía las historias de antigua) guardar los conocimientos
sonora permite comprender la aclaración fonética que hace Urbina sobre la letra ï. En
DÏÏJOMA, el filósofo la describe como “una vocal alta central o posterior no labializada.
Sonido entre la / e-i /” (13). En los libros del filósofo colombiano, el estudio filológico y
comprensión más completa del mito. Por esta razón, realiza un análisis minucioso de cuatro
términos uitoto (ïïgaï, bakakï, ikïno y rafue) en el “Proemio” de Dïïjoma, que es claro y
La polisemia y el complejo manejo que se les da a estos términos, como sucede con la
tradición oral y los mismos relatos míticos, no permiten que exista un único significado. Un
ejemplo claro de este ser plurívoco del mito en los uitoto, se encuentra en el vocablo rafue,
que junto a la significado de palabra esencial, pronunciada por los demiurgos creadores y
palabra mythopoíesis como traducción apropiada para este término uitoto, “por conjugar mito
y poesía. Poíesis: creación, palabra griega para referirse a aquellas obras que resultan de
haber puesto en juego toda la fuerza de su creador; de ahí que Tales el milesio hubiera
acuñado la fórmula “El ser más bello es el mundo porque es el poíema de Dios”.” (Dïïjoma,
20). En esta definición, se vuelve a encontrar la estrecha relación del mito y la poesía.
colombiano y amplían su interés en el mito de Dïïjoma. Por lo tanto, es común ver en el libro
De este modo, Urbina encuentra en la poesía la mejor forma de contar los mitos, de
jugarse toda la fuerza creadora y viva del mito en la palabra poética. Sin embargo, su
propuesta va más allá de sólo escribir poesía. Junto al verso aparecen las imágenes artísticas,
la prosa académica, la narración viva del abuelo y los relatos de viajes, forjando una
concepción de lo poético que va más allá de la escritura. Que recupera el mito, el ritual, la
fuerza vital en lo poético como imagen, escritura, vivencia y sonoridad. Es una poesía que
llega a un lector amazónico que sea visual y auditivo, probablemente analfabeto, a partir de
las imágenes, los símbolos y las palabras uitoto, y a un lector occidental que comprenda el
texto, las críticas y las referencias externas a la cultura indígena. El libro logra mantener viva
2
Los vínculos filosóficos, míticos y poéticos entre la cultura griega y la indígena, planteados por parte de
Urbina en los libros aquí estudiados, requieren otro espacio de reflexión para ser desarrollados con plenitud. Por
ahora, me limito a mencionarlos, pero en la bibliografía podrán encontrar diversos textos del autor que abordan
estas culturas y relaciones.
Sandoval, 31
idioma y en castellano, evidenciando las diversas vertientes narrativas que puede tener la
mitología (en el disco anexo que complementa este texto, se encuentran las grabaciones de las
tres narraciones). Esta diversidad de relatos, grabados y escritos, se conjuga con las fotos de
petroglifos encontrados por el autor a lo largo de sus viajes, vinculados con los mitos.
El escritor de Norte de Santander recrea los símbolos y los gestos del mito con la fotografía,
sonora. Al reunir arte, investigación y pensamiento, Urbina logra adentrarse en los senderos
del mito, en su complejidad y riqueza. Por ejemplo, el disco también contiene diseños de los
petroglifos encontrados por el filósofo pamplonés en su viaje a través el río Caquetá, para
complementar visualmente las historias de antigua recogidas de manera oral y escrita. Esta
filosóficamente sobre ella, abre la posibilidad para que el debate académico sea permeado por
la lengua y los símbolos nativos, para forjar una obra híbrida que se fundamenta en sus
permiten vincular su escritura con los relatos de los Abuelos, mantener el carácter simbólico y
poético del mito, recuperar elementos primordiales del ritual como la sonoridad y las
experiencias y conclusiones como aprendiz e investigador. Por esto, también es un libro vital
que describe el viaje de Urbina por el río Caquetá, acompañado del abuelo muinane y su hijo,
Junto a las voces de los indígenas, se encuentra la versión libre del escritor pamplonés
que conforma la parte literaria del libro. Sin embargo, la literatura está presente desde el
Sandoval, 32
Proemio, cuando Urbina narra sus caminatas con el abuelo José García y sus diálogos sobre
filósofo recita el soneto “Cantadora sencilla” de José Eustasio Rivera que hace parte de Tierra
de promisión (1921)3. Para introducir los versos, menciona a La vorágine (1924) como “la
novela que narra las atrocidades que cometió la Casa Arana contra los indígenas del
Amazonas” (16). Esta referencia literaria, que enriquece la narración al incluir los versos de
“Cantadora sencilla”, anuncia una lectura significativa de José Eustasio Rivera por parte
Urbina. La imagen que introduce el soneto es la siguiente: “A medio llenar los dos canastos,
la paz de ese momento, una paloma fue musitando su arrullo; era como si fuera trayendo la
noche, adormilando las frondas” (16). En el poema de Rivera, la paloma es una cantadora
sencilla de gran dolor, que con su canto triste de soledad “se pone a arrullar las montañas / y
canto triste como la elegía del sol en el ocaso. En el mito de Dïïjoma, también aparece la
paloma, que ayuda al hechicero a aprender a volar y que por él recibe el color bermejo de sus
patas. Así mismo, ambos escritores comparten varias imágenes, animales y ámbitos selváticos
propios del Amazonas. De todas maneras, los tratamientos son distintos y sus propósitos muy
distantes. Muchas son las diferencias que se encuentran entre la obra de Rivera, con una
mirada occidental y literaria de la selva amazónica, y la de Urbina, que procura hablar desde
admiración y la lectura de Rivera por parte de Urbina, aunque siempre con el pensamiento
3
La edición original de este libro de sonetos contenía la compenetración de la palabra y la imagen que está
presente en la obra de Urbina. Cada poema de Tierra de promisión está acompañado por un grabado de Sergio
Trujillo que representa los personajes y ambientes selváticos de los versos.
Sandoval, 33
crítico del autor de Las Hojas del Poder. Esta relación entre DÏÏJOMA y Tierra de promisión
El soneto de Rivera contiene profundas resonancias con los contenidos del mito
recogido por el fotógrafo colombiano. La imagen del río grávido (lleno, preñado) que rueda
por los ámbitos selváticos con audaz oleaje, se relaciona con el símbolo de la boa en el mito,
que (como agua) da origen a los ríos. Así mismo, aparece el águila de sonoro plumaje, que es
fuerte y salvaje, volando sobre el ocaso rojo. Estas imágenes también hacen parte del mito
uitoto: en la narración mítica se establece una relación ente el formidable gavilán antropófago
cortador de cabezas.” (Dïïjoma, 116). De esta forma, el poema de Rivera y el texto mítico-
literario de Urbina comparten imágenes que provienen de la selva y de los pueblos indígenas
de la Amazonia. Ambos escriben sobre un ser que ha sido río y águila, que es oscuro por los
dolores, fuerte como un trueno espumante, con un caudal ancho y profundo que finalmente se
purifica. El poema y el mito culminan con la redención, la estrella que bogará en las ondas o
el baile sagrado. Esta descripción del protagonista se vincula directamente con el siguiente
Me permití citar ampliamente este fragmento por su relevancia a la hora de resumir los
principales rasgos del libro. La presencia del hombre como ser capaz de conjugar las
profundidades y las alturas, de transmutarse en otros seres para cultivar fuerzas, que contiene
relato mítico que está vinculado con el tabú en la tradición oral uitoto, a otro que es la
vitalidad del vocablo que se realiza en la acción. Estos dos términos aluden a tipos distintos
“constituye una de las piezas maestras del inmenso acopio” (20) que el Abuelo José García
tenía guardado en su canasto de Sabedor: “él que era guía de su comunidad, sabio entre los
sabios, curandero muy respetado por las gentes de las naciones Muinane, Uitoto, Tikuna y
conocimiento, es una constante en el libro que Urbina dedica a este mito. El escritor
colombiano resalta dos contenidos primordiales de la historia antigua de Dïïjoma: el viaje del
acto chamánico a través de las profundidades de la serpiente y de las alturas del águila; junto a
la relación con las historias que cuentan el origen de la humanidad a partir de la sierpe
numerosos grabados rupestres que el fotógrafo colombiano encontró en el viaje que realizó el
13 de febrero de 1978 a la región del Araracuara en compañía del Abuelo José y su hijo
Octavio. Estos petroglifos que contienen formas relacionadas con el hombre, la serpiente y el
poema al mismo tiempo vanguardista y ancestral, por su forma de caligrama que remite a un
capturar más tarde con la ayuda de una rapaz, pues en ella reside el secreto de los nombres de
las naciones, sin el cual no se puede SER. Y para sintetizar lo dicho sobre la Serpiente
Ancestral, va el siguiente poema que brotó un día que me dejé invadir por la esencia de ese
formidable ser.” (41). Esta afirmación, devela el antropólogo-poeta que abre su escritura para
ser habitada por construcciones ajenas a su propia tradición, para dejarse permear e invadir
por lo indígena. Sin duda, como afirma el propio autor, el poema es una síntesis literaria de la
gran tradición mitológica sobre la sierpe en el Amazonas. Para lograrlo, rompe con la
Sandoval, 36
De esta forma, el poema adquiere una dimensión renovadora, que puede ser
rupturas formales y por dibujar con la palabra la imagen del poema. Sin embargo, hay muchas
distancias que salvar: la poesía visual de Urbina está profundamente ligada a los mitos
Abuelos Sabedores; mientras que el escritor vanguardista europeo tiene objetivos estéticos y
contextos concretos muy distintos. Más allá de plantear una equivalencia, se sugieren
resonancias y disonancias entre poesías visuales como los caligramas y los poemas míticos.
