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Voloshinov El Discurso en La Vida y El Discurso en El Arte

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ADS 2 BdAU poeryy PSI. 1004 RES cl Valentin N. Voloshinov 5 : 4 Freudismo Un bosquejo critico BIBLIOTECA SAN JOAQUIN BIBLIOTECAS UC B. UNIVERSIDAD CATOLICA DE CHILE 650TAG PAIDOS Buenos Aires - Barcelona - México Tieulo original: Freudianisne. A Critical Sketch Bloomington e Indianapolis, Indiana University Press, 1987 © 1976 by Academic Press ‘Traduccién de Jorge Piatigorsky Cubierta de Gustavo Macri La reproduecién cou o parcial de este libro, en cualquier forma que sez, idéntica o modificads, escsta a mxiquina, pot cl sisteina “nnultigraph®, mimesgrafo, impreso por foroc0- pia, foteduplicackén, etc, no autorizads por los editores, viol derechos reservados, Cualquier utilizacién debe ser previamente solieitads, © 1999 de todas las ediciones en castellano Editorial Paidés SAICE Defensa $99, Buenos Aires e-mail:paidos@internet siscotel.com Ediciones Paid6s Tbética SA. Mariano Cubf 92, Barcelona Editorial Paidés Mexicana SA Rubén Dario 118, México, DF. Queda hecho ef depdsito que previene la ley 11.723 Impreso en Ja Argentina. Printed in Argentina Impreso en Talleres Gréficos MPS Santiago del Estero 338, Lantis, en julio de 1999 ISBN 950-12-6510-2 ssn nee eS SRA uli aati 8 Dita aseaadlrtaoinssuseaaa asus atau bensitnesindsivtasha eaten psntianrerstateasoidartamsuacsienc il Indice 9 23 Primera parte Ell freudismo y las tendencias modernas en filosofia -y psicologia (orientacién critica) 1. El tema ideolégico basico del freudismo ....-.. 47 2. Las dos tendencias de la psicologia moderna ........4 61 Segunda parte Una exposicién del freudismo 3. El inconsciente y la dindmica de la psique.. 77 4. El contenido del inconsciente OL 5. El método psicoanalitico 107 6, La filosoffa freudiana de Ja cultur 119 Tercera parte Un andlisis critico del freudismo 7. El freudismo como variante de la psicologia subjetiva 133 VN. Volosbinov 8, La dindmica de la psique como lucha de motivas ideoldégicos y no de fuerzas naturales... 9, El contenido de la conciencia come ideologia Apéndice I FE] discurso en la vida y el discurso en el arte {acerca de la poética sociolégica) V.N. Voloshinov . Apéndice IT Una critica de las apologias marxistas del freudismo VN. Poloshinov Apéndice TIT V.N. Voloshinov y los presupuestos bdsicos de Freudismo en su relaci6n con el estructuralismo Neal H. Briss ceestessseesssecsesesscsesseerseesssesnnesecusesnesssaneess 143 157 167 Prefacio Fames Vi Wertsch Freudismo. Un bosquejo crftico fue escrito en el que tal vez ha sido el ambiente intelectual mds estimulante del siglo xx: la Unidn Soviética entre la Revolucién de Octubre y el inicio de las purgas cstalinistas a fines de la década de 1930.’ Durante esos afios, un torbellino de energia creativa transformé casi todos los aspectos de la vida intelectual y cultural de ese pais. Entre las ciencias transformadas se conté Ja psicologia, a la que se habfa asignado la tarea de especificar los criterios de una explicacién marxista de la mente y, aplicando esos crite- rios, organizar la investigacién concreta. En los debates de esa época, una de las principales cuestio- nes planteadas fue la de si en los escritos de Marx, Engels y 1. Desde los comentarios de V. V. Ivanov (1974), se ha discutido mucho sobre si V. N. Voloshinoy escribié este texto solo, en colaboracién con M. M. Bajtin, o si lo hizo publicar con su firma después de que Bajtin lo hubiera es- ctita (por ejemplo, Clark y Holquist, 1984; ‘Titmnik, 1987; Todorov, 1984). Pienso que existen pruebas convincentes de que por lo menos Bajtin partici- pé-en Ia redaccién de Freudiso, aunque en este caso (en especial por el esti- Jo y contenido del texto) creo que hay menos seguridad que con respecto a El marxisme y Ia filosofia del lenguaje (1973), también publicado con la firma de Voloshinov. Con el mismo espiritu bajtiniano de voces miiltiples, me gusta- ria expresar mi aprecio a Michael Holquist por sus comentarios sobre un bo- rtador anterior de esta introduceién. V. IN. Voloshinoo Lenin se podia 0 no discernir de modo inmediato una teoria de la mente. Algunos psicélogos sostenfan que asi era, y que la tarea consistfa en explorar esos escritos de la manera mis adecuada. Para la mayorfa de los estudiosos soviéticos, sin embargo, un enfoque marxista auténtico tenia que abrevarse en las teorias psicolégicas existentes (tanto en la Unidn Sovié- tica como en el extranjero), ademas de hacerlo en los textos marxistas. Quienes aceptaban esta linea de razonamiento con- sideraban que se debian traducir los principios marxistas en afirmaciones psicolégicas concretas y detalladas. Esto era lo que Zinchenko y Smirnov (1983) definfan como la tarea “me- todoldgica” central de la psicologia soviética. Para abordar esta tarea metodolégica, la psicologia sovié- tica se basé ampliamente en ideas desarrolladas en el pais (tanto por la psicologia rusa prerrevolucionaria como por la psicologia soviética), pero, segtin ya he seftalado en otro lugar (Wertsch, 1985a, 1985b), también se nutrid mucho de teorfas elaboradas en Occidente. Freudismo puede considerarse un intento de tomar ideas de la psicologia “burguesa” y reaccio- nar frente a ellas, para formular el enfoque marxista soviético de la mente. En la época en que se escribié Freudismo, en la Unién So- viética estaban en marcha otros intentos tendientes a crear la, psicologia marxista. En Ja cargada atmédsfera intelectual y po- Iitica de la década de 1920°y principios de la de 1930 hubo acaloradas disputas sobre el curso adecuado para realizar esta tarea, pero todos los planteos compartian cicrtas caracteristi- cas. La primera era la arrogancia aparentemente agresiva frente a los otros autores soviéticos, y especialmente ante los psicdlogos “burgueses”. En alguna medida, este estilo subsis- te hasta hoy en escritos soviéticos, pero estaba mucho mas di- fundido en las décadas mencionadas. :Cudl era la fuente de ese tono, y por qué resultaba tan evidente en aquellos aiios? Hay varias respuestas, la primera de las cuales es que la arro- gancia caracteriza el estilo general del debate en la intedligent- sia rusa (de antes y después de la Revolucién), pero pienso que su prevalencia en aquellas décadas en realidad es indicio de 10 Prefacio otro factor. Me refiero al torbellino intelectual del que hablé al principio. Los estudiosos soviéticos de la psicologia, asf co- mo de las otras disciplinas, estaban convencidos de que cons- truian la sociedad del futuro; de allf que tuvieran poca pacien- cia con los antiguos modos de pensar. A su juicio, esos antiguos modos de pensar reflejaban la formacién social cadu- ca, es decir, el capitalismo, en el cual la psicologia habia evo- lucionado hasta ese punto. Aunque hoy en dia es improbable que alguna escuela importante de psicologia despliegue el ti- po de cestidumbre y entusiasmo que encontramos en una obra como Freudismo, estos sentimientos impregnaban, mucho de lo que los estudiosos jévenes estaban diciendo en esa épo- ca en la URSS. Si esto traduce parte del tono de la disputa sobre lo que debia ser una psicologia marxista, de qué se trataba en sus- tancia? Las cuestiones sustanciales que yo abordaré no eran algo que los psicélogos