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Lectio Divina

Este documento resume el evangelio y la primera lectura de la fiesta del Bautismo del Señor. Explica que la primera lectura de Isaías presenta al siervo elegido por Dios para llevar la justicia a las naciones. El evangelio de Mateo relata el bautismo de Jesús en el Jordán y la teofanía donde Dios lo proclama como su Hijo amado. Finalmente, reflexiona sobre cómo esta fiesta cierra el tiempo de Navidad y muestra cómo Jesús cumple la voluntad de Dios a través de su bautismo.

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Lectio Divina

Este documento resume el evangelio y la primera lectura de la fiesta del Bautismo del Señor. Explica que la primera lectura de Isaías presenta al siervo elegido por Dios para llevar la justicia a las naciones. El evangelio de Mateo relata el bautismo de Jesús en el Jordán y la teofanía donde Dios lo proclama como su Hijo amado. Finalmente, reflexiona sobre cómo esta fiesta cierra el tiempo de Navidad y muestra cómo Jesús cumple la voluntad de Dios a través de su bautismo.

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1

FIESTA DEL EL BAUTISMO DEL SEÑOR

Primera lectura (Is 42,1-4.6-7)

Dentro del libro de Isaías tenemos los capítulos 40 a 55 que se atribuyen a un profeta
del exilio al que se denomina Segundo Isaías y que es, sin duda, el profeta del amanecer, del
despertar después de la larga noche del exilio en Babilonia (51,17; 52,1) 1. A su vez dentro de
estos capítulos tenemos una 1ª sección (Is 40,1–48,22) que trata sobre la liberación del
destierro de Babilonia que llevará a cabo el Señor a través del rey persa Ciro. En esta sección
también se proclama el anuncio de que el Señor elige a un «siervo», al que envía con el
auxilio de su Espíritu para implantar la ley y la justicia (Is 42, 1-7). En este primer cántico la
figura del «siervo» resulta algo enigmática: el v.1 lo presenta como un individuo que recibe
del Señor un trato especial: lo sostiene, lo elige, en él se complace su alma y ha puesto su
espíritu sobre él. Y con una misión también especial: llevar el derecho, la justicia a las
naciones (los paganos, los no judíos). Los vv. 2-4 nos describen "negativamente" su modo de
obrar pues lo hacen con una serie de "no" que se refieren a acciones de cierta violencia (gritar,
quebrar), es decir, su acción será humilde y pacífica; no-violenta. Pero esto no significa que
será débil; al contrario, será perseverante hasta lograr su misión de instaurar el derecho-
justicia y la ley (Torá) sobre la tierra.
En 42,6-7 vuelve sobre la vocación o llamado personal que ha recibido este "siervo" y
sobre la misión trascendente que recibe: "te destiné a ser la alianza del pueblo, la luz de las naciones,
para abrir los ojos de los ciegos, para hacer salir de la prisión a los cautivos y de la cárcel a los que habitan en
las tinieblas." La alianza de Dios con Israel ya había sido sellada con Moisés, pero Israel la
rompió; y ahora este elegido viene a concluir la alianza con Israel de un modo nuevo y
definitivo. Pero antes debe iluminar y hacer salir a los cautivos, o sea, liberarlos, salvarlos.

Evangelio (Mt 3,13-17):

Este relato se estructura en dos partes: 1) Los preliminares del bautismo (vv. 13-15);
2) La teofanía (vv. 16-17).