comunidad ancestral, de recuperar los símbolos míticos y de entrar en contacto con una
una reflexión contemporánea sobre la realidad del territorio y la sociedad que permea libros
Moderna y ancestral a la vez, la obra del artista colombiano posee un doble carácter
que busca complementarse para alcanzar una visión más honda y fuerte. La serpiente y el
adentrarse en los símbolos del pensamiento. Así, surge una poética profunda que convierte la
escritura alfabética en un proceso pictórico tan denso como el de los petroglifos. Mediante el
occidental de una simbología que está activa y en plenitud de energía. La conjugación de los
versos con la imagen (perfectamente comprensible para un amazónico iletrado) es una nueva
la mitología amazónica. Las letras trazan el cuerpo del río-culebra que abarca un sistema
Sandoval, 37
“Anaconda-espiral
con que se piensa el final y el origen.
Güío-árbol-de-los-alimentos,
sus hojas y semillas
procrearon
las copiosas estirpes de la selva.
Culebra-río,
cauce del tiempo
por donde fluyen todas las nostalgias.
Sierpe-canoa,
entre su oscuro vientre
–desde el lugar en que la luz se nombra–
navegaron los hombres primordiales.
Ofidio-palma,
donde reside el nombre de las gentes.
Víbora-palo-vibrador,
el que fecunda
el humus de la hembra y de los huertos.
Serpiente-maloca
para acunar la tribu
y encender la Palabra,
la que hombres y mujeres
harán amanecer en sus Obrajes.
Sandoval, 38
Boa-arco iris
y Boa-de-las-estrellas
donde divaga el alma de los muertos.
Anaconda-tambor,
su retumbar nos llama
a cantar y a bailar para ser Uno.” (42-43)
Este poema hace referencia a varios mitos, ritos y concepciones de los indígenas amazónicos,
alusiones a los siguientes relatos míticos: el del gran Árbol de los Alimentos que fue talado
por la humanidad para alcanzar sus frutos, y al caer fue el origen del Amazonas y su inmensa
ramazón de ríos; la serpiente madre que en sus múltiples viajes hasta el océano forjó los ríos
con el agua de su presencia; los relatos que narran la construcción del tambor sagrado
(Maguaré) y su relación con la fertilidad; los cuatro postes centrales de la maloca que
el cielo de los ancestros surgidos de la Gran Boa. Esta síntesis poética, que contiene
referencias a mitos que comparten varias tribus amazónicas (entre las que se incluyen los
uitotos y muinanes), alude a narraciones desarrolladas en otros libros suyos. De hecho, como
en la mitología, la obra de Urbina está tejida a través de hilos comunicantes que permiten
entrever una unidad. Con las imágenes, Urbina logra una apertura apropiada para que un
amazónico iletrado comprenda los símbolos gráficos que trazan los poemas y las fotografías.
con los Sabedores y las investigaciones realizadas por Urbina, mientras desarrolla una síntesis
varias culturas la preferida para representar la Sierpe Ancestral.” (29). El poema, escrito con
trazos pictóricos similares a los del arte rupestre amazónico, hace referencia al mito del origen
sierpe mientras las palabras recogen los diversos mitos. De esta forma, en el poema se ve el
Sandoval, 39
símbolo de la totalidad del cosmos, la serpiente como origen y fin, como árbol de los
alimentos, como procreadora de las estirpes de la selva, como río, canoa, fertilidad, maloca,
arco iris. El autor pamplonés, con la capacidad de la palabra mito-poética, logra contener los
símbolos originarios del cosmos y del baile sagrado. Precisamente, la forma del poema parece
un baile, un movimiento estético y significativo donde las palabras contienen el poder del rito
Petroglifos encontrados en las riberas del río Caquetá. Fernando Urbina, 1976.
La relación de la forma del poema con los grabados en piedra evidencia la integración de la
palabra poética y la imagen simbólica que realiza Urbina en su obra. De esta manera, se
aproximación artística a un universo mitológico y vital tan profundo como el uitoto. Las
muchos sentidos; por hacer un esfuerzo para crear obras híbridas a partir de la tradición
representación. Los numerosos grabados que Urbina encontró en las piedras a las orillas del
narración en cada página. Así, Urbina combina tres dimensiones principales de su obra en
Dïïjoma: sonido, imagen y texto. Como investigador y apasionado por el arte rupestre,
Fernando Urbina fotografió cientos de grabados que no estaban catalogados. Después de una
Sandoval, 40
minuciosa investigación, los estudió desde una perspectiva mítica y los contextualizó
En estos petroglifos se encuentra la Serpiente Ancestral, aquella que en su viaje cósmico dio
origen a los ríos y fue segmentándose para que de sus pedazos nacieran los pueblos. La gran
Boa se divide en cuatro fragmentos que componen las raíces de las tribus de la selva, los
representar la gran sierpe y la secuencia de imágenes que van tejiendo, como las palabras, la
narración mítica. Urbina desarrolla el mito a partir de poemas, fotografías y textos analíticos.
Con el estudio de los petroglifos, el escritor comienza a desplegar las historias de antigua
sobre la Anaconda Primigenia. Como parte del Proemio, describe la forma en que encontró
los grabados en piedra que fijaron su interés en el arte rupestre y en el mito de Dïïjoma:
Las partes siguientes del texto serán lecturas de los petroglifos a partir del marco
discursivo de la mitología uitoto. Con el fin de estudiar con respeto los grabados y
Abuelos. En una nota a pie de página, Urbina sintetiza la tradición mítica con
de-mafafa-roja). Ella cuenta que los petroglifos son los diseños originales, que
contienen el poder de los arquetipos, con los cuales los demiurgos fraguaron los
primeros seres. Poseyendo la yaroka4 del origen, las obras rupestres permitieron a los
seres plantarse en donde sólo existía la ausencia, por lo que son sumamente
peligrosas. El mito contado por el Sabedor describía al Padre Sol trazando formas
sobre el barro primordial con sus dedos de luz antes de cocinarlo y transmutarlo en
piedra. Por esto, “Los petroglifos son llamados Jitoma kuegai = “los escritos (trazos)
significación: la Gran Boa, como los demás seres, fue creada por el Padre Sol cuando
dibujó con sus dedos de luz el cuerpo de la sierpe en el barro y lo coció con su fuego.
Serpiente Origen. Para los uitoto, la boa está íntimamente relacionada con el agua, al
punto de considerarla fuente líquida que abrió camino a los ríos. Primero, la inmensa
sierpe, con su cuerpo unificado, inicia por las selvas, los montes y las tierras un largo
4
Palabra uitoto que significa fuerza o poder espiritual.
Sandoval, 42
camino de regreso. En su paso, deja trazados los rumbos de los grandes ríos y les
brinda las aguas de sus cauces. Además, la boa contiene dentro de sí la palabra
nominal, los nombres de los seres sin los cuales no pueden completar su existencia.
respecto existen múltiples versiones: una de ellas afirma que la boa se divide sola; en
en cuatro trozos que conforman los grandes ancestros de las tribus amazónicas. De su
FIGURA NO. 2
Petroglifo. Origen de la humanidad a partir de la Serpiente-Ancestral
Fernando Urbina, 2004.
