Cuentos Del Mundo PDF
Cuentos Del Mundo PDF
Cuentos del
mundo
El CEIP. Ntra. Sra. de los Remedios, durante el curso escolar 2016/2017 desarrollará un
proyecto, inmerso en su Plan Lector, relativo a la lectura de cuentos de distintos países/continentes.
Creemos que se trata de una actividad, rica en recursos y motivadora para el alumnado, con una
potente versatilidad de actuaciones con cada uno de los cuentos a trabajar. Cuentos que
trabajaremos, bien oralmente o a través de lecturas individuales, de las cuales sacaremos cuestiones,
tanto literales, inferenciales, como valorativas; todas ellas adecuadas a la edad del alumnado.
Realizaremos una distribución por ciclos, independientemente de que todo maestro/a disponga del
conjunto completo de los cuentos escogidos.
1.- Dar a conocer al alumnado del centro la diversidad cultural, en cuanto a cuentos, habida
en el mundo.
2.- Fomentar la lectura con el alumnado.
3.- Utilizar los cuentos leídos como recurso para desarrollar la escritura, la gramática, el
vocabulario y la expresión oral y escrita.
4.- Exponer en el centro la diversidad y variabilidad de cuentos en el mundo.
PROGRAMACIÓN DE TAREAS.
• Septiembre/Octubre: Distribuir los continentes entre los distintos ciclos del centro.
• Octubre/Noviembre: Preparar un cuaderno de lecturas para el alumnado de los cuentos
asignados al ciclo del continente seleccionado (definir cuántos por nivel/ciclo)
• Noviembre, Diciembre, Enero, Febrero, Marzo: Utilización de las lecturas en nuestra
práctica habitual del aula.
• Febrero: Preparar la forma en que se expondrá el trabajo realizado por el alumnado, a nivel
de centro (p.e. cuentacuentos por aulas de forma trasversal, exposición resumen escrito
sobre un mapamundi, dibujos sobre los cuentos leídos …).
• Marzo: Dejar ultimada la Semana Cultural.
• Abril: Exposición de trabajos realizados.
CICLO
TITULO CONTINENTE/PAÍS EDUCATIVO/PAGINA
Ciclo Pág.
Los cuatro amigos Asia (India) 2º 64
El valor de la verdad Asia (China) 2º 66
La niña de la caja de cristal Europa (Suiza) 1º 17
Buscando amigos África (Mali) Inf. 64
Los ríos tristes África (Chad) Inf. 38
El hilo rojo del destino Asia (Japón) 2º 70
El boomerang y la luna Oceanía (Australia) 2º 74
Cómo la sabiduría se esparció por el mundo África (Camerún) Inf. 35
El pueblo de Moru África (Sudán) Inf. 23
Por qué el canguro tiene bolsa Oceanía (Australia) 2º 77
La rana Tiddalick Oceanía (Australia) 2º 79
El tigre que vino a tomar el té Europa 1º 14
El dueño de la luz América (Venezuela) 3º 46
El Chullachaqui América (Amazonas) 3º 48
El Ratoncito Pérez Europa (España) 1º 5
Juan Sinmiedo Europa (Alemania) 1º 7
El chico inteligente Asia (Irán) 2º 68
El rey prudente Asia 2º 69
La surfista Mamala y el Dios tiburón Oceanía (Hawai) 2º 75
Kupe y el pulpo Oceanía (Nª Zelanda) 2º 76
La rana y la serpiente África (Congo) Inf. 32
El dragón de Wawel Europa (Polonia) 1º 10
El rapto de Europa Europa (Grecia) 1º 12
La leyenda del atrapasueños América (México) 3º 50
Cuentos del Tipi América (América del Norte) 3º 52
La ratita valiente África (Mozambique) Inf. 41
Leyenda Sioux América (América del Norte) 3º 55
Tinkus América (Perú) 3º 57
CUENTOS DE EUROPA
RATONCITO PEREZ
(Cuento de España)
Y, como casi siempre que tenía una duda, subió a la clínica dental a mirar. Allí
vio como el doctor José Mª le ponía unos dientes estupendos a un anciano. Esos
dientes no eran de personas, los hacían en una gran fábrica para los dentistas. Pero
esos dientes, eran enormes y no le servían a él para nada.
Entonces, cuando ya se iba a ir a su casa sin encontrar la solución, apareció
en la clínica un niño con su mamá. El niño quería que el doctor le quitara un diente
de leche para que le saliera rápido el diente fuerte y grande.
El doctor se lo quitó y se lo dio de recuerdo. El ratoncito Pérez encontró la
solución: 'Iré a la casa de ese niño y le compraré el diente', pensó. Lo siguió por toda
la ciudad y cuando por fin llegó a la casa, se encontró con un enorme gato y no
pudo entrar.
El ratoncito Pérez se esperó a que todos
se durmieran y entonces entró a la habitación
del niño. El niño se había dormido mirando y
mirando su diente, y lo había puesto debajo de
su almohada.
Al pobre ratoncito Pérez le costó mucho
encontrar el diente, pero al fin lo encontró y
le dejó al niño un bonito regalo. A la mañana
siguiente el niño vio el regalo y se puso
contentísimo y se lo contó a todos sus amigos del colegio.
Y a partir de ese día, todos los niños dejan sus dientes de leche debajo de la
almohada. Y el ratoncito Pérez los recoge y les deja a cambio un bonito regalo. Y
colorín colorado este cuento se ha acabado.
JUAN SINMIEDO,
(Cuento popular alemán)
Érase una vez un matrimonio de leñadores que
tenía dos hijos. Pedro, el mayor, era un chico muy miedoso.
Cualquier ruido le sobresaltaba y las noches eran para él terroríficas.
Juan, el pequeño, era todo lo contrario. No tenía miedo de nada. Por esa razón,
la gente lo llamaba Juan sin miedo. Un día, Juan decidió salir de su casa en busca
de aventuras.
De nada sirvió que sus padres intentaron convencerlo de que no lo hiciera. El
quería conocer el miedo. Saber que se sentía. Estuvo andando sin parar varios días
sin que nada especial le sucediese. Llegó un bosque y decidió cruzarlo.
Bastante aburrido, se sentó a descansar un rato. De repente, una bruja de
terrible aspecto, rodeada de humo maloliente y haciendo grandes aspavientos,
apareció junto a él. ¿Que hay abuela? -saludo Juan con toda tranquilidad. !
Desvergonzado! ! Soy una bruja! Pero Juan no se impresionó. La bruja intentó todo
lo que sabía para asustar a aquel muchacho. Nada dio resultado. Así que se dio media
vuelta y se fue de allí cabizbaja, pensando que era su primer fracaso como bruja.
Tras su descanso, Juan echó a andar de nuevo. En un claro del bosque
encontró una casa. Llamo a la puerta y le abrió un espantoso ogro que, al ver al
muchacho, comenzó a lanzar unas terribles carcajadas. Juan no soportó que se riera
de él. Se quitó el cinturón y empezó a darle unos terribles golpes hasta que el ogro le
rogó que parase.
El muchacho pasó la noche en la casa del ogro. Por la mañana siguió su
camino y llegó a una ciudad. En la plaza un pregonero leía un mensaje del rey:
- Y a quien se atreva a pasar tres noches seguidas en este castillo, el rey le concederá
a la mano de la princesa. Juan sin miedo se dirigió al palacio real, donde fue
recibido por el soberano.
- Majestad, estoy dispuesto a ir a ese castillo dijo el muchacho.
- Sin duda has de ser muy valiente contestó el monarca. Pero creo que deberías
pensarlo mejor.
- Estoy decidido respondió Juan con gran seguridad.
Juan llegó al castillo. Llevaba años deshabitado. Había polvo y telarañas por
todas partes. Como tenía frío, encendió una hoguera.
Con el calor se quedó dormido. Al rato, unos ruídos de cadenas lo despertaron.
Al abrir los ojos, el muchacho vio ante él un fantasma. Juan, muy enfadado porque
lo hubieran despertado, cogió un palo ardiendo y se lo tiró al fantasma. Este, con su
sábana en llamas, huyó de allí y el muchacho siguió durmiendo tan tranquilo. Por la
mañana, siguió recorriendo el
castillo. Encontró una habitación
con una cama y decidió pasar allí su
segunda noche.
Al poco rato de haberse
acostado, oyó lo que parecían
maullidos de gatos. Y ante él
aparecieron tres grandes tigres que
lo miraban con ojos amenazadores.
Juan cogió la barra de hierro y
empezó a repartir golpes. Con cada
golpe, los tigres se iban haciendo
más pequeños.
Tanto redujeron su tamaño
que, al final, quedaron convertidos en unos juguetones que a gatitos a los que Juan
estuvo acariciando. Llegó la tercera noche y Juan se echó a dormir. Al cabo de unos
minutos escuchó unos impresionantes rugidos. Un enorme león estaba a punto de
atacarlo. El muchacho cogió la barra de hierro y empezó a golpear al pobre animal,
quien empezó a decir con voz suplicante:
- ! Basta! ! basta! no me pogues más! !eres un bruto! ¿no te das cuenta de que me
vas a matar?