La primera parte narra la venida de Jesús al Jordán para ser bautizado. Al igual que en
Mc 1,9-11, es la primera aparición pública de Jesús por lo cual también Mateo se detiene en
precisar los datos geográficos y la circunstancia (3,13). Pero, siguiendo la comparación con
Mc, notamos que Mateo añade un diálogo donde queda claro que Juan Bautista se resiste a
bautizar a Jesús (3,14-15). En la negativa de Juan el verbo "impedía" está en imperfecto
denotando la insistencia de Juan en no bautizar a Jesús. La razón de su negativa remite a lo
que ya había anunciado sobre la superioridad del que había de venir y de su bautismo (cf.
3,11). Pero Jesús le da una orden (verbo en imperativo): "permítelo/déjalo" y precisa que se
trata algo transitorio y provisional: "ahora".
Lo que sigue de la respuesta de Jesús contiene un vocabulario típico de Mateo, en
especial la expresión “cumplir toda justicia”, que suena un poco misteriosa. Para comprender
el significado del término “justicia” aquí nos ayudará ver el uso del verbo que lo acompaña
(plhro,w) que en Mateo aparece 16 veces, 13 en pasivo, de las cuales 12 se refiere al
cumplimiento de las Escrituras, mientras que la vez restante carece de significado teológico
(13,38 "llenarse una red"). Este verbo, en voz activa como aquí en 3,15, aparece también en
5,17 y 23,32. En ambos casos se trata de cumplir o llenar una norma o medida fijada, sea la
Ley y los profetas o la medida de los antepasados. Por tanto podemos decir que la expresión
1
En general hay aceptación en datar la acción de este profeta al final del exilio, cerca del año 540 a.C. cuando el
imperio babilónico comienza a colapsar habiendo surgido los persas capitaneados por Ciro.
2

"cumplir toda justicia" significa aquí llevar a plenitud, cumplir perfectamente la voluntad de
Dios2. Vale decir que ambos deben cumplir la voluntad de Dios: Jesús porque así manifiesta
su solidaridad con los hombres; y Juan Bautista porque debe admitir que el Mesías puede
obrar de modo distinto a cómo él esperaba.

En cuanto a la teofanía, y comparándolo con Mc 1,10-11, notamos que en Mt el acto


bautismal apenas se menciona mediante un participio y que el acento está puesto en la salida
del agua. En esta escena, al igual que en Mc, hay apertura de los cielos, descenso del Espíritu
como una paloma y una voz celestial. El abrirse o desgarrarse los cielos podría ser una
referencia a Is 63,19: “Ojalá rasgases el cielo y bajases” dado que en el contexto de esta súplica
Dios es llamado Padre (Is 63,16; 64,7) y el Espíritu es mencionado tres veces (Is 63,10.11.14).
Otros piensan, sobre todo para Mt, en Ez 1,1: “Se abrió el cielo y contemplé visiones divinas
(hvnoi,cqhsan oi` ouvranoi, kai. ei=don)”. La paloma en relación al Espíritu tiene también
múltiples reclamos al AT, como ser Gn 1,2; 8,8; Is 38,14; Os 7,11; Sal 55,7.-
Por lo que respecta a lo dicho por la voz celestial, hay un cierto acuerdo en que nos
remite al Sal 2,7 donde el Hijo recibe la investidura real y mesiánica; y al Siervo sufriente de
Is 42,1; 44,2.21 en cuanto es amado y objeto de complacencia por parte del Padre.
La diferencia con Mc es que la apertura de los cielos es algo público al igual que la
voz celestial la cual se dirige a la gente y a los lectores u oyentes, o sea a la comunidad y no a
Jesús sólo como en Mc (“este es mi hijo amado” en vez de “Tú eres mi hijo…). Vemos
aparecer aquí el aspecto eclesial tan propio de Mateo complementando la afirmación
cristológica. Así la escena concluye con una revelación pública de Jesús como Hijo de Dios,
siendo la comunidad mateana la destinataria de esta revelación y, por ello, quien tiene
también la misión de revelar la verdadera identidad de Jesús. En cambio, la visión del Espíritu
es algo propio de Jesús al igual que en Mc. La diferencia está en que Mt precisa que se trata
del Espíritu de Dios.
Además de la filiación Divina, se afirma la unción mesiánica de Jesús, constituido
Mesías por la Palabra del Padre y la donación de su Espíritu. El kerigma primitivo sostenía
que Jesús fue ungido con el poder del Espíritu después de su bautismo (cf. He 10,37-38:
"Ustedes ya saben qué ha ocurrido en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que
predicaba Juan: cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo, llenándolo de poder ", segunda
lectura de hoy). Por su parte, considerando que la escena se inspira en Is 42,1 que leemos hoy
("He aquí mi siervo a quien yo sostengo, mi elegido en quien se complace mi alma. He puesto mi espíritu sobre
él: dictará ley a las naciones…"), pero cambiando la expresión "siervo" por "hijo", podemos
concluir que la voz de Dios presenta a Jesús como Mesías-Hijo en la línea del siervo sufriente.