El filósofo colombiano interpreta este grabado como “la representación del momento en que
la Gran Víbora se va segmentando y transformando para dar origen a los epónimos de los
cuatro grandes grupos humanos ancestrales” (Urbina, Dïïjoma, 31). Sin duda, Urbina tiene
una mirada estética a la hora de apreciar el arte rupestre, enriquecida por la mitología y la
fotografía y el pensamiento mítico, donde las múltiples voces de los abuelos sabedores
Dïïjoma, construye un gran relato a partir de un proceso poético tan hondo como los
Sandoval, 43
El petroglifo posee la simbología del origen de todos los hombres en la boa, pero
también podría ser relacionado con la gran figura humana que tiene en los hombros lo que
interpreto como alas. Así, el hombre originado en la boa y convertido en el águila, con la
presencia de la muerte (el hombre del pie derecho de la figura humana principal) recuerda el
mito del hechicero renacido en el baile, devorado por la boa que era él mismo y convertido en
águila sanguinaria. En la historia de antigua que narra las metamorfosis de Dïïjoma hechicero,
se encuentra el paso del bakakï al rafue, la transformación del relato mismo, que se relaciona
con el poder del hombre capaz de convertirse en serpiente y en águila. El mito comienza con
los actos prohibidos y culmina con el ritual del rafue, el amanecer de la palabra en el Baile-
de-yadiko. Como narración que ha incorporado diversos símbolos míticos y los ha reunido
alrededor de una sola historia (que es ella misma metamorfosis), el relato versa sobre el
chamán que instauró el ritual más importante para los uitoto. Esta trascendencia del mito en el
rito no sólo da fundamento sino que otorga un legado inmenso a los pueblos de la selva: el
universo: es la danza cósmica. <<Se vive para bailar y se baila para vivir como verdadera
Los orígenes míticos de este ritual en las historias de Dïïjoma son reveladores para
comprender sus rasgos y significaciones. Esta relación de mito y rito será decisiva en la
concepción artística está vinculada al rafue y sus dimensiones rituales. El arte logra despertar,
como el rito, las fuerzas de la palabra al convertirlas en obra. En este sentido, cada poema
tiene dimensiones rituales al encarnar en el acto poético los arquetipos y conocimientos del
mito. Precisamente, la poesía de Urbina dedicada a las culturas indígenas amazónicas recrea
Sandoval, 44
maloca, el bailar en comunión con los demás pueblos, el convertirse en animal mediante el
poder chamánico de las plantas. Otra característica vital de estos rituales es su relación directa
con el conocimiento. El mambear con el Abuelo implica sentarse a conocer los mitos, a
torneo del saber” (Urbina, Amazonia, 174) en el cual la comunidad se equilibra e invoca las
fuerzas del cosmos, al revivir las tradiciones míticas y rituales. Por lo tanto, es necesario
escritura, cuenta la historia de un Abuelo hechicero que buscaba los caminos de las aguas. La
“versión libre” le permite a Urbina crear su propio relato complementado por el arte y la
formación académica. Esta constante a lo largo del libro se evidencia desde el inicio de la
su fuerte raíz mitológica. El primer fragmento es complementado por notas al pie de página
que ayudan a contextualizar al lector que no está familiarizado con los héroes culturales
respecto al petroglifo que complementa el relato en verso, con los contornos de una serpiente
vehículo para conducir el pensamiento” (Urbina, Dïïjoma, 54). Este es el primer camino
serpiente. Antes del mito de Dïïjoma, se encuentra un preludio poético, una introducción que
* * *
sabedor amazónico. El inicio del relato mito-poético contiene una característica primordial en
alquímica para llegar a ser plenamente humanos. El estilo es simple, directamente relacionado
con las palabras que utilizaba Bigïdïma en su relato del mito en castellano. Y es profundo, al
diversas culturas. En once versos fuertemente significativos (que invocan la gente, el agua, los
importantes. Este preludio también anuncia un contexto mítico, al mencionar los orígenes del
baile en la fuerza de lo sembrado y al héroe cultural Kechatoma. Él, que hace pareja con su
medio hermano Jitoma (Sol) y cuyo otro nombre es Fizido Jïzuma (Huevo-de-picaflor), es
descrito como el pícaro. “Se caracteriza por ser tuerto, de donde viene su apodo. (…) Es por
esencia transgresor, cuya acción resulta indispensable para equilibrar a su prudente hermano,
que es quien establece límites. Su acción conjunta beneficia a la humanidad.” (55, nota al pie
Sandoval, 46
50). De esta manera, el estilo poético se acerca al relato oral de los Sabedores indígenas; al
mismo tiempo, Urbina ubica temporal y culturalmente el mito que va a narrar a continuación.
Con las notas, le permite al lector entrever la fuerte carga simbólica y semántica de esas
palabras. Así, el lector puede comprender que existirá una relación entre Kechatoma fiestero y
pícaro con Dïïjoma hechicero a partir del baile. Finalmente, la última nota (51) de la primera
Algunos Sabedores hacen primar a la Madre, otros –los más– al Padre. La mayor
coherencia en la seriación de la mitología se da en las versiones que radicalizan el
papel preeminente de la Madre. Algo tiene que ver el influjo del cristianismo en la
pérdida de investidura de la Progenitora; pero algo pervive en la figura de la Virgen
María, a quien el Abuelo invocaba con cierta frecuencia usando la expresión “Duce
María” (dulce). (55)
Urbina y Blanca de Corredor, una de sus estudiantes más destacadas, han escrito sobre la
Amazonia: naturaleza y cultura, el fotógrafo colombiano dedica un apartado a los mitos sobre
los orígenes femeninos del cosmos, la Madre pensamiento y agua. Sin embargo, en Dïïjoma
se mantendrá fiel al relato del Abuelo, quien dio primacía al Padre. Después de esta
contextualización mítica y cultural, inicia el relato sobre Dïïjoma hechicero. Al buscar los
caminos del agua, el brujo preparó la medicina para convertirse en boa; con el poder acuático
metamorfosis. El agua es un elemento esencial para los uitoto. Gran parte de sus mitos (que
incluyen diluvios y héroes acuáticos como Buinaima) ocurren en tres niveles primordiales: el
agua, la tierra y el cielo. La boa es el símbolo del agua, el hombre de la tierra y el águila del
cielo. Estos tres niveles se encontrarán en el mito de Dïïjoma, quien gracias a las plantas de
Sin embargo, Dïïjoma no cumple con “las dietas que se guardan cuando se trata con lo
fascinante: ¡No al ají! ¡No al dulce! ¡No a la mujer! Dïïjoma incumple cuando ya en su frente
se había formado el trazo de la sierpe. Y fue a la sombra del caimo y de la uva, en la mañana
Sandoval, 47
fresca entre la chagra: él y su mujer fecundan con su abrazo la tierra del plantío” (57). El
brujo se olvidó de las reglas que debe seguir para alcanzar el poder de los secretos, de las
comidas pesadas que debe evitar para alcanzar la transformación. Copuló con su mujer en la
chagra, como era costumbre, para fecundar el huerto y el vientre. A la chagra se regresaba a
parir, como cuando se cultivaban las cosechas. En este sentido, el amor tiene dimensiones
cósmicas y rituales. Al mismo tiempo que fecunda la mujer y la tierra, que simboliza la unión
de la gran dualidad masculina y femenina, debe ser evitado por los chamanes que están
buscando caminos sagrados porque implica un gasto de energía y de poder. En este mito se
encuentran las explicaciones de muchas visiones culturales de los uitoto, como la condena del
incesto y la infidelidad. De esta forma, el sexo y el amor siempre contienen una trascendencia
que puede tener connotaciones positivas o negativas, puede generar la vida de la procreación
Jitoma. En todo caso, cabe notar que desde el inicio del mito aparece la sexualidad como un
símbolo de su frente que ya estaba a punto de emprender el viaje entre las aguas. Las
variantes del mito cuentan diversas versiones sobre la forma como Dïïjoma atrapó a la
pequeña boa que surgió de su frente y que era él mismo: en la versión libre de Urbina basada
en la narración mítica realizada por el Abuelo José García, son las hijas quienes atrapan la
hermosa boa de muchos colores con un colador que le pidieron a su padre; en Las palabras
del origen, el relato del Abuelo Moisés Tejada (traducido por los Abuelos Eudocio Becerra y
Jitoma Zafiama) cuenta que es el propio Dïïjoma quien la logra capturar con una ollita. En
ambas versiones, se cuentan las dificultades y los múltiples intentos que tuvieron que realizar
5
Esta visión sobre lo sexual también se encuentra en otros mitos amazónicos como el del Yurupary. Un estudio
comparado podría surgir en este sentido para aclarar las complejidades y matices de la sexualidad en estos mitos.
Sandoval, 48
para lograr atrapar la serpiente que cayó de la frente del cacique hechicero. La hermosa boa
comienza a llenar de agua todos los recipientes donde la colocan, hasta que Dïïjoma hace un
charcoo para que viva allí. En esta imagen del mito, la serpiente que llena de agua su ambiente,
contiene un simbolismo
mo importante que será descrito en la versión libre de Urbina:
Boa-madre-del-agua.
Boa-hacedor-de
de-lagunas.