A la mañana siguiente, Juan sin miedo apareció el palacio real.
El rey, que no daba crédito a sus ojos, le concedió la mano de su hija y, a los
pocos días se celebraron las bodas. Juan estaba encantado con su esposa y se sentía
muy feliz. La princesa también lo estaba.
Pero decidió que haría conocer el miedo a su marido. Una noche, mientras
Juan dormía, ella cogió una jarra de agua fría y se la derramó encima. El pobre
Juan creyó morir del susto.
Temblaba de terror. Sus pelos estaban rizados y ! conoció el miedo, por
fin! .Juan una vez recuperado, agradeció a su esposa haberle hecho sentir miedo,
algo que todo el mundo conoce.
EL DRAGÓN DE WAWEL
(cuento de Polonia – Cracovia))
EL RAPTO DE EUROPA
(Cuento de Grecia)
Hubo un tiempo en el que aún no se habían decidido los nombres para cada
continente. En el caso de Europa, se eligió ese nombre por un motivo bien curioso
que nos cuentan desde la mitología griega.
Una vez el dios Zeus estaba observando el mundo desde su casa del Olimpo y
se fijó en una princesa fenicia llamada Europa que estaba bañándose en la playa
junto a sus amigas. Zeus se enamoró perdidamente de ella y decidió conquistarla,
pero todo el mundo tenía miedo de los dioses. Así que bajó a la playa convertido en
un hermoso toro blanco y además muy manso y muy tranquilo.
La princesa Europa vio al precioso toro blanco en la orilla del mar y se acercó
a él. Tenía un tacto
agradable, le acarició el
lomo y se montó en el toro
como si fuera un caballo.
En ese momento el toro se
adentró en el mar con la
princesa agarrada a sus
cuernos y nadaron y
nadaron muy lejos hasta las costas de la isla mágica de Creta.
Allí se quedó a vivir Europa, en la misma isla donde estaba el laberinto de
Dédalo. Y durante mucho tiempo nadie supo de ella. Su familia la buscaba por todas
partes pero nadie la había visto, solo sus amigas dijeron que se había adentrado en
el mar a lomos de un toro blanco.
La familia de la princesa Europa se recorrió medio mundo buscándola.
Había una vez una pequeña niña que se llamaba Sofía, y estaba tomando té
con su madre en la cocina. De repente tocaron a la puerta.
La madre de Sofía dijo : “me pregunto
quién será. No puede ser el lechero porque él
vino esta mañana y no puede ser el chico de
la tienda de comestibles porque hoy él no
viene y tampoco puede ser papá porque él
tiene llaves de la casa. Nosotras abriremos la
puerta y vemos quien es.”
Sofía abrió la puerta y había un
grandísimo, peludo y rayado tigre. El tigre dijo
:” discúlpeme , pero yo estoy muy hambriento
. ¿tú piensas que yo podría tomar el té
contigo?.”
La madre de Sofía dijo : “Por supuesto, entra”.
El tigre entró en la cocina y se sentó junto a la mesa.
La madre de Sofía dijo : “ ¿Te gustaría un sandwich?” , pero el tigre no se limitó a
tomar solamente un sandwich. El se tomó todos los sandwiches del planeta, el tigre
se los tragó todos de un bocado.
Owp!
¡Pero el tigre todavía estaba hambriento! Así que, Sofía le pasó los bollos.
Pero una vez más el tigre no se comió solamente uno, él se comió todos los
bollos del plato y también se comió todas las galletas y toda la tarta hasta que él o
dejó nada encima de la mesa. Así que la madre de Sofía dijo :”¿Te gustaría beber
algo? Y el tigre se
bebió toda la leche
de la jarra y todo
el té de la tetera a
continuación él
miró alrededor de
la cocina para ver
lo que él podía
encontrar.
Él se comió toda la
cena que ellas estaban preparando en las cacerolas y toda la comida de la nevera y
todos los paquetes y latas del almarito de la cocina. El tigre se bebió toda la leche ,
todo el zumo de naranja , toda la cerveza de papa y todo el agua del grifo.
El tigre dijo :”gracias por este buen té. Yo creo que será mejor que me vaya”.
Y el tigre se fue.
La madre de Sofía dijo : “No se que hacer, no tengo nada para papa , el tigre se
lo ha comido todo”
Sofía descubrió que no podía tomarse un baño porque el tigre se había bebido
todo el agua.
De repente el padre de Sofía llegó a casa y Sofía y su madre comenzaron a
hablar con él y le contaron lo que había ocurrido, y como el tigre se comió y bebió
todo lo que tenían.
El padre de Sofía dijo : “Yo sé lo que tenemos que hacer, se me ha ocurrido una
buena idea, nosotros nos pondremos los abrigos e iremos a una cafetería”. Toda la
familia salió de noche, todas las farolas estaban encendidas, todos los coches tenían
las luces encendidas y ellos caminaron hasta la cafetería. Ellos se habían pedido una
maravillosa cena. Salchichas con patatas y un helado de postre.
A la mañana siguiente Sofía y si madre se fueron a la tienda y comprar
muchas cosas para comer y una gran lata de comida para el tigre y que así pueda
volver a tomar el té con nosotras cuando quiera.
Pero el tigre nunca volvió.
LA NIÑA DE LA CAJA DE
CRISTAL
(Cuento de Suiza)
Érase una vez una linda y preciosa niña que vivía en un pueblecito de Suiza.
Su madre la adoraba y le daba todo el amor que os podáis imaginar, pero vivía
siempre preocupada por si algo malo le pasaba. A menudo se quedaba mirándola
embelesada y le decía con ternura:
– ¡Qué bonita eres, hija mía! Tus ojos son hermosos, tu piel es suave como la seda y
tu cuerpo es frágil como una porcelana. No quiero que nada te perturbe ni nadie te
haga sufrir.
Tal era su obsesión por protegerla, que una mañana decidió que lo mejor era
meterla en una cajita de cristal. Ya no podría salir, pero al menos la mantendría
para siempre a salvo de cualquier peligro.
A través de un agujerito, le pasaba cada día la comida y el agua para beber. Si
hacía buen tiempo, cogía la caja y la llevaba hasta el jardín que había frente a su
casa. Allí la niña se sentaba a mirar el paisaje, veía volar lindas mariposas,
escuchaba el trino de los pájaros y se quedaba contemplando pasmada el bello cielo
azul. Si hacía frío o llovía, ponía la caja en la parte central de la casa, que era el
comedor, para que pudiera ver cómo barría, limpiaba el polvo o realizaba cualquier
otra tarea cotidiana.
La niña sólo miraba, sentadita tras el cristal. Nunca le daba el aire, no tomaba
el sol, no podía correr, no podía jugar… Con el paso del tiempo, empezó a debilitarse.
Cada día estaba más pálida, ojerosa y triste. Dejó de interesarse por lo que sucedía a
su alrededor y ya nada le importaba.
Un día la madre tuvo que ausentarse y la dejó junto a la puerta que daba al
jardín. Un grupo de niños jugaban y reían felices en la calle, sin darse cuenta de que
una chiquilla de su misma edad les observaba desde una celda de cristal. La pobre
empezó a llorar. Enormes lágrimas resbalaron por sus mejillas y se sintió muy
desdichada ¡Solamente deseaba ser como los demás!
De repente, un duende apareció por sorpresa y, pegando su nariz a la caja, la
invitó a unirse a los chiquillos. Pero la muchacha negó con la cabeza, pues no podía
abrirla de ninguna manera. El duende, apenado, silbó a los chavales y todos se
acercaron a ver qué sucedía. Cuando vieron que había una niña encerrada en una
caja transparente intentaron liberarla, pero resultó imposible.
El viento, que ese día soplaba fuerte, se compadeció y acudió en su ayuda en
cuanto vio lo que estaba sucediendo. Ordenó a todos que se apartaran y sopló y sopló
hasta que la caja de cristal se rompió.
La niña sintió una ráfaga de aire fresco en la cara, aspiró el aroma de las
flores y escuchó fascinada el canto de las cigarras, que casi había olvidado. Después,
descalza como estaba, empezó a corretear y a tirarse sobre la hierba para sentir su
frescor ¡Qué felicidad! El color regresó a sus mejillas y sus ojos recobraron el brillo de
antaño.
Cuando nadie lo esperaba, su madre apareció y se asustó al descubrir que su
pequeña había sido liberada y estaba riendo y saltando con varios niños y un
duende de traje verde y sombrerito de pico. Su primera reacción fue reprenderla y
decirle que era una insensata ¿Y si alguien le hacía algo? ¿Y si se caía y se
lastimaba? ¿Y si…?
Pero se paró a mirarla detenidamente y la vio tan feliz y tan llena de vida,
que se acercó, la abrazó con mucho amor, y después fue a por una escoba para
barrer los cristales y olvidarse de la caja para siempre.