A modo de síntesis vale lo que dice A. Rodríguez Carmona3: "El texto tiene dos centros de
atención íntimamente relacionados: en el primero Jesús profesa su determinación de cumplir en cada momento
la voluntad del Padre; en el segundo el Padre lo reconoce públicamente como Hijo: obediencia y filiación son
anverso y reverso de la misma realidad".

2
En esto seguimos a K. Stock, Discorso della Montagna, 76. Por su parte Davies-Allison, Matthew, 326-327
supone que cuando Jesús cumple toda justicia está cumpliendo las profecías de la Escritura y encuentra una
confirmación en 3,17 con las citas de Sl 2,7 e Is 42,1. En la misma línea A. Rodríguez Carmona, Evangelio de
Mateo, 52, sostiene que Jesús recibe el bautismo para realizar un gesto del Siervo de Yahvé, tomar sobre sí la
culpa de los pecadores. U. Luz, Mateo, 215-218, no encuentra dificultad en aceptar que la expresión se refiere a
la acción humana de cumplir la voluntad de Dios en su globalidad, todo lo que es justo. Además, pone el acento -
con razón- en el aspecto cristológico y en el carácter anticipador de 5,17. Dado que son las primeras palabras de
Jesús en el evangelio de Mateo y que nos encontramos con una frase indiscutiblemente redaccional (el
vocabulario es propio de Mateo y falta en los paralelos de Mc 1,9-11 y Lc 3,21-22) compartimos la opinión de
Luz: "La frase adquiere un carácter programático. Jesús, obediente a la voluntad de Dios, pasa a ser el modelo y
ejemplar de los cristianos", 217.
3
Evangelio de Mateo, 53.
3

Algunas reflexiones:

La fiesta del Bautismo del Señor cierra el tiempo de Navidad y por ello hay que
entenderla y celebrarla en continuidad con la solemnidad del nacimiento de Jesús. Justamente
es en el sacramento del Bautismo donde se verifica el "admirable intercambio" celebrado en
la Navidad. Esta teología la liturgia de esta solemnidad la refleja en sus oraciones: el Verbo de
Dios, quien al manifestarse en la realidad de nuestra carne se hizo semejante a nosotros en lo
exterior, nos transforma interiormente -reza la segunda colecta de la fiesta-; Jesús al entrar en
el agua, quiso lavar los pecados del mundo -reza la oración sobre las ofrendas- y nosotros
fuimos hechos hijos adoptivos por el agua y el Espíritu Santo; este nuevo bautismo en el
Jordán ha sido “señalado” con signos admirables -expresión del prefacio-.4
La continuidad con la Navidad también hay que referirla al mensaje de la Palabra de
Dios. En la misa del día de Navidad hemos escuchado el testimonio del evangelio de Juan: "La
Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros" (Jn 1,18). La Palabra Eterna del Padre asumió la
condición humana y vino a habitar en nuestro mundo. Con esta obra de infinito amor Dios
cumplió y superó lo que había anunciado a su pueblo Israel: Jesús es la Palabra personal del
Padre, es el Hijo de Dios. Esto lo declara solemnemente el Padre quien mediante su voz
celestial nos da testimonio de la identidad de Jesús: es Su Hijo amado.
Desde el punto de vista litúrgico también se nos señalan la importancia de unir esta
fiesta con la Epifanía: “El Bautismo del Señor es una fiesta de Epifanía, es decir de manifestación. En
Oriente el icono del Bautismo del Señor, que es uno de los iconos cultuales bien determinados, es el icono de la
Gran Teofanía, pues en el Bautismo se proclama la divinidad de Cristo y por lo mismo se da testimonio de la
Trinidad. En la Natividad se manifiesta Cristo en el ámbito humilde de Belén. La Epifanía es la manifestación a
los gentiles. El Bautismo es la manifestación de la unción de Cristo, la manifestación absoluta de la divinidad de
Cristo en la Trinidad”5.
Y sobre las consecuencias de esta “epifanía” o “manifestación” nos dice el Papa
Francisco: "celebrando la Navidad, la fe una vez más nos ha dado la certeza de que los cielos se han
desgarrado con la venida de Jesús. Y en el día del bautismo de Cristo todavía contemplamos los cielos abiertos.
La manifestación del Hijo de Dios sobre la tierra marca el inicio del gran tiempo de la misericordia, después que
el pecado había cerrado los cielos, elevando como una barrera entre el ser humano y su Creador. ¡Con el
nacimiento de Jesús los cielos se abren! Dios nos da en Cristo la garantía de un amor indestructible. Desde que
el Verbo se ha hecho carne es posible ver los cielos abiertos Y es posible también para cada uno de nosotros, si
nos dejamos invadir por el amor de Dios, que nos es donado por primera vez en el Bautismo. ¡Dejémonos invadir
por el amor de Dios! ¡Éste es el gran tiempo de la misericordia! No lo olviden: ¡éste es el gran tiempo de la
misericordia!" (Ángelus 12 de enero 2014).