Boa-dueña-de-las-aguas.
aguas. (…)
La Boa-madre-de-las-aguas
aguas perfora la tierra;
abre túneles
y enlaza su laguna con los ríos inmensos.
Y en el silencio de los mundos de abajo
perfora y perfora. (Urbina, DÏÏJOMA, 61) Petroglifo hallado en el río Caquetá en 1976
La serpiente para las culturas amazónicas, e incluso para los sirianos del Vaupés, es el origen
de los ríos, las lagunas y los pueblos. Su forma en espiral es un símbolo fundamental en los
representada conn una línea curva continua, que usualmente es ondulada o espiral. Junto a esto,
el color azul que le otorga Urbina a la fotografía permite relacionarla directamente con el agua
cantidad de trazos esculpidos en las piedras cercanas a los ríos evidencia la importancia y la
constante referencia a la boa en la mitología amazónica. Por esto, Dïïjoma convoca el poder
mitologías americanas y africanas, es primordial en las sendas del chamán. La boa del mito de
Dïïjoma, que crece y crece, requiere mayor alimento del que alcanzan a pescar las hijas del
instaurando la forma correcta de extraerlo de la yuca (según aparece en Las palabras del
origen).
). La sierpe sólo recibe el alimento de la hija bonita de Dïïjoma, Nibakïeño. Poco a
Sandoval, 49
poco, la boa va probando la carne de la muchacha, empezando por los dedos, después por las
manos y los brazos. Dïïjoma orgulloso de la hermosa serpiente, invitó a las tribus a un baile
para que la admiraran y trajeran alimentos. De manera poética y ritual, se realiza la invitación
Después de reunida la gente, exigen ver la criatura prodigiosa. La hija fea de Dïïjoma,
Ekofaiyaño, la llamó para darle alimento al golpear el agua. La sierpe demora su retorno de
caminos profundos y lejanos. Cuando finalmente llega, al ver que es la hija fea quien le ofrece
el almidón, saca su lengua. Entonces, “la doncella se la agarra y la raja en dos. / Y desde ese
día viene eso de hablar con doblez: / hablamos bien y hablamos mal, mintiendo y difamando /
para luego alabar… y es una y la misma lengua la que habla” (66) El mito de Dïïjoma
elementos estructuradores de su cultura. Como bakakï, el inicio del mito cuenta tragedias y
errores que serán tabúes para los miembros de la comunidad y que traerán destrucción. Así
mismo, explica diversas características de los animales, los seres humanos y los poderes
naturales. En este sentido, el fragmento anterior del mito, de carácter etiológico, explica el
origen y la forma de la lengua de la serpiente, que se relaciona con la doble capacidad del
habla de los hombres (el bien y el mal). La explicación también adquirirá connotaciones
cósmicas y sociales. De esta forma, la boa relacionada con el agua dará origen a numerosos
hermana, Nibakïeño llama a la sierpe al golpear el agua. La boa devora el alimento y también
a la hija de Dïïjoma, para luego perderse entre el agua de la laguna. El hechicero aún no sabe
que es él mismo quien se ha comido a su hija. En este sentido, el bakakï sugiere una
prohibición del incesto que es primordial en la sociedad exogámica de los uitoto y muinane. A
partir de este acto trágico, se expande el terror en el baile que no alcanzó a comenzar. “No
alcanzaron / a recibir la cauana sagrada/ la bebida del huésped” (68). Estos fragmentos de
Dïïjoma contienen elementos simbólicos indispensables en los bailes rituales. Primero, Urbina
menciona las ofrendas (que determinan el tipo de baile que se va a realizar), luego el
mediante la palabra), la invitación con el ambil de tabaco sagrado y la “cauana” (una bebida
refrescante realizada con almidón de yuca y jugo de fruta que simboliza la alianza, la amistad
tradiciones en torno al baile. Sin embargo, en esta fase inicial, el baile se ve frustrado antes de
poder realizarse y por eso el final retomará la culminación de este rito truncado:
El terror se extiende
y desborda los límites del alma.
Es una maldición,
es un castigo.
Historia-de-castigo será ésta;
contará una desgracia,
un acto inicuo.
El agua se desborda
brotando incontenible
del Hueco-de-la-boa:
Boa-madre-de-las-aguas.
Boa-de-la-inundación-
Boa-de-la-destrucción.
Este fragmento de la versión libre de Urbina anuncia el tipo de narración mítica: las historias-
de-castigo (ïïgaï o bakakï) que cuentan actos fallidos que terminan con el aniquilamiento de
los protagonistas. Son cuentos que narran lo prohibido, lo que no debe ser imitado, los males
que ya fueron superados. En una nota al pie de página (61), Urbina realiza una explicación
olvida (las pone en obra) es el hechicero, el llamado aima entre los uitotos, especialistas en el
uso de plantas de poder distintas a la coca y al tabaco. Pero las historias negativas se pueden
Como hechicero, el aima conoce el poder del bejuco-anaconda y de la planta que permite
surcar los caminos del cielo. De hecho, para indagar la razón de la tragedia, Dïïjoma acude a
diversas plantas de poder: chupa el ambil-de-monte, toma el zumo del bejuco dedo-de-dios
(yajé o ayahuasca, unao en uitoto): “planta sagrada, / la que permite / ver entre sueños sin
estar dormido” (68). Sin embargo, enceguecido por su ira y soberbia, Dïïjoma no encontró
explicación. Así que lanzó su maldición sobre los ancianos que fueron al baile, la cual recayó
su relación con el aima, a diferencia de la relación con las plantas humanas en Las Hojas:
Dïïjoma,
indagando la causa,
usa las hojas del soñar despierto:
Tabaco-de-monte,
ambil de los brujos aliados del animal:
ukue,
el que nos sumerge
en los mundos coruscantes de la bestia:
¡No sirve!
Sólo el tabaco-de-la-gente,
Sandoval, 52
dïona,
el que nos dieron los Hacedores
para rescatar la humanidad
perdida por el diluvio de agua hirviendo;
sólo él da la respuesta. (Urbina, DÏÏJOMA, 69)
Con la fuerza de estas plantas, el hechicero recorre las sendas perdidas del silencio, para
dialogar con su hija devorada por la serpiente que es él mismo. Desde su vientre, pide
venganza y traza la estrategia para llevarla a cabo: Dïïjoma será devorado como su hija al
ofrecerle alimento a la boa y dentro de ella la herirá con un hacha pequeña. La sierpe siente
una inmensa sed después de tragar al brujo, y herida, inicia su extenso viaje cósmico hasta el
mar, tragando gente y canoas para ahogar a Dïïjoma hechicero. Mientras que el aima viajaba
por las aguas dentro del vientre de la boa, su esposa es a su vez devorada por otro, un
pretendiente que ha hecho su nido en la mentira y en la espera para sembrar el deseo. Después
del regreso del mar, cuando pasa por el Hueco-de-la-boa, Dïïjoma le corta el corazón y
retorna a su casa. Allí encuentra a su mujer embarazada con tanta vergüenza que no puede ni
hablarle. Su otra hija le dice al brujo que hagan fiesta para repartir la boa, la cual contenía el
origen de los nombres. “Las tribus aún no los tenían. / Ahora sí se nombran una a una” (79)
dependiendo de donde se encontraban cuando pasó la boa. “Así, así, / terminaron de nombrar
todos los ríos, / todas las quebradas, / todos los lugares, / todos los pueblos” (79).
palabra nominadora de las etnias y simboliza la igualdad entre ellas. Como Dïïjoma, el
cortador, repartió trozos iguales a todas las tribus, cada cual tiene su nombre y posee su parte
equitativa en el legado de la gran serpiente. A continuación, para dar una imagen mítica y
a los boras, los mirañas, los andokes, los kokamas, los tikunas; entre estos, alude a
etc. Este fragmento de la narración mítica culmina con la afirmación de la igualdad humana
en la repartición de la sierpe nominal: “Alcanza para todos: / a cada jefe un trozo de la Boa-
de-los-nombres, / idéntica porción / para que todos los pueblos se sientan como iguales” (80).
igualdad que deben ser consolidadas en un ritual de unión. Por lo tanto, del centro de la boa
que Dïïjoma deja intacto, se forja el Maguaré (instrumento musical que hace parte primordial
clasificado por Urbina, es considerado como la unión de un macho y una hembra, por lo que
ambos tambores son puestos en la misma posición de altura por un lado y cercanía al piso por
el otro, mediante un soporte de madera. Cada tambor (hembra y macho) es labrado en una
sola pieza, en un tronco de madera que es tallado desde adentro. Como las canoas, son
construidos mediante un proceso lento de quemar la madera e irla raspando para dar forma y
para crear el hueco resonante. Este procedimiento para elaborar el maguaré se relaciona
directamente con la forma como Dïïjoma mató a la serpiente, al irla hiriendo desde adentro.