CUESTIONARIO
Calabaza
Bruja
Ogro amable
Fantasma
Monstruo gigante
Troll
Tres gatos
León
Tigres
Abuela
¿Con qué golpeo Juan a la abuela? ¿Te parece bien que hiciera esto o podría haber hecho otra cosa mejor?
¿Qué prometió el rey a Juan?
¿Cómo derrotó al fantasma?
Consigue Juan saber lo que es el miedo, ¿cómo?
A lo largo de la historia, Juan, suele derrotar a todos los personajes usando los golpes y métodos un poco
agresivos. ¿Podría resolver sus aventuras sin usar la violencia?
¿Tú personalmente, a qué tienes miedo? Hacemos un cartel o lista con los miedos de toda la clase: Debate
sobre cómo afrontarlos.
CUENTOS DE ÁFRICA
EL PUEBLO DE MORU
(CUENTO DE SUDÁN)
Esta es una historia del pueblo Moru, uno de los muchos que forman la
población del Sur de Sudán.
Hace mucho tiempo, antes de nuestros abuelos y antes de los abuelos de
nuestros abuelos, el mundo tenía dos caras, una hacia arriba y otra hacia abajo. La
relación entre las criaturas de ambas caras era buena, confiando y ayudándose
unas a otras.
Un día, se organizó un gran banquete en una de las caras. Era la mayor
fiesta del año por lo que todos los animales de la otra cara tenían muchísimas ganas
de asistir, pero cada cual debía
buscarse la manera de viajar
hasta allá. Por eso, todos los
animales comenzaron a pensar
como podrían viajar hasta la
otra cara del planeta para
disfrutar de la gran fiesta.
El día de la fiesta se acercó
y todos los animales capaces de
volar comenzaron su viaje.
En la gran fiesta había todo lo que podrían desear. Carne para los leones,
frutas para los monos, hierba fresca para las cebras… hasta miel de primera calidad
para los colibríes.
La liebre salió de la bolsa y todos los asistentes se sorprendieron
preguntándose como un animal tan pequeño podía haber llegado hasta allá. Los
elefantes y las jirafas disfrutaban y reían viendo a la liebre correr y danzar.
A los dos días la fiesta terminó y todos los animales tuvieron que regresar a
sus lugares de origen. La liebre comenzó a preocuparse porque esta vez el águila,
enfadada por haber sido engañada, no quiso llevarla como pasajera.
La liebre, rápidamente, reunió a todos los humanos de aquel lado del planeta y
les dijo: “Si me regaláis una cuerda para pasar al otro lado del mundo, yo os
compensaré con el mayor toro que jamás hayáis visto”.
Los humanos se alegraron pensando en la gran fiesta que harían con el toro y
ayudaron a la liebre a pasar al otro lado.
Pero realmente, la liebre les había engañado ya que no tenía ningún toro. En
cambio, ató fuerte la cuerda a una roca mientras gritaba: “¡Amigos humanos! Ahora
debéis tirar fuerte, muy fuerte de la cuerda. Al otro extremo está el toro atado”. Todos
comenzaron a tirar fuerte de la cuerda. “¡Qué pesado es este toro!”, pensaban. Y
siguieron tirando más y más fuerte de la cuerda.
BUSCANDO AMIGOS
(Cuento de Mali)
— ¡Cabeza de melón! Tú no has hecho nada bueno, ¿de verdad piensas que los monos
pueden ser buenos amigos?, ¡toma otro toro y sigue con la búsqueda
Al día siguiente, los granos de sorgo estaban bien separados de los de mijo.
Todo el poblado estaba sorprendido y el viejo brujo, bien enfadado, propuso un
último plan.
— Tendrás que ir a cazar un rinoceronte, pero no podrás tocarlo, solamente podrás
utilizar la mirada.
El chico comenzó a llorar, era imposible detener un rinoceronte sólo con la
mirada. Mientras lloraba, la serpiente escondida lo reconoció y le dijo:
— ¿Por qué lloras?.
— Quieren que detenga un rinoceronte con la mirada, -y le cuenta la situación
— No tengas miedo, le respondió la serpiente y llévame contigo. Todo irá bien.
Llegó a la pradera donde habitaban los rinocerontes. Todo el poblado le
miraba desde lo lejos. También Runako acompañado del viejo brujo. Cuando el
rinoceronte vio a Konata, comenzó a correr hacia él para embestirle. El chico cerró
fuerte los ojos y la serpiente, escondida tras la hierba, mordió al rinoceronte que cayó
al suelo al momento.
Todo el mundo estaba sorprendido de la gran hazaña. Pronto descubrieron
que el nuevo jefe y el viejo brujo eran gente mala, y decidieron nombrar al valiente
Konata como jefe del lugar.
Así es como el nombre Konata significa “Amigo”. Desde entonces, le llamaron
el Jefe Amigo, que vivió contento junto a los monitos rojos, las hormigas, la
serpiente y otros buenos amigos.
LA RANA Y LA SERPIENTE
(Cuento del Congo)
Un bebé rana saltaba por el campo, cuando se encontró con un ser muy raro
que se arrastraba por el suelo. Al principio se asustó mucho, ya que jamás había
visto un gusano tan largo y tan gordo. Además, el ruido que hacía al meter y sacar
la lengua de su boca era como para ponerle la piel de gallina a cualquier rana. Se
trataba de un bicho raro, pero tenía, eso sí, los colores más hermosos que la bebé
rana había visto jamás.
Este vistoso
colorido alegró
inmensamente a la
bebé rana y le hizo
abandonar de un
momento a otro sus
temores. Fue así como
se acercó y le habló.
— ¡Hola! –dijo la bebé
rana, con el tono de voz más natural que encontró
—. ¿Quién eres tú? ¿Qué haces arrastrándote por el suelo?
–Soy un bebé serpiente — contestó, con una voz llena de silbidos. Las serpientes
caminamos así. — ¿Quieres que te enseñe?
— ¡Sí, sí! –exclamó la bebé rana, impulsándose hacia arriba con sus dos larguísimas
patas traseras, en señal de alegría.
El bebé serpiente le dio entonces unas cuantas clases. Luego de un par de
horas de intentos fallidos, en los que la bebé rana tragó tierra por montones y
terminó con la cabeza clavada en el suelo varias veces con sus largas patas
agitándose en el aire, la ranita pudo por fin avanzar algunos metros, aunque de
forma bastante cómica.
— Ahora yo quiero enseñarte a saltar. ¿Te gustaría? –le preguntó la bebé rana a su
nuevo amigo.
— ¡Encantado! –repuso el bebé serpiente, haciendo remolinos en el suelo, de la
emoción.
Y la bebé rana enseñó entonces al bebé serpiente. Para el bebé serpiente fue
tan difícil aprender a saltar como para la bebé rana aprender a arrastrarse por el
suelo.
— ¡Nos vemos mañana a la misma hora! –dijeron al despedirse.
Cuando llegó a casa, la bebé rana contó emocionado lo que había sucedido a su
madre
Ananzi atravesó el poblado; era tan de mañana que todo el mundo dormía
aún. Luego se internó profundamente en el bosque y cuando llegó a un macizo de
palmeras altas como el cielo, buscó la más esbelta de todas y empezó a trepar con la
Jarra de la Sabiduría que llevaba atada sobre su cabeza.
Indudablemente, quería esconder el Jarro de la Sabiduría en lo más alto de la
copa del árbol, donde seguramente nadie acudiría a buscarlo. El jarro que contenía
toda la sabiduría del mundo, no hacía más que tambalearse. La ascensión se le
estaba haciendo muy complicada.
PROYECTO LECTOR: CUENTOS DEL MUNDO Pág: 36
CEIP. NTRA. SRA. DE LOS REMEDIOS-AMBROZ CURSO: 2016/2017
En el Chad conviven más de doscientos grupos étnicos con sus historias, culturas y tradiciones. Una riqueza
escondida en el corazón del continente africano
Había una vez una montaña llamada “la montaña de agua” por disponer de
dos grandes ríos en sus laderas. Los niños y niñas se divertían bañándose. La gente
lavaba y bebía de los ríos y todo era felicidad, pues el agua daba la vida a aquellos
pueblos.
Tal era el buen humor de la gente, que una mañana decidieron construir
nuevas casas de paja para que personas de otros lugares pudieran alojarse unos días
a la orilla de los ríos. Y así fue. Construyeron diez bonitas casas que pronto se
llenaron de familias en busca del agua fresca y limpia para refrescarse, lavar y
beber.
Tanto bebieron que el río comenzó a secarse. Las nubes, preocupadas, comenzaron a
dejar caer gotitas de lluvia sobre la zona para ayudar a los ríos a recuperarse. Tanto
llovió que algunas de las casas de paja se destruyeron.
Los hombres se enfadaron mucho. Tanto que recogieron toda la paja y madera
de las casas destruidas y decidieron lanzarlas al río. Las mujeres gritaban: “¡No lo
hagáis!, ¿No veis que la lluvia era un regalo?”. Pero los hombres no escucharon y
llenaron los ríos de paja, madera y basura.
