EL MÉTODO EN LA ANTROPOLOGÍA
• Desde el punto de vista epistemológico, la antropología sociocultural es la disciplina encargada del
estudio de la cultura y se halla integrada, a su vez, en el sistema de las ciencias humanas y sociales.
Para construir el conocimiento la antropología social y cultural se sirve de una metodología que se
ha ido perfeccionando desde el siglo XIX.
• El método de la antropología sigue los procedimientos del método científico general, es decir, del
inaugurado por la física, consistente en observar, elaborar hipótesis, verificar y concluir. La
antropología es una ciencia social y la verificación se realiza mediante el trabajo de campo, a partir
de una observación que sea lo más participante posible, para llegar a una conclusión basada en la
comparación sistemática. La metodología de la antropología es dependiente del propósito
comparativo y cualitativo que persigue.
• No hace falta señalar que, a pesar de su rigor, los resultados no son de la misma precisión que los de
las ciencias experimentales. Son, forzosamente, más flexibles. Sin embargo, dado que la
observación se refiere a fenómenos que son relativamente estables y constantes, las conclusiones
tienen un aceptable grado de verosimilitud.
• Ha pasado alrededor de un siglo y medio desde que naciera científica y académicamente la
antropología, y tenemos la certeza de que la metodología se ha perfeccionado hasta el extremo de
ofrecer conclusiones contrastables en sus trabajos. Otras ciencias sociales, como la sociología, han
recorrido caminos similares. El resultado final es que las ciencias sociales se han constituido en
auténticas ciencias, un tanto alejadas de la especulación filosófica de los fenómenos humanos,
aunque esta última sea la fuente de muchas de las hipótesis constituidas en la investigación
antropológica.
• Cualquiera de estas ciencias sociales, con metodologías diferentes entre sí, al menos en lo
fundamental, está en condiciones de anticipar lo que puede suceder en el seno de los grupos
humanos, cuando se dan determinadas circunstancias, de forma razonablemente flexible, sin duda
debido al rigor que albergan sus métodos. Por otro lado, muchos de los grandes problemas de
nuestro tiempo son culturales o sociales, de lo que se deduce la aplicabilidad de dichas ciencias.
• La utilización del método comparativo en antropología se halla íntimamente unida a la evolución de
la disciplina. La teoría antropológica se elabora inductivamente, aunque complementariamente la
deducción resulte imprescindible, a partir de unos hechos etnográficos observables, al amparo de la
comparación intercultural. Esta relación deberá establecerse forzosamente entre hechos
comparables, intentando que exista una cierta homogeneidad, pero contando con que esta última no
existe en términos absolutos, por lo que su resultado es siempre discutible.
• Pero el antropólogo social se ve obligado a efectuar comparaciones desde los mismos inicios de la
investigación, cuando establece analogías entre las conductas individuales o entre los hechos
sociales. La comparación intercultural es el último eslabón de una larga cadena que permite al
antropólogo elevar la particularidad inicial de su observación a la condición de generalidad, que es
justamente el objetivo último del método comparativo.
• Por tanto, la comparación permite, por un lado, el establecimiento de correlaciones en el interior de
una cultura y, por otro lado, la elaboración de correlaciones entre culturas distintas. Las segundas,
las interculturales, contribuyen a definir la gama de variaciones de algunos fenómenos, o a
demostrar las relaciones existentes entre diferentes aspectos de la organización social o cultural. Ha
sido un debate duradero el que se refiere a la legitimidad de las comparaciones interculturales, por
cuanto el antropólogo social realiza generalizaciones en un nivel superior al de su propia
investigación por las razones que se han señalado. Ciertamente, esto que es así, no es distinto de lo
que sucede en otras ciencias, las cuales procede de manera análoga, como explica T. Kuhn en La
estructura de las revoluciones científicas, 1962.