De forma similar a como el cortador labró desde el vientre de la boa su salida, así mismo el
maguaré es labrado. Con él, nace un nuevo baile de unión, una danza que convoca opuestos,
que reúne dualidades y mantiene intacto el centro de la serpiente para no cometer injusticias:
Los tambores que unifican, que divinizan después de la repartición de los nombres, son
muinanes sobre el origen mítico y la hechura del maguaré (2000). Por ahora, es importante
resaltar que los tambores para invocar y comunicar dan sentido y fundamento a la danza
pueblos. De gran tamaño, con un hueco de resonancia que forma dos aperturas mayores en los
extremos, y luego una línea delgada que los une, el maguaré resuena de manera telúrica y es
Sandoval, 55
interpretado con mazos de caucho. Un tambor es más grande que el otro, lo cual determina los
sexos y sus disposiciones. Suspendidos por una estructura, hacen parte primordial de la
maloca. Para finalizar esta primera parte dedicada a la serpiente, el autor anuncia las infinitas
continuaciones del mito, pues, como los trozos de la boa, las historias forman una inmensa
cadena de conocimiento. Sin embargo, al final, el Abuelo realiza una reflexión sobre el
prepara para las fiestas y donde los blancos se interesan por las historias del sabedor más que
Abuelo y en la obra de Urbina, que denuncia una pérdida trágica de la memoria a la vez que
reclama una mirada de respeto y admiración a los saberes ancestrales. Aquí también se
evidencia el carácter renovador del mito, que se hace siempre presente al unir los tiempos más
antiguos con los actuales y los futuros. En este sentido, y en la danza del bakakï al rafue, la
estructura del relato de Dïïjoma traza la forma de la espiral. Como vimos, la historia mítica
comienza y termina con la mención del baile, pues inicia con el dios Kechatoma, bailador
jocoso y pícaro, para finalizar con el nacimiento de los nombres y los tambores sagrados. Pero
aún no hemos llegado a la instauración de las danzas rituales como la del yadiko, cuyos
orígenes son contados en la segunda parte, “la venganza de Dïïjoma hechicero” (82).
Después del rafue alcanzado con el maguaré, la obra que amanece la palabra mítica,
siguiendo los contornos espirales del sendero, volvemos al bakakï. Este continuo oscilar entre
de los símbolos culturales y rituales más importantes para los uitotos y muinanes. Así es como
se teje la gran madeja mitológica que es hilada por la palabra y el rito. Con su movimiento de
serpiente, porque en Urbina la palabra danza, el relato de Dïïjoma logra hilar diversos mitos,
segunda parte de la versión libre del filósofo, contiene una narración más tensa y violenta,
Sandoval, 56
Como el petroglifo o la danza, el mito vuelve a dar la vuelta y muestra a Dïïjoma buscando
culpables por su engaño, transgrediendo los límites y cayendo en lo prohibido. Culpa a los
repartidor, había recogido yuca del vientre de la gran boa. Con ella, formó un huevo de
almidón y lo sembró con los esquejes de la planta, de donde nace la gran ceiba, “yuca-de-
antigua” (86). El brujo trenza un nido entre las ramas del árbol que crecía gigante, para
depositar el huevo de la nueva criatura, hecho de almidón de yuca. Esta relación con las
plantas y el origen de la gran ceiba, muestra que el mito alude a todas las dimensiones de la
vida humana, explica los seres naturales y la inmensidad cósmica. Los actos de Dïïjoma, sean
negativos o positivos, van dando fundamento mítico a muchos aspectos entrañables para los
Abuelos uitotos y muinanes. Otras plantas poderosas del aima, también relacionada con los
animales, aparecen en la narración: la palma yayorï y el helecho yary. Su parecido con las
plumas tendrá un poder decisivo, no cuando intentó volar con ellas, sino cuando la paloma le
revela sus secretos a Dïïjoma hechicero, indicándole cómo construir sus alas.
Y comienza a soñar con el vuelo, con las alturas, con los cielos. Para buscar los
vengador los viejos le enseñaron / el arte de las trampas. / En el huerto las arma mientras
sueña / el sueño de las alas y del aire. / Y apresó a la paloma quien lo increpa” (88). Esta parte
Sandoval, 57
del mito del hechicero explica el color de las patas de la paloma. El brujo le pide que le
enseñe los secretos del vuelo, y para pagarle, pinta sus patas de rojo con el achiote que tiene
alturas. Con el pegante blando de las semillas de ukuye y con las hojas-plumas, la paloma le
hace una camisa que le permite presagiar las alturas y que debe esconder de los demás.
chagra y la madre le traerá las sobras de yuca picadas como alimento. La paloma le enseña al
aima los cantos del aire, le implanta progresivamente hojas de coca (plumas cortas), de yuca
(alimento base) y de tabaco (pluma fuerte que permite vuelo) a sus alas que van adquiriendo
poder. Esta vez, Dïïjoma sí cumplió las dietas necesarias para tratar con lo sagrado, para estar
liviano cuando emprenda la búsqueda de los cielos. También, realiza el ritual descrito en Las
Hojas del Poder: “recoger las cortezas con que luego / prepara sal-de-monte, / arrancar las
hojas frescas de la coca / y recoger las hojas secas del yarumo, / alimentos rituales necesarios
/ para quien recorre los senderos del viento; / chamán que entre su rito transita / los caminos
ambiguos.” (2004, 93). El aima aprendiz de la paloma hila los saberes de las distancias y las
lejanías, prueba el sabor del aire más alto con el tabaco. Esta planta sagrada es relacionada
con el vuelo y, al igual que la coca, es considerada un enteógeno que permite entrever los
senderos del sueño, los viajes más altos donde se es sólo viento.
la coca y el tabaco, el hechicero logra volar y llegar a la cima de la ceiba inmensa. Allí él
modela un huevo con almidón de yuca, lo pinta y lo empolla, para que nazca un poderoso
gavilán que será parte crucial de su venganza. “Hasta que al fin, cuando la luna fue sólo un
arco tenso, / del huevo fue saliendo el aguilucho. / Y empieza su canción: / la canción del
hambre.” (96). Rïanuikï, Dïïjoma-águila, alimenta a su cría con carne humana, con familiares
sangrienta del aima que vuela convertido en rapaz de las selvas. La mujer infiel, al perder al
héroe cultural uitoto relacionado con el agua. Su presencia en la narración mítica será la que
re-establezca el orden, la armonía y la que instaure los bailes sagrados al repartir la planta de
yuca entre sus hijos. El Sabedor, después de indagar los sueños profundos de la sabiduría con
la ayahuasca, afirmó que es Noinuikï, la esposa infiel de Dïïjoma, la causante del mal que
antropófaga es terminada por el bebedor de yajé, Arïde Noinui Buinaima, quien descifra el
secreto del nido y el huevo. Cuando Dïïjoma caníbal fue a buscar presa en otras tribus,
tiende trampas y el gavilán clama por su hijo, desconfía y se angustia. Finalmente, “le piden
ave que llamamos tijereta” (106). Este fragmento tiene una doble referencia dentro del mito,
alude a los muinanes como los indígenas que por su ubicación geográfica introdujeron los
artefactos occidentales a diversas culturas indígenas del Amazonas más alejadas de los
Dïïjoma introduce su pata en la maloca, engañado por los hombres, y allí la cortan con
la tijera. El gavilán comegente huye llorando a buscar un remedio, mientras que los humanos
“para rememorar la hazaña, / encima del maguaré cuelgan la garra. / La pata y el tambor
quedan muy juntos: / gavilán y serpiente. / Así, / los hombres del mañana / sabrán de la
aventura del gran Dïïjoma, / hacedor de maldades y vindictas.” (107). De esta forma, el mito
unifica las dualidades del cosmos, el bakakï y el rafue, las profundidades y las alturas.
Conforma un movimiento espiral que culmina con la instauración de los bailes rituales y
queda abierto para los tiempos venideros. La danza es el fundamento del mito de Dïïjoma. Su
viaje por las alturas y las profundidades dejaron como legado dos elementos primordiales en
el Baile-de-yadiko: el maguaré y la garra de la arpía sobre él. Esta simbología también alude
al mito de la gran águila que capturó a la boa y la destrozó, repartiéndola por las selvas.
original, almidón de yuca, y cuando desarman con la palabra al temible Rïanuikï comegente:
–Y ahora,
¿qué es lo que pretenden?
¿Qué traman en mi contra?
–Nada.
Nada.
