GICHIN FUNAKOSHI, EL HOMBRE QUE SEÑALÓ EL SENDERO_________________
Sumario y consederaciones de la obra “Karate- Do. Mi forma de vida”
Nota para el Lector: El autor de la presente, no se considera un
experto en el tema de manera alguna. Redacto estas lineas, con
más entusiasmo que pericia; de representar el tema interes
particular, recibe una cordial invitación a continuar su lectura.
“Buscaremos la sabiduría y la fuerza sin más deseos.”
Oyama, Matsutatsu, fragmento del Dojo Kun, Kyokushin
Karate-Do.
ÍNDICE TEMÁTICO
I. El Origen del Karate-Do; II. El Karate como unidad indivisible; III. Semblanza de Ginchin Funakoshi (
Primeros años); IV. Bajo la agotadora tutela de Azato e Itozu; V. El Karate de Okinawa para todo el Japón.
El texto presente tiene como objetivo presentar un sumario de las ideas contenidas en la obra “
Karate- Do. Mi Forma de Vida” escríto por el Maestro Gichin Funakoshi en Tokio, Japón,
hacia el año de 1956. Lectura obligada para quienes buscan esclarecimiento respecto a los
principios, fines y naturaleza Karate- Do. Para tales fines, este es el primero de dos artículos en
los cuales expondremos la obra y la vida del Maestro Gichin Funakoshi, comentaremos
primeramente la problemática relativa al origen del Karate-Do. Acto seguido, las
consideraciones del Maestro Funakoshi respecto de la multiplicidad de estilos. Expondremos
su primer acercamiento y entrenamiento en forma; para finalmente señalar cómo el Karate- Do
llegó a consolidarse en el Japón de la Postguerra.
I. El origen del Karate-Do
Existe registro del asombro de Napoleón
Bonaparte ante la existencia de un Templo
(probalmente en Okinawa), que no contaba con
guarda ni defenza alguna para repeler los
ataques que pudieran venir del exterior; y que
sin embargo, subsistía gracias a una suerte de
diciplina que practicaban los monjes que no
precisaba de armas.
Funakoshi, Gichin.
Siendo que el primer acercamiento del Maestro Gichin Funakoshi al Karate (en lo venidero el
Maestro) se ocurrió en tiempos de la instauración de la Era Meji, el Karate-Do estaba, junto
con otros aspectos tradicionales, prohibido. Situación de la cuál existe evidente registro en los
edictos respectivos. Sea por esta razón, él mismo reconoce la imposibilidad de obtener certeza
sobre el origen del Karate- Do. En este sentido, comenta: “haré lo posible para decir aquí lo
poco que aprendí acerca del origen y desarrollo del karate en Okinawa”.1
1 Funakoshi, Gichin, El Karate- Do, Mi forma de vida, Editorial Eyras, Madrid, 1990., p. 19.
La razón de origen para esta prohibición consistía en que, en determinado punto el Gobierno de
Ryukyu (conjunto de islas entre las que se encuenta la actual Okinawa) cayó bajo el dominio
de potencias vecinas que buscaban unificar al Japón. Por tanto, la practica del Karate (para
fines prácticos, el Arte) así como la poseción de armas, eran motivo de preocupación para la
naciente admistración política; que miraba en ellos una indeseada potencialidad de
insurrección.
Obsérvese que el Reino de Ryukyu, así como sus vecinos, no pertenecían al Estado acutal
japones, pues su unificación fue posterior. Es un conjunto de islas ubicadas entre China y el
Japón. Ahora bien, el Maestro Funakoshi comenta que a raiz de la cercanía de Ryukyu con
China (específicamente Fukien), es muy probable que además del normal comercio entre
naciones vecinas, se importara algún o en su caso muchos, estilos del Kung Fu.2 Lo anterior
encuentra respaldo en tanto que originalmente, al Karate se le denominaba “Okinawate”, que
pobremente podemos intentar traducir como “mano china”.
No fue sino hasta la unificación del Japón que en su ímpetu por concentrar una identidad
nacional, se cambiara el nombre del Arte y el uniforme para hacerlos “más japoneses”.
Circunstancia que a título particular, consideramos no representa ningúna afrenta para el
Karate, en cuanto la regla natural es que todo tiene un orígen singular.