soviéticos de esa época podian permi- tirse ignorar. Son los preceptos metodoldgicos que habia que encarar de un modo u otro para que una teorfa pudiera tomar- seen serio en el debate sobre lo que constituia una correcta psicologia inarxista. Freudismo plantea dos preceptos metodo- légicos bésicos: segiin el primero, una psicologia marxista de- be abordar la especificidad cultural e histdrica de la concien- cia humana, y en virtud del segundo, una psicologfa marxista debe basarse en métodos objetivos. Con respecto a la especificidad cultural ¢ histérica de la conciencia humana, vale la pena observar que Freudismo se adelanté mucho a su tiempo. Incluso ahora, a mds de medio siglo de su publicacién, esta cuestién no ha sido adecuada- mente abordada en la psicologia de Occidente, En la URSS, varias escuelas psicoldgicas la han reconocido por lo menos como la cuestién bdsica en cualquier explicacién adecuada de los procesos mentales, La afirmacién fundamental al respecto és que una psicologia debe especificar lo que distingue los procesos mentales de las personas de diferentes contextos cul- curales e histéricos. Por ejemplo, esa psicologia debe poder especificar de qué modo el pensamiento de un soviético de fi- dl i | | | : | | VN. Voloshinow nes del siglo xx difiere del pensamiento de un norteamerica- no del mismo perfodo, o del pensamiento de un campesino ruso del siglo xvi. Estas cuestiones han sido estudiadas, has- ta cierto punto, por la sociologia, la antropologia y la historia, pero la psicologia ha tenido muy poco que decir al respecto. Mucho de fo que Voloshinov tiene que decir en Frendismo deriva de esa exigencia. Desde el principio, él critica a Freud por basar su teorfa en constantes universales, ahistéricas, como el sexo y la edad.? En lugar de ver la dindmica psiquica como emergente de una lucha de fuerzas naturales, Voloshinov sostiene que refleja una lucha de motivos sociolégicamente constituidos, y pot lo tanto espectficos de una sociedad y una cultura; para él, “psique humana y conciencia reflejan la dia- léctica de la historia en una medida mucho mayor que la dialéctica de Ja naturaleza” (pag. 155). A juicio de Voloshinoy, el enfoque ahistérico de Freud respecto de Ia dindmica psiquica deriva del ambiente en el cual vivi6 y trabaj6. El autor de Freudismo pensaba que el re- duccionismo biolégico caracteristico en general de las cien- cias humanas y la filosofia occidentales de 1a época reflejaba una actitud defensiva frente al cambio social, o bien la nega- tiva a reconocer la “desintegracién y declinacién del mundo burgués” (pag. 58). En relacién con esto, Voloshinov dedica su primer capitulo al “tema ideoldgico del freudismo”. Aunque alguno de los detalles de esta critica no son muy convincentes, el presupuesto general que esta detras de ella es interesante e importante en sumo grado. Se trata de que los contextos culturales e histéricos influyen sobre el investigador tanto como sobre los sujetos investigados. Este es un presu- puesto apreciado por estudiosos de diversas disciplinas (por 2, Algunas de las obras de Freud que abordan temas sociocultrates (por cemplo, Bl malestar en la cultura, 1961) no estavieron al alcance de Voloshi- nov en la época en que tedactaba Freudimo. De no haber sido asi, Voloshi- nov podria haber seguido una orientacién un tanto diferente, pero su exftica bisica relacionada con la especificidad cultural ¢ histérica de los procesos mentales hnmanos no se habrfa modificado demasiado. 12 Prefacio ejemplo, en el caso de la literatura, Clark y Holquist, 1974), pero s6lo recientemente ha comenzado a ser tomado en serio en psicologia (ci. Meacham, 1984, Wertsch y Jouniss, en pren- sa). De alli que las ideas de Voloshinov sobre este tema tengan una pertinencia contempordnea para la psicologia y que no sean una mera nota al pie de valor exclusivamente histérico? En cuanto al precepto de emplear métodos objetivos, de nuevo observamos que Voloshinov tenia mucho que criticar- le a Freud. Junto al sefialamiento de la especificidad cultural ¢ histdrica de la mente, el reclamo de un método objetivo era uno de los presupuestos esenciales subyacentes con los que es- taba operando la psicologia soviética. Los estudiosos soviéti-~ cos tenfan un compromiso profundo, inchuso radical, con Ja Giencia como explicacién y resolucién de todo tipo de proble- mas. Esto, desde luego, prolongaba en gran medida Ja afir— maci6n de que el marxismo es un enfoque cientifico de los problemas sociales. También formaba parte de la sostenida reaccién contra cualquier indicio del idealismo y el espiritua- jismo que habian gravitado en la psicologia rusa prerrevola- cionaria. En Voloshinoy, la exigencia de métodos objetivos respon- dia al deseo de crear una psicologia materialista objetiva sin caer victima del reduccionismo fisiolégico.* En otras palabras, Voloshinov insistia en usar métodos objetivos para investigar fendémenos tales como la mente y la conciencia, inaccesibles 0 3. Debe observarse que la meta de situar en términos autocriticos las teo- rias psicolégicas en sus contextos culturales e histéricos no se ha alcanzado en la URSS ni en Occidente. Aunque la teorfa social marxista [lev6 a los estudio- sos soviéticos a reconocer Ia importancia de esta cuestién, ellos no han pro- ducido ningyin andlisis detallado y convincente de fa especificidad cultural ¢ histérica de las teorias en su propia sociedad, o en cualquier otra, Por cierto, el trabajo de estudiosos como Baner (1952) demuestra que la teorfa psicolé- itica soviética refleja a veces su contexto social y politico de un modo menos exftico que Jos enfoques occidentales. 4, De tal reduccionismo iban a estar plagados los enfoques soviéticos en la década de 1940 y principios de la de 1950. Mas tarde fue estigmatizado co- ino “materialismo vulgar” por los intelectuales soviéticos. 13 VN. Voloshinov negados en las explicaciones fisiolégicas o estrictamente con~ ductistas. Todo esto ocurrfa en el contexto de la “lucha por la conciencia” que L. S. Vygotsky (1934) y otros estaban libran- do en esos mismos aiios. Pero la argumentacién de Voloshinov representa una po- sicidn osada y timica en esta lucha por la conciencia, porque, a diferencia de otros enfoques, el suyo se inicia con una episte- mologia fundamentalmente social. Mientras que otras teorias psicolégicas de la €poca apuntaban a desembocar en lo social, Voloshinov vefa la actividad social como Ia categoria desde la cual se desprendia todo lo demas. Ademéas se centraba en la dinémica social en gran escala (por ejemplo, las relaciones so- ciales de poder) que da forma a la conciencia individual pero no es explicable a partir de la psicologia individual, e incluso esta mas alla del alcance de la conciencia individual, Para Vo- loshinov, emplear esta epistemologfa social como base de la reinterpretacién de la concepcidn freudiana del inconsciente constitufa por cierto un paso radical. Atacaba una idea que en Freud es intrinsecamente psicolégica, pasando de ese marco psicolégico a un marco social. A juicio de Voloshinovy, la acti- vidad que nos define fundamentalmente como seres humanos se encuentra en el plano social; y no en el plano individual. Por otro lado, él levaba al foco aspectos de lo social que no habfan sido abordados por-ninguna otra teoria