Juan Bautista había anunciado que el que viene después de él bautizará con el Espíritu,
pues es alguien que estará lleno – ungido – del Espíritu que desciende sobre Él y lo conduce
en su misión. Justamente el prefacio de esta fiesta lo proclama así: "Tu quisiste expresar, con
signos admirables en el río Jordán, el misterio del nuevo bautismo, para que, por tu voz celestial, se manifestase
que tu Palabra habitaba entre los hombres, y, por el Espíritu, que bajó en forma de paloma, se reconociera que
Cristo, tu servidor, había sido ungido con el óleo de la alegría y enviado a evangelizar a los pobres".

La teofanía que sigue al bautismo nos conecta, en cierto modo, con el mismo Misterio
de la Santísima Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Las Tres personas divinas se
hacen presentes aquí. La relación de la persona de Jesús como Hijo con el Padre y el Espíritu
es Eterna, pero desde la Encarnación ha entrado en el tiempo y se manifiesta en el tiempo
incluyendo ahora a la humanidad de Jesús. En Navidad, junto al Niño Jesús, veíamos a su
Madre y a San José, su familia humana. Hoy se nos revela su Familia Trinitaria, el Padre y el
Espíritu en comunión con el Hijo hecho hombre en Jesús.
4
Cf. A. Bottoli, "Navidad. Historia. Teología. Espiritualidad. Pastoral", para uso de los estudiantes.
5
R. Grandez, “Celebración del bautismo del Señor”, en CPL, Navidad y Epifanía, Barcelona, 1991, págs. 67-68.
4

Jesús recibe aquí el Espíritu Santo y la "declaración de amor" de su Padre. Este es el


principio y fundamento de la vida de Jesús como Hijo de Dios: saberse amado por el Padre,
saberse aprobado por el Padre que se complace en Él. Aquí está el secreto de la libertad
interior y afectiva de Jesús. No va mendigando amor porque ya lo tiene. No va mendigando la
aprobación de los hombres porque ya tiene la aprobación del Padre. Jesús recibe el Amor
personal de Dios, el Espíritu Santo. Es ungido por el Espíritu. Por eso su vida tendrá la
libertad que da el Espíritu Santo, que conducirá su misión en este mundo.

