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Singularidad y Profecía Bíblica

La Biblia fue escrita por más de 40 autores durante un período de más de 1500 años en tres continentes. A pesar de las diferencias entre los autores, la Biblia presenta un mensaje coherente sobre la redención a través de Jesucristo. La Biblia también contiene numerosas profecías mesiánicas que se cumplieron en Jesús.

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Singularidad y Profecía Bíblica

La Biblia fue escrita por más de 40 autores durante un período de más de 1500 años en tres continentes. A pesar de las diferencias entre los autores, la Biblia presenta un mensaje coherente sobre la redención a través de Jesucristo. La Biblia también contiene numerosas profecías mesiánicas que se cumplieron en Jesús.

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Lección 1: Para el 4 de abril de 2020

LA SINGULARIDAD DE LA
BIBLIA

Sábado 28 de marzo

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Deuteronomio 32:45-47; Génesis


49:8-12; Isaías 53:3-7; 1 Corintios 15:3-5, 51-55; Romanos 12:2.

PARA MEMORIZAR:
“Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” (Sal. 119:105).

C
ompuesta por 66 libros y escrita durante más de 1.500 años en tres
continentes (Asia, África y Europa), por más de 40 autores, la Biblia
es única. No hay otro libro, sagrado ni religioso, como este. Y no es de
extrañar. Al fin y al cabo, es la Palabra de Dios.
Hay más de 24.600 manuscritos del Nuevo Testamento que se conservan
de los primeros cuatro siglos después de Cristo. De los manuscritos origi-
nales de Platón, hay 7; de Herodoto, 8; y de La Ilíada, de Homero, un poco
más: son 263 copias las que perduraron. Por lo tanto, tenemos una poderosa
evidencia que confirma la integridad del texto del Nuevo Testamento.
La Biblia fue el primer libro en traducirse, el primer libro impreso en
Occidente, y el primer libro cuya distribución fue tan amplia y en tantos
idiomas que, en la actualidad, el 95 por ciento de la población puede leerlo.
La Biblia también es única por su contenido y su mensaje, los cuales se
centran en los actos redentores de Dios a través de la historia. Es la Palabra
viva de Dios, porque los creyentes de hoy cuentan con la promesa de que el
mismo Espíritu de Dios que inspiró la Escritura (2 Tim. 3:16, 17) los guiará
a toda verdad a medida que estudien la Palabra (Juan 14:16, 17; 15:26; 16:13).
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Lección 1 | Domingo 29 de marzo

LA PALABRA VIVA DE DIOS


Las palabras más importantes que se dicen, a menudo, son las últimas
palabras que una persona pronuncia. Moisés, autor de los primeros cinco
libros –y fundacionales– de la Biblia, entona un cántico al pueblo justo antes
de su muerte (Deut. 31:30-32:43).

Lee Deuteronomio 32:45 al 47. ¿Cómo describe Moisés la Palabra de Dios


y su poder en la vida de los hebreos que están a punto de entrar en la Tierra
Prometida?

Entre las últimas palabras de Moisés, se encuentra una fuerte exhorta-


ción. Al fijar las palabras que Dios había hablado a través de él en el corazón
del pueblo, Moisés quería enfatizarles que debían seguir dándole prioridad a
Dios en su vida, y a su voluntad. Al comunicarles estas palabras a sus hijos,
cada generación transmitiría el plan de salvación del Pacto de Dios. Fíjate
que no debían elegir las palabras, sino que debían observar u obedecer “todas
las palabras de esta ley” (Deut. 32:46).
Al final de la historia de la Tierra, Dios tendrá un pueblo que se man-
tendrá fiel a todas las Escrituras, lo que implica guardar los mandamientos
de Dios y tener la fe de Jesús (Apoc. 14:12). Este pueblo permanecerá fiel
a la enseñanza de la Biblia, porque esta no solo garantiza una vida más
abundante en la Tierra, sino un destino eterno en el hogar que Jesús está
preparando para nosotros (Juan 14:1-3).

Lee Juan 1:1 al 5 y 14; y 14:6. ¿Qué nos enseñan estos versículos sobre
Jesús y la vida eterna? ¿Qué relación hay entre el Verbo hecho carne y la
revelación y la inspiración de las Escrituras?

Jesús es el centro y el objetivo de todas las Escrituras. Su encarnación


como el Mesías fue el cumplimiento de las promesas del Antiguo Testa-
mento. Debido a que él vivió, murió y resucitó, tenemos la confirmación de
las Escrituras y aún más: la gran promesa de la vida eterna en una existencia
completamente nueva.