psicolégica, Segin Voloshinov, la clave para realizar esta tarea comple~ ja era el andlisis semidtico de la condicién humana, un andli- sis que permitia investigar objetivamente los procesos menta- les humanos sin perder de vista la especificidad cultural e histérica. En el micleo de este andlisis esté la idea de que, en la commnicacién humana, toda manifestacién verbal o enun- ciado es un fenédmeno irreductiblemente social. Esto implica que estan desencaminados los intentos de explicar el signifi- cado o la forma de una manifestacién verbal en términos in- dividuales; a juicio de Voloshinov, “Toda manifestacién ver- bal es producto de la interaccion entre locutores y del contexto mas amplio de la situacién social total y compleja en la que surge” (pag. 148). Esta situacién social puede analizarse en varios ni- I4 Prefacio veles. Por una parte, es posible verla en los términos del “pe- quefio acontecimiento social immediate: el acontecimiento co- municacional, de intercambio de palabras entre las personas” (pag. 158). Este es el foco del capitulo 8 de Freudismo. Por otro lado, involucra las “conexiones sociales més amplias, mds duraderas y constantes [...] todo el repertorio de los juicios de valor, los puntos de vista, los enfoques, etcétera” (pag. 159), que son el tema del capitulo 9. Los fenémenos de estos dos niveles son susceptibles de investigacién objetiva. Igual que Vygotsky (1934), Voloshinov sostenia que los tipos de dina- mica involucrados en la comunicacién social son la fuente de jos procesos mentales individuales. En este contexto adquie- ren importancia sus ideas sobre el habla interior. El habla in- terior es un mecanismo especifico que permite explicar c6mo y por qué los procesos mentales humanos son fundamental- niente sociales. EF] meollo del argumento es que, si los proce- sos mentales son mediados por el lenguaje, y si el lenguaje es intrinsecamente social, entonces los procesos mentales tienen una. naturaleza necesariamente social. Aunque parece haber habido poco contacto entre los miembros de! Circulo de Bajtin y Vygotsky (pero véase la no- ta al pie de la pag. 67), las ideas de este ultimo complementan muy bien varias puntualizaciones de Voloshinov realizadas en Freudismo y en El marxismo y la filosofta del lenguaje (1929). En conjunto, las concepciones de ambos autores sobre el habla interior proporcionan un modo coherente de abordar la maxi- -ma_de Voloshinov segin la cual “la psicologia humana debe ser socializada” (pag. 68). La contribucién de Vygotsky a este cuadro general se ini- ci6 con sus ideas sobre el origen social del habla intetior en la ontogénesis. En una serie de estudios empiricos realizados durante la década de 1920 y principios de la de 1930, Vy- fotsky (1934) examind los modos en que los nifios (aproxima- damente entre los 3 y 7 afios) se hablan a si mismos en voz al- ta.en el curso de actividades como el dibujo. Esta es 1a forma dé habla que Piaget (1926) denomin6 “egocéntrica”. Contra . Piaget, quien sostenfa que el habla egocéntrica era un indice is VN. Volosbinow del pensamiento infantil atin no socializado, y por lo tanto una forma de habla destinada a extinguirse con la edad, Vy- gotsky sostuvo que el habla egocéntrica es una forma semié- tica transicional entre el habla externa, social, y el habla inte- rior. Su destino es “quedar enterrada”, y no extinguirse. En una serie de ingeniosos estudios, demostré que el habla ego- céntrica refleja una diferenciacién constante entre el habla so- cial y el habla que uno se dirige a si mismo. Entre otras cosas, surgié de esos estudios que durante dicha diferenciacién fun- cional egocéntrica el habia continia reflejando sus origenes sociales de diversas maneras reveladoras. Por ejemplo, en las situaciones que al nifio le parecen sociales, comunicativas (aunque en realidad no se produzca ninguna interaccién so- cial) la incidencia del origen. social es mayor que en los esce- narios en los que el nifio esta aislado. En general, el. enfoque del habla egocéntrica y de otros mecapismos semidticos que median el funcionamiento men- tal humano (cf. Wertsch, 1985b) es en Vygotsky enteramen- te coherente con el andlisis de Voloshinov, y Ilena algunas la- gunas importantes de lo que decian este tltimo y otros miembros del Circulo de Bajtin. Voloshinoy y otros, a su vez, abordan varias cuestiones que en los escritos de Vygotsky quedan implicitas o sin especificar. La mds importante de ellas es la contextualizacién cultural ¢ histérica de la vida so- cial, y por lo tanto de los procesos mentales. Como ya hemos sefialado, 1a explicaci6n que da Voloshinov de lo social se centra mucho més que las de otros autores en las cuestiones de la politica y el poder. Vygotsky realiza sus planteos sobre los origenes sociales del habla egocéntrica e interior de un modo tal que tiene pocas razones para abordar esos proble- mas de la polftica y el poder o para diferenciar los diversos contextos histérica-culturales. Esto se debe a que su explica- cién de 1a accién social se centra casi totalmente en las comu- nicaciones microsociales, cara a cara. En consecuencia, es re- lativamente poco lo que dice sobre temas tales como la lucha de clases y las formas de conciencia asociadas con formacio- nes sociales especificas. 16 Prefacio Voloshinov estudia estas cuestiones en Freudismo, tratando de situar su andlisis semidtico en el seno de un enfoque basi- camente preocupado por el poder politico y social. Esto supo- ne necesariamente que ciertas dimensiones de la interaccién social y de los procesos semidticos varian en funcién del con- texto cultural ¢ histérico. Entonces, ademds de examinar de qué modo un enunciado refleja el “pequefio acontecimiento social inmtediato” del que forma parte, insiste en tomar en cuenta “las conexiones sociales mas amplias, mas duraderas y constantes, cuya dindmica genera todos los elementos de las formas y el contenido de nuestra habla interior y externa” (pag. 159). ¥ste es un paso coherente con lo que sostiene Vy- gostky, pero, excepcién hecha de algunos de los comentarios al pasar de este dltimo acerca de la especificidad cultural del habla interior, Voloshinov va mds allé de lo que Vygotsky abarcé en sus escritos. Para Voloshinov, las relaciones de poder emergen como cuestién tanto en el nivel del discurso en ef “pequefio aconte- cimiento social inmediato”, como en cl nivel de las “conexio- nes mds amplias, mds duraderas y constantes”. En tiltima ins- tancia, para comprender de qué modo se constituyen, concretan y perpetian las jerarquias de poder, resulta esencial reconocer esos dos niveles interconectados. La linea del razo- namiento sobre este tema queda reflejada del modo mds claro en su reinterpretacién radical de los procesos consciente ¢ in- consciente descritos por Freud. Voloshinov comienza soste- niendo que “la hostilidad y la incomprensién mutuas” (pag. 77) en realidad refleja “dos ideas, dos tendencias ideolégicas, dos personas antagGnicas, y no entre dos fuerzas naturales, materiales” (pig. 146). A su juicio, “la hostilidad y Ia incom- prensién” de las que se trata son en tiltima instancia hechos relacionados con el médico y el paciente en sus contextos co- municativos concretos. Pero, ademas, Voloshinov vefa los an- tagonismos particulares entre un médico y un paciente como indice