Con el paso del tiempo, los ríos se entristecieron. Ya nadie jugaba en sus aguas
y la gente no podía acercarse a beber. Se pusieron tan tristes que acabaron
desapareciendo. Sólo a varios kilómetros del pueblo volvieron a aparecer, muy
tímidos, para proporcionar agua.
Las mujeres no quisieron decir a los hombres donde estaba el agua, por miedo
a que estos volvieran a contaminarlo.
Desde entonces, en aquel lugar, las mujeres son las guardianas del agua y la
naturaleza, protegiendo a sus criaturas de cualquier mal que pueda suceder.
LA RATITA VALIENTE
(Cuento de Mozambique)
Había una vez una ratita negra y despeinada. Todo el mundo se asustaba al
verla. Los hombres y las mujeres decían: “¡Qué rata tan fea!”. Las niñas y los niños
intentaban cazarla para asustar a sus abuelos y abuelas. La ratita estaba muy triste
y siempre andaba sola por el campo.
Una vez, unos hombres muy malos visitaron aquel lugar. Esos hombres tan
malos vendieron a otros
hombres malos unas
bombas para esconder
debajo de la tierra.
Pronto todo el campo
estaba sembrado de
aquellas bombas y
niños, niñas, hombres y
mujeres caminaban con
mucho miedo pues nadie
conseguía descubrir donde estaba el peligro.
Sin embargo, la ratita negra corría tranquila por el campo pues gracias a su
gran olfato era capaz de averiguar donde estaban escondidas las bombas y así no
pisarlas. Un loro azul vio cómo la ratita corría sin miedo por el campo y fue volando
a decírselo a un mono araña. El mono araña sorprendido se lo dijo al jabalí que, a
su vez, transmitió la noticia a la mariposa
Una noche, la mariposa se acercó al oído de una anciana que podía hablar con
los animales contándoselo todo. La anciana hizo llamar a la ratita y le dijo:
— “¿Es cierto que puedes oler las bombas del campo?”.
CUESTIONARIO
CUENTOS DE AMÉRICA
EL DUEÑO DE LA LUZ
(Cuento Warao, Venezuela)
En un principio la gente vivía en la oscuridad. Los warao buscaban
yuruma en tinieblas y sólo se alumbraban con candela que sacaban de la
madera. En ese entonces, no existía el día ni la noche. Un hombre que tenía
dos hijas supo un día que había un joven dueño de la luz. Llamó entonces a su hija mayor y le dijo:
-Ve donde está el joven dueño de la luz y me la traes.
Ella tomó su mapire y partió. Pero encontró muchos caminos por donde iba, y tomó el que la llevó a
la casa del venado. Allí conoció al venado y se entretuvo jugando con él. Luego regresó donde su padre, pero
no traía la luz. Entonces el padre resolvió enviar a la hija menor:
-Ve donde está el joven dueño de la luz y me la traes.
La muchacha tomó el buen camino y después de mucho andar, llegó a la casa del dueño de la luz.
- Vengo a conocerte -le dijo, a estar contigo y a obtener la luz para mi padre.
Y el dueño de la luz le contestó:
-Te esperaba. Ahora que llegaste, vivirás conmigo.
El joven tomó una caja, el torotoro, que tenía a su lado, y con mucho cuidado, la abrió. La luz
iluminó sus brazos y sus dientes blancos. Y también el pelo y los ojos negros de la muchacha. Así, ella
descubrió la luz, y el joven, después de mostrársela, la guardó. Todos los días, el dueño de la luz la sacaba de
su caja y hacía la claridad para divertirse con la muchacha. Así pasó el tiempo. Jugaban con la luz y se
divertían. Por fin, la muchacha recordó que tenía que volver con su padre y llevarle la luz que había venido a
buscar. El dueño de la luz, que ya era su amigo, se la regaló:
-Toma la luz. Así podrás verlo todo.
La muchacha regresó donde su padre y le entregó la luz encerrada en el torotoro. El padre tomó la
caja, la abrió y la colgó en uno de los troncos que sostenían el palafito. Los rayos de luz iluminaron el agua
del río, las hojas de los mangles y los frutos del merey. Al saberse en los distintos pueblos del Delta del
Orinoco que existía una familia que tenía la luz, comenzaron a venir los warao a conocerla. Llegaron en sus
curiaras desde el caño Araguabisi, del caño Mánamo y del caño Amacuro. Curiaras y más curiaras llenas de
gente y más gente. Llegó un momento en que el palafito no podía ya soportar el peso de tanta gente
maravillada con la luz. Y nadie se marchaba porque no querían seguir viviendo a oscuras, porque con la
claridad la vida era más agradable. Por fin, el padre de las muchachas no pudo soportar más a tanta gente
dentro y fuera de su casa.
-Voy a acabar con esto -dijo- Si todos quieren la luz, allá va.
Y de un fuerte manotazo, rompió la caja y lanzó la luz al cielo. El cuerpo de la luz voló hacia el Este
y la caja hacia el Oeste. Del cuerpo de la luz se hizo el sol. Y de la caja en que la guardaban, del torotoro,
surgió la luna. De un lado quedó el sol y del otro, la luna. Pero como todavía llevaban la fuerza del brazo que
los había lanzado, el sol y la luna marchaban muy rápido. El día y la noche eran muy cortos, y amanecía y
oscurecía a cada rato. Entonces el padre le dijo a su hija menor:
-Tráeme un morrocoy pequeño.
Y cuando tuvo en sus manos el morrocoy, esperó a que el sol estuviera sobre su cabeza y se lo lanzó,
diciéndole:
- Toma este morrocoy. Es tuyo, te lo regalo. Espéralo.
Desde ese momento, el sol se puso a esperar al morrocoycito. Y al otro día, cuando amaneció, el sol
iba poco a poco, como el morrocoy, como anda hoy en día, alumbrando hasta que llega la noche.
Vocabulario
Curiara: Embarcación larga y más ligera que una canoa, hecha en un tronco ahuecado con hacha y
fuego.
Mangle: Arbusto que crece en el agua, muy común en el río Orinoco.
Mapire: Canasto redondo y profundo tejido con hojas de palma.
Merey: Árbol americano de frutos jugosos y agridulces que tienen una nuez comestible muy
apreciada.
Morrocoy: Tortuga grande.
Palafito: Vivienda construida sobre el agua, apoyada en estacas de madera.
Torotoro: Pequeña maleta, tejida con junco. Tiene forma rectangular y tapas dobles, forrada con
hojas de junco para hacerla impermeable.
Yuruma: Especia de torta o pan, que se prepara con la médula de la palma.
Acerca de Warao
Grupo aborigen oriundo del delta del río Orinoco. Actualmente su población alcanza alrededor de
22000 habitantes. Los Warao –al igual que todos los pueblos indígenas- hacen un uso adecuado del
medio natural, utilizando los recursos vegetales del entorno para su alimentación y como materia
prima para la elaboración de utensilios y productos de la vida cotidiana. Ejemplo de ello es el uso
del moriche, una palma que proporciona un almidón para la alimentación, fibras para construir
cuerdas y troncos para la habitación. También se usa para fabricar cestas y abanicos. Del eje
principal de la hoja, se construyen arpones, etc. La curiara o canoa es construida de un tronco. Es
un elemento fundamental para un pueblo que vive en zonas con el delta de un río. El proceso de
derribo y transformación del árbol en curiara está estrechamente vinculado a las cuencas
ancestrales del Warao, es un sacrificio místico de una hija de Daurani, “madre de los árboles”.
EL CHULLACHAQUI
(Leyenda Amazónica)
recomendó a sus padres que la convidasen a chapo de plátano cantín asado en carbón a fuego lento. Con
unos cuantos soplos más acompañados de sus icaradas,
Juanita se recuperó y pocos días después, ya toda dicharachera, se puso a contar cómo la engañó y se
la llevó al monte el Chullachaqui haciéndose pasar por la madre. Y contó que pudo escapar y que así fue
como llegó al lindero de la chacra donde el padre la vio y pudo atraparla. Don Mashico, para evitar que sus
hijos volvieran a sufrir este tipo de percance decidió irse con su familia a otro pueblo donde aún viven felices
hoy en día.
Vocabulario
Chullachaqui: llamado también espíritu de los pies desiguales y que adopta la figura o forma de
una persona amiga, conocida, para engañar a la que va a ser su víctima y hacerle perder en la
espesura de la enmarañada selva.
Chacra: área pequeña utilizada para el cultivo.
Shipash: mujer de Chullachaqui.
Cuentan que hace mucho tiempo atrás cuando el mundo era joven..., Lakota, que era un viejo líder
espiritual, encontrándose en una de las montañas más altas, tuvo una visión en la que se le presentó Iktomi
(el gran maestro bromista de la sabiduría) aparecido en forma de araña. Iktomi se manifestaba por medio de
un lenguaje secreto, que sólo podían comprender los más avanzados líderes espirituales de la tribu.