El día del Bautismo del Señor, con que concluye el tiempo de Navidad, recuerda no
solamente el bautismo de Jesús sino también el bautismo del cristiano. Por tanto, al igual que
subrayamos la importancia de re-vivir en nosotros el nacimiento del Señor como parte
esencial del misterio de Navidad celebrado en la liturgia; así también somos invitados a re-
vivir nuestro propio bautismo en la fiesta del bautismo del Señor.
Nosotros, al ser bautizados, hemos recibido la filiación adoptiva por la cual el Padre
nos ama como a hijos suyos en su Hijo Jesús y se complace en nosotros como se complació
en Él. Se trata de la vida de Hijos de Dios que "se nos transmitió el día del Bautismo, cuando «al
participar de la muerte y resurrección de Cristo» comenzó para nosotros «la aventura gozosa y entusiasmante
del discípulo» (Benedicto XVI, Homilía en la fiesta del Bautismo del Señor, 10 de enero de 2010). Y en su
catequesis del 8 de Enero de 2014 decía el Papa Francisco: "El Bautismo es el sacramento sobre el
que se sustenta nuestra propia fe y que nos injerta como miembros vivos en Cristo y en su Iglesia […] Nosotros
con el bautismo somos sumergidos en la fuente inagotable de la vida que es la muerte de Jesús, el más grande
acto de amor de toda la historia; y gracias a este amor podemos vivir una nueva vida, ya no a merced del mal, el
pecado y la muerte, sino en comunión con Dios y con los hermanos […] Es en virtud del Bautismo que, liberados
del pecado original, estamos injertados en la relación de Jesús con Dios Padre; que somos portadores de una
esperanza nueva, porque el Bautismo nos da esta esperanza nueva. La esperanza de ir por el camino de la
salvación, toda la vida. Y a esta esperanza nada y nadie la puede apagar, porque la esperanza no defrauda".
También nosotros tenemos que descubrir en este "sentirse amados y aprobados por el
Padre" el principio y fundamento de nuestra vida y la fuente de nuestra libertad interior y
afectiva. Al respecto escribe H. Nouwen 6: "Tu verdadera identidad es ser hijo de Dios. Es ésta la
identidad que debes aceptar. Una vez que la has reivindicado y te has instalado en ella, puedes vivir en un
mundo que te da mucha alegría y también mucho dolor. Puedes recibir alabanzas o calumnias que llegan a ti
como una ocasión para fortalecer tu identidad fundamental, porque la identidad que te hace libre ha clavado su
ancla más allá de toda alabanza y de toda calumnia humana. Tú perteneces a Dios, y como hijo de Dios has sido
enviado al mundo."
En su homilía del 11 de enero de 2015 decía el Papa Francisco: "en el Bautismo somos
consagrados por el Espíritu Santo. La palabra «cristiano» significa esto, significa consagrado como Jesús, en el
mismo Espíritu en el que fue inmerso Jesús en toda su existencia terrena. Él es el «Cristo», el ungido, el
consagrado, los bautizados somos «cristianos», es decir consagrados, ungidos”. Nosotros hemos recibido
también el Espíritu Santo que nos ha ungido como apóstoles y testigos de Jesús, como sus
discípulos y misioneros. Y esto tiene que notarse, manifestarse: somos epifanía del Señor.
Y no podemos olvidar la dimensión comunitaria o eclesial del Bautismo. Al respecto
decía el Papa Francisco en el ángelus del 8 de enero de 2017: “Esta fiesta nos hace redescubrir el
don y la belleza de ser un pueblo de bautizados, es decir, de pecadores —todos lo somos— de pecadores
salvados por la gracia de Cristo, inseridos realmente, por obra del Espíritu Santo, en la relación filial de Jesús
con el Padre, acogidos en el seno de la madre Iglesia, hechos capaces de una fraternidad que no conoce
confines ni barreras.”

En fin, nosotros hemos recibido también el Espíritu Santo que nos ha ungido como
apóstoles y testigos de Jesús, como sus discípulos y misioneros. Y esto tiene que notarse.

6
La voz interior del amor (Madrid 1998).
5

PARA LA ORACIÓN (RESONANCIAS DEL EVANGELIO EN UNA ORANTE):

Necesitamos tu bautismo hoy, Señor

Señor, tú que sabes de nuestras necesidades


De nuestras debilidades y flaquezas
No mires nuestras faltas
Bautízanos en tu Espíritu Santo
Renueva la naturaleza.

Sin pretender abarcarlo todo


Haznos respetar tus mandamientos.
Y aceptar la Voluntad tuya
Entrar en tu Presencia sanadora,
Detectar el signo de estos tiempos.

Concédenos adorar en silencio


Penetrar desnudos tus Sagrados misterios.
En medio de este mundo agitado
Levantar en un instante los ojos
Para escuchar la voz de los cielos.

Deseo de los hombres cumplido:


En lo profundo del corazón,
El más grande de los anhelos.
Hijos en el hijo Amado, Jesucristo
Para tu gloria Padre nuestro. Amén.

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