de relaciones sociales mas amplias (por ejemplo, rela- ciones de clase) en la sociedad global. i7 1 | VN. Voloshinov El discurso es como un “guién” del acto inmediato de comu- nicacién en cuyo proceso es engendrada, y este acto de comuni- cacién es, a su vez, un factor del campo global de la comunica~ cién de la comunidad a la que pertenece el locutor, Para comprender este “guidn” es esencial reconstruir todas Jas com- plejas interrelaciones sociales de las cuales la manifestacién ver- bal de [a que se trata es una refraccién ideolégica. (Pig. 149.) A juicio de Voloshinov, esto se aplica por igual al habla so- cial externa y al habla interior. Nada ha cambiado si, en Ingar del habla externa, tenemos en- tre manos el habla interior. El habla interior también supone un ayente, y su construccién est’ orientada hacia él. E] habla inte- rior es el mismo tipo de producto y expresin del intercambio so- cial que el habla externa. (Pig. 149.) De modo que el énfasis de Voloshinov en los factores so- ciales no refleja una falta de preocupacién por lo psicoldgico; s6lo significa que a su juicio la actividad social es 1a categoria fundamental, y que la actividad psicoldgica s6lo puede enten- derse comprendiendo lo social. 51 desarrolla este punto de vista como antidoto contra el de Freud, que “proyecta sobre la psique individual toda la dindmica de la interrelacién entre dos personas” (pag. 150). Puesto que Voloshinov (siguiendo los textos marxistas de su época) explica las relaciones sociales del tipo de Jas que se establecen entre médico y paciente en los términos de la lu- cha de clases, muchos de sus comentarios no tienen hoy en dia un interés especial. En otros escritos del Circulo de Bajtin, sobre todo los debidos al propio Bajtin, se describen de un modo mas completo ¢ interesante los mecanismos en virtud de los cuales las formas del habla social y el habla interior re- flejan las diferencias culturales e histéricas. Pero ya en Freu- dismo podemos encontrar las semillas de la argumentacién de Bajtin en algunos puntos concernientes a la naturaleza de las manifestaciones verbales. En el capitulo 8, Voloshinov toca uno de esos temas al sostener que “Toda manifestacién verbal 18 Prefacio es producto de la interaccién entre locutores y del contexto mis amplio de la situacién social total y compleja en la que surge” (pag. 148), y en “EI discurso en la vida y el discurso en el ar- te” profundiza su andlisis de las manifestaciones verbales. Alli sostiene que “cualquier enunciado en voz alta o escrito para si co~ nunicacion inteligible (es decir, todas las palabras, salvo las que *. descansan en el diccionario) es la expresién y el producto de la in- teracci6n social de tres participantes: el locutor (el autor), ef oyente (el lector), y e/ tena (el quién 0 qué) del habla (el héroe)” (pag. 184). Lo que se dice en esta cita toca el micleo de lo que Baj- titi iba a explicar en muchos de sus escritos (por ejemplo, Baj- tin, 1963, 1965, 1981): su énfasis en el discurso concreto, en tanto opuesto a la forma lingtiistica abstracta; su insistencia en poner el foco en el modo en que interactian el autor, el hé- roe y el lector, y sus ideas sobre la alteridad y fa otredad (cf. ‘Todorov, 1984; Clark y Holquist, 1984). Aprovechando estas ideas pudo proporcionar descripciones brillantes acerca del ‘mado en que entran en contacto las voces de diversos estratos sociales, y sobre los cambios de Ia relacidn entre el autor, el héroe y cl lector a lo largo de la historia del discurso novelis- ‘tco. Freudismo no resulta muy convincente en muchas de sus criticas especificas al psicoandlisis, sobre todo porque es abiertamente polémico, insuficientemente especffico, y en al- gunos puntos sencillamente anticuado, Pero constituye un li- _bro‘importante, ¢ importante desde la perspectiva actual. En muchos aspectos va més alld que la mayorfa de los abordajes actuales de la relacién entre la psicologia y lo social. Ademas “Tepresentd un paso importante en el intento del Circulo de = Bajtin tendiente a explorar las fuerzas sociales y semidticas » que subyacen en la conciencia humana. Por ejemplo, el andli- si8 de los procesos politicos discursivos monta el escenario pa- - ra los argumentos presentados en El marxismo y la filosofia del _lenguaje. © Tomado en si mismo, Freudismo podria no ser considera- do’en general una de las obras mds importantes producidas por el Circulo de Bajtin. Sin embargo, debe desempefiar un. 19 V.N. Poloshinov papel central si se trata de comprender las brillantes ideas producidas por este grupo. Quedan pocas dudas de que, al profundizar esas ideas, nos encontraremos volviendo una y otra vez a este volumen, en el que muchas de ellas comenza- ron a tomar vida, REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS Bakhtin, M. M. 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Una idea errénea, pero a la que han adherido incluso al- gunos marsistas, sostiene que el método socioldgico sélo re~ sulta legitimo en el punto en el que la forma poética adquiere una complejidad adicional a través del factor ideolégico (el contenido) y comienza a desarrollarse histéricamente en las condiciones de la realidad social externa. Segtin este modo de ver, la forma, en y por sf misma, tiene su propia naturaleza y la rige su propio sistema especfficamente artistico, no socio- Jsgico. Esta idea contradice fundamentalmente las bases mismas del método marxista; su monismo y su historicidad. La con- secuencia de este y otros enfoques similares es la escisién de forma y contenido, teorfa e historia. Pero no podemos descartar estas concepciones falaces sin una indagacién adicional mas detallada; ellas son demasiado caracteristicas de la totalidad del estudio moderno de las artes. 167 V.N, Voloshinev En una obra reciente del profesor P. N. Sakulin' encon- tramos la elaboracién més patente y consistente de ese punto, de vista, Sakulin distingue dos dimensiones en Ja literatura y su historia: la inmanente y 1a causal. El “micleo artistico” i manente de la literatura tiene una estructura especial y leyes peculiares; con estos atributos es capaz de un desarrollo eyo= lutivo auténomo “por naturaleza”. Pero en el curso de esté desarrollo la literatura queda sometida a la influencia “cau- gal” del ambiente social extraartistico. La sociologia no tiene nada que ver con el “niiclo inmanente” de Ia literatura, con su estructura y su evolucién aut6noma; esos temas son dé ly competencia exclusiva de la poética teérica e histérica con: sus métodos especiales.? E] método sociolégico sdlo puede estudiar con éxito Ja interaccién causal entre la literatura y su ambiente social extraartistico circundante. Ademas, el andl sis inmanente (no sociolégico) de la esencia de ta literatur; (que incluye sus leyes auténomas intrinsecas) debe precedes al anilisis sociolégico.3 Desde Inego, ningtin socidlogo marxista podria concord: 1. PLN. Sakualin, Sociologiteskij metod v literaturevedenii [E] método soci légico en el estudio de la literatura], 1925. : 2. “Con Ja ayada de los métodas elaborados por la poética tedrica sob la base de la psicologia, fa estética y In lingitistica -métodos ahora aplicado en particular por el denominado enfoque formal-, se estudian como cuestio nes prefiminares los clementos de la forma postica (sonido, palabra, imagen, ritmo, composicién, género), la temitica poética, el estilo artistico en su 6: talidad,” Ibfd., pag. 27. 