A este tenor, El Maestro comenta:
”“(La lengua japonesa no es sencilla de aprender). La expresión “karate” es un
excelente ejemplo. “Te” es suficientemente fácil, significa “mano (s)”. Pero hay dos
caracteres bastante diferentes que se pronuncian “kara”, uno significa “vacío” y el
otro es el carácter chino referido a la dinastía Tang y puede traducirse “chino.””3
Antes bien, esta es la etimología de la palabra “kara”, el Maestro no estuvo de acuerdo en
llamar así al mismo. La razón principal puede ser dividida en dos causas. Primera, la evolución
del “Karate” había seguido, a su juicio, un sendero apartado de la tradición del Kung Fu; y
segundo, ambas Artes se practicaban de maneras propias que las hacían distintas la una de la
otra. En este orden de ideas, El Maestro Funakoshi propuso la denominación: ““Dai Nipón
Kempo Karate-dõ” (“Gran Puño Japonés-Forma de Método de Manos Vacías”), usando el
carácter “vacío” en cambio de “chino.””4
Siendo lo expuesto, sería acertado concertar que el éxito que tuvo el Maestro en esta tarea fue
contundente. Hoy día, una de las primeras nociones que aprende un estudiante al ingresar a
cualquier Dojo es que el significado de “Karate” a lo menos básico corresponde al “camino o
sendero de la mano vacía”.
2 El traductor hace referencia al “Kempo Chino (boxeo chino); sin que obste a lo anterior, consideramos poco
más preciso el término Kung Fu, haciendo referencia a los muchisimos estilos que tuvieron origen entre los
monasterios de la ahora China; también conocidos como Wu-shu.
3 Op. Cit. Nota 1, p. 21.
4 Idem, p. 19. El término “Vacio” según el Maestro Funakoshi, representa más que la obviedad de que en el
Karate por regla general, no se hace uso de armas; el concepto de “Mushin” así como otras reflexiones son
retomadas en otra de sus obras denominada “El Libro Maestro.”
Concretado este primer punto y seguramente influenciado por su profesión, el Maestro se
propuso la meta de integrar al Karate en la educación básica del Japón. Al respecto relata, que
en un principio se dió a la tarea de simplificar las katas que conocía. Por tanto, el Karate que
habría de mostrar al público Japones, era distinto del que había aprendido; ciertamente: “los
tiempos cambian, el mundo cambia y obviamente las artes marciales deben también cambiar.”5
Es en este punto donde se centra una de las tendencias que causarían más debate en torno al
Karate: la faceta deportiva del mismo. La intención del Maestro Fuakoshi era clara, “lo más
importante es que el karate, como una forma de deporte usada en educación física, pueda ser lo
suficientemente simple de ser practicado sin dificultades por todos, jóvenes y viejos, chicos y
chicas, hombres y mujeres.”6 El maestro no revolucionó unicamente el nombre del Arte, sino
también los nombres de las katas que le integraban, así nombres okinawenses fueron
sustituidos por otros más sencillos al japonés promedio. En conjunto, esta serie de reformas
fueron la piedra de toque que desencadenarían la popularización del Karate.
II. El Karate como una unidad indivisible
El Maestro Funakoshi establece que la “noción” de la existencia diversos tipos de karate, a la
larga iba a ser perjudicial para el Arte. Si bien es cierto que el su origen existían dos escuelas
de karate, Nawate y Shurite; ello respondía a la práctica de denominar a la práctica del Árte de
determinado lugar con el nombre de obetos relativos a su identificación; como el lugar donde
se práctica, por ejemplo. De esta manera tenemos que “Nawa” y “Shuri” hacen referencia a una
montaña y a determinado Templo. Es así, que declara:
“Ciertamente yo he escuchado referirse a mis colegas y a mí mismo como la escuela
Shõtõ-kan, pero yo objeto enérgicamente este intento de clasificación. Creo que todas
estas “escuelas” deberían amalgamarse en una, así el Karate-dõ podrá proseguir un
ordenamiento y progreso útil para el hombre futuro.”7
Podría objetarse, no obstante que un estilo presenta mayor ventaja o facilidad para el dominio
dependiendo de las cualidades físicas del practicante. O que tal escuela (la enseñanza de
determinado maestro) tiene tal o cual debilidad. Pero dichas situaciones son circusntanciales,
en tanto que para Funakoshi el karate es en si mismo una unidad.
El enfoque práctico y quizá hasta profético del Maestro puede evidenciarse en la gran cantidad
de asociaciones que integran el conjunto de practicantes del Karate en la actualidad. Esta
situación llega a tal grado que inclusive entre estilos que “se consideran perfectamente
diferenciados el uno del otro” existen dos o más grupos que predican la práctica de un Karate
particular. Más aún, el Karate no ha sido considerado todavía en su faceta deportiva, como
deporte olimpico aún cuando a todas luces cuenta con incontables practicantes en todo el
mundo.