Ven a tomar cauana, Petroglifo del río Caquetá que
bebida de alianza; representa al chamán y su
ven a chupar ambil, relación con la boa y el águila.
alimento que humana;
ven a tomar la chicha de los bailes. (Urbina, Dïïjoma, 110)
Sandoval, 60
El conjuro de Buinaima logra amansar al águila antropófaga y darle otra caza, otro alimento
distinto a la carne humana. Además, la furia de Dïïjoma se convierte en palabra buena que
aconseja y que establece el ritual más importante: “–Con ese almidón / deben celebrar el
baile; / deben construir maloca nuevamente, / y no lo gasten todo / hasta labrar el palo del
yadiko, / para la fiesta solemne que remate el ciclo de esta ruta tan poblada / de rabias y de
engaños / de fracasos y castigos.” (111). Pero, como la serpiente, el águila debe morir, debe
ser cazada para culminar su camino de bakakï y dar paso a la danza del rafue. Los últimos
momentos de la segunda parte narran cómo los hijos de Buinaima flechan a la majestuosa
arpía, cuyo cuerpo es necesario para iniciar el baile. El final traza otra enseñanza del mito de
Dïïjoma para aquel que lo recibe en su canasto: “Si se inicia un camino violento / la violencia
El “Epílogo” del libro contiene el relato agónico de Dïïjoma águila que reparte ahora
su propio cuerpo para el rito. De sus plumones, sus huesos y sus plumas se tejen coronas, se
construyen flautas, se hacen motas para cubrir el cuerpo. De ella, como de la boa, surgen los
raa, las cosas de poder del brujo, entre las que se incluye la palabra mítica. Estos atuendos,
adornos e instrumentos, vitales para el hechicero, serán partes indispensables en la gran fiesta
principal, la danza del palo cimbrador, el Baile-de-yadiko. Así, Arïde Noinui Buinaima, al
repartir la primera yuca que estableció los cuatro bailes sagrados, entre estos el mencionado,
sería el gran detentor de esta tradición. Para los uitotos y muinanes, el baile es una fiesta
ceremonial, un concurso del saber, una unificación de los pueblos con el cosmos, un ritual de
memoria mítica y una institución primordial. Sus culturas, como el mito de Dïïjoma, se
fundamentan en la danza. El yadiko es el baile más pesado, el que tiene más poder e implica
mayor conocimiento porque convoca las fuerzas de la boa y el águila, como los petroglifos
del chamán, con los símbolos de la sierpe en su parte inferior y la corona de plumas de
fragmentación que dio nombre y origen a los pueblos, los ríos y los mitos. El Yadiko es un
tambor construido con un solo tronco, labrado de manera similar al maguaré. Junto a éste,
también es símbolo de unidad entre las etnias amazónicas. Se toca con los pies mientras se
danza para hacerlo cimbrear contra la tierra. Así se constituye el gran ritual de los uitotos y
ceremonias y danzas. La fiesta se prepara con gran anticipación, contando los mitos y
educa con los ritos y la mitología. La conciencia del poder y de la totalización del baile se
carrera vital de Buinaima, el héroe mítico que instauró el Baile del Yadiko al conservar para
sí el tronco de la yuca con que realizó la repartición de las danzas, los libros de Urbina dan
maguaré, tallado desde adentro, procuran narrar desde la visión uitoto y muinane, desde los
símbolos y concepciones propios de sus culturas, los mitos primordiales sin adoptar una
posición académica occidental. Urbina logra borrar las fronteras entre lo antropológico o
etnográfico y lo poético-vital para acercarse a las comunidades indígenas. Por esto el arte,
para ser baile y tambor mítico, para hacer obras las palabras fuertes, para mantener vivo el
mito y el ritual. Como la danza de Dïïjoma, que contiene el paso del bakakï al rafue, la poesía
de Urbina busca una apuesta estética donde la escritura tenga la vitalidad de la mitología y
renazca en el rito.
Sandoval, 62
En la sombra
el Abuelo nos dijo La Palabra,
la que otra noche oyó del más anciano Abuelo José García
cuyos años lo hacían casi origen. Fernando Urbina
Y el otro
el que empuñó cinceles que cantaban
talló su sueño entre la piedra antigua
para durar
más allá de todos los silencios.”
F. U. R.
cultura, el escritor colombiano logra construir una correspondencia entre las dimensiones
encuentra cómo tejer la palabra y la imagen mítica para cosechar sus fuerzas plenamente, para
comprender la mitología como un gran canasto, una gran maloca: una totalización ritual y
sapiencial del universo. La visión integradora de los libros de Fernando Urbina permite que
las palabras y las imágenes confluyan para amanecer las fuerzas del mito. En el poema citado
como epígrafe, el fotógrafo colombiano sintetiza esta correlación entre los dos elementos de
la cultura indígena que más se destacan en Amazonia: las tradiciones orales y artísticas. Los
mitos y los petroglifos aparecen en sus versos como símbolos que contienen el poder de los
orígenes, el conocimiento de los secretos. La primera parte del poema hace referencia al rito
del mambeadero, presente en Las Hojas del Poder, y la segunda al arte rupestre que aparece
sólo a la cultura, la historia, la mitología amazónica, sino que le permite ver, apreciar el arte
imágenes y nuevos textos que permiten aproximarnos con mayor propiedad a la obra artística
La palabra del origen, pronunciada en la noche, y la imagen que canta más allá del
silencio, contienen la fuerza del rafue amanecido en obra. Como en el mito de la creación a
partir del arte rupestre (cuando el Sol trazó en las piedras las formas esenciales de los seres,
los arquetipos de la vida, y les brindó su luz para que fueran creados), la palabra, si es
poderosa, debe ser amanecida en la obra. El poder que cada una entraña invoca una fuerza,
imagen exige un respeto que debe materializar sus invocaciones, que debe amanecer sus
la fuerza que invocó mediante la palabra, las plantas y los ritos de poder. Los petroglifos y los
mitos poseen un poder cósmico que invoca las fuerzas, las transformaciones y los senderos
rituales para convocar poderes que deben ser llevados a cabo con el fin de dar a luz su
memoria y la vida cotidiana de la tribu. Su poder reside en los mitos, en la palabra poética y
simbólica que llena de significado la existencia y los seres. Las palabras de antigua, aquellas
hojas de coca ancestrales que habitan los canastos de los Abuelos Sabedores, son el
conocimiento que libera, defiende, protege, invoca y enseña a vivir de la mejor manera, a
comprender el universo de la forma más completa. El Sabedor, dueño y convocador del rafue
(como palabra y baile), es aquel que posee el contexto mítico para desentrañar los secretos de
los petroglifos. El arte rupestre, en su aparente simplicidad, tiene una frondosa connotación
mítica, vital, cósmica y estética. Los petroglifos logran ser parte de la naturaleza, son un arte
que se inscribe en la gran obra creada por la divinidad. Es decir, los grabados en piedra se
convierten en parte de la selva, en los símbolos mismos que son los ríos, los árboles, los
Sandoval, 64
animales, los humanos y los astros. Es una concepción cósmica del arte visual, porque cada
piedra ha sido escogida, ha sido trazada con el canto del cincel que respeta su forma, su
relieve, su relación con la selva. El petroglifo se inscribe como parte del cosmos, pero a la vez
como símbolo que contiene los arquetipos del universo, los secretos de la realidad: los
orígenes. Por lo anterior, Urbina busca interpretar los petroglifos a partir de los mitos, de la
Junto a la espiral que simboliza el origen y la infinitud del universo, una de las
del Hombre Sentado. Esta imagen es definitiva en la concepción ritual de los uitotos y
muinanes. Al igual que los ritos, las palabras y los petroglifos son totalizaciones, formas de
ser parte de la gran unidad, de comprender el todo a partir de la vida misma. El Hombre
noche con las plantas poderosas y las palabras de antigua. “Con esto se hace referencia al
hecho de sentarse en su banco ritual a transmitir las Palabras. En los grabados rupestres es
muy común esta representación” (1986, 29). Esta imagen del Hombre Sentado en el libro de
Urbina no sólo se da gracias al arte rupestre, sino también a la fotografía. Gracias a ella, el
escritor logra captar para el lector la postura del Abuelo en el rito, pero sobre todo, sus gestos
al recordar las palabras de antigua. Como se evidencia en la foto del abuelo José García, la
gestualidad del dueño de la palabra es un aspecto tan importante como la palabra misma. El
gesto se convierte entonces en otra manifestación ritual cuando se recorren los senderos del
mito, son tan dicientes y significativos como las historias ancestrales, los grabados en piedra
De esta forma, a partir de las fotografías del arte rupestre y de los abuelos, Urbina
configura la imagen del hombre sentado, también estudiada por antropólogos como Roberto
Sandoval, 65