3. “Al ver Ia literatura como un fenémeno social, inevitablemente liege: mos a interrogarnos acerca de su condicionamiento causal. Para nosotros, é ta.es una cuestion de causalidad sociolégica. Sélo en la actualidad el historia dor de la literatura ha adquirido el derecho a adoptar la posicién de un socié= logo y a preguntar «por qué», ineluyende los hechos literarios en ef proces general de la vida social de cierto periodo particular, y definiendo en conse cuencia el lugar de fa literatura en e] movimiento total de la historia. En est punto, el método sociolégico, aplicado a la historia de la literatura, se con Vierte en un método sociolégico-hist6rico. "En la primera etapa, inmanente, fa obra era pensada como un valor st tstico, y no en su significacin social ¢ histérica.” bid., pigs. 27 y 28, 168 Apéndice I con este planteo. Pero debe admitirse que la sociologia, hasta el momento, ha abordado casi exclusivamente cuestiones concretas de la historia de 1a literatura, sin realizar ningin intento serio de aplicar su método al estudio de la denomina- da estructura “inmanente” de la obra de arte. En realidad, esa estructura ha sido relegada al 4ambito de los métodos estéti- cos, psicolégicos o de otro tipo que no tienen nada en comin con la sociologfa. Para verificar este hecho basta con que examinemos cual- quier obra moderna sobre poética, o incluso la teoria del es- - tudio del arte en general. No encontraremos ni una huella de - alguna aplicacién de las categorias socioldgicas. El arte es tratado como si fuera no sociolégico “por naturaleza”, exac- tamente como lo es la estructura fisica 0 quimica de un cuer- po. La mayorfa de los estudiosos del arte en la Europa occi- dental y Rusia sostienen precisamente este planteo acerca de la literatura y el arte como un todo, y sobre esta base defien- den persistentemente el estudio del arte como una disciplina especial, contra cualquier tipo de abordaje sociolégico. Justifican ese enfoque en términos que son aproximada- mente los siguientes. Todo elemento que se convierte en ob- jeto de oferta y demanda (es decir, que pasa a ser una mer- cancia) estd sometido a las leyes socioeconémicas en lo que concierne a su valor y su circulacién en la sociedad humana. Aun suponiendo que conociéramos esas leyes a la perfeccién, no comprenderfamos nada de la estructura fisica y quimica del elemento del que se trata. Por el contrario, el estudio de la mercancia exige un anilisis fisico y quimico preliminar del producto. Y las tnicas personas competentes para realizar esos anilisis son los fisicos y los quimicos, que aplican los métodos especificos de sus campos. A juicio de estos estudio- sos, el arte ocupa una posicién semejante. ‘También el arte, en cuanto se convierte en un factor social y queda sometido a Ja influencia de otros factores andlogamente sociales, ocupa su lugar en el sistema general de las determinaciones socialé- gicas, pero de ellas nunca podemos derivar la esencia estetica del arte, del mismo modo que no podemos inferir la f6rnvala 169 | | V.N. Voloshinov quimica de un producto a partir de las leyes econémicas que gobiernan la circulacidn de las mercancias. Se supone que el estudio del arte y la poética teérica buscan una formula and~ loga de la obra de arte, una formula especifica del arte, e inde- pendiente de la sociologia. Como hemos dicho, esta concepcidn de la esencia del arte esta en contradiccién con la las bases del marzismo. Desde luego, por medio del método sociolégico nunca se encontra- r4 una férmula quimica, pero si se puede encontrar una “f6r- mula” cientifica para cualquier dmbito de la ideologia, y sdlo pueden encontrarla los métodos de 1a sociologia. Todos log otros métodos (“inmanentes”) estén considerablemente car-. gados de subjetivismo y han sido incapaces hasta el dia de hoy de liberarse de la controversia estéril entre distintas opi~ niones y puntos de vista; en consecuencia, son absolutamente incapaces de encontrar algo que se parezca aunque sea remo- tamente a las férmulas rigurosas y exactas de la quimica. Por. supuesto, tampoco el método marxista puede pretender que obtiene ese tipo de “formulas”; el rigor y exactitud de las ciencias naturales son imposibles de alcanzar en el dominio del estudio ideoldgico, en raz6én del cardcter mismo de su ob- jeto. Pero el método sociolégico en su concepeién marxista ha hecho posible la mayor aproximacién a una auténtica cientificidad en el estudio de la creatividad ideoldgica. Los cuerpos fisicos y las sustancias quimicas existen. fuera de la sociedad humana tanto como dentro de ella; todos los pro- ductos de 1a creatividad ideolégica surgen en y para la socié- dad humana. Las definiciones sociales no se les aplican desde fuera, como en el caso de los cuerpos y sustancias de la natu- raleza: las formaciones ideolégicas son socioldgicas en términos in- trinsecos e inmanentes. Es improbable que alguien lo discuta’_ con respecto a las formas politicas y juridicas. ¢Qué propie- dad inmanente no sociolégica podria encontrarse en ellas? Los matices formales mds sutiles de una ley o de un sistema politico son por igual aecesibles al método sociolégico, y sélo a él. Pero esto mismo vale para las otras formas ideoldgicas, Ellas son totalmente socioldgicas, aunque su estructura; cam 170 Apéndice I biante y compleja como lo es, presente enormes dificultades para el andlisis exacto. ‘También el arte es social en términos inmanentes; ef am- biente social extraartistico, que afecta al arte desde fuera, en- cuentra dentro de él una respuesta directa ¢ intrinseca. No se trata de que un elemento extrafio incida sobre otro, sino de que una formacién social afecta a otra formacién social. Lo estético, igual que lo juridico o lo cognitivo, es sélo una varie- dad de Io social. En consecuencia, la teorfa del arte sdlo puede ser wna sociologia del arte.4 En su 4mbito no queda ninguna ta- rea “inmanente”. Para que el anélisis sociolégico pueda aplicarse de modo adecuado y productivo a la teoria del arte (en particular a la poética), es preciso rechazar dos ideas erréneas que estrechan severamente el campo de estudio, al operar exclusivamente con ciertos factores aislados. La primera de estas ideas puede definirse como Ja fetichizacién del objeto artistico, Este fetichis- mo es la actitud que prevalece actualmente. E] campo de in- vestigacién se limita a la obra, analizada como si ella, por sf sola, agotara todo lo artistico. El creador y los contemplado- res son excluidos. A la inversa, el segundo punto de vista se limita al estudio de la psique del creador o del contemplador (lo mas frecuen- te es que sencillamente los equipare). Para este enfoque, todo arte se agota en las experiencias de la persona que crea 0 con- templa. 4, Nosotros trazamos una distincién entre la teorfa del arte y Ia historia de] arte s6lo a los fines de una divisidn técnica del trabajo. Entre ambos en- foques no puede haber ninguna brecha metodoldgica. Desde Inego, las cate- gorias histéricas son aplicables a tados los campos de las humanidades, sean ellos histéricos o tedricos. 