Ese día y por alguna cuestión especial, mientras ellos intercambiaban en diálogo, Iktomi (la araña), cogió un
trozo del sauce más viejo, le dió forma redonda y con algunas plumas, pelos de caballo y adornos de cuentas,
comenzó a tejer una telaraña.
Y mientras lo hacia, hablaban de los círculos de la vida, del principio, de la existencia como bebés,
del crecimiento a la niñez, del pasaje de la juventud a la edad adulta y de la llegada finalmente a la
ancianidad, cuando necesitamos nuevamente la atención y los cuidados de cuando fuimos bebés,
completando así el circulo que iniciamos con el
nacimiento.
Iktomi decía mientras seguía avanzando en el tejido de
su red: "En cada tiempo de la vida hay muchas fuerzas,
algunas buenas y otras malas. Si te encuentras en las
buenas, ellas te guiarán en la dirección correcta. Pero si
escuchas a las fuerzas malas, ellas te lastimarán y te
guiarán en la dirección equivocada". Y continuaba
expresando: "Hay muchas fuerzas y diferentes direcciones, que pueden ayudar a interferir con la armonía de
la naturaleza. También con el gran espíritu y sus maravillosas enseñanzas".
Iktomi al mismo tiempo que hablaba,
continuaba entretejiendo su telaraña desde afuera,
hacia el centro; ni bien la halló terminada, le entregó
a Lakota la red, diciéndole: "Mira la telaraña, es un
circulo perfecto, pero en el centro hay un agujero;
úsala para ayudarte a ti mismo y a tu gente; para
alcanzar tus metas y hacer buen uso de las ideas de la
gente, sueños y visiones". "Si tú crees en el Gran
Espíritu, la telaraña atrapará tus buenas ideas y las
malas se irán por el agujero".
El líder espiritual Lakota, le transmitió la visión a su gente y ahora los Indios Sioux usan el
atrapasueños como la red de su vida.
La energía positiva y creativa vertida de los sueños queda atrapada en la telaraña de la vida; mientras
que todo lo malo, negativo y atemorizante se escapa a través del agujero del centro, para no ser nunca más
energías negativas, es de suma importancia poder reconocer un verdadero atrapasueños; de cualquier otro
objeto, que aún siendo una bonita artesanía, no cumpla con los requisitos básicos para los que ha sido creado.
Era un hermoso día de principios de otoño y, como era sábado, los niños Dorothy, Bobby y Jacob no
tenían que ir a la escuela y podían jugar a su antojo.
- Vamos a buscar a pequeño Búho a su tipi para que nos lleve a dar un paseo por el bosque-, dijo Bobby, que
como era un chico siempre quería ir al bosque.
Pero a las chicas les inquietaba, especialmente si pequeño
búho iba con ellos. Pequeño Búho era el anciano jefe indio que vivía
en un tipi a las orillas de la laguna del castor. Había vivido allí durante
años y años: al parecer nadie sabía desde cuando. Era el último
miembro de su tribu y hacia tiempo que había llegado a la ribera de la
laguna del castor y había
instalado allí su tipi.
Con el tiempo
construyeron cerca una ciudad y
las casas estaban cada vez más cerca del tipi de pequeño Búho. Pero el
se quedó. Tal vez estaba cansado de trasladarse continuamente ante el
avance de los hombres blancos.
A pequeño búho le gustaban los niños y muchos niños de la
vecindad visitaban su tipi y escuchaban las extrañas historias de los tiempos antiguos y de los animales y los
pájaros.
Pequeño Búho estaba siempre dispuesto a
contarles historias. Le encantaba enseñar las
costumbres de las cosas salvajes. ¡ y cuánto les
gustaba a los niños! Así que cuando Bobby sugirió
la visita al tipi, los demás estuvieron de acuerdo
inmediatamente. Junto a la puerta del tipi, bajo el
gran arce, pequeño Búho, el anciano jefe indio,
estaba sentado raspando un trozo de fresno duro
con un pedazo de vidrio. Estaba haciendo un arco.
Despacio y con cuidado, sacaba virutas tan finas que se podía ver a través de ellas, el anciano
trabajará despacio y con cuidado durante mucho tiempo, un poco cada día, mientras la madera se cura y se
seca al aire, hasta moldear una herramienta perfecta, hasta que quede lisa para envolverla con tendones y
ajustarle una cuerda de tendón, y entonces en manos de un buen arquero, lanzará una flecha que atraviese
limpiamente a un ciervo.
Cuando Bobby, Dorothy y Jacob llegaron a la casa del anciano jefe, se quedaron observando al
pequeño Búho hasta que terminó su tarea del día y se dispuso a contarles una historia. Se levantó y entró en
el tipi, donde guardó el nuevo arco, y regresó a la puerta.
- ¡Oh! pequeños mantos, de modo que habéis venido a que pequeño Búho abandone su trabajo... Está bien,
hoy daremos un paseo por el bosque y veremos que ha
ocurrido desde la última vez. En el bosque siempre está
pasando algo, y podremos verlo y escucharlo si andamos con
cuidado y mantenemos los ojos abiertos. Si hacemos ruido
no veremos nada, pues los pájaros y los animales temen a los
hombres y si se dan cuenta de que nos acercamos o ven
movimientos rápidos, saldrán volando o corriendo.
Se fueron paseando sendero arriba y cuando dieron
la vuelta a un recodo oyeron algo parecido a un tambor tenor golpeando tan rápido que producía un sonido
continuo.
- ¿Escucháis ese ruido? ¿podéis explicarme que es y que lo produce?
Ninguno podía adivinar de que se trataba ni decir de donde procedía, pues parecía venir de todas
partes. Pequeño Búho sonrió mientras decía: Es Zint-ka Pah-sa, el pájaro carpintero de cabeza roja, y está
tamborileando en una rama muerta, en algún lugar por encima de nuestras cabezas. Está construyendo una
nueva casa para él y su familia, ya que rara vez usan la misma dos veces.
- ¡Oh, mirad! allí hay una ardilla listada, -dijo Bobby,
señalando. -¿Donde ha estado tanto tiempo? Este año no
la hemos visto. El año pasado estaba siempre por aquí,
pero este año ni se ha acercado, me pregunto donde habrá
estado tanto tiempo.
- Es una ardilla listada verdad pequeño Búho?- preguntó
Bobby.
- Sí- dijo el anciano jefe es Tash-na-Heca, la rayada, a
quien el pueblo blanco llama Chipmunk, aunque desconozco el motivo por el que le pusieron ese nombre. En
invierno duerme en un río cómodo y caliente en el agujero de un árbol o en algún lugar similar al abrigo del
frío. Entonces no tiene de qué preocuparse hasta la primavera. La naturaleza les provee para que coman y
engorden durante el otoño y luego se van a dormir y despiertan en primavera. Durante el invierno duermen y
viven de su propia grasa.
Enseguida se fueron corriendo hacia el lugar donde los pájaros estaban chillando y gritando a voz en
cuello.
- Ahora caminemos despacio, con la mayor calma posible, y podremos acercarnos a ver que sucede.
Avanzaron cautelosamente hasta que vieron a los pájaros pululando por un lugar entre las ramas de
un viejo olmo que crecía junto al arroyo.
- Ah!, no me sorprende que los pájaros hagan ruido, dijo pequeño Búho, su peor enemigo se está comiendo
sus huevos o sus crías. Voy a matarlo. Quedaos aquí mientras me acerco sigilosamente donde pueda ver y
dispararle una flecha.
Dio la vuelta mirando hacia arriba, hasta alcanzar la parte del árbol que estaba más lejos que los
niños. Entonces ajustó una flecha en el arco, tiró de ella hacia atrás y disparó. Un segundo después algo cayó
en el suelo.
- ¿Qué es eso pequeño Búho?- preguntó Jacob.
- Es Wamdushka Sa-pa, la gran serpiente negra, que vive robando en los nidos de los pájaros y comiéndose
los huevos y crías que encuentra. La he matado porque todos queremos pájaros en los bosques. Vamos
volvemos al Tipi, ya habéis caminado bastante por hoy. En mi tipi podréis descansar y a lo mejor os cuento
otra historia.
LEYENDA SIOUX
(Cuento de América del Norte)
Cuenta una vieja leyenda Sioux, que un día Toro Bravo, el más valiente y honorable de los
guerreros, y Nube azul, la bellísima hija del jefe de la tribu, llegaron a la tienda del anciano sabio de la aldea
a pedir consejo.
- Nos amamos –empezó el joven- y nos vamos a casar –prosiguió ella- Y tenemos tanto miedo de perdernos,
que venimos a rogarle que nos haga un conjuro o un hechizo, o nos entregue un talismán para que nos proteja
y garantice que estemos juntos hasta la muerte. ¿Hay algo que pueda hacer por nosotros?”
El anciano se emocionó mucho al verlos tan jóvenes, tan enamorados y esperando su consejo con
tanto anhelo.
- Habría algo – dijo- pero no sé si será un reto muy difícil, pues implica gran sacrificio.
- Haremos lo que sea – respondieron al unísono los enamorados.