Pineda. Ambos académicos han escrito sobre la ritualidad y la significación que tiene el
sentarse para las comunidades indígenas del Amazonas. Por su relación con el mito, el
del canasto para recibir las palabras de vida, los conocimientos que enseñan a vivir bien y que
educación ritual de la maloca, y ésta es la posición, tanto poética como política, asumida por
Urbina como artista: su obra escrita y fotográfica son canastos que han recibido los saberes
crítica al Estado con respecto a su relación con las comunidades aborígenes y la denuncia del
genocidio sufrido por siglos en las selvas amazónicas. Su compromiso social y político, en el
sentido más amplio, con las culturas nativas de América se evidencia en poemas como El
tesoros y se hartaron de sangre. (…) Y después de profanar miles de tumbas / Y de vagar por
todos los confines / Sin poder sosegar su ansia infinita, / Murió ignorando / Que Eldorado
más grande estaba hecho / Con el saber profundo de los pueblos.” (Urbina, 1989)
imagen. El arte le permitió acercarse a la vitalidad del mito, al conocimiento de los orígenes, a
para la prosa antropológica. Por lo tanto, es en la parte artística donde se revitaliza el estudio
Amazonia. En este sentido, el arte vuelve a estar ligado al mito y al rito. Como amanecer
siempre implica una renovación, así mismo, la obra de Urbina es una metamorfosis del mito
en el poema, en la foto. De la misma forma que el abuelo se alimenta del poder de las plantas
sagradas para iniciar sus viajes por lo trascendente, el filósofo colombiano convoca las
fuerzas del mito y la cultura indígena para engrandecer el cauce de su obra artística:
HOMBRE-TIGRE
convertir un bakakï (relato de una historia negativa y prohibida) en un rafue (la palabra
cargada de vida que amanece en el baile), el poema se transforma en rito, tiene la capacidad
de ser la metamorfosis: conocer todas las esencias y todos los ámbitos para recuperarse más
engrandecido. El arte de Urbina bebe y fuma el conocimiento del mito, recuerda y se ciñe la
poder de las plantas y las palabras sagradas, la poesía y la fotografía le permiten a Urbina
hacer una obra mítica que alimenta todas las fuerzas convocadas por sus libros con la creación
artística. Así, el arte retorna al ritual: “Pero hay otros caminos para totalizar. Uno de ellos,
cuerpo y pensamiento. Por eso todo Rito es, en el fondo, danza” (1986, 160). Para Urbina, el
rito implica una obra, una actuación que encarna el ser que se invoca y que anula las
distancias para retraer los orígenes, para establecer armonías. En este sentido, su concepción
del arte tiene legados de los rituales amazónicos. Su obra artística contiene la visión
integradora y la renovación del rito, que encarna los mitos y retrotrae al presente los símbolos
de los orígenes. De esta forma, su obra complementa el juego dinámico y ágil de la poesía con
la prosa antropológica, la posición política y poética del Hombre Sentado (como aprendiz que
respeta el conocimiento ancestral y que resuelve sus conflictos a partir de la sabiduría mítica y
La relación ancestral del arte con la mitología y los rituales, presente en la obra de
Urbina, amanece los conocimientos adquiridos, como lo hace la danza cósmica y el torneo del
saber en los bailes sagrados. Las palabras y las fotografías de Urbina, similar a las uñas
en el rito. Como Dïïjoma que logra sintetizar su gran transformación en el baile del yadiko
antes de morir; el arte ritual de estos libros configura una totalidad simbólica que puede ser
alcanzada en un poema como Síntesis. Este breve texto poético resume la gran fuerza
ancestral de la selva y la relación del sabedor con ella. Alude a la palabra y el silencio de Las
Sandoval, 68
Hojas del Poder, la transformación chamánica de Dïïjoma y al gran río de la Amazonia. Con
el poder mítico-ritual que adquiere el arte en la obra de Urbina, la palabra adquiere una
frondosidad simbólica y el caudal vital del rito. Por ser el primer poema del libro, anuncia los
SÍNTESIS
Mi corona de plumas...
Yo, Gavilán que en lo alto
Voy bebiendo la fuerza de los Soles
Para hundirme en mí mismo,
Para ser Yo mismo:
Ala del día, Sierpe de la Noche.
... Río Amazonas:
Serpiente que se arrastra en sus meandros Petroglifo del Hombre-águila-serpiente
Coronada de Selvas. (1986, 104) Fernando Urbina, 1976.
Dïïjoma, sus imágenes evocan la reunión del cosmos en el verdadero hombre capaz de
conocer las alturas y las profundidades en sí mismo. Aquel que posee la palabra y el silencio,
la coca y el yarumo, el agua y el aire. Es el viajero de los sueños, el abuelo que descifra las
voces tejidas durante la noche para sanar y proteger a la comunidad. Es el ser capaz de
permiten conocer los secretos de la naturaleza. En él se unen los mundos, se comunican las
fuerzas. Es el hombre del conocimiento, del poder, benéfico o dañino, que dialoga con los
seres del cosmos. Es el vidente de lo trascendente, que percibe las vibraciones de los cuerpos,
de los espíritus. Como indagador constante, cuestiona y conjura, es el sabedor de las plantas
ancestrales que se encarnan en su cuerpo. A su vez, es el conocedor de los mitos, los rituales y
las selvas. Sobre todo, es el totalizador capaz de propiciar el equilibrio, de invocar las fuerzas.
Después de su viaje simbólico que totaliza la realidad con la palabra y el silencio, con la
síntesis de sus visiones, retorna a sí mismo engrandecido, más sabio y fuerte, más poderoso.
Su conocimiento activo que se forja a partir del contacto directo con las fuerzas naturales le
permite aunar dentro de sí, convocar en su interior, alcanzar el equilibrio que permite sanar y
estar sano. Para fraguar la salud, restablece los ritmos primordiales de la vida. Así amanece su
oscuridad dentro de la maloca. La última parte de Síntesis invoca estos aspectos tan vitales del
libro y de las culturas amazónicas. El río Amazonas posee una gran corona de mitos, entre los
que se incluye el del Árbol de los alimentos y la Sierpe del Origen. El primero, relatado en
Amazonia, concibe el origen del caudaloso río y su entramado de afluentes a partir de la caída
del gigantesco Palo de la Abundancia (Moniya Amena), hijo de la espuma, fecunda cópula del
agua y la tierra. Su derrumbamiento fue provocado por los hombres, quienes lo tumbaron para
alcanzar sus frutos de los cuales se alimentaban. Al caer, el tronco inmenso se convirtió en el
Iyigi Imani: “Cayó Moniya Amena por tierra. Todas las frutas fueron recogidas. Las yucas
caídas en el agua también las recogieron pero estaban podridas; con eso prepararon casabe. Al
Sandoval, 70
fin el tal Moniya Amena quedó convertido en un inmenso río que llamamos Iyigi Imani o
Jitibimani o Río Negro. La gente no volvió a padecer hambre.” (1986, 70). Urbina recupera el
nombre indígena del Amazonas, Iyigi Imani, buscando que el español mantenga la fuerza del
uitoto, en un ejercicio de traducción que respeta las palabras indígenas y las cadencias de los
cantos rituales. Esta explicación mítica del origen del gran río y su cabellera de maniguas, la
conexión con sus afluentes y su fecundidad se relaciona con el nacimiento de las aguas
fluviales a partir de la Sierpe Primigenia. Ella es la que trazó los caminos acuáticos a los ríos.
que contiene los pilares del mundo amazónico. La cantidad y la calidad de las imágenes hace
chamánico, es totalizador. El canasto como símbolo del cosmos, del hombre en su posición
ritual en el mambeadero y del libro que contiene las palabras fuertes que amanecen en las
imágenes, es una metáfora que permite comprender la poética de Urbina. Su obra teje un
universo simbólico, ecológico y cultural a partir del poder de la escritura mítica, poética,
vinculada al canasto dentro del ritual de la recolección de las hojas de coca, en él se guardan
las palabras que germinan en el ámbito sagrado de la maloca. Así mismo, en el libro de
Urbina se encuentran las palabras fuertes, los símbolos visuales y los contextos culturales que
Cada encuentro con Amazonia posee la fecundidad del caudaloso río y su frondosa
corona de selvas. Como el hombre sentado amanece las hojas de coca y el yarumo en el rito,
el lector da vida a las palabras y las imágenes cuando adopta la posición de aprendiz, cuando
sde convierte él mismo en Hombre Sentado que abre su canasto para recibir el rafue. El libro
se debe leer con cuidado para adentrarse en los senderos míticos que contiene. En sus palabras
se escuchan las voces de los Abuelos, en sus imágenes los trazos primordiales que dieron
origen a la vida. Como el Árbol de la Abundancia, como las amplias aguas del Amazonas, el
libro posee profundidades inabarcables en este breve espacio. Para concluir, retomaré estos
elementos en la figura del mambeador, el mismo Hombre Sentado, viajero de los sueños,
caminador de mitos que reúne la palabra y el silencio, como Urbina la escritura y la fotografía
Conclusión.