Vuelve a leer Deuteronomio 32:47. En tu experiencia, ¿cuán cierto es que la obe-


diencia a la Palabra de Dios “no [te] es cosa vana”? ¿Por qué la fe en Dios y la
obediencia a su Palabra nunca son en vano?

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Lunes 30 de marzo | Lección 1

¿QUIÉN ESCRIBIÓ LA BIBLIA, Y DÓNDE?


La diversidad de autores, así como sus ubicaciones y antecedentes,
brindan un testimonio único de que Dios obra para comunicar la historia
y su mensaje a personas culturalmente tan diversas como la audiencia a la
que están dirigidos.

¿Qué nos dicen los siguientes versículos sobre los escritores bíblicos y
su contexto? (Éxo. 2:10; Amós 7:14; Jer. 1:1-6; Dan. 6:1-5; Mat. 9:9; Fil. 3:3-6;
Apoc. 1:9).

La Biblia fue escrita por gente de diferentes orígenes y en diversas cir-


cunstancias. Algunos escribieron desde palacios; otros, desde cárceles; otros,
en el exilio; y otros, en sus viajes misioneros para compartir el evangelio.
Estas personas tenían diferentes formaciones y ocupaciones. Algunos, como
Moisés, estaban destinados a ser reyes o, como Daniel, a ocupar altos cargos.
Otros eran pastores sencillos. Algunos eran muy jóvenes; y otros, bastante
ancianos. A pesar de estas diferencias, todos tenían algo en común: fueron
llamados por Dios e inspirados por el Espíritu Santo con el fin de escribir
mensajes para su pueblo, sin importar cuándo o dónde vivieran.
Además, algunos de los autores fueron testigos presenciales de los acon-
tecimientos relatados. Otros hicieron una investigación personal cuidadosa
de los hechos o utilizaron cuidadosamente los documentos existentes (Jos.
10:13; Luc. 1:1-3). Pero, todas las partes de la Biblia son inspiradas (2 Tim. 3:16).
Esta es la razón por la que Pablo declara que “las cosas que se escribieron
antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por [...] la conso-
lación de las Escrituras, tengamos esperanza” (Rom. 15:4). El Dios que creó
el lenguaje humano capacita a los escogidos para comunicar pensamientos
inspirados de manera confiable en palabras humanas.
“Dios se ha dignado comunicar su verdad al mundo por medio de ins-
trumentos humanos, y él mismo, mediante su Santo Espíritu, hizo idóneos
a los hombres y los habilitó para realizar esa obra. Guio la mente de ellos en
la elección de lo que debían decir y escribir. El tesoro fue confiado a vasos
de barro; sin embargo, a pesar de todo, es del Cielo” (MS 1:29).

Tantos escritores diferentes, en contextos tan diversos y, sin embargo, el mismo


Dios se revela a través de todos ellos. ¿Cómo nos ayuda esta asombrosa verdad a
confirmar la veracidad de la Palabra de Dios?

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Lección 1 | Martes 31 de marzo

LA BIBLIA COMO PROFECÍA


La Biblia es única, entre otras obras religiosas famosas, porque hasta
el treinta por ciento de su contenido se compone de profecías y literatura
profética. La integración de la profecía y su cumplimiento oportuno es fun-
damental para la cosmovisión bíblica, porque el Dios que actúa en la historia
también conoce el futuro y lo ha revelado a sus profetas (Amós 3:7). La Biblia
no es solo la Palabra viva o la Palabra histórica, es la Palabra profética.

¿Cómo revelan los siguientes pasajes los detalles del Mesías venidero?
Génesis 49:8-12 ..........................................................................................................................................................................................................................................................................................................................

Salmo 22:12-18 ...............................................................................................................................................................................................................................................................................................................................

Isaías 53:3-7 .........................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................

Daniel 9:24-27 ...............................................................................................................................................................................................................................................................................................................................

Miqueas 5:2 ...........................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................

Malaquías 3:1 .................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................

Zacarías 9:9 .........................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................