171 V.N. Voloshinco De modo que, para un punto de vista, el objeto de estudio. es s6lo la estructura de la obra, mientras que para cl otro eg solo la psique individual del creador o el contemplador. En el primer caso se Ileva el material al primer plano de la: investigacién estética, La forma, entendida muy estrech: mente como la forma del material (lo que lo organiza en un producto tnico, unificado y completo), se convierte en ef principal y casi exclusivo objeto de estudio. Una variedad de. esta perspectiva es el denominado método formal, para el que una obra poética es material verbal organizado por la forma de un modo particular. Ademés, Jo verbal no se consi- dera como fenémeno sociolégico; es examinado desde un. punto de vista lingiiistico abstracto. Resulta comprensible que deba adoptar ese modo de ver. Pero el discurso, tomado en sentido amplio como fenémeno de la comunicacién culta- ral, deja de ser autocontenido y no puede entenderse con in= dependencia de la situacién que lo engendra. F] primer, punto de vista no puede sostenerse sisteméatica= mente hasta el final. El problema es que si permanecemos dentro de los limites de la obra de arte como objeto, no ten mos ningin modo de indicar, por ejemplo, los limites -del material, o cudles de sus rasgos poseen significacién artistic: El material, en y por si mismo, se funde directamente con é! ambiente extraartistico que lo rodea y tiene una cantidad i finita de aspectos y definiciones, en términos mateméticos, fisicos, quimicos, eteétera, ademas de lingiifsticos. Por lejos que vayamos en el anilisis de las propiedades del material y de sus combinaciones posibles, nunca encontraremos su si nificacién estética, a menos que introduzcamos de contra bando otro punto de vista no perteneciente a este marco de! anélisis. De modo andlogo, por lejos que vayamos en el andli sis de la estructura quimica de un. cuerpo o de una sustancia, nunca comprenderemos su valor o significacién como mer cancfa, a menos que incorporemos al cuadro el enfoque eco: némico. : Igualmente vano es el intento del segundo enfoque, intenta encontrar Jo estético en la psique individual del crea: 172 Apéndice I dor o el contemplador. Continuando con nuestra analogia econémica, podriamos decir que ese procedimiento equivale a tratar de analizar la psique individual de un proletario para descubrir las relaciones objetivas de produccion que determi- nan su posicién en la sociedad. En Ultima instancia, ambos puntos de vista padecen la misma falta: pretenden descubrir ef todo en Ja parte, es decir, to- man Ja estructura de una parte, divorciada abstractamente de Ia totalidad, y la presentan como la estructura del todo. Pero “Io artistico” en sn integridad no esta en el objeto producido ni en las mentes del creador y el contemplador consideradas separadamente, sino que abarca esos tres factores. Es una for- ma especial de interrelacién entre el creador y ef contentplador, fi- jada en una obra de arte. Esta comunicaciin artistica se desprende de la base que comparte con otras formas sociales pero, al misino tiempo, igual que todas ellas, conserva su propia singularidad; es una forma especial de comunicacién, con su naturaleza propia y peculiar. La trea de la pottica sociolégica consiste precisamente en comprender esta forma especial de la comunicacion social realizada 4 fijada en el material de wna obra de arte. Una obra de arte, considerada fuera de esta comunicacién c independientemente de ella, es sencillamente un objeto fi- sico creado por el hombre, o un ejercicio de lingiiistica. Sélo se convierte en arte en el proceso de fa interaccién entre el creador y el contemplador, como el factor esencial de esa in- teraccién. En el material de una obra de arte, todo aquello que no puede ser Ilevado a la comunicacién entre el creador y el contemplador, que no puede convertirse en el vehiculo, el medio para su comunicacién, tampoco puede contener un valor artistico. Los métodos que ignoran la esencia social del arte ¢ intentan encontrar su naturaleza y rasgos distintivos exclusivamente en la organizacién de la obra como objeto, en realidad se ven obligados a proyectar Ia interrelacién social del creador y el contemplador sobre los diversos aspectos del material y los diversos recursos para estructurarlo, Exacta- mente del mismo modo, ka estética psicolégica proyecta esa 173 V.N, Voloshinov relacién social sobre la psique individual del contemplador,: La proyecci6n distorsiona la integridad de tales interrelacio- nes, y proporciona un cuadro falso tanto del material como de la psique. La comunicacién estética, fijada en una obra de arte, es, como ya hemos dicho, totalmente singular e irreductible a otro tipo de comunicacién ideolégica (al igual que la politica; la juridica, la moral, eteétera). La comunicaci6n politica esta- blece las instituciones y las formas juridicas correspondien- tes, pero la comunicacién estética sélo organiza una obra de” arte. Si la comunicacién estética rechaza esta tarea y comien= za a proponerse la creacién de organizaciones politicas, aun- que sean efimeras, o cualquier otra forma ideolégica, en vir- tud de este mismo acto deja de ser comunicacién estética y. renuncia a su caracter tnico. Lo que caracteriza la comunicacién. estética es que est totalmente absorbida en la creacién de una obrit de arte, y en sus continuas recreaciones a través de la cocreacion de Jos contempladores, sin requerir ningin otro tipo de objetivacién: Sin embargo,’ innecesario es decir que esta forma tinica de comunicaci6n no existe en uz estado de aislamiento; forma par- te del grupo unitario de la vida social, refleja la base econd= mica comin, y participa en interacciones e intercambios con otras formas de comunicacién. El propésito de este estudio es llegar a comprender el enunciado poético como una forma de esta especial comuni= cacién estética instrumentada verbalmente. Pero para hacer= lo debemos analizar detalladamente en primer lugar algunos aspectos de las manifestaciones verbales que estan fuera del reino del arte: las manifestaciones del habla de la vida y la con= ducta cotidianas, pues en ellas ya estén insertas las bases, las potencialidades de las formas artisticas. Ademis, la esencia social del discurso se destaca aqui con un relieve mis nitido, y la conexidn entre el enunciado y el ambiente social circun= dante se presta al andlisis con mayor facilidad. 