- Nube Azul –dijo el anciano- ¿ves ese
monte al norte de la aldea? Tendrás que
escalarlo sola, y, sin más armas que tus
manos y una red, atrapar al halcón más
bello y vigoroso que jamás se haya
visto. Si logras atraparlo, deberás traerlo
vivo al tercer día después de la luna
llena. Esa es tu misión.
- Y tú, Toro Bravo, -continuó el sabio-
tendrás que escalar la montaña del
trueno y cuando alcances la cima,
deberás capturar, sin hacerle daño, a la
más valiente de las águilas, usando sólo
tus manos y una red, para traerla el
mismo día del regreso de Nube Azul.
Ahora, partan, ordenó el anciano.
Los jóvenes se abrazaron con
ternura y luego emprendieron su camino, ella al norte, y él hacia el sur de la aldea, para cumplir con las
misiones encomendadas. El día señalado, los amantes regresaron a la tienda del anciano, cargando cada uno
el ave que le había sido pedida. Eran, en verdad, unos hermosos ejemplares.
- ¿Qué debemos hacer ahora?- preguntó Toro Bravo, -¿Debemos matarlas y beber su honorable sangre?
- No, respondió el anciano.
- ¿Debemos cocinarlas y comer su carne preciosa?- preguntó ella.
- No repitió el sabio, Ahora deben atarlas entre sí por sus patas, con estas tiras de cuero, y luego dejarlas
para que vuelen libres.
La joven pareja hizo lo que se les había ordenado y soltaron las aves. El águila y el halcón intentaron
levantar el vuelo varias veces pero lo único que conseguían era terminar cada vez, revolcadas en el suelo.
Después de muchos intentos, irritadas y frustradas por su incapacidad para volar, empezaron a atacarse con
sus picos, haciéndose mucho daño.
- Este es el conjuro que pidieron, -dijo el anciano,- nunca olviden lo que acaban de ver. Ustedes son como el
águila y el halcón. Si se atan el uno al otro, así sea por su inmenso amor, no sólo vivirán arrastrándose, sino
que terminarán lastimándose inevitablemente. Si quieren que su amor perdure, vuelen juntos, pero jamás
atados.
TINKUS
“EL CAMALEÓN QUE NO PODÍA MIMETIZARSE”
(Cuento del Perú)
a un arbusto de fresas y lloró todas las lágrimas que había almacenado. Después, exhausto, cayó dormido con
la esperanza de que sus deseos se hicieran realidad. Uno de los estudiantes, al pasar cerca del arbusto, se
quedó boquiabierto.
—¿Tinkus? ¿Es Tinkus? ¡Milagro, es un milagro, puede mimetizarse!
Los gritos escandalosos de aquel niño despertaron a Tinkus.
—¡Sí, es verdad, es un milagro, puede mimetizarse, puede mimetizarse! —gritaron todos los que acudieron
ante la buena nueva.
Tinkus se sintió el ser más feliz de la tierra. La turba lo alzó en brazos con la intención de llevarlo a
la plaza principal y festejar. Sin embargo, cuando se distanciaron del arbusto de fresas, su color de piel no
cambió, ¡seguía con los puntos rojos! Maldito sarampión. Tras diez días en cama, el cuerpo de Tinkus
mejoró. Su esperanza continuó maltrecha por mucho más tiempo. Los dos únicos doctores de aquella
sociedad camaleónica analizaron exhaustivamente la incapacidad de mimetizarse de Tinkus. Ambos
profesionales coincidieron en el diagnóstico: “¡Caramba, qué suerte que no es contagioso!”
Qué ineptos. Qué poca vocación. Qué falta de tacto. Tinkus dejó de confiar en los médicos y, previamente,
había perdido la fe en la suerte al comprobar que un deseo no se hace realidad tras dormir. Pese a todo ello,
aún le quedaba otra convicción. Una antigua leyenda decía que, al pasar la zona de la jungla dominada por
las brujas, vivía un grillo sabio dedicado a ayudar a quienes el mundo consideraba incurables.
Tinkus no sintió ningún temor mientras se internaba en la parte más tenebrosa de la selva. Miraba hacia los
rincones con ilusión, con los ojos saltones. No buscaba al Grillo. Deseaba que apareciese una de esas brujas
en las que creía fervientemente. Le daba igual que fuese horrible o hermosa, siempre y cuando le lanzase un
hechizo que resolviera su problema.
Para su desconcierto, no apareció ninguna.
Al tercer amanecer, se dio por vencido,
pero, afortunadamente, ya había andado lo
suficiente. En el instante que iba a dar media
vuelta para regresar a la comarca, Tinkus alcanzó
a ver algo que le llamó la atención. Avanzó once o
doce pasos… ¡una posta médica! Recordó que en
la leyenda se mencionaba a Grillo, que al parecer
era real.
Como aún era muy temprano, sólo estaba
la enfermera que le indicó que tomara asiento. A los pocos minutos entró a la sala de espera un Color.
Tinkus, venciendo su timidez, saludó:
—Buenos días, Color Verde.
—Mi nombre es Color Rojo, pero hoy desperté así.
Al poco rato, llegó otro paciente al que Tinkus también saludó:
—Buenos días, Gusano.
—Yo soy Cien Pies y no sé por qué se me han encogido los miembros hasta el punto de desaparecer.
Durante los siete días que duró el viaje de regreso, no paró de llover. Pese a ello, Tinkus se sentía
radiante y a gusto consigo mismo. Había descubierto una manera distinta de ver las cosas gracias a los
consejos del curandero.
Cuando la lluvia cesó, apareció un arco iris. Tinkus lo contempló hasta que se desvaneció. Repleto
de entusiasmo, pensó que si un pedazo de aire era capaz de
tener colores, ¡cómo él no iba a poder plasmarlos en su cuerpo!
En secreto, día tras día, mes tras mes, practicó con centenares
de litros de pintura hasta convertirse en un maestro en el arte de
mimetizarse. No sólo tuvo la destreza de camuflarse como los
demás de su especie, sino que incluso logró parecerse a los
depredadores de sus depredadores, convirtiéndose en el
protector de su comarca.
Era dichoso. No porque todos lo admirasen. No por
haber conseguido mimetizarse. Era dichoso porque había
vuelto a creer en la suerte, al toparse con el Grillo; en los conocimientos, al recibir sus consejos; y en la
magia, la que sentía mientras se pintaba.
CUESTIONARIO
CUENTOS DE ASIA
Mientras tanto, el ratón había conseguido llegar hasta la trampa. Con sus potentes dientes
delanteros, royó la red hasta hacerla polvillo y liberó a la delicada tortuga.
El ciervo seguía tirado en el suelo con un ojito medio abierto, y cuando vio que el ratón le hacía una
señal de victoria, se levantó de un salto, dio un silbido y echó a correr. El cuervo, que seguía atareado
incordiando al cazador, también captó el aviso y salió volando hasta perderse entre los árboles.
El cazador cayó de rodillas y reparó en que el ciervo y el cuervo se habían esfumado en un abrir y
cerrar de ojos. Enfadadísimo, regresó a donde estaba la trampa.
– ¡Maldita sea! ¡Ese estúpido pajarraco me ha dejado la cabeza como un colador y por si fuera poco, el
ciervo se ha escapado! ¡Menos mal que al menos he atrapado una tortuga! Iré a por ella y me largaré de aquí
cuanto antes.
¡Pero qué equivocado estaba! Cuando llegó al lugar de la trampa, no había ni tortuga ni nada que se
le pareciera. Enojado consigo mismo, dio una patada a una piedra y gritó:
– ¡Esto me pasa por ser codicioso! Debí conformarme con la presa que tenía segura, pero no supe
contenerme y la desprecié por ir a cazar otra más grande ¡Ay, qué tonto he sido!…
El cazador ya no pudo hacer nada más que coger su arma y regresar por donde había venido. Por allí
ya no quedaba ningún animal y mucho menos los cuatro protagonistas de esta historia, que a salvo en un
lugar seguro, se abrazaban como los cuatro buenísimos amigos que eran.
El valor de la verdad
(cuento de China)
Hace muchísimos años, un guapo y apuesto príncipe de
China se propuso encontrar la esposa adecuada con quien contraer
matrimonio. Todas las jóvenes ricas y casaderas del
reino deseaban que el heredero se fijara en ellas para convertirse
en la afortunada princesa. El príncipe lo tenía complicado a la hora
de elegir, pues eran muchas las pretendientes y sólo podía dar el sí quiero a una.
Durante muchos días estuvo dándole vueltas a un asunto: la cualidad en la que debía basar su
elección.
¿Debía, quizá, escoger a la muchacha más bella? ¿Sería mejor quedarse con la más rica? ¿O mejor
comprometerse con la más inteligente?…Era una decisión de por vida y tenía que tenerlo muy claro.
Un día, por fin, se disiparon todas sus dudas y mandó llamar a los mensajeros reales.
– Quiero que anunciéis a lo largo y ancho de mis dominios, que todas las mujeres que deseen convertirse en
mi esposa tendrán que presentarse dentro de una semana en palacio, a primera hora de la mañana.