Hay al menos 75 predicciones mesiánicas directas en el Antiguo Tes-


tamento, y muchas más si también agregamos la tipología (la tipología es
el estudio de los rituales del Antiguo Testamento, como los sacrificios, que
se consideran miniprofecías de Jesús). Estas profecías se relacionan con
detalles específicos como: “No será quitado el cetro de Judá” (Gén. 49:10);
que nacería en Belén de Judá (Miq. 5:2); que sería “despreciado y desechado
entre los hombres”; azotado, acusado falsamente, pero sin abrir la boca para
defenderse (Isa. 53:3-7); que sus manos y pies serían traspasados; y que se
dividirían sus vestiduras entre sus verdugos (Sal. 22:12-18).
El hecho de que estas profecías del Antiguo Testamento se hayan cum-
plido con tanta precisión en la vida, la muerte y la resurrección de Jesús es
un testimonio de su inspiración y revelación divinas. También indica que
Jesús era quien él y otros afirmaban que era. Jesús siguió a los profetas de la
antigüedad al predecir su muerte y su resurrección (Luc. 9:21, 22; Mat. 17:22,
23), la caída de Jerusalén (Mat. 24:1, 2) y su segunda venida (Juan 14:1-3). Por
lo tanto, la Biblia predice su encarnación, su muerte y su resurrección, y su
cumplimiento garantiza su confiabilidad.

¿Cuántas razones puedes enumerar por las que crees en Jesús y en su muerte en
nuestro favor? Compártelas en clase el sábado y hazte esta pregunta: ¿Por qué las
evidencias son tan convincentes?

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Miércoles 1º de abril | Lección 1

LA BIBLIA COMO HISTORIA


La Biblia es única en comparación con otros libros “santos” porque está
constituida en la historia. Esto significa que la Biblia no es simplemente
el pensamiento filosófico de un ser humano (como Confucio o Buda), ya
que registra los actos de Dios en la historia al avanzar hacia un objetivo
específico. En el caso de la Biblia, esos objetivos son: (1) la promesa de un
Mesías y (2) la segunda venida de Jesús. Esta progresión es exclusiva de la fe
judeocristiana, en contraste con la visión cíclica de muchas otras religiones
del mundo desde el antiguo Egipto hasta las religiones orientales modernas.

Lee 1 Corintios 15:3 al 5 y 51 al 55; Romanos 8:11; y 1 Tesalonicenses 4:14.


¿Qué nos enseñan estos pasajes no solo sobre la verdad histórica de la re-
surrección de Cristo, sino también acerca de lo que significa para nosotros?

El testimonio de los cuatro evangelios y de Pablo es que Jesús murió,


fue sepultado y resucitó de entre los muertos, y se les manifestó a varias
personas. Esto lo corroboraron testigos oculares que lo colocaron en la
tumba y luego la vieron vacía. Hubo testigos que tocaron a Jesús, y él comió
con ellos. María Magdalena, María (la madre de Jesús) y otras mujeres lo
vieron como el Cristo resucitado. Los discípulos hablaron con él camino a
Emaús. Jesús se les apareció para la gran comisión evangélica. Pablo escribe
que, si el testimonio de las Escrituras es rechazado, entonces nuestra predi-
cación y nuestra fe son “vana[s]” (1 Cor. 15:14). Otras traducciones dicen “es
inútil” (NTV), “carecen de sentido” (BLP) o “no sirve para nada” (NVI). Los
discípulos afirman: “¡Es cierto! [...] El Señor ha resucitado” (Luc. 24:34, NVI).
El término griego ontos se refiere a algo que realmente ocurrió. Se traduce
como “realmente”, “de veras” o “verdaderamente”. Los discípulos declaran
que “ha resucitado el Señor verdaderamente”.
A Cristo también se lo describe como las “primicias” (1 Cor. 15:20) de
todos los que murieron. El hecho histórico de que Cristo haya resucitado
corporalmente de entre los muertos y esté vivo hoy es la garantía de que
ellos también resucitarán así como él resucitó. Todos los justos “en Cristo [...]
serán vivificados” (1 Cor. 15:22; énfasis añadido). Este término implica un acto
futuro de creación, cuando aquellos “que son de Cristo” o que permanecen
leales a él serán resucitados “en su venida” (1 Cor. 15:23) “a la final trompeta”
(1 Cor. 15:52).

¿Por qué es tan importante para nuestra fe la promesa de la resurrección, especial-


mente por el hecho de que entendemos que los muertos duermen? Sin ella, ¿por
qué nuestra fe realmente es “vana”?

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Lección 1 | Jueves 2 de abril

EL PODER TRANSFORMADOR DE LA PALABRA


Lee 2 Reyes 22:3 al 20. ¿Qué hace que el rey Josías rasgue su ropa? ¿Cómo
cambia su descubrimiento no solo a él, sino a toda la nación de Judá?