• La generalización más sencilla se obtiene describiendo una pauta o regularidad entre un grupo de
personas que puede ser muy reducido, esto es, una manifestación no fortuita en el contexto
sociocultural de la experiencia humana. Por el contrario, el nivel más complejo es el que se alcanza
cuando se comparan sociedades correspondientes a tradiciones culturales distintas, en cuyo caso la
comparación se aleja relativamente de la que se efectúa en las ciencias naturales. En este último
caso, la comparación debe realizarse con las precauciones debidas, las cuales han de estar incluidas
en el rigor del método.
• La comparación transcultural es útil cuando se utiliza en virtud de observaciones operacionalmente
equivalentes. En resumen, la homogeneidad de la comparación se halla limitada por la
heterogeneidad de la diversidad cultural. Sin embargo, y a pesar de estas dificultades, los frutos de
la aplicación del método comparativo en antropología social resultan indiscutibles y explican el
avance que se ha producido en el conocimiento de las instituciones de la vida social a nivel general.
• Ahora bien, la utilización del método comparativo ha pasado por diversas fases desde que
comenzara a ser empleado por los fundadores de la antropología social, es decir, por los
evolucionistas. Así se entiende que el método comparativo haya sido visto e interpretado de
maneras bien distintas en la historia de la ciencia antropológica, ciertamente que con un trasfondo
común.
• Los funcionalistas confirieron extraordinaria importancia al método comparativo, tras rechazar
decididamente el uso que hicieron de él los evolucionistas unilineales, aduciendo que el enfoque
histórico no resultaba plenamente satisfactorio. A. R. Radcliffe-Brown, que fue particularmente
explícito refiriéndose al método comparativo, coincidió con B. Malinowski en la preferencia por el
enfoque sincrónico en la aplicación del método comparativo.
• La necesidad de hallar el mayor rigor posible en el uso del método comparativo condujo a una
progresiva aplicación de los modelos estadísticos, tratando de desarrollar la vieja idea propuesta por
E. B. Tylor. La manifestación más palmaria de esta insistencia ha sido hasta el presente la nacida a
partir de los trabajos de G. P. Murdock en los años treinta del siglo XX en la Universidad de Yale,
tras emprender el Cross-Cultural Survey (1937).
• Dichos trabajos se concretaron fundamentalmente en los Ficheros de Relaciones Humanas (H. R. A.
F.), que comportan el banco de datos más elaborado y utilizado en la antropología social.
Constituido a partir de un amplio muestreo de sociedades de todo tipo y de todas las partes del
mundo, y sistematizado racionalmente, este inventario cultural ha permitido la elaboración de las
más rigurosas comparaciones interculturales. Los H. R. A. F. han contribuido a la comprobación de
hipótesis antropológicas en condiciones de objetividad y se han configurado como la esencia de las
comparaciones transculturales.
• G. P. Murdock es, asimismo, el autor de un denso trabajo derivado de la aplicación del método
comparativo en antropología social, que es Social Structure (1949), donde se tomaron como
referencia las instituciones del parentesco y otros aspectos de la organización social. Por otro lado,
Murdock fue el promotor inicial del World Ethnographic Sample, en el que se comparan
orgánicamente 585 sociedades, pertenecientes a sesenta áreas culturales, mediante una serie de
criterios que incluyen su tipo de producción, su forma de parentesco y de matrimonio, su clase de
residencia, su organización política, etc.
• No obstante, la gran obra de Murdock ha sido la elaboración del Ethnographic Atlas (1967),
publicado inicialmente en fascículos a partir de 1962. En la obra se presenta una elaborada muestra
de 863 sociedades, correspondientes a los últimos cinco siglos, y clasificadas en 412 grupos.
• Los estructuración sostienen que la generalización en antropología social sólo puede provenir de un
uso del método comparativo que parta de las reglas subyacentes a las diversas culturas. Cada una de
éstas se corresponde con una forma de elaborar las experiencias humanas. Un ejemplo del empleo
del método comparativo propuesto por los estructuralistas lo encontramos en Claude Lévi-Strauss
cuando estudia, por ejemplo, la mitología en "Estructura de los mitos", publicado inicialmente en
1955 (capítulo XI de la Antropología estructural, 1958).