Amigos míos existe una ley que se llama KARMA; ésta significa en sí
misma causa y efecto, acción y consecuencia. Vosotros debéis
comprender lo que es la ley de la compensación, todo lo que se hace
hay que pagarlo, pues no existe causa sin efecto ni efecto sin causa.
Se nos ha dado libertad, libre albedrío y podemos hacer lo que
queramos, pero es claro que tenemos que responder ante Dios por
todos nuestros actos.
No solamente se paga Karma por el mal que se hace, sino por el bien
que se deja de hacer pudiéndose hacer.
Cuando uno viene a este mundo trae su propio destino; unos nacen en
colchón de plumas y otros en la desgracia.
Si en nuestra pasada existencia matamos, ahora nos matan; Si
herimos, ahora nos hieren; si robamos ahora nos roban, y con la vara
con que a otros medimos seremos medidos.
Sin embargo, es posible modificar nuestro propio destino, porque
cuando una ley inferior es trascendida por una ley superior, la ley
superior lava a la ley inferior.
Al León de la ley se combate con la balanza. Si en un platillo de la
balanza ponemos nuestras buenas obras y en la otra ponemos las
malas, ambos platillos pesarán iguales o habrá algún desequilibrio.
Si el platillo de las malas acciones pesa más, debemos poner buenas
obras en el platillo de las buenas acciones con el propósito de inclinar
la balanza a nuestro favor; así cancelamos Karma. Haced buenas
acciones para que paguéis vuestras deudas; recordad que no
solamente se paga con dolor, también se puede pagar haciendo el
bien.
Muchas personas que sufren, sólo se acuerdan de sus amarguras
deseando remediarlas, mas no se acuerdan de los sufrimientos
ajenos, ni remotamente piensan en remediar las necesidades del
prójimo.
Este estado egoísta de su existencia no sirve para nada; así lo único
que consiguen realmente es agravar sus sufrimientos.
Si tales personas pensaran en las demás, en servir a sus semejantes,
en dar de comer al hambriento, en dar de beber al sediento, en vestir
al desnudo, en enseñar al que no sabe, etc. etc. etc., es claro que
pondrían buenas acciones en el platillo de la balanza cósmica para
inclinarla a su favor; así alterarían su destino y vendría la suerte a en
su favor.
Es decir, quedarían remediadas todas sus necesidades; mas la gente
es muy egoísta y por eso es que sufre; nadie se acuerda de Dios ni de
sus semejantes, sino cuando están en la desesperación y esto es algo
que todo el mundo ha podido comprobar por sí mismo; así es la
humanidad.
V.M. Samael Aun Weor. Mirando al Misterio.