174 Apéndice I In En la vida esta claro que el discurso no es autosuficiente. Surge de una situacién pragmatica extraverbal, y mantiene con ella la mas estrecha conexién posible, Ademéas ese discur- so recibe directamente su forma de la vida misma, y no se lo puede divorciar de Ja vida sin que pierda su sentido. Las caracterizaciones y evaluaciones pragmiaticas, conduc- tuales, que es probable que apliquemos a los enunciados son, por ejemplo, “es mentira”, “es cierto”, “es una osadia decir 0”, “eso no se puede decir”, etcétera. Todas estas evaluaciones y otras andlogas, sea cual fuere el criterio que las gobierna (ético, cognitivo, politico, de otro tipo), abarcan mucho més que lo que esta encerrado en los factores estrictamente verbales (lingiifsticos) de la manifesta— cién. Junto con los factores verbales, también aburcen la sttuacion extraverbal del enunciado. Estos juicios y evaluaciones se refie- ren a un cierto todo en el que el discurso se compromete di- rectamente con un acontecimiento de la vida y se mezcla con él, formando una unidad indisoluble. Por supuesto, el discut- so en si, aislado, como un fenédmeno puramente lingiiistico, no puede ser verdadero o falso, osado o timido. ¢Cémo se relaciona el discurso en la vida con la situacion extraverbal que lo engendra? Permitasenos analizar esta cues- tién empleando un ejemplo deliberadamente simplificado. Dos personas estén sentadas en una habitacién, ambas en silencio; una de ellas dice “jBien!” La otra no responde. Para nosotros, como ajenos, esta “conversacién” resulta totalmente incomprensible. Aislada, la manifestacién “Bien!” es vacia e ininteligible. Sin embargo, este peculiar coloquio entre dos personas, consistente en una sola palabra (aunque sin duda entonada expresivamente) tiene un sentido perfecto, es plenamente significativa y completa. Para descubrir el sentido y el significado de este coloquio tenemos que analizarlo. Pero iqué es exactamente lo que po- demos someter a andlisis? Por m4s empefio que dediquemos a la parte puramente verbal, por més sutilmente que defina- 175 _manaque; la evaluacién, en la psique del locutor, y sin V.N. Voloshinov mos los factores fonéticos, morfolégicos y semdnticos de fa. : palabra “bien”, no avanzaremos ni un paso en la compren-. sién del sentido total del coloquio. Supongamos ahora que conocemos la entonacién con que fue pronunciada la palabra: indignacién y reproche modera-': do por una cierta dosis de humor. La entonacién ena de al- gin modo el vacio semantico de la palabra “bien”, pero sigue sin revelar el significado del todo. : éQué es lo que nos falta? Nos falta el “contexto extravet= bal” que convierte a la palabra “bien” en una locuci6n signi- ficativa para cl oyente. Este contexto extraverbal del enunciado comprende tres factores: 1) ef campo espacial conntin de los in< terlocutores (la unidad de lo visible, en este caso la habita~ cién, la ventana, eteétera); 2) ef conocimiento y la comprension de la situacién compartidos por los interlocutores, y 3) su evalu cin comin de esa situacién. En el momento en que el coloquio se produjo, ambos in= terlocutores miraban a la ventana y veian que habia comenza~ do a nevar; ambos sabian que estaban ya en plena primavera; finalmente, ambos estaban bartos del invierno prolongad ambos buscaban la primavera y eran amargamente defraudados. por la ultima nevada. El enunciado dependié directamente de eso “conjuntamente visto” (los copos de nieve), “conjunta- mente sabido” (la época del aiio) y “ondnimemente evaluado” (invierno cansador; primavera aguardada); todo esto es capta= do con su significado real, viviente; es el verdadero sostén de la manifestacién verbal. Sin embargo, queda sin especifica= cién 0 articulacién verbales. Los copos de nieve siguen ca- yendo fnera de la habitacién; la fecha esta en Ja hoja de un al= embargo todo esto es prestipuesto por la palabra “bien”. Ahora que tenemos acceso a lo “presupuesto” ~es decir, ahora que conocemos ¢/ campo espacial ¢ ideacional comtpartido~, el sentido completo de la manifestacién “;Bien!” nos resulta, perfectamente claro, y entendemos también su entonacién. ¢Cémo se relaciona el campo extraverbal con el diseurso: ¢Cémo se relaciona lo dicho con lo no dicho? 176 ~ Apéndice I En primer lugar, es perfectamente obvio que en este caso el discurso no refleja en absoluto la situacién extraverbal del mismo modo que un espejo refleja un objeto. El discurso re- suelve la situacién, Mevindola a una conclusién evaluativa, por asf decirlo. Con una frecuencia mucho mayor, los emunciados conductuales prolongan activamente y desarrollan una situa- cién, bosquejan un plan para la accién futura y la organizan, Pero para nosotros ticne una importancia especial otro as- pecto del enunciado conductual. Sea cual fuere su clase, el enunciado conductual siempre une a los participantes en la situacién como coparticipantes que saben, entienden y evabian esa situacién de una manera andloga. En consecuencia, el enunciado depende de la pertenencia real, material, de los copartici- pantes a uno y el mismo segmento del ser, y proporciona a esa co~ munidad material una expresién ideoligica y un desarrollo ideolé- gico ulterior. . De modo que la situacién extraverbal esté lejos de ser sdlo ja causa externa del enunciado; no opera sobre él desde fuera, a la manera de una fuerza mecdnica. La situacién entra en eb enunciads como una parte constitutiva esencial de la estructura de su significado, En consecuencia, un enunciado conductual co- mo todo significativo comprende dos partes: 1) la parte reali- zada o actualizada en palabras, y 2) la parte presupuesta. So- bre esta base es posible asemejarlo al entimema.’ Pero es un entimema de tipo especial. El término mismo “entimema” (cuya raiz griega designa a “algo que esté en el coraz6n o la mente”) puede parecer demasiado psicoldgico. Podria flevarnos a pensar la situacién como algo que est en la mente del locutor y es del orden de los actos psiquicos subjetivos (un pensamiento, una idea, un sentimiento), No es éste el caso. Lo individual y subjetivo es desplazado del pri- 5. El entimema es una forma de silogismo en Ia que una de las premisas se presupone pero no se enuncia, Por ejemplo, “Sécrates es un hombre, por Jo tanto ¢s mortal”, La premisa presupuesta es “Todos los hombres son mor- tales”. 17? V.N. Voloshinov mer plano por /o social y objetive. Lo que yo sé, veo, quiero, amo, eteétera, no puede darse por presupuesto. Solamente se puede convertir en la parte presupuesta de una manifestacién verbal lo que saben, ven, aman, reconocen todos los locutores: slo los puntos en los cuales ellos estan unidos. Ademas, este fenémeno fundamentalmente social es completamente obje- tivo; consiste sobre todo en /a unidad material del mundo que entra en el campo del locutor (en muestro ejemplo, la habitacién, la nieve, etcétera) y en la unidad de las condiciones reales de Ig: vida, que genera una comunidad de juicios de valor: Ja pertenen- cia de los locutores a la misma familia, profesién, clase 0 gru- po social de otro tipo, y también a una misma época (después de todo, los locutores son contemporineos). Por lo tanto, los juicios de valor presupuestos no son emociones individuales sino actos sociales regulares y esenciales. Las emociones indi- viduales s6lo pueden entrar en juego como resonancias que acompafian al tono bdsico de Ia evaluacién social. El “yo” solo puede realizarse verbalmente sobre la base del “nosotros”. De modo que en la vida practica todo enunciado es un entimema social objetivo. Representa algo asi como una “contrasefia” que sélo conocen los que pertenecen al mismo: campo social, La caracteristica distintiva de los enunciados conductuales reside precisamente en el hecho de que ellos establecen una multitud de conexiones con el contexto extra= -yerbal de Ja vida, y si se los separa de ese contexto pierden. casi todo su sentido: una persona que ignore el contexto pragmatico inmediato no puede entenderlos. : El alcance del contexto inmediato es variable. En nuestro, ejemplo, ese contexto es sumamente estrecho: se limita a la habitacién y ef momento. La manifestacion verbal sélo es inte=. ligible para las dos personas involucradas. Sin embargo, ‘el: campo unificado del cual depende esa manifestacién puede expandirse en el espacio y el tiempo. Lo “presupuesto ” puede ser la familia, el clan, la nacién, la clase, y abarcar dias, afios épocas completas. Cuanto mds amplio es el campo global y su: grupo social correspondiente, mAs constantes serdn los facto- res presupuestos en el enunciado, Cuando el campo real eg 178 Apéndice I estrecho, cuando (por ejemplo) consiste en el campo actual de dos personas sentadas en la misma habitacién que ven lo mismo, incluso el cambio mds circunstancial y breve que se produzca dentro de ese campo puede pasar a formar parte de lo presupuesto. Si el campo es mas amplio, el enunciado sélo puede operar sobre la hase de factores constantes y estables de la vida, y de evaluaciones sociales fundamentales, sustan- tivas. En este caso tienen una importancia especial las evalua- ciones presupuestas, El hecho es que las evaluaciones sociales basicas que se desprenden directamente de las caracteristicas distintivas de la economia del grupo social dado, por lo gene- ral no se articulan. Estén en la carne y la sangre de todos los miembros del grupo; ellas organizan las conductas y las ac- ciones; se han fusionado, por asf decirlo, con los objetos y fe- némenos a los que corresponden, y por esa razén no necesi- tan una formulacién verbal especial. Se dirfa que percibimos el valor de una cosa junto con su ser, coio una de sus cuali- dades; por ejemplo, pareciera que percibimos el calor y la luz del sol junto con el valor que tiene para nosotros. Todos los fenédmenos que nos rodean estén anélogamente fusionados con juicios de valor. Si un juicio de ‘valor esté condicionado por el ser de una comunidad determinada, se convierte en una creencia dogmitica, algo dado por sentado y no sujeto a discusion. Por el contrario, siempre que algtin juicio de valor se verbaliza y justifica podemos estar seguros de que ya se ha vuelto dudoso, se ha separado de su referente, ha dejado de organizar la vida y, en consecuencia, ha perdido su conexién con las condiciones existenciales del grupo. Cuando un juicio social de valor es sano permanece den- tro de la vida y desde esa posicién organiza la forma del enunciado y su entonacién, pero no apunta a encontrar una expresidn adecuada en el lado del discurso correspondiente al contenido. Si un juicio de valor pasa de los factores formales al contenido, podemos estar seguros de que hay una reeva- luacién en perspectiva. De modo que un juicio de valor via ble tiene plena existencia sin incorporarse al contenido del 179 VN. Voloshinow discurso, y no es derivable de él, sino que determina Ja selec- cién misma del material verbal y la forma del todo verbal. En- cuentra en la entonacién su expresi6n mas pura. La entona~ cién establece un lazo firme entre el discurso (verbal) y el contenido extraverbal: una entonacién genuina, vivaz, lleva al discurso més alla de los Ifmites de lo verbal, por asi decirlo. Permitasenos considerar de un modo algo mas detallado la conexién entre [a entonacién y el contexto pragmatico de la vida en el ejemplo de manifestacién verbal que hemos’ estado usando. De tal mode podremos realizar algunas ob- servaciones importantes sobre la naturaleza social de la en- tonacién. Iv En primer lugar, debemos subrayar que el contenido de ka” palabra “bien” (practicamente vacia desde el punto de vista sem4ntico) no puede en si mismo predeterminar la entona cién. Cualquier entonacién (alegre, triste, desdefiosa, etcéte: ra) puede operar libre y ficilmente en este mundo; todo de: pende del contexto en que aparezca la palabra. En nuestro, ejemplo, el contexto que determiné la entonacién (una indig. nacidn reprobadora, pero moderada por el humor) proviens enteramente de la situacién extraverbal que hemos analizado, puesto que en este caso no hay ningiin contexto verbal inme: diato. Podriamos predecir que, si este contexto verbal in. mediato hmubiera existido, ¢ incluso si hubiera sido totalmenti suficiente desde todos los otros puntos de vista, Ja entonaciéi igualmente nos habria llevado mas alla de sus limites. La en: tonacidén sdlo puede ser acabadamente entendida cuando uno. est4 en contacto con los juicios de valor presupuestos del grupo social, séa cual fuere la dimensién de ese grupo. La en= tonacién esta siempre en el limite entre lo verbal y Jo na verbal, dicho y lo no dicho. En ta entonacién el discurso entra en con: tacto directo con la vida. Y es sobre todo en la entonacio donde el locutor entra en contacto con el oyente o los oyet 180 Apéndice I tes: la entonacién es social por excelencia, ‘Tiene una sensibi- lidad especial a todas las vibraciones de la atmésfera social que rodea al locutor. En nuestro ejemplo, la entonacién derivaba del deseo compartido de los interlocutores, que anhelaban la primave- ra, y de su disgusto por la prolongacidn del invierno, Este ca- récter comtin de las evaluaciones, dado por sentado entre ellos, proporcioné la base de la entonacién, de la claridad y certidumbre de su tono principal. En una atmésfera de sim- patia, la entonacién puede desplegarse y diferenciarse libre- mente dentro de la gama del tono principal. Pero si no hu- bicra existido ese “soporte coral” sélidamente confiable, la orientaci6n de la entonacién habria sido otra, y su tono prin- cipal habria sido distinto (quiza el de la provocacién o el fas- tidio con el oyente; quiz4 se habria contrafdo o reducido al minimo), Cuando una persona prevé el desacuerdo de su in- terlocutor 0, en todo caso, duda, esta insegura acerca de ese acuerdo, entona sus palabras de un modo diferente. Mas ade- lante veremos que no sdlo la entonacién, sino la totalidad de la estructura formal del habla depende en una medida impor- tante de la relacién de la manifestacion verbal con la comuni- dad presupuesta de los valores propios del ambiente social en el que aparece el discurso. Una entonacién creativamente productiva, segura y rica, sélo es posible sobre la base de un “soporte coral” presupuesto. Si falta ese sostén, la voz vacila, y la riqueza de la entonacién se reduce, como ocurre, por ejemplo, cuando una persona que rie advierte de pronto que nadie la acompafia: su tisa cesa o degenera, se vuelve forzada, pierde su seguridad y claridad, y su capacidad para generar una conversacién chistosa y divertida. E/ cardeter comin de los Juicios de valor basicos constituye la tela en la cual el habla humana borda los dilujos de la entonacién. La tendencia de la entonaci6n hacia una posible simpatia, hacia el “sorporte coral”, no agota su naturaleza social. Este es slo un lado de ta entonacién, el lado vuelto hacia el oyen- te. Pero la entonacién también contiene otro factor extrema- damente importante para la sociologia del discurso. 181 VN. Voloshinow Si examinamos la entonacién de nuestro ejemplo, adverti. remos un rasgo “misterioso” que requiere una explicacién es~ pecial. En realidad, la entonacién de la palabra “bien” no sl expresaba la insatisfaccién pasiva con un hecho que estaly, ocurriendo (la nevada), sino también un reproche y una in dignacién activas. :A quién se dirigia este reproche? Est4‘cla- ro que no se dirigfa al oyente, sino a algiin otro. Este cambi de rumbo de Ja entonacién implica una apertura obvia de |: situacién a un tercer participante. ¢Quién es este tercer parti. cipante? ;Quién es el destinatario del reproche?

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