En 621 a.C., cuando Josías tenía aproximadamente 25 años, Hilcías, el


sumo sacerdote, descubrió “el libro de la ley”, que pudieron haber sido los
primeros cinco libros de Moisés o, específicamente, el libro de Deuteronomio.
Durante el reinado de su padre Amón y su malvado abuelo Manasés, este
rollo se había perdido en medio de la adoración a Baal, Asera y “todo el
ejército de los cielos” (2 Rey. 21:3-9). Cuando Josías oyó las condiciones del
Pacto, se rasgó la ropa totalmente angustiado, ya que se dio cuenta de cuán
lejos se habían apartado él y su pueblo de la adoración al Dios verdadero.
Inmediatamente comenzó una reforma en toda la tierra, derribando los
lugares altos y destruyendo imágenes a los dioses extranjeros. Al terminar,
solo quedaba un lugar para adorar en Judá: el templo de Dios en Jerusalén.
El descubrimiento de la Palabra de Dios lleva a la convicción, al arrepenti-
miento y al poder para cambiar. Este cambio comienza con Josías y, final-
mente, se extiende al resto de Judá.

¿Cómo nos garantiza la Biblia que tiene el poder de cambiar nuestra


vida y mostrarnos el camino de la salvación? Lee Juan 16:13; 17:17; Hebreos
4:12; y Romanos 12:2.

Uno de los testimonios más poderosos del poder de la Biblia es la vida


transformada de una persona. Es la Palabra la que traspone el pecado hu-
mano y la depravación, y revela nuestra verdadera naturaleza humana y
nuestra necesidad de un Salvador.
Un libro único como la Biblia, instaurado en la historia, imbuido de
profecía y con el poder de transformar vidas, también debe interpretarse
de una manera única. No puede interpretarse como cualquier otro libro, ya
que la Palabra viva de Dios debe entenderse a la luz de un Cristo vivo que
prometió enviar a su Espíritu para guiarnos “a toda la verdad” (Juan 16:13).
Por lo tanto, la Biblia como una revelación de la verdad de Dios, debe con-
tener sus propios principios internos de interpretación. Estos principios se
pueden encontrar al estudiar de qué manera los escritores bíblicos utilizaron
las Escrituras y se guiaron por ellas mientras permitían que las Escrituras
se interpretaran a sí mismas.
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Viernes 3 de abril | Lección 1

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:


Lee Elena de White, El Deseado de todas las gentes, “No se turbe vuestro
corazón”, pp. 617-635.
Muchos han muerto por defender la Palabra de Dios y permanecer fieles
a ella. Uno de ellos fue el Dr. Rowland Taylor, un pastor parroquial inglés
que se resistió a la imposición de la misa católica durante el reinado de
María la Sanguinaria en su parroquia de Hadley, Inglaterra. Después de ser
expulsado de la iglesia y ridiculizado por su adhesión a las Escrituras, apeló
personalmente al obispo de Wínchester, al Señor Canciller de Inglaterra,
pero este lo mandó a la cárcel y finalmente a la hoguera. Justo antes de su
muerte, en 1555, pronunció estas palabras:
“¡Buena gente! No les he enseñado nada más que la santa Palabra de Dios,
y esas lecciones que he extraído del bendito libro de Dios, la Santa Biblia.
He venido aquí este día para sellarlo con mi sangre” (J. Foxe, The New Foxe’s
Book of Martyrs, p. 193). Justo antes de que se encendiera el fuego se escuchó
al Dr. Taylor repetir el Salmo 51 y entregó su vida.
La pregunta que debemos hacernos ahora es: ¿Seremos tan fieles para
defender las verdades de la Palabra de Dios? Tarde o temprano, en el con-
flicto final, esa prueba vendrá. El momento de prepararse para ello, por
supuesto, es ahora.

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:


1. ¿De qué manera la profecía confirma el origen divino de la Biblia?
¿Cómo pueden afirmarnos en nuestra fe estas profecías cumplidas?
2. En cuanto a la pregunta final del estudio del martes, ¿por qué son
tan poderosas las evidencias de Jesús como Mesías?
3. Jesús y los apóstoles demostraron una fe inquebrantable en la ve-
racidad y la autoridad divina de las Sagradas Escrituras. Por ejem-
plo, ¿cuántas veces se refirió Jesús a las Escrituras y a que (a menu-
do en referencia a él mismo) las Escrituras deben cumplirse? (ver, p.
ej., Mat. 26:54, 56; Mar. 14:49; Luc. 4:21; Juan 13:18; 17:12). Por lo tanto,
si Jesús mismo consideraba las Escrituras (en su caso, el Antiguo
Testamento) con tanta seriedad, especialmente en términos de la
profecía que se estaba cumpliendo, ¿cuál debería ser nuestra acti-
tud hacia la Biblia también?

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