Con la mezcla
la vibración primera
se suaviza y humana.
Revolviendo Sonido y Silencio
se encuentra, meditando,
la Palabra más justa.
Así:
coca y ceniza.
Mujer y hombre.
Abajo y arriba.
Águila y serpiente.
Crudo y cocido.
Izquierda y derecha.
Sonido y silencio…
y la Palabra hecha de Sonido y Silencio.”
Fernando Urbina. “En la totuma –jiibiko–, confeccionada con el
fruto del arbusto del mismo nombre –yezerai–
(Crascentia cujete L.), se mezclan las hojas del
yarumo con la coca recién pilada.” (1992, 44).
retrotrae las historias antiguas, soñando en vigilia con el poder de las plantas sagradas. Al
recorrer los senderos míticos de Las Hojas del Poder, el lector se sienta para leer
en el proceso de preparar el mambe que dará vida a las palabras míticas en la noche. Como el
abuelo en la maloca, Fernando Urbina mezcla la coca de la creación artística, como palabra
Sandoval, 73
Los poemas-fotos del libro dedicado al ritual nocturno en la maloca transmiten las
reglas rituales que deben respetarse para obtener de forma apropiada el yarumo y la coca, con
el fin de formar el mambe. En los versos y las imágenes, se encuentra la concepción del
yarumo (en otras tribus es el tabaco) como apaciguador del poder de la coca, pero sobre todo,
como hoja de la mezcla y de los presagios. Las hojas del yarumo, convertidas en cenizas,
permiten asimilar mejor y complementar las fuerzas contenidas en la coca. Así mismo, poema
y fotografía se unen en la mezcla que permite captar mejor el poder mítico y simbólico del
proceso ritual realizado en el mambeadero. A partir de este equilibrio primordial, que alude
de hojas secas de yarumo (Kiraiporo), que después de recolectadas y unidas con fibras
vegetales, son convertidas en cenizas. Junto a él, aparece el polvo finísimo de las hojas de
coca (Jiibe). Este complemento simbólico permite comprender la relación entre mito y arte,
pensamiento indígena y occidental, poesía y fotografía, a la vez que transmite una visión
cosmogónica en donde siempre se busca el equilibrio entre las fuerzas. El mambe, la mezcla
del polvo verde obtenido de pilar las hojas tostadas de coca con las cenizas del yarumo,
su saber, el “Rafue Universal”. Este sabedor poderoso, cuyas características hemos descrito
anteriormente, es el que integra un conocimiento general, que indaga en sus viajes y que va de
un sabedor a otro. Por lo tanto, la figura del Hombre Sentado se complementa con la
fuerte y vital. Capaz de soñar en la vigilia, de conocer y curar, el nïmairama logra superar las
del sueño propia de los Uitoto, con un breve panorama sobre la tradición artística occidental,
enfatizando en las nociones oníricas de mitos griegos, de poetas del Romanticismo y del
cuento Las ruinas circulares de Jorge Luis Borges. Su primera reflexión se centra sobre el
movimiento romántico:
En esta cita es evidente el diálogo que Urbina establece con el arte y el pensamiento
occidental al estudiar los mitos indígenas. En esta definición de romántico, se pueden ver
varios rasgos que están presentes en su obra y que la dotan de cualidades artísticas. Así
mítico. Al mismo tiempo que retoma esta concepción del Romanticismo, también critica la
coterráneos de quienes hacemos la defensa del modo de vivir tradicional de las comunidades
amazónicas, tan acorde con su delicado hábitat” (Las Hojas… 25). En este apartado de la
introducción, titulado “El atajo del sueño (nïkai)”, el pensador colombiano también realiza
una reflexión académica sobre autores como Jung y Borges. La comprensión de los arquetipos
como tendencias es fundamental para la reflexión sobre los sueños y para la noción de
Sandoval, 75
paradigmas que desarrolla Urbina como estructuras que son puntos de llegada y que permiten
vinculación con la literatura y el estudio que Urbina ha realizado sobre diversas obras
artísticas, tejiendo desde el inicio una relación entre el mito y el arte, entre formas de
Lo anterior culmina con la imagen que esta lectura de la obra amazónica de Urbina
que mezcla la coca y el yarumo, mambea los mitos, los ritos y los símbolos indígenas para
útero de la maloca (el coqueadero), en donde recuerda los mitos para transmitir sus
Fernando Urbina disfruta los mitos, los saborea como se hace con el mambe para convertirlos
en palabras fuertes y sabias que contienen el poder del “Rafue”. Como escritor, asume la
MAMBEADOR
Abuelo-Canasto.
Depositario de Miles y miles de Palabras;
hojas que pasas repasando el Libro-Árbol.
Abuelo-Semilla
que darás a otros
para que crezcan en Saber y Vida.
Abuelo-Silencio.
Cada arruga en tu rostro
es andadura
de mil senderos
andados sin alardes.
Abuelo-Palabra.
Cada Palabra tuya es como un río.
JITOMA KUEGAI
(Trazos del Sol)
Glifo-libro Jiibe
(Coca)
Árbol-Río
Amazonas
Iyigi Imani
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El Abuelo me ha dado más que un nombre, El río camina en los latidos de las
un destino. palabras
Los ríos de la sangre Es un ritual enigmático de raíces y sangre
el poder mismo de la vida Los pasos sedientos de mar
amanece en obras Los ojos saturados de vida
acciones de palabras Los oídos orgiásticos de música
movimientos de colores Las manos pintadas de tinta verde
tejidos del canasto-universo. Alcanzan la plenitud… la danza de la
poesía
Yaroka
nos mantiene fuertes, Sigo el palpitar del mito
Yaroka que teje los saberes en canasto
nos mantiene vivos, Sigo el resucitar del rito
Yaroka que traza las palabras
nos hace espirituales las imágenes
como nuestros muertos y nuestros hijos. los símbolos
los conocimientos antiguos
que viven si alguien los escucha
como agua fértil
como oído infinito.
Palabra vida
Visión fuerza
Planta aurora
Amada tierra…
Métigai
Sandoval, 78
Nïmairama
A Fernando Urbina
La muerte llena
de presencias
la sombra que se desprende de mis poemas.
Sandoval, 79
Bibliografía
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Sandoval, 80
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http://www.banrep.gov.co/museo/boletin
Sandoval, 81
ANEXOS
Como complemento a este trabajo escrito, en donde falta ampliar algunos aspectos para
contextualizar mejor al lector, se encuentra un disco que contiene textos, fotografías, videos y
palabra en la obra amazónica de Fernando Urbina Rangel, abordando sus contextos culturales,
textuales e históricos, por el límite de espacio fue necesario tomar varias decisiones
definitivas que reducen los alcances de esta investigación. Así, aunque el mito es el nudo de
donde surge la literatura y el arte visual en el filósofo colombiano, el centro de esta tesis es la
poesía. Como el relámpago en la mitología uitoto, este retoño de luz en la tierra oscura aún
tiene mucho por crecer y madurar. En la sustentación (cuyo texto guía se encuentra en el
adjunto), los jurados Francia Goenaga, profesora de literatura de la Universidad de los Andes,
fotografía de Urbina, en relación con el cuerpo, tanto humano como animal, a nivel mítico y
sobre el autor, para comprender sus facetas como poeta y fotógrafo, al igual que describir su
caja negra como antropólogo y su proceso como investigador. En este momento, es pertinente
mencionar la estrecha vinculación que existe entre la poesía de Urbina y la música (de hecho,
el poeta es también autor de villancicos, coplas, rondas, canciones, etc.). Así mismo, la fecha
relación de su literatura con el diario y el relato de viajes, al igual que la dimensión vital de su
obra artística. De manera similar, Roberto Pineda pidió ampliar la información sobre el
abuelo José García y su hijo Jitoma, como sobrevivientes del genocidio provocado por los
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2. Fragmento del mito de Dïïjoma narrado por el Abuelo José García en castellano.
3. Fragmento del mito de Dïïjoma narrado por el Abuelo José García en uitoto.
Fotos de Fernando Urbina: Con el fin de expandir el espectro visual con respecto a la
obra fotográfica del artista, se incluyen numerosas fotografías de sus libros, exposiciones y
Textos: Para complementar el ámbito textual de esta monografía, esta carpeta incluye
algunos poemas y artículos de Fernando Urbina Rangel, al igual que el texto guía de la
Videos: Culminando la parte creativa del trabajo, el disco incluye tres videos del autor
peticiones de los jurados, al igual que algunos complementos necesarios para la tesis.
Para terminar no me queda más que agradecer a Fernando Urbina Rangel por su generosa
colaboración, su lectura atenta y su amable recibimiento. Gracias a Betty Osorio por su guía,