Al margen de lo anterior, podemos hacer a titulo particular una alegre nota respecto al
5 Funakoshi, Gichin., p. 29.
6 Ibidem.
7 Idem, p. 28.
desarrollo del karate. Pues en virtud de que consideramos que el valor del mismo traciende con
creces la competición meramente deportiva, como arte marcial, el karate ha tenido un
crecimiento exponencial. No solamente en puntos alejados del Japón persiste la práctica del
Karate tradicional, sino que para citar un ejemplo, el karate Kyokushinkai8 preserva a nivel
mundial, lo que muchos consideramos una faceta original del Arte, sin hacer el menor
menoscabo a otros puntos de pensamiento, por supuesto; pues como expone el Maestro
Funakoshi, “el Karate es uno.”
III. Semblanza de Gichin Funakoshi ( Primeros años).
El Maestro Funakoshi, en sus propias palabras, fue un enfermizo y débil. El hecho es que su
nacimiento prematuro – en el año de 1968, bajo la restauración de la Era Meji.- le condicionó a
una serie de aflicciones que tuvo que vencer en su camino a la madurez. Su acercamiento al
Karate, tenía la intención de original de proveerle vigor y salud.
Provenia de una familia acomodada y noble de la clase “shizoku”. Sin embargo, vivió su
infancia en la precariedad económica originada por la afición de su padre hacia la bebida. Por
ello nos comenta que no pudo contrar matrimonio sino pasados los veinte años.
Cuando llegó el momento de ecoger una profesión, se inclinó primeramente por la medicina.
Falsificó sus documentos para poder entrar a estudiar en la Universidad, dado que una ley
vigente prohibía la matrícula de los nacidos en ciertos años. No obstante ser aceptado, no
acudió a la misma por una razón muy particular. Otra de las muchas prohibiciones que
marcaron la instauración de la Era Meji, tenía por fin el prohibir el “peinado de rodete”
característico de las clases altas japonesas.
Siendo Gichin Funakoshi miembro de una orgulloza tradición, al margen de su situacón
económica, decidió contrariar toda si vida dicha ordenanza. Actuar que le trajo en repetidas
ocaciones fricción con la Autoridad en diversos niveles.
Después del intento universitario, el Maestro decidió probar suerte como catedrático de escuela
primaria. Circunstancia que sus padres no tomaron con agrado. No obstante, por espacio de
treinta años la desempeñó. En sus memorias, relata que con su limitado sueldo (tres yenes al
mes), estuvo en la necesidad de mantener a su esposa, padres y abuelos. Pues la prohibición a
la práctica del Karate hacía imposible otener remuneración alguna derivada de su práctica.
IV. Bajo la agotadora tutela de Azato e Itozu
La práctica del Arte, que podemos calificar como “profesional”, comenzó para Gichin
Funakoshi bajo la instrucción de Azato y un amigo suyo de nombre Itozu. Ambos, miembros
de la nobleza japonesa. Azato era decendiente de una familia ampliamente reconocida. Gozaba
de fama como conocedor del Kendo (esgrima) y la arquería tradicional. Para describir su
caracter, El Maestro deja cuenta de una anécdota en la cual un también reconocido espadachín
8 Karate Kyokushinkay, fundado por Matsutatsu Oyama al rededor del año 1953. Que en términos prácticos,
está dirigido hacia el combate realista. Esto es, a contacto completo buscando la pérdida de conciencia del
contrario.
de nombre Kanna retó a Azato a duelo:
“Él (Kanna) atacó a Azato con una espada de acero sin filo y se sorprendió mucho
cuando su desarmado adversario con un diestro agarre con sus manos no solo evadió la
estocada sino tiró a Kanna de rodillas. Cuando le pregunté a Azato que había ocurrido
realmente, él describió a Kanna como un esgrimista muy diestro, quien debido a su
reputación de invencible y audaz, atemoriza a su oponente al empezar el encuentro y
luego lo vence fácilmente. Sin embargo, dijo Azato, si el oponente no se deja
atemorizar, si permanece con la cabeza fría y si busca la inevitable falla en la defensa
de Kanna, la victoria no puede se tan difícil. Este consejo, como el resto de la guía de
Azato, fue de gran valor para mí.”9
El mentor de Gichin Funakoshi era el epítome de un hombre instruido y paciente:
““Azato tenía una información muy detallada acerca de todos los expertos de karate
que vivían en Okinawa, la que incluía no solo los datos comunes como sus nombres y
apellidos sino también lo relacionado con sus capacidades, destrezas y técnicas
especiales, en que ellos eran fuertes y en que eran débiles. El solia comentar que el
conocimiento de la habilidad del oponente y su capacidad técnica era la mitad de la
batalla, citando el viejo refrán chino: “El secreto de la victoria es conocerse a uno
mismo y a su enemigo.””10
Tanto Azato como Itozu motivaban a Gichin Funakoshi para aprender de otros maestros en lo
relativo a las técnicas en las cuales sobresalían. Inclusive cuando la generalidad de maestros
prohibían expresamente tal situación. Itozu, por su parte, ponía mucho interés en la
prepraración del cuerpo para soportar cualquier castigo. Se comenta de él, que tenía la
constitución de un barril.