Los mensajeros, obedientes y siempre leales a la corona, recorrieron a caballo todos los pueblos y
ciudades del reino. No quedó un solo rincón ajeno a la noticia.
Cuando llegó el día señalado, cientos de chicas se presentaron vestidas con sus mejores galas en los
fabulosos jardines de la corte. Impacientes, esperaron a que el príncipe se asomara al balcón e hiciera
públicas sus intenciones. Cuando apareció, suspiraron emocionadas e hicieron una pequeña reverencia. En
silencio, escucharon sus palabras con atención.
– Os he pedido que vinierais hoy porque he de escoger la mujer que será mi esposa. Os daré a cada una de
vosotras una semilla para que la plantéis. Dentro de seis meses, os convocaré aquí otra vez, y la que me
traiga la flor más hermosa de todas, será la elegida para casarse conmigo y convertirse en princesa.
Entre tanta muchacha distinguida se escondía una muy humilde, hija de una de las cocineras de
palacio. Era una jovencita linda de ojos grandes y largos cabellos, pero sus ropas eran viejas y estaban
manchadas de hollín porque siempre andaba entre fogones. A pesar de que era pobre y se sentía como una
mota de polvo entre tanta bella mujer, aceptó la semilla que le ofrecieron y la plantó en una vieja maceta de
barro ¡Siempre había estado enamorada del príncipe y casarse con él era su sueño desde niña!
Durante semanas la regó varias veces al día e hizo todo lo posible para que brotara una planta que
luego diera una hermosísima flor. Probó a cantarle con dulzura y a resguardarla del frío de la noche, pero no
fue posible. Desgraciadamente, su semilla no germinó.
Cuando se cumplieron los seis meses de plazo, todas las muchachas acudieron a la cita con el
príncipe y formaron una larga fila. Cada una de ellas portaba una maceta en la que crecía una magnífica flor;
si una era hermosa, la siguiente todavía era más exuberante.
El príncipe bajó a los jardines y, muy serio, empezó a pasar revista. Ninguna flor parecía interesarle
demasiado. De pronto, se paró frente a la hija de la cocinera, la única chica que sostenía una maceta sin flor y
donde no había nada más que tierra que apestaba a humedad. La pobre miraba al suelo avergonzada.
– ¿Qué ha pasado? ¿Tú no me traes una maravillosa flor como las demás?
– Señor, no sé qué decirle… Planté mi semilla con mucho amor y la cuidé durante todo este tiempo para que
naciera una bonita planta, pero el esfuerzo fue inútil. No conseguí que germinara. Lo siento mucho.
El príncipe sonrió, acercó la mano a la barbilla de la linda muchacha y la levantó para que le mirara
a los ojos.
– No lo sientas… ¡Tú serás mi esposa!
Las damas presentes se giraron extrañadas y comenzaron a cuchichear: ¿Su esposa? ¡Pero si es la
única que no ha traído ninguna flor! ¡Será una broma!…
El príncipe, haciendo caso omiso a los comentarios, tomó de la mano a su prometida y juntos
subieron al balcón de palacio que daba al jardín. Desde allí, habló a la multitud que estaba esperando una
explicación.
– Durante mucho tiempo estuve meditando sobre cuál es la cualidad que más me atrae de una mujer y me di
cuenta de que es la sinceridad. Ella ha sido honesta conmigo y la única que no ha tratado de engañarme.
Todas las demás se miraban perplejas sin entender nada de nada.
– Os regalé semillas a todas, pero semillas estériles. Sabía que era totalmente imposible que de ellas brotara
nada. La única que ha tenido el valor de venir y contar la verdad ha sido esta joven. Me siento feliz y
honrado de comunicaros que ella será la futura emperatriz.
Y así fue cómo el príncipe de China encontró a la mujer de sus sueños y la hija de la cocinera, se
casó con el príncipe soñado. FIN
El chico inteligente
(cuento de Irán)
Una vez, en algún lugar de Irán cuyo nombre no se recuerda, un
molinero iba con su burro caminando despacito hacia su molino. El animal
llevaba en el lomo dos grandes alforjas repletas de trigo. El camino era largo y
pesado, así que el hombre decidió parar en una posada a reponer fuerzas. Dejó
al burro atado junto a la puerta y entró. Pidió algo de comida, bebió agua
fresca, y cuando salió para continuar su trayecto, el burro no estaba.
Lo buscó por todas partes pero parecía haberse esfumado. Mientras miraba por la parte de atrás,
junto al pozo de agua potable, se encontró con un joven que pasaba por allí. Desesperado, se acercó a él.
– ¡Eh, tú!… ¿Has visto por aquí a mi burro? Llevo un rato buscándolo y no aparece por ningún lado.
El chico le miró a los ojos y no dudó en contestar.
– ¿Es un burro que está ciego del ojo izquierdo, es cojo de la pata derecha y va cargado con sacos de trigo?
El hombre levantó las manos y dio un salto de alegría. Su cara estaba colorada y parecía a punto de
explotar a causa de tanta tensión acumulada.
– ¡Sí, sí! ¡Ese es! ¡Menos mal que lo has encontrado! ¿Dónde está mi burro?
– Lo siento señor, siento decirle que yo no he visto a su borrico – dijo el chico con cara de circunstancias.
– ¿Qué?… ¿Me estás tomando por idiota? – se enfureció el molinero – ¡Pues te vas a enterar! Ahora mismo
vamos a contarle todo esto al alcalde y él hará justicia ¡Te propinará un severo castigo por mentiroso!
El hombre, que era alto y fuerte, cogió al debilucho muchacho por una oreja y le llevó a rastras hasta
el hombre más sabio y justo de la ciudad. Le contó la historia del borrico y tras escuchar atentamente todos
los detalles, el alcalde se dirigió al chico.
– A ver… Seamos sensatos. Si no has visto al burro de este señor ¿Cómo es que sabes perfectamente cómo
era?
El joven se explicó con claridad.
– Yo estaba junto al camino por donde pasó el burro. Me di cuenta de que la huella de su pata derecha era
menos profunda que la huella de su pata izquierda, por lo que deduje que el burro cojeaba de esa pata.
También vi que había menos hierba en el lado derecho del camino y eso me hizo pensar que estaba ciego del
ojo izquierdo y que había comido la hierba sólo en el lado por el que podía ver. Junto a las huellas del burro
también había granos de trigo y por lógica imaginé que se le habían caído de las alforjas al caminar.
Los dos oyentes se quedaron asombrados. Nunca habían visto a un jovencito tan inteligente
y brillante. El molinero tuvo que pedirle disculpas y salió de la sala avergonzado y dispuesto a seguir
buscando a su burro. El alcalde le felicitó y le auguró un buen futuro.
– Me ha sorprendido gratamente tu capacidad de pensamiento – le dijo
sonriendo y dándole un pellizco cariñoso en la nariz – ¡Quién sabe!…
¡Quizá seas tú el próximo alcalde!
El joven estalló en carcajadas y se fue por donde había venido.
FIN
El rey prudente
(cuento de Asia)
Había una vez un rey que vivía en un lejano país asiático. Era un
hombre muy querido por todos. No era ambicioso y estaba convencido de
que las guerras no servían para nada. Su lema era que su pueblo fuera feliz,
tuviera trabajo y viviera en paz. Todos le consideraban un monarca justo y
trabajador. Vivía con a su familia en un palacio bastante sencillo y sin
grandes lujos, pues no quería suscitar envidias entre sus súbditos.
Cierto día, el mayordomo entró en sus aposentos para comunicarle
que la mesa estaba servida, así que bajó hasta el comedor dispuesto a devorar un delicioso plato de arroz con brotes de
soja ¡Qué bien preparaban la comida en las cocinas de palacio! Se sentó en su silla de siempre y, cuando se disponía a
coger los palillos para comer, se quedó observándolos y llamó a su consejero.
– Dígame, señor… ¿En qué puedo ayudarle?
– Llevo años utilizando estos palillos. La madera ya está muy desgastada y necesito que me traigáis otros. Quiero que
habléis con el orfebre y le encarguéis unos palillos de marfil y esmeraldas para mí.
El consejero, un anciano bajito y huesudo, clavó su mirada profunda en el rey, quien al momento comprendió
que tenía algo muy importante que decirle.
– Majestad… Le comunico que dejo mi cargo de consejero. Si es posible, busque a alguien que me sustituya antes del
anochecer.
El rey se quedó de piedra ¿Por qué le decía eso? ¿Sólo porque le había pedido unos nuevos palillos? No
entendía nada.
– ¿Qué te sucede? ¿Por qué ya no quieres seguir trabajando para mí? – preguntó el rey extrañadísimo.
– Verá, majestad… No puedo atender a vuestra petición.
El rey no salía de su asombro y el fiel consejero continuó su explicación.
– Usted me pide que cambie sus modestos palillos de madera por otros de marfil y esmeraldas. Estoy seguro de que una
vez que los tengáis, querréis que el orfebre os haga una vajilla de oro. Cuando os veáis rodeado de semejante lujo, diréis
que vuestras ropas no son las adecuadas para sentarse a una mesa tan elegante y encargaréis a vuestro sastre que os haga
capas de seda y zapatos de terciopelo.
El consejero paró para tomar aliento. Su voz llenaba el salón y el silencio entre los asistentes era absoluto. Sólo
se rompió cuando el rey le pidió que continuara hablando.
– Siga, por favor…
– Señor, uno no debe dejarse llevar por la ambición. Cuanta más riqueza tenga, más querrá. Llegará un momento en que
sus caprichos no tendrán límite. Otros reyes, en el pasado, pecaron de avaricia: siempre querían más y más y acabaron
convirtiéndose en tiranos con su pueblo. Yo no quiero que esto le suceda a vos, pues le aprecio como rey y como amigo.
Y si es así, yo no quiero estar aquí para verlo.
El rey comenzó a llorar emocionado. Las lágrimas resbalaban lentamente por sus redondas mejillas. Los
consejos que acababa de escuchar le habían llegado al corazón.
– Tienes toda la razón – dijo con voz serena – No necesito nada. Gracias por ser tan sincero conmigo.
El rey cogió los viejos palillos de madera y con una sonrisa dibujada en su cara, comenzó a degustar la comida,
que ese día le supo más rica que nunca.
La historia corrió de boca en boca por todo el reino y desde ese día, sus súbditos le bautizaron como “El Rey
Prudente”. FIN
(cuento de Japón)
«Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a
encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se
puede estirar o contraer pero nunca romper».
…………………………………………………………………………………..
Hace mucho tiempo, un emperador se enteró de que en una de las provincias de su reino vivía una
bruja con grandes poderes. Esta bruja tenía la capacidad de poder ver el hilo rojo del destino y la mandó traer
ante su presencia. Cuando la bruja llegó, el emperador le ordenó que buscara el otro extremo del hilo que
llevaba atado al meñique y lo llevara ante la que sería su esposa.
La bruja accedió a esta petición y comenzó a seguir y seguir el hilo. Esta búsqueda los llevó hasta un
mercado, donde una pobre campesina con un bebé en los brazos ofrecía sus productos. Al llegar hasta donde
estaba esta campesina, se detuvo frente a ella y la invitó a ponerse de pie. Hizo que el joven emperador se
acercara y le dijo: «Aquí termina tu hilo», pero al escuchar esto el emperador enfureció. Creyendo que era
una burla de la bruja, empujó a la campesina que aún llevaba a su bebé en brazos y la hizo caer, con lo que
el bebé se hizo una gran herida en la frente.
Muchos años después, llegó el momento en el que el emperador debía casarse y su corte le
recomendó que eligiera a la hija de un heroico general. El emperador aceptó y llegó el día de la boda. La
novia entró en el templo con un hermoso vestido y un velo que la cubría totalmente. Al levantárselo, el
emperador vio que tenía una peculiar cicatriz en la frente… FIN
CUESTIONARIO
CUENTOS DE OCEANÍA
El boomerang y la luna
(Cuento de Australia)
¿SABÍAS QUÉ?
Los aborígenes australianos son, junto con los isleños del estrecho de Torres, los descendientes de los primeros
habitantes del país australiano y sus islas adyacentes, y han continuado viviendo allí a lo largo de
la colonización europea. Según la legislación australiana, ambos pueblos constituyen el conjunto de
los indígenas australianos. El territorio tradicional de los aborígenes australianos se extiende por toda Australia,
Tasmania y algunas islas cercanas.
………………………………..
Hace mucho tiempo, antes que el hombre fuera como es ahora, Byamee, el gran espíritu según los
aborígenes, escuchó al canguro, al águila, al emú y al koala conversando una noche. En esos remotos
tiempos, los animales eran mucho más veloces y fuertes de lo
que son hora, y cada uno de ellos empezó a decir que era tan
poderoso o más como el propio Byamee.
Entonces, Byamee los invitó a competir contra él. Al canguro
le tocó el primer turno. Dio un inmenso salto y sobrepasó el
árbol más alto. El águila, extendiendo sus enormes alas, voló
tan alto que sólo Byamee podía verle. El siguiente fue el emú,
que corrió tan rápido que apenas podían verle. Vino entonces el turno del koala, que escaló hasta la punta del
más alto eucalipto.
Cuando cada uno de ellos había empleado sus habilidades al
máximo, esperaron ansiosos para ver qué haría Byamee.
Entonces, le vieron ir hacia el fuego y cuidadosamente elegir
el boomerang más largo. Lo tomó firmemente en su mano
por un momento, y entonces lo tiró con tal fuerza que llegó
al cielo y ahí permaneció por siempre. Byamee, el gran
espíritu, los superó a todos ellos. Y así es como la luna llegó
al cielo. FIN
Kupe y el pulpo,
(Nueva Zelanda)
Allá muy lejos en su hogar el Gran Espíritu Dorado estaba pensando. El se había transformado en el
viejo wombat para descubrir quien era el animal más generoso. La señora canguro fue la única que sintió
piedad de él. ¿Qué podría darle él a ella?
Sus ojos cayeron en una bolsa dorada la cual había sido hecha por los espíritus de los pastos. ¡Justo
lo que necesitaba! El le daría aquello a la señora Canguro y ella podrá llevar a su bebé . Llamando a uno de
sus niños le dijo que llevara la bolsa dorada a la señora canguro.
-Dile a ella que se amarre la bolsa alrededor de su
cintura y haré que crezca en ella.
Así el niño espíritu se lo llevó a la señora
canguro. Y tan pronto lo amarró a su cintura, paso
a ser parte de su cuerpo, que fue una amorosa y
peluda cuna para su bebé. La señora Canguro
ahora tiene que enseñarle a su bebé a permanecer
en la bolsa. Esto tomó largo tiempo. Ella le
enseñó practicando un juego de esconderse en la
bolsa, lo que fue muy entretenido. El pequeño podía salirse, dar una larga carrera y saltar a la bolsa. Su
mamá descubrió que podía hacer la bolsa mas grande o mas pequeña. Cuando sus enemigos la persiguen, ella
puede saltar junto a su bebé hasta llegar a protegerse en los matorrales. Entonces con sus cortos brazos, sacar
al pequeño afuera. El enemigo podría seguirle a ella y el bebé estaría a salvo.
Después que la señora canguro tuvo su bolsa todos sus primos, los wallabies, el wallaroos, y el
pequeño canguro ratón, querían la bolsa también. Así que ella mandó un mensaje al Espíritu Dorado,
preguntándole si él tenía bolsas para ellos. El Espíritu Dorado envió su palabra de que pediría a los espíritus
de los pastos, que hicieran uno para cada valiente y generosa madre de la familia de los Canguros. FIN.
La rana Tiddalick
- (Cuento de Australia)
La rana Tiddalick era una rana gigante que hacía temblar la tierra a su paso. Cuando Tiddalick se
enfadaba, hasta podía hacer caer una montaña. Un día se levantó de muy mal genio y con mucha sed.
Empezó a beberse un lago, pero este se terminó muy rápido y, como tenía más sed, fue bebiendo y bebiendo:
primero un río, luego un mar y finalmente un océano hasta que no quedó ni una gota de agua en toda la
tierra. Cansada de tanto beber, fue a tumbarse.
Los animales de la tierra empezaron a desesperarse, ya que sin agua no podían vivir y se les acaban
las fuerzas. Se reunieron todos y decidieron ir a pedirle a Tiddalick que les devolviera el agua que tenía en su
barriga. Lo intentaron el canguro, el dingo (una especie de lobo) y la cacatúa, pero ninguno de ellos
consiguió que Tiddalick cambiara de opinión. Entonces, la comadreja
tuvo una gran idea:
– ¡Tenemos que hacer reír a Tiddalick! – Dijo entusiasmada – si ríe
sin parar, conseguiremos que escupa toda el agua que se ha bebido.
Con esa idea, todos los animales se fueron a ver a Tiddalick.
Casi no tenían fuerzas porque estaban muertos de sed, pero hicieron
un gran esfuerzo para hacer reír a la rana. Las cacatúas contaron
chistes, los canguros dieron unos saltos de circo, el lagarto puso su
cara más graciosa y sacó la lengua… Pero todo fue inútil, Tiddalick
ni siquiera se inmutó.
Entonces apareció la anguila, pidiendo que le dejaran probar su estrategia. Empezó a moverse por
encima de la rana, muy rápido y dando vueltas. De repente, Tiddalick empezó a reírse un poco y cada vez
más fuerte, hasta que un chorro de agua empezó a salir de su boca y la vida en la tierra volvió a su
normalidad.
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Es por eso que los nativos australianos observan a las ranas en el río y si beben mucha agua piensan que se acerca una
época de sequía. FIN
CUESTIONARIO
Cuentos del Mundo. Material recopilado por el claustro de maestros/as del CEIP. Ntra. Sra. de los Remedios de
Ambroz durante el curso 2016/2017.