Siendo que el Karate estaba prohibido, los entrenamientos a los que Funakoshi se sometía, se
originaban en la casa de Azato por las noches y en silencio. Por tanto, Gichin Funakoshi tenía
que caminar de noche para recibir adiestramiento en el Arte. Tal era la situación, que menciona
que sus vecinos pensaban que por las noches regresaba de tareas poco virtuosas realizadas en
lugares menos virtuosos.
El Maestro apunta:
“En mi infancia, durante los primeros años Meiji, como mencioné antes, el karate fue
prohibido por el gobierno. No podía practicarse legalmente y porsupuesto no había Dojo
de karate. No había ningún instructor profesional. Los hombres que se sabía que eran
adeptos aceptaban pocos alumnos en secreto, pero su subsistencia dependía de trabajos
no relacionados con el karate. Y aquellos que tenían la suerte de ser aceptados como
alumnos se debía a su interés por el arte. Al principio, por ejemplo, yo fui el único
alumno del Maestro Azato y uno de los pocos que estudió con el Maestro Itosu.”11
La dinámica de su entrenamiento era la siguiente, practicaba una misma kata semanas o meses
9 Op. Cit. Nota 1. p. 20.
10 Ibidem.
11 Funakoshi, Gichin., p. 29.
y no pasaba a otra hasta que su Maestro consideraba que la había aprendido. Comenta:
“Esta constante repetición de un kata particular era agotadora, a menudo exasperante y
en ocasiones humillante. Más de una vez caí agotado en el piso del Dojo o del patio de
Azato. Pero la práctica era estricta y nunca se me permitió pasar a otro kata hasta que
Azato estaba convencido de que había entendido satisfactoriamente lo que había estado
trabajando.”
Descripción muy ilustrativa en lo concerniente a la manera en que se enseñaba el Karate en la
época de Gichin Funakoshi. Observese la dureza en el entrenamiento y la importancia del
desarrollo físico a la vez que mental. De igual manera, comentamos que la casa de Azato
quedaba retirada de la propia de Funakoshi, y que dicho trayecto dada la prohibición relativa al
Karate debía realizarse por la noche. Por lo que al finalizar este arduo entrenamiento,
Funakoshi se veía en la necesidad de emprender el regreso a pie hacia su casa.
V. El Karate de Okinawa para todo el Japón
El objetivo del Maestro era claro, introducir a todo Japón el Karate de Okinawa. El mismo se
veía como un Introductor. Todo comenzó cuando un mando guberamental educativo (Shintaro
Ogawa) observó una exposición de Karate y en su informe recomendó a sus superiores la
puesta en práctica generalizada del Arte en toda escuela de formación básica de su jurisdicción.
Quizá por las condiciones geográficas de Okinawa, fue la naval japonesa quién proyectó el
Karate de Funakoshi hacia la modernidad. Al rededor de 1920, el Almirante Rokurõ Yashiro
por azares del destino, desembarcó su buque de entrenamiento en un puerto cercano a las
instalaciones donde se efectuaba una exposición de los alumnos del Maestro. Trás la cual,
quedó tan impresionado que ordenó a sus oficiales el aprendizaje del Karate de inmediato.
Con posterioridad, en un viaje del Emperador Japonés hacia Europa, él mismo repitió la
experiencia del Almirante Yashiro – según comenta el Maestro, fue bajo la influencia de otro
oficial de la naval, el Capitán Norikazu Kanna-. De esta manera, con el apoyo del Emperador
y con las conexiones derivadas de su oficio, El Maestro Funakoshi encontró el campo de
cultivo adecuado para que el Karate se desarrollara hasta llegar más allá de su meta: el Karate -
Do llegaría con el tiempo a ser uno de los valuartes más representativos de la cultura Japonesa.
Todo, gracias a un hombre que rehusó cambiar su peinado, ganaba tres yenes por mes,
realizaba caminatas nocturnas mal vistas por sus vecinos y cuyo nombre, jamás será olvidado.
Marco Antonio Cortés Corichi.
Mayo de 